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El debate en torno al concepto de "CULTURA"

Una mirada desde el campo de la comunicación

"Cultura es una de las dos o tres palabras más complicadas del lenguaje inglés", dice
Raymond Williams. Pareciera, entonces, que empezamos con el pie izquierdo. En realidad, la dificultad
para consensuar sentidos en relación con un concepto determinado es un rasgo característico de las
Ciencias Sociales. Por eso, cada vez que definimos algo y lo nombramos, debemos explicitar qué
entendemos por ello. En este caso, centramos en el debate el concepto de "cultura".
Carecer de una definición enciclopédica única (o al menos no tomarla como "correcta" o
"universal") en realidad no es una limitación, sino una potencialidad: podemos trabajar el concepto y
construir nuestra propia definición, por supuesto contando con argumentos basados en una
indagación previa del tema.
Además, definir una categoría no es una tarea neutral, objetiva y lineal, sino que depende de
quien investiga, de su contexto sociohistórico, de su formación, de la disciplina a la que pertenece, de
los autores en que se basa, y desde el lugar desde donde escribe, es decir, su subjetividad.

Inmersos en la cultura

Una de las definiciones más extendidas fue propuesta por el antropólogo Clifford Geertz, quien
postula que “el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido” y
considera que “la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una
ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”.
Otra reflexión acerca de la cultura permite visualizar el carácter armonioso (como forma de
vida en común) y conflictivo (como escenario de disputas materiales y simbólicas) de los procesos
socioculturales. En esta dirección, “la cultura es pensada como suma de todas las descripciones
disponibles (mediante las cuales las sociedades confieren sentido y reflexionan sobre sus experiencias
comunes) y/o como el emergente de significados y valores de grupos sociales diferenciados” 1.
Varios autores coinciden, al menos, que no es posible "despegarnos" de nuestra cultura. Para
Tom Salman, "cualquier reflexión sobre lo cultural presupone estar sumergidos en la cultura, o sea, ella
es el marco de la reflexión en el momento mismo de la reflexión. Así por ejemplo, hablar sobre cultura
popular presupone la existencia de una cultura societal en la cual tiene sentido distinguir entre culturas
'oficiales', 'burguesas', 'de elite' y cultura popular. Además, estos conceptos pre-establecidos sobre las
culturas y sus distinciones no son neutros y son específicamente culturales. Muchas veces estas
nociones conllevan juicios y prejuicios, van acompañados de auto-entendimientos y auto-definiciones
dentro de este marco, y muchas veces también constituyen una jerarquía. No hay forma de escapar de
la cultura, ni siquiera en un ejercicio de reflexión sobre ella. [...] Cultura, entonces, no es un sistema
cerrado ni un universo homogéneo, sino que es la permanente dinámica de confirmar y cuestionar las
características de las culturas, o las relaciones y desigualdades sociales que son parte de ella, aún
cuando estas mismas afirmaciones y cuestionamientos también se presentan culturalmente
impregnados".
Es decir que la cultura se encuentra cruzando cada aspecto de nuestra vida. Pero es preciso
seguir avanzando en su conceptualización, y no quedarnos, simplemente, con que "todo es cultura".
Numerosos autores explican que, más que hablar de cultura, es pertinente hablar de "culturas",
usando el plural para referirnos a las diversas culturas que se desarrollan en el mundo, en nuestro país,
etc. (en relación con una pertenencia nacional, regional, religiosa, etc., por ejemplo podemos
referirnos a los musulmanes, pilagá, argentinos, católicos, dowayos). Y también podemos mencionar a
las subculturas (como dark, rollingas o hardcore), otro concepto para debatir. Sin embargo, ¿qué es lo
que tienen en común todas ellas? ¿Qué es lo que las enmarca?
1
Diseño Curricular Cultura, Comunicación y Sociedad, 5° año secundaria, DGCyE, 2010.

