Trab TFM M
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Trab TFM M
2005). Además, en este caso, los años trascurridos con un modelo denostado son un buen
indicador de las dificultades para romper con lo que había, sólo explicable porque muchos no
vieron la necesidad de modificarlo.
La Orden ECI/3859/2007 fijó los requisitos (competencias, módulos y créditos mínimos de
las materias) del Máster de Secundaria pero estableció que cada universidad elaborara su
propio plan de estudios que debía ser verificado por la ANECA. El que corresponde a la
Universidad de Murcia, aprobado el año 2009, completó las competencias que debían adquirir
los estudiantes, la duración (60 créditos ECTS), la presencialidad (80%), la estructura
organizativa de los módulos o las fichas de cada materia y la asignación a las áreas de
conocimiento. Más tarde se elaboraron las guías docentes de cada asignatura, en las que se
concretaron las contribuciones a la adquisición de las competencias profesionales del título,
los contenidos, la organización de la enseñanza, los resultados de aprendizaje y los criterios de
evaluación. También se desarrollaron normas para las Prácticas de Enseñanza y para la
elaboración de los Trabajos Fin de Master (TFM).
Hacemos referencia al proceso de planificación, en sus diferentes niveles de concreción, para
llamar la atención de que, en “cada plan de estudios”, han intervenido numerosos agentes
personales y colegiados con modelos, planteamientos, conocimientos e intereses, a veces, muy
diferentes. En este contexto, sería ingenuo pensar que los “máster resultantes” de todas las
universidades ofrecen el mismo programa de formación. Benarroch (2011), tras analizar 14
universidades de siete Comunidades Autónomas, encuentra diferencias sensibles en la
estructura del plan de estudios, en la distribución de créditos, en la asignación de asignaturas a
departamentos y en el perfil de los docentes.
El Máster de Secundaria de la Universidad de Murcia consta de 19 especialidades en la
actualidad, una de las cuales es la de Física y Química. En la Tabla 1 se recogen las materias de
esta especialidad.
Tabla 1. Plan de Estudios Especialidad Física y Química.
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La materia TFM
La formación del profesorado tiene una dilatada trayectoria en la investigación en la DCE
(Anderson y Mitchener, 1994; Marx, Freeman, Krajcik y Blumenfeld, 1998; Mellado y
González, 2000; Valcárcel y Sánchez, 2000; Porlán, Martín, Rivero, Harres, Azcárate y Pizzato,
2010). Precisamente por ello ni podemos ni debemos hacer una “tabla rasa” e ignorar qué
habíamos realizado, cómo lo habíamos hecho y a dónde habíamos llegado. Sin embargo, los
TFM no tienen tradición en nuestro contexto educativo, por lo que disponemos de escasos
referentes con los que contrastar nuestros resultados (Vilches y Gil, 2010; Benarroch, 2011).
Estamos hablando de una materia nueva, en un programa de formación singular y con un
desarrollo heterogéneo, sobre la que conviene realizar unas consideraciones.
En primer lugar, hemos de señalar que, con o sin Máster, seguimos pensando que el desarrollo
profesional de un profesor se realiza a lo largo de su vida (no se completa en el periodo de
formación inicial); que dicho desarrollo se nutre de las experiencias docentes, de la formación,
de la reflexión, de los intercambios con otros compañeros, de la investigación e innovación,
etc.; que defendemos un modelo de profesor culto, reflexivo, crítico, con conocimientos
sólidos y actualizados, comprometido con la educación y con la sociedad. En este contexto,
habría que plantearse qué enfoque debería tener una materia como el TFM en un programa de
formación inicial del profesorado de secundaria. La respuesta estará en función de cómo
concretemos un trabajo de esta naturaleza pero, en ningún caso, deberíamos olvidar que la
inclusión de unos contenidos de formación supone la exclusión de otros, dentro de los
créditos asignados.
En principio, los TFM pueden tener muchos enfoques. Desde el punto de vista institucional,
sólo se dice: “Estas competencias [se refiere a las adquiridas con el Practicum], junto con las
propias del resto de materias, quedarán reflejadas en el Trabajo fin de Master que compendia
la formación adquirida a lo largo de todas las enseñanzas descritas”. Creemos, por tanto, que
es una materia que debe aplicar competencias ya adquiridas aunque, dadas sus características,
parece inevitable que deba desarrollar otras específicas.
