Las Clases Sociales
Las Clases Sociales
Las Clases Sociales
de volver a la teoría
Las clases sociales están ubicadas en el núcleo del pensamiento social marxista,
por eso, a 200 años del nacimiento de Marx se vuelve tan imperioso revisitar
algunos de los principales debates que tuvieron lugar en los últimos años en
relación a este concepto, con el propósito de recuperar su legado y argumentar su
vigencia para comprender las contradicciones del presente.
Mariela Cambiasso
Domingo 10 de junio de 2018 | Edición del día
Las clases sociales están ubicadas en el núcleo del pensamiento social marxista,
por eso, a 200 años del nacimiento de Marx se vuelve tan imperioso revisitar
algunos de los principales debates que tuvieron lugar en los últimos años en
relación a este concepto, con el propósito de recuperar su legado y argumentar su
vigencia para comprender las contradicciones del presente.
Mucho se ha debatido en los últimos años sobre las tesis del fin del trabajo y de la
clase obrera [1] (y en ese caso también del marxismo como sistema explicativo del
orden social) o, en sus versiones más optimistas, sobre la pérdida de centralidad
de los trabajadores como sujetos políticos de trasformación social y su
consiguiente reemplazo por configuraciones diversas y heterogéneas como los
“nuevos movimientos sociales” o los “trabajadores subalternos” [2]. Sin negar las
profundas reconfiguraciones que ha sufrido el “mundo del trabajo” en el marco del
capitalismo contemporáneo -entre las que el sociólogo brasilero Ricardo Antunes
destaca las tendencias a: la reducción del proletariado manual, fabril y estable; el
aumento de los trabajadores en condiciones de precariedad laboral; la
feminización del trabajo; el crecimiento de los trabajadores en el denominado
“sector servicios”; y la exclusión del mercado laboral de los más jóvenes y
viejos [3]– no hay dudas de que, tal como lo definieron Marx y Engels en El
Manifiesto Comunista, se trata de “la inmensa mayoría” de la sociedad que
necesita vender su fuerza de trabajo para subsistir.
El triunfo del neoliberalismo y la consiguiente pérdida de derechos y de la
capacidad organizativa de los trabajadores impactó en el auge que alcanzaron
estas perspectivas teóricas y en su influencia en los debates académicos sobre los
trabajadores y sus organizaciones. Sin embargo, en el estado actual del
capitalismo, en el marco de una crisis económica que no logra superarse y en un
contexto de cuestionamiento a la hegemonía neoliberal, el regreso a Marx ha
estado en la agenda de los debates académicos y políticos. Lejos del fin del
proletariado tan citado en los años noventa, estamos ante una extensión inédita de
las condiciones que le dieron existencia como clase. En este marco, abordamos
su teoría sobre las clases sociales, los debates en el campo del marxismo y la
actualización de la discusión en base a los desafíos del presente.
Ilustración: Greta Molas
La clase como proceso y relación en el marxismo de Marx
Abordar el concepto de clase social en el pensamiento de Marx requiere una
primera aclaración: no es posible encontrar una definición cerrada, clasificatoria y
normativa de las clases sociales en sus escritos. El apenas empezado capítulo LII
del libro tercero de El Capital, que llevaría justamente ese título, dejó abierto un
sinnúmero de caminos interpretativos posibles si se plantea una lectura
fragmentada de su obra. Esta situación refuerza la necesidad de evitar
simplificaciones y reduccionismos, centrados en ciertos aspectos parciales (un
libro, un capítulo, un pasaje perdido), en detrimento de una lectura que busque
contemplar las múltiples determinaciones que atraviesan su concepción teórica.
Más allá de no plantear una definición conceptual sistemática, de esas que
esperamos encontrar en los textos académicos como resultado de una
investigación desarrollada en un campo disciplinar específico, el análisis basado
en las clases sociales y sus antagonismos atraviesan toda la obra de Marx y
Engels. Ya desde la temprana investigación de Engels sobre la situación de la
clase obrera en Inglaterra, la identificación de clases sociales antagónicas,
definidas en base a intereses opuestos, se encontraba en el centro de las
preocupaciones. Allí decía:
Partiendo de esta definición, Meiksins Wood se propone “extraer” del trabajo del
autor una teoría de la clase social más sistemática de la que él planteara,
atendiendo a las críticas de los teóricos marxistas que cuestionaron su escaso
tratamiento de las determinaciones objetivas en detrimento de las subjetivas [8].
En oposición a ello, enfatiza el valor de las determinaciones históricas y sostiene
que la clase puede comprenderse en la medida en que se la estudia como una
formación social y cultural, que se autoproduce a partir de un proceso (histórico y
conflictivo) en el cual los intereses comunes y la conciencia de esos intereses
resultan inmediatamente de la experimentación de situaciones objetivas de clase.
