Módulo - 01 - EL SÍ DE MARÍA-2024

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I E P “MUNDO MEJOR” Educación Religiosa 2° AZUL - CREMA

“Sembrando la buena semilla en el corazón de los jóvenes, aseguramos un mundo mejor”

Nombre Apellido ________________________________________ Código: ____________


PROFESORA: Betty Rosillo Tapia Fecha: ____________

Asume la experiencia del encuentro personal y comunitario con Dios en su proyecto de vida en coherencia con su
creencia religiosa.
- Asume su rol protagónico en la transformación de la sociedad según las enseñanzas de Jesucristo y de la Iglesia acerca del SI
María y la Encarnación.

EL SÍ DE MARIA, UN MISTERIO DE ENCARNACION

"Dios envió a su Hijo" (Gal 4, 4), pero para "formarle un cuerpo" quiso la
libre cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios
escogió para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía
de Nazaret en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27)

¿Quién era María?


María era una mujer sencilla y campesina de un pueblo llamado Nazaret de la Provincia de Galilea.
Calladamente, sin que nadie sepa, Dios le pide permiso para que sea su Madre. A María le llamaban
MIRIAM que es su nombre en arameo.

LOS PADRES DE MARÍA


Sus padres fueron Joaquín y Ana. De ellos aprendió Miriam su fe en Dios, su amor a la vida
y su esperanza de que un día nacería el Salvador, el mesías el Libertador del mundo.

NAZARET, EL PUEBLO DE MARÍA.

Nazaret era un pueblito situado en el interior de la sierra de Galilea, al norte de Palestina. Sus casas
eran pobres, una sola fuente abastecía al pueblo, sus gentes vivían principalmente del trabajo del
campo.
Como en todos los pueblos de Palestina, había una casa de oración llamada SINAGOGA donde el
pueblo se reunía todos los sábados para escuchar la lectura de la Biblia comentada por el Rabí
(Maestro) de la Comunidad o por uno de los presentes invitado por él. En este pueblo de Nazaret nació
María y vivió gran parte de su vida con José y con Jesús.

MARÍA, LA NOVIA DE JOSÉ EL CARPINTERO.

José procedía del Sur, de la ciudad de Belén (Lc.2, 4). Llegó al Norte
del país, posiblemente en busca de trabajo. La Biblia dice que era un
hombre justo (Mt 1,19). María y José se hicieron novios (Mt.1, 18). Iban
a casarse pronto. Pero los hombres planifican y Dios dispone las cosas
de otro modo. Hay que estar dispuestos a las sorpresas de Dios.

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EL SÍ DE MARÍA

Tal vez nosotros ya habremos leído estas palabras de María en la Biblia, o quizás ya la hayamos
escuchado, pero quizás no nos hemos puesto a meditar realmente en conciencia su contenido
profundo, y como podría ser aplicado a nuestra vida personal y comunitaria de hoy.

Tratemos de situarnos por un momento en el entorno social y cultural en el que vivía María, para poder
tener un cuadro más claro de su vida, y en el momento del que ella dijo; “hágase en mí”, y le dio un Sí
a Dios desde lo esencial que tiene el ser humano, la libertad. Considerando el lugar en el que vivió
María hace más de 2024 años, sin ningún lujo, ni con las comodidades que tenemos hoy, en una
cultura patriarcal que denigraba a la mujer, podríamos concluir que la vida de María no fue nada fácil.

El arcángel San Gabriel, en nombre de Dios-Padre, anunció a María el deseo divino de que fuese la
Madre de Jesucristo, del Hijo de Dios hecho hombre, concebido de forma virginal por obra del Espíritu
Santo. Es el momento en que María dice sí a Dios aceptando su voluntad: “Aquí está la sierva del
Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Y, con esta respuesta, el Hijo de Dios, el Verbo divino, la
persona de Jesús, toma carne humana en el vientre de María.

