Nuevas Familias... Baeza
Nuevas Familias... Baeza
Nuevas Familias... Baeza
Nuestra época actual postmoderna o de modernidd líquida como gusta llamarla a Bauman, (2005) muestra a los jóvenes con una
concepción escéptica y relativista de corte hedonista que también circula en los medios reforzando sus conductas.
La noción de instantaneidad, que también señala Bauman (2003) y es notoria en nuestra juventud, se refiere a una concepción muy
rápida y a un lapso muy breve de tiempo, que en realidad, denota la ausencia de tiempo lineal; es decir una concepción temporal
demasiado rápida que excluye la posibilidad de anticipación y resta posibilidad a la espera y a la demora.
Los cambios en lo social resuenan y potencian a su vez los cambios en las familias actuales. Los miembros de las familias han
visto afectados profundamente sus vínculos, sus roles, sus funciones e interacciones cotidianas y su forma de inserción en la
sociedad más amplià.
La falta y precarización del trabajo y la subocupación (de una mayoría de hombres) erosionan la autoestima y la dignidad personal.
Este factor resuena negativamente en toda la familia y mucho de este malestar se traslada e inunda a la escuela.'
Cuando una sociedad en desarrollo y en crecimiento como la nuestra, subestima el capital humano y social, los ejes básicos de
salud, educación, nutrición, justicia y equidad no sostienen a las familias, que quedan inmersas en una tenue y frágil trama social.
Aquellos valores tradicionales, en los que hemos sido formados quienes hoy somos adultos, tales como el esfuerzo, la constancia,
la honestidad, la voluntad y el trabajo son devaluados, descalificados y ya no sirven como líneas rectoras de la conducta. Tampoco
surgen otros valores a los que
21
Estas nuevas pobrezas, que evidencian muchos de nuestros niños y jóvenes actuales, son analizadas por distintas disciplinas y
convalidadas en las
consultas clínicas.
La desmotivación, la apatía, el aburrimiento y todos sus parientes próximos como el desinterés, la desilusión...y algunos otros,
parecen asentarse sobre una pérdida general del significado y sentido de la vida. Bauman (2006) se refiere a ello como una vida
líquida, poco comprometida, "desperdiciada", cercana a la desesperanza, sentimiento que anida en la base de muchas
depresiones.
ME ABURRO...
La desilusión juvenil frente a una realidad poco alentadora, las dudas acerca del futuro, que se combinan muchas veces con la
superespecializa- ción del aprendizaje; aumenta la incertidumbre acerca de la adecuación y exigencias de la preparación recibida
para insertarse eficazmente en el
mundo laboral.
Estas características, especialmente corroboradas en los procesos de orientación vocacional-profesional, muestran cómo la
diversificación de los perfiles laborales y profesionales producen más desmotivación y desconfianza respecto de la capacidad del
sistema educativo y social, para satisfacer metas y expectativas.
El contexto educativo en especial y el contexto social más extenso, poten- cian la competencia versus la solidaridad y se emplea,
casi con exclusividad, un poder de tipo sancionador y de recompensas.
La burocratización aumenta, crece la impersonalidad, decae la solidaridad social y como en espiral, se genera mayor decepción,
apatía y crisis agudas de significado.
1474/7
1
Existen investigaciones de campo (Solowa, R. Premio Nobel de Economía) que muestran cómo las personas que están
desocupadas por un período mayor a un año, se retiran totalmente del mercado de trabajo, se retraen socialmente porque hay un
marcado descenso de la autoestima personal. Ver Kliksberg, B en "Nuevas direcciones en el debate mundial sobre la pobreza...."
CAPÍTULO 3
Nos resultan ya más conocidas, algunas de las nuevas configuraciones familiares: familias monoparentales, unipersonales (hoy
además de adultos, incluso muchos adolescentes y jóvenes viviendo solos) familias ensambladas y otras formas de organización
familiar. (Baeza, S 2006). No hemos sin embargo, profundizado suficientemente aún, en el impacto que cada una de estas
configuraciones tiene sobre la subjetividad y los aprendizajes de niños y jóvenes.
Mirando de cerca las familias de hoy, observamos cómo la nuclearización y urbanización se mantienen como tendencias firmes. Se
observa cada vez más un grupo familiar reducido, con un número menor de hermanos y escasos ( a veces nulos) contactos con
abuelos, tíos, primos, es decir con la familia extensa.
Un número importante de familias convive en espacios urbanos separados del núcleo familiar más extenso. Entre otras cuestiones
esto ha contri- buido a su debilitación, lo que conduce a que la socialización primaria- familiar de los niños, sea una responsabilidad
casi exclusiva de los padres, compartida en un alto porcentaje de casos, con otros sistemas sociales.