Por otro lado, a pesar de las Prácticas de Enseñanza realizadas o de su experiencia como
estudiante, es lógico pensar y constatar que el conocimiento de la realidad escolar, como punto
de partida para intervenir en ella, es bastante limitado. No se le puede pedir, por tanto, lo que
sería exigible a otros trabajos de investigación e innovación educativas, realizados por
especialistas o profesores con experiencia.
Y, por último y no menos importante, no debemos ignorar la inevitable singularidad de los
TFM –la forma de trabajar, el proceso de confección de la memoria o su defensa pública ante
un tribunal- que puede hacerles pensar que es el fin de esta etapa formativa y no una parte más
de ella. En definitiva, existen muchas condiciones para cuestionar esta materia en la formación
inicial de un profesor de educación secundaria con las competencias asignadas.
En nuestra universidad se ha pretendido que sea un espacio de integración teórico-práctica de
conocimientos impartidos en diferentes materias del programa. Aunque forma parte del
módulo de Practicum (Tabla 1), se ha tratado intencionadamente de diferenciarlo de la materia
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Participantes y contexto
Como hemos visto, antes de la presentación y defensa del TFM, los estudiantes han cursado
tres materias específicas de DCE y una de iniciación a la investigación e innovación; en esta
última reciben unas pautas importantes para su realización. Como se muestra en la Tabla 2, en
esta materia se incluyen ejemplos de algunos TFM que consideramos interesantes para la
discusión.
Tabla 2. Breve relación de contenidos del programa de Iniciación a la investigación.
Como hemos dicho, la normativa aprobada por la Comisión Académica del Master establece
la realización de tres modalidades de trabajo; a partir de éstas, los departamentos ofertan líneas
concretas de investigación, posibles directores de trabajo y el número de plazas ofertadas al
alumnado en cada una de ellas. Hemos de añadir que, en dicha normativa, se dice que un 75%
de las líneas de investigación deben ser ofrecidas por los departamentos responsables del
módulo específico y un 25% por los del módulo genérico. El alumnado elige tres líneas –una
de las cuales debe ser del ámbito psicopedagógico- y se le asigna una en función de las notas
académicas. En nuestra especialidad siempre se le ha asignado la primera o segunda opción.
Desde su implantación en el 2009 y durante estas tres ediciones hemos tenido 36 estudiantes.
Dado que todos han realizado el TFM, los resultados de nuestro estudio se referirán a la
totalidad de los que han participado en esta experiencia. Debemos señalar que seis TFM (17%)
se realizan en áreas psicopedagógicas, por tanto, no abordan problemas específicos de la
DCE. Los títulos de los mismos y las áreas de conocimiento de los directores se han recogido
en el Anexo1.
El perfil de los participantes es: mayoritariamente mujeres (23 frente a 13 hombres); casi todos
químicos (excepto 6, entre los que se encuentran físicos, bioquímicos e ingenieros químicos)
que terminaron sus estudios de licenciatura hace menos de tres años (excepto 4); todos
manifiestan su interés por la docencia, aunque lo hacen en diferente medida; en algunos casos
comparten su dedicación al Máster con otras actividades (proyectos, becas de investigación o
trabajos) sin vinculación con la DCE, lo que influye en su dedicación.
Recogida de información
Para dar respuestas al interrogante planteado, debíamos elaborar un protocolo de análisis a
partir de los Resultados de Aprendizaje (RA) de esta materia en la Universidad de Murcia
(Tabla 3).
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Para diseñar el protocolo de análisis hemos consensuado, teniendo como referencia los
fundamentos tratados en el módulo específico (Tabla 1), aspectos más concretos que podrían
desglosar y hacer más operativos los RA y que corresponden a los indicadores recogidos en el
Anexo 2.
a) para el RA1 revisamos los contenidos en la fase teórica e identificamos seis bloques de gran
relevancia: currículum oficial, contenidos, problemas de aprendizaje, principios
metodológicos, actividades y materiales de aprendizaje, y evaluación del proceso E/A.
b) para RA2, su propia formulación planteaba la definición y acotación de problemas (que
entendemos que se realiza mediante el planteamiento y contextualización de los mismos) y la
elaboración de una respuesta (que entendemos que pasa por un diseño, un análisis de
resultados y unas conclusiones, acordes con los interrogantes que pretende responder).
c) el RA3 se centraba en dos aspectos: las aportaciones novedosas y la transferencia a otras
materias, niveles y disciplinas. Este último estaba claramente determinado pero, para el
primero, elegimos los elementos centrales de un trabajo de investigación (marco teórico,
marco empírico, propuesta ensayada, instrumentos…) y precisamos la novedad de las
contribuciones respecto a cada uno.
d) el RA4 se centraba en los aspectos disciplinares y en las implicaciones didácticas que se
derivan cuando se profundiza en el contenido objeto de enseñanza. Pensamos que podíamos
distinguir tres ámbitos: la revisión del significado científico, la evolución histórica del
conocimiento y las repercusiones sociales del mismo.
e) el RA5 se ocupaba del papel de las TICs en la presentación oral y escrita del trabajo.
