Principales Teorias Del Conflicto Social
Principales Teorias Del Conflicto Social
Principales Teorias Del Conflicto Social
Norba 15
Revista de Historia.
Cceres, 2001:237-254
El conflicto social ha generado un abundante nmero de reflexiones tericas, fundamentalmente desde el campo de la sociologa 1 Dichas reflexiones han tomado a la revolucin, el
conflicto social por excelencia, como principal referencia y ello ha condicionado notablemente
sus posicionamientos, no slo a nivel intelectual, sino tambin en trminos polticos.
Por otro lado, no es fcil explicar las teoras del conflicto: las distintas escuelas, por llamarlas de algn modo, han evolucionado sus posiciones notablemente y en la prctica investigadora
se detecta con frecuencia un acusado eclecticismo. Entindase pues que la explicacin que sigue
es, stricto sensu, una simplificacin sin otro objeto que facilitar en trminos didcticos un primer
acercamiento terico al fenmeno de las luchas sociales2
En trminos genricos, una teora del conflicto social difcilmente ser autnoma, lo normal es que forme parte de una concepcin global de la realidad social y de su funcionamiento.
De ah que se pueda hablar de dos grandes concepciones del orden social, las cuales condicionan la interpretacin de los conflictos sociales:
a.- Teoras consensualistas: La organizacin de cualquier sistema social tiende a la
autocompensacin entre los actores y las fuerzas que articulan sus estructura y su
funcionamiento. Los conflictos sociales son pues situaciones anmalas, fruto de una
alteracin en el discurso normal de la vida social, de manera que tendern a ser
explicados en trminos espasmdicos.
b.- Teoras conjlictivistas: La sociedad encierra dentro de s una serie de contradicciones
y objetivos colectivos contrapuestos que provocan confrontacin de intereses. Por esta
razn, el conflicto es inherente a cualquier dinmica social, es un imperativo estructural y un motor del cambio social.
1 Recomiendo, para una primera ampliacin sobre este tema, tres obras: COHAN, A. S.: Introduccin a las teoras
de la revolucin, Madrid, 1977; REX, J.: El conflicto social, Madrid, 1985; AYA, R.: "Reconsideracin de las teoras de
la revolucin", en Zona Abiena, n. 0 36-37, 1985, pp. 27-53; y GINER, S.: Sociologa, Barcelona, 1988, pp. 195-233;
PREZ LEDESMA, M.: "Cuando lleguen los das de clera. Movimientos sociales, teora e historia", en Zona Abiena, 69,
1994; y LVAREZ JUNco, J.: "Aportaciones recientes de las ciencias sociales al estudio de los movimients sociales", en
BARROS, C.: Historia a debate, Santiago de Compostela, 1991, T. III.
2 Este artculo resume un captulo de mi obra Fundamentos tericos del conflicto social que editar SIGLO XXI DE EsPAA en breve.
238
l.
EL MARXISMO
239
De todo lo dicho se deduce que, para el marxismo tradicional, el conflicto social-y la revolucin- han de ser interpretados en trminos de imperativo estructural, con un origen fundamentalmente socioeconmico.
1.2. CLASES Y LUCHA DE CLASES
Cuando los marxistas encaran el anlisis de un movimiento social lo hacen valindose de
tina serie de conceptos que, tras las continuas mutaciones que han sufrido en el ltimo siglo y
medio, hoy resultan relativamente confusos, si bien caracterizan plenamente esta corriente historiogrfica. Un de ellos es, sin duda, el de clase social. Una clase social es uno de los sectores
en que queda dividida la sociedad segn el estadio en que se encuentren las relaciones de produccin existentes. Aunque se acepta la existencia de ms de dos, la explicacin se hace en tomo
al concepto de clases antagnicas, una dominante y otra sometida o, en periodos revolucionarios o prerrevolucionarios, una clase ascendente que pretende sustituir a la dominante 11 . En ltima instancia, como sealan Fox y Genovese:
"La historia, cuando trasciende a la crnica, al romance y a la ideologa -incluyendo versiones
de izquierda- es principalmente el relato de quin domina, a quin y cmo" 12 .
El marxismo tradicional entenda que las clases sociales eran generadas, de forma ms o
menos automtica, por la base econmica de cada modo de produccin. En la actualidad, tras
los trabajos del nuevo marxismo ingls, y en especial de E.P. Thompson, se tiende a exponer una
concepcin dinmica de las clases sociales, es decir, que stas se construyen, partiendo de unas
determinadas condiciones socioeconmicas, a travs de sus propias experiencias histricas y
proyectos compartidos.
Tambin en el marxismo tradicional se exiga para poder hablar de clase y de lucha de clases la existencia dentro del grupo de la llamada conciencia de clase, es decir, no slo el autorreconocimiento como grupo, sino disponer de un contraproyecto social revolucionario -entendido ste en trminos marxistas-. Los primeros debates entre ideologa en s e ideologa para
s de Lenin y Rosa Luxemburg esbozaron el camino 13 , pero han sido nuevamente los marxistas britnicos, lase por ejemplo a G. Rude 14 , quienes plantearon conceptualizaciones ms
laxas y, por tanto, aplicables a movimientos sociales no protagonizados por el proletariado
militante contemporneo.
