Problemas de Capacidad

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Por Esteban Jaureguizar

Del libro “Ajedreteca” (en preparación)

El misterio de las 8 damas

Este problema suele ser presentado a través de una historia. De hecho, siempre lo
presento de este modo a mis alumnos, con historias que generalmente se van tejiendo
durante el mismísimo relato de las misma.

Y bueno, cuenta la historia que ahora estoy contando, que en el reino había cundido una
terrible epidemia. Un virus altamente contagioso, que se reproducía ante el menor de
los contactos entre dos o más personas.

La preocupación inicial de las autoridades fue poner a resguardo a aquellas personas


encargadas de diseñar todo el plan de salvataje de la comunidad, ya que en ellas residía
la posibilidad de organizar a todo el pueblo para una acción veloz y eficiente. ¡Esto era
vital para toda la ciudadanía!

Lo curioso del caso es que este grupo de personas imprescindibles estaba conformado
por ocho damas muy sagaces, inteligentes e instruidas, cuya capacidad había sido
sobradamente demostrada en muchas circunstancias anteriores de altísima
responsabilidad. La idea fue entonces que ellas se instalasen en sitios absolutamente
seguros y equipados para realizar su trabajo, que pudieran estar en permanente
comunicación por medios virtuales, ¡pero que carecieran de contacto entre ellas…
cualquier contagio podría ser fatal!

La situación no era sencilla: el espacio físico disponible en los salones de la corte


dificultaba que las ocho damas pudiesen acomodarse sin vincularse por una línea recta,
sea esta horizontal, vertical o diagonal. Por tanto, se recurrió al viejo arquitecto que
diseñó el palacio y conocía mejor que nadie sus recovecos…

El viejo arquitecto trabajó todo un día y toda una noche, y a la mañana siguiente dijo:

• He analizado el problema… y la verdad, no creo que haya ningún problema.


• ¿Está seguro? ¡Pues no veo la manera! -contestó intrigado el rey, que a estas
alturas, dependía más que nunca de las sabias personas con que había sabido
rodearse-
• La verdad que sí, estoy muy seguro. ¡Además de arquitecto, soy matemático y
ajedrecista… y todo ello me ha ayudado no a encontrar una solución… sino
muchas! Nuestras damas tendrán más que nada el problema de elegir con cuál
de todas las opciones que pude diseñar prefieren quedarse. ¡Tienen despachos
para escoger!

De modo que así se hizo: se compartieron los planos y las distintas opciones, y las damas,
sabias como siempre, no demoraron en tomar una decisión veloz: no les importaba
tanto cuál despacho ocupar, sino comenzar a trabajar en equipo para resolver la
situación sanitaria que aquejaba al pueblo. En equipo, aún sin poder estar juntas...
Todo resultó un éxito: las damas encontraron rápidamente las formas de organización
social que debían darse, y los habitantes cumplieron los protocolos al pie de la letra. La
epidemia pasó rápidamente sin que hubiera que lamentar pérdidas humanas.

El rey y toda la ciudadanía celebraron tan gran trabajo en equipo. Las damas y el
arquitecto, por supuesto, recibieron condecoraciones en una celebración popular.

Y el rey quedó tan impactado con la solución del arquitecto, que lanzó un desafío
público: ¿quién sería capaz de ubicar más damas en el palacio?

Se establecieron varios premios: a quien ubicase seis, a quien colocara siete, a quien
repitiera el logro del arquitecto alojando ocho, y a quien lo superase, ¡distribuyendo
nueve!

¿Qué equipos en la clase serán capaces de acceder a cada premio?

Y bien: ya contamos el cuento -que es una versión libre, basada en la idea central del
gran docente uruguayo Jorge González- y ya planteamos problemas, interrogantes y
dinámicas de trabajo grupal para solucionarlas.

Lo que resulta interesante, como modo de plantearlas, es que en ningún momento


aseguramos que sean ocho las damas que pueden ubicarse en el tablero cumpliendo
esa condición, e incluso se abre la puerta a cuestionarse si será posible llegar a nueve,
De paso, también queda rápidamente explicitado que serán “premiados” los que logren
ubicar seis damas, y más aún los que incluyan una séptima.

Esto responde a que el problema tiene una dificultad bastante elevada, y generalmente
en el tiempo de una clase queda sin ser resuelto por ningún grupo. Por lo tanto, dar
mérito a esos logros parciales que en verdad, son tomados como los niños como un
envión anímico a seguir buscando un poco más, para lograr el premio mayor. Sobre todo
cuando ven que otros grupos también alcanzan ese nivel de mérito, lo cual los impulsa
nuevamente a intentar superarlo.

