Nestor Alfonso Gallardo Agüero Corte Suprema

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Santiago, veintitrés de junio de dos mil veintiuno

Vistos:

En estos autos Rol N° 12.356-2019, investigación relativa al secuestro

calificado de Néstor Gallardo Agüero, por sentencia de primer grado de fecha

nueve de julio de dos mil dieciocho, se condenó a César Manríquez Bravo,

Orlando Manzo Durán, Ciro Torré Saez y Miguel Krassnoff Martchenko, a

sufrir cada uno de ellos, la pena de cinco (5) años y un (1) días de presidio mayor

en su grado mínimo, más las accesorias legales y al pago de las costas, como

autores del delito de secuestro calificado de Néstor Gallardo Agüero, previsto y

sancionado en el artículo 141 del Código Penal, inciso tercero, ocurrido en esta

ciudad a partir del día 28 de septiembre de 1974.

En lo civil, se resolvió acoger la demanda civil de indemnización de

perjuicios deducida en contra el Fisco de Chile, y se lo condenó a pagar por

concepto de daño moral la suma de $ 40.000.000 a doña Nancy Micaela Gallardo

Agüero, más los reajustes e intereses que indica el fallo.

Impugnada esa decisión por la vía de los recursos de apelación, la Corte de

Apelaciones de Santiago, por sentencia de cuatro de abril de dos mil diecinueve,

la confirmó.

En Contra de ese fallo las defensas de los encartados César Manríquez

Bravo y Ciro Torré Saez, dedujeron sendos recursos de casación en el fondo.

Con fecha veinte de mayo de dos mil diecinueve, se ordenó traer los autos

en relación.

Considerando:

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PRIMERO: Que la defensa del sentenciado Torré Saez, formalizó recurso

de casación en el fondo fundado en la causal 1ª del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal, por el error de derecho en que habría incurrido el fallo al

desestimar las circunstancias atenuantes de responsabilidad contenidas en los

artículos 214, inciso 2°, del Código de Justicia Militar y 103 del Código Penal,

además de la eximente contemplada en el artículo 10 N° 9 del mismo cuerpo de

normas (Se desestima de plano la infracción del artículo 11 N° 6 del Código

Punitivo, por cuanto la atenuante de irreprochable conducta anterior fue

reconocida a su respecto por los sentenciadores de la instancia).

Según refiere, es un error sostener que en todos los casos del artículo 214

del Código de Justicia Militar, la orden deba ser relativa al servicio, toda vez que el

supuesto del inciso segundo precisamente se trata de una orden no relativa al

mismo, resultando jurídicamente imposible sostener que ordenar la comisión de un

delito sea una de aquellas materias comprendidas dentro del servicio de los

militares.

En relación al artículo 103 del Código Penal, obviado por el fallo, señala que

se trata de una institución que difiere de la prescripción total, pues solamente trae

como efecto la imposición de una sanción menor y tiene su fundamento en la

aplicación del principio humanitario al derecho penal.

Respecto del artículo 10 N°9 del Código Penal, expone que las órdenes que

emanaban desde la autoridad competente de la época, por contrarias a derecho o

injustas que fueren, no debían sino ser acatadas, mas no solo por el deber de

obediencia, sino por las amenazas que esto significaba para la integridad del

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acusado y la de su familia, no pudiendo exigírsele que actuara como héroe o

mártir.

Finaliza solicitando que se anule la sentencia y que, en su reemplazo, se

rebaje la condena por aplicación de las atenuantes de responsabilidad penal

anteriormente expuestas.

SEGUNDO: Que, enseguida, la defensa del encartado César Manríquez

Bravo, dedujo recurso de casación en el fondo asilado en el ordinal 7° del artículo

546 del Código de Procedimiento Penal, por errónea aplicación de los artículos

456 bis, 485, 487 y 488 del aludido cuerpo de leyes y del artículo 15 N° 2 del

Código Penal.

Según indica el recurso, en el caso de Manríquez Bravo no se cumplen los

presupuestos legales para sostener que existe prueba completa de su

participación en el delito, ni como autor, cómplice o encubridor. No hay hechos

reales ni probados, no hay presunciones múltiples ni graves, no hay concordancia

alguna con los hechos del delito.

Expone que no existe en la causa ningún antecedente real y acreditado a

partir del cual pueda sostenerse que César Manríquez tuvo intervención, sino que

se está presumiendo que por haber detentado un cargo que en realidad nunca

desempeñó, sería autor mediato del delito. Los antecedentes de cargo que

menciona la sentencia, no satisfacen los requisitos del artículo 488 del Código de

Procedimiento Penal.

