Unidad I Historia Del Derecho Notarial

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UNIDAD 1

DERECHO NOTARIAL EN LA HISTORIA UNIVERSAL

A través del estudio del Derecho en general, tenemos conocimiento, de que


todas las instituciones jurídicas tienen un origen, nacimiento, o antecedente en el
tiempo y en el espacio; que nos revela dónde, cuándo, porqué y para qué
aparecieron a la vida jurídica, y también cómo evolucionaron hasta nuestros
días, lo que se aplica al Notariado y por ende al Derecho Notarial.

De lo anterior se colige que el antecedente remoto del Derecho Notarial y del


fedatario mismo, como figura jurídica moderna lo encontramos dentro del marco
de la historia universal y en la necesidad social de la seguridad jurídica
plasmada en documentos específicos que recogieran la versión de hechos
determinados o acuerdos de voluntad de las partes intervinientes en ciertos
negocios jurídicos.

En una de sus obras clásicas del Notariado intitulada El nuevo Escribano


instruido, se encuentra una referencia histórica que textualmente dice:
“Origen histórico de los escribanos. Los notarios no eran al principio otra cosa que
unos domésticos particulares que servían en clase de secretarios a sus amos, señores
o principales, a quienes auxiliaban en el despacho de sus negocios en el desempeño
de sus trabajos. Estos oficiales adquirieron tal destreza en el ejercicio de su profesión,
que las palabras eran escritas más pronto por el notario que pronunciadas por su
autor, según la expresión de Marcial. De esta suerte se empezó a conocer le
necesidad y utilidad de las funciones de los notarios, los cuales llegaron en breve a ser
auxiliares de los jueces. Más antes se dedicaron a escribir las actas o instrumentos de
los particulares que recurrían a ellos, ya fuese porque no sabían escribir, o ya porque
los notarios lo hacían mejor.
Los escribanos no tenían al principio carácter alguno que hiciese auténticos los
instrumentos que extendían; así es que ellos no hacían fe por sí mismos; se admitía en
contra de su contenido prueba de testigos; no eran considerados como públicos ni por
consiguiente traían aparejada ejecución. Para que produjesen estos efectos era
preciso que se hubieren presentado al registro del magistrado, que era lo que les daba
el sello de la autoridad pública. Pero sin embargo, es indudable que los instrumentos
pasados por los notarios servían de comprobación y de medio legítimo para averiguar
la verdad cuando alguna de las partes se atrevía a negar lo que ella había signado.
Esto hizo que fuese más frecuente la intervención de los notarios en los instrumentos
de los contratos; que el público, considerando la importancia de su profesión, cesase
de tener idea desfavorable de las personas que la ejercían; que no se le reputase
como esclavos, y que se les empezase a conceder la estimación que era
indispensable para que en lo sucesivo pudiesen adquirir la autoridad que después les
dieron las leyes. Desde entonces formaron cuerpo y colegios, y se reunían en la plaza
pública, donde tenían legítimamente establecidos diferentes bufetes, oficinas o
estudios, llamados en latín statio. Tal fue el origen que en Roma tuvieron los
escribanos, quienes también fueron conocidos y sumamente honrados por los griegos,
los cuales no admitían en esta profesión sino a personas de prendas relevantes."

El autor y Notario Público Bernardo Pérez Fernández del Castillo, en su obra


Derecho Notarial: dice textualmente: "Puede afirmarse que en el siglo VI de la Era
cristiana por primera vez existe una regulación positiva del Notariado, debida a
Justiniano, que en su enorme obra de compilación y legislación, conocida como el
Corpus Juris Civilis, dedica en las llamadas Constituciones o Novelas XLV, XLVIII y
LXXVI a regular la actividad del Notario entonces Tabellio, al Protocolo, y otorga el
carácter de fidedigno con pleno valor probatorio al documento por él redactado. Este
personaje era un conocedor de las leyes. Redactaba en un protocolo, leía, autorizaba y
entregaba copia del documento a las partes, su actuación era obligatoria y respondía
ante las autoridades, si el documento por él confeccionado era nulificado por ilicitud."

Como se advierte del texto anterior, no obstante que como señala el autor
todavía se sigue especulando sobre el tiempo y lugar precisos del nacimiento de
la Fe Pública y así puede afirmarse que en el siglo VI de la Era cristiana en la
obra de Justiniano, aparece regulada la figura del Tabellion.

Fuente histórica de singular importancia para su examen directo constituye


entonces la obra de Compilación y Legislación de Justiniano.

El mismo autor, citado con anterioridad al referirse a la Edad Media y al siglo IX


puntualiza:
“En la Edad Media con el impulso del comercio, el incremento de la Banca, el
nacimiento de las Sociedades Mercantiles, se desata un fuerte desarrollo en el
Derecho. Al regularse las nuevas actividades que surgían, en ocasiones se aceptaba o
modificaba la legislación existente y en otras, se creaban Instituciones Jurídicas
nuevas; consecuentemente la forma Notarial evolucionó y fue regulada de manera más
precisa. Al principio en el siglo IX, Carlomagno legisla en las 'Capitulares' sobre la
actividad notarial y establece entre otras disposiciones legales que el Instrumento
Notarial tiene el valor probatorio de una Sentencia Ejecutoriada. Más tarde, los
Longobardos acogen la legislación Carolingia, en el desarrollo de la actividad del
Notario.

En la segunda mitad del siglo IX, el emperador de Oriente León VI el filósofo,


continua la obra de compilación de su padre Basilio I, y escribe la Constitución
XXV, en la que hace un estudio sistemático de los Tabularis (antes Tabellion,
ahora Notario). Este ordenamiento destaca: 1) La importancia del examen para
el que pretende ingresar como Tabulari; 2) Fija las cualidades físicas, jurídicas y
morales de estos funcionarios; 3) Establece su colegiación obligatoria; 4) Fija un
numerus clausus; 5) A cada uno les da una plaza, y 6) Impone aranceles."

El autor del texto entrecomillado cita algunos textos de la Legislación del


emperador de Oriente León VI, en el que se hace referencia a los conocimientos
jurídicos del Notario, a sus facultades morales y a su adscripción.

Se señala también por el jurista Pérez Fernández del Castillo, que gran
importancia tiene para el estudio del Derecho Notarial el siglo XIII que entre los
juristas glosadores de la Escuela Boloniesa, destacó la figura de Rolandino,
catedrático de la Universidad de Bolonia, por destacar la importancia de la
sistematización de los conocimientos del Notario.

En España en la misma época del siglo XIII, Alfonso X El Sabio, realizó una
majestuosa obra de recopilación y legislación, nos comenta Bernardo Pérez
Fernández, primero el Fuero Real, después el Espéculo y finalmente las 7
partidas.

Gran importancia tuvo el ordenamiento de Alcalá de Henares de 1348, las Leyes


de Toro, la nueva recopilación de Felipe II, de 1567 y la novísima recopilación de
1805 de Carlos IV.
Entre tanto en Francia, Felipe El Hermoso, dicta la ordenanza de Amiens de
1304, referente a la función notarial.

Por otro lado en Austria en el siglo XVI el emperador Maximiliano I, dicta su


constitución e incluye varios preceptos que regulan la actividad del notario.