Lo cierto es que este antiguo problema –que el


ajedrecista alemán Max Bezzel (bajo el seudónimo
de (“Scachfreund”) publicó por primera vez en el
“Berliner Schachzeitung” en 1848-, ¡Tiene 92
soluciones distintas!

El problema, ante la ausencia de soluciones exitosas


luego de su primera publicación, fue presentado en
1850 por el Dr. Franz Nauck al Dr. Gauss, quien en un
primer intento encontró 72 soluciones, y en el
segundo, 76. Pero el verdadero récord lo consiguió
posteriormente el propio Dr. Nauck, al hallar las 92
soluciones –producto de 13 posiciones básicas más
sus traslaciones y rotaciones-… ¡Y el Dr. Nauck era
ciego!!
Es muy interesante rastrear todo lo acontecido en el campo de las matemáticas y de la
programación con este antiguo problema. De hecho, en la década del ´60, la revista
“Europe Echess” publicó, en sus ediciones de septiembre y octubre de 1961 y de junio
de 1962, un intenso debate entre los matemáticos L. Albrant y K. Fabel, acerca de la
posibilidad de establecer un algoritmo matemático capaz de hallar todas las soluciones
posibles. Y en 1972, el matemático holandés Edsger Dijstra, utilizó este problema para
desarrollar la teoría de la “programación estructurada”. Incluso, el primer video juego
de computadora comercializado en CDR, “The 7th Guest” (“El séptimo invitado”), tiene
a este problema entre los desafíos que debe resolver el jugador….

En el libro “Ajedrez y matemáticas”, de Karl Fabel, Eero Bonsdorff y Olavi Riihimaa, -


entre otras innumerables fuentes- encontramos algunos elementos muy interesantes
que aportan valor histórico y complejidad matemática al problema planteado. Entre los
más llamativos para mí, cuentan los autores que este problema atrajo la atención del
mismísimo Sam Loyd, que extrañamente no figura en las crónicas entre los que
aportaron a su solución.

De allí –aunque también


consta en innumerables
fuentes- también
extraje el siguiente
cuadro, que nos indica
las posiciones de las
damas en cada una de
las “12 posiciones
básicas”.

Como transposición
didáctica, también
podemos plantear el
mismo problema en escenarios más reducidos. De hecho, desde los inicios mismos de
los tiempos en que el problema salió a la luz –¿Habrá imaginado Frank Bezzel cuánto
revuelo habría de causar con su idea?-, los mismos Gauss y Nauck entre otros,
comenzaron a indagar el problema con n damas, en tableros de n x n casillas.

Así, es fácil advertir que el tablero de 2 x 2 y el de 3 x 3 carecen de soluciones posibles,


pero a partir del de 4 x 4 ya tenemos dos formas de ubicar 4 damas sin que se ataquen.
En uno de 5 x 5 son diez las soluciones, y curiosamente en un tablero mayor, de 6 x 6,
sólo hay cuatro maneras diferentes de ubicar seis damas..

Lo interesante de todo esto para nosotros, es que podemos plantear también el


problema en forma gradual, pasando de un tablero a otro e incorporando una dama
nueva cada vez… ¡¡Y a ver quién se anima con el de 9x9 o el de 10x10!!

Una posibilidad de solución algorítmica


Para proponer una solución de tipo algorítmica, vendrá en nuestro auxilio uno de los
sistemas de notación (el sistema Koch) que compartimos antes: vamos a nominar tanto
a filas como a columnas con un número del 1 al 8, y designar a cada casilla con el número
de dos dígitos determinados por su intersección.
Con esa lógica, distribuiremos las damas respetando el criterio de que cada una se
encuentre en una “decena” diferente -dígito indicador de las columnas-, y a cada una de
ellas corresponda una “unidad” alternativa -representativo de las filas-. Una solución
muy sencilla sería:
11 / 22 / 33 / 44 / 55 / 66 / 77 / 88
La que en el tablero se vería de este modo:
Y resulta evidente que hemos resuelto el problema de columnas y filas –si fuesen torres
en lugar de damas, tendríamos una solución posible- pero claramente no el de las
diagonales.
¿Cómo podemos resolver este asunto? Bueno, veamos que al trasladarme una casilla
diagonalmente, me estoy desplazando un punto en sentido vertical, y un punto en
sentido diagonal. Ese valor puede ser tanto positivo como
negativo, según el punto de referencia: partiendo de a1
hacia h8, ambos valores son incrementales; partiendo de
h8 a a1, ambos valores resultan decrecientes. Y si
orientáramos las damas desde a8 hacia h1 (de 18 a 81),
sucedería que mientras las decenas crecen, las unidades
decrecen. Veamos cómo se nominaría la colocación de las
damas en la gran diagonal blanca:
18 / 27 / 36 / 45 / 54 / 63 / 72 / 81
Bueno… podemos encontrar dos regularidades en las series –erróneas- propuestas: por
un lado, la primera contenía múltiplos de 11, y la segunda, múltiplos de 9. Esta pista no
nos lleva a ninguna parte, pero sí la otra, que está vinculada a las propiedades de la
multiplicación por esos valores: en el primer caso, la resta de los dos dígitos es igual a
cero, y en el segundo caso, la suma de ambas magnitudes es siempre igual a 9.
Por tanto, podemos concluir que la colocación correcta de las
damas en el tablero debe contemplar además de decenas y
unidades que no se reiteren, que no se repitan los resultados
provenientes de la resta de decenas y unidades en cada
término, ni tampoco los de sus respectivas adiciones.
En el caso de nuestra solución, podemos verificarlo claramente:

Numeral 11 25 38 46 53 67 72 84

algebraico a1 b5 c8 d6 e3 f7 g2 h4
Suma 2 7 11 10 8 13 9 12
Resta 0 -3 -5 -2 2 -1 5 4

Otros problemas con damas


Basados en este problema de Bezzel, no tardaron en aparecer muchas otras propuestas
con damas sobre el tablero. Un caso que se podría haber incluido aquí también, es el
que podrán ver en el apartado “Ajedrez para la paz”,
en este mismo capítulo.

Pero hay otras cosas interesantes que se pueden


plantear. La primera, es casi la situación inversa del
problema “de las 8 damas”. Se trata de ubicar cinco
damas sobre el tablero, de modo que dominen
todas las casillas del tablero, excepto las ocupadas
por ellas mismas.

En el diagrama muestro una de las… ¡4860


soluciones posibles! Y sinceramente, aunque sean
tantas, les garantizo que no es sencillo encontrar al
menos una.

Pero podemos complejizar aún más el problema, y pedir que se encuentre una solución
en el que las damas… ¡Ataquen también las casillas que ellas ocupan!

Esta nueva versión del problema reduce muchísimo el universo de las soluciones
posibles, y lo lleva a ¡¡“tan sólo” 61 posibilidades!! Acompaño aquí las más conocidas de
ellas –¡Y observen la regularidad de que están todas alineadas vertical o diagonalmente
sobre el centro del tablero!-, y les dejo nada más y nada menos que otras 59 para que
se entretengan…

Otro problema que reviste cierto interés a nivel de desafío, es el de ubicar dieciséis
damas sobre el tablero, de manera que haya solo dos en cada columna, en cada
horizontal y en cada diagonal.

Se puede jugar una mini competencia, anotándose un punto a cada equipo, por cada
línea con dos damas que haya obtenido en la solución que presenta. El problema es muy
interesante para que los chicos puedan reconocer la totalidad no sólo de columnas y
horizontales, cuya visualización es inmediata e intuitiva, sino también de las veintiséis
diagonales del tablero, que lo surcan en uno y otro sentido,
desde las más largas hasta las más cortitas…

La posición completa es la que muestro en el diagrama.

Y siguiendo con las dieciséis damas, otro muy interesante


desafío, aunque por lo complejo de la pregunta puede
resultar un tanto desestimulante, es el de ubicar esa
cantidad de reinas de manera que cada una amenace a
otras tres, y sólo tres.

Lo más notable del problema está en su solución, que


como pueden apreciar en el diagrama, tiene mucha
sencillez estética, y sorprende justamente por eso. Y de
paso es una gran lección acerca de la geometría del
tablero.

Para facilitar la solución del problema, sugiero que el


docente ubique algunas de las damas –digamos cuatro
o cinco-, con lo cual también habrá dado una pista
importantísima acerca de la ubicación de las demás. Por
ejemplo, se pueden ubicar las de los cuatro rincones,
con lo cual está claro que estas cuatro cumplen con el cometido, y al tiempo que es una
“ayuda”, también disuade de ubicar otras damas en relación a estas, lo cual es un error
de razonamiento intuitivo… ¡¡Pero eso es fácil decirlo conociendo la solución!!

