Jessica Sims - Midnight Liaisons 04 - Wanted. Wild Thing
Jessica Sims - Midnight Liaisons 04 - Wanted. Wild Thing
Jessica Sims - Midnight Liaisons 04 - Wanted. Wild Thing
Thing
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R
yder esconde un oscuro secreto de sus compañeros de trabajo en
Midnight Liaisons. Cada vez que ella se siente atraída
sexualmente por un hombre, su lado dragón se abre paso. ¡No es
exactamente atractivo! Pero tiene que perder su virginidad antes de su
vigésimo quinto cumpleaños, o se convertirá en un dragón para siempre.
C
uando nos detuvimos frente a mi casa, mi cita, Jordan, aparcó el
auto y me miró:
—Soy muchas cosas, Jordan, pero ser sexy no es una de ellas. —Y aparté
su mano con mi bolso rosado de Hello Kitty, que funcionaba tanto como
escudo como prueba que yo no era la idea de “sexy” de alguien. Yo era
linda.
Linda como los cachorros, los gatitos y el lápiz labial rosa con brillo (que
estaba usando en ese momento). Mi cabello estaba recogido en dos rubias
trenzas sobre mi cabeza, y estaba usando un vestido de última colección
color rosa con un collar de Peter Pan, medias amarillas y zapatos Mary
Jane a juego que lucían como algo que Baby Spice usaría. Cuando mi
cita me había visto esta noche, había comentado que me había vestido
para la Pascua. No era así, me había vestido para el día martes.
Simplemente me gustaban las cosas brillantes y alegres y amaba usarlas.
¿Conoces el dicho: “Fíngelo hasta que lo consigas”? yo vivía eso cada día
de mi vida. En mi cita, estaba nerviosa como el demonio, pero jamás lo
sabrías por la forma en que reía, coqueteaba y charlaba sin detenerme.
Estaba en Ryder Modo Activo. Cuando Ryder estaba activada, yo tenía
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una personalidad eternamente efervescente. ¿Cuando estaba en Ryder
Modo Apagado? Bueno, yo no le mostraba esa Ryder al mundo.
Nadie podía ver a Ryder Modo Apagado, excepto yo. Era lo mejor para
todos los involucrados.
—No he podido apartar los ojos de ti en toda la noche —dijo él con una
voz seductora, deslizándose un poco más cerca de mí.
Aun así, estaba en esta cita porque era una eterna optimista. Tenía que
tener esperanza, o no tener nada.
Me presioné contra la ventana del auto para poner tanta distancia entre
nosotros como fuera posible.
A salvo.
El monstruo bajo mi piel tenía algo que ver con la sexualidad. Yo podía
coquetear inocentemente todo el día o abrazar a una amiga. Dar
apretones de manos. Sin ningún problema. ¿Pero en el momento que la
mano de un hombre me acariciaba con intención sexual? Salía a relucir
la escamosa bestia con colmillos. Deslicé un dedo sobre los duros
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colmillos ahora saliendo de mis encías por encima de mis caninos. Esos
siempre dolían más y eran los últimos en desaparecer.
—Por favor, Ryder —dijo Jordan, su voz más suave—. ¿Podemos hablar
de esto? Realmente me gustas.
—No eres quien creí que eras —grité de vuelta. Oh, la ironía en esas
palabras—. Vete antes de que llame a la policía.
Resultó que eso fue lo mejor para mí. En el momento que había conocido
a la alta y esbelta vidente, había sabido que ella era diferente de los otros
humanos. Había tenido un suave resplandor que yo no había podido
identificar entonces. Ahora sabía lo que significaba, ella había tenido
sangre fae.
A los catorce años, había estado destrozada. No solo mis padres no eran
mis padres reales, ¿sino que también era un monstruo de alguna clase y
estaría condenada por siempre si no superaba la fecha límite?
Así que tenía que encontrar a mi pareja perfecta. ¿Y como el cuento donde
la chica besaba a muchos sapos? Tenía que tocar a muchos hombres.
Coqueteaba libremente, como cualquier mujer feliz, alegre y joven.
Cuando perdía el miedo, tocaba a un chico. Solo para probar.
Este chico no había sido El Indicado, pero eso no significaba que el chico
correcto no estuviera allá afuera. Seguiría buscando la respuesta a mi
problema, y la encontraría. No estaba a punto de dejar que el pequeño
monstruo dentro de mí me detuviera.
N
o todo el mundo estaba hecho para el turno de noche en una
agencia de citas sobrenatural. Tenías que ser consciente de cosas
como lunas llenas, alergias específicas de las especies, llamadas
vampíricas de madrugada por un ligue, y la capacidad de sonar alerta
mientras contestabas el teléfono a las dos de la mañana. Era un trabajo
extraño, pero lo amaba. Nuestros clientes eran raros, y me gustaba lo
raro. Lo raro era divertido. Lo raro era interesante. Lo raro, sin embargo,
no era para todo el mundo.