En los inicios de la época contemporánea, la Revolución francesa hizo aparecer


la ley del 25 Ventoso del año 11 en la que se confiere al Notario la calidad de
Funcionario Público; exige la transcripción del título que acredite el derecho del
Enajenante y establece el requisito para ser Notario de una práctica
ininterrumpida de seis años.

En España en 1862, se expide en forma codificada la primera Ley Orgánica del


Notariado Español, que sistemáticamente regula al Notario, la función Notarial, el
Instrumento Público y la Organización Notarial. Gran importancia tiene para
América Latina y en especial para México esta ley, que fue seguida y adaptada
por nuestro legislador. Esta legislación sirvió de base a la mayoría de las leyes
notariales de los países latinoamericanos.

EL NOTARIO EN LA ANTIGÜEDAD

Cuando en los pueblos de la antigüedad se dieron las condiciones necesarias


para el surgimiento y desenvolvimiento de las formas jurídicas, nace y se
desarrolla en ellos una profesión importante: la de escriba.

1. Egipto, 2. Babilonia, 3.Palestina:

En Egipto, Babilonia y Palestina, la presencia del escriba fue reclamada por las
exigencias de las reales haciendas y acrecentamiento de los negocios.
Las funciones de los escribas fueron variadas, según los pueblos y las épocas;
pero se admite que en Egipto y Babilonia fueron fundamentalmente contables y
de redacción de documentos, y que, en cambio en Palestina, las tareas del
Escriba se relacionaban directamente con la interpretación de la Ley.

En Egipto, Babilonia y Palestina los que aspiraban a alcanzar la categoría de


escribas aprendían en escuelas especiales a escribir –ya en tabillas de arcillas,
ya en hojas de papiros, según las épocas y los pueblos y los caracteres
utilizados-, a redactar, a seleccionar las expresiones y las fórmulas adecuadas
según el acto o contrato a registrar; y que en escribir adquirían maravillosa
destreza basta a probarlo el recordar que en la canción de amores del Salmo 45
se dice en el versículo inicial, “….mi lengua es pluma de escribiente muy ligero”.
Manuel V. Gómez R. Tratado de Derecho Notarial Dominicano. 1997, señala que
en Egipto, al escriba se le tenía como el posible antecesor del notario, a este se
le relacionaba con la divinidad, ya que en las procesiones de Isis iba un escriba
superior sagrado con plumas en la cabeza, un libro, una regla, tinta y una caña
para escribir. Necesitaba conocer jeroglífico, miografía, geografía y el ritual de la
ceremonia y estaba destinado a dar fe de lo que ocurría. En la organización
religiosa THOT era el escriba divino y su reino era el intelecto. El escriba fue
fundamentalmente un funcionario de un crédito indispensable en una
organización estatal en que la administración se apoyaba en textos escritos. La
institución del escriba fue de variedad suficiente para atender o cubrir las
diferentes actividades de la población. Los escribas estuvieron al servicio del
faraón o del visir o del director de tesorería y aún para las tropas del ejército;
jerárquicamente obedecía a las autoridades de que dependía con la
denominación: comandante de escriba de campo, director de escriba de campo.
En las funciones protocolares era el escriba quien introducía a los magistrados
ante los faraones. Esta ha sido principalmente la evolución histórica, una cierta
clase de desdoblamiento entre el testigo y el notario. Aparentemente el notario
ha ganado la competencia.

Grecia
En Grecia los derechos privados carecieron de uniformidad, y el simple
consentimiento fue suficiente para la validez y eficacia de los contratos. Mas, y a
pesar de ello, el peligro de su extravío y los riesgos de la mala fe de los
contratantes, creó la costumbre de extenderlos por escrito (en tablillas de arcilla,
pergaminos de cuero o papiros), sellarlos y depositarlos. Dicha costumbre llevó,
insensiblemente, al desarrollo de una institución, que en mucho recuerda al
notariado moderno, integrada por personas a las cuales los otorgantes de
contratos privados recurrían para que se los redactaren, autenticaren y
conservaren en custodia. (Saúl D. Cestau. Pág. 10)
Manuel V. Gómez R. Tratado de Derecho Notarial Dominicano. 1997, señala que
en Grecia la función notarial predominó sobre la registradora, a diferencia de lo
que sucedía en Roma.
En Grecia los notarios asumieron directamente la función registradora, tanto
para los contratos celebrados entre particulares, como para las convenciones
internacionales. En este pueblo existieron oficiales públicos encargados de
redactar los documentos de los ciudadanos, estos oficiales públicos eran los
notarios, los cuales tenían diferentes denominaciones, las cuales eran:
Apógraphos o Singraphos, a veces eran llamados Mnemones o Promanémonos,
todos estos nombres eran alusivos a la función escrituraria o a la recordación y
constancia de los hechos que la requerían. Los Singraphos eran considerados
como verdaderos notarios, cuya principal función consistía en llevar un registro
público. Estos sujetos eran muy comunes en la ciudad de Atenas, en la cual no
se otorgaba contrato alguno si no se inscribía en Registro Público llevado por
ellos. Cada tribu contaba con dos de ellos, los cuales estaban más circunscritos
a la familia o gentilicio y gozaban de grandes consideraciones y honores. Los
Mnemon, Promnemon o también conocidos como Sympromnemon, se
consideraban como los representantes de los precedentes griegos del notario;
ya que se encargaban de formalizar y registrar los tratos públicos y las
convenciones y contratos privados. Eran conocidos los síngrafos y los
apógrafos y que en Atenas no se encontraban contratos sin inscribirlos en el
registro público que llevaban esos singrafos que eran verdaderos notarios y que
cada tribu tenía dos de ellos que gozaban de grandes consideraciones y
honores. Otros autores dicen que ellos eran simples copistas.

Roma

Se admite, en general, que en Roma se distinguían los escribanos en notarios,


tabularios y tabeliones. Los notarios así llamados en consideración a la
costumbre que tenían de escribir valiéndose de notas fueron simples secretarios
de las personas a cuyo servicio se hallaban.
A veces ni siquiera llegaron a tanto, y fueron simples esclavos públicos a
quienes se confiaba la tarea de estenografiar los discursos de los gobernantes y
las arengas de los generales.

Los tabularios eran oficiales municipales subalternos, encargados de llevar las


cuentas de los magistrados y de custodiar los documentos del catastro y las
listas de los habitantes de una ciudad.

Los tabeliones revistieron, en puridad, el carácter de verdaderos profesionales


encargados de redactar, con las formalidades debidas, los actos y contratos que
los particulares les encomendaban. Aparecieron entre los siglos II y III de la era
cristiana, como resultado del desdoblamiento de las funciones de los tabularios.
Actuaban en las ciudades importantes y su nombre deriva de las tablillas de
madera, recubiertas de cera, sobre las cuales escribían los actos y contratos a
que eran llamados.

Basta recordar los extremos que debía acreditar el que aspiraba al cargo y el
formalismo a que debía ajustarse al redactar sus instrumentos, para tener que
admitir que es en el tabelionato romano donde se encuentra el origen del
notariado de la edad media. En efecto, el aspirante debía ser física e
intelectualmente apto; debía acreditar, previamente, su idoneidad moral y
técnica; debía ser investido por el Decano del Colegio y prestar juramento;
debía extender los documentos en papel que ostentaba un rituálico
encabezamiento y en ellos debía figurar la fecha, la intervención de tres
testigos, siendo, por último, imprescindible la presencia del tabelión en el
momento del otorgamiento.