Obviamente sólo disponíamos de la segunda y, en ella, hemos centrado nuestro análisis,
distinguiendo distintas formas de uso: como soporte para incluir información del trabajo
(materiales, instrumentos, tablas…), como recurso relevante en el ensayo de una propuesta de
enseñanza y como referencia bibliográfica.
f) por último, en RA6 se refería a los criterios de calidad y a las exigencias formales que les
habíamos pedido al alumnado en la elaboración de la memoria. Aunque eran muchos los
posibles aspectos a observar, nos referimos a los aspectos formales (redacción, ortografía,
claridad expresiva…), algunas convenciones académicas (índice, resumen, normas para la
bibliografía…) y la comprensibilidad de lo que se dice en los elementos centrales de la
memoria (qué se ha querido hacer, cómo se ha hecho y cómo se han analizado los resultados).
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Como puede verse en el Anexo 2, los seis RA se han desdoblado en 32 indicadores. Para darle
mayor consistencia a los datos, decidimos que los TFM debían ser valorados por los tres
firmantes del trabajo.
Una de las limitaciones de las escalas Lickert es que no siempre se comparten los significados
de cada una de las opciones ordinales presentadas (no todos interpretan de la misma manera
qué diferencias hay entre, por ejemplo, “tiene alguna presencia” y “tiene bastante presencia”).
Para garantizar la utilización de criterios comunes a la hora de valorar los documentos por
diferentes jueces, en primer lugar, se tomaron varios trabajos y se analizaron conjuntamente,
resolviendo discrepancias y especificando los criterios de asignación de un valor a cada uno de
los indicadores. Posteriormente cada uno de los investigadores aplicó el protocolo por
separado y el contraste de las valoraciones realizadas mostró escasas diferencias que se
resolvieron de nuevo por consenso.
Resultados
Antes de describir los resultados, manteniendo la referencia de los seis RA, queremos realizar
dos consideraciones por entender que pueden condicionar la interpretación de algunos datos.
En primer lugar, que la mayor parte de los TFM corresponden a investigaciones aplicadas
relacionadas con las enseñanza (modalidad 1) con aportaciones de las otras modalidades. En
segundo lugar, que el número de directores diferentes ha sido 17; aunque lo deseable sería que
todos compartiéramos el mismo modelo de TFM, exigencias, finalidades…, pensamos que, a
pesar de los esfuerzos de coordinación realizados, las situación real está alejada de lo deseable.
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sólo se limitan a recordar o definir algunos conceptos, modelos o teorías del ámbito científico
en el que se inscribe el TFM. Para la mayoría, el contenido no es una preocupación. Incluso en
los que se detienen en este aspecto, se percibe una “falta de madurez” en sus conocimientos
que les permita estructurarlos o secuenciarlos, a pesar de las actividades realizadas en la fase
teórica (mapas conceptuales, estructuras, secuencias de contenidos…).
- llama la atención las escasas referencias a los problemas específicos del aprendizaje ( 1c). Hay
una preocupación genérica por el aprendizaje pero no se abordan los obstáculos concretos de
las temáticas tratadas en los TFM. Es cierto que la duración de los trabajos impide unas
revisiones detalladas de las contribuciones de la investigación en este ámbito. Pero también lo
es que resulta fundamental –sobre todo, en este periodo de formación inicial- que las
características de los estudiantes sean un referente prioritario. Deberían haber utilizado
trabajos recopilatorios, no sólo para tener un listado de posibles obstáculos sino para disponer
de estrategias para resolverlos. En definitiva, los resultados chocan con la defensa fehaciente
de los enfoques constructivistas –y lo que conlleva- que se ha realizado en la fase teórica.