—No dejes que Savannah te oiga decir eso. Herirás sus sentimientos, y
sabes lo fácil que lloran las mujeres embarazadas.
Marie Bellavance era mi mejor amiga. Habíamos sido uña y carne desde
que empezó a trabajar en Midnight Liaisons. Si alguna de nosotros
pensaba que era extraño que dos seres humanos dirigieran el turno de
tarde-noche en una empresa de catering para una exclusiva clientela
secreta que ocultaba el hecho de que eran sobrenaturales, no hacíamos
ningún comentario sobre ello. Nos gustaba que nos pagaran, después de
todo. Y Marie era divertida. Era mordaz, ingeniosa, irónica, y siempre
tenía observaciones interesantes.
Fue despedida el mes pasado por salir con vampiros, pero tuvo serias
razones para querer salir con la persuasión con colmillos. Estaba
muriendo de una enfermedad extremadamente rara y mortal, y la única
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manera en que Marie pudiera sobrevivir era convirtiéndose en no-muerta.
Afortunadamente, esas cuestiones fueron resueltas por Josh Russell, un
grande y guapo hombre-puma que la salvó de su enfermedad y la
convirtió en una agradable y saludable puma. Ahora Marie trabajaba
para Beau Russell, el líder de la Alianza Paranormal.
Estaba sola.
Estar sola era aburrido, y resultaba ser una larga noche, especialmente
cuando los teléfonos estaban tranquilos. Y no era luna llena, o viernes
por la noche, o cualquier otra cosa que hiciera que la agencia estuviera
ocupada, lo que significaba que estaba sola con mis pensamientos.
Saliendo del trabajo. Beau y las manadas de lobos todavía se reúnen todo
el tiempo. ¡Un desastre! Sin embargo, Josh me lleva a cenar esta noche
para compensarlo.
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Quizás tengas suerte, bromeé.
¡Estaría loca si no! Lo enfatizó con una cara sonriente, y añadió: Tengo
que correr. Hablaré contigo más tarde.
Cuando la olla gorgoteó, bebí el brebaje dulce que había hecho antes y
me dirigí a mi escritorio para hacer frente a mi montón de cosas por
hacer. En la parte superior de mi lista se encontraban las próximas
actividades para nuestros solteros. Tuvimos una cata de vino la semana
pasada, pero nadie se presentó, excepto los vampiros. Gran error; nadie
quería salir con vampiros. Bueno, excepto Marie.
—¡Iré en un instante!
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Probablemente Savannah. Varios meses de embarazo, la pobre chica aún
tenía nauseas por la mañana, náuseas por la tarde, náuseas por la noche,
y en cualquier momento, náuseas por oler cualquier cosa.
Solía dejar que los demás se ocuparan de los fae, encontraba su actitud
grosera, pero esta noche me tocaba a mí ser el comité de bienvenida.
—Hola —dije con voz alegre, sonriendo a los dos hombres mientras
apagaba la radio—. Bienvenidos a Midnight Liaisons.
Ugh.
—Gracias —le dije—, pero me temo que no lo reconozco como uno de mis
clientes.
Su labio se curvó.
—No entiendo por qué está aquí, entonces. —Eché un vistazo al gran
matón detrás de él, pero el hombre no dijo nada. Cuanto más lo miraba,
más aterrador parecía. Decidí evitar mirarlo después de eso.
—Porque, estoy aquí para verte, preciosa. —El tono del fae se volvió dulce
y calmante—. Quería ver cómo mi pequeño premio ha progresado, y
parece que ya está casi madura para la cosecha.
—¿Cómo… cómo lo sabe? —Nunca había dicho a nadie que era una
cambiada. Marie sabía que me transformaba en algo asqueroso (me había
atrapado en medio del acto una vez), pero nunca hizo preguntas y yo
nunca ofrecí respuestas.
—Bueno, ¿cómo crees que llegaste hasta aquí? ¿En el reino de la tierra?
—No hay problema —le dije, señalando a mis dos “clientes” que me
esperaran mientras entraba al escritorio de Savannah. Era una maestra
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en fingir, así que saqué su silla para ella, actuando como si no pasara
nada—. Toma asiento. Estoy con un par de clientes, pero una vez que
haya terminado, vamos a revisar los registros de citas de esta noche, ¿de
acuerdo?
—Sara te dejó el correo; ¿por qué no empiezas eso por ahora? —dije
mientras recogía el paquete envuelto en hule en la esquina de su
escritorio y se lo ofrecí—. Y bebe un poco de agua.
—Pero por supuesto —dijo el príncipe de esa manera suave como la seda.
Los hice pasar a una sala de conferencias y cerré la puerta, luego inicié
un CD de música clásica.