1.- María, modelo de respuesta confiada en Dios

“He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”.Lc 1,38. El


Sí de María hace posible el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Por
eso, podemos decir que la vida de María se encuentra resumida en un Sí
permanente a Dios. A partir de él su vida adquiere sentido y forma. Este sí
central y único es así mismo el que le acompañará en cada instante de su
existencia, de su vida. Este sí da sentido pleno a cada movimiento, a cada
oración de la Madre del Señor.

Toda la vida de María, incluso antes de su encuentro con el Ángel, estaba ya iluminada por la luz de
su futuro Sí a Dios. Durante toda su infancia la gracia divina la fue preparando para aquello para lo
cual fue elegida: para ser la Madre de Dios. Por eso en su concepción es preservada del pecado
original. En virtud de este acto fue llamada por Dios a la existencia y se le concedieron todos sus
privilegios.

El sí de María es expresión de su humildad y de su entrega personal y confiada al plan de Dios y, a la


vez, fuerza y gracia divina por parte de Dios. María escucha la llamada de Dios y se pone a su
disposición con una entrega total. María es consciente de su pequeñez humana pero, a la vez, es
consciente de la fuerza poderosa de Dios, de la gracia de Dios, con la que va a contar siempre para
llevar adelante su tarea, ser la Madre de Dios. Consciente de ello se deja modelar según el plan de
Dios. Entiende que la debilidad humana queda siempre fortalecida con la fuerza de Dios, si lo dejamos
actuar en nosotros.

2.- María, modelo de disponibilidad

Al decir sí a Dios, María renuncia a sí misma, para que sea únicamente Dios el que habite en ella y
sea El quien le de la fuerza que necesite para cumplir la misión de ser la Madre de Dios. Por ello,
somete a su Voluntad y a su acción su persona y todas las posibilidades de su ser. Decide dejar que
sea solo Dios el que actúe en ella, y precisamente por eso coopera plenamente con Dios. Porque la
cooperación en las obras de la gracia es siempre fruto de una renuncia.

Nadie como María ha renunciado con tanta generosidad, para dejar actuar sólo a Dios; por eso a nadie
como a ella Dios la ha concedido tanto poder de cooperación. María no solamente quiere lo que Dios
quiere, sino que le confía su sí para que El le de forma. María no exige garantías ni manifiesta reservas.
Sabe que su papel es el de la “sierva” humilde que acepta siempre lo que se le pide y nunca busca
realizar sus propios proyectos. Ella deja que sea Dios el que actúe y quién configure toda su existencia.
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3 - María, modelo de fe, de creyente

La entrega total de María a Dios, la proximidad de Dios en su vida, hace que viva en plenitud la vida
cristiana. María expresa su sí a Dios porque eso era lo que Dios esperaba de ella. Y lo hace sin tener
una visión completa de lo que se esperaba de ella. Cuando dijo su sí a Dios, se arrojó en la inmensa
totalidad de Dios, sin querer saber o comprender ningún detalle. “Hágase en mi según tu palabra”.
María acepta que sea así, como Dios quiere.

Hasta entonces, creía en Dios como las mujeres piadosas de su pueblo y esperaba, también como
ellas, la venida del Mesías prometido. Pero en modo alguno sospechaba que el Mesías podría serle
regalado como expresión consecuente de su fe. Podemos decir que es la primera creyente cristiana,
la portadora por excelencia de la fe cristiana. “Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el
Señor se cumplirá”, le dirá su prima santa Isabel cuando fue a visitarla. Por ello, María concibe a Jesús
antes en la fe que en su seno virginal.

Su entrega al plan de Dios, su concepción inmaculada y su ser portadora del Hijo de Dios, es
esencialmente fe, fruto de su fe. Gracias a la fe, se entrega sin ningún temor incluso a lo que es
corporalmente incomprensible, pues esa es la voluntad de Dios y hay que aceptar lo que viene de Él.

4.- María, modelo de fecundidad

María se convierte en Madre por su sí a Dios, al permitir que la palabra pronunciada por el ángel se
hiciese vida en ella por obra del Espíritu Santo. El amor siempre es fecundo y, cuando este amor es
total a Dios, la fecundidad hace de María la Madre del mismo Dios. Y Jesús, su hijo y el Hijo de Dios,
la hace partícipe a ella de todo lo que hace y padece, y de este modo abre el misterio de la maternidad
de María al misterio universal de la Redención. Cristo la introduce como fiel colaboradora, como la
mejor discípula en la obra de la Salvación. La asume como corredentora, colaboradora en la obra de
la Redención. A su maternidad corporal se suma su maternidad espiritual.

EL NACIMIENTO Y LA VIDA DE JESÚS PRODUCTO DEL SÍ DE MARÍA.

Según Mateo y Lucas, Jesús nació en Belén de Judea, de una mujer


llamada María, por intervención del Espíritu Santo. El Evangelio de Lucas
cuenta que el ángel Gabriel visitó a María para decirle que había sido
elegida para dar a luz al Hijo de Dios (Lucas 1, 26-38). Según Lucas, una
orden de César Augusto había forzado a María y José a dejar sus casas
en Nazaret e ir a la casa de los ancestros de José, la casa de David, para
el Censo de Quirino.

Después del nacimiento de Jesús, la pareja se vio forzada a usar un establo a causa de que no había
habitación para ellos en las posadas de la ciudad (Lucas 2, 1-7). Según Lucas, un ángel anunció el
nacimiento de Jesús a unos pastores, que fueron a ver al recién nacido y que luego harían público de
lo que habían sido testigos. Mateo también habla de los "Hombres Sabios" o "Magos" que llevaron
regalos al niño Jesús después de haber seguido una estrella que ellos pensaban era un signo de que
había nacido el Rey de los Judíos (Mateo 2, 1-12).

El lugar de la infancia de Jesús según la Biblia fue la ciudad de Nazaret en Galilea. Excepto un viaje a
Egipto en su infancia para escapar de la Masacre de los Inocentes de Herodes, y un corto viaje a Tiro
y Sidón (en lo que actualmente es el Líbano), los Evangelios sitúan todos los demás acontecimientos
de la vida de Jesús en el antiguo Israel. Según Mateo, la familia permaneció en Egipto hasta la muerte
de Herodes, tras la cual volvieron a Nazaret para evitar vivir bajo la autoridad de Arquelao, hijo y
sucesor de Herodes (Mateo 2, 19-23).

El Hallazgo en el Templo, del evangelio de Lucas (Lucas 2, 41-52), es el único evento mencionado
entre la infancia y el bautismo de Jesús en cualquiera de los Evangelios canónicos. Según Lucas,
Jesús tenía "aproximadamente treinta años de edad" cuando fue bautizado (Lucas 3, 23). En el
evangelio de Marcos, a Jesús se le llama carpintero. Mateo dice que era hijo de un carpintero, lo que
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sugiere que Jesús pudo haber pasado algunos años practicando la carpintería con su padre (Marcos
6, 3; Mateo 13, 55).

JESUCRISTO, VERDADERO HOMBRE Y VERDADERO DIOS

El reconocimiento de que Jesucristo es verdadero hombre y verdadero Dios, es decir, la doctrina de


las dos naturalezas, fue establecida en el concilio de Calcedonia (451 d.C.). Esta doctrina de la doble
naturaleza de Jesús trasciende el horizonte de la experiencia y la imaginación humana; se trata de un
misterio.
La encarnación del Hijo de Dios está descripta en Filipenses 2, 6 – 8 como una humillación de sí mismo:
“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz".

Jesús compartió con los hombres todo el espectro de las sensaciones físicas y psíquicas. Como ser
humano tenía un cuerpo y sus respectivas necesidades. Lucas 2, 52 informa que Jesús crecía en
sabiduría, estatura y gracia para con Dios y los hombres. Se alegró con los felices en la boda de Cana.
Sufrió con los tristes y lloró cuando Lázaro había muerto. Tuvo hambre cuando estaba en el desierto;
tuvo sed cuando llegó a la fuente de Jacob. Padeció el dolor bajo los azotes de los soldados. Cuando
estuvo frente a la muerte en la cruz, confesó: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Mt 26,38).
Jesucristo es realmente verdadero hombre; lo afirma Hebreos 4:15.

