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BORDES, AGOSTO-OCTUBRE DE 2021.

REVISTA DE POLÍTICA, DERECHO Y SOCIEDAD


ISSN 2524-9290 http://revistabordes.com.ar

Hacia la
despenalización
del aborto en Chile

NICOLE DARAT GUERRA (UNIVERSIDAD ADOLFO IBÁÑEZ)


12 DE OCTUBRE DE 2021

El pasado 28 de septiembre la Cámara de Diputadas y Diputados aprueba en general la


despenalización del aborto hasta las 14 semanas. Esta votación es interesante por varias
razones, una de ellas es que ocurre en medio de un año electoral y en medio de un proce-
so constituyente donde la Asamblea (o convención como se ha dado en llamar, quizá en
un último intento de parte del poder constituido por retener la soberanía) está mayori-
tariamente a favor de cambios sociales profundos, los que muy probablemente incluyan
la eliminación del polémico inciso segundo del artículo 1 de la actual constitución que
dice “la ley protege la vida del que está por nacer” y con el cual hemos estado lidiando
desde la imposición de la Constitución hecha en plena dictadura, en el año 1980.

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Nicole Darat Guerra

El año 2017 se legalizó la interrupción voluntaria del embarazo en 3 causales: violación,


riesgo de vida para la madre e inviabilidad fetal. En ese momento el debate en el Con-
greso ya exhibió las posiciones contrarias a los derechos sexuales de las mujeres y cuerpos
gestantes, mostrando particular resistencia a aprobar la causal de violación. Hoy, a 4
años de la entrada en vigor de dicha ley, y en medio de la pandemia del COVID-19, el
“Monitoreo social”,1 hecho por varias organizaciones feministas, da cuenta de que, a las
ya existentes dificultades para acceder a la interrupción del embarazo en alguna de estas
causales, producto fundamentalmente de la objeción de conciencia permitida por la ley,
se sumaron las dificultades propias de la pandemia y las consiguientes cuarentenas.

La ley aprobada en 2017 ponía en evidencia la desigualdad territorial. Existen centros


de salud donde no hay suficiente personal no objetor de conciencia como para llevar a
cabo un aborto. Así, si se es de la capital, y en particular, de la zona centro de la capital,
se tienen mayores posibilidades de acceder a un aborto en estas condiciones extremas
permitidas por la ley. Según las cifras del Ministerio de Salud, entre 2018 y 2020 se han
registrado 1827 abortos legales.

Sin duda lo de 2017 fue un avance, pero la objeción de conciencia individual, e incluso
institucional, ha representado un gran obstáculo para muchas niñas, mujeres y otras
personas gestantes. Con todo, desde entonces la consigna del movimiento feminista ha
sido “infinitas causales” y “no bastan 3 causales”. Estas consignan buscan poner de relie-
ve que las 3 causales legalizadas hace 4 años no logran cubrir la infinidad de causas por
las que una mujer o cualquier persona gestante, puede decidir poner fin a un embarazo.
Las 3 causales, tal como lo destaca la Corporación Humanas,2 no garantizan el derecho
a interrumpir el embarazo a la mujer en su calidad de sujeto de derecho, sino que lo
consideran una excepción para casos extremos, dejando la verificación de esa excepción
al personal médico, mediatizando una decisión que acaba no perteneciéndole del todo.

El aborto fuera de estas tres causales sigue teniendo una pena que va de 3 años y un día
a 5 años de cárcel. Si bien no hay cifras actualizadas de cuántas mujeres están presas por

1 Informe Monitoreo Ley IVE 2021. Recuperado de https://mesaborto.cl/wp-content/uploads/2021/05/INFOR-


ME-MONITOREO-FINAL.pdf
128 2 ONG feminista que ha sido un pilar importante en el activismo a favor de los derechos sexuales y reproductivos.
Hacia la despenalización del aborto en Chile

abortar en nuestro país, la verdad es que la cárcel acaba siendo el destino para las per-
sonas más pobres. Nuevamente, lo que se encarcela es la pobreza. Y, como sea, la ame-
naza de cárcel sigue actuando fuertemente sobre las conciencias de mujeres y personas
gestantes que temen ser encarceladas si piden ayuda para interrumpir su embarazo o si
llegan a un centro asistencial producto de complicaciones por un aborto con pastillas.
Esta limitación del derecho de las mujeres y otras personas gestantes a decidir sobre sus
propios cuerpos produce que, quienes tenemos capacidad de gestar, gocemos de una
ciudadanía parcial, sin reconocimiento de nuestra autonomía y, por ende, sin derecho a
decidir sobre nuestro proyecto de vida. Mientras no exista aborto legal, las personas con
capacidad de gestar no gozaremos de una igualdad sustantiva.

