Crónicas Periiodísticas - Roberto Arlt

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ROBERTO ARLT

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ROBERTO ARLT

LAS CIENCIAS OCULTAS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

(Donde conoce al Astrólogo).

El 28 de enero de 1928, en el N* 63 de Tribuna Libre, publica-


ción mensual de temas sociológicos y literarios, aparece un ensayo de
90 páginas bajo el título Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos
Aires, que firma Roberto Godofredo Arlt, un nombre desconocido por
el público lector.

El autor tiene apenas 20 años y una década después empezará a


cobrar fama con sus "aguafuertes porteñas" que aparecen en El Mun-
do, un matutino recién aparecido -su precio cinco centavos- bajo la
dirección de Alberto Gerchunoff. El Godofredo y Cristophersen, que
también utiliza desaparecerán para siempre porque eran nombres in-
ventados por su imaginación.

Este trabajo inicial anticipa Los siete locos, su estilo de largar


parrafadas, el impacto de su lenguaje, el color de sus adjetivos. Pero
hay algo más, la erudición de que hace gala, la infinita cita de autores
y libros, ya literarios o científicos, que trasuntan enciclopédicas lectu-
ras, una mezcla abigarrada que sondea ambientes extraños, clima de

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locura, desmintiendo a quienes han hablado de su incultura (Onetti) e,


incluso, de sus faltas de ortografía (Castelnuovo).

Se trata de un ensayo de acento autobiográfico donde se percibe


el don de novelista que después será. Un extraño encuentro lo lleva a
iniciarse en la Logia Vi-Dharma, que frecuenta durante dos años hasta
que termina descubriendo la farsa: "Fue rudo mi desengaño. En lugar
de todo lo que había soñado, idealizado, descubrí lo bajo y lo terrible,
lo vulgar y lo mezquino. Y entra a denunciar la corrupción interna, la
inmoralidad del antro, critica a la Blavatsky y su Doctrina Secreta, a la
Bessant, a quien sospecha agente de Inglaterra. Y termina alertando a
los estudiantes de ocultismo: "Nuestro siglo y los venideros, más que
vanas especulaciones metafísicas, más que inútiles conocimientos del
'más allá', nuestro siglo necesita hombres exponentes de una evolución
cuyo fin debe consistir, como ha dicho Saint Simon, en la perfección
del orden social."

Sin duda, Arlt adolescente en su excursión por la Logia Vi-


Dharma, entre magos, alquimistas, reencarnados, chelas, grimorios y
dobles, conoció al Astrólogo que reaparecerá diez años después en las
páginas de Los siete locos.

(Este trabajo nunca más fue reeditado en forma independiente.


Únicamente figura en las Obras Completas de Arlt. Pero ha sido muy
poco transitado, pues todos sus críticos ni siquiera lo mencionan).

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LAS CIENCIAS OCULTAS EN LA CIUDAD DE


BUENOS AIRES

A mis amigos Juan Costantini y


Juan Carlos Guido Spano,

afectuosamente.

INTRODUCCION

¿Cómo he conocido un centro de estudios de ocultismo? Lo re-


cuerdo. Entre los múltiples momentos críticos que he pasado, el más
amargo fue encontrarme a los 16 años sin hogar.

Había motivado tal aventura la influencia literaria de Baudelaire


y Verlaine, Carrere y Murger.

Principalmente Baudelaire, las poesías y bibliografía de aquel


gran doloroso poeta me habían alucinado al punto que, puedo decir,
era mi padre espiritual, mi socrático demonio, que recitaba continua-
merte a mis oídos, las desoladoras estrofas de sus Flores del mal.

Y receptivo a la áspera tristeza de aquel período que llamaría


leopardiano, me dije: vámonos. Encontremos como De Quincey la
piadosa y joven vagabunda, que estreche contra su seno impuro, nues-

tra extraviada cabeza, seamos los místicos caballeros de la gran Flor


Azul de Novalis.

Abreviemos. Describir los pasajes de un intervalo harto peligroso


y desilusionador no pertenece a la índole de este tema, mas sí puedo
decir que, descorazonado, hambriento y desencantado, sin saber a
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quién recurrir porque mi joven orgullo me lo impedía, llené la plaza


de vendedor, en casa de un comerciante en libros viejos.

Pues bien, una mañana, en que reflexionaba tristemente en el du-


doso avenir, penetró en aquel antro, en busca de una Historia de las
Matemáticas, un joven, de extraña presencia. Palidísimo, casi mate,
los ojos hundidos en las órbitas, todo de una contextura delicada y
profunda, rodeado, por decirlo así, de un aura tan vasta y espiritual
que inmediatamente me inspiró simpatía su criolla belleza.

Tratamos de encontrar tal obra, y en el curso de nuestras investi-


gaciones por los polvorientos estantes, trabamos conversación.

Le observaba. Al hablar lo hacía con especial cuidado, modulan-


do las palabras con sugestiva auritmia, que prestaba a sus pensamien-
tos precisas tonalidades, que me subyugaban con su timbre sonoro y
convincente.

Volvimos a encontramos otras veces en aquel lugar, y no sé si in-


conscientemente o de un modo premeditado por él, nuestros diálogos
versaron acerca del ocultismo y teosofía.

De estas ciencias poseía vastos conocimientos, a los cuales su fe


les dotaba de tan severa apariencia, que no se podía menos de creerle y
respetarle.

Cuando desenvolvía esas tesis extrañas y oscuras, descubría, en el


fulgor de sus negras pupilas, no sé qué misteriosos arcanos seductores.

Me ofreció su casa y le visité. Me hizo conocer su biblioteca


compuesta de libros de magia, alquimia, teosofía, etc., relatándome en
el curso de esas entrevistas, maravillas alucinantes, que me conducían
hacia el ayer, desdoblando sucesivamente la atracción de los misterios
ocultos a los ojos profanos en los hipogeos brahmánicos, explicándome

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la función del espíritu y de los cuerpos astrales! que rodean al igual de


un imán su fluido, nuestro cuerpo.

Era sabio y yo le escuchaba tembloroso de admiración.

Su terminología a veces me era incomprensible por un gran em-


pleo de expresiones sánscritas, mas luego me explicaba la función de
ese tecnicismo, que a su ver, encerraba sonidos de psíquicos efectos.

A veces, en la soledad de los parques, este Villiers de l'Isle


Adam, relatábame el poder infinito de que disponen los faquires y yo-
guis, la milenaria existencia de algunos "saunyasis" que habitan en las
selvas que limitan el Bramaputra, y las vastas Logias Blancas y lame-
rías que moran en las cumbres del Tibet, y que están en perpetua lucha
con los Magos Negros "los Señores de la faz tenebrosa", vampiros vo-
luntarios del principio del Mal.

Luego me descubría que por el poder de los Sutras de Patanjah,


de los Hatha y Raja Yoga, se favorecen los desarrollos de nuestras más
inefables cualidades, sensibilizándose los órganos, etéreos, cuyas for-
mas de flores de loto, destruyen nuestro egoísmo o sensualidad.

Por medio de esos poderes se era clarividente al igual de Swe-


denborg, se escuchaban las misteriosas voces de los pianos, de los caos
más distantes, como Hermes Trimegistus, o Isaías, se descorría el velo
de Isis, se desenmascaraba la Esfinge y se penetraba en la Suprema
Razón, en el espacio de las N dimensiones.

Se era casi un teurgo, a semejanza de Simón el Mago, Jamblico o


Apolonio de Tyana.

A voluntad se podía trasladarse por los espacios en el Kamarupa?

y visitar las lejanas regiones astrales.

1 Según los teósofos, la constitución del hombre es septenaria, esto es, está
compuesta de un
cuaternario mortal que es:

Sthula Sarira (cuerpo físico), Linga Sarira (cuerpo astral), Prana (vida), Kama
(deseos).
La tríada inmortal se compone de Manas (pensador), Manas superior, y Atma Buddhi
(es-
píritu).

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Y lo que me relató, después lo encontré duplicado en las obras de


Blavatski, Bessant, Leadbater, Sinett, Olcott, ete.3

Sin embargo en el curso de nuestras relaciones, era triste, cir-


cunspecto y pensativo.

No creo que influyera en él su situación presente de marqués


arruinado, mas su estado humilde exageraba el aspecto de hiperestési-
co extenuado que ofrecía, como si sobre él pesaran agobiadores ata-
vismos que se me contagiaron insensiblemente.

Un misántropo que hubiera meditado un sobla al margen de


Kempis, o de l. Sepolcri, de Pascoli, no se espiritualizará como ese
idealista de la Shodana.

Sufría momentos de dolorosa perplejidad, de indecisiones que


interrogaban en las desencajadas flores de sus pupilas, que repercutían
desesperadamente en todo lo que nos rodeaba, para después de unos
prolongados silencios tácitos, apartarnos sintiendo que nos alejaba al
espíritu de Abaris.

Yo creía, pero él debió intuir que el discípulo sería infiel al


Maestro.

PERÍODO DE LAS ALUCINACIONES

Decían los Bestiarios de la Edad Media: "Cuando una serpiente


devora a otra serpiente, se convierte en dragón."

Similar es el caso de un sensitivo, en quien actúan fantásticas in-


fluencias exteriores.

2 Cuerpo astral de deseos.

3 La biblioteca de la S. T. posee todas las obras de ocultismo citadas en esta


relación.

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Las funciones psíquicas se alteran, un nuevo elemento se integra


al conjunto armónico de los otros, y acaba por absorberlos, por impo-
ner su individualidad y carácter, a ese delicado engranamiento de im-

presiones y experiencias.

Diríase que el sujeto pierde su centro de gravedad, y así tacitumo,


palpando la presencia de una inmensidad que le acorrala y abruma,
acaba por perder la medida a que subordinaba sus actos anteriores.

Bulwer Lytton en Zanoni y Nodier en Smarra, nos pintan con


más o menos precisión el estado y característicamente el segundo, de
un individuo que se ha sometido a esas prácticas que la antigiedad
denominó infernales, esas prácticas en que eran sabios los titanes se-
gún Creuzer, y que perfectamente dominadas, nos harán poderosos
como dioses, en el futuro, según Goethe.

Alberto Samain da el ritmo de esa caliginosa noche de Walpur-

gis:

¡El negro cabrón cruza en la sombra obscura!

Es noche roja y triste.

Si la repetida lectura de esas fantasmagorías impregnadas de sus-


piros, la visión de las impúdicas sacerdotisas de la Misa Negra, invo-
cando a Satán, con esta oración maldita de Agrippa: "Dies Mies Je-
sehet Bonoedeesef Douvema Enitemaus”, la inconsciente elaboración
de aquel Oriente de quimera, abrió en mi cerebro una grieta, a través
de la cual vi todas las hipnóticas monstruosidades, ante las cuales hu-
biera sido impotente el perfume de la flor de eleboro.

Con Rubén Dario, pudiera exclamar:

De Pascal miré el abismo


y vi lo que pudo ver

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cuando sintió Baudelaire

"El ala del idiotismo"”

Ignoro cómo se verificó aquél singular proceso, mas de pronto,


una ruda mano descorrió los pesados cortinajes del Tiempo y el Espa-
cio, y "vi".

Una noche, tendido en mi lecho, pensaba, como de costumbre, en


el modo de "apresurar" mi evolución espiritual para poder adquirir
poderes maravillosos, cuando de pronto, cual si un viento formidable
hubiese arrancado las tinieblas de mi estancia, vi una gris soledad in-
finita, áspera y terrible.

Alelado, esperaba instintivamente, privo de pensamientos.

Y esa llanura de escarchas opacas se pobló instantáneamente de


pigmeos espantosos, de simios blancuzcos, obscenos y corcovados, que
esquivos de mis miradas, se ocultaban vertiginosos en sus lívidas jibas,

que clavaban en los hielos azulados, haciéndome gestos repugnantes.y

fantásticos. 4

Hormigueaban todos los vientres glutinosos y obscenos, todas las


bestiales expresiones.

Luego se desmenuzaban en atmósferas pálidas donde flotaban, y


en su lugar contemplaba desnudos cuerpos de mujeres magníficas,
cuya cabeza había desaparecido pero cuyos senos gloriosos e impúbe-
res, remataban en oblicuas pupilas mongólicas, que me aterrorizaban
con los implacables destellos de sus crueldades viciosas en tanto que

4 Este primer tipo de alucinación hipnagógica va la mayor de las veces acompañado


de
auras comiciales, y es de un carácter casi patognomónico. Los teósofos explican
este géne-
ro de visión, como un principio de clarividencia en el plano astral. Véase el
Leadbater,
Clarividencia y Claudiencia, mas como se ha podido observar, ante un Congreso
Científi-
co, nadie se ha presentado a recoger el premio Bourdin, que ofreció 30.000 francos
al
que pudiese leer sin el socorro de los ojos.

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un viento profundamente sonoro, soplaba hacia lejanos horizontes,


donde despertaba vociferantes tempestades.

Así fue por largo tiempo, ya en la noche ya en el día. Donde mi


vista se posaba, apenas la atención se distraía, sobre las paredes ilumi-
nadas por el sol, percibía rostros confusos de seres desconocidos, restos
de ladrillos con estelas indescifrables, cual las del desfiladero de Eu-
yuch, ánforas grabadas donde resplandecían en esmaltes fosforescen-
tes, geométricas imágenes de bandidos como Khefren el egipcio, o
Timúr-lenk el mogol.

