El Diaro de Ana Frank Parte I

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frrroouccróN

Ana Frank nació en Frankfurt, Alemania, en 1929. Se tras-


ladó con su familia a Ámsterdam, Holanda, a principios de 1934,
debido al creciente antisemitismo propiciado por la r,ictoria del
partido Nazi en su ciudad natai. Hasta la invasión alemana de
Holanda en 1940, Aru y su hermana mayor Nfargot, tuvieron
una infancia normal en el sistema educativo holandés, pero con
el gobierno invasor fueron afectadas por los nuel¡os decretos de
segregaciónjudía, por lo que tuüeron que atender un Liceoju-
dío. Los exitosos negocios de su padre también sufrieron las cán-
secuencias de la segregación y de los crecientes controles para
la comunidadjudía. Cuando cumpiió ffece años recibió un diario
coino regalo de su padre y allí plasmó Ia historia que tristemente
lahana famosa.
El Diaria d¿ Ana Frmk, cuenta, de manera mu,v personal e íntima,
los más de dos años que ella, su familia y otros judíos esruvieron
escondidos en un pequeño aflexo de Ámsterdam para evitar caer
en manos del ejército Nazi, En sus escritos, Ana relata todos los
pormenores de Ia üda en ese pequeño espacio, las diferencias de
personaiidad entre ella y su famiiia, la crecientes tensiones por ias
noticias del mundo extericr y del estado de la guerra, Ias compli-
caciones generadas por la llegada al anexo de otrosjudíos perse-
guidos. ElDinrib es un asombroso ejemplo para ver el crecimiento
.v la madurez de Ana, que se vio forzada a crecer muy rápida-
mente y en muy poco tiempo, para poder enlrentarse a la terrible
situación que vivía con su familia. Sin embargo, su üsión infantil
de las cosas trrilla entre la realidad que la rodea, gracias a la'espe-
ranza de que la guerra ilegue a su fin, gracias a la bondad de los
empleados de su padre que avudaban a Ia familia clesde aluera,
gracias a mcmentos de felicidad pura y espantánea, incluso den-
tro de ese espacio tan pequeño.
A:¡¿ escribiría regularmente en su Diario hasta el arresto de su
familia y todos los ocupantes del anexo, en ago§to <ie 1944. Nunca
se supo si alguien traicionó a ia fámilia !?ank, aunque at'undan las
teorias sobre el terra. Ana moriría un año después, en 194-5, en el
campo de concentración de Bergen-Belsen. aPenas semaras aíItes
de la liberación a manos dei ejército inglés. 'Ienía quince años.
El padre de Ana, Otto Fra¡-k sobrevivió la guerra en e1 campo
de concentración de Auschwiu. Cuando regresó a Amsterdam y
mientras buscaba información sobre la suerte de su esposa e hijas,
recibió de uno de sus anúguos empleadas, Miep Gies, tocios los
cuadernos y hojas que conformaban el Diarin de Ana durante su
dempo en t1 anexo. Después de enterarsc que sus hijas y esposa
habían muerto, Otto Frank icyé el diario de su hlja y decidió tra-
tar de publicarlo para honra¡ su rnemoria. §.1 üaria de Ana Frank
fue publicado por primera v'ez en Holanda en 1947 y se ha con-
vertido en una de los documentos históricos más víüclos, íntimos
e importantes sobre el Holocausto judío de la Segunda Guerra
Mundial.
"Ojalá te pueda contar todo como hasta este momento no he
logrado hacerio con nadie; ojalá seas tamt¡ién para mí un gran
apol.'o".
Ana Frank
12 d¿j?üia d¿ 1942

Donm,¡co 14 nr.¡unro DE lg42

Me desperté antes de las seis.l ,ri..r,., i2 de junio, algt muy


comprensible, porque ese día cumplía años. Ahora bien, no me
dejan ser rler¡asiado madrugadora. Entonces, ruve que dominar
mi curiosidad aún durante una hora. Después de cuarenta v cinco
minutos, y'a no aguantaba más, Cam.iné hacia el comedoq donde
el gato, I!{auret, rrre saludó haciéndame mil gracias y frotantfo su
cabeza contra mí.
Fui a ver a mis padres a las siete r., finalmente, pude abrir mis
cbsequios en la sala. Iá fuiste Ia primera sorpresE quizá urro de
mis más bellos regalos. Dos ramas de peonías, un rarno de rosas,
una pequeña planta; así ü esa mañanaia mesa a,Cornada de fliires
1i duranie el día, seguidas de muchas otras.
hfis padres me han obsequiado con m*cha generosidad, sin
rnencionar a riuestros allegados y amigos, que me han agasajado
mucho también. Entre ios regalos recibi un poco de dinero con ei
cual voy a conrprar Las mitot gritgos 1t r07¡tan0s) un juego de mesa,
iVitrs 1; l4lmdas nesrland.lses de Joseph Cohen, Cómara cscure de IJrtl-
debrand, Daih Brrgaa.tanliz, un maravilloso libro; bastantes bom-
bones, chocolates, un rornpecabezas y un cepillo. ;Muy bienl
Después, ües vino a buscarme para ir al colegio. Regalé gatle-
tas a los alumnos y profesores dura¡rte el recreo, regresando pos-
teriormente alatarea-
f)§g,l.:ia de.Lna Frank

Por hor'finalizo. ;Sair.e, cüario! ¡Eres magnífico!

L¿'¡us tr5 un3unno DE 1942

Tur,e mi primera fiesta de cumpleafios ayer por la tarde. Vimos


una peiícula titulada Ei guardün del foro con Riri Tin Tin, a mis
anrigos, que eran muchos, ies gustó bastante. A rni madre le agra-
daría saber quién será. ctr urr futuro, mi esposo, espero quitarle a
Peter tr^*essel de 1a mente. He lleva-do una gran amistad con Lies
Goosens v Sanne Houtman duranae muchos años. Tamtrién, con
judío, estamos juntas toilo
Jopie de \\'a11, a quien conocí en ei liceo
el tiempo y se ha transformado en mi mejor amiga. Lics, aunque
aún la verr a memtdo, se ha hecho amiga de otrz nifia, mieniras
que Sanne, que cambió de escuela, ha hecho amistad con otra§
jóvenes.

§'ÁsaDo 20 ou3ur*ro g¡Elg42

Ya lievo algunos días sin escribir. Es que necesitaba medita¡


sobre el signi-ficaclo de un diario. EI expresar mis pensamientos
es una sensación única ,v especial, no solo ilorque janiás hatiía
escrito, sino porque pienso que ni yo ni nadie podría inieresarse
por las confesiones de una pequeña de 13 años- Pero, en fin, eso
no tiene ]a más rnínima importancia' Tengo deseos Ce esi-:ribir y
br¡scar todo tipo de cosas en mi corazón.
"Los hombres son más impacientes que el papel". Este pro\'er-
bir-r liegó a mí un día que estaba muy aburrida y melancólica, muy
-verdad. ei papel es
enfadada, con la cabeza entre mis manos. Es
muy paciente, 1' como pienso o¡re nadie se v? a preocupar por este
. "diario", no voy a permitir nunca que alguien 1o iea, a menos que

halle un auténtico amrgo o amiga a quien mostrárselo. Yo no tengo


amigas, así que aquí me encllentro, en el punto de inicio para
empezar ua diario.
A¡ra Franh

Seré más clara, nadie va a creer quc unajovencita de lS años


se encuentre sola en el mundo. Por supuesto que esto no es exac_
tamerite real. tengc a mis padres y a una hermana de 16 años; en
total, tengo más de 30 personas conocidas, entre ellas las deno_
minadas "amigas". Tengo bastantes admiradores que me siguen
con su milada, aI tiempc que en ia clase, los que no me rniran de
frente, se a;'udan con un espe-jo de bolsijlo muy pequeño. Tengo
una excelente famiiia, con tías y tíos. -rvo. Aparentenrente, no me
faita nada, excepto una amiga. Con mis compañeros solamente
me en0etengo. Jamás puedo conversar de nada serio con ellos.
Ni siquiera puedo liegar a intimar con mis arrúgas, allí radica el
inconveniente. Tal vez mi rrerdadero defecto es esta falta cie con_
fr.anza. De cualquier rnodo, estoy lrente a una realidad, v no poder
ignorarla es mu) doloroso.
Este es el motivo de este diario. Con Ia finalidad de er,.ocar de
rnejcr forma la imagen que me forjo de una amiga muv esperada,
no cieser¡ lünitarme a hechos sencillcs, como lo hacen muchas per-
sonas, sino qüero que este diario se translorme en esa amiga. y
Kiit-v será su nombre.
Kitty no conoce absoiutarnente nada de mí. Entonces. nece-
sitr¡ relatarle brer,.ernente 1a historia de mi vida. Cuando se casó
con mi m¿ldre, mi padre tenía 36 años, y ella tenía 25. En 1926,
cn Francfort del Meno, nació mi herniana Margol yo nací en ei
año 1929, el 12 de junio. Liegamos a I-Iolanda, siendo judíos, en
i933, donde a mi padre le clieron el cargo de director de ia Travies
hi.\'., firma que estaba asociada con Kole y Cia. de Ámsterdam.
El mismo edificio era usado por ias dos empresas, de las cuales e ra
accionista mi padre.
Claro eslá, la vida no estaba exenta de emocii_¡nes para noso-
tros, ).a que ei resto de nuestra familia aun estaba defendiéndose
cie las medidas que había adoptado litler en contra de los judíos.
A partir de las persecuciones de 1938, los dos hermanos de rni
madre escaparon hacia Estados lJnidos, llegando sanos y a saivo.
Entonces, con 73 años, mi abuela se nos unió. Nuestra'nuen aracha
iba a finahzar después de 1 940: primera la guerra, la capitulación
Dáaráa de A?r& Frs.*k

'-,, Ia invasión aiemana nos condujerori a la miseria. Disposición tras


disposición en contra de losjudíos. Losjudíos lueron forzados ace-
der sus bicicletas, '" a lievar ia estrella. Se les prohibía conducir '-¡n
coche o trasladarse en tranvía. Se ies ol-rligaba a adquirir sus cosas
solamente en "los negricios judíos", y únicamente de 3 a 5 de la
tarde. Se les proiribia a 1os judíos saiir después de las B de la noche
o permalrecer en casa de sus amigos. Tenían prohibido practicar
cualquier depor"te: no po<iianjuga¡ al tenis o al hocke,r,; ni nada4 ni
oiras clases de dir,'ersión^ I'enían prohii:ido üsiia"r- a los cdsdanos
y la obligación de asistir únicamente a colegios judir:s, y muchas
otras restricciones similares.
De esta forma ür,imos, sin hacer esto o aqueilo.Jopie §iertpre
me comenta: "No me atrevo a hacer nada, porque me da temor
que esté prohibido". Nuestra libertaii está muy restrtngida' No
obstante, todavía la üda es llevadera.
En enero de 1942 falleció mi abuela. Nadie se imagina cómo
pienso en ella y cómo ia quiero todavía.
Desde el-iardín de niños, o sea, desde 1934. estai:a en el colegio
1\i[ontessori. Tuve como maestra en sexto grado a la directora, la
señora K. Cuando finalizó el año, fue una despedida dolorosa" las
dos lloramos. Mi hermana,v yo ingresarnos al liceo judío en 1941.
Nuestra pequeña famitia de cuatro personas está bien hasta el
mornento actual, y ileg,-r a este dia así.

SÁsADo 20 nr3nnuo DE 1942

lv'Ii querida Kitty:


Estoy muy bien, hace -un tierrpo excelente Y cn casa reina la
tranquiiidad. mis padres salieron y \4argot fue a casa de una
amiga a j'.rga¡ Ping-Pong.
Últirrtrmente 1,o también lo juego rnucho' 'Iodas las personas
que practicarnos este deporte también atnamo§ Ios helados, y
cuando finÑza un partido vamos a la dulcería inás cercana que
se le permite a los judíos, Delphes o el {)asis. Y no tenemos prc-
| *- Frank
blema con eI dinero, porqlte siempre encontramos a un caballero
o un adrrdrador de nuestro enorme círculo de ar¡istades que nos
compra muchos helados, mas de los que seríamos capaces de co-
mer en una §emana.
Te debe asombrar escucharme hablar de ad¡riradores a mi
edad. Pero en nuestra escuela es un mal que no se puede evitar.
Cuando alguien rae acompaña hasta mi casa en bicicieta, ini-
ciamos una charla, y nueve de cada diez veces, el joven ya no
puede dejarme de mira¡ y termina locamente enanrorado de mí.
Transcurrido un instante, el arrebato disminuye, debido a que no
pongo mucha atención a sus apasionadas miradas u qu" .orrti-
-v
núo pedaleando velozmeate. Si, por casualidad, comienza a ha-
blar de "pedir autorización ami parire,,. cambio l¿ conversación
de inmediato.
Y te puedo decir que este ejemplc es de los más inocentes, Ló_
gicamente, hay quienes me mandan besos o intent.rn cogerme dcl
brazo, pero esos se equivocan de camino, ciefiniúr:amente. Des-
ciendo de mi bicicieta diciéndoles que puedo pasearme sin que
teogan que acompañarme o bien les pido clarairrcnte que no r.rrel_
van, mostrándome rnuy ofendida.
Como 'la que conoces todo esto, queda establecida nuestra
a-mistad. Hasta mañana.
Siempre tu1ia, Ana.

Dei*rNco Ztr ox.¡rrNro DE lg42

I\,{i querida Kitty:


tr4is compañeros de quinto grado y yo tenenros mucho miedo,
porque realizarán un consejo de maestros. üfuchos de nosotros
hacemos apuestas mencionando los nambrcs de los o las que van
a pasar de añc.Jaime y \4tm apostaron el uno al otroj y en esta
apuesrz, se han gastado todo su dinero destinado a las r.acaciones.
h{iep, Jong y yo nos reímos mucho. Se les escucha decir desde
ia mañaná ha-sta la noche: "Tú vas a pasar,'. ,.No',. ,,Si',. l{i las
I

Diarie de Ana f*onk I

rnalas rniradas dc N{iep ni mis enfados han podido callar a esos


dos moccsos.
{ireo que la tuarta parte de mis cornpañeros d-ebería repetir
cursol \'a que realmente en clase ha1' ur número enorme de "bu-
rros". I)esgraciadamente, los macitros son las persollas rnás irr-
corlstafrtes cie la tierra; quizás por una vez se comporten comc)
personai equilibradas.
Eu 1o que respecta a rnis amigas y a ntí, no nos preocupamos
demasiado. Tenernos plena confianza en nosoras, a pesar de que
siento que en matemáticas no estoy totalmente bien' Sin errrbargo'
no me qrieda otra opción que esperar y apoyarnos todas recípro-
camente.
'fengo nuerre maesirosl dos son mujeres y siete son hombres, v
por fortuna me enúendo muy bien con ellos. El profesor de ma-
iemáticas, ei señor Kepler, ha estado enfadadr¡ conndgo durante
bastante tiempo, )'a que me gusta habiar mucha durante su clase:
en varias ocasiones rne llamó 1a atención, hasta que un buen día
me castigó. Tur,'e que redactar una composición titulada: fn citar'
latana. ,C\arlatanal ¿Sobre eso qué podía escribirse? Solamente
1o anoté en el cuaderno y me quedé tranquila' Había bastante
tiempo para pensar'lo.
lá ." *i .uru, po, la tarde, cuando finalicé todas mis tareas,
mi mente voh'ió a la famosa redacción. Lo pensé cleraasiado mor-
diendo la punta de mi estilográfica. Por sllpuesto que 1'o podía
escribir dentro de ias páginas f,jadas con ietra grande todas ias
ideas posibles, separando las paiabras Io más que pudiera, el in-
conveniente era hailar la ultima frase, justamente la úItima frase
que expresara el porqué de esa necesidad de charlar' De repente:
¡3e iluminé todol t sin demasiado esfi.rerzo, Ias palabras fluyeron'
La trama: A todas las mujeres nos fascina charlar, y aunque esto es
una debilidad mu,v iemenina, .vo intentaría corregirla paulatina-
mente) aunque estaba completamente segura de que no me libe-
rana deella totalmente, porque también es una herencia famiiiar'
Creo que mi madre chariaba más que yo, por este motivo poco es
Io que puedo hacer por solucionarla.

10
A¡ta Frank

L,li redacción hizo reír t¡astante a1 señor Kepler; sin embargo


ai día siguiente, cuando pensé que había remediado ei problerira
y ernpecé con mi hat¿itual charla. me ordenó reahzar orra mono_
grafia. En esta oc¿sión el tema fue : (Jna clrurl¿ttana que no plude conz-
Por ioriun4 v pienso que poi ia anterior experiencia, no tuve
gi''se.
ma1"or incon-*zet:iente. Le entregué mi trabajo ai señor Kepler v en
dos clases nc se quejé ni una sola i,ez de mí. Pero caí nuevamente
en mi propia irampa, v la tercera fi¡e la vencida, porque creo que
me pasé un poco de lista.

--Ana otro castigo por hablar. Ahora el tema será: I_a sñora
D¿cuti C'ua die cua^ cua.
Todos se rieron, y yo no pude evitar hacer 1o mismo, a pe_*ar de
que la idea rle no tener mucho que decir del tema me intranqü-
Iizó. Tenia qlre hacet'algo especiai, muy especial. pero a mi mente
rrino una magnífica idea. Mi amigo Sanne se ofreció a hacerme ei
escrito clesde el inicio hasta el fin a modó de verso, no tu.,e que
-v
pcnsarlo demasiado, polRue éi es un excelente poeta. y si el señor
Ki:plrr prctcndía hacerme quedar en ridículo, creo gue en esta
rx:asión scría él quien haría el ridículo.
Asi que cntrcgué mi trabajo y fue magnífico. Se trataba de una
nraclrr:-pat;r y ur-r padrc-cisne, con sus tres pat-itos; esfos Iueron
nloirlirk¡s ¿i mucrtc por su padre por haber hecho tanto cuá-cuá.
Afi:rtun:id,amente, al señor Kepler le gustó la historia leyó mi
.v
trabajo eu nuestra clase y en otras, con comentarios muy posiiivos,
Después de lo ocurrido, no he sido castigada por habiar en
clase. El señor Kepler ahora tiene siempre una buena brorna rela-
cio¡rada con esa situación.,
Ttgtz, Ana"

MrÉnco¡¿s 24 on¡unro DE 1942

Muy querida Kit4,:


¡Está haciendo un calor inaguantablei Todos estamos al borde
de la desesperación. Por eso a todos ios sitios a donde r,'o1; lc hago

1t
biaría de.Ano Frank
caminando. Es en este insiante doncle me he dado cuenta ie io
insuperable -v magnífico que es un trant4a, pero esl'a rnaraviila n<r
está permitidz para nosolros los judíos. Como único medio de
trarspoÉe debernos usar nuestras piernas. Tüve que risitar arer
por la iande al dentista, que vive enJan Luykenstraaf. cerca de la
escuela. Pero al voiver me quedé ciorrnida en clase. Por fbrtuna,
siempre hay aiguien llue nos o{rece agua para beber en estos días
de calor; la asistente del dentista es realmente amable, ftrvo este
detalle conmigo.
A'úrr podemos pasar por el canal. I{ay una barca que da este
servicio en el muelle deJoseph Israéls. I gracias aI barquero, pa-
samos sin ningún contratiernpo. Estoy completamente conr''encida
de que no es por culpa de los hoiandeses que los juCíos estamos
sufriendo tanto. Desgraciadamente, me robaron mi bicicieta du'-
rante las Pascuas, v la de mi madre se la entregaron a los cristia-
nos, por 1o que preferiría no ir ai coiegio. Por suerte, acabaré mis
vacaciones escolares en una semana y nü sufriré más, pues pronto

'va
no ia;:T::ñ:;r"
rearmente agradabre la mañana de aver. Al
pasar por un depósito de bicicletas alguien me llamaba. Cuando
me giré, me di cuenta de que era un joven atractil'o que conocí en
la casa de mi amiga Eva. Se aproümó con timidez. y me saludó:
"Hola, sov Harry Gol<ima¡. ¿'fe acuerdas de mí?"' Su actiiud me
dejó un poco asombrada, pues no sabía con exactitud por qué o
para qué se había aproximado a mí. Y obtuve Ia respue§ta después
de un segundo: Harr1, quería acompañarme al coiegio.
usteci 1leva el mismo camino ----conlesté, e i¡iciarrtos la
-Si
marcha juntos.
La conversación de Harry es muy agradable, él tiene casi
dieciséis años. Esta rrrlafrana estal¡a nuevamente en su trabajo.
Sin embargo. creo que esto fto camtria nuestra amisrad en
nada.
Tu1ta. Ana.

l2
| *. Fraal¡
MARr"Es 30 rnsnrxro »r ig42
il{i querida Kitty:
Disculpa que hasta hoy nc haya temdo tiempo de escribirte. Es_
tuve en casa de unos amigos eljuerres por la tarde. Tuvimos ¡,isitas el
viernes, y aí hasta el día de hoy Cada día, Harrv
1,,vo nos hacemos
mejores amigos. Me ha contado una buena parte d.e su vida, por eso
siento que me tiene bastante *anfrixva:Vir.e en casa de sus ábuelos.
Ilegó a Holanda sin sus padres, ellcs se quedaron en BéIgica.
Harry tenía nn amor oculto, Su nombre es Fanny, es modelo,
la conozco. Pero resulta que Harry desde que somos amigos, se
ha dado cuenta de que le produce aburri¡niento el estar cerca de
Fanny. Yo, en carnbio, lo despierto e intereso con mi conversación.
Jamas re sakre en qué uno puede servir en la vida.
Jopie se quedó a dormir en mi casa la noche del sábado, y el do-
mingo al mediodía se reunió con Lies. Esto me produjo rur enorme
aburrimie¡rto. Harry vendda a visitarme cuando anocheciera, pero
sonó el telélbno como a las seis de la tarde, era él para cornenta¡mel
- -Es Harry Goldman. Por.favor,
¿podría hablar con Ana?
--Soy yo Hamy, hola.
--Hol¿ Ana. ¡'Cómo te encuentras?
--M*y bien, gracias.
-*-T'engo que \.erte para comentarte algo. No sé si habría aigún
inco¡rveniente si paso en diez minutos porttl casa.

-No Harry; no hay ningun inconveniente. Te espero.


