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LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN

(SOTERIOLOGÍA)
The Doctrine of Salvation (Sotheriology)

Dr. Juan C. de la Cruz1

RESUMEN

Este articulo trata de todo lo que Dios ha tenido que


hacer para lograr y ofrecer salvación a los pecadores escogidos.
SI bien la salvación es del Señor, de principio a fin, y cada
persona de la trinidad, en la economía trinitaria, ejecuta ciertos
aspectos salvadores; en conjunto, la salvación es un regalo de
Dios al hombre. Y si bien existen varias operaciones netamente
monergistas en materia de la salvación, también hay una etapa
en la salvación del Señor dada a los pecadores en la que cada
pecador participa, por lo que hay algunos aspectos sinergistas
de la salvación. No es un artículo meramente informativo o un
simple recuento bibliográfico sobre la salvación, proponemos
cierto desenlace al aspecto del ordo salutis (el orden de los
aspectos salvadores), especialmente sobre la obra del Espíritu.

Palabras-claves: Salvación. Soteriologia. Doctrina.

1
Juan C. de la Cruz (IQ / UASD, MS / UASD, ThM / SBS, MA / SEBTS, PhD pelo
SBS). Pastor principal en la Iglesia Bautista Nueva Jerusalén, Bonao, Republica
Dominicana (www.ibnjrd.org). Director del Southern Baptist School for Biblical
Studies, en Republica Dominicana (www.sbs-edu.org). E-mail: jcanabel@gmail.
com
146
ABSTRACT

This article deals with all that God has had to do to


achieve and offer salvation to the chosen sinners. Although
salvation is from the Lord, since the beginning to the end, and
each person of the trinity, in the trinitarian economy, executes
certain saving aspects; All in all, salvation is a gift from God to
man. And while there are several clearly modernistic operations
in the matter of salvation, there is also a stage in the salvation
of the Lord given to sinners in which each sinner participates,
so there are some synergistic aspects of salvation. It is not a
merely informative article or a simple bibliographical recount
about salvation, we propose a certain outcome to the aspect
of the ordo salutis (the order of the saving aspects), especially
about the work of the Spirit.

Keywords: Salvation. Sotheriology. Doctrine.

INTRODUCCIÓN
Dr. Juan C. de la Cruz

La realidad generalizada es que en el mundo moderno el tema


o la doctrina de “la salvación” es un asunto generalmente olvidado, aun
entre aquellos que se denominan “el pueblo de Dios”. Este artículo es
un esfuerzo por ayudar al pueblo de Dios a conocer mejor la doctrina
que nos hace cristianos, servidores de Dios, adoradores y hermanos.
La salvación, que literalmente significa “librar de condenación,
peligro, esclavitud o muerte”, es la palabra que define la doctrina
bíblica que refiere la obra redentora de Dios en Cristo mediante la
cual Dios se propuso, en su plan, rescatar y librar a los escogidos de
Dios de la condenación eterna en el infierno que por herencia aguarda
a todo ser humano.2
Las Sagradas Escrituras utilizan varios términos y figuras para
referir la salvación en cuanto a los efectos producidos en el redimido.
Así: “ha pasado de muerte a vida”,3 “ha sido trasladado del reino de
las tinieblas al reino de Cristo”,4 “de hijos de ira, o desobediencia, o
de condenación a hijos de Dios”,5 etc. Estas figuras de la salvación
refieren un cambio radical de vida y pensamiento que acontece en el
2
Efesios 2.1-4.
3
Juan 5.24; Efesios 2.1-2.
4
Colosenses 1.13; Hechos 26.18.
5
Efesios 2.3; 5.6.
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regenerado.
La caída de Adán, cual representante federal de la humanidad,
provocó que todos sus descendientes fuésemos herederos del pecado,
lo cual se hace evidente en cada ser humano nacido.6 Por la caída, Dios
maldijo la creación (con excepción del ser humano), sujetándola al
continuo deterioro hasta el tiempo de la restauración de todas las
cosas;7 y, en efecto, se cumplió la sentencia de muerte que Dios había
decretado al hombre por incurrir en pecado.8
En vista de tal desgracia producida por el pecado, y en virtud
del plan de Dios de salvar un pueblo numeroso, y ya que Dios no puede
tener comunión con el pecado, ni con el pecador, debido a su carácter
santísimo; entonces resolvió ejecutar su plan de las edades en favor
de los pecadores, el cual comprendía un pago justo y suficiente por
el horrendo pecado. Ese pago justo y suficiente era sólo la muerte de

La doctrina de la Salvación
Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios hecho Hombre. De ahí que:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.”9
O, dicho de otro modo:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero).”10
La maldición de la ley es la muerte, pues “la paga del pecado
es la muerte”.11 Y no la muerte común, pues esa es una minúscula
consecuencia de la caída como tal, se trata de la muerte eterna, en
consecuencia, de la gran traición que representa el pecado.
La salvación traerá como resultado la morada de Dios con los
hombres, y viceversa, por toda la eternidad.12 En el estado presente
gozamos de la morada del Espíritu, en cumplimiento de la promesa de

6
1 Corintios 15.22; Romanos 5.12; 3.23.
7
Romanos 8.21, 22; 1 Corintios 1.7; Tito 2.12, 13.
8
Genesis 2.17; Ezequiel 18.4, 20; Romanos 3.23.
9
1 Corintios 5.21.
10
Gálatas 3.13 (ver también: Romanos 6.10; Isaías 53.6; 1 Pedro 3.18;
Filipenses 3.9).
11
Romanos 3.23.
12
Efesios 1.10, 11.
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Dios,13 así como de paz con Dios.14
La salvación nunca ocurre aparte de la exposición y recepción
conscientes del evangelio de Jesucristo por parte del redimido.
Porque es el evangelio lo que Dios utiliza para justificar al impío. Es
decir, que la salvación (elección, expiación, redención, regeneración,
justificación y glorificación) es de principio a fin la obra de Dios por fe
y para fe en Cristo.15
La salvación es entonces una obra de gracia mediante la cual
Dios rescata al pecador de su condición caída (pecadora) en la que se
encuentra por derecho de nacimiento. La razón por la que la salvación
debe ser una obra de gracia es porque el ser humano está separado
de la gloria de Dios, en continua enemistad con Dios, en virtud de su
pecado.16
Es decir, que el hombre está muerto en sus delitos y pecados
y haciendo por naturaleza las obras de la carne, de los pensamientos y
del diablo, bajo cuyo yugo está cautivo.17 Por tal condición, la salvación
no se gana ni se merece, ni existe manera alguna como un pecador
Dr. Juan C. de la Cruz

pudiera comprarla o adquirirla, pues, en tal condición natural, el


hombre está destituido de la gloria de Dios.18
Es por ello que Dios tuvo que pagar el precio del rescate de los
escogidos mediante la muerte de Cristo en la Cruz; es decir, a precio
de sangre, lo cual hizo que el decreto de justificación del pecador no
sea un acto de injusticia de Dios, sino una gracia.19
La salvación suele observarse desde una óptica de tres fases:
inicial, progresiva y final. Cada una corresponde como sigue: inicial con
13
Juan 17; Hechos 1.1-8.
14
Romanos 5.1.
15
Romanos 1.16, 17; 3.19-28.
16
Romanos 6.23.
17
Efesios 2.1-5.
18
Romanos 6.23.
19
La cuestión de a quien se pagó el precio de la redención ha sido motivo de
controversia desde los días de los Padres de la Iglesia. Orígenes propuso la teoría
del engaño a Satán, en la que establecía que Cristo, mediante la expiación por su
muerte en la Cruz, pago el precio de un rescate a Satanás, en la que Cristo engañó
al diablo. Pero a partir de Hilario, pasando por Gregorio el Grande, Anselmo de
Canterbury y llegando a los reformadores, el consenso de la ortodoxia ha girado
en torno a un pago satisfactorio, legal y sustitutiva de Cristo a Dios en favor de
los redimidos. En los trabajos de Anselmo es que se ataca definitivamente la
idea de los primeros padres del pago a Satanás. A partir de Anselmo también se
desecharon las ideas de la recapitulación, la teoría del ejemplo supremo y la mera
muestra de amor, respecto a la expiación de Cristo. (Ver Historia de las Doctrinas
Cristianas por Louis Berkhof. Págs. 209ss).
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la regeneración, progresiva con la santificación progresiva, final con la
glorificación. La doctrina de la santificaron suele hacerse corresponder
a estas tres fases también (inicial, progresiva y final).

1. ¿CÓMO ACONTECE LA SALVACIÓN EN EL PECADOR?