Durante la noche, despertaba viajando por el espacio de esa es-


pantosa y misteriosa región. Baladros que me erizaban la piel deján-
dome sudoroso de espanto, perros con cabezas de esfinges, más terri-
bles que la esfinge Tebana, satanes que me sonreían sardónicos, con su
escarlata rostro arrugado, ciudades entre cuyas cúpulas de oro vivo
existía una música ondulosa, dulcificada y embellecida en sus combas
policromas, por la curva que imprimían a sus ritmos esas redondas
cúpulas de oro, lejanas... distantes...

Me había desplomado entre las zarpas de Smarra.

Poseído por una inquietud perpetua e indominable, los susurros


del viento me crispaban los nervios hasta desesperarme, y el sol, al
iluminar los árboles, me angustiaba con su siniestro resplandor hasta
hacerme sollozar.

Repetía constantemente este versículo de Gorki:

Sus ardientes ojos, me miran y me desean

Sus ojos taciturnos como el sol,

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cual si la música de este desesperado epitafio me diera la clave


del monstruo, que la Dama del Mar siente cernirse sobre ella "con sus

alas negras y silenciosas".5

LA LOGIA TEOSOFICA

Fui presentado a la logia Vi-Dharma.

Imaginaba, desconociéndola con religiosa unción, la austeridad,


lo hiératico de aquel ambiente, mi espíritu ansioso de una superior
idealidad que lo elevara por sobre las terrenas miserias, se complacía
en sentirse conducido como los antiguos iniciados, por un hierofante,
que dándole el ósculo de la paz, le lavara de toda mancha, para que se

sintiera digno de sentarse junto a los inmortales.

Suponía hombres purificados y sabios, buenos y humildes hasta


donde la mansedumbre no es indignidad, creyendo que en sus palabras

vibraría no sé qué divina premisa de vida mejor.

Me conducirían hacia Palas Tritogenia por el sendero de la eter-


nidad, por el camino de la gnosis, de la eterna sabiduría, la muy bus-

cada, la muy querida.

Y enternecido por mis propias reflexiones decíame: "soy el her-


mano menor", contemplando en ese período de expectación para mí
inolvidable, pleno de una mística emoción, la ternura que palpitaba en

los racimos de la vida.

5 Estas alucinaciones que a veces son imperativas, en muchos casos conducen al


crimen,
tanto que los doctores Kraff-Ebing (citados por Ingenieros), al dividir los actos
delictuosos
en los melancólicos dan tres causas que son: sentimientos dolorosos, períodos de
ansiedad
y fenómenos alucinatorios, y estos pueden provenir, según Griesinger, a causa de un
pro-
fundo agotamiento de espíritu o de cuerpo.

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Había desaparecido ese desequilibrio, suplantado por una paula-


tina serenidad que soplaba sobre mi frente todos los religiocismos des-
preciados, todas las emociones de un gran Evangelio humano, en cu-
yas páginas brotaran gloriosas como los fioretti de San Francisco de
Asís, los sueños de una raza, cuya savia fuera la que nutre de tintas a
las rosas.

Fue rudo mi desengaño. En lugar de todo lo que había soñado,


idealizado, descubrí lo bajo y lo triste, lo vulgar y lo mezquino.

Ya en mis vagancias había tenido ocasión de conocer muchas


vilezas; conocía el hastío y la maledicencia que rumia en las reuniones
de los periodiquines de parroquia, donde al decir de Lorrain, se pre-
sencia la "ignominia de los queridos compañeros", mas encontrar fun-
didos todos los defectos en el ambiente de una logia, de un centro de
Ciencia Divina, eso me desconcertó.

Perdí la recuperada pureza, y entonces libre de todo prejuicio,


afecto, o interés, consideré fríamente esa colectividad extraña. Reco-
nocí que un pseudo espiritualismo, no excluía de esos que se conside-
raban superiores, el desprecio, el orgullo y la hipocresía. Recordé la
Santa Sabiduría y la Santa Pureza de la Bizancio de Lombard, y díje-
me: Hablemos a los "verdes", al pueblo que sueña y busca la verdad,
de esos cenáculos de aristócratas del espíritu.

Me pregunté "¿Dónde se practican esos principios bases de la lo-


gia, la fraternidad, la sinceridad, la tolerancia de creencia y el senti-
miento de humanidad sin distinción de raza o de sexo?" Entonces un
teósofo, díjome, aludiendo a mi asombro: "Usted es muy niño." Tenía

razón.

Y pude comprobar en el trascurso de dos años, que reinaba allí,


como en toda reunión de individuos que se unen tácitamente para un
mismo fin, una armonía que sólo puede ser sometida por un medio:
infranqueabilidad a todo lo que se juzga nuevo e innovador, sentándo-
se para ello dogmas irrisorios, prevenciones absurdas, o asumiendo
actitudes dignas de todo desprecio.

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Quien tratara de discutir un postulado de ciencias ocultas sería


mal visto, porque existe una manifiesta hostilidad a lo que se conside-
ra un desacuerdo con las ideas dominantes de la logia, que es: respeto
por todo lo emanado de los libros que la dirección central escribe de
acuerdo con un fanático entendimiento de teosofía, magia, etc., etcéte-
ra.

Después la vanidad adunada a la pedantería, los intereses comu-


nes subordinados a las pasiones particulares, la sabiduría de los astró-

logos logreros, y la dudosa honradez de ciertas mujeres equívocas.

Esto no exento de groseras burlas para los espiritualistas pan-


teístas, existiendo un desprecio absoluto por la ciencia, poniéndose en
solfa a Comte, tratándose de degenerado a Nietzsche, y saboreándose
el negativo idealismo de Schopenhauer.

Sólo en un sanhedrín de la Edad Media pudiérase encontrar tal


obsecación e hipocresía.

En efecto, siendo la base de la S. T. la Doctrina Secreta? de la


Sra. Blavatski, producto de la revelación de los mahatmas? a la autora,

según se atestigua, por haber alcanzado el grado de chela3 en ulterio-


res encarnaciones hay que admitir si no se discute lo enunciado en su
obra, que todo lo establecido es una verdad divina.

Ahora bien, como Papus prueba que hay contradicciones funda-


mentales, aceptar sin distinción de ningún género sus conclusiones, es
caer irremisiblemente en la locura o en la inconciencia. Si se discuten
ciertos principios, se discute su infalibilidad de clarividente y en ese
caso el sistema se desquicia o se produce un cisma.

Mas como estos dos extremos son hábilmente salvados ya con


interpretaciones que no tienen más valor por su carácter que el que se

$ Dicha obra se divide en tres volúmenes, que son: Cosmogénesis, Antropogénesis y


Magia.
7 Entidades espirituales que sólo los muy evolucionados espiritualmente pueden
percibir.
8 Maestra esotérica en un grado inferior.

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puede conceder a una interpretación, o por un premeditado silencio en


torno de ella, caemos siempre inevitablemente en la simulación de
parte de los inteligentes e ignorancia en lo que toca a los neófitos.

Otro de los aspectos de esa corrupción interna, es la inmoralidad


que merece los reproches más duros y acerbos, porque ella destruye
toda finalidad de perfección que pueda animar a uno de sus miembros.

En efecto, de acuerdo con los estatutos la entrada de mujeres, ya


como socias, ya como oyentes no es prohibida.

Lógico es suponer a lo que una promiscuidad de esa índole ha de


conducir, porque haciéndose sociabilidad, la galantería suplanta la

gravedad, y luego la galantería degenera.?

FRAUDES Y LA DOCTRINA SECRETA

Antes de pasar a examinar someramente esta obra digamos algunas


palabras acerca de la autora y fundadora de la S. T. en el año 1875,
señora Elena Petrona Blavatski.

Nacida en 1831 en Rusia y nieta de la princesa Dolgouriski, con-


trajo a la edad de 17 años matrimonio con el general Blavatski, al cual
hirió la misma noche de bodas con un candelabro fugando luego a

caballo,10

Después de aventuras que no nos pertenecen examinar, dedicóse


a propagar la nueva de que era enviada a predicar la existencia de una
hermandad oculta en el Tibet, y de la cual había recibido mágicos po-
deres.

? Téngase en cuenta que lo aquí expuesto, no es una acusación vaga, sino una serie
de reali-
dades que en caso de controversia puedo probar valiéndome de testigos teósofos.

10 Véase Diccionario Enciclopédico.

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En efecto, comenzó a llevar a la práctica y a explotar tales reve-


laciones por medio de aparentes maravillas, que el doctor Coleman,
miembro de la Sociedad Oriental Americana y de la Sociedad Real
Asiática de Londres, denunció al Mind And Matter, presentando luego
al Congreso de Chicago en el año 1893, las pruebas de dichos trucos,
que fueron dos en New York, cuatro en Filadelfia y uno en El Cairo.

Mas no acaban aquí sus supercherías. Después del fracaso con el


matrimonio Coulomb que publica las cartas y farsas de que se valía

para realizar sus pretendidos milagros, |! la sociedad Psíquica de Lon-


dres comisionó al doctor Richard Hogdson, quien después de un año
de investigaciones, informó lo sucedido en la casa de Adyar, lo que dio
por consecuencia la siguiente declaración:

"Que la señora Blavatski era una impostora, culpable durante


mucho tiempo de una combinación continuada con otras personas, a
fin de producir por medios ordinarios, una serie de aparentes maravi-
llas, que redundaran en apoyo del movimiento teosófico."

Después de dichas declaraciones que nos hacen dudar acerca de


la moralidad de la señora Blavatski, examinemos su obra capital la
Doctrina Secreta, de la cual afirma Papus, uno de los más eminentes

estudiosos en estas cuestiones: 12

"La Doctrina Secreta carece de método, componiéndose de una


multitud espantosa de afirmaciones que en nada se apoyan, hallándose
en ellas contradicciones múltiples y fundamentales", lo cual hemos
podido comprobar después de una repetida lectura, siendo la confusión
que en ella se encuentra, producto en nuestro concepto de una preme-
ditada labor, cuyo destino es ser obscura y atrayente por su misterio.

1 véase Alrededor del mundo, 7 de noviembre de 1901.


12 Véase Traité Methodique de Science Occulte, página 749 a 750.
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Eseribía Blavatski al literato Solovieff:13 "que los teósofos sean


rodeados de tal misterio, que el propio diablo sea incapaz de ver cual-
quier cosa", deseo muy poco recomendable en los labios de una inicia-

da. 14

Feliz me consideraré si puedo dar una leve idea de esta maravilla


de exégesis arcaica y absurda.

Reunid el Avesta, los Vedas y los Eddas, refundid los comenta-


rios del Talmud y la Tora, las interpretaciones de los cabalistas desde
Simon Ben Jochay hasta Kunrat, las divagaciones y prodigios de los
teurgos, la ciencia de Pitágoras y Hermes, la ética de los budistas y
neoplatónicos, la sabiduría de la gnosis, Basílides y Valentín, los li-
bros sagrados de Henoch que fue arrebatado al cielo y de San Juan que
anunció el Anticristo, las especulaciones sobre los Angeles, querubines
y potestades, no olvidando a los rabinos; a San Agustín y Santo To-
más, hasta el Rosacruz Max Heimdall que los considera como primor-
diales factores de evolución.

Allí bebéis las aguas de Cmosina. El asombro os detiene.

El mito de los Satanes, de los Elohin, del Adán Kadmon y del


Adán Edénico, la salvaje y justa rebelión de los titanes hermafroditas
de los Trabajos y los Días, y del Popol-Vuh se confunden, y así progre-
sando, alternando sin interrupción ya los sacrificios de Veleda, ya los
encantamientos de Merlin o Loreley partís del informe Lemur, inerte
masa de materia que se balanceaba amorfa en continentes desapareci-
dos ha milenios hasta el Pitecoides, pudiéndose condensar el sinuoso

derrotero de esa cósmica evolución, en esta hermosa cuarteta de Estra-


da:

Véase "Correspondencia" del literato ruso Solovieff, publicada en Modern Priestes


por
el Dr. Walter Leaff.

Macterlinck en su libro La Muerte cita también como digno de toda fe, el testimonio
del

doctor Hogdson.
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Este es el simio antiguo que cabalgó el onagro


hizo el hacha, amó el totem y alzó el cubil lustral
cinco mil siglos tristes obraron el milagro

de hacerle bestia y hombre, ángel bestia inmortal

para después desplomarse en una avalancha de estupendos fulgo-


res, en el seno de un arque destinado a crear nuevos tipos de raza.

El plan es maravilloso, contradictorio, gigantesco e hipotético,


cual si fuera el poema de un Dante discípulo de Gebert.

Se imaginan jerarquías de seres celestes, grados de iniciaciones,


planos que son siete, y que ya divinos o espantosos nos recuerdan las

epopeyas del Ramayana y Bhagavad Gita, planos15 devachánicos,

kamalokas!6 y donde las monstruosas sombras vigiladas por el "Guar-

dián del Umbral", se arrastran pesadamente mordidas por la reminis-

cencia de terrenos deseos.17

Y luego antítesis lógica, brillazones en estallidos de auroras bo-

reales, hilos de oro uniendo las espirituales esferas, los dobles estela-
18

res,*% en donde se deslizan las conciencias perpetuas y hermosas, que


condensan en el enigma grandioso de su esplendor, el esperma de

mundos futuros.

¡Oh! nadie ha ingeniado más enorme locura con el disperso cau-


dal de los tiempos.

Lugar de los dioses.


Lugar de los deseos.

De aquí deducen los teósofos que para no encarnar en otra vida, para no crear (ley
de
causa y efecto) lo más práctico es reducirse a una pasividad casi absoluta, dentro
de lo
posible, en nuestra época.

Desde el mineral hasta el planeta, todo está rodeado de un etéreo cuerpo doble, que
sólo
los clarividentes pueden percibir en auras de colores.