—Claro.
—Él no es importante.
Me congelé.
—¿Tuya?
—¿Procreada?
Un pequeña yegua dulce, ¿eh? Eso era espeluznante. Tal vez era algo de
faes.
—¿Otromundo? —repetí.
—No eres fae. —Él pareció ofendido ante la idea—. Eres una niña
cambiada. Y tu especie tiene una tasa de mortalidad muy alta en el reino
fae, me temo. Un montón de criaturas se alimentan de tu especie. Eres
muy vistosa y hermosa en tu forma natural, pero con muy pocas
defensas. Por lo tanto, estás aquí para tu protección. —Finian hizo un
gesto hacia mí generosamente—. De nada.
Inclinó la cabeza.
—La belleza está en el ojo del que mira, mi mascota. Y mi cambiada tiene
una marca en su muslo superior en forma de un sol con un nudo celta
de eternidad en el centro.
—Es muy sencillo. Los cambiados toman tiempo para madurar —dijo
Finian, juntando los dedos—. A los veinticinco, serás ideal para la cría,
lo que significa que es seguro llevarte de regreso al reino fae. Tengo el
macho perfecto.
—No hagas esto difícil —me dijo Finian con una voz condescendiente—.
Hugh aquí tiene un montón de amigos que están dispuestos a garantizar
que vengas conmigo. No me gustaría tener que atraparte.
—Además —dijo Finian con voz alegre—, una vez que llegue tu vigésimo
quinto cumpleaños, te será imposible mantener a tu bestia controlada.
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Tu frenesí de apareamiento va a asumir el control, y entonces rogarás
que te lleve.
—Sí. Es un período difícil, es por eso que estoy aquí hoy. Puesto que inicia
tu período fértil, empezarás a dejar feromonas en todas partes. Te será
imposible ocultar tu identidad.
Lo peor de él eran sus ojos. No porque tenía pupilas como un gato, lo que
era en realidad genial. Era la emoción en ellos lo que me molestaba, o
más bien, la falta de ellas. Eran fríos y vacíos cuando me miró. No había
ni un ápice de suavidad allí.
Finian sonrió.
—N
o estoy segura de que esta sea una buena idea —
comencé, incapaz de dejar de mirar la boca de Hugh.
¿Acababa de ver, de verdad, colmillos?
Quizás una vez que Finian se hubiera ido, podría razonar con Hugh.
Pagarle. Algo. Luego podría… ¿Qué? ¿Escapar? ¿Cómo? Me volvería un
monstruo permanentemente en un mes a menos que encontrara a mi
Príncipe Encantador.
—Oh, disculpa.
—Voy a salir de tu camino para que así puedas salir —dije, haciéndole
gestos a la puerta principal.
—No me voy a ir. Lo sabes. —Su voz fue fría y brutal con eficiencia.
Noté con sorpresa que sus dedos terminaban en grandes garras. ¿De
dónde diablos era este tipo? ¿Estaban en la edad media en el reino fae?
Si era así, los estaban alimentando con cereales para deportistas, porque
Hugh era tan inmensamente ancho y musculoso que se veía como si
pudiera aplastar un auto pequeño con sus manos.
Era claro que si iba a llegar a alguna parte con Hugh, tendría que probar
mi encanto. Eso estaba bien. Era buena encantando a las personas.
—Hugh, cariño, ¿por qué no te sientas y te haré una buena taza de café?
Yo era una optimista, sin embargo; solo tendría que encontrar la manera
de deshacerme de Hugh, o hacer lo mejor de él estando aquí.
—Ya que me seguiste, ¿por qué no llevas esto? —Lo empujé en sus
manos.
Resopló.
Sin respuesta.
Eché un vistazo justo para ver su pálido rostro. Presionaba una mano en
su boca y salió disparada hacia el baño de nuevo.
—Voy a suponer que eso es un no —le dije a Hugh—. ¿Te gusta el café?
Tal vez le podría decir a todos que Hugh era un cambia formas. Eso
funcionaria, ya que tenía colmillos y, eh, rayas. Así que quizás era algún
cambiador tigre exótico, quien estaba incómodo alrededor de los
humanos y necesitaba ser tomado bajo mi protección. Excepto que…
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noventa y nueve coma nueve por ciento del mundo era humano, así que
tendría que haberse topado con personas antes de ahora.
Regresé a la oficina cuando ella emergió del baño, con una toalla de papel
presionada en su boca, sus ojos agrandados en alarma.
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—¿Está todo bien?
—Todo bien —le aseguré—. Hugh aquí tiene un gatillo fácil, y la cafetera
lo sobresaltó. —Fui a un armario por la escoba y un recogedor, luego se
los tendí a Hugh—. Y ahora que lo rompió, va a limpiarlo.