A este punto es menester mencionar que las figuras y


términos que en suma refieren la salvación, serían imposibles de ser
comprendidas y conjugadas, a menos que hagamos un escrutinio
exegético escriturario y teológico sobre el ordo salutis.20 De hecho,
“ubicar el momento de la recepción de la fe” sería prácticamente un
imposible sin comprender lo más a fondo posible el ordo salutis.
La salvación es obtenida personalmente en el momento
cuando por el arrepentimiento y la conversión por la fe puesta en Jesucristo

La doctrina de la Salvación
como Salvador, ese pecador es adoptado como hijo de Dios.21 La salvación
comprende una serie de eventos que Dios mismo ha dispuesto, los
cuales han sucedido, suceden y/o sucederán. Es decir, algunos son
asuntos obrados en el pasado (incluso en la eternidad misma, como
la elección y la expiación), otros son obrados en el momento mismo de la
impartición de la gracia al pecador (como la regeneración, que acontece
incluso antes de la fe y la justificación, p.e., que son obras del Espíritu
que se aplican a los escogidos), y otros son asuntos del futuro (como
la glorificación, p.e.).
La salvación es una obra amplia de Dios en los hombres.
Involucra todo el consejo de la trinidad en la eternidad pasada, en el
tiempo presente, en el futuro de esta era y en la era venidera.
La salvación es entonces un estado en el que Dios coloca
al pecador que Él ha escogido y predestinado en el momento
cuando tal elegido escucha el Evangelio de la Salvación y cree en
él, arrepintiéndose de sus pecados. La salvación es engendrada
como fruto de la regeneración o nuevo nacimiento, que conduce al
pecador a la fe y la justificación, junto a otras acciones divinas que se
hacen patente en esa persona, a saber: la propiciación, redención, la
justificación, la liberación del diablo y del pecado, la adopción como
hijo amado de Dios, la santificación, y la final glorificado; y si bien un
20
Es la doctrina teológica que trata de la secuencia lógica de los beneficios de la
redención logrados por Cristo y aplicados por el Espíritu Santo.
21
Juan 1:12-13: 3:1-5.
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redimido por la sangre de Cristo no ha sido glorificado totalmente aun
en este tiempo presente, si ha sido hecho un hijo de Dios, miembro de
la familia de Dios, ciudadano del reino de los cielos y heredero de todas
las promesas de Dios, de las cuales ya recibió algunas, incluyendo la
investidura del Espíritu Santo que pasa a morar en el convertido.22
De las gracias y figuras salvadoras mencionadas, es necesario
a este punto agruparlas con relación a la economía divina, para
desarraigar cualquier confusión. A saber:
1. La elección, que es prerrogativa exclusiva del Padre.
2. La expiación y redención, que son la obra de Cristo ya
consumada.
3. La iluminación, regeneración, son obras del Espíritu,
aplicada en el tiempo al pecador.
Estas son obras monergistas en el plan salvador. Todo hasta
este punto, como se puede notar, ha sido la exclusiva obra de Dios en
la salvación de los pecadores.
En lo concerniente a la aplicación personal de la salvación, y
Dr. Juan C. de la Cruz

luego que el Espíritu ha iluminado y regenerado al pecador elegido,


entonces acontece la conversión y el arrepentimiento que justifican al
pecador. Estas operaciones son sinergistas que dependen de la obra
monergista previamente establecida.
Dicho de otro modo, ya que la salvación ha sido lograda en su
fase netamente divina (monergismo), todo lo cual comprende la elección,
la expiación, la redención (en el pasado), y la regeneración (puntual en
cada creyente por el Espíritu); entonces ocurre el arrepentimiento para
vida y la conversión (sinergismo), obras en la que los escogidos tenemos
participación, lo cual sería imposible sin las operaciones divinas ya
logradas y aplicadas a ese pecador regenerado.
Si confundimos el orden de las operaciones, entonces la
teología resultará en un callejón sin salida o un mar de contradicciones,
especialmente lo relacionado a la soteriología. Al momento de “la fe
salvadora”, Dios ya ha ejecutado una serie de operaciones (incluyendo
la regeneración espiritual) en esa persona elegida. Resulta claro entonces
el “por qué” un pecador puede entonces, y solo entonces, creer,
arrepintiéndose y convirtiéndose a Cristo indefectiblemente.
Podemos ver, entonces, que la salvación es una iniciativa divina

22
Ver Juan 1.12-14; Efesios 1.1-14; 2.1-10, 19; Romanos 6.1-14; 8.17; Gálatas 4.7; etc.
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que se gestó en la eternidad. La salvación descansa completamente en
tal prerrogativa divina que conduce la obra redentora obrada por Cristo
en los amados y predestinados.23 La salvación es de administración
exclusiva de la divinidad. El hombre es salvo completamente por la
gracia de Dios. El pago de la redención lo realizó Cristo en su totalidad
en la vergonzosa pero bendita cruz. En aquel instrumento de tortura
el Cordero de Dios expió lo pecados nuestros y propició plenamente
la ira de Dios. El Perfecto Sacrificio de Cristo en aquel horrendo
Calvario, satisfizo a plenitud toda la demanda divina, que aunque
eficaz y redentora sólo en los elegidos, presenta ciertos beneficios, no
salvadores, que son de alcance universal.24

2. LA EXPIACIÓN

La doctrina de la Salvación
La expiación es el fruto del sacrificio de Cristo en la cruz, por
la cual se paga el precio del pecado que satisface la demanda divina,
generando así la “propiciación” por los pecados de los impíos delante
de la divinidad, provocando así un estado de paz entre el pecador
arrepentido y el Dios Santo, Santo, Santo.25 La expiación de Cristo en
la cruz dio a luz tanto ‘la propiciación’ (o la satisfacción de Dios, lo
cual aplaca su ira y sus juicios contra el pecador por sus rebeliones),
también ‘la redención’ (la paga necesaria) y ‘la reconciliación’ con
Dios de todos los pecadores que el Padre había predestinado en
sus propósitos eternos. Todos los escogidos de Dios, sin excepción
alguna, tanto del pasado como del futuro al evento de la cruz, fueron
redimidos en la cruz de Cristo.
La doctrina de la expiación apunta a la doctrina de la muerte
de Cristo en la cruz, donde se logró la aplicación de la salvación en
los escogidos de Dios. En la cruz se hizo efectivo el rescate de los
23
Ver Romanos 8.29, 30; Efesios 1.3-10.
24
La obra de la expiación es eficaz y satisfactoria. Aunque en sus efectos salvadores
se limita a los escogidos de Dios, en la vida presente operó favores infinitos, incluso
en favor de los réprobos. La cristianización reluce resultados favorables en un
sentido universal. Así, por ejemplo, una educación cristiana basta en los países
cristianizados, leyes más justas en los países influenciados por la cosmovisión
cristiana, instituciones de bien social operadas por los santos que benefician
millones de millones de afectados por los efectos del pecado. Esta postura se
suele denominar “fullerianismo” en honor a Andrew Fuller, el primer presidente y
fundador junto con William Carey en 1972 de la archifamosa Baptist Mission Society
(BMS).
25
Romanos 3.24-25; 1 Juan 2.2; 1 Juan 4.10.
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pecadores, eficaz la remoción de la culpa por el pecado y consumado
fue el plan redentor divino.
Justamente esta fase de la doctrina de la salvación ha dividido
el pensamiento soteriológico de la cristiandad. Los reformados de
Holanda se dividieron luego de que 45 de los discípulos del profesor
Jacobo Arminio consolidaran las enseñanzas de su maestro en ‘el
Remostrance’ (en 1610), un año después de la muerte de Armino,
sometiendo tales resoluciones al estado general holandés. En suma
‘el Remostrance’ en suma exponía que la dignidad humana requiere
una ‘libertad de la voluntad’ imparcial.26 Casi una década después,
el estado holandés convocó un sínodo en Dordrecht (1618-1619).
El sínodo fue motivado por los calvinistas, impidiendo la entrada
a los arminianos. El resultado de tal sínodo fue la condena de ‘el
Remostrance’ y la consecuente adopción de los ‘cinco puntos del
calvinismo’.27 La historia de los bautistas, muy especialmente, está
marcada por la posición respecto a este punto. Los bautistas europeos
históricos fueron designados “generales” o “particulares”, según
Dr. Juan C. de la Cruz

creyeran respecto de esta doctrina particularmente.


