Su Musa (Spanish Edition) - Annie J. Rose
Su Musa (Spanish Edition) - Annie J. Rose
Su Musa (Spanish Edition) - Annie J. Rose
ANNIE J. ROSE
Copyright © 2021, Annie J. Rose
Todos los derechos reservados.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro de cualquier forma o
medio electrónico o mecánico, incluyendo sistemas de almacenamiento y
recuperación de información, sin permiso escrito y expreso del autor, excepto para
el uso de citas breves en evaluaciones del libro.
Es una obra de ficción. Los nombres, personajes, negocios, lugares, eventos e
incidentes son producto de la imaginación del autor y son utilizados de manera
ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos
reales, es pura coincidencia. La siguiente historia contiene temáticas de personas
adultas, lenguaje obsceno y situaciones de contenido sexual. Está dirigida
únicamente a lectores adultos.
Todos los personajes son mayores de 18 años y todos los actos sexuales han sido
consentidos.
Creado con Vellum
ÍNDICE
Descripción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Esposa Fingida (Vista previa)
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Sobre la autora
DESCRIPCIÓN
"EWinnie
stás preciosa," le dije.
se subió a mi coche, yo estaba sentado esperándola,
aparcado en la esquina.
"Tú también estás muy guapo," dijo, sonriendo.
Al sonreírme, no pude evitar juntar sus labios con los míos.
Con la casa de sus padres a solo dos manzanas de la calle en la
que estábamos, sabía que me estaba arriesgando: sus padres o su
hermano podían habernos visto. Joder, si Steve alguna vez nos
descubre, me mataría.
¿Su mejor amigo besando a su hermana pequeña? Bajo su
punto de vista, quizá debía arder en el infierno por hacerle algo así.
Sus labios sabían al pintalabios de caramelo que se había
puesto minutos atrás. Mi mano acarició su mejilla, robándole su
calidez. Se levantó del asiento, preparándose para subirse a mi
regazo. Cuando sentí su peso contra mí, me aparté parando el
beso, para mirar esos preciosos ojos verde oscuro.
"Ven. Tengo una sorpresa para ti," le dije.
"Guía el camino, tigre."
No pude evitar sonreír mientras volvía a sentarse. Se abrochó el
cinturón y nos fuimos, atravesando el vecindario con las luces del
coche apagadas. Una vez fuera del barrio en el que vivía su familia,
las encendí. Cuando ya estábamos libres de presiones familiares,
nos pusimos en marcha hacia la costa. Tenía fantásticos recuerdos
de los años que viví en Gold Bend, un pequeño pueblo costero
donde había pasado las mejores épocas de mi vida. Sin mencionar
la cantidad de veces que pude cortejar a las chicas con almuerzos
campestres durante mi adolescencia.
Aunque tenía que reconocer que ninguno de esos flirteos me
tocó tanto como lo que tenía con Winnie.
Deslicé mi mano hasta tocar la suya, entrelazando nuestros
dedos. Con la radio a todo volumen y su pulgar trazando suaves
círculos contra mi piel, nuestro destino para esa noche estaba cada
vez más cerca. Sabía que no tendríamos mucho tiempo para
disfrutar en el pequeño pueblecito, así que teníamos que exprimirlo
al máximo. Mi madre y mi padre habían estado discutiendo por
teléfono todo el maldito día, de hecho, llevaban haciéndolo todos los
días durante más de una semana. Y a pesar de que lo que quería
era disfrutar del momento con Winnie, sabía que pronto tendría que
volver a Boston con mi padre.
De vuelta al otro lado del país, lejos de Winnie.
"¿A dónde vamos?" preguntó ella.
Sonreí. "Es una sorpresa."
"¡Oh! ¿Qué tipo de sorpresa?"
"Del tipo que incluye comida, el océano y una vista lo
suficientemente decente."
Aunque para ser sinceros, me había arreglado para algo más
que una vista "lo suficientemente decente."
Me detuve en un semáforo y aproveché para cogerla del brazo y
acercarla lo máximo posible a mí, apretando sus labios contra los
míos. Nuestras lenguas se deslizaban juntas al unísono, mientras
recorría su boca centímetro a centímetro, tragándome sus gemidos.