Hugh me enseñó los dientes con un gruñido. Querido dios, eran grandes,
sus caninos prácticamente parecían colmillos.
—¿Qué sucedió?
—Lo tuve antes —dijo con una voz suave y susurrante, y tomó otro sorbo
de agua—. No ayudó.
—Eso podría ayudar. Quizás con algo de limón. Salvo que… nuestra
cafetera está muerta. —Miró sobre mi hombro, sus cejas juntándose.
Con sus pies descalzos, que solo ahora noté. Estaban con garras,
también. Oh, señor.
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Savannah me miró, luego cogió un lápiz y un bloc de notas. Escribió algo,
luego empujó el bloc hacia mí.
¿Qué es él?
—Bueno, ya que nuestra cafetera está muerta, iré a la cafetería por tu té.
Hugh, ¿por qué no vienes conmigo? Puedes terminar de limpiar eso
cuando regresemos.
—Ese es mi auto. —Señalé al azul bebé con puerta trasera sobre el que
había puesto orejas y bigotes de gatito, y le hice gestos para que tomara
asiento en el lado del pasajero.
—Solo extiende el asiento hacia atrás —le dije—. Vas a tener espacio.
Era mi turno para fruncir el ceño, metí las llaves en el encendido. El auto
repicó amablemente, recordándome que la puerta estaba abierta y que
no todos los pasajeros estaban abrochados.
—No deben tener autos en el reino fae —me quejé. Bueno, eso explicaría
la extraña elección de ropa de Hugh, suponía. Quizás eran todos
medievales ahí o algo así. Miré hacia atrás a la oficina y vi a Savannah
observándonos a través de las ventanas—. Está bien. Tenemos que seguir
adelante. Para empezar, tira de la palanca bajo tu asiento para liberarlo.
Eso lo moverá hacia atrás y te dará más espacio.
¿Por qué Finian pensaba que este hombre podría protegerme? Estaba
fuera de su elemento de una forma descomunal.
—Soy un primordial —me dijo sin rodeos, luego se inclinó hacia adelante
para mirar por el parabrisas cuando nos detuvimos en una cafetería de
veinticuatro horas que me gustaba frecuentar.
Muy bien, no íbamos a ninguna parte con esto. Me metí dentro de la fila
para autos.
—Anca de unicornio.
—Eh, no creo que tengan eso aquí. Sólo sándwiches, galletas y tipos de
café. ¿Qué tal si yo te ordeno algo?
Se encogió de hombros.
—¿De qué clase? —salió del altavoz—. Tenemos pocos, ya que es el final
del día, pero quizás tengamos lo que necesite.
Se asomó a la ventana.
—¿Dónde?
Abrí mis ojos y vi como Hugh daba otro enorme bocado del sándwich sin
desenvolver en su mano. Un trozo de papel desapareció entre sus labios
e hizo una mueca, claramente no disfrutando del sabor.
—Tú y yo tenemos que llegar a un trato antes de que vayamos más lejos.
Era exasperante.
Parpadeé.
—¿Qué juramento?
—¿Es dinero?
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—No es dinero. Es algo que no puedes ofrecer.
De vuelta al comienzo.
Y a juzgar por la forma en que sus ojos de gato brillaban con diversión,
él quería que lo hiciera.
Él resopló.
—Sean quienes sean, no son de mi clase. —Me dio una mirada plana—.
Explica esta Alianza.
Su labio se curvó.
Hugh era peligroso. Estaba aquí para “protegerme” de todos y cada uno
de los que pudieran interponerse en el camino de los deseos de Finian.
Porque Finian sostenía algo sobre su cabeza. Algo que no me contaba.
Pero… ¿Y qué?
—¿Disfrutando tu comida?
—Dime.
—Bueno, para empezar, nadie más que tú y Finian saben que soy una
cambiada.
—Eso es lo mejor.
—Ah, sí. Pondrás tu puño pequeñito en mi rostro. —Se rio entre dientes.
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Ahora estaba cabreada.
—En realidad, voy a empujar esto —le dije, señalando el botón de las
luces de emergencia en el salpicadero y alardeé—, y tu asiento se moverá
hacia adelante tan duro y rápido que tus bolas terminarán en tu
garganta. —Dejé mi dedo cernirse sobre el botón—. Así que sigue,
llámame “mujer” de nuevo.
—Eso está mejor. —Dejé que mi voz se volviera dulce, y dejé caer mi mano
lejos del botón de emergencia—. Todo lo que estoy tratando de decir es
que tienes que mezclarte. Será más fácil para ti vigilarme si nadie
sospecha tu verdadera motivación.
—No es una mentira real —lo persuadí—. Es sólo una pequeñita. Vamos
a inscribirte en la agencia, y puedes fingir ser tímido. No sería una
exageración que te tomara bajo mi ala y te ayudara. Soy conocida por ser
un poco coqueta con los hombres —dije, y agité mis pestañas hacia él.