Por otro lado, el viejo concepto de clase-masa, apenas analizado, ha dado paso una categorizacin interna de los grupos sociales en pugna, acundose conceptos como el de proletariado militante o aristocracia obrera, vinculndolos con la orientacin de los movimientos clasistas.
Aunque los conceptos se hayan vuelto ms eclcticos, el marxismo sigue no slo distinguiendo, sino tambin jerarquizando los conflictos sociales en relacin con el papel que se les
asigne en su concepcin de la evolucin de la sociedad a largo plazo. Segn esto, distinguirn
entre conflictos no clasistas, conflictos clasistas y lucha de clases revolucionaria.
11 Un breve repaso al concepto de lucha de clases en Fox, E. y GENOVESE, E.: "La lucha de clases como objeto y
como sujeto", en Historia Social, n. 1, 1988, pp. 77-110. Un recorrido ms amplio en GURVITCH, G.: Teora de las clasis sociales, Madrid, 1971; GANDY, R., Introduccin a la sociologa histrica marxista, Mjico, 1978; y LAPASSADE, G.
y LoURAU, R.: Las claves de la sociologa, Barcelona, 1973, pp. 81-132.
12 Art. cit., p. 110.
13 Vase, por ejemplo, BAsso, L.: El pensamiento poltico de Rosa Luxemhurg, Barcelona, 1976.
14 RUDE, G.: Revuelta popular y conciencia de clase, Barcelona, 1981. Tambin THOMPSON, E. P.: "Algunas observaciones sobre clase y "falsa conciencia", en Historia Social, n. 10, 1991, pp. 27-32; ibid. "Patrician Society, Plebeian
Culture", en Joumal of Social History, 7, 1973-74, pp. 382-405.
240
Una importante aportacin del marxismo, que sirvi para desterrar tpicos y actitudes filopauperistas, es la idea de que los movimientos sociales no son simples reacciones contra la
injusticia, sino que, trascendindola, existe lo que llaman intereses de clase. Intereses, por
supuesto, que no son patrimonio exclusivo de las clases dominantes, sino que estn presentes
tambin en sus enemigos. Son el fundamento objetivable de los programas de accin y de las
ideologas, lo cual presupona una reinterpretacin en clave materialista de este tipo de fenmenos sociales.
1.3. LA MOVILIZACIN
Marx present su trabajo como una gua para la accin, algo plenamente coherente con una
ideologa revolucionaria como el socialismo. Sin embargo, Marx y Engels apenas profundizaron
tericamente en el concepto movilizacin, es decir, en la forma en que el proletariado haba de organizarse y disear estratgicamente su actuacin poltico-social. Para Marx sera la propia evolucin
previsible del sistema capitalista la que ofrecera al proletariado los recursos sociales precisos.
Lenin sera, a comienzos de siglo, el encargado de conceptualizar una de las grandes aportaciones del marxismo al estudio -y a la prctica- de los movimientos sociales: la estrategia de
la vanguardia revolucionaria o lite dirigente de activistas comprometidos y profesionalizados
que se encargaran de sealar el camino en trminos estratgicos -Partido centralizado- e ideolgicos -indicando en qu haba de concretarse la conciencia de clase proletaria-, ello converta a la organizacin y a la estrategia de accin en los ejes centrales de cara a articular el proceso revolucionario.
Los recientes estudios sobre movimientos sociales han venido a corroborar, desde pticas alejadas del marxismo, lo acertado de los planteamientos de Lenin: la importancia de las lites dirigentes del movimiento, que se proponen como las nicas capaces de actuar con objetivos y criterios no maximalistas 1S, y la eficica de cara al xito de un movimiento que aporta la existencia de
cuadros profesionalizados que asuman el grueso de la responsabilidad de la movilizacin 16
Tras el fracaso de la extensin a Europa Occidental de la revolucin sovitica, se hizo necesaria una nueva reflexin terica en el marxismo y sera A. Gramsci su ms destacado representante. La importancia de Gramsci en la evolucin de la teora marxista estuvo en que traslad el eje central del proceso revolucionario desde la estructura econmica y la organizacin
hasta el mundo de la cultura y la interaccin poltica institucional.
El futuro del socialismo no vendra ya predeterminado por la evolucin del capitalismo ni
podra ser construido por ninguna vanguardia revolucionaria, sino que estara en la interaccin
poltica con las autoridades y en la accin divulgadora entre el proletariado de la lite cultural
marxista. Estas tesis impregnaron el pensamiento izquierdista de postguerra y la evolucin poltica de los partidos comunistas occidentales, preparando el camino para interpretaciones del
conflicto basadas en la interaccin poltica y los marcos culturales, que ya seran desarrolladas
por investigadores ajenos al marxismo.
El siguiente paso adelante vendra de la mano del marxismo ingls, fundamentalmente de
E.P. Thompson y E. J. Hobsbawm. En sus estudios sobre la clase obrera britnica, la tesis central ser que la movilizacin obrera -sus organizaciones, sus ideas, sus objetivos tcticos, etc.fue fruto de las propias experiencias sociales compartidas por el colectivo: sus tradiciones, sus
formas de sociabilidad, las organizaciones ajenas al movimiento, pero que interactan con l, la
15 Esta es una de las tesis centrales de la teora racionalista de OLSON, M.: The Logic of Collective Action, Cambridge, 1965.
