Sentencia T 511 16

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Sentencia T-511/16

ACCION DE NULIDAD Y RESTABLECIMIENTO DEL


DERECHO-Medio de defensa judicial eficaz para controvertir la
legalidad de los actos administrativos

ACCION DE TUTELA TEMERARIA-Requisitos para que se


configure

La temeridad se configura cuando entre el asunto que es de conocimiento del


juez de amparo y el que ya ha sido objeto de pronunciamiento previo
concurren: (i) identidad de partes; (ii) identidad de hechos; (iii) identidad de
pretensiones; y (iv) ausencia de justificación en el ejercicio de la nueva acción
de tutela.

EJERCICIO DEL DERECHO DE ACCESO A LA


ADMINISTRACION DE JUSTICIA-Implica el deber de colaborar
para el buen funcionamiento de la administración de la justicia

La persona y el ciudadano tienen el deber de contribuir con su


participación a la recta administración de justicia, por ejemplo,
mediante la denuncia de la posible comisión de hechos punibles. En todo
caso, la exigibilidad de este deber no releva al Estado de la obligación
que tiene de velar por la protección de los derechos a la vida y a la
integridad personal (seguridad personal), cuando los mismos resulten
vulnerados o amenazados con ocasión de la intervención de la persona
en el proceso judicial.

DERECHO FUNDAMENTAL A LA SEGURIDAD PERSONAL-


Reiteración de jurisprudencia

El Estado debe provisionar efectivamente las condiciones mínimas de


seguridad que posibilitan la existencia de las personas en sociedad, de tal
manera que no sean expuestas a riesgos extraordinarios de recibir daños en su
contra. Esta situación se presenta, por ejemplo, en el caso de la persona
amenazada de muerte por haber intervenido en un proceso penal, en calidad
de testigo.

PROGRAMA DE PROTECCION A VICTIMAS, TESTIGOS E


INTERVINIENTES EN EL PROCESO PENAL-Características

El Programa tiene por objeto otorgar medidas de seguridad a favor


de las víctimas, testigos e intervinientes, los fiscales y los servidores de
la entidad “cuando se encuentren en riesgo de sufrir agresión, o sus
vidas corran peligro, por causa o con ocasión de la intervención en un
proceso penal de conocimiento de la Fiscalía General de la Nación,
siempre que el riesgo sea calificado como extraordinario o
extremo”. Dichas medidas se podrán hacer extensivas al grupo familiar
de los sujetos mencionados.

DESPENALIZACION DEL CONSUMO DE LA DOSIS


PERSONAL

PORTE Y CONSUMO DE DOSIS MINIMA DE


ESTUPEFACIENTES-Jurisprudencia de la Corte Constitucional

FARMACODEPENDENCIA O DROGADICCION SEVERA


COMO UN PROBLEMA DE SALUD PUBLICA-Debe ser atendido
por el sistema de seguridad social en salud

FARMACODEPENDENCIA Y/O DROGADICCION-Ley 1566/12


para garantizar la atención integral a personas que consumen sustancias
psicoactivas

Toda persona que sufra trastornos mentales o cualquier otra patología


derivada del consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas licitas o
ilícitas, tendrá derecho a ser atendida en forma integral por las entidades que
conforman el Sistema General de Seguridad Social en Salud y las instituciones
públicas o privadas especializadas para el tratamiento de dichos trastornos.

DERECHO AL DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-


Vulneración por parte de la Fiscalía por la indebida motivación de la
decisión sobre la reubicación social definitiva del accionante y de su
hijo, titulares de medidas de protección

DERECHO AL DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-


Vulneración por parte de la Fiscalía por la falta de coherencia,
rigurosidad y diligencia en las actuaciones administrativas que adelantó
en relación con la situación del protegido y su progenitor

DERECHO AL DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO Y A LA


SEGURIDAD PERSONAL-Orden a la Fiscalía reincorporar al
Programa de Protección y Asistencia a Testigos, Víctima e Intervinientes
en el proceso penal de la Fiscalía General de la Nación, al accionante y a
su hijo

Referencia: Expediente T-5.447.989

Acción de tutela interpuesta por el


ciudadano “A” contra la Dirección Nacional
de Protección y Asistencia de la Fiscalía
General de la Nación.

2
Magistrado Ponente:
ALEJANDRO LINARES CANTILLO

Bogotá D.C., dieciséis (16) de septiembre de dos mil dieciséis (2016)

La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por la


magistrada Gloria Stella Ortiz Delgado y los magistrados Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo y Alejandro Linares Cantillo, quien la preside, en ejercicio
de sus competencias constitucionales y legales, ha proferido la siguiente:

SENTENCIA

I. ANTECEDENTES

Considerando que en el presente caso el actor y su familia estuvieron


vinculados al Programa de Protección y Asistencia a Víctimas, Testigos e
Intervinientes en el Proceso Penal, atendiendo el principio de la estricta reserva
de la información1, contenido en el numeral 5º del artículo 3º de la Resolución
5101 de 2008, mediante la cual el Fiscal General reglamentó dicho programa,
la Sala advierte que, como medida de protección de la vida, la seguridad e
integridad personal y a la intimidad del accionante y de su familia, se dispondrá
suprimir de esta providencia y de toda futura publicación de la misma, sus
nombres, así como cualquier dato e información que permita identificarlos2.

A. LA DEMANDA DE TUTELA

1. El señor “A” interpuso acción de tutela contra la Dirección Nacional de


Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación (en adelante, la
“Dirección”), solicitando la protección de los derechos fundamentales al debido
proceso, a la dignidad humana, a la familia, a la vida, a la protección de las
personas en situación de debilidad manifiesta, a la paz, a la libertad de
locomoción, al trabajo, a la vivienda digna y los derechos de los niños, los
cuales considera le fueron vulnerados a él y a su familia, por cuanto la entidad
accionada se negó a dar inicio al proceso de reubicación social definitiva y, por
lo demás, profirió ciertos actos administrativos por medio de los cuales el
accionante y su grupo familiar fueron excluidos del “Programa de Protección y
Asistencia a Testigos, Víctimas e Intervinientes en el proceso penal de la
Fiscalía General de la Nación” (en adelante, el “Programa”).

1
El numeral 5º del artículo 3º de la Resolución 0-5101 de 2008 señala: “Reserva de la información. Por su
naturaleza, los documentos y el conocimiento sobre las actividades desarrolladas por el Programa de Protección
de la Fiscalía para la evaluación de riesgo y la protección de los testigos, víctimas e intervinientes en el proceso
penal se mantendrán bajo estricta reserva. La violación de la reserva o secreto, acarreará para el responsable las
sanciones disciplinarias y penales del caso”.
2
La Corte Constitucional ha dispuesto este tipo de medidas de protección cuando se busca salvaguardar
derechos fundamentales como la vida, la integridad física, la seguridad personal y la intimidad, entre otros, en
las providencias T-976/03, T-234/12, T 184/13 y T-355/16.

3
2. Por lo anterior, el accionante solicitó al juez de tutela que ordene a la
entidad accionada: (i) otorgar la reubicación social definitiva de su familia; (ii)
remitir al despacho del respectivo juez de tutela las copias del acta de renuncia
voluntaria No. 5661 del 30 de diciembre de 2013, planillas de revista diaria del
6, 7 y 8 de noviembre de 2013 y del 29 de diciembre del mismo año; (iii) “que
estudie la posibilidad de dirigirse a la Corte Constitucional, para que se
pronuncie de manera exacta respecto de la Sentencia T-242 de 1996, en cuanto
a las restricciones de los derechos fundamentales de los protegidos (…)”; y
(iv) pronunciarse sobre todas las pretensiones, así como de aquellas que a juicio
del juez sean necesarias para salvaguardar los derechos vulnerados.

B. HECHOS RELEVANTES

3. La Dirección mediante Acta 328 del 24 de febrero de 2012, cobijó con


medida de protección condicionada al adolescente “B”, menor de edad para esa
época, medida que se hizo extensiva a su grupo familiar conformado por el
señor “A” (padre)3, la señora “C” (madre) y la niña “D” (hermana).

4. La medida de protección referida se concedió en razón a la colaboración


prestada por el adolescente “B” en el proceso penal adelantado por la Fiscalía
40 Seccional de Cali en contra del señor “E”, por los delitos de homicidio
agravado en grado de tentativa y fabricación, tráfico y porte de armas de fuego.
Dichas medidas de protección tenían por objeto distanciar a las personas
mencionadas de la zona de riesgo, entendida esta como el Departamento del
“F”.

5. Mediante Acta No. 5661 del 30 de diciembre de 2013, la entidad


accionada aceptó la renuncia del adolescente “B” y su grupo familiar al
programa de protección4. Sin embargo, en Acta No. 01811 del 15 de agosto de
2014, estas personas fueron incorporadas nuevamente al programa
mencionado, debido a que el adolescente continuó prestando su colaboración
en el proceso penal referido.

6. El 24 de marzo de 2015, el Director Nacional de Protección y Asistencia


de la entidad accionada informó al actor y a su familia que no podía re-
ubicarlos en la ciudad de Bogotá D.C., en razón a que no existía riesgo o
amenaza en su contra en la regional en la que se encontraban en ese momento
(Bucaramanga). De igual modo, le indicó “que se adelantará seguimiento al
proceso y a la intervención procesal de la cual usted es testigo, a fin de
establecer la necesidad de continuar con las medidas de protección en su favor

3
De acuerdo con la copia de la cedula de ciudadanía, el señor “A" nació el 18 de agosto de 1969, por lo que a
la fecha de interposición de la acción de tutela tenía 46 años de edad. Folio 54 del cuaderno No.2.
4
Copia simple del oficio con la referencia “solicitud del vinculado al programa de protección”, caso 210065,
del 26 de diciembre de 2013, en la cual el señor “A” manifestó que presentaba renuncia voluntaria al Programa
de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación. Según consta a folio 49 del cuaderno No. 2.

4
o iniciar el proceso de reubicación social definitiva, concepto que estará
supeditado al estado actual del proceso”5.

7. Respecto al proceso penal en el que estaba colaborando el joven “B”, el


Juzgado 22 Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Bogotá D.C.,
el 16 de junio de 2015, profirió sentencia condenando al acusado a 14 años de
prisión. Así mismo, negó la suspensión condicional de la ejecución de la pena y
la prisión domiciliaria. Las partes no presentaron impugnación, por lo cual
quedó ejecutoriada la decisión6.

8. El 13 de julio de 2015, el Director de la entidad accionada comunicó al


grupo familiar protegido que los oficios que enviaron el 4 y 7 de julio del
mismo año, en los cuales, primero, solicitaron la exclusión de dos miembros
del grupo familiar y, segundo, se retractaron de lo pedido, generan un desgaste
logístico innecesario del Programa de Protección. Además, manifestó que la
entidad no está facultada para reubicar definitivamente a los prohijados
mientras el fiscal a cargo de la investigación en la que intervienen no brinde su
aval7.

9. Mediante escrito del 18 de agosto de 2015, el accionante y su hijo


solicitaron a la entidad accionada, entre otras cosas, la reubicación social
definitiva. En dicha petición manifestaron que, el 14 de agosto de 2015, la
entidad accionada solicitó al titular del caso un examen toxicológico que aquel
se negó a practicar por no considerarlo necesario8.

10. Mediante oficio del 11 de septiembre de 2015, en lo atinente a la


solicitud de la reubicación social definitiva, la entidad accionada respondió:
“Según informe de seguimiento a la participación procesal del 13 de abril de
2015, conceptuó mantener la medida de protección, teniendo en cuenta que el
Fiscal de conocimiento manifestó que la audiencia de preacuerdo dentro de la
noticia criminal…, programada para el 29 de marzo de 2015, por el juzgado…,
no se realizó y no se ha fijado nueva fecha. En consecuencia, no es viable
atender favorablemente su petición. Igualmente, le reitero que para disponer la
reubicación social definitiva, se requiere un concepto emitido por el Fiscal de

5
Copia del oficio F-35 suscrito por el Director Nacional de Protección y Asistencia, expedido el 24 de marzo
de 2015. Según consta a folio 7 del cuaderno No. 2 Afirma el accionante que el 6 de julio de 2015, el Fiscal de
conocimiento manifestó que la reubicación social definitiva, solicitada por la familia protegida, es un proceso
interno del Programa de Protección, sin embargo, no emitió una nueva misión de trabajo de seguimiento
procesal, ni entrevistó al funcionario judicial de conocimiento para dicho fin. Dicha actuación, a juicio del
actor, vulnera el derecho al debido proceso por desconocer las normas que reglamentan la materia.
6
Según consta a folios 18 a 20 del cuaderno No. 2.
7
Según consta a folio 8 del cuaderno No. 2
8
Al respecto, señaló: “mi comportamiento en el programa hasta hoy tuve cero informes. Desde el 26 de agosto
de 2014, cuando llegamos a esta regional siempre he firmado la planilla de revista diaria, no me he evadido, no
he incumplido los horarios, no hay reportes de violencia o conflictos intrafamiliares…no he tenido peleas ni
conflictos con los vecinos…No he presentado comportamientos delictivos, ni conflictivos, ni indicios de
enfermedad mental asociados al consumo de sustancias psicoactivas”. Según consta a folio 46 del cuaderno No.
2.

5
conocimiento con relación a su participación para con la administración de
justicia”9.

11. Entre tanto, por medio de acta de fecha 3 de septiembre de 2015, la


entidad demandada resolvió, entre otras cosas, excluir unilateralmente del
Programa de Protección a la señora “C” y su hija “D” y, en consecuencia,
declarar que el grupo familiar objeto de protección quedaba conformado por el
joven “B” y el señor “A” (accionante). Esto, debido a que dichas personas
excluidas, en concepto de la entidad accionada, incumplieron las obligaciones
adquiridas a través de su vinculación al Programa, en la medida en que,
abandonaron la sede asignada y regresaron a la ciudad de “G”, de donde fueron
inicialmente re-ubicados, sin previa comunicación a la entidad10.

12. Indicó el actor que, el 16 de septiembre de 2015, la accionada los


excluyó a él y a su hijo del Programa por haberse negado a practicar un examen
toxicológico. Además, alegó que no le fue suministrada la copia del acta de
exclusión11.

13. El 3 de diciembre de 2015, el señor “A” interpuso acción de tutela contra


la Dirección, solicitando que se ordene al demandado: (i) otorgar la reubicación
social definitiva de él y su familia; (ii) remitir las copias del acta de renuncia
voluntaria No.5661 del 30 de diciembre de 2013, planillas de revista diaria del
6, 7 y 8 de noviembre de 2013 y del 29 de diciembre del mismo año; (iii) “que
estudie la posibilidad de dirigirse a la Corte Constitucional, para que se
pronuncie de manera exacta respecto de la Sentencia T-242 de 1996, en cuanto
a las restricciones de los derechos fundamentales de los protegidos (…)”; y
(iv) pronunciarse sobre todas las pretensiones, así como de aquellas que a juicio
del juez sean necesarias para salvaguardar los derechos vulnerados.

9
Cabe aclarar que la petición del 18 de agosto de 2015, reiterada mediante petición del 24 del mismo mes y
año, no fue contestada por la accionada, razón por la que el señor “A” interpuso acción de tutela contra la
Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación, solicitando la protección del
derecho fundamental de petición. La demanda correspondió por reparto al Tribunal Superior de Distrito
Judicial, Sala Laboral, de “H”, el cual en sentencia del 19 de octubre de 2015, tuteló el derecho de petición y,
en consecuencia, ordenó a la accionada resolver las peticiones respectivas (18 y 24 de agosto de 2015), según
consta a folios 20 a 23 del cuaderno No.2. Mediante providencia del 6 de noviembre de 2015, el Tribunal se
pronunció sobre el incidente de desacato promovido por el accionante contra la entidad accionada, en el sentido
de requerir al Vice Fiscal General de la Nación para que inste al cumplimiento de la orden y, al Director
General de Protección y Asistencia de la entidad referida, para que se pronuncie al respecto. Según consta a
folio 25 del cuaderno No. 2.
10
Según consta a folios 32 a 36 del cuaderno No.2.
11
El 28 de septiembre de 2015, el actor elevó petición ante la Procuraduría General de la Nación a fin de que
“se tutele nuestro legítimo derecho a la reubicación social definitiva…”. Para ello, el peticionario señaló que
aunque la accionada les solicitó la prueba de sustancias psicoactivas aduciendo que se trataba de un examen
aleatorio y de rutina, lo cierto es que el titular de las medidas de protección en las dos ocasiones que ingresó al
Programa (marzo 7 de 2012 y 25 de agosto de 2014), confesó haber consumido marihuana, sin que durante tres
años y medio le pidieran prueba alguna. Folios 50 a 52 del cuaderno No.2. Así mismo, frente a la situación del
actor y su familia, la Defensoría del Pueblo, regional Santander, mediante oficio remitido el 7 de octubre de
2015, solicitó al Director Nacional de Protección y Asistencia una nueva revisión de las circunstancias que
dieron origen a la exclusión de la misma, con el fin de que se adopten las medidas administrativas pertinentes
que propendan por la revocatoria de los actos administrativos de exclusión y se proceda de inmediato con la
reubicación social a que tienen derecho. Además, solicitó copia de las actas, actos administrativos y demás
documentos que guarden relación con el caso, a fin de brindar un acompañamiento y asesoría integral a la
familia. Según consta a folios 27 y 28 del cuaderno No. 2

6
C. RESPUESTA DE LA ENTIDAD ACCIONADA

14. La entidad accionada solicitó que se declare la improcedencia de la


acción de tutela, por las siguientes razones: (i) falta de legitimación en la causa
por activa, por cuanto, el señor “A” presentó la demanda en nombre propio, sin
que exista autorización o poder conferido por su hijo “B”, quien resultó ser el
principal beneficiario de la medida de protección condicionada; (ii) temeridad
aduciendo que el accionante interpuso, sin motivo justificado, una acción de
tutela ante la misma jurisdicción, por los mismos hechos y derechos,
incurriendo de este modo en una actuación temeraria, de acuerdo con lo
establecido en el artículo 38 del Decreto 2591 de 1991.

15. Por otro lado, manifestó que, si en gracia de discusión, el joven “B”
hubiese admitido en la inducción del Programa que consumía drogas, la entidad
obligatoriamente tenía que haber dado aplicación a lo dispuesto en el numeral
13 del artículo 4º de la Resolución 05101 de 2008, en el que se indican los
medios de asistencia para el protegido, tales como el apoyo psicológico,
médico y demás acciones encaminadas a satisfacer sus necesidades.

16. Aunque el actor aseveró que la entidad ejerció control sobre la vida de su
hijo “B”, con visitas diarias de inspección a cualquier hora, sin anunciarse,
reportando diariamente la salida y llegada, informando a donde se dirige, no
teniendo privacidad, lo cierto es que simplemente la entidad dio aplicación a lo
previsto en el artículo 6º de la Resolución 05101 de 2008, respecto a la
incorporación del vinculado, esto es, “…Siendo ubicado en un lugar definido
por el Programa y quedando sometido a los esquemas de seguridad que este
dispone”12.

17. Indicó que en virtud de la especial sujeción que tiene el protegido


respecto del Programa, mediante Acta del 18 de octubre de 2013, le reiteró al
titular del caso (“B”) que debía dar cumplimiento a los deberes contenidos en la
resolución mencionada, y que fueron asumidos por medio del Acta 328 del 24
de febrero de 2014, entre los cuales, se encuentra la “Prohibición de consumir
elementos o sustancias embriagantes o que generen psicodependencia”13.

18. Por lo demás, rechazó la afirmación del actor consistente en que la


entidad conocía del consumo de drogas y lo pasó por alto, esto, “(…) porque lo
realmente cierto, es que el Programa, conforme a las disposiciones legales,
ejercía efectivamente control sobre “B”, quien consumía sustancias con
psicodepedencia, es obligación de la Dirección de Protección y Asistencia,
para que no fuera a poner en riesgo su seguridad personal y de paso, poner en

12
Al respecto, citó lo dispuesto en el artículo 22 de la Resolución 05101 de 2008, referente a los niveles de
seguridad, donde en su numeral 1º se define que el Nivel Máximo, donde se indica que: “(…) Es la especial
sujeción del protegido al control del programa absoluto, en consecuencia, sus actividades las debe realizar
dentro de un espacio intramural y sujeto a los procedimientos de seguridad desarrollados en su caso
particular (…)”. Según consta a folio 80 del cuaderno No. 2
13
Resolución 05101 de 2008, artículo 20.

