PSEA Wilner
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Alejandro Wilner
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Sabemos que el concepto que definamos para el proceso salud – enfermedad – atención –
cuidado (PSEAC) determinará el modo en que analicemos tanto lo referente a su génesis
como a las prácticas de atención y la prioridad sobre lo individual y lo colectivo, lo
integral o lo específico, lo sectorial o lo intersectorial, en definitiva la mirada compleja o
no de, percibir, comprender y analizar este proceso.
Para comenzar podemos referirnos a la definición de salud de la OMS, así este organismo
de Naciones Unidas la define como el completo estado de bienestar bio – psico – social y
no solamente la ausencia de enfermedad. Esta definición data de mediados de la década
del 40 y pretende poner en debate que la salud es mucho más que la ausencia de la
enfermedad, que implica bienestar, que para poder alcanzarla es necesario trascender lo
biológico (o, mejor dicho, lo biomédico) para dar cuenta también de cuestiones en el
campo de lo psicológico pero también de lo social.
Esta definición implica una ruptura con el paradigma a partir del que se organizan los
servicios de salud (determinados por las investigaciones de Abraham Flexner a principios
del siglo XX), pero también con los modelos causales que definen a las enfermedades –
en forma excluyente - a partir de causas biológicas, aún cuando incluyeran a lo social
pero no como determinante, sino de un modo descriptivo y subsidiario. Debatamos un
poco más acerca de esto.
Una primera conclusión que podemos extraer del concepto de salud de la OMS es que es
demasiado amplio, define que para estar sano no alcanza sólo con no estar enfermo, sino
que es necesario estar bien (bienestar) en diferentes aspectos de la vida cotidiana. Esta es
una evidente ventaja ya que amplia el concepto y asocia a la salud con la defensa de la
vida en su totalidad, vinculándola fuertemente con el derecho ciudadano y otorgándole
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categoría de derecho universal para todos aquellos que defienden la vida. Podemos
también ver el otro lado de la moneda de esta definición, su evidente amplitud hace que
pueda ser asumida como una utopía imposible de alcanzar, una idealización, que hace
necesaria su operacionalización para acotarla y concretizarla a los efectos de desarrollar
procesos de trabajo concretos en salud. Esto, paradójicamente, podría suponer asumirla
como el contrario de la enfermedad constituyendo así un reduccionismo insoportable
respecto de la definición original.
Para abordar este debate, es necesario reflexionar acerca de si es posible definir clara y
universalmente una situación pura de salud diferente y contraria con otra de enfermedad.
La respuesta a este dilema, siendo coherentes con lo que venimos desarrollando hasta
aquí, es que por supuesto que no es posible plantear esta relación como antagónica y
claramente diferenciada, sino que es necesario pensar en un proceso donde los tránsitos
entre un estado (salud) y otro (enfermedad) son paulatinos y, muchas veces,
imperceptibles.
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desencadena una serie de acciones destinadas a rehabilitarlo en su condición de sano
(tanto en términos individuales como colectivos)1.
Sin embargo, si pensamos en los problemas que más frecuentemente afectan la salud de
las poblaciones de nuestras ciudades y países, encontramos determinantes que no son tan
fácilmente identificables e individualizables y, por otro lado, es también más difícil
indicar cuál es el momento en que se transita entre la salud y la enfermedad.
Compartamos algunos ejemplos que pueden ayudarnos a comprender esto: si tomamos
las causas de muerte en edad productiva en la región de las Américas vemos que las
enfermedades crónicas no transmisibles encabezan las frecuencias (OPS, 2009), esto
implica que enfermamos y morimos por enfermedades crónicas vinculadas con la forma
en que desarrollamos nuestra vida cotidiana (enfermedades neoplásicas, cardiovasculares,
neurovasculares, nutricionales).
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Por supuesto que hacemos un análisis pedagógicamente simplificado de estas situaciones, ya que resulta
obvio que sumados a los determinantes biológicos que estamos desarrollando en este párrafo, aún en estas
situaciones tan polares, los determinantes sociales juegan un papel fundamental y condicionan al PSEAC,
tanto como en las situaciones de las enfermedades crónicas no transmisibles que desarrollaremos más
adelante.
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El proceso salud – enfermedad – atención – cuidado vincula en un continuo temporal
e histórico a la salud, a la enfermedad y a las prácticas técnicas y sociales que se
generan para dar cuenta de él. Es el resultado de la interacción del ser humano consigo
mismo, con los demás, con el ambiente natural y con las formas de organización
social.