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Creéis escuchar el clamor que precede a los mambantaras y pra-


layas de los ciclos brahmánicos, seguís la inhibición de la gran entidad
macrocósmica en su inconmensurable huevo de oro, cual si por medio
de un inefable monosílabo, tuviéseis el poder de retroceder con vuestro
espíritu hasta aquella indescifrable hora en que el espíritu de Dios
flotaba sobre las aguas.

Los oráculos de los solitarios que arrastran sus tremendas visio-


nes desde Benares hasta la Tebaida, los libros de los inanunciados, de
los presentidos, las revelaciones de Ohatnnes el hombre pez y la pro-
fetisa Wolusspa, los gritos de la sibila Cumas, las imprecaciones del
camellero Mahoma se suceden ya amenazadoras y lívidas ya dispensa-
doras de auroras que tienen un vasto reflejo sangriento.

Si según Eupolomeno, Babilonia fue construida por titanes que se


salvaron del diluvio, podemos también decir que esta Babilonia esoté-
rica ha sido construida con todas las preposiciones heréticas que se
salvaron de la hoguera.

Reviven en ella los gibborin, los telchines, los elfos y las peris,
las divinas venganzas de los dioses arbitrarios, los crueles castigos
como el de Ixión, Prometeo, y Fenris, las bárbaras emboscadas como la
de Marte y Adonis, las equívocas personalidades de Juno y Ganíme-
des, los cultos fálicos, los obscenos misterios de Baco o de Flora, y los
secretos indescifrables como el 333 del Gran Oriente.

Y luego, sombras que espantan con sus deformes cataduras, toda


la fantástica bestialidad politeísta, los egipanos dragones e ipsilas, las
quimeras, los basiliscos y vestiglos, los camellos voladores, los caba-
llos dodecapedos como el de Huschensch el héroe, o de ocho cascos
como el Steipler de Odin.

Lo olvidado, lo casi indescifrable en los polvorientos palimpses-


tos tiene cabida se extiende, se retuerce, renace y florece como el árbol
del bien y del mal, la magia teúrgica y goética desde Simón el Mago
hasta el normando Trithemo, de Cornelio Agrippa hasta el abate

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Constant, prorrumpe en sortilegios que diríase escapan del antro de


Trofonio entre las acres humaredas del trípode de Demos.

Dijérase que la espelunca de Maebet está separada de cueva de


Zaratrusta por un dogma, tanto que se puede escuchar el roncar del
cabrío de Méndez en torno de grimorios, pentaclos, abracadabras y
gematrias, donde sonríe la sombría expresión del cornudo Satán.

Este ilógico sueño tiene al igual del Arbol Igdrasil sus raíces en
los tres estanques del infierno, mientras que su cúpula desequilibra los
cielos.

Recopilad las quimeras de Herodo, los disparatados descubr-


mientos de Olao Magno, las charlatanerías del fraile Oderico que des-
cubrió en Tartaria un árbol de cuyos frutos nacían corderos, la fantasía
de Ferdussi, el Homero persa, y tendréis la Doctrina Secreta.

Refiere el titán Hugo que esculpió con bronce esta leyenda en una
montaña, que cuando el siniestro Waiferos hubo llegado a la última
profundidad, escuchó una tonante y amenazadora voz que le decía:

"Waiferos no caves más, porque encontrarás al infierno."

Análogamente se podría decir al que quisiera descubrir la verdad


en ese caos: No caves más porque encontrarías la Locura.

BASES DE LAS CIENCIAS OCULTAS

Estas son tres:

Primero. Las leyendas y doctrinas arcaicas, así como mitos, bajo


cuyas formas simbólicas y esotéricas, se encubre una verdad sólo al
alcance de los iniciados.

Segundo. Las tradiciones antiquísimas de la magia.

Tercero. Los modemos fenómenos del hipnotismo, magnetismo,


espiritismo y radioactividad.
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En las páginas que siguen, creo haber hecbo notar de acuerdo con
las teorías de algunos eminentes estudiosos, la resurrección semiespi-
ritualista de las ciencias en general.

En mitología ha acontecido algo muy semejante.

Después de una desaplicada exégesis mitológica de Latcher, Cla-


vier, Bailly, David, etc., unos netamente evhemeristas y otros simbo-
listas, aparecen resumiendo lo substancial de estas dos tendencias en
Alemania el simbolista Creuzer, y en Francia el evhemerista Moreu de

Jonnes. Dice éste: 12

"Un estudio comparado, de las leyendas que se refieren a la in-


fancia de los pueblos, nos ha comunicado esta doble convicción: 1?
Que las cosmogonías, teogonías, etc., proceden de un fondo común. 22
Que el Génesis, el Avesta, las teogonías de Sanchoniaton y de Hesíio-
do, indican los períodos sucesivos de una misma historia, que ha teni-
do una idéntica región por teatro", añadiendo más adelante, al referir-
se alos misterios Dionysios, Panateneos y Cabirios:

"Eran objeto de universal veneración, en los que quisieron ini-


ciarse los hombres más ilustres, sin duda porque bajo el velo religioso
hallaban el conocimiento de los sucesos que interesaban a la existencia
primitiva de las naciones que según Diodoro habían sido descoyunta-
das en la Universalidad de su unión por una catástrofe. Antes de ese
desastre Urano, Saturno, Neptuno, Osiris y Ohannes eran los grandes

pastores de hombres en esa única edad de Oro:20 idénticas suposicio-

nes que hace Creuzer,21 quien al entrar a examinar los elementos de


la mitología, impregnado de un fabuloso misticismo, ascribe al referir-
se a las razas de aquellas épocas, cuya sabiduría supone, les había sido
comunicada por una hermandad sacerdotal, bajo la forma de símbolos
que recibían directamente por inspiraciones del Teos:

19 Véanse Los tiempos mitológicos y Estudios prehist6ricos.


20 Página 3, de la obra citada.
21 Véase La Simbolique
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"Parece que no se trata de hombres como nosotros, sino de espí-


ritus elementales dotados de una maravillosa vista de la naturaleza de
las cosas, del poder de sentirlo todo, y comprenderlo de cierto modo
magnético."

¿Qué realidad hay bajo estas afirmaciones?

No podemos menos que reconocer una filiación histórica, etnoló-


gica, filológica y mitológica de las razas con Creuzer y Moreau; y si
avanzamos aun más podemos admitir con el abate Brasseur de Bour-
bourg, que la cuna de la civilización humana, fue un continente inter-
medio entre la América Central y el Asia.

¿Qué valor se puede conceder a tal aseveración?

Un estudio elemental de la mitología no dejará de inclinarnos fa-


vorablemente a tal hipótesis. Así, encontramos al Wodan de las tradi-
ciones escandinavas y germanas, en los mitos tzendales y en el país de
Oxaca, figurando también al frente del calendario michoacano Odón,
que guarda estrecha analogía con Odin, rey escita, llamado también
Wodan. Ofnir (serpiente), es el sobrenombre de esta divinidad nórdica,
que como el Vedan mexicano, es descendiente de la raza de serpientes
(chan) siendo hijo de Imox, como Odin de Imir, ambos progenitores

primeros sobre la tierra.22

Otra divinidad escandinava, Thor jefe de los ases, nos interesa


por su similitud con el Hathor egipcio y el as-Thor mexicano.

Respecto a los idiomas, vemos que el alfabeto fonético de la na-


ción Maya, es semejante al egipcio, en tanto que el lenguaje según Le
Plongeon, es en dos terceras partes confundible con el griego.

¿Los hombres americanos cruzaron alguna vez el continente eu-


ropeo por esa fabulosa isla La Atlántida (nombre de origen americano)

que según el manuscrito Troano desapareció hace 18.000 años?23

22 Véase Quatre lettres sur le Mexique.


23 Véase El Popol-Vuh Brasseur de Bourbourg.
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No podemos menos de recordar que los Eddas, así como el Kale-


vala mencionan a los Jotun, hombres negros. ¿serían estos los mexica-
nos?

Creemos el problema solucionable, pero concordamos con la opi-


nión de Grote, que en su Historia de Grecia, recuerda que es impru-
dente buscar en los mitos un sentido alegórico.

Sin embargo, vemos aquí un triple nudo establecido entre la his-


toria, la religión, y la metafísica, cuya consolidación, teniendo por
bases los modernos experimentos del psiquismo, es el neoocultismo
actual, cuyas raíces se nutren con la memoria de la primitiva magia.

Así Aaron convirtiendo su báculo en serpiente, Saúl invocando


por intermedio de la pitonisa de Endor la sombra de Samuel, Ulises
instruido por Circe interrogando a Tiresias el hermafrodita, Periandro
consultando a su esposa que ha asesinado, nos demuestra que la anti-
gúedad conoció esas prácticas que Isaías aconsejaba no usar, y que la
ley romana castigaba con la pena capital.

La Edad Media conoce a Rases, Flamel, Avicena, Alberto el


Grande, Villena, siendo después sus sucesores Gilbert, Van Helmont,
Flud, Hell, Paracelso, Swedenborg, San Germain, Pascali, Mesmer,
cuyos experimentos resucitados por Cagliostro, originan las científicas
investigaciones de Du Potet, Bertrand, Braid, Meunier, Richet, Char-
cot, Liegois, Luys, Oehorowicz, Crookes, Delanne,Fichte, Lombroso,
Oheininger, Weber, etcétera, etcétera.

Ahora bien, la base de estas creencias, que en un principio eran


hipótesis, reposa sobre la teoría de los fluidos y de un cuerpo etéreo,
compenetrando nuestro organismo, argumentándose que la existencia
de una materia completamente sutil no está en pugna con las últimas
concepciones de la atomística.

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24

Ya en mil ochocientos cuarenta y nueve*”, el químico Reichen-

bach publicó una memoria que sintetizándose se reduce a lo siguiente:

Ciertos neurópatas, sensitivos en extremo, perciben en la obscu-


ridad rojizos vapores luminosos, que se desprenden del cuerpo humano
y que denominó fluido ódico, cuya acción dinámica fue probada por

medio del odómetro o, el biómetro?>,

Mas estas radiaciones no sólo tienen su origen en nuestro orga-


nismo, sino también en las materias inorgánicas, como tuvo ocasión de
demostrarlo antes el célebre químico Berzelius.

Más adelante, el doctor Baraduc, miembro de la Academia, da


acerca de estas corrientes magnéticas la siguiente ley:

"En el hombre hay dos naturalezas: la del hombre animal, y la


del hombre pensante. Cada una de estas naturalezas tiene sus vibra-
ciones características, que registra el biómetro y que impresionan las
placas fotográficas."

No mucho después los profesores Blondiot y Charpentier, descu-


bren las proyecciones autorrádicas visibles por medio de una pantalla
cubierta de sulfuro de calcio, a semejanza de Goospeed que observa
que éstas impresionan directamente una placa sensibilizada.

¿Y cuál es la fuente principal de estas luminosidades obscuras?

Charpentier da como zonas radioactivas esenciales, los nervios y


los músculos, agregando más adelante:

"Tengo razones para creer que el pensamiento no expresado, la


atención, el dolor, el espanto, el esfuerzo mental dan lugar a una emi-

sión de rayos, que obran sobre la fosforescencia."26

24 Véase Magnetología de Rebaudi.


25 Benaymé: Las fuerzas psíquicas y los instrumentos que sirven para medirlas.

26 Ultimamente el doctor Hallary ha descubierto un medio por medio del cual se


fotogra-
fian las emociones y los pensamientos.

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De acuerdo entonces, creo que no repugnará a nuestra razón ad-


mitir el tan discutido doble etéreo, porque la periferia del conjunto de
radiaciones fisiológicas constituye un segundo cuerpo, reproducible en
caso de extrema actividad por la cámara obscura, como se puede ver
en las sesiones espiritistas. Ahora bien ¿qué son estas tan citadas ra-
diaciones, que descubiertas por Roetgen fueron estudiadas por Ru-
therford, Debierne, Lodge, Lorenz, Crooques, Saignac, Bemont, Hen-
ry, Niewenglowski, Troot, etc.?

Dice Le Bon, que las precisa exactamente:


"La radioactividad como ha dado en llamársela, es un fenómeno
comun, es la doctrina de la disociación universal."27

En definitiva, si se reflexiona sobre este postulado se reconoce lo


que constituía el argumento esencial del equivocado espiritualismo a
saber:

La existencia de un doble, fotografiable que perdura después de


nuestra muerte, se convierte en la negación de dicha afirmación, por-
que ese mal llamado doble, radiación de un carácter poco conocido, es
la prueba más evidente de la paulatina desintegración de nuestro orga-

nismo, dado que la materia, como especifica Molinari,28 es una forma


estable de la energía, nada más.

Cerraré este capítulo, con aquellas palabras del famoso esteta in-
glés Ruskin, que no debe olvidar todo estudioso, que se dedica a las
investigaciones de lo abstracto.

La substancia de las cosas lejanas, no resiste al tacto.

27 Véase La evolución de la materia.


28 Véase Química orgánica.

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CONCEPCION TEOSOFICA DEL COSMOS

Tárrida del Mármol al enunciar "las sustancias que constituyen


nuestro universo constan de dos partes, éter y electrones, cuyas combi-
naciones forman los distintos cuerpos", da el logaritmo expresión de
las últimas irrefutables hipótesis científicas.

En efecto si partimos de lo infinitamente pequeño, el átomo que


Lodge y Thomson clasifican como un mundo sideral, determinando su
masa y velocidad, hasta el profesor Fournier que da la ley de que "los

átomos del universo son a los2? soles, lo que los electrones a un pla-

neta" y si continuando, llegamos hasta Jules Félix30 que nos muestra


el mineral como una entidad orgánica que nace, crece y muere, y que
Bosse en la Facultad de Calcuta, ha alcanzado a dar los diagramas de
su sensibilidad, quedamos perplejos.