La familia contemporánea va absorbiendo los cambios, con contradicciones y ambivalencias epocales, va modificando
progresivamente la morfología y la configuración familiar, reduciendo la convivencia generacional, flexibilizando muchas de sus
reglas y en ocasiones, favoreciendo una relación más fluida, comprensiva y tolerante entre padres e hijos.
La familia argentina.
Si hacemos foco iluminando a la familia argentina en particular, muy en sintonía con la familia latinoamericana, se nos presentan
duras realidades que impactan fuertemente en el núcleo familiar y están profundamente enraizadas con el mundo laboral,
económico y el educativo.
Todavía muchas familias viven un silencioso drama de vastas proporciones. El aumento de mujeres solas jefas de hogar, la
renuencia de hombres jóvenes a formar familias, con la consecuente ausencia de la figura del padre, el aumento de nacimientos
fuera del matrimonio, las madres precoces, el flagelo de la violencia doméstica, la incapacidad de muchas familias de proporcionar
una infancia protegida y los niños de la calle, son deudas pendientes. desarticulación y desnutrición familiar que también impactan
nuestros Cada una de estas cuestiones conforman un cuadro de debilitamiento, roles profesionales. A pesar de todo...
La familia, sigue constituyendo un grupo humano primario, en el que confluyen un conjunto de relaciones, vivencias e interacciones
personales de difícil cuantificación, y constituye uno de los núcleos sociales que ejerce una poderosa influencia sobre la persona a
lo largo de toda la vida. Nuestra sociedad, aún considera a la familia como aula primordial y responsable de proporcionar la
socialización primaria de los niños introduciéndolos en el contexto social más amplio.
Crisis, cambios y modificaciones en las últimas décadas, por lo menos en un amplio espacio planetario, y a pesar de predicciones
en sentido contrario, re- confirman la idea de una amplia mayoría de personas que seguimos considerando a la familia como centro
y espacio privilegiado de nuestras vidas, y aceptando algunas de sus características centrales.
La familia implica: una diferencia generacional, una relación de asimetría y una clara función de sostén y pertenencia.
Hoy la familia también es considerada una red intersubjetiva, más allá de los vínculos sanguíneos, que implica filiación y
transmisión, a cargo de la socialización primaria.
Lo que si ha cambiado significativamente, es su composición y sus moda- lidades de funcionamiento. Se ha reducido su tamaño,
pasando de la familia extensa de antaño a la familia nuclear de hoy. Es un grupo familiar con una mujer que se ha incorporado
intensamente al mercado de trabajo, con hijos que ingresan desde muy temprano a otras instituciones y pasan mucho más tiempo
que antes en compañía de otros adultos diferentes a sus padres o en contacto intenso con la televisión y otras tecnologías.
El vínculo matrimonial, por su lado ha perdido su carácter incondicional; hoy incluye cuestiones de género (matrimonio igualitario) y
la composición de la pareja o de la familia entera, puede cambiar una o más veces durante el período de niñez y juventud.
El rol de la familia en la transmisión cultural básica, es compartido hoy con instituciones secundarias. Los medios de comunicación
han asumido varias de las funciones que antaño eran casi exclusivamente familiares. Entonces, y a pesar de las distintas
configuraciones que hoy presenta el sistema familiar, éste mantiene sus funciones básicas aún cuando se redistribuyen de modo
diferente a las tradicionales.
Cualquiera sea la configuración familiar, la necesidad del hijo que llega, es la de sentirse dentro, de un proyecto familiar, de su
historia, de sus valores, creencias y lenguaje; es decir con derecho a la continuidad en el tiempo, derecho al reconocimiento y
respeto como persona.
La construcción de la subjetividad
"Los hijos no vienen a este mundo a satisfacer a los padres, ni a cumplir deseos frustrados o postergados de éstos, ni a ser
aplicados actores de guiones ajenos, ni a llenar vacíos existenciales de los adultos, ni a ser compañeros de padres solitarios, ni a
convertirse en instrumentos funcionales de competencias o rivalidades que sus progenitores dirimen con quien fuere que lo
hicieren. Los hijos vienen a cumplir un propósito único e intransferible, a desarrollar una vida propia, a convertir en actos la
potencialidades que se encierran en su ser." (Sinay, 2008).