7
riesgo el Programa”14. En ese sentido, agregó que el debate no se concentra
únicamente en que “B” consumiera droga, sino que, se debía considerar que en
repetidas ocasiones el actor y su hijo incumplieron los compromisos asumidos,
al haberse negado a realizar las pruebas toxicológicas y al haber renunciado a la
protección que les brindaban; actuaciones que comprometieron la seguridad de
la estructura del Programa.

19. Finalmente, manifestó el representante de la entidad accionada que no


era posible acceder a la solicitud de reubicación social definitiva, en razón a
que, el titular del caso y su familia fueron excluidos del programa de
protección. Para el efecto, indicó que el artículo 8º de la Resolución 05101 de
2008, establece que “El programa asumirá la protección integral de la persona
hasta tanto se ejecute la reubicación definitiva. Salvo que con anterioridad se
configure alguna causal de exclusión o el protegido renuncie (…)”15.

D. DECISIONES JUDICIALES OBJETO DE REVISIÓN

Primera instancia: sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito


Judicial de “H”, Sala Laboral, el 15 de diciembre de 2015

20. El Tribunal Superior de Bucaramanga declaró improcedente el amparo


de los derechos fundamentales invocados por el accionante, por las siguientes
razones:

Señaló que el actor está legitimado en la causa por activa, por el interés directo
que tiene al haber sido beneficiario, aunque fuera por extensión, de las medidas
de protección condicionadas. De ahí que, el demandante puede cuestionar la
negativa a la reubicación social definitiva y las decisiones adoptadas por la
accionada respecto del Programa que lo involucra a él y a su familia.
Adicionalmente, consideró que no se configura la temeridad, por cuanto, la
acción de tutela que conoció este Tribunal en octubre de 2015, trataba sobre la
protección del derecho de petición, mientras que la presente solicitud de
amparo persigue la adopción de medidas de protección, previa revocatoria de
los actos administrativos que excluyeron al protegido y a su familia del
Programa, con base en información irregular y no fidedigna suministrada por
un funcionario de la entidad accionada.

Finalmente, el Tribunal señaló que los señalamientos que hizo el actor contra
las actuaciones de los funcionarios de la entidad accionada deben ser
estudiados en un proceso penal. De igual modo, adujo que no tiene ni los
elementos de juicio ni la competencia para revocar los actos administrativos de

14
Según consta a folio 80 del cuaderno No. 2
15
La entidad accionada agregó que no es cierto que se haya dejado desprotegido a “B” después de tres años de
controlar su vida y cuando el proceso terminó, por cuanto, a pesar de que la norma indica que cuando se
vincula al programa de forma condicionada la protección no puede superar 3 meses, en el caso del titular del
caso, que fue vinculado de manera condicionada, la protección se extendió durante tres años, que pudieron
haberse prologando si no se hubieran incumplido las obligaciones adquiridas con el Programa.

8
exclusión, en razón a que, es un asunto que se debe tramitar a través de los
medios ordinarios de defensa judicial.

Impugnación

21. El accionante solicitó al juez de tutela de segunda instancia que revise la


decisión del a quo, bajo el argumento de que en el trámite de la primera
instancia no aportó los elementos necesarios, y que debieron tenerse en cuenta,
para resolver el caso, tales como, las denuncias penales y disciplinarias que
presentó contra los funcionarios de la entidad accionada. Agregó que a pesar de
que cuenta con otros medios judiciales para proteger sus derechos, estos no son
eficaces para evitar el perjuicio irremediable al que se encuentra expuesto su
hijo “B”. Manifestó el accionante que su hijo podría perder la vida por los
ataques de personas que tienen presuntos vínculos con el sujeto condenado en
el proceso penal. Al respecto, afirmó que su hijo ha sufrido ataques, los cuales
ocurrieron el 1º de enero y 7 de febrero de 201616.

En cuanto a la situación del consumo de marihuana de su hijo beneficiario de la


protección, el actor señaló que dicha situación fue puesta en conocimiento del
Instituto de Bienestar Familiar el 12 de febrero de 201217, del Programa de
Protección y Asistencia el 22 y 23 de octubre de 2012, de la Defensoría del
Pueblo el 7 de septiembre de 201518, y de la Procuraduría Regional de “I” el 8
de septiembre de 2015. Además, afirmó que es falso que no accedió a realizarse
la prueba de consumo de sustancias psicoactivas, puesto que en oficio F27 del
26 de agosto de 2015, consta que aceptó hacerse la prueba, pero fue el agente a
cargo quien no la realizó porque dicha prueba debía realizarse también a su
hijo, titular de las medidas de protección19.

16
El actor aportó con el escrito de impugnación: (i) copia de la noticia criminal –FPJ-2-, del 11 de noviembre
de 2015, en la cual consta que el accionante denunció al Director Nacional de Protección y Asistencia, y a otros
funcionarios de dicha entidad, por el delito de falsedad en documento público, entre otros. Folios 97 a 102 del
cuaderno No.2, (ii) copia de los oficios mediante los cuales la Procuraduría General de la Nación, regional de
“I”, informó al actor que dio inició a la acción preventiva No.IUS-2015-344703, y la Procuraduría Primera
Distrital de Bogotá comunicó al accionante que remitió a la Fiscalía General de la Nación el oficio que fue
radicado en sus instalaciones. Folios 104 y 105 del cuaderno No.2., (iii) copia de la noticia criminal del 8 de
enero de 2016, en la cual se registra que el actor denunció la tentativa de homicidio de la cual fue víctima su
compañera permanente “C” y su hijo “B”, el 1º de enero de 2016, supuestamente, por parte de una banda
criminal que tiene relación con el sujeto que fue condenado en el proceso penal en el que colaboró su hijo.
Folios 105 a 107 del cuaderno No.2, (iv) copia de la historia clínica del adolescente “B”, expedida el 7 de
febrero de 2016, en la que se registra que tiene múltiples heridas por agresión con arma corto punzante, así
mismo, fotos de la víctima que demuestran las lesiones que le causó el supuesto ataque. Folios 12 a 16 del
cuaderno No.3
17
Copia del escrito del 12 de febrero de 2012, mediante el que la Defensora de Familia solicitó al Sub-gerente
Científico del Hospital Psiquiátrico Universitario del “F”, que se sirva brindarle atención inmediata al
adolescente “B”. Según consta a folio 7 del cuaderno No. 3
18
Copia del escrito del 7 de septiembre de 2015, en el que el accionante solicitó al Defensor del Pueblo,
regional “I”, colaboración para que se aplique la medida de la reubicación social definitiva. Así mismo,
manifestó que aceptó hacerse la prueba de sustancias psicoactivas que fue solicitada el 5 de septiembre de
2015, contrario a lo ocurrido con su hijo “B”, que se negó hacerse la prueba en tres ocasiones. Según consta a
folio 8 del cuaderno No. 3
19
En ese sentido, afirmó que el 14 de agosto de 2015, la entidad solicitó una prueba de consumo de sustancias
psicoactivas exclusivamente para “B”, la cual fue reiterada el 24 de agosto del mismo año, mediante oficio
No.638-502BUC, cuya copia le fue negada al accionante. Folio 5 del cuaderno No.3. Además, el tutelante
aportó copia de la solicitud presentada al Programa de Protección el 26 de agosto de 2015, en la cual manifiesta
que acepta que se le realice la prueba toxicológica, y copia de la solicitud del 18 de noviembre de 2013, en la

9
Por último, el accionante anexó copias de los oficios en los que la señora “C” y
el adolescente “D” manifestaron ante el juez de tutela de primera instancia, que
autorizaban al señor “A” para que “represente mi reclamo de mis derechos
fundamentales, ya que por motivos económicos no puedo trasladarme a la
ciudad de Bucaramanga”20.

Segunda instancia: Sentencia proferida por la Sala de Casación Laboral de la


Corte Suprema de Justicia, el 24 de febrero de 2016

22. La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, confirmó la


sentencia de primera instancia, al considerar que existe otro medio judicial para
dirimir el conflicto expuesto en la acción de tutela, más aun, cuando la
exclusión del actor y su familia del Programa de Protección y Asistencia estuvo
fundamentada en hechos en los que supuestamente los funcionarios
competentes incurrieron en conductas contrarias a los deberes definidos en el
Programa. Señaló que no tiene certeza de los motivos que llevaron a la
exclusión de los señores “B” y “A”, debido a que no se aportó al proceso el
acta de exclusión unilateral, ni tampoco del nivel de riesgo actual. En cuanto a
la decisión de exclusión de la señora “C” y de la menor hija “D”, señaló que no
se advierte una conducta arbitraria y que la legalidad de la misma puede
controvertirse ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo.

Finalmente, manifestó que en aplicación del artículo 30 de la Resolución 05101


de 2008, el accionante con base en los recientes ataques que ha sufrido su hijo
y compañera permanente, puede solicitar la reincorporación de su familia al
Programa. Por ello, exhortó a la Dirección, para que en caso de que el
accionante y su grupo familiar presenten solicitud de reincorporación al
Programa con base en estos nuevos hechos proceda, a la mayor brevedad
posible, a estudiar y evaluar la posibilidad de reingreso, toda vez que podrían
verse afectados los derechos a la seguridad y a la vida de estas personas.

E. ACTUACIONES ADELANTADAS ANTE LA CORTE


CONSTITUCIONAL Y PRUEBAS RECAUDADAS EN SEDE
DE REVISIÓN

Solicitud de Insistencia

23. La Defensoría del Pueblo, a través del Vicedefensor, insistió ante la Sala
de Selección Número Cinco de esta Corte en la selección para revisión del
expediente de la referencia21, por las siguientes razones:

que pide al director del Programa de Protección y Asistencia que le conceda una reunión a fin de discutir las
condiciones de seguridad y garantías de su proceso de protección. Según consta a folios 9 a 11 del cuaderno
No. 2.
20
Folios 110 y 111 del cuaderno No.2. De igual modo, anexó copias de la cedulas de ciudadanía de la señora
“C”, “B” y de la tarjeta de identidad de la niña “D”, de 6 años de edad. Según consta a folios 112 a 114 del
cuaderno No. 2.
21
Según consta a folios 2 a 9 del cuaderno principal.

10
(a) El caso permite pronunciarse sobre la definición del alcance del derecho
a la vida frente al Programa de Protección y Asistencia a Testigos,
Víctimas e Intervinientes en el proceso penal de la Fiscalía General de la
Nación y la causal de exclusión de dicho Programa relativa al consumo
de elementos o sustancias embriagantes o que generen
psicodependencia, y su relación con los derechos a la libre
determinación y autonomía de la persona.

(b) A partir de este caso es posible analizar los alcances de una nueva
política contra las drogas y avanzar del paradigma represivo que ha
aparejado daños colaterales y propiciar un nuevo enfoque en objetivos
de salud y de derechos humanos frente a la situación de la
psicodependencia para determinar si es aceptable que se excluya a una
persona de un programa de protección estatal por su condición de salud
frente a sustancias embriagantes, o si por el contrario, el Estado se
encuentra en la obligación de propiciar los tratamientos terapéuticos
requeridos y la protección al colaborador de la justicia, no obstante su
condición de consumidor de sustancias psicoactivas en desarrollo de su
libertad y autonomía (art. 16 C.P.)

(c) Dado que uno de los principios rectores del Programa es la igualdad,
cabe analizar si resultan afectados los derechos fundamentales al libre
desarrollo de la personalidad y la autonomía personal, cuando se excluye
de protección a una persona del programa por una situación de libre
determinación, como lo es el consumo de sustancias embriagantes o
psicoactivas.

(d) Teniendo en cuenta que la Corte Constitucional precisó que la


penalización de la dosis personal es inconstitucional, resulta oportuno
analizar si la exclusión de un programa de protección de colaborares de
la justicia por su situación de consumidores de sustancias embriagantes
o estupefacientes, va en contravía del derecho al libre desarrollo de la
personalidad. Así mismo, determinar si una persona puede ser excluida
del Programa referido, por no realizarse exámenes médicos para
verificar el consumo de estupefacientes, o no querer recibir tratamiento
terapéutico.

(e) Finalmente, en el caso concreto, considera que no es de recibo que, en


desarrollo de una opción del derecho a la autonomía y el libre desarrollo
de la personalidad, como lo es el consumo de sustancias embriagantes,
las personas protegidas sean retiradas del Programa que las resguarda en
su vida e integridad por su colaboración con la justicia. Esta decisión
puede afectar los derechos a la vida e integridad del accionante y su
familia, si se tiene en cuenta que el 1º de enero de 2016, con
posterioridad a la exclusión del programa, el hijo y la esposa del actor

11
fueron atacados por personas con presuntos nexos con el condenado en
el proceso penal.

Pruebas recaudadas en sede de revisión

24. Mediante auto de fecha 29 de julio de 2016, en desarrollo del trámite de


revisión, el Magistrado sustanciador de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 64 del Reglamento de la Corte Constitucional, decretó pruebas en sede
de revisión, con el fin de allegar al proceso de revisión de tutela elementos de
juicio relevantes para éste. En consecuencia, en dicho Auto el Magistrado
sustanciador resolvió lo siguiente:

“PRIMERO-. Por Secretaría General de esta Corte, OFÍCIESE al


“A”, accionante en el presente proceso de tutela, para que en el
término de cuatro (4) días hábiles contados a partir de la
notificación del presente auto informe a este despacho:

(i) ¿Cuál es actualmente su situación personal y de


seguridad, así como la de su familia?
(ii) Informe si ha solicitado a la Dirección Nacional de
Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación la
reincorporación suya y de su familia al Programa de Protección, tras
la desvinculación del mismo el 17 de septiembre de 2015. En caso
afirmativo, remita la copia de la solicitud y de la respuesta emitida
por la entidad mencionada.
(iii) ¿Quiénes integran actualmente su núcleo familiar, de
dónde derivan sus ingresos económicos y si tienen alguna profesión,
arte u oficio? Igualmente, allegue a este despacho la relación de
gastos mensuales por todo concepto (alimentación, educación,
vestuario, salud, recreación, vivienda, préstamos, etc.), con los
correspondientes soportes que así lo acrediten.
(iv) Si es dueño de bienes muebles o inmuebles, indicando, en
caso positivo, ¿cuál es su valor y la renta que pueda derivar de
ellos?

SEGUNDO-. Por Secretaría General de esta Corte, OFÍCIESE a la


Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía
General de la Nación, para que directamente o a través de su
apoderado, en el término de cuatro (4) días hábiles contados a partir
de la notificación del presente auto, informe a este despacho
directamente o a través de sus dependencias competentes:

1. De acuerdo con el numeral 1º, literal f, artículo 20 de la


Resolución 05101 de 2008, los sujetos beneficiarios del Programa de
Protección tienen prohibido consumir elementos o sustancias
embriagantes o que generen psicodependencia. Teniendo en cuenta
lo anterior, se solicita a la Dirección Nacional de Protección y

12
Asistencia de la Fiscalía General de la Nación que informe y
certifique:

(i) ¿Cuál es la justificación, la finalidad y los objetivos que


persigue la restricción anotada? Así mismo, en su opinión, la
restricción anotada es la única medida que garantiza la finalidad y
los objetivos perseguidos por la misma.
(ii) Teniendo en cuenta la situación de vulneración de la
persona que ingresa al Programa de Protección, ¿Cuáles son las
acciones, medidas o sanciones que sigue la Dirección, cuándo tiene
conocimiento a la entrada de una persona al Programa de
Protección. o evidencia una situación sobreviniente a la entrada a
dicho Programa, en la cual se observa el consumo de elementos o
sustancias embriagantes o que generen psicodependencia?
(iii) ¿Qué programas, actividades, planes o medidas ofrece el
Programa de Protección para que las personas que se encuentran
cobijadas por la medida de protección, y que tienen una condición al
momento del ingreso al Programa derivada del consumo de
elementos o sustancias embriagantes o que generen
psicodependencia, obtengan el tratamiento de desintoxicación, de
rehabilitación y de resocialización?
(iv) Considerando lo establecido por la Corte Constitucional
en la sentencia C-221/94 (despenalización del consumo de la dosis
personal), por favor indicar: ¿Por qué se mantiene la prohibición del
consumo de elementos o sustancias embriagantes o que generen
psicodependencia para las personas beneficiarias del Programa de
Protección?
(v) ¿Cuáles fueron los motivos por los cuales se ordenó la
realización de un examen toxicológico al señor “A” y a su hijo “B”?
(vi) ¿El señor “A” y/o su hijo “B” informaron al Programa
de Protección acerca de la condición de consumo de elementos o
sustancias embriagantes o que generen psicodependencia, por parte
de “B”? ¿Cuándo tuvo conocimiento la entidad accionada de la
condición particular de consumo de drogas del adolescente “B”?
(vii) ¿El Programa de Protección ofreció al adolescente “B”,
alguna medida para garantizar el tratamiento de desintoxicación, de
rehabilitación y de resocialización?
(viii) ¿Cuál fue la razón por la que se excluyó del Programa
de Protección al señor “A” y a su hijo “B”? Para ello, aporte copia
del acto administrativo por medio del que se excluyó al accionante y
a su hijo.
(ix) Informe si el señor “A” y su familia han solicitado la
reincorporación al Programa de Protección, tras su desvinculación
el día 17 de septiembre de 2015.
(x) Informe ¿cuál es actualmente la situación personal,
económica y de seguridad del señor “A” (accionante) y de su grupo
familiar?

13
(i) Informe ¿Cuáles medidas han sido adoptadas por la
entidad accionada, con el fin de proceder con la reubicación social
definitiva del señor “A” y de su familia?

Para dar respuesta a los interrogantes anteriores, remita a esta


Corporación, las pruebas o soportes correspondientes.

2. De igual forma, remita a este despacho: (i) copia del


expediente con número de radicado 210065, cuyo titular del caso es
“B”, (ii) copia de la Resolución 05101 de 2008, y (iii) copia de los
actos administrativos o protocolos y cualquier documentación
relevante y pertinente para el caso concreto, que regule la relación
entre testigos protegidos y la entidad encargada de brindarles
protección.

TERCERO.- Por Secretaría General de esta Corte, OFÍCIESE a la


Defensoría del Pueblo, para que directamente o a través de su
apoderado, en el término de cuatro (4) días hábiles contados a partir
de la notificación del presente auto, conceptúen sobre el presente
caso. Así mismo, en el mismo término, informe y certifique a este
despacho directamente o a través de sus dependencias competentes:

(i) ¿Qué actuaciones ha realizado la Defensoría del Pueblo


y qué conocimiento tiene en el caso del adolescente “B” y de su
grupo familiar, con posterioridad a la solicitud de insistencia del
expediente T-5.447.989, presentada el 13 de mayo de 2015 ante la
Sala de Selección número Cinco de esta Corte?
(ii) Informe ¿cuál es actualmente la situación personal,
económica y de seguridad del señor “A” (accionante) y de su grupo
familiar?

Para dar respuesta a los interrogantes anteriores, remita a esta


Corporación, las pruebas o soportes correspondientes.

CUARTO.- Por Secretaría General de esta Corte, OFÍCIESE a la


Fiscalía General de la Nación, Fiscal 40 Seccional “G”, para que
directamente o a través de su apoderado, en el término de cuatro (4)
días hábiles contados a partir de la notificación del presente auto,
certifique e informe a este despacho directamente o a través de sus
dependencias competentes:

(ii) ¿Cuál es el estado actual del proceso penal No. XXXX,


adelantado en contra del acusado “E” y, en el que colaboró, en
calidad de testigo, el adolescente “B”?
(iii) En el evento de que el proceso penal No. XXX haya
concluido, informe ¿Por qué el Fiscal a cargo del proceso referido

14
no ha emitido el concepto requerido, para la reubicación social
definitiva del señor “A” y de su familia?

Para dar respuesta a los interrogantes anteriores, remita a esta


Corporación, las pruebas o soportes correspondientes.”

