Viñeta Clínica Miranda

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Viñeta clínica_Miranda

Cuando era un bebé, Miranda siempre quería que la cogieran en brazos. No importaba lo
que estuviéramos haciendo, siempre que mi marido o yo la cogiéramos en brazos, estaba
bien. Parecía que le costaba dormir toda la noche hasta los dos años, pero en cuanto la
levantaba y la acunaba, se volvía a dormir. Sin embargo, a nosotros nos parecía bien.
Empezó a ir a la escuela infantil, a los tres años y medio, se enfadaba tanto porque la dejaba
que se ponía a vomitar, no era sólo al principio del curso, sino que ocurría durante todo
el año, probablemente de tres a cinco veces al mes, y tenía que llevármela a casa, según
las normas del colegio. Su pediatra dijo que estaba bien, que era una estratagema y que
funcionaba, así que siguióhaciéndolo. Al año siguiente, no fue al preescolar.
A medida que crecía, sus rabietas parecían estar completamente fuera de control, nada
que ver con las de otros niños a los que veía y parecía que la cosa más pequeña la hacía
estallar, como si yono le dejara merendar antes de la cena. Se tiraba al suelo, pataleaba
y gritaba como una loca. Lo hizo hasta los seis o siete años. A medida que crecía, parecía
que había muchos traumas emocionales con ella en la escuela por los amigos. O quería a
sus amigos o los odiaba. Pensamos que eran cosas de chicas; nuestros dos hijos no
parecían tener esos mismos problemas con sus amigos. Parecía que "pasaba" mucho de
los amigos. Todavía lo hace a los diecisiete años.
También me di cuenta de que siempre parecía actuar o comportarse como quien era su
amigo, esdecir, reírse como ellos, hablar como ellos, etc. Le pregunté por qué lo hacía, y
ella no lo creía. Pensamos que parecía casi desesperada por tener amigos, lo que la
llevaba a hacer cualquier cosa para ser aceptada por ellos, lo que ha empeorado a medida
que crece.
Empecé a llevarla a diferentes terapeutas cuando tenía unos diez años porque no me
parecía 'normal' en comparación con todas las demás niñas que conocía, y me sentía muy
triste porque lo estaba pasando tan mal emocionalmente. Pensé que si la entendía mejor
y podíamos averiguar porqué siempre parecía sentirse "vacía", podría ayudarla. Aumentó
unos treinta kilos cuando tenía onceaños y nos peleábamos por su peso. Me rompía el
corazón que nunca pareciera tener suficiente comida y que siempre estuviera comiendo
a escondidas cuando pensaba que nadie la veía. Los médicos dijeron que era un problema
mío y que ella estaba bien. Más o menos en esa época empezó a contar "historias" para
conseguir lo que quería y así no oía tanto el "no". Sus rabietas eran cada vez menos
frecuentes, pero más volátiles cuando ocurrían.
A los doce años, aproximadamente, descubrió el 'poder' que tenía sobre los chicos
utilizando el sexo. No queríamos creerlo. Nuestro hijo mayor intentó decírnoslo. Estaba
muy enfadado porque su hermana pequeña era una 'zorra'. Le ofrecía a completos
desconocidos una mamada si querían ser sus amigos. Eso nos rompió el corazón;
pensamos que tenía que estar sufriendo por dentro paraactuar así. Después de eso nos
volvimos más estrictos con ella; nunca iba a ningún sitio sin uno de nosotros u otro
adulto. Incluso dejamos de enviarla a un campamento nocturno. La vida se hizo más dura,
empezó a salir a escondidas en mitad de la noche para reunirse con chicos, gente que
conocía por Internet, según supimos después.
Una vez, había dos coches llenos de chicos de un pueblo vecino, y vinieron a recogerla
una noche. Me despertó una llamada de 'Tyndall' buscando a sus chicos porque sus
nuevas zapatillas estaban en uno de sus coches y estaban en nuestra casa para ver a mi
hija; esto fue a la 1:30 de la madrugaday Miranda tenía trece años. Cuando finalmente
llegó esa mañana, se enfadó conmigo por haberlo descubierto. Poco después, intentó
escaparse a Filadelfia para vivir con un grupo de chicos que ibana ayudarla a convertirse
en una "cantante famosa". Su perro me alertó de que se había ido; ese perro estaba
obsesionado con ella. Vino la policía y pudimos encontrarla en la terminal de autobuses
cuando se bajaba de ellos.
Empezó a ir a un psicólogo por su cuenta; pensó que la ayudaría a salir del problema en
el que estaba metida. Pensé que tal vez sacaría algo de ello porque fue su decisión ir, y
al principio el psicólogo pensó que era una mocosa malcriada, que es algo que habíamos
estado escuchando todasu vida, y no la malcriamos en absoluto. Luego, con el paso del
tiempo, la psicóloga pensó que tal vez tenía un trastorno bipolar. Nos envió a un clínico
especializado en el tratamiento de adolescentes con este trastorno. Empezamos a ir a
verla cada cuatro semanas durante unos seis meses, probando diferentes medicamentos
hasta que encontramos alguno que parecía ayudar.
Fue por aquel entonces cuando fui a la librería a comprar algunos libros sobre el trastorno
bipolar,pero nada de lo que leía parecía encajar. Me topé con un capítulo de un libro que
hablaba de los diagnósticos erróneos y del trastorno límite de la personalidad.

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