Qué dulce era ese sonido, y cuánto lo iba a extrañar.
"Espero que te gusten los picnics," murmuré.
Saqué toda aquella pasión de mi cabeza y retomé la conducción
hacia la playa. Dejé de lado los problemas de mis padres, Boston,
Steve, y lo cabreado que estaría si alguna vez nos descubría.
Quería que esa noche fuera solo nuestra, para recordarnos lo que
habíamos encontrado el uno en el otro. Ambos habíamos acordado
que sería solo algo temporal, un amor de verano, antes de irse a la
universidad, antes de irse a forjar su propia vida como abogada. Me
daba pavor reconocer que estaba enamorado de la hermana
pequeña de mi mejor amigo.
Pero era lo más parecido al amor que había conocido hasta
entonces.
"¿Tuviste suerte con tu musa?" Preguntó Winnie.
Me reí. "Mi musa ha estado conmigo todo el verano."
Llevé su mano a mis labios y ella sonrió.
"Siempre sabes qué decir. ¿Cómo lo haces?" preguntó.
"Solo digo lo que pienso. Y lo que pienso, es que eres increíble."
"Sigue hablándome así, y te llevarás una sorpresa."
"¿A qué te refieres?"
"Mmm."
"¿Qué tipo de sorpresa es esa?"
Me sonrió con una mirada salvaje. "El tipo de sorpresa que tengo
escondida debajo de mi vestido."
El calor corría por mis venas. Cuando entré en el aparcamiento
de la rampa de acceso a la playa, sentí como mi pene se endurecía
con sus palabras, mientras recordaba la infinidad de veces que me
había repetido ese verano que no me acostaría con ella. Me
conformaba con sus suaves besos y caricias, nada más. Lo último
que quería hacer era quitarle la virginidad antes de que se fuera a la
universidad y que la distancia nos separara para siempre.
"¿Estás emocionada de que la universidad esté a punto de
empezar?" Pregunté.
Ella suspiró. "Sólo quedan dos semanas para que llegue el día
de la mudanza. Creo que estoy más lista que nunca."
"Sabes que lo vas a hacer genial, ¿verdad?"
"¿Crees que realmente estoy hecha para ser abogada?"
"Vas a ser la mejor. Eres una excelente argumentadora. Y tu
pasión es ayudar a los demás. Creo que serías una fiscal criminal
increíble. O incluso, la mejor abogada defensora de casos injustos."
Ella hizo una pausa. "No estoy segura de si debería tomármelo
como una broma o si hablas en serio."
Sonreí. "Supongo que no me conoces tanto entonces."
Ella rio. "A veces eres un idiota."
"Y tú, la chica más guapa del mundo."
Acaricié su mejilla y junté de nuevo sus labios con los míos. De
nuevo, no pude evitarlo. Eran tan suaves y carnosos, que parecían
hechos para ser besados. Deslicé mi mano por los suaves
mechones de su rubia melena, que brillaba cuando la luz de la luna
entraba a raudales por las ventanas del coche. Cada vez que me
besaba, el mundo se desvanecía. Cada vez que me tocaba, mi
mente sólo estaba en un sitio, con ella. Y sabía que no importaba
dónde nos llevaran nuestras vidas, ella siempre sería mi musa.
Ella siempre sería la inspiración de mi trabajo artístico.
"Venga. Vamos a la playa." Murmuré.
"Suena bien."
Salimos del coche y cogí del maletero todo lo que había
preparado. Saqué una cesta, una manta enorme, y dos vasos para
el cóctel sin alcohol favorito de Winnie, que había preparado la
noche anterior. Quería respetar el hecho de que a Winnie no le
gustara el alcohol. Steve, por el contrario, no tenía problema alguno
en beber, habíamos bebido cervezas juntos desde que teníamos
diecisiete años.
A veces, me daba la sensación de que por mucho que él y
Winnie fueran hermanos, eran polos opuestos.