25. La Secretaria General de la Corte Constitucional, informó y remitió al


Magistrado sustanciador las respuestas a las pruebas solicitadas en el auto de
fecha 29 de julio de 2016, mediante oficio del 22 de agosto del año en curso.
En las respuestas allegadas por las personas y entidades oficiadas, se pueden
extraer las siguientes conclusiones:

26. El señor “A”, quien actúa en calidad de demandante en el presente


proceso de tutela, remitió el informe en el que da respuesta a los interrogantes
planteados. En síntesis, el accionante manifestó:

(a) En cuanto a su situación personal, afirma que vive en un hotel


en la ciudad de “H”, lejos de su familia que reside en la ciudad de “G”, y
que se dedica a las ventas ambulantes, pero que a veces la Policía le
incauta sus productos. Indica que sufrió una caída en la que se lesionó un
pie y la columna, lo que ha venido afectando su capacidad para trabajar
y, por consiguiente, ha disminuido sus recursos económicos. Sobre las
condiciones en las que se encuentra su familia señala, por un lado, que su
hijo “B” no tiene trabajo y vive en la casa familiar con su tía “K”, y por
el otro, que su compañera permanente y su hija menor viven en otro
sitio, debido a que abandonaron la casa familiar por razones de
seguridad. Agrega que por falta de recursos económicos en ocasiones les
han cortado los servicios públicos.

(b) Con relación a su situación de seguridad, refiere que tuvo un


problema con algunos agentes de la Policía de “H” (sector XXX), en
tanto, le causaron lesiones que lo dejaron seis (6) meses en silla de
ruedas. Debido a que tales hechos fueron denunciados por el actor y a
que aquellos tienen su información de contacto, se siente preocupado por
las represarías que puedan tomar en su contra. Respecto a la situación de
seguridad de su familia, califica la misma de extremadamente tensa y
muy riesgosa, porque por la actuación del Programa, los agentes de
policía que le causaron las lesiones están asediando la casa de su familia,
so pretexto de brindarles seguridad. Así mismo, reprocha el análisis que
el Programa hizo respecto de los atentados que sufrió su hijo en enero y
febrero de 2016. Incluso asevera que existía un plan para asesinar a su
hijo “B”, gestado por miembros de la Policía del sector XXX, los
mismos que, presuntamente, agredieron al accionante en el pasado.

(c) Por otro lado, el actor relata que el 17 de marzo de 2016,


atendiendo a lo dispuesto por el juez de tutela de segunda instancia,
solicitó la reincorporación al Programa de Protección, sin embargo, el 30

15
de mayo del año en curso dicha petición fue negada, indicándole que
adelantarían una evaluación de amenaza o riesgo para “B”, la cual fue
realizada el 6 de julio de este año.

(d) El actor adujo que su grupo familiar lo integran “C”


(compañera permanente), “B” y “D” (hijos) y “K” (cuñada).

(e) En lo relativo a su situación económica, manifiesta que


producto de sus ventas ambulantes recibe un promedio de $600.000
mensuales, mientras que sus gastos ascienden a la suma de $1.780.000.
Por este motivo, indica que para cubrir las diferencias ha tenido que
recurrir a solicitar préstamos a familiares y a amigos. Agrega que no son
propietarios de bienes inmuebles, y que en su caso particular, no posee
bienes inmuebles porque vive en un hotel y se alimenta en restaurantes
desde el 17 de septiembre de 2015.

(f) Solicita que se estudie la posibilidad de amparar el derecho


fundamental al debido proceso administrativo de “B”, en lo referente a la
libreta militar.

(g) Alega que al momento de su reincorporación no se pusieron


condicionamientos por parte del Programa. Además, reprocha que la
entidad accionada se ha negado a conceder la reubicación definitiva a
partir de evasivas, como por ejemplo que el Fiscal competente no
informó lo pertinente.

(h) Finalmente, relata los conflictos que tuvo con diferentes


funcionarios del Programa, las presiones a las que se vio sometido
durante su permanencia en el mismo y las repetidas ocasiones en las que
solicitó la reubicación definitiva, sin obtener respuesta alguna.

27. Por su parte, el Director Nacional del Programa de Protección y


Asistencia de la Fiscalía General de la Nación, contestó los interrogantes
formulados en el auto de pruebas y adjunto los soportes correspondientes 22. A
continuación la Sala procederá a exponer los apartes más relevantes del
informe:

(a) De manera preliminar, aclara que la decisión de excluir al


actor y a su hijo “B” obedeció al incumplimiento de los deberes para con
el Programa de Protección y Asistencia, referidos a “colaborar y
someterse a tratamientos médicos, psicológicos y de rehabilitación a que

22
La entidad adjuntó con el informe de respuesta: (i) copia del formato de valoración psicológica; (ii) copia del
formato de valoración de consumo de SPA; (iii) copia del registro de asistencia psicológica; (iv) copia del
estudio técnico de revaluación de amenaza y riesgo, del 5 de julio de 2016; (v) copia del formato de entrevista
para la evaluación técnica de amenaza y riesgo; (vi) copia de la Resolución 05101 de 2008; (vii) copia de la
Resolución 0-1006 de 2016; (viii) copia del acta de exclusión unilateral del actor y su hijo, expedida el 16 de
septiembre de 2015. En cuanto al expediente del proceso de protección del actor y su grupo familiar que se
solicitó, la entidad accionada refirió que toda la documentación se encuentra en sus instalaciones a disposición
del Magistrado sustanciador, por si este considera pertinente efectuar diligencia de inspección judicial.

16
hubiera lugar”, ello de conformidad con el acta del 16 de septiembre de
2015.

(b) Respecto al primer interrogante, indica que la Resolución 0-


5101 de 2008, derogada por la Resolución 0-1006 de 2016, establecía las
obligaciones adquiridas por los protegidos respecto del Programa, por
ejemplo, el deber de abstenerse de consumir elementos o sustancias
embriagantes o que generen psicodependencia. Señala que la finalidad u
objetivo de este deber radica, prioritariamente, en la salvaguarda de la
vida, la integridad física y la seguridad personal de los ciudadanos
incorporados. Esto en concordancia con la función constitucional que le
corresponde cumplir al Programa, prevista en el artículo 250 de la Carta
Política, cual es la de fungir como garante del derecho a la vida y a la
seguridad personal de las personas protegidas, a través de las medidas de
protección integral.

(c) Agregó que los beneficiarios del Programa también tienen el


deber de colaborar y someterse a tratamientos médicos, psicológicos y de
rehabilitación a que hubiere lugar. Esto se traduce en una medida
protectiva basada en el cuidado, que coadyuva a que el Programa cumpla
su misión de proteger la vida, que se brinda “al beneficiario que acepta
el consumo de elementos o sustancias embriagantes o que generen
psicodependencia y que admite, tanto las pruebas toxicológicas, como
los tratamientos que sean necesarios para lograr su desintoxicación y
rehabilitación”, y que tiene una estrecha correspondencia con el deber de
cuidado de la vida.

(d) Señala que el Programa también adopta medidas (normas,


condiciones y restricciones) frente a los otros riesgos de agresión
provenientes de agentes ajenos a la participación procesal (atracos, riñas,
etc). Por ello, el comportamiento del protegido es un factor clave del
éxito del Programa, en tanto, debe ser compatible con los objetivos,
condiciones y procedimientos del proceso protectivo23.

(e) En lo que respecta al consumo de sustancias psicoactivas,


manifestó que las personas que enfrentan está problemática tienen
seriamente comprometidas sus capacidades de autocontrol, autocuidado,
adaptación y convivencia, lo que las hace altamente vulnerables a
involucrarse de forma inminente en situaciones que comprometan su
integridad y su vida, así como la de terceros (familia, y en general
cualquier persona que debe interactuar con ellos), ya sea por acciones
violentas por parte del consumidor, de quienes están interesados de
forma sistemática o circustancial en hacerle daño por cualquier motivo,
por causa de accidentes (sobredosis, caídas, tránsito, etc) o por
autoagresión (episodios suicidas). El riesgo para el consumidor aumenta

23
En este punto hace referencia a los Formatos de Valoración Psicológica que utiliza el Programa de
Protección y Asistencia.

17
no tanto por el efecto orgánico directo de la sustancia sobre la persona,
sino por lo que tiene que hacer para conseguirla.

(f) Teniendo en cuenta que el consumo de drogas y sus


comportamientos asociados son una problemática de salud que no se
supera con el solo hecho de la voluntad, el único mecanismo para atender
esta enfermedad es un tratamiento profesional especializado. Al respecto,
el Programa enfoca esta problemática no solo como un tema de salud,
sino como una dificultad seria de seguridad en la medida que incrementa
las fuentes de riesgo y las vulnerabilidades de las personas que
consumen, de los servidores del Programa y de todo tercero que deba
interactuar con el consumidor24. Por ello, resalta la importancia que tiene
que el candidato a la protección, sea veraz y oportuno en informar sobre
sus comportamientos de consumo y asociados y se disponga a aceptar
como medida de control de riesgo, el tratamiento de rehabilitación
correspondiente, condición sin la cual no es viable ni responsable
asumir su protección.

(g) En cuanto al segundo interrogante, señala que la problemática


del consumo, no es de por sí un criterio de aceptación o rechazo de la
protección que el interesado pide, sino una variable de riesgo que se debe
controlar a lo largo del proceso protectivo, para poder asumir de forma
efectiva y responsable su protección. Por lo tanto, indica que desde el
inicio del proceso se le informa al interesado la incompatibilidad del
consumo de sustancias con los fines de la protección (salvar la vida).
Dicha incompatibilidad se resuelve con el respectivo tratamiento que el
Programa asume en totalidad y se le insta a comunicar su situación de
consumo, con el compromiso de ayudarle con el tratamiento,
advirtiéndole que si oculta información, y el Programa lo detecta, no se
adoptará la posición de ayuda, sino de rechazo, no a su enfermedad, sino
a su deliberado desinterés de tratarla, dejando abierto un riesgo sin
control para él y para el Programa, comprometiendo el sentido y objetivo
del mismo. De este modo, enfatiza en que la no vinculación o
exclusión por ocultar el problema de consumo de SPA, o no aceptar
el tratamiento, no es una sanción, sino una consecuencia inevitable
de no contar con la disposición que necesita el interesado para
materializar el proceso protectivo.

(h) Con relación al tercer interrogante, indica que las medidas que
ofrece el Programa de Protección pueden variar dependiendo de la
hipótesis en la que se encuentre la persona con problema de consumo de
SPA. La primera, cuando desde el inicio del procedimiento de inducción

24
Continúa señalando que en cuanto a enfermedad el programa asume al consumidor como alguien que
necesita ayuda para minimizar los riesgos contra su vida derivados de dicho comportamiento y de los asociados
a este. Para ello, aportó copia del Formato de Valoración de Consumo SPA. Por otro lado, en lo que refiere al
consumo de drogas como problema de seguridad, el programa lo asume como fuente adicional y exponencial
de riesgo, que atenta de manera directa e inequívoca contra la misión de mantener a la persona con vida, así
como de quienes la protegen o deben interactuar con ella.

18
se advierte por parte de los psicólogos del Programa o el beneficiario de
medidas informa voluntariamente el consumo de tales sustancias, y la
segunda, cuando luego de la vinculación del beneficiario a este
Programa, se advierte en las personas, comportamientos y actitudes que
reflejan el posible consumo de dichas sustancias25.

(i) Respecto de la pregunta formulada en el cuarto ítem del auto


de pruebas, manifestó que el debate no gira en torno a la persecución
penal de los consumidores de drogas, sino que consiste en abordar esta
problemática de forma integral, al unísono de la misión de velar por la
vida e integridad personal. Considera que la discusión radica en el deber
del protegido de colaborar y someterse a tratamientos médicos,
psicológicos y de rehabilitación a que haya lugar, como parte de los
compromisos suscritos con el Programa, como requisito para que este
sistema de Protección y Asistencia, le pueda brindar medidas protectivas.

(j) Refiere que en el proceso protectivo debe tenerse en cuenta


los principios de consentimiento de la persona para aceptar el ingreso al
Programa26 y la autonomía de este para determinar cuál es la medida más
eficaz de proteger la vida e integridad de las personas27. Aclara que no
comparte el consumo de drogas para las personas que se encuentran bajo
su tutela. El riesgo extraordinario en que se encuentra la persona, y por el
cual es aceptada en el Programa, justifica la limitación de otros derechos
(libertad de escogencia de su residencia, colegio, prestador de salud,
locomoción, y en particular el libre desarrollo de la personalidad). Ello,

25
Indica que en el primer evento, de manera inmediata se procede en entrevista con el candidato a la
protección, indicándole pródigamente que para incorporarse al Programa, este presenta dado el caso de
consumo de elementos o sustancias embriagantes o que generen psicodependencia, la posibilidad de brindar el
tratamiento de desintoxicación, para lo cual se adelantan y diligencian los formatos establecidos, donde es
fundamental el otorgamiento del consentimiento para implementar dichas medidas. Mientras que en el segundo
evento, una vez se detecten actitudes o comportamientos por parte del personal de servidores, psicólogos en las
diferentes revistas y entrevistas de control, se procede a dialogar con el protegido en aras de que narre y si es
del caso, acepte llevar a cabo los exámenes de rigor como obligación y compromisos, derivados de su
condición de persona protegida; so pena de ser excluido del mismo, no por la posible situación de consumo,
sino por faltar a sus deberes. Aquí pueden presentarse dos situaciones: (i) el protegido no acepta la realización
de exámenes y (ii) reconoce, su condición de consumidor y accede (otorga el consentimiento) para implementar
medidas protectivas acordes con su situación, en centro de rehabilitación. En resumen, el programa tiene como
medida para las personas que se encuentra en Protección y que consumen sustancias psicoactivas su remisión a
tratamiento en centro especializado, con la totalidad de los costos a cargo del Programa y bajo el monitoreo y
supervisión del mismo. Anotando que no pierde su calidad de protegido en ninguno de sus aspectos con los
derechos y deberes que esto implica. En el caso de niños, niñas y adolescentes se ponen a disposición del ICBF
para que tome las medidas protectivas que correspondan reintegrándolos después de ellas al Programa de
Protección.
26
La entidad refiere que este principio se encuentra contenido en el literal C del artículo 3º de la normativa
interna del Programa, que establece: “la aceptación del ingreso y la decisión del retiro del Programa de
Protección y Asistencia, sin perjuicio de las causales de exclusión señaladas en esta misma disposición, la
tomarán los destinatarios de manera voluntaria”.
27
Sobre el particular cita el artículo 69 de la Ley 418 de 1997, prorrogada y modificada por las leyes 1106 de
2006, 1421 de 2010 y 1738 de 2014, que dispone: “(…) las personas que se acojan al programa de protección
se sujetaran a las condiciones que establezca la Fiscalía General de la Nación”. Así mismo, el artículo 73 del
mismo cuerpo normativo, establece: “(…) La Fiscalía General de la Nación, sólo tendrá las obligaciones y
responsabilidades frente a las personas vinculadas al programa en los términos que éste o los acuerdos suscritos
lo indique”.

19
siempre con aquiescencia del protegido, quien conoce las limitaciones28
y extiende su consentimiento en señal de aceptación de los compromisos
protectivos y asistenciales.

(k) Por otro lado, señala que esta evidenciado la correlación entre
el consumo de SPA (incluido el alcohol) y el ser víctima de violencia, en
tanto, constituye un factor predictor para la violencia dirigida hacia el
consumidor, bien por sí mismo o por acción de terceros. En ese sentido,
indica que las estadísticas muestran que entre el 15% y hasta el 50% de
las muertes violentas, involucraron presencia de sustancias en las
víctimas. En relación con esto, pone como ejemplo un caso en el cual
una mujer, al parecer bajo la tutela del programa, fue agredida por una
banda de expendedores de droga casi hasta causarle la muerte.

(l) Unido a ello, invoca lo dispuesto por la Corte en la sentencia


T-242 de 1996, para señalar que la persona que otorga su consentimiento
para ingresar al Programa, está implícitamente priorizando su derecho a
la vida e integridad personal sobre los demás derechos; la sentencia C-
633 de 2014 que versa sobre la constitucionalidad de la norma que
ordena la práctica de la prueba de alcoholemia, a fin de demostrar que
existen obligaciones especiales a cargo del ciudadano, cuyo
incumplimiento acarrea una sanción administrativa; y las sentencias T-
532 de 1995 y T-184 de 2013 para reiterar la autonomía que tiene el
Programa para tomar las decisiones en materia protectiva.

(m) En relación con la pregunta planteada en el punto cinco, manifiesta que


debido a que el comportamiento de consumo está identificado como de
alto impacto para el proceso protectivo, el Programa se encarga de
monitorear periódicamente a través de entrevista y la observación
directa, las referencias de terceros y si es necesario, la prueba
toxicológica. En el caso concreto, el monitoreo evidenció indicadores
comportamentales, consistentes con la probabilidad del consumo de
SPA, los cuales en primera instancia, fueron confrontados con el
autoreporte del beneficiario en el que el adolescente y su progenitor
negaron de manera reiterada el consumo de este tipo de sustancias,
contrario a lo observado. Por este motivo, como recurso para aclarar
la situación, se aplicó la prueba toxicológica.

(n) En lo que tiene que ver con el interrogante número seis, informa que el
accionante y su hijo, refirieron algunos episodios de consumo, en la
valoración psicológica realizada al día siguiente de su reincorporación,
según consta en los Informes de Evaluación Psicológica de fechas 25 de
agosto de 2014. Sin embargo, los protegidos posteriormente negaron de

28
La entidad señala que las obligaciones, prohibiciones y causales de exclusión le son informadas al protegido
a la firma del Acta de Incorporación, en la inducción al Programa y en las sesiones de asistencia psicológica o
de verificación de seguridad de los agentes a cargo.

20
manera sistemática haber tenido comportamientos de consumo dentro del
proceso protectivo.

(o) Respecto del interrogante número siete, manifestó que el Programa a


través de asistencias psicológicas, realizó al adolescente “B”, las
intervenciones que consideró necesarias y suficientes, tomando como
referencia la ponderación entre los episodios de consumo mencionados y
los demás aspectos de su comportamiento, y teniendo como criterio que
si se evidenciaba una situación actual de consumo, se acudiría a un nivel
más profundo de intervención, en centro especializado; posibilidad y
necesidad que fue expuesta en las sesiones de asistencia psicológica.

(p) Frente al interrogante número ocho, informa que el tema central de la


exclusión del accionante y su hijo, fue el reiterado incumplimiento de sus
deberes para con el Programa, especialmente, el deber de colaborar y
someterse a tratamientos médicos, psicológicos y de rehabilitación, lo
cual fue documentado por el personal de las áreas de psicología y de
trabajo social, que están al servicio del Programa29.

(q) En cuanto a la pregunta número nueve, indica que el actor y su familia


solicitaron la reincorporación al Programa. Sin embargo, luego de
realizar el Estudio Técnico de Evaluación de Amenaza y Riesgo
(informe del 5 de julio de 2016), se conceptuó la no vinculación del
adolescente “B”, debido a la falta de conexidad, como lo ordena el
artículo 52 de la Resolución 01006 de 2016, dentro del análisis que se
realiza del riesgo.

(r) Sobre el interrogante número diez, informa que desconoce tales


aspectos, dada la ausencia de relación protectiva vigente con el Programa
de Protección y Asistencia.

(s) Finalmente, en relación con la pregunta número once, indica que no ha


adoptado ningún tipo de medida con el fin de reconocer la reubicación
social definitiva, esto, en razón a que los beneficiarios no se encuentran
dentro de la órbita de protección del Programa porque fueron excluidos,
además, no media requerimiento en ese sentido del despacho del Fiscal
en el que actuó el peticionario. En este punto, explica que, de acuerdo
con el numeral 3 del artículo 27 de la Resolución 05101 de 2008, la
exclusión es una de las modalidades en que se termina de forma anormal
el procedimiento de protección. La autoridad facultada para tomar la
decisión de la reubicación definitiva es el Director Nacional de

29
Refiere la entidad que las obligaciones y deberes generales del protegido se encuentran en el Acta de
Incorporación del 15 de agosto de 2014, entre los cuales cabe desatacar: “…(h) Abstenerse de consumir
elementos o sustancias embriagantes o que generen psicodependencia; (i) no retornar a la zona de riesgo
localizada concretament en los departamentos del Valle del Cauca, Risaralda y Quindío; (j) someterse a los
tratamientos médicos y psicológicos que los hechos aconsejen como parte, desarrollo y fines del esquema de
protección diseñado para su caso, incluida la internación en el centro de rehabilitación si así lo recomiendan
los profesionales del área;…”

21
Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación (artículo 99,
Resolución 1006 de 2016), quien decidirá sobre la misma, cuando se
acredite la ocurrencia de una causal de desvinculación del beneficiario,
así como de sus familiares. En todo caso, no habrá lugar a la reubicación
definitiva cuando se acredite una causal de exclusión (art.100 Resolución
0-1006 de 2016)30.31

28. A su turno, la Directora Nacional de Recursos y Acciones Judiciales de


la Defensoría del Pueblo allegó concepto siguiendo la orientación de la
solicitud de insistencia que dio lugar a la selección del caso. Fundamentó la
Defensoría su posición en las normas nacionales e internacionales que exaltan
el derecho fundamental a la vida, y cuestiona si le es dable al Programa
desatender su obligación de protección del bien supremo de la vida de una
persona beneficiaria del mismo, por su condición de consumidor de sustancias
psicoactivas, o por no someterse al tratamiento de rehabilitación.

