Levin - Unidad II

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Unidad II – Levin

El acontecimiento del nacimiento

El acto del nacimiento siempre será una novedad, quiebra el tiempo uniforme y unidireccional de la
cronología y establece lo inaprehensible del acontecimiento.

Al nacer, el niño no deja de ser un descubrimiento a inventar y crear en el lazo mismo que se va
constituyendo. Este lazo se produce en el encuentro y desencuentro entre el niño y el Otro; concluyendo,
por un lado ubicamos el tiempo cronológico y por el otro, dos tiempos lógicos: el de la anticipación
simbólica y el de la re significación.

Él bebe deseado y esperado se materializa en un cuerpo recién llegado, es él el que se imaginó y


proyecto. En ese encuentro se estructura la demanda de amor.

El hijo recién nacido nunca deja de ser una novedad inesperada. Es imposible prever lo que va a ocurrir.
El acontecimiento será una incógnita no develada, sino en sus efectos escénicos-significantes.

Lo que se anticipa es espera como promesa, novedad, hipótesis y proyecto ideal, comienza a encarnarse
en el cuerpo recién venido al mundo.

La nueva temporalidad lógica, inaugura para el niño el horizonte simbólico del cual se nutrirá cada ve, en
la avidez de los encuentros con el Otro. Este nuevo tiempo subjetivo es el de la re significación, que
implicara necesariamente el de la apropiación simbólica de su historia.

Los padres re significan en el recién nacido, lo que habían anticipado, el ideal parental. El tiempo
subjetivo se estructura en re significación, en retroacción, con efecto de retardo, ya que es en él donde la
historia subjetiva acontece en la memoria que lo involucra inconscientemente. Los acontecimientos se
inscriben en múltiples redes de acordes discontinuos y vibrantes.

Cuando el nacimiento cuestiona el ideal

¿Qué acontecería si el recién venido cuestionara el ideal del yo parental?

Este es uno de los grandes problemas con los cuales se encuentran los padres y los niños, a los que al
nacer se les detecta alguna discapacidad. Re significar esta problemática será parte del intenso y difícil
recorrido que tendrán que realizar; no dejaran de enfrentarse una y otra vez a ese hijo ideal que no ha
venido, que no ha llegado, que no podrá venir, ni llegar.

El niño discapacitado presenta la acuciante paradoja de conformarse fuertemente al hijo esperado e ideal
anticipado por sus padres, cuestionando de este modo su ideal del yo y su propio narcisismo.

Nos confronta con ese escenario devenido muchas veces trágico, por la gran dificultad que se presenta
en el armado del lazo con ese niño que no termina de ocupar la posición de hijo, pues el hijo deseado y no
nacido se transforma en un doble ideal: el ideal anticipado y perfecto, frente al imperfecto que ha nacido.
Ser discapacitado lo nombrara de este modo, en un contrapunto traumático con su verdadero nombre,
que sólo tuvo cuando no se sabía de él. Al nacer, la incógnita quedó develada, el enigma se dilucido en su
discapacidad y lo que se proyectó, quedo cancelado en un siniestro diagnostico pronostico.

De ese modo, la pérdida del hijo ideal, su propia perdida, la que le posibilitara a los padres reencontrarse
con su hijo, más allá de la discapacidad que porta, resituándolo en la genealogía, en la alianza simbólica,
pudiendo situar la imagen corporal más allá de su realidad discapacitante.

El hijo-niño inaugura una nueva genealogía

El hijo abre las puertas del orden de lo familiar, causando la genealogía que, a su vez, lo ha causado. La
genealogía implicara cambios y re significación de lugares, permutaciones significantes.

Un hombre y una mujer que deciden tener un hijo-niño, deberán perder su lugar con el fin de recuperarlo
como otro, el de padre y madre por un hijo, que los nominara y necesitara en la diferencia.

El hijo se incorpora al nuevo linaje genealógico que lo precede y antecede en la alteridad de la diferencia
generacional. El deseo y la demanda de los padres se diferencian y separan del deseo del hombre y de la
mujer, que sitúan el origen del hijo en una dimensión imposible de recuperar, de representar para él.

Lo familiar es efecto del intercambio simbólico y genealógico. La posición materna y paterna tendrá
efectos de re significación en ella como mujer y en él como hombre. La función escénica del hijo
conformara la enunciación de la posición del sujeto-niño en estructuración dentro de lo familiar.

