El Derecho y La Ciencia Del Derecho en El Siglo XX

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EL DERECHO Y LA CIENCIA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX

El derecho, como las demás ramas del conocimiento humano, ha


experimentado en el siglo XX un desarrollo que ha sido vertiginoso, tanto,
que ni tiempo hemos tenido para reflexionar sobre todos esos cambios en su
conjunto, tratando de descubrir, si es que existe, una línea conductora que
nos permita considerarlos como partes de un todo, o sea su unidad, así
como, por otro lado, tratar de desentrañar los posibles rumbos que en lo
futuro tomarán las disciplinas jurídicas.
Para tratar de entender la evolución del derecho durante el siglo XX, tanto
en México como en los demás países de tradición jurídica occidental,
pudiéramos partir de tres claves de interpretación: el advenimiento y
desarrollo de la justicia social como elemento fundamental del ordenamiento
jurídico, el enorme crecimiento de las normas de derecho público y el
notable interés de los juristas por las ciencias sociales, tales como la
sociología, la politología, la economía y la historia, así como las ciencias
naturales y la tecnología.
En efecto, el siglo XIX nos había heredado un gran tema pendiente por
resolver: las terribles injusticias que la revolución industrial había creado, con
grandes masas proletarias y que si bien habían suscitado diversas soluciones,
tales como el socialismo, el marxismo o la doctrina social católica, éstas eran
a nivel teórico o ideológico, los diversos sistemas jurídicos no las habían
asumido, ni mucho menos dichas cuestiones sociales y su solución, habían
pasado a ser piedra fundamental de todo el ordenamiento jurídico, como
actualmente lo es. Por ello, a los mexicanos nos ha llenado de orgullo el
saber que precisamente fue nuestro país el primero en tomar esa actitud
bizarra, no sólo al reglamentar legalmente la justicia social respecto a
obreros y campesinos, sino hacer de ella un elemento fundamental de
nuestro ordenamiento jurídico, o sea el establecer la vocación social del
Estado mexicano, como se logró en nuestra Ley Fundamental de 5 de febrero
de 1917.
Así fue como a partir de la promulgación de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, el 5 de febrero de 1917, se dio en nuestra patria
un movimiento creciente para que los mexicanos viviésemos dentro de un
auténtico principio de igualdad, no sólo por lo que a las relaciones laborales
se refiere sino en otros campos más como lo son la educación, la seguridad
social, la reforma agraria e inclusive la orientación redistribuidora de la
riqueza por parte del derecho tributario. Por otro lado, no debemos perder
de vista, que la Constitución de Querétaro sólo representó el inicio del largo
camino de la justicia social, no era, ni mucho menos, la consumación de tal
aspiración; para cumplir con este anhelo desafortunadamente falta un gran
trecho por andar.
Se ha trabajado mucho y, sin embargo, otros países nos han superado, ya que
si no ha sido posible avanzar más es porque desafortunadamente hemos
desarrollado enormes cánceres sociales, como la demagogia, la
irresponsabilidad pública, pero sobre todo la impunidad y la corrupción,
siendo esta última un fenómeno no propio o exclusivo del sector público, ya
que se da en otros sectores como lo son el privado o el social, no obstante
ello, es precisamente en el sector público donde agravia y ofende más la
corrupción oficial, ya que es ahí donde la gente esperaría no sólo lo contrario
sino el dique que preservara y resistiera todo tipo de corrupción, por ello la
calificamos de cáncer social y el obstáculo más grande, junto con la
demagogia, la impunidad y la irresponsabilidad de los servidores públicos a
todos sus niveles, para avanzar en el largo camino de la justicia social.
De todas las ramas del derecho, el derecho administrativo es el que ha tenido
un crecimiento más espectacular, de tal suerte que ya no es un sector
jurídico más o menos uniforme u homogéneo, sino más bien un conjunto de
disciplinas producto de los diferentes sectores de la intervención del Estado
en la vida económica y social de la nación; así encontramos un derecho
forestal, un derecho turístico, un derecho fiscal, un derecho aduanero, un
derecho de las telecomunicaciones, un derecho ecológico, etcétera, todo lo
cual, antes, sólo se concebía como una unidad: el derecho administrativo.
Ese desarrollo impresionante del derecho público ha sido más bien
desordenado, por no decir anárquico, de tal manera que en el quehacer
cotidiano del Estado encontramos muchas incongruencias, repeticiones,
lagunas, etcétera, lo cual, necesariamente, no sólo da pie a un burocratismo
absurdo y despilfarrador de recursos materiales, sino que además es el caldo
de cultivo de la corrupción oficial y la ineficiencia del Estado para cumplir a
cabalidad con sus compromisos sociales.
El derecho mexicano, a principios del siglo XXI, se enfrenta a múltiples
problemas, quizá de todos ellos podamos destacar dos: su modernización y la
corrupción. Por otro lado, tenemos que reconocer que la ciencia jurídica
mexicana no está pasando por su mejor momento, ni mucho menos, pues es
evidente que otras épocas fueron mucho mejores en este aspecto. Dicha
decadencia se manifiesta de modo particular por el enorme temor que
manifiestan ante cualquier posibilidad de cambio, de tal suerte que dicho
inmovilismo no es otra cosa más que la manifestación de una gran
ignorancia, particularmente de lo que sucede en otras latitudes de nuestro
mundo en materia jurídica, junto con una falta de rigor académico y
profundización del pensamiento jurídico. Estamos convencidos que ese
lamentable conservadurismo del jurista mexicano es la principal causa del
retraso que hoy día padece el ordenamiento jurídico mexicano.

Azael Gutiérrez

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