Ensayo 1 - Evolución

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LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

EL CUMPLIMIENTO PROFÉ TICO DE LA SALVACIÓ N DE LOS GENTILES

DEYLA M. ROCHA RIBERA

PROFESOR ANTONIO CORRALES

CURSO EVOLUCIÓ N DEL PENSAMIENTO CRISTIANO I

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

PANAMÁ , ABRIL 2024


1Luis Bonnet y Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento, Vol. 1, Los evangelios
Sinópticos, Casa Bautista de Publicaciones, Primera Edición de CBC, 1970, 328.
BIBLIOGRAFÍA

Á lvarez, Jesú s. Historia de la Iglesia: Edad Antigua. Volumen I. Madrid: Biblioteca de

Autores Cristianos, 2001.

Kautsky, Karl. Orígenes y Fundamentos del Cristianismo

Kenner, Craig S. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento.

Editorial Mundo Hispano, 2003. El Paso, Texas, EEUU de N.A., 1963.

Penna, Romano. Ambiente Histó rico-Cultural dé los Orígenes del Cristianismo. Textos

y Comentarios. Editorial Desclée de Brouwer; 1er edició n, (1 Enero 1994)

Seeberg, Reinhold. Manual de la Historia de la Doctrina. Tomo 1. Casa Bautista de

Publicaciones. El Paso, Texas. EEUU. De N.A. 1963

Green, Michael, La Evangelizació n en la Iglesia. Primitiva, Editorial Nueva

Creació n, Williams B. Eerdmans Publishing Company Co., 255Jefferson Ave. S.E., Grand

Rapids, Michigan 49503, EE.UU. 1997

Bonnet, Luis y Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento Vol, 1, Los

Evangelios Sinó pticos, Casa Bautista de Publicaciones, Primera Edició n de CBC, 1970
EL CUMPLIMIENTO PROFÉ TICO DE LA SALVACIÓ N DE LOS GENTILES

INTRODUCCIÓ N

I. Antecedentes bíblicos

A. Inicio del plan de salvació n

B. Profecía del Antiguo testamento sobre la inclusió n de los gentiles

II. Cumplimiento en la vida y ministerio de Jesú s

A. Encuentro de Jesú s con gentiles

B. Enseñ anza sobre la fe de los gentiles

III. Cumplimiento en la obra apostó lica

A. Inclusió n de los gentiles en la iglesia primitiva

B. La misió n de Pablo entre los gentiles

IV. La gran comisió n

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓ N

La salvació n de los gentiles y su cumplimiento profético es un tema teoló gico

fundamental que ha desafiado a estudiosos y creyentes a lo largo de la historia. En la

tradició n judía, los gentiles eran aquellos que no pertenecían al pueblo elegido de

Israel y, en muchas ocasiones, eran vistos como externos al plan de salvació n divino.

La palabra "gentil" deriva del latín "gentilis", que significa "perteneciente a una tribu o

familia".

La inclusió n de los gentiles en la salvació n puede entenderse como el

cumplimiento de las promesas hechas por Dios en las Escrituras, donde se habla de la

bendició n de todas las naciones a través del pacto con Abraham, relato que

encontramos en el Antiguo Testamento hasta las enseñ anzas de Jesucristo en el Nuevo

Testamento quien proclamó un mensaje de salvació n para toda la humanidad y envió a

sus discípulos a predicar el evangelio "a todas las naciones". Este enfoque inclusivo y

universal de la salvació n fue un tema central en el ministerio de Jesú s y en la

expansió n temprana del cristianismo.

Hablaremos de sus raíces y su cumplimiento bíblico, su relevancia para la fe, la

misió n apostó lica, terminando con la gran comisió n. Al hacerlo, esperamos obtener

una comprensió n má s completa de la gracia de Dios, que trasciende las barreras

culturales, étnicas y religiosas para abrazar a todos los seres humanos en su amor

redentor.
I. Antecedentes Bíblicos

Para poder entender de donde viene la promesa de salvació n de los gentiles,

tenemos que regresar al Antiguo Testamente específicamente al libro de Génesis, Dios

después de la caída del hombre en pecado, había prometido que nacería de mujer un

salvador, y que esta aplastaría su cabeza y la serpiente la mordería en al calcañ ar.