-__Gracias A¡ra. Nos veinos.
Coigué.
l4e cepillé un poco el cat¡ello y me cambié el r,estido. Estaba
muy ner!'iosa, me asomé a ia ventana. De repentg io ü aproxi-
niarse a mi casa. Por suerte, no me caí de Ia emoción. Tiaté de
calmarme, hasta que ei timbre sonó. Corrí a abrir la puerta, y
comer:.2ó a hablar sin rnás rodeos.
por favor,
escúchame. Mi abuela cree que ercs muy
-Ana,
joven para ser mi amiga. Me pidió que vuelva con Fannv Leurs.
¡Pero,vo no quiero nada con lhnny, tt lo sabesi

13
Diario de Ana Franlc
Harry no sabía eso.
¿Se enfadaron?
-No eso no fue precisamente lo que sucedió. Resulta que vo
-No,
ie dije a Fannv que, porque ya no nos entendíamos muy bien.
era inútil vernos a cada instante; que podía continuar visitándo-
nos cuando deseara y que ).'o haría 1o rnismo, solanrente como
amigos. \b creía que ella se veía con otro joven; por eso habié
del tema de esa forma. Fero resulra que no es v-erdad. Nfi tío me
diio que debo pedirle <iisculpas a Fanny, pero yo no io creo ne-
cesario, y por eso terminé. h'Ii abuela me insiste eri que tengo
qrie salir con Fanny y no contigo, pero, yú piensr-r lo ccntrar-io.
Desgraciadamente los r,'iejos tienen sus ideas. Yo necesito mucho
de mis abuelos, pero sé que elios también necesitan mucho de
mí. Las tardes de los mién:oles las tendré libre, debido a que mis
abuelos creen que estoy en mi clase de escultura en madera; lo
cierto es que acudo a un club del moümiento sionrsta. Ellos no
me dejarían hacerlo, porque están en contra del sionismo. \b
no soy fanático de esto, pero me interesa y sé que significa algo.
Por desgracia, en la acalaüriad hay tai movimiento en ese club,
que he pensado en no ir más. Ei próximo miércoles iré por última
l'ez. De manera que, como te podrás dar cuenta, tendría ia opor-
tunidad de visitarte los miércoles por ia tarde, los sábados por la
tarde y por la nochc, los domingos por la tarde, y qttzá con más
frecuencia que en estos momentos.
irás en contra de tus at¡uelos si ellos se oponen a esto?
-¿Pero
que al amor no se le puede dar órdeues' ¿Fio es verdad?
-Es
Andamos juntos por un instante" Cuando llegamos a la libreúa
cle la esquina, r,'i a Peter tr{essel charlando con dos amigos. El no
me saiudaba de nuevo desde hacia mucho, mucho tiempo. Eso me
produjc una enorme satisfacción.
Harry y vo seguimos caminando por las calles. Y finalrnente,
nos pusimos de acuerdo para vernos nueJamente al dia sigu,iente
por ia tarde. A ias siete menos cinco, yo debía estar en la puerta
d.e su casa.
'fuyq Ana.

l4
Ana Fraak
VreRtvss 3 on jnnro DE 1g4Z

Querida amiga Kitty:


Harr,v r,.ino a casa ayer para conocer a mis oadres, pcr esa ra-
zón compré una toda para torna¡. el té, bizcochos y bombones. En
la mesa había un Eoco de todo. Harry,v
i,o no pudimos permar¡e-
cer por mucho riempo uno junto al otro, y deciclimos sa-lir a dar
rrn paseo. Volr,imos a i-a-sa a ias ocho diez, y estc¡ le molestó ur
.v
poco a mi padre. Me reprendió con el argumento de que era muy
pelieroso que los judíos camináramos por las calies después de
las ocho. k pedí disculpas, prornedéndole que siempre v-clvería a
casa a diez min-rrtos para las ocho.
Harry me pidió que mañana visite su casa.Jopie siempre me
dice cosas negativas sobre é1, por eso estoy desconfiando un poco
de ella. Since¡amente: /o rio estoy enamorada de é!, pero pienso
que sí tengo el derecho cie poder elegir a mis amigos. No es de
causar sorpresa que tenga compañeros. o bien un caballero, como
diría mi madre.
Eva, mi amiga, me <Jijo que Harry fue a su casa el otro día. ,,,
ella ie preg-untó por curiosidad:
- ¿Y a quién prefiere§, a Ana o Fanny?
que eso es algo que no te debe irrrportar --.dijo é1.
-Pienso
El resto de ia noche, desafortunadamente, y.a no pudieron se-
guir hablando dei tema, porque ya no estuvieron soios en otra
ocasión, pero cuando se marchaba, él le dijo:
a la pregunta que me hiciste hace un instante. Ana
-Contestaré
es mi preferida. Pero no 1o vayas a comeniar con nadie, por favor.
Y se fue.
Por muchas razones, crco que Harrv está enamorado de mí.
Cambió mi vida" y lo encuentro mrly agradable. Mi herma¡ra
Nlargot comentaría de é1: "Harry es un excelente muchacho,,.
Pienso que es cierto, y también que podría decir un poco más de
é1. Por fornma los comentarios que mi madre hace de él son muy
buenos: "Excelente joveri, agradatrie, educado...". Me gusta mu-
cho que en casa todos piensen de esa rnanera. A Harrv rambien

15
*iará* $e Awq Fr«nie

le gusta mi {ámilia. Cree que mis amigas s<¡n demasiadc niiras,


no está €n un error.
Tu.¡q Arta.

Dou¡Nco pon rA MlñA"lra, 5 *n3ur"ro BE 194?

N,fi querida Kitry:


Fue muv exitoso el anuncio que se hizo en ei teatrr.¡ judío el
último üernes. No tengo tan ¡nalas notas: un insuficiente, en ái-
gebra, un 5; en d.:s materias un 6 y varios 7 y clos I para las
demás. En mi casa les gustó esto, pues cuando se habla de pun-
tos. mis padres no son como los otros. Puede decirse que en
realida<l no les importa demasiado que mis nútas sean malas o
buenas. Lo que eiios verdaderamente qüeren es que yo me en-
cuentre bien y que no sea grosera: a pesar de que tenga todo eI
clerecho a entretenerme; por lo demás, no hay ningún inconr,'e-
niente que no tenga solución. Sin embargo, ,vo deseo 1o ccntrario;
después de que se me aceptó de forma proüsional en ei liceo, des-
pués de saltarme un año en el colegio l\4ontessod, no quiero ser
una a-lumna de las rnalas. El director del liceo aceptó, a mod<¡
de prueba, recibir a rni arniga Lies y a mí después que todos ios
niños judíos fuimos incorporaCos en colegios judios" Y lo que
rnenos quiero es defraudar la confianza del director. Como siem-
pre, las notas de il{argot son brillantes. §i existiera en el liceo
"Ia más srande distinción", probabiemente ella la tendría. ¡Qué
espanto!
Mi padre ultimamente se queda todo el tiempo en casa. Ofi-
cialmente, ha abandonado los negocios- ¡Qué sensació¡i tan
desagradable debe sentir üéndose tan inútü! E1 señor Koophuis
reiomé la Casa Travies y el señor Kr¿rler la firma Kolen & Cía.
Paseando por 1a plaza hace unos días, mi padre hablabra de un
esconciiie. Comentaba que sería sumarnente difícii para nosotros
vivir apartados del mundo exterior.
qué estás hablando de eso? yo.
-¿Por -interrogué
16
Ana Frenk

--Ana, escucha
-me respondió , para ti no es un secrefo
que nosotros lleváhamos, desde hace poco rnás de un año, enserres)
rnuebles y ropa a casa de otras personas. Lo que meiros clesearnos
es que iodas nuestras pertenencias pasen a rnanos de los alcmanes.
y mucho menos desearnos caer nosorros mismos. Elios podrían
venir a buscarnos, es por eso que no lcs vamos a esperar para
marcharnos.
padre, ;cuándo r,a a suceder eso?
-Pero,
Me preocuparon rnucho las palabras v Ia seriedad de rni paclre.
no te asustes. Aprovecha tu tiempo ,rz diviértete mien-
-Ana,
tras todaüa lo puerias hacer; nosotros vainos a ocupaj:nos de todo,
hrjo.
Y esa fue toda ]a conversación_ ¡Pero francamente deseo que
esos planes aLln no se ileven a cat¡o...!
TuS;a, Ana.

MrÉxcor¡s I nr.¡ur.ro DE 194?

Q.ircrida amiga Kitry:


llsto,v sintienclo como si enire el domingo por ia mañana y hoy
l:an tr¿rnst:urrido nrucl¡os años. ¡Qué acontecimientos! Como si
la ticrra com¡ileta hubiera cambiado repentinamente. Pero como
te puedes dar cuenta, Iütty, todavía estoy vi\,? y es io importante,
como dice mi padre.
Realmente vivo, pero no sé dónde ni cómo. Aún no compren-
tles nada de nada, ¿no es cierto? Es por eso que considero fiecesa-
rio relatarte lo que sucedió desde la tarde del domingo.
Tocaron a la puerta a e-so de las tres iFlurry se había ido para
volver despuési. Yo no escuché, porque me encontraba lel,endo
enlat-erÍaza sentada en una mecedora al sol..De pronto, un poco
confundida, Nlargot Ilegó a la puerta de la cocina.
recibió un citatorio de la SS _-comentó en voz baja.
-Padre
Mi madre salió en busca de1 señor Van Daan,
@1 señor Van Daan es un colega de mi padre y amigo nuestro).

17
ñisrio áe Ams Frsmle

Todos szrben qué es una citación. Yo estaba realmenie aterrada,


imaginé los campos de concentración v los calaiiozos solitarios.
¿Permitiríamos que mi padre fuera a esc sitio?
ciaro que nc se va a prcsentar l'largot mientras
-Está -dijc
estábarnos esperando que volviera nuestra madre.
fue a casa del señor Van Daan para saber si a partir
-L{amá
de urañana podremos hacer uso de nuestro escondite, ya que su
familia también se esconderá con no$otros, en total seremos siete.
Pensando en nuestro padre. no pudirnos conversar nada más.
Había ido a v-isitar a urios ancianos a1 hospicio judío: ei caloq la
tensión, ia larga espera) todo eso hizo que guardáramos silencio.
Súbitamente, llamaron a ia puerta.
es Harry --dije.
-Seguro
abras, por favor Margot mientras me detenía.
-No -dijo
Ya no era necesario. Se escucharon las voces de mi madre -v
el señor \¡an l)aan charlar con Harry antes de entrar, después la
puerta se cerró. Cada vez que el timbre de lapuerta sonaba, §:[ar-
got o l'o bajábamos en silencio para ver si se trataba de mi padre.
h-inguna otra persona debía entrar.
EI señor \án Daan quería conrr€rsar a sol¿s con mi madre, por
esa raz6n, N{argot y v-o salimos de Ia saia. fuiargot me confesó,
en niiestra habitación, que la citaciór no era para nuestro padre,
sino para ella. Aterrada nuevamente, comencé a llora-r. Nlargot
solo ti^ene c{ieciséis años. ¡Quieren dejar ir solas a jóvenes de su
cdad! Afortunadamente, mi ntadre dijo que ro va a ir. Ahora en-
tiendo ei comentario de mi padre cuando hal¡ló de nuestro escon-
dite.
Esconderse... ¿Adónde iríamos a escondernos? ¿En una casa,
en una choza, en el campo, en la ciudad, dónde, cuándo, cómo...?
Err ese momento yo no podía preguntar todo esto. Ivlargot v yo co-
menzamos a i¡troducir en nuestras maletas lo más necesario. Este
cuaderno fue lo primero que metí, después, mis üejas cartas. tris
peines, mis rizadoras, mis pañuelos, mis libros de clase. El escon-
dite era mi idea fija, y empaqué las cosas rnás raras. Perc no me
arepiento, ya que los recuerdos me interesaban más que la ropa.

TB
A.na Frark
I,{i padre, fina}mente, volvió a jas cinco. Habiamos con el señor
Koophuis por teléfono para ver si podía ir esa misma noche a casa.
Van Daan fue a busca¡ a Miep, quien, desde 1g33, rrabaja en las
oficinas de mi pa<ire, y es una excelente amisa de la famiiia, ai
igual que su esposo, Henk. Miep se lleró una maleta repleta de
ropa y zapatos, prometienrio volver por ia noche. La tranquilidad
regresó a1 hogar. Hacía rnuch<¡ calor, nacüe tenía deseos de comer
y iodo parecía muy raro. Se había alquiiado la sa.la dei primer piso
a un señor de apeilido ()oudsmit, de más de treinta años. quien cra
divorciado ,v, aparentemente, no tenía nada que hacer esa nochc.
porque no pudimos deshacernos de él antes de las diez. A las once
liegaron Mi.p ,o ÍIenk van Santen v se marcharon a medianoche
con ropa, zapatos y libros. Yo estaba exhausta e incluso dár:dome
cuenta de que esa sería Ia ú1tima noche en mi cama, caí dorrnicia
de inmediato. Alrededoi.de las cinco, al día sigriente, me despertó
mi madre. Por suerle el dia era mucho más fresca que el dorningo,
gracias a una liuüa que duraría todo el día. Todos estábamos ves-
tidos corno si fuésemos al Poio Norte, por la cantidad de ropa que
teníamos puesta. En esos momentos, ningún judío hubiera saiiclcr
con una maleta llena de cosas. Yo tenía puestos dos pares de me-
ciias, zapatcs cerados, tres calzones, dos .:amisas, un .'.e-stido, una
flJda encima, un abrigo de verano, una chaqueta, u:ra bufancla,
uua boir:a roja y otras cosas más. E1 calor me estaba sofocando.
pero eso no Ie preocupaba a ¡adie.
Mi herrnana Margot, que llevaba su cartera repleta de librcs
de ia ciase, sacó detr clepósito su bicicieta para sezuir a Miep ha-
cia nuestrc destino desconr.¡ciic. Saiimos de Ia casa a las siete y
media. Selamente me despedí de mi garo lVfanrer, o¡e se iba a
queclar con nuestros vecinos.
En ia cocina, junto a su plato, dejamos una litrra de carne para
el gato: quitamos de 1as camas las sábanas ,v la-s maatas para que
par"-ciera una partida precipitada. Pero ¿las impresiones qué im-
portancia tenían? Debíamos marcharnos rápidamente y tmtar de
llegar a un sitio seguro. Para nosotros todo 1o demás no tenía la
más mínima importancia"

19
*Éans de Awa Frsnk
L,lañana caitdnúo.
'{i;v4 Ana

Junvus I orSnnio DE 1942

\'[uy querida Kitty:


Bajo una lluv'ia r¡uy fiaerte, iniciamos el camino; y'o llevaba nii
moclüa tr¡tal¡nente llena y mis padres unas bolsas con pror4si';nes.
L,{i padre me iba ¡elatando duranie el tra,vectc, poco a poco, la
hisioria de nuestro escondite. Habia iievado, descle hace aigunos
meses, pieza por pieza, parte de nuestra ropa y de los muebles; el
iL- de-iulio cra ia lbcha preüsta para nuestra desaparición. Debido
a 1a citación, adelantamos nuesl,ra partida diez días. El escondite
estaba en una de las ofici¡as de mi padre. Nc es fácil entender
cuando no se conocen las situaciones; de inanera que tengo que
dar explicaciones. El personal de mi padre no era mucho: los se-
ñores Koophüs y Kraler, rlespués Mi.p y,por último, una secre-
taria de 25 años d.e edad y de nombre Elli Vtrssen; quienes sabían
de nuestra llegada. El pa&e de Elli, e} señor Vossen, y los dos
hombres que la acompañaban en el depósito no conocían nuestro
secreto.
El edificio esta compuesto de 1a siguiente forma: ha;' un in-
menso almacén en el entresuelo que también silve de <iepósito.
Junto a él se encuentra la puerta de entrada de la casa, y detrás
de ella, otra que da acceso a lma escalcra pequeña. Ascendiendo
por esta se encuentra una puerta de r,rdrio en la que
"raslúcido
puede leerse "oficina". De dia, Elli, tMiep y Koophuis trabajan en
1a oficina principal, que es luminosa y muy grande. Atravesando
un vestidor, donde hay un armario que conliene las reservas de
lápices, papeles, sobres, olros objetos y un baúl se puede llegar a
la oficina del señor !'an Daan y el señor Kraler. Hay un corredor
angosto a.l otro lado de esta oficina, y subiendo cuato escalones
se llega a una puefta en ia que se puede ieer: "privado". En ese
sitio hay muebles osclros e imponentes. EI piso está cubierto con

20
| *" Fraak
alguras aifombras, r¡na belia lárrrpara. un radio. rocio muv her_
moso. Después de esta habitación hav una enoi:me cocina, con
una catdera para baíro y una estufa de gas de dos horniilas. junto
a ia cocina está el baño. Y este es el primer piso.
Se puede subir una escalera de madera blanca por ej corredor
de 1a planta baja, a"l final hay otro corredor, en e1 cuai se pueden
v'er puertas de los dos lados. La del lado izquierdo conduce ai
frente de ia casa; algunos de esios cuartos son almacenes o de-
pósitos- A los cuartos delante¡os también se llega por Ia segunda
puerta de enüada, subiendo una pequeña escalera.
La puerta que está a la derecha cr-rnduce al anexo que da a
los jardines. Nadie puede sospechar que esa puerta gns tiene Lan-
tos cuartos detrás de el1a. -aJ anexo también se entra de esa ma-
nera.
Hay trna escalera empinada enfrente de la puerta de entrada, v
a lir izquierda se encuentra un ccrredor que conduce a un cuarto,
t:n donde esLá el hogar de la familia, así como ia habitación clei se-
ñor ,v la señora l'rank; d 1ado, hay una hatritación má¡ pequeña, la
t:u¿rl cstá c<;nverrida en estudio y dormitorio de la señorita Frank.
Hai, una habitación sin ventana, con un¿ mesa de tocador, a la
dcrecha Ce la escalera; también hay un reducto muv peQueño
clonde se irstaló el baño; al iguai que una puerta con entrada a la
irah¡itación que comparto con mi hermana llargot.
Uno se asombra aI encontrar cuartos tan ampüos v tan ilenos
de lt¡z cn una casa tan vieja. Estas casas que bordean los canales
de Ámsterdam, son ias más antiguas de Ia ciudacl. Esta habitación,
equipada con una estulá de gas y un fregadero, que hasta el día de
hoy es útil como laboraiorio, se ha desúnado para ser el dormito-
rio de los esposos Van Daan, así como el taller o estudio. la cocina,
cor¡redor y ia sala.
EI pequeño cuarto que está pegado al comedor sen'irá para
Peter van Daan. Tiene, iguai al de la casa de enfrente, un desván y
un granero. ¡Y eso es todo! Ya conoces ahora nuestro bello anexo,
Kitti
TqtqAna.

21
§)iario d.e AnoF*"*klt
V¡nnNes 10 or¡u'r,Io rr 194?

§{i querida Kitq,:


Tal r.ez 1.a ie aburrí con ia extensa y cansacla descripcién .le
nuestra nuelia c¿LSa, pero es muv importante qi-ie conozcas el sitio
donde fuimos a paral'.
hfuy bien, tan rápido como ilegamos a ia casa situada sobre
Prinsengracht, L'íiep nos condujo al anexo. hfargot llegó antes
que nosotros, porque había ido en su bir:icleta. Todcs los cuartos
se encc¡ntraban completamente desorclenados; se podían obscn'ar
va.rias cajas sobre 1as camas y por el suelo. Vimos una pequeña
habitación en la que había pijamas y manras, pero se encontraban
apiladas hasta el techo. Era necesario ponerse a arreglar cuallto
antes todo esie desorden si queríamos dormir io más cómoda-
mente posible. Ni Margot ni mi rnadre tenían la disposición de
mo\¡er-Lur solo dedo: solamente se echaron en unos colchones y se
lamentaron. \fi padre y y.o, los ú¡icos ordeaados en esta familia,
crelarnos que debíamos arreglar todo lo antes posible.
Du¡ante todo el día estuvimos vaciando cajas, arregiando ropa,
arrnarios y ordenando todo 1o me.jor que podíamos. Cuando ier-
minamos. caímos exhausto§, pero en camas bien arregladas v,
sotrre todo, muy- limoias. No habíamos comido nada en toda ia
jornada, pero esc nos importaba muy pocc¡; L{argot y rai madre
estaban tan agotadas ypreocupadas, que tampoco probaron nada
de comida.
Seguimos con nuestras tareas ia mañana del martes. tdep -v
Elli eran las encargad.as de buscar nuestros \riveres. Para ia defensa
pasiva, mi padre se dedicó a perfbccionar el "camuflaje" de las
Iuces. hio pusimos alavar el suelo de Ia cocina y no tuve un solo
mornento de descanso hasta el miércoles, y solamente pensaba
cómo estaba cambiando mi existencia. Fiaalmente, tengo aigo de
tiempo para relatarte toda esta aventura y para pensar en io que
me ha suced.ido y en 1o que, durante los próximos días, rne va a su
ceder.
Trgq Ana.

19
Ana Fraak

S,{sADo lL unstnro »n lg42


Nfi querida Kitty:
Ni h,fargot ni mis padresse pueden h¿bituar a-l reioj Ce la l\¡es-
tertor-en, que cada quince minutos está so¡aodo. \b. al contrario,
1o encuen'rro hermoso, sobre todo duranie la noche, porque pro-
duce u¡r sonidc de aliento muy familiar. ¿Te gustaría saber si mt:
agrada mi escondite? Te puedo comentar que ni r.'c misma Io sé.
Pienso sinceramenie quejamás podré considerar a esta casa conlo
nri hogar. pero esto no quiere decir que me sienta desdichada, nrc
hago a la idea de que estoy pasando un liempo de vacaciones en
un sitio muy raro. Semejante opinión te puede parecer extraña ai
traiarse de un escondite, pero yo no lo veo de otro modo. Corno
refugio, nurstro arexo es ideal. Aunryte algo hámedo y extraño,
me parece un sitio muy confortable y único en su género, quc
pienio nunca se podría hallar en las demás zonas de Ámsteniam,
y quizá, cie toda Holanda.
La habitación que mi heranana y y-o compartimos parecra des-
nuda, con sus paredes tan lisas; pero gracias a papá, que anticipa-
damente había traído todas mis postales y mis fctos de a¡tistas de
cine, converií la habitación en una ilustración mu.v amplia. Ahora
queda mucho más alegre, y cuando los Van Daan lleguen trabaja-
relrlos con la marlera dei desván. Quizá se pueda h-ansfb!"[1ar en
unas bellas estanterías o algún otro muetie.
h,Iargot y mi madre va se han serenado un poco más. N{i ma,irc
nos cociró ayer una rica sopa de guisantes, pero ent!'e charla y
charia nt¡ iecorCó el guisado, a tal punto que no fue posible arran-
car ios guisantes carrbonizados de la caceroia.
EI señor Koophuis me regaló un liiiro que 11e..'a por tiruio: .Bo,r,t
Vcor de Jwg,i.l{os reunimos anoche en la ofici¡ra privada para cs-
cuchar la radio de Londres. Yo me encontraba tan nen,iosa cle
que alguien la escuchara que rogué a mi padre que voir.iéramos
arriba. Comprendiendo rni nerviosismo. mi nradre subió con-
rmgo. También, por otros motivos, tenemos tcmor de ser escucha-

23
L&iet !+ de Arco F***kl
dos o i,istos por los r,ecinos. Hicimos las c,¡rtinas el primcr día que
ilegarnos. Realmente no son corfinas, pues esrán hechas de trozos
rie teia qur úo tieneii nada que rv"er entre sí. IlIi padre ro <:osimos
1,
esos retazos como rnejor pr-rdimos. Esas ,'ccrtinas,, esfán sujetas
con cidnchetas a las ventanas, y pieriso que se queciarán ahí hasta
que deciCamos marcharnos.
- El edificio de la derecha está ocupado por una enorme casa
ma,r'orista y el de Ia izquierda por una f;á.brica de muebles.
¿po_
drán escucharnos? En esos edificios n¿die se queda deppués de las
hor¿s de trabajo, pero no quiero «tnfiarrne. A Mar/ot le hemos
prohibido que tosa durante la noche, aunque está rlsfriada, des-
alortnnadamente.
La llegada de los Van I)aan, que esperamos para ei próxirno
martes, me entusiasma bastante. Seremos más persclnas y
)¡a no
habrá tanto silencio, va que es, sobre todo ei silencio, lo que me
añsustia en el día y en 1a noche. Podúa dar Ia mitad de mi rida
porque r.{niera a dormir aquí con nosotros alguno de nuestros
protectores.
Me estoy sintiendo acomaiada por el hecho de que jamás pueclo
salir sola, iengo temor de que me descubran y rne fusilen. He aquí
una razón menos dichosa de mi perrnanencia en este lugar.
Por ei día caminamos muy despacio, igual cuando hablamos,
para que en el aimacén no nos puedan escuchar. Me están lla-
mando.
Trqq Ana.