Los bautistas generales, creían en una expiación universal,
que se aplica eficazmente al creyente. Para este grupo, la fe surge del
individuo, y es el individuo quien determina, a fin de cuentas, si creer
o no. Es una especie de semi-arrianismo o arminianismo. Algunos
bautistas generales suelen afirmar la seguridad de la salvación y la
elección, pero no en virtud de la libre gracia de Dios, sino generalmente
en base al anticipado consejo de Dios.
Por otra parte, los bautistas particulares creían en la
“expiación limitada” o “particular”. Este grupo es de soteriología
calvinista. Para este grupo, el hombre es pecador tanto por herencia
como por decisión, y en tal virtud, está muerto e impedido de decidir
los asuntos espirituales.
Los bautistas desde sus inicios han corrido en ambos rieles
en cuanto a la doctrina de la salvación, particulares y generales. Estas
designaciones están en desuso hoy. Actualmente suelen designarse de
formas distintas, ‘libres’ o ‘reformados’, ‘arminianos’ o ‘calvinistas’, etc.
26
Arminianism, Christian Theology. Encyclopedia Britannica. © 2018 by
Encyplopedia Britannica inc.
27
Ver: Jacob Aminius Founds Aminianism. Christian History Institute, artcle #
403. © 2018 by Christian History Institute, inc. (www.christianhistoryinstitute.
org).
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Pero lo que define a un bautista a fin de cuentas no es su soteriología,
sino su eclesiología. Casi cualquier asociación o convención bautista
de hoy alberga tanto a bautistas particulares como a bautistas
generales, así como posiciones entre estos extremos de la balanza. La
mayoría de las asociaciones y convenciones bautistas hoy comprenden
‘arminianos’ y ‘calvinistas’, ‘particulares’ y ‘generales’, ‘fullerianos’,
‘libres’, etc.
La designación ‘particular’ a la expiación, y, por tanto, a la
obra redentora de Cristo, está en desuso. El término limitada quizás
no haga el mejor honor a esta doctrina. Sproul propuso la designación
expiación y redención definitiva o definida como una terminología
más amigable a la mente moderna.28
Lo cierto es que, si Cristo hubiera muerto por todos los
hombres, ¿Qué podría impedir que tal asunto aconteciera? ¿Acaso

La doctrina de la Salvación
podrá alguien acusar a los escogidos de Dios? El gran amor con que
Dios nos amó, entiende Murray, es un amor discriminante, un amor
que escoge y predestina.29 Dios amó a Jacob y aborreció a Esaú,
cuando estos ni siquiera habían nacido. El mismo Dios escogió a Israel
de entre los demás pueblos de la tierra, cuando estos no existían aun,
sino en los lomos de Abraham. Cristo explicó bien el alcance de su
obra redentora, dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me
envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”30 Es decir, que
el amor de Dios predestina, llama, justifica y santifica, es decir, redime,
a quienes Él amó o conoció de antemano.31
La expiación de Cristo no fue ciega ni lastimosa. La expiación
de Cristo, en todo el sentido bíblico fue enfocada. Aunque hay
innumerables beneficios como fruto de la encarnación, muerte y
resurrección de Cristo, aun para los réprobos, en sentido redentor,
estuvo siempre enfocada conforme al plan divino de los siglos. Y
ninguno que viene a Cristo, los mismos que el Padre le dio, óigalo
bien, ninguno de esos se perderá. La expiación es definida, enfocada y
eficaz. Eso produce una seguridad, una paz y un gozo de dimensiones
infinitas en los regenerados. ¡Aleluya!

28
Ver: TULIP and Reformed Theology: Unconditional Election, by R. C. Sproul.
Art. April 1, 2017. © 2018 Ligonier Ministries. (www.ligonier.org).
29
MURRAY, John. La Redención Consumada y Aplicada, p. 12.
30
Juan 6.44,65.
31
Romanos 8.29,30.
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3. LA REDENCIÓN

La obra que hizo Cristo en la cruz es llamada redención.


Redención es un término comercial que significa comprar.
De ahí que la obra de gracia que Cristo hizo fue una en la cual
pagó el precio que nosotros debíamos pagar por nuestros pecados. El
precio de nuestra redención fue la sangre de Cristo vertida en la cruz.32
Comenta Arocha que “la teología de la redención es extensa
en el AT, pues contiene una combinación de ceremonias, historias,
aspectos culturales, símbolos y declaraciones explicitas, todos
señalando a una redención final como la única solución y fundamento
de la esperanza del creyente.”33
El lenguaje de “redención” apunta al grafico de “liberación”,
que es un sinónimo vivido de “salvación”. Y si bien ambos, salvación
y liberación son términos genéricos y comunes en las Escrituras, en la
fe apuntan a la liberación y la redención final, la que cosecharemos en
la glorificación.
Dr. Juan C. de la Cruz

Quizás a este punto alguien haga la pregunta: ¿De qué nos


redimió Cristo? Un creyente con cierto grado de entendimiento está
claro en la respuesta. Pero para aquellos que no están habituados al
conocimiento de Dios respondemos: “Dios nos compró o redimió o
libertó: (1) de nuestros pecados, que representan muchas injusticias
y transgresiones a Dios y su ley; (2) de la maldición de la ley, que
es la condenación eterna, por culpa de nuestras innumerables
transgresiones como raza y como persona; (3) de la esclavitud de
nuestra propia naturaleza pecadora; (4) de la esclavitud del sistema
de este mundo; (5) de las múltiples ataduras de Satanás, incluyendo
los poderes de las tinieblas; (6) de la oscuridad, ya que estábamos
ciegos sin Cristo; (7) de la muerte eterna. Aunque hay otros asuntos,
los anteriores, resumen satisfactoriamente el logro de la expiación que
Cristo ofreció por nuestra redención.34
¡Amen! ¡Gracias Cristo! ¡Alabado sea el Señor por todas las
edades por tan incalculables beneficios en la expiación!

32
Ver Romanos 3.21ss; Apocalipsis 5.9; Hebreos 9.12
33
AROCHA, Oskar. Dios Salva Pecadores, p. 77.
34
Consulte aquí: Romanos 3.9ss; Efesios 2.1-4; Gálatas 3.13; Apocalipsis 5.9.
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4. LA REGENERACIÓN O NUEVO NACIMIENTO

El nuevo nacimiento o regeneración, es el acto del Espíritu


Santo en el cual se le otorga al pecador vida espiritual.35 El Dr. Grudem
la definió como sigue:
“La regeneración es un acto secreto de Dios en el
que nos imparte nueva vida espiritual.”36
El Dr. Packer nos deja saber que el concepto de regeneración
pertenece al Nuevo Testamento. Dice que cuando Jesús nos habla de
“nacer del agua y del Espíritu” (Juan 3.5), nos recuerda las palabras
de Ezequiel 36.25-27, donde se describe a Dios purificando de manera
simbólica a las personas de la contaminación del pecado (por medio
del agua) y otorgándoles “un nuevo corazón” al poner su Espíritu

La doctrina de la Salvación
dentro de ellas. Puesto que esto es tan explícito, Jesús reprende a
Nicodemo, “maestro de Israel”, por no comprender cómo se produce
el nuevo nacimiento (Juan 3.9, 10). Lo que está indicando todo el
tiempo es que no existe ejercicio alguno de la fe en Cristo mismo como
Salvador soberano, ni arrepentimiento, ni verdadero discipulado, sin
este nuevo nacimiento.37
El nuevo nacimiento genera frutos. Juan en 1 Juan 2.29; 3.9;
4.7; 5.1, 4 enseña que la fe en la obra de Cristo es evidencia del nuevo
nacimiento (de que hemos nacido de Dios). Pero ello el Dr. Packer
concluye: “Así como no hay conversión sin el nuevo nacimiento, no
hay nuevo nacimiento sin la conversión”.38
Una de las más exquisitas explicaciones sobre esta doctrina
que existen probablemente sea la que proveyeron los reformados
en el sínodo de Dort de 1621, en el documento así denominado “Los
Cánones de Dort”, según sigue:
X. “Pero que otros, siendo llamados por el
ministerio del Evangelio, acudan y se conviertan,
no se tiene que atribuir al hombre como si él, por
su voluntad libre, se distinguiese a sí mismo de
los otros que son provistos de gracia igualmente
grande y suficiente (lo cual sienta la vanidosa
35
Juan 1:10-13. Ver Romanos 6.1-14
36
GRUDEM, Wayne. Doctrina Cristiana, p. 300.
37
PACKER, J. I. Teología Concisa, p. 165.
38
PACKER, p. 166.
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herejía de Pelagio); si no que se debe atribuir a
Dios, quien, al igual que predestinó a los suyos
desde la eternidad en Cristo, así también llama
a estos mismos en el tiempo, los dota de la fe y
de la conversión y, salvándolos del poder de las
tinieblas, los traslada al reino de Su Hijo, a fin
de que anuncien las virtudes de aquel que los
llamó de las tinieblas a su luz admirable, y esto a
fin de que no se gloríen en sí mismos, sino en el
Señor, como los escritos apostólicos declaran de
un modo general.

