Relatos Cortos para Reflexionar 1
Relatos Cortos para Reflexionar 1
Relatos Cortos para Reflexionar 1
– Me han contado que eres muy sabio. Por favor, ¿qué cosas haces como sabio
que no podamos hacer los demás?
El anciano le contestó:
– Pero yo también puedo hacer esas cosas y no por eso soy un sabio.
Durante una sesión grupal, un psicólogo tomo un vaso de agua y lo mostró a los
demás. Mientras todos esperaban la típica reflexión de ‘¿este vaso está medio
lleno o medio vacío?’, el psicólogo les preguntó:
Las respuestas variaron entre los 200 y 250 gramos. Pero el psicólogo respondió:
Y continuó:
Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de Takahama, y que vivía
desde su juventud en una pequeña casa que él mismo había construido junto a
un cementerio, en lo alto de una colina. Era un hombre amado y respetado por
su amabilidad y generosidad, pero los lugareños a menudo se preguntaban porqué
vivía en soledad al lado del cementerio y por qué nunca se había casado.
Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los
circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me
llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia
despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su
actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto
solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una
pequeña estaca en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo
de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era
gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de
cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El
misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando
tenía 5 o 6 años yo creía todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté
entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante.
Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba
amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo
encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia
y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el
circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y
recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de
nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Relatos cortos para reflexionar 5: El paquete de galletas
Una señora que debía viajar a una ciudad cercana llegó a la estación de tren,
donde le informaron que este se retrasaría aproximadamente una hora. Molesta,
la señora compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Busco
una banca y se sentó a esperar.
De pronto sintió mucha sed por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella
de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas
intacto. Todo este tiempo, ¡el joven le estuvo compartiendo sus galletas!
Apenada, la señora quiso regresar para pedirle disculpas pero el tren ya había
partido.