YTERNEs 14 ns acosro rlu lg42

L{i querida Kirry*;


lrio te escribo desde ya hace rin mes, pero es que no teaía mu-
cho de que conversar. El i 3 de julio llegó la farnfia lhn Daan.
Los estábamos esperando el 14, pero los alemanes comenzarcn a
intranquilizar a muchas personas entre el l3 y el 16, pcr lo que,
para mayor seguridad, prefirieron llegar un dia antes. peter fue

24
AnaFrank
el primero en llegar. Aún estábamos desa¡rnando y ya eran las
nueve y media de ia mañana. \'ino con su gato. Este muchacho de
16 años es muy tímidr: y fastidioso. Como compañero no espero
nada de é1. Media hora más tarde llegaron los señores !'an Daan.
La señora provocó nuestrás carcajadas cuanCo sacó un orinal de
su sombrero.
aingún sitio me siento como en mi propia casa sin orinal
-En
-dijo.
Ese fue el primer objeto que encontré su lugar fijo, deLrajo de
la cama. Y el señor Van Daan trajo una mesa plegable para el té.
Comimos juntos, de una forma muy amable, los tres primeros
días. Después, nos dimos cuenta de que nos habiamos transfor-
mado en una sola famiiia. Estaba muy ciaro que los Van Daan, a
su llegada, tenían mucho que relatarnos del mundo exterior. Lo
más importante era saber qué había ocwrido con ei señor Gouds-
mit 1'con ntestra casa.
EI señorVan Daan nos contó:

-El señor Goudsmit me llamó por teléfono el


iunes por la ma-
irarra, para saber si podía pasar por su casa, a io cual dije que
sí. Estaba muy angustiado. Me mostró una carta que dejaron los
Frank, y me preguntó si tenía que llevar el gato a casa de los ve-
cinos. I-e contesté que sí. El señor Goudsmit tenía temor de ser
investigado, y por eso inspeccionamos iodos los cuartos de la casa,
poniendo orden.
"Repentinamente, -oi que sobre el escritorio de la señora F'rank
se hallaba un anotador que contenía la dirección de Maestricht.
Sab\do que Ia dejó en ese sitio con toda intención, fingí miedo
1' asorhbro, soiicitando al señor Goudsmit que destruyera aquel
papel enseguida.
»To<1o el tiempo le hice creer que no sab¡ía nada Ce su des-
aparición, y se me ocurrió algo después de haber visto ese
papei".
Le dije: "Señor Goudsmit, creo que 1a recordé una cosa reia-
cionada con Ia dirección que hallamos en este papel. Recuerdo
que un oficial de aito rango se presentó un día en la oficina, de

25
Ddavio ée A?r.o §rarult

esto )'a i¡ace corno unos seis mescs. Aqriel hombre se encont¡a-ba
adsc¡ito a la reeión cie l4aestricht, y me dio Ia impresión de que
era amigo del señcr Frank desde la infancia"
»Le comentó que, al parecet é1 había promeiido protección
v aruda al scñor Frant, y que quizá había decidido manrener su
paiabra .,' había faciiitado, de algun rr,odo, el paso de su famiüa
a Suiza a ra..,és de Bélgica. Le pedí que hablara de esro con los
arnigos de los Frank para iener información sobre eIlos, arinque
sin mencionar necesariamente a Maestricht.
»De inmediato rne rnarché. Supe, por varios arnigos, que slrs
conocidos fueron informados de esto".
I{osoiros pensamos que este relato era muy dilertido, y nos
echamos a reír de Ia enorme imaginacií.rn de las personas, d¡ la
que nos daban prueba varias otras historias del señor Van Daan.
Hubo quien nos r.io, cuando amaneció, a mi hermanii-- a mis pa-
dres v a mí en bicicleta. Otros afirman que, en plena noche, nos
sut-ieron a un coche militar.
Tr4tq,lno-.

MÉncor.us 2f on Acosro BE 1942

N'h querida Kitty:


A partir de ahora, nuestro escondite es eso, un escondite. El
señor Kraler pensaba colocar, detrás de la puerta de acceso a
Ia casa, una estantería, debido a que los alemanes registran las
casas buscando bicicletas ocultas. El señor \¡ossen se eslorzó por
arreglar y barnizar este estante. Nos 1o comenté a las siete per-
sonas que estamos escondidas aquí, y se ¡nuestra muy servicial
ahora. Hay que encrrgerse primero y después saltar para poder
liegar a las oficinas, porque los escalones rlesaparecieron. Poco a
poco nuestras fientes empezaron a lucir chichones por culpa de
la puerta baja. Por este motivo se ha colocado en el borde de la
puerta, corno protección, una pequeña bolsa rellena de v-irutas.
¡Esperemos que esio dé resultado!

26
Ana §ranl¡
Decidí estar.de r-acaciones hasta septiembre, v me olvidé de los
estudios. Nfi padre me prornetió que será mi maestro. pue.s me da
miedo haber olvidado todo 1o que aprendí en el colegio.
En nuestra -r.ida no hay dernasiados cambios. Con el señor \án
Daan no me llevo rnuy bien, no obstante, cou mi irerrnana Margot
ha simpatizacio mucho. En ocasiones, mi madre me trata como a
una niña, cosa que no aguanto. A parte de esto, nos va muy bien.
Pete¡ es uii perezoso que permanece acostado enla carna todo el
día;juega a que trabaja a veces, intenta ser carpintero, y después
r.uelve a su misma rutina. ¡Qué estúpido!
Afuera hace rnucho calor ¡ pese a todo. apror,echamos ese soi
que, a través de la ventana abierta, nos entra a chorros.
Tu2a, Ana.

Minncor¡s 2 or snrrmnsBn.E DE 1942

fofi quenda Kitty:


Hoy ios esposos \án Daan tuvieron una peiea enorme. Jarnás
hal;ía prcsenciado algo parecido, a mis padres nunca se les ocu-
rrirí:r gritarse de ese modo. La rcz6n fue una auiéntica insignifi-
c:ancia que ni vale la pena mencionar. En fin, es la üda de cada
c¡uien.
Creo que, para Peter, esta clase de cos¿s son muy desagrada-
bles, pues sorl sus padres, pero ya nadie lo toma en cuenta p{)r
holgazán v quisquilioso. Estatra mur,. preocupado aler porque te-
nía la lengua azul y no roja, pero esto rápidamente desapareció.
Hoy anda paseando con una bufanda roja atada al cuello y suire
de tortícolis; también el señor Van Daan se queja de lumbago.
Padece <iolores en los pulmones, ios riñones ,v el corazón. ;Es un
auténtico hipocondríaco! (Creo qlle esa es la def;nición correcta,
¿o estoy equivocada?).
La señora \ran Daan y mi madre no simpatizan totaimente,
hay demasiada-s diferencias entre ellas; la señora Van Daan. por
ejempio, sacó ciel ropero colecti",'o todas sus sábanas, dejando scla-

27
Iliario de Ana Í*r*kl
mente tres. Pero si cree que todos r,'an a usar la ropa de mi madre.
se va a llevar una enorme sorpresa cuando descubra que siguió su
mismo ejemplo.
Por más que la señora se enfade, usamos su juego de mesa
para todos v no el nuestro. Trata siempre de averiguar en
dónde quedó el nuestro, y ni siquiera puecle imaginar que está
más cerca cle lo que ella pietsa: en el desr,án, guardado en ca-
jas de cartón detrás de un montón de papel de puhlicidad. Y.
mientras nos encontremos err este sitio^ nunca lo podrá usar.
Desgraciadamente a mí siempre tengo accidenies; a),er, por
ejemplo, rompí un plato sopero de la señora Van Daan en mil pe-
dazos.
¡Ay! rabiosa -. Te pido, por favoE que estés más
-gritó
atenta en Io que haces, porqlre no tenemos más enseres, esto es 1o
único quc nos queda.
En estos uitimos días, ei scñor Van Daan ha sido muy ama-
ble conmigo. Bueno, si esc¡ hace que se sienta bien... Mi mad¡e
me fastidió nuevamente con sus reprimendas ho,v por la mañana;
eso me pone de pésimo hurnor. I{ueslras opiniones son comple-
tamente opuestas. Mi padre es mlty accesible, a pesar de que en
ocasiones también se enfada coninigo. Sin emiranro, solamente es
cuestién de cinco minutos.
La semana pasada, nuestra nionótona existencia fue interrum-
pida por un incidente muy pequeño: se trataba de Peter y uo li-
bro sobre mujeres. A Peter y a mi hermana se ies permite leer
casi todos los libros que el señor Koophuis nos prestat pero esie
en particr-riar contenía un tema sumamente deiicado que soio los
adultos podían tratar y entender. Esto fue suficiente para Cesper-
tar ia curiosidac{ de Peter: ¿qué tema pro}ribidc contenja ese librol
Lo sacó a escondidas de donde su madre 1o guardaba mienras
ella conversaba con nosotros y corrió al desván. Durante tres cjías
todo estuvo bien; 1a señora !4n f)aan sabía per{bctamente lo que
estaba sucediendo, pero no comentaba nada, hasta que su esposo
io supo. Este le quitó ei libro a Peter y pensó que la cuestrón había
f,nalizado. No obstante, no contaba con Ia enorme curiosidad de


Ana, Fra:rk
su- hijo, y este no dejó que la enérgica acción de su padre lo intimi-

dara en lo más rninimo.


Peter buscó todas las formas posibles de leer aquel iibro tan
interesante hasta el fin. Su madre, mientras tanto, üno a hablai'
con mi ;nadre para pedirle un consejo. A mi ¡nadre le daha la im-
presión de que no era un übro muv recomendable para l,Iargot,
pero, según e1la, los demás no tenían nada de malo.
Van Daan, entre Margot y Peter hay una gran di.
-Señora
terencia mi madre-. Primeramente. Margot es una mu-
-dijo
chacha y las mujeres siempre son más maduras que los hombres;
después, Nlargot ya ha leído aippnos Jibros para aduitos v no anda
buscando temas prohibidos; y finalmente, L{argot ya ha asistido
al liceo durante cuatro años, esto la hace niucho más adelantacla
y más seria.
La señora Van Daan estur.o de acuerdo con esto, pero de iodas
maneras csnsideró que no era conveniente dar a leer übros pzLr:r
adultos a 1os muchachos,
Sin embargo, Peter conlinuó insistiencio y buscó el instante mas
apropiado para, sirr que nadie Io üera, ¿¿dueñarse del liLrro; cuando
toda ia lamilia se reunía en la r.¡ficina cle mi padre, a lix siete y media
de la tarde, para escuchar la radio, él se encerraba en ei desvá¡.
'lenía que haber bajado a ia^s ocho y media, pero como 1a lectura
erz dernasiado interesante para é1, nunca se fijó en ia hora,v se ropó
f¡ente a frente con su padre, precisamente cu¿¿ndo este descendía
por la escalera del desván. De prcnto se escucharon r,arios golpes,
una bofetztia, un tirón y Peter caÉ en el desr'ári r el übro sobre la
mesa. Así estaban las cosas a ia hora de la cena. A Peter lc casti-
garrcn, nadie se preocupa-ba por é1, se tendría que ir a la cama sin
comer. La cena siguió de forma" mu;r ¿¡*nr;osa, se rela, se conrrer-
saba. Ile repente, nos dejó mudos ua sonido agldo. lbdos dejeunos
los r:ubiertos sobre los platos y ncs miramcs. De inmeCiato escucha-
mos por la chimenea la voz de Peter gritando:
muy equivocados si creen que t¡o,v a bajar.
-Están
El señr¡r Vari Daan ie pu$o en pie, lanz6la servilieta al suelo, y
muy enrojecido dijo:

2s
Diaria de Ane Fron§e

- ¡lb trasta! ¿l,Ie escuchas?


Xfi padre io cogió de1 brazo, temiendo que pudiera sucede¡
una desgracia, y io siguió al desr,án; Peter volr,4ó a su cuarto tras
muchas protestas 1. pata.ietas, se escuchó un portazo rnuy fuerte. v
ios señores voh.icron a la mesa. i,a señora Van Daan quiso guar-
darle un trozo de comicia a su pequeño Peteq pero su esposo, que
era determinan¡e en sus decisit¡nes, no se lo permi.tió.
no pide disculpas inmediatamente, va a tener que dormir
-Si
en el desván.
Comenzaron las protestas, porque mandarlo a la cama ya sin
cenarera bastante castigo; por otra parte, si se resfriaba, ¿adónde
buscaríamos a un doctor?
Peter no pidió discuipas, voivió al desván y el señor Van Da¿n
decidió no hablar más del tema. No obsrante, comprobó al ciía
siguiente que su hijo había dormiclo en su habitación. Perer su-
bió al desván a las siete, pero mi padre con palabras amistosas
1o conr..enció de que bajara. Después de muchas miradas de en-
fado y silencios obsti¡ados, todo I'olvió a la normalidad a los tres
días.
TrEqAna.

LuNns 2l on sEpTTEMBRE DE 1942

I\'li querida Kitri':


Hoy solamente me limito a contarte las noticias del anexo. Ya
no ag'uanto a la señora Van Daan; siempre me regaña porque no
puedo dejar cie hablar, pero prefiero no hacerle caso, porque
no puedo eütarlo. Ahora también se enfada porque lreganros
Ia^s cacerolas; las sobras de comida que encuentra las deja dentrc

en r,ez de colocarlas sobre un plato de üdrio, como Io hacemos


nosotros. ,v todo esto nos altera los nenios. Y cuando le toca la-
var la vajilla a mi hermana, la señora, despreocupadamente. ie
dice:
-;Cómo trabajas, §{argot!

30
-4¡ra Franir

Estamos haciendo, con mi padre. uti árbol geneeiógico de su


familia. Sobre cada urro de sus integrantes me va relatando cosas
,y esio ine
parece bastante i[teresante.
Cada qriince días, el señcr Kc,ophuis me trae varios übros para
niñas. N{e agrada mucho la sene Joap ter l{eul, v los de Cissy van
h,{a:rtveldt. 1á he leíclo F,en ,futnraotlrcid cuatro veces, pero me siguen
entreteniendo murüo las situaciones que describe, son muv cómicas.
Comeircé a estudjar nuevamenre. Intento dar lo mejor de mí
para aprender francés rápidamente, ,v diariamente me aprendo
cinco verbos irregulares. Peter empezó a aprender inglés, aunque
con varios suspiros. Acaban de liegar algunos libros. }b había
traído gomas, etiquetas, lápices y alqunos cuadernos. I\ti padre
quiere que le demos clases de holandés. El príncipe Bernardo
ac:aba de decir que para ei mes de enero tendrá otro hijo. De esa
nrancra escucho a Ia Holanda de ultramar. Aquí todos se asom-
lrran de que ].o sea tan monárquica.
-tlstuvimos hablando, hace algunos días, de que aún so,v muy
ignorantc. Esto me llevó a decidir que !v'oy a estudiar con más
r.T¿urils que nunca. No quiero encontrarme a los catorce o ouince

a¡ir)s «:on kts mismos compañeros.


Dr:spués se habló de libros, pero casi todos esrán prohibidos
¡rirra rrrí. En este momento, mi madre lee Heaat, trVouue¡¿ en Kne-
clLt"an, cyuc mi he rmana sí puede leer, pero vo no; en primer lugar
porque debo ser mucho rnas culta, como la inteligente de L{argot.
Posteriormente hablamos rJ-e mi ignorancia en tema.s como fisio-
logía, filosolia y psicoiogía (son palabras tan enredadas que tuve
que truscar'las en ei diccionario]. Pero quizá pa:a el próximo año
sea menos ignorante.
Descubrí que para el invierno solo tengo un vestido de maaga
larga _v t¡es chalecos. S{i padre me dio permiso para hacerme urr
jerse,v de lana bianca. Lalana no es muy hermosa que digamos,
pero 10 único que me importa es el calor que me dé. Tenemos
im poco de ropa en casa de otras personas; desgraciadamente no
podemos ir a buscarla hasta que firuüce la guerra, espero que aun
esté allí.

a1
.J1
Dierio de Anq Fro.nk

ÉIace poco, precisamente cuand<¡ estaba terrni¡ando de escri-


bir algo sobre la señora Van Daan, ella apareció y ¡zasi, tuve que
cerrar el tiiario úpidamente.
Ana! ¿Por qué no me muestras aigo de lo que escribes
-¡Hola
siempre?
l{o señora, lo siento mucho.
ni siquiera la última página?
-¿Pero
siento señora, ni siquiera.
-Lo
Me llevé un gran susto, porque 1o que comentaba de ella en
esta última página era un poco desagradable.
Tu2qAna.

Vmnxos 25 or sEPTTE&IBRE DE 1942

Mi quen\a Kitty:
Estuve "visitando" a,ver la casa de los Van Daan para conver-
sar un poco; eso sucerie de vez en cuando. A veces se pasa allí
un rato muy agradatrle, tomam(,s limonada y comemos galletas
y bizcochos.
Chariamos sobre Peter. ks dije que él rne acaricia-ba conti-
nuamente la mejilla, y que para rní eso era insoportable, que esas
demosraciones me desagradaban.
Ellos me preguntaron, de un modo rnuy paiernal, si en verdad
yo no podía senúr cariño por Peter ya que, según ellos, él rcal-
mente me quiere mucho, y pensé: ¡Oh, no!
Les dije que pensaba que Peter era torpe y ün pocc tímicio. E
intenté justificar este sentimiento cornentando también que quizá
era porq'úe a esa edad ios muchachos no esián acostumbrados a
irahr cúlr muchachas.
Tengo que decir que ei coinité de nuestros protlctores, estoy
hablando de los señores, es sl'dy ingenioso. Irragínate lo que han
ideado para hacerle llegar inforrnaciones nueslr:as al señor lán
Dijck; nuestro amigo i, apoderado y, aparte de eso, es el que liene
la responsabilidad de las mercancías secrftas. Nuestros protectc-

32
I
I

I ¿o"Frank
res redactan, a máqt;jna, une. carta a un farmacéutico cliente de
la casE que ür.e en la Zelandia X.{eridional; ei señor encuentra
una nota escrita por mi padre en su carta 1; en el mismo sobre,
envía la contestación. Cuando reciben la respuesta, nuestÍrcs pro_
tectores cambian la misiva del farmacéutico con una frase escrita
por n'ri padre, diciendo que nos enconrramos muy bien. Se su_
pone que la ca¡ta de mi padre, que enseñan al señor Van Dijck,
pasó de contrabanrio por Bélgica., en dirección a Zelandia. El se_
ñ.:r Van Dfrck la lee sin sospechar ia jugada. Escogieron Zelan_
dia, porque, al ser el límite con Bélgica, el conrabando es muy
común.
Tu3a, Ana.