XI. Además, cuando Dios lleva a cabo este Su


beneplácito en los predestinados y obra en ellos
la conversión verdadera, lo lleva a cabo de tal
manera que no sólo hace que se les predique
exteriormente el Evangelio, y que se les alumbre
Dr. Juan C. de la Cruz

poderosamente su inteligencia por el Espíritu Santo a fin


de que lleguen a comprender y distinguir rectamente las
cosas que son del Espíritu de Dios; sino que Él penetra
también hasta las partes más íntimas del hombre con la
acción poderosa de este mismo Espíritu regenerador; El
abre el corazón que está cerrado; Él quebranta lo que es
duro; Él circuncida lo que es incircunciso; Él infunde en
la voluntad propiedades nuevas, y hace que esa voluntad,
que estaba muerta, reviva; que era mala, se haga buena;
que no quería, ahora quiera realmente; que era rebelde,
se haga obediente; Él mueve y fortalece de tal manera esa
voluntad para que pueda, cual árbol bueno, llevar frutos
de buenas obras.

XII. Y este es aquel nuevo nacimiento, aquella


renovación, nueva creación, resurrección de
muertos y vivificación, de que tan excelentemente
se habla en las Sagradas Escrituras, y que
Dios obra en nosotros sin nosotros. Este nuevo
nacimiento no es obrado en nosotros por medio de la
predicación externa solamente, ni por indicación, o por
alguna forma tal de acción por la que, una vez Dios
hubiese terminado Su obra, entonces estaría en el poder

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157
del hombre el nacer de nuevo o no, el convertirse o no.
Si no que es una operación totalmente sobrenatural,
poderosísima y, al mismo tiempo, suavísima, milagrosa,
oculta e inexpresable, la cual, según el testimonio de la
Escritura (inspirada por el autor de esta operación),
no es menor ni inferior en su poder que la creación o la
resurrección de los muertos; de modo que todos aquellos
en cuyo corazón obra Dios de esta milagrosa manera,
renacen cierta, infalible y eficazmente, y de hecho creen.
Así, la voluntad, siendo entonces renovada,
no sólo es movida y conducida por Dios, sino
que, siendo movida por Dios, obra también
ella misma. Por lo cual con razón se dice que
el hombre cree y se convierte por medio de la

La doctrina de la Salvación
gracia que ha recibido.

XIII. Los creyentes no pueden comprender de


una manera perfecta en esta vida el modo cómo
se realiza esta acción; mientras tanto, se dan por
contentos con saber y sentir que por medio de
esta gracia de Dios creen con el corazón y aman
a su Salvador.”39
El Extracto de los Principios resume esta doctrina de forma
muy elegante, así:
“La regeneración es un cambio de corazón,
forjado por el Espíritu Santo, que aviva a los
muertos en delitos y pecados, iluminando sus
mentes de manera espiritual y salvadora para
comprender la Palabra de Dios y renovar su
naturaleza entera, para que amen y practiquen
la santidad. Es una obra de la sola gracia libre y
especial de Dios.”40
Ambos artículos son exquisitos, no obstante, presentan cierta
ambigüedad al guardar relativo silencio sobre el ‘cuando’ ocurre la
regeneración. Y creo que resulta atinado citar aquí el comentario de
Criswell:

39
CÁNONES DE DORT, caps. 2 y 3, párrafos X-XIII. Énfasis mío.
40
THE ABSTRACT OF PRINCIPLES (Traducción libre del autor).
Via Teológica Volume 18 – Número 36 – Dez / 2017 p. 145 - 174
158
Sin la presencia del Espíritu no hay convicción,
ni regeneración, ni santificación, ni purificación,
ni obras aceptables… La vida se halla en el
Espíritu avivador.41
El Dr. Sproul, un reformado neto, sí plantea lo relativo al
momento. En su libro “El Ministerio del Espíritu Santo” dice: “La
regeneración precede a la fe”.42 Comenta que el esquema sobre la
salvación generalmente creído por los cristianos es:

[Fe _> Regeneración _> Justificación]

Sin embargo, de acuerdo al texto bíblico, el


esquema es:

[Regeneración _> Fe _> Justificación]


Sproul también entiende que la regeneración y el llamamiento
Dr. Juan C. de la Cruz

eficaz suelen intercambiarse en la teología.

5. EL LLAMAMIENTO EFICAZ

La confesión de fe de Westminster de 1647, igual que la


Confesión Bautista de Fe de Londres de 1689 refieren esta doctrina
como sigue:

“A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado


para vida, y a esos solamente, es a quienes le
place en el tiempo señalado y aceptado llamar
eficazmente (Romanos 8.30; 11.7; Efesios 1.10);
por su Palabra y Espíritu (2 Tesalonicenses
2.13, 14; 2 Corintios 3.3, 6), sacándolos del
estado de pecado y muerte en que se hallaban
por naturaleza para darles vida y salvación
por Jesucristo. (Romanos 8.2; 2 Timoteo 1.9,
10; Efesios 2.1-5). Esto lo hace iluminando
espiritualmente su entendimiento, a fin de que
comprendan las cosas de Dios (Hechos 26.18;

41
SPROUL, R. C. El Ministerio del Espíritu Santo, p. 83.
42
SPROUL, p. 92.
Via Teológica Volume 18 – Número 36 – Dez / 2017 p. 145 - 174
159
I Corintios 2.10, 12), quitándoles el corazón
de piedras y dándoles uno de carne (Ezequiel
36.26), renovando sus voluntades y por su poder
soberano determinándoles a hacer aquello que
es bueno (Ezequiel 11.19, Deuteronomio 30:6;
comp. Ezequiel 36.27), y llevándoles eficazmente
a Jesucristo. (Juan 6.44, 45). Sin embargo, ellos
van con absoluta libertad, habiendo recibido
la voluntad de hacerlo por la gracia de Dios
(Cantares 1.4; Salmo 110.3; Juan 6.37).
Este llamamiento eficaz depende de la libre y especial gracia
de Dios y de ninguna manera de alguna cosa prevista en el hombre, (2
Timoteo 1.9; Tito 3.4, 5; Romanos 9.11; comp. Efesios 2.4-9); el cual es

La doctrina de la Salvación
en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado
por el Espíritu Santo, (1 Corintios 2.14; Romanos 8.7; Efesios 2.5),
adquiere la capacidad de responder a este llamamiento y de recibir la
gracia ofrecida y trasmitida en él, (Juan 6.37; Ezequiel 36.27).
Otras personas no elegidas, aun cuando sean llamada por
el ministerio de la palabra (Mateo 22.14) y tengan alguna de las
operaciones comunes del Espíritu (Mateo 13.20, 21), nunca vienen
verdaderamente a Cristo, y por lo mismo no pueden ser salvas; (Juan
6.64-66; 8.24), mucho menos pueden, los que no profesan la religión
cristiana, salvarse de alguna otra manera, aun cuando sean diligentes
en ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión
que profesa (Hechos 4.12; Juan 14.6; 17.3), y el decir y sostener que lo
puede lograr así, es muy pernicioso y detestable (Juan 10.11; Gálatas
1:8).”
Este articulo explica excelentemente el tema. Lo expuesto
deja claro que una persona ciega, no puede ver a menos que acontezca
un milagro. Lo mismo que una persona en tinieblas, no puede ni
caminar. Tampoco una persona muerta podría moverse. De ahí que, si
Dios no hace una obra espiritual previa en el pecador, no podría ni ver
el reino de Dios. Esto es el llamamiento eficaz y la regeneración.

Via Teológica Volume 18 – Número 36 – Dez / 2017 p. 145 - 174


160
6. EL ARREPENTIMIENTO

El arrepentimiento es la marca visible del llamamiento eficaz.