16 Esta ha sido una de las conclusiones ms interesantes de la llamada teora de la movilizacin de recursos. Vase
McCARTHY, J. D. y ZALD, M. N.: Profesionalization and Resource Mobilization, Morristown, 1973.
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propia dinmica poltica nacional, etc. Estas tesis abrieron el camino no slo a la renovacin del
concepto marxista del conflicto social y de la ideologa, sino tambin propici interesantes innovaciones en la historiografa no marxista sobre el tema, sobre todo en lo referido a la llamada
teora de la identidad colectiva, que veremos luego.
2.
EL FUNCIONALISMO
17 Una amplicacin de lo que aqu vamos a explicar puede encontrarse en LUCAS MARN, A.: Fundamentos de teora sociolgica, Madrid, 1986, pp. 155-167; y en MARSAL, J. F.: La sociologa, Barcelona, 1973, pp. 69-121.
18 Una crtica al marxismo estructuralista de Althusser en THOMPSON, E. P.: Miseria de la teora, Barcelona, 1981.
19 Vid., MERTON, R. K.: Teora y estructuras sociales, Mjico, 1964.
20 Evidentemente, este es uno de los temas que fueron ms debatidos dentro de la escuela. Es evidente que existen
actitudes, comportamientos e ideas que no favorecen el funcionamiento del sistema social, bien porque le resultan perjudiciales, bien porque ignoran o combaten sus normas Cmo interpretar estas situaciones? Una primera respuesta fue
la criminalizacin de esos comportamientos, calificndolos (T. Parsons) como pervertidos sociolgicos. Ms adelante,
el funcionalismo relativista (Merton) propuso la distincin entre funciones manifiestas y funciones latentes, en el sentido de que no todas las estructuras sociales cumplen las funciones que afirman cumplir, sino otras; del mismo modo,
determinadas estructuras son funcionales para un sistema y disfuncionales para otro, es decir, son eufuncionales para
determinado grupo social (la ley del silencio en la Mafia, pongamos por caso) y disfuncionales para otros grupos (la
legalidad estatal en ese mismo caso).
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a.- Sistema social, definible como una pluralidad de actores individuales que interactan
entre s buscando una gratificacin en trminos utilitarios. El resultado sera un equilibrio armonioso y dinmico, comunicado y autocompensado.
b.- Estructura, que sera la dimensin esttica del sistema social. Se conformara en torno
a las pautas organizativas que aportan coherencia al sistema: normas y valores, con el
Estado como mximo representante.
c.- Funcin, que sera el aspecto dinmico del sistema, relacionado directamente con el mbito de la accin social. Las funciones se desarrollaran bajo tres grandes condiciones:
1.- Paradigma funcional principal: las funciones latentes de una institucin o conducta
explican la existencia de esa institucin o conducta.
2.- Paradigma funcional fuerte: Todas las instituciones o modelos de conducta tienen una
funcin que explica su presencia.
3.- Paradigma funcional dbil: Una institucin o conducta tienen consecuencias que: a)
son beneficiosas para la estructura del sistema social dominante, b) no son buscadas por
sus actores y e) no son reconocidas por los beneficiarios como debidas a esa conducta.
De lo dicho se desprende un funcionamiento de la sociedad basado en tres grandes principios tericos:
a.- Unidad funcional: la armona en el funcionamiento del sistema social, la ausencia de
conflictos insolubles y una tendencia general a la adopcin de actitudes favorables al
consenso.
b.- Indispensabilidad: toda costumbre, objeto material, idea o creencia desempea algn
papel indispensable para el conjunto de la sociedad y para el funcionamiento del sistema.
c.- Sistema normativo: La organizacin social sobrevive porque los actores -individuos o grupos- comparten orientaciones cognitivas y un conjunto articulado de fines y valores 21
Partiendo de estas premisas tericas, es evidente que el funcionalismo habr de tener una
percepcin del fenmeno del conflicto social caracterizada por su minusvaloracin cientfica e
incluso su criminalizacin tica. Con frecuencia, adems, esta actitud intelectual se ver reforzada por la orientacin poltica ultraconservadora de buena parte de los socilogos americanos
que construyeron inicialmente el aparto conceptual que hemos explicado 22
Para uno de los fundadores de la sociologa funcionalista, T. Parsons, que consideraba al
orden corno fundamento de su concepto de sistema social, toda disensin o conflicto era una traicin a los intereses colectivos o, cuando menos, un serio peligro para ellos. Sin embargo, pese a
que con su explicacin del sistema social eran casi ininteligibles, los conflictos existan y, adems,
era notorio que sus resultados no solan presentar rasgos tan graves y calamitosos. Por eso Parsons hablaba de malentendidos con respecto a los planes de accin de los actores sociales o bien
de desviaciones con respecto al modelo normativo que, siendo aceptado como referente por todos,
no siempre era aplicado correctamente, producindose casos de interpretacin egosta.
