Unidad I Historia Del Derecho Notarial
Unidad I Historia Del Derecho Notarial
Unidad I Historia Del Derecho Notarial
Como se advierte del texto anterior, no obstante que como señala el autor
todavía se sigue especulando sobre el tiempo y lugar precisos del nacimiento de
la Fe Pública y así puede afirmarse que en el siglo VI de la Era cristiana en la
obra de Justiniano, aparece regulada la figura del Tabellion.
Se señala también por el jurista Pérez Fernández del Castillo, que gran
importancia tiene para el estudio del Derecho Notarial el siglo XIII que entre los
juristas glosadores de la Escuela Boloniesa, destacó la figura de Rolandino,
catedrático de la Universidad de Bolonia, por destacar la importancia de la
sistematización de los conocimientos del Notario.
En España en la misma época del siglo XIII, Alfonso X El Sabio, realizó una
majestuosa obra de recopilación y legislación, nos comenta Bernardo Pérez
Fernández, primero el Fuero Real, después el Espéculo y finalmente las 7
partidas.
EL NOTARIO EN LA ANTIGÜEDAD
En Egipto, Babilonia y Palestina, la presencia del escriba fue reclamada por las
exigencias de las reales haciendas y acrecentamiento de los negocios.
Las funciones de los escribas fueron variadas, según los pueblos y las épocas;
pero se admite que en Egipto y Babilonia fueron fundamentalmente contables y
de redacción de documentos, y que, en cambio en Palestina, las tareas del
Escriba se relacionaban directamente con la interpretación de la Ley.
Grecia
En Grecia los derechos privados carecieron de uniformidad, y el simple
consentimiento fue suficiente para la validez y eficacia de los contratos. Mas, y a
pesar de ello, el peligro de su extravío y los riesgos de la mala fe de los
contratantes, creó la costumbre de extenderlos por escrito (en tablillas de arcilla,
pergaminos de cuero o papiros), sellarlos y depositarlos. Dicha costumbre llevó,
insensiblemente, al desarrollo de una institución, que en mucho recuerda al
notariado moderno, integrada por personas a las cuales los otorgantes de
contratos privados recurrían para que se los redactaren, autenticaren y
conservaren en custodia. (Saúl D. Cestau. Pág. 10)
Manuel V. Gómez R. Tratado de Derecho Notarial Dominicano. 1997, señala que
en Grecia la función notarial predominó sobre la registradora, a diferencia de lo
que sucedía en Roma.
En Grecia los notarios asumieron directamente la función registradora, tanto
para los contratos celebrados entre particulares, como para las convenciones
internacionales. En este pueblo existieron oficiales públicos encargados de
redactar los documentos de los ciudadanos, estos oficiales públicos eran los
notarios, los cuales tenían diferentes denominaciones, las cuales eran:
Apógraphos o Singraphos, a veces eran llamados Mnemones o Promanémonos,
todos estos nombres eran alusivos a la función escrituraria o a la recordación y
constancia de los hechos que la requerían. Los Singraphos eran considerados
como verdaderos notarios, cuya principal función consistía en llevar un registro
público. Estos sujetos eran muy comunes en la ciudad de Atenas, en la cual no
se otorgaba contrato alguno si no se inscribía en Registro Público llevado por
ellos. Cada tribu contaba con dos de ellos, los cuales estaban más circunscritos
a la familia o gentilicio y gozaban de grandes consideraciones y honores. Los
Mnemon, Promnemon o también conocidos como Sympromnemon, se
consideraban como los representantes de los precedentes griegos del notario;
ya que se encargaban de formalizar y registrar los tratos públicos y las
convenciones y contratos privados. Eran conocidos los síngrafos y los
apógrafos y que en Atenas no se encontraban contratos sin inscribirlos en el
registro público que llevaban esos singrafos que eran verdaderos notarios y que
cada tribu tenía dos de ellos que gozaban de grandes consideraciones y
honores. Otros autores dicen que ellos eran simples copistas.