Le ofrecí mi brazo y bajamos por la rampa hacia la playa. Nos
apretujamos en la oscuridad, riendo y susurrando mientras
esquivábamos los focos y las luces de un coche de policía. Escuché
música de fiesta que provenía de una casa de la playa, no muy lejos
de donde estábamos. Se escuchaba gente riendo, vitoreando y
aplaudiendo en la distancia. Llegamos debajo del muelle, metidos
de nuevo en las sombras, fuera de la arena mojada y
completamente rodeados de oscuridad.
Se había convertido en nuestro pequeño escondite durante el
verano.
"El océano está precioso esta noche," dijo Winnie.
Sacudí la manta antes de ponerla en el suelo. "Tú te ves
preciosa esta noche."
"Estás loco, ¿lo sabías?"
"Loco por ti."
Me dio un tortazo suave, de forma juguetona, y me di la vuelta.
La levanté y la abracé, mientras me envolvía con sus piernas. Mi
pene se endureció al sentir su calor y la sensación de sus suaves y
juveniles muslos alrededor de mi cintura. Me cogió la cara y me
sonrió, mientras su melena nos aisló del resto de la humanidad.
No pude evitar retratar el momento: la sonrisa en su rostro, la luz
bailando en sus ojos, la ondulación de sus mejillas y el
enrojecimiento de su piel.
No quería que el verano terminara jamás.
"Gracias por venir conmigo esta noche, Winnie."
Su frente se colocó suavemente contra la mía. "Gracias por
invitarme, Ben."
"¿Lista para ver lo que he preparado para cenar?"
"Solo quiero seguir abrazándote."
"Podemos hacer ambas cosas, pero debemos comer algo."
Nos acomodamos en la manta y Winnie se sentó a horcajadas
sobre mí, provocando de nuevo a mi pene, mientras yo rogaba que
no creciera más. No quería arruinar una velada tan perfecta. Sabía
que esta sería una noche que plasmaría en mis lienzos durante los
próximos años. Cogí la nevera acercándola hacia nosotros. La abrí
sin tan siquiera mirar, por no apartar ni un segundo la mirada de ella.
Winnie se rio besándome suavemente, jugando con mis labios una y
otra vez, haciendo que mi pene cada vez estuviera más y más duro
contra ella, haciéndola jadear.
Joder. Necesito una distracción.
"¿Te apetecen unas uvas?" Pregunté.
Winnie frotó su nariz contra la mía. "Me encantan, ya lo sabes."
Me aparté un poco, dejando algo de espacio entre nosotros.
Cuando acerqué un grano de uva a sus labios, sus ojos y los míos
se encontraron. Envolvió con su boca la fruta lentamente, rozando
sus labios contra mis dedos. La electricidad corría por mi columna,
haciendo que mis dedos de los pies se curvaran contra las
sandalias. Cogí otra uva, mientras se acercaba cada vez más a mí,
y su vagina se deslizaba contra mi pelvis.
Esta mujer va a acabar conmigo.
Sus ojos, de color verde oscuro, me recordaban al color
esmeralda de las profundidades del mar. Su pelo rubio despeinado,
acentuaba el brillo vibrante y juvenil de su piel. Me encantaba lo fácil
que me resultaba hacer que se sonrojarse. Estaba preciosa, y yo no
podía evitar marcar con mis dientes su cuello al mirarla. Me
encantaba lo rápido que se avergonzaba y lo profundo que se volvía
el rubor de sus mejillas con mis cumplidos. Winnie era joven,
atractiva, llena de delicadas curvas y con los senos deliciosos y bien
puestos. Más de una vez, su cuerpo se me aparecía
atormentándome por las noches, antes de que envolviera mi mano
alrededor de mi pene y me acariciara el recuerdo de su sabor a
chicle y la sensación aterciopelada y suave de su lengua.
"¿Vas a comer?"
La voz de Winnie me sacó de mi trance. "Por supuesto. Solo
quiero asegurarme de que comas todo lo que quieras, tú primero ."
"Prefiero tener mi ración de otra cosa."
La sonrisa que se deslizó por sus mejillas acabó conmigo. Sentí
que mi pene se elevaba más y más, cada vez más grueso, y al
entrar en contacto contra ella no pude evitar hacer un suave gemido.
No podía hacer eso. No me podía creer que lo estuviera haciendo.