1
La cultura como dimensión simbólica / campo de lucha

Podríamos hablar de "la cultura" (sí, en singular) como el campo de lucha por el significado
(de la vida, de las experiencias, del mundo y sus concepciones). Tiene que ver con la posibilidad de
conservación, y a la vez con un potencial de transformación (emancipación) de la sociedad. En esa
lucha se ponen en juego procesos hegemónicos y contrahegemónicos. Por ende, no podemos hablar
de cultura estática, sino de una multiplicidad de procesos dinámicos, de espacios de mediación entre
el orden objetivo y subjetivo.
Es decir, podemos entender a la cultura como la dimensión simbólica que el hombre
construye, y que actualiza constantemente en las prácticas. Se trata de la experiencia del modelo
simbólico, que se construye socialmente, en donde, como decíamos, caben las posibilidades de
reproducción y de transformación. Por ende, la cultura se presenta como un espacio de lucha, en
donde puede existir la armonía, pero está caracterizada principalmente el conflicto. Porque el sentido
de las cosas no está dado, sino que se producen constantes negociaciones por las significaciones, por
cómo vemos, hacemos y decimos. Entonces, la manera en que nombramos el mundo también tiene un
sentido político, pero no entendiéndolo desde lo "político-partidario", sino desde un sentido amplio 2.
En esta línea, desde la perspectiva de Comunicación/Educación, se plantea la pugna de
sentidos como inherente a lo cultural: "Reconocemos los procesos culturales como aquellos espacios
dentro de los cuales se produce una lucha por el sentido, donde los sujetos (individuales o colectivos)
interpelan y se ven interpelados en una puja constante por la significación de la experiencia, de la vida
y del mundo. [...] Reconocer a la cultura como el espacio de lucha por el sentido, como un campo de
negociaciones y tensiones, como el lugar desde el cual se configura la identidad, nos obliga a reconocer
a la comunicación desde una mirada diferente que implica recuperar el contexto desde el cual los
sujetos le dan sentido a sus prácticas" (Revista Nodos).

Presente, pasado y futuro. La cultura como organizadora de la experiencia

Para Jorge González, la cultura es un modo de organizar el movimiento constante de la vida


concreta, cotidiana. Es el principio organizador de la experiencia, mediante ella ordenamos y
“estructuramos” nuestro presente a partir del sitio que ocupamos en las redes de relaciones sociales.
Pero no es solamente el presente, sino que también la constituyen los sueños y las fantasías, porque la
cultura es además un escape a la realidad, permite la utopía y la proyección de formas de organización
diferentes a lo vivido. Además del futuro y el presente, la cultura está integrada por el pasado, por
todo lo que hemos sido, es un recuerdo selectivo de nuestro origen, de nuestras relaciones, que
conforman también nuestro presente.
La cultura es una herramienta para conferirle sentido a la realidad. Es una relación
omnipresente de las relaciones sociales. El autor explica una serie de características o rasgos que nos
sirven para analizar y definir la cultura:
 Es propiedad de toda la sociedad, concreta e histórica.
 No se mueve siempre acorde a los movimientos “reales” de la infraestructura económica
(la cultura no es <determinada> por la economía).
 Tiene soportes sociales objetivos (al nivel abstracto se suman las prácticas concretas).
Interviene en la construcción, codificación y e interpretación social del sentido.
 Es una dimensión integral de todas las prácticas y relaciones de la sociedad en su conjunto.
No hay acción social sin representación de ella.
2
Entendiendo la "política" como una dimensión que atraviesa a los sujetos. Desde la línea de Alcira Argumedo (Los
silencios y las voces de América Latina), la política no debe restringirse a los fenómenos relacionados con la representatividad y con
la organización institucional, sino que lo político designa una compleja configuración de distintas manifestaciones de poder
(incluyendo «la política»), reflejando la condensación de distintas instancias del poder sociocultural; como tal, reconoce la relativa
autonomía en el desarrollo de distintas esferas de la vida sociocultural, y se rige según una lógica de cooperación o antagonismo
entre voluntades colectivas.

2
 No es sólo “significante”; porque significa, sirve, e interviene en la vida cotidiana de las
personas. Es un instrumento de primer orden para accionar sobre la composición y organización de
la vida y del mundo.
 Es supraindividual, es decir, las construcciones culturales son sociales y colectivas (cada
individuo es un ser social).
González también habla de los procesos de la construcción social del sentido: “la elaboración
de sentidos conceptuales del entorno y su devenir es una función elemental de todo individuo y de toda
sociedad”. Desde las más primitivas hasta las más complejas, los agentes sociales participan
activamente en la producción, organización y construcción de definiciones sígnicas/conceptuales de las
realidades sociales. De ese modo se relacionan entre sí.
Este autor utiliza el término “construir” sentidos en vez de “producir”, porque el último se
limita al ámbito de la producción económica, mientras que construir implica una selección creativa. El
proceso de construcción, deconstrucción y reinterpretación del sentido es constante, es la formación
de los distintos modos de ordenar, nombrar, definir e interpretar la realidad en la sociedad.