- los aspectos metodológicos vienen recogidos de manera muy desigual; así, en la mayoría no
se establecen presupuestos de carácter general ni secuencias de enseñanza acordes con los
mismos (1d). Las propuestas de enseñanza parecen centrarse más en hacer las cosas de “otra
manera” que en justificar, desde los fundamentos y ejemplos aportados, los cambios que se
proponen o en explicar qué problemas tratan de resolver, más allá de aumentar la motivación
del alumnado. Por el contrario, hay un porcentaje importante de trabajos –sobre el 60%- en
los que se plantean, analizan y/o justifican actividades, materiales y recursos para enseñar
algunos contenidos de física y química ( 1e). Estos casos ilustran en gran medida la naturaleza
de los TFM que se están realizando: análisis de los contenidos y actividades sobre una temática
en los libros de texto y, en algunos casos, elaboración de propuestas de enseñanza alternativas;
discusión de las posibilidades didácticas que ofrecen algunas series televisivas o recursos de la
educación no formal; ensayo de algunas propuestas innovadoras en las aulas, etc. Por tanto, si
bien los TFM analizan y/o concretan propuestas de enseñanza, con resultados acordes con lo
realizado en la fase teórica, lo hacen sin una reflexión fundamentada y coherente con las
tendencias actuales de la DCE.
- sobre la evaluación (1f), con una presencia destacada del 25% (valores 3 y 4), los trabajos
sólo se refieren al aprendizaje u otras características de los estudiantes de forma explícita; no
todos se centran en lo que aprenden de la física y la química sino que aparecen también
estudios de carácter psicopedagógico (alumnos disruptivos, bullying…). En relación a la
evaluación de la enseñanza, sólo dos TFM se han ocupado de las creencias y opiniones del
profesorado (quizás debido a las ofertas de trabajo realizadas) pero, desde luego, no aparece
un análisis crítico de lo que ellos han realizado cuando ensayan una propuesta.
Independientemente del motivo, existe una tendencia a asociar evaluación y alumnos, que no
es fácil de desmontar.
Globalmente podemos afirmar que el alumnado no ha utilizado, suficientemente, los
fundamentos que hemos aportado en la fase teórica del Master sobre el proceso de enseñanza
y aprendizaje, a la hora de abordar su TFM. La transferencia de los conocimientos adquiridos
a la realización de los TFM, de forma autónoma, debe ser un motivo de preocupación en la
formación de los docentes. Aunque habría que añadir que la utilización de algunos indicadores
está supeditada a los objetivos que se plantean en cada trabajo; por ejemplo, si el estudio se
centra en cómo utilizan los estudiantes sus conocimientos escolares en situaciones cotidianas,
posiblemente no sea necesario profundizar en ningún principio metodológico o establecer una
secuencia de enseñanza. Es decir, no parece “obligada” la presencia de todos los indicadores
en todos los TFM. En cualquier caso, existen diferencias entre lo enseñado en la “fase
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teórica”, lo aprendido (aunque no sea objeto de este trabajo) y el uso de los conocimientos en
el desarrollo de los TFM.
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- hay algunas aportaciones más en el ámbito de las propuestas llevadas al aula ( 3b), pero
siempre muy limitadas. Hemos de señalar que, dadas las características de las líneas ofertadas,
no siempre se plantea como objetivo. Pero, incluso cuando se plantea el diseño y puesta en
práctica de unas actividades o una unidad didáctica, resulta lógica la existencia de pocas
aportaciones novedosas en investigadores noveles y, si a la vez se trata de profesores en su
periodo de formación inicial, parece aún más comprensible. No se puede olvidar que la
enseñanza habitual, anterior al programa de formación, que han podido tener estos
estudiantes se ha apoyado, frecuentemente, en modelos transmisivos del conocimiento, en el
uso y abuso de los libros de texto, en la escasa incorporación de los hechos y problemas de la
vida cotidiana a lo que se trabaja en las aulas… En este contexto, que se planteen que se puede
enseñar física y química de “otra manera” nos parece un cambio importante, aunque el alcance
de la innovación pueda pensarse que sea limitado.
- hay más aportaciones en el empleo de instrumentos de recogida de información novedosos
(3c); no obstante, el 42% utiliza los de otros autores –normalmente de los directores-, a veces
con ciertos retoques. Aunque la mayoría analizan la intencionalidad de los ítems, cuestiones o
categoría observables, sería deseable la utilización de un mayor número de instrumentos de
elaboración propia. No sabemos si nuevamente las limitaciones temporales impiden probar
diseños propios o si las competencias adquiridas les impiden llegar más lejos pero, desde este
RA, lo cierto es que los resultados no son los idóneos. Quizás, habría que plantearse si éste
resulta demasiado ambicioso para las condiciones en las que se realiza la formación.
