Exposición Juan Gómez

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Universidad del Valle

Facultad de Humanidades
Estudiante: Juan Pablo Gómez Guisao (202127875)
Profesor: Juan Carlos Velez
Seminario: Filosofía de la ciencia: Neurociencia, ficción y filosofía

Robocop: Cyborgs e identidad

En Robocop: Cyborgs e identidad del libro Neuro Ciencia ficción: cómo el cine se adelantó a
la ciencia, el neurocientífico Rodrigo Quiroga busca examinar los avances científicos y
tecnológicos recientes relacionados con las interfaces cerebro-máquina y las prótesis
neuronales, y analizar las implicaciones filosóficas y éticas que estos desarrollos plantean
sobre la identidad personal y la naturaleza de la consciencia humana. Para el presente escrito,
en primer lugar, haré una breve síntesis de la película Robocop (1987); en segundo lugar,
recogeré, de forma resumida, lo que pretende examinar el autor en este capítulo; y,
finalmente, una reflexión con base al concepto de la identidad.

Una breve síntesis de RoboCop


Para empezar, la película “Robocop”, dirigida por Paul Verhoeven y escrita por Edward
Neumeier y Michael Miner, se presenta como una alegoría crítica de la sociedad
contemporánea, explorando temas de identidad, humanidad y la ética en el uso de la
tecnología. En la ciudad de Detroit, una ciudad distópica y en un contexto de deterioro
urbano y corrupción, es el escenario de dicha película. La historia sigue a Alex Murphy, un
honrado policía el cual es brutalmente asesinado por una banda criminal. A través de la
intervención de la corporación Omni Consumer Products (OCP), científicos y doctores
reconstruyen los restos de Murphy convirtiéndolo en un organismo cibernético imparable,
programado con el fin de ser la solución definitiva al crimen desenfrenado en la ciudad. De
esta manera nace RoboCop.

Pese a que el diseño de este organismo cibernético es inicialmente eficaz, RoboCop comienza
a tener destellos de su vida pasada como Murphy, de su familia y de su muerte, lo que lleva a
que él se cuestione acerca de su identidad y de su propósito. Este conflicto interno lo impulsa
a buscar justicia personal contra los responsables de su asesinato y enfrentar la corrupción
dentro de la corporación. Al finalizar la película, cuando RoboCop logra enfrentar y derrotar
a los responsables de su asesinato y a los corruptos dentro de la OCP, se le pregunta cuál es su
nombre. Responde "Murphy". Esta simple declaración es profundamente significativa. No
solo simboliza la recuperación de su identidad perdida, sino que también subraya que su
esencia humana ha sobrevivido a pesar de la transformación radical en su ser.

Esta declaración de RoboCop acerca de su identidad, ha llevado a que muchos se cuestionen


sobre qué es lo que define un ser humano, ¿es acaso la carne, la memoria o la conciencia? En
Robocop: Cyborgs e identidad, Quiroga, más que defender una postura, busca examinar
desde diferentes ángulos las implicaciones de los avances en prótesis neuronales y las
interfaces cerebro-máquina para nuestra concepción de la identidad personal.

Sobre los puntos claves de RoboCop: Cyborgs e identidad


Para empezar, el autor comienza introduciendo la noción de cyborgs e interfaces
cerebro-máquina a través de los ejemplos icónicos de la ciencia ficción de los años 70 como
“El Hombre Nuclear” y “RoboCop”. Quiroga describe cómo estas series visionarias
imaginaban seres humanos mejorados con partes biomecánicas aumentadas que les conferían
capacidades sobrehumanas. Con esto, el autor Procede entonces a describir en detalle los
sorprendentes avances en neuroprotésicas y las interfaces cerebro-máquina. Explica cómo
mediante implantes de electrodos es posible decodificar la actividad neuronal que codifica las
intenciones de movimiento en áreas como la corteza motora y la corteza parietal posterior.
Esta información puede utilizarse para controlar miembros robóticos como brazos y piernas
protésicas, permitiendo que personas paralíticas puedan moverlos únicamente con su
pensamiento. Además, detalla experimentos pioneros con monos y luego con humanos
tetrapléjicos que lograron manipular estos miembros biomecánicos para realizar tareas como
agarrar objetos, beber de un vaso e incluso caminar con andadores. Esto lleva a que el autor
analice el problema filosófico de la identidad personal cuando partes del cuerpo son
reemplazadas por prótesis. Examina la paradoja del barco de Teseo y las ideas de Locke sobre
la importancia de la memoria por sobre la continuidad física.

Seguidamente, Quiroga explora sobre los experimentos de ilusiones corporales como la


ilusión de la mano de goma, que muestran cómo el cerebro termina asimilando e
incorporando las prótesis como parte de sí mismo cuando actúan de manera coherente con las
expectativas sensoriales y las intenciones del sujeto. Sugiere que un proceso análogo ocurriría
con pacientes que utilicen neuroprótesis controladas por su actividad cerebral. Por otro lado,
el autor aborda la posibilidad de reemplazar órganos sensoriales como los ojos y oídos con
implantes neuronales, detallando avances con implantes de retina y cócleas biónicas,
planteando, incluso, la posibilidad de aumentar los sentidos humanos con nuevas
modalidades sensoriales directamente conectadas al cerebro, aunque advierte sobre los
peligros del exceso de información.