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Cuadro Nº 1:Paradigmas sobre el PSEAC y los modelos de atención
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Acerca de los determinantes sociales
Así, pensar en DSS implica que – como lo venimos planteando - los problemas de salud
se generan en las condiciones de vida de las poblaciones con las que trabajan los
servicios de salud. Esto implica que, entonces, los trabajadores de salud son promotores
de mejores condiciones de vida – y por lo tanto de salud - al mismo tiempo que
incentivan el ejercicio del derecho a la salud. Por otro lado, queda claro también que
aquellas personas que viven en peores condiciones materiales de existencia tendrán más
riesgo de enfermar y morir que aquellos grupos poblacionales con mejores condiciones
por lo que entre estos grupos, los indicadores sanitarios (tasa de mortalidad, morbilidad,
prevalencias e incidencias de patologías específicas, etc.), son determinados por esas
diferencias en las condiciones materiales de existencia.
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Hablamos de “causas” (entre comillas) de manera de marcar la diferencia con la conceptualización que
hacen de ellas otros paradigmas que analizan el PSEAC. Entendemos que las relaciones son de
determinación causal, que requieren un conjunto de determinantes y condicionantes para poder sustentar el
problema de salud, afirmamos que las relaciones de causa y efecto no son posibles en salud, sino que es
necesario que las “causas” (determinantes y condicionantes) actúen conjuntamente sobre los sujetos. Como
ejemplo podemos plantear que no es suficiente el contacto con el M. tuberculosis para padecer la
enfermedad, sino que resulta imprescindible un conjunto de determinantes con diferente potencia causal
para poder desarrollarla.
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Siguiendo esta lógica, Marmot y Wilkinson (1999) acuñan el concepto de gradiente
social de la salud al que definen como aquél indicador que da cuenta de las
desventajas materiales y los efectos de la inseguridad, la ansiedad (social) y la falta de
integración social. Así este gradiente es interesante a la hora de analizar las
condiciones de salud de las poblaciones sobre las cuales los sistemas y los servicios de
salud tienen responsabilidad.
Aproximarse a los procesos productores del PSEAC a partir de los DSS nos permite
generar acciones efectivas e integrales, que van en el camino de abordar más
concretamente las inequidades en salud. En este sentido, los DSS son factores promotores
de la integralidad, la intersectorialidad y la transdisciplina. Asimismo este abordaje
permite una mirada crítica de las políticas sanitarias, ya que si bien los problemas de
salud se fundamentan en las condiciones de vida (tal como lo venimos desarrollando), la
mayoría de las acciones de los sistemas y las políticas de salud, se orientan hacia el
abordaje de enfermedades específicas.
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Sabemos que la explicación que estamos dando en este texto simplifica casi en forma extrema este
problema de salud, pero nuestro interés es poder graficar la importancia de pensar los problemas de salud a
través de los DSS y no abordar este problema de salud específico.
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Desde el abordaje de los DSS las acciones que se desarrollarán para dar cuenta de este
problema de salud deberían contemplar estas diferencias sociales; queda claro que no se
le puede decir al obeso en condiciones de pobreza que coma “saludable” (a pesar que es
una indicación habitual en los servicios de salud) cuando los precios de los alimentos
sanos es inalcanzable, los parques no existen en la cercanía de su urbanización y además
trabaja 14 o 16 horas al día.
Por otro lado, la influencia de los DSS es histórica, tal como se visualiza en varias
situaciones sanitarias, por ejemplo en la talla de los niños en nuestros países. Si tomamos
grupos de escolares, veremos que aquellos que viven en zonas más pobres tendrán una
talla más baja (en promedio) que aquellos más favorecidos económicamente; como
sabemos esto se debe a que durante la vida intrauterina y en los primeros 2 años de vida,
esos niños recibieron nutrientes de menor calidad y, por lo tanto, “sacrificaron” su talla.
Esto implica una expresión biológica de la desigualdad social y no una consecuencia
del impacto de condicionantes biológicos (etnias) en la talla de los niños4. Este ejemplo
(junto con muchos otros que es ocioso presentar en este momento) indica que
incorporamos el mundo material y social en nuestra biología desde una perspectiva
histórica, tanto desde lo individual como desde lo colectivo.
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Evidencia de esto es la formulación de tablas de talla, peso e índice de masa corporal por parte de la OMS
para su uso en diferentes países, comparando contra un estándar internacional confeccionado a partir de la
medición de grupos de niños a lo largo y a lo ancho del mundo.