Promesa que paso a la simiente de Set, fue preservada en la vida de Noé en el arca,

pasa a su hijo Sem y finalmente llega a Abraham que es sacado de Ur de los Caldeos ,

escogido por Dios para que en su simiente fueran benditas todas las naciones (Genesis

6: 1-3).

A. Inicio del Plan de Salvació n

Desde los tiempos de Abraham, Dios hizo promesas de bendició n a todas las

naciones a través de su descendencia (Génesis 12:3). Aunque inicialmente estas

promesas estaban dirigidas a Abraham y su linaje, anticipaban la bendició n extendida

a todas las personas. A lo largo del Antiguo Testamento, Israel fue designado como un

pueblo escogido por Dios para ser una luz para las naciones (Isaías 49:6). Aunque

Israel a menudo falló en esta tarea, el propó sito divino de bendecir a todas las

naciones a través de ellos seguía siendo una parte integral del plan de Dios.

B. Profecía del Antiguo Testamento sobre la inclusió n de los gentiles

Una profecía del Antiguo Testamento que nos da luces sobre la inclusió n de los

gentiles en el plan redentor de Dios se encuentra en Isaías 49:6. En este pasaje, el

profeta Isaías presenta la voz de Dios hablando al Siervo del Señ or, que es una
figura mesiá nica. Dios declara que no es suficiente que el Siervo restaure a las

tribus de

1Luis Bonnet y Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento, Vol. 1, Los evangelios
Sinópticos, Casa Bautista de Publicaciones, Primera Edición de CBC, 1970, 328.
Jacob o a los hijos de Israel, sino que lo pondrá como "luz para las naciones", para

llevar su salvació n hasta los confines de la tierra. Esta profecía anticipa la

extensió n del mensaje redentor má s allá de Israel, sino también hacia a todas las

naciones del mundo.

II . Cumplimiento en la vida y Ministerio de Jesú s

Con el nacimiento de Jesú s se cumple lo dicho por (Isaías 9: 2-6), su ministerio

nos habla de la salvació n de los gentiles, en el Antiguo Testamento, Isaías profetizó que

el Mesías sería "luz de las naciones" (Isaías 42:6) y que "verá n todas las naciones tu

salvació n" (Isaías 52:10). Las palabras de Jesú s Á lvarez nos lleva a la reflexió n en el

siguiente pá rrafo.

En Cristo, Dios se entrega a la humanidad; y en Cristo la humanidad entera y toda


la creació n se entregan a Dios. De este modo, todo retorna a su principio. Cristo es
la «recapitulació n de todo» (Efesios 1:10); y, a la vez, el cumplimiento de cada cosa
en Dios; cumplimiento que es gloria de Dios. Cristo es alfa y omega, principio y fin
de todas las cosas. «Jesucristo ayer como hoy es el mismo, y lo será siempre» (Heb
13,8).1

A. Encuentro de Jesú s con los gentiles

La vida y el ministerio de Jesú s estuvieron marcados por llamado hacia todas las

personas, incluidos los gentiles. A lo largo de su vida terrenal, Jesú s interactuó con

individuos de origen gentil, demostrando su amor y preocupació n por ellos,

anticipando así el cumplimiento de las promesas divinas de salvació n para todas las

naciones. Podemos encontrar un ejemplo en Marcos 7:24-30. Jesú s Á lvarez Gomes en

su libro Cultura bíblica del Nueva Testamento nos hace el siguiente comentario.