Roma
Basta recordar los extremos que debía acreditar el que aspiraba al cargo y el
formalismo a que debía ajustarse al redactar sus instrumentos, para tener que
admitir que es en el tabelionato romano donde se encuentra el origen del
notariado de la edad media. En efecto, el aspirante debía ser física e
intelectualmente apto; debía acreditar, previamente, su idoneidad moral y
técnica; debía ser investido por el Decano del Colegio y prestar juramento;
debía extender los documentos en papel que ostentaba un rituálico
encabezamiento y en ellos debía figurar la fecha, la intervención de tres
testigos, siendo, por último, imprescindible la presencia del tabelión en el
momento del otorgamiento.
Escriba, es un vocablo utilizado desde muy antiguo para designar una clase de
funcionarios con cierta cultura general y especifica que lo distinguía del común
de la gente y les aseguraba privilegios y consideraciones especiales. Los vemos
en la más remota antigüedad en Egipto, Palestina, Grecia y Roma. En Egipto se
dedicaron a funciones contables y confección de documentos escritos.
ÉPOCA PRECOLONIAL
La Bula Papal Inter Caetera del Papa Alejandro VI, Rodrigo de Borja, del 4 de
mayo de 1493, resuelve el conflicto de la propiedad de las tierras conquistadas
para la Corona Española y aquellas en que Portugal también emprendió
aventuras del descubrimiento y aunque este conflicto fue objeto de otras
disposiciones Papales y del Tratado de Tordesillas de un año después, lo que
importa dice el autor en comento es que la Bula citada con anterioridad remitió a
la figura del Notario Público para la difusión del contenido de la propia Bula que
hiciera fe en juicio y fuera de él.
Hernán Cortés por su parte, después de una expedición militar para sofocar una
rebelión de los indios salvajes de Anacaona por el éxito obtenido recibió la
escribanía del Ayuntamiento de Azúa.
De igual manera los escribanos tenían que hacer sus escrituras en papel
sellado, con letra clara y en castellano, sin abreviaturas, ni guarismos, y actuar
personalmente. Una vez redactadas, tenían la obligación de leerlas
íntegramente, dando fe del conocimiento y la firma de los integrantes, con su
fecha y signo. El escribano era retribuido por sus clientes de acuerdo con un
arancel de aplicación obligatoria.
Posteriormente por cédula real otorgada por Carlos III, el 19 de junio de 1792 se
erigió el Real Colegio de Escribanos de México, a semejanza del establecido en
la Corte de Madrid y Reino de Valencia.
Para esta época existían tres clases de escribanos según la Curia Filípica
Mexicana: Nacionales, públicos y de diligencias.
“Los primeros son los que habiendo sido examinados y aprobados por la suprema
corte de justicia en el Distrito o por los tribunales superiores en los Estados, han
obtenido el título correspondiente; antiguamente se les daba a éstos el epíteto de
reales. Los públicos son aquellos que tienen oficio o escribanía propia, en la que
protocolan o archivan los instrumentos que ante ellos se otorgan. Los escribanos de
diligencias son los que practican las notificaciones y demás diligencias judiciales."
"Se nombraran, con arreglo a las leyes vigentes, cinco escribanos públicos más
para los juzgados de letras que hasta ahora han sido de lo civil, con el mismo
sueldo que los escribanos de lo criminal, Podrá cada parte recusar sin causa dos
escribanos; para más recusaciones, será con expresión de causa, calificada por
el Juez, quien nombrará otro de los demás juzgados.”
"2. A cada uno de los juzgados de lo civil estarán invariablemente anexos dos
oficios públicos, vendibles y renunciables, de los que existen legalmente en la
capital, y éstos serán servidos por los escribanos propietarios de ellos, o por
tenientes o sustitutos en sus casos respectivos, conforme a lo establecido en las
disposiciones de la materia.
6. Solamente los escribanos públicos, o los que hagan sus veces, podrán actuar
con los jueces de lo civil; pero de manera que los destinados a un juzgado no
podrán actuar en otro, sino en los casos siguientes. (...)