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Los determinantes sociales de salud en acción:
En la figura, los autores, plantean como los DSS influyen sobre el PSEAC desde una
esfera más macro (las condiciones generales, socioeconómicas, culturales y
medioambientales) hasta llegar a cada individuo y su sociedad, mediando los factores de
edad, de género y hereditarios en el proceso individual. La virtud que encontramos en el
esquema presentado es que es fácil visualizar la determinación que va desde lo más
general a lo particular, pero también inferir que las relaciones de condicionamiento
circulan desde lo particular a lo general, lo que otorga una interesante movilidad en la
trama social en general y la del PSEAC en particular.
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Veamos como pensamos el gráfico presentado en una situación ejemplificadora.
Supongamos que se instala una industria que contamina el medio ambiente, en un espacio
territorial que ya estaba modificándose por acción del calentamiento global (nivel
macro); esto produce un deterioro de las capacidades productivas agroalimentarias que
ponen en riesgo la seguridad alimentaria. Esta acción es mucho más importante en
condiciones donde se concentra el desempleo, los bajos niveles de educación formal y la
provisión deficiente de agua y servicios sanitarios (donde se agrega mayor prevalencia de
diarreas y, consiguientemente, malnutrición) (nivel de condiciones de vida y trabajo).
Los impactos sobre las condiciones de salud de la población en aquellas situaciones en
las que las redes sociales y comunitarias no tengan desarrollo será diferente que en
aquellas en que las redes sean continentes y funcionen adecuadamente; en la primera
aumentarán seguramente la incidencia de desnutrición y muertes infantiles, en tanto en la
segunda este impacto podría ser incluso nulo. Por otro lado, si pensamos en el nivel de
factores de estilo de vida individual existirían grupos poblacionales que serían más
afectados y otros menos, por ejemplo los niños menores de 1 año con madres que han
desarrollado el hábito de fumar tendrán más riesgo. Finalmente en el nivel de edad, sexo
factores hereditarios, como decíamos, el riesgo será mayor, por ejemplo, en los menores
de 1 año.
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desalentar hábitos perjudiciales para la salud o mejorar las condiciones biológicas son de
indudable utilidad. Como se ve puede intervenirse en todos los niveles, pero esta
posibilidad dependerá del actor y su poder, sin embargo es necesario pensar en acciones
intersectoriales e integrales, así como inter y transdisciplinarias a la hora de pensar
los problemas de salud desde el paradigma de los DSS.
Un nivel que consideramos esencial en este efecto de condicionamiento de los niveles
inferiores sobre los superiores, es el de las redes sociales y comunitarias, ya que impacta
“hacia abajo” (sobre los estilos de vida y las condiciones personales), pero también
“hacia arriba” (sobre las condiciones de vida y de trabajo y las condiciones generales).
Asumimos, entonces, a las redes sociales como mediadoras de los DSS ya que desde este
nivel es posible transitar desde un enfoque biomédico (característico del paradigma
médico asistencial) a un enfoque político social y relacional (propio de la salud
colectiva).
Las redes sociales y comunitarias son el nivel mediador de los DSS, permiten transitar
desde un enfoque biomédico del PSEAC hacia un enfoque relacional que privilegia la
gestión de actores sociales en situación de los contextos que determinan los problemas
de salud. Viabilizan la transformación de comportamientos sociales (constitutivos de
los estilos de vida) así como de los niveles de condiciones de vida y trabajo y los
generales a través de un proceso de puja y organización política de los actores
sociales.
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Asimismo, la posibilidad que las relaciones de condicionamiento impacten sobre los
niveles de condiciones de vida y generales a partir de las redes sociales y comunitarias
(nivel de los actores sociales), requiere la promoción de la conciencia sanitaria5
(Berlinguer, 1994) en los colectivos sociales.
En este apartado definiremos, en una primera instancia, los conceptos de campo y sector
salud para luego pensar conjuntamente cómo se vincula con esta lógica lo trabajado
respecto de los DSS y el PSEAC y como definimos entonces los abordajes de los
problemas de salud.