En oposición a las lecturas que pretenden reducir las clases sociales a
clasificaciones y esquemas de estratificación independientes de la lucha de
clases, Daniel Bensaïd también destaca que se trata de un sistema de relaciones
atravesado por antagonismos, en el marco de una configuración
multideterminada [9]. En primer lugar, sostiene que es en El Capital donde es
preciso buscar una teoría de las clases sociales, aunque no sea formal ni
sistemática. Recomienda atender al movimiento que va de lo abstracto a lo
concreto, del modo de producción a la formación social, y en ese movimiento,
cada uno de los libros de El Capital aporta un nivel de determinación específico en
el marco de la teoría de las clases sociales [10].
Yendo de lo abstracto a lo concreto, la posesión o no de los medios de
producción, o bien, la relación de explotación entre trabajo asalariado y capital, se
encuentran, según Bensaïd, en el primer nivel de abstracción, definido por la
esfera de la producción. Hay dos elementos que quedan claramente definidos ya
en este primer plano: la especificidad de las clases sociales modernas se funda en
la doble libertad de la fuerza de trabajo (el trabajador es libre de los medios de
producción y libre de vender su fuerza de trabajo); y la relación entre el obrero
como productor y el capitalista como poseedor de los medios de producción
presupone el conflicto por la división del tiempo entre trabajo necesario y
plustrabajo. En este primer nivel de determinación, el antagonismo se sitúa en el
lugar de la producción y se expresa en la lucha por el tiempo y las condiciones de
trabajo. Aunque siguiendo este método de análisis no puede reducirse la
conceptualización de clase a la relación cara a cara entre patrón y obrero, lo cierto
es que sin esta determinación tampoco es posible dar cuenta de ella. De modo
que, así entendida, esta primera determinación permite abordar el lugar de trabajo
como un espacio de antagonismo de clase, una clave de análisis que había sido
abandonada por los estudios sociales y del trabajo en los años noventa.
El segundo nivel de determinación corresponde a la esfera de la circulación. En
este punto la tensión central se presenta entre el asalariado como vendedor de su
fuerza de trabajo y el capitalista como poseedor de capital. Aquí nuevamente
aparece el antagonismo, pero ya no por la división del tiempo de trabajo, sino por
la negociación de la fuerza de trabajo como mercancía. El conflicto se da a nivel
del mercado de trabajo y se expresa concretamente en la lucha por la definición
del salario. Esta determinación se ve atravesada por la distinción entre trabajo
productivo e improductivo, ampliamente discutida en el campo del marxismo y más
allá de él también [11]. Bensaïd aclara que esta tensión se resuelve en el tercer
nivel de determinación, que aparece tematizado en el tercer libro y corresponde a
la reproducción ampliada del capital. Allí, las primeras dos determinaciones
(parciales) de las clases se integran al movimiento de conjunto de la competencia
por la tasa de ganancia, la especialización funcional de los capitales y la
distribución del ingreso, donde interviene el Estado.
Así, el tercer nivel de determinación se corresponde con el de las
representaciones políticas: “…en el campo específico de lo político, las relaciones
de las clases adquieren un grado de complejidad irreductible al antagonismo
bipolar que sin embargo las determina” [12], de manera que la estructura de las
clases sociales no define de un modo lineal ni mecánico las representaciones y
conflictos políticos. En este sentido, “lo político” asume un lugar central en el
marco de las determinaciones de la teoría de las clases sociales, sin el cual no es
posible abordarla en la complejidad de sus múltiples determinaciones. De ese
modo, la dimensión política deja de ser un elemento complementario de la teoría
de las clases, tal como se presenta en los escritos histórico-políticos como El
dieciocho brumario o Las luchas de clases en Francia, sino que forma parte
sustancial de su discusión teórica.
[1] Como referentes de las tesis del fin del trabajo ver, Gorz, André, Adiós al
proletariado. Más allá del socialismo, El Viejo Topo, Barcelona, 1981; y Rifkin,
Jeremy, El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo; el
nacimiento de una nueva era, Paidós, Barcelona, 1996.
[2] Como referentes de las tesis que sostienen la pérdida de centralidad de la clase
obrera ver, Bialakowsky, Alberto y Antunes, Ricardo, “La distopía en los laberintos
discursivos del capital y la nueva morfología del trabajo”, en Trabajo y capitalismo
entre siglos en Latinoamérica. El trabajo entre la perennidad y la superfluidad, A. L.
Bialakowsky, R. Partida, R. Antunes, María I. Costa et al (comp.), Universidad de
Guadalajara – ALAS, Guadalajara, Jalisco, México, 2009.
[3] Antunes, Ricardo, ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol
central del mundo del trabajo, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1999.