No podía. No a Winnie.
No podría follar con ella y luego dejarla ir.
"He hecho sándwiches. ¿Quieres uno?" Pregunté.
Ella se rio. "¿Estás nervioso?"
"Hay una ensalada de huevo y una de atún. Sé que te gustan las
dos, así que elige la que más te apetezca."
"¿Y si tomamos postre antes de cenar?"
Agarró la parte inferior de su vestido y se lo pasó por la cabeza.
Mis ojos se agrandaron. La lencería que llevaba me dejó sin
palabras y con unas ganas incontrolables de estar dentro de ella.
Era un conjunto azul de encaje semitransparente. Sus pezones se
fruncían contra la tela, mientras los detalles plateados brillaban con
la pequeña cantidad de luz que nos daba la luna de nuestra cala
secreta. Me lamí los labios y tragué saliva. Mi boca se hacía agua
mientras mis ojos recorrían su cuerpo, sus atractivos hombros, su
piel suave y sus caderas curvadas.
"Winnie, yo ...."
En ese instante, agarró mis mejillas. Bésame, Ben.
De nuevo puso mis labios contra los suyos, mientras cubría con
mis brazos su espalda. Mis dedos se deslizaban por su suave piel,
mientras la acomodaba contra la manta reclamando su lengua con
la mía, chupándola, marcando que era mía. Arrastré mis dientes a lo
largo de su labio inferior, mientras frotaba sus bragas de encaje
contra mi ingle, cuando de repente, la miré a los ojos de nuevo, y no
pude callar mi conciencia.
No puedes hacerle esto.
"Winnie, yo ...."
Presionó su dedo contra mis labios haciéndome callar. "Sólo una
vez. Quiero que sea contigo."
Negué con la cabeza. "Sabes que no puedo hacerlo. Ya te dije
que no puedo...."
"No quiero ir a la universidad sin acostarme contigo, Ben.
Realmente, quiero sentirme completamente tuya." De repente, se
atragantó por los nervios.
Suspiré mientras me acomodaba entre sus piernas que me
esperaban abiertas.
"Está bien."
Ella sollozó. "No quiero irme, Ben. No quiero que esto acabe."
Acaricié su mejilla. "Oye, oye. Todo irá bien. Sonríe para mí,
preciosa."
"Tal vez pueda posponerlo un semestre o...."
"No. No vas a hacer eso, es tu futuro."
Ella suspiró. "Pero ¿y si quiero hacerlo?"
Agarré su barbilla suavemente. "Sabíamos que esto era
temporal, acordamos que solo sería durante el verano, antes de
convertirte en la gran y poderosa abogada que siempre has querido
ser, ¿recuerdas?"
"Claro que lo recuerdo."
"Querías un romance de verano. Y yo quería dártelo. Pero el
verano casi ha terminado. Ambos sabíamos que esto iba a acabar
en algún momento."
Ella asintió lentamente. "Si."
Sentí mi corazón romperse. "¿Pero… esto? Quieres que nos
acostemos, siendo tu primera vez, y luego ... ¿nos separemos? No
es justo para ti. No está bien."
"Pero es lo que quiero."
"Ahora sí. Pero cuando llegues a la universidad y conozcas a un
gran chico que te deje boquiabierta y que no sea solo un romance
de verano…."
"No eres solo un romance de verano para mí, Ben."
Negué con la cabeza. "No digas eso, Winnie."
Ella se sentó. "Pero es la verdad. No lo eres para mí."
"Winnie."
"Ben, te qui...."
Junté sus labios con los míos. Cualquier cosa para evitar que
esa maldita frase saliera de su boca. Cogí la parte de atrás de su
cabeza, mientras la abrazaba contra mí. Podía notar mi corazón
acelerado. No podía escuchar esas palabras. Nunca me iría de su
lado si lo hacía. Con mucho gusto arruinaría sus planes de futuro si
eso significara tenerla a mi lado. Y eso no era justo para ella.
Pero sabía que en algún momento repetiría esas palabras.
CAPÍTULO 2
WINNIE
"E ntonces,
pregunté.
¿cuándo será tu próximo viaje de trabajo?" Le
F inalmente, un descanso.