Siguiendo a Fleury (2009) afirmamos que “…se entiende que el campo de la salud
incluye un conjunto de dimensiones englobadas en la determinación social del proceso
salud – enfermedad – atención, mientras que el sector salud refiere al conjunto de
instituciones, recursos tecnológicos y humanos6 que conforman las políticas, programas
y servicios de salud dedicados a la atención y el cuidado, desde la promoción y
recuperación hasta la rehabilitación. Las instituciones que influencian el sector salud
son tanto nacionales como internacionales, tanto políticas - como por ejemplo la OMS –
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Siguiendo lo planteado por Berlinguer (1994) definimos a la conciencia sanitaria como el conocimiento
(en realidad la toma de conciencia) por parte de los colectivos sociales (actores) de la determinación social
del PSEAC, más allá de las causas biológicas que históricamente fueron expresadas como únicas causas.
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Tal como plantea Testa (1995), no acordamos con referir a recursos humanos, ya que las personas no son
recursos sino, justamente, personas, sujetos con una determinación histórica y social con deseos e intereses.
Así nos parece más adecuado hablar de personal cuando abordamos la temática de la fuerza de trabajo en
las organizaciones de salud.
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como económicas como las empresas multinacionales que producen los insumos para el
sector salud”.
A partir de lo que planteamos en el párrafo precedente, queda claro que los problemas de
salud (determinados en el campo de la salud), no pueden ser abordados integralmente
desde el sector salud. Esto es así porque las instituciones, los recursos tecnológicos, el
personal que conforman las políticas, programas y servicios de salud sólo pueden dar
cuenta de los procesos de atención de la salud y generación de cuidados específicos (para
usar una terminología que no es adecuada al paradigma desde donde estamos pensando
esta problemática – a pesar de tener gran difusión en el sector salud - en el arco que va
desde la promoción específica hasta los procesos de atención, recuperación y
rehabilitación) que son, sin dudas, necesarios pero no suficientes.
Ya a esta altura del debate, nos queda claro que para abordar efectivamente los DSS es
necesario intervenir desde el campo de la salud, desde la sociedad donde la población
desarrolla sus actividades cotidianas, su trabajo, su descanso, su vida de relación, en fin,
la totalidad de las acciones que hacen al vivir. Ahora bien, este abordaje desde el campo
requiere una mirada histórica y social, donde variables culturales, económicas, políticas,
sociales, deben ser incluidas. Sin embargo, el sector salud no está preparado para hacerlo,
la perspectiva disciplinaria no le permite abordar problemáticas que le son ajenas en
términos formativos y estructurales, por eso es necesario (en realidad imprescindible) la
generación de enfoques interdisciplinarios7 que viabilicen los abordajes complejos en el
campo de la salud. Profundicemos un poco más en este debate…
7
En este capítulo referimos a relaciones interdisciplinarias y transdisciplinarias, entendiendo a la primera
como la interacción de diferentes disciplinas científicas para la indagación de un problema social, en la que
cada una de las disciplinas interactúa con las demás, compartiendo “miradas”, objetivos, marcos teóricos,
incluso metodologías, pero preservando su individualidad. En cambio, cuando referimos a transdisciplina
estamos pensando en una integración real de cada uno de los puntos que señalamos anteriormente, con tal
intensidad que dan origen a una nueva perspectiva disciplinaria. Por supuesto que esta es una aproximación
quizás poco rigurosa a esta temática, pero nos permitimos hacerlo en este contexto teniendo en cuenta la
finalidad del presente texto.
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Como venimos planteando hasta el momento, los problemas de salud son en realidad
problemas sociales, con una determinación compleja, donde intervienen numerosas
dimensiones de la realidad – de manera inestable y muchas veces desconocida – y en los
que varios actores sociales imponen su impronta y, además, dinamizan esta problemática.
Es decir que los problemas sociales son históricos, multidimensionales y multiactorales
en su desarrollo y en su sostenimiento; así los emergentes de esa situación problemática
pueden ser (y de hecho son) de salud, pero también de otras disciplinas. Les proponemos
un ejemplo para poder ser más claros.
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El desarrollo del ejemplo implica que cada uno de los problemas de salud de los que
debemos dar cuenta tiene variación en cada uno de los territorios donde se suscita, por lo
que merece no sólo un abordaje interdisciplinario sino también particular y situacional;
así queremos decir que cada uno de estos problemas, si bien es nominado de la misma
manera, en realidad será diferente en razón de la relación entre los DSS, los actores
sociales que se involucran en él y las organizaciones que intervienen para su gestación,
mantenimiento y abordaje.