Escriba, es un vocablo utilizado desde muy antiguo para designar una clase de
funcionarios con cierta cultura general y especifica que lo distinguía del común
de la gente y les aseguraba privilegios y consideraciones especiales. Los vemos
en la más remota antigüedad en Egipto, Palestina, Grecia y Roma. En Egipto se
dedicaron a funciones contables y confección de documentos escritos.

En Palestina, su arraigo y predicamento deviene de la condición de doctor e


intérprete de la ley. Entre los hebreos se tiene al escriba por maestro de la ley
mosaica, en el plano religioso. Pero actuando en uno u otro plano, sus funciones
fueron siempre encumbradas, y aún cuando sus miembros no provenían de la
nobleza, gozaron de alta consideración y de privilegio, llegando a desempeñar
papeles directivos en la conducción del gobierno.

En tiempos antiguos se denominaba así al varón consagrado al estudio,


interpretación y aplicación de la ley, sin deslinde apenas, entre lo religioso y lo
civil en los mandatos de este. En el antiguo Egipto, los escribas ocupaban todos
los cargos públicos. Entre los romanos, sus funciones estaban reducidas a
meros auxiliares de los magistrados. En Israel. En el pueblo hebreo es donde los
escribas tuvieron mayor importancia y variedad. Unas veces eran los
escribientes o secretarios de los reyes de Judá, como Saraia de David, Elioref
de Salomón y Sobna de Ezequías. Fueron también comisarios en el ejército,
como se comprueba en ciertos pasajes de Jeremías y los Macabeos. Pero,
principalmente constituían los doctores de la ley, encargos de copiar y enseñar
los libros sagrados para conocimiento de todos los israelitas. El que olvida el
precepto enseñado por un escriba, echa a perder su vida, dice el Talmud.
EVOLUCIÓN DEL NOTARIADO EN MÉXICO

ÉPOCA PRECOLONIAL

Los aztecas que se asentaron en Tenochtitlan hicieron surgir un funcionario


llamado tlacuilo parecido al Escriba Egipcio, que data del siglo xxv antes de
Cristo. El tlacuilo era artesano que dejaba constancia de los acontecimientos por
medio de signos ediográficos y pinturas, o sea que eran escritores o pintores.
Como obras del tlacuilo se encuentra el "Mapa de Tributos" o "Cordilleras de los
Pueblos"; nos dice Bernardo Pérez Fernández que la mayor parte de los
Códices de los tlacuilos se tienen en custodia en colecciones particulares,
museos Europeos y la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de la
Ciudad de México.

DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA

La Bula Papal Inter Caetera del Papa Alejandro VI, Rodrigo de Borja, del 4 de
mayo de 1493, resuelve el conflicto de la propiedad de las tierras conquistadas
para la Corona Española y aquellas en que Portugal también emprendió
aventuras del descubrimiento y aunque este conflicto fue objeto de otras
disposiciones Papales y del Tratado de Tordesillas de un año después, lo que
importa dice el autor en comento es que la Bula citada con anterioridad remitió a
la figura del Notario Público para la difusión del contenido de la propia Bula que
hiciera fe en juicio y fuera de él.

Por otra parte en la expedición realizada por Cristóbal Colón se encontraba


Rodrigo de Escobedo con el carácter de Escribano del Consulado del Mar quien
llevó el diario de la expedición, el Registro de Tráfico de Mercancías y dio fe y
testimonio de la toma de posesión en nombre de los Reyes Católicos de la isla
de Huanani, por lo que Colón al dejarlo como sucesor para ocupar el gobierno
de la isla La Española Rodrigo de Escobedo continúa ejerciendo funciones de
escribano, es por ello que: la historia lo ha considerado como el primer escribano
que ejerció en América.

Hernán Cortés por su parte, después de una expedición militar para sofocar una
rebelión de los indios salvajes de Anacaona por el éxito obtenido recibió la
escribanía del Ayuntamiento de Azúa.

Durante la conquista, los escribanos como fedatarios dejaron constancia escrita


de la fundación de ciudades, de la creación de instituciones, de los asuntos
tratados en los Cabildos y de otros hechos relevantes para la historia de esta
época. Así por ejemplo, Diego de Godoy, escribano nombrado por Hernán
Cortés, dio fe de la fundación de la Villa Rica de la Veracruz el 21 de abril de
1519. Francisco de Orduña dio fe de la celebración de la primera sesión de
Cabildo de la Ciudad de México, según acta del 8 de marzo de 1524.
MÉXICO COLONIAL

La primera acta de Cabildo de la Ciudad de México corresponde a la sesión


celebrada el 8 de marzo de 1524 de la que dio fe Francisco de Orduña escribano
del Ayuntamiento.

Con posterioridad por obediencia al Rey de España, se recibieron como


escribanos a Hernán Pérez y Pedro del Castillo, pues era facultad del Rey
designar a los escribanos por ser una de las actividades del Estado como lo
había establecido Alfonso X El Sabio en las 7 Partidas, aunque en la práctica los
Virreyes, Gobernadores, Alcaldes y Cabildos designaban provisionalmente a los
escribanos mientras eran confirmados por el Rey.

Es particularmente importante que el Cabildo de la Ciudad de México al aceptar


a Juan Fernández del Castillo como Escribano Público hizo surgir con él el
Protocolo más antiguo que se encuentra en el Archivo General de Notarías del
Distrito Federal y que corresponde al año de 1525.

Encontramos como una particularidad en las Leyes de Indias en el Libro Ocho,


Título Veinte, que las Escribanías se declararon vendibles y renunciables,
susceptibles de propiedad privada, encontrándose también en la novísima
recopilación y Leyes de Indias que además de haberse comprado el oficio, los
requisitos para ser escribano eran: ser mayor de 25 años, lego, de buena fama,
leal, cristiano, reservado, de buen entendimiento, conocedor del escribir y vecino
del lugar.

De igual manera los escribanos tenían que hacer sus escrituras en papel
sellado, con letra clara y en castellano, sin abreviaturas, ni guarismos, y actuar
personalmente. Una vez redactadas, tenían la obligación de leerlas
íntegramente, dando fe del conocimiento y la firma de los integrantes, con su
fecha y signo. El escribano era retribuido por sus clientes de acuerdo con un
arancel de aplicación obligatoria.

En el siglo XVI año 1573 apenas terminada la conquista, se creó la primera


organización de escribanos de la Nueva España, con sede en el Convento
Grande del Padre San Agustín de la Ciudad de México bajo el nombre de
Cofradía de los Cuatro Santos Evangelistas.

Posteriormente por cédula real otorgada por Carlos III, el 19 de junio de 1792 se
erigió el Real Colegio de Escribanos de México, a semejanza del establecido en
la Corte de Madrid y Reino de Valencia.