Para resolver el anterior interrogante, estima que es necesario referirse a la


obligación que tiene el Estado de garantizar el derecho a la vida, como núcleo
de los demás derechos fundamentales. Señala que conforme a la jurisprudencia
del Consejo de Estado, proferida en materia de reparación directa, en principio,
ese deber es de medio y no de resultado, ya que lo único que puede hacer el
Estado es utilizar todos los medios que posee para proteger la vida de las
personas. Sin embargo, en circunstancias excepcionales donde la persona no
puede protegerse por sus propios medios por encontrarse bajo la custodia de
una autoridad pública, la obligación del Estado se convierte en obligación de
resultado.

Unido a lo anterior, indica que de las clausulas segunda y once de la


Constitución, se derivan al menos dos deberes para el Estado frente al derecho
a la vida: obligación de respetar y de proteger. Indica que en desarrollo de esta
última obligación, fue creado, bajo la dirección y coordinación de la Fiscalía
General de la Nación, el “Programa de Protección a Testigos, Víctimas,
Intervinientes en el proceso y funcionarios de la Fiscalía"32.

Teniendo en cuenta los deberes que tiene el protegido frente al Programa,


específicamente, el de abstenerse de consumir sustancias embriagantes o
psicoactivas y colaborar y someterse a los tratamientos a que hubiera lugar, así
como, la causal de exclusión por incumplimiento de las obligaciones adquiridas
con el Programa, la Defensoría del Pueblo considera que existe un tratamiento
excluyente frente al consumo de drogas, en tanto, es un criterio que determina

30
Por su parte, el artículo 135 de la Resolución 0-1006 de 2016, dispone el trámite correspondiente a la
reubicación definitiva al momento de la desvinculación.
31
Cabe anotar que, mediante oficio del 12 de septiembre de 2016, vencido el término de traslado, el accionante
se pronunció en contra de cada una de las preguntas y respuestas suministradas por la entidad accionada,
reiterando que fueron vulnerados sus derechos fundamentales y los de su familia, como consecuencia de la
determinación de la accionada de excluirlos del Programa de Protección a testigos, por el incumplimiento de
los deberes pactados.
32
El programa fue creado mediante el artículo 67 de la Ley 418 de 1997, prorrogada y modificada por la Ley
1106 de 2006.

22
que una persona pueda o no ser protegida por el Estado; situación que, a su
juicio, puede afectar, entre otros derechos, el libre desarrollo de la
personalidad, al tiempo que desconoce la no penalización de la autonomía de la
persona para decidir sobre el consumo de sustancias adictivas (C-221 de 1994).

Finalmente, en relación con los interrogantes formulados por el Magistrado


sustanciador manifestó, primero, que con posterioridad a la presentación de la
solicitud de insistencia del 13 de mayo de 2016, en la base de datos
institucional no se encontró registro o solicitud del caso del adolescente “B”, y
segundo, que para efectos de conocer la actual situación personal, económica y
de seguridad del señor “A” y de su grupo familiar, realizó el 9 de agosto de
2016 una entrevista al actor, en la que se ratifica el contenido del informe de
respuesta que presentó el actor ante la Corte33.

29. Se recibió también el escrito del Fiscal Seccional 40 de la ciudad de “G”,


quien en su informe da respuesta al mencionado auto de pruebas. En su escrito
manifestó que el proceso penal adelantado contra “E” se encuentra terminado y
archivado por haberse emitido sentencia condenatoria contra el mismo, por
preacuerdo celebrado con este ente acusado, y que dicha sentencia es de fecha
16 de junio de 2016. Por lo demás, indicó que no ha emitido el concepto
requerido por el Programa para la reubicación del actor y su familia, por cuanto
este no le ha sido solicitado. Indica que la entidad accionada le informó que el
protegido y su familia fueron desvinculados por incumplir sus deberes con el
Programa34.

II. CONSIDERACIONES

A. COMPETENCIA

30. Esta Corte es competente para conocer de esta acción de tutela, de


conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241 numeral 9 de la
Constitución Política, en los artículos 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, así
como en virtud del Auto del 27 de mayo de 2016, expedido por la Sala de
Selección de Tutela Número Cinco de esta Corte, que decidió someter a
revisión las decisiones adoptadas por los jueces de instancia.

B. CUESTIONES PREVIAS – PROCEDIBILIDAD DE LA


ACCIÓN DE TUTELA

31. En virtud de lo dispuesto en el artículo 86 de la Constitución Política, la


reiterada jurisprudencia constitucional dictada en la materia35 y los artículos
concordantes del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela tiene un carácter

33
La Defensoría del Pueblo aportó copia del formato de entrevista del 9 de agosto de 2016 y copia del informe
que remitió el accionante a la Corte Constitucional, en respuesta al auto de pruebas.
34
El Fiscal Seccional 40 aportó copia simple del acta de la audiencia de lectura de sentencia del 16 de junio de
2015, y copia simple de los oficios del Programa en donde se le informa de la desvinculación del protegido y su
grupo familiar.
35
Ver, entre otras, sentencias T-119 de 2015, T-250 de 2015, T-446 de 2015, T-548 de 2015, y T-317 de 2015.

23
residual y subsidiario, razón por la cual, sólo procede excepcionalmente como
mecanismo de protección definitivo: (i) cuando el presunto afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial, (ii) cuando existiendo, ese medio
carece de idoneidad o eficacia para proteger de forma adecuada, oportuna e
integral los derechos fundamentales, en las circunstancias del caso concreto; así
mismo, procederá como mecanismo transitorio cuando se interponga para
evitar la consumación de un perjuicio irremediable a un derecho fundamental.
En el evento de proceder como mecanismo transitorio, la protección se
extenderá hasta tanto se produzca una decisión definitiva por parte del juez
ordinario.36

Procedencia de la acción de tutela – Caso concreto

32. Legitimación por activa: En la contestación de la acción de tutela, la


entidad accionada solicitó que se declarara la improcedencia de la misma por
falta de legitimación en la causa por activa del señor “A”. Lo anterior, bajo el
argumento de que el actor presentó la demanda de tutela en nombre propio, sin
que existiera autorización o poder conferido por su hijo “B”, quien además de
ser mayor de edad, fue el principal beneficiario al Programa de Protección y
Asistencia.

Por su parte, el juez de tutela de primera instancia determinó que el señor “A”
estaba legitimado para solicitar la revocatoria del acto administrativo de
exclusión, para cuestionar la negativa a la reubicación social definitiva y para
cuestionar las decisiones adoptadas por la accionada respecto del Programa de
Protección que involucran al demandante y a su familia.

Al respecto, la Sala considera que el señor “A” se encuentra legitimado para


reclamar la protección de sus derechos fundamentales y de su grupo familiar,
por las siguientes razones:

(a) La Constitución en su artículo 42 establece que la familia es el núcleo


básico de la sociedad, por lo que el Estado y la sociedad, deben
garantizar su protección integral (art. 5 de la Carta). En desarrollo de
este mandato constitucional, en nuestro ordenamiento jurídico se han
creado distintas instituciones que ofrecen medidas de protección al
grupo familiar de la persona, cuyos derechos a la vida e integridad
personal resultan amenazados o vulnerados como consecuencia de la
colaboración que presta a la administración de justicia; este es el caso,
por ejemplo, de las medidas de protección que ofrece la Dirección.

(b) En efecto, las medidas que se adoptan al interior del Programa


mencionado persiguen el fortalecimiento de la justicia, en tanto,
aseguran que se presenten al proceso los testimonios claves para fallar
36
Acerca del perjuicio irremediable, esta Corte ha señalado que, debe reunir ciertos requisitos para que torne
procedente la acción de tutela, a saber: “(i) que se trate de un hecho cierto e inminente; (ii) que las medidas a
tomar deben ser urgentes; (iii) que la situación a la que se enfrenta la persona es grave; y finalmente (iv) que
las actuaciones de protección han de ser impostergables.” Ver, sentencia T-896 de 2007, entre otras.

24
en derecho, además, que generan confianza en el ciudadano para que
cumpla con su deber de colaborar con la administración de justicia. Tan
loable propósito no se puede conseguir sino a través de la
implementación de medidas que salvaguarden los derechos de quien
colabora en el proceso judicial y de su grupo familiar. Es por esta razón
que, una vez verificado el cumplimiento de los requisitos previstos para
la vinculación al programa de protección, la entidad mencionada
procede a implementar las medidas de protección, de acuerdo con la
evaluación del riesgo, a favor del titular de las medidas y, por extensión,
a su grupo familiar.

(c) Conforme a lo expuesto, resulta evidente que las decisiones que adopta la
entidad accionada, ya sean de vinculación, reincorporación o exclusión,
impacta no solo los derechos del titular del caso (testigo), sino también
los de su grupo familiar protegido. Por este motivo, y teniendo en cuenta
la especial protección que debe garantizar el Estado a la institución de la
familia, considera la Sala que se configura la legitimación en la causa
por activa, cuando la persona que solicita la tutela de los derechos de su
familia, es un integrante del grupo familiar afectado por las decisiones
de la entidad encargada de su seguridad37.

(d) En el caso concreto, si bien es cierto el señor “A” no manifestó de


manera expresa que actuaba en representación de su grupo familiar,
considera la Sala que ello no es óbice para desconocer el verdadero
motivo que lo llevó a presentar la acción de tutela, cual fue el de obtener
la reubicación social definitiva a fin de evitar la producción de un daño
en contra de su familia. En ese mismo sentido, en el acápite de
pretensiones, el actor solicitó que se ordenara a la accionada otorgar la
reubicación social definitiva “para evitar un daño irreparable contra
mi familia…”.

(e) Incluso, la legitimidad del señor “A” para solicitar la protección de los
derechos de su grupo familiar, se puede colegir que fue ratificada por su
esposa e hijo (titular de las medidas de protección), en tanto, aportaron
al trámite de la impugnación un oficio manifestando que autorizaban al
actor para que los representara en la reclamación de sus derechos38. La
Sala estima que, en virtud del principio de informalidad que rige las
actuaciones en el proceso de tutela, la autorización suministrada debe

37
En la sentencia T-184 de 2013, la Sala Sexta de Revisión de esta Corte estudió un caso en el que un señor
interpuso acción de tutela en contra de la Oficina de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la
Nación, solicitando la protección de su derecho a la vida, como consecuencia del acto administrativo mediante
el cual la accionada excluyó al actor y a su grupo familiar del programa de protección. Pese a que el accionante
no manifestó de manera expresa actuar en representación de su familia, la Corte resolvió tutelar los derechos a
la vida, a la seguridad e integridad personal del actor, su progenitora, su compañera permanente y su bebé. En
consecuencia, dictó las órdenes correspondientes de amparo a favor del tutelante y su familia. Aunque en esta
ocasión la Corte no se ocupó de analizar la legitimación por activa, a partir de lo resuelto se advierte que, de
manera implícita, se avaló que un integrante del grupo familiar afectado por las decisiones de la accionada,
promoviera la acción de tutela que culminó con un fallo favorable a favor de todo el grupo familiar.
38
Según consta a folios 110 y 111 del cuaderno No. 2

25
considerarse como otro elemento probatorio que ratifica la legitimidad
por activa en el caso concreto.

33. Legitimación por pasiva: La Dirección Nacional de Protección y


Asistencia de la Fiscalía General de la Nación, es una entidad de naturaleza
pública, por lo tanto, es susceptible de demanda de tutela (C.P. 86°, Decreto
2591 de 1991 art. 1° y art. 13°), por lo cual se observa la existencia de
legitimación por pasiva en el presente asunto.

34. Inmediatez: Este requisito de procedibilidad impone la carga al


demandante de interponer la acción de tutela en un término prudente y
razonable respecto del hecho o la conducta que causa la vulneración de
derechos fundamentales39. En el caso concreto, la Sala observa que los actos
administrativos de exclusión, que causaron la presunta vulneración, fueron
expedidos el 3 y 17 de septiembre de 2015, mientras que la acción de tutela fue
interpuesta el 3 de diciembre del mismo año; término aproximado de cuatro (4)
meses que la Sala considera prudente y razonable para reclamar la protección
de los derechos vulnerados, máxime, cuando el actor ha procurado en ese
interregno la defensa de sus derechos y de su familia, al solicitar a la
Defensoría del Pueblo, Regional “I”, y la Personería de “H” el
acompañamiento necesario para solucionar su situación40.

35. Subsidiariedad: En el caso sub examine, los jueces de tutela de ambas


instancias declararon improcedente la solicitud de amparo, argumentando que
existen otros mecanismos ordinarios de defensa judicial para investigar las
irregularidades presuntamente cometidas por los funcionarios de la entidad en
el trámite de exclusión y, para controvertir la legalidad de los actos
administrativos por medio de los cuales se excluyó del programa de protección
al actor y a su familia.

En cuanto a la procedibilidad formal de la acción de tutela, la Sala encuentra


que, prima facie, existe en el caso concreto un mecanismo ordinario de defensa
judicial idóneo para controvertir la legalidad de los actos administrativos que
presuntamente vulneraron los derechos del accionante y de su grupo familiar.
En efecto, las actas de exclusión unilateral del 3 y 17 de septiembre de 2015,
por medio de las cuales la accionada excluyó del Programa al señor “A” y a su
familia, pueden ser demandadas ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo, a través del medio de control de nulidad y restablecimiento del
derecho, bajo las causales relativas a que el acto administrativo fue expedido de
forma irregular o mediante falsa motivación (artículo 138 de la Ley 1437 de
2011).

Sin embargo, la Sala considera que la acción de tutela procede como


mecanismo principal de amparo, en razón a que, el tiempo prolongado que
requiere la definición de un proceso en la jurisdicción de lo contencioso

39
Cfr. Sentencia SU-961/99.
40
Según consta a folios 27, 28 y 31 del cuaderno No. 2

26
administrativo, no garantiza la protección oportuna de los derechos
fundamentales a la vida y a la seguridad personal de las personas que, por
colaborar con la administración de justicia, se encuentran sometidas a graves
amenazas o atentados que ponen en riesgo su vida o la de su familia. En estos
casos, el procedimiento preferente y sumario que caracteriza a la acción de
tutela, así como el principio de informalidad que la rige, desplaza de manera
excepcional al medio judicial ordinario, a fin de garantizar la protección
inmediata o cesar la amenaza de los derechos fundamentales que se ven
comprometidos en esta clase de situaciones.

Es importante resaltar que, en vigencia de la Ley 1437 de 2011, la Sala Sexta


de Revisión de esta Corte en la sentencia T-184 de 2013, al estudiar un caso de
supuestos fácticos similares a los que ahora analiza esta Sala41, consideró que la
acción de tutela era procedente, como mecanismo definitivo de amparo, para
proteger los derechos fundamentales de un grupo familiar que fue excluido del
Programa de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación.

Unido a lo anterior, aunque en el trámite del proceso de nulidad y


restablecimiento del derecho el demandante tiene la posibilidad de solicitar
medidas cautelares para evitar precisamente la producción de un daño sobre los
derechos que reclama, la Sala considera que tales mecanismos no anulan en el
caso concreto la procedencia de la acción de tutela. Si bien el actor hubiera
podido solicitar el reconocimiento de la reubicación social definitiva, mientras
que se dirimía la controversia final, la realidad es que las condiciones del sujeto
involucrado y de su grupo familiar, determinan la falta de idoneidad de las
medidas cautelares de la jurisdicción de lo contencioso administrativo para
contener el riesgo en los derechos fundamentales a la vida, seguridad personal
y mínimo vital.

En efecto, de las pruebas aportadas al proceso, se tiene que el actor a pesar de


laborar de manera independiente en la ciudad donde lo ubicó la accionada, no
ha logrado obtener los recursos económicos suficientes para atender sus
necesidades y las de su familia. Además, su esposa e hijos regresaron a vivir a
la zona de riesgo, en la que han sido víctimas de ataques en contra de su vida;
ataques que el actor asevera fueron perpetrados por cómplices del sujeto que
resultó condenado en el proceso penal en el que colaboró su hijo.

Las circunstancias descritas ponen de presente la situación de debilidad


manifiesta, por causa de su condición económica, en la que se encuentra el
tutelante y su núcleo familiar, razón por la que la Sala considera que la acción
de tutela es el único medio que, además de otorgar de forma célere la

41
En la sentencia T-184 de 2013 la Sala Sexta de Revisión de esta Corte estudió una acción de tutela que
interpuso un señor en contra de la entidad mencionada, argumentando que fue vulnerado su derecho
fundamental a la vida, como consecuencia del acto administrativo que lo excluyó a él y a su familia del
programa de protección y asistencia, a pesar de que colaboró con la administración de justicia y que subsistían
los factores de riesgo que dieron lugar a la vinculación al programa. La Corte resolvió que la acción de tutela
era procedente, como mecanismo definitivo, para proteger los derechos fundamentales que fueron vulnerados
al actor y a su grupo familiar. En igual sentido, se puede consultar la sentencia T-355 de 2016.

27
protección, brinda la solución definitiva que requiere esta problemática
iusfundamental. Vale resaltar que, en razón a la situación que atraviesa el actor
y su familia, adquiere una mayor relevancia para la solución del caso, la
diferencia que existe entre el amparo suministrado por la acción de tutela, que
en general se ha estructurado como un mecanismo definitivo de protección de
derechos fundamentales, y el alcance de la protección que otorga la medida
cautelar, que por su naturaleza es en esencia transitoria y busca conjurar
situaciones urgentes, sin que necesariamente la controversia de fondo sea
resuelta.

En relación a las quejas y denuncias presentadas por el accionante en contra de


los funcionarios de la Dirección Nacional del Programa de Protección y
Asistencia, por presuntas irregularidades en el trámite de la exclusión de su
familia del programa de protección, comparte la Sala lo expuesto por los jueces
de instancia, en el sentido de que corresponde a las autoridades penales y
disciplinarias dirimir este tipo de controversias, por cuanto la naturaleza el
asunto escapa de la órbita de competencia del juez de tutela.

Por las anteriores razones, concluye la Sala que, en el caso concreto, la acción
de tutela satisface el requisito de subsidiariedad y, por consiguiente, supera el
análisis de procedibilidad formal.

36. Temeridad: La actuación temeraria en el trámite de amparo


constitucional está regulada por el artículo 38 del Decreto 2591 de 1991, de
acuerdo con el cual: “Cuando sin motivo expresamente justificado la misma
acción de tutela sea presentada por la misma persona o su representante ante
varios jueces o tribunales, se rechazarán o decidirán desfavorablemente todas
las solicitudes.” Conforme a la reiterada jurisprudencia constitucional proferida
en la materia, la temeridad se configura cuando entre el asunto que es de
conocimiento del juez de amparo y el que ya ha sido objeto de pronunciamiento
previo concurren: (i) identidad de partes; (ii) identidad de hechos; (iii)
identidad de pretensiones; y (iv) ausencia de justificación en el ejercicio de la
nueva acción de tutela42.

En el caso objeto de examen constitucional, la demanda de tutela se promueve


contra la Dirección, por considerar que los actos administrativos que
excluyeron a su familia del Programa y la negativa de la reubicación social
definitiva vulneraron sus derechos fundamentales, por esta razón el actor
solicitó al juez de tutela que ordenara a la accionada conceder la reubicación
social definitiva. En cambio, en la solicitud de amparo que fue resuelta, en
sentencia del 19 de octubre de 2015, por la Sala Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de “H”, el accionante solicitó la protección de su derecho
fundamental de petición, en razón a que la entidad mencionada no dio respuesta
a las peticiones que presentó el 18 y 24 de agosto de 2015.

42
Ver entre otras las sentencias T-923 de 2010, T-718 de 2011, T-084 de 2012, T-151 de 2012 y T-181 de
2012. Reiteradas en sentencia T-349 de 2013.

28
A partir de lo anterior, la Sala concluye que, contrario a lo sostenido por la
entidad demandada, el actor no incurrió en una actuación temeraria, toda vez
que, a pesar de que existe identidad de partes entre la presente demanda de
tutela y la que fue resuelta mediante sentencia del 19 de octubre de 2015, es
evidente que no existe identidad de hechos o pretensiones entre las actuaciones
mencionadas.