21 Una reflexin sobre este asunto en Juu, S.: "Cuestiones de teora", en Zona Abierta, n. 0 33, 1984, pp. 147-162.
Puede ampliarse en la obra del mismo autor Historia social/sociologa histrica, Madrid, 1989.
22 Aplicaciones especialmente conservadoras del funcionalismo al estudio de los movimientos sociales son JOHNSON, Ch.: Revolutionary Change, Boston, 1966; y, ms sosegado, SMELSER, N. J.: Theory ofCollective Behavior; Nueva
York, 1962.
243
Fue el funcionalismo relativista de Merton el que conceptual iz con mayor rigor el fenmeno del conflicto hasta hacerlo encajar, de algn modo, en la interpretacin funcionalista del
sistema social. Introdujo, en primer lugar, el concepto de funciones latentes, que no eran ni
manifestadas ni conocidas por los actores sociales, pero que pese a ello contribuan al correcto
funcionamiento del sistema. Merton pona el ejemplo de la corrupcin electoral del siglo XIX,
consistente en la venta de sus votos por los inmigrantes pobres a los caciques norteamericanos.
Era, evidentemente, una disfuncin grave, puesto que alteraba en lo ms esencial el aparato normativo y tico del sistema poltico, sin embargo, segn Merton, a nivel latente permita a los
inmigrantes participar en el sistema poltico sin que ello generase tensiones ni alteraciones en la
sociedad americana: era, por tanto, beneficioso para el mantenimiento del orden poltico y
social, para la estabilidad del sistema.
Los conflictos eran pues disfunciones, confrontaciones entre fines, pero por regla general
distintos de las afunciones, actitudes externas al sistema social y, por tanto, enemigas del mismo.
A partir de los aos cincuenta el panorama terico comenz a cambiar, abrindose paso
interpretaciones ms sosegadas del fenmeno del conflicto. Se empez a valorar las disensiones y los conflictos como procesos de accin social que contribuan a la estabilidad y perdurabilidad de los sistemas sociales, hablndose a partir de entonces de las funciones del
conflicto social 23
En primer lugar, refuerzan, aunque resulte paradjico, el aparato normativo de los sistemas
sociales, fortaleciendo las normas preexistentes y haciendo nacer otras nuevas que adecan su
funcionamiento a las aspiraciones de los actores sociales y readaptan el sistema a los cambios
de su contexto. La estructura normativa, por medio de la negociacin y el consenso -actitudes
previsoras en cualquier caso de la radicalizacin de la protesta social-, da estabilidad al sistema
social, conducindolo por la senda del reformismo, el mejor antdoto contra la revolucin 24 .
En segundo lugar, las disensiones refuerzan los lazos sociales sistemticos: los llamados
conflictos transversales hacen que individuos o grupos conflictivos en un campo determinado,
deban asumir e interiorizar el papel de defensores del orden en otros. De este modo los conflictos se autoanulan y se restringe su extensin social y su radicalizacin, evitndose la aparicin
de contraproyectos sociales revolucionarios.
Por ltimo, suponen una mejor adaptacin del individuo al status quo, al actuar como desfogues psicolgicos individuales, concepto en cuyo desarrollo jugara tambin un papel central
el xito de la psicologa conductista.
Probablemente, la mayor aportacin del funcionalismo al estudio de los movimientos
sociales, o al menos la que mayor permanencia ha demostrado, ha sido la aplicacin de la llamada teora de juegos, que se fundamenta en un mtodo de anlisis sociolgico conocido como
individualismo metodolgico25 Desarrollada ya por Talcott Parsons, se basa en la explicacin
de la dinmica de todo enfrentamiento segn tres principios: comunicacin-incomunicacin,
provocacin-respuesta y satisfaccin-frustracin de expectativas entre los actores del enfrentamiento (alter y ego en la terminologa de Parsons).
23
244
3.
pp. 45-47.
En Trabajo asalariado y capital, Marx y Engels decan lo siguiente: "Un alza notable de los salarios presupone
un crecimiento rpido del capital productivo. El crecimiento rpido del capital productivo produce un crecimiento igualmente rpido de riqueza, lujo, necesidades sociales y comodidades. As, aunque las comodidades de los trabajadores
hayan subido, la satisfaccin que dan ha cado en comparacin con l estado de desarrollo de la sociedad en general.
Nuestros deseos y placeres provienen de la sociedad; los medimos, por lo tanto, por la sociedad y no por los objetos
mismos que los satisfacen. Y como son de naturaleza social, son relativos", cit. en Giner, S., op. cit., p. 212.
28
245
otro modo: usualmente existe una distancia tolerable entre lo esperado -objetivo del grupo
social- y lo recibido -realidad social-, pero que se supera en determinados momentos concretos, es entonces cuando surge el conflicto.
El importante componente psicolgico de esta interpretacin del conflicto hace que con
similares parmetros conceptuales los psiclogos estudien desde las desavenencias conyugales o familiares hasta las revoluciones, basta consultar cualquier manual de psicologa para
comprobarlo 29 .