Después de todo el tiempo que había pasado afinando
detalles como supervisora de guiones y escribiendo teleplays según
las especificaciones, por fin había conseguido un trabajo en
redacción. Era un perfecto ejemplo de un golpe de suerte del
destino. Ahora me encontraba en una sala de guionistas reales. Tal
como siempre había soñado. Bueno, en mis sueños olía menos a
café rancio y cigarrillos. De hecho, en mis sueños no apestaba en
absoluto. Aun así, había intervenido para ayudar a escribir, deprisa y
corriendo, el final de temporada del ganador del Globo de Oro, y
ahora era parte del equipo galardonado.
Ocupé mi lugar en la mesa. Dejé mi botella de agua, teléfono,
tableta, una libreta y un bolígrafo. El hecho de que estuviera
rodeada de guionistas experimentados que contaran con más
premios que yo velas en mi tarta de cumpleaños, no significaba que
no tuviera todo el derecho a ocupar un sitio en esta mesa de
conferencias, donde me había ganado un lugar. Había recorrido un
largo camino desde mi blog universitario, contando mis aventuras
como anfitriona para la cadena de restaurantes Hooters
(repugnante, un ambiente misógino, buenas propinas, y una
colección de piropos patéticos, como cabe esperar de ese
ambiente). Recuerdo mi emoción al conseguir treinta seguidores en
el blog. Ahora trabajaba para una serie de televisión de primer nivel,
junto a todos estos distinguidos... hombres. Todos ellos. Para ser
justos, era un espectáculo sobre la guerra, por lo que tenía sentido
que… no, yo era sólo la primera chica en formar parte de este
grupo. Por lo que tenía que trabajar más duro para demostrarles mi
valía antes de que comenzaran a pedirme que preparara el café. El
café apestoso de la sala de escritores.
Había leído esa mañana un correo electrónico que el director
había enviado al equipo, con un próximo giro de la trama que él, los
productores, y el guionista principal habían trabajado previamente.
Lo que significaba que un personaje que había creado para las dos
partes del final, Cirenda, obtendría un papel más destacado. Estaba
emocionada de ver lo que podía hacer con ese personaje.
Tomé unas pocas notas, aclaré mi garganta, y estaba a punto de
empezar a hablar cuando otro escritor elevó la voz sobre emparejar
a Cirenda con Milrand, un guerrero afligido. Eso me puso los pelos
de punta. La primera protagonista femenina significativa en cuatro
temporadas no necesitaba un novio desde el principio. Ella
necesitaba desarrollar un conjunto complejo de motivaciones antes
de formar pareja o estar confinada a un papel de amor romántico.
“Para mí, la mayor contribución que este personaje puede hacer
al tejido de la historia es la adición de cierta levedad. ¿Recuerdan la
reacción de Twitter a su comentario sarcástico en la primera parte
de la final? Fue oro para la audiencia. Así que, para empezar, estoy
ansioso por ver cómo Cirenda le da un toque humorístico a Ancient
Crowns,” dijo Mitchell, uno de los escritores senior.
“Estoy absolutamente de acuerdo en que la personalidad
luchadora de Cirenda fue mi parte favorita para trabajar en el final, y
eso debería seguir siendo, definitivamente, parte de su personaje”,
dije “pero relegarla a lo humorístico sería un error. Ella no se
disfrazó de hombre y se recorrió todo el camino desde Mykonos
para resbalarse con una piel de plátano y mamársela a Milrand.
Sería un golpe a su integridad como luchadora y exsacerdotisa
contar con sus bromas solo para aliviar la tensión de los personajes
principales. Estoy segura de que pueden entender a lo que me
refiero”.
“Estás muy apegada a Cirenda, obviamente. Ella es el primer
personaje al que le has dado vida. Pero debes darte cuenta de que,
como parte de un equipo de redacción, muchas de nuestras
decisiones en la historia están guiadas por los deseos del director,
de los productores, la red de grupos de enfoque y a lo que estos
responden. Nuestra audiencia millennial ha decaído en las últimas
dos temporadas, y las proyecciones indican que agregando un poco
más de humor los recuperaremos. Necesitamos esos números en
un grupo demográfico más joven, para atraer a más patrocinadores”,
dijo pacientemente Randolph, el escritor principal.