Dolvr¡r.{co 27 »nsEprrEMBRE DE trg42

Mi querida Kitty:
Mimadre y yo no nos entendemos muy bien; tenemos mu-
chas discusiones últimamente, pienso que la ha tomado nue-
vamente contra mí. Pero tengo que acla,tar que no hav grito§
enrre nosotras, como los \z'an Daan; aunque esto no quiere de_\
cir cue mi situación sea muy aeradaklle. La manera cie ser de
mi heriaana y de mi madre me parece muv rara. y creo que es
una lástima que entienda &1enos a mi propia madre que a mis
amigas.
La señora Van Daan, una v-ez más, se encuentra de mal hurnoq
es dernasiado autoritaria, y grrarda esrriciarnente bajo llal.e todo
lo que es suyo. Desgraciadamente, mi madre no contesta con una
"frankiana" a cada una de sus escondidas ',r,andaanianas,,. .{sí
cornprcndería.
Hay gente que no solamente se encalrsa de ia educación de sus
hijos, sino que también quieren educar a ios de los demás. Los
!'an Daan pertenec€n a esa clase de personas. Creen que a Mar-
got no es necesario educarla, ya que es toda ternura, inteügencia
y delicadeza en persona; a mí, en carnbio, me ha tocado Ia mala

JJ
Diaria d.e Ane Franh
suerte de ser maleducada por parrida doble. Por eso, los reproches
y consejos siempre me los dirigen a mí; y siempre es la hora de la
comida el momento que justifica estas reprimendas.
tr{i madre y mi padre me defienden siempre, y no podría en-
frentar esta iucha con miedo a descuidarme si no fuera por ellos.
A pesar de que rrús padres me dicen lunay otravezque debo char-
lar menos y no meterme en lo que no me interesa, mis esfuerzos
son inútiles. Si mi padre no fuese tan paciente conrnigo, pienso
que habúa perdido toda esperanza de lograr satisfacer las exigen-
cias de mis padres, que no son demasiaclo estrictas,
Cuando tomo asiento en la mesa y me sino poco de alguna
'u'erdura que no me agrada para nada, los señores Van Daan se
enfadan y siempre corrlent¿n que estoy excesivamente consentida.
un poco más de v'erdura, Ana, vamos.
-Sírr,'ete
mucias gracias, señora :rontesto-; quedaré saris{é-
-No,
cha con esto.
es que la verdura es muy sana, tu madre opina igual.
-Pero
V-amos, sirvete... hasta que mi padre interuiene confir-
-insiste,
mando mi negadva.
La scñora entra en acción entonces:
tendrían quc haber visto cómo se educaba en mi
-¡Ustedes
casa! ¡Creo que por lo merros alü sí se sabía educar a los chiquillosl
Si Ana fuera mi hija... Es una pequeña demasia<io malcriada...
no lo soy, señcra Van Daani
-¡Afortunadamente
'vbh.iendo al asurto de ia educación, al final de las palabras de
la señora se produio un largo silencio. Mi padre respondió:

-!'o creo que Ana es una niña muy bien educada, por io me-
nos ha aprendido a no responder a sus extensos sermones. En io
que se refiere a las verduras, no puedo más que responderle que
sus comentarios son inoportunos.
La señora se sintió vencida. I,a palabra "inoportulo", que pro-
nunció rni padre, estaba dirigida en especial a ella, en referencia
a la pequeña porción de verduras que se sirve. La señora t:ree
que detre cuidarse, porque sufrr del estómago, y considera que se
sentiría mal si antes de irse a dormir come rnuchas verduras. De

34
I

I
f

i Ao. Fra*'t
todas maner:a-q, a mí que me deje tranquila. Es rnu,v gracioso r,er
como se enlada por cuaiqüei cosa. A{brtunadamente, a mí no me
ocure igual, y por supuesto, eso a ella le molesta mucho.
Tigq Ana-

Lu¡rrs 28 oe, sEprrEl{BRE DE lg42


N{i muy querida Kitty:
Tuve que parar de escrihir, aunque aún me {altaba de¡¡asiado
para §n"lizar nri carta de ayer^ i\o me puedo aguantar liis ganas
de hablarte sobre otra discusión, pero antes te debo decir otra
cosal
Creo oue es rnuy raro que la gente ma.)¡or se pelec por cual-
quier tcintería; yo pensaba que eso de peiear era soiamente cosa
de chiquillos, que se pasaba con los años. Está muy claro que se
¡rueden producir auténticas discusiones por cosas serias, pero las
palabras insu-ltantes que se escuchan aquí no tienen razón <ie se4 y
ahora están a la orden del día; pienso que me tenciré que acostum-
brar a ellas. Pero no se trata de eso, ya que creo que no -riene sen-
tido que me habitúe a esas peleas mientras que, err casi toclas eilas,
continúen hablando de mí. Todo Ic que yo hago es incorrccto: mi
c:onducta. rrri aspecto, rni temperamento, mis modales; roCo esto
es motivo de críticas y murmuraciones, y adernás debo aguan-
tar'las ma.las palabras que me dicen, 1. estoy, obligada, aua asi,
a poner buena cara. ¡Definitivamente esto es rnuctro más luerte
que yo! Creo que no podre sopoitarlo durante nruchó tiempo.
Me niego rotundamente. Les voy a enseñar que A.na Fran_k no
es ninguna boba; y cuando comience a decirles que es preferible
que cüden su propia educación y ya no se preocupen por la mía,
se \.?n a quedar tan asombrados de mi reacción, que cerrarán la
boca de una vez por todas. ¡Pero acaso qué se habrán creídol ¡Son
unos neciosl Hasta este momenio, tanta grosería me ita dejado
perturbada 1; por encima de todo, tanta estupidez (de parte de la
señora Van Daan); pero apenas me recupere no tardaré en
-y
JJ
Diario de A*ea Frank

hacerlo- les voy a responder del rnismo modo. ¡Y \'-a no se mete-


rán conmigo nuevamente!
¿Seré tan mal eclucada en realidad? ¿Tan tonia, tan caprichosa,
tan insolente, tan testarucia,tanholgazana, etc., como eüos dicen?
l'a sé que tengo demasiados defectos, pero creo que están exage-
rando. ¡Kitt¡ si supieras cómo en ocasiones me hierve ia sangre
cuando todos me gritan e insultan! Pero te puedo asegurar que no
será por mucho tiempo, porque mi rabia está a punto de explotar.
Pero 1a irasia de hablar de este tema. Ya te aburrí rqucho con
mis peleas, No obstante, hubo una conversación sumamente inte-
resante a la hora de la comicla, v cleseo reiatártela-
. Ahora no recuerdo cie qué manera, pero liegamos al tema so-
bre la legendaria modestia de Pim (Pim es el apodo de mi padre).
Las personas más bobas no podr{an discuti¡ sobre este asunto. Re-
pentinamente, la señora Van Daan, que siempre tiene que opinar
en todas las charlas, comentó:
también soy modesta, mucho más modesta que mi esposo.
-trb qué desfachatez!
¡Fero ¡Solamente con clecirlo evidencia §u mo-
destial E1 señor Van l)aan, que consideró prudente aclarar eso de
"mucho más que mi esposo", contestó con mucha serenidad:
--Yo no deseo ser modesto' Durante toda mi üda he podido
da::me crrenta de que la geute que no es modesta llega mucho más
iejos en ia lida que la que lc es.
Y dirigiéndose a mí, dijo:
iamás seas modesta, porque ser rnodesta no te condu-
-Ana.
cirá a ningún lado.
It'Ii madre aprobó este punto de vista' Sin ernirargo, la señora
Ván Daan, ccmo de cosLrmbre, tuvc que dar su punto de l'ista
sobre este asunio de tanta importancia como lo es la educación.
Pero en esta ocasión, se dirigió de manera directa a mi padre y a
mi madre:
Frank, qué modo tan ct;rioso de pensar sobre la
-iSeñores
vida tienen ustedes! En mi época rro era de esa manera. Tengo
la plena seguridad de que en estos tiempos es¿ diferencia a-un
exjste, con excepciórr de lamilias modernas como la de ustedes.

36
A¡na Fraafr
Estas ultimas palabras estaban referidas al método educativo
moderno, defendido por mi mad¡e en muchas ocasiones. La se-
ñora \án f)aan estaba enrojecida por la ratria que estaba si*-
tiendo; en cambio nú madre estatra lo suficientement.e c¿rlmada.
La persona que se encolenza corre el riesgo de perder la ¡rartida
mas rápido. N{i madre, con las rnejillas lívidas, quiso zanjar csia
situación 1o más pronto posible, y apenas recapacitó tan solo un
insrante antes de contestar:
opino también, señora Van Daan, que en ia vida es prc-
-Yo
ferible no ser demasiado modesra. Margot, Peter ),mi esposo sorr
enormemente modcsios. Su esposo, Ana, usted y yo, no carece-
mos de modestia, pero tampoco dejamos que se nos atropelle.
Señora:
-No ia entienr{o, apreciada señora. Realmenie
yo
soy la rnodestia en persona. ¿A usted qué es lo que le hace «lu-
dar'lo?
Madre: cieno que modestia no le hace falta, pero consi-
-Es
dero que nadie cree que ustecl sea auténtic¿mente modesta.
Señora: encantada saber en qué senndo soy tan poco
-ib{e
modesta! Yo me moriría de hambre aqui si no me ocupara de mí
misma. Sin embargo, esto Ro es motivo suficiente para dudar que
soy tan modesta corno su espo§o.
,{nte esta autode{bnsa tan ridícula, 1o único que 1e quedó a mi
ma¡ire iue reír^ Esta reacción enfadó enormemente a ia señora
Yan f)aan. que empezó su magnífico sermón en un marar.'illoso
hoiandés-alemán y alemfn-holandés que: al final, extraviada en
sus propias palabras, temó ia. decisión de irse de la habiración,
pero entonces su mirada se clavó en mí. ¡Es que deberias haberio
vr.sio! Desgraciadarnente, en cuant{} nos dio la espalda, 1,o mol-í
la r:abeza, de maner:a casi inconsciente, pero de un modo burión,
con una expresión de compasión combinacia con sarcasmo por
estar siguiendo ia charla tan ateni.amente. La señor¿ se enfadó y
empczó a ianzat una serie de ofensas en alemán" perc eso sí, de
una Íb:'ma d-emasiado rn lg*.Daba gusto mirarla. si supiera dibu-
jar. io habría hecho, pues a tal punto resultaba córnica, demasiado
cómica. la- pobre estripida mqjer.

3t
1

ñisria áe Ane §ronkl


I)e algo e-sto\,¡ segura después de esa escena: a las personas no
se les conoce bicn hasta teneÍ una auténtica ciiscrisión con eiias.
¡§ciamente entonces se pueden apreciar sus temperamentosl
Ttg;a, Ana.

Mmr¿s 29 r¡a sESTTBMBRE DE 1$42

&fi querida Kitry:


La gente quc se esconde obtiene experiencias muy curiosas.
Imagina que no tenemos bañera, y que nos iavamos en una. tina.
Como hay agua caliente en la oficina (o sea, en todo el piso infe-
rior), todos hacemos turnos para asearnos.
Pero como somos lan clistintos son mas pudorosos--,
-unos
cada u¡o escogió su rincón personal para darse un baño. Peter
io hace en la cocina sin darle importancia a la puerta de üdrio.
Cuandc¡ se va a bañar, anuncia que nadie pase por enfrente de 1a
cocina dura¡te ireinta miautos. El señor Van Daan. ahorrándose
el r.-iaje para subir el agua al segundo nir.el, lo hace en el dormito-
rio. foIi madre escogió ia cocina, detrás de la pantalla de la estufa,
como cuarto de baño y rni padre la oficina privada. Marggt ,v yo
reservarnos la oficina del frente. Todos los sábados por las tardes
bajamos 1as cortinas, y la que espera vigila a la otra.
El cuarto de baño que escogimos dejó de gustarme a partir rle
la ütima semana, y comencá a k¡uscar un nuevo sirio más cómodo.
Peter me hizo la sugerencia de que usara el trlC de la oficina, de*
bido a que zllí me puedo sentaq encender la luz, cerrar la puera
con ilave y estar a salvo de ias mi¡adas de los demás. El domingo
füe mi primer baño y 1o disfruté bastante.
IJnos plomeros rabajaron la sernana pasada en el piso inferior
en la conexión de agua que debía ser ilevada ai corredor desde el
WC de las.oficinas. Esta medida es una precaución para la época
inv'ernal, porque las tuberías se congelan. Desgraciadamente,
rnieirtras estos señores estur.ieron trabajando no pudimos usar 1os
1VC ni las llaves dcl agua.

3B
Ana Frank

Desde e1 momento en qtle llegamos a nuestro anexo, mi padre

,v,r.'o estábarrc,s pro',.istos de un orinal impravisado a falta de uno.


Tuvimos que sacrificar dos recipientes de vidrio del labora-torio.
Para hacerlos, colocamos los recipientes en la habitación. donde
solo pudimos guardarlos. Eso se me hacía mucho menos horril¡le
que encon-Lrarme en la necesiclaci de permanecer encerrad;r {:n
un cuarto, quieta en una silla, sin poder conversar durante toclo
el día. No te puedes imaginar el sufrimiento de la señora Cuá-
cuá. En 1as horas de tra'bajo no hacemos más que hablar; pero
quedarse inmórd sin charlar es cien veces más aterrador. Despuós
de tres días de esta rutina, sentí entumecirnientos hasia en ei tra-
sero. Afortuaadamente, me aliviaron los ejercicios fisicos durante
la noche.
Ttga, Ana.

Junvrs I op ocrurRr DE [942

Mi querida Kity:
Me asusté mucho ayer. A ias ocho, alguien tocó ei timbre muy
fuerte, Creí que eran ,va sabes quiénes. Pero me calmé cuando
iodos drjeron que eran unos mendigos o el carterr.¡.
Los Cías pasaron silenciosamente. Urr jor,'en químico y {árma-
céutico judío, de nombre Lew"in, trabaja para él señor Kraler en
la cocina de las oficinas. Conoce a la perfección el eriificio en el
que nos encontramos, y: por esa razórr ter¡emos pánico de que se
le r.aya a ocu¡rir ir a mirar el viejo laboratorio. Permanecemos
ca}lados, como ratones aterrorizados. ¿Hace 'rres meses quién iba
a decir que Ana-azogue podria ser capaz de perrrranecer tranquila
en una silla sin hacer, durante hr,ras, el más mínimr¡ mo'u'irniento?
Ei cumpleaños de ia señora lhn Daan fue el día 29, y aunque
no pudo celebrarlo a lo grande, se le festejó con varios obseqüos,
ccn flores y con deliciosos platos. Al parecer los claveles rojos que
le entregó su esposo sorl una tradición de familia. Hablanclo de
ella. te puedo cornentar qrie su coqueteo con mi padre me pone

39
friario de A.*'F-**kl
cie pésirrro humor. Elia Ie acaricia la mejilia y ios cai:elios, se Lrar-:e
la craciosa. st. a)za la lalda pcr encima de la rodilla... v todo estc
para intentar atraer la atención de rni padre. Afariunarla¡nente) a
mi padre no ie gusta ella, ni siquiera la considera simpárica, de t;il
manera eue no toma en cuenta s¡-rs condnuos coltueteos. Como
Io podrás notat soy muy celosa por naturaieza, de manera que
todo esto me sabe demasiado mal. ivli madre jamás le coquetea al
señor Van Daan, y yo no me he detenido en decírsek¡ a la señora
\¡an Daan.
¡Quién io hubiera pensadol Feter, de vee en cuando, es caf)az
de hacer reir. A ambos nr:s encantan los disfraces; v esto fue el
motivo de muchas risas el otra día.
Peter apareció con un raje de cola que era de su madre, v yo
vestía con una ropa de él; él con un sombrero de mujer, y vo con
una gorra. Todos reían hasta saltárseles las lágrirnas. N-os diveni-
mos demasiado.
Elli adquirió faldas para Margot en la tienda."dr Bijenkor{",
las mismas que compartió conmigo. Son de pésima caJidad, pare-
cen como de yute, como esa tela de los sacos para meter patatas.
El costo fue, respectivamente, 24 y 7 .50 florines, ¡qué diGrencia
con las que usábamos anteriormente!
Te vo;r a hablar de otra cosa que es iluestro entretenimiento
más reciente. Elli se las ha zLrreglado para mandarnos unas cia-
ses de taquigra-fia por correspondencia, para mi hermana, Peter
y para rni, ya verás que magníficos taquígralcs uos haremos el
próximo año. l{e parece muy interesante aprender a dominar
una escritura tan secreta, por lo menos así 1o creo ;,o. De cualquier
modo, me siento muyimportante sabiendo que estoy aprendiendo
esa especie de código secreto de manera muy seria y fcrmal.
Tuya, Ana

SÁncDo 3 »n ocrunnu, DE 1942

NIi querida Kitqv:

40
Ana Frank

Hubo otr:a pelea el día de a1,er. Mi rnadre se atrevió a reiatar


a mi padre todos mis pecados. Ella empezti a llcrar, vo también,
)¡ por ese motivo me dio un espantoso dolor de cabeza. I)esgra-
ciadamente con todo esto, ie confesé a mi padre lo que sentía, y
le dije que 1,o lo arnaba a ál muclio rnás que a mi madre, éi rae
respondió que esio pasaria, pero pienso que le r,a a costar buen
trabajo lograr que me 1o crea. Necesirc, hacer esfilerzos por es-
ta\ enpaz con mi madre. A mi padre le enca¡rtaúa verme a¡enta
cuando a rnamá le duele la cabeza o se siente mal. Debería, por
ejernplo, llevarle algún medicamento sin que nadie me lo di.;era.
Pe ro esto jamás lc hago.

Estoy levendo I¿ Bell¿ fri¡¡ernaz.i¿ y estudjo bastante ei fr¿¿ncés.


'fu1qAru-

YrunNss I pr ocru¡Rr DE lg{2


tr{i querida Kitty:
EI dia de hov solo iengo noticias mu,r, deprimentes. Paulati¡a-
rnente la Gestapo, que no se anda con rodeos, han embarcado a
rrruchos de nuestros amigos judíc's; los transporian en furgones de
ganado a lVesterbork, eri Drente, que es el inmenso campo para
judíos. Este sitio debe ser una auténtica pesadilia; muchos de ellos
son forzados a lavarse en un solo cuarto, v los WC casi no exis-
ten. Unos sobre otros, duermen amontonados en cualquier sitio.
Hombres, rnujeres y niños duermen juntos. Desr.lichadamente no
irablaremos de las costumbres: muchas jóvenes v mujeres aduhas
están embarazadas.
Nt¡ existe escapatoria. La inmensa mayofla está marcada en ei
eráneo. que está afeitado.
Si esto .ya ocurre en Holanda, ¿qué ocurrirá en las regiones
clistantes de las que Westerbork es soio la puerta de entrada? Ya
sabemos que esas infortunadas personas habrán de fallecer. La ra-
dio ingiesa habla continuarnente sobre las cámaras de gas. Pienso
que esa es una de las mejores forrnas de morir sin sulrir dema-

41
Diario de Ana Frsnle

siaclo. Esto me enferrra, De modo irnpresionante. Lfiep relata


todos esos horrores, y ella misma se sienie aterrada. Hace poco.
Miep encontró frente a su puerta a una mujer judía anciana v
pardítica. esperando a 1a Gestapo, que había ido en busca de un
coche para poder lievársela. La desdichada mujer temblaba de
pánico por ios bombardeos de los aüones ingleses y por r.er los
haces iuminosos sobre el cielo, iguales que flechas. l\,fiep no tur.,o
la valenda de hacerla entrar en su propia casa. Pienso que nadie
1o hribiera podido hacer. Los que imponen los castigos son los ale-
manes.
Támbién F.lli ha recibido su castigo; su novio debe marcharse
.a Alemania. Ella siente miedo de que los aüadores que sobreme-
la:r sobre nosotro-q dejen caer sus bombas. Le gastan bromas de
toda clase, como: "una sola bomba es suficiente", esto me parece
demasiado cruel. Es cierto que su novio no es el único que se mar-
rüa, todos los días salen trenes llenos de jóvenes de ambos sexos
que van a trabajar de manera obiigada en Alemania. Cuando el
tren se para en algún cruce. algunos intentan huir; en varias oca-
siones da resultado, pero no siempre es así.
Aun no he finalüado con mis que.jas. ¡'Alg.ana r.ez has escu-
chado habiar de rehenes? Para castigar a los saboteadores es el
últir¡o método Es lo más espantoso que puedas imaginarte. Apre-
sa¡r a ciudadanos respetables e irrocentes. y anuncian que, en caso
de que alguien lleve a rabo un sabotaje, los ejecutarán. Cuando
existe algún sabotaie y no se halla a los responsables, ia Gestapo,
simplemente, elige a cuatro o cinco de estos rehenes v los coloca
contra ei paredón. f,os periódicos frecuentemente publican es-
quelas con los nonibres de esa genie, calificando sus asesinatos de
"accidente fatai". ¡Bcllo pueblo e1 alemán, qué desdicha. que yo
tar¡bién sea parte de éll Pem no hace demasiado dempo que Hit-
ler nos ha transfbrmado en apátridas. De todas maneras, no existe
enemistad rnás inmensa en la tierra qne entre ios judíos y los ale-
manes'
Tuva. Ana.

/o
Ana Frank
V¡eRNas 16 »e ocrrlBnE tE lg42
Mi querida Kitty:
L,lc encuentro muy ocupada. Ilice ia traducción aver de un
capitnlo de I¿ Bell¿ JYna'naise, allotando todas las palabras que
no conozco. taduje tres páginas de gramática francesa y tanl-
bién resolr,'í un problema de matemáficas sumamente complejo.
Y problemas, como todos los días; esto jamás cambia. L,Ii padrr:
también los aboruece; 1,o intento arreglármelas mejor que éi. pero
Ia verdad. ninguno de los dos nos sentimos muv fuertes, de tal
manera que necesitamos acudir a Margot. En taquigrafia yo soy
la más aclelantada de ios tres.
Yalei D¿ Sf¿rmss. lVIe fascinó, pero no hav ni punto de compa-
racién con Joap ter Heul. Pcr otro lado, aparecen las mismas pala-
bras casi siempre. Creo que Cissy Van 1Vlarxveldt es un autor muv
bueno, y mi ilusión más grande es leer a mis hijos todos sus libros.
lvIi r,radre, Margot y yo volvimos a ser nuet¡amente grandes
amigas, y realmente pienso que es urucho mejor de esa manera.
Margot y yo estábamos acostadas en mi cama anoche. Solo hal:ía
un espacio muy p€queño, pero esc era lo más entretenicio. h{e
pidió que le permitiera leer mi diario. Le contesré que sí. algunos
pasajes; pero le pedí tamtrién que me permitiera Ieer el suyo, y
aceptó. Habiamos del futura, entre una cosa v ott'a. Le pregunté
cuáles eran sus deseos, pero me pidió que no conversáramos sobre
eso: porque intenia manienerlo como un gra-n secreto. Charlamos
sin poner gran atención en la enseñanza; desconozco si eila hará
algo en ese senti<lo, pero pienso que sí. Creo, en el lbndo, que
debo ser menos curiosa.
}{e urá en la cama de Perer esta mañaria, después de echarlo
de ahí, estaba muy enfadado, pero sinceramenre eso me importa
poco. Ya r,z siendo hora de que se mtiestre rnás ccrdial conmigo,
pues, sin ir más lejos, le regalé uaa manzana anoche.
Le oregunté a mi hermana si le parecía que )o era demasiado
fea. Ella me respondió que tengo una expresión atractiva y iengo
hermosos ojos. Una respuesta un poco imprecisa, ¿no lo crees?

+.1
&iario de. Awa Frsnk

;ltius r.emos!
Tuvq Ann.

MaR'rEs 20 or ocruERE sE 1$42

w'li querida Kitry-:


Aún me está ttmblando la mano, y va hace casi dos horas del
enorme sllsto que nos dimos. Te cuento que en el edificio donde
estamos viviendo ha,v dos aparatos Minimax conira incendios.
Nadie nos inibrmó que rrendría el carpintero, o co*io quiera
que se llame, a sustitr-rir estos aparatos, porqrle era necesario ha-
cerlo.
Igwil que tod,¡s los días en este sitio, ittentábamos útanterer
el ma,vor silencio posible. De fepente, escuché, frente ¿ ¡luestra
puerta-armario, firertes golpes de martillo. De inmediato pensé
que era ei carpintero, r,'le dije a E1li, que estaba comiendc con
nosotros, que no bajase a ia ofici¡a. Mi padre y yo no§ quedamos
cerca de la puerla para escuchar cuando el hombre se marchara.
Después de haber trabajado por casi un cuario de hora, dejó sc,-
bre nuestro armario su martillo y sus otras herramientas por lo
menos es{) pensamos) ,v golpeó fuertemente nuestra puerta' l{os
pusimos iír.idos. ¿Habia escuchado aigún r';ido raro ¡'estaría in-
tentando indagar qué era? Podíamos jurar que era eso, debido
a que no cesaban ios goipes, tirones y ernpujones. Horrorizada,
casi me ilesrnayé pensanclo que ese hombre, que era un perfecto
desconocido para nosotros. logra-ba entrar a nuestro escondite
perfecto. Y precisamenie cuando estaba imaginando que ese sería
nlrestro fina}, escuché la voz clel señor Kcophuis, que pedia:
la.l'or, ábranme. Soy yol
-¡Por
Enseguida le abrimos la puerta. Se le había trabado el pestillo
que sujeta ia puerta del armario, rnotivo por el cual, nadie había
podido in{brmarnos que iba a venir el carpintero' El hombre ya
se había marchado, y el señor Koophuis, que venía a buscar a Elli,
no podía abrir ia puerta del armario.