La inmediata idea de una espiritualidad inaccesible, se presenta a


nuestra conciencia y dudamos. La concatenación es terriblemente
hermosa. Veamos, si no:

El profesor Martin Kuchuek3! sienta la teoría de que el macro-


cosmos es un inmenso océano de materias, cuyas formas son modali-
dades de un centro energético, idéntica conclusión a que llegan los
profesores Rosny y Félix en sus estudios de plasmogenia; así Kuchuck
entra a considerar el sol como un generador de corrientes magnéticas,
que nutren al mundo; y tal hipótesis, aventurada si se quiere, casi deja
de serlo, ante las declaraciones del astrónomo yankee Eddvin Naulty,

que estableciendo que el sol no es luminoso ni emite calor, lo juzga

29
30
31

Véase Vie des mineraux.


Véase L'Univers Otre vivant.

Ciertas de estas entidades subordinadas a los Señores Lunares son sensibles a las
invo-
caciones mágicas. Para este géneto de especulaciones pueden consultarse Dogma y ri-
tual de Alta Magia del Abate Constant y Magia Práctica de Papus.

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como un inmenso depósito de radio, cuyas emanaciones cruzando a


pasmosa velocidad los espacios interplanetarios, en su choque con la
atmósfera se transforman en calor, luz, electricidad y magnetismo.

¿Cuál es el objeto de esta síntesis? Dar una leve idea de la infinita


gradación de inmensidades, que comenzando en el microorganismo no
acaban su evolución en los astros, para hacer así resaltar aun con más
dureza, la concepción teosófica del cosmos.

¿Hasta donde hemos descendido? Helo aquí expuesto en un dia-


grama que copio de la Genealogia del Hombre de Annie Bessant, y
que es la constitución divina y espiritual, dirigente de nuestro sistema
solar.

Ridícula e inadmisible, sólo hubiera podido tener acogida bajo el


reinado de los Faraones o Ptolomeos, pero hoy si no se estuviera segu-
ro de la seriedad de la autora, se creería que es el entretenimiento de
algún desocupado sofista.

Así se suplanta a Kepler por el heptas, la ley por el genio, lo in-


cognoscible por el Abracax, el deber por Kaulakau.

De acuerdo con este plano sinóptico, los dioses directores que


impulsan nuestra actual evolución son los Pitris, los Señores Lunares
que hace 18 millones de años descendicron a la tierra, separando de su
cuerpo etéreo un germen de vida con la interna potencialidad de forma

humana 32

Se me objetarl que el hombre es descendiente del simio, mas Se-


an Annie Bessant los monos antropoid . es son hitos de dioses lu-nares
rebeldes, y de muieres de la tierra, como en el falso libro de Henoch
los titanes, han sido engendrados por ingeles.

32 Loxhimit dice que el átomo es la 1/1.000.000.000 parte de un centímetro y


Thomsom
halla que la distancia que media entre sus centros es de 1/1.000.000.000 de
centímetro,
tanto que separándose de 94 millones de cm por segundo, tardarían 1.000 años en de-
sintegrarse.

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Un ligero examen de esta teogonia y cosmogonia nos permitir


comprender la concepción teosófica.

Como todas las mitologfas, sienta por base del universo, el Logos
trino, idóntico a la trimurti, Brah, Vichnu y Siva, a la trinidad escan-
clinava, Odin, Thor y Freya.

De este supreme Emepht emanan los 7 espiritus solares, que los


indies denominan Aditi, los persas Amsbaspendas, los judlos Sephi-
roth y los musulmanes Arc?mgeles.

Este plan de creación es similar al de la Mercaba,33 donde del


Adán Kadmon (prototipo del hombre divino) emanación prístina del
Verbo, surgen, en concéntricas esferas los mundos espirituales al prin-
cipio, pero que se materializan a medida que se alejan del seno Divino.

Así hallamos, Asilut vivienda de los pasuphin (espíritus celestes),


Briah morada de los malachin (querubines y serafines) y de los béni-
eloim (espíritus subordinados), Jhesirah, poblada por los klippoth (es-
píritpus elementales), y por último Asiah, residencia del hombre.

Estas divisiones idénticas a las de la mitología india, nos condu-


cen a través de una intrincada evolución al núcleo del Universo, al

regazo de la divinidad.

Ahora bien, en torno de estos 7, en una órbita más lejana del


centro se hallan las 12 jerarquías creadoras, de quienes dependen los
Fuegos Divinos, el Fuego y el Eter y Agua, las Mónadas, los Demo-
nios, los Dioses solares y Lunares.

33 La Cábala se divide en dos partes, una teórica y otra práctica, que se subdivide
Beres-
chit, Sepher Jesirah, Mercabah y Schemanphoras.
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LITERATURA TEOSOFICA

Cuando Paul Bourget murmura pensativo "quién sabe si algunas


energías del misticismo casi abolidas no despertarán... si nuestra hu-
manidad no verá de nuevo un período análogo al de los Alejandrinos y
los gnósticos y más exactamente de los Brabmines", puede decirse que
anuncia el advenimiento de una dolorosa realidad manifestada en los

centros del ocultismo, magia y rosacrucismo.

En efecto, podemos observar que en el teatro, la novela y la poe-


sía se produce un surgimiento místico decadente, saturado de psiquis-
mos, de nuevos estados de espíritu y extrañas situaciones amorales,
triunfando las perversas fantasías y lúgubres, dichas malsanas, cuyas

garras despedazan carnes de espíritus gozosos de voluptuosidad.

Es el espasmo de todas las febricencias cerebrales, el dulce es-

panto de los abismos voraginosos y opacos.

Así vemos en Swinburne, Oscar Wilde, del Valle-Inclán, Hán-


non, D'Annunzio, Ibsen, Maeterlinck, Verlaine, Tagore, Nervo, Schu-
ré, Jules Bois y Morice, la florescencia triste de los siglos lujosamente
crapulosos y melancólicos la pasividad inerte, sensual y adormecedora
como aquerontía, la ansiedad infinita, las virilidades exhaustas y nun-
ca saciadas, famélicas, hambrientas de un Dios que invocan con plañi-

deras letanías, de alucinadas gatas fosforescentes.

Y este reflejo, sombriíamente morboso, más que nunca en todo su


apogeo, pleno, despojado de crudas realidades y saturado de vaporosas
y trémulas bestialidades espirituales, lo hallamos en su más completa

expresión, en la reciente literatura ocultista.

Destinada por su sentido a propagar las ideas, dogmas de estos


círculos, la orientación en que está encaminada, es por el sendero de

las maravillas del folklore3 y por las de un ascetismo religioso, búdi-

34 Véase obras completas de Roso de Luna.

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35

co,” comprendiéndose en estas dos tendencias un efecto común y que

es:

La influencia sugestiva (casi inmediata de tales lecturas) en los


neófitos, preparando así su espíritu, para captar en el más alto grado,
lo que se enuncian por verdades superiores, evitando así todo género
de discrepancias con el núcleo directivo.

Tales obras que no dejo de admirar, por la singular belleza de


que están impregnadas, no me impiden reconocer lo nocivo de su fi-
nalidad que es el predominio de lo abstracto, de lo incognoscible sobre
lo concreto, lo práctico y lo sano. Pronuncio la palabra "sano" porque
el espiritualismo pesimista que predomina en esos círculos del cual
Schopenhauer es su más admirado y genuino representante, le opongo
el epicureísmo nietzscheano o el positivismo, de Stuart Mill, y si se me
replica que el Arte es libre en sus manifestaciones, recordaré con Gu-
yau que este Arte debe ser eminentemente colectivo y democrático.
Bien lo ha hecho notar Bergson, cuando analizando nuestro estado,
llega a reprochar el predominio que hemos dado al intelecto sobre el
instinto, pudiéndose decir que deberíamos animalizar nuestras tenden-
cias tomando por maestro a Walt Whitman.

Cuando el fisiólogo Dubois, en su teoría de la anticinesis rotato-


ria, crea la ley de que los seres tienden a reaccionar en dirección con-
traria al movimiento que los arrastra, demuestra con claridad, el fe-
nómeno de que hoy somos testigos, ya en filosofía, literatura o metafi-

sica.

Hay una tendencia general a retornar al nebuloso y pasado ayer,


se siente la nostalgia de los milagros, de las maravillas agoreras y de
las obscuridades tumultuosas que también parecen satisfacer las inde-
finidas ansiedades de nuestras organizaciones, excesivamente nervio-

35 Véase A los pies del maestro, por Krishnamurti, fundador de la orden, la


Estrella de
Oriente, y en cuyo cuerpo encarnará el espíritu del nuevo instructor, que se supone
sea
Jesucristo, según declaraciones teosóficas.

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sas y desgastadas de hijos de la ciudad, a quienes la exageración del


naturalismo ha guiado hacia el misticismo, como lo indica Gómez
Carrillo.

Y cuales son los efectos de estas narraciones, trasunto de Poe o


del persa Attar.

Dice Max Nordau en un postulado aplicable a nuestra tesis: "Las


obras sexuales psicopáticas excitan en los seres la perversión análoga
dormida e inconsciente, y les procuran vivos sentimientos de placer,
que ellos consideran de buena fe estéticos o intelectuales, cuando en
realidad son sexuales", más asíntotas a estas armoniosas fugas de sen-

timientos mórbidos, casi oleosos30 son, el despertar de un nuevo esta-


do complejo y gris, en la que el doliente se pierde en las encrucijadas
de una nueva Ciudad que flota en él y junto a él, sobre y bajo él: La
alucinación, que espantado oculta el que la padece porque quizá re-
cuerda estas simbólicas palabras de Poe: Hay secretos que no quieren
ser dichos.

El señor Leopoldo Lugones, que ha estudiado excesivamente la


Doctrina Secreta para no poder evitarnos de recordar ciertas partes de
ella en su hermosa obra Las fuerzas extrañas, plantea magistralmente
un hecho impresionante, el caso de un ocultista que ha perdido la con-
ciencia común de las cosas, y que a causa de ello está sumido en una
espantosa desesperación, y es la del hombre que percibe su doble in-
móvil, que continuamente le mira con dos espantosos ojos de simio...

Demos fin; he visto en manos de niñas de 8 a 15 años de edad,


cuyos padres imprudentes las conducían a la logia, libros de la indole
ya citada, cuyo efecto en esas tiernas mentes infantiles tan propensas a
la sugestión, no se hará esperar.

36 Delos que se dedican a las ciencias ocultas el 80 % son alucinados o


clarividentes. Las
mujeres que también frecuentan tales círculos, salvo raras escepciones, son
alucinadas y
muchas acaban siendo mediums.

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¿Qué decir de este continuo sostenido de curiosidades mágicas o


misterios arcaicos, cuyas impresiones subsisten la mayor de las veces a
través de la edad, como nos lo pinta el doctor Descurets en su Medici-
na de las pasiones?

Es doloroso y la realidad lo será aún más, si la colectividad no

trata de poner un freno o una ley a estas agrupaciones, donde germina

una futura y delicada degeneración.37

ORIENTACION POLITICA

Entramos aquí a examinar dos tendencias: Política y Religiosa


que si bien en apariencia pueden ser contradictorias, se consolidan en
el siguiente anunciado:

El objeto de la $. T. sin prescindir de sus miras de ocultismo es


asegurar por medio de un intercambio intelectual, las relaciones de
Oriente con Occidente, permitiendo a éste extender su dominio en el

anterior, por medio de un neobudismo adaptado a las circunstancias.

Se me objetará que tal conclusión es ridícula y aventurada, mas


he aquí las palabras del Cónsul Argentino, en la India, señor F. Basal-
dúa, en el prólogo de su interesantísima tesis sobre el origen del idio-

ma y de la raza baska.38

"En Benarés tuve ocasión de conocer a la eminente teosofista


Annie Bessant, joven inglesa patriota, que ante y sobre todo, trata de
formar en los jóvenes Hindúes sentimientos de adhesión y lealtad ha-
cia el gobierno inglés; esa es su misión."

37 Esde aplaudir la actitud de la policía, que no ha mucho clausuró una Escuela de


Magia
situada en la calle Callao y Corrientes.
38 Véase La raza roja, página 4.

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Esta declaración de cuyo significado se podría dudar, y que en-


cierra toda una proyección para el porvenir, déjanos satisfechos cuan-
do recapacitamos en las declaraciones de la señora Bessant, actual
Presidenta de la S. T., quien califica con una ligereza imperdonable, la
emancipación de los Estados Unidos del Norte de la tutela de Inglate-

39 como un disparate incalificable. Más adelante en la misma obra,

rra,
entrando a juzgar próximos acontecimientos sociales que a nuestro
entender domina imperfectamente, la señora Bessant oscilando entre
las hipótesis sociológicas de Novicow y Bakounine, plantea con mucha
seguridad una futura Federación de Estados, bajo la hegemonía de

Inglaterra.

Esto último es desde un punto de vista teosófico una declaración


semioficial incitando a comulgar con tal idea, que en las logias se juz-
ga inspirada por entidades superiores, o como un producto de su clari-
videncia, lo que nos demuestra que la presidenta de la S. T. se ha
equivocado o que las entidades que la inspiran son falibles, porque
como vemos no es Inglaterra la llamada a ser guía de las naciones,
sino Estados Unidos del Norte, o Rusia, leaders ambas, de dos tenden-
cias eminentemente sociocráticas.