—Simplemente no respondo.
¿Cómo se supone que iba a tener alguna idea de lo que eso significaba?
El hombre era como un disco rayado.
—No hay problema —le dije—. Marie y yo solíamos hacer viajes por café
todo el tiempo. —No pude evitar la nota melancólica que se levantó en
mi voz.
Asentí.
—Ahora que ella está trabajando de día y yo todavía trabajo por las
noches, no nos vemos mucho. —Teníamos almuerzos juntas y
conversábamos por teléfono y correo electrónico, pero no era lo mismo
que sentarse una enfrente de la otra, ocho horas por la noche.
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Me encogí de hombros y me volví hacia Hugh, que estaba asomándose
por encima de mi hombro.
—Oh, lo conozco —dije—. Él era uno de los de Marie. Sólo coquetea con
él y estarás bien.
—Sí, es difícil a menos que sepas cómo trabajar con él. —Me incliné sobre
el escritorio y le di un guiño pícaro, lanzando mi cabello sobre el
hombro—. Cielos, mírate, Fred —arrullé—. ¿Estás aquí para visitarme?
Justo me estaba diciendo que necesitaba un trago grande de vampiro
esta noche. —Y me lamí los labios de una manera exagerada.
L
as horas se arrastraban. Fue una noche lenta, y llené la noche con
trabajos pendientes y el entrenamiento de Savannah en las viejas
tareas de Marie. Fuimos interrumpidas repetidamente por sus
viajes al baño y las ocasionales preguntas ridículas de Hugh. Él era peor
que un niño aburrido.
Empecé a bostezar alrededor de las 2:00 a.m., una hora antes de lo que
cerrábamos normalmente. Savannah se veía como que no podía hacerlo
por otros cinco minutos, mucho menos por una hora. Sentí pena por ella.
—¿Por qué no te vas y lo dejas por esta noche? Estaré bien aquí.
—¿Mmm?
—Voy a ir contigo.
—No mientras estoy durmiendo —dije en voz más fuerte. Nunca iba a
conseguir dormir si él estaba de pie sobre mi cama y mirándome toda la
noche. Ni hablar.
Para disfrazar mejor mi feo interior, mantenía el tema alegre. Mi sofá era
rosa con almohadones en forma de rodajas de limón y con volantes de
encaje. Mis cortinas eran de ojal blanco, y las chucherías de unicornios
y animales bebés abarrotan mis repisas. Una de mis citas una vez se
había quejado de que parecía la sala de una niña de diez años de edad.
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Hugh entró en mi sala silenciosamente mientras cerraba la puerta
principal detrás de nosotros.
¡Auch!
Él se quedó en silencio.
No solía recibir visitantes con frecuencia, por lo que no tenía mucha ropa
de cama adicional. Terminé utilizando una vieja manta de cuadros de la
mecedora. Para el momento en que regresé a la sala, Hugh estaba
revisando las cosas. Lo vi mientras recogía una de mis velas perfumadas
fresa-vainilla, la olió y le dio una lamida tentativa.
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—Um, no comas eso —le dije, tratando de no reír ante su expresión de
asco—. ¿No tienen velas en el mundo fae? ¿De verdad?
—¿Más de tu juramento?
—Me han dicho que esto no es como las cosas de la mayoría de la gente
de todas formas —dije, en dirección al sofá y empezando a lanzar
animales de peluche y los cojines fuera de él—. Marie se ríe de mi
debilidad por el color rosa.
Quería preguntarle qué quería decir con eso, pero Hugh conocía todos
mis secretos. Me hacía sentir vulnerable darme cuenta de que él sabía
todo lo que era, sin embargo, yo no sabía nada sobre él.
—Mmm.
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—¿Hermanos? ¿Hermanas? ¿Una gran familia? ¿Te llevas bien con tus
padres?
—Ninguno.
—¿Ningún qué?
—Bueno, eres sólo una fuente de información, ¿no es así? —Me estaba
poniendo malhumorada—. Entonces, ¿se supone que no tengo que
conocer nada sobre ti pero debo confiarte mi vida durante el próximo
mes? ¿Eso es correcto?
—Lo es.
—¿Y entonces se supone que tengo que aceptar el hecho de que alguien
piensa que puedo pertenecerle?
Él se encogió de hombros.
—Entonces, ¿qué pasa si digo que no? ¿Y si quiero vivir aquí en el mundo
de los humanos, y sólo aceptar mi parte cambiante o algo así?
Él me miró intrigado.
—¿Eso es posible?
—No veo por qué no. Hay personas además de los fae que tienen
información sobre los cambiados.
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—¿Es así? —Parecía desconcertado.
Él no dijo nada.
—¿Y?
—¡No lo harás!
—¿Hugh?