+4
¡f¡¿ p¡avrk
Pero no imaginas el aliüo que e4)erimenfé. En mi imaginación,
ese indi'iduo que yo creía dispuesta a efltraÍ a nuesiro escondite,
comenzó a tomar proporciones titánicas, transformándose en un
íascista fanático como ningún otro.
Albrtu¡adamente, todo esto terminó de la mejor forma y cl
terror se ha acabado.
Nos divertimcs nru'cho el lunes. Henky Miep van Santen pasa_
ron esa noche con nosotros. Mi hermana y yo nos fuimos a dÁrmi
con nuestros padres para que losjóvenes esposos pudieran ocu_
par nuestro sitio. Estuv.o deliciosa la cena servida ea su honor. IJn
corto circuito causado por una lampara intemrmpió el festín y nos
dejó sumidos en la oscuridad. ¿Q¡ré podíamos hacer? En la'casa
había tapones nuevos, pero eI tablero eléctrico está en el almacén
clel frrndo, y no era una tarea muy agradable encontrarlo de
noche
y a oscuras. Los homb¡es de la casa asumieron el riesgo, ylaluz
de
las vcias se pudo apagar después de diez minutos.
N{c levanté muy temprano esta mañana. Henk se tenía que
uta¡rhar a las ocho y media. Después de un delicioso desa;,r_,no
en lhmilia, &tiep baió a la oficina de mi padre. Ilovía con mucha
fix:rza, y se contentír de no tener que ir al trabajo, bajo Ia lluvia,
rrt l¡icicleta.
La próxima semana, Elii veudrá a pasar una noche con nosotros.
Tula, Ano..

Juevns ?9 ur ocrrrnRE DE lg42


NIi quer{da Kiuy:
N'ü padre se enfermó y eso me liene sumamente preocupada.
Puede ser sarampión, le han salido granos y tiene mucha fiebre.
¡Ni siquiera podernos ir a buscar a] doctorl h{i m¿dre le hace su-
dar, tal vez con esto la fiebre Ie baje. Miep nos contó esta mañana
que ei departamento de los Van Da¿n fue saqueado. Aún no se
lo han comentada ala señora, porque es tan nerviosa que no sa_
bemos cómo va a reaccionar; no tenemos ganas de escuchar sus

AJ
üáario de Atta Framk

lamentos con respecto a su bella r.jiliu y a las hermosas sillas que


dejó allí. l§osotros también hni¡nos que dejar abandonadas casi
todas nuestras bellas cosas; con quejarse no se logra nada.
Mi padre desea que comience a leer iibros para adultos. Me
he concentrado en Eua's Jaqd, de Nico Van Suchtelen. No existe
mucha dilerencia entre los libros para chicas ióvenes y esie; en
ellos se habla de mujeres que solicitan mucho dinero por vendcr
su cuerpo, en calles abandonadas, a hombres desconocidos. A
mí esto me daúa demasiada vergüenza, además, 1eí que Eva se
encuentra indispuesta. ¡Qué deseos tengo de estarlo yo también!
Esto seguro lo hace a uno un ser muy importanie.
- Mi padre sacó de la biblioteca grande los dramas de Goethe v
Schiller,v desea ieerme todas las noctres unos párrafos. \'a comen-
zamos con Don Carlos.
N{i rnadre ha comenzacio a leer un iib'ro de oraciones, siguiendo
el buen ejemplo dc mi padte. Me parecen hermosos, pero no di-
cen absoiutamente nada. ¿For qué tengo que exteriorizar senti-
mientos religiosos? ¿Por qué me obliean a ello?
Encenderem,rs la estirfa por primera vez mañana. ¡Lo más pro-
bable es que la casa se llene cle humo! ¡No se deshollina desde
hace mucho tiempo! ;Espero que este aparato funcione bien!
Tu1+ Ana

§,{a¿oo 7 on ¡¡ov¡rnan*E DE 1942

\fi qucrida Kitr,-:


h.fi macl¡e ha estácio muy nerviosa úItirnamente, y esó es muy
peligroso para mí. ¿Será realmente casual que yo siempre padezca
las ccnsecuencias de ese nerviosismo y Margot jamás? A1'er por
la noche. por eiempln, Nlargot estaba leyendo un libro con iius-
traciones muy hermosas. Se puso en pie y 1o puso a un lado con
ia intención de continuar le,rrénriolo después, y como,vo no tenia
nada particular que hacer en ese instante, lo torrré y comencé a
observar las ilustraciones. Cuando ,. olvió Margot,v üo cl übro en

+6
| *" Fr¿ar¡

mis manos, fr.Lrnció el ceño y, moiesta, me pidió que se 1o devol_


r.iera, \.o queria continuar mirando r¡n poco más. pero mi madre
intenino, comcntando:
'--N,largct estaba leyendo ese iibro,
de manera que entrégaselo
a ella.
En ese instante, mi padre entró al cuarto ignorando lo que es_
_
taba sucediendo, y ai mirar el gesto de úctima de Mar.got, dijo:
me gustaría ver lo que tú haria*s si h{argot ojeara uno
-A¡a.
de tus lit¡ros.
De inmediato, yo cedí, solté el libro y abandoné el cuarto ,,muv
ofendida". según ellos- En realidad no se trataba de sentirse hrimi_
llada o enfadada. Me sentía apenada.
X{i padre no actuó rnuy lrien aJ juzgar sin conocer el rnotivo de
l¿r discusiirn. ltr misma, mucho antes, le hubiera,fer."iielto
el libro a
fo{argot. sin necesidad de que mis padres inteninieran en el tema
para proteger a I!{argot, como si se tratara de una gran injus-
t it:i;r.
lis n<¡rnral que mi madre defienda a Margot. siernprc lo hacen
rccípnx:amcnte. Yb ya estoy habituada a elio. pienso que rne he
vut:lto r;ompletamente indiferente al hru¡or irritable de ],largot y
a llis rt.t'rirnirracic,nes de mi madre.
Solanrente l:rs quiero porque sen mi madre y mi herrnana, pero
en reirii<lad, no me inreresan mucho como personas. Fin Io que
respecta a mi padre, cs útra cosa distinta. En v,erdad me hace de-
rnasiado daño cada vez que expresa su predilección por mi her-
mana, cada vez que la colma de caricias y de elogios, cacia ,u,ez
que aprueba sus acciones. Porque yo amo a pim. Él es mi gran
ideal. A nadie quiero en el rnundo tanto como a mi padre. No es
consciente de que a Margot la trata de una lorma distinta a como
me trata a mí. Y es que mi herma¡a es Ia mejoe más inteiigente,
más buena y más hermosa, Pero, de todas maneras, yo tengo algo
de derecho a ser tomada en serio,
¿no es cierto? He sido la traüesa
y ia pa-rasa de la famiüa siempre; he sido tratada de insoportable
siempre; todo el tiempo la que espía y la que paga dos veces lo que
hace: y por otra parte, 1a angustia y la desesperación deirtro de mí

+7
friavio úe Awe, Fyank

misma. Ya no me pueden agradar las amabiiidades pasajeras, ni


iampoco las charlas aparenteinente serias. Yo espero de papá aigo
que es incapaz de iarr¡re. Er: reaiiciad no siento celos de r¡ri =\lar-
got, ni nunca los sentiré. Tampoco Ie enr,,idio ni su inreligencia ni
su belleza" I-o que en reaiidad anhelo, es ei amor de mi pnilre, su
cariñc verdadero, no solo a su hija, sino a Ana, t¿Ll conlo es.
Trato ile aferrarme a mi padre porque cada día detesto más
a mi madre, y porque él es ei único que aun hace que rnantenga
mis últimos seniimientos familíares. Mi padre no comprende que
en ocasiones necesito desahogarme, hablarle de mamá; pero no
quiere escucharme, evita hablar de todo lo que se refiere a sus
delbctos.
Y no obstanie, es mi madre, con todos sus def,ectos, la carga
que más pesa sol:re mi corazón; nu sé qué actitud debo tornar:
no le puedo decir claramente que es muy dura, desordenada e
irónica... Y sin ernbargo, no puedo aguantar que ella siempre me
acuse.
So1, c<;mpletamente opuesta a ella en totlo y chocarrros iner,{-
tah.¡lene¡rte. Yc no juzgo el temperamento de mi madre, porque
a mí rro me corresponde juzgar, sciamente ia miro como rnadre.
Para rní, mi macire no es /a madre, Yo rnisma tengo que sermi ma-
dre. \{e separé de ellos, a.hora me encuenro sola e ignoro a dónde
iré a parar. Todo eso porque tenso un ejemplo ideal en el alma;
el ideal de Ia mujer que es madre. AlS.r" día,vo misma tengo que
ser madre; ,v no encuentrú nada en aqueila a ia que estoy forzada
a decirie madle.
IvIe he hecho ei firme propósito de no mirar los pésimos ejem-
plos que elia rne da; tan solo deseo mira¡ su parte buena, y lc que
no hal1e en ella, buscarlo en mí rnisma. Pero no 1o he logrado. y
lo que más me desespera es que ru mi rrradre ni mi padre tienen
ia más mínima sospecha de que me hacen demasiada falta en la
vida, y que yo los repruebo por ese moúvo. ¿Existirán padres ca-
paces de satisfacer completamente a sus hijos?
En ocasiones pienso que Dios desea ponerme a prueba, no so-
lamente eil esie momento, sino tarnbién después. Debo ser mu,v

itó
Ana Fra¡rl¡

buena sola, sin hablar.y sin ejemplos, solo de esa manera me haré
mucho mas fuene.
¿Quién sino vo, ieerá todas estas cartas después? ¿euién sino
yo misma me r,a a consolar?, porque necesito consuelo frecuenie_
mente ; en muchas ocasiones no me he se¡tido Io bastante luerte y
no hago nada. Ya lo sé, intento corregirme, y tengo que enrpezar
nuevamente todos los días.
h{e tratan siernpre de la manera más imprev,ista. Ana es una
chica seria, inteligente, un día, y al siguiente es una boba que no
entie¡rde absolutamente nada, y que todo lo ha aprendicio de los
iibros- Ya no soy la bebá ni la niña consentida qúe cuando hace
cuaiquier cosa causa gracias. Tengo mis pro).ectos, metas y mis
propios sueños, pero no sé expresarlos todar,ía.
Me l'ienen muchas cosas a ia rnente cuando me encuentro sola,
sobre todo en las ;roches; y en ocasiones tarnbién durante el día,
cuando tengo que aguatltar a todos los que va me tienen satu-
rada, y siempre malinterpretan todo lo que digo. Siemprc, a fin de
cuentas, lrrelvo a rni diario, ya que es ccrrlo mi ciestino; para mí es
el inicio y el final, porque Kitty siernpre es muy paciente conrnigo.
Yo le hago la promesa de que, a pesar de todo, me vo-v a mantener
leal, que voy a abrirme mi pn:pio camino y vo,v a tragarme mis
lágrimas. Solamenre que me agradaría podermirar los resulta.dos,
ser alentada por alguien que me arnata) aunque únicamente fuera
una \,,e2.
Kitty, no me vayas a juzgar, sino considé¡ame, sencillamente,
como una persona qne siente a veces que se le esá derramando
ia coPa'
.fuya,
Ane;

Luuss I nu NowaunnE DE Ig42

Mi querida Kitty:
Celebramos el curnpleaños de Peter a1,er. k regalaron varios
presentes muy'hermosos2 como un juego para afbitarse, un juego

49
Í)ierio d.e Ana Frank
de ruleta v un encendeCor'. Eso es elegante, aunque é1 en realidad
no fuma demasiado.
La sorpresa mas grande nos la dio el señor Van l)a¿n a la una
de la tarde, cuando nos anunció que los ingleses desembarcaron
en Casablanca, en Orán, en Túnez y r:n Arge1. La opinión general
fue: "este es cl principio del fin", pero Churchill, el primer minis-
tro inglés que, sin que quepa Ia menor cluda, escuchó Ia misma
trase, dijo: "Este desembarco es un gran acontccimiento, pero no
hay que llamarlo el principio dei fin. Yo mejor diría, e1 fir del
comienzo". ¿Comprendes la diferencia? Füo obstante, haY razones
para sentir optimismo. La ciridad msa de Stalingrado continúa
de pie desde hat--e más de tres meses y sin caer e n posesión de los
alemanes.
Te hablaré en e1 lenguaje del anexo para descrikrirte la forma
en que distribuirnos krs proüsiones. Un gentii panadero que el se-
ñor Koophuis conoce bien nos trae el pan. No iogramos consezuir
tanto pan como io hacíamos cn casa, pero es sufrciente ,v nos al-
canza. También ccmprarnos de forma clanciestina los cupones de
raciotramienio, y no de-ian de su"bi sus precios: de27 a 33 florines
en la actualidad, ¡por un pedazo de papel impresol
liuestros vecincs dei piso de arriba son demasiado -qlotones.
Conrpramos, además de nuestras 150 latas de legumbres,270h-
bras de leg'ambres secas, que no son solamente pa-ra nosotros, sino
que también tenemos que compartirlas con el personal de oficinas'
Los sacos de legrmbres se encontraban colgados con ganchos en
e1pasillo que está detrás de la puerta-armario. Por el peso, alg.rnas
costruas de los sacos se ahrieron. Entonces tomamos la decisión
de que era preferible ilevar las proüsi<-¡nes de inr,ierno al desván, y
esa tarea se ia encargamcs a Pete¡, Entonces, Ia costura de debajo
se soltó cuando 5 de los 6 sacos ya estaban §anos y saivos aniba,
y Peter estaba subiendo el ultimo, v una lluvia de judías v'oló por
el aire .v rodó por 1a escaltra. Había unos 25 kilos en el saco, de
manera que ei mido fue estruendoso. Abajo creYeron que se les es-
taba viniendo encima el antiguo edificio' Peter, asustado durante
,.n *ómento, no dejó de reirse al mirarme al pie de la escalera,

50
Ana Fral¡k

comc a-lgo parecido a una isla en mitad cie un océano de .iudías


que me ilegaba hasta ios tobillos. Cornenzamos a recogerios. pero
lasjudías son tan lisas ,v tan pequeñas, que se esconden en todas las
grietas y rincones que existen. Cadavez que aiguna persona sube
la escalera, se agacha para recoger uri poco, que entrega a la se-
ñora Van l)¿r¿n de inmediato.
;Ohl, casi me olvidaba de cornentarte que mi pa-dre se ha rccu-
perado de su enfermedad totalmente.
Tu¡a, Ana.
PD. Por la radicr acabamos de escuchar que Orán, Argel, Ca-
sabianca y \tfarruecos están en manos de los ingleses desde hace
algunos.días. Estamos esperando el turno de Túnez ahora.

M¿nrEs l0 or Norrrn*rgxE DE 1942

\{i querida Kitry:


;Recibiremos a otra persona en nuesffo esconditel Es una
magnífica noticia. Realmeate siempre habíamos pensado en po-
der hospedar y alimentar a aiguien más, pero sentíamos temor
de abusar de ia responsabilidad de Kraler y Koophrris. l,fi padre
tomó la decisión de tantear el terreno a raíz del creciente terror.
){uesiros dos proleciores aceptaron Ia propuesta.
riesgo es tan enorrne para ocho como lo es para siete,
-El
-dijeron de mancra muv acertada.
Tras ponernos de acuerdo, mentalmente pasamos iista a todos
nuestros conoci'Jos v amigos para buscar a una Fersona soliera o
sola que encajara perlectainente eÍ nuestra nueva gran familia.
Fue fácil hailar a alzuien así; después de que mi I'adre rcchazí¡
varias propuestas de los Va¡ Daan en favor de integrantes rle su
tbrni-ha, se pusieron de acuerda scbre el escogido: |i;s;:ei:
^11r.6
un dentista cuya esposa estaba protegida en otro país. Nosotros so-
lamente habíamos tratado superficialmeilte con é1, pero era shr-
pático para nosotros, dada su reputación de idealista, al igual que
los Van Daan. Miep también tro conoce, de manera q*e ella podrá

il
Ili*rio de Ana Frenk

planiicar su llegada al escondite. Cuando Dussei venga tendrá


que dormir en mi cuarto, en la canta cle mi herrnana, y ella se ten-
drá que conlbrmar con ei catre. Le pediremos también que traiga
algún alimento para poder engañar la barnga.
'fzrya Ana.

Jurvrs 12 or NovrrMBRE DE 1942

h'fi querida Kin'¡:


A través de I'fiep supimos que Dussei aceptó de muY buena
gana nuestra Lnvitación. Le propuso que se prepare lo más rápido
que pueda, preferitlemente para ei sábado. A Dussei esto le pa-
reció poco probable, debido a que tenía que poner la caja aJ día y
sus fichas en orden, y todavía debía atender a dos pacientes. N{iep
r,.inc por la mañana para hablarnos sotrre esta r{emora. No nos
gustaba prolongar el plazo; estos arreglos por parte de Dussel exi-
gen erplicaciones a gente que no es conncida por nosotros. Miep
va a tratar de conr,encer a Dussel para que llegue el sábado, sin
má-. demoras.
¡h{uy bienl Dussel se negó rotundamente y dijo que hasta
el
lunes no podrá r,'enir. Realmente se me hace tonto qlle no ac.pte
una propuesta tarr sen§ata de inmediato. Si io llegaran a coger en
la calle, va no podría poner su caja al día ni sus fichas en orden,
ni tampoco cuidar de sus pacientes. ¿Entonces por qué demorar
cl tiempo? Yo opino que, al consentir esto, mi padre cometió una
tontería. No hay ninguna otra novedad Oot ., *o",.?J;
rno.

M¿nrcs 17 nr NovruEffRE DE 1942

Ili
querida Kitty:
Llegó Dussel. Todo salió muY bien. Miep le hal¡ía comenado
que a las 11 de la rnañana. debían encontrarse en un siÉo deter-

52
AnaFra¿k
minado. lrente a la oficina de ccrreos, .y que un señor pasaría
a buscario allj. Dussel estaba en ese lugar a las i i en punto. Se
1e aproximó el señor Koophuis, a quien también conocía
,v le
pidió que visitara ia oficina para ver a h,Iiep. Koophuis volviít
en tranvía a ia oficina y Dussel lo hizo canrinando. Dussel ilamó
a la puerta de la oficina de Miep a las l1 ,v veinte. Esta ie arercló a
quitarse ei abrigo, tratando de que la estrella no se le viera, v lo
condujo a la oficina privada de mi padre, donde Koophuis lo re-
tuvo hasta que la criada se marchó. Anticipando como excusa que
se necesitaba la oftciira privada, fufiep subió a Dussel, abrió ei ar-
mario giratorio y; para gran asombro de este, entré en nuestr¿
rivicntla trasera.
Nosotros, sentados al¡ededor de la mesa con coñac y café, está-
bamos con los Van Daan esperando a que llegara nuestl'o futuro
r:ompañero de escondite. Primero, Miep lo hizo pasar a la habita-
ción de estar, y de inmediato reconoció nüestros muebles. Nunca
imaqinó que solamente nos separaba de él un techo... Estu.,.o a
punto dr: caer cuando l!{iep se Io dijo, pero ella no le dio tiempo y
r:o¡r{.inuó enseñándole el camino.
Dussel se dejó caer en un sillón y, callado, uos rniró, como si
¡rrimcro quisiera ccnocer lo que había sucedido a trarés cie nues-
u'{ )s rostros. Después, tartamudeó:
-'-Pero,., cuéntenme, ¿ustedes no se encuentran err Bélgica?,
;.no vino el milita¡ en su coche por ustedes?, ¿ia huida no se logró?
Le relatarnos cómo fue iodq cómo habíamos dir,ulgacio a pro-
pósito Ia historia del rniiitar y ei coche para despistar a las per-
sonas v a 1os alemanes que, tarde o temprano, pudieran venir
a buscarnos, Dussel quedó estupefacto ante tanto ineenio, v no
pudo nras que dar rin recürrido inicial por nuestra casa trasera!
sorprendiéndose de lo práctico que era todo.
Cuando terminó de comer con nosotros se fue a dormir un reto
y'. después de tomar una taza de té, comenzó a ordenar sus cosas
*- que hfiep tr-ajo antes de su llegada" Así comenzó a sentirse
un
poco más en su casa, sobre todo, cuando le dieron las normas del
anexo (obra de Van Daan):

JJ
frdaria de Ane Frg,szle

Guía y prospecto del anexo.


Estabiecimiento especial para la estadía cie .iudíos y simpati-
zanfes.
Todo el año está abierto.
Lugar aislado en zona boscosa v tranquila err el corazón tlc
;urlisterdam. Sin'recinos particulares' Se puede llegar en las líneas
l3 v l7 del tranr-ia municipal, o bien con una bicictreta o un coche.
Y se puede llegar a pie en los casos en que las autoridades alema-
nas no permitar] usar estos ultirnos medias de transporte'
Alquiler: Totalmente gratuito.
Dieta: Libre de grasa.
C¡rarto de baño: Con agua corriente ino tiene bañera, des-
dichadarnente).
Espacio rnuy amplio ¡esen'ado a las mercancías de cualquier tipo.
Central de radio propia: Tiene conexién directa desde
Nue..,a \brk, Tel Avi'"', Londres y muchas atras capitales del
mundo, A partir de las 6 de la tarde, este aparato se encuentra a
disposición de totlos los inquiiiros, no habiendo cmisoras prohibi-
das. con la particularidad de que 1as emisoras alemanas solainente
se podrán escuchar excepcionalmente, por ejemplo, la de la mú-
sica sclecta. Está terminantemente prohibido escuchar y diluigar
noticias alernanas (inciistintamente de donde'¡engan).
Las horas de descarso t De 22 horas a B horas de la ma-
ñana.. Hasta ias i0 y clrauto el día domingo. Obsérvense también,
dadas las ci¡cunstancias, las horas de descanso diurno señaladas
por ia dirección. iPor razones de seguridad, se ruega encarecida-
mente respetar estos horar{os!
Idiornas extraajeros: Se supiica, sea el que fuere, con'ersar
en l'oz baja y en un idioma ciülizado; o sea, no tl alemán'
Cultu¡ra Física: Diariamente.
Yacaciones: Esá estrictamcnte prohibido, hasta ntleva or-
den, abandonar ei sitio.
Leesiones: El inglés, el francés, las matemáúcas y la historia,
I-lna ciase de taquigrafia por corresponclencia a la
i":Í:j"t^
5+
Ana Frarrfu

DepartaenenÉn espeeial para ar¡irralitos: 'Iorios los cui-


dados asegurados icon excepción de los pioios, respecto a los cua-
les se debc sr;licita;r w¿ autorrzaxión especiai).
Iforario de corrrida; El desapino, t<¡dos los días. con excep-
ción de los festivos, a las g de lamaiana. Hasta ias l l rredia los
,v
días domingos y festivos.
Al¡n¡rerzo: Compieto o parciai, de 13: i5 a l3:45 horas.
Cena: Sin hora fija, caliente o fría, debido a las uansmisiones
de radio.
Detreres con el cornité de reaprovisioae'rrie¡rto: Estar
clispuestos todo el tiempo a participar er iodas ias tareas de o1i-
cina.
Aseo personatr: A parrir Ce las g cle la mañana. los domingos.
Según lo prefiera el inqufino, se puede tomar un baio en la ofi,
cina de adelante, en el WC, en Ia cocina o en la oficina privada.
Bebidas alcohólicasr Solamente bajo prescripción médica.
l"in.
'fu1q Ana.