7. Los escribanos de diligencias solo podrán actuar en los que se les cometan
por los jueces respectivos, o por los dueños de los oficios a que dichos
escribanos pertenezcan…
MÉXICO CONTEMPORÁNEO
Al principio del siglo XX, la República regulada por la Constitución de 1857 con
un sistema federal, originó que el Distrito Federal y cada uno de los estados
tuvieran su propia legislación notarial, fortaleciéndose el sistema federal en la
Constitución promulgada en Querétaro el 5 de febrero de 1917.
En la Ley del Notariado de 1901 que promulgó el 19 de diciembre del mismo año
el presidente de la República Porfirio Díaz y que entró en vigor el primero de
enero de 1902, se estableció un ámbito de aplicación que abarcó el distrito y
Territorios Federales cuya reglamentación resume Pérez Fernández del Castillo
de la siguiente manera: :-"Dispuso que el ejercicio de la función notarial fuera de
orden público, conferido por el Ejecutivo de la Unión (Art. 1o). La dirección del
notariado estaba a cargo de éste a través de la Secretaría de Justicia (Art. 10).
Más tarde, al extinguirse la Secretaría de Justicia, por Ley de 13 de abril de
1917, los asuntos del notariado fueron encomendados al Gobierno del Distrito
Federal.
Cuando no hubiese notario en el lugar, los jueces de Primera Instancia
desempeñaban las funciones de notario por receptoría (art. 5o).
Aunque el notariado se caracterizaba por ser una función pública, conferida por
el Gobierno Federal, la prestación del servicio no ocasionaba un sueldo
proveniente del erario. Los honorarios se pagaban por los interesados conforme
un arancel (Art. 89). El Título Cuarto, contenía el arancel, que fue modificado por
el promulgado por el Presidente de la República, Alvaro Obregón, el 31 de julio
de 1921.
Una vez obtenido el nombramiento, para actuar era necesario dar una fianza por
valor de cinco mil pesos, si el cargo debía desempeñarse en la Ciudad de
México, o de dos mil, fuera de la ciudad (art. 14, frac. 1); proveerse a su costa,
en el Archivo General de Notarías, del sello y libros del protocolo; registrar su
firma y sello (art. 14, frac. I); otorgar la protesta legal ante la Secretaría de
Justicia, en la forma que lo hacían los funcionarios públicos (art. 14, frac. III); y
protestar que establecería su domicilio y residencia en el lugar donde
desempeñara su cargo (art. 14, frac. IV). Cumplidos éstos, el nombramiento se
registraba en la Secretaría del Consejo de Notarios, en el Archivo General de
Notarías y en la Secretaría de Justicia. Esta última, mandaba publicar el
nombramiento en el Diario Oficial de la Federación y en el Boletín Judicial (art.
17). Una vez cumplidos éstos, al pie del nombramiento se ponía la palabra
“requisitado". **
Con el protocolo llevaba una carpeta llamada "apéndice", donde depositaba los
documentos relacionados con las actas notariales (art. 36).
Esta ley fue reformada en 1952, 1953 y 1966 compuesta de ciento noventa y
cuatro artículos, catorce transitorios, dos títulos el primero con ocho capítulos y
el segundo con diez.
Definió al Notariado como una función de orden público a cargo del Ejecutivo de
la Unión, quien a través del departamento del Distrito Federal la encomendaba a
profesionales del Derecho que obtuvieran la patente de Notario (art. 1o) al
Departamento del Distrito Federal correspondía dictar todos los reglamentos en
materia notarial (art. 87), definió al notario como: “La persona, varón o mujer
investido de fe pública para hacer constar los actos y hechos jurídicos a los que
los interesados deban o quieran dar autenticidad conforme a las leyes, y
autorizada para intervenir en la formación de tales actos o hechos jurídicos
revistiéndolos de solemnidad y formas legales." (art. 2); reconocía al Notario
como funcionario público, profesional del derecho y asesor jurídico de las partes,
con el deber de explicarles el valor y consecuencias legales de los actos que se
otorgan ante él (art. 11), también determinó que los notarios sólo podían actuar
en el Distrito Federal (art. 8). Pero lo más importante de esta ley fue establecer
el examen de oposición para obtener la patente de Notario, quienes podían
participar solamente teniendo la categoría de aspirante a Notario que a su vez se
obtenía mediante la aprobación de un examen teórico y otro práctico,
consistiendo el práctico en la elaboración en cinco hojas de una escritura sobre
un tema práctico notarial escogido entre veinte, y el teórico se presentaba ante
un representante del Departamento del Distrito Federal y cuatro notarios; en
caso de reprobarse dicho examen, no se podía volver a presentar en el
transcurso de un año.