En la misma medida, Jesucristo es verdadero Dios. La Sagrada Escritura da fe de que Jesucristo es el


Hijo de Dios y también de que es Dios. En el Bautismo de Jesús se oyó una voz de los cielos: “Éste es
mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mt 3, 17). También en la transfiguración, el Padre
enfatizó que Jesús es el Hijo de Dios, indicando que a Él hay que oír (Mt 17, 5).

Las palabras de Jesús: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Jn 6, 44) y
“Nadie viene al Padre, sino por mí" (Jn 14, 6) expresan que Dios, el Padre, y Dios, el Hijo, tienen la
misma autoridad divina. El Padre trae al hombre hacia el Hijo, y el Hijo lleva al hombre hacia el Padre.
Sólo como verdadero Dios Jesucristo pudo afirmar: “Yo y el Padre uno somos" (Jn 10, 30), expresando
en un lenguaje simple que es de la misma naturaleza que el Padre.

ACTIVIDADES

1. En grupo elaboran un organizador visual según su preferencia sobre las siguientes preguntas:
Gpo 1 y 2 ¿Qué dicen los evangelios sobre el nacimiento de Jesús?
Gpo 3 y 4 ¿Crees que el nacimiento de Jesús es producto del Sí de María? ¿Por qué?
Gpo 5 y 6 ¿Cuándo fue establecida la doctrina de las dos Naturalezas?
Gpo 7 y 8 ¿De qué manera sabemos que es verdadero hombre y verdadero Dios?
- Cada grupo diseña un collage en la que se pueda distinguir las dos naturalezas se Jesús.
La presentación s debe ser en una hoja tamaño A - 3

ACTIVIDAD DE EXTENSIÓN: (Ttrabajo individual)

 Localiza 5 citas bíblicas (con su enunciado), donde se manifiesta Jesús como Dios. (Gpo 9)
 Localiza 5 citas bíblicas (con su enunciado), donde se manifiesta Jesús como hombre.(Gpo 10)

 Leen, interiorizan y responden: Catecismo N° 333, 461, 464, 483.

- ¿Qué significa la palabra «Encarnación»?


- ¿De qué modo Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre?
- ¿Cómo expresa la Iglesia el misterio de la Encarnación?
- ¿Crees que Jesús es importante en tu vida? ¿Por qué?

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METACOGNICION

2. ¿Tengo claro el significado del tema? Sí, no ¿Por qué?


3. ¿Qué conclusiones puedo sacar del tema tratado?
4. ¿Cómo puedo relacionar el tema con la actualidad?

VOCABULARIO: (En el diccionario)

EL SÍ DE MARÍA

María, Madre del sí, tu ejemplo me admira.


me admira porque no miraste a tus intereses
sino a los del resto del mundo;
me admira y me das ejemplo de entrega a Dios.

Yo quisiera, Madre, tomar tu ejemplo,


y entregarme a la voluntad de Dios como tú.
Yo quisiera, Madre, seguir tus pasos,
y a través de ellos acercarme a tu Hijo.

Yo quisiera, Madre, tener tu generosidad y entrega


para no decir nunca «no» a Dios.
Yo quisiera, Madre tener tu amor
para ser siempre fiel a tu Hijo.

Madre del sí, pide a tu Hijo por mí,


para que me dé tu valentía.
Pide a tu Hijo por mí, para que me conceda
un corazón enamorado de él.
Pide a tu Hijo por mí, para que me dé la gracia necesaria
para entregarme y no fallarle nunca.

¿Pensamos que la encarnación de Jesús es sólo algo del pasado, que no nos
concierne personalmente?
Creer en Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de
María, para que él pueda seguir habitando en medio de la humanidad.

(Papa Francisco)

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