Ninguna respuesta.
¿Se había ido? Eso no tenía sentido. Él había declarado que iba a ser mi
sombra por el próximo mes, ¿por qué me dejaría sola? Casi pude haber
pensado que me había imaginado todo si no hubiera sido por el hecho de
que cada poco de comida que poseía, tenía al menos un mordisco.
—¡Todas!
—Busqué comida. Finian fue claro en que debo proveer para ti, si es
posible, asegurarme de que recibas el mejor cuidado hasta que él te
recupere.
Bueno, eso era algo que una chica no escuchaba todos los días.
—Soy una perfecta talla cuatro, gracias. Y deseo permanecer así. —Me
senté en el sofá a su lado y parpadeé ante la montaña de sándwiches
envueltos que él sacó de la bolsa. Tenía que haber al menos veinte
hamburguesas de todos los tipos—. Dios mío. ¿Conseguiste suficiente
comida?
—Los agarré.
Buen punto.
—No tenemos magia, que yo sepa —corregí—. ¿Cómo funciona este portal
mágico? ¿Lo puede hacer cualquiera? —Estaba increíblemente curiosa.
Más que eso, quería saber cómo podía usarlo a mi favor—. ¿Puedo hacerlo
yo, siendo una cambiada?
—Lo sé. —Su voz fue plana, por el desagrado. No me miró a los ojos.
Él sacudió la cabeza.
—Este juramento debe ser bastante imperioso para que me vendas tan
despiadadamente.
—No dije que debías hacerlo —le dije con mi voz más dulce, la que usaba
con nuestros clientes más irascibles—. Iré contigo. Quiero ver a esos
primordiales yo misma.
—¿Por qué no? —Agité mis pestañas, luego me senté un poco más cerca,
inclinándome, porque los hombres siempre parecían apreciar ese tipo de
cosas. Y le di mi expresión más fascinada e intensa—. Quiero aprender
todo sobre ti, Hugh. ¿Está eso tan mal?
¡Sí!
—N
ecesitamos un portal —dijo Hugh—. Algo que podamos
atravesar hacía el otro lado. —Examinó mi pequeña
sala—. Tu morada es extraña y llena de ángulos. Tú
eliges qué usamos.
Sacudió su cabeza.
—Solo puedes usar el hechizo del portal en un objeto una vez al día. No
se sostendrá de otra manera.
No obstante, tenía que admitir que sentía mucha curiosidad sobre Hugh.
—¿Estás bien?
—Tal vez el mío solo está realmente sensible ahora mismo —murmuré.
—¿Cómo regresaremos?
—Hssst —dijo Hugh, girándose para mirarme. Sus ojos brillaban como
platillos en la tenue luz.
—¿Ryder?
—¡No me toques!
Mi bestia estaba viniendo. Oh, Dios, oh, Dios. También frente a Hugh. La
vergüenza me azotó, mezclada con el dolor y el miedo. Mis manos se
arrastraron hacia mi rostro para escudarlo de su mirada. No ahora. No
frente a alguien más.
—Yo… necesito quitarme la ropa —dije con voz áspera. Mis alas dolían,
desesperadas por escapar, y me tomó todo lo que tenía el no arrancar mi
top como Hulk—. Por favor… no mires.
—En algún momento tendré que mirar —dijo Hugh, y esa gran mano de
nuevo acarició mi cabello. Su pulgar rozó mi mejilla, mi dura mejilla
puntiaguda—. ¿Te haría sentir mejor si confieso que esta túnica no es
mía? Finian insistió en que la usara. Mi gente no acostumbra a usar ropa.
Confía en mí cuando digo que tu forma natural no me ofenderá.
Esa había sido la más dolorosa e incluso más difícil. No era difícil ver por
qué. Normalmente mi piel se transformaba gradualmente, en parches, las
escamas mezclándose con mi piel pálida hasta que toda cambiaba. En el
reino fae, en segundos me transformaba completamente. Mis brazos
destellaban con escamas, y las alas correosas en mi espalda se sentían
más grandes que nunca. Aquí tenía una cola de longitud completa
azotando detrás de mí en lugar de un muñón medio formado. Toqué mi
rostro; se sentía extraño, como de una gárgola. Repulsivo. Bajé la vista a
mi cuerpo. Húmedas escamas brillantes cubrían mi pecho. Incluso mis
pezones eran pequeños puntos duros escamosos.
—Dame solo un minuto —dije, y mi voz era áspera, no la mía. Una oleada
de aborrecimiento me atravesó, me forcé a ponerme sobre mis pies… mis
escamosos pies antinaturales, y me paré. En algún momento, tendría que
mostrarle mi horrorosa forma. Bien podría hacerlo ahora. Levanté mi
cabeza…
Dios, era peor de lo que pensé. Mordí mi labio, solo para hacer una mueca
ante el dolor que causó. ¿Era tan repulsiva incluso para él que no me
miraría? Mi orgullo, ya maltratado, dolía más que mi cuerpo recién
transformado.