Disciplinas: unidimensionales,
Disciplinas: unidimensionales,
Disciplinas: unidimensionales,
ahistóricas, asociales
ahistóricas, asociales
ahistóricas, asociales
ahistóricas, asociales
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Pensemos en un bebe que comienza a jugar con formas, al principio intentará que las
pirámides quepan en los círculos, los cuadrados en los triángulos y las esferas en los
cuadrados; pero con el tiempo – luego de varios intentos frustros – aprenderá que debe
hacer coincidir las figuras con las formas ya que de otra manera no podrá concluir el
juego con éxito. Muchas veces intentamos que los círculos quepan en los triángulos y si
no lo hacen nos enojamos, culpamos a los círculos y los tallamos de tal manera que
logramos que entren donde queremos.
En conclusión, es necesario ampliar la mirada desde el sector salud, toda vez que
asumimos que la determinación del PSEAC es social (en consonancia con lo que plantea
la OMS en su informe sobre determinantes sociales, OMS 2008). Esta es la manera en
que pueden abordarse las inequidades en salud, el modo en que puede comprenderse la
génesis de los problemas sanitarios, pero no basta sólo con comprender la vinculación
causal entre determinantes y resultado sanitario, sino que es necesario componer una
metodología de intervención, que sin dudas debe basarse en miradas interdisciplinarias,
tendiendo a la construcción de abordajes transdisciplinarios.
América Latina tiene el dudoso galardón de ser la región más inequitativa del mundo,
esto sin lugar a dudas repercute sobre las condiciones de salud de la población y, a la vez,
se manifiesta en las diferenciales de morbimortalidad así como de los perfiles
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Cuando hablamos de inequidad nos referimos a desigualdades injustas no atribuibles a diferencias
biológicas sino a diferencias sociales. Son ejemplos evidentes del no ejercicio de los derechos ciudadanos,
entre ellos el acceso a los servicios de salud, pero también de alimentación, de educación, justicia,
transporte, sanitarios, trabajo, vivienda digna, ingresos, etc.
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epidemiológicos que encontramos entre los países y al interior de ellos. Una vez más, la
determinación social del PSEAC resulta evidente, y una vez más es necesario pensar en
implementar abordajes integrales para lograr efectividad en la mejora de la situación
sanitaria y del ejercicio efectivo de los derechos ciudadanos (y, en nuestro caso,
específicamente del derecho a la salud).
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Proponemos la razón de mortalidad materna ya que es un indicador muy sensible a las condiciones
materiales de existencia, por lo tanto funciona como un indicador sociosanitario.
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El gráfico es por demás elocuente, los países más pobres de la región tienen una razón de
mortalidad materna equivalente a la que EEUU tenía en 1920 o 1930, en tanto los más
equitativos y que garantizan derechos sociales para sus ciudadanos como Cuba, Uruguay
o Costa Rica se encuentran en mejores condiciones (dejamos por fuera de este análisis a
Canadá que presenta mejores indicadores con menor inversión en salud, en razón de
poseer uno de los mejores sistemas de salud del mundo a la vez que presentar indicadores
de equidad social también de los mejores del planeta).
Tal como nos propone Sen (2002) “la salud es esencial para nuestro bienestar y … las
libertades y las posibilidades que somos capaces de ejercer dependen de nuestros logros
en salud”; por otro lado, y abonando una vez más en la determinación social de los
problemas sanitarios, nos sugiere que “los factores que pueden contribuir a los logros y
los fracasos en el campo de la salud van mucho más allá de la atención sanitaria e
incluyen influencias muy distintas, desde las predisposiciones genéticas, los ingresos
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individuales, los hábitos alimentarios y los estilos de vida hasta el entorno
epidemiológico y las condiciones de trabajo”.
A modo de síntesis…
A lo largo de este documento hemos trabajado con el concepto del proceso salud –
enfermedad – atención – cuidado, debatimos como pasamos desde la mirada sobre dos
eventos polares (la salud y la enfermedad) hacia la perspectiva de proceso, recorrimos los
diferentes paradigmas de este concepto y su influencia sobre la organización de los
sistemas y servicios de salud así como el modelo de atención. Posteriormente pasamos a
recorrer los determinantes sociales de la salud a los cuales también conceptualizamos,
contextualizamos respecto del PSEAC, analizamos que pensar en el PSEAC como un
proceso de determinación compleja impacta sobre los modelos de organización y el
abordaje de los problemas sociosanitarios y finalmente, en ese apartado, conversamos
acerca de la importancia de las redes sociales y comunitarias como mediadoras del
impacto de los DSS sobre el estado de salud de los individuos. Para terminar recorrimos
los conceptos de campo y sector de la salud y su vinculación con los conceptos de
interdisciplina y transdisciplina finalizando con el debate acerca de la equidad en salud.
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