[4] Engels, Federico, La situación de la clase obrera en Inglaterra, Buenos Aires, Ed.
Diáspora, 1974, p. 127-128.
[5] En este mismo sentido, Marx y Engels afirmaban en El manifiesto comunista:
“Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber
simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada
vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se
enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”. Más adelante también
agregaban: “El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha
contra la burguesía comienza con su surgimiento”. Marx, Karl, Textos selectos,
Madrid, Gredos, 2010, p. 582.
[6] Meiksins Wood, Ellen, “La clase como proceso y como relación”, en Meiksins
Wood, E. Democracia contra capitalismo. La renovación del materialismo histórico,
Siglo XXI, México, 2000.
[7] Thompson, Edward P., La formación de la clase obrera en Inglaterra, Editorial
Crítica, Barcelona, p. XIV, 1989.
[8] La autora polemiza particularmente con la interpretación que Perry Anderson
plantea en Teoría, política e historia. Un debate con E. P. Thompson.
[9] En este sentido es interesante la distinción que plantea el autor entre las
“definiciones”, que funcionan a partir de la enumeración de criterios particulares, y
las “determinaciones”, que implican relaciones entre la parte y el todo, el objeto y el
sujeto, el ser y la esencia, y contienen el movimiento que va de lo abstracto a lo
concreto. De este modo, en el enfoque de la determinación de conceptos adquiere
un rol central la dialéctica como método. Las determinaciones parciales son
unilaterales, adquieren sentido al articularse (jerárquicamente) en el seno de la
totalidad. Ver: Bensaïd, Daniel, Marx intempestivo. Grandezas y miserias de una
aventura crítica, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, 2013.
[10] Si bien en esta nota vamos a concentrarnos en las relaciones de clase en el
modo de producción capitalista, es importante aclarar que la teoría de Marx no se
circunscribe a esta forma histórica, sino que permite explicar las disputas por la
extracción y apropiación del excedente y su impacto sobre la división de clases en
los distintos modos de producción. Un ejemplo donde Marx caracteriza las
relaciones de clase en las sociedades precapitalistas es en Formaciones
económicas precapitalistas. Para un análisis más profundo sobre este punto ver la
nota de Corina Luchía en este número de IdZ.
[11] En relación a este punto es preciso retomar también la definición de Ernest
Mandel, quien interviene en la discusión argumentando el carácter reduccionista de
las posiciones que restringen el proletariado al trabajo manual: “La característica
estructural que define al proletariado en el análisis marxiano del capitalismo es la
obligación socioeconómica de vender su propia fuerza de trabajo. Así, pues, dentro
del proletariado se incluyen no solo los trabajadores industriales manuales, sino
todos los asalariados improductivos que están sujetos a las mismas restricciones
fundamentales: no propiedad de los medios de producción; falta de acceso directo
a los medios de subsistencia (…); dinero insuficiente para comprar los medios de
subsistencia sin la venta más o menos continua de la fuerza de trabajo”. Ver
Mandel, Ernest, El Capital, cien años de controversias en torno a la obra de Karl
Marx, Siglo XXI editores, México, 1985, p. 128. Bajo esta esta conceptualización,
entre 2005 y 2007 se llevó adelante el Programa de Investigación “Los trabajadores
en la Argentina actual (Encuesta Obrera)”, que funcionó en el marco del Instituto de
Pensamiento Socialista (IPS) “Karl Marx”. Inspirado en la metodología de la
Encuesta Obrera propuesta por Marx a los sindicatos franceses en 1871, se
realizaron alrededor de 1000 encuestas en distintas estructuras laborales
industriales y de servicios: Subterráneo de Buenos Aires, Astillero Río Santiago,
IOMA, Siderca-Campana, entre otras. Diez años después, en el marco del Seminario
de Investigación de la Carrera de Sociología de la UBA “Los trabajadores en la
Argentina posdevaluación. Recomposición social y conflictividad sindical de 2003
en adelante” que dirige Paula Varela, hemos reeditado la encuesta en el Subte.
[12] Bensaïd, Daniel, 2013, ob. cit., p. 176.
[13] Bensaïd, Daniel, Teoremas de la resistencia a los tiempos que corren (Les
Irreductibles), Viento del Sur, 2004.
[14] Para profundizar sobre esta discusión ver, Varela, Paula, El gigante
fragmentado. Sindicatos, trabajadores y política durante el kirchnerismo, Buenos
Aires, Editorial Zona Abierta, 2016.
[15] Ver Cambiasso, Mariela (2016), Repensar la condición obrera, IdZ 34 (octubre,
2016).
[16] En esta línea de estudios pueden mencionarse los estudios clásicos de John
Roemer, Gerard Cohen y Eric Olin Wright.
[17] Sobre este punto ver: Varela, Paula, 2016, Ob. Cit.