“Es un negocio”, dije. “Es difícil para mí recordarlo a veces
porque soy nueva en esto. Os agradezco vuestra ayuda y
definitivamente necesitaré vuestros consejos en el futuro. Pero
como una voz nueva en un equipo consagrado, creo que mi visión
de Cirenda atrae a las espectadoras de mi grupo de edad: mujeres
fuertes e independientes que se preocupan por el bien común,
incluso aunque eso signifique sacrificar algo de felicidad personal”.
“Lo tomaremos en consideración y lo revisaremos más tarde”,
dijo Randolph.
Hice una mueca y bebí un sorbo de agua. Zanjó el asunto de
manera efectiva y me quedé dolida.
Repasamos una lista de otros puntos de la trama que ya se
habían decidido. La mayoría de ellos simplemente apestaban. Pero
después de recordarme que yo era la chica nueva, decidí mantener
la boca cerrada por ahora.
“Nuestro equipo lleva trabajando desde hace más de una década
para este canal. Hay una curva de aprendizaje debido al flujo de
trabajo del equipo y lo respetamos. A su vez, hay que respetar el
proceso de colaboración. Estábamos en un aprieto cuando entraste
en el final. Habríamos aceptado prácticamente cualquier cosa que el
canal nos hubiese permitido después de la repentina partida de
Robert. Por lo tanto, es posible que hayas tenido la impresión de
que, en medio de nuestro dolor, estábamos a la deriva. Pero hay
una estructura de liderazgo establecida”, dijo Randolph. “Tenemos
once temas más por discutir. Este podría ser un buen momento para
un descanso”.
Asentí con la cabeza, mis mejillas estaban encendidas. Fui al
baño de mujeres donde podía estar segura de que no me seguirían,
considerando que probablemente era la única mujer en toda la
planta. Yo podía hacer esto. Solo tenía que cambiar mi enfoque. Me
precipité y los rescaté cuando Robert, uno de sus escritores, murió
después de un breve ataque de neumonía. Estaba en la oficina,
trabajando en los detalles de la supervisión de un guion, que hacía
como autónoma, cuando me llamaron para escribir. Por aquel
entonces, les habían gustado mis ideas y los episodios habían sido
un éxito. Ahora que no me necesitaban tan desesperadamente,
tendría que suavizar mi actitud. Estaba acostumbrada a tener que
gritar para ser escuchada, como mujer, en una industria de
hombres, y una mujer cuyo trabajo anterior consistía en precisar
detalles. Por mucho que odiara tener que moderar mi personalidad,
quería una buena experiencia laboral, y por lo que parecía, tendría
que comerme mis ideas con una capa de azúcar. Estaba caminando
de puntillas y tendría que retroceder un poco. Necesitaba construir
algo de buena voluntad. Me peiné el pelo, miré en el espejo y asentí,
levanté la barbilla hacia arriba.
Cuando regresé a la sala, fui directamente hacia Steve. “Te debo
una disculpa”, le dije. “Vine con demasiado entusiasmo porque
estaba muy emocionada por trabajar con todos vosotros y quería
demostrar mi valía. Empecé con el pie izquierdo y lo siento. Sé que
tengo mucho que aprender”. Le ofrecí mi tímida y humilde sonrisa.
Me dio una palmada en el hombro. “Eso requiere cojones,
jovencita. No sé si hubiera tenido el descaro de enfrentarme a un
productor ejecutivo cuando comencé”.
“Gracias”, le dije, “pero debo trabajar en mejorar mis modales”.
Tomé asiento y pasé un día bastante frustrante escuchando,
tomando notas y hablando poco. Tendría que jugar una larga partida
para ganarme su respeto y hacer avanzar mis ideas. Eso implicaba
modestia y tranquilidad, dos cosas que se me daban fatal.