Cultura y hegemonía

Para el autor mencionado anteriormente, la hegemonía es el concepto clave que permite


entender la capacidad de un bloque de clases “aliado” para convertir su cultura, su manera de definir
el mundo, en punto de referencia y valoración del conjunto de las otras clases que se recorten en la
sociedad, es decir, cuando convierte su cultura en la más legítima y cuando la razón del más fuerte se
vuelve la fuerza de la razón.
También González incluye algunas precisiones acerca de la hegemonía:
* Es una relación social e históricamente constituida, y por eso cambiante.
* No es manipulación, sino una ideología dominante que no agota a otras.
* Permite entender las relaciones entre las clases, desde el punto de vista de la cultura.
* Además de los conocidos polos de la hegemonía, el subalterno y el hegemónico (esta separación
social tiene que ver con la desigual distribución del capital cultural), plantea un plano intermedio,
agregando un "tercer polo": el alterno, y explica que existe una dinámica de circulación entre los polos
tradicionales. Éste no está subordinado pero tampoco es hegemónico. Entre el grupo hegemónico y el
subalterno hay negociación, y cierta aceptación de determinadas cuestiones.
La hegemonía se vincula con la legitimación cultural: hay legitimidad cuando el conjunto de los
agentes reconoce la necesidad de esa relación desbalanceada de autoridad cultural. Se consigue
cuando un grupo de agentes tiene los medios para hacer prevalecer su definición de la realidad y de
hacer adoptar esa visión del mundo como la “mejor” y la más correcta. La legitimación siempre será
“una lucha entre contendientes desnivelados”. Su fin es obtener el reconocimiento de lo “natural”,
calificando y descalificando la realidad y demarcando lo positivo de lo negativo, valorizando las
diferentes prácticas según su visión del mundo.

Las "dimensiones" de la cultura

El autor marca tres dimensiones de la cultura. La material o institucional, son las estructuras
sociales objetivas, la parte material de lo ideológico, la actividad social especializada en la construcción
de sentidos. Existen redes ideológicas, de grupos elementales ligados a la familia, el barrio, el pueblo,
la escuela, el taller, la oficina, etc., las cuales funcionan como conductores y como cámaras de
resonancia ideológica.
En la dimensión incorporada o subjetiva, se produce un efecto de incorporación subjetiva -
pero no individual, ya que la cultura es siempre social- del entorno institucional que rodea y penetra a
cada agente social. A través de esto, los individuos participan del proceso de construcción y
reinterpretación selectiva de la ideología que difunden los aparatos.

3
La tercera es la dimensión factual; la cultura también existe en las prácticas y en los objetos. La
posición social también se marca por el tipo de gustos, preferencias y bienes culturales que cada clase
dispone y utiliza para distinguirse e identificarse.
Para no continuar con la dicotomía entre “dominantes/dominados”, González propone la
categoría de “frentes culturales” para analizar los diferentes grupos y clases sociales, que tienen
significantes en común pero que le dan diferentes significados según su situación objetiva.
En estos frentes culturales, las relaciones de legitimidad entre los significados clasistamente
construidos, se elaboran y se “producen” constantemente. Se constituyen como espacios sociales,
entrecruces de relaciones sociales, en los que se lucha por el monopolio legítimo de la construcción y
reinterpretación semiótica de determinados elementos culturales transclasistas (necesidades,
identidades, valores...) que se dan constantemente en la vida cotidiana e interesan a una densa área
en la que se encuentran todas las clases y grupos.
Pero también en los frentes se da el sentido de frontera cultural o línea divisoria entre los
desniveles de la cultura. Allí se tocan, se juntan, coexisten, culturas de clases y grupos sumamente
diferentes. En el frente cultural, lugar de apropiaciones compartidas, existen sentidos entremezclados,
algunas veces en pugna.

Estas son algunas miradas de diferentes autores y perspectivas en relación con el concepto de
cultura. Por supuesto, esto no significa que de esta manera cerremos el debate en torno a su
conceptualización, sino que constituyen un aporte más para seguir trabajando, reflexionando y
debatiendo, para esbozar nuestra definición de cultura que, por supuesto, no pretenderá ser "única",
"universal" y "correcta", sino simplemente cultural.

Prof. Ana Laura Gratti


2014

Bibliografía utilizada:

 Alicia B. Gutiérrez, Pierre Bourdieu: Las prácticas sociales. Los fundamentos de las ciencias
del hombre, Centro Editor de América Latina, 1994.
 "Documento de la práctica de campo 2010", apunte de la Cátedra "Comunicación y
Educación, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata.
 Jorge González, Más (+) cultura(s), 1994.
 "Nodos de Comunicación", publicación virtual de la Cátedra de Comunicación y Educación
de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata.
 Pierre Bourdieu, El sentido Práctico, Cap. 3 "Estructuras, habitus, prácticas".
 Raymond Williams, Marxismo y literatura.
 Tom Salman, Organizaciones sociales, cambio y cultura popular, INCUPO, 2000.

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