1. Jesú s Á lvarez, Historia de la Iglesia: Edad Media. Vol. I. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2001,
28.
Entonces se inició una persecució n contra los cristianos helenistas que tuvieron
que abandonar Jerusalén, y se dispersaron por Judea y Samaría. Los cristianos
hebreos y los Doce prosiguieron su vida en Jerusalén sin ningú n contratiempo. Con
la dispersió n de los cristianos helenistas dio comienzo la primera expansió n del
cristianismo fuera de Jerusalén; pues de ese grupo surgieron algunos misioneros
que llevaron el anuncio del evangelio en primer lugar a Samaria, regió n que ya
estaba bien dispuesta por la evangelizació n del propio Jesú s; en Sicar había tenido
lugar su encuentro con la samaritana, la cual habló de Jesú s a sus paisanos y
«muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la
mujer» (Jn 4,39); Jesú s «se quedó allí dos días y fueron muchos má s los que
creyeron por sus palabras» (Jn 4,41).2

B. Enseñ anza sobre la fe de los gentiles

Los gentiles generalmente no tenían conocimiento de la fe, sin embargo ellos en

sus pueblos y culturas tenían creencias religiosas propias, aunque hasta ese momento

no se les había revelado la gracia de Cristo. En el Antiguo Testamento encontramos

ejemplos de gentiles que mostraron fe en Dios, hablamos de Rahaab (Jueces 2:4) y

Ruth la Maoabita Ruth (1:16). Podemos ver como el centurió n expresa su fe, a través

del comentario de Jesú s Á lvarez Gó mez, en su Libro Historia de la Iglesia Edad

Antigua:

El centurió n, quien sabe que los judíos raramente entraban en casas de gentiles,
reconoce la misió n especial de Jesú s a Israel (cf.15:27). Al mismo tiempo, expresa
una gran fe, porque entre todas las historias (tanto verídicas como espú reas) de
milagros de sanidad en la antigü edad, las sanidades a distancia eran poco
frecuentes y se consideraban especialmente extraordinarias. 8:9. La respuesta del
centurió n demuestra que él (con el respaldo de la autoridad de Roma) entiende el
principio de autoridad que ejerce Jesú s. Los soldados romanos eran muy
disciplinados y (excepto en casos de motín) obedecían cuidadosamente las
ó rdenes recibidas; eran el ejemplo má ximo de disciplina y obediencia dentro del
imperio romano. 8:10 Los gentiles eran generalmente paganos, y no tenían fe en el
Dios de Israel. 8:11 Este versículo refleja la clá sica imagen judía del futuro
banquete en el reino de Dios. Aunque la Biblia declaraba que era para todos los
pueblos (Isa. 25:6; cf. 56:3-8) la fe y el bautismo en sí mismos introducían al ser
humano, fuese judío o griego, en la sociedad del Mesías.3

2 Jesú s Á lvarez, Historia de la Iglesia, 42.


3 Jesú s Á lvarez, Historia de la Iglesia, 61.
La fe de los gentiles es una expresió n de confianza, reconocimiento y humildad

hacia Dios, demostrada a través de su creencia en su poder y autoridad, su

persistencia en la bú squeda de ayuda divina y su reconocimiento de su necesidad de la

gracia de Dios.

III. Cumplimiento de la obra apostó lica

Los apó stoles desempeñ aron un papel fundamental en el establecimiento y la

expansió n de la iglesia primitiva. A través de sus predicaciones, enseñ anzas, lograron

hacer comunidades de creyentes, donde sentaron las bases para el crecimiento y la

difusió n del cristianismo en todo el mundo conocido en ese momento. El movimiento

má s grande de evangelizació n en la iglesia primitiva se dio en Antioquia y fue el ese

lugar donde se llamaron por primera vez cristianos.

A. Inclusió n de los gentiles en la iglesia primitiva

Este punto marco un momento crucial en la historia del cristianismo que hasta

ese momento solo eran judíos. Dos hombres jugaron roles significativos en la inclusió n

de los gentiles, el apó stol Pedro fue el primero en predicar a Cornelio en su casa

(Hechos 10:34-35) y el Apó stol Pablo después de su encuentro con Cristo camino a

Damasco (Hechos 9:3) fue comisionado para predicar el evangelio a los gentiles.

Después de estos acontecimientos se iniciaron ciertos conflictos con respecto al

rito de Moisés y la circuncisió n, debido a este dilema que se estaba suscitando se crea

el primer Concilio de Jerusalén alrededor de los añ os 50 d.C., (Hechos 15), los lideres
de la iglesia discutieron, si los gentiles convertidos al cristianismo debían obedecer la

ley judía, particularmente en cuanto a la circuncisió n. Después de un debate, se llegó a

la conclusió n de que los gentiles no estaban obligados a seguir la ley ceremonial judía,

lo que allanó el camino para su plena inclusió n en la comunidad cristiana.