El antecedente histórico del actual Registro Público de la Propiedad es el Oficio


de Hipotecas que creó Carlos I, a principios del siglo XVI y que fue secundado
en la nomísima recopilación Ley 2, Título XV, Libro X, posteriormente hubo
cédulas, decretos y leyes sobre el particular.
MÉXICO INDEPENDIENTE

Con la invasión napoleónica en España y su falta de estabilidad política se


propició una situación favorable para el movimiento de independencia en
México, por lo que el 15 de septiembre de 1810 Miguel Hidalgo y Costilla declaró
la independencia del país, continuando como se sabe el movimiento con José
María Morelos y Pavón, quien el 22 de octubre de 1814 firmó el Decreto
Constitucional para la libertad de América Latina, hasta llegarse a consumar la
independencia por Agustín de Iturbide el 27 de septiembre de 1821, con la firma
del Tratado de Córdoba suscrito por el propio Iturbide y Juan O'Donojú.

Por su parte el 9 de octubre de 1812, las Cortes Españolas expidieron el


Decreto sobre arreglo de Tribunales y sus atribuciones y así Bernardo Pérez
Fernández del Castillo nos ilustra en cuanto a que en los artículos 13 y 23 del
citado Decreto se establecía que quienes pretendieran ser escribanos en sus
respectivos territorios deberían ser examinados por las audiencias acudiendo al
Rey o a la Regencia con el documento respectivo para obtener el título,
haciéndose también referencia a la retribución de escribanos conforme a los
aranceles aprobados por las Cortes, razón por la cual, la Legislación Española
como las Leyes de Indias y demás decretos, cédulas, etcétera siguieron
aplicándose en México independiente por así disponerlo el Reglamento
Provisional Político del Imperio mexicano del 18 de diciembre de 1822.

A partir de la Independencia, el régimen político de la República Mexicana


fluctúo entre el Federalismo y el Centralismo y por lo mismo dependiendo del
régimen político la legislación notarial fue o Federal o Local. Pero la costumbre
colonial de los oficios "públicos, vendibles y renunciables" entre los cuales se
encontraba la Escribanía, seguían siendo forma de proporcionar ingresos al
erario.

Bajo la vigencia de la Constitución de 1824, que organizó a la Nación como


República Federal, se dictaron diversas disposiciones aplicables a los
escribanos, (30 disposiciones normativas o legales diferentes), entre otras las
siguientes:
Decreto de noviembre 13 de 1828. “Providencia de la Secretaría de justicia
comunicada a la de hacienda". En ella se pide "que se dé noticia de los oficios
de escribanos vendibles y renunciables con todos los pormenores que se
expresan";

Circular de la Secretaría de Justicia de 1o de agosto de 1831. "Requisitos para


obtener título de escribano en el distrito federal y territorios”;

Circular de la Secretaría de Justicia de 21 de mayo de 1832. "Prevenciones


acerca de oficios públicos vendibles y renunciables que se sirvan interinamente";

Decreto de 30 de noviembre de 1834. En una de las primeras disposiciones


legales referentes al escribano. En este decreto se legisla sobre la "Organización
de los Juzgados del Ramo Civil y del Criminal en el Distrito Federal”. Pero en
realidad continúa con las mismas características que la legislación castellana
había dado al escribano de diligencias, como un escribano público que trabajaba
de secretario al mismo tiempo, en los tribunales civiles y los llamados del ramo
criminal.
Constitucion de 1836. El 30 de diciembre de 1836 se dictó una nueva
constitución y se le dio el nombre de "Leyes Constitucionales" por estar dividida
en siete secciones. Entró en vigor el 1o de enero de 1837 y estableció en
centralismo como sistema de organización política. Esta legislación sobre
escribanos era de aplicación nacional.

El 23 de mayo de 1837 se dictó la "Ley para el Arreglo Provisional de la


Administración de Justicia en los Tribunales y Juzgados del Fuero Común". Esta
ley fue explicada por el Reglamento para el Gobierno Interior de los Tribunales
Superiores, Formado por la Suprema Corte de Justicia, del 15 de enero del año
siguiente. En los artículos 21 y 22 establecía como forma de ingreso a la
escribanía, aprobar un examen teórico y práctico, de la siguiente manera:
"El que pretendiere recibirse de escribano, presentará los documentos que acrediten
tener los requisitos que exigen las leyes; calificados estos por bastantes con la
audiencia del fiscal, y previo el examen del colegio de escribanos donde lo hubiere, se
señalará día para el del Tribunal, al que deberá llevar y leer una escritura e
instrumentos sobre los puntos que el día anterior le hubiere señalado el presidente del
tribunal, o de la sala examinadora; en seguida será examinado en la misma forma que
los abogados, sobre las materias pecuarias a la profesión a que aspira, y si fuere
aprobado, se le dará la certificación correspondiente, para que ocurra por el Fiat al
Supremo Gobierno. Para los exámenes de que trata los artículos anteriores, basta la
mayoría absoluta de los ministros que deben componer el Tribunal o Sala respectiva."

El cobro de los honorarios por la prestación de servicios de la función, estuvo


sujeto al arancel expedido el 12 de febrero de 1840, bajo el rubro de "Aranceles
de los honorarios y derechos judiciales que se han de cobrar en el departamento
de México por sus Secretarios y empleados de su Superior Tribunal (...),
escribanos (...).
Según el Manual del Litigante Instruido, publicado en México en 1843, los
requisitos que se exigían a los escribanos eran:
"Saber escribir, tener autoridad pública, cristiano y de buena fama, hombre de secreto,
entendedor en tomar razones de lo que ha de escribir, vecino del pueblo y hombre
secular."

Para esta época existían tres clases de escribanos según la Curia Filípica
Mexicana: Nacionales, públicos y de diligencias.

“Los primeros son los que habiendo sido examinados y aprobados por la suprema
corte de justicia en el Distrito o por los tribunales superiores en los Estados, han
obtenido el título correspondiente; antiguamente se les daba a éstos el epíteto de
reales. Los públicos son aquellos que tienen oficio o escribanía propia, en la que
protocolan o archivan los instrumentos que ante ellos se otorgan. Los escribanos de
diligencias son los que practican las notificaciones y demás diligencias judiciales."

Bases Orgánicas de la República Mexicana. Siendo presidente de la República


Antonio López de Santa Anna, fueron aprobadas en 1843, las bases orgánicas
de la República Mexicana, acordadas por la Honorable Junta Legislativa
establecida conforme a los decretos de 19 y 23 de diciembre de 1842,
sancionadas por el Supremo Gobierno Provisional con arreglo a los mismos
decretos del 15 de junio de 1843, y publicadas por bando nacional el 14 del
mismo. Adoptaron el sistema federal como forma de organización política, tal
como se había establecido en la Constitución de 1824.
Decreto de 17 de julio de 1846. Sobre la forma de regular e impuestos que
debían pagar los oficios públicos vendibles y renunciables de escribano.

Decreto de 22 de agosto de 1846. Basado en el "Plan de la Ciudadela", por el


cual se restableció la constitución de 1824, este decreto volvía al sistema de
organización federal por un lapso de 7 años. En este período, se dictaron los
siguientes ordenamientos:

Decreto de gobierno de octubre de 1846. “Sobre cesación y costas en los


tribunales y juzgados, y que la justicia se administre gratis en el Distrito y
Territorios." en su artículo 9º. establecía:

"Se nombraran, con arreglo a las leyes vigentes, cinco escribanos públicos más
para los juzgados de letras que hasta ahora han sido de lo civil, con el mismo
sueldo que los escribanos de lo criminal, Podrá cada parte recusar sin causa dos
escribanos; para más recusaciones, será con expresión de causa, calificada por
el Juez, quien nombrará otro de los demás juzgados.”

