CUENTO El Amor en Primera Persona

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EL AMOR EN PRIMERA PERSONA

En el pequeño pueblo de La Esperanza, donde los días transcurren en un calor

abrasador entre campos áridos, ahí vivía Alex, un adolescente con un alma llena

de sombras. La soledad y llanura de aquel lugar contrastaba con la tristeza

emocional que azotaba su mundo.

¡Vuelve aquí mantecas! ¡juguemos al puerquito encerado! –No te vayas,

ocupamos una pelota para seguir jugando- Gritaban unos niños en la puerta de la

escuela.

Mientras Alex corría desesperado a gran velocidad entre las calles desérticas y

austeras de aquel pueblo, y sin voltear atrás; todo asustado y con el corazón

acelerado que parecía que saldría de su pecho.

No había día que no sufriera el flagelo de las burlas de sus compañeros de

escuela, debido a su peso lo apodaban “Alex mantecas”. Cada risa maliciosa,

cada mirada de desprecio, cada palabra despectiva era una daga que perforaba

su mente. Esto le provocaba el deseo de dejar la escuela, no querer interactuar

con sus compañeros ni con los chicos de su barrio.

Aquel día fue uno de los más agobiantes como casi todos por la crueldad del

mundo que lo rodeaba, Alex decidió escapar de su dolor. Se aventuró en un

oscuro sendero emocional que lo llevó al borde del abismo. Tomó una soga del

corral de las vacas de su papá y lo echo a su mochila; con la mirada perdida y el

ceño fruncido, salió de la casa y mientras se dirigía al puente por donde pasa un
río en tiempo de lluvia “La quebradora”; que está en la entrada de la comunidad y

conectaba al pueblo La Esperanza y los Horcones; pensaba: -No más “Alex

mantecas” ¡No más la pelota de juego!

Llego al lugar, saco la soga y la amarró de los tubos metálicos de éste, se ató del

cuello y sin titubear, saltó. Sin embargo; no se percató de que la soga ya estaba

desgastada y reseca por el sol; por lo que no soportó el peso y se rompió.

En ese momento Ángela y sus padres llegaban de la ciudad a vivir en La

Esperanza. Iban pasando en su carro por el lugar y fueron testigos del suceso.

Inmediatamente se orillaron, se acercaron al puente y vieron que Alex no se

movía; el padre de ésta bajo rápidamente por una orilla de terracería.

Acerco su mano a la nariz del adolescente para percatarse de su respiración,

siendo ésta un hecho, acto seguido tomo su muñeca derecha y reviso su pulso,

para después abrir sus ojos, en ese momento Alex soltó un quejido y…

-Mi brazo ¡Ah! ¡Me duele mi brazo!

- ¿Cuál brazo? Preguntó el padre de Ángela.

- ¡Ah! Como puedo, señaló su brazo izquierdo.

A lo lejos se comenzaron a escuchar las sirenas de una ambulancia, la cual había

sido llamada por Ángela y su madre.

Alex fue atendido en el hospital más cercano a La Esperanza y Ángela con sus

padres siguieron su camino y se instalaron en el pueblo.


Llego el día de ir a la escuela; Alex se negaba; ahora más que nunca tenía el

pretexto perfecto para no asistir. Sin embargo, su padre lo obligo a ir. Justo

llegaba a su salón cuando la maestra Pilar presentaba a la nueva compañera

Ángela. Ella lo reconoció, le sonrió y se sentó junto a él.

Tratando de ser empática le cuestionó – ¿Te encuentras bien? Él en tono molesto

-Estaría mejor si hubiera muerto. Pero como puedes ver, solo tengo golpes,

raspadas y un brazo enyesado; nada se compara con el dolor y lo que sangra mi

alma-. Ángela solo lo observó y no dijo nada.

Un día la maestra Pilar dejo que trabajaran en parejas para un evento donde los

estudiantes organizarían y presentarían un proyecto de una temática que

contribuyera positivamente a la sociedad estudiantil. Inmediatamente Ángela

dirigiéndose a Alex…

–¿Te gustaría hacer equipo conmigo? – dudoso y temeroso como era su actuar le

respondió: ¿Quieres que yo trabaje contigo? – No. Respondió ella –yo quiero

trabajar contigo. Alex, en tono despectivo hacia sí mismo –¿Ya me viste bien? -Sí

le respondió Ángela. -Está bien. ¿Qué tema sugieres? Con entusiasmo, ella: me

gustaría promover entre los estudiantes la aceptación y el amor propio (Sin saber

de las burlas que Alex soportaba por parte de sus compañeros; pero conocedora

de lo que intentó contra su vida) Él hizo muecas y encogió los hombros. –

¡Hagámoslo! ¡anímate! Le dijo ella tomándolo del brazo, y, Alex callado;g solo

asintió con la cabeza, no muy convencido.


Con apoyo de los padres de Ángela, acudieron a la ciudad más cercana para ir a

grupos de autoayuda y especialistas en varias ocasiones para que les dieran

aportaciones y organizar su proyecto: El amor propio cambia el mundo.

Al principio fue difícil para Alex y hubo momentos en que quiso renunciar al

proyecto, pero Ángela siempre tenía las palabras para convencerlo nuevamente y

continuar.

En la escuela se volvieron inseparables; un día en la hora de recreo, el grupito de

adolescentes que siempre lo molestaban se acercaron coreando y haciendo burla:

¡Alex mantecas tiene novia! ¡Alex mantecas tiene novia! ¡Alex mantecas tiene

novia! Al ver su respiración acelerada, Ángela lo tomo del brazo para tranquilizarlo.

Y Alex por primera vez los enfrento...

-Sus almas están tan vacías que buscan vaciar el alma de los demás. Sus

palabras ya no son importantes para mí. ¡Lárguense de aquí les dijo con voz fuerte

y firme!

Ángela le dio un abrazo y le dijo: desde hoy eres Alex el valiente.

El día llego y el turno de Alex también, subió al escenario para compartir su

historia. Su voz resonó en el aire, rompiendo las cadenas del silencio que lo

habían atado y que lo llevaron a intentar quitarse la vida justo aquel día en que

Ángela llego.

La Esperanza, el pueblo presenció la transformación de Alex. Se convirtió en

testigo de que el amor propio puede cambiar el mundo. Y que la muerte no es la


solución al acoso escolar que éste sufría. Pero que, sin embargo; no todos tienen

el final de “Alex el valiente”.

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