Junvns 19 »a Noy¡rrrmnr Dtr Ig4Z

h'fi querida Kitty:


Ei dentista es un hombre muy correcro. Accedió a compartir
conmigo la pequefia habitación; para ser sincera, no me gusta la
idea de oue una persona extraña compart¿ su intimidad couinigo,
¡:ero cada quien conoce lo que tiene c.ue hacer, v 1.o agrantaré
este sacrificio de buena gana. "Esas nimiedades no tienen la más
mínima importancia si podemos salvar a uaa persona", esto lo
dice nii padre.
Dussel me ha hecho todo tipo de preguntas desde el primer
día: ¿a qué hora llegan los criadosi,, ¿cómo nos organizábamos
para el baño?, ¿a qué hora podíamos entrar al WC? No hav mo-
rivo de burlas, en un escondite todo esto no es tan sencillo. No
hacemos ruido durante el día para no captar ia atención de nadie,

JJ
i

Diaria de Ana Fronk I

sobre todo si en ia oficina hay alguien de fuera. 'frato de ser lc


más clara posibie. pero, para rni asorabro, Dussel es un poco iento
para comprendet cada pregi-lnta la repite dos veces v uo retienr
ia respuesta. Espero que esto pase rápido. Tal vez aun no está
acostumbrado a un cambic tan brusco.
El dentista nos ha hablado Cel mundo exferio4 del cual ,v no
forr:ramos pane desde hace demasiado tiempo. Sus historias son
mul tristes, ya que muchos amigos desaparecieron y nos hace
temblar de piinico su futuro. Todas las noches los alemanes ieco-
::ren la ciudad buscando judíos; llaman de puerta en puena hasta
encontrarlos. En ocasiones pagan la cabeza de losjudíos con flori-
nes, icomo si esto se tratara de una czcerlra de esclavos de las que
se hacían en otras épocasl Miro por la noche personas inocenres
caminando en la oscuridad, con chiquillos en brazos liorando,
obedeciendo a las órdenes de estos tipos, que no r€spetarr a nadie:
mujeres embarazadas, cnGrnlos, niños, bebés, ancianos; tcdos ca-
rni¡rando hacia su propia muerte.
iQué bueno que nosotros tenemos tranquilidad y cobijo en este
J.ugar!
Ante tarrta miseria podemos cerrar ios ojos, pero siernpre pen-
samos en nuestros amigos y er1 ias aterradoras cosas que estan
viviendo sin que nosotros pociamos ayudarios.
Bien abr"igacia en mi cama, me siento demasiado mai ai perrsar
en u:is quericias amisaq quienes fueron arrancadas de sus casas y
arrojadas a este infierno. Me da pánico el solo pensar qrie aquellos
tan prirximos a mí se hallen en pocier de aquellos pen-ersos r,'erdu-
gos... solamente por ser judíos. .. soio por eso,
Tuj,q Ari,t.

YreRNEs 2ü pr HoYTEMBRE D§ 1942

I\'fi querida Kity:


Ninguno de nosotros sabe qué actiaid debe tcrnar. No rros ha-
bían ilegado, hasta holi rantas informaciones sobre la suei'te de ios

56
Aaa Frark
judíos, y pensamos que era preferible manrener el buen humc4
nüentras pudiéramos. Cuando Miep relata io ocurrido a aigún co-
nocido o amigo, n:i maclre y la señora Van Daan lloran bastante,
por lo que &üep tomó la decisión de no comentarlcs nada más.
No ol¡stante. Dusscl contó histclrias tan aterracioras e ir'.huma¡as
que nunca las vamos a olviriar. Sin ernl:argo, cuando ya no ten-
gamos en nuestras memorias las noticias ta¡r frescas. contaremos
chistes nuer,amente y harernos bromas. No tiene sentido ser tan
pesimistas como ahora; a los que está¡ afuera no ios p<idemos
ayrdar. Entonces, ¿qué caso tiene hacel de la casa trasera una
"casa llena de tristeza"?
A todos estos sufrimientos se les ha sumado uno rrá§, pero tlc
tipo personal, y eue no se puede comparar en nada con las dr:s-
gracias de antes. No obstante, no puedo dejar de comentarte que
me siento m¡ás sola cada dia, Anteriormente, los juegos y Ios a-rni-
gos no me dejatran tiempo para meditar en profundidad, pero
tengo ahcra la mente llena de cosas trisf-es y doiorosas. Mientras
más pienso, más me doy cuenta de qtie, por mucho que 1o desee,
mi padre jamas va a sustituir a mis antigros amigos. Pero, ¿por
qué molestarte con cosas tan insignificantes? Kittv: soy dema-
siado ingrata, io reconozco, pero 1a cabeza me da vueltas, .y sola-
mente recuerdo cosas muy tristes cuanclo me regaian constante-
mente.
Trga, Ana.

§An¿oo 28 »s NovTEMBRE DE lS42

lrfi querida Kitty:


Gastamos demasiada electricidad, más de la que nos pcdemos
permitir. Por eso debemos tratar de econoniza! para e-vitar la
posibilidad de que nos vavau a interrurnpir, Curante qriince días,
el senicio. ¡Sería fatal!, ¿no crees? Pero pienso que no llegaremos
a ese punto. l'a está rnuy oscuro para leer a ias cuatro o cuatro ¡-
rnedia de Ia tarde, y matamos el tiernpo entonces haciendo todo

57
Diaria de Ama Fronk
tipo de boberías, como por ejemplo: cultura fisica, descubrir adi-
r.in anzas, reseñar iibros, realizar operaciones rrratemáticas, habiar
inglós o francés... pero después de un tiempo. esto tarrbién nos
at-¡urre mucho. Descubrí aigo nuevo ayer por ia noche: espío los
c,-rarlos iluminadas de los "¿ecinos con los gerr,elos. En el día no
e.stá permitido gue abramos las cortinas ni siquiera un poquitc,
per(r por la noche 1'a no ha;r ning'ín peligro.
Antes, jan:ás me di cttenta de lo interesante que podían ser
lcs vccinos, al rnenos los nuestros. Asi descubrí a una larnilia a
ia hora de ia comida, el dentisia de enfrente estaba aiendiendo
a una señora ma\¡or muy miedosa y otras personas estaban riendo
una pelíctila.
Ei señor Dussel, del cual siempre se comentaba que quería mu-
cho a ios chiquiilos y los eniendía fantásiicamente, resultó ser un
niaesiro de io más anticuado, y que además, regaña todo el día.
Yá que tengo el privilegio (¡) de compartir mi habitación, de-
masia<ia pequeña, cabe destacar, con el educador, Y conto me he
ganado lafama de ser Ia rnás mal educada de 1os tres muchachos
que l'ilen en la casa, debo hacer todo lo posilie para huir de sus
regaños.v sermones, y acabo por simuiar sordera.
La situación scría llel'adera si todo quedara allí. Pero no trans-
cur:ren ni cinco minutos de que la señora \án Daan cotlversa con
é1, cuando va me está regañando por una u otra razón. y de re-
pentc estalia la tempestad por todos iados.
En realidaci no cs sencillo servir como símbolo de todos los de-
fectos de una lámilia despótica. Ya en mi cama, por la noche,
repaso los innumerabies pecados y defbctos que se me aCjudican;
me pierdo de tal modo en ese cúmulo de cosas que lloro o sonrío,
según mi estado de ánimo.
Y me quedo dormicla entonces, con la rara sensación cie desea¡
ser otra cosa de 1o que en reaiidad soy, o hacer algo diferente de
lo que en realiciad hago, o de ser otra cosa de io que deseo. iVaya!
No lo comprendo, ni tu tampoco; perdóname por esta confusión,
pero no me agrada corregir, y en este Inomento la escasez de pa-
pel nos prohíbe romperlo. Solamente quiero pedirte que no vayas
RO
(l
.,i
I

| *" Frar&
a reieer ia fíase de arriba y, sobre todri. que no la va1.as a a*alizar,
porque de cuaiquier mo<io no 1a vas a entender.
futz, Ana.

LuNes 7 pn nrcrurlsRE Dr'1942

LIi mu1'querida Kitty:


NueskaJánuca y San Nicolás cayeron en la misma fecha este
año. solo con un día de diferencia. No hemos preparado muchas
cosas para ia fiesta de laJánuca; soiamente algunas goiosinas, pe-
qucños obsequios v después las veias. Únicamente encendi¡ros las
velas cliez minutos por la insuficiencia de estas; pero ei cántico
ritual no lo oividamos v pietrso eue eso es lo más importante. FJ
señr¡r Van Daan hizo una lámpara de nradera; así la ceremonia se
realizó como debe ser.
H,l sábado, la noche de San Nicolás fue muchc más herrnosa.
l\.{icp y Elli despertaron nuestra curiosidad, ya que se pasaron mu-
cho tiempo hablando en secreto con mi padre, y pensamos que
<'st¿rban tramando algo,
'ltníarnos razón: todos bajamos por ia escaiera de madera
lr las ocho dt: la noche, pasando por el pasillo, que se encontraba a
os(:ur?rs.(\b cstaba demasiado nerviosa, v quería estar arriba,
en el ancxo, sana y salva). Alli, encendimos la Iuz. porque esta
habitación no tiene ventanas, después de 1o cual mi padre abrió la
puerta del grarr armario.'Iodos dljimos: "iQ]é hermoso!". Había
una cesta en el rincón adornada con papeles de muchos colores y
una máscara de Pedro el Negro sr¡t¡re ellos.
Nos llevamos la cesta para arnba rápidamcnte. Había un obse-
quio para cada uno, junto a un poema alusivo, de acuerdo con ia
costumbre de Hoianda.
A mi padre le obsequiaron unos sujeta-libros, a mí 'tlna mu-
ñeca, y aú otros regalos para los demás. Lo primordiai es que todo
era muy divertido e ingenioso, tanto má que nosotros. Nunca,
hasta ese rnomento, habíamos ce.lebrado de esa manera la fiesta

(o
iláaráa d,e A*¡o Frank
de San }iicolás. Y sincelamente, pienso que iue todo un éxito,
píIra ser Ia piirncra vez'
'{uya. .r.na.

Juevas l0 »a DTcTEMBRE ne 1942

\{i quericia Kittv:


Durante un tiempo, el señor Van Daan fue un comerciante dei
ramo de las carnes, 1as especias 1, los rmbuticlos. Por su expericn-
cia eir los negocios se le contrató en el negocio de mi padre.
Encargamos bastante carne (en el mercado negro, por srr-
puesto), para hacer corrservas, en üsta de las épocas diñciles. Era
gracioso ver cómo iba pasando ios trozos de carne primero por
ia picadora, dos o trcs veces, y cómo iba tneüendo en la masa de
ca¡ne todos 1os aditivos ,v, a través de un embudo, ilenando las
tripas. Al mediodía nos comirnos ias salchichas, pero la Ionganiza
era para manteneria en conserva, por 1o que se debía secar rnu)r
bien y la colgamos de un paio que, con dos cuerdas, pendía del
techo. Tc,do e1 que enrraba en la habitación ccmenzaba a reírse
cuando miraba la exposición de embutidos; y es que de verdad era
todo un especuáculo.
La habitación estaba irreco*ocible. Ei señor \¡an Daan pre-
paraba la carne y vestía ,.in bonito delantal de su esposa, que lo
hacía todar,{a más corpuiento. Ei rostro enrojecido, las manos en-
sangrentadas y las manchas en el delantai ie daban la apariencia
de un auténtico carnicero. La señora \tan Daan se ocupaba de
todc al mismo tiempo: mover la sopa, rairar Ia carne, aprender
holandés de un pequeño iibro, y gemir y suspirar de doior cuando
recordaba su costilla rrota. ¡De esa manera va a aprender a no
hacer ejercrcios de gimnasia tan grotescos para intentar rebajar el
trasero que tiene!
El señor.Dussel, sentado junto a ia estufa, colocaba compresas
de manzanilla sobre su ojo iriflamado. Mi padre se enconraba
sentado en una silla precisamente donde le claba un rayo de sol


Ana Frank

que se estaba frlt¡ando por la ventan a; de vez en cuando, s€ trope-


zat¡a con éi; probablemente ie moiestaba ei reuma otra vez, por-
que torcía rnucho el cuerpo y miraba todo io que hacía el señor
Van Daan con gesto de aburrirniento. Peter estaba jugando en
ei suelo con el gato; mi madre, Margot v yo pelábamrts patatas;
reaimente nadie tenía 1a mente en 1o que estaba haciendo. a t¿¡l
punto estábamos pendientes cie lo que esraba haciendo el seiror
Van l)aa¿ con ia carne.
Dussel inauguró su consultorio cie odontología. Tt contaré,
para que te diviertas, cómo fue el primer tratamiento. Cuando la
señora Van Daan se ofreció para ser la primera paciente, y tomó
asiento en un silión en medio del cuarto. mi madre estaba plzrn-
chando. Dussei, con gesto importante, abrií¡ su estuche y extr.:rio
sus instrumentos, pidió vaselina para usar c.rmo cera y agua de
colonia para utilizar como desinfectante.
Dussel le miró la boca a la señora, v también un dir:nte y una
muela, 1o que hizo que ella se encogiera de doior como si se es-
tuviera muriendo, mienlras lanzaba sonid,rs stiri:rendenies. Des-
pués de un prolongado examen (así dice la señora, a pesar de que
soio duró ucos diez minutos), Dussel comenzó a escarl¡ar una c¿r-
ries. Pero la señora Van Daan no se 1o iba a permitir. Con.ienzó a
agitar de manera frenética lcis brazos y ias piernas, de forma que
en detcrrninado insta:lte l)ussel lr-ivo que soltar el escarbadc,r:.. ¡r.
se Ie quedó cla.,'ado en un diente a la señora! ¡Entonces empezó
ei liermoso espectáculo! En toclas direcciones, la seiora lanzó ios
brazos, ilorandc {claro, en Ia medida que es pr-nib}e teniendo un
instrumento en Ia boca), e intentando a.r-ral7czr el pequeño gan-
cho, qur se había hi¡n<üdo aun más eR ei dienie. Con roda 1a se-
renidaci del rnundo, y con ias manos en la cintura, Dussel miraba
el espectáculo. Los otros espectadores nos estábamos rnuriendo
de risa, Io ciue, oor supuesto. estat¡a muv mal, porque yo hubiera
chillado rnucho más fuerté que ia señora Van l)aan.
La señora acabó por arrancarse el gancho, clespués cie ciar mu-
chas ','ueltas, g'olpes, gritos y llamadas, y el señor l)r¡ssel siguió con
su trabajo, como si nada hribiera ocurrido.

61
Diario d.e Ans. Frank

Lo reaiizó con tanta rapidez, que a la señora no le dio ni


tiempo <le reaccionar, Y es que Dussel tenía más ayuda de la que
no había tenido nunca: sus asistentes éramos ei señor Van Daan v
1.o, v resultamos mu,v vaiiosos
y útiles. 'Ioda esta escena me llevé a
pensar en un grabado medieval donde se puede leer esta levenda:
"Charlatátr trabajando, no molestar"'
La señora, enretanto) se mostraba demasiado impaciente; de-
bía ir a cuidar t"oda sa comida, en especial -t¡l sopa.
Lo que es indudabie es que la señora Van Daan va a dejar pa-
sar algún tiempo antes de soiicitar que le realicen otro tratamiento
dental.
Tulq Ar,a-

DourNco 13 or DIcTEMBRE DE 1942

N{i querida Kirw:


h1e encuentro instalada con mucha comodidad en la oficina
p,:incipai, mir¿ndo por la ventana a través de la rendija de las cor-
tinas. Incluso en la penumbra, aítn tengo mucha luz para poder
escribirte.
Es basiante curioso ver pasar a las personasl parece que todos
tienen mucha prisa y chocan con sus propios pies a cada instante'
En Io que se r-efiere a los ciclistas, su velocidad no me deja ni
siquiera ciistinguir sus rostros.
Las personas de esie barrio no tienen muy buena apariencia,
1; sobre todo ios chiquillos están tan sucios que da mucho asco
tocaflos. ,{,uténácoé hijos de atrabz'r,mocosos' que apenás se colrl-
prende lo que dicen cuanclo hablan.
h'fargot y 1'o estabamos bañándonos ayer por la tarcle, y le co-
menté:
¿Q,ué sucedería si atrapárarl1os a esos
pequeños que pasan
por aquí )'r uno por uno, los metiéramos en ia bañera, los lavára-
mos y arreglárarnos, y después los soitáramos nuevarrrente?
l.4i hermana ine contestó:

62
,Ana Frank
Los v-eias igual de sucios y con Ia ropa hecha andrajos como
-
en este momento.
Sin embargo, -yo me dejo llevar. También se vcn otras cosas.
Hal'barcos, coches y la üuüa, Escucho ¿:uando pasa el tranr,ía y a
ios niños. \'mc enrretengo.
Igual que nosotros, nuestros pensamientos cambian mLrv poco.
Pasan, como un carusel, de la comida a los judíos _v de los ju-
díos a la política. Haciendo un paréntesis, y comenrando sotrre
los judios, mirando ayer por entre las cortinas, y como si fuese
una de las maravilias del mundo, vi cuando pasabail dos. Fue una
sensación demasiado Íara... era como si los hubiera traicionado
-v
estuviera espiando su desclicha. Precisamente, frente a nosofos,
hav un barco üüenda donde habita ei patrón, su espcsa y sus
hifos. Son dueños de uno de esos pequeños perros ladradores que
nosotros soiamente conocemos por sus iadridos y su colita, que es
k; único que sobresaie cuando camina por todo el barco.
I.,a lluvia ha comenzado ahora y las personas se protegen bajo
su l):irasuas. Ya solo puedo ver gabardinas 1i cubieira por r.rn gL-
rro, laparl.e de atrás de alguna cabeza.I{o es necesario.r,er más.
Ya r:onozco a las mujeres de rnemoria: hinchadas de ranro co-
¡lrcr paratas, con un abrigo rojo o verde, la bolsa del brazo, los
L¿r(:ones muy gastados. lJnas con un aire de despreocupación,
ofas, con una apariencia rabiosa; eso dependc del humor de sus
cspo§os.
Tt¿va, Ana^

MARrns 22 »a DTcTEMBRE DE 1942

queritia Kitty:
N.fi
Recit¡iremos 125 gramos de manteca para h-aüdad y todos en
ei anexo nos alegramos de la novedad. EI periódico informa que
un cuarto de kilo, pero eso es solamente para los privilegiados que
consiguen sus tarjetas del Estado, y no para losjudíos escondidos
que. para ocho personas, adquieren cuatro tarjetas.

63
friario de Ana Frank
Todos y cada uno de nosotros pensarnos hacer con la manteca
erlgo de repostería. Est¿ mañana yo preparé dos tortas y bizco-
chos. Tenenros mucho qrie hacer, de manera que intern_rmpí mis
lecciones y mi lectura y obedecí a mi madre, dedicándome solo a
ias tareas de la casa.
Debido a su costiüa lastimada, ia señora Va_n Daan suarda re-
poso; se pasa todo ei día quejándose y pide que }e cambien ios
vendajes a cada momento. No se siente conforme con nada.Agru-
deceré cuando se pueda valer por sí misma, ya que debo reco*
nocer aigo: es asombrosamente ordenada y laboricsa, v también
alegre, siempre y cuando se encuentre en forma tanto anímica
como fisicamente.
Debido a que, durar:te todo el día, me dicen: ,,¡clüs, chisl,,
cuando hago mucha bulla, a mi compañero de cuarto también se
le ha ocurrido chistarme por las noches a cada iastante. Es ciecir
que, según éi, r'a ni siquiera me puedo dar vuelta en la cama. Me
niego rotundamente a prestade atención, y ia próxima vez 1e vov
a respcnder con otro ";chisl".
Me hace enfurecer todos los domingos, porque enciende la iuz
por la mañana muy temprano para realizaq durante diez minutos.
sus ejercicios de gimnasia. Sin embargo, a mí, que sov la r,íctima,
me da la impresión de que son siglos. porqlle mue\¡e las sillas cons-
tantemente bajo mi calseza, r¡edio dormida todaüa. Al finaiizar
sus ejercicios, agita ios brazos de fc¡rma l.ioienta. v el sciior co-
mienza a arreglarse. Los caleonciiios cuelgan de un eancho, de
manera que primero se dirige hasta alií para recogerios, v después
vueive a .-1onde esutba. Ida y r,uelta, una y otra vez. lgual psra
btrscar su corbata olvidada sobre la mesa. Choca, cLrmo.es lógico,
con las sillas en cada ocasión.
Pero es preferible que no te incomode mas Ll¿blánciote sobre
r.iejos fastidiosos, porque C,e todos modos no va a cambiar en
nada. En referencia a mis maneras de venganza corno cerrar la
puerta con el pestiilo, esconderle la ropa- o destornillatlaiám-
para, lameatablemente las debo suprimir para que ia paz p:cci¿
reinar-

64
A¡aFranh
¡De manera tan sensata me estoy comportandol En este lugar
se requiere buen sentido para todo: obedecer callarse, atrrdar; es-
tudiar, ser buena, ceder y otras cuantas cosas más que ahora no re-
cuerdo. Pero temo que mi sensatez, que no es demasiado grande,
se esté acabando muy rápido y que para después q¡¡e finaiice la
guerra no me quede al-rsolutamente rrada.
'Tu1q Ana.