Decreto de 30 de noviembre de 1846. Esta disposición sobre la "Organización


de los Juzgados del Ramo Civil y Criminal del Distrito Federal", al referirse a los
escribanos públicos y escribanos de diligencias en materia civil, determinaba en
su parte conducente lo siguiente:

"2. A cada uno de los juzgados de lo civil estarán invariablemente anexos dos
oficios públicos, vendibles y renunciables, de los que existen legalmente en la
capital, y éstos serán servidos por los escribanos propietarios de ellos, o por
tenientes o sustitutos en sus casos respectivos, conforme a lo establecido en las
disposiciones de la materia.

5. En cada oficio habrá, además un escribano de diligencias nombrado por el


gobierno supremo, a propuesta del juez propietario respectivo, quien oirá
previamente el informe del escribano público a quien corresponda.

6. Solamente los escribanos públicos, o los que hagan sus veces, podrán actuar
con los jueces de lo civil; pero de manera que los destinados a un juzgado no
podrán actuar en otro, sino en los casos siguientes. (...)

7. Los escribanos de diligencias solo podrán actuar en los que se les cometan
por los jueces respectivos, o por los dueños de los oficios a que dichos
escribanos pertenezcan…

Orden de 29 de diciembre de 1849. Por esta disposición, se impone a los


escribanos la obligación de registrar su firma y signo para ser posible la
certificación de los documentos por ellos autorizados.

Decreto de 28 de agosto de 1851. Reitera la necesidad de matricularse en el


Colegio de Escribanos de México, creado por cédula real el 19 de junio de 1792,

Por no haberse cumplido esta orden, el Ministerio de Justicia, el 20 de


noviembre de 1852, insiste en la obligación que tienen los escribanos de
matricularse en el Colegio de Escribanos de México.
Por decreto de 26 de agosto de 1852, se dispuso que los escribanos presenten a
la Corte de Justicia, un inventario de sus protocolos, y se dieron los lineamientos
para su conservación y vigilancia.

La comunicación del Ministro de Justicia de 30 de junio de 1853, determinó que


los Escribanos practiquen por sí mismos las diligencias judiciales.

La ley para el arreglo de la administración de Justicia en los Tribunales y


Juzgados del fuero común de 1853, durante la presidencia de Antonio López de
Santa Anna que tuvo vigencia Nacional contempló a los escribanos como
adscritos a los Juzgados, dentro del rubro de los subalternos de Jueces y
tribunales, en la misma ley, se señalaban los requisitos para ser escribano, entre
los que destacan ya la práctica de dos años en el oficio de algún escribano
público matriculado entre otros y desde luego después de haber practicado
examen ante la autoridad Judicial, debiendo los escribanos también incorporarse
al Colegio de Escribanos para poder ejercer como Escribanos Públicos de la
Nación. Por decreto de 4 de febrero de 1854, se establecen los oficios vendibles
y enajenables el de Escribanía y de Hipotecas, que deberían estar establecidos
en todas las cabeceras de distrito.

Y así sucesivamente se fueron expidiendo diferentes decretos y leyes


aproximadamente de treinta contenidos diferentes, para entrarse según el autor
en consulta a la etapa del México contemporáneo.

MÉXICO CONTEMPORÁNEO

En este período a principios de siglo el Notariado Mexicano queda organizado


con total independencia de la función judicial.

Es así como la ley de 1901 perfeccionada con la de 1932 y 1945, le imprime al


Notario la función pública, el uso del protocolo, la colegiación obligatoria, el
examen de admisión, la creación del archivo de notarías y en general toda la
regulación sistemática de la función notarial.

Al principio del siglo XX, la República regulada por la Constitución de 1857 con
un sistema federal, originó que el Distrito Federal y cada uno de los estados
tuvieran su propia legislación notarial, fortaleciéndose el sistema federal en la
Constitución promulgada en Querétaro el 5 de febrero de 1917.

En la Ley del Notariado de 1901 que promulgó el 19 de diciembre del mismo año
el presidente de la República Porfirio Díaz y que entró en vigor el primero de
enero de 1902, se estableció un ámbito de aplicación que abarcó el distrito y
Territorios Federales cuya reglamentación resume Pérez Fernández del Castillo
de la siguiente manera: :-"Dispuso que el ejercicio de la función notarial fuera de
orden público, conferido por el Ejecutivo de la Unión (Art. 1o). La dirección del
notariado estaba a cargo de éste a través de la Secretaría de Justicia (Art. 10).
Más tarde, al extinguirse la Secretaría de Justicia, por Ley de 13 de abril de
1917, los asuntos del notariado fueron encomendados al Gobierno del Distrito
Federal.
Cuando no hubiese notario en el lugar, los jueces de Primera Instancia
desempeñaban las funciones de notario por receptoría (art. 5o).

El Ejecutivo podía autorizar a los jueces menores de los lugares donde no


hubiere notaría, para que ejercieran las funciones de notario (art. 6o).

Aunque el notariado se caracterizaba por ser una función pública, conferida por
el Gobierno Federal, la prestación del servicio no ocasionaba un sueldo
proveniente del erario. Los honorarios se pagaban por los interesados conforme
un arancel (Art. 89). El Título Cuarto, contenía el arancel, que fue modificado por
el promulgado por el Presidente de la República, Alvaro Obregón, el 31 de julio
de 1921.

La ley de 1901 definía al notario así:


"ART. 12.- Notario es el funcionario que tiene fe pública para hacer constar,
conforme a las leyes, los actos que según éstas deben ser autorizados por él;
que deposita escritas y firmadas en el protocolo las actas notariales de dichos
actos, juntamente con los documentos que para su guarda o depósito presenten
los interesados, y expide de aquéllas y éstas las copias que legalmente puedan
darse.
La función notarial era incompatible con otros cargos, empleos o comisiones
públicos, excepto el de la enseñanza; con empleos o comisiones particulares
bajo la dependencia de una persona privada; con el desempeño del mandato y
el ejercicio de la profesión de abogado, comerciante, corredor, o agente de
cambio y con el ministerio de cualquier culto. El notario designado para un cargo
de elección popular, debía separarse del ejercicio de su profesión mientras
durara tal desempeño (art. 2o).

Además de notarios titulares, había notarios adscriptos, que suplían al titular en


su ausencia (art. 26) y lo asistían en su actuación. "El notario redactará por sí
mismo las actas notariales o escrituras matrices, asentándolas en el libro que
corresponda del protocolo, asistido por el adscripto o, cuando no haya, de dos
testigos sin tacha, que sepan escribir y puedan firmar, varones, mayores de
veintiún años y vecinos de la población en que se hace el otorgamiento" (art.
49).

Los aspirantes a notarios podría trabajar con el titular, en calidad de adjuntos


(art. 3o), también denominados adscriptos (art. 24).

Para ser notario se requería haber cumplido veinticinco años, no tener


enfermedad habitual que impidiera el ejercicio de la función, acreditar tener y
haber tenido buena conducta. (art. 13, fracs. I, II y III); haber obtenido la patente
como aspirante al ejercicio del notariado (art. 13, frac. IV); estar vacante alguna
de las notarías creadas por la ley (art. 13, frac. V).