Cuando un pecador escucha el mensaje del evangelio, que es el medio
ordinario mediante el cual Dios produce tanto el arrepentimiento
como la fe por su Espíritu en una persona; en ese momento esa
persona entra al redil de Dios, a la familia de la fe, al pueblo redimido
de Dios. Las señales más externas del arrepentimiento verdadero son:
la profunda pena por el pecado y por haberse reusado hasta ese día a
servir a Cristo, el bautismo en agua como testimonio público, y una
vida transformada.
El termino arrepentimiento, que es la traducción de metanoia
−el sustantivo griego para arrepentimiento, aparece 24 veces en el
Nuevo Testamento. Significa “un cambio de mente o actitud”. Se trata
de algo más que mental; involucra la voluntad y el corazón43. Aunque
puede involucrar un dolor piadoso, la idea básica es ‘un cambio en la
dirección de la cosmovisión y la vida de esa persona’.44 Involucra un
Dr. Juan C. de la Cruz

cambio de actitud hacia Dios y hacia el pecado. Pasa de odiar a Dios, a


amarlo; de amar el pecado, a odiarlo. El arrepentimiento envuelve un
cambio de sentimiento, no simplemente con respecto a lo que provoca
en el hombre, sino que incluye lo que causa a la persona de Dios.45
Generalmente, metamelomai significa dolor después de pecar,
mientras que metanoia (del verbo metanoeõ) significa dolor antes de
pecar. Cundo en el pecador acontece ‘metanoeõ’ (volverse del pecado
a Dios), el Espíritu Santo por su poder habilita a esa persona para
que no camine más en el pecado. Aparte de tal experiencia, no puede
haber justificación. Este contraste se ve con claridad en 2 Corintios
7.10: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento
(metanoia) para salvación, de que no hay que arrepentirse (metamelomai);
pero la tristeza del mundo produce muerte.” Jesús dijo: “Si no os
arrepentís (metanoeô), todos pereceréis igualmente”.46
En suma, el arrepentimiento tiene marcas internas
reconocibles, a saber, un profundo amor a Dios, sus obras y las
personas, y un odio por el pecado y la maldad.

43
Marcos 1.4, 14-15; Lucas 17.3; Hechos 2.38: Romanos 2.4
44
Hechos 9.1-6
45
HOBS, Herschel H. What Baptist Believe, p. 94.
46
HOBS, p. 94, 95. (Comp. Lucas 13.3)
Via Teológica Volume 18 – Número 36 – Dez / 2017 p. 145 - 174
161
7. LA JUSTIFICACIÓN

La justificación es el estado de perfección legal en el cual Dios


coloca al pecador, mediante la cual Dios imputa al que cree la mima
justicia de Cristo.47 La justificación es el acto legal que Dios transa en
Jesucristo, a favor del creyente, el cual consiste en declarar inocente
al culpable, santo al impío, y limpio al pecador, bajo los méritos del
redentor. El pecador se apropia de este estado de justicia por la fe
sola, en Jesús sólo. De ese modo, la justicia de Cristo le es imputada al
pecador que cree en Él. La justificación ocurre en el mismo momento
del arrepentimiento y la conversión a Cristo. Claramente se trata de
un suceso post-regeneración, y un resultado de la fe.
“El Extracto de los Principios” resume esta doctrina del
siguiente modo:

La doctrina de la Salvación
“La justificación es la gracia de Dios que otorga
completa absolución a los pecadores que creen
en Cristo de todos sus pecados, a través de la
satisfacción que Cristo ha obtenido; no por nada
forjado en ellos o hecho por ellos; sino a causa
de la obediencia y la satisfacción que Cristo
obtuvo, la cual ellos reciben y descansan en Él y
en Su justicia por fe.”48
La imputación es un recurso legal justo. En la justificación,
El Juez Justo declaró culpable a aquel que se adjudicó la culpa por el
pecado, a saber, Cristo, “el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo”,49 como está escrito: “Mas Jehová cargó en él, el pecado de
todos nosotros”.50 “Porque también Cristo padeció una sola vez por
los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a
la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu”.51 Así que
podemos declarar como Pablo: “Y ser hallado en él, no teniendo mi
propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe”.52
La justificación es ese incomprensible plan de gracia de la
47
Romanos 5.1.
48
The Abstract of Principles (Traducción libre del autor).
49
Juan 1.29.
50
Isaías 53.6b.
51
1 Pedro 3.18.
52
Filipenses 3.9.
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162
divinidad a favor de los transgresores. Es justísima en virtud de que
plenamente satisface la demanda de Dios, a la vez que Él permanece
santísimo y justísimo. El pecador es justificado en virtud de la obra
sustitutiva que Cristo realizó. En dicha sustitución: “Jehovah cargo en
Él [su Siervo justo] el pecado de todos notros, el justo fue herido por
nuestras rebeliones, y el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por sus
llagas fuimos nosotros curados”.53
El sustituto tenía que ser digno, solvente y suficiente. Sólo
Cristo cumplió con tales requisitos en todo el universo puesto que
debía ser Hombre y Dios. La muerte de Cristo no fue la vida de un
hombre por un hombre, fue la vida de Dios-hecho-Hombre por los
hombres.
Al pecador le es imposible merecer o poder solventar su
propia redención o rescate, tanto por el alto precio de la redención,
como por la completa indignidad de la humanidad caída ante Dios.
Por ello, le debe ser suministrada por gracia, a través [solamente] de la
fe en Jesucristo, en consecuencia, de la elección divina en la eternidad,
Dr. Juan C. de la Cruz

en el Amado.54
Si bien el decreto de justificación se delibera soberanamente
y en el mismo trono de la gracia, no obstante, no es pasiva en cuanto a
sus efectos, como tampoco lo son las otras gracias salvadoras, en virtud
de la recepción del Espíritu en el creyente; y, si bien la justificación es
de carácter forense, lo cierto es que propicia efectos instantáneos y
consecuentes en el justificado, que operan en conjunto con el resto
de los dones salvadores. No que la justicia genere mérito alguno en
el justificado, sino que pone al pecador en una posición privilegiada
ante Dios, por la imputación de la justicia de Cristo al creyente. Es una
gracia necesaria para gozar de tal postura ante Dios, por lo cual dice la
Palabra: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo.”55
Al momento de la justificación por la fe, el pecador ha sido
ya regenerado y libertado; y mediante esa misma fe que obró la
justifica, se propicia la aplicación en los elegidos de la redención,
la santificación, la adopción, y la glorificación. Todos estos dones
salvadores son operados como fruto de la recepción del Espíritu Santo
53
Isaías 53.5.
54
Ver Efesios 1.3-8.
55
Romanos 5.1.
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163
en el regenerado, y el don de la fe impartida por el mismo Espíritu que
regenera, es la que conduce a la conversión y al arrepentimiento, al ser
deliberado y recibido el mensaje del evangelio por el redimido.

8. LA ADOPCIÓN

La adopción es un beneficio y una gracia otorgada por el Padre


a los santificados en el Amado. La adopción esclarece la doctrina de la
Paternidad de Dios. La paternidad de Dios es una de las más gloriosas
doctrinas reveladas en el Nuevo Testamento, que había sido anunciada
en el Antiguo Testamento, y que Cristo hizo patente. En ella se nos dice
que “Dios es nuestro Padre”, y el Señor Jesucristo “nuestro Hermano”.
¿Imagínese, entonces, lo que implica tener a Dios por Padre, y a Cristo
como hermano, Señor, Abogado, Juez y benefactor nuestro? Quizás

La doctrina de la Salvación
no haya una noticia más impactante, gloriosa y generadora de gozo
para el creyente que saber que es hecho “hijo de Dios”, y, por tanto,
“heredero juntamente con Cristo de todas las cosas”. ¡Wao!
Para poder adoptarnos como sus hijos amados (ya que
antes éramos hijos de ira y condenación), en su plan, Dios tuvo que
hacerse hombre en la persona de Su Hijo Jesucristo, nuestro Señor y
Redentor; y tuvo que dotarnos con su misma naturaleza, haciéndonos
participantes de ella, por el Espíritu que nos ha dado, con el cual nos
ha regenerado y sellado.56
Como puede observarse, la adopción resulta una gracia
absolutamente necesaria. En tanto que la justificación es judicial, y
por tales razones, impersonal. Del mismo modo, la regeneración es
espiritual, es decir, un cambio de naturaleza, por tanto, una obra de
re-creación. En el mismo orden, la adopción como hijos, en el Amado,
siendo de carácter filial, nos coloca en una relación familiar ante Dios.
Lo repetimos aquí: “Nos hace hijos del Padre, hermanos de Jesucristo
y receptores del Espíritu Santo”. Esto es glorioso y digno de toda
admiración y alabanza. Nosotros, enemigos de Dios por el pecado,
en Cristo somos reconciliados como amigos e hijos de Dios, para
siempre.57
La adopción es uno de los tantos beneficios de la gracia que
56
Ver Juan 1.10-13; Efesios 1.11-14; Romanos 8.9, 15, 23; Gálatas 3.2; Hechos 19.2; 1
Corintios 2.12, 13; Efesios 3.16; 2 Pedro 1.4.
57
Romanos 8.15; Romanos 8.17; Gálatas 4.7; Juan 1.12; Efesios 1.5; Tito 3.7
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nos es otorgada por Dios en Cristo, el Amado. Podríamos decir que
es un beneficio provocado por la regeneración y consumado en la
conversión, que se adquiere junto con la justificación y la santificación.
Sin la adopción, nuestras oraciones serían poco eficaces. Es
en calidad de hijos que Dios atiende a nuestras suplicas. Por ello, al
presentarnos ante Dios en oracion y ruego, lo invocamos diciendo:
“Padre nuestro”.58 Y certificamos nuestras suplicas “en el nombre de
Jesús”, porque el es el mediador entre nosotros y el Padre, a la vez que
nuestro Sumo Sacerdote y Señor de todo. Y puesto que somos hijos,
también somos herederos de todas las cosas; todo es nuestro.59 Y una
muestra de ello es el adelanto o la garantía que el Padre nos ha dado
a los escogidos, a saber, “su Espíritu Santo”, que mora en nosotros los
creyentes.60 Todo queda certificado en que: “Si algo pidiereis en Mi
nombre [dijo Cristo], Yo lo haré”.61 Y dice más: “Y esta es la confianza
que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,
Él nos oye”.62
Sin la gracia o el beneficio de la adopción, la justificación y la
Dr. Juan C. de la Cruz

