Poemas Naturales

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NATURALEZA LOS PASOS TRASCENDENTES, COTIDIANOS

Oh naturaleza, yo no aspiro
a ser el más encumbrado en tu coro,
o ser un meteoro en el cielo
o un cometa que pueda subir tan alto, No podemos olvidar que los pasos cotidianos
sino solamente un céfiro que pueda soplar en el Valle de la Vida
entre los juncos en la orilla del río. tienen que ver con los pasos del viento
Concédeme el lugar más apartado, donde pero también con los del más pequeño insecto
correr mi aérea carrera. con la mirada del cóndor en alto vuelo
En algún apartado y solitario prado, mas también con la oruga
permíteme susurrar sobre los juncos, con el grito de los ríos torrentosos
o en los bosques con ruido de hojarasca pero también con el silencio de los lagos
susurrar mientras cae la tarde tranquila, con la presencia del huemul
porque antes que nada seré tu niño más también con la humildad del pudú.
y alumno en el bosque salvaje ¿Puede el bosque renegar del árbol solitario?
que el rey de los hombres en otro lugar ¿Puede la piedra solitaria renegar de su cantera?
y el más soberano esclavo de la preocupación, porque
antes prefiero tan sólo un momento de tu amanecer
que compartir el año entero de la desdichada ciudad
Dame para hacer algún trabajo tranquilo y que sea a tu lado.

Henry David Elicura Chihuailaf


Thoreau
ÉGLOGA I (FRAGMENTO) LA RÓDORA

En mayo, cuando el viento cruza nuestras soledades,


Corrientes aguas puras, cristalinas, encuentro la fresca ródora en los bosques,
árboles que os estáis mirando en ellas, esparciendo sus flores sin hojas en húmedos rincones,
verde prado de fresca sombra lleno, para adornar el desértico y perezoso arroyo.
aves que aquí sembráis vuestras querellas, Los pétalos purpúreos al caer sobre él,
hiedra que por los árboles caminas, hacen el agua negra más alegre con sus colores;
torciendo el paso por su verde seno: aquí puede venir el petirrojo a refrescar sus plumas
yo me vi tan ajeno y cortejar la flor que con su humildad adorna.
del grave mal que siento ¡Ródora! si los sabios preguntaran por qué
que de puro contento estos encantos son dilapidados entre el cielo y la tierra,
con vuestra soledad me recreaba, diles a ellos, querida, que, si para mirar se hicieron los ojos,
donde con dulce sueño reposaba, entonces la belleza es la única explicación de la existencia:
o con el pensamiento discurría ¿Por qué siendo rival de la rosa permaneces allí?
por donde no hallaba Nunca se me ocurrió preguntar, nunca supe:
sino memorias llenas de alegría. pero en mi simple ignorancia, supongo
que el mismísimo supremo hacedor que me trajo a mí
te ha traído a ti.

Garcilaso de la Vega Ralph Waldo


Emerson
VIENTO NADA DORADO PERMANECE

Cantan las hojas,


bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes El primer tinte de la naturaleza es dorado,
flotan dormidas, algas del aire; Para mantener su verde más intenso.
todo el espacio Su hoja temprana va floreciendo
gira con ellas, fuerza de nadie. Y vive apenas un instante.
La hoja muere al caer, danzante,
Todo es espacio; Como se hundió el Edén muy a su pesar,
vibra la vara de la amapola Así el alba día a día desciende,
y una desnuda Pues nada dorado permanece.
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,


cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.

Octavio Paz Robert Frost


EL ÁRBOL A LA NATURALEZA

Oh, ser libre de mí misma


sin nada que recordar,
tener como un árbol en diciembre Cierto que puede ser fantasía si yo
tan desnudo el corazón; quiero sacar de todas las cosas de este mundo
gozo interior profundo que las ciña apretado;
descansando, como un árbol descansa y rastrear en hojas y flores, que me envuelven,
cuando sus hojas han partido, lecciones de cariño y piedad sincera.
sin esperar una lluvia más durante la noche Sea así: y aunque el ancho mundo resuene en burla
ni el rojo del amanecer; de tal creencia, a mí no me trae temor,
ni me trae dolor, ni perplejidad vana.
pero silencioso, tan silencioso Así voy a elevar mi altar entre los campos,
mientras los vientos van y vienen, y será el cielo azul mi cúpula policroma,
sin temer más la dura escarcha y la dulce fragancia que da la flor silvestre
o la brillante carga de la nieve; será todo el incienso que te ofreceré a Ti,
y despreocupado, despreocupado de a ti, mi único Dios, que no despreciarás
si alguien pasa y ve ni aun a mí, sacerdote del pobre sacrificio.
sobre la blanca página del cielo
su negra y fina tracería.

Sara Teasdale Samuel Taylor Coleridge


CUANDO LA HIERBA CREZCA ENCIMA DE MI SEPULTURA AMAZONAS

Amazonas,
Capital de las sílabas del agua,
padre patriarca, eres
la eternidad secreta

Cuando la hierba crezca encima de mi sepultura, de las fecundaciones

sea esa la señal para que me olviden del todo. te caen ríos como aves, te cubren

La Naturaleza nunca recuerda, y por eso es bella. los pistilos color de incendio,

Y si tuvieran la necesidad enfermiza de "interpretar" los grandes troncos muertos te pueblan de perfume,

la hierba verde sobre mi sepultura, la luna no te puede vigilar ni medirte.

digan que yo sigo reverdeciendo y siendo natural. Eres cargado con esperma verde
como un árbol nupcial, eres plateado
por la primavera salvaje,
eres enrojecido de maderas,
azul entre la luna de las piedras,
vestido de vapor ferruginoso,
lento como un camino de planeta.

Alberto Caeiro Pablo Neruda


SOBRE LA CIGARRA Y EL GRILLO PERTURBAR ABEJAS

No muere la poesía de la tierra jamás; En esta ciudad verde,


cuando todas las aves desmayan de calor no siempre en flor,
ocultándose en frescos ramajes, una voz a veces hay abejas.
corre de seto en seto el prado ya segado: Pero nada tan vano
como abejas sin flores y sin polen.
es la de la cigarra, hecha la voz cantante Un perfume las pierde:
del lujo del estío; no agota su placer, el vaho culinario de las bayas violetas del junípero
pues cuando se fatiga de divertirse así, las lleva hacia el desastre: entran por la ventana,
descansa a gusto bajo alguna grata hierba. sobrevuelan el vapor que va a ahogarlas.
Sólo el equívoco y dulce disparate
No cesa la poesía de la tierra jamás: pone el caos en orden:
en la noche de invierno solitaria, acallada algo de miel en el alféizar desata el nudo apiario
por la escarcha en silencio, desde la chimenea y las quitas del sitio equivocado
que adelanta su muerte.
brota el canto del grillo, con más y más ardor Ahora, ¿quién las guarda?,
y al que, medio perdido, dormita, le parece ¿adónde huyen cuando todo se nubla?,
el son de la cigarra entre las lomas de hierba. ¿qué flor mínima encuentran?

John Keats Ida Vitale


¿HAS OLVIDADO QUE EL BOSQUE ERA TU HOGAR? RÍO

¡Qué serena va el agua!

¿Has olvidado que el bosque era tu hogar? Silencios unifica.

¿Qué el bosque grande, profundo y sereno Espadas de cristal a la deriva esquivan,

te espera como un amigo? ¡lenta espera!, sus filos:

Vuelve al bosque el mar las necesita.

allí aprenderás a ser de nuevo un niño. Pero un frescor, errante, por el río extravía

¿Por qué te olvidaste que el bosque era tu amigo? voces enamoradas:


piden, juran, recitan

Los caminos de las hormigas bajo el cielo, ¡pulso de la corriente!

el estero que te daba palabras luminosas, ¡cómo late!: delira.

el atardecer con el que juegas con la lluvia. Bajo las aguas, cielos
íntimos se deslizan.

¿Por qué lo has olvidado? La corola del aire profundo se ilumina.

¿Por qué no recuerdas nada?” Van más enamoradas


las voces. Van, ansían.
Yo quisiera, quisiera...
Todo el río suspira.

Jorge Teillier Jorge Guillén


ALBA CERCA DEL MAR

¿Por qué gime siempre el mar?


Al despertar Expulsado del cielo, fuerza a su llanto
me sorprendió la imagen que perdí ayer. a corroer el borde de la playa;
El mismo árbol en la mañana ni todos los ríos de la tierra podrían hartarlo:
y en la acequia el mar, insaciable, siente la sed mientras bebe.
el pájaro que bebe
todo el oro del día. Puros milagros de atractivo reposan
escondidos en ese lecho nunca visto:
Estamos vivos, anémonas, sal, desapasionadas
quién lo duda, corrientes como flores, lo bastante vivo
el laurel, el ave, el agua para soplar y multiplicarse y prosperar.
y yo, Pintorescas caracolas, curvas, manchadas o espirales,
que miro y tengo sed. con incrustaciones vivas como los ojos de Argos,
todas igual de bellas, aunque todas distintas,
nacen sin espasmos, y mueren
sin espasmos, y así pasan.

Blanca Varela Christina Rossetti


LA CANCIÓN DE LOS PINOS (EXTRACTO) HOMBRE QUE MIRA LA TIERRA

Oh, pinos, oh hermanos en tierra y ambiente, Cómo querría otra suerte para esta pobre reseca
yo os amo! Sois dulces, sois buenos, sois graves. que lleva todas las artes y los oficios
Diríase un árbol que piensa y que siente en cada uno de sus terrones

mimado de auroras, poetas y aves. y ofrece su matriz reveladora

Tocó vuestra frente la alada sandalia; para las semillas que quizá nunca lleguen

habéis sido mástil, proscenio, curul, cómo querría que un desborde caudal

¡oh pinos solares, oh pinos de Italia, viniera a redimirla y la empapara con su sol en hervor

bañados de gracia, de gloria, de azul! o sus lunas ondeadas y las recorriera palmo a palmo
y la entendiera palma a palma

Sombríos, sin oro del sol, taciturnos, o que descendiera la lluvia inaugurándola

en medio de brumas glaciales y en y le dejara cicatrices como zanjones

montañas de ensueños, ¡oh pinos nocturnos, y un barro oscuro y dulce

oh pinos del Norte, sois bellos también! con ojos como charcos o que en su biografía
pobre madre reseca

Con gestos de estatuas, de mimos, de actores, irrumpiera de pronto el pueblo fértil con azadones y argumentos

tendiendo a la dulce caricia del mar, y arados y sudor y buenas nuevas

oh pinos de Nápoles, rodeados de flores, y las semillas de estreno recogieran

oh pinos divinos, no os puedo olvidar! el legado de viejas raíces

Mario Benedetti
Rubén Darío
EL ÁRBOL (EXTRACTO) A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,


La sombra de este árbol venerable con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han
salido.
donde se quiebra y calma,
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero!
la furia de los vientos formidable
Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina
y cuya ancianidad inspira a mi alma
al tronco carcomido y polvoriento.
un respeto sagrado y misterioso;
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera,
cuyo tronco desnudo y escabroso
habitado de pardos ruiseñores.
un buen asiento rústico me ofrece;
Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urde
y que de hojosa majestad cubierto
sus telas grises las arañas.
es el único rey de este desierto,
Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el
que vastísimo en torno me rodea; carpintero

aquí mi alma desea te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta;

venir a meditar; de aquí mi Musa antes que rojo en el hogar, mañana,

desplegando sus alas vagarosas ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino;

por el aire sutil tenderá el vuelo. antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras
blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
José Joaquín Olmedo
también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

Antonio Machado

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