Superado el test de procedibilidad formal de la acción de tutela, procede la Sala


a realizar el análisis de fondo del asunto sometido a su consideración.

C. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA JURÍDICO, MÉTODO


Y ESTRICTURA DE LA DECISIÓN

Acorde con los fundamentos fácticos expuestos en la Sección I anterior de esta


providencia, le corresponde a la Sala Tercera de Revisión determinar si:

37. La Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía General


de la Nación vulneró el derecho al debido proceso administrativo y a la
seguridad personal del accionante y su grupo familiar, al negar la reubicación
social definitiva, bajo los argumentos de que no ha concluido el proceso penal
y que se requiere de un concepto emitido por el Fiscal de conocimiento.

38. La Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía General


de la Nación vulneró los derechos a la vida y a la seguridad personal de la
madre y la hermana del titular de las medidas de protección, al excluirlas del
Programa de Protección y Asistencia de Testigos, argumentando que
incumplieron el deber de abstenerse de asumir conductas que pongan en peligro
su seguridad y la del Programa mismo, por haberse trasladado a una ciudad
diferente a la asignada, sin dar previo aviso a los funcionarios encargados de su
protección.

39. La Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía General


de la Nación vulneró los derechos a la vida, a la seguridad personal y al libre
desarrollo de la personalidad, al excluir al actor y a su hijo del Programa de
Protección y Asistencia de testigos, bajo el argumento de que incumplieron los
deberes del Programa relativos al no consumo sustancias embriagantes o
psicoactivas, someterse a los respectivos tratamientos médicos y de
rehabilitación, así como, por haberse negado a realizar el examen toxicológico.

40. Con el fin de resolver los problemas jurídicos planteados, la Sala


procederá a (i) analizar el deber constitucional de los ciudadanos de colaborar
con la administración de justicia; (ii) reiterar la jurisprudencia fijada en materia
del derecho fundamental a la seguridad personal; (iii) se ocupará de revisar la
regulación que define el contenido del Programa de Protección y Asistencia a
Víctimas, Testigos e Intervinientes en el proceso penal de la Fiscalía General
de la Nación; (iv) estudiar los temas relacionados con la despenalización de la
dosis personal y la prohibición del porte y consumo de sustancias

29
estupefacientes y psicotrópicas; (v) reiterar la especial protección y atención
reconocida a las personas con problemas de farmacodependencia y
drogadicción. Finalmente; procederá a (vi) resolver el caso concreto sometido a
estudio.

D. DEBER CONSTITUCIONAL DE LOS CIUDADANOS DE


COLABORAR CON LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

41. Con el establecimiento del estado social de derecho, la Carta Política de


1991 impuso en cabeza de la persona y el ciudadano deberes y obligaciones,
que tienen una fuerza normativa por el carácter de norma jurídica que le fue
reconocido a la Constitución (art. 4)43. De ahí que, el incumplimiento de dichos
deberes tiene la posibilidad de ser sancionado, cuando vulnera o pone en
peligro la efectividad de derechos fundamentales44. En todo caso, estos deberes
no son absolutos, en tanto, se encuentran limitados por la cláusula de
preminencia de la libertad del ciudadano y la potestad amplia de configuración
de obligaciones y sanciones a cargo del legislador45.

42. En relación con lo anterior, el artículo 95 en su numeral 7º de la


Constitución Política, define que uno de los deberes y obligaciones de la
persona y el ciudadano es aquel relacionado con la colaboración para el buen
funcionamiento de la administración de justicia. La Corte ha precisado que este
deber constitucional se caracteriza por: (i) ser universal, en la medida que
vincula a todos los individuos sometidos al ordenamiento jurídico nacional; (ii)
ser un deber no retribuido, pues no supone recompensas por parte del Estado; y,
(iii) se trata de un deber que se deriva de la obligación de organización del
poder y de la defensa de las libertades ciudadanas46.

43. No obstante, la fuerza normativa y universalidad que caracterizan este


deber constitucional no significa que su exigibilidad pueda reclamarse de
manera desproporcionada y sin condición alguna por los entes estatales, puesto
que, existen eventos en los que el hecho de colaborar con la administración de
justicia supone un riesgo para la persona y su familia. En estos casos, es el
Estado quien debe, en cumplimiento de su deber general de proteger a las
personas en su vida (art. 2 de la Carta), asumir la posición de garante a fin de
garantizar la tutela especial de los derechos a la vida y a la integridad personal
del interviniente en el proceso y de su grupo familiar.

44. Conforme con lo expuesto, por mandato directo de la Constitución, la


persona y el ciudadano tienen el deber de contribuir con su participación a la

43
En la Sentencia T-125 de 1994, la Corte señaló: “Con la evolución del Estado liberal y su tránsito al Estado
Social de Derecho, el valor jurídico de los deberes ha variado de manera radical. Su incorporación a los
textos constitucionales modernos, paralelamente a la idea de la Constitución como norma jurídica, son
transformaciones políticas que otorgan una significación diferente a los deberes de la persona”.
44
En lo que respecta al grado de vinculación de los ciudadanos a los deberes constitucionales, se puede
consultar las sentencias T-125 de 1994, C-657 de 1997, SU-259 de 1999, T-142 de 2002, C-249 de 2002, T-
976 de 2003, C-511 de 2004, entre otras.
45
Cfr. Sentencia T-976 de 2003.
46
Ver, sentencia T-976 de 2003, reiterada por la sentencia T-683 de 2005.

30
recta administración de justicia, por ejemplo, mediante la denuncia de la
posible comisión de hechos punibles. En todo caso, la exigibilidad de este
deber no releva al Estado de la obligación que tiene de velar por la protección
de los derechos a la vida y a la integridad personal (seguridad personal),
cuando los mismos resulten vulnerados o amenazados con ocasión de la
intervención de la persona en el proceso judicial.

E. EL DERECHO FUNDAMENTAL A LA SEGURIDAD


PERSONAL. REITERACIÓN DE JURISPRUDENCIA

45. Desde la perspectiva de la jurisprudencia constitucional la noción de


seguridad personal se proyecta en tres dimensiones distintas, a saber: (i) como
un valor constitucional47, (ii) como un derecho colectivo48 y (iii) como un
derecho individual de rango fundamental.

46. En lo que respecta a la seguridad personal como derecho individual de


rango fundamental, la Corte ha señalado que su contenido se encamina a la
protección de la vida y de la integridad personal de quien lo invoca49, razón por
la cual "faculta a las personas para recibir protección adecuada por parte de
las autoridades cuando quiera que estén expuestas a riesgos excepcionales que
no tienen el deber jurídico de tolerar, por rebasar éstos los niveles soportables
de peligro implícitos en la vida en sociedad; en esa medida, el derecho a la
seguridad constituye una manifestación del principio de igualdad ante las
cargas públicas, materializa las finalidades más básicas asignadas a las
autoridades por el Constituyente, garantiza la protección de los derechos
fundamentales de los más vulnerables, discriminados y perseguidos, y
manifiesta la primacía del principio de equidad”.50

47. En esa dirección, la Corte en un reciente pronunciamiento51, precisó que


de la faceta de derecho individual también se deriva la posibilidad de exigir de
parte del Estado acciones positivas para conjurar una amenaza concreta contra
la seguridad personal, destacando que tal actividad procede cuando se ha
identificado un riesgo excepcional, es decir, aquellos que “no tiene el deber

47
En cuanto a la seguridad como valor y fin del Estado, la Corte en la sentencia T-683 de 2005 señaló que se
trata de un “valor genérico que permea toda la Constitución, en tanto que garantía de las condiciones
necesarias para el ejercicio de todos los derechos y libertades fundamentales por parte de las personas que
habitan el territorio nacional. Así, la seguridad constituiría una de las metas de la Carta Política de 1991, tal
y como lo muestran el Preámbulo y el artículo 2º, en tanto el Constituyente buscó asegurar a los integrantes de
la nación la vida, la convivencia y la paz, entre otros. Por ello, en el sistema constitucional instaurado en
Colombia desde 1991, todas las instituciones que velan por crear condiciones de seguridad, tienen como
finalidad primordial la de proteger las libertades y derechos de las personas”.
48
En la sentencia T-719 de 2003 se dijo, por ejemplo, que “la seguridad aparece en nuestra Constitución bajo
la forma de un derecho colectivo, es decir, un derecho que asiste en forma general a todos los miembros de la
sociedad, quienes se pueden ver afectados por circunstancias que pongan en riesgo bienes jurídicos colectivos
tan importantes para el conglomerado social como el patrimonio público, el espacio público, la seguridad y
salubridad públicas, la moral administrativa, el medio ambiente o la libre competencia económica (art. 88,
C.P.)”.
49
Ver, sentencia T-039 de 2016.
50
Ver, sentencia T-719 de 2003.
51
Ver, sentencia T-039 de 2016.

31
jurídico de tolerar, por rebasar éstos los niveles soportables de peligro
implícitos en la vida en sociedad”.52

48. En este punto, resulta importante mencionar que, el carácter fundamental


del derecho a la seguridad personal, no tiene por génesis el reconocimiento
expreso de la Constitución, sino que proviene de una interpretación sistemática
de los preceptos constitucionales de la misma 53 y de los diferentes instrumentos
internacionales que hacen parte del ordenamiento jurídico interno, como son la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre y la Declaración Universal de los Derechos Humanos54.

49. En conclusión, la seguridad personal adquiere significado desde sus tres


manifestaciones distintas: valor constitucional, derecho colectivo y derecho
individual de carácter fundamental. De acuerdo con esta última faceta, el
Estado debe provisionar efectivamente las condiciones mínimas de seguridad
que posibilitan la existencia de las personas en sociedad, de tal manera que no
sean expuestas a riesgos extraordinarios de recibir daños en su contra. Esta
situación se presenta, por ejemplo, en el caso de la persona amenazada de
muerte por haber intervenido en un proceso penal, en calidad de testigo.

F. REGULACIÓN DEL PROGRAMA DE PROTECCIÓN Y


ASISTENCIA A VÍCTIMAS, TESTIGOS E INTERVINIENTES
EN EL PROCESO PENAL DE LA FISCALÍA GENERAL DE
LA NACIÓN.

50. Por mandato del artículo 250 de la Carta Política55, modificado por el
Acto Legislativo 03 de 2002, y el artículo 116 numeral 6 de la Ley 906 de
200456, la Fiscalía General de la Nación tiene la importante función de velar
por la seguridad y protección de víctimas, testigos e intervinientes en el proceso
penal.

51. El cumplimiento de dicha función constitucional se materializó con la


creación del “Programa de Protección y Asistencia a Víctimas, Testigos e
Intervinientes en el Proceso Penal”57, cuya dirección y coordinación está a
cargo de la Oficina de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la

52
Ver, sentencia T-719 de 2003.
53
El Preámbulo y los artículos 2, 12, 17, 18, 28, 34 44, 46 y 73 superiores.
54
Así, lo ha señalado la Corte, por lo menos, en las sentencias T-234 de 2012, T- 078 de 2013 y T-224 de 2014.
55
El numeral 7 del artículo 250 de la Constitución Política, modificado por el Acto Legislativo 03 de 2002,
estipula: “En ejercicio de sus funciones la Fiscalía General de la Nación, deberá: … 7. Velar por la protección
de las víctimas, los jurados, los testigos y demás intervinientes en el proceso penal, la ley fijará los términos en
que podrán intervenir las víctimas en el proceso penal y los mecanismos de justicia restaurativa”.
56
“Atribuciones. La Fiscalía General de la Nación, para el cumplimiento de sus funciones constitucionales y
legales, tiene las siguientes atribuciones: (…) 6. Velar por la protección de las víctimas, testigos y peritos que
la Fiscalía pretenda presentar.”
57
Artículo 67, la Ley 418 de 1997, prorrogada y modificada por las leyes 548 de 1999, 782 del 2002, 1106 de
2006, 1421 de 2010 y 1738 de 2014.

32
Nación58. Esta entidad en observancia de sus deberes legales, expidió la
Resolución 0-5101 del 15 de agosto de 2008 (en adelante, la “Resolución 0-
5101”), a fin de reglamentar el Programa mencionado. Aunque en el trámite
surtido en sede de revisión, la entidad accionada indicó que la resolución citada
fue recientemente derogada por la Resolución 0-1006 de 2016 (en adelante, la
“Resolución 0-1006”), la Sala desarrollará el contenido de la Resolución 0-
5101, por cuanto era la norma que estaba vigente en el momento en que
ocurrieron los hechos relatados por el accionante y, en efecto, la que regulaba
la relación entre el protegido y el Programa. Ello, sin perjuicio de que, cuando
resulte pertinente para el análisis del caso concreto, se haga referencia a las
reglas contenidas en la Resolución 0-1006.

52. Así, en primer lugar, es pertinente mencionar que de acuerdo con lo


dispuesto en el artículo 2 de la Resolución 0-5101, el Programa tiene por objeto
otorgar medidas de seguridad a favor de las víctimas, testigos e intervinientes,
los fiscales y los servidores de la entidad “cuando se encuentren en riesgo de
sufrir agresión, o sus vidas corran peligro, por causa o con ocasión de la
intervención en un proceso penal de conocimiento de la Fiscalía General de la
Nación, siempre que el riesgo sea calificado como extraordinario o extremo”.
Dichas medidas se podrán hacer extensivas al grupo familiar de los sujetos
mencionados59.

53. La resolución precitada, también dispone que el análisis de procedencia


de la solicitud de incorporación corresponde al Director del Programa, o a su
delegado, quien definirá la vinculación o no de la persona, con base en el
resultado de la evaluación del riesgo que realiza el Jefe de la Oficina de
Protección y Asistencia60. De esta manera, el ingreso al Programa no es
automático, sino que, por el contrario, depende de los estudios que efectué la
entidad sobre las circunstancias específicas que motivan la solicitud de
protección, la procedencia de la petición y del grado de riesgo y las condiciones
del solicitante y, eventualmente, de su familia61.

58
El Estatuto Orgánico de la Fiscalía General de la Nación (Ley 938 de 2004), establece en su artículo 19 que
corresponde a la Oficina de Protección y Asistencia organizar la protección de víctimas, testigos, jurados,
servidores e intervinientes en las investigaciones y procesos que sean de conocimiento de la Fiscalía, en
coordinación con las Direcciones Nacionales de Fiscalías y Cuerpo Técnico de Investigación, con el apoyo de
los organismos de seguridad del Estado. Con la Resolución 0-0405 de febrero de 2007, el Fiscal General de la
Nación, dispuso: “Corresponde a la Oficina de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la Nación,
coordinar el programa de protección y asistencia a las víctimas, testigos, fiscales, funcionarios de la entidad y
demás intervinientes en el proceso penal, en los términos establecidos por la ley y de acuerdo con lo señalado
por la presente resolución”.
59
Conforme el parágrafo del artículo 2° de la Resolución 0-5101, esto tendrá lugar cuando su relación con el
titular genere situaciones de riesgo o amenaza, determinadas previa evaluación técnica realizada por la Oficina
de Protección y Asistencia. En ese sentido, la Resolución 0-1006, que derogó la Resolución 0-5101, en su
artículo 21 dispone. “Deberes del Programa de Protección. Son deberes del programa los siguientes: a)
Otorgar protección y asistencia integral a los beneficiarios -así como a sus familiares cuando las
circunstancias debidamente acreditadas por la Dirección Nacional de Protección y Asistencia así lo
determinen. b) Proteger la identidad de los beneficiarios”.
60
Resolución 0-5101, artículos 14 a 16. En relación con el proceso de vinculación, la Resolución 0-1006, en su
artículo 30 establece las condiciones procesales de la protección.
61
Al respecto, en la sentencia T-719 de 2003, la Corte manifestó: “[e]l Programa de Protección de la Fiscalía
General de la Nación vinculará a las personas sobre las que recae un riesgo extraordinario o extremo para
sus vidas e integridad personal, definidos como aquellos que ameritan la intervención excepcional del Estado
para preservar el derecho afectado”.

33
54. El cumplimiento del objeto de Programa –salvaguardar la vida e
integridad personal del protegido- requiere que la Dirección Nacional de
Protección y Asistencia goce de autonomía para resolver sobre el ingreso, la
desvinculación o la exclusión del interesado62, lo que no significa que tales
determinaciones puedan adoptarse de manera arbitraria, sino que deben
motivarse a partir del análisis que se haga de la situación particular del
individuo o grupo familiar sometido al Programa y de la verificación de
criterios objetivos.

55. Así, por ejemplo, la Corte en la sentencia T-355 de 2016, precisó los
criterios que rigen la vinculación al Programa, a saber: (i) que exista un riesgo
extraordinario que amenace la seguridad personal, al punto que éste sea
específico e individualizable, concreto, presente, importante, serio, claro y
discernible, y desproporcionado; (ii) que se evidencie un nexo causal directo
entre participación procesal eficaz para la administración de justicia y los
factores de amenaza y riesgo derivados de esa colaboración; (iii) que se
compruebe que la solicitud de vinculación al programa no está motivada por
interés distinto que el de colaborar oportuna y espontáneamente con la
Administración de Justicia; (iv) que las medidas de seguridad necesarias
correspondan a las que prevé el Programa; (v) que la protección del
peticionario no constituya un factor que afecte en forma insuperable la
seguridad de la estructura del Programa o de la Fiscalía General de la Nación;
y, (vi) que los beneficiarios hayan manifestado su voluntad de ingresar al
Programa63.

56. Una vez cumplido de manera satisfactoria el procedimiento de


vinculación, el artículo 20 de la Resolución 0-5101 dispone que la decisión de
incorporación se plasmará en un acta que debe suscribirse por el protegido, su
núcleo familiar incorporado y el funcionario responsable. De esta forma, se
asegura que los sujetos referidos sean informados acerca de las obligaciones
mínimas que tiene el protegido y el Programa. En cuanto a los deberes que le
asisten al protegido, la norma precitada señala:

“1. Para el Protegido: a) Colaborar con la Administración de


Justicia, siempre que legalmente esté obligado a hacerlo; b) Acatar
las recomendaciones que le sean formuladas en materia de
seguridad; c) Utilizar correctamente las instalaciones y los demás
recursos que para el desarrollo de su propia vida el Programa
coloque a su disposición; d) Abstenerse de asumir conductas que
irresponsablemente puedan poner en peligro su seguridad y la del
Programa mismo; e) Colaborar para que su estadía en el Programa
se desarrolle en condiciones dignas; f) Abstenerse de consumir
elementos o sustancias embriagantes o que generen
sicodependencia; g) Colaborar y someterse a tratamientos médicos,

62
Ver, sentencia T-532 de 1995.
63
Estos supuestos fueron sintetizados en la sentencia T-585A de 2011.

34
sicológicos y de rehabilitación a que hubiere lugar; h) Mantener
comunicación por escrito con la Dirección del Programa, a través
del agente que haya sido asignado, salvo situaciones de extrema
gravedad o urgencia; i) Observar un comportamiento ético, moral,
personal y social ejemplar.” (Negrita fuera del texto original)

57. Cabe resaltar que, la Resolución 0-1006 de 2016, mediante la cual se


derogó la Resolución 0-5101, en su artículo 72, en cuanto a las obligaciones de
los beneficiarios, incorpora nuevamente los deberes de “No consumir bebidas
embriagantes o alcohólicas” y “No consumir sustancias prohibidas por la
norma penal, tales como sustancias alucinógenas, estimulantes, drogas
sintéticas, psicoactivas, depresivas, y demás, que generen dependencia”.
Además, dispone que el protegido tiene la obligación de “Someterse a los
tratamientos médicos, psicológicos y de rehabilitación que se dispongan por la
Dirección Nacional de Protección y Asistencia, mientras se encuentre
vinculado al programa”.

58. Superado el trámite descrito, procede la aplicación de las medidas de


protección, que de cara a la situación de riesgo, resulten ser las más idóneas
para salvaguardar la vida e integridad personal del titular del caso y de su grupo
familiar64. De ahí en adelante, los protegidos y las medidas implementadas
estarán sujetos a continua vigilancia, monitoreo y directivas de seguridad por
parte de la entidad.