santificación serian beneficios incalculables, sólo que no tendíamos


garantías ni de las promesas, ni de la respuesta a nuestras oraciones,
ni de herencia alguna en gloria.63 No es por haber sido justificados o
santificados que heredamos del Padre, es por haber sido regenerados
y adoptados por el Padre, por Su Espíritu, en Cristo. ¡Gloria sea dada
siempre a Dios por medio de Jesucristo en la iglesia!

9. LA SANTIFICACIÓN

En cuanto a las doctrinas salvadoras (soteriología), la


operaciones obradas por Cristo en la economía divina redentora son:
la expiación y la propiciación, que son de carácter ceremonial; la redención,
de índole comercial; y la liberación, que es del orden militar (y nacional).
De las operaciones del Espíritu Santo: la regeneración es sustancial (de
naturaleza); la justificación es de carácter legal; la adopción es filial (nos
coloca en una relación especial, de Padre-hijos con Dios, y de hermanos
58
Ver Mateo 6.9; Romanos 1.7; Efesios 1.3, 15-17; 3.14.
59
Gálatas 4.7; Romanos 8.17, 32; 1 Corintios 3.21, 22.
60
Ver Hechos 1.4, 5; 2.38; Efesios 1.13, 14; Romanos 5.5.
61
Juan 14.14.
62
1 Juan 15.14.
63
Ver Mateo 7.7-12; Juan 16.23, 24;1 Juan 5.13-15.
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165
con Cristo); y el perdón es un indulto del ofendido (Dios), en virtud de
la operación de rescate y redención obradas por Cristo. La santificación,
entonces, es una acción de carácter posicional; es decir, nos coloca en
una posición de distinción ante Dios (Dios mira al santificado como
tal), en ese orden guarda una relación estrecha con la justificación, de
hecho, algunos teólogos han confundido ambas gracias.64
La santificación, o el apartamiento divino, en primera instancia
es un asunto instantáneo, que se activa en el arrepentimiento y la
justificación, gracias a la consecuente habitación del Espíritu Santo
en el Creyente. El aspecto moral de la santificación es implicado en
el estado posicional en que es colocado el santificado, pero resulta
secundario, aunque por lo regular se coloca primero. De ahí que
seamos “llamados” por el mismo Dios a “ser santos”,65 que significa
“moralmente perfectos”.66 Clásicamente se ha presentado esta doctrina

La doctrina de la Salvación
como conteniendo tres etapas: la santificación inicial, la santificación
progresiva y la glorificación (o santificación final o absoluta).
En las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento, se le llama santos y amados de Dios a todos los herederos
de la promesa.67 Aunque a menudo se presenta como un proceso en
los escritos evangélicos, y de hecho tiene un aspecto progresivo, no
debemos restar importancia a la santificación inicial, la cual define y
establece la santificación como un mandato y un proceso.
Cuando las Escrituras nos mandan a la santificación, creemos
que la exégesis correcta de esta terminología y doctrina apunta
no a que la santificación sea un proceso, sino que siendo un estado
en el que hemos sido colocados delante de Dios, y una capacidad
potencial generada por el Espíritu Santo que hace residencia en el
creyente, entonces existe una demanda intrínseca, práctica y moral en
consecuencia; que se traduce en una calidad y un modo de vida para el
santificado; de ahí el llamado a santificación a los santos. Es justamente
por esa realidad posicional que hay objetos santos, montes santos,
utensilios y vasijas santas, templos santos, instrumentos santos. Dios
64
El gran teólogo Agustín de Hipona presento una especie de confusión aquí. Y
difícilmente la humanidad haya dado teólogo mas brillante e influyente en el
pensamiento cristiano que Agustín.
65
Levítico 11.14; 20.7; 1 Pedro 1.15, 16; 1 Pedro 2.5; 1 Corintios 1.2 -este último texto
presenta ambas realidades de la santidad.
66
Mateo 5.48.
67
Ver, p.e., los versos introductorios a la mayoría de las cartas paulinas del NT. Ver
Romanos 1.7; 15.16, 25, 25, 31; 16.2, 15; 1 Corintios 1.2; etc.
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es santo en virtud de su unicidad, a la vez que de su impecabilidad. De
Él aprendemos el sentido de esta doctrina.
El rigor del mandato bíblico a la santificación se corresponde
con el llamado a vivir vidas consagradas para Dios. Y vemos que en
ello hay una capacidad dada, la cual está intrínsecamente ligada a la
madurez o la perfección en el conocimiento de Dios; teniendo como
fundamentos tanto la regeneración como la conversión.68
El pregón de Dios a sus santos es: “Sean santos, porque yo soy
santo”. 69

10. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS

Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin.


Aquellos a quienes Dios ha aceptado en Cristo y santificado por su
Espíritu, jamás caerán del estado de gracia, sino que perseverarán
hasta el fin.70 Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y
tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y
Dr. Juan C. de la Cruz

su bienestar, y traen reproche a la causa de Cristo y juicios temporales


sobre sí mismos;71 sin embargo, ellos serán guardados por el poder de
Dios mediante la fe para salvación.

11. EL NÚMERO DE LOS REDIMIDOS

Si bien es cierto que el hecho mismo de la elección implica un


número determinado,72 Los redimidos por Cristo corresponden a una
multitud incontable de todas las tribus, naciones y lenguas.73
En virtud de este conocimiento, no debemos pensar que la obra
de redención sea un logro minúsculo ni para unos pocos. Tampoco
deberíamos creer que debido a su carácter universal (de toda tribu,
lengua y nación), implique un “universalismo”.74
Aunque el “aniquilacionismo”75 no contradeciría, en el fondo,
68
Proverbios 1.1-7; Efesios 4.1-17. Ver Romanos 6.1-14
69
1 Pedro 1.16. (Conf. Levíticos 11.44-45; 19.2; 20.7; comp. Mateo 5.48).
70
Romanos 8.29-30.
71
1 Corintios 11.17ss.
72
Apocalipsis 6.11; 20.4; Romanos 8.33; Lucas 20.35; Daniel 12.2.
73
Apocalipsis 5.9; 7.9; 14.6.
74
El universalismo es la herejía que propone una salvación de cada individuo de la
existencia de la historia. Los neo-ortodoxos suelen ser universalistas, y muchos
liberales albergan una idea semejante.
75
El aniquilacionismo es la doctrina que propone que los reprobados de Dios serán
Via Teológica Volume 18 – Número 36 – Dez / 2017 p. 145 - 174
167
la doctrina de la salvación eterna de los redimidos, sí mutila el 76

testimonio de las Escrituras que establece la condenación eterna de


los réprobos, en un infierno eterno, a pesar de los grados de castigos
de que da fe la Biblia.77
Entre otros tantos asuntos, esta doctrina es gloriosa porque
nos da fe de su carácter universalista, en el sentido de la no acepción
de personas de parte de Dios, pues salvará de ambos sexos, de todas las
edades, de todas las etnias y de todos los renglones sociales habidos y
por haber. También resulta gloriosa por el hecho de que el número de
los redimidos será astronómico, incontable, millones de millones de
seres humanos. ¡Aleluya! ¡La salvación es de Jehová! ¡Amén!