Una vez obtenido el nombramiento, para actuar era necesario dar una fianza por
valor de cinco mil pesos, si el cargo debía desempeñarse en la Ciudad de
México, o de dos mil, fuera de la ciudad (art. 14, frac. 1); proveerse a su costa,
en el Archivo General de Notarías, del sello y libros del protocolo; registrar su
firma y sello (art. 14, frac. I); otorgar la protesta legal ante la Secretaría de
Justicia, en la forma que lo hacían los funcionarios públicos (art. 14, frac. III); y
protestar que establecería su domicilio y residencia en el lugar donde
desempeñara su cargo (art. 14, frac. IV). Cumplidos éstos, el nombramiento se
registraba en la Secretaría del Consejo de Notarios, en el Archivo General de
Notarías y en la Secretaría de Justicia. Esta última, mandaba publicar el
nombramiento en el Diario Oficial de la Federación y en el Boletín Judicial (art.
17). Una vez cumplidos éstos, al pie del nombramiento se ponía la palabra
“requisitado". **

Los instrumentos debían constar en su forma original en el protocolo, formado


por uno o varios libros sin pasar de cinco. Para obtener más, se requería del
acuerdo de la Secretaría de Justicia (art. 36). La razón de cierre, la establecía el
artículo 38 que en su parte conducente disponía:

"Estos libros, encuadernados y empastados sólidamente, constarán de ciento


cincuenta fojas cada uno, numerados por páginas, y una foja más, al principio y
sin numeración, destinada al título del libro."

El Notario no podía expedir "certificaciones de actos o hechos de cualquier


género que no consten en su protocolo" (art. 67). "Ningún contrato, incluso los
de cesión o subrogación, la substitución de poderes, podrá extenderse a
continuación del testimonio de otra escritura, sino en el protocolo, asentando la
correspondiente razón en la matriz y en el testimonio de aquélla, sin perjuicio de
expedir el testimonio de la nueva" (art. 64).

Con el protocolo llevaba una carpeta llamada "apéndice", donde depositaba los
documentos relacionados con las actas notariales (art. 36).

Existía un libro especial denominado "poderes”, donde asentaba los contratos de


mandato (art. 36).

Además del protocolo, apéndices y libros de poderes, el notario llevaba un “libro


de extractos", para asentar un resumen del instrumentos con mención de su
número (art. 37) y tenía la obligación de formar un índice general de los
instrumentos autorizados (art. 47).

Preveía la ley, la autorización de "actos que no sean contratos ni testamentos,


como protestos, interpelaciones y demás que las leyes prescriban o permitan
que autorice un notario, se extenderá en el protocolo con su número
correspondiente, guardando los requisitos y forma que las mismas leyes
prevengan" (art. 55). El legislador no establecía distinción entre escritura y acta
notarial.

No era obligatorio para el notario llevar "minutarios” o "borrador" de las


escrituras, pero debía admitir las minutas presentadas por los interesados,
dando fe de haber sido suscritas en su presencia (art. 59).

Preveía la expedición de uno o varios testimonios. "El notario expedirá con su


firma y sello, previos los requisitos exigidos por la Ley General del Timbre y
cubiertos que eran cualesquiera otros impuestos fiscales, la primera copia,
anotando en la subscripción y al margen de la matriz (...) Cada hoja de
testimonio será sellada por el Notario" (art. 60). Le daba pleno valor probatorio al
documento notarial (art. 60).

Se estableció un Consejo de Notarios, compuesto por un Presidente, un


Secretario, y nueve vocales, electo por los notarios en ejercicio. Tenía como
finalidad auxiliar a la Secretaría de Justicia, en la vigilancia del cumplimiento de
la Ley del Notariado.

Establecía la responsabilidad de los notarios por delitos y faltas cometidas en el


ejercicio de sus funciones (art. 85). La infracción de leyes penales constituía
responsabilidad criminal (art. 86). La administrativa surgía de la “infracción de
alguno de los preceptos contenidos en esta ley, y que no esté prevista en la ley
penal” (art. 87). La Secretaría de Justicia estaba facultada para imponer
sanciones disciplinarias, que podían ser desde amonestación, hasta la
destitución del cargo (art. 89).

LEY DEL NOTARIADO PARA EL DISTRITO Y TERRITORIOS FEDERALES DE


1932

El 20 de enero de 1932, siendo Presidente de la República Pascual Ortiz Rubio


se publicó en el Diario Oficial de la Federación abrogando la ley del mismo
nombre pero de 1901, aun cuando en método y en estructura formal sigue la
misma forma que la anterior. No obstante esta ley excluye los testigos de la
actuación notarial, por disposición del Código Civil sólo subsisten en el
testamento, estableció el examen de aspirante a Notario con un jurado integrado
por cuatro notarios y un representante del Departamento del Distrito Federal, y
dio al Consejo de Notarios el carácter de Órgano consultivo del departamento
del Distrito Federal.

LEY DEL NOTARIADO PARA EL DISTRITO FEDERAL Y TERRITORIOS DE


1945

Fue publicada el 23 de febrero de 1946, e inició su vigencia treinta días después


de su publicación, dejando de ser aplicable en los territorios federales por
desaparecer éstos conforme a la Reforma Constitucional.

Esta ley fue reformada en 1952, 1953 y 1966 compuesta de ciento noventa y
cuatro artículos, catorce transitorios, dos títulos el primero con ocho capítulos y
el segundo con diez.

Definió al Notariado como una función de orden público a cargo del Ejecutivo de
la Unión, quien a través del departamento del Distrito Federal la encomendaba a
profesionales del Derecho que obtuvieran la patente de Notario (art. 1o) al
Departamento del Distrito Federal correspondía dictar todos los reglamentos en
materia notarial (art. 87), definió al notario como: “La persona, varón o mujer
investido de fe pública para hacer constar los actos y hechos jurídicos a los que
los interesados deban o quieran dar autenticidad conforme a las leyes, y
autorizada para intervenir en la formación de tales actos o hechos jurídicos
revistiéndolos de solemnidad y formas legales." (art. 2); reconocía al Notario
como funcionario público, profesional del derecho y asesor jurídico de las partes,
con el deber de explicarles el valor y consecuencias legales de los actos que se
otorgan ante él (art. 11), también determinó que los notarios sólo podían actuar
en el Distrito Federal (art. 8). Pero lo más importante de esta ley fue establecer
el examen de oposición para obtener la patente de Notario, quienes podían
participar solamente teniendo la categoría de aspirante a Notario que a su vez se
obtenía mediante la aprobación de un examen teórico y otro práctico,
consistiendo el práctico en la elaboración en cinco hojas de una escritura sobre
un tema práctico notarial escogido entre veinte, y el teórico se presentaba ante
un representante del Departamento del Distrito Federal y cuatro notarios; en
caso de reprobarse dicho examen, no se podía volver a presentar en el
transcurso de un año.

Se estableció la responsabilidad penal, civil y administrativa del Notario (arts. 83


y 84). Se establecía amonestación, multa, suspensión del cargo y suspensión
definitiva, pero sin especificar sanción para determinar la falta (art. 85).