Michael Green en su libro La evangelizació n en la iglesia primitiva, expone los

siguiente:

La predicació n a samaritanos y prosélitos piadosos como el eunuco etíope y


Cornelio, aunque notable en sí, podría considerarse como una extensió n de los
límites de Israel a los «extranjeros dentro de las puertas». No es así con la
predicació n a paganos puros, que comenzó , se nos dice, en Antioquía (Hch.
11.20). Esta fue una ruptura crucial y la iglesia de Jerusalén no só lo la aceptó y
envió una comisió n de un hombre para aprobarla, sino que finalmente
reconoció que los adherentes gentiles a la fe no precisaban guardar la ley de
Israel ni tener el símbolo de pacto de la circuncisió n:.4

La inclusió n de los gentiles en la iglesia primitiva fue un proceso gradual,

marcado por debates teoló gicos, la obra misionera de líderes como Pedro y Pablo, y la

enseñ anza sobre la igualdad y el llamamiento de los gentiles, vemos cumplido lo dicho

por el profeta Amos 9: 11-12.

B. Misió n de Pablo entre los gentiles

Saulo de Tarso, má s conocido como el apó stol Pablo, nació en Tarso, de la tribu

de Benjamín, era un fariseo devoto, conocía la lengua y cultura helenista, estudió bajo

la tutela del famoso rabino Gamaliel en Jerusalén. Era conocido por ser celoso de las

tradiciones judías, fue perseguidor de los cristianos, ellos lo consideraban una

amenaza y estuvo presente en la muerte de Esteban (Hechos 7:58).

4 Michael Green, La Evangelización en la Iglesia Primitiva, Editorial Nueva Creació n, Editorial Grand
Rapis, Michigan 49503, EEUU. 1997, 196
Su vida cambió dramá ticamente en el camino a Damasco, donde experimentó una

visió n sobrenatural, comprendió que era Jesú s quien hablaba con él (Hechos 9:1-19).

Este evento marcó el comienzo de su misió n como apó stol de los gentiles; comenzó a

predicar en las sinagogas de Damasco, donde lo querían asesinar (Hechos 9:25).

Después pasó tres años en el desierto de Arabia, probablemente en el ambiente de

alguna comunidad cristiana relacionada con los esenios, pues en sus cartas aparecen

vestigios de las doctrinas sadocitas, propias de los esenios de Qumrán. 5

En su primer viaje se enfrentó a un conflicto grave referente sobre la

circuncisió n y prescripciones de la Ley, pero todo se solucionó doctrinalmente con el

Concilio de Jerusalén, todos eran uno en Cristo (Efesios 2: 13-22). Sus viajes recorrió

Grecia, Antioquia, Asia menor y muchos lugares mas (Romanos 15:19-21).

Predicar el evangelio no es para Pablo ningú n motivo de gloria, sino má s bien


un deber que le incumbe (1 Cor 9,16); su gloria es el evangelio de Cristo «que
es una fuerza de Dios para la salvació n de todo el que cree» (1 Cor 3,9); se
declara disponible para todos, «débil con los débiles para ganar a los débiles;
me he hecho todo para todos para salvar a toda costa a algunos» (1 Cor 9,22);
se debe a los griegos y a los bá rbaros, a los sabios y a los ignorantes (Rom
1,16); pero sabe que es instrumento de otro, «colaborador de Dios en el campo
de Dios, edificació n de Dios» (1 Cor 3,9); se entrega por completo al anuncio del
evangelio, hasta gastarse y desgastarse totalmente «por vuestras almas» (2 Cor
12,15).6

Su dedicació n, celo misionero y enseñ anza teoló gica contribuyeron

significativamente al crecimiento y la expansió n del cristianismo en el mundo antiguo

y sentaron las bases para el desarrollo posterior de la iglesia cristiana.