El autor luego pasa a cuestiones éticas con respecto a las prótesis biomecánicas. Como
solución más práctica y ética, Quiroga sugiere los avances en estimulación de los nervios y
músculos remanentes en las extremidades, logrando reactivar su función a partir de la
actividad neuronal decodificada, sin necesidad de cirugías más invasivas. Finalmente, el autor
plantea la hipotética y muy controversial posibilidad de que en el futuro se pueda transferir,
preservar o incluso replicar la totalidad del cerebro, como sede de la identidad y la memoria,
más allá de los límites del cuerpo físico original. En suma, esta idea, que roza la ciencia
ficción, sirve al autor para reflexionar sobre los profundos interrogantes que los avances en
neuroprotésicas e interfaces cerebro-máquina plantean sobre la naturaleza esencial de la
mente, la conciencia y los límites de la condición humana.

Sobre la identidad personal

Inicialmente, la identidad personal es uno de los conceptos más complejos y debatidos en la


historia de la filosofía. Tomando como partida a John Locke, él define la identidad personal
partiendo primeramente del concepto de “persona”. Él define “persona” cómo “un Ser
inteligente pensante, que tiene razón y reflexión, y puede considerarse como sí mismo, la
misma cosa pensante en diferentes tiempos y lugares.” (LN 2.27.9). Para Locke, una persona
es, por tanto, el tipo de entidad que puede pensar de forma autorreflexiva y pensar que
persiste en el tiempo, además, Locke afirma que las personas son agentes y, por lo tanto, son
entidades a las que se les puede exigir responsabilidad por sus acciones. Con esto, Locke,
comienza a dilucidar qué hace que cualquier persona sea la misma a lo largo del tiempo. Él
afirma que: (...) la conciencia siempre acompaña al pensamiento, y es eso lo que hace que
cada uno sea lo que llama yo (LN 2.27.9). En suma, la conciencia es lo que distingue a uno
mismo y, por tanto

(...) sólo en esto consiste la Identidad personal, es decir, la mismidad del Ser racional: Y en la
medida en que esta conciencia puede extenderse hacia atrás a cualquier Acción o Pensamiento pasado,
así alcanza la Identidad de esa Persona ; es el mismo yo ahora que era entonces; y es por el mismo yo
con este presente que ahora reflexiona sobre ello, que se realizó esa Acción. (LN 2.27.9)

Siguiendo esta definición de Locke, podría decirse que, mientras RoboCop/Alex Murphy
conserve sus recuerdos, su esencia psicológica, entonces su identidad personal prevalece más
allá de su nueva envoltura artificial. El cuerpo sería un mero vehículo transitorio para
albergar la verdadera sede de la identidad: la mente. No obstante, esta postura puede tener
algunos huecos, puesto que en la misma película se plantean interrogantes sobre hasta dónde
podría llegar esta disociación de la identidad y el cuerpo físico. ¿Seguiría siendo Alex
Murphy si su cerebro fuera trasplantado a otro cuerpo? ¿O si todos sus recuerdos fueran
copiados a un substrato artificial no biológico?

Ahora bien, por otro lado se puede cuestionar acerca de si los cyborg pueden tener identidad.
Un cyborg, en primer lugar, se define como un ser que es una hibridación de componentes
biológicos y tecnológicos, un organismo cibernético, en suma. Siguiendo la definición de
Locke, se podría argumentar que un cyborg sí puede tener identidad personal, ya que en
última instancia lo que define la identidad no es el sustrato material sino la continuidad de la
experiencia subjetiva encarnada en una mente con recuerdos, pensamientos, emociones y un
sentido de sí mismo. Incluso si gran parte del cuerpo es reemplazada por partes sintéticas,
mientras exista la continuidad psicológica arraigada en el cerebro biológico preservado, la
identidad individual podría perdurar.

Sin embargo, podríamos pensar que la identidad no solo reside en la experiencia subjetiva de
la memoria sino que también está profundamente entrelazada con nuestra corporalidad
biológica y nuestro ser-en-el-mundo como seres encarnados. Las emociones, la subjetividad y
el sentido del yo surgen de la interacción dinámica e indisoluble entre mente y cuerpo vivido.
Por lo tanto, Murphy al transformarse en un híbrido hombre-máquina, el cyborg estaría
experimentando una disrupción ontológica fundamental que altera su modo de ser y su
experiencia vivida en el mundo. Su identidad, por tanto, estaría reconstituyéndose como un
fenómeno posthumano, más allá de las categorías tradicionales. Pero, siguiendo esta
afirmación, ¿la condición híbrida implica necesariamente una transformación y modulación
de su identidad hacia nuevos modos de ser? ¿La identidad del cyborg sería una suerte de
identidad-en-tránsito?
Referencias

- Quiroga, R. Q. (2018). NeuroCienciaFicción: Cómo el cine se adelantó a la ciencia.


SUDAMERICANA.

- [LN] 1689/1694, Un ensayo sobre el entendimiento humano , (Edición Clarendon de las


obras de John Locke), Peter H. Nidditch (ed.), Oxford: Oxford University Press, 1975.
doi:10.1093/actrade/9780198243861. Libro 1

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