Los libros para usarse necesitaban la autorización del Jefe del Departamento del
Distrito Federal, la de apertura del Notario y finalmente la del Director del Archivo
General de Notarías. Ante la insuficiencia de imprimir más escrituras en un
protocolo, éste se cerraba con la certificación respectiva, visada por el Archivo
General de Notarías, concluido el protocolo la autorización de nuevos libros se
llevaba a cabo por conducto del Archivo General de Notarías y desde luego el
Gobierno del Distrito Federal (art. 24). Los libros cerrados sólo podían
permanecer en poder del Notario durante cinco años, plazo a partir del cual
debían ser entregados al Archivo General de Notarías (art. 26).
El protocolo sólo podía ser sacado de la notaría por el Notario, para recoger
firmas dentro de su jurisdicción. En caso de inspección del protocolo por alguna
autoridad, ésta debía hacerse en la oficina del Notario (art. 25).
El apéndice era una carpeta que se usaba por cada volumen del protocolo.
Contenía los documentos relacionados con cada escritura o acta extendida (art.
27). Debía estar encuadernado y empastado en volúmenes a más tardar dentro
de los sesenta días siguientes al cierre del libro del protocolo a que pertenecían
(art. 29). Los documentos integrantes del apéndice no podían desglosarse y
debían entregarse al Archivo del Notarías con el protocolo correspondiente (art.
30).
El notario usaba el sello para autorizar las escrituras. Éste tenía forma circular,
con un diámetro de cuatro centímetros, en el centro el escudo nacional e inscrito
en rededor el nombre y apellidos del notario, número de la notaría y lugar de
radicación (art. 133).
El cargo de notario podía terminar por muerte, renuncia o destitución (art. 150).
En tratándose de destitución, la declaración de separación definitiva la hacía el
Gobierno del Distrito, siguiendo el procedimiento señalado en la ley, que permitía
oír al interesado y presentar pruebas (art. 151).
Las notarías debían ser visitadas por lo menos una vez al año, en este caso, la
inspección era general (art. 184).
Los cargos del Consejo de Notarios eran gratuitos e irrenunciables sin causa
justificada. Sólo podían estar separados de su cargo el tiempo que lo estuvieran
sus funciones. Si cesaba en el ejercicio del notariado, también dejaban el de
consejero (art. 169). Toda vacante por más de un mes, se cubría por un notario
nombrado por el Consejo por mayoría de votos (art. 171).
Ley del Notariado para el Distrito Federal de 1980. Esta ley fue publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 8 de enero de 1980 e inició su vigencia sesenta
días después de su publicación, de acuerdo con el art. 1° transitorio.
Es hasta el año de 1868 es decir, en el siglo XIX, se habla de “los escribanos” término que coincide
con otras legislaciones del mundo, de su época.
De acuerdo con la Constitución Federal de 1824 el Congreso Constituyente tuvo facultades para
reconocer a los Estados de la República y así precisamente en esa Constitución Federal se incluyeron
en sus respectivos artículos al Estado de Jalisco como parte integrante de la Federación de donde
emerge precisamente la primera Constitución Política del Estado.
Salvo los regímenes de Gobierno Centralista de 1835 a 1846 no estuvo en vigor por razones obvias la
Constitución del Estado de Jalisco, pero al derrumbarse precisamente el Centralismo en agosto de
1846 los federalistas locales procedieron a reorganizar su gobierno con apego a la Constitución
Nacional de 1824.