ORIENTACION RELIGIOSA

"Nuestra misión es restaurar el budismo y barrer el cristianismo

de la tierra" decía Blavatski al espiritualista Alexander 40 olvidando

estas palabras, que pronunció ha siglos el Rey hindú Asoka:

"En toda forma de religión se hallan buenas enseñanzas que


practicar."

39 Véase ¿El hombre de dónde viene y a dónde va? de Annie Bessant.

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Ya lo hace notar Guillé4! que ambas religiones se asemejan por


su espíritu de aceptismo y dulzura, que impregna la moral evangélica
aunque el budismo, como opina Fouillee a pesar de su grandeza, es
demasiado mistico y contemplativo en su moral, donde la idea de de-
recho no existe en ella, a la inversa del cristianismo, cuyo "dad al Cé-
sar lo que es del César", dijérase que es la base inspiradora de Justi-

niano, siendo como lo dice Eueken*2 no una religión salvadora de


carácter metafísico, sino ético, esto es, su finalidad principal no está en
conducirnos de un mundo de la apariencia a un ser esencial como las
religiones Indias, sino que coloca la realidad entre lo bueno y lo malo,
y reclama un nuevo mundo fundado en la vida personal, y el amor

eterno.

Mas la contundente afirmación de Blavatski no deja de llamarnos

la atención.

Se suplanta una religión por otra, cuando los elementos constitu-


tivos y morales son obstáculos para la marcha de la sociedad, pero
dentro del actual orden de acontecimientos, la organización eclesiásti-
ca, no perjudica de ningún modo la orientación de la colectividad,
porque se es libre de creer o no, y ateo o espiritualista las creencias no

nutren materialmente a nadie.

Ahora bien, si la fundadora de la S. T. combate la Sede Pontifi-


cial, no podemos menos de reflexionar que toda agrupación de indivi-
duos cuyas ideas armonizan, organizan un núcleo director de sus inte-
reses materiales o espirituales, y que en este mismo caso se encuentra
el cristianismo cuya residencia es Roma, a inversa de la teosofía cuya
presidencia reside desde la fundación de dicha sociedad en la sagrada
ciudad de Benarés.

40 Véase A Sociedades T. eosophica, exame completo de documentos pouco conhecido.


Edición portuguesa.
M Historia de las ideas morales (pág. 164).
2 Los grandes pensadores. Su teoría de la vida. (págs. 167-168).
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Examinemos ahora los principios fundamentales del budismo


acerca del cual no han podido menos de reflexionar negativamente
Muller, Quinet, Renán, Pompeyo Gener, etc., etc., y helos aquí enun-

ciados.43 Dice Buda sometido a las tentaciones de las demoníacas


hijas de Mara:

"Yo quiero el cuerpo sucio e impuro... Los deseos son semejantes


a las espadas, a los dardos y a las picas."

Su pesimismo espanta, ennegrece al Sol.


"Ved religiosos -dice- las cuatro venerables verdades."

"El dolor, el origen del dolor, el impedimento del dolor, el cami-


no que conduce al dolor. ¿Cuál es el impedimento del dolor?"

"Es el apaciguamiento sin que nada quede, y el impedimento de


este deseo que se renueva sin cesar."

Impedir el deseo, aniquilarse, he ahí el ideal de este trágico prin-


cipe demasiado humano, que ha renunciado a todo, "porque todo es
ilusión, no hay creación, no hay vida ni nada."

Después de lo transcrito nos parece inútil todo comentario.


Suprimamos el deseo en la vida y habremos acabado con ella.

Pero demos fin a esta ardua tarea, en la cual nos hemos propuesto
poner de relieve los defectos de una institución, que por su carácter
anormal trata de evocar períodos de taumaturgia, de establecer todo lo
que ha sido desechado por la sensatez, tratando de propagar una reli-
gión cuyo efecto hemos conocido en el pueblo Indo, y que nos merece
una última crítica en dos sentidos.

Primero: Por sus afirmaciones que la razón no puede admitir, y


que aceptadas por la fe, conducen por sucesivas gradaciones a la locu-
ra, como bien lo ha dicho el señor Ingenieros, refiriéndose a la obra de
la señora Blavatski.

43 Lalita Vistara.
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Segundo: Por su organización.


Esto ya nos muestra su carácter arbitrario y oscilante.

Los presidentes y miembros directores de tal institución se nos


presentan como entidades superiores e infalibles. Han vivido muchas

vidas, han sido directores de humanidades en este o en otro planeta, 44


conocen los arcanos, sus miradas han escrutado en los designios de
Dios y han recibido las inspiraciones del Pleroma, como los gnósticos.

¿Qué sería de la humanidad en tal estado, de acuerdo con su de-


seo? No puedo menos de recordar "La Ciudad de los Locos", de Soiza
Reilly.

Me dirijo a todos los estudiantes de ocultismo.

Nuestro siglo y los venideros, más que vanas especulaciones me-


tafísicas, más que inútiles conocimientos del "más allá", nuestro siglo,
necesita hombres exponentes de una evolución cuyo fin debe consistir,
como ha dicho Saint Simon, "en la perfección del orden social".

Buenos Aires, ¿1920? o 1928.

44 Véase El Hombre de dónde viene y a dónde va de Annie Bessant y Las 30 vidas de


Aleyone, donde la citada autora y Leadbater relatan episodios de las vidas pasadas
de
Krisnamurti o Aleyone de quien dicen que nació 22.662 años antes de Cristo en la
América del Norte, 21.579 en la India y otras dos veces en el mismo lugar en los
años
21.467 y 20.574 encarnando en China el año 19.554 antes de Jesucristo.

Asimismo la señora Bessant recuerda haber sido en otros tiempos Giordano Bruno.

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LA POLÉMICA ARLT - RODOLFO GHIOLDI

Esta polémica se reflejó en el periódico Bandera Roja, vocero del


Partido Comunista argentino los días 18, 21, 24, 25 de abril y 4 y 10
de mayo de 1932.

Nos referimos a ella en nuestro libro Arlt el torturado (editorial


Futuro, 1950), casi sin poder documentarla, porque subyacía en los
archivos. Fue exhumada gracias a la preocupación de José Aricó, que
contó con los buenos oficios de María Caldelari y Laura Kaimanowie-
cki, colaboradoras del Conicet, que cumplieron la agotadora tarea de
hallar, entre la maraña de viejos periódicos y revistas acumulados a
veces sin orden ni registro en la Biblioteca Nacional, unos papeles que
durante largo tiempo algunos buscaron infructuosamente.

Este hallazgo confirmó nuestra tesis esbozada en el capítulo "El


escritor y la política" de Arlt el torturado que acentuaba la inquietud
ideológica y social del autor de Los siete locos.

¿Cómo entra Arlt a colaborar en Bandera Roja, periódico comu-


nista con apariencia de independiente por razones legales?

En los comienzos de 1932, en vísperas de su aparición, Rodolfo


Ghioldi, uno de los jefes del Partido Comunista argentino, se entre-
vista con Elías Castelnuovo y Roberto Arlt que habían lanzado un ma-
nifiesto llamando a la formación de una Sociedad de Escritores Prole-
tarios. La reunión tiene lugar en el local del Teatro del Pueblo, sito en
la calle Corrientes 465, que dirigía Leónidas Barletta. Allí Ghildi in-
vita a aquellos a colaborar en Bandera Roja.

Ambos aceptan y Arlt se apresura a enviar dos artículos. El terce-


ro se titula "El bacilo de Marx", que es refutado por Ghioldi: "Sobre el
bacilo de Marx", que a su vez suscita la respuesta de Arlt: "Ghioldi y

el bacilo de Marx".

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Días después en el periódico aparece una nota: "Contrariamente a


lo que habíamos anunciado la Redacción de Bandera Roja y no el
compañero Rodolfo Ghioldi, atareado por múltiples ocupaciones, con-
testa el último artículo de Roberto Arlt y da por terminada así la polé-
mica iniciada sobre "El bacilo de Marx". Esa respuesta al escritor al
que acusa de despreciar a la masa en general y al proletariado en par-
ticular. "Por eso resulta muestra de ignorancia que Arlt sostenga sus
puntos de vista en nombre de un marxismo engendrado en su cerebro."

Arlt habría de tomar el episodio con humor, burlándose a su vez


de sí mismo, según habría de reflejarlo en su cuento Escritor fracasa-
do: "Como otros compañeros me quise acercar a la clase trabajadora.
No negaré que se me ocurrió, al asumir semejante actitud, que yo le
hacía un extraordinario favor al proletariado. ¿Quiénes sino nosotros
(según decíamos) podían orientar a la clase obrera hacia la resolución
de sus problemas? A las primeras de cambio algunos obreros fantásti-
camente instruidos por su terrible dialéctica marxista (que aún no en-
tiendo claramente por ser tan complicada) trituraron nuestros concep-
tos y mi literatura, y sin pelos en la lengua nos tildaron de ignorantes,
vanidosos, oportunistas y chiflados."

Pero él nunca habría de negar el sentido de justicia y de solidani-


dad humana que encarnaba la causa comunista. El día que inespera-
damente falleció había elecciones en el Círculo de la Prensa. Arlt ja-
más había concurrido a ese ritual, pero por la mañana se encontró en
El Mundo con su colega J. Oscar Dalurzo, un correntino sanguíneo,
autor de una excelente novela Nace el patriciado, que oficiaba de se-
cretario de la célula comunista de ese diario - más nutrida aún que la
de Crítica. Arlt estimaba de veras a Dalurzo y lo respetaba. Entonces
le preguntó: Decíme, ¿por cuál lista hay que votar?

Y esa noche concurrió a depositar su voto, ante la extrañeza de


sus colegas que lo interpelaban: ¿Cómo, vos por acá?

Ya en su domicilio, mientras estaba acostado su mujer Elisabeth,


lo sorprendió la muerte. Y al día siguiente lo velaron en el mismo sa-
lón del Círculo de la Prensa.

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Damos a continuación los tres artículos para que el lector juzgue

quien se acercaba más a la verdad.

EL BACILO DE CARLOS MARX

Ignoro si el público de Bandera Roja conoce cierto fenómeno que


se está operando lentamente en nuestro ambiente burgués. Quiero refe-
rirme a los estragos que causa el Bacilo de Carlos Marx, también si
ustedes quieren, la espiroqueta comunista. Peor que la sífilis. Sí. Por
un ciudadano bien intencionado que se cura, de la "infección" comu-
nista caen diez atacados del mismo mal... y esos quedan incurables
para siempre. ¿Qué incurables? Tan empecinados que no descansan
hasta enfermar a otros. ¡Y el bacilo de Carlos Marx se multiplica in-

definidamente!

COMO ENFERMAN LOS BURGUESES DE COMUNISMO

Nuestra burguesía se está enfermando de comunismo. Despacito.


Pero la vacuna prende. A Uds. debe interesarles el fenómeno. Claro
está... Los tiempos cambian. Las rentas han disminuido. Las exigen-
cias económicas han aumentado. La familia burguesa casi siempre
tiene en la familia dos o tres chicas que van al cine. En el cine apren-
den de qué modo se conserva la virginidad perdiéndola. Pero en con-
junto, con el arte de dar besos en diversos estilos estas chicas aprenden
involuntariamente otras cosas. Y un buen día largan la chancleta ex-
clamando: ¡estamos hartas de prejuicios!

Y hacen su vida. Una vida perfectamente individualista. Cuando


un esclavo se libra de sus cadenas se vuelca inmediatamente al indivi-
dualismo. Al anarquismo. Cree que haciendo lo que se le da la gana
será feliz. Luego, cuando se harta de hacer lo que se le antoja comien-
za a examinar la realidad que lo rodea. A decirse:

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¿Por qué esto?", "¿Por qué aquello?"

En cuanto un ciudadano o una fulana se hicieron media docena


de veces esta pregunta, la vacuna comunista empieza a prender en
ellos. Por asco a la presente forma de civilización capitalista. Y como
fuera de esta forma de civilización no existe otra más perfecta que la
comunista, fatalmente los ojos se vuelven hacia Rusia. Se vuelven ha-
cia Rusia de tal manera que anoto aquí una confesión de revendedor de
libros: Los libros que más se venden son aquellos que tratan de Rusia.

LA ANGUSTIA DE LOS APRENDICES

En el desenvolvimiento de la "enfermedad" comunista, se produ-


ce un síntoma curioso: la angustia.

He conversado con muchas personas de la clase media que se in-


teresan por el comunismo.

Esta gente después de decirle a uno:

-Sí, yo estoy de acuerdo con el comunismo- formulan la invitable


y tímida pregunta:

-¿Dígame, que es lo que hay de cierto en todo lo malo que se dice


del comunismo: Es posible que todos los diarios mientan a sabiendas
sobre el comunismo?

Entonces no queda otro remedio que explicarle a esa gente que


los diarios no tienen otra fuente de informción que ciertas importantí-
simas agencias telegráficas e informativas extranjeras las cuales, a su
vez, no son independientes sino que se encuentran al servicio de po-
tentísimos capitales, y que a su vez estos potentísimos capitales no son
independientes como se pudiera creer, si no, que se hallan organizados
por directorios de accionistas... una novela de nunca terminar y que
pone al descubierto cuán complicadísimas son las marañas del capital.
(Léase "Citróen", de Ilya Eremburg).

¿Es cierto que las empresas de diarios no son independientes...?

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Se experimenta una especie de terror cuando se piensa en todo lo


que ignora la gente, y que uno de buena fe creía que estaba enterada en
la misma medida del propagandista.

