EL APICULTOR Un Ladrón Se Introdujo en Casa de Un

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EL APICULTOR Un ladrón se introdujo en casa de un apicultor durante

su ausencia, robando miel y panales. A su regreso, el apicultor,


viendo vacías las colmenas, se detuvo a examinarlas. En esto, las
abejas, que volvían de libar y lo encontraron allí, lo picaron con
sus aguijones y lo maltrataron horriblemente. —¡Malditos bichos —
les dijo el apicultor—, dejaron marchar sin castigo al que les había
robado los panales, y a mí, que los cuido con cariño, me hieren de un
modo implacable. Moraleja: Muchas veces sucede que vemos con
desconfianza a nuestros amigos, pero por ignorancia le tendemos la
mano a quien es nuestro enemigo.

EL AVARO Y EL ORO
Un avaro vendió todo lo que tenía de más y compró una pieza de oro,
la cual enterró en la tierra a la orilla de una vieja pared y todos
los días iba a mirar el sitio. Uno de sus vecinos observó sus
frecuentes visitas al lugar y decidió averiguar qué pasaba. Pronto
descubrió lo del tesoro escondido y, cavando, tomó la pieza de oro y
se la robó. El avaro, en su siguiente visita, encontró el hueco
vacío, y jalándose sus cabellos se lamentaba amargamente. Entonces
otro vecino, al enterarse del motivo de su queja, lo consoló
diciéndole: —Da gracias que el asunto no es tan grave. Ve y trae una
piedra y colócala en el hueco. Imagínate entonces que el oro aún está
allí. Para ti será lo mismo que aquello sea o no sea oro, ya que de
por sí no harías nunca ningún uso de él.
Moraleja: Valora las cosas por su utilidad, no por su apariencia.

EL EMBUSTERO Un hombre enfermo y de escasos recursos prometió a los


dioses sacrificarles cien bueyes si lo salvaban de la muerte.
Queriendo probar al enfermo, los dioses lo ayudaron a recobrar
rápidamente la salud, y el hombre se levantó del lecho. Pero como no
poseía los cien bueyes prometidos, los modeló con sebo y los llevó a
sacrificar a un altar, diciendo: —¡Aquí tienen, oh, dioses, mi
ofrenda! Los dioses decidieron burlarse, a su vez, del embustero, y
le enviaron un sueño que lo instaba a dirigirse a la orilla del mar,
donde inmediatamente encontraría mil monedas de plata. No pudiendo
contener su alegría, el hombre Corrio a la playa, pero allí cayó en
manos de unos piratas que luego lo vendieron como esclavo. Y fue así
como encontró las mil monedas de plata. Moraleja: Quien trata de
engañar, termina engañado.

EL LOBO FLAUTISTA Y EL CABRITO Un cabrito se rezagó en el rebaño y


fue alcanzado por un lobo que lo perseguía. Se volvió hacia este y le
dijo: —Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo.
Pero para no morir sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última
vez. Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron
el ruido y salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se
dijo el lobo: —Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo
yo cazador, no debí meterme a flautista. Moraleja: Cuando vayas a
efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus capacidades y
las circunstancias, para valorar si podrás salir adelante.

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