El ejemplo ms acabado de aplicacin de estas teoras lo podemos encontrar en el socilogo americano J. Davies y sus estudios sobre varias rebeliones y revoluciones, la Revolucin Francesa y la Rusa entre ellas 30 . Segn este autor, la expectativas pueden ser de dos
tipos, las econmicas y las de poder y status, pero es si ambas confluyen cuando se producen las grandes sublevaciones. Explicaciones en la misma lnea de psicologizacin del conflicto son la teora de la privacin relativa de T. Robert Gurr 31 -resentimiento por no conseguir lo que se cree merecer-, lafrustracin sistemtica de Feierabend 32 o los desequilibrios
sistmicos de Chalmers Johnson 33 . Interpretaciones todas ellas con una clara influencia del
funcionalismo americano.
La frustracin de expectativas puede darse, evidentemente, en cualquier colectivo social,
pero, sobre todo cuando stas son de poder y status, se perciben con mayor rotundidad en los
estratos intermedios de la sociedad, entre los grupos que se encuentran cercanos a la lite social
y con la que aspiran a equipararse. No en vano buena parte de los conflictos y muy especialmente de las grandes revoluciones han sido liderados por lo que llamamos clases medias, patriciado urbano y profesiones liberales hasta la poca industrial o intelectuales, pequeos empresarios y trabajadores cualificados en poca contempornea.
Otra variante de las teoras volcnicas vincula el estallido de conflictos con ciclos econmicos o procesos sociopolticos que empeoran drsticamente las condiciones de vida de un
grupo hasta superar el umbral de los tolerable. Como dijo Michelet, el hambre es el Terror, y
ello es lo que se esforz en demostrar Labrousse con su estudio sobre las coyunturas econmicas prerrevolucionarias: el alza continuada de los precios del pan, que coincide con una serie de
cambios negativos en otras esferas, alcanz su techo histrico en tomo a 1789, condenando al
hambre a una parte significativa de los grupos plebeyos franceses, en especial a los urbanos.
Explicaciones de este tipo se han dado para explicar los motines populares del Antiguo Rgimen, las revoluciones de 1830 y 1848, los levantamientos populares en la Edad Media y un buen
nmero de conflictos sociales de todo tipo 34 .
Evidentemente, esta explicacin toma como punto de referencia fundamentalmente a los
grupos plebeyos y su potencialidad es mayor cuanto ms cerca del nivel de subsistencia se
encuentren. En este sentido es fcil aplicarla al campesinado medieval, pongamos por caso,
puesto que sabemos que viva al borde del hambre de forma crnica o a los grupos populares
del Tercer Mundo, pero muestra insuficiencias muy conocidas cuando se aplica a grupos de
mayor nivel.
29
Por ejemplo: MORGAN, C. T.: Breve introduccin a la psicologa, Mjico, 1980, pp. 323-372.
Sus teoras pueden verse en "Toward a Theory of Revolution", en American Sociology Review, 1962, vol. 27, n. 0
1; y "The J-Curve of rising and declining satisfactions as a cause of sorne great revolutions an the contained rebellion",
en GRAHAM y GuRR, Violence in Ame rica.
31 GuRR, T. R.: Why the M en Rebel, Princeton, 1970, p. 24.
32 fEIERABEND y NESVOLD: Social Change and Political Violence, pp. 681-683.
33 JOHNSON, Ch.: Revolutionary change, Boston, 1966, p. 81.
34 Crticas a esta interpretacin espasmdica con base econmica pueden verse en THOMPSON, E. P.: "La economa
moral de la multitud", en Tradicin, revuelta y conciencia de clase, Barcelona, 1989.
30
246
4.
El conjunto de propuestas tericas a las que vamos a hacer referencia se han fraguado desde
mediados de los aos 60, cuando se publican algunas de las obras ms emblemticas, pero es
sobre todo en la segunda mitad de los 70 cuando se observa su xito al menos entre politlogos
y socilogos 35
Una de sus caractersticas ms evidentes es que han surgido de la confluencia de investigadores de la ms variada procedencia: economistas, especialistas en sociologa histrica, en
sociologa comparada, en ciencias polticas, en antropologa, en psicologa y en historia, siendo
ciertamente esta ltima disciplina la que ms tarde y con mayores recelos ha incluido estas propuestas entre sus repertorios tericos.
En trminos histricos, se fraguan como un intento de dar una respuesta cientfica a la oleada de movimientos sociales novedosos -los llamados "Nuevos movimientos sociales"- que
agitaron Europa y los Estados Unidos desde los aos 60 y para los que las explicaciones tradicionales del marxismo y el funcionalismo no parecan satisfactorias.
Enorme trascendencia tuvieron dos autores: el primero el economista Mancur Olson36 y su
aplicacin de la teora de juegos al movimiento social, que alumbrara la llamada teora de la
eleccin racional; el segundo fue Charles Tilly37 , un especialista en sociologa histrica, que
desarroll y aplic la teora de la movilizacin de recursos y de las oportunidades polticas, que
rpidamente impregnaran la produccin de la sociologa norteamericana, fundamentalmente.
La teora de Mancur Olson tom como punto emprico de referencia a los grupos econmicos norteamericanos -desde los sindicatos hasta los grupos de presin, pero especialmente
estos ltimos-, tratando de responder a las preguntas claves de la historia del conflicto social:
Por qu surgen los conflictos? Por qu la gente se suma a un movimiento? Cul es la dinmica de la movilizacin?
