Yawar Fiesta
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Los mistis o principales, estaban integrados por los blancos, mestizos, hacendados, gamonales,
jueces entre otros, ellos fueron los que cometieron abusos en contra el pueblo indio
despojándolos de sus tierras donde posteriormente crearon un nuevo lugar al que denominaron
Jirón Bolívar.
II. El Despojo: Trata sobre el comportamiento abusivo de los mistis respecto al pueblo indio. Se
relata la práctica que utilizaban para despojarlos de sus tierras, lo que realizaban mediante
medios engañosos adecuándolos a la legalidad, con el fin de transformar los terrenos en
pastizales para alimentar ganado, lo cual resultaba más oneroso para estos. También procedían a
invadir punas o regiones de mayor altura y forzaban a los pobladores de esas zonas, a que les
dieran el ganado, incluso los ponían a su servicio en calidad de peones a que realizaran labores de
agricultura, en tierras que eran de su propiedad.
III. Wakawak’ras, Trompetas de la Tierra: Este capítulo viene a definir estos objetos que son un
instrumento elaborado con los cuernos del toro. Su sonido indicaba que las fiestas patrias del
pueblo se acercaban, además de que también advertían de la tradición de la corrida bajo la
modalidad india o toropukllay. El misitu era un toro de la puna o montaña, debía ser llevado por el
ayllu de K’ayau, dicho animal sería la primera vez que saliera de su territorio.
IV. K’ayau: Se refiere a que Don Julián Arangüena, el que era un dueño de hacienda, sería quien
cedería al misitu, que él tenía en su tierra de la montaña, ello luego de que el ayllu del K’ayau lo
persuadiera de que así lo hiciera, por lo que todos elogiaron su aceptación, por lo que solo se
escuchaban comentarios de que la corrida sería excelente. Hasta Don Pancho Jiménez se regocijó,
pero no así el prefecto, el que decía que era algo bárbaro.
V. El Circular: Ante la noticia de la circular recibida por el subprefecto, la cual contenía la orden
del gobierno central, donde se expresaba la prohibición de las novilladas taurinas bajo el modo
“indio”, por cuanto esa práctica resultaba peligrosa ya que generaba heridos y decesos de
personas innecesarios. En tal virtud el anuncio produjo en los pobladores principales una división
entre ellos.
En tal sentido, un grupo representado por Don Dimitri Cáceres, eran partidarios que se eliminara
el espectáculo bajo el modo “indio”, por cuanto consideraban que era una tradición
desproporcionada y atroz, mientras que los que estaban del lado de Don Pancho, fijan su criterio
diciendo que, se permitiera el evento ya que todo estaba preparado, además que podrían
realizarlo en esta oportunidad por última vez.
Ante la diatriba que se estaba presentando en cuanto a las opiniones de los dos grupos
contrapuestos, el subprefecto se mostró intransigente, por lo que determinó que, si alguien
contravenía la orden, sería seriamente sancionado. En tal virtud, Don Pancho fue aprehendido y
procesado como alborotador. Las autoridades dieron cumplimiento a la orden y procedieron a
contratar un torero profesional en Lima para realizar la corrida civilizadamente, de acuerdo con
los parámetros españoles.
VI. La Autoridad: En este capítulo el autor de la novela revela el nivel de abuso de las autoridades
nombradas desde el gobierno central. Lo cual se evidencia cuando el subprefecto, saca de la
cárcel a Don Pancho y en su oficina mantiene una acalorada conversación con éste, donde le
comenta que lo dejará en libertad, pero lo notifica de que si nuevamente incurre en incitar a las
personas volvería a detenerlo.
Una vez que Don Pancho se retira del despacho, se dirige a la plaza, mientras él va caminando en
medio de ésta, el subprefecto en un acto de traición y de abuso, le da la orden al sargento de que
proceda a dispararle por la espalda, a lo que el subalterno no accedió por considerarlo un acto
contrario.
Entre tanto los indios al enterarse de que la circular contenía el mandato de no realizar la
novillada taurina de la forma que se había realizado tradicionalmente, procedieron a reunirse en
la plaza central, donde el vicario y el alcalde conversaron con ellos, asegurándoles que el evento
se llevaría a cabo en las condiciones que se habían estipulado, vale decir a la manera de
turupukllay.
VII. Los Serranos: Se les daba ese calificativo a los miles de inmigrantes lucaninos que se
trasladaron hacia la capital, siendo en su mayoría sirvientes, obreros y empleados, los cuales
invadieron los territorios de los arenales, levantan casas humildes, así también algunos Mistis con
dinero, que llegaron a Lima, los que compraron tierras en lugares de mejores condiciones para
construir viviendas.