Para hacer las cosas incluso peor, Hugh no era repulsivo para nada. Ya
que su mirada estaba apartada, lo miré abiertamente. Su pecho era
ampliamente enorme, y ligeramente peludo con la misma coloración a
rayas que tenía su cabello. Perdí la oportunidad de mirar sus partes
privadas, me di cuenta demasiado tarde, así que en cambio me comí con
los ojos sus piernas. Eran gruesas y fuertes, y sorprendentemente largas,
dada la masividad como un barril del resto de su cuerpo. Sus poderosos
muslos se flexionaron mientras se giraba para revelar un apretado y
delicioso trasero que me hacía sentir todo tipo de salvajes deseos. Quería
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tocarlo por alguna razón, mi mano se alzó involuntariamente. Era
pecaminosamente hermoso desnudo.
¿Hugh me mentía? ¿Me guiaba a algún lugar para atraparme? No, eso no
tenía sentido. Hugh dijo que nunca mentía, y cualquier cosa que Finian
le había prometido, lo quería desesperadamente como para venderme.
No dije nada mientras caminamos por la maleza, con cada paso mis pies
con garras se hundían en la oscuridad. Me concentré en las nalgas
flexionándose de Hugh delante de mí, el ocasional vistazo de su polla y
bolas entre sus piernas. Me hizo sonrojarme incluso mientras me
fascinaba, y quería mirarlas fijamente. ¿Era eso raro? ¿Importaba
siquiera?
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De repente Hugh se detuvo, extendiendo su mano para detenerme.
—¿Finian?
—Nunca vendría aquí por su propia voluntad. —Me hizo señas para que
lo siguiera mientras se lanzaba hacia adelante.
—¿Qué es?
—Oh… mierda.
—¿Hugh?
Y estaba aturdida.
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Más de dos metros de largo y pesando varios cientos de kilos, su enorme
cuerpo estaba atado con músculos, su pecho grueso y como un barril. No
tenía melena pero estaba cubierto con más de esas extrañas rayas
bizarras que eran evidentes en su forma humana. El animal de Hugh se
veía como un tigre con esteroides. Lo más sorprendente de todo eran sus
mandíbulas: su cabeza enorme se balanceó, y capté un vistazo de dos
colmillos sobresalientes de treinta centímetros mientras le gruñía al
rinoceronte y lo golpeaba con una pata gigante.
Mierda.
E
l diente de sable dio un gruñido bajo mientras yo me quedaba ahí
en estado de shock, y cuando el rinoceronte osciló ese cuerno
enorme, Hugh lo apartó con una pata gigantesca. Yo esperaba que
el rinoceronte reaccionara mal, pero sólo dio un resoplido parecido al de
los humanos y se puso en cuclillas. Un momento después, su forma se
transformó de nuevo, tan rápidamente que apenas pude parpadear y un
hombre se agazapaba en su lugar. Se enderezó y me miró desde detrás
de cejas gruesas y escarpadas, una frente pesada, y una nariz enorme
que dominaba su feo rostro.
Crucé los brazos sobre mi pecho lleno de escamas y di otro paso hacia
atrás, mi cola agitándose con ansiedad.
—¿Hugh?
Hugh me gruñó.
Le fruncí el ceño.
—Sí, lo sé. Hugh, ¿podrías cambiar de nuevo para que podamos tener
una conversación acerca de esto?
Me sonrojé. Quiero decir, no pude evitar notar que era virtuoso estando
excitado o no. Hugh era sin duda grande en todas partes.
—Artur nos oyó venir y decidió reunirse con nosotros —dijo Hugh,
caminando más allá de mí para aferrar una mano en el gran hombro de
Artur—. Y ahora va a dejar de mirarte fijamente.
—Está bien —le dije—. Estoy aquí desnuda, y suena como que no tienen
una gran cantidad de cambiadas.
—Vengan.
Seguí a los dos hombres mientras se movían por delante a una distancia
corta. Ellos se murmuraban cosas el uno al otro, pero sus voces eran tan
bajas y mi capacidad de oír tan mala que no podía entenderlo, lo cual fue
frustrante. Me sentía como un bicho raro, una paria, y mis sentimientos
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estaban heridos. Sabía que mi forma era horrible, pero no se suponía que
estuvieran impactados por ella, ¿o sí?
Todos los hombres, sin embargo, estaban desnudos. Todos tenían el pelo
igual de salvaje y enormes cuerpos. Y todos estaban mirando hacia mí
como si fuera un bicho raro.
—No digas más, Artur, para que no pongas en peligro nuestra amistad.
Todos hombres.
Y todos me miraban.