59. Sobre este ítem, resulta de trascendental importancia señalar que de la


medida adoptada dependerá el grado de intensidad en que se limiten o
restrinjan ciertas libertades personales de los protegidos. Así, lo ha determinado
esta Corte al considerar que “(…) el individuo que ingresa a un programa de
protección ha de partir de la base de que se coloca en una situación de
especial sujeción ante el organismo estatal encargado de su amparo. Y este
hecho implica, incluso, que el testigo puede verse sometido a restricciones en
el ejercicio de algunos de sus derechos fundamentales, restricciones sobre las
cuales cabe advertir que no deben afectar el núcleo esencial de los derechos y
han de mantenerse dentro de los cauces de lo razonable y lo proporcional
(...).”65

60. Por otro lado, en cuanto a la permanencia o la desvinculación del


Programa, la resolución citada advierte que el protegido será el responsable de
las consecuencias que se deriven de la inobservancia de las obligaciones
anotadas en el acta de compromiso66. De ahí que, cuando se trata del
incumplimiento de cualquiera de las obligaciones que el protegido adquirió al
momento de suscribir el acta mencionada67, la Resolución 0-5101 prevé que

64
Estas pueden consistir en cambio de domicilio, incorporación y reubicación de domicilio, protección
inmediata o protección condicionada. Ver Resolución 5-0101 de 2008, artículos 6 a 10. Actualmente, aplican
los artículos 37 a 47 de la Resolución 0-1006 de 2016.
65
Ver, sentencia T-242 de 1996.
66
Resolución 0-5101 de 2008, artículo 8, parágrafo.
67
Resolución 0-5101 de 2008, artículo 19, numeral 1°.

35
procede la exclusión unlilateral del Programa68. Esta medida de exclusión
deberá estar soportada en un informe en el que el funcionario competente
advierta la falta cometida por el protegido, haciendo relación detallada y
concreta de las razones de violación de dichas obligaciones.

61. No obstante lo anterior, debido al impacto que causa sobre los bienes
jurídicos de los protegidos el retiro de las medidas de protección, la Dirección
Nacional de Protección y Asistencia, a juicio de esta Corte, no está facultada
para disponer la exclusión del Programa como primera respuesta al
incumplimiento de las obligaciones adquiridas por el protegido y su familia,
por el contrario, le corresponde en ejercicio de su posición de garante, adoptar
las medidas necesarias para remediar y prevenir nuevas infracciones y como
último recurso disponer el retiro69; esto, con mayor razón, cuando las
condiciones de riesgo no han variado.

62. Así, lo determinó la Corte en la sentencia T-184 de 2013 al considerar


que no todo incumplimiento de las obligaciones de quien colaboró con la
justicia puede conducir necesariamente a su expulsión del Programa cuando el
riesgo que esto causó persiste. La Corte arribó a dicha conclusión al considerar
que, “aunque el obrar del actor y su compañera son reprochables, y la
accionada obró acorde con las normas aplicables, no es menos cierto que la
relevancia que tiene el aquí demandante para los procesos penales en los
cuales voluntaria y cumplidamente ha colaborado –incluso aún después de su
exclusión-, y el alto riesgo que de allí se desprende para su vida, integridad y
seguridad personal y la de su familia, no relevan la obligación del Estado, en
su posición de garante, de darles la adecuada protección; máxime cuando su
obrar colabora con la adecuada administración de justicia.”70

63. A partir de todo lo expuesto, se puede concluir que al Programa se


podrán vincular las víctimas, testigos e intervinientes, así como a su grupo
familiar, cuando sus derechos fundamentales a la vida y a la seguridad personal
se encuentren amenazados por su participación en el proceso penal, siempre
que se cumplan con los lineamientos establecidos en las normas aplicables.

68
De conformidad con el artículo 27, son causales de terminación de compromisos: la renuncia voluntaria del
beneficiario, la exclusión unilateral por incumplimiento de las obligaciones adquiridas con el Programa, la
reubicación definitiva, el cumplimiento por parte del Programa de las obligaciones y compromisos suscritos y
cuando el protegido es cobijado por una medida de aseguramiento privativa de la libertad. Tal disposición fue
derogada por la Resolución 0-1006, que en su capítulo V establece el procedimiento en materia de la renuncia y
las causales de exclusión del Programa.
69
Artículo 28 de la Resolución 5121 de 2008. “(…) cuando la falta del protegido no afecte el esquema de
seguridad implementado en su caso particular, previo a la decisión de exclusión, la Dirección del Programa
deberá estudiar la gravedad de la falta y ponderar las implicaciones que ella tenga para el Programa y la
investigación, debiendo determinar si es procedente encauzar la conducta del protegido al cumplimiento de las
obligaciones señaladas en el acta de compromisos o su exclusión (…)”.
70
La Corte en la sentencia T-184 de 2013, estudió una acción de tutela presentada por un señor en contra de la
Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía General. En esa ocasión, a pesar de que estaba
demostrado el incumplimiento de los deberes por parte del protegido, este Tribunal ordenó a la entidad
accionada reintegrar al actor y a su núcleo familiar al Programa. De igual modo, ordenó al actor y a los
integrantes de su núcleo familiar que lleguen a ser beneficiados con dicha protección, acatar todas y cada una
de las normas, obligaciones y recomendaciones de seguridad que le imponga el Programa, y abstenerse de
asumir conductas que pongan en peligro su vida y la de los integrantes de su núcleo familiar. En ese mismo
sentido se puede consultar la sentencia T-355 de 2016.

36
Una vez ingrese al Programa, con base en el resultado de evaluación del riesgo
del interesado, la Fiscalía en ejercicio de su autonomía deberá adoptar las
medidas de protección que considere más pertinentes para salvaguardar sus
derechos. Aunque el ingreso al Programa comporta una serie de restricciones
que limitan de manera justificada el goce de los derechos del protegido
(Resolución 0-5101 de 2008, derogada por la Resolución 0-1006 de 2016), en
tanto, persiguen la protección de su derecho a la vida, los deberes que se le
imponen y la posible sanción por su incumplimiento, deben atender a los
principios de razonabilidad y proporcionalidad, de tal manera que se preserve
el núcleo esencial de los derechos involucrados.

G. DESPENALIZACIÓN DE LA DOSIS MÍNIMA Y


PROHIBICIÓN DEL PORTE Y CONSUMO DE SUSTANCIAS
ESTUPEFACIENTES Y PSICOTRÓPICAS

64. La Corte ha estudiado en diferentes ocasiones, y desde distintas


perspectivas, la problemática del consumo de sustancias estupefacientes y
sicotrópicas. De acuerdo con la materia del caso que se examina, la Sala
abordará únicamente los asuntos sobre la despenalización de la dosis personal y
la prohibición del porte y el consumo de sustancias estupefacientes y
sicotrópicas.
Despenalización de la dosis personal

65. En sentencia C-221 de 1994, la Sala Plena de esta Corte conoció de una
acción pública de inconstitucionalidad, en la que se solicitó declarar
inexequibles el literal j) del artículo 2o y el artículo 51 de la ley 30 de 1986,
“Estatuto Nacional de Estupefacientes”. Mediante estas disposiciones el
legislador definió la dosis para uso personal y estableció sanciones penales a
quienes llevaran consigo, conservaran para su propio uso o consumo, cocaína,
marihuana o cualquier otra droga que produzca dependencia, en la cantidad
considerada como dosis de uso personal71.

66. En primer lugar, la Corte resolvió declarar exequible el literal j) del


artículo 2o. de la ley 30 de 1986, por considerar que este precepto “(…)
constituye un ejercicio de la facultad legislativa inscrito dentro de la órbita
precisa de su competencia. Porque determinar una dosis para consumo
personal, implica fijar los límites de una actividad lícita (que sólo toca con la
libertad del consumidor), con otra ilícita: el narcotráfico que, en función del
lucro, estimula tendencias que se estiman socialmente indeseables”.

71
El artículo 2º de la Ley 30 de 1986, o “Estatuto Nacional de Estupefacientes”, definió en su literal j), que se
considera dosis para uso personal “la cantidad de estupefaciente que una persona porta o conserva para su
propio consumo”. En tal sentido prescribió como “dosis para uso personal la cantidad de marihuana que no
exceda de veinte (20) gramos; la de marihuana hachís que no exceda de cinco (5) gramos; de cocaína o de
cualquier sustancia a base de cocaína que no exceda de un (1) gramo, y de metacualona que no exceda de dos
(2) gramos”. Aclaró el legislador en la misma disposición que “no es dosis para uso personal, el estupefaciente
que la persona lleve consigo, cuando tenga como fin su distribución o venta, cualquiera que sea su cantidad”.

37
67. Y en segundo lugar, resolvió declarar inexequibles los artículos 51 y 87
de la ley precitada, por ser contrarios a los principios de dignidad humana y de
autonomía individual. La Corte arribó a dicha conclusión a partir de una
confrontación de la sanción por el consumo de drogas con el derecho al libre
desarrollo de la personalidad (art. 16 de la Carta), de acuerdo con el cual
“Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin
más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden
jurídico”.

68. Del análisis realizado por la Corte, vale resaltar lo señalado en relación
con el comportamiento de las personas con problemas de drogadicción. Sobre
la particular, precisó:

“Dentro de un sistema penal liberal y democrático, como el que tiene


que desprenderse de una Constitución del mismo sello, debe estar
proscrito el peligrosismo, tan caro al positivismo penal, hoy por
ventura ausente de todos los pueblos civilizados. Porque a una
persona no pueden castigarla por lo que posiblemente hará, sino por
lo que efectivamente hace. A menos que el ser drogadicto se
considere en sí mismo punible, así ese comportamiento no trascienda
de la órbita más íntima del sujeto consumidor, lo que sin duda
alguna es abusivo, por tratarse de una órbita precisamente sustraída
al derecho y, a fortiori, vedada para un ordenamiento que encuentra
en la libre determinación y en la dignidad de la persona (autónoma
para elegir su propio destino) los pilares básicos de toda la
superestructura jurídica. Sólo las conductas que interfieran con la
órbita de la libertad y los intereses ajenos, pueden ser jurídicamente
exigibles. No se compadece con nuestro ordenamiento básico la
tipificación, como delictiva, de una conducta que, en sí misma, sólo
incumbe a quien la observa y, en consecuencia, está sustraída a la
forma de control normativo que llamamos derecho y más aún a un
sistema jurídico respetuoso de la libertad y de la dignidad humana,
como sin duda, lo es el nuestro”.

69. Concordante con lo anterior, la Corte determinó que, desde cualquier


perspectiva, era abiertamente atentatorio de la libertad y de la autonomía
consagradas en el artículo 16 como "libre desarrollo de la personalidad”,
obligar al consumidor de drogas a someterse a un tratamiento médico contra
una enfermedad de la que no quiere curarse. En ese sentido, señaló que el
internamiento obligatorio en establecimiento psiquiátrico o similar resultaba
inconstitucional, desde el punto de vista del tratamiento médico, “por violentar
la voluntad del destinatario mediante la subrogación de su capacidad de
decidir, por la decisión del juez o del médico. Cada quien es libre de elegir
(dentro de nuestro ordenamiento) qué enfermedades se trata y si es o no el
caso de recuperar la "salud", tal como se concibe de acuerdo con el criterio
oficial”.

38
70. Con todo, para la Corte la expulsión de la norma demandada del
ordenamiento jurídico, planteaba el siguiente interrogante: ¿qué puede hacer el
Estado, si encuentra indeseable el consumo de narcóticos y estupefacientes y
juzga deseable evitarlo, sin vulnerar la libertad de las personas? Al respecto,
este Tribunal estimó que la única vía adecuada y compatible con los principios
que el Estado está obligado a respetar, consiste en la posibilidad de educar a la
población sobre la problemática del consumo de drogas, de tal manera, que se
remueva la barrera de la ignorancia y, en consecuencia, se cumpla con el
objetivo de que cada persona elija su forma de vida responsablemente. En ese
sentido, precisó que la dignidad humana, la autonomía personal y el libre
desarrollo de la personalidad, impiden que el Estado desista de su obligación de
educar y, con mayor razón, que utilice la represión como forma de controlar el
consumo de sustancias que se consideren nocivas para la persona y,
eventualmente, para la comunidad a la que necesariamente se halla integrada.

Prohibición del porte y consumo de sustancias estupefacientes y sicotrópicas

71. Con posterioridad a la despenalización del porte y consumo de sustancias


estupefacientes y sicotrópicas mediante la sentencia C-221 de 1994, se
presentaron varios intentos de reforma constitucional. Las primeras propuestas
se enfocaron en la modificación del artículo 16 de la Carta Política, que
contempla el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Estas iniciativas
pretendían sancionar la conducta con penas distintas a las privativas de la
libertad, para garantizar los derechos individuales y colectivos y se enfocaban a
defender los derechos de los niños.

72. Luego, el enfoque de la reforma cambió, pues ya no se buscó modificar


el artículo 16, sino el artículo 49 de la Constitución, en el cual se consagra el
derecho a la salud72. Esto, con base en las sentencias dictadas por la Corte
Constitucional que han señalado que la drogadicción y la farmacodependencia
son una enfermedad y que por ende no se puede tratar al adicto como un
delincuente, sino como un enfermo. Por lo anterior, en el año 2009, el artículo
49 Superior fue modificado por medio del Acto Legislativo 02, en los
siguientes términos:

“(…) El porte y el consumo de sustancias estupefacientes o


sicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica73. Con fines

72
Constitución Política, artículo 49, establece: “La atención de la salud y el saneamiento ambiental son
servicios públicos a cargo del Estado. Se garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de
promoción, protección y recuperación de la salud. Corresponde al Estado organizar, dirigir y reglamentar la
prestación de servicios de salud a los habitantes y de saneamiento ambiental conforme a los principios de
eficiencia, universalidad y solidaridad. También, establecer las políticas para la prestación de servicios de
salud por entidades privadas, y ejercer su vigilancia y control. Así mismo, establecer las competencias de la
Nación, las entidades territoriales y los particulares, y determinar los aportes a su cargo en los términos y
condiciones señalados en la ley. Los servicios de salud se organizarán en forma descentralizada, por niveles
de atención y con participación de la comunidad. La ley señalará los términos en los cuales la atención básica
para todos los habitantes será gratuita y obligatoria. Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado
integral de su salud y la de su comunidad.”
73
Respecto a la expresión subrayada, la Corte Constitucional se declara INHIBIDA mediante Sentencia C-574
de 2011.

39
preventivos y rehabilitadores la ley establecerá medidas y
tratamientos administrativos de orden pedagógico, profiláctico o
terapéutico para las personas que consuman dichas sustancias. El
sometimiento a esas medidas y tratamientos requiere el
consentimiento informado del adicto. Así mismo el Estado dedicará
especial atención al enfermo dependiente o adicto y a su familia para
fortalecerla en valores y principios que contribuyan a prevenir
comportamientos que afecten el cuidado integral de la salud de las
personas y, por consiguiente, de la comunidad, y desarrollará en
forma permanente campañas de prevención contra el consumo de
drogas o sustancias estupefacientes y en favor de la recuperación de
los adictos.”

73. Posteriormente, en el año 2011, el aparte subrayado del Acto Legislativo


02 de 2009, por medio del cual se reformó el artículo 49 de la Constitución, fue
demandado por inconstitucional74. Sobre el particular, en la sentencia C-574 de
2011, a partir de una interpretación sistemática de los nuevos incisos
introducidos por el Acto Legislativo precitado, con el resto de este precepto
superior, y con otros principios del texto fundamental que inciden en su
alcance, la Corte llegó a las siguientes conclusiones:

“i. Que la prohibición del porte y consumo de estupefacientes y


sustancias sicotrópicas para el sometimiento a medidas
administrativas de orden pedagógico, profiláctico, terapéutico con el
consentimiento informado del adicto, se correspondería con el deber
de procurar el cuidado integral de la salud de la persona y de la
comunidad, contenido en el inciso quinto del artículo.

ii. Que no solamente se establecen las medidas pedagógicas,


administrativas y terapéuticas para el adicto que consienta de forma
informada someterse a dichas medidas y tratamientos, sino que el
Estado dedicará especial atención al enfermo dependiente o adicto y
a su familia, con el desarrollo permanente de campañas de
prevención contra el consumo de drogas o sustancias estupefacientes
y a favor de la recuperación de los adictos.

iii. Por último, que el sometimiento a las medidas y tratamientos


para los adictos y dependientes que porten y consuman sustancias
estupefacientes y sicotrópicas, y que consientan de manera
informada someterse a las medidas y tratamientos de orden
pedagógico, profiláctico o terapéutico, deberá proveerse por parte
del Estado o por los particulares o por parte del sistema de salud de
acuerdo a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad.”

74
De igual modo, en la sentencia C-882 de 2011 la Corte se pronunció sobre una demanda de
inconstitucionalidad en contra de los dos incisos finales del artículo 1º del Acto Legislativo 02 de 2009, que
reformó el artículo 49 de la Constitución, por supuesto desconocimiento del derecho a la consulta previa de las
comunidades indígenas. Al respecto, la Corte declaró exequible la norma demandada, únicamente frente al
cargo examinado.

40
H. LA ATENCIÓN ESPECIAL RESPECTO DE PERSONAS QUE
PRESENTAN PROBLEMAS DE FARMACODEPENDENCIA O
DROGADICCIÓN. REITERACIÓN DE JURISPRUDENCIA

74. En un reciente pronunciamiento, mediante la sentencia T-010 de 2016, la


Sala Novena de Revisión de esta Corte reiteró la jurisprudencia trazada en
materia de la dependencia de sustancias psicoactivas y su relación con el
derecho a la salud del adicto75. Por este motivo, a continuación se hará
referencia a los fundamentos de orden constitucional, legal y jurisprudencial
que fueron expuestos en la providencia citada sobre el tema mencionado.

75. En el ordenamiento jurídico interno, el artículo 49 Superior modificado


por el Acto Legislativo 02 de 2009 establece que toda persona tiene derecho a
que se le garantice el acceso a los servicios de “promoción, protección y
recuperación de la salud”. Así mismo, como quedó expuesto en líneas
anteriores, respecto de las personas que presentan adicción al consumo de
sustancias estupefacientes o sicotrópicas, expresa que el Estado prestará
especial atención y desarrollará campañas de prevención contra el consumo de
drogas y en favor de la recuperación de los adictos76.

76. En armonía con lo anterior, la jurisprudencia constitucional ha estimado


que “la drogadicción crónica es una enfermedad psiquiátrica que requiere
tratamiento médico en tanto afecta la autodeterminación y autonomía de quien
la padece, dejándola en un estado de debilidad e indefensión que hace
necesaria la intervención del Estado en aras de mantener incólumes los
derechos fundamentales del afectado”77. En ese sentido, en la sentencia T- 760
de 2008, se estableció que se garantizará al adicto o su familia, la cobertura
médica y sicológica para atender el problema de la drogadicción.

77. En consideración de lo establecido por la jurisprudencia constitucional, y


en virtud del mandato consagrado a cargo del Estado en el artículo 47
Superior78, esta Corte ha determinado que quienes se encuentran en situación
de fármaco-dependencia ven limitada su autodeterminación y autonomía,
quedando en una “situación de debilidad psíquica”79, que demanda una
especial protección por parte del Estado. De ahí que, las personas que padecen

75
Ver, entre otras, las sentencias T-684 de 2002, T-438 de 2009, T-094 de 2011, T-566 de 2010 y T-355 de
2012.
76
Con relación a los problemas de salud derivados del consumo de drogas, la OMS ha señalado que la
farmacodependencia consiste en “el estado psíquico y a veces físico causado por la interacción entre un
organismo vivo y un fármaco, caracterizado por modificaciones del comportamiento y por otras reacciones
que comprenden siempre un impulso irreprimible por tomar el fármaco en forma continua o periódica a fin de
experimentar sus efectos psíquicos y, a veces, para evitar el malestar producido por la privación” 76; mientras
que la adicción a sustancias psicoactivas o estupefacientes la ha definido como una enfermedad de tipo mental,
que además de ser una causa importante de discapacidad, exige una respuesta coordinada del sector de la salud
y el sector social. 65ª Asamblea Mundial de la salud. Resolución 65.4. Punto 13.2.
77
Cfr. Sentencia T-814 de 2008.
78
Constitución Política, artículo 47, establece: “El Estado adelantará una política de previsión, rehabilitación
e integración social para los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a quienes se prestará la atención
especializada que requieran”.
79
Ver, sentencia T-684 de 2002.

41
drogadicción crónica deban ser atendidas mediante los programas que el
Estado, en la medida de lo posible y razonable, disponga para su rehabilitación
e integración80.