Olson parta del individuo para desarrollar su teora y llegaba tambin a l para concluirla:
un individuo se suma a un movimiento por una eleccin racional basada en criterios de
coste/beneficios, es decir, porque tiene expectativas fundadas de que ello le va a aportar beneficios objetivos -haciendo referencia, bsicamente, a los econmicos- y le supondr riesgos o
costes asumibles. Se estableca evidentemente un dilema, una contradiccin, entre maximalismo -del que dependeran las elecciones racionales de los individuos- y altruismo o beneficio
colectivo -que estar representado por los objetivos programticos de las organizaciones38-.
Olson consideraba que solamente las lites dirigentes de los movimientos -al modo de la
vanguardia revolucionaria de Lenin- eran capaces de actuar con criterios no maximalistas, y
surga entonces otra paradoja: Si esto era as, cmo podan, tal cual se perciba en la prctica,
movilizar a la gente?
35
En castellano pueden conocerse estas teoras en las siguientes obras: AYA, R.: "Reconsideracin de las teoras de
la revolucin", en Zona Abierta; TARROW, S.: El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la accin colectiva y
la poltica, Madrid, 1997; McADAM, D.; McCARTHY, J. D. y ZALD, M. N. (eds.): Movimientos sociales: perspectivas
comparadas, Madrid, 1999; LVAREZ JuNco, J.: "Aportaciones recientes de las ciencias sociales al estudio de los movimientos sociales", en BARROS, C. (ed.): Historia a debate, Santiago, 1995, pp. 97-111; y PREZ LEDESMA, M.: "Cuando
lleguen los das de clera. Movimientos sociales, teora e historia", en Zona abierta, 69, 1994, pp. 51-120.
36
La obra fundamental fue The Logic of Collective Action, Cambridge, 1965. Un resumen en castellano puede verse
en LSON, M.: Auge y decadencia de las naciones, Barcelona, 1986, pp. 32-55, cap. 11.
37
Vase, en ingls, TILLY, Ch.: From Mobilization to Revolution, Reading, 1978; y en castellano Las revoluciones
europeas, 1492-1992, Barcelona, 1995.
38
Sobre el dilema altruismo-maximalismo, es decir, la contradiccin entre obtener un pequeo bien para todos -para
toda la sociedad o para todo el grupo movilizado- o un gran bien para uno mismo que se establece a escala individual
y que es uno de tos ejes tericos de la teora de juegos, puede verse en HARDIN, R.: Col/ective Action, Baltimore, 1982.
247
248
La introduccin de este concepto desplazar el centro de atencin para el estudio del conflicto social desde la base socioeconmica hasta el mundo de la interaccin poltica, de la lucha
por el poder, de la que los grupos movilizados formaran o trataran de formar parte.
Ya con el aparto conceptual construido, en los aos 80 otros autores desarrollarn los planteamientos iniciales con interesantsimos estudios sobre los ciclos de la conflictividad social y
su vinculacin con los procesos poltico-culturales41 y sobre las microestructuras de movilizacin, esto es, las redes cotidianas de sociabilidad y las organizaciones preexistentes42 al movimiento como cauces desde donde iniciar la movilizacin y buscar identidades colectivas. Tambin sobre la importancia de encontrar entornos sociales favorables al movimiento4 3, de la
existencia de tradiciones organizativas y de sociabilidad de las que tomar repertorios tcticos de
accin colectiva44 o de las llamadas redes de movimientos, grupos institucionalmente independientes, pero que confluyen en una misma movilizacin45 .
Las propuestas que hemos repasado someramente han revolucionado el concepto tradicional de conflicto social, pero pese al tiempo transcurrido desde sus primeras formulaciones presentan algunos problemas serios 46 :
1.- El acusado presentismo de sus referencias empmcas, dado que se han construido
tomando en los consideracin los movimientos sociales de este siglo, en menor medida
del XIX y muy ocasionalmente del XVIII. No extraar, por tanto, que Sidney Tarrow 47
llegue a decir que la movilizacin social es un fenmeno que surgi en el siglo XVIII y
que anteriormente slo existieron acciones colectivas.
2.- Redundando en este problema de enfoque, se percibe una perspectiva geogrficamente
muy limitada, circunscrita bsicamente a Europa Occidental y los Estados Unidos, con
muy escasas aportaciones exteriores a este territorio.
3.- El mundo de la cultura y la ideologa, que ha de estar presente en cualquier anlisis del
conflicto, apenas fue tomado en consideracin en los primeros momentos, percibindose ciertas incongruencias cuando en los ltimos aos se ha intentado introducir en el
modelo interpretativo clsico.
4.- Se percibe cierta confusin y dispersin entre los diversos planteamientos tericos y
prcticas investigadores, que llega incluso a crear problemas terminolgicos serios,
hacindose necesario algn tipo de reformulacin sintetizadora y de coordinacin entre
prcticas de investigacin 48
41
Vase TARROW, S.: Struggling to Reform: Social Movements and Policy Change During Cycles of Protest, lthaca,
1983; y TRAUGOTI, M. (ed.): Repertorires and Cycles oJCollective Action, Durham, 1995.