La expresión serranos, la utilizaban los limeños contra los inmigrantes, como una forma de
desprecio. Dicha migración, se materializó, en virtud de la construcción de la vía que conduce
desde puquio a Nazca, que sería realizada por los puquianos con las orientaciones del cura y solo
en veintiocho días. También se narra que los lucaninos, constituyeron una sociedad con el fin de
protegerse todos. La sociedad llevaba por nombre Centro Unión Lucanas.
Para lo cual se designó como su presidente a un mestizo puquio, el cual estaría bajo la convicción
del pensamiento de José Carlos Mariátegui, quien era un político y pensador peruano, el que fue
uno de los estudiosos principales del socialismo en América latina.
VIII. El Misitu: El presente capítulo está básicamente destinado a describir el origen del misitu.
Según los indios, este animal emergía de un remolino que se producía en la laguna de
Torkok’ocha, que el mismo era un ser mítico y no producto de un proceso natural. Su influencia se
extendía más lejos a los linderos de Lucanas. Igualmente se decía que se encontraba en la puna, al
cobijo de queñuales de negromayo en K’oñani.
En virtud de que Don Julián Arangüena, que era un hacendado, aunque hizo todo lo posible por
agarrarlo, este no lo consiguió, entonces visto que no le fue posible, resolvió obsequiarlo en
primera instancia a los pobladores de K’oñani y posteriormente a los K’ayau.
IX. La Víspera: Aca se explica la preocupación del subprefecto, respecto a que se le diera
cumplimiento al contenido de la circular, pero buscando la forma de no generar incomodidad a
los indios. Por tal razón convoca a una reunión a los vecinos calificados de principales. Allí Don
Demetrio, le comunica que el cura tenía una idea, que era hacer un pequeño coso en la misma
plaza de Pichk’achuri.
Luego se hablaría con los que asistieran al evento, para hacerlos entrar en razón, que esa era la
mejor manera de que disfrutaran el espectáculo, sin utilizar todo el perímetro de la plaza, de igual
manera se les indicaría que no se usara la dinamita cuando entraran las personas al ruedo, a fin
de evitar el peligro que ello podría causar al público.
Así también se les comunicaría que en Lima se habría contratado un torero profesional. De igual
forma se les explicaría que el Centro de Lucanas habría hecho los arreglos para el envío del
matador español a Puquio. Ante toda la explicación el subprefecto queda de acuerdo y el vicario
persuade a los indios Varayok’s para que le colaboren en el traslado de los troncos de eucaliptus
para la elaboración del coso.
X. El Auki: En esta parte se describen aspectos religiosos de los puquianos, donde se habla de la
devoción de estos en función a los espíritus de las montañas, haciendo mención puntual al auki
Karwasaru, denominado jefe, considerado el padre de todas las serranías de Lucanas. En tal virtud
los de la comuna de K’ayau, piden su protección para ir en busca del misitu y proceden a subir a la
altiplanicie a enterrar la ofrenda.
Va al frente el alcalde de Varayoks y al regreso se hacen acompañar del brujo layka de Chipau, el
que les sirve de guía para cumplir el cometido de la captura del animal. Finalmente, el misitu es
agarrado por los de K’ayau, lo trasladan hasta el coso de puquio, en toda esta travesía el brujo
muere aplastado por el toro, lo cual toman como el sacrificio de sangre, que se debe ofrecer al
Auki para agradecerle por el favor concedido.
XI. Yawar Fiesta: Llegado el día de la celebración de las festividades patrias, se conglomeró una
gran cantidad de personas del pueblo puquiano, de la provincia de Lucanas, así como también de
otros sitios más distantes, con el fin de disfrutar del espectáculo taurino que se llevaría a efecto
en el coso construido en la plaza Pichk’achuri, el cual excedió su capacidad quedando gente fuera.
El subprefecto ordenó la detención de Don Pancho y de Don Julián, con el fin de que estos no
fueran instigar a los indios. Llega el gran momento en que misitu entra al ruedo, más atrás ingresa
el torero ibarito, el que se torna un poco perplejo, en virtud del sonido de las wakawak’ras y el
canto tétrico de las damas. Este inició bien a lidiar con el misitu, pero el animal lo envistió, casi
alcanzándolo, por lo que tuvo que meterse en uno de los escondederos.
Esto generó en la multitud abucheos, los indios entonces pidieron que se incorporarán los que
tenían ellos dispuestos para la lidia con el misitu, al salir el Wallpa en principio se desenvolvió
bien, pero el toro en un descuido le clavó uno de los cuernos en la ingle, por lo que fue auxiliado
por los otros toreros indios y se lo quitaron al animal. Luego entró al ruedo El Raura.
A éste le fue suministrado una caja de dinamitas por parte del Varayo’k alcalde de K’ayau, con lo
cual lograron dominar al misitu, causándole heridas mortales y en consecuencia éste le dijo al
subprefecto que las fiestas así era que se desarrollaban, que era el real Yawar punchay.