12. LA PROCEDENCIA Y LA LONGEVIDAD DE LA SALVACIÓN

La doctrina de la Salvación
Aunque la salvación concreta otorgada a una persona tiene un
comienzo, a saber, el día que vino a Cristo en arrepentimiento y fe;78 la
salvación desde la perspectiva divina es de carácter eterno en cuanto
al pasado, pues Dios no solo separó el Único Sacrificio Perfecto, el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, su Hijo Unigénito,
desde antes de los tiempos de los siglos;79 sino que “nos escogió en El”
desde antes de la fundación del mundo igualmente.80 Esto le imprime
un carácter eterno a la salvación como tal. En la mente de Dios todo se
gestó en la eternidad y hacia la eternidad.
No obstante, en lo que respecta a la duración de la salvación,
es una gracia dada por la eternidad futura. El salvado lo es en Cristo
para la eternidad.81 El salvo por Cristo no puede caer de ese estado
de gracia en virtud de la elección divina. Por el contrario, aquellos a
quienes Dios ha sacado de las tinieblas a la luz, que ahora pertenecen
a su rebaño, son ovejas obedientes que oyen y siguen la voz de Cristo,
y nadie las arrebatará jamás de sus manos,82 y: “ni lo alto, ni lo profundo,

aniquilados, relegados a una inexistencia eterna. Esta es la fe común de los


adventistas, testigos de Jehová, entre otras sectas; pero también es albergada por
personas que se llaman a sí mismas ortodoxas, a la vez que por muchos liberales.
76
Isaías 45.17; Daniel 12.2, 3; Juan 5.24; Hebreos 5.9; 2 Timoteo 2.10.
77
2 Tesalonicenses 1.9; Mateo 18.8; 25.41; Judas 7; Apocalipsis 14.11; 19.2-3; 20.10.
78
Juan 1.12, 13; Juan 6.40; Efesios 1.12-14.
79
1 Pedro 1.19-21; Efesios 1.4, 5; Apocalipsis 13.8.
80
Efesios 1.3-7; 2 Timoteo 1.9; 1 Pedro 1.2; Salmo 22.10; Gálatas 1.15.
81
Isaías 51.8; Daniel 12.2, 3; Juan 6.40; 17.3; 1 Juan 2.25.
82
Juan 10.27, 28; Isaías 54.17.
Via Teológica Volume 18 – Número 36 – Dez / 2017 p. 145 - 174
168
ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro”.83
Así que, aquellos a quienes Dios conoció o amó, también
los llamó; y a quienes llamó, también los predestinó para que fuesen
adoptados hijos suyos, según su determinada y amorosa voluntad con
la que nos acepta en Cristo.84 Y aunque todos pecamos en Adán, y por
tal razón morimos,85 de hecho, “estamos muertos en nuestros delitos y
pecados”.86 Toda esta gracia procede totalmente de Dios,87 quien nos la
ofreció en Cristo, por la fe en Su Evangelio de la gracia,88 habiéndonos
llamado con llamamiento santo e irresistible,89 nos rindió a su voluntad
en el Amado,90 para la alabanza de la gloria de su gracia.91 Dios mismo
nos ha dado a conocer sus designios y su voluntad en Cristo.92
Lo único que aportamos los pecadores en la obra redentora
divina es nuestra vergüenza, nuestros pecados, nuestra miseria y
nuestra confusión. Todo cuanto tenemos lo recibimos de Dios, incluso
la fe, la salvación, la capacidad para las buenas obras, los dones, el
llamamiento y todo cosa buena,93 de tal suerte que no debe haber
Dr. Juan C. de la Cruz

ninguna jactancia en ningún ser humano ni por lo que tiene ni por lo


que es en Cristo, porque todo viene de Él, es por Él y para Él, por todos
los siglos. ¡Amén!
Como hemos podido observar, la salvación es de pura gracia.
La fe juega un papel incalculable en el logro de Cristo de salvar a los
pecadores. No solo se nos ha dicho que “sin fe es imposible agradar
a Dios”, sino que por ella sucede la justificación, la adopción y la
santificación; entre otros beneficios de la fe.
Nunca confundamos al Redentor con la fe. Pero nunca
olvidemos el valor y el rol de la fe en la salvación, entendiendo que
se trata de un don espiritual. La salvación que Dios otorga al pecador
en Cristo es por gracia, por medio de la fe, para todo aquel que cree.
83
Romanos 8.39.
84
Romanos 8.29; Efesios 1.4, 5, 11.
85
1 Corintios 15.22; Romanos 5.12.
86
Efesios 2.1-4; Romanos 5.8), los creyentes somos vivificados en Cristo (1 Corintios
15.22; Romanos 5.19.
87
Jonás 2.9.
88
Efesios 1.11-14.
89
2 Timoteo 1.9; Hebreos 3.1; Romanos 9.19; Jeremías 49.19.
90
Efesios 1.4, 5.
91
Efesios 1.6, 10, 11.
92
Efesios 1.9; 1 Corintios 2.10; Romanos 12.1, 2; 1 Timoteo 3.14-16.
93
Efesios 2.5-10; Gálatas 5.20; 1 Corintios 4.7.
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Nunca ha sido, ni es, ni será ‘por obras’, es de ‘pura gracia’.
¡Glorificado sea sempiternamente el nombre de Cristo nuestro
Señor para la sola gloria de Dios, por darnos a entender lo que de sus
misterios puede ser entendido por nosotros los hijos de los hombres!
¡Amén!

13. LA GLORIFICACIÓN

La glorificación final implica una re-incorporación


(adquisición de cuerpos nuevos y regenerados) de los muertos en
Cristo de toda la historia, y una transformación de los cuerpos de
los creyentes que estén vivos al momento de la venida de Cristo.94
Es justamente a este acto sobrenatural y poderoso de Dios, que está
por verse en la historia venidera, que se le conoce con el nombre de

La doctrina de la Salvación
“glorificación”.
Entre tanto sucede la glorificación final de los regenerados
(que será un día en la historia por venir), los santos en vida hemos
sido llamados a vivir para Dios. El proceso de crecimiento en la vida
cristiana se conoce como crecimiento o madurez espiritual, también
se le llama, a menudo, santificación progresiva, o simplemente
santificación.
Aunque la salvación es un regalo que procede cien por ciento
de Dios (de pura gracia), está misteriosamente ligada al amor de Dios,
al decreto eterno de Dios (su elección y predestinación), al eterno
poder de Dios, al eterno propósito de Dios, a la obra redentora de
Cristo en la Cruz, a la acción de su Espíritu Santo (quien convence
a los hombres de pecado, justicia y juicio) y quien a su vez regenera e
ilumina al pecador, al obrar de Dios en los corazones de los hombres, a
la predicación del Evangelio de Cristo (el medio ordinario que conduce
al resultado extraordinario de la regeneración del pecador), al uso de
los sentidos físicos y espirituales de los hombres (especialmente el
oír), y a la voluntad del hombre llamado (pues el que no creyere queda
condenado). Dios ha dispuesto tanto los fines como los medios para
lograr sus propósitos eternos, incluyendo su plan redentor, para su
eterna gloria.95
Del mismo modo, aun cuanto hay una participación sinergista
94
1 Tesalonicenses 4:13-5.11.
95
Ver Efesios 1.3-2.10; 3.14-17.
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de los elegidos en el arrepentimiento y la conversión, debemos cargar
todo el peso del querer como el hacer a la buena, agradable y perfecta
voluntad de Dios. Debemos entender que la voluntad del pecador
está muerta, oscura, perdida y es enemiga de Dios. Por tales patéticas
razones, es menester que sea Dios quien nos encuentre, nos ilumine
y nos regenere, con en efecto lo hacer, vivificando nuestra voluntad
muerta, para que podamos ver y gustar la belleza de Cristo, y podamos
acudir a Él en fe y obediencia. En tal razón, toda la gloria debe ser
siempre y únicamente dada a Dios por todos y en todo. Debemos
declarar siempre: “La salvación es [únicamente] del Señor”. Cualquier
otro análisis teológico distinto, no honra las Escrituras.
Por todo ello, aunque la salvación es exclusividad de Jehová
de principio a fin,96 y para la cual, evidentemente nadie le dio consejo
jamás, también debemos estar claros que Dios la administra y la
dispensa conforme a sus propósitos. Tales realidades no deberían ser
vistas como una pugna o paradoja entre los planes de Dios y la decisión
humana, pues Dios ha dispuesto tanto las causas y los medios, como
Dr. Juan C. de la Cruz

