Duverger

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Duverger, provocar para ser leído.

Pedro Ángel Palou

En la historia de México, la figura de Hernán Cortés ha sido objeto de intensos debates,


particularmente sobre su papel en la formación de la identidad mexicana. Christian Duverger,
destacado historiador y arqueólogo francés, ha argumentado que Cortés debería ser
considerado como el padre de la patria mexicana, una visión que ha generado una variedad de
respuestas y críticas, con toda razón. No nos olvidemos que Cortés no tiene un monumento en
México y que muchos no saben dónde están sus restos, porque seguramente los profanarían
(en el Hospital de Jesús, por si ocupan).
Duverger sostiene que la llegada de los españoles a lo que hoy es México no debe ser
vista meramente como una invasión, sino como una continuación de la historia prehispánica.
Según su perspectiva, Cortés comprendió la cosmovisión de los pueblos originarios y buscaba
integrarse en el mundo mesoamericano. Duverger describe a Cortés como un hombre
interesado en el mestizaje, más que en la conquista, y que se oponía a imponer los usos
hispánicos sobre las poblaciones locales. Este hispanismo avant la lettre ya le costó en su
momento críticas a algunas de las ideas de León Portilla. Duverger por supuesto va más allá.
Estoy convencido que prefiere provocar que argumentar. Ya lo hizo antes con su libro en el que
cuestionaba la autoría de Bernal Díaz del Castillo de su Historia Verdadera. Para Duverger el
autor del libro es también Hernán Cortés. Alguna fijación tendrá con el militar mercenario.
Esta visión contrasta con las narrativas tradicionales sobre la conquista española, que a
menudo describen a Cortés como un conquistador brutal y despiadado. Duverger insta a revisar
estas concepciones y a no satanizar a Cortés, argumentando que su proyecto original no era la
guerra, sino la creación de una nueva sociedad mestiza. Según Duverger, Cortés estaba
fascinado con el mundo prehispánico y su aproximación a la conquista debe ser entendida en
un contexto más amplio y con una perspectiva más humanista. El proyecto original de Cortés
era conseguir fama y éxito -las ideas de entonces de ello- y por eso consigue alistar a una serie
de mercenarios y traicionar al gobernador de Cuba. Sin la rebelión de los comuneros Carlos V no
hubiese necesitado su “conquista” para legitimarse. A la corona inicialmente le pareció
adecuado, luego por supuesto la expansión colonial cumplió con creces el empeño colonial.
La perspectiva de otros pensadores polémicos como José Vasconcelos a principio del
siglo XX sugiere que la negación de Cortés como padre de México ha impedido una
comprensión correcta de la historia mexicana. Vasconcelos afirmaba que Cortés, más allá de ser
un conquistador, era el "más humano de los conquistadores" y que su llegada a México trajo
beneficios significativos para los pueblos indígenas. Sin embargo, esta visión ha sido
cuestionada por ser excesivamente apologética y por ignorar los aspectos negativos de la
conquista. No se nos olvide que Vasconcelos terminó apoyado por los nazis y reconvertido al
catolicismo. Sus restos descansan en la catedral metropolitana. La fijación racial e identitaria de
Vasconcelos merece otra discusión aparte.
En un análisis más equilibrado, se puede argumentar que Cortés jugó un papel
fundamental en la historia de la Nueva España, pero eso no necesariamente lo convierte en el
padre de México. La historia mexicana es el resultado de un complejo entramado de influencias
indígenas, españolas y de otros grupos, y reducir la identidad mexicana a la figura de Cortés
puede ser simplista y desatender la riqueza y diversidad de su historia. Negar el genocidio sería
además de un revisionismo histórico facilón.
Sería importante, por ello, continuar la discusión terapéutica sobre el pasado de nuestro
México. Las narrativas sobre la conquista y figuras como Cortés son cruciales para entender la
identidad mexicana y resolver las interrogantes morales y existenciales que aún perduran. Este
debate, que puede llevar siglos, es fundamental para alcanzar una comprensión más completa y
matizada de la historia y la identidad de México. Hacerlo con seriedad, sin el impulso
provocador de Duverger vale más la pena. En México tenemos la labor enorme de Guy Rozat y
sus discípulos que llevan décadas tirando mitos perniciosos sobre la conquista, como la
supuesta superstición de Moctezuma o la aún menos cierta superioridad militar española. Sería
igualmente productivo revisar las fundadas opiniones de historiadores como Felipe Leal quien
en 2021 revisó también ideas absurdas sobre la caída de Tenochtitlán, como lo hice yo mismo
en un podcast para Himalaya.
Mathew Restall en su libro Cuando Moctezuma conoció a Cortés realiza también un
trabajo serio y documentado que puede ayudarnos a tener una visión más equilibrada y seria. El
historiador norteamericano nos ofrece una reinterpretación crítica de la conquista de México,
desafiando la tradicional narrativa de la rendición pacífica de Moctezuma a Hernán Cortés.
Restall cuestiona esta versión, sugiriendo malentendidos en la comunicación y resaltando la
complejidad lingüística y cultural del náhuatl. El libro también explora diversas representaciones
de Moctezuma, alejándose de la imagen simplista de un líder débil y temeroso. Restall describe
a Moctezuma como un líder fuerte y valiente, y a Cortés como un político hábil, cuestionando
así los relatos convencionales de la conquista. Además, el autor enfatiza la importancia de
considerar las perspectivas de la gente común y el papel de la corona española en la
transformación del imperio mexica, presentando un análisis más matizado y profundo de este
momento histórico crucial. Me parece central seguir discutiendo estos temas que no solo se
refieren a nuestro pasado sino que nos siguen formando y conformando en una identidad que
como decía Bolívar Echeverría no es una esencia, sino un estado de código con el que podemos
interpretarnos.

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