El protocolo se constituía por los libros y volúmenes en los cuales el Notario


asentaba en forma original las escrituras y actas notariales (art. 14), los libros no
podían ser más de diez (art. 15), debían tener ciertas características (art. 16).

Los libros para usarse necesitaban la autorización del Jefe del Departamento del
Distrito Federal, la de apertura del Notario y finalmente la del Director del Archivo
General de Notarías. Ante la insuficiencia de imprimir más escrituras en un
protocolo, éste se cerraba con la certificación respectiva, visada por el Archivo
General de Notarías, concluido el protocolo la autorización de nuevos libros se
llevaba a cabo por conducto del Archivo General de Notarías y desde luego el
Gobierno del Distrito Federal (art. 24). Los libros cerrados sólo podían
permanecer en poder del Notario durante cinco años, plazo a partir del cual
debían ser entregados al Archivo General de Notarías (art. 26).

El protocolo sólo podía ser sacado de la notaría por el Notario, para recoger
firmas dentro de su jurisdicción. En caso de inspección del protocolo por alguna
autoridad, ésta debía hacerse en la oficina del Notario (art. 25).

El apéndice era una carpeta que se usaba por cada volumen del protocolo.
Contenía los documentos relacionados con cada escritura o acta extendida (art.
27). Debía estar encuadernado y empastado en volúmenes a más tardar dentro
de los sesenta días siguientes al cierre del libro del protocolo a que pertenecían
(art. 29). Los documentos integrantes del apéndice no podían desglosarse y
debían entregarse al Archivo del Notarías con el protocolo correspondiente (art.
30).

El notario usaba el sello para autorizar las escrituras. Éste tenía forma circular,
con un diámetro de cuatro centímetros, en el centro el escudo nacional e inscrito
en rededor el nombre y apellidos del notario, número de la notaría y lugar de
radicación (art. 133).

Podía extender en su protocolo escrituras o actas, como en la actualidad, se le


denominaba escritura al instrumento que contuviera un acto jurídico y acta
cuando se hacía constar un hecho jurídico o material (arts. 32 y 58).
El notario además de extender escrituras y actas, expedía testimonios. Estos
consistían en la transcripción íntegra o parcial de una escritura o acta notarial y
se anexaban los documentos que obraren en el apéndice (art. 69).

Las escrituras, actas y sus testimonios, pedían estar afectados de nulidad, si el


notario no tenía expedito el ejercicio de sus funciones al otorgarse o autorizar el
instrumento; si no le estaba permitido por la ley autorizar el acto o hecho materia
de las mismas; si hubieren sido otorgadas o autorizadas fuera de su
demarcación; si las hubiere redactado en idioma extranjero; si se omitía la
mención relativa a la lectura; si faltaba alguna firma; si estuviese autorizada
cuando debiere tener la razón de "No paso"; si el testimonio no estuviere
autorizado con la firma y sello del notario; o si faltare algún otro requisito que
conforme a la ley produjese la nulidad (arts. 79 y 80).

Podía ser suspendido en el ejercicio de sus funciones como consecuencia de la


sujeción a proceso en que hubiere sido declarado formalmente preso, mientras
no hubiera sentencia definitiva o por impedimentos físicos o intelectuales
transitorios, que hicieran imposible su actuación (art. 143).

En caso de licencia, suspensión o destitución, el notario asociado o suplente


podía desempeñar sus funciones; a falta de cualquiera de ellos, depositaba su
protocolo y sello en el Archivo General de Notarías (art. 146).

El cargo de notario podía terminar por muerte, renuncia o destitución (art. 150).
En tratándose de destitución, la declaración de separación definitiva la hacía el
Gobierno del Distrito, siguiendo el procedimiento señalado en la ley, que permitía
oír al interesado y presentar pruebas (art. 151).

Cuando el notario se separaba definitivamente de su cargo, procedía la clausura


del protocolo. Ésta se hacía con intervención de un representante del Gobierno
del Distrito Federal, elegido de entre los visitadores de notarías, se levantaba un
acta y se formulaba un inventario de los bienes de la notaría, de los muebles,
valores y documentos personales del notario (art. 159 y 160).

Las notarías debían ser visitadas por lo menos una vez al año, en este caso, la
inspección era general (art. 184).

Las visitas se concretaban a examinar la satisfacción de los requisitos de forma


de los instrumentos notariales (art. 192, fracs. I, II y III) y a vigilar que “a más
tardar después de dos meses de cerrados los juegos de libros o protocolos, ya
estén empastados los correspondientes apéndices" (art. 192, frac. IV).

Los notarios para su desempeño, podían asociarse por el tiempo que


consideraren conveniente, y actuar indistintamente en un mismo protocolo que
sería el del notario más antiguo (art. 92) y suplirse recíprocamente en sus
ausencias. Ambos tenían fe pública para hacer constar los actos y contratos que
debían o podían ser autorizados y expedir las copias que legal mente pudieran
darse (art. 135).

El notario que no estuviere asociado, estaba obligado a hacerlo para suplirse


recíprocamente en sus ausencias. El plazo para celebrar convenio era de un
mes a partir de la fecha de su nombramiento; en caso de no celebrarlo, el
Gobierno del Distrito designaba quién debía suplirlo en sus faltas temporales
(art. 137).

La ley establecía la colegiación obligatoria para los notarios. En el capítulo VIII


título segundo, se regulaba el Colegio y el Consejo de Notarios (art. 163 al 176).
Determinaba que se sujetarían a la Ley Reglamentaria del artículo quinto
constitucional. Sus reglamentos comprendían a todos los notarios del Distrito
Federal y la ley les señalaba sus funciones.

El colegio actuaba a través de un Consejo, que tenía atribuciones propias


derivadas de su personalidad jurídica. Se componía de Presidente, Tesorero,
Primer Secretario y siete Vocales. Los cinco primeros de éstos fungían, además,
como Vicepresidente, Subtesorero, Segundo Secretario Propietario, Primer
Secretario Suplente y segundo Secretario Suplente (art. 164).

Los cargos del Consejo de Notarios eran gratuitos e irrenunciables sin causa
justificada. Sólo podían estar separados de su cargo el tiempo que lo estuvieran
sus funciones. Si cesaba en el ejercicio del notariado, también dejaban el de
consejero (art. 169). Toda vacante por más de un mes, se cubría por un notario
nombrado por el Consejo por mayoría de votos (art. 171).

Las atribuciones del Consejo de Notarios consistían en auxiliar al Gobierno del


Distrito Federal en la vigilancia del cumplimiento de la ley, reglamentos y otras
disposiciones que se dictaran en materia de notariado; estudiar los asuntos que
aquél les encomendara; resolver las consultas hechas por notarios del Distrito
Federal (art. 176).

Ley del Notariado para el Distrito Federal de 1980. Esta ley fue publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 8 de enero de 1980 e inició su vigencia sesenta
días después de su publicación, de acuerdo con el art. 1° transitorio.

La ley precitada y vigente a la fecha; consta de 154 artículos, diez capítulos y


seis transitorios expedida por Decreto del Presidente José López Portillo.