Explica la defensa que Manríquez Bravo no cumplió funciones operativas

en la DINA, ni siquiera los cargos que el fallo le atribuye. Las declaraciones a las

que acude la sentencia son contradictorias, lo que vicia la decisión, pues se da

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valor probatorio a esos relatos sin considerar otros que los desvirtúan, es decir, las

presunciones en que se fundan los jueces se desvanecen ante la insuficiencia

probatoria.

De ello derivaría –razona el impugnante- la contravención al artículo 15, N°

2 del Código Penal, porque el fallo afirma que bajo sus órdenes se encontraban

las Brigadas de Inteligencia Metropolitana y Caupolicán, entre otras, encargadas

de detener y eliminar personas contrarias al régimen imperante, en circunstancias

que no hay prueba que permita suponer que tuvo conocimiento siquiera del

secuestro de Nestor Gallardo Agüero, tampoco estuvieron bajo su control los

distintos cuarteles de la DINA ni la Brigada Caupolicán, pues entre diciembre de

1973 y noviembre de 1974 solo cumplió funciones administrativas y logísticas,

nunca operativas.

Termina por pedir que se anule la sentencia impugnada y en su reemplazo

se libre un fallo absolutorio.

TERCERO: Que previo al análisis de los recursos, es conveniente recordar

que en el motivo quinto del fallo de primer grado –hecho suyo por la sentencia

impugnada-, se tuvieron por establecidos los siguientes hechos:

“1.- Que la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, fue una estructura

organizada, jerarquizada, con medios propios, recintos de detención, etc., a cargo

de un Director General, quien ejercía el mando nacional y al cual se encontraban

supeditados todos sus miembros. Las Operaciones de la DINA en la Región

Metropolitana estaban a cargo de la Brigada de Inteligencia Metropolitana, BIM, al

mando de un oficial de Ejército y su plana mayor que le asesoraba en labores de

inteligencia. De este Jefe dependían dos Brigadas, una de ellas la llamada

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Caupolicán, cuyo uno de sus objetivos a la fecha de ocurrencia de estos hechos,

apuntaba al combate del Movimiento de Izquierda Revolucionario (M.I.R.), a la

que estaba relacionada la víctima de este proceso. Estas Brigadas se organizaban

cupularmente en torno a un Oficial al mando que era quien establecía las

directrices, objetivos y prioridades del trabajo, la Caupolicán dirigida por el

fallecido Oficial de Ejército Marcelo Moren Brito, que era quien establecía las

directrices, objetivos y prioridades del trabajo, siendo secundado también por una

plana mayor, compuesta por oficiales que le prestaban asesoría y que se

encargaban del funcionamiento de los cuarteles. Este nivel de estructura, como

toda organización jerarquizada, mantuvo el contacto y los canales de información

con sus superiores, a quienes daba cuenta de su trabajo represivo. Las

operaciones de las Brigadas eran desarrolladas por Agrupaciones o equipos de

trabajo, compuestas por miembros del Ejército, Carabineros y de la Policía de

Investigaciones de Chile, quienes utilizaban los recintos o centros de detención

donde cumplían sus labores;

2º.- Que Néstor Alfonso Gallardo Agüero, “El Bolche”, 24 años, contador,

dirigente regional de Temuco del Movimiento Izquierda Revolucionario, fue

detenido el 28 de septiembre de 1.974 en la vía pública por civiles armados,

pertenecientes a la agrupación Halcón, que en ese entonces dirigía el Oficial

Miguel Krassnoff Martchenko, y al ser aprehendido, recibió un disparo en uno de

sus brazos. Aunque estaba herido, igual se le conduce a uno de los Centros de

Detención clandestinos de la DINA, el de JOSÉ DOMINGO CAÑAS N° 1.367 DE

ÑUÑOA, que tenía a esa fecha como Jefe de Cuartel al Oficial de Carabineros

Ciro Torré Sáez, y en él los detenidos eran sometidos a torturas de diverso tipo

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con el claro propósito de obtener de ellos información relevante sobre su

organización y participación de otros integrantes, buscando con ello prevenir y

desarticular cualquier oposición al gobierno de facto bajo una política de miedo, en

el intertanto se les enviaba incomunicados al Campamento de Cuatro Álamos,

dirigido en ese entonces por el Oficial de Gendarmería , Orlando Manzo Durán y

la víctima de acuerdo a declaraciones de testigos fue visto en ambos lugares

antes de desaparecer, detenidos que al obtener su libertad pudieron reconocerlo;