Fue en 2018 cuando se introdujo esta moción que buscaba modificar el artículo del

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código penal que impone penas de cárcel por el delito de aborto, ya sea a la persona ges-
tante o a quienes la ayuden con su consentimiento. Se trata de una indicación que busca
modificar algunos artículos del código penal, de modo tal que solo penalicen el aborto
cuando este ocurre con posterioridad a la semana 14 de gestación. Esta moción fue in-
troducida por un grupo de parlamentarias de izquierda y de partidos de centro (Partido
Comunista, Frente Amplio y la ex-Concertación). Esta indicación había dormido en
el congreso hasta enero de este año, cuando se retomó la discusión en la comisión de
Mujeres y Equidad de género, lo que condujo a la instancia de su aprobación en general
a fines de septiembre. Dadas las limitadas atribuciones de las diputadas y diputados, el
proyecto de ley no puede incluir el gasto de fondos públicos, por lo que se trata mera-
mente de un proyecto de despenalización, y no de legalización, es decir, no hace forzosa
la provisión del acceso al aborto en los centros de salud pública.

De momento el proyecto ha vuelto a la comisión de Mujeres y Equidad de género para


estudiar las observaciones que recibió en la Cámara. En esta comisión las fuerzas están
divididas, en la discusión previa a su presentación en la Cámara, la votación al interior
de la comisión no fue favorable, no solo por el voto de las diputadas de derecha presen-
tes en la comisión, sino también por el voto en contra de una parlamentaria demócrata
cristiana. Esto último no debería sorprendernos, si no fuera porque la candidata a la pre-
sidencia, abanderada por dicho partido, se ha manifestado a favor del aborto, e incluso
ha resaltado su condición de ser la única candidata mujer, como sinónimo de un sello
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Nicole Darat Guerra

feminista. Todavía falta por ver qué puede suceder al interior de esta comisión, que otras
indicaciones pueden hacérsele al proyecto, y cómo será votado en el Senado, ya que esta
instancia es mucho más conservadora que la cámara baja, y tiene menor presencia de
las nuevas fuerzas de izquierda y del Partido Comunista, que son quienes, en suma, han
impulsado este avance.

El gobierno de derecha del presidente Sebastián Piñera, ya ha manifestado a través de su


Ministra de la Mujer y Equidad de Género, Mónica Zalaquett, que se opondrán al pro-
yecto y lo llevarán al Tribunal Constitucional, buscando aferrarse al marco normativo
de una Constitución a la cual muy probablemente le quedan sus últimos estertores de
vida. La apelación al Tribunal Constitucional ha sido la estrategia preferida de la derecha
cuando pretende frenar transformaciones sociales. No es de extrañarse que se opongan
tanto a las modificaciones a la Carta Magna, ni que obstruyan continuamente el proceso
constituyente en curso.

La celebración de este hito fue transversal en el movimiento feminista, y en general pare-


cen haber quedado atrás las sospechas que suscitó el proyecto cuando se presentó como
moción parlamentaria en 2018; entonces parte del movimiento feminista vio como un
intento de captura por parte de la llamada “bancada feminista”, de una demanda que
le pertenecía al movimiento. Con todo, los desafíos para el movimiento feminista en
Chile continúan. De aprobarse la despenalización del aborto, su acceso no queda garan-
tizado por el sistema de salud pública, por lo que acceder a un aborto seguro seguiría
dependiendo de si se tienen los medios y/o las redes para acceder a él. Adicionalmente,
el proyecto solo pone una indicación en el código penal donde añade que se penalizará
solo si se realiza “después de las 14 semanas”, y no cambia el concepto de “mujer” como
la destinataria de esta despenalización. ¿Qué pasará con las personas trans y no binarias,
pero en particular con las personas trans que ya han hecho el cambio de sexo registral?

A mediano plazo, el escenario es auspicioso para el avance del aborto legal. Con una nue-
va Constitución en vigor, es muy probable que el tramposo inciso sobre la protección
legal de la vida del que está por nacer salga del escenario y pueda avanzarse en garantizar
un acceso igualitario a la interrupción voluntaria del embarazo y, con ello, a un mayor
goce de los derechos sexuales y reproductivos de quienes tienen capacidad de gestar.
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Hacia la despenalización del aborto en Chile

La campaña feminista iniciada en 2017 con la consigna “no bastan 3 causales”, no exige
precisamente “aborto legal”, sino aborto libre, seguro y gratuito. La legalidad genera
sospechas entre los colectivos autónomos que desconfían del control del Estado sobre
los cuerpos gestantes y que, con dicho control, nuevamente la decisión sea arrancada
de las manos de las mujeres y personas gestantes. Existe una larga historia de colectivas
feministas que han ayudado a abortar en la clandestinidad y que no aspiran a que dicha
labor sea relevada por el Estado, reivindicando así las prácticas de cuidado y apoyo mu-
tuo que son propias de los grupos subalternos. Esta discusión, sin duda, no es sencilla.
Pero garantizar la gratuidad del aborto, al menos para hacerlo de manera generalizada y
segura, requiere del aparato del Estado para llevarse a cabo, por lo que, cuando llegue-
mos a esa fase de la discusión, es decir, cuando hablemos finalmente de legalización del

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aborto, puede que reactivemos algunas de las diferencias que nos han desarticulado en
años anteriores. Esperemos que el efecto de nuestros disensos no sea la desmovilización,
sino la búsqueda de un terreno de construcción colectiva, que no abandone la calle y los
territorios, pues será preciso seguir monitoreando la implementación de estos avances,
como se ha hecho hasta ahora con las 3 causales; pero que tampoco renuncie a disputar
el plano institucional que se hace imprescindible en la lucha por los derechos. Una lucha
que es de largo aliento.

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