A su vez el rol de padre / madre tampoco se aprende a priori, sino que va siendo y se va haciendo con el hijo. En este proceso
influyen las experiencias con los propios padres, con los hermanos durante la infancia. Todas estas experiencias se reactualizan
con la parentalidad, en sintonía con los aspectos que resuenan de cada hijo.
Lo que estamos diciendo se refiere a que ser padres, tiene que ver con modelos culturales. Ser padres, formar una familia, varía de
cultura a cultura de momento histórico a momento histórico, de la etapa personal del ciclo vital personal en que nace cada hijo y en
que se forma cada familia. Así, cada familia se forma dentro de la moral social de su contexto, con la cual puede o no coincidir con
otras, adoptando una ética familiar que tiene efectos en el modo de crianza y de encuentro o de desencuentro, con otras familias
del entorno social cercano.
Lo mejor y también lo peor de nosotros se juega dentro de la familia. Cuando la familia es exitosa en su desempeño y establece
una fecunda colaboración con los demás sistemas, logra su propósito clave de ser eje para la configuración de la propia identidad.
Allí se fraguan los primeros proyectos de vida, se mama el conocimiento que atañe a las cuestiones fundamentales de la vida
humana, se entrelazan estrechamente lo cognitivo, lo social y lo emocional. Es el eje de la salud personal y el antecedente crucial
para la adecuada inserción social. Cuando la familia fracasa en el desempeño de sus tareas fundamentales, el daño que produce
en cada uno de sus miembros es muy intenso y duradero.
Cada sistema familiar puede favorecer la patología o la sanación, lo cual no anula la conducta individual, ni hace a todos los
miembros igualmente responsables de su situación y evolución.
Nuevas miradas
Otro hito interesante para reflexionar desde lo familiar, son los modelos en que hemos sido formados, tanto en salud como en
educación. En ellos predomina una mirada puesta más en los déficits que en los re- cursos, en lo patológico más que en lo
salutógeno, que hoy, está cambiando. Autores como Seligman (1999), muestran claramente cómo se puede forjar el optimismo ya
desde los estadios preescolares y naturalmente antes,
Una de sus claves es adquirir, desde el seno familiar, el hábito de enfrentar/ afrontar los desafíos y superar obstáculos, alejada de
modelos como "lo que no se" o "lo que no puedo" / " lo que no tengo", o “porque no me lo dan"... modelo que se complementa y se
relaciona con el concepto de Alfabetización Emocional que desarrollamos en capítulos posteriores.
Desde otros lugares, clínicos, teóricos, investigadores y docentes (Goolishian- Selekman, Selekman 1993) impulsamos hoy, desde
la llamada psicología positiva, modelos centrados, en las fortalezas, recursos y factores que fomentan, acompañan y sostienen el
bienestar de las personas, hacia un sano desarrollo de los sentimientos y las emociones.
Sea en términos familiares o educativos, movernos hacia un paradigma que privilegie el registro de lo saludable por encima de lo
enfermo o deficitario parece facilitar y abrir caminos hacia el cambio.
Otro proceso contemporáneo, (Baeza, 2007) pero que también hace al conjunto de lo que venimos exponiendo, nos enfrenta con la
desinfantilización de la infancia, la adultización de la infancia o su reverso, la adolescentización social.
Aquella infancia tradicional y el contexto que la rodeaba, desapareció y se transformó. Aquel concepto de niño "tierno, feliz,
incontaminado" para el que pensamos y construimos un tipo de aprendizaje secuenciado, graduado, con una información
controlada, ha desaparecido frente al desorden cultural que han creado y facilitado los medios.
El video -niño- digital de hoy va a una nueva "paideia", que nada tiene que ver con la escuela tradicional cuya representación aún
guardamos en nuestro imaginario.
y formación tradicional, también parece estar casi extinguido. La incomu- Por su lado, el adolescente teórico-casi romántico, de
nuestro imaginario nicación de aquel adolescente no se corresponde con el adolescente actual "chateador", que pasa horas
comunicándose. Y así llegamos hoy a una moratoria social, en la que la adolescencia y juventud perecen llegar hasta ya pasados
los 30, 35 años.
Estos mandatos, muy presentes en la vida cotidiana, a veces tienen pocos referentes reales, pero gozan de mucho poder a la hora
de actuar; y aunque útiles por su valor como profecía y cohesión para la familia, muchas veces suelen esconder conflictos de
insatisfacción o de hastío al no alcanzar su concreción. Parece interesante echar una mirada sobre ellos en relación con la vida
familiar.
Entre nosotros los argentinos todavía parece tener mucha vigencia el mito de la armonía familiar referido a la unión, paz, amor
familiar entre todos, felicidad material y normalidad ("somos muy honrados, respetamos la autonomía de nuestros hijos, somos una
familia siempre muy unida", etc). (Baeza, S. 1994).
Otro mito, el "del chivo expiatorio", es también bastante frecuente y en sintonía con una música muy argentina, que el lenguaje
vulgar confirma "yo argentino" Este mito, genera la sensación en la familia de que "alguien - otro / no yo" es culpable; poniendo el
acento en una persona o suceso que al ejercer la función de chivo expiatorio, carga con todas las desgracias de una familia (sea el
padre alcohólico, un accidente, la ruina familiar por culpa de un mal negocio, la culpa en los genes, etc.), disculpando y
desvinculando a la persona de toda responsabilidad. El mito de la salvación, también generalizado entre nosotros, apunta a la
aparición de algún salvador mítico, mágico y omnipotente, que l la familia de todo sufrimiento. Al igual que en el mito del chivo
expiatorio, libere a la familia se siente liberada de la responsabilidad grupal.
El mito del sacrificio voluntario (dar sin pedir nada a cambio), apunta e implica que algunas personas en esa familia aceptan su
entrega como valor prioritario "sufrir por el bien de la familia"; produciendo una anulación y un sentimiento de soledad personal.
Otros mitos como el de "una madre no se equivoca" o "una buena madre nunca pierde el control" o bien "la madre es la principal
artífice de la vida del hijo" también cuentan con un lugar de privilegio y nos atan a ideales, a veces distorsionados.
El mandamiento fundante de nuestra tradición judeo-cristiana “Honrarás a tu padre y a tu madre", que incluye el concepto de lo
intergeneracional, no es entendido hoy por los padres ni acatado por los hijos como uno o dos siglos atrás.
Otro mito -muy fuerte en los años 50-, que felizmente se va desarmando, se basaba en la idea de no intrusión en las dotes innatas
y la creatividad del niño y luego del adolescente. Tanto en casa como en la escuela, se exaltaba la importancia de un método
altamente permisivo, sin reglas, incentivos, castigos o recompensas que podrían causar traumas, frustraciones y estrés.
La reflexión sobre los mitos, los mandatos, las teorías de moda o las opiniones de los medios es indispensable, ya que pueden
perturbar la relación entre padres e hijos. Todos son mensajes que inducen a actitudes y comportamientos en los hijos o en los
padres, capaces de originar y sostener círculos viciosos.
Aunque no existen modelos familiares puros y suelen darse combinaciones de unos con otros, pensamos que, como toda
clasificación, sirve para dirigir la observación, ampliar el análisis y sobre todo evaluar las consecuencias de algunos aspectos por
sobre otros.
Caracterizaremos:
Es una modalidad familiar cerrada y muy protectora. Se caracteriza por ponerse en el lugar de los hijos considerándolos frágiles,
inten- tando evitarles toda dificultad o frustración, o directamente hacien- do las cosas por ellos.
La modalidad comunicativa, inclusive la no verbal, es la asistencia rápida, la intervención inmediata del adulto, incluso la
anticipación ante la mínima dificultad del hijo. Gradualmente se va gestando en los hijos la sensación de incompetencia y hasta de
incapacidad y en el tiempo el riesgo, es que no asuman responsabilidades ni riesgos vitales.
Los hijos en esta modalidad no aprenden a afrontar la consecuencias de sus actos, predomina el sentimiento de "soy especial /
extraordinario, las cosas me corresponden por derecho y no me voy a exigir para obtenerlas".
La sobreprotección implica que no confiamos en la capacidad de nuestros hijos de resolver sus problemas y se los evitamos o
resolvemos, sin darles tiempo de que lo intenten por su cuenta. Esta actitud, no les permite aprender a cuidarse a sí mismos ni
enfrentar desafíos cada vez más complejos o resolver problemas en cuestiones de dificultad creciente. El mensaje oculto transmite
"sólo no puedes / no vas a poder".
Son hijos que no aceptan frustraciones, y a veces reaccionan con agre- sividad si sus necesidades no son satisfechas por el solo
hecho de haber sido expresadas. Como sagazmente escribió Oscar Wilde "con las mejores intenciones se obtienen la mayoría de
las veces, los peores efectos" En este tipo de sistema familiar el amor expresado de ese modo, obstaculiza la construcción de sí
mismo, de la autonomía, la capacidad de elección y la responsabilidad de las propias acciones.
En este modelo, padres e hijos, son amigos, pierden la asimetría que caracteriza las relaciones familiares. Es una modalidad que
muestra la ausencia de jerarquías y en general la falta de autoridad. El supuesto más evidente es que hay que llegar -no importa
cómo a un consenso que se obtiene a través del diálogo, fundado en argumentos razonables o razonamientos interminables. Todo
se pacta, la finalidad última es lograr la plena armonía familiar, sin conflictos y, peligrosamente, se asume que todos los miembros
de la familia tienen los mismos derechos. El hijo es admitido en calidad de par / igual desde edades precoces, en decisiones o
conflictos. Ante el conflicto se cede o se evita.
Esta modalidad, convierte muchas veces a los hijos en dominantes y los padres quedan a expensas de sus caprichos y deseos. El
hijo actúa bajo el supuesto "cuánto más prepotente soy, más obtengo".
Las premisas de estas familias no prevén reglas firmes y constantes ni sanciones. Todos pueden modificar las reglas a su propia
conveniencia. Padres e hijos están en el mismo plano.
Esta simetría, facilita en oportunidades lo que llamamos la adolescentiza- ción de los padres, que a veces imitan a sus hijos en su
forma de vestir, en sus gustos musicales o prácticas deportivas, (Baeza 2007) transformán- dolos en guías o referentes poco
creíbles como apoyo y brújula para sus hijos ante las dificultades, sumiéndolos en una incertidumbre e inseguridad constante.
3. El modelo sacrificante
Como su nombre lo indica, esta modalidad centra su visión del mundo en el sacrificio de uno o más miembros para proteger a
otros. Se relaciona intimamente con el mito del mismo nombre.
Los roles se dirimen en términos de "un altruista" en una posición de inferioridad y otro, el "egois- ta" en una posición aparente de
superioridad. El mito que sostiene estas conductas es que los padres deben sacrificarse por los hijos, dejar de hacer cosas para sí
mismos. Dejar lugar al placer, en esta modalidad a veces anclada en una concepción religiosa, se considera que seguramente
atraerá la desgracia.
Si el sacrificio no es apreciado, por ellos beneficiarios, éstos se enojan. Los padres tienen la expectativa de que los hijos los
recompensarán, por todo lo que hacen por ellos, obteniendo éxito en la vida o todo aquello que ellos no han podido tener. Todos los
recursos de la familia están a disposición de los hijos, a fin de que tengan posibilidad de destacarse.
Los hijos hiperprotegidos de esta modalidad saben poco de frustraciones y de rechazos. A veces encuentran dificultades en la
inserción social o ad- hieren justamente al polo opuesto, por ejemplo grupos extremos que se les imponen como referentes fuertes.
(skins - neo-nazis - dark - otras bandas).
4. El modelo intermitente
Está caracterizado por una interacción entre adultos y jóvenes que continuamente, es caótica, con ambivalencias continuas -en
cualquiera de los roles- y que dan lugar a la alternancia entre posiciones opuestas. I ejemplo un miembro asume conductas de
hiperprotección seguidas de conductas permisivas extremas, para asumir por último un papel de víctima sacrificante.
Los mensajes que circulan, son por lo tanto confusos y sumen a los miembros en un sentimiento de duda e inseguridad continuas
acerca de la validez misma de las propias acciones y posiciones.
Tampoco en este sistema hay reglas fijas o continuas. Estas son objeto de revisiones permanentes. Están ausentes las bases
seguras y los referentes. La constante es el cambio continuo.
Las consecuencias en la conducta de los hijos a partir de este modelo, es que genera actitudes de inconstancia y duda continua de
que la estrategia elegida sea la idónea. Faltan oportuni- dades para demostrarse eficaces, por lo tanto predomina la inseguridad.
5. El modelo delegante
Es el que caracteriza a una pareja recién formada, pero que no logra desarrollar un sistema autónomo de vida, sino que se inserta
en un contexto de relaciones familiares en la familia de origen de uno de los dos cónyuges. Puede -o no-haber cohabitación, pero
hay una excesiva implicación con los padres/familias de origen y no consiguen concretar la emancipa- ción de la nueva familia.
Esta delegación, a veces implica una renuncia total o parcial a nuevos roles, de los miembros de la joven pareja.
Este modelo, a veces sostenido en nuestro medio por situaciones de necesidad económica extrema, hace evidentes las dificultades
a medida que los hijos crecen y requieren necesidades diferentes. Cada hijo se encuentra con varios (tres o cuatro) padres /
madres, que a veces compiten entre si para satisfacer sus demandas.
Los mensajes y la comunicación predominantes son confusos, pues suele haber contradicción entre lo verbal y lo no verbal; ya que
para mantener la paz familiar puede ser arriesgado para alguno/s decir lo que realmente se piensa. Los gestos son elocuentes
(ojos al cielo - gestos de resignación, guiños a la espalda de, tonos de voz irritado).
En estos sistemas la lealtad a las antiguas reglas / leyes de los abuelos continúan válidas e inamovibles para todo el grupo familiar
más extenso. ("en esta casa todo queda como era antes: horarios, costumbres, jerarquías, decoración").
Las consecuencias, como no es difícil imaginar, es que los padres no sean los verdaderos padres de sus hijos sino algo más
cercano a hermanos mayores, que piden a veces su apoyo cómplice; disminuyendo las ocasiones de inter- cambio, de
enfrentamiento y de experiencias comunes. Lo que los padres critican o prohíben es aprobado por los abuelos, y viceversa. A estos
hijos, cuando adolescentes, les faltan ejemplos de comportamientos autónomos.
6. El modelo autoritario
Es un modelo relacional en el cual uno de los padres o ambos ejercen el poder sobre los hijos. Más estudiado, tal vez por tradi-
cional, característico de épocas pasadas y casi superadas, todavía cuenta con familias que se inspi- ran en él.
La jerarquía y la autoridad es ge- neralmente puesta sobre la figura del padre, con la mujer en una posición inferior y los hijos con
poca o ninguna voz, que deben aceptar los juicios y dictámenes impuestos por los padres. Suele existir una sobreexigencia en lo
académico y en la adquisi- ción de habilidades y competencias con las que obtener éxitos personales. El hijo mayor, muchas veces
ocupa un lugar central y existen diferencias notorias en la relaciones de los dos sexos (reglas y permisos / prohibicio- nes para las
mujeres u otras reglas para los varones).
7. El modelo transnacional
El modelo -muy actual- de familia transnacional, es un modelo al que es necesario prestar atención pues expone una modalidad
relacional característica de nuestro mundo globalizado, que se agrega o combina sobre otras ya existentes.
Los inmigrantes actuales pueden ser pensados como transnacionales, ya que mantienen conexiones múltiples con sus países y
familias de origen a través de la tecnología de la comunicación (vía teléfono, correo electrónico, chats con imágenes, envíos de
dinero, etc.). Estos nuevos inmigrantes o transmigrantes suelen sostener dos o más idiomas y dos culturas nacionales. Los lazos
con la familia de origen no se cortan, sus contactos familiares y su lengua, continúan presentes y evolucionan durante toda la vida.
La lengua del país de adopción y los valores de cada cultura, se manifiestan y alternan dependiendo del contexto sin demasiado
conflicto. Naturalmente la ausencia de proximidad física y de convivencia diaria produce que se debiliten los lazos emocionales
característicos de las relaciones familiares íntimas y cotidianas (rutinas, conversaciones diarias, acontecimientos personales de
cada miembro, comidas, hábitos, rituales).
El riesgo suele ser la deformación en las comunicaciones que se establecen entre quienes quedaron y quienes partieron lo que
puede dar lugar a ambigüedades, distorsiones, falsedades o idealizaciones. Son familias, en general, con límites o fronteras
ambiguas, poco claras (quién está dentro o fuera de esa familia / cuándo / para qué). Tanto la partida como los momentos de
reencuentro ponen a este tipo de sistema familiar en situación de crisis intensas.
Estilos parentales
Otra clasificación muy fecunda y en sintonía con la que venimos expo- niendo, nos proporciona una tipificación de los roles de
adultos/padres frente a un límite. Es interesante considerarla ya que puede ser transferida a niveles macro-sociales y naturalmente
educativos.
El espacio de tolerancia de los padres, frente a la situación de poner un límite cubre un continuum que va de actitudes de mayor a
menor tolerancia, y establece un nivel medio de permisividad, que intenta actuar como equilibrio entre los dos polos extremos.
Entre los tipos o estilos altamente permisivos encontramos al padre / madre "sobreviviente, al cómplice, al cómodo y al resignado".
En el punto de equilibrio se encuentra el estilo de padre / madre "contenedor", mientras que en el polo más alejado de permisividad
se ubica un estilo parental que denominan "encapsulador".
Veamos brevemente cada uno, establezca el lector relaciones con los modelos desarrollados y en un nuevo esfuerzo espiralado
traslade por analogía estas pautas a los contextos educativos:
Se ubica en un polo de alta permisividad y tolerancia frente a los límites o reglas en general. Está sobrepasado por la situación que
debe enfrentar y adopta una actitud pasiva, indiferente, sin posibilidad de actuar, decidir y ejercer su autoridad. "Zafa", como dirán
los mismos jóvenes, pasa el momento.
El estilo "cómplice"
Supone una alta y activa permisividad. Es un padre adolescente, compinche y en competencia a veces con el hijo, con relaciones
democráticas/sime- tricas Esta desjerarquización acarrea falta de límites y excesiva flexibilidad en el sistema familiar, que asume
una lógica cultural postmoderna,como hemos planteado (Bauman - 2003). Es interesante que en la investigación los mismos chicos
manifestaron incomodidad frente a este estilo, ya que no cumple con lo esperable para el rol parental.
El estilo "cómodo"
El "cómodo" es permisivo desde una actitud pasiva "hace como que no sabe", no se involucra para no crearse problemas. No niega
el problema en su dimensión social pero no lo ve en su caso / hijo particular.
El estilo "resignado"
El "resignado" expresa un discurso contrario a la idea de permisividad, pero en los resultados deja hacer y considera que no está
en sus manos la solución. Cuando su actitud es más pasiva se vuelve cercano al cómodo, cuando su actitud es más activa se
acerca más al cómplice. Esta caracterís- tica de confusión y alternancia caracteriza su comportamiento errático, a veces caótico.
El estilo "contenedor"
El estilo "contenedor", se enmarca en un punto medio del espacio de permisividad, buscando cumplir una instancia de equilibrio. Es
el tipo que más se acerca al imaginario juvenil ideal, cumple el rol mediador de paso al mundo adulto. Manifiesta un pensamiento
crítico y aunque valora el diálogo, en este sistema se respetan los espacios de jerarquía, autoridad y pautas claras. Los límites
actúan como protección, contención y cuidado. El estilo "encapsulador"
El "encapsulador", se ubica en el grado de menor permisividad, que es a su vez el grado de mayor prohibición, con la idea de
preservar a los hijos de los riesgos del mundo. Predomina una actitud prohibicionista activa ("no porque no"), que suele interferir el
desarrollo de la autonomía de los hijos.
Nos hemos propuesto caracterizar y mirar los modelos familiares más frecuentes. El ampliar la mirada a las diversas
organizaciones familiares, con sus reglas, sus dinámicas y sus significados, nos habilita para un mejor acompañamiento y
comprensión.
CAPÍTULO 4
La Escuela en el tiempo.
"La Escuela se inundó de contexto y tiene el peligro de naufragar en su condición de escuela” (Duschatzky, S. y Birgin, A.).
Los años 50, en el área educativa, nos legaron la idea de no intrusión en las dotes innatas y la creatividad del niño y del
adolescente, tanto en casa como en la escuela. Se exaltaba la importancia de un método altamente permisivo, sin reglas,
incentivos, castigos o recompensas que podrían causar traumas, frustraciones y estrés.
Gradualmente, hacia los años 60/70, nuestra escuela y la educación en general acompañando el paradigma vigente, pasó a ser
más bien cientificista, cercana al positivismo, con un profesor depositario del saber, de verdades absolutas, memorista y más
centrada en los textos. Modelo tradicional, centrado en la autoridad docente.
La configuración social fue cambiando, y los cambios en la circulación de los saberes comenzaron a crear otro tipo de
competencias culturales y cognitivas necesarias en el campo educativo. Surgió un modelo de escuela crítica en la cual todo se
puso en tela de juicio: valores, normas, roles, alumnos, padres, contenidos, evaluaciones. Desaparecieron las certezas referidas al
saber, al estudio, al futuro, dejando lugar a las incertidumbres, Las jerarquías comenzaron a aplanarse, las formalidades se
diluyeron.
Hacia los años 80/90 aparece, lo que podríamos llamar el modelo actual de escuela flexible, cuya función prioritaria es la de
contención socio-emocional; característica en la que coadyuvan factores socioeconómicos más amplios. Esta escuela se concentró
en prestar atención a los problemas extraesco- lares de los alumnos, sobre todo los que se relacionan con problemáticas familiares
y afectivas.
Hicieron su aparición los EOE (Equipos de Orientación Escolar), las tutorías, los espacios de reflexión y se subordinaron los
contenidos
"La escuela se inundó de contexto" (Blejmar S, 2007) y cada vez se hizo, y se hace más visible el malestar en la escuela. Los
niños, los jóvenes y los
Hoy ya parece haberse naturalizado la idea que el alumno viene tan sobrecargado de exigencias y problemas, que no se lo debe
sobrecargar o frustrar con exigencias que no estén en condiciones de cumplir; y aparecen las actuales prácticas: "dejar hacer -
dejar pasar - no amonestar -
no interferir".
Es un modelo educativo con un estilo intermitente, caracterizado por una interacción entre adultos y jóvenes que cambia
continuamente; a veces caótico, con ambivalencias continuas en cualquiera de los roles, y que dan lugar a la alternancia entre
posiciones opuestas. Algunos miembros asumen conductas de hiperprotección seguidas de conductas permisivas extremas, para
asumir por último un papel de víctima.
No siempre hay reglas fijas o continuas, éstas son objeto de revisiones permanentes. Están ausentes las bases seguras,
"verdaderas" y los referentes. A veces se cae en una actitud de innovación compulsiva poco fecunda. Los mensajes que circulan
son confusos, y sumen a los miembros en un sentimiento de duda e inseguridad continua. La constante es el cambio continuo.
La violencia de la escuela y en la escuela también ha sufrido un proceso de naturalización y en muchos casos han desaparecido
otras formas de dirimir conflictos. En el capítulo 10, desarrollamos la temática de maltrato o bullying escolar y proponemos acciones
frente a ella.
El trato con profesores muestra un acortamiento de las distancias, se flexibilizan los temas de convivencia, se tolera el no
cumplimiento de los horarios y los criterios de la evaluación son ambiguos o fluctuantes. Todos son ejemplos de límites imprecisos,
en que no sólo alumnos sino padres, (a veces a los golpes) exigen a los profesores que a su hijos se les de varias oportunidades
de comprensión, de tolerancia, de recuperación de exámenes,
Las consecuencias de este modelo, es que genera actitudes de inconstancia y duda continua respecto de las estrategias elegidas y
sus miembros sienten
faltan oportunidades para demostrarse eficaces y por lo tanto nuevamente predomina la inseguridad.
Este es el paisaje de una parte importante de nuestra escuela hoy, y es en este marco que proponemos pensar algunas facetas del
mundo educativo
nuevas formas de pensar, leer, escribir y en general, que nos enfrentan comunicar.
Entender la complejidad de los cambios que están atravesando los lenguajes, las escrituras y las narrativas, permite correrse de
actitudes polares como "los adolescentes no leen - no escriben", o que “la culpa la tiene la TV”.
Las nuevas prácticas, los nuevos hábitos y formas de aprender, a su vez también difuminan límites de otras épocas: la hoja de
papel, los renglones del cuaderno, la tinta, las tapas duras que se oponen a la virtualidad de la escritura electrónica.
Es en la escritura donde claramente se observan cambios importantes que chocan con modelos tradicionales, por ejemplo: "TQM
por te quiero mucho o kss por kisses o da2 por dados."
Se diluyen el vocabulario (que es más limitado), las reglas de formalidad y las normas. La brevedad sorprendente, se expresa en
abreviaturas y siglas, surgen los emoticones, que aportan su cuota de sentimiento y emoción en una síntesis gráfica casi
instantánea. Se ignoran acentos y signos de puntuación y no existen prácticamente las convenciones de mayúsculas o minúsculas,
debido en algunos casos al apuro o exigencia de síntesis.
El texto a veces roza el límite de lo comprensible .Es incomprensible para quienes no han experimentado esta particular
alfabetización del ciberespacio. La vieja idea de que entender y saber es penetrar al fondo de una cuestión, o el conocido buceo
bibliográfico, hoy es sustituido por una suerte de "surfing" sobre el tema, cuya clave son "los links" y cuya meta es el movimiento
mismo, en una especie de democracia digital horizontal.
"Acompañando el declive de la cultura letrada, así como los avances de la civilización de la imagen y la sociedad del espectáculo,
las viejas exhala- ciones de palabras plasmadas en papel parecen haber perdido su antiguo vigor".
Efectivamente, la circulación de los saberes por fuera de la escuela y de los libros ha difuminado, corrido los límites y las fronteras
que separaban los conocimientos académicos del saber común, de la cultura popular. No siempre estas características son
entendidas, aceptadas o utilizadas por la
escuela.
La información a la que accedemos hoy, a través de las tecnologías, rebasan por r mucho la cantidad de información comunicada a
través de la escuela y los libros de texto. Una parte importante del aprendizaje ocurre fuera de la escuela. El monopolio del libro y la
escuela, como depositarios del saber, ha sido destruido, como explica Barbero (2003): “La escuela, como institución depositaria del
saber, y los libros, la materia prima para su difusión, se encuentran rebasados por las posibilidades para el aprendizaje que ofrecen
los medios electrónicos..." Este fenómeno