78. Cabe anotar que, mediante la Ley 1566 de 201281, el Legislador


reconoció el consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas, lícitas o
ilícitas, como un asunto de salud pública y bienestar de la familia, la
comunidad y los individuos. Por lo tanto, determinó que el abuso y la adicción
deberán ser tratados como una enfermedad que requiere atención integral por
parte del Estado. En ese sentido, dispone que toda persona que sufra trastornos
mentales o cualquier otra patología derivada del consumo, abuso y adicción a
sustancias psicoactivas licitas o ilícitas, tendrá derecho a ser atendida en forma
integral por las entidades que conforman el Sistema General de Seguridad
Social en Salud y las instituciones públicas o privadas especializadas para el
tratamiento de dichos trastornos82.

79. Sobre la base de lo anterior, es posible concluir que el consumo de


sustancias psicoactivas ha sido calificado como una enfermedad de tipo mental
que coloca a quienes la padecen en una situación de “debilidad psíquica”, que
impone al Estado la carga de proporcionarles una especial protección
constitucional. Para tal efecto, debe garantizar el acceso a los servicios de salud
que requiera para el manejo de la patología que presenta con el objeto de que se
recuperen y puedan reincorporase a su entorno familiar en condiciones
normales y sin que exista algún riesgo para el paciente o para su grupo
familiar83.

I. SOLUCIÓN DEL CASO CONCRETO

80. El señor “A” y su núcleo familiar fueron incluidos en el Programa de


Protección y Asistencia a Víctimas, Testigos e Intervinientes en el Proceso
Penal de la Fiscalía General de la Nación desde el año 2012. En el año 2013 los
protegidos renunciaron a las medidas de protección, pero fueron vinculados
nuevamente al Programa en el año 2014, debido a que el hijo del actor continuó
participando como testigo en un proceso penal, motivo por el cual fue víctima
de varias amenazas contra su vida, seguridad e integridad personal.

81. Concluido el proceso penal, el actor y su hijo solicitaron la reubicación


social definitiva ante la entidad accionada, la cual mediante oficio de
septiembre 11 de 2015 negó lo pedido. Entre el momento de presentación de la

80
Ver, sentencia T-634 de 2002. En ese sentido, se puede consultar la Ley 30 de 1986, la cual consagra que las
medidas para el tratamiento y rehabilitación de una persona fármaco dependiente deberán procurar la
reincorporación del individuo como persona útil a la comunidad. La ley mencionada también dispone que el
Ministerio de Salud tendrá la obligación de incluir dentro de sus programas la prestación de estos servicios para
la recuperación de los adictos a sustancias psicoactivas.
81
Ley 1566 de 2012, “Por la cual se dictan normas para garantizar la atención integral a personas que
consumen sustancias psicoactivas y se crea el premio nacional "entidad comprometida con la prevención del
consumo, abuso y adicción a sustancias" psicoactivas”.
82
Ley 1566 de 2012, artículo 2º.
83
Ver, sentencia T-010 de 2016.

42
petición referida y la fecha en que respondió la entidad accionada, el 3 de
septiembre de 2015, la madre y hermana menor del titular de las medidas de
protección fueron excluidas del Programa, bajo el fundamento de que
incumplieron sus deberes, por haberse trasladado a una ciudad diferente a la
asignada, sin dar previo aviso a los funcionarios encargados de su protección.
Tan solo unos días después, el 16 de septiembre del mismo año, el actor y su
hijo, también fueron excluidos por la entidad accionada, por considerar que
desobedecieron los compromisos con el Programa al no someterse a los
tratamientos médicos y de rehabilitación para enfrentar el consumo de drogas,
así como, por haberse negado a realizar el examen toxicológico. Las anteriores
decisiones fueron adoptadas bajo la vigencia de la Resolución 0-5101.

82. De acuerdo con las pruebas aportadas en sede de revisión, se tiene que
actualmente el actor y su familia no son beneficiarios de medida de protección
alguna, ni reciben asistencia por parte del Programa. El actor reside en la
ciudad de “H”, mientras que su compañera permanente y sus dos hijos, se
encuentran domiciliados en la ciudad de “G”. De igual forma, se encuentra
demostrado que este grupo familiar atraviesa una difícil situación económica,
en razón a que el actor es el único que, gracias a su trabajo informal, aporta los
recursos necesarios para solventar los gastos básicos de todos los miembros de
la familia.

83. En virtud de lo anterior, corresponde a la Sala de Revisión determinar, en


primer término, si la Dirección vulneró el derecho al debido proceso
administrativo y a la seguridad personal del accionante y su grupo familiar, al
negar la reubicación social definitiva, bajo los argumentos de que no ha
concluido el proceso penal y que se requiere de un concepto emitido por el
Fiscal de conocimiento.

84. Debido a las circunstancias de tiempo en que ocurrieron los hechos y los
efectos que se derivan de la autorización de la reubicación social definitiva
(terminación del proceso de protección), advierte la Sala que la respuesta al
anterior interrogante es un elemento de juicio necesario para determinar, en
segundo término, si la entidad accionada vulneró los derechos fundamentales a
la seguridad personal y al libre desarrollo de la personalidad del actor y su
grupo familiar, al excluirlos del Programa, bajo el fundamento de que
incumplieron con los deberes acordados en el acta de incorporación.

85. Precisado lo anterior, en cuanto al asunto relacionado con la reubicación


social definitiva, la Sala considera que acorde con la valoración fáctica y
probatoria, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

(a) En primer lugar, el Fiscal 40 seccional de “G” certificó a esta Corte, que
el proceso penal seguido en contra de “E”, en el cual participó como
testigo “B”, finalizó y fue archivado por haberse emitido sentencia
condenatoria, el 16 de junio de 2015.

43
(b) En segundo lugar, el 18 de agosto de 2015, el accionante y su hijo, titular
de las medidas de protección, solicitaron al Director Nacional de
Protección y Asistencia, entre otras cosas, la reubicación social
definitiva, indicando que el proceso penal había finalizado.

(c) En tercer lugar, el 11 de septiembre de 2015, la entidad requerida, entre


otras cosas, respondió de manera negativa la solicitud de la reubicación
social definitiva, argumentando que no era viable, básicamente, por dos
razones, la primera, que la audiencia de preacuerdo del proceso penal
mencionado “no se realizó y no se ha fijado fecha nueva”, y la segunda,
que para disponer la reubicación se requiere un concepto emitido por el
Fiscal de conocimiento con relación a su participación en el proceso
penal84.

(d) En cuarto lugar, conforme al artículo 27 de la Resolución 0-5101, norma


vigente en el momento que ocurrieron los hechos, la reubicación social
definitiva constituye una causal de terminación del procedimiento de
protección, como ocurre, por ejemplo, con el incumplimiento de los
deberes con el Programa, la renuncia voluntaria, entre otras85.

86. A partir de lo anterior, la Sala considera que la entidad accionada negó la


solicitud de reubicación social definitiva sobre la base de argumentos que,
además de ser contrarios a la realidad, desconocieron los principios de
celeridad y eficacia que rigen todas las actuaciones que la entidad accionada
debe adelantar en materia protección y asistencia (Resolución 0-5101, art. 3,
numerales 4 y 7). A esta conclusión arriba la Sala por las siguientes razones:

87. Es claro que, de un lado, en septiembre de 2015, la accionada rechazó la


posibilidad de iniciar el proceso de reubicación argumentando que no había
culminado el proceso penal en el que participó “B” como testigo, cuando era
evidente que dicha actuación ya había finalizado meses atrás, en junio del
mismo año, y por el otro, adujo que tal determinación requiere del aval del
Fiscal de conocimiento, lo cual, aunque como se indicará en el numeral 88 a
continuación es un requisito válido porque es el funcionario idóneo para
calificar la participación del testigo, no es una carga que necesariamente
corresponda asumir al protegido, si se tiene en cuenta que el personal del
Programa está obligado a hacer continuo seguimiento y vigilancia al caso 86,
además, que dicho personal es el que tiene la posibilidad de comunicarse y
coordinar con el Fiscal competente a fin de obtener su concepto y, de este
modo, garantizar la efectividad de los derechos de las personas vinculadas.

84
Según consta a folio 57 del cuaderno No. 2.
85
La desaparición de motivos que justificaron la vinculación, el cumplimiento por parte del Programa de las
obligaciones contraídas en los compromisos suscritos por el protegido y cuando el protegido es cobijado por
una medida de aseguramiento privativa de la libertad.
86
Artículo 33 Resolución No.0-1006 de 2016, que derogó la Resolución No.0-5101 de 2008. “Control del caso.
El Director Nacional de Protección y Asistencia delegará a un servidor para que realice una inspección
trimestral a la investigación o proceso penal donde intervenga el beneficiario y verifique si se ha cumplido
alguna causal de desvinculación o exclusión del programa…”

44
88. Cabe resaltar que el concepto que expide el Fiscal de conocimiento es un
requisito esencial no solo para resolver sobre el ingreso de un testigo al
Programa87, sino también para definir la procedencia de la solicitud de la
reubicación social definitiva. Al respecto, el artículo 99 de la Resolución 0-
1006 de 2016, la cual derogó la Resolución No. 0-5101 de 2008, establece que
la autoridad facultada para decidir, entre otros temas, sobre la reubicación
mencionada es el Director Nacional de Protección y Asistencia o el Fiscal
General de la Nación.

89. Dicha competencia asignada al Fiscal de conocimiento, está en armonía


con los deberes de vigilancia y control que se radican en cabeza de este
funcionario cuando se conceden al testigo las medidas de protección, por
ejemplo, le corresponde informar cuando la participación del beneficiario
finalice el proceso penal, informar cuando no requiera al testigo para que siga
actuando en el proceso respectivo, a fin de tramitar la desvinculación del
Programa88.

90. Teniendo en cuenta lo anterior, dada la prevalencia de los derechos que


están bajo la tutela del Programa, la Sala considera que, es necesario que
cuando existan elementos que permitan concluir que finalizó la participación
del protegido en el proceso penal y considerando las circunstancias particulares
del mismo, la Dirección, en el tiempo más corto posible, debe coordinar con el
Fiscal de conocimiento a fin de obtener su concepto respecto de la viabilidad de
iniciar el proceso de reubicación social definitiva, esto, sin perjuicio de que el
protegido también pueda solicitarla ante la falta de diligencia de los
funcionarios responsables.

91. De acuerdo con lo anterior, en principio, la Sala observa que la entidad


accionada vulneró el derecho al debido proceso administrativo del actor y su
familia, por indebida motivación de la decisión sobre la reubicación social
definitiva, y en consecuencia, conceder el amparo. No obstante, como se
advirtió en líneas anteriores, tal decisión depende también del análisis que se
haga de las circunstancias de tiempo en los que ocurrieron los hechos, por
cuanto los miembros del grupo familiar cobijado por las medidas de protección
fueron excluidos del Programa en dos momentos diferentes, a saber, la madre e
hija menor antes de que se respondiera la solicitud de reubicación social
definitiva, mientras que el padre y el hijo, titular de las medidas, con
posterioridad a dicha respuesta.

92. En lo que respecta a la situación de la madre y de la hermana menor


del titular de las medidas de protección, se tiene que mediante Acta del 3 de
septiembre de 2015, la entidad accionada resolvió, entre otras cosas, excluirlas
del Programa y, en consecuencia, declarar que el grupo familiar objeto de
protección quedaba conformado por el adolescente “B” y el señor “B”
(accionante). La decisión se fundamentó en que los sujetos excluidos

87
Artículo 53 de la Resolución No.0-1006 de 2016, que derogó la Resolución No.0-5101 de 2008.
88
Artículo 26 de la Resolución No.0-1006 de 2016, la cual derogó la Resolución No.0-5101 de 2008.

45
incumplieron las obligaciones adquiridas con el Programa 89, consistentes en (i)
acatar las recomendaciones que le sean formuladas en materia de seguridad, (ii)
abstenerse de asumir conductas que pongan en peligro su seguridad y la del
Programa mismo, (iii) observar un comportamiento ético, moral, personal y
social ejemplar90, por haber abandonado la sede asignada y regresar a la ciudad
de “G”, de donde fueron inicialmente removidos por las amenazas en su contra,
sin dar previo aviso a la entidad91.

93. De las pruebas aportadas en sede de revisión, la Sala logró corroborar


que los hechos invocados por la entidad accionada como fundamento de la
exclusión, corresponden a la realidad, pues el mismo accionante reconoció ante
el Programa, mediante oficio del 26 de agosto de 2015, que la familia decidió
que la madre e hija viajaran a la ciudad de “G”, el 24 de agosto del mismo año,
sin informar de este hecho al agente encargado de su protección92. Por esta
razón, se encuentra justificado que la entidad accionada excluyera a las
personas mencionadas conforme a la causal de terminación del proceso de
protección denominada “exclusión unilateral por incumplimiento de las
obligaciones adquiridas con el Programa de Protección”, prevista en numeral
primero del artículo 27 de la Resolución 0-5101.

94. Así mismo, la Sala advierte que la decisión de exclusión se adoptó con
fundamento en hechos ocurridos antes de que la entidad accionada definiera la
terminación de las medidas de protección por la reubicación social definitiva
(11 de septiembre de 2015), lo que implica que el error en el que incurrió la
entidad al negar la reubicación no pudo afectarlas en tanto habían sido
excluidas previamente. En efecto, el hecho de haber solicitado la reubicación
que daba lugar a la terminación del procedimiento de protección, no exonera a
los protegidos de cumplir con los deberes que asumieron al momento de la
incorporación, pues continúan vinculados al Programa y en consecuencia,
siguen bajo el ámbito de su protección.

95. Ahora bien, cuando se han presentado este tipo de conflictos entre el
protegido y el Programa por la inobservancia de los deberes acordados, la
jurisprudencia constitucional ha determinado que no todo incumplimiento de
las obligaciones de quien colaboró con la justicia o del grupo familiar protegido
por extensión, puede conducir necesariamente a su expulsión del Programa
cuando el riesgo que esto causó persiste (sentencia T-184 de 2013). Sin
embargo, en el presente caso, específicamente, en la situación de la madre e
hija menor excluidas del Programa, la Sala estima que no es factible aplicar la
sub regla anotada, en razón a que, con todo el material probatorio recaudado en
el proceso de tutela, no se logró demostrar que aquellas se encuentren
expuestas a un riesgo que se derive de la participación de su hijo/hermano en el
juicio penal.

89
Resolución 0-5101 de 2008, artículo 27, numeral 1º.
90
Resolución 0-5101 de 2008, artículo 20, literales b, d, i.
91
Según consta a folios 32 a 36 del cuaderno No. 2.
92
Copia de la “solicitud del vinculado al Programa de Protección”, código FGN-25-F-27, caso número 210065,
del 26 de agosto de 2015, suscrito por el accionante.

46
96. Esto, es así, por cuanto de las pruebas aportadas al proceso de tutela, se
tiene que la madre y su hija menor, aunque residen en la ciudad de “G”, viven
en una casa diferente a la de “B”93. Por lo demás, en cuanto a los hechos
relatados por el accionante, de acuerdo con los cuales el primero de enero de
2016, fueron agredidos su hijo y la madre del mismo, supuestamente, por ser
cómplices del sujeto condenado en el proceso penal, la Dirección Nacional de
Protección y Asistencia, en oficio del 26 de mayo de 2016, evaluó esta
situación conforme a lo establecido en el inciso del numeral 4° del artículo 4 de
la Resolución 0-5101, determinando que no se reunían los requisitos allí
señalados para autorizar la reincorporación al Programa. Señala la Dirección en
el mencionado oficio que para esas fechas del año es común que se presenten
ese tipo de riñas; y que objetivamente los agresores no fueron individualizados,
para poder establecer un nexo causal directo, con relación a la colaboración a la
justicia prestada por “B”. Además, señaló la Dirección que al momento de
valorar los hechos, no se contaba con información veraz y concreta sobre la
adecuación típica que se haya dado a los hechos referidos94.

97. Adicionalmente, mediante informe del 5 de julio de 2016, la Dirección


Nacional de Protección y Asistencia, con base en lo dispuesto en la Resolución
0-1006, al revaluar el riesgo al que supuestamente se encontraba sometido el
joven “B”, como consecuencia de unos hechos ocurridos en febrero de 2016,
corroboró que la madre y hermana del protegido estaban viviendo en otro lugar
y señaló que no había mérito para determinar que la vida de aquel estaba en
serio peligro, sino que estaba expuesto a un riesgo de carácter ordinario que no
justificaba su vinculación al Programa 95. De esta manera, la Sala advierte que
no existen elementos de juicio para concluir que la madre y hermana de “B”, (i)
se encuentren expuestas a un riesgo derivado de la participación de su
hijo/hermano en el proceso penal, (ii) y que deban ser beneficiarias por
extensión de las medidas de protección, al menos por los hechos que han sido
objeto de análisis en las evaluaciones de riesgo precitadas.

98. Con todo lo hasta aquí expuesto, considera la Sala que la exclusión de la
señora “C” y la menor “D” del Programa, lejos de considerarse arbitraria o
irrazonable, encuentra fundamento en la normatividad aplicable y atiende el
precedente constitucional fijado en la materia. En consecuencia, no es posible
que la Corte acceda a la pretensión del accionante consistente a la reubicación
social definitiva de su compañera permanente e hija; y por consiguiente, la Sala
revocará el fallo de tutela de segunda instancia que declaró improcedente la
acción de tutela, y procederá en su lugar, a negar la protección de los derechos
invocados por el actor en nombre de su compañera permanente e hija.

99. Por el contrario, en relación con la situación del señor “A” y de su


hijo “B”, la Sala considera que las actuaciones adelantadas por la Dirección en

93
Según consta en el folio 39 y 147 del cuaderno principal.
94
Según consta en el folio 76 del cuaderno principal.
95
Según consta a folios 143 a 157 del cuaderno principal.

47
materia de la reubicación social definitiva y, posterior, exclusión del Programa,
desconocieron su derecho fundamental al debido proceso administrativo, por
las siguientes razones:

(a) Para empezar, los días 14 y 24 de agosto de 2015 y el 7 de septiembre


del mismo año, la accionada dispuso la práctica de una prueba
toxicológica al actor y a su hijo, con el fin de descartar el posible
consumo de sustancias psicoactivas. Sin embargo, dicho examen no se
llevó a cabo porque ambos protegidos se negaron a realizarlo.

(b) Como se indicó con antelación, mediante oficio del 11 de septiembre de


2015, la accionada negó la terminación de las medidas de protección al
determinar sin fundamento válido, que no se cumplieron los criterios de
la reubicación social definitiva. Además, respecto a la renuencia del
actor y su hijo a realizarse las pruebas toxicológicas programadas para
los días 14 y 24 de agosto del mismo año, únicamente recordó a los
accionantes los deberes que aceptaron al momento de suscribir el acta de
incorporación al Programa, sin adoptar ninguna decisión.

(c) Finalmente, por medio de acta del 16 de septiembre de 2015, resolvió


terminar el proceso de protección y excluir al actor y a su hijo del
Programa, básicamente, por el incumplimiento de las obligaciones
consistentes en someterse a tratamientos de rehabilitación para superar el
problema de consumo de drogas y, de igual manera, por haberse opuesto
injustificadamente a practicar en las fechas antes mencionadas el
examen toxicológico.

100. Del recuento de las actuaciones surtidas por la entidad accionada, la Sala
no encuentra razón que justifique el por qué si la negativa de realizar la prueba
toxicológica -14, 24 agosto y 7 septiembre de 2015- ocurrió antes de que se
resolviera la solicitud de la reubicación -11 de septiembre de 2015-, ese hecho
tan solo fue invocado como fundamento para determinar la exclusión del
Programa del actor y su hijo, hasta el 16 de septiembre de 2015.

101. Para la Sala no es admisible, desde la perspectiva del derecho


fundamental al debido proceso administrativo (art. 29 C.P.), que la entidad a
pesar de tener conocimiento de estos hechos, en un primer momento, hubiera
manifestado sin fundamento que no se configuraba la causal de terminación
relativa a la reubicación social definitiva y que en relación a la negativa de
realizarse los exámenes toxicológicos, únicamente, hubiera reiterado que tienen
la obligación de hacerlo. Esto, por cuanto, tan solo unos días después, resolvió
dar por terminada su labor de salvaguarda y protección con base en la misma
negativa de los protegidos de realizarse las pruebas toxicológicas, y de
someterse a los tratamientos de rehabilitación.