Situaciones similares con otras piezas

Reyes y alfiles

Del mismo modo que con damas y caballos, aunque en muchísimo menor medida, las
demás piezas del juego han sido también objeto de inspiración para producir problemas
que desafíen nuestra capacidad de razonamiento lógico y pongan a prueba nuestro
ingenio. Y de paso, nos han dejado un exquisito arsenal de recursos didácticos, que
podemos trabajar en el aula de manera ´cruda´, tal como fueron concebidos, o a partir
de algún tipo de transposición didáctica que acerque la dificultad del desafío a las
posibilidades de resolverlo con que cuentan nuestros pequeños alumnos.

De los muchísimos problemas de esta naturaleza que se pueden proponer, voy a mostrar
coordinaciones de reyes y alfiles, por separado, y con objetivos idénticos a los que vimos
con damas.

¿Cuál es el menor número de reyes que se necesitan para cubrir todo el tablero de
ajedrez? ¿Cuál el menor número de alfiles?

A continuación muestro una de las posibles soluciones para cada una de estas
interrogantes: es muy fácil descubrir que harán falta doce reyes para lograr dominar las
64 casillas del tablero, y que con diez alfiles –cinco en casillas blancas y cinco en casillas
negras, y esto es muy instructivo- cumplimos idéntico objetivo.
Una segunda cuestión con estas mismas piezas y en la misma línea de los problemas
anteriores, nos podemos preguntar: ¿Cuántos reyes se pueden colocar –como máximo-
en un tablero de ajedrez sin que se ataquen mutuamente? ¿Y cuántos alfiles?

Una vez más, las soluciones son bastante sencillas de encontrar, pero nos hablan de las
propiedades de estas piezas, y nos ayudan a reconocer sus modos de transitar el tablero.
A diferencia de los problemas de las damas y los caballos, estos con reyes y alfiles
podrían ser planteados en etapas iniciales de aprendizaje del juego, e incluso asociados
a la enseñanza de sus propios movimientos.

En cuanto a las soluciones, tenemos que se pueden ubicar un máximo de dieciséis reyes
sin que se ataquen entre sí, y no más de catorce alfiles que cumplan la misma condición.
Aquí, un ejemplo de cada uno.

Movilidad
Max Bezzel –el ya mencionado autor del problema “de las 8 damas”, publicó también
en 1848 y en el mismísimo “Schachzeitung” –desconozco si en el mismo número de la
revista- un problema referente al espacio en el tablero y la coordinación de las piezas,
que puede sernos de utilidad a modo de desafío lúdico, proponiendo una vez más, ver
quién alcanza el mayor ´récord´ en relación al mismo.

La propuesta es simple: distribuir las ocho figuras sobre el tablero de modo que
dispongan de la mayor cantidad de movidas posibles entre la suma de todas ellas.

La máxima suma alcanzada es de cien movimientos, y la disposición de piezas que logra


tamaña hazaña es la que se muestra en el diagrama.

Con esta disposición, cada pieza alcanza la siguiente cantidad de posibles movimientos:

Dama: 23

Torre (c7): 14

Torre (g5): 14

Alfil (d4): 13

Alfil (e4): 13

Caballo (d6): 7

Caballo (f4): 8

Rey: 8

Lo que totaliza, como anticipaba, las cien jugadas posibles a las que me refería. Quiero
llamar la atención acerca de la virtuosa posición, con piezas menores centralizadas, y
con una disposición en la que no se obstruyen las unas a las otras. Solo el caballo de d6
no domina las ocho casillas que corresponden a su “rueda” ideal, y la dama alcanza a
veintitrés de las veintisiete que podría lograr desde un cuadro central. Presten atención
también a la ubicación del rey, que pudiendo alcanzar a ocho casillas desde cualquier
cuadro que no sea de borde, está justo en d2, donde no obtura a ninguna de las demás
piezas.

El extremo opuesto del problema, que también nos ayuda a ilustrar acerca de buenas y
malas configuraciones de piezas, es plantear -tal como lo hace Karl Fabbel en el citado
libro “Ajedrez y Matemáticas”-, es encontrar la distribución de piezas de menor
movilidad posible.

La posición que se muestra en el libro –y que no he


podido “mejorar”- es la del diagrama.

Aquí vemos que torres, alfiles y dama tienen una


movilidad igual a cero, por encontrarse
completamente obturadas por las demás piezas. Y
que los caballos, además de “tropezar” con sus
compañeras, se encuentran en posiciones de
“rueda incompleta”, alcanzando entre ambos un
total de siete opciones de movimiento, que
sumadas a las tres del rey, dan el total de diez movidas de que disponen las ocho piezas
blancas en conjunto. ¡El contraste es brutal!

También podemos hacer notar desde este hallazgo, como la posición de las piezas en un
rincón del tablero nos quita movilidad de manera dramática, con lo cual podemos
reforzar de modo contundente el concepto de centralización.

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