MrÉncor,es l3 on ENERo DE lg43

Mi querida Kity:
\4e han molestado nuevarlrerlte esta mañana, por io que no he
podido lerminar de buena manera.
En la ciudad reina el terror. Transportan sin cesar, día y noche,
a esa pobre gente, pror,'istas tan solo con una bolsa al hombro y
algo de dinero. Este se lo guitan en ei camino, según comentan.
Sin clemencia, separan a ias &.milias: hombres- mujeres y niños
\,'an a parar a sirios distintos.
Los niños y? no encuentran a sus padres cualdo rtrelven del
colegic. Las mujeres que van a hacer sus compras, al voii,er a sus
casas se encuerltran con que sus famiüas han desaparecido y con
la puerta de Ia casa sellada.
A los cristianos hciandeses también les toca: sus hiios son e]1-
viados de manera obiigatoria a Alemania. Torios tienen páúco.
Con ei ñn de bombardearv dejar en ruinas las ciudades aiema-
nas, cientos de aviones sobrevuelan Holanda, y en Rusia v Áfri"u,
cada hora, caen cientos de miles de soldados. Nadie se puede
mantener al margen. Todo la tier-ra está_ en guerra> y aunque a
Ios aliados les va mejor, aun no se logra ver el final de esta tra-
gedia.
¿Y qué hav de nosotros? A nosotros rlos va bien. por io menos
mejor que a millones de otras personas. Nos encontramos en un
lugar tranquilo y seguro y aun tenemos dinem para mantenerflos.
A l'eces somos tan egoístas que convemamos sobre 1o que vamos a

65
Bi.q.rio d.e Ane Ft"anle

hace:: "cuando termine ia guerfa", de que nos vafilos a comprar


il)pa nueva y zapatos, mientras que debcríamos estar ahorrando
hasta el último céndmo para poder ay-riclar a esas personas cuando
iernüne Ia g'uerra y iratar de sah,ar lo poco que podamos.
Se puede ver a ios pequcños de aquí pasar con zuecos en los
pies, blusitas Cr- ver?no, sin abrigo, r{ medias, ni gorra, y natlie
liace algo por eilos. En el estémago no tienen nada,'¡ solo co-
miendo una zanairoria, dejan el deoartamenro heiado para salir
por las caiies, ann más heiadas, y llegan a las aulas igualrnente he-
ladas. Hoianda ya llegó al extremo de que en muchas de sus calles,
los niños deiie¡en a los transeúntes para pedirles un trozo de pan.
Durante horas podría continuar charlando de ia miseria que
ha producido ia guerra, pero eso rne desalienta todal'ía más. No
nos queda otro remeclio que soportar, y esperar el fin de esta tra-
gedia. Losjudíos y los cristianos están. esperando, todo la Tierra
está esperandc,.v muchos esperan que les llegue la hara de morir.
Tu1q Ana.

$Ae¿oo 30 on ENERo DE I9{3


tr{i querida Kitq,:
Tengo que disimularlo, aunq¿re estoy hirwiendo de rat¡ia. De-
searía gritar^ 11orar, pataleaq sacud.ir a mi madre, sacudirla con
mucha fuerza v no sé qué más por todas esas miradas de burla,
fiases desagradabbs, acusaciones que se lanzan diariamente.v que
son corno flechas lanzadas por un arco muy tens{1, que se clavan
dolorosanrente eri mi cuerpo y no puedo quitar.
A mi madre, mi hermana, Dussei, Van Daan y también a mi
padre me encantarta gritarles: "Ya déjenme tranquila, déjenme
dormir tan solo una noche sin rnojar de lágrimas mi almohada,
sin que me duela la cabeza y me ardan los ojos. ¡Déjenme que
me marche lejos, muv lejos, distante del mundo si fuera posibie!".
Pero no puedo. No les puedo demostrar mi angustia y mi deses-
peración, rro les puedo dejar ver las heridas que me producen. Nio

66
Ana Fra¡ak
aguantaría su burlo*a bondad o su piedad. Pienso que rodo csto
me haría griiar nuer.,amente.
Dicen que hablo de modo afbctado, si callo sov ridícula, y
cuando respondo me dicen que soy una insolente, cuando tengo
una buena idea, que soy muy astuta; cuando estoy agoiada. que
soy una holgazana; cuando como un bocado de más. que soy una
egoísta; calculadora, tonta, cotrarde, v otras cosas. Se la pasan di-
ciendo durante todo el clia que sov una niña insoportable; v aun-
que finja que no me importa yme ría de ello, realmenie me afecta.
I'1e encantaría pedirle a Dios que me diera otro temperarnento,
uno que no hiciera que ias personas descargaran su rabia en mi
contra.
Sin enrhrargo, eso es irnpasible, mi temperamento me ñre daclo
tal cual es, v sé bien que no soy una persona tan mala como ha-
ccn que me sienta. Hago cuanto esta a mi aicance por complacer
los dcseos de los demás; cuando nos encontrarsos en casa de los
vc,-:inos, trato de reír de cualquier cosa para que no noten mjs
i |iilcrrs.
Dcspués de miles de recriminaciones injustas, le he dicho a rai
nratlrc más de una vez:
No me interesa 1o que digas. Ya no te preocupes más por mí.
Yo no iengo rcmedio.
I.írgicamente, de inmediato me decía que era una niña inso-
k:nte, me ignoraba durante dos o trcs días, más o menos, v des-
pués, de repente, no recordaba nada y me trataba como a los
demás.
Es que me cuesta mucho trabajo ser muy tierna un C,ta,, y al
otro día dejar qr-re me echen a Ia cara toda su ra}¡ia. Para mí es
preferibie permanecer justc en el medio, que de justo no tiere
absolutament e nada,y no digo nada de lo que opino. Si me tratan
nuevamente con desprecio yo' para probag ¡si fuese capaz de ha-
cerlol, me comportaré de la misma forma.
'ftgq Ana-

67
fiiorio de Ama Frank
!-rnnNss 5 on rr,rnnno DE 1943

Qrrerida Kirty:
Desde hace mucho tieinpo no te escribo nada sobre la-s dis-
ct¡siones, pero eso no ha variado mucho. El señor Dussel tomó
nuestras desavenencias más o menos a lo trágico, pero esrá co-
menzando a habituarse a eilas y ya no hace tanto esfuerzo para
intentar arreglar l¿x cosas entre nosotros.
A mi hermana y a Peter no se les debeúa llarnar jór.'enes. por-
que son muy fastidiosos y aburidos. Yo clesentono demasiado con
ellos y siempre me dicen:
Margot no harían esol
-iPeter.v
¡Esto;, hastiadal, me sacan de mis casillas' No quiero ser ig.ial
que lVIargot, eila, para mi gusio, es muy indiferente ,v un poco
tonta. Cede siempre ante una charla, y también siempre está Ce
acuerdo con el que dice la palabra finai. Yo soy mucho ¡nás firme
de eqríritu, pero esas teorÍas rne las reserro para rní' Si r¡tilizara
estos argumertos en rni delbnsa, se reirían mucho de rní.
I-a marvona de las veces, ei clima es muy tenso en la mesa. Por
suerte, las discusiones son interruilpidas en ocasiones por los
comedores ie sopa, o sea, los que suben ie 1a oñcina a tomar
sopa.
El señor \an Daan habló nuevamente esta tarde cle Io poco
que come h{argot:
para mantener Ia 1ínea en tono
-I¡rduda-blemente. -añadió
de burla.
Como cie costumbre, saliendo a la defensa de Margot, mi ma-
dre dijo en voz alta:
esto,v cansada de escuchar las estupideces que drce'
-Ya
La señr:ra Van Daa¡ se puso roja corno un tornate; el señor
miró, por un segundo, al frente y guarció silencio. Tarde o tem-
prallo, e1 uno o el c,tro nos hacen reír por un minuto.
La señora, varios días atrás, dijo un disparate lnulu cómico
cuandc estaba hablando del pasado, de sus numerosos coqueteos
y de 1o bien que se entendía con su padre:

6B
Ana Frank

-Y ustedes saben que cuando a. un hombre se le va un poco


la mano, decía mi padre, hay que responderle: "señor, yo sov una
dama". v entonces él sabrá a qué atenerse corrro si se
-enronces,
tratara de un buen chiste. nosotros comenzamos ¿ reír.
'fwq Ana.

§Áraro 27 *n FEBRERo DE 1943

I\{i querida Kittv:


]Vñ padre dice que, en cualquier momento, se va a producir ia
inr,asión. A Churchill le dio ¡,rna pr:lmonía de la que se recuperó
poco a poco. EI lii.¡ertador de la India, Gandhi. hace huelga de
hambre una vez más.
I¿ señora Van Daan afirma que todo esto es demasiado lá-
talista. Pe-ro, ¿quién es la que más chiiia cuando se producen los
bombardeos? Solamente ella. HenI< nos irajo el sermón irnpreso
por ios obispos y que distribuyeron entre ios §eles de ia iglesia. Es
muv belio, y está escrito de una manera muy exhortativa: "ho-
landeses, no se queden pasivos, combatan, todos y cada uno, con
sus propias armas. por ia libertad de la religión, de la patria, del
pueblo. llen, auxilien sin vacilaciones". .Esto lo exclaman en ei
púlpito, sin más ni más. Pero, ¿va a servir de algo? Eüdentemente
no será útii para poder salvar a nuestros hermanos de religión.
Kitq; irnagínate 1o que nos está ocu¡:riencio. Sin rrotificar an-
tes a Kraler y Koophuis, el dueño vendió este edificir¡. EI nr¡evo
dueño se presentó con un arquitecto una mañana para rcr la casa.
Afortunadamente, el señor Koophuis se encontraba aqut para re-
cibirlos. Les enseñó tod¿ la rrivienda, con excepción de nuesüo
anexo. fing'ió haber oiüdadc en su casa la liar.e t{e la pueta. EJ
nuevo dur:ño no insistió. Ojalá que no l,uelva para r.er el anexo,
porque enronces sí nos encontraríamos en apuros.
lli padre vació uno de los ñcheros para que il{argot y i,o 1o uti-
licemos" y lo iienó de fichas aún sin escrit¡ir'. Este se conr,-errirá en
nuestro fichero de libros, en el que varrlos a anotar cuáles hemos

69
fiierio de A*.a Framle

leído, ia iécha y el nornbre de los autores. Yo tengo un cuaderno


especial paralas paiabras en otros idiomas"
Üesde hace utrcs días, las cr-,sas entre mi madre y ,l'o han me-
iora<io ¡r-ruchísiriio. pero pienso que nunca porlremos ilegar a ser
confidentes. hfi hermana caCa vez está rnás preparada para discu-
tir, pero mi padre iene siempre algo que la calma.
Para la distribución de 1a manteca y la margarina ya ienemos
un sistema nuevo. Los Van Daan no saJ:en mucho dei reparto
equitativo. pero mis padres les tienen miedo a las discusiones
cuandc se les hace alguna obsenación. Creo que a esas personas
se les debe pagai con la misma moneda, en mi opinión.
Tuyq Ana.

MrÉncor¡s l0 on MARzo DE 1943

Nfi querida Kitry:


Se produjo un cortocircuito anoche, justamente en pieno bom-
bardeo. No puedo esconder el terror que me provocan las bombas
v los ar.iones, 1'me resguardo en la cama de mi padre Para que me
reconforte. Te debe parecer muy infantil, pero si tír tuvieras que
pasar por todo esio... Los cañones nos ensordecen- hasta el punto
de no poder escuchar ni tus propias palabra§. La §eñora\hn Daan
casi iba a llorar cuando comentó con voz muy débil:
qué desagradable es esto que lanzant
-¡Pero
Lo cual sigrriicaba: "Estoy irllierta de pánico".
Todo, a luz de las I'eias, era menos aterrador que en las ú-
1a
nieblas. Yo temk¡laba ig'ual que una hoja de papel v le pedía a mi
padre que encendiera la vela nuevamente. Pero él fue totahnente
infiexible y no la encendió. De repente, comenzaroa a disparar las
arnetralladoras, que son un millón de veces peor que los cañones'
Mi madre saltó de 1a cama y, a pesar del enorme disgusto de Pim,
encendió la vela. Cuando Pim protesté, mi madre le respondió
con firmeza:
no es un soidadol
-¡Ana

A¡ra Frank
Y asunto tenninado.
¿1h te he contado de los otros temores de ia señora Van Da¿n?
No, creo que no. Si no io hago, no estarás totalntente al tanto de
ias av-entnras del anexo. La señora pensó, una noche, que en el
desván había ladrones. Creyó escuchar pasos fuertes, segtur eila.
-v sinúó tanto temor que despertó a su esposo. Y precisamente en
ese instante, ios ladrones desaparecieron, y el iatido del ccrazór.l
miedoso de la iatalista señora fue e1 único rüdo que se escuchaba.
iAli Putti (apodo afectuoso de1 esposo), probablemenre se l!e-
\,'aron todas nuestras legumbres y los salchichones! ¡Y Peterl ¿Aún
se encontrará en su cama?
se llevarían a Peter. lrio te asusies v ya déjame
-Dificiimente
dorroir.
Sin embargo, fue imposible, la señora senúa tanto pánico que
no pudo dormirse de nuevo. Unos días después, por la noche, tocla
la famiüa del piso superior se despertó tlebido a ua ruido fantas-
mal- Peter subió con una linterna aI des"án -v... ¡.,io cómo se Cio a
la fuga un verdadero ejército de ratas!
Cua¡rdo supimos quiénes eran los ladrones, permitimos que
llouschi durmiera en el ciesván con los huéspedes, para que estos
ya no volvieran, por lo menos no durante las noches,
Peter subió a-l dewán, hace algunas noches, a buscar periódicos
r.tejos. Al bajar ia escalera, apoyó la mano sin mirar, y ¡oh sor-
oresa!. casi se ca-e del susto, era una !^ata inmensa. Por poco se cae
del dolor, porque la rata le dio un mordisco en el brazo. Cuando
entró en nuestra habitación, estaba líi,{do como la cera y con su
p5ama cubierta de sangre. Casi no se podía mantener en pie. n*o
era para menos: debe ser ¡¡¡y desagradable acanciar una rata, y
todaüa más recibir un rnordisco.
TuSta, Ana.

VrunNrs 12ot MAB.zo DE 1943

Mi querida Kitty:

71
I
Dio.ria de Ana Franls I

Déj"rme que te presente a la madre Frar-k, clelcrisora de la in-


fancia. Eila está reclamando más martequilla para los mucha-
chos; sen los probiemas de ia adolcscencia moderna, y después de
una buena dosis de <iiscusioires, se sale con la suya casi siempre. Se
echó a perder úna ]ata de conservas. Ilna r,'erdatiera cena de gala
para Bochi i' l'[ouschi.
Tú todavía no conoces a Bochi que, ya estaba en el edificio an-
tes de que nosotros habitáramos el anexo. Es el gato de la oficina
y ei almacén, que espanta a las ratas en los depósitos de ia mer-
cancía. Es sencillo erpiicar su nr:mbre político: durante un riempo
la empresa tenía dos gatos, uno para el des\,án y otro para el al^
macén, Cuando estos dos gatos se encontraban, se atacaban sin
coniemplaciones. El del almacén siempre ahcaba primero, pero
después, el del desván salía siempre triunfador. Justamente conlo
en la política. Alemán o agresivo, a1 gato del almacén sc le iiamé
Bochi. ,v al gato del desván, con su ternperatneÉto inglés, Tomml'.
Tcmrny desapareció, y Bochi nos entretiene cuando bajamos a la
oficina.
Ya hemos comido tantas -iudías y habas que ya no qüero rd
verlas. El estómago se me reluel've con.solo pensar en ellas.
Por las noches debe¡nos suprimir ei suministro de pan.
N'Ii padre nos dijo hace un rnomento que está de pésimo hu-
mor. Tiene los olcs mul' tristes o'-ra vez.
IvIe encueniro completamente embobada con el libro De Klab
Op ile Deu:; de Ina Boudier-Bakker. La patte donde describe ia his-
toria de Ia familia está mu1 bien, pero son nre nos L¡uenas las partes
sobre la emancipación de la mujer, ia guerra y los escritores, y
realmente no me interesan rnucho.
Se producen vioientos bombardeos sobre Aiemania. El señor
Van l)aan se encuentra de mai humor, y crsn raz\nr.ya que uo
tiene cigarros. l§osotrr¡s galiamos la discusión sobre -si deLtem'¡s o
no abir las latas de consenas.
Ya no mc entra ningún zapato> excepto los de esquiar, que para
estar dentro de la casa son muy poco prácticcs. Un par <ie sanda-
lias tiene un valor de 5.50 florints, solamente las pude usar du-

72
Ana Frank
ranre una semarta, después ya no me quedaron bien. Espero que
lu{iep pueda conseg,rir algo en el mercado negro.
Todavía ten€o que cortarle el cabello a mi parire. Él ,.lice que
1ohago tan bien que, cuando Ia guerra {rnalice, nunca r,.isitará
nue\ramente una barberÍa. Si ne fuera por los numeroscs cortes
que tieae en la oreja, yo podría creerle.
Tt2;a, Ana.

Jluvas LB nn rv¡anzo DE Ig43


l{i
queritia Kitqz:
Hay mucha emoción y alegría: Turquía eatrará en la guerra...
Con el coraz1n en un hilo, escuchamos la radio.
'Tuta, Ana.

VmnNns I9 or n¿.{Bzo DE lg43


Itfi querida Kitry:
Una hora después de la enorme alegría se produjo uila grarl
decepción: Turquía todavía no tr¡a a entar en la guerra. E1 dis-
curso del ministro solo era un llarnamiento para acabar con la
neutralidad. Un pregonero vendedor de periódicos gritaba en eI
centro de la ciudad: "¡Turquía junto a_ los ingleses!,,. [.os ciiarios
volaron con la noticía, y de esa manera llegó a nosotros.
A partir de ias próximas semanas, Ios billetes de mil flonnes se,
rán declarados sin valor. Las personas escondidas o en el mercado
negrc ya no los podrán usar, porque no tendrán ningún .,,alor, Si
alguien los utiliza, tendrá que explicar de dónde proüenen. Sola-
mente por esta semana se podrán,usar para pagar los impuestos.
A Dussel le trajeron un pequeño taladro. Imagino que en pocos
días tendré que hacerme una reüsión profunda.
El Führer de los alemanes habló de sus soldados heridcs, Daba
tristeza escucharlo. Preguntas y respuestas inás o menos así:

!J
Dia*'ia de Awe Fra,nfc
'-&1e llarnc Heinrich Scireppel.
--¿.En qué sitio lo hirieron?
'-Fue en el frente de Stalingrado.
clases de heridas?
-¿r¿"é cie ambos pies pol
-Fractnra del brazo izquierdo y pérdicla
congelamiento.
f)e esa manera nos transn'ritía la raclio este horroroso ieatro de
títeres. Daba la impresión de que los heridos estaban orgullosos
cie sus heridas. Y cuantas más tenían, rnás orgiillosos se sendan.
Un soldacio estaba tas emocionado de estrecharle la mano ai
Führer ísi es que todaüa ia tenía), que casi no podia hablar.
Ttgq Ana.

jurvns 25 ue MArzo DE 1943

\{i querida Kitry;


Cuando ay,er está-bamos reunidos placenteramente mis padres,
mi hermana y -\,o, Peter entró üoie¡itamente ,v le comentó algo
ai oído a mi padre. Logré escuchar algo así como "alguien está
tocando en la puerta" y "un L;arril volcado en el almacén". por
1o que salieion de inmediato. Margot también había entendido lo
mismo, pero intentaba calmarme porque, lógicarnente' me puse
más pálida que un papel. l{ientras mi padre bajó con Peter, las
tres nos quedamos esperando a ver qué sucedía. Prercnida pcr
papá, la señora Van Baan üno, apenas dos minutos más tarde, a
reunirse con nosotras. Peter y Pim, después de otros cirrco rninu-
tos, aparecieron, Iíüdos hasta la punta de las narices, y ncs rela-
iaron sus infortunios. Se quedaron a e§perar al pie de Ia escalera,
pero sin obtener ningún resuitado. De pronto escucharon dos goi-
pes Í1uy fuertes, como si se hubieran cerrado violentamente dos
puertas dentro de la casa. Mi padre había subido de un salto, pero
Pei.er fue antes a avisar a Dussel, que haciendo muchos ademanes
también iiegó arriba. 'Iodos nos preparamos para subir a casa de
los Van l)aan, quitándonos antes los zapatos. El señor \hn Daan

7+
I

| .Eo" Fra¡¡k

se encontraba en cama con un f'uerte resfriado; nos congregamos


alrededor de su cabecera para poder intercambiar las sospechas
que reníamos.
A su esposa -y a mi nos daba terror cada vez que comenzaba
a ioser fuerte, esto oeurrió en varias ocasiones, hasta que alguien
tur.o la briilante idea de darle codeína. La tos cesó de inmediato.
Estur.imos esperando durante mucho tiempo, pcro no escu-
chamos nada rnás. Los iadrones escucharon nuestros pasos hu-
,v
.veron. Sin embargo, el incon¡enienre era que la radio de abajo
aun se encontraba sintonizaáa en la emisora inglesa tenía a su
-v
alrededor las sillas en hiiera. Si hubiera siclo lorzada la p,.ierta y
alguna persona hubiese entrado, poniendo en aüso a la policía.
hubieran sido muy serias las consecuencias. Ei señor \'¿rn Daan
se puso en pie, se colo,:ó la chaquera y los pantalones. v se {ue
dctrás de mi padre escaleras abajo, cairnadarnente, coir peter que
krs sequía e il¡a armado con un encrme marti11o, para mayor se-
guliclad. Con mucha ansiedad, las señoras, mi hermana y yo nos
clucdamos arriba esperando, hasta que. a los cinco minutos, 1os
hombres voir.ieron comentando que reinaba la calma en toda la
C¿SA.

Qucdo claro que no permitiríamos que crirriera ei agua del


WC), pero como la conmoción nos revolvió el estóneago. podrás
imasinarte el oior que había en el retrete cuando fuimos a deposi-
tar nuestras necesidades, uno tras otro.
Cuando ocurre un incidente así, siempre existen algunas cosas
que coinciden. Igual que ahora: primer.arnente, 1as campanas de
la iglesia no tocaban, 1o que normaimente siempre uanquiliza.
Después, nos preguntáj:amos si la nochc anterior la puerta de la
casa había sido bien cerrada, porque el señor \bssen se lue antes
de la hora habitual y no sabíamos si Elli pensó en pedirie que ie
entregaÉ. la llave antes de marcharse.
Pero en realidad los detalles no importaban. La v'erdad es c1u-e
todar,ía era de noche y no sabíamos en qué confial aunque por
otra parte, ya esábamos rnás calmados, debido a que desde las
7:45,hora en que el ladrón entró, hasta las 10:30, aproxirnada-
fri.ario de Ana Frawk

mente, no escuchamos nada más. Por fin nos acostamos. a pe§ar


de que ninguno tenía sueño. L{is padres y f-}ussel pasaron ia noche
despiertos. Yo te puedo decil, sin exagerar) que casi ni dorrní' l\{uv
temprano, cuando amaneció, los señores brajaron hasta la puerm
,le entrada para inspeccionar la cerradural torio se ercorrtraba en
orCen v eso nos serenó bastante.
A1 contarles a nuestros protectores los sucesos ocurridos, se rie-
ron de nosotros, después que pasa el trance es senciilc reírse de
esta-s cosas. Solo nos ha tomado en serio Eili'
Tuva^ Ana.