- curiosamente las mayores aportaciones se realizan en las implicaciones ( 3d),
fundamentalmente porque, tras analizar el contenido de libros de texto o de otros materiales
de aprendizaje, se plantean diseños alternativos de actividades o enfoques de éstas con
planteamientos diferentes (valores 3 y 4). Lógicamente, las innovaciones no suponen
aportaciones novedosas para la investigación en la DCE, lo que resulta comprensible por
razones obvias.
- también son anecdóticas las aportaciones sobre conexiones con otras disciplinas, niveles o
ámbitos de la educación secundaria (3e). Se podría justificar por la ausencia de estudios
realizados con estos propósitos; ni siquiera en los que se han hecho en el ámbito
psicopedagógico que, en principio, podrían ser más proclives a ello. Probablemente las
exigencias de este tipo de trabajos están por encima de las posibilidades temporales que ofrece
este periodo de formación. En la mayoría de los casos, los TFM se orientan a resolver
problemas o situaciones concretas, no pretenden generalizar o extrapolar y, mucho menos,
transferir a una realidad interdisciplinar o internivelar.
Globalmente podemos decir que no se realizan aportaciones novedosas –o resultan muy
localizadas- en ninguno de los elementos analizados. No obstante, este hecho nos parece
lógico si conjugamos la falta de experiencia de nuestros alumnos, tanto en la docencia como
en la investigación e innovación, con las limitaciones temporales del TFM; no se puede olvidar
que los trabajos están realizados en un contexto en que deben simultanear su realización con
otras muchas tareas de las restantes asignaturas del Máster (entre otras, la realización de unas
Prácticas de Enseñanza y su memoria correspondiente). Creemos que, entre sus prioridades,
los TFM no tendrían que exigir muchas novedades en sus aportaciones, deberían ser trabajos
para consumir o generar conocimientos en los alumnos (utilizar, relacionar, integrar, aplicar…)
y no tanto para producirlos en la DCE.
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parece probable la presencia de los indicadores de este RA que se refieren a las disciplinas de
la especialidad.
Con esta salvedad de partida, los resultados en RA4 se recogen en la Tabla 7. Aparecen la
frecuencia y porcentajes de las categorías de cada indicador (Anexo 2).
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Hemos de señalar previamente que, aunque no se recoja en la tabla, todos los alumnos han
utilizado las TICs a la hora de presentar y defender los trabajos ante el Tribunal que los ha
calificado. No obstante, el protocolo de análisis se centraba en el contenido de la memoria,
dejando a un lado su presentación oral. Haciendo esta salvedad y a la vista de los resultados,
podemos decir:
- hay pocos que incorporen un CD a la memoria con los materiales de las propuestas
ensayadas, con los instrumentos de recogida de información, con las tablas de resultados…
(5a y 5b) a pesar de nuestra explícita invitación a hacerlo en la asignatura de Iniciación a la
investigación e innovación. El hecho de que tuvieran una limitación en la extensión de la
memoria tampoco ha sido suficiente y, en la mayoría de los casos, han “preferido” los anexos
en papel que en formato informático, hecho que realmente nos ha sorprendido. Habría que
revisar la labor de los directores en esta decisión.
- no hay muchos que hayan usado las TICs como recurso en el desarrollo de propuestas o
como elemento en los instrumentos de recogida de información ( 5c). Aunque se han realizado
estudios sobre la posible utilización de películas o series televisivas en la enseñanza de la física
y la química o el uso de fragmentos de películas para explorar cómo utilizan los estudiantes sus
conocimientos académicos ante los hechos recogidos en los mismos, no han sido los recursos
habitualmente trabajados.
- tampoco han proliferado –no pasa del 20%- las citas de webs en las revisiones bibliográficas
(5d). Como hemos dicho, las revisiones de las aportaciones no han sido los puntos fuertes de
los TFM presentados, por lo que este resultado está en la misma línea. No obstante, dado que
estamos en el periodo de formación inical y, consiguientemente, sus conocimientos sobre
artículos y libros de carácter didáctico eran limitados, cabía esperar una mayor presencia de
búsquedas en internet como recurso frecuente utilizado por nuestros alumnos en los últimos
años.
Globalmente, podemos decir que la utilización de las TICs como herramienta y apoyo en la
realización de los TFM se ha centrado en la exposición y defensa del mismo pero sólo en la
presentación oral. Por lo demás, las aportaciones en cuanto al estudio de las TICs como
recurso didáctico (aislado o formando parte de una propuesta) o como apoyo bibliográfico
han sido muy limitadas.
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subsanar. Por el contrario, casi la tercera parte de los trabajos carecen de estas características.