—Dios mío. No hay ninguna mujer aquí, ¿o sí? Eso es lo que Finian te
ofreció. Una novia.
—¡No me digas que me calle! No soy una pequeña criatura mansa que
puedas mangonear. Estás protegiéndome por el próximo mes,
¿recuerdas? Nada de eso dice que no puedo hablar. —Di un paso
alrededor de Hugh y lo miré con irritación. Con la misma rapidez, él se
trasladó un paso delante de mí—. Estoy en lo correcto, ¿no? No hay
ninguna mujer aquí.
Los hombres miraron a Hugh, frunciendo el ceño, pero noté que unos
pocos continuaban mirándome. A pesar de que yo era horrible, todavía
querían mirarme. Sí. Caminé hacia el árbol y agarré la piel de animal,
colocándola sobre mis alas deformadas para cubrir mi cuerpo en una
semblanza de modestia.
—Está bien, ¿puedo decir que esto esta jodido? Perdón por el francés y
todo, pero en serio.
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—Tú eras la que deseaba ver a mi gente. —Hugh hizo un gesto a los
hombres que los rodeaban—. Aquí estamos. ¿Esto te hace feliz?
Yo no podía competir.
—No lo sé. —Sus ojos brillaban—. Los fae mantienen a nuestras hembras
separadas de nosotros. No sabemos cuántas hay, o quiénes son. Los fae
crearon este reino para nosotros. —Hizo un gesto—. Nos retienen aquí.
No podemos salir salvo por sus medios. Nadie viene. Nadie se va.
—No entiendo. Tienes el collar del portal que Finian te dio. ¿Por qué no
lo tomas y simplemente sacas a todos de aquí?
¿Y a juzgar por las miradas ávidas en los rostros de los hombres? Era lo
que todos ansiaban más.
Utilizamos una de las cuevas para dibujar la puerta. Los otros rondado
cerca, y estaba claro que tenían preguntas sobre mí. Siguieron mirando,
incluso después de que Hugh gruñó y trató de ahuyentarlos, e incluso
después de que Artur se metiera a ayudarlo. Eventualmente, sin
embargo, retrocedieron, y creamos el portal.
—¿Qué los detiene de venir tras nosotros? —le pregunté a Hugh—. ¿Por
qué no seguirnos a través de él? Hay sólo una compañera para ti, no para
ellos.
—Finian dijo que había compañeras para todos nosotros —me dijo
Hugh—. Nadie va a arriesgar la vida de su mujer.
Se hizo el silencio, y con él, una tensión extraña. Nadie habló mientras el
aire brillaba, el contorno cuadrado del portal lentamente apareciendo a
la vista como una fotografía develándose. Una vez que apareció, Hugh dio
a los otros una mirada significativa.
Oh no.
—Es el reino fae lo que te afecta. Aquí, eres capaz de controlar las cosas
mucho mejor. Sólo relájate y deja que suceda.
Él asintió.
—¿Te das cuenta de que los hombres no se supone que deben ofrecerse
a compartir una ducha con una mujer?
—No —dijo, y su voz ronca envió replicas por mi espina dorsal. Su mirada
se posó en mi cara, y entonces se levantó bruscamente—. Pero voy a
bañarme si lo solicitas.
—Te traeré una toalla. —Pensé por un minuto, luego miré hacia él.
Estaba de pie en mi habitación, de espaldas a mí, sus bronceadas nalgas
flexionadas mientras toqueteaba mi despertador—. Me acabo de dar
cuenta... ¿no tienes nada de ropa, verdad?
Él resopló.
—Um, bueno, necesitas un poco de ropa —le dije—. A menos que planees
no salir de mi apartamento por el próximo mes.
—¿Estado?
—Uh, sí. Has estado PEA por los últimos dos días.
—No —dije con una risa—. Escucha. ¿Puedes hacerme un gran, gran
favor?
—La habrá.
Me encogí de hombros.
—¿Salón?
—Solo para los humanos —coqueteé. Por alguna razón, que él me viera
en mi forma cambiante había roto el hielo. Lo peor había pasado, así que
no tenía más de qué preocuparme. Había visto mi lado más feo y había
alejado la mirada. No había vomitado ante mi vista, o gritado con horror.
Simplemente había alejado la mirada. Hería mis sentimientos, pero podía
manejarlo. Era curiosamente un alivio tener a alguien con quien
compartir mi secreto. Hacía a Hugh seguro. ¿Apartando el hecho de que
era alto, musculoso, y más de un poquito salvaje? Estaba presionando
todos mis botones.
Hugh gruñó.
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—Si debo cambiar mi apariencia, debo.
—No importa —dije, a pesar de que me sentí sonrojar de placer al oír que
le gustaba mirarme—. Estoy desnuda y necesitas irte.
—Bueno, como quieras —dije con mