03 Materia Orgánica Del Suelo 24
03 Materia Orgánica Del Suelo 24
03 Materia Orgánica Del Suelo 24
A pesar, de que la reserva de carbono es grande (más de 1019 Kg), solamente una fracción muy
pequeña está activamente involucrada en los flujos del ciclo del carbono. La mayor parte del
carbono de la tierra se encuentra en los sedimentos, formando carbonatos, en los océanos, rocas
ígneas, combustibles fósiles. Las reservas de carbono activo se encuentran en los organismos
vivientes, en la atmósfera y el carbono contenido en la materia orgánica del suelo. Se estima que la
cantidad de carbono contenida en la materia orgánica del suelo se encuentra alrededor de 3
1015Kg., que representa cinco veces las reservas contenidas en la atmósfera, y similar a las reservas
contenidas en los organismos vivientes.
La materia orgánica del suelo, inicialmente puede ser sub dividida en tres fracciones principales.
En la mayoría de las circunstancias más de 90% de la materia orgánica del suelo se encuentra en la
forma resistente, aunque ocurre un flujo continuo de carbono entre las diferentes fracciones que
constituyen las reservas de materia orgánica del suelo. Generalmente, el sistema está en un estado
de equilibrio dinámico, las reservas de materia orgánica permanecen más o menos constantes en el
tiempo.
Ampliamente, la más importante fuente de materia orgánica del suelo son los residuos de plantas,
tales como hojas tallos, restos y exudados de las raíces. Los residuos vegetales pueden representar
un aporte de materia orgánica en rangos de 11 toneladas de carbono por hectárea/año en bosques
tropicales lluviosos, de 6 toneladas en bosques de zona templada, de 3 toneladas en praderas o
pastizales de zonas templadas, disminuyendo a valores cercanos de 0,05 toneladas en las zonas
desérticas.
De este carbono proveniente de las plantas, entre el 60 al 70% se deriva del sistema radicular, o
como se denomina con frecuencia “rizo-deposición”. Este incluye materia soluble (aminoácidos,
ácidos orgánicos, carbohidratos) y material insoluble (células desprendidas).
Cuando los residuos vegetales ingresan al suelo, se produce un proceso intenso de descomposición
(los dos tercios de la mayor parte de los residuos vegetales se descomponen en un año), seguido de
un proceso continuo de descomposición muy lento.
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Este patrón se debe a dos factores. El primero es que algunos de los componentes de los restos
vegetales son de mucho más fácil descomposición que otros. El segundo es que la formación de
substancias húmicas estables, después del proceso inicial de intensa descomposición, impide un
ataque más rápido de los microorganismos.
Para entender el origen y naturaleza de la materia orgánica del suelo, es necesario recurrir a la
química de descomposición de la mayoría de los componentes comunes de los residuos vegetales,
para luego considerar la formación química de las formas más resistentes de la materia orgánica del
suelo, particularmente los materiales húmicos, los cuales son resultado de un amplio proceso de
transformaciones químicas y biológicas de los restos vegetales (así como de animales y
microorganismos).
En última instancia el producto final, de la descomposición de la materia orgánica del suelo por
acción de los microorganismos es el dióxido de carbono, asumiendo que el medio ambiente del
suelo se encuentra razonablemente aireado. Razón por la cual, la producción de dióxido de carbono
se utiliza con frecuencia como indicador de la velocidad o ritmo de descomposición. Sin embargo,
esta medida no siempre resulta confiable, por cuanto el dióxido de carbono puede ser producido de
otras formas en el suelo, tal como a través de la respiración de las raíces. Una forma de superar este
problema es el uso de radio marcadores de sustratos orgánicos (14 C), de manera que, la producción
de 14CO2 puede ser relacionado con el substrato individual. También se debe tomar en cuenta que,
no todo el carbono proveniente de los substratos produce dióxido de carbono, puesto que una parte
del carbono es procesado microbiológicamente antes de la evolución del dióxido de carbono.
1. Celulosa: 50%
2. Hemicelulosas: 20%
3. Lignina: 18%
4. Aminoácidos y azúcares: 5%
5. Proteínas: 4%
6. Pectinas:
7. Ceras y pigmentos:
1. Celulosa
La celulosa, frecuentemente contiene más de la mitad del carbono de los residuos vegetales,
además es el principal elemento de las paredes celulares de hongos y algas. La celulosa está
presente en un estado semicristalino en tales residuos, con una masa molecular de
aproximadamente un millón. Al igual que numerosos polímeros que ingresan al suelo, la inicial
despolimerización es catalizada por enzimas extracelulares, las que se encuentran en forma libre
en la solución del suelo y adsorbida por los coloides del suelo.
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Aspergillus, aunque las bacterias también están involucradas por ejemplo especies de Bacillus
Pseudomonas. Bajo condiciones aerobias la celulosa puede ser descompuesta originándose dióxido
de carbono, aunque bajo condiciones anaerobias con frecuencia se generan ácidos orgánicos como
el ácido acético.
2. Hemicelulosas
Las hemicelulosas son polímeros de hexosas, pentosas y ácidos urónicos y pueden constituir un
tercio del carbono de los residuos vegetales.
La pectina es un polímero del ácido galacturónico con una masa molecular de aproximadamente
400 000. Aunque representa solo una pequeña parte del peso seco de los vegetales, tiene un
importante rol estructural, formando la región de la lámina media de las paredes celulares de los
vegetales.
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a. En la primera etapa, las enzimas extracelulares pectina esterasa catalizan la conversión de
pectina a ácido péctico:
(RCOOCH3)n + nH2O (RCOOH)n + nCH3OH
b. En la segunda etapa, la molécula es despolimerizada por exo y endoenzimas extra celulares,
para producir unidades cortas de ácido galacturónico.
c. En la etapa final, los residuos de ácido galacturónico son oxidados para formar CO2.
En los suelos, la actividad de la pectinasa se reprime debido a la presencia de altos niveles de azúcar
en los residuos frescos de vegetales. Esta represión es un factor clave en la descomposición de los
restos vegetales ya que determina la sucesión microbiana. Las bacterias del suelo Psedomonas y
Arthrobacter son fuertemente pectinolíticas, así como cierto número de actinomicetos y hongos.
3. Lignina
Constituye aproximadamente el 30% de la madera; es un componente macromolecular de las
plantas vasculares a base de C, H y O. Presenta una estructura muy compleja, con unidades del tipo
p-propifenol sustituido con grupos metoxilo que conforman una estructura tridimensional con
ordenación y composición variables. Los núcleos aromáticos le confieren una estructura
tridimensional con ordenación y composición variables. Los núcleos aromáticos le confieren gran
resistencia a la degradación por ataques de enzimas y microorganismos, por lo que las ligninas son
recalcitrantes. Quizás la transformación de mayor importancia que sufre la lignina es la oxidación
de alguno de los grupos constituyentes de sus moléculas, como pueden ser R-CH3 y RCH3OH a
grupos carboxilos R-COOH.
4. Taninos
Son sustancias fenólicas que precipitan las proteínas. Su peso molecular es grande. Constituyen un
6,7% de la materia seca de las hojas y cortezas de algunas plantas. Inhiben la descomposición de la
materia orgánica.
5. Proteínas
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Son cadenas largas de aminoácidos (polipéptidos de alto peso molecular). Además de C y N a
veces contienen azufre, manganeso, cobre y hierro; constituyen del 1 al 15% de la materia seca.
Toda la materia orgánica del suelo, fresca o parcialmente descompuesta, residuos de plantas,
animales y microorganismos o formas más resistentes de materia orgánica, será eventualmente
procesada por los microorganismos componentes de la biota del suelo. La biomasa microbiana es
consecuentemente el “motor” el cual dinamiza el ciclo no solo del carbono, sino de los elementos
“biológicos” tales como el nitrógeno, fósforo y azufre. Estos elementos constituyen la parte principal
de la estructura de los tejidos celulares, e inicialmente son absorbidas por formas inferiores de vida
como formas inorgánicas simples dentro de las células. La muerte y posterior degradación de los
tejidos vivientes libera iones orgánicos y, así, el ciclo continúa.
Muchos de los nutrientes que intervienen en el mantenimiento de la vida de las plantas, animales y
microorganismos, tienen su ciclo en el suelo entre la materia orgánica y las reservas de nutrientes
inorgánicos.
La degradación biológica de la materia orgánica en el suelo, involucra la acción inicial de los animales
del suelo sobre los restos orgánicos, así como el ataque microbiano. Luego comprende la
despolimerización de componentes poliméricos, con la intervención de exo y endo enzimas
extracelulares y el procesamiento intracelular de las subunidades despolimerizadas, así como las
moléculas orgánicas más pequeñas. Esta secuencia en la descomposición de sustratos complejos
sugiere que no toda la comunidad microbiana está igualmente involucrada en todas las fases o
etapas de ataque.
Los organismos del suelo son esenciales para mantener las plantas bien abastecidas de nutrientes
porque descomponen la materia orgánica. Estos organismos hacen que los nutrientes estén
disponibles al liberarlos de las moléculas orgánicas. Algunas bacterias fijan el gas nitrógeno de la
atmósfera y lo ponen a disposición de las plantas. Otros organismos disuelven minerales y hacen
que el fósforo esté más disponible. Si los organismos del suelo no están presentes y activos, se
necesitarán más fertilizantes para suministrar nutrientes a las plantas.
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biomasa o mediante la reconstrucción de nuevas estructuras de carbono, la biota del suelo tiene
una función muy importante en los procesos de reciclaje de nutrientes y, por lo tanto, en la
capacidad de un suelo para proveer al cultivo con suficientes nutrientes para cosechar un buen
producto.
La adición continua de residuos de plantas y otra materia orgánica por medio de su transformación
por los organismos del suelo, proporciona capacidad para la autorecuperación de la arquitectura
del suelo que ha sido dañada. Las sustancias pegajosas sobre la piel de las lombrices y aquellas
producidas por los hongos y bacterias ayudan a aglutinar las partículas. Los rastros dejados por las
lombrices son también agregados más resistentes (compactados) que el material que circunda el
suelo debido a la mezcla de la materia orgánica, el material mineral del suelo y las secreciones de
las lombrices. La parte viva del suelo es responsable de mantener la disponibilidad de agua y aire,
proveer nutrientes a las plantas, destruir a los agentes contaminantes y mantener la estructura del
suelo. Esto contribuye a la renovación de la porosidad mediante los procesos de excavación de
túneles y formación de sustancias pegajosas asociadas con la actividad biológica.
Consecuentemente, el suelo puede almacenar más agua y actuar como sumidero de dióxido de
carbono.
Una comunidad variada de organismos es su mejor protección contra grandes brotes de plagas y
problemas de fertilidad del suelo. Un suelo rico en materia orgánica y continuamente abastecido
con diferentes tipos de residuos frescos es el hogar de un grupo mucho más diverso de organismos
que un suelo agotado de materia orgánica. Esta mayor diversidad de organismos ayuda a asegurar
que menos organismos potencialmente dañinos puedan desarrollar suficientes poblaciones para
reducir los rendimientos de los cultivos.
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Aunque las reservas de carbono húmico en el suelo tienden a permanecer en un equilibrio dinámico,
las reacciones de condensación reales que forman las moléculas húmicas no son controladas
enzimáticamente y por tanto habrá una considerable variabilidad en la naturaleza de las moléculas.
Los componentes húmicos tienden a constituir la mayor proporción de la materia orgánica del
suelo, manifestando resistencia a la descomposición.
Las moléculas húmicas con frecuencia están íntimamente ligadas a otros componentes sólidos de la
matriz del suelo. El complejo arcillo húmico parece formarse cuando los humatos son adsorbidos
por minerales de arcilla mediante cationes polivalentes tales como Ca2+ y Fe 3+ ,y por asociación
(conexión) con óxidos hidratados, sea a través de coordinación (intercambio ligado) o a través del
intercambio de aniones vía los sitios de cambio positivo de los óxidos de hierro y de aluminio. Estos
lugares positivos sobre los sesquióxidos no existen a pH de suelo mayores a 8, de este modo es
menos probable que se formen complejos arcillo húmicos en suelos altamente alcalinos.
No toda la materia orgánica resistente en el suelo está en la forma de carbono aromático complejo,
grandes cantidades de carbono potencialmente degradables están protegidas del ataque
microbiano por una capa menos palatable de fenólicos. Debido a esto, residuos de aminoácidos de
muchos años fueron extraídos del suelo.
Fig.3.1 Formación del humus del suelo según la teoría del polifrenol.
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2. Materia orgánica físicamente protegida
Mientras la mayoría de la materia orgánica en el suelo se encuentra en formas químicas
estables, parece que una importante fracción de la materia orgánica del suelo está físicamente
protegida. Los indicios que se tiene que esta fracción se origina de la considerable liberación de CO2
(o nitrógeno mineral) que ocurre cuando el suelo es físicamente alterado, o mullido roturado y
comprimido, o mediante diversas formas de laboreo. La mayor parte de esta materia orgánica
protegida se encuentra en la forma de polisacáridos. Más del 10% del carbono orgánico en los suelos
puede estar en esa forma de carbohidratos.
Se ha encontrado que la roturación y mullido del suelo, libera carbono tanto a partir de la biomasa
microbiana como de la materia orgánica proveniente de fuentes diferentes. A partir de estos
estudios se determinó que la roturación y mullido del suelo puede eliminar aproximadamente un
cuarto de la biomasa microbiana misma, y esto contribuye entre el 25 a 50% de CO2 adicional que
se genera.
La naturaleza exacta de la protección física de la materia orgánica del suelo se presta a la
especulación y, en cualquier caso, probablemente varía con el tipo de suelo. Es claro, sin embargo,
que la alteración física, que de otra manera los agregados permanecerían estables, expone la
materia orgánica protegida al ataque de los microorganismos. Esto se debe asumir como que el
contenido de materia orgánica que contribuye a la porosidad de estos agregados se restringe, de
otra manera la protección podría no ser conferida. Este mecanismo es similar al rol que desempeñan
las arcillas en la protección de agregados de materia orgánica.
Fragmentación
Es la etapa inicial de la descomposición. La fragmentación significa la descomposición de los detritos
en pedazos más pequeños por parte de los detritívoros.
Lixiviación
Las partículas fragmentadas pueden contener una gran cantidad de nutrientes solubles en agua que
son de naturaleza inorgánica. Estos nutrientes se disuelven en el agua y se filtran en el suelo y se
precipitan en el proceso de lixiviación.
Catabolismo
Una vez que el material complejo se descompone en partículas más pequeñas y se eliminan los
nutrientes inorgánicos, es hora de convertir los detritos en compuestos inorgánicos más simples.
Este proceso es llevado a cabo por diversas enzimas fúngicas y bacterianas mediante el proceso de
catabolismo.
Humificación
Es el proceso de formación de una capa de color oscuro de sustancia amorfa en el suelo llamada
humus. No se descompone fácilmente ya que es altamente resistente a la acción de los microbios.
La capa de humus es muy rica en nutrientes ya que aporta una alta fertilidad al suelo.
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Mineralización
Es el paso final en el proceso. La mineralización es el proceso de degradación del humus para
liberar nutrientes inorgánicos
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Es razonable asumir que el ácido húmico es un complejo de macromoléculas muy afines. La
composición exacta del ácido húmico varía de una fuente a otra, y con la naturaleza del
procedimiento utilizado para su extracción.
b. Ácidos Fúlvicos
Los ácidos fúlvicos del humus, no han sido ampliamente estudiados como los ácidos húmicos.
Los ácidos fúlvicos contienen menos carbono y más nitrógeno y oxígeno que los ácidos húmicos;
mientras su estructura en términos generales es similar a la de los ácidos húmicos, los ácidos
fúlvicos tienen una pequeña proporción de unidades aromáticas y mayor proporción de cadenas
alifáticas periféricas. Los grupos funcionales carboxilo, parecen ser más evidentes en los ácidos
fúlvicos que en los húmicos y probablemente son fuertemente sustituidos en las cadenas
alifáticas.
c. Huminas
La humina, es la fracción de humus del suelo insoluble en álcali, es la menor estudiada de las tres
fracciones. Debido probablemente en parte a la extrema dificultad de obtener humina pura libre
de impurezas inorgánicas. Retirar esas impurezas inórganicas requiere de tratamientos drásticos
de la fracción con ácido hidrofluórico. La estructura de la humina en general parece ser similar a
la de los ácidos húmicos, aunque contiene menor nitrógeno (un tercio del nitrógeno contenido
en los ácidos húmicos). La insolubilidad de la humina se debe probablemente a la unión con
impurezas minerales más que a diferencias fundamentales de estructura entre la humina y otras
fracciones húmicas del suelo.
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orgánicos “temporales” (productos microbianos y de las plantas, tales como finas gomas
formadas por polisacáridos, y por raíces y micelios de hongos.
2. Las sustancias húmicas de la MO del suelo aumentan la capacidad de retención de agua del
suelo, que puede llegar a ser unas cinco veces mayor que de los minerales de arcilla.
3. Los horizontes bien estructurados presentan una elevada porosidad y una conductividad
hidráulica alta.
4. La estabilidad de los agregados en la superficie del suelo hace que disminuya el riesgo de
sellado y encostramiento superficial y, que en consecuencia el suelo presente una tasa de
infiltración elevada, con lo que disminuye el riesgo de erosión.
5. El albedo de la superficie del suelo disminuye al aumentar el contenido de materia orgánica; la
superficie del suelo es más oscura de manera que los suelos ricos en MO absorben más
radiación solar, con lo que la temperatura del suelo será más elevada. Ello es importante en
primavera en la zona fría, ya que permite que se adelante la germinación y posteriormente la
maduración de las cosechas será más temprana, y los productos que tienen mejores precios en
los mercados.
De otra parte, algunos compuestos orgánicos libres en el suelo contribuyen a los procesos de
meteorización, así, por ejemplo, el ácido oxálico producido como metabolito por los hongos
disuelven los minerales, aumentando con ello la tasa de meteorización, así como la
biodisponibilidad de algunos nutrientes. Análogamente ocurre con el ácido cítrico y otros ácidos
orgánicos complejantes, que pueden favorecer la meteorización de los silicatos.
Las moléculas orgánicas en el suelo también pueden retener y proteger ciertos nutrientes. Estas
partículas, denominadas "quelatos" son subproductos de la descomposición activa de materiales
orgánicos y son más pequeñas que las partículas que forman el humus. En general, los elementos
se mantienen más fuertemente por los quelatos que por la unión de las cargas positivas y negativas.
Los quelatos funcionan bien porque se unen al nutriente en más de una ubicación en la molécula
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orgánica (figura 2.5). En algunos suelos, los oligoelementos, como el hierro, el zinc y el manganeso,
se convertirían en formas no disponibles si no estuvieran unidos por quelatos. No es raro encontrar
suelos con poca materia orgánica o subsuelos expuestos deficientes en estos micronutrientes.
Existe alguna evidencia de que la materia orgánica en el suelo puede inhibir la conversión del fósforo
disponible en formas que no están disponibles para las plantas. Una explicación es que la materia
orgánica recubre las superficies de minerales que pueden unirse fuertemente al fósforo. Una vez
que estas superficies están cubiertas, las formas disponibles de fósforo tienen menos probabilidades
de reaccionar con ellas. Además, las sustancias húmicas pueden quelar el aluminio y el hierro, los
cuales pueden reaccionar con el fósforo en la solución del suelo. Cuando se mantienen como
quelatos, estos metales no pueden formar un mineral insoluble con fósforo.
Con respecto a los vegetales superiores, la función del humus se manifiesta directamente
favoreciendo su nutrición mineral. Mediante su descomposición gradual y lenta, por acción de los
microorganismos del suelo se puede aprovisionar a las plantas en elementos nutritivos. Y por la
formación de complejos fosfohúmicos, mantiene el fósforo en estado asimilable por las plantas, a
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pesar de la presencia de caliza y hierro. Por otra parte, el humus es una fuente de gas carbónico. Su
oxidación lenta libera dióxido de carbono que contribuye a solubilizar algunos elementos minerales
del suelo, facilitando así su absorción por la planta.
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Se puede señalar que la calidad del suelo abarca tres componentes básicos: las características
biológicas, las físicas y las químicas; mientras que la salud está determinada principalmente por sus
características ecológicas. Un ecosistema saludable está definido por la integración de los ciclos de
los nutrientes y flujos de energía, y por la estabilidad y elasticidad frente a una alteración o estrés.
Sin embargo, las propiedades que se utilizan como indicadores de calidad no necesariamente están
directamente relacionadas con la salud. En general la respuesta de los suelos y de los ecosistemas a
una alteración tiene dos componentes: resistencia y resiliencia. La resistencia, es la capacidad
inherente del sistema para tolerar la alteración; y la resiliencia, es la capacidad amortiguadora y la
habilidad para regenerarse. Por otro lado, la biodiversidad es una propiedad que condiciona la
capacidad de recuperación del sistema edáfico ante una alteración y de mantener su estabilidad
funcional, hay evidencias de la relación que existe entre los organismos que habitan en el
ecosistema (diversidad, estructura de la cadena trófica, estabilidad de las comunidades) y la
elasticidad de su salud, pero se conoce muy poco acerca de cómo la biodiversidad asegura la
continuidad de funciones específicas.
En años recientes diversos autores han escrito acerca de la calidad del suelo, poniendo particular
atención en la identificación de las características de los suelos que reflejen de mejor forma los
cambios en su calidad, así como las diferentes formas de medición y aplicación de ellas como
indicadores. Recientemente se han propuesto diferentes definiciones para el concepto de calidad
del suelo, partiendo desde un punto de vista puramente agronómico, hasta algunas con una
perspectiva ambiental biofísica integrada. Sin embargo, el concepto sigue sin estar completamente
definido. Es por ello que la utilización y aplicación del concepto de calidad del suelo es un proceso
que ha estado en constante evolución.
Los suelos difieren del aire y el agua, ya que estos dos tienen un estado “puro”, que se puede
considerar como un estándar de referencia. Las condiciones químicas, físicas y biológicas del aire y
del agua se pueden cuantificar con relativa facilidad para determinar la desviación con respecto a
su estado puro, lo que permite generar inferencias para usos específicos. Por otro lado, la
composición física, química y biológica del suelo varía ampliamente, y no es posible establecer un
valor estándar para todos los suelos. Como resultado de ello, los especialistas han tratado de definir
y cuantificar la calidad del suelo a partir de algunos indicadores.
La calidad del suelo y sus parámetros de referencia se pueden ligar al concepto de funcionalidad del
ecosistema, ya que integra e interconecta los componentes y procesos biológicos, químicos y físicos
de un suelo, en una situación determinada. Desde una perspectiva ecológica, este concepto refleja
la capacidad especifica que tiene un suelo para funcionar dentro de los límites del ecosistema, para
sostener o mejorar la productividad de plantas y animales, mantener o mejorar la calidad del aire y
del agua, y sostener la salud humana y el hábitat.
La calidad del suelo es dinámica y puede cambiar en el corto plazo, de acuerdo con el uso y prácticas
de manejo, y para conservarla es necesario implementar prácticas sustentables en el tiempo. La
evaluación de la calidad del suelo permite entender y revertir el deterioro en dicha funcionalidad
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ecosistémica, como sucede con: la pérdida de suelos por erosión, depositación de sedimento por
viento e inundaciones, reducción de la infiltración, compactación de la capa superficial, pérdida de
nutrimentos, efecto de la presencia de pesticidas, cambios en el pH, aumento de la solubilidad de
metales pesados, pérdida de materia orgánica, reducción de la actividad biológica, infestación de
organismos patógenos y reducción de la calidad de agua.
El mantenimiento de la calidad del suelo es crítico para un ambiente sostenible, por lo que es
necesario una apropiada selección de indicadores de calidad que ofrezcan una rápida respuesta al
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cambio, clara discriminación entre los sistemas de manejo, mayor sensibilidad al estrés y a la
restauración ambiental, y reflejo de la variabilidad espacial y temporal.
Para evaluar la calidad del suelo, resalta la importancia de los atributos que controlen o sean
influenciados por algunas de las funciones del suelo. Sin embargo, se ha sostenido que los
indicadores de calidad deben reflejar las principales restricciones del suelo, en congruencia con la
función o las funciones principales que se evalúan. Debido a lo anterior, los indicadores que se
pueden determinar en un sitio, podrían no ser tan importantes al ser evaluados en otro sitio.
Los indicadores que se utilizan comúnmente corresponden con las propiedades físicas, químicas y
biológicas del suelo (Tabla 1). De acuerdo con ello, los indicadores de calidad del suelo deben
cumplir con las siguientes condiciones:
Se ha señalado que dependiendo del tipo de funcionalidad que está bajo estudio, las propiedades
seleccionadas para medir la calidad del suelo pueden variar. Se han reunido en cuatro grupos los
atributos que pueden ser usados como indicadores de calidad de suelo en indicadores: físicos,
químicos, biológicos y cualitativos.
La calidad física del suelo se manifiesta de varias formas. Ejemplos de una pobre calidad física del
suelo es cuando presenta una o más de los siguientes síntomas: deficiente o baja infiltración de
agua, pérdida neta de partículas por escorrentía, compactación, colmatación de poros del suelo y
una aireación deficiente. El suelo puede presentar varios problemas simultáneamente y el conjunto
de estos síntomas es la causa común, p.ej. de agregados poco estables (Figura 2). La estructura
influye en el tamaño y continuidad de los poros, así como su capacidad de retener y transmitir
fluidos y sustancias orgánicas e inorgánicas que derivan en la habilidad de mantener un desarrollo
vigoroso de las raíces de las plantas.
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Los indicadores físicos que se han empleado en las evaluaciones de la calidad del suelo están
relacionados, por un lado, con propiedades que reflejen cómo el suelo acepta, retiene y proporciona
agua a las plantas y, por otro lado, a las condiciones que limitan el crecimiento de las raíces, la
emergencia de las plántulas, la infiltración y el movimiento del agua dentro del perfil y promover el
intercambio óptimo de gases.
Existe una amplia variedad de indicadores físicos de la calidad del suelo, estos varían de acuerdo
con las características predominantes del lugar en estudio. Doran y Parkin, seleccionaron como
indicadores la textura, profundidad, conductividad hidráulica, densidad aparente y capacidad de
retención de agua. Por otra parte, Nortcliff (2002), sugirió la textura, porosidad, densidad aparente
y profundidad, del suelo.
A menudo se dificulta separar claramente las funciones del suelo en físicas, químicas y los procesos
biológicos, debido a la naturaleza dinámica e interactiva de estos procesos. Esta interconexión es
especialmente importante entre las propiedades químicas y los indicadores biológicos de calidad
del suelo, de tal manera que algunos autores pueden considerar la misma propiedad (por ejemplo,
el N mineralizable), en ambas categorías.
Entre las propiedades químicas propuestas como indicadores, se señalan aquellas que inciden en la
relación suelo-planta como: la calidad del agua, la capacidad amortiguadora del suelo y la
disponibilidad de nutrimentos para las plantas, entre otros. Propiedades químicas como la
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capacidad de intercambio catiónico (CIC) reducen la presencia de cambios drásticos en el pH y la
disminución en la disponibilidad de nutrimentos en el suelo.
Doran y Parkin (1994), propusieron como indicadores químicos el contenido de materia orgánica
(MO), carbono y nitrógeno orgánico, pH, conductividad eléctrica (CE), y N, P y K, disponibles. Los
indicadores que reflejan estándares de fertilidad (pH, MO, N, P y K) son importantes en términos de
producción de cultivos. Por su parte Nortcliff (2002), propuso al pH, la conductividad eléctrica, el
contenido de materia orgánica, la capacidad de intercambio catiónico y las concentraciones de
elementos potencialmente tóxicos como el Al y Mn. Es importante considerar que uno de los
problemas que presenta la utilización de las propiedades químicas como indicadores de la calidad
del suelo es su alta variabilidad estacional.
Las propiedades biológicas del suelo son muy dinámicas por lo que tienen la ventaja de servir de
señales tempranas de degradación o de mejoría del suelo. Doran y Parkin (1994), seleccionaron
como indicadores biológicos al carbono y nitrógeno de la biomasa microbiana, el nitrógeno
potencialmente mineralizarle y la respiración del suelo. Además, consideran como indicadores
biológicos a la población de lombrices y el rendimiento de los cultivos. Las propiedades biológicas y
bioquímicas (respiración del suelo, biomasa microbiana, microorganismos y otros) son más
sensibles y son parámetros valiosos en la interpretación de la dinámica de la materia orgánica y los
procesos de transformación de los residuos orgánicos. Además, dan rápida respuesta a los cambios
en el manejo del suelo, son sensibles al estrés ambiental y fácil de medir.
Otro indicador del balance de la actividad metabólica de los microorganismos en los suelos es la
actividad enzimática; la estimación de las enzimas implicadas en los ciclos del C, N y P permite el
cálculo de la diversidad funcional de las comunidades microbianas en el suelo. Esto debido a que la
biomasa microbiana expresa la cantidad de organismos que viven en el suelo generalmente más
pequeños a 10μm, principalmente hongos y bacterias que tienen una relación con el flujo de energía
y transferencia de nutrimentos en los ecosistemas terrestres.
A pesar de sus limitaciones, la respiración continúa siendo el parámetro más utilizado como
indicador de la actividad microbiana y de la descomposición de sustratos específicos del suelo. Estos
parámetros indican de manera fehaciente la mineralización que ocurre en el sustrato orgánico del
suelo y son indicadores de la calidad de la materia orgánica y salud del suelo. Así, los parámetros
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biológicos aportan información relacionada con la actividad metabólica que existe en el suelo, pues
son los que mantienen una mayor sensibilidad frente a los procesos no deseables como la
contaminación o el manejo inadecuado del mismo.
INDICADORES CUALITATIVOS
La evaluación cualitativa es un enfoque alternativo para obtener indicadores de calidad del suelo,
dentro de los cuales se pueden considerar las características que puedan revelar posibles cambios
en la calidad del suelo. Esta evaluación se basa en atributos visuales que muestran cambios en la
calidad del suelo, que reflejen disminuciones en la calidad de los procesos del suelo como son:
erosión por escorrentía, tanto difusa como concentrada, la pérdida de los horizontes superficiales,
así como un pobre desarrollo de la vegetación, derivado de deficiencias nutrimentales, entre otras.
Por lo anterior, la evaluación de la calidad del suelo debe concebirse en un contexto en donde se
establezca y especifiquen previamente, las escalas espaciales y temporales. Así el seguimiento de la
calidad del suelo podrá hacerse de manera comparativa o relativa. Para esto, Masera et al., (1999)
sugieren que existen dos vías fundamentales: a) Comparar la evolución de un mismo sistema a
través del tiempo, y b) comparar simultáneamente uno o más sistemas de manejo alternativo o
innovador con una referencia.
Considerando que los suelos son muy diversos en sus propiedades, y desempeñan funciones con
distinta intensidad y con potenciales diferentes la calidad del suelo debe ser evaluada con base en
su papel multifuncional. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que los suelos no son capaces de
proveer todas las funciones mencionadas, ya que algunas se llevan a cabo de forma natural en los
ecosistemas y otras son resultado de modificaciones antrópicas.
Los criterios para la selección de indicadores de calidad del suelo estarán en función de los diversos
usos del suelo y son dinámicos en el tiempo. Considerando esto, la calidad del suelo debe ser
evaluada basada en sus funciones específicas, entendiendo cada función como el resultado de la
interacción de las diversas propiedades del suelo, de modo que los mejores indicadores serán
aquellas propiedades que influyan significativamente sobre la capacidad del suelo para proveer cada
función, los usos a los cuales se destine ´este y el ecosistema en el cual se está realizando la
evaluación.
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CRITERIOS PARA LA SELECCIÓN DE INDICADORES DE CALIDAD DEL SUELO
Los criterios para seleccionar indicadores de calidad serán diferentes para los diversos usos del suelo
y son dinámicos en el tiempo. Considerando esto, la calidad del suelo debe ser evaluada basada en
sus funciones específicas, entendiendo cada función como el resultado de la interacción de las
diversas propiedades del suelo, de modo que los mejores indicadores serán aquellas propiedades
que influyan significativamente sobre la capacidad del suelo para proveer cada función, los usos a
los cuales se destine este y el ecosistema en el cual se está realizando la evaluación.
A partir de lo anterior, se debe considerar que una evaluación ofrece dos preguntas primarias:
¿Cómo realiza el suelo esa función? y ¿Qué indicadores son apropiados para hacer la evaluación?
Por lo general se aspira a contar con un grupo mínimo de indicadores que permita hacer la
evaluación. A este conjunto de indicadores se le llama MDS, por sus siglas en inglés (minimum data
set). Sin embargo, como es difícil medir un conjunto de indicadores denominado grupo de datos
mínimos, cabe preguntarse ¿qué indicadores pudiesen ser los más relevantes? o ¿cuáles deberían
utilizarse en un determinado proyecto?
Las determinaciones de algunos indicadores de calidad del suelo se han obtenido a partir del análisis
de factores, el uso de ecuaciones de regresión para describir las relaciones entre los indicadores de
calidad y las funciones del suelo, evaluaciones utilizando una regresión lineal múltiple basada en
propiedades físicas y químicas y a partir del análisis de componentes principales.
De lo anterior se desprende que cualquiera que sea la técnica aplicada, el objetivo final de la
selección de indicadores de calidad del suelo, es que se conviertan en un conocimiento útil para
establecer el estado actual o para medir el cambio de calidad que experimenta el suelo y que estos
indicadores constituyan, cuando sean adecuadamente seleccionados, alertas tempranas de las
direcciones que pueden tomar ciertos atributos básicos de un suelo, sometido a diferentes tipos de
alteración natural o antropogénica. Un aspecto que es preciso resaltar, es la necesidad de definir
claramente el patrón de comparación que se utilizara como estándar, porque este puede hacer que
los resultados del análisis con indicadores difieran.
CONCLUSIONES
La evaluación de la calidad del suelo es una herramienta centrada en la dinámica de las propiedades
y procesos de los suelos, que es eficaz para evaluar la sustentabilidad de las prácticas de manejo de
suelos, realizada para estructurar metas prioritarias, identificar las funciones criticas del suelo
necesarias para lograr esas metas y seleccionar indicadores que provean información útil referente
al funcionamiento del suelo estudiado.
La selección de los indicadores deberá estar relacionada con los atributos de sustentabilidad
(productividad, estabilidad y resiliencia) y dependerá de los recursos humanos, técnicos,
económicos, infraestructura, del tiempo disponible, del rigor requerido y del tipo de usuarios a la
que se destina el estudio. Por otra parte, se debe considerar que los indicadores cualitativos pueden
ser más útiles que los cuantitativos para mostrar rápidamente el comportamiento del sistema.
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La estructura en términos de indicadores de la valoración de la calidad del suelo puede ser
modificada para incrementar la sensibilidad de la evaluación, de tal modo que los indicadores de
calidad del suelo, provean un entendimiento amplio de la calidad del suelo y puedan ser usados
para identificar problemas en el manejo que necesitan ser considerados para sostener o mejorar el
recurso suelo.
Existen muchas definiciones del concepto de calidad del suelo, pero son aplicados con propósitos
agrícolas principalmente, pero es importante que se consideren dentro de la valoración de la calidad
del suelo las funciones que se pretendan evaluar, considerando una perspectiva ecológica.
Por otra parte, la aplicación del concepto de calidad del suelo deberá reflejar la capacidad que tiene
el suelo para cumplir con los servicios ecosistémicos, por lo que la selección de indicadores deberá
estar relacionada con la capacidad que tiene el suelo para sostener los ciclos biogeoquímicos,
mejorar la productividad de las plantas y los animales, la calidad del aire, el agua y la salud humana.
La evaluación de la calidad del suelo deberá identificar y seleccionar un número mínimo de
propiedades físicas, químicas y biológicas, que sirvan como indicadores para conocer la calidad del
suelo y monitorear la evolución de esas propiedades seleccionadas, con el fin de valorar los
diferentes tipos de manejo a que está sujeto el suelo.
Como las funciones del suelo son múltiples, su análisis debe realizarse dentro del marco de atributos
que reflejen su capacidad para cumplir con dichas funciones, las cuales dependerán del interés del
observador, en este contexto, los indicadores de calidad del suelo deberán seleccionarse de acuerdo
con las funciones que se quieran evaluar (ya que un suelo puede ser bueno o malo de acuerdo a sus
funciones.
Considerando la naturaleza dinámica e interactiva de los procesos que se realizan en los suelos, rara
vez se observa una relación uno a uno entre un indicador y una función, ya que cada función puede
estar determinada por una serie de atributos del suelo, por lo que diferentes propiedades pueden
ser simultáneamente relevantes en varios atributos o funciones que desempeñe un suelo en
particular. El objetivo en la evaluación de calidad del suelo será identificar los atributos que llevan
al suelo a cumplir sus funciones, de tal modo que ´estos, se puedan traducir en propiedades
cuantificables que puedan servir como indicadores.
Los indicadores de calidad del suelo son importantes porque facilitan la formulación de estrategias
para la planificación y formulación de políticas y acciones de aprovechamiento y conservación del
recurso suelo.
Finalmente, los indicadores de la evaluación de calidad del suelo, permitirán la realización de una
política eficaz para la conservación del suelo, mejorar su calidad y revertir los procesos que llevan a
su degradación, implica el entendimiento del suelo y como llevar a cabo sus funciones específicas,
de tal forma que este conocimiento derive en indicadores significativos, en lugar de su simple
calificación del suelo a partir de indicadores preestablecidos.
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Tabla 1. Indicadores de la calidad del suelo
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