Otra angustia del simpatizante del comunismo es la siguiente,


manifestada de esta manera:

-Yo estudio comunismo, me parece que todo es cierto, más fíjese,


cuando salgo a la calle y veo los tranvías que andan, los tenderos que
venden sus tejidos, las casas de modas que funcionan como siempre,
me digo: ¿Es posible el comunismo? Y entonces hay que explicarle a
esta gente, que en octubre del año 17, cuando el grupo comunista se
apoderó del poder en Rusia, la gente iba a los teatros, a los bailes, a las
exposiciones de pintura y a escuchar a las declamadoras de versos, y
que si alguien tenía el mal gusto de acordarse de los comunistas, la
gente se reía de "ese montón de locos".

Y el aprendiz de comunismo mueve nuevamente la cabeza entre


triste y convencido.

LA IMPACIENCIA

Todo simpatizante con la causa comunista, sobre todo cuando se


inicia en los estudios de marxismo elemental se convierte en un impa-
ciente. Es curiosísimo. Ese individuo que vivió veinte, treinta años,
tranquilamente en la sociedad capitalista, de la mañana a la noche
quisiera que estallara la revolución, todo le parece lento y lejanísimo.

Alguien me preguntará:

-¿Con qué objeto Ud. enumera estas anomalías?

Con el fin, de que aquellos que las experimenten, se pongan en


guardia contra sí mismos. Tanto y tan mal se ha escrito sobre el co-
munismo, que incluso los más vivos simpatizantes se decepcionan y
desilusionan por momentos, pues si por un lado está la evidencia de la
realidad social, con su miseria, sus crisis, sus guerras imperialistas,
por el otro encontramos el material acumulado por los traidores de

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todos los matices, al servicio de la clase capitalista, los cuales no han


vacilado en inventar mentiras, en deformar realidades, en señalar ma-
liciosamente defectos que son naturales a toda revolución, incluso la
más conservadora.

Hay gente que experimenta una satisfacción inmensa en decirle:

-Vea los rusos, hasta los mismos rusos confiesan que se han
equivocado "en esto y en aquello".

El propagandista nuevamente se encuentra ante el problema de


explicar por analogía que si Rusia se ha equivocado en "esto o en
aquello", el régimen capitalista está a todos horas equivocándose de tal
manera que sus equivocaciones se traducen en cerca de cuarenta mi-
llones de muertos de hambre sobre la superficie del planeta.

EL MOTIVO DE ESTE ARTÍCULO

El motivo de este artículo es lo siguiente:

Hacer comprender a todo tibio simpatizante con la causa de Ru-


sia que su deber, su único, su exclusivo deber, es estudiar de continuo.
Un propagandista preparado, es un arma de combate terrible. Una es-
pecie de cultivo de bacilos elevado al máximum de su poder tóxico.

No basta la intención, la simpatía, ni el entusiasmo. Hay que re-


emplazar el entusiasmo por una conducta fría, concentrada. El boxea-
dor que se entusiasma o enoja en el ring, pierde en el noventa por
ciento de los casos la pelea. El que ganó, es el otro, el calmoso, el
tranquilo, el que ubica sus trompadas con precisión de cañonazos.

La multitud necesita el entusiasmo para actuar. El individuo, la


serenidad. Y la serenidad nace del conocimiento.

Muchos dirán:

-No tengo tiempo de estudiar.

Todo hombre dispone de una hora para estudiar en el día. De


media hora. Y basta la media hora utilizada concienzudamente, para
que los resultados sean sorprendentes en poco tiempo.

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Un partido compuesto de hombres, de los cuales cada uno es un


técnico en la ideología en que se basan sus principios, disfruta de una
fuerza tan extraordinaria de penetración que nada se le resiste.

Pero para esto hay que estudiar, estudiar y estudiar. Nada más.

SOBRE EL BACILO DE MARX

Roberto Arlt ha escrito sobre el "bacilo de Carlos Marx". Algu-


nos lectores enviaron sus opiniones sobre ese trabajo, aprobándolo o
haciéndole reparos. Consideramos necesario intervenir, para tratar de
situar el problema en su verdadero plano. Pues se corre un doble ries-
go: por un lado, hacer una crítica superficial de dicho escrito; por el
otro, de reducir el problema a lo que, por comodidad de lenguaje, po-
dríamos llamar la "cuestión Arlt".

El artículo excede los marcos de su autor. El problema que sus-


cita el punto de vista del artículo no es un problema individual del
articulista. Queriéndolo o no, sabiéndolo o no -como suelen ocurrir
estas cosas-, Arlt ha expresado las inquietudes de una capa social den-
sa e importante, que busca un puesto en la lucha de clases. Proceder a
una apreciación crítica de aquella nota sin plantearla sobre la base de
la postura de la pequeña burguesía en general, y de la intelectualidad
en particular, frente a las grandes cuestiones que suscitan las contra-
dicciones sociales de clase, sería incurrir en consideraciones antimar-
xistas.

La pequeña burguesía no es una clase homogénea: entran en ella


las expresiones sociales de viejas formas económicas, artesanales y de
pequeña producción, funcionarios, profesionales independientes, inte-
lectuales. En rigor, debe incluirse el campesino, que es, empero, una
capa social que tiene rasgos muy diferenciados. Se produjo la guerra

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imperialista de 1914-1918; ya tenemos nuevamente la guerra; hay una


revolución proletaria, consolidada en la exitosa edificación del socia-
lismo; hay crisis económica en todos los países del mundo, desarro-
llándose sobre la base de la crisis general del sistema capitalista,
abierta con la guerra pasada; hay en el país una lucha interimperialista
conducida por los bandidos del capital extranjero que combaten por
obtener el monopolio de la explotación de las fuentes del mercado y de
las grandes masas laboriosas argentinas; hay la lucha de los diferentes
bandos burgueses terratenientes por el ejercicio del poder; y, final-
mente, empujado por todo ese conjunto de cosas, hay ya en desenvol-
vimiento una lucha social formidable, que enfrenta dos programas
opuestos de solución de la crisis y de los problemas nacionales: el pro-
grama de los opresores y el programa de los obreros y campesinos, de
las masas trabajadoras en general.

Frente a este conjunto de problemas, ¿cómo reaccionan las capas


de la pequeña burguesía? ¿cómo la intelectualidad? ¿por o contra el
imperialismo? ¿por o contra los bloques burgueses? ¿Contra [Agustín
P.] Justo y contra [Lisandro] De la Torre?, ¿con el proletariado, bajo
su dirección, por el programa emancipador de los obreros y campesi-
nos?

Innegablemente, hay núcleos de la pequeña burguesía ligados or-


gánicamente a los imperialistas y a los opresores, en general. Reciben
las migajas del botín, y buscan su salvación a expensas de los trabaja-
dores. Hay otros núcleos que, bajo la dirección firme del proletariado,
marcharían un trecho con éste; pero la debilidad de la organización
revolucionaria del proletariado facilita que las vacilaciones pequeño
burguesas se resuelvan por el lado del apoyo a los partidos burgueses
de "oposición". Otros son engañados por la demagogia del radicalis-
mo. Otros pasan conscientemente al servicio de los radicales y de los
social-fascistas: sienten la presión dura del imperialismo, pero temen
más la revolución popular de las masas que la opresión de los impe-
rialistas. Hay, igualmente, sectores bastante serios de pequeños bur-
gueses e intelectuales que buscan la vecindad y compañía del proleta-

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MN Disponible
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riado; ellos comprenden que sin el proletariado nada puede empren-


derse que modifique de verdad la situación; pero temen la dirección
del proletariado: La "proletarización" de esos grupos significa, senci-
llamente, la aspiración de realizar una alianza con el proletariado bajo
la hegemonía de la pequeña burguesía. Estos sectores suelen mentar
mucho a Marx y Lenin, se proclaman hasta comunistas, y la generali-
dad de las veces trabajan bajo la dirección de los radicales. (Julio R.
Barcos, Horacio Trejo, pueden servir de ejemplo de tales tentativas).

Sin duda, podrían enumerarse algunas variedades, aún. Nos inte-


resa, simplemente, mostrar que en los últimos tiempos, algunos ele-
mentos intelectuales vinieron hacia el proletariado y hacia el comu-
nismo, conscientes de que la clase obrera es la sola clase directora de
todo el movimiento popular de masas contra la opresión.

[Arturo] Orzábal Quintana, Barcos, más una banda de congéne-


res y de jefes anarquistas pequeño burgueses pasaron del costado radi-
cal; la gran masa de los caudillos de la reforma está en el radicalismo
o en el social fascismo. El caso más pintoresco, entre todos, es el de
Carlos Sánchez Viamonte, porque se produjo dentro de una línea cen-
tral de oscilaciones, típicas de la capa social a que pertenece. Se re-
cuerda, en efecto, que el 6 de septiembre marchó con Uriburu; algunos
días después, viajaba con los demócratas progresistas, semanas más
tarde, se enroló en las filas del partido socialista. Su vacilación con-
cernía únicamente al camino a adoptar: en cuanto a la posición, en
todos los casos contra la masa trabajadora. El lector debe retener, para
mejor ubicar el hecho, esta circunstancia: Sánchez Viamonte es una de
las figuras de mayor categoría y volumen intelectual del movimiento
del 18.

Este pasaje en masa de los líderes pequeños burgueses del movi-


miento universitario al campo de los enemigos de las masas laboriosas,
comprueba con un ejemplo más que la pequeña burguesía no puede
marchar independientemente, ni mucho menos dirigir el movimiento
de masas. O marcha con la burguesía o marcha con el proletariado. El
pequeño burgués, pedante de su sabiduría muchas veces discutible,

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piensa que someterse a la dirección del proletariado sería indigno de


su suficiencia; en realidad, la dignidad revolucionaria de la pequeña
burguesía sólo puede existir en la medida en que trabaje con el proleta-
riado y bajo su dirección.

La dictadura militar fascista y la situación actual en su conjunto


impulsan a un núcleo de escritores que se creyeron escritores izquier-
distas y proletarios -sin ser proletaria su producción literaria-, hacia el
proletariado. Subjetivamente, aspiran a desarrollarse como comunis-
tas. Entre ellos se cuentan Elías Castelnuovo y Roberto Arlt. "El bacilo
de Carlos Marx" expresa, parcialmente, ese proceso. Y lo expresa in-
cluso en las debilidades del proceso mismo. En sustancia, el artículo
de Arlt revela la sana intención de una orientación proletaria y revolu-
cionaria y evidencia cómo, a pesar de tal intención, las viejas concep-
ciones individualistas y no marxistas, que son formas de la influencia
de la ideología burguesa, dejan su marca de fábrica en las ideas desa-
rrolladas.

¿Debemos aceptar con agrado el impulso de ese núcleo hacia el


proletariado? Indudablemente sí.

¿Debemos aceptar los prejuicios y grandes restos de ideologías


extrañas que inevitablemente aportará? Indudablemente, no.

¿Debemos ayudar a los componentes del núcleo a desarrollarse


hacia la ideología proletaria revolucionaria? Ciertamente debemos
ayudarlos.

La ayuda debe consistir en combatir y criticar sus debilidades, en


hacer que luchen contra las viejas concepciones sostenidas por ellos,
en impedir que sus prejuicios se introduzcan en el seno del movi-
miento proletario como equivalente de ideología revolucionaria. Otra
forma de ayuda no la hay. Sólo se puede marchar hacia el marxismo
leninismo emancipándose de las viejas ideas: cuando hayan rastros de
estas, debemos combatirlas. En este camino esa evolución puede al-
canzar, ideológicamente los resultados ansiados.

Porque vemos en lo que convenimos en llamar la "cuestión Arlt"


el proceso de un cierto sector social, es que asignamos a esta polémica

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"de facto" buena importancia. Mañana esperamos completar nuestro


punto de vista.

Il

La incitación que Arlt hace al estudio es muy plausible, y nada


habría que objetarle. Recomendar el estudio del marxismo es siempre
cosa útil. Pero, ¿por qué ese estudio, y para qué? Ahí tenemos ya la
discrepancia con Arlt. En "El bacilo de Carlos Marx" observamos que
el punto de partida es el individualismo más apretado, y las conclusio-
nes, individualistas también. Es decir, que se abordaría el estudio del
marxismo desde un plano antimarxista y con resultados contraprodu-
centes.

Efectivamente, ¿cómo fundamenta el uso de la reforma universi-


taria articulista la necesidad del estudio marxista? Toma individuos, y
no clases. Le preocupa las conturbaciones espirituales de una persona,
no las luchas y las contradicciones de las clases. Y ve en el marxismo,
por ende, la tabla de salvación para el problema de la felicidad indivi-
dual, no hallada en la vida libre de todo prejuicio. El tomará el ejem-
plo de algunas chicas de la familia burguesa, que aprenden en el cine a
librarse de ciertos prejuicios, pero que aún así no son felices. "¿Por qué
esto? ¿Por qué aquello? ", se preguntan. Y concluye Arlt: "Cuando un
ciudadano o una fulana, se hicieron media docena de veces esta pre-
gunta, la vacuna comunista empieza a prender en ellos".

Dejemos de costado el ejemplo, que muestra, empero, una orien-


tación significativa. (¿Por qué no haber tomado la mujer obrera co-
mún, miembro del sindicato, huelguista, que en el terreno de la lucha,
y no en el cine, rompe muchos prejuicios como un resultado inevitable
de esa necesidad combativa, y que de tal modo busca su emancipación,
imposible sin la emancipación de su clase?). Decimos, simplemente
que no es cierto -puede serlo solo en casos excepcionales, que no dic-
tan leyes- que la repetición de varias veces de aquellas preguntas con-
duzca al comunismo. Y no lo es porque esos elementos, pequeños bur-

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gueses, buscan la solución de su problema individual, de su felicidad


íntima, que tratarían de encontrar, como ha ocurrido y ocurre, consoli-
dando la.sociedad burguesa. En la Union Soviética, esos elementos
habrían intentado ser "nepman" buscarían las ubicaciones burocráti-
cas, sabotearían refinadamente la construcción del Socialismo.

Arlt habla de algunos miembros de la clase media, cuyas angus-


tias nos pinta. Esos miembros nos sostienen con su simpatía, como la
soga sostiene al ahorcado. Esas angustias no son más que el reflejo de
la situación que les crea, como capa social, la opresión de las clases
dirigentes, y bloqueados entre el proletariado y la burguesía, a veces
inclinados hacia el primero, frecuentemente hacia el segundo, osci-
lantes, sufrientes de aquella opresión pero temerosos de una revolución
popular profunda, se sienten poseídos del sentimiento angustioso de la
indecisión, que no ve camino ni solución clara. Esos elementos solo
marcharán hacia el comunismo férreamente dirigidos por el proleta-
riado, que les combatirá, con todo el rigor exigido, sus vacilaciones y
debihdades. Podrán marchar, no mediante el estudio, sino a través de
su conducción, por el proletariado, a las luchas contra los opresores en
general, contra los imperialistas en particular. Porque las actitudes de
esos elementos no están dictadas por un mayor o menor grado de eru-
dición marxista, sino por intereses de clase: en la medida en que el
proletariado logra guiarlos en la lucha de todas las masas explotadas
contra el régimen de opresión, en esa medida aquellos elementos ac-
tuarán revolucionariamente.

Sus vacilaciones -insistimos- no provienen de la ignorancia que


tengan en materia marxista. Cuando, como en un caso traído por Arlt,
ellos se asustan por las "equivocaciones" que los propios bolcheviques
reconocen en el trabajo cotidiano lo hacen empujados por una educa-
ción de clase. ¿Cómo comparar los "errores" soviéticos con los errores
en la sociedad capitalista? Combatimos la sociedad capitalista no por
sus errores, sino por ser capitalista. Incluso si funcionase perfecta-
mente el estado capitalista, lucharíamos por su destrucción. El estado
proletario y el estado capitalista no se diferencian en que el primero

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comete menos "errores" que el segundo, sino en que el uno aplasta la


explotación feudal, burguesa e imperialista, mientras que el otro la
consolida. En el caso de ese pequeñoburgués cuya preocupación se
menciona, es evidente que él coloca a la Unión Soviética en el mismo
plano que el régimen capitalista. Se le escapa el contenido de clase y,
en esto, se nota su adhesión a las ideologías burguesas.

Veamos todavía por otro lado aquella postura individualista. Se


trata de la conclusión, que Arlt resume del siguiente modo: El entu-
siasmo no basta; hay que estudiar. El entusiasmo para la multitud;
para el individuo, serenidad, que da solo el conocimiento. Es eviden-
temente falso. Es, en sustancia, la teoría de las "minorías selectas",
propia del anarquismo, y tan extraña al marxismo. El marxismo no
hace esta división: de un lado, la gran masa bienintencionada e inca-
paz, y del otro una minoría pequeñoburguesa, armada de la sabiduría
revolucionaria, que la conduce a la felicidad.

El marxismo leninismo da, no únicamente una interpretación del


mundo sino, sobretodo el camino de su transformación por vía revolu-
cionaria. Ideología de clase -es la del proletariado, y solamente la del
proletariado-, el marxismo establece que todo el movimiento de las
masas laboriosas bajo la dirección del proletariado realice la emanci-
pación, y que el guía de esa acción es la vanguardia del proletariado, el
portico comunista. Cada comunista en particular, cada proletariado en
general, debe armarse con las armas del marxismo leninismo, porque
con ellas fijará su camino, su programa, su táctica.

Y sobre ese terreno se plantea la cuestión de la capacitación, para


desarrollar verdaderos cuadros proletarios leninistas.

Se sobrentiende que los elementos intelectuales que desean tra-


bajar con el proletariado, bajo su hegemonía, deben apropiarse de la
teoría revolucionaria. Esto les enseñará mejor cómo trabajar por la
revolución. Pero la condición es esa: someterse al proletariado, no
pretender dirigirlo, ocupar un puesto de lucha, abandonar las concen-

traciones falsas y pequeñoburguesas.

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Orzábal Quintana, Perkins, radicales de toda clase conocen tal o


cual cosa de Marx o de Lenín. Eso prueba: 1) cómo los enemigos del
proletariado buscan todos los caminos para engañarlo; y 2) cómo ser
"marxista" no significa tener erudición en la materia. De ahí que el
estudio por el estudio no tiene sentido, o si lo tiene, es negativo. Para
el proletariado, para su vanguardia, el problema es asentar el movi-
miento revolucionario sobre las bases firmes del marxismo leninismo
El problema no consiste en dotar al individuo (no a la multitud) de
nuestra teoría, sino en luchar contra las ideología burguesas y peque-
foburguesas de los individuos selectos y de las capas sociales cuyos
intereses reflejan, en nombre del marxismo leninismo.

El marxismo condena la concepción que opone a la multitud la


minoría de selección. La revolución no es el producto de tales mino-
rías, sino del movimiento revolucionario de masas. Inocularse el "ba-
cilo de Marx" para crear la casta de la minoría selecta es directamente
antimarxista.

Conclusiones: Los núcleos intelectuales y pequeñosburgueses que


se acercan honestamente al proletariado y que subjetivamente desean
marchar bajo su hegemonía deben: a) renunciar a la teoría de la mino-
ría sapiente que lleva de las narices a la multitud entusiasta; b) em-
prender el estudio del marxismo-leninismo, no partiendo de posiciones
falsas y siguiendo un itinerario pequeñoburgués, sino luchando contra
las ideologías adversarias en general y contra las pequeñoburguesas en
especial; en caso contrario, la tentativa de profundizar el marxismo-
leninismo se convertirá en intentona de pegar estampilla "marxista" a
las ideologías antimarxistas, lo cual a su turno significará que se trata
de obtener la dirección del movimiento de masas para manos peque-
ñoburguesas.

O se procede así, en cuyo caso el intelectual o pequeñoburgués


tiene serias probabilidades de evolucionar hacia el revolucionarismo
proletario, o sigue el otro camino, en cuyo caso, antes o después -y más
bien antes que después-, pasará inevitablemente al campo enemigo. Si

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es lo primero, esos militantes recibirán de los comunistas la ayuda de


la crítica cordial, sin tolerancias ideológicas, para ganarlos realmente
a la causa del proletariado revolucionario.

No estamos de acuerdo con el contenido del siguiente artículo de


Roberto Arlt. Iniciada la polémica en torno a la colaboración anterior,
insertamos su réplica, de la cual dado conocimiento al compañero
Ghioldi para que conteste. Con esa respuesta, entendimos que debe
quedar terminada esta cuestión. [La Redacción]

Con motivo de un artículo titulado "El bacilo de Carlos Marx"


publicado por el firmante en Bandera Roia de fecha 18 de Abril, Ro-
dolfo Ghioldi ha publicado en el mismo diario dos comentarios que
dada su extención no se justifican y que aparecieron con fecha de 24 y
25.

El contenido de los dos artículos se puede resumir en dos líneas:


"El intelectual pequeño burgués no debe pretender orientar al proleta-
riado sino orientarse con él".

El contenido de esta premisa es indiscutible... siempre que el


proletariado del país donde actúa el intelectual pequeñoburgués sea
marxista. Ahora si el proletariado, y la gran masa rural no es comu-
nista, ¿qué camino debe seguir el intelectual? ¿El de guía o el de...?

Espero que el ciudadano Ghioldi me conteste a esta pregunta.

Volviendo a dichos artículos, lo que no acierto a descubrir es de


qué punto de mí artículo el ciudadano Ghioldi ha sacado tema para
desarrollar sus dos largos estudios. O expresándome como la francesa
del cuento:

"¿Me qua tian que ver todo est con mon purret?"

En "el bacilo de Carlos Marx", yo trataba el problema espiritual


que se producía en los individuos de una clase de pequeños burgueses,
que, según Bujarin, tiene la palabra el ciudadano Bujarin (4.B.C del
Comunismo):

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"La victoria del gran capital implica la ruina del artesano, del
pequeño comerciante y del campesino. Con esto crece, el número de
proletarios o sea enemigos de la sociedad capitalista". Es decir, (hay
que ser claro), que por referirme yo al problema psicológico que se
producía en el individuo perteneciente a una clase, la clase pequeño-
burguesa en descomposición, el ciudadano Ghioldi ha salido con con-
sideraciones que nada tienen que ver con el artículo que yo he escrito.
Más aún, Ghioldi se pregunta: "Por qué Arlt no ha tomado la mujer
obrera común"... Como esta pregunta trae cola, y la voy a contestar
después, recurro nuevamente al bendito manual de Bujarin, en lo que
se refiere a la clase pequeño burguesa.

"¿Qué posición debe tomar nuestro partido frente a la pequeña


burguesía". Y responde: ya hemos dicho, nuestra posición es clara.
Debemos demostrar por todos los medios a la pequeña burguesía que
toda esperanza de una vida mejor bajo el capitalismo es mentira y un
autoengaño (véase el término autoengaño: Bujarin entra aquí en la
zona de la psicología individual). Tenemos, con paciencia y constan-
cia, que hacer comprender al campesino medio que debe pasarse re-
sueltamente al campo del proletariado y luchar con él". Y dice más
adelante Bujarin:

"La pequeña burguesía y el proletariado (íojo!) están llenos de


prejuicios que son hijos de sus condiciones de vida. Nuestro deber con-
siste en hacerles ver con evidencia el estado real de cosas...

Creo, ciudadano Ghioldi, que esto es más claro que el agua. Y


que Ud. se pudo ahorrar dos artículos.

CONTESTANDO A LA PREGUNTA DE GHIOLDI

Ghioldi (admito que de buena fe) me hace esta pregunta capcio-


sa: "¿Por qué no haber tomado la mujer obrera común, que en el terre-
no de la lucha, rompe muchos prejuicios, sin necesidad de ir al cine?"

Nuevamente le pregunto a Ghioldi:

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¿De qué se compone el público que concurre a los dos mil cine-
matógrafos que hay instalados en el país?

Pero voy a contestarle en una dirección más concluyente:

Según Ghioldi, Castelnuevo y yo somos literatos pequeñoburgue-


ses.

Ahora bien; ¿qué es un literato novelista? Tomo la definición de


Zola:

"Un novelista es el historiador objetivo de su época".

Sí, según la definición de Ghioldi, yo soy un literato "pequeño-


burgués", en conciencia, no puedo tratar sino fenómenos y problemas
que se relacionan con la clase pequeñoburguesa a quien las ruinas
económicas, hacen evolucionar hacia el comunismo como lo demues-
tra Marx y Lenin, y en su estudio de clases Engels. Pero no hagamos
erudición.

Le ruego al ciudadano Ghioldi que se ponga una mano en el pe-


cho y que me conteste:

¿No sería disparatado que yo, escritor "pequeñoburgués", tratara


de meterme a divagar sobre los problemas de una clase que no conoz-
co?, ¿No es esta pretensión tan absurda como aquella de ir al sastre a
encargarle un par de zapatos? ¿Y no se coloca el ciudadano Ghioldi en
esa posición con respecto a mí y a Castelnuovo? (Admitiendo que yo
sea un pequeñoburgués).

Yo he hablado en mi artículo de "El bacilo de Carlos Marx" de


un problema pequeñoburgués. Y he hablado por que lo conocía. Lo
que a mí me parece que Ghioldi no conoce, volviendo a la "mujer que
va al cine" es el público proletario femenino que concurre al cine... al
cine de Buenos Aires y al Cine de Río de Janeiro.

Puedo decirle lo siguiente compañero:

De cien proletarios... 90 ignoran quién es Carlos Marz... pero 90


pueden contestarle en qué estilo daba besos Rodolfo Valentino, y qué
bigote usa José Mojica.

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OTRA COSA

Dice Ghioldi: "Se sobreentiende que los elementos intelectuales


que desean trabajar con el proletariado, bajo su hegemonía, deben
apropiarse de la teoría revolucionaria. Pero la condición es esa, some-
terse al proletariado, no pretender dirigirlo."

Pero Cristo ¿en qué quedamos?

Dice Bujarin... "Al partido no pertenece la totalidad de la clase,


sino solo la fracción más enérgica y mejor, que es la guía de la restan-
te".

Bujarin establece bien claro dos cosas: 1% Que la clase proletaria


solo en una fracción insignificante es comunista; dice, cita anterior:
"la pequeña burguesía y el proletariado están llenos de prejuicios que
son hijos de sus condiciones de vida".

2*- Y "solo la fracción más enérgica y mejor es la guía de la res-


tante".

Que deducimos de ésto:

¿Es el proletariado en su conjunto el que dirige el movimiento?


¿O una minoría inteligente contenido por este mismo proletariado?

Ghioldi quiere negar un fenómeno evidente hasta la saciedad:

La importancia del factor individual. Las minorías, ya sean con-


servadoras, ya comunistas, son producto de selección. Y los ejes del
movimiento comunista mundial, muchos líderes de este movimiento,
son desprendimientos de la clase pequeño burguesa. Marx en un pe-
queñoburgués. Lenin, abogado, hijo de una familia burguesa pertenece
a esta clase... y no sigamos porque es mucho contar.