también los fines.97 Permanecen en el renglón de los misterios de Dios


la realidad de la impartición de la fe salvadora, tanto como la manera
como Dios nos imparte su Espíritu. Pues la fe nos es dada por el
Espíritu, a la vez que el Espíritu lo recibimos por la fe. Desarrollaremos
esta aparente paradoja en el último tema de este capítulo titulado: “La
fe y la salvación”.98
La fe y la salvación, y las acciones que en respuesta acompañan
a estas dadivas en el regenerado, son frutos exclusivos de la gracia de
Dios.99
14. LA FE Y LA SALVACIÓN
Habiendo hablado abundantemente de la fe; y habiendo
esbozado la doctrina de la salvación justamente en este capítulo; y
puesto que esta relación es el tema de este tratado; sería impropio no
cerrar aquí con el nexo entre “la fe y la salvación”. De hecho: “Es por
gracia que somos salvos, por medio de la fe, y estos asuntos no proceden
de nosotros, se trata de ‘el don de Dios’.”
96
Jonás 2.9; Efesios 1.3-10; Apocalipsis 7.10; Romanos 9.
97
1 Corintos 4.7; Apocalipsis 13.8; Efesios 1.3-5; Romanos 8.29; 9.20; 1 Pedro 1.19-21;
Gálatas 3.18, 19.
98
Consulte el último título de este trabajo.
99
Efesios 2.8-10.
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Anteriormente referimos el ordo salutis. Sobre este asunto,
Romanos 8.29-30 reza como sigue:
“Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. 30Y a los que predestinó,
a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó.”100
El flujograma del “orden de los decretos” salvadores del
Soberano, no podía ser más claro, aunque en líneas generales. Seria
“A los que”:
[Amó101 _> Predestinó _> Llamó _> Justificó _>
Glorificó]

La doctrina de la Salvación
La elección divina, en el amor de Dios en Cristo Jesús, provoca
el llamamiento eficaz a los escogidos; y entonces, esos escogidos son
“justificados” por “la fe”.
Recordemos que “la justificación” es por “la fe”, porque dice:
“justificados pues por la fe”. Es decir, que la fe salvadora opera entre
“el llamamiento” y “la justificación”.
En tal flujo de acciones divinas, como puntualizamos
anteriormente, debemos tomar nota de la economía trinitaria en la
salvación:
1. La prerrogativa del Padre: “La elección”.
2. La obra del Hijo: “La expiación” y “la redención”, (ya
consumadas).
3. La acción del Espíritu Santo: “El llamamiento eficaz”, “la
regeneración”, (operaciones obradas puntualmente en el
tiempo al pecador).102
Fijémonos que en el flujo del orden salvador presentado en
Romanos 8.29, 30, no se menciona la obra del hijo (ni la expiación ni la
redención), pero se asumen. No obstante, en cierto modo, la obra del
Hijo es asumida y resumida en “la justificación”.
100
Énfasis mío.
101
“A los que antes conoció”, acorde a la etimología del término y al contexto del
texto de Romanos 8.28ss, significa literalmente “a los que antes amó”. Es de ahí la
pregunta: ¿Quién nos separa del amor de Cristo? y: “Ninguna otra cosa nos podrá
separar del amor de Dios”.
102
Consultar el primer título de este artículo.
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La obra del Padre es eterna y continúa vigente: “nos predestinó”
–“desde antes de los tiempos de los siglos”. Pero fijémonos el propósito
de la predestinación: “Para que fuésemos hechos conforme a la imagen
de su Hijo”. En otras palabras, la elección fu en el Amado, para el bien
de los escogidos.
La obra del Espíritu se nos resume aquí en “el llamamiento”.103
La confesión de Westminster conglomera la obra del Espíritu, como
era común en la teología reformada, en la doctrina de “el llamamiento
eficaz”.
Entre la obra del Espíritu y la justificación es que entra en
acción la fe. La regeneración, es entonces, una obra del Espíritu,
pero distinta a la llenura del Espíritu. El recibimiento, sellamiento,
bautismo o llenura del Espíritu sucede como fruto de la fe. La fe
justifica al impío y la hace apto para la receptoría del Espíritu. Sin
embargo, la regeneración ya ha acontecido en una persona al momento
de la fe, y por tanto, de la conversión, y del arrepentimiento, y de la
justificación y de la santificación.
Dr. Juan C. de la Cruz

Entonces, la fe salvadora es una obra del Espíritu que antecede


a la justificación, pero que procede de la regeneración espiritual. La
salvación es por gracia, pero es por medio de la fe. La fe es un don de
Dios, como hemos puntualizado detalladamente en este tratado.
En la regeneración se nos abren los ojos para ver la luz.
Nuestra visión espiritual comienza a ver y a entender los asuntos del
Reino de Cristo. En la regeneración espiritual somos iluminados y
eficazmente llamados por Dios. La regeneración da a luz la fe, puesto
que son abiertos nuestros ojos para ver la gloria de Cristo, avivadas
nuestras afecciones para poder gustar de Cristo y su Palabra, y es
renovada nuestra voluntad para desear a Cristo.104
No debería ser chocante a nuestra mente esta manera de
obrar de Dios, puesto que “la salvación es del Señor”. Y siendo la
salvación una obra soberana de principio a fin, Dios no solo sabía
anticipadamente sobre este asunto, sino que estableció el modo como
los “muertos en sus delitos y pecados” habrían de ser eventualmente
conducidos hacia Él.105 De tal suerte que la salvación no es solo una
gran obra de Dios, sino que Él también trazó el perfecto plan salvador,
103
Ver el llamamiento eficaz, arriba en este artículo.
104
Ver Juan 1.13; 3.3, 5; Tito 3.4-7.
105
Ver Efesios 2.1-9.
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estableció el número de los escogidos de antemano, provoca que las
cosas sucedieran como Él las planificó, y administra el plan según su
beneplácito y para su propia gloria.106
Por otra parte, la obra de Dios en favor del pecador no
demanda la habitación divina en dicho ser humano. La predestinación,
p.e., no implica ninguna infusión divina en el elegido. La expiación
en favor de los pecadores fue consumada antes que la gran mayoría
de los beneficiados siquiera existiéramos. Del mismo modo, la obra
del Espíritu en los escogidos no siempre implica Su morada en el
beneficiado, aunque si implica Su acción y operación.
La habitación del Espíritu en los creyentes es un don. La
recepción del Espíritu en el creyente es un “adelanto” (y una garantía)
a lo que seremos exaltados en la era venidera. A dicha extraordinaria
gracia le antecede toda una serie de dones salvadores, incluyendo el

La doctrina de la Salvación
llamamiento eficaz y la regeneración. ¡Es sorprendente, pero cierto!
Entre las obras de la gracia salvadora denominadas ‘el
llamamiento eficaz (incluyendo la regeneración espiritual)’, y ‘la
justificación’, se encuentra el don de la fe. La fe resulta de la obra de
regeneración espiritual, y esta conduce a la justificación, bien que
ambos lados de la obra del Espíritu se dan siempre en la atmosfera
de la predicación del evangelio. Es después del “nuevo nacimiento”,
una obra del Espíritu de Dios en los pecadores, y gracias al don de
la fe que imparte el mismo Espíritu en los regenerados, gracias al
decreto divino; que en el momento que tales hombres y mujeres son
expuestos al Evangelio de Jesucristo, ellos creen en Cristo como Señor
y Rey, convirtiéndose a Él y arrepintiéndose de sus pecados. En ese
preciso momento en que tales hombres y mujeres creen en Cristo,
son justificados, santificados y bautizados o sellados con el Espíritu
Santo.107 ¡Aleluya!
Esto puede parecer extraño a la mente moderna, incluso
a los creyentes; pero es justamente lo que puede ser discernido y
sistematizado en el texto bíblico.
Tenemos que concluir diciendo aquí que “la salvación es
de Jehová” desde y hasta la eternidad. Que los beneficiados somos
aquellos: “A quienes Dios conoció [amó] desde antes, a los que luego
predestinó, y luego llamó, y luego justificó; para que fuésemos hechos
106
Consulte Efesios 1.3-14.
107
Juan 7.39; Hechos 2.38; Efesios 1.13, 14.
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conforme a la imagen de su Hijo”.108
¡A Dios sea la gloria, el honor, el imperio por los siglos de los
siglos, por sus muchos beneficios en favor de pecadores irreverentes,
amén!
REFERENCIAS
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2016.
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108
Revise Romanos 8.29, 30; Efesios 1.3-11; Jeremías 31.3; etc.
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