Nos parece un porcentaje preocupante pero hemos encontrado una característica común: no
han sido dirigidos por profesores del área de DCE y la mayor parte están ubicados en las
líneas de investigación de las áreas psicopedagógicas. La formación teórica ha sido común y las
orientaciones de carácter general para realizar el TFM también han sido las mismas.
Probablemente habrá que buscar las causas en las características personales de los estudiantes,
en las exigencias de los trabajos planteados, en el seguimiento u orientación de los directores o
en otras variables que, en este momento, desconocemos. En cualquier caso, como decíamos
inicialmente, este trabajo no pretende hacer una “vista atrás” de lo realizado sino ver lo que
estamos haciendo para mejorarlo.
Conclusiones
Nuestro interrogante principal era en qué medida están contribuyendo los TFM a los
resultados de aprendizaje planificados. A la vista de los resultados obtenidos y los análisis
realizados, podemos decir que no todos los TFM contribuyen a los RA o lo hacen en el
mismo grado. Esta heterogeneidad puede ser lógica o esperada por la propia variedad de
alumnos que intervienen pero pensamos que existen otros factores que pueden explicarla y
que, desde nuestra perspectiva, conviene reflexionar sobre ellos.
a) En primer lugar, hay dos RA -el RA2 (Aplicar sus conocimientos y comprensión crítica de
forma profesional, demostrando ser capaz de definir y acotar con rigor una temática...) y el
RA6 (Elaborar un texto escrito que se ajuste a criterios de calidad y convenciones
académicas…)- que son, quizás, los que presentan unas posibilidades de valoración más
independiente de otras características (por ejemplo, de la temática elegida). En estos casos,
podemos decir que más de dos terceras partes de los trabajos analizados son valorados entre 3
y 4 para la mayoría de sus indicadores.
El RA2, como hemos dicho, se refiere a la estructura de los trabajos. Aunque, en general, los
resultados se pueden considerar positivos, hemos señalado algunos aspectos mejorables
(coherencia global entre los elementos del trabajo, limitaciones en la revisión de la
literatura…). Se detecta la influencia homogenizadora de los conocimientos recibidos en la
materia de Iniciación a la investigación e innovación y de las orientaciones que se les
proporciona a los alumnos -las características que debe reunir la memoria- en la normativa
elaborada por la Comisión Académica del Master. Pero existe variedad y ésta se podría
justificar por la labor de orientación y tutoría de los directores y por los niveles de exigencia
que estos plantean para autorizar la presentación de la memoria.
En relación al RA6, exceptuando la inclusión de un resumen en lengua extrajera, todos los
indicadores también tienen resultados positivos. Reflejan que la mayoría de los estudiantes
elaboran la memoria ajustándose a los criterios de calidad exigidos, han respetado las
convenciones académicas, etc. De nuevo las orientaciones dadas en la asignatura o en el
documento de la Comisión Académica parecen haber influido en esta situación. Aun así, una
tercera parte de los TFM presentan deficiencias en algún aspecto: las referencias bibliográficas
no se acomodan a las normas planteadas, no se recoge de forma clara y comprensible el qué y
cómo se ha hecho o qué resultados se han obtenido. Esto supone una clara llamada de
atención a los alumnos y a sus directores.
Todo lo anterior, plantea un dilema: ¿debe el alumno tener un mayor grado de autonomía,
para que realmente manifieste las competencias que debe haber desarrollado en la formación
previa, a través de las diferentes materias de los módulos genérico y específico?, o por lo
contrario, ¿el grado de asesoramiento del director debe ser mayor para que el estudiante
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Referencias bibliográficas
Anderson, R.D. y Mitchener, C.P. (1994). Research on science teacher education. In D. Gabel
(ed.): Handbook of Research on Science Teaching and Learning, pp. 3-44. McMillan: New
York.
Benarroch, A. (2011). Diseño y desarrollo del máster en profesorado de educación secundaria
durante su primer año de implantación. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las
Ciencias, 8 (1), 20-40. En línea en: http://hdl.handle.net/10498/10203
Coll, C. y Porlán, R. (1998). Alcance y perspectivas de una reforma educativa: la experiencia
española. Investigación en la Escuela, 36, 5-29.
De Miguel, M., Pascual, J., San Fabián, J.L., Santiago, P. (1996). El desarrollo profesional docente y
las resistencias a la innovación educativa. Oviedo: Servicio de Publicaciones de la
Universidad.
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Anexo 1
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Anexo 2
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