El Jesús Histórico y El Cristo de La Fe
El Jesús Histórico y El Cristo de La Fe
El Jesús Histórico y El Cristo de La Fe
Hecho Cristiano
2021-I
16 de abril del 2021
crítica -acaba de aparecer la historia como ciencia- y en que pueden contar con dos
fuentes “históricamente fiables, por puras”: el evangelio de Marcos y la “Quelle”
(conocida como fuente “Q”, colección de dichos de Jesús, aunque contiene también
algún relato de sus hechos, utilizada por Mateo y Lucas para redactar sus respectivos
Evangelios).
Una corriente contraria (Schweitzer, Kähler, Bultmann): El Cristo que nos ofrecen los
Evangelios, el Cristo bíblico interpretado desde la fe, es el verdadero. El Jesús que
llaman histórico, objeto de la investigación liberal (hecho puro), es irrelevante para la
fe. El más significativo es Rudolph Bultmann (1884-1973)
Algunas convicciones de Bultmann:
+ El Jesús histórico es inaccesible a la investigación científica. Este escepticismo viene
avalado por el intento frustrado de la investigación realizada de todo un siglo.
+ La cuestión del Jesús histórico es teológicamente irrelevante y hasta ilegítima.
Irrelevante, porque la historia de Jesús está situada en el seno del judaísmo y no ofrece
interés para la fe cristiana, que comienza propiamente con la Pascua
+ Los relatos evangélicos son expresión de la fe que nace con la Pascua, fruto de la
fuerza creadora de las primeras comunidades cristianas. No pueden, en consecuencia,
ser considerados como fuentes documentales para un estudio histórico sobre Jesús.
+ Lo que realmente importa es el kerigma en cuanto anuncia la salvación, ofrece el
perdón y llama a una existencia nueva, auténtica. El kerigma es lo primero. Ir más allá
de él para buscar al Jesús histórico supondría ir tras el “Cristo según la carne”, que,
como sostiene Pablo, ya pasó.
Entre esa predicación primera y la figura histórica de Jesús apenas puede encontrarse
continuidad alguna. Lo cierto es que interesa tan sólo el hecho mismo de la existencia
de Jesús, y no ya su personalidad moral, ni su acción y mensaje. La discontinuidad o
ruptura entre la fe y la historia es casi total. Según Bultmann, la fe no sólo puede
sino que debe entenderse y vivirse al margen de la historia de Jesús.
3..2. New Quest: 1953- 1980 (“la nueva búsqueda o la “segunda búsqueda”
El acuerdo parece general: no es posible reconstruir la biografía de Jesús, es decir, la
historia completa de su vida. Desautorizada así la “vieja búsqueda” ¿sería igualmente
preciso renunciar a toda búsqueda de Jesús? Al responder a esta última pregunta no
todos compartieron el escepticismo radical de Bultmann. Precisamente algunos de sus
más aventajados discípulos se separaron en este punto de su maestro y propusieron una
“nueva búsqueda” del Jesús histórico. Al hacerlo iniciaron una también nueva etapa en
la historia de nuestra cuestión.
Tampoco es difícil señalar el punto de partida de esta nueva etapa. Los estudiosos están
de acuerdo en que su inicio debe situarse en el año 1953, con la conferencia
pronunciada por E. Käsemann (1906-1998) en Marburgo y después publicada con el
título “El problema del Jesús histórico”. (Cf. KASEMANN, Ernst. Ensayos exegéticos.
Salamanca: Sígueme, 1978, p. 159-189.)
Käsemann, separándose de las posiciones radicales de Bultmann, a quien, no obstante,
sigue considerando su maestro, afirma que la discontinuidad establecida por éste entre
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el Cristo del kerigma y el Jesús histórico tiene el gran riesgo de convertir a Cristo en un
mito. La oposición a la investigación liberal- que Käsemann mantiene con vigor- “no
debe amparar una renuncia resignada ante el problema de la personalidad de Jesús ni
permitir que se ponga en duda la importancia de la historia para la fe, que se afirma
evidentemente en los evangelistas”. En realidad si bien es cierto “que no es posible
comprender al Jesús terreno si no es a partir de pascua...tampoco es posible captar
adecuadamente el significado de pascua si se prescinde del Jesús terreno” (Op. cit.,
p. 169). En consecuencia, Käsemann postula una investigación sobre los Evangelios
que permita verificar que entre la predicación de Jesús y el kerigma apostólico media
una continuidad real: “En mi opinión -afirma- , se trata de señalar que de la oscuridad
de la historia de Jesús brotan ciertos rasgos característicos de su predicación,
perceptibles con una relativa exactitud, y que la cristiandad primitiva asoció a su propio
mensaje”.
Aquí nos interesa subrayar que los autores de la “new quest” coinciden en señalar cierta
continuidad real entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.
Para expresar esa continuidad entre el Cristo de la fe y el Jesús histórico los estudiosos
de la “new quest” recurren al concepto de “Cristología implícita o indirecta”,
introducido por H. Conzelmann. Con este concepto quieren decir que aunque los títulos
que la cristología de la Iglesia fue atribuyendo a Jesús no fueron utilizados por él, la
investigación histórica permite descubrir que tales títulos son como la explicitación
coherente de la “increíble pretensión de autoridad” de Jesús, de su conciencia única de
ser el mediador del plan salvífico de Dios en la historia. Esta pretensión y conciencia,
dotadas de una singularidad especial, autorizan el surgimiento posterior de la cristología
de los primeros siglos, por ser su explicitación, hecha, eso sí, a partir de la ruptura
pascual y de la fe por ella generada.
La “new quest”, protagonizada por los grandes discípulos de Bultmann, con su nueva
manera de plantear la cuestión del Jesús histórico, suscita , en el ámbito de la teología
sistemática y de la exégesis, un amplio movimiento de renovado interés por encontrarse
con Jesús de Nazaret.(Cf. LATOURELLE) Pero al menos interesa destacar que aunque
en el punto de partida de todo ese movimiento hay una convicción común -reconstruir la
vida de Jesús, tal como pretendieron los investigadores de la Escuela liberal, es una
pretensión imposible y además innecesaria-, se va llegando a la convicción de que
podemos saber algo acerca de Jesús y que ese algo, pese a ser poco, es de importancia
decisiva pues nos permite encontrarnos con la singularidad única y transformante de
Jesús y contar con unas pautas fundamentales para saber en qué consiste su
seguimiento.
3.3. “Third Quest” (La tercera búsqueda)
Algunos estudiosos consideran que con los años 80 se abre una nueva etapa en la
investigación sobre el Jesús histórico, que presenta con la anterior notables diferencias.
Esta etapa, en la que estamos actualmente, que por seguir a la “old” y “new” quest, se
conoce con el nombre de “third quest” (tercera búsqueda).
1. Preocupación por reinsertar a Jesús en su hogar de origen, enraizándolo así en el
seno de su pueblo judío. Han contribuido de forma decisiva a esa reinserción
los importantes trabajos sobre Jesús publicados por sabios judíos* y los estudios
de los documentos descubiertos en Qumrán. (Buber, Ben-Chorin, Daube,
Flusser, Hurwitz, Lapide, Vermés, Winter)
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4. La “third quest” realiza sus estudios sobre Jesús desde una perspectiva
interdisciplinar. Se concede un papel importante a los datos que pueden
proporcionar las ciencias sociales, sobre todo la sociología y la antropología
cultural. Basta leer la importante y discutida obra de J. D. Crossan - Jesús: vida
de un campesino judío- para darse cuenta de ello.
En los estudiosos de esta tercera búsqueda la preocupación por conseguir una
metodología rigurosa de investigación histórica prima sobre las preocupaciones y
finalidades teológicas. Los autores enclavados en esta tercera etapa suelen tener más
confianza en las posibilidades de llegar al Jesús de la historia que la que tenían los
discípulos de Bultmann que iniciaron la “new quest”. Y esto aunque los resultados
finales a que se lleguen sean marcadamente iconoclastas.
Contrastando con la “new quest”, que se había desarrollado especialmente en el mundo
alemán, la “third quest” se está realizando en el mundo anglosajón. Y es curioso y
también preocupante verificar que existe hoy entre ambos mundos, en este campo de la
investigación sobre Jesús, un gran desconocimiento mutuo.
Conviene finalmente advertir que entre los estudiosos de la “third quest”, pese a las
características citadas que confieren a sus estudios ciertos rasgos comunes, existen
diferencias notables, sobre todo a nivel de las conclusiones que extraen de sus
investigaciones. Por ejemplo, SANDERS y MEIER subrayan la dimensión escatológica
del mensaje y de la vida de Jesús (Jesús, profeta escatológico y no reformador social),
CROSSAN y HORSLEY subrayan la dimensión social y presentan a un Jesús promotor
de una profunda revolución social (Jesús, profeta social y no escatológico).
Se discute también, finalmente, acerca de la imagen más adecuada de Jesús. Entre los
autores de la “third quest” se dibujan distintas imágenes, según se prioricen unos u otros
rasgos. R. Aguirre recuerda las siguientes: mago (M. Smith), carismático (Vermes,
Borg), exorcista (G. H. Twelftree), profeta social (Horsley, R. D. Kaylor), sabio o
maestro (Crossan, Mack), sanador, profeta escatológico (Sanders, Meier). Aunque es
verdad que tales imágenes -o, al menos, algunas de ellas- no se excluyen entre sí, queda
abierta la cuestión de encontrar una cada vez más adecuada caracterización de la figura
histórica de Jesús de Nazaret.
Consideraciones finales.
Podría pensarse, al considerar las cuestiones discutidas por la “third quest”, que nos
encontramos en la actualidad, en esta cuestión de la investigación sobre el Jesús
histórico, en una especie de callejón sin salida, al no lograr los estudiosos ponerse de
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