Posteriormente el presidente Miguel de la Madrid Hurtado expidió de acuerdo


con las facultades que le otorgan diversas leyes, el arancel para Notarios del
Distrito Federal que se publicó el 25 de julio de 1988, con treinta y tres artículos
y cuatro transitorios.

El 16 de noviembre de 1990, el jefe del Departamento del Distrito Federal


Manuel Camacho Solís con fundamento en diversos ordenamientos legales
aplicables para el Distrito Federal emitió acuerdo mediante el cual se instituye el
"Consejo Consultivo del Archivo General de Notarías del Distrito Federal”.

Finalmente el día 6 de enero de 1994 se publicó en el Diario Oficial de la


Federación el Decreto del H. Congreso de la Unión que reforma, deroga y
adiciona diversas disposiciones del Código Civil para el Distrito Federal en
materia común y para toda la República en materia Federal, del Código de
Procedimientos Civiles para el D. F. y de la Ley del Notariado para el Distrito
Federal y la propia Ley Orgánica del mismo Distrito Federal.
Mediante este Decreto fundamentalmente se regula el nuevo Protocolo Abierto
Ordinario y el especial para el fomento de vivienda popular, se define al notario y
se establece una política de reducción notable de honorarios en escrituras en las
que intervengan autoridades del Distrito Federal y también se reglamenta en
forma detallada el procedimiento de los exámenes de oposición para aspirantes
a notarios.

EVOLUCIÓN LEGISLATIVA NOTARIAL


EN EL ESTADO DE JALISCO

EVOLUCIÓN LEGISLATIVA NOTARIAL


EN EL ESTADO DE JALISCO

Es hasta el año de 1868 es decir, en el siglo XIX, se habla de “los escribanos” término que coincide
con otras legislaciones del mundo, de su época.

Es de singular importancia tener en cuenta, que la evolución de la normatividad notarial en Jalisco se


encuadra con cierto paralelismo en la evolución o desarrollo histórico del Derecho Constitucional
Jalisciense

De acuerdo con la Constitución Federal de 1824 el Congreso Constituyente tuvo facultades para
reconocer a los Estados de la República y así precisamente en esa Constitución Federal se incluyeron
en sus respectivos artículos al Estado de Jalisco como parte integrante de la Federación de donde
emerge precisamente la primera Constitución Política del Estado.

Salvo los regímenes de Gobierno Centralista de 1835 a 1846 no estuvo en vigor por razones obvias la
Constitución del Estado de Jalisco, pero al derrumbarse precisamente el Centralismo en agosto de
1846 los federalistas locales procedieron a reorganizar su gobierno con apego a la Constitución
Nacional de 1824.

Sin embargo, sólo se estableció la vigencia federalista en Jalisco por algunos años hasta que la
dictadura del general Santana vino a suspender de nueva cuenta la Constitución y desde el 21 de
septiembre de 1805 y hasta el 21 de septiembre de 1853 los Estados pasaron a denominarse
departamentos.

Posteriormente el 6 de diciembre de 1857 se promulgó la Constitución Política del Estado de Jalisco y


el 21 de diciembre de 1866 se restableció el sistema republicano a partir de esto Jalisco recobra su
categoría de Estado de la Federación para no perderla nunca posteriormente en la historia
constitucional, el 6 de abril de 1917, se promulga la Constitución Política del Estado que con todas sus
reformas sucesivas es la que continúa vigente.

en plenitud de federalismo en el año de 1866, tenemos diversos órdenes normativos que hacen
alusión a la figura del escribano como antecedente del Notario Público moderno en Jalisco; no
obstante que no se expidió en principio una Ley del Notariado de Jalisco sino que se dieron primero
diversas disposiciones normativas aisladas como por ejemplo las que reglamentaban los exámenes
para los escribanos, la manera de usar el sello, la forma de regular la expedición de los testimonios,
etc., así tenemos, que el Honorable Congreso del Estado, ha expedido diverso decretos relativos al
Derecho Notarial de Jalisco, respecto de temas vitales para dicha actividad, desde el siglo XIX como lo
son: el decreto que señala las reglas para los exámenes de escribanos, que datan del año de 1868; el
decreto que manda que los escribanos usen un sello en lugar del signo con que autorizaban hasta
dicha fecha los instrumentos de fecha febrero 15 de 1871, el decreto de fecha septiembre 18 de 1887,
que crea la Ley Orgánica del Notariado; el decreto de fecha enero 19 de 1893, que faculta al Ejecutivo
para expedir el primer Fiat a un Notario, entre otros; o los promulgados en el siglo XX sirviendo como
ejemplo el Decreto de fecha agosto 6 de 1915 que fija las penas que el Gobierno puede imponer a los
notarios por las faltas en que incurran al ejercer sus funciones; el Decreto de fecha octubre 6 de 1925
que faculta al Ejecutivo del Estado para hacer modificaciones a la Ley Orgánica del Notariado hasta
entonces vigente; el Decreto de fecha octubre 2 de 1945 que crea la Ley del Notariado del Estado de
Jalisco; el Decreto de fecha octubre 26 de 1950, que crea nueva Ley del Notariado del Estado de
Jalisco; el Decreto de fecha 15 de enero de 1966, que contiene la Ley del Notariado del Estado de
Jalisco; especial mención se merece el Decreto de fecha 7 de enero de 1995 en el que se señala que
el día 1º. de julio de 1995 se adoptará el protocolo abierto o por sistema de folios y entrarían en vigor
otra serie de reformas importantes.

Otro decreto importante fue el aprobado en marzo de 2002, que pretendía transparentar el ejercicio de
la actividad profesional. La reforma modificó alrededor de 100 de los 184 artículos que integraban la
Ley del Notariado. A grandes rasgos, determinó la eliminación de la figura de los notarios suplentes y
señaló que éstos podrían alcanzar la de propietarios. También impidió que los notarios ocuparan un
cargo público; si lo hacían, debían pedir licencia. Del mismo modo, la ley obligó a reducir la proporción
de número de habitantes por notario a 20 000, con lo que se abrieron 11 notarías titulares nuevas en el
estado. También consideró algunos aspectos de formación y carrera notarial para quienes aspiraran al
cargo. En la misma tesitura, se regionalizó la fe pública; con ello se buscó cubrir la demanda de
notarios en todos los municipios. Los legisladores determinaron la creación de 16 zonas de trabajo en
las que los fedatarios pudieran moverse libremente y realizar los trámites y procesos para los que
fueran requeridos. Por último, se estableció que cada dos años los notarios debían presentar ante la
Secretaría General de Gobierno un examen médico que avalara su estado de salud y, sobre todo, sus
facultades físicas y mentales.

Al igual que en la Ciudad de México, en nuestro estado se han dado una serie de reformas a La Ley
del Notariado que han venido a modificar de manera integral la actuación notarial aunado a la
publicación de Leyes relacionadas al ámbito notarial que son de vital importancia para ésta función,
como lo es la Ley Registral y su reglamento o la Ley Federal para la Prevención e Identificación de
Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita publicada en el Diario Oficial de la Federación el día
17 de octubre de 2012 que han venido a transformar la práctica del derecho notarial, o las últimas
reformas que obligan al Notario a verificar la identidad de los comparecientes mediante la utilización de
medios cibernéticos o dar los avisos notariales por medios electrónicos con lo que se introduce la
modernidad electrónica al notariado.

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