Textos Pnfs
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Un día, un forastero llamó a la puerta de una casa, en un pequeño pueblecito. La señora de la casa
salió a la puerta y el extraño le preguntó si podía convidarle algo que comer, ya que llevaba mucho
tiempo caminando y estaba agotado.
—Lo siento, pero no tengo nada en casa ahora —contestó la señora, a punto de volver a cerrar la
puerta.
El forastero sonrió: —Oh, no se preocupe —dijo sacando del bolsillo una piedra ovalada y gris y
mostrándola con su mano abierta.
—Yo tengo una piedra de hacer sopa. Si usted me permite echarla dentro de una gran olla de agua
hirviendo, podré hacer la más exquisita sopa.
La señora abrió grandes los ojos. ¡Por nada del mundo iba a perderse esa magia! Y entonces, hizo
pasar al extraño y puso la olla al fuego. Mientras, corrió a contar la novedad a sus vecinas. Cuando
el agua empezaba a hervir, todo el vecindario estaba en la sala de la señora, esperando el prodigio.
El forastero miró como burbujeaba el agua dentro de la olla, con unos globos grandes que estallaban
sobre la superficie. Entonces, con muchísimo cuidado, dejó caer la piedra que sostenía con
delicadeza en su mano derecha. Y revolvió.
A los pocos minutos, en medio del silencio de toda la concurrencia, llenó un cucharón de sopa, lo
sopló para enfriarlo, y se lo bebió.
—Mmmmm, ¡exquisita! —comentó. Y luego miró pensativo el fondo de la olla. —¡Lo único que
necesita son unas cuantas papas!
—Yo tengo unas papas en mi cocina —gritó una mujer y corrió a buscarlas.
Enseguida volvió a entrar a la casa, con una fuente llena de papas peladas, que el hombre de la
piedra dejó caer dentro de la sopa. Y entonces, volvió a probar. —¡Excelente…! ¡Qué bien le
vendrían unas cuantas verduras!
—Yo puedo traer… —exclamó otra vecina, y en pocos minutos agregó un manojo de apio, un poco
de perejil y unas zanahorias muy tiernas.
—Esto está tan bueno que con un poco de carne haríamos un puchero perfecto para todos —
comentó relamiéndose el hombre de la piedra.
Una mujer salió entonces zumbando y agregó a la sopa un trozo de carne. De pronto, la señora de
la casa comentó:
—Recordé que tengo unas cebollas y unos choclos en la alacena. ¡Los agregaré! —y también los
puso en la sopa.
El forastero revolvió la gran olla que seguía burbujeando. Aspiraba el aroma y sonreía. Al final, lo
probó por última vez, poniendo los ojos en blanco de gusto: —¡Perfecto, perfecto! ¡La sopa de piedra
está lista! ¡Platos para todo el mundo!
Todo el mundo corrió a sus casas a buscar platos y vasos. Algunos agregaron espontáneamente
pan y frutas. Luego, armaron una gran mesa en el patio de la casa, bajo los árboles, y todo el pueblo
se sentó a disfrutar de la comida.
Alrededor de ellos, el extraño se movía rápidamente, repartiendo abundantes raciones de su
increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían su
comida por primera vez desde que vivían en el pueblo. En medio de la alegría, el forastero se
escabulló sin que nadie lo notara, dejando en el fondo de la olla la piedra ovalada y gris para que
ellos pudieran hacer sopa para todos cada vez que quisieran.
La comunidad gitana
Buenos Aires es uno de los hogares del pueblo gitano tal como ocurre con cualquier otra gran ciudad del
mundo. Se calcula que cerca de diez mil gitanos viven en la ciudad y unos 300 mil en todo el país. Son
descendientes de inmigrantes que llegaron a fines del siglo XIX de Europa del Este, denominados
kalderash o rom. Conservan sus costumbres y su propia lengua.
Por los alrededores de la avenida Juan B. Justo, desde Nazca hasta casi General Paz y luego hacia el
lado de Devoto, es común cruzar domicilios con la puerta abierta de par en par y un interior casi
desamueblado. Así son sus casas. Allí suele haber mujeres con la pollera y el pelo largos, a veces
acompañadas por sus hijos. La principal actividad económica es la compra, venta y reparación de autos.
También hay profesionales independientes y dueños de locales de distintos rubros.
En el barrio de Congreso están los gitanos españoles, los calé, los gitanos del flamenco. Las
encargadas de conseguir el dinero necesario son las mujeres. Venden perfumes, telas, ropa, entre otros
productos. Los hombres se dedican mayormente a la relojería o a las antigüedades. Muchos están en San
Telmo. También son los hombres quienes se dedican al negocio del flamenco.
La cultura afro en Argentina
La historia argentina y en particular la de la ciudad de Buenos Aires, suele negar su pasado y su presente
afroamericano. Sin embargo, y a propósito de las discusiones y debates que se abren en torno al
Bicentenario, que entre otros asuntos pone de relieve la pregunta acerca de la identidad, es importante
reivindicar el aporte de la cultura africana a la construcción de la identidad nacional.
En 1887 se desarrolla el último censo nacional en el cual se cuenta a la población negra de manera
diferencial. Después, los censos no incluyeron la categoría “negro”, y crearon otra, la de “trigueño”.
Esto formó parte de un mecanismo de invisibilización de la negritud. En el censo 2010 se incluirá
nuevamente la pregunta para que los censados puedan manifestar si se reconocen como
afrodescedientes, y poder luego contabilizarlos.
- Según Norberto Pablo Cirio, del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, actualmente, la
población de ascendencia afro en nuestro país puede dividirse en cuatro grupos:
1) Los descendientes de los negros esclavizados durante la época colonial y la abolición de ese sistema de
explotación, en 1861;
2) Los inmigrantes de Cabo Verde arribados en el contexto general de las inmigraciones masivas a fines
del siglo XIX y, fundamentalmente, comienzos del XX;
3) Las diversas inmigraciones de afrodescendientes de otros países de América a partir de las últimas
décadas del siglo XX;
4) Los inmigrantes negroafricanos actuales, arribados desde los ’90 fundamentalmente desde
Senegal, Gambia y Nigeria.
- El aporte cultural africano a la cultura nacional pasa no solo por la influencia en la música (el tango, la
milonga,) sino también en la lengua. Palabras de uso cotidiano como quilombo, milonga, tata , tamango,
mucama, marote, mate, bombo, mondongo , entre otras, forman parte de nuestras conversaciones de
todos los días, probablemente sin saber su origen.
- A nivel de creencias la cultura negra dejó su impronta por intermedio de creencias como la del lobizón. Si
se tratase de una séptima hija mujer, se transformará en bruja.
Este embrujo o maldición desaparece con las primeras luces del sol. Otra es la del negrito del pastoreo.
Consiste en la creencia de la aparición de un negrito que ayuda a encontrar a los animales extraviados,
pertenecientes a una majada o a un rodeo.
También es de origen afro la rondacatonga, que es un juego infantil.
- En la ciudad de Buenos Aires, el barrio de Monserrat, es también conocido como el barrio del tambor
ya que este era el instrumento que más se oía tocar en tiempos coloniales y criollos, pues muchos negros
libertos y diversas sociedades negras, o naciones, se instalaron cerca de la iglesia de Montserrat. En la
actualidad existen diversas organizaciones que recuperan la tradición africana con diferentes cursos y
eventos.