SÁsmo 27 »aMARzo §E 1943

I\{i quericia Kitt,,*:


Finaimente culminarnos el curso de taquigraiia' Comenzare-
mos a practicar la raPidez.
Tengo clemasiaclas cosas que contarte con respecto a mis estu-
dios durante los días de silencio (así iiarno vo a esta etapa que llos
obliga a vi'u'ir en e§te enciero con la ilusién de que \¡a a ser por
poco tie,rtpoi; la mitología me entusiasma y sobre todo, los dioses
i"rrrur.os y g.iegos, "e§ una bobería transitoria", comentan los que
están a mi alrededor, iamás han escuchado dect a un eshrdjante
que estima a ios dioses a ese punto' Muv bren, yo seré la primera
entonces.
Ei señor \án Daa¡r sigue resfriarlo, o mejor dicho, tiene algo
irritada 1a garganta. Debido a esto' se unta ei paladar con iinttrra
de mirral hace gárgaras con manzanilla, se coloca báisar¡ro men-
tclado en los dientes, la" leng'-:a, el pecho y la nariz' y todavía así'
siguc de pisimn humt¡r.
-Uno
á" los granries jerarca§ nazis, Rauter, dijo en un discurso
que todcs lcs jurlíos <lel¡erá¡ haber abandonado los paises aiema-
,r., po.u el primero de ju1io. La proüncia de Lltrecht será depu-
.uda d.l primero de abrii al priraero de ma;'o (como si esluráeran
hablando de cucarachas), y 1o mismo se hará en las proüncias de

76
| *" Frank
Holanda septentrional y meridional dei primero de mavo al pri-
mero de junio. Se llevan a esas desdichadas personas a sus mi¡-
grientos mai¿deros como si se fratara de ganado abandonado y
enfermo. Es como una pesadilla. por eso prefrero no hablar de eso.
Ha habido un incendio, por sabotaje, en ia bolsa de trabajo aJe-
m¿-na, eso es una excelente noticia. Y le tocó su turno ai Registro
Cir,'il unos días después. Varios hombres con uniformes de la po-
licía alemana hicieron desaparecer una gran cantidad de papites
importantes y amordazaran a los guardias.
Tírya, Anr-

Junus I or ¡anrr DE lg43


,W qucrida hJuy:
Hoy no estoy para bromas. Al contrario, hoy más bien podría
pronunciar ese retián que dce: "las desgracias sicmpre lienen
acompañadas".
Primero, el seiror Koophuis, que siempre nos está alegrando
1a existencia, ayer sufrió una hemorragia estomacal mul, fuerte
y tendrá que permanecer en cama duraa*"e tres semanas. Estas
hemorragia-s ie vienen muy frecuentemente) y al parecer no se
pueden curar. Después, EIli está con gripe. Por otra parte, el se-
rir¡r lbssen quizá tenga una úlcera en el estómago y la próxima
senrana será operado. Y, para cerrar el ciclo de preocupaciones,
se jban a entablar grandes charlas de negocios, y entre mi padre
y Koophuis r,a habían sido fijados los de¡alles. Desgraciadamenre,
ahora no se podrá poner al tanto al único portavoz que nos que-
daba; Kraler.
Esta conrrersación de hombres de negocios tiene a rni padre
demasiado ansioso por el resultado.

-iSi i,o pudiera estar presenre! ;Si y.o pudiera estar ¡llii -co-
mcntaba mi padie.
por qué no pegas ei oído al suelo?
-¿Entonces
daron. -le recomen-
i7
fiiario de As,-a Fr**kl
escucharás iodo. porque ellos estáa en la oficina prir'ada
-Lolu)'el'üll.
- con(
iiuminó tl rostro, ,v a ias 10:30 de Ia inañana
.A rrli padre se le
de N,largot v Piln tomaron sus posjci{rnes en e} sueio (dos
a,r,er,
escuclian más que uno). La reunión aun no había terminado ai
rnediodía, pero mi padre'¡a no esr.aba eu condieiones de seguir,
estaba exha¡sto por la posición tan incómoda. Cuando escucha-
lrros -v'oces en el pasillo. a lar 2:30 de la tarde, yo fui a o€upar
su sitio. lv{argot siguió junto a mí. La charia era tan aburrida ,v
tediosa que, en el sueio frío. me quedó dormida-. Mi hermana no
se atreria a tocarme por miedo a que nos escucharan, y menos
todaüa me pociía hablar. Por lo menos dr:rmí una buena media
hora, me desperté un poco atemorizada,v habia ok''idado toclo io
referente a la importante charla. Pero l\{argot había prestado más
atención, por suerte.
Trya, Ana.

VmnNns 2 nn ¿rrul DE 1943

Ivfi querida Kittv:


\'Ii extensa üsta d¿ pecados se amplió cle nuer''o. Cuando .va
estaba acostada anoche esperando a mi padrc Para que rezara
conmiso y me diera 1as buenas noches, mi madre entró a mi ha-
tritación, tomó asiento en nri cama Y nlc preguntó con mucha
discreción:
-Ana, tu padre aún no ha llegado, ¿deseas que por hoy rece-
mos juntas?
madre
-No, -le coritesté'
h'Ii madle se puso en pie, se quedó un instante zrl lado de rni
cama -v después caminó poco a poco hacia la puerta. De repente
se voivió y me dijo, con un gesto de desconsuelo:
no quiero enf,adarme contigo. Por desgracia al amor
-Estarez
nr¡ se lc puede obligar.
Cuando cerró la puerta, las !ágrimas resbalaban por sus mejillas'

tn
| *" Frank
Permanecí inmóül en mi cama y pensando lo andpática que
erapor haberiarechazado de esa forma tau grosera, pero. a la u.ez.
sabía que no podia responderle de otro raodc. l\o podía sirnular
y,
en contra de mi r..oluntad, rezar con elia. Lo que ella me pidió era
sencillamente imposible.
Pero settí mucha iástima de rni madr.e. Me dj cuenta. por pri_
mera r¡ez en mi vida, de que mi actitud no ie es completanrenre
inüferente. Pude ver la kisteza en su rostro. sobre todo cuando
comentó que al amor no se le puede obligar. La verdad es muy
dura. No obstante. también es cierto cuando digo que mi madre
me ha rechazado, que siempre rne ha hecho j¡diferente a cual_
quier amor de parte de eila, con sus comentarios ian carentes de
tacto y sus b¡omas tan toscas sobre cosas que yo ilunca considero
graciosas. Pienso que ahora mi madre se ha estremecidc como yo
lo iri: hccho al comprobar que se ha esfu¡nado todo amor entre
nosOtras.
Casi toda la noche lloró y la pasó sin riormi¡. Mi padre no
c¡uicrt ni mirartr,-,e, y cgando lo hace solo por un mome¡to, en sus
r,rjos nuccio leer: "¿Cómo te atreves a causarle tanto sufriniento a
t,.r madre, cómo has podido ser tan maLa hija?:,.
llbdos están rsperando a que le pida disculpas, pero no Io
voy a hacet simplernente porque dije una rerdad que, tarde o
temprano, mi madre te verá obligada a aceptar. No necesiio
aparentar, me he vr¡elto totalmente indjferente a las iágnmas de
mi madre y a las miradas de reproche de mi pa,Jre, porque es la
primera ocasión que están si¡liendo algo de lo que
,vo me dcy
cuenta permanentemente. Mi madre solo me inspira compasión,
porque se ve forzada a guardar su compostura ante mí. por nri
lado, continuaré con mi actitud callada y fría, y no le tenclré ternor
a la verdad en ei futuro, ya que cuanio más tarde en decirla, nrás
costará escucharia.
Tr¿rya, Ana-

79
Ilisrio de Ana. Fronle

M¿nrss 27 on acRrr, DE 1943

IVfi querida Kitry:


Toda la casa retumba por ias dis¿usiones. V'an Daan contra mi
padre, la seilora contra nu madre, ella contra mi. iodos están enfa-
dados con todos. Hermosa situación, ¿no crees? t como siempre,
saiieron a reiucir todos los pecados de Ana.
El señor Koophuis se ha recuperado más rápido de lo que es-
perábamos, pues ha sido controlada su hemorragia estomacal. El
señor \'bssen se encuentra en el irospital. lios contó que el Regis-
tro Cir,'il fue dañado por los bomberos, ya que inundaron todo el
eciificio de agua, en lugar de iimitarse a apagar el incendio. Eso
, me conteflta.
Ei Hotel Carlton se encuentra en ruinas. Dos al'iones ingleses
que lieraban urra eno.rme carga de bomtras incendiarias acenaron
con el Afiatersfuitn, desh'u;.'endo e1 edificio de Ia esquina. Cadavez
son más intensos los ataques aéreos de ias ciudades alemanas. \'a
no pociernos dormir por ias noches; tengo urar ojeras inmensas
por falta Ce sueño. La ccmida es un cornpleto desastre. Pan duro
y sustiruio de cafe en el desaytrno. Desde hace quince días, espi-
nacas o ensalada en la comida. Las patatas de veinte centímetros
de largo, con sabor a podrido y cl-ulces. ¡Quienes deseen adelgazar
solo tienen que hacerse inquiliaos del anexo! Nuestros vecinos no
dejan de lamentarse, pero a nosotros no se nos hace tan nefasio.
La totalidad de los hombres que lucharon conua los alemanes o
que estur,'ieron rnoviiizados en 1940. se tuvieron que presentar en
los campos de prisioneros de gterra r,ara traba;jñ en Aiemania
obligatoriamente. ¡Una medida más contra el desemLrarco, no ha.v
ninguna dudal
'fzqa An"t

S,{sADo I on n¡ayo r}E 1943

h{i querida Kitw:

ÜU
| *" Frank
En ocasiones comienzo a pensar en la vida que Ilevamos
en este
ltigar y entonces, generalmentg }lego a la mi#a
conclusión: com-
parados coa otros judíos que no eslán ocultos,
estamos üüeildo
corno en un p;raíso. De todas maneras, algún
día, cuando todo
ha,va vuelto a la normalidad, me asombra.é
áe .ó*o norooor, qr.
éramos tan pulcros y ordenados en casa, ncs hemos
reducido ahora.
Y esto de reducido es en el buen sentido de la palabra.. en
lo
que respecta a nuestra forma de üvir. Tenemos,
por ejemplo, Ia
rnesa cuhierta con rn hule que, como lo utilizamos
tanto, regular_
mente, no esrá muy limpio. Tnlsn¡, limpiarlo a veces
un poco más,
pero el trapo que tenemos esfá cubierto de agujeros, y
qrre fiote, no logro arrancarle toda Ia suciedad.
po. *i
Ls van Daan han
dormido durante todo el invierno sobre un trozo de franeia
que
no.podemos lavar aquí, debido a la escasez de agua
yjabón dt:
polvo, y es que, aparte de eso, es c{e mda calidad. nfi
páa.. ,,i.t"
un pantalón deshilachado y su corbata está compietamente
des_
gastada. El corsé de mi madre ya se ha roto de
io i-ie;o que está, y
no tiene solución, mientras que mi hermana ileva un
,orié., qrr"
dos taiias mas pequeño dei que ella usaba. "*
Du¡ante todo el invierno, Margot y mi madre han compartido
tres camisetas que utilizan de forma alternada, las
v míai la no
me^l]egan ni al ombligo, porque son demasiado pequeñas.
Sí, ya sé que esto no üene mucha importancia, pe¡ro
en ocasio_
nes me da rrriedo pensar: si ahora u.:lizamos cosas
desgastadas,
desde mis ¿alz6¡65 hasta la brocha de afeitar de
mi paáe, ¿qoj
tendremos que hacer para ser pafe nuevamente de
nuestra clase
social anterior a la guerral
Ios aüones han bontt¡ardeado esta noche de tai forma, que
en
una maleta intr.oduje lc¡ estrictamente necesario €n
caso de tener
que escapar. Mi madre rne preguntó, y- con mucha razón:
dónde deseas escapar?
-¿A
Toda Holanda está castigada por flrs hueigas. !-lle declarada
eu
estado de sitiq y su ración de pan reducida, por
persona, a 100
gramo& ¡Eso Ies sucede a los niños que han sido malos!
Tulq Ana.

o1I
t!
üisrio d.e A*a Fronlt
M¿atns 18 re Ivr¡Yo on 1943

LIi qrrerida Kittv:


Fui testigo rle ,-ma monsruosa batalla entre aráones alemanes e
ingleses. Por desgracia, varios aliados tuüeron quc sa'irar en para-
.uidus de sus a.\,ioues, que se estaban incendiando' Debido a que
üve cerca de la ciudad, nuestro lechero üo a cuatro canadienses
ha-
que estaban sentados a la orilla del camino; uno de ellos, que
btubu d. manera fluida ei holarldí:s. le pidió luego para encender
su cigarro v ie relató que ellos eran integrznies de un equipo
for-
madá po. seis hombres- E1 piloto se quemó y el tiuirtc hornbre
se había ocultado en aigún 1ado. La "fbld-gendarrreria"
alemalia se
cuatro que esuban sanos salvos' ¿Cómo es pcsi-
llcvó a los otros ?v

bie que conseryen tal presericia de ánimo después de un saito tan


espectacular en Paracaídas?
Nos vemos obügados a encender la estufa todos los días, pesr
al caior prima"'eral, para quemat los deshechos y ia basura' No
pod"n n, ud.lizar ios cubos, debido a que esto despertaria las sos-
p..h* del mozo dei almacén. La más inínima imprudencia nos
podlia deiatar.
Los estudiantes que haya¡ cuiminado o piensan seguir sus es-
tudios este año, fueron invitados a firmar u¡a lista del Gobierno'
que ios cornpromeie con el nuevo orden y a simpatizar
con los
EI ochenta por cierito se negó a renegar de sus con-
ol.r.ru.t"..
conciencia, pero las consecuencias no
vic.ciones v a üaicionar su
tardaron en hacerse senúr. Los estudiantes que no fumaron serán
de la ju-
enr.i¿dos a un campo de trabajo alemán' ¿Qué quetiará
ventud holandesa, si totlos los muchachos, en iierra de nazis' son
condenados a trabajos forzados?
ir'{i madre. 1a otra noche, cerró la ventana por los fuertes es-
t¿llidos. \b me encontraba en la casta con mi padre' De
repente
que en el piso de arriba la señora saltó de la cama' a
escuchamos
1o que de ir*.diuto signió otro golpe; la aterradora
detonación de
ona bo*bu. Grité: "Luz, 1u2", mi padre la encendió' l{o esperaba
otra cosa sino mirar el cuarto erluelti; en llamas' Pero no ocurrió

Q9
Ana F¡cank

nada. 'Iodos corrimos por la escalera al piso de arriba, para


ver
1o que sucedía. Los Van Daan hatían visio por la.,,entana
abierta
un resplaridor rosadb. El señor pensaba que había fuego cerca
de nosotros, y ia señora que las llamas se apoderaron cie
nuestra
La señora esta-ba tembrando de pie cuando se escuché
'ir'ienda.
el golpe. Pero como aquí no había ocurrido rrada, todos volümos
a nuestros cuartos_
L'n cuarto de hora después se reinicia¡on los rlisparos. De in-
mediato, la señora Van Daan se puso en pie y bajó at cuano
del
señor Dussel, buscandc 1a tranquilidad que en vano procuraba
el1conü'ar en su esposo. Dussel ia recibió diciendo estas palabras:
r,en a mi cama!
-¡Hijita,
Esto hizo qr:e toclos comenzáramos a reír. ya rro nos preocu_
paba ei tronar de los cañones; nuestro miedo se había esfumado.
Tulsa" Ana.

DonrNco l3 on.ruxro DE Ig43

lVIi qui:riciii Kitty:


lis muy hr:rnloso ci poema de mi padre que me dedicó por ser
titi t:unrpleañlls, y desearía compartirlc ,:oniigo.
()ornti mi pzidre escribe en alemá:r, mi hermana
lue la encar_
gada de la traducción. Puedes j*g* por ti misma io bien que
curnplió su cometido voluntario. \roy a suprimir ei inicio, debidl a
que es un resumen de los sucesos del pasado año:

De todos eres la más pcqueña, a pesar de que ya no una niña,


tu üda no es sencilla; todos desean ser
un poco tu maestro, y esto no te produce placer.
¡lh tenemos experiencial ¡Yo sé lo qrie te digo!
Para nosotros no es la prirnera ocasión,
conocemos muv bien lo que tenenros que hacer.
Sí, sí, siempre es la misma hi.staria
v todos iienen pésima memoda.

B3
Disrio de Ana Frank
Nadie mira sus propios defectos,
solo ven los errores ajenos;
a tcdos ies es muy fácil regañar
y a menudo io hacen sin apenas pestañear.
A tus padres no nos es fácil serjustos,
intentando que no haya mayores disgustos;
reprender a los adultos es algo que está mal
por mucho que te enfaden las personas de edad,
como una pfldora debes tragar
sus regaños para que exista paz.
Aquí los meses no transculren en vano
apror'échaios muv bien con tu estudio sano,
que estudiando y leyendo libros por cientos
se espanta el hastío.v el aburrimiento.
La pregunta más dificil es sin duda:
¿Q¡ré me voy a poner? Es que no tengo ni una muda,
todo me queda pequeño, pantalones no tengo,
mi camisa es un taparrabo, pero eso es 1o de menos.
Después están los zapatos: no puedo 1,a decir
los tremendos doiores que me hacen st.rfrir.
AI crecer l0 cm no hay nada que hacer:
va no tienes ni un vestido que te püedas poner.

ll{i
hermana no pudo traducir con rima la parre que hablaba
del tema de la cornicia. de manera que la suprimí. Por 1o demás es
muy hermoso, ¿no es cierto?
Me dieron obsequios muy bonitos, entle otras cosas, uu lihro
enorille sobre nútoiggía gricga i romana, que es mi terua predi-
lectc. Y no puedo ni quejarme, de las golosinas. Toclos me han
mimado mucho más de lo que merezco, porque soy ia niña más
pequeña de la familia.
Tu;ta, Ana.

B4
Ana FranL
Manrss 15 nu.¡uNro ox Ig4B

Tcngo siempre muchas cosas que para mí son sumamente in-


teresantes) perO en ocasi'tnes creo que mis conversaciones te re_
sultarán muy aburridas y te dará gusto no recibir tantas misivas.
Será preferible que te haga un breve resumen de las informa-
ciones.
Al señor Vossen rro le han operado la úlcera. El cirujano cora-
probó, cuando estaba en la mesa de operaciones. que habia un
cáncer demasiado avaruado como para extraerlo. Entonces, le
cerraron de nuevo el estómago, hicieron que guardara reposo por
tres semanas y comiera bien, v después io enviaron a su casa. Le
compadezco hondamente u si pudiera sali4 no habría clejado de
ir a üsitarlo todo los días para entretenerlo. ¡Cómo extrañamos al
señor'fossen, que siempre nos traía noiicias de todo 1o que ocu-
rria en el almacén, rnotivándonos y ayudándonos en todol
;e.ué
calamidad! ¡Pobre amigo!
A nosotros nos toca entregar la radio el próximo mes. El se-
ñor Koophuis está obligado a dar la suya a las autorida.des.
Pero nuestro protector compró en el mercado negro un aparato
Baby, que sustituirá al enorme aparato Philips. Es una auténtica
pena tene¡ que enffegar este aparato tan bello a las autoridades,
pero no debemos deqpertar ninguna sospecha. Todos tratan de
entrar en posesión de rrn yls;r receptor para reemplazar el que
las auioridades reclaman. Es cierto que a medida que las infor-
rnaciones de afuera van siendo peores, la radio con su magní-
frcavoz nos ayuda a que no perdamos las esperanzas y aaáavez.
podanros decir: "¡Arriba el carazbn, r,endr.án mejores tiempos,
ánimo!".
'ftrya, Anu-

DourNco ll or¡rruo DE lg43


Nfi querida Kitty:

B5
üist'io áe Aws Fr*,nlc
Ile-i¡o comeritarte, volviendo al probiema Ce i¡ ed',rcación una
vez más, que hago muchos esfuerzos por ser simpática, bue;¡a r
útii para hace r que la llul-ia, de obscn acicines no me an'asti'e i-rue-
rr'aincnie. ,v el ciima se cafme. i{o cs tácil iliteiitar compLirtarse de
marrera ejemplar aírte personas con las cuales no simpatizamos.
Considero que es una actitud muy hipócrita, crea que ten{o rnu-
chísimo más que ganar con mis opiniones sinceras, qu-e nadie ha
pedido ni apreciado jamás.
En ocasiones me salgo de mi papcl y no iogro dominar la rabia
ante Llna injusticia, y por estr-'detalle, ]'o soy ei tema de coni'ersa-
ción durante semanas. ¿l*lo crees que deberías compadecerme a
veces? Por fortuna, no soy tan gruñona, pues acabaría perdiendo
mi excelente sentido del humor v rne agriaria.
Decidí dejar un poco de laclo la taquigrafia, a pesar de que he
tenido que pensarlo mucho. Quisiera, en primer iugar, deücar
más tiempo a mis otras materias, y después por rnis ojos. Eso es
1o que me preocupa más. Me he vuelto den:asiado miope, v hace
tiempo que tendúa que usar gafur (1"4 me voy a parecer a ,Jx
búhol). En Ia casa a.,rer no se habló de otro tema que los ojos cie
Ana, uorque mi madre sugirió que la señora Koophuis me acoiri-
pañara al consultorio ciei oculista. Creí desmayarme ante esta no-
ticia. Sali¡... no es una bobería.
¿Lo puedcs creer? ¡Salir a la calle! ¡Encontrarme en la calle! No
1o puedo creer. Nfe dio mucho miedo al principio. pero después
me aiegré. No obstatrte, la cosa no era tan sencilla, porque no
todos los que deben decidir se ponían de acuerdo de Eanera tan
fácil. Todos los incon.l'enientes, todos los peligros han sido pesados
y sopesados, incluso cuando NIiep se ha ofrecido de inrnediato
para ir conrnigo.
Sacar nú abrigo del ropero fue io primero que hice. h.{e que-
daba t¿n pequeño que parecía que era de mi hermana pecueña.
Siento auténtica curiosidad por ver qué va a resultar de eso, pero
reafmente no creo que el plan se reaiice porque) mientras esto
ocurre en casa, los ingleses desembarcaron en Sicilia y mi padre
tiene los ojos puestos en "un final rápido y cercano".

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