Los hijos de la discapacidad

La discapacidad descarnada del hijo cuestiona la función parental, los padres heredan la discapacidad, la
deficiencia, el diagnostico, el pronóstico y lo informe de las nefastas consecuencias que acarrea.

El hijo corre riesgo de tornarse anónimo, transformándose en el hijo del síndrome o las deficiencias, lo
que es del orden de lo demoniaco. El niño seria hijo del doctor que descubrió esa criatura, que el síndrome
y por descubrirlo lleva su nombre.

En este recorrido, los padres heredarían de su hijodiscapacitado, no sería ya ni la promesa, ni el


proyecto, ni la hipótesis, sino la deficiencia como producto terminado, como organicidad en vida.

Si el hijodiscapacitado queda fijo, habría permutación de lugares simbólicos, con lo cual el niño-hijo
ocuparía siempre la misma posición, lo que ocasionaría la fijeza en la función materna y paterna, como
madre y padre de un eterno bebe, inmovilizándolo de la significancia de la red genealógica y en su
actuación significante.

Caminos y escenarios del “hijodiscapacitado”

En nuestro recorrido clínico y educativo hemos podido constatar por los menos 3 caminos diferentes del
hijodiscapacitado en su funcionamiento escénico familiar:

I. Del hijodiscapacidato que soporta, en su posicionamiento congelado, el amor incondicional de


sus padres. Esos padres se dedican todo el tiempo a la problemática de su hijo y hacen de ella la
causa de su vida. El amor sin limite que los causa, esconde en su contracara la culpa y los
reproches que la discapacidad genera; en el amor simbiotizado, los padres e hijos son nombrados
por la deficiencia que los causa.
II. Del hijodiscapacitado que genera rechazo, donde refracta la imagen del niño des-identificándolo
como hijo y recubriéndolo con la discapacidad. En estos casos, el amor deviene odio y culpa,
generándose un espejo que refracta una y otra vez al niño en su organicidad y anormalidad.
Aparece la figura del doble ideal, de aquel que no nació y que el hijo en su discapacidad soporta
como otro espejo ideal, competencia inalcanzable e imposible que culmina siempre venciéndolo.
III. El difícil y doloroso camino del duelo, la elaboración y re significación de la promesa, del
proyecto y de la hipótesis que todo hijo representa. Recuperar la función del hijo que la deficiencia
discapacitante, en su pregnancia discursiva y simbólica. La operación clínica y educativa que
sustentamos implica necesariamente realizar un corte, una separación posible entre hijo, y
discapacidad. Romper la holofrase hijodiscapacitado, para recuperar al hijo-niño por fuera de la
discapacidad, anormalidad u organicidad.

El órgano, sin imagen del cuerpo

Frente al órgano lesionado y la disfunción que el mismo conlleva, generamos un escenario relacional y
simbólico, a partir del cual creamos una escena donde él pueda existir en un espejo diferente a la
discapacidad.

Las reacciones que el niño ofrece orientan la creación escénica para armar un corte y separación del
niño con la deficiencia, con la múltiple fragmentación. Armar un lazo escénico, generando un pliegue, una
diferencia-alteridad con respecto a la fusión niñodiscapacitado.

En este escenario simbolizante, no sólo el niño podrá existir en otro espejo posible, sino que se podrá ir
imprimiendo una huella, una marca-letra de esas escenas oponiéndose del órgano, que se consume en el
propio escozor y obscenidad de la organicidad, sin sentido y sin palabras.

La representación psicomotriz

El Otro genera un escenario y una escena donde puede advenir la representación sensoriomotriz como
puente. El acontecimiento produce la división y diferencia entre la sensación y la respuesta. Comienza el
tiempo de la anticipación y la re significación de lo sensorial a lo motor y de lo motor a lo sensorial.

Al producirse la respuesta subjetiva, se re significa para ese sujeto el hacer como representación
psicomotriz que media y articula la sensibilidad.

El niño actúa y escenifica la representación psicomotriz como apropiación subjetiva, como gesto dado a
ver y a leer a Otro que causa el deseo de moverse, de actuar y re significa el acontecimiento de escritura e
inscripción de la diferencia entre lo sensorio y lo motor.

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