5 Jesú s Á lvarez, Historia de la Iglesia, 46


6 Jesú s Á lvarez, Historia de la Iglesia, 53
Pablo, que ha vivido enteramente volcado sobre sus comunidades, alarga su corona
a todos los que tienen amor a su venida» (2 Tim 4,8). Y selló su fe, como buen
soldado de Cristo, en el ú ltimo combate, entregando su vida por él y por su
evangelio, en las arenas de la Vía Ostiense de Roma durante la persecució n de
Neró n.7

IV. La gran comisió n

La Gran Comisió n, como se registra en el Evangelio de Mateo 28:18-20, es

fundamental para comprender la misió n y el propó sito de la Iglesia Cristiana, que es

llevar el evangelio hasta lo ú ltimo de la tierra. Pero esta misió n no sería fá cil, pues

tenían que lidiar todavía con un pueblo que había crucificado a Jesú s, que tenía

tradiciones judaicas milenarias y que el cristianismo era algo nuevo para ellos,

sabiendo esto les revistió de poder en el aposento alto Hechos 2: 1-4. Se cumple lo

dicho por Joel 2: 28-29.

18, Estas ú ltimas palabras son la sanció n divina de la orden que Jesú s acaba de dar
a sus discípulos y a la iglesia; lo ú nico que hace posible su cumplimiento, es esta
solemne promesa que le hace de estar con ellos todos los días, asistiéndoles con su
presencia divina, obrando en ellos y por ellos, ¡por la potencia de su Espíritu. Esta
preciosa promesa, que es en sí misma una nueva prueba de su eterna divinidad, ha
sido visiblemente cumplida por diez y nueve siglos y lo será hasta la consumació n
de la edad. Esta expresió n designa el fin de la economía presente, en que Cristo
volverá en su gloria, reunirá sus redimidos, y elevará su reino a la perfecció n. —
Esta ú ltima escena del evangelio de Mateo corona dignamente todo su libro, cuyo
objeto era probar al pueblo de Israel la dignidad mesiá nica, la realeza eterna de
Jesú s, Desde de la primera palabra hasta la ú ltima, todos los actos y todos los
discursos del Salvador referidos en este libro suministran esa prueba en una
grande y viva unidad.8

No cabe duda que ese poder llego a nosotros por medio de la fe en Jesucristo y el

llamado tan latente en nuestras vidas, es parte de nuestro credo, el cual debemos

cumplir sin ninguna objeció n. Ya que otros en la antigü edad lo dieron todo, incluso

perdieron la vida para cumplir con el mandado.


7 Jesú s Á lvarez, Historia de la Iglesia, 54
8 Luis Bonet y Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento Vol. I., Los Evangelios Sinópticos, Casa
Bautista de Publicaciones, Primera Edició n de CBC, 1995. 328
Conclusiones

El Cumplimiento profético de la salvació n de los gentiles se hace ver en la

fidelidad Dios para cumplir sus promesas, vemos a lo largo de las Escrituras que Dios

prometió en el Antiguo Testamento que todas las naciones serían bendecidas a través

de la descendencia de Abraham. El cumplimiento de estas profecías demuestra que su

plan de redenció n se desarrolla segú n su designio desde tiempos antiguos.

Cristo fue el centro de ese cumplimiento profético cuando le habla por ejemplo

a la Mujer Samaritana y le dice todo lo que ha hecho en su vida, pero la cumbre fue

cuando murió y resucitó al tercer día, se cumple todo lo dicho por los profetas en el

Antiguo Testamento. Los apó stoles fueron parte fundamental de su ministerio, ya que

por medio de sus escritos podemos hoy entender por medio de las escrituras su plan

de salvació n que no hace acepció n de personas.

Nosotros somos parte de ese pueblo gentil que les llevo la salvació n y también

nos llega la responsabilidad de participar activamente en la misió n de llevar el

evangelio a todas las naciones. Esto implica un compromiso con la evangelizació n y el

discipulado.

Puedo concluir diciendo que no hay mayor satisfacció n en el corazó n de uno

que predica la palabra de verdad, que a través de la fe que viene por el oír, puedo uno

arrepentirse de sus pecados y aceptar a Cristo como su salvador.

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