Después del trabajo, salí a tomar algo con unas amigas. Durante
el último año habíamos estado demasiado ocupadas como para
mantener nuestra tradición de miércoles de margaritas, pero esta
era una ocasión especial. Me había juntado con Katie y con Sara
para comer guacamole, cotillear, y celebrar los tres meses
completos que llevaba de soltería. Me alegré mucho de verlas. Nos
abrazamos, nos reímos y hablamos entre nosotras mientras
pedíamos aperitivos y bebidas. Nos veíamos con bastante
frecuencia, pero pasar una noche juntas era raro. Sobre todo,
porque Sara acababa de mudarse de nuestro apartamento para vivir
con su novio Andrew en su casa. Katie siempre estaba ocupada,
trabajando miles de horas como técnica de uñas en una escuela.
Así que una noche de fiesta con ellas era lo más destacado de mi
mes.
“Entonces, ¿cómo es trabajar en la redacción de guiones de
televisión a tiempo completo?”, preguntó Sara.
“¡Es un sueño hecho realidad! Quiero decir, fue emocionante
poder participar en el final, pero hoy es mi realidad. Ahora es mi
trabajo. Ya no reviso las páginas a diario en busca de
inconsistencias con un peinado, o un apodo, o algo mencionado en
un episodio anterior que esté mal”.
“Entonces, ¿cuál es el problema?”, preguntó Katie.
“Nada. El escritor principal incluso me felicitó por tener las
pelotas de defender a la protagonista femenina que creé en el final”.
“Así que es un club de chicos. Ya te lo esperabas. Y puedes
defenderte. Te conozco”, dijo Sara cariñosamente.
“¿Sabes lo que necesitas para llevarte bien en el club de
chicos?”, preguntó Katie. “Algo de eso”. Señaló un televisor encima
de la barra que estaba mostrando los avances de la nueva película
de Josh Mason. Había un policía, o algo similar, y se había quitado
la camisa.
“No me importaría estar en un club con él”, dijo Sara, apurando
su bebida.
“Es un bombón”, suspiré. “Y tampoco es un mal actor. ¿Lo
habéis visto en The Hook Up Hangover? Fue muy gracioso, y su
línea de entrega fue muy nítida a pesar de que parte del material era
estúpido”.
“La película se llama The Hook Up Hangover. ¿Esperabas que
fuera inteligente?”.
“No, esperaba que fuera horrible con un poco de atractivo visual,
y él estuvo mejor de lo esperado. Mostró algo de emoción, se
atragantó un poco al final cuando la stripper volvió con su novio”.
“¿Pensaba que él era el stripper?”, preguntó Sara.
“Era otra película”.
“Oh. Creo que son todas iguales. He visto un montón de él, todas
van de lo mismo”.
“Sí, se apega a la fórmula”, le dije. “Pero creo que podría hacer
otras cosas”.
“¿Pero quieres verlo interpretar a un traficante de drogas? ¿O
alguien que se queda con la camisa puesta?”, preguntó Katie. “No lo
creo. No nos importa si la película es estúpida, siempre y cuando
aparezca medio desnudo y se parezca a Josh Mason. ¿Habéis visto
el canal de YouTube de su entrenador? Esa mierda es mejor que la
pornografía”.
“No. ¿Por qué debería ver a la gente hacer ejercicio en
YouTube? Ya tengo suficientes problemas para arrastrarme a la
clase de spinning sin perder mi tiempo libre viendo entrenamientos.
La inspiración fitness no me funciona. Que mis pantalones me
queden demasiado apretados sí me motiva”, dije.
“No es por los consejos fitness. Es porque Josh Mason se
ejercita con pantalones cortos de compresión negros, y nada más.
Pesas, balón medicinal, circuito de entrenamiento. Las flexiones.
Dios, que alguien me abanique”, dijo tomando guacamole con una
patata.
Me comí una patata frita y negué con la cabeza. “Es agradable a
la vista, pero creo que, como actor, no recibe el respeto que se
merece debido a los papeles que elige”.
“Considéralo como un golpe a la doble moralidad. Por todas esas
películas en las que Angelina Jolie o Halle Berry tuvieron que estar
de pie con una camiseta sin mangas mientras algún tipo hacía de
pirata, luchador o lo que sea”, dijo Katie. “Estas patatas fritas con
queso son increíbles”.
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