Volviendo al tema de antes, los desprendimientos de la clase pe-


queño burguesa son estimables, y no solo estimables, sino que es nece-
sario captarlos, convencerlos. Tal dice Bujarin.

Ahora bien, Ghioldi también parece que está de acuerdo con es-
to... pero si está de acuerdo, ¿cuál es el objeto de sus largos artículos?

Poner en su lugar a los intelectuales pequeñoburgués. ¿No es así?

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Pero esto es un disparate.

Un intelectual responde siempre a los intereses de una clase. Ya


sea comunista ya sea capitalista. Ahora bien: un intelectual pequeño-
burgués, como un burgués, deja de ser burgués cuando un mal negocio
lo arruina incorporándose a las filas del proletariado (Engels, Marx,
Lenin).

Creo que esto es claro ¿no?

Subsisten los prejuicios, se me dirá.

íDale que cuanto más chicharrón más grasa! ¿Y yo niego acaso


que subsisten los prejuicios? ¿Lo niega Bujarin? No. Ni Bujarin, ni yo,
lo negamos. Yo digo en mi artículo criticado: "El motivo de este artí-
culo es hacerle comprender a todo tibio simpatizante con la causa de
Rusia, que su deber, su único, su exclusivo deber es estudiar de conti-
nuo"”.

¿Esto está en contradicción con lo que dice Bujarin?

¿No es claro, terminante?

CONCLUSIONES

Se me ocurre lo siguiente, guardando en esto todo el respecto que


me merece en el terreno de lucha la experiencia del ciudadano Ghiol-
di:

El ciudadano Ghioldi, cuando escribió sus dos artículos, procedió


de buena voluntad, pero no tenía nada que decir ni contradecir. Escri-
bió sus dos artículos sobre mi artículo como hubiera podido escribirlos
sobre otra cosa. Con la misma indiferencia.

El ciudadano Ghioldi ha querido atacar a la clase pequeña bur-


guesa que, por su capacidad profesional y técnica es estimable en lo
que respecta a cantidad y debe ser utilizada (Bujarin).

El ciudadano Ghioldi prefiere la prepotencia del "vasallaje" a la

técnica de Bujarin de "paciencia y constancia".

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Con su tesis, el ciudadano Ghioldi rebalsa los límites del mar-


xismo leninista para recaer sin darse cuenta en la demagogia desen-
frenada, con principios autoritarios; el proletariado es todo.

Sí, el proletariado será todo, cuando su dictadura (vehículo para


la desaparición del estado capitalista) haya absorbido todas las clases
destruidas en su concepto de clase, por el inevitable fracaso del capita-
lismo.

CHILE A TRAVÉS DE UN ARISTÓCRATA

En marzo de 1941 Arlt viaja a Santiago de Chile. Quiere poner


distancia en la relación matrimonial con su segunda esposa Elisabeth
Shane, que ha devenido tempestuosa y agobiante.

Visita todos los días la redacción del diario El Siglo, voz oficial
del partido Comunista chileno donde trabaja su amigo y compatriota
Raúl González Tuñón. Allí conoce y frecuenta a Volodia Teitelboim,
abogado y escritor que con el tiempo devendrá en jefe de ese partido.

Arlt suele acompañarlo en su visita a la cárcel donde pernoctan


los presos políticos a quienes defiende.

Una noche Volodia cruza la plaza de la Alameda y se topa con


Arlt sentado en un banco y con lágrimas en los ojos.

-Pero Roberto, ¿qué le está pasando?

-Pasa que uno quiere romper cadenas y las cadenas terminan


rompiéndolo a uno.

Arlt le envía cartas de reproche a Elisabeth, le telefonea, y al fi-


nal reconciliados, la invita a que se reúna con él y juntos emprenden
una gira por el sur chileno y los canales fueguinos.

A su regreso retoma su labor en El Mundo. Allí lo visita Gerardo


Pisarello que en nombre de la revista Nueva Gaceta, órgano de
AITAPE, Agrupación de Intelectuales, Artistas Periodistas y Escritores,
le solicita una colaboración para el número inicial del 1% de mayo; Arlt
acepta y le fija un día para que pase a recogerla. Al volver Pisarello le

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dice Arlt: -Aguarde un poco más por favor, lo estoy terminando y a mí


me gusta retorcerle el pescuezo a las palabras.

Ese artículo que aquí se recoge, es un documentado brulote a un


literato de la oligarquía chilena donde utiliza argumentos y cifras esta-
dísticas del doctor Salvador Allende.

Este artículo: "Chile a través de un aristócrata" es otro testimonio


de la preocupación social y política de Arlt.

RL.

CHILE A TRAVÉS DE UN ARISTÓCRATA

Acabo de leer el libro del señor Benjamín Subercaseaux titulado


"Chile o una loca geografía". Tenía curiosidad de conocer qué visión
tenía de su despedazado país, un hombre a quienes otros escritores de
su misma edad consideran como una de las figuras más representativas
de la literatura chilena.

El libro pretende encarar la geografía meramente física desde un


nuevo ángulo y en su prólogo se anticipa que el autor no tocará en lo
más mínimo las cuestiones sociales. Uno acepta a regañadientes esta
omisión y comienza a leer un libro que es lo suficientemente superfi-
cial para merecer el elogio de sus contemporáneos e incluso aspirar a
un premio municipal. El libro, es necesario precisarlo, refleja la mo-
dalidad social de su autor. La frivolidad alcanza en sus páginas pro-
porciones increíbles. Hay momento en que el lector que conoce a Chile
se queda dudando si el libro que lee versa sobre Chile o sobre un país
imaginario, porque, esa franja de conventillos espantosos, de pueblos
semidestruidos, de ciudades coloniales aplastadas por una miseria
cruel, que escalonan de Norte a Sur al país de Chile, no aparece por
ninguna parte.

El Chile del señor Subercaseaux es un Chile de ballet o de geo-


grafía para señoritas tontas.

No me hubiera ocupado en manera alguna de este libro, si de


pronto, allá por la página 209, no hubiera tropezado con una mons-

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truosa calumnia que el autor le levanta a las madres campesinas y


proletarias de Chile. He aquí lo que dice este señor bien nutrido de la
tremenda mortalidad infantil chilena que bate un récord universal:

"Aquí los niños perecen casi intencionadamente. Estoy en condi-


ciones de afirmar que la terrible cifra de mortalidad que acosa a Chile
se debe en gran parte a LA AUSENCIA DE INSTINTO MATERNAL Y EN
PROPORCIONES MUCHO MENORES A LA MISERIA Y A LA PRETENDIDA
POBREZA FISIOLÓGICA DE NUESTRA RAZA."

En otros términos:

La responsable de la tremenda mortalidad infantil no es la oli-


garquía vasco-catalana de Chile que deja perecer intencionadamente a
su campesinado de hambre, sustrayéndole al año 4 mil millones de
pesos de jornales sobre la suma de jornales que debía pagarle (declara-
ción del conservador Blanquier al conservador Figueroa Larrain), sino
las madres campesinas y proletarias que, según este señor, están poco
menos que detrás de sus hijos, empujándolos hacia la muerte. O hacia
la enfermedad que ocasiona la muerte. Si aún lo dudamos, el autor lo
ratifica más adelante. Lo que equivale a guiarnos por esta afirmación,
que por lo menos el 50% de las madres pobres son culpables de haber
provocado intencionadamente la muerte de sus hijos, o, más claro, que
Chile es el único país del mundo donde las madres pueden semiasesi-
nar a sus hijos o crear culpablemente las determinantes filicidas sin
que el Estado intervenga en manera alguna para evitar estos asesinatos
virtuales.

Evidentemente uno lee y relee muchas veces esas líneas, antes de


aceptar que un hombre en sus cabales pueda atreverse a escribir se-
mejante monstruosidad.

¡ Y que pueda, además, escribirla con toda impunidad!

A continuación el autor afirma que está en condiciones de probar


semejante aserto; pero sigue de largo sin probar absolutamente nada, y
hasta, probablemente, sin acordarse de lo que escribió. Yo creo que en
Santiago de Chile, en vez de propiciar la candidatura del señor Suber-
caseaux para un premio municipal, cuyo importe saldrá del bolsillo del

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pueblo que este señor injuria, debía obligársele a presentar las pruebas
fehacientes de sus afirmaciones y obligarlo a rectificarse, porque no es
posible que el extranjero de buena fe lea gravemente este libro y gra-
vemente crea que en Chile las "madres dejan perecer a sus hijos casi
intencionadamente". Esto es demasiado fuerte por materialista que uno
sea.

Que yo sepa, la crítica chilena no se ha ocupado seriamente de


las monstruosidades y estupideces que contiene "Chile o una loca geo-
grafía". En general, los profesionales de la literatura y de la historia,
en Chile, más que aclarar el tremendo problema del país, prefieren
extender sobre sus llagas sociales una cortina de humo. Esta cortina de
humo es hábilmente manejada por los políticos de los diarios conser-
vadores que tratan de ocultar que las masas, desde hace más de un
siglo, son sistemáticamente hambreadas, explotadas, masacradas y
calumniadas. Al punto que el país ha rodado a tal grado de empobre-
cimiento que más del 60% de la población trabajadora va descalza y
vestida de harapos. Dudo, que se pueda superar la miseria asiática en
que vive esta raza que fue fuerte, pero que está desvastada por el alco-
holismo y la descalcificación en unas tierras también descalcificadas y
empobrecidas, con un ganado también diezmado y descalcificado, con
unas selvas también diezmadas y empobrecidas, con unas riquezas
naturales también raleadas por el nativo por el tremendo verdugo del
capitalismo extranjero.

Tengo aquí a mano un estudio leído en la tercera sección de estu-


dio de la Semana del Ingeniero por el señor Alfonso Olea Núñez.
Trata de "La industria molinera y de su influencia sobre la alimenta-
ción nacional". Después de describir la destrucción del molino fami-
liar, que durante casi todo el siglo pasado entregó para el consumo una
harina de gran valor alimenticio, que el país consumía especialmente
para el alimento de la clase obrera, el señor Olea describe la sustitu-
ción por harinas de cilindro, las cuales, por el enorme consumo que de
ellas hace el trabajador, son una de las causas de los más graves tras-
tornos fisiológicos y económicos. Así, para dar un dato relacionado

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con la disminución de potencia del obrero, nos basta recordar que du-
rante mucho tiempo un obrero salitrero o cargador de carros de trigo,
levantaba con facilidad un saco de 100 a 120 kilos y hoy, ya se sienten
fatigados por el peso de 80 kilos y aun menos. Se ha ordenado el enva-
se de 60 kilos para ciertos productos".

Más adelante el ingeniero Olea Núñez anota en el país un déficit


alimenticio de:

Carne 151.000 toneladas anuales


Leche 135.000 " "
Pan 230.000 " "

A su vez el doctor Salvador Allende, en sus estudios estadísticos


"La realidad médico-social de Chile", dice" "La mayoría de la pobla-
ción sufre hambre fisiológica". Mientras que en Francia corresponden
320 litros de leche de consumo anual por habitante, el poblador de
Chile consume 7 veces menos, es decir, 50 litros anuales. Piénsese que
la leche es el alimento básico del niño. ¡Qué diremos de la carne (8
gramos de carne por día y habitante), qué diremos de la vivienda don-
de la densidad media es de 5,6, afirmando una publicación hecha por
la Caja de la Habitación que existe una mortalidad infantil de 450 por
1000 en el tugurio y de 250 por 1000 en habitaciones higiénicas.

No cometeré la ingenuidad de creer que el señor Subercaseaux


ignora estas espantosas cifras. En Chile las conoce todo el mundo,
menos los extranjeros que van a Viña del Mar y regresan diciendo que
los vinos de Chile son exquisitos. y por cierto que lo son.

¿Qué responde el señor Subercaseaux al manifiesto de la Asocia-


ción de Arquitectos en el que se afirma que la tercera parte de la po-
blación de Santiago vive en viviendas extraordinariamente malsanas y
que 1.500.000 chilenos, es decir la tercera parte de la población de
Chile, carece de alojamiento mínimamente adecuado?

¿Qué responde el señor Subercaseaux a la tremenda realidad de


las poblaciones que carecen de servicios de agua potable y que alcanza
en Chile (con la consiguiente alza de mortalidad) el 90% en Ayssen,

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hasta el 30% en las provincias de Santiago y Valparaíso, el cogollo del


Chile central?

El señor Subercaseaux no puede ignorar que las causas de muerte


en criaturas menores de un año son:

Neumonía y bronconeumonía 24,1%


Debilidad congénita y distrofias 21,5%
Diarreas y enteritis 17,7%

El doctor Mardones dice a este respecto: "La primera causa de la


altísima mortalidad infantil es la ración insuficiente de leche maternal
que disponen nuestros niños y también la inadecuada alimentación
artificial".

¿Pero qué leche van a tener mujeres que están hambreadas desde
que fueron engendradas por padres hambreados?

No quiero continuar amontonando cifras espantosas. Vuelvo a in-


sistir: dudo que haya país en Sud América donde las masas hayan sido
más cruelmente explotadas, hambreadas, masacradas y calumniadas
que las masas proletarias chilenas. Albergando, cuando pueden, en un
conventillo que nos recuerda las más salvajes descripciones gorkianas,
semidesnudos, en compañía de sus mujeres semidesnudas, estos tre-
mendos desdichados han tenido que soportar sobre sus espaldas una
sociedad que engendra, ¡vean ustedes!, literatos como Benjamín Su-
bercaseaux, banqueros como Eddwards, financieros como Ross Santa
Marina, políticos como Alessandri, es decir, los arquetipos más feroz-
mente enemigos del pueblo que pueda soñarse para castigo mismo.

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