48
102. En este punto, es preciso anotar que si bien la Dirección goza de
autonomía para resolver sobre la exclusión de un protegido96, ello no es óbice
para disminuir la rigurosidad y diligencia que demandan las gestiones propias
del Programa, máxime, si se tiene en cuenta la relación de especial sujeción en
la que está el protegido respecto del ente estatal. Actuar en contravía de este
precepto, significaría no solo desconocer el contenido del derecho al debido
proceso administrativo, sino también comprometer la efectividad de derechos
fundamentales como la seguridad personal y el mínimo vital, que pueden
vulnerarse con ocasión de la exclusión del Programa.

103. Sobre la base de las consideraciones expuestas, la Sala concluye que la


Dirección vulneró el derecho al debido proceso administrativo del accionante y
de su hijo, titular de las medidas de protección, (i) por la indebida motivación
de la decisión sobre la reubicación social definitiva, expedida 11 de septiembre
de 2015 (ver supra numerales 86 y 87), y (ii) por la falta de coherencia,
rigurosidad y diligencia en las actuaciones administrativas que adelantó la
entidad accionada en relación con la situación del protegido y su progenitor.

104. Por lo anterior, considera la Sala que en el caso del señor “A” y su hijo
“B”, procede el amparo del derecho fundamental al debido proceso
administrativo. En consecuencia, se ordenará que, una vez se realice la
reincorporación al Programa, la entidad accionada proceda a analizar de
manera rigurosa y diligente la procedencia de la reubicación social definitiva,
para lo cual deberá tener en cuenta, además de las normas aplicables 97, las
consideraciones expuestas en esta sentencia.

105. Unido a lo anterior, teniendo en cuenta que el artículo 42 Superior y la


jurisprudencia constitucional reconocen una especial protección a la unidad e
integridad de la familia98 y que de dicho mandato se deriva que “…las
autoridades públicas deben abstenerse de adoptar medidas administrativas o
judiciales que, en la práctica, impidan la unidad familiar”99, esta Sala
dispondrá que la medida de reubicación social definitiva que se adopte deberá
considerar la situación del núcleo familiar y garantizar, en la medida de las
posibilidades, el derecho de sus miembros a permanecer unidos.

106. Aunque con base en lo anterior se resuelve lo atinente a la solicitud de


protección de los derechos fundamentales invocados, la Sala no puede dejar a

96
Ver, sentencia T-532 de 1995.
97
En lo que respecta al trámite de la desvinculación, es importante mencionar que la Resolución 0-1006
establece que esta medida comprende la terminación normal de las obligaciones del Programa, y hace acreedor
al protegido a una reubicación social definitiva, en caso de considerarse procedente (art. 127). Dispone la
resolución precitada que la medida de reubicación definitiva y apoyo para la reincorporación en la sociedad se
decidirá cuándo se acredite la ocurrencia de una causal de desvinculación del beneficiario, así como de sus
familiares. En todo caso, advierte que no habrá reubicación definitiva cuando se acredite causal de exclusión
(art. 100). Además, prescribe que en aquellos casos en los que sea procedente la reubicación, el Programa
iniciará y desarrollará una evaluación socioeconómica a fin de ejecutar un plan de acción, dirigido a facilitar la
reinserción social y educativa del beneficiario, de acuerdo con la disponibilidad presupuestal del Programa (art.
135).
98
Ver sentencias T-278 de 1994. Sentencia T-572 de 2009, entre otras.
99
Cfr. Sentencia T-213 de 2015.

49
un lado el análisis de un asunto de notable relevancia constitucional, tal como
lo son las restricciones que impone el Programa, al momento de la
incorporación, a los interesados o protegidos en relación con el consumo de
elementos o sustancias embriagantes o que generan psicodependencia.

107. En este sentido, la derogada Resolución 0-5101 en el artículo 20, y la


norma vigente Resolución 0-1006 en su artículo 72, disponen de idéntica forma
que en el acta de incorporación del interesado, se consignará la obligación de
“abstenerse de consumir elementos o sustancias embriagantes o que generen
psicodependencia”, y la de “colaborar y someterse a tratamientos médicos,
sicológicos y de rehabilitación a que hubiere lugar”, para lo cual se requiere la
realización de una prueba toxicológica. De acuerdo con el artículo 27 de la
Resolución 0-5101, y con el artículo 138 de la Resolución 0-1006, el
incumplimiento de estos deberes conlleva a una exclusión unilateral del
Programa, por parte de la Dirección.

108. La Sala considera que las restricciones anotadas no deben entenderse


como una penalización de la conducta relativa al consumo de drogas, sino
como una prohibición que encuentra fundamento en el artículo 49 Superior,
reformado por el Acto Legislativo 02 de 2009. De esta manera, no persigue la
sanción del consumidor o adicto, sino que proscribe el consumo de drogas,
entendido por la normatividad aplicable y la jurisprudencia de esta Corte como
un problema de salud pública, a fin de garantizar la protección del derecho a la
vida e integridad personal del protegido y de los servidores encargados de su
protección; finalidad constitucionalmente imperiosa, que está en concordancia
con dos deberes constitucionales, primero, la Fiscalía General de la Nación, a
través del Programa, debe fungir como garante del derecho a la vida e
integridad personal (seguridad personal) de los testigos (art. 250 C.P.) y,
segundo, toda persona debe procurar el cuidado integral de su salud y de su
comunidad (inciso 5°, art. 49 C.P.).

109. En el marco del Programa, la Sala comparte lo expuesto por la entidad


accionada, en el sentido de que la problemática del consumo de drogas, además
de tratarse de un tema de salud, constituye un factor de seguridad que
potencialmente incrementa las fuentes de riesgo tanto para las personas que
consumen, como para los servidores del Programa y de todo tercero que deba
interactuar con el consumidor. No obstante, vale la pena aclarar que pueden
existir casos en los que dicho consumo no necesariamente se convierte en un
factor que incrementa el riesgo del protegido o que afecte su salud, por
ejemplo, cuando se logra demostrar con grado de certeza que se trata de una
persona que requiere del consumo de estas sustancias para cuidar su salud. De
ahí que, siguiendo lo establecido por la jurisprudencia constitucional en materia
de la restricción justificada de los derechos del protegido (sentencia T-242 de
1996), es posible considerar que la prohibición al consumo de drogas pueda
entenderse como una limitación válida al ejercicio del derecho al libre
desarrollo de la personalidad, no exclusivamente por la especial situación de
sujeción del protegido respecto del órgano estatal, sino por la necesidad de

50
salvaguardar un bien superior, cual es el de proteger la vida del propio testigo,
su grupo familiar y los funcionarios encargados de su protección.

110. Dichas limitaciones a las libertades del protegido y de su grupo familiar,


se materializan en la imposición de reglas de disciplina -entiéndase
prohibiciones, deberes, entre otros- que, primero, aquellos deben acatar por
haberse sometido voluntariamente al Programa 100 y, segundo, permiten
alcanzar el fin que persigue dicho Programa, cual es el de proteger la vida e
integridad personal del individuo y la familia beneficiaria de las medidas de
protección.

111. En todo caso, por la especial protección constitucional de la que son


titulares las personas con enfermedades como la drogadicción o
farmacodependencia (de conformidad con lo dispuesto en la sentencia T-010 de
2016), la restricción de consumir drogas debe ir siempre acompañada de la
posibilidad de acceder a las medidas idóneas y eficaces para tratar dichas
patologías. En relación con ello, la entidad accionada informó a la Corte que
tiene como medida para las personas que se encuentran bajo su protección y
que consumen sustancias psicoactivas, la remisión a tratamiento en centro
especializado, con la totalidad de los costos a cargo del Programa y bajo el
monitoreo y supervisión del mismo. Anotando que no pierde su calidad de
protegido en ninguno de sus aspectos con los derechos y deberes que esto
implica. En el caso de niños, niñas y adolescentes se ponen a disposición del
ICBF, para que dicha entidad tome las medidas protectivas que correspondan
reintegrándolos después de ellas al Programa.

112. Por lo anterior, y teniendo en cuenta la interpretación autorizada de la


Corte sobre el precepto 49 de la Carta Política101, se colige que la restricción al
consumo de estupefacientes y sustancias sicotrópicas contenida en el Programa
a testigos será admisible en tanto se imponga, como primera medida, el
sometimiento del adicto a medidas administrativas de orden pedagógico,
profiláctico, terapéutico, pero siempre con el consentimiento informado de
dicho testigo. En este contexto, la colaboración y disposición del adicto para
informar sobre su condición y someterse al respectivo tratamiento de
rehabilitación será siempre un elemento determinante para garantizar el

100
Resolución 0-1006 de 2016, el artículo 2° establece: “…Libertad en el consentimiento. Nadie será obligado
a vincularse o a permanecer en el Programa de Protección a Testigos, Víctimas, Intervinientes en el Proceso
Penal y Funcionarios de la Fiscalía General de la Nación. La decisión de incorporarse o retirarse del
programa es voluntad del ciudadano o servidor, quien será informado de las condiciones y consecuencias de
su determinación. El ingreso al Programa de Protección a Testigos, Víctimas, Intervinientes en el Proceso
Penal y Funcionarios de la Fiscalía General de la Nación implica una serie de limitaciones y deberes para el
protegido, las cuales se justifican en el interés superior de proteger su vida e integridad personal. El individuo
que ingresa al Programa de Protección a Testigos, Víctimas, Intervinientes en el Proceso Penal y
Funcionarios de la Fiscalía General de la Nación debe considerar que se encuentra en una situación de
especial sujeción ante el organismo estatal encargado de su amparo. Justamente ello implica que el
beneficiario puede verse sometido a restricciones en el ejercicio de algunos de sus derechos fundamentales y
libertades en general. Aun así de aclararse que dichas restricciones no afectan el núcleo esencial de los
derechos y libertades, y se mantienen dentro de los cauces de lo razonable y lo proporcional. Cualquier
restricción o limitación tendrá la finalidad de proteger la vida e integridad personal” (negrillas incluidas en el
texto).
101
Ver, sentencia C-574 de 2011.

51
cumplimiento del objeto o finalidad de proteger y salvaguardar la vida de las
personas vinculadas al Programa.

113. Ahora bien, la problemática del consumo de drogas por parte de personas
bajo el ámbito de protección del Programa se agudiza en el evento de que sea el
protegido quien no acepta el tratamiento de rehabilitación u omite información
respecto de su estado o condición de farmacodependencia. Esto, por cuanto, la
falta de disposición del adicto para contribuir con el cuidado de su salud y
seguridad personal, por negarse a recibir ayuda para tratar su enfermedad, de
acuerdo con la norma aplicable, conduce a la exclusión del Programa. Al
respecto, la entidad accionada manifestó que la exclusión por ocultar el
problema de consumo de sustancias psicoactivas o embriagantes, o no aceptar
el tratamiento, “no es una sanción, sino una consecuencia inevitable de no
contar con la disposición que necesita el interesado para materializar el
proceso protectivo”.

114. Sobre el particular, la Sala considera que una forma de armonizar la


tensión entre el derecho a no ser obligado a recibir tratamientos de
rehabilitación para el consumo de drogas y el deber constitucional del
Programa de proteger los derechos a la vida y a la integridad personal del
protegido que padece de drogadicción, puede consistir en que la medida de
exclusión como consecuencia de la renuencia a someterse a tratamientos
médicos, solo pueda ser efectiva cuando el Programa demuestre que realizó un
esfuerzo importante para informar al protegido de las consecuencias negativas
que implica el consumo de drogas al potencializar las fuentes de riesgo, de los
tratamientos a los que puede acceder para tratar esta enfermedad y de los
efectos que se derivan para el protegido si no colabora con el Programa para
salvaguardar su vida, salud, seguridad e integridad personal. Si a pesar de lo
anterior no es posible obtener el consentimiento informado del protegido para
dar inicio a los tratamientos de rehabilitación que ofrece el Programa, se podrá
considerar la posibilidad de excluirlo del mismo, para lo cual deberá analizar de
manera detallada la situación particular del actor, el nivel del riesgo y los otros
criterios previstos en la normatividad aplicable.

115. Por lo anterior, la Sala ordenará que, una vez reintegrado el actor y su
hijo al Programa, en el evento que llegase a determinar que no procede la
reubicación social definitiva, y que no se configura ninguna de las otras
causales de terminación del proceso protectivo, adelante las gestiones
pertinentes a fin de obtener el consentimiento informado del actor y su hijo
para someterse al tratamiento de rehabilitación correspondiente. De no ser
posible, analice de acuerdo a la normatividad aplicable la situación particular
de ambos a fin de adoptar la medida que mejor garantice sus derechos
fundamentales.

116. Finalmente, en la demanda de tutela, con base en el artículo 15 de la Ley


24 de 1992, el accionante solicitó al juez de tutela “se sirva ordenar al
Programa de Protección y Asistencia de la Fiscalía, remitir copias del acta de

52
renuncia voluntaria No.5661 de diciembre 30 de 2013, planillas de revista
diaria de noviembre 6,7 y 8, y diciembre 29 de 2013”. La Sala se abstendrá de
emitir un pronunciamiento al respecto, en razón a que los elementos de prueba
recaudados en sede de revisión fueron suficientes para aclarar los hechos
relatados y, en efecto, resolver sobre la protección de los derechos
fundamentales invocados.

I. SÍNTESIS DE LA DECISIÓN

117. Conforme con los supuestos fácticos y los medios probatorios visibles en
el expediente de la referencia, el señor “A” y su hijo “B” fueron excluidos del
Programa a testigos, producto de dos actos que carecen de una debida
motivación, por falta de coherencia. Por lo tanto, la entidad accionada vulneró
el derecho fundamental al debido proceso administrativo del actor y su hijo. En
el caso de su compañera permanente “C” y su hija menor “D”, no existe
vulneración de los derechos invocados, en razón a que fueron excluidas
justificadamente del Programa por el incumplimiento de los deberes pactados,
además, que no procede su reintegro porque no se probó que exista un riesgo en
su contra.

118. Como resultado de las sub-reglas jurisprudenciales analizadas en la parte


motiva de esta providencia, observa la Sala lo siguiente:

(a) Por mandato directo de la Constitución, la persona y el ciudadano tienen


el deber de contribuir con su participación a la recta administración de
justicia.

(b) La seguridad personal en tanto derecho individual de carácter


fundamental, establece que el Estado debe provisionar efectivamente las
condiciones mínimas de seguridad que posibilitan la existencia de las
personas en sociedad, de tal manera que no sean expuestas a riesgos
extraordinarios de recibir daños en su contra.

(c) No todo incumplimiento de las obligaciones de quien colaboró con la


justicia puede conducir necesariamente a su expulsión del Programa
cuando el riesgo que dicha colaboración causó persiste.

(d) Con la presentación de la solicitud de la reubicación social definitiva,


que da lugar a la terminación del procedimiento de protección, no se
exonera a los protegidos de cumplir con los deberes que asumieron al
momento de la incorporación, pues continúan vinculados al Programa y
en consecuencia, siguen bajo el ámbito de su protección.

(e) Si bien la Dirección goza de autonomía para resolver sobre la exclusión


de un protegido102, ello no es óbice para disminuir la rigurosidad y
diligencia que demandan las gestiones propias del Programa, máxime si

102
Ver, sentencia T-532 de 1995.

53
se tiene en cuenta la relación de especial sujeción en la que está el
protegido respecto del ente estatal. Actuar en contravía de este precepto
significa, no solo desconocer el contenido del derecho al debido proceso
administrativo, sino también comprometer la efectividad de derechos
fundamentales como la seguridad personal y el mínimo vital, que pueden
vulnerarse con ocasión de la exclusión del Programa.

(f) La medida de exclusión como consecuencia de la renuencia a someterse


a tratamientos médicos o de rehabilitación para las personas
farmacodependientes, solo puede ser efectiva cuando el Programa
demuestre que, a pesar de que realizó un esfuerzo importante para
informar al protegido, no logró obtener su consentimiento informado
para el tratamiento de rehabilitación.

Dicha medida es constitucionalmente válida, en razón a que (i) la


persona que ingresa al Programa puede verse sometida a restricciones en
el ejercicio de algunos de sus derechos fundamentales, siempre que las
mismas sean razonables y proporcionales (sentencia T-242 de 1996); (ii)
la vinculación al Programa implica para el protegido cumplir con ciertos
deberes o reglas que tienen por finalidad salvaguardar su vida e
integridad personal; y (iii) el Programa debe suministrar e informar al
protegido sobre los tratamientos de rehabilitación para el consumo de
alcohol o sustancias estupefacientes; obligación que se deberá cumplir
siempre que se encuentre vigente la relación entre el Programa y el
protegido y, si es el caso, su familia.

119. En este orden de ideas, procede el amparo de los derechos fundamentales


al debido proceso administrativo y a la seguridad personal del actor y su hijo,
protección que se materializa mediante la reincorporación al Programa, el
consecuente estudio juicioso de la solicitud de la reubicación social definitiva,
para lo cual la entidad accionada deberá tener en cuenta, además de las normas
aplicables, las consideraciones expuestas en esta providencia.

120. En el evento que llegase a determinar que no procede la reubicación


social definitiva, y que no se configura ninguna de las otras causales de
terminación del proceso protectivo, la Dirección adelantará las gestiones
pertinentes a fin de obtener el consentimiento informado del actor y su hijo
para someterse al tratamiento de rehabilitación correspondiente. De no ser
posible, analizará de acuerdo a la normatividad aplicable la situación particular
de ambos a fin de adoptar la medida que mejor garantice sus derechos
fundamentales, incluyendo el derecho a tener una familia y no ser separado de
ella previsto en el artículo 42 Superior.

III. DECISIÓN

54
En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión de la Corte
Constitucional de la República de Colombia, administrando justicia en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE

Primero.- REVOCAR la sentencia proferida el 24 de febrero de 2016 por la


Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, que confirmó el
fallo emitido el 15 de diciembre de 2015 por la Sala Laboral del Tribunal
Superior de Distrito Judicial de “H”, mediante los cuales se declaró
improcedente la acción de tutela formulada por el señor “A” contra la
Dirección Nacional de Protección y Asistencia de la Fiscalía General de la
Nación, y en su lugar TUTELAR los derechos fundamentales al debido
proceso administrativo y a la seguridad personal del “A” y de su hijo “B”. Por
otra parte, NEGAR la protección de los derechos invocados por el actor en
nombre de su compañera permanente “C” y su hija menor “D”, por las razones
expuestas en la presente sentencia.

Segundo.- ORDENAR a la Dirección Nacional de Protección y Asistencia de


la Fiscalía General de la Nación que, en el término de cuarenta y ocho (48)
horas siguientes a la notificación de la presente decisión, reincorpore al
Programa de Protección y Asistencia a Testigos, Víctima e Intervinientes en el
proceso penal de la Fiscalía General de la Nación, al señor “A” y su hijo “B”.
Cumplido lo anterior, en el término de los cinco (5) días hábiles siguientes a la
reincorporación, proceda a analizar y definir de manera rigurosa y detallada la
solicitud de la reubicación social definitiva, para lo cual deberá tener en cuenta,
además de las normas aplicables, las consideraciones expuestas en esta
sentencia con el propósito de emitir un pronunciamiento fundamentado en los
hechos que han rodeado el caso concreto. La medida que se adopte deberá
considerar la situación del núcleo familiar y garantizar, en la medida de las
posibilidades, el derecho de sus miembros a permanecer unidos.

Tercero.- ORDENAR a la Dirección Nacional de Protección y Asistencia de


la Fiscalía General de la Nación que una vez reintegrado el actor y su hijo al
Programa, en el evento que llegase a determinar que no procede la reubicación
social definitiva, y que no se configura ninguna de las otras causales de
terminación del proceso protectivo, adelante las gestiones pertinentes a fin de
obtener el consentimiento informado del actor y su hijo para someterse al
tratamiento de rehabilitación correspondiente. De no ser posible, conforme a la
normatividad aplicable, la entidad deberá analizar la situación particular de
ambos, con el fin de que adopte la medida que mejor garantice sus derechos
fundamentales, incluyendo el derecho a tener una familia y no ser separado de
ella previsto en el artículo 42 Superior.

55
Cuarto.- INSTAR a la Defensoría del Pueblo, a través del Defensor Regional
de Santander, para que en ejercicio de sus funciones constitucionales y legales
verifique el cumplimiento de esta providencia en el asunto objeto de revisión.

Quinto.- Por Secretaría General, LÍBRENSE las comunicaciones de que trata


el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional.

ALEJANDRO LINARES CANTILLO


Magistrado

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO


Magistrado

GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO


Magistrada

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General

56

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