3.- Que el citado Gallardo Agüero fue incluido en una nómina pública en la

prensa escrita en el año 1.975, que daba cuenta que junto a otros militantes de

izquierda habría fallecido en la localidad de Salta en Argentina, a consecuencia de

un presunto enfrentamiento. Información que fue conocida como el caso de los

119 u Operación Colombo y obedeció a maniobras de desinformación efectuadas

por Agentes DINA en el exterior, para ocultar el secuestro y desaparición de

militantes de partidos políticos detenidos entre el 27 de mayo de 1.974 y el 20 de

febrero de 1.975;

4.- Que la víctima continuó ilegítimamente privado de libertad por la DINA,

siendo diciembre de 1.974, fecha en que se pierde su rastro desde el centro de

detención Cuatro Álamos, así como la suerte que ha corrido tanto física como

psíquicamente, sin que hasta ahora se hayan tenido noticias de él, ni que se

registre salida o entrada al país ni conste su defunción natural o por la

intervención de terceros”.

Los sucesos así descritos fueron calificados por la sentencia como

constitutivos del delito de secuestro calificado, previsto y sancionado en el artículo

141, inciso tercero, del Código Penal.

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En el mismo sentido, el ilícito fue calificado como de lesa humanidad, toda

vez que el delito se cometió porque las autoridades y el contexto jurídico-político y

la jurisdicción militar de la época favorecieron la impunidad y la indefensión y se

favoreció la eliminación de las personas invisibles o no deseables.

CUARTO: Que de la lectura del libelo de la defensa del acusado Torré

Sáez surge que el compareciente intenta, en un primer acápite, la invalidación del

fallo con el propósito de obtener una sentencia absolutoria porque está exento de

responsabilidad penal, dada la concurrencia de la eximente de responsabilidad del

artículos 10 N° 9 del Código Penal.

No obstante lo anterior, enseguida endereza el arbitrio hacia la finalidad de

lograr una pena atenuada, como corolario de verse favorecido por los mismos

hechos anteriormente mencionados con la atenuante del artículo 214 del Código

de Justicia Militar, para finalmente estimar que a su favor concurre la minorante

del artículo 103 del mismo cuerpo legal, alegaciones que el fallo rechaza.

Es decir, lo que el compareciente empieza por desconocer, termina siendo

aceptado, de lo que se colige que la causal de nulidad en estudio contiene motivos

que son incompatibles entre sí, basados en supuestos distintos, contradictorios e

inconciliables, los que se anulan recíprocamente y que, consecuencialmente, son

ajenos al recurso de derecho estricto que es el de casación en el fondo.

Conforme a lo anteriormente expuesto, el arbitrio en análisis será

desestimado.

QUINTO: Que, en cuanto a la impugnación de fondo formulada por la

defensa del encartado Manríquez Bravo, los hechos de participación declarados

por el fallo se enfrentan con los consignados en el recurso, por lo que se ha

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reclamado que en su establecimiento se vulneraron las leyes reguladoras de la

prueba. Sin embargo, el yerro del libelo, es que las disposiciones que se citan no

satisfacen el fin pretendido.

En efecto, a propósito de la prueba testimonial, puede sostenerse que el

artículo 459 del Código de Procedimiento Penal no reviste la calidad requerida

para sustentar el motivo de nulidad en examen, toda vez que sólo faculta al

tribunal para otorgar a la declaración de testigos el valor de demostración

suficiente del hecho sobre el cual atestiguan, es decir, no constituye un imperativo

para el proceder de los jueces del grado sino que sólo tiene por objeto indicar al

tribunal un criterio determinado para ponderar los dichos aportados por los

deponentes y en cuya valoración los jueces obran con facultades privativas. En tal

virtud, corresponde a los magistrados del fondo apreciar soberanamente los

asertos de los testigos y hacer un examen estimativo y comparativo de ellos,

estando autorizados discrecionalmente para considerar o no como suficiente

prueba de un hecho los atestados que reúnan las calidades intrínsecas que

determina el mencionado artículo. Adicionalmente, el artículo 464 del indicado

cuerpo de leyes entrega al criterio de los jueces de la instancia considerar como

presunciones judiciales las declaraciones de tales personas cuando no reúnen los

requisitos del aludido artículo 459, condición que aleja al precepto del carácter

normativo que le atribuye el recurso.