42
Vase McADAM, D.: The Political Process and the Development of Black Inslurgency, Chicago, 1982; EVANS, S.:
Personal politics, New York, 1980; MORRIS, A.: The Origins ofthe Civil Rights Movements. Black Communities Organizing for Change, Nueva York, 1981; Gouw, R.: "Nultiple Networks and mobilization in the Pars Commune, 1871 ",
en American Sociological Review, 56, 1991, pp. 716-729.
43
Vase GAMSON, W. y arRas: Encounter with Injust Authority, Homewood, 1982.
44
Vase KER1ZER, D.: Ritual, Politics and Power, Londres, 1988; AGULHOM, M.: The Republic in the village, Cambridge, 1982; y MARGADANT, T.: French Peasants in Revolt. The lnsurrection of 1851, Princeton, 1979.
45
Vase MELUCCI, A.: Nomads of the Present: Social Movements and Individual Needs in Contemporary Society,
Filadelfia, 1989.
46
Un repaso crtico -ms bien autocrtico- puede verse en la introduccin de los editores a McADAM, D.;
McCARTHY, J. D. y ZALD, M. N.: Movimientos sociales: perspectivas comparadas, Madrid, 1999.
47
Cfr., TARROW, S.: El poder. .. , op. cit., p. 6.
48
Por otro lado, la participacin espaola ha sido ms que discreta, pese a los esfuerzos divulgadores de Prez
Ledesma y lvarez Junco, entre otros.
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resultar, si no han sido aprovechados por un grupo en lucha, polticamente inocuos. Su papel
subversivo slo es polticamente activo cuando un conflicto social las desarrolla, concreta y
radicaliza.
Las actitudes mentales o mentalidades colectivas, a menudo vinculadas con una especie de
estructura cultural o intelectual que como tal presenta un alto grado de permanencia por encima de las contingencias del corto y medio plazo, podra pensarse que no son apenas alteradas
por los movimientos sociales o incluso que los condicionan de forma ms o menos definitiva.
Sin embargo, cuando se reconstruye la evolucin de componentes tan caractersticos como las
actitudes religiosas, el concepto de familia, las formas de sociabilidad, la sexualidad, la escala
de valores, la moralidad, etc., se descubre que los conflictos sociales -dependiendo evidentemente de su duracin y radicalidad- alteran tambin las mentalidades, relajan el aparato normativo preexistente gestndose entonces actitudes intelectuales y comportamientos sociales
inconcebibles antes del movimiento 54
Una referencia que tradicionalmente se ha utilizado para objetivar los motivos que explicaban
el surgimiento de cualquier protesta social y el desarrollo de los conflictos era la percepcin de la
realidad que tena el grupo rebelde y su oponente, es decir, las realidades objetivas injustas o desfavorables contra las que el grupo acta, puesto que ambas percepciones solan ser equiparadas.
Siguiendo una lgica causal de una simpleza extraordinaria, una situacin injusta o desfavorable era percibida como tal por el grupo vctima de la misma hasta que, alcanzado determinado nivel de tolerancia, se generaba una situacin de crispacin social y surgan las protestas.
Algo debe fallarle a esta simpleza cuando resulta obvio que la inmensa mayora de las situaciones objetivamente injustas no provocan conflictos e incluso son interpretadas de forma positiva
por sus supuestas vctimas. Pero lo importante ahora no es esto, sino el hecho de que es el conflicto social el que induce una determinada forma de percibir los problemas de la realidad en
clave de crispacin y crtica: radicaliza posturas polticas o ticas; seala culpables; pone de
manifiesto los problemas o incluso los agrava; propicia interpretaciones maximalistas de los
objetivos; y, en general, cuestiona todo el orden vigente y su percepcin social, de tal manera
que, de improviso, la gente descubre un rostro diferente del mundo que le rodea.
Las explicaciones tradicionales acerca del origen de la conflictividad social han tendido a
considerar a las estructuras y a las coyunturas socioeconmicas como un factor esencial. De este
modo, incluso grandes revoluciones polticas -la Revolucin Francesa o las revoluciones de
1830 y 1848, por ejemplo- eran explicadas con grficos que sealaban ciclos econmicos, precios del pan, evolucin de la produccin, reparto de la propiedad, evolucin del desempleo, etc.
La explicacin socioeconmica implica una concatenacin causal, no exenta de cierto
grado de automatismo, entre estructuras sociales y econmicas que generan determinados problemas generales, coyunturas que los agudizan y grupos sociales que se conforman y actan
movidos por dichos referentes.
Las teoras del conflicto social que exponemos ahora no aceptan semejante automatismo.
Las condiciones sociales y econmicas no son los motivos de los conflictos, sino simples factores que condicionan los recursos disponibles por los actores del conflicto y las expectativas que
albergan los grupos e individuos, es decir, contribuyendo a generar oportunidades polticas y
recursos para la movilizacin.