Sin embargo, sólo se estableció la vigencia federalista en Jalisco por algunos años hasta que la
dictadura del general Santana vino a suspender de nueva cuenta la Constitución y desde el 21 de
septiembre de 1805 y hasta el 21 de septiembre de 1853 los Estados pasaron a denominarse
departamentos.
en plenitud de federalismo en el año de 1866, tenemos diversos órdenes normativos que hacen
alusión a la figura del escribano como antecedente del Notario Público moderno en Jalisco; no
obstante que no se expidió en principio una Ley del Notariado de Jalisco sino que se dieron primero
diversas disposiciones normativas aisladas como por ejemplo las que reglamentaban los exámenes
para los escribanos, la manera de usar el sello, la forma de regular la expedición de los testimonios,
etc., así tenemos, que el Honorable Congreso del Estado, ha expedido diverso decretos relativos al
Derecho Notarial de Jalisco, respecto de temas vitales para dicha actividad, desde el siglo XIX como lo
son: el decreto que señala las reglas para los exámenes de escribanos, que datan del año de 1868; el
decreto que manda que los escribanos usen un sello en lugar del signo con que autorizaban hasta
dicha fecha los instrumentos de fecha febrero 15 de 1871, el decreto de fecha septiembre 18 de 1887,
que crea la Ley Orgánica del Notariado; el decreto de fecha enero 19 de 1893, que faculta al Ejecutivo
para expedir el primer Fiat a un Notario, entre otros; o los promulgados en el siglo XX sirviendo como
ejemplo el Decreto de fecha agosto 6 de 1915 que fija las penas que el Gobierno puede imponer a los
notarios por las faltas en que incurran al ejercer sus funciones; el Decreto de fecha octubre 6 de 1925
que faculta al Ejecutivo del Estado para hacer modificaciones a la Ley Orgánica del Notariado hasta
entonces vigente; el Decreto de fecha octubre 2 de 1945 que crea la Ley del Notariado del Estado de
Jalisco; el Decreto de fecha octubre 26 de 1950, que crea nueva Ley del Notariado del Estado de
Jalisco; el Decreto de fecha 15 de enero de 1966, que contiene la Ley del Notariado del Estado de
Jalisco; especial mención se merece el Decreto de fecha 7 de enero de 1995 en el que se señala que
el día 1º. de julio de 1995 se adoptará el protocolo abierto o por sistema de folios y entrarían en vigor
otra serie de reformas importantes.
Otro decreto importante fue el aprobado en marzo de 2002, que pretendía transparentar el ejercicio de
la actividad profesional. La reforma modificó alrededor de 100 de los 184 artículos que integraban la
Ley del Notariado. A grandes rasgos, determinó la eliminación de la figura de los notarios suplentes y
señaló que éstos podrían alcanzar la de propietarios. También impidió que los notarios ocuparan un
cargo público; si lo hacían, debían pedir licencia. Del mismo modo, la ley obligó a reducir la proporción
de número de habitantes por notario a 20 000, con lo que se abrieron 11 notarías titulares nuevas en el
estado. También consideró algunos aspectos de formación y carrera notarial para quienes aspiraran al
cargo. En la misma tesitura, se regionalizó la fe pública; con ello se buscó cubrir la demanda de
notarios en todos los municipios. Los legisladores determinaron la creación de 16 zonas de trabajo en
las que los fedatarios pudieran moverse libremente y realizar los trámites y procesos para los que
fueran requeridos. Por último, se estableció que cada dos años los notarios debían presentar ante la
Secretaría General de Gobierno un examen médico que avalara su estado de salud y, sobre todo, sus
facultades físicas y mentales.
Al igual que en la Ciudad de México, en nuestro estado se han dado una serie de reformas a La Ley
del Notariado que han venido a modificar de manera integral la actuación notarial aunado a la
publicación de Leyes relacionadas al ámbito notarial que son de vital importancia para ésta función,
como lo es la Ley Registral y su reglamento o la Ley Federal para la Prevención e Identificación de
Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita publicada en el Diario Oficial de la Federación el día
17 de octubre de 2012 que han venido a transformar la práctica del derecho notarial, o las últimas
reformas que obligan al Notario a verificar la identidad de los comparecientes mediante la utilización de
medios cibernéticos o dar los avisos notariales por medios electrónicos con lo que se introduce la
modernidad electrónica al notariado.