A su vez, el artículo 485 del Código de Procedimiento Penal tampoco

constituye una ley reguladora de la prueba, porque solo se ocupan de definir lo

que es una presunción en el juicio criminal.

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Por su parte, el artículo 487 del mismo texto, solo se refiere a principios

generales de orden procesal, pero no contiene ningún mandato a los jueces que

deban observar en la labor de apreciación de las pruebas.

En relación a la infracción al artículo 488 del Código de Procedimiento

Penal, si bien se cita la sección del precepto que reviste la condición de norma

reguladora de la prueba -numerando 1° y 2°, primera parte-, en rigor, la lectura del

recurso no demuestra la imputación de haberse vulnerado tal disposición, pues

únicamente se plantea una discrepancia en torno a la valoración que el fallo

confiere a los elementos de convicción reunidos y relacionados en la sentencia

conforme a los cuales se estimó acreditada la intervención de su mandante en los

hechos, discordándose solo de sus conclusiones, cuestión ajena a este recurso de

naturaleza sustantiva.

Finalmente y respecto del artículo 456 bis del mismo cuerpo de normas, es

necesario señalar que dicho precepto alude a la convicción que debe tener el Juez

para condenar, lo que no lo obliga a valorar las pruebas realizadas del modo como

lo requiere el recurrente, pues éste, en virtud de la ley tiene un amplio margen

para estimarlas o desestimarlas en su actividad de valoración de aquellos medios,

por lo que mal podría configurarse la vulneración denunciada.

SEXTO: Que descartada la infracción a las leyes reguladoras de la prueba,

los hechos que configuran participación permanecen inalterados, y es a ellos a los

que hay que estarse para definir la infracción sustantiva que el recurso reclama.

Consigna la sentencia que Manríquez Bravo, a la época de la detención de

la víctima, estaba al mando de la Brigada de Inteligencia Metropolitana, bajo cuyo

control se encontraban la Brigadas Caupolicán y otras, que se encargaron de la

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detención y eliminación de personas contrarias al gobierno militar y de la decisión

sobre las operaciones en los cuarteles de detención clandestinos de la DINA, de

forma que previo concierto, el acusado participaba de las decisiones del destino

de los detenidos.

Esa conducta condujo a los jueces del fondo a su condena como autor del

delito, decisión que esta Corte comparte.

Por estas reflexiones, el arbitrio en análisis, será también rechazado.

Y de conformidad asimismo con lo que disponen los artículos 546 y 547 del

Código de Procedimiento Penal, se declara que se rechazan los recursos de

casación en el fondo formalizados por los encausados César Manríquez Bravo y

Ciro Torré Saez, en contra de la sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de

Santiago, con fecha cuatro de abril de dos mil diecinueve.

Regístrese y devuélvase con sus Tomos y agregados.

Redacción a cargo del Abogado Integrante Sr. Munita

Rol N° 12.356-2019.

HAROLDO OSVALDO BRITO CRUZ MANUEL ANTONIO VALDERRAMA


MINISTRO REBOLLEDO
Fecha: 23/06/2021 19:14:56 MINISTRO
Fecha: 23/06/2021 19:14:57

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LEOPOLDO ANDRES LLANOS DIEGO ANTONIO MUNITA LUCO
SAGRISTA ABOGADO INTEGRANTE
MINISTRO Fecha: 23/06/2021 19:25:02
Fecha: 23/06/2021 19:14:57

CAROLINA ANDREA COPPO DIEZ


ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 23/06/2021 19:50:24

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Pronunciado por la Segunda Sala de la Corte Suprema integrada por los
Ministros (as) Haroldo Osvaldo Brito C., Manuel Antonio Valderrama R.,
Leopoldo Andrés Llanos S. y los Abogados (as) Integrantes Diego Antonio
Munita L., Carolina Andrea Coppo D. Santiago, veintitrés de junio de dos mil
veintiuno.

Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

MARCELO DOERING CARRASCO


MINISTRO DE FE
Fecha: 23/06/2021 20:21:01

En Santiago, a veintitrés de junio de dos mil veintiuno, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente, como asimismo
personalmente al Fiscal Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó.

MARCELO DOERING CARRASCO


MINISTRO DE FE
Fecha: 23/06/2021 20:21:02

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. RXLTVDMVYD

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