La primera funcin de las condiciones socioeconmicas es, por tanto, explicar cul es el reparto de los recursos con los que cada actor social va a posicionarse en el seno de la comunidad. Como
principio general se admite que es indispensable disponer de un mnimo de recursos, los grupos
54
Es interesante leer en este sentido, aunque no coincidan con los planteamientos tericos que exponemos, las obras
de HILL, Ch.: El mundo trastornado. El ideario popular extremista durante la revolucin inglesa del siglo XVII, Madrid,
1981; y VOVELLE, M.: lA mentalidad revolucionaria, Barcelona, 1989.
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marginales o aquellos que viven en el umbral de la subsistencia son vctimas fciles de acallar desde
el poder; grupos entre los que predominan actitudes fatalistas e individualistas y con unas expectativas de mejora tan humildes que difcilmente conducirn a comportamientos conflictivos graves.
Tambin se sabe que la conflictividad tiende a ser ms intensa entre grupos intermedios o incluso
entre los que ocupan estratos elevados dentro de la comunidad.
Otra funcin de las estructuras socioeconmicas en el surgimiento y desarrollo de los movimientos sociales se relaciona con la configuracin de las expectativas de cada grupo e individuo. Por lo que sabemos, lo que realmente genera conflictos graves no es tanto la existencia de
unas condiciones objetivas desfavorables, sino la frustracin de determinadas previsiones racionales de mejora o de mantenimiento de la situacin previa.
Esta idea, entendida de una forma simplista, conlleva la introduccin en la explicacin de
los conflictos de determinados elementos psicologizantes, irracionalistas incluso, dado que las
expectativas sociales se basan ms que en determinados referentes positivos, en la reinterpretacin mental y emotivo-vivencia! que se haga de ellos. Por eso es imprescindible no perder de
vista la interrelacin de factores, sobre todo que esas expectativas son interpretadas en clave
poltica, es decir, que slo generarn conflictos cuando exista la percepcin de posibilidades de
xito, de expectativas de triunfo ante un grupo dirigente u oponente debilitado o dividido.
Las teoras que ahora nos ocupan ponen el acento en tres elementos fundamentales: los
recursos disponibles; las expectativas de xito; y la dinmica del desarrollo del conflicto. Los
tres han de ser interpretados bajo la premisa de que todo movimiento social es una accin racional, basada en planteamientos estratgicos interpretados en clave poltica.
Los recursos disponibles son, por as decirlo, una premisa o precondicin para el inicio de
cualquier lucha social. Slo se rebela aquel que dispone -o cree disponer- de instrumentos de
oposicin que le garanticen cierto grado de seguridad personal y le aporten confianza racional
en el xito. Veamos someramente los ms importantes:
l.- Cierto grado de autonoma intelectual, que permita al grupo disponer de un conjunto de
ideas, ya sean tradiciones, ideologas, ideas religiosas, valores ticos, etc., con las que
interpretar los problemas a los que se enfrenta y las expectativas colectivas de manera
autnoma frente al grupo dirigente. Esta autonoma intelectual es, por un lado, una salvaguarda de la cohesin mental del grupo y, por otro, permite mantener actitudes crticas y de oposicin. Los grupos totalmente alienados tienden a adoptar actitudes fatalistas o incluso a convertirse en defensores del orden establecido, por muy perjudicial que
objetivamente les resulte. En el extremo opuesto, los grupos altamente ideologizados,
ya sean grupos polticos militantes, sectas religiosas, etc., suelen ser capaces de mantener actitudes de resistencia permanentes y con un alto grado de radicalidad, incluso en
periodos polticamente desfavorables de larga duracin 55 .
2.- Un ambiente sociopoltico con unos niveles mnimos de tolerancia que permita al grupo
dar los primeros pasos de la movilizacin dentro de los cauces de la legalidad sin asumir riesgos extremos. Cuando la situacin es de represin absoluta, la agitacin social
tiende a disminuir o incluso a desaparecer, al menos mientras que el grupo dirigente no
muestre signos de debilidad o divisin.
3.- Que el grupo disponga de capacidad organizativa, siendo especialmente favorable que
existan entidades previas al movimiento y con cierto grado de institucionalizacin, esto
es, permanentes, sancionadas por la tradicin y toleradas por el grupo dirigente. Estas
55 En ltima instancia, estos grupos generaran marcos interpretativos propios deJa realidad,frame analysis en la terminologa original de Goffman. Vase GoFFMAN, 1., Frame Analysis. An Essay on Organization of Experience, Nueva
York, 1974.
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4.- Que se perciba debilidad en el grupo oponente, algo que exige una divisin en su
seno o una actitud poltica ambigua o supuestamente favorable al movimiento. La
divisin provoca que una parte de la lite se site del lado del grupo rebelde, al
menos momentneamente, y la ambigedad poltica le imposibilita para dar una respuesta represiva firme, amn de abrirse la posibilidad, tericamente al menos, de
influir en sus decisiones.
5.- Que se considere el momento como polticamente oportuno. Todos los referentes
comentados podran sintetizarse en la certeza de que las circunstancias son las estratgicamente adecuadas. No basta, por supuesto, con que se perciba la posibilidad estratgica de obtener xito, es necesario que los problemas planteados exijan una solucin
ms o menos inmediata y que est extendido un ambiente psicosocial caracterizado por
la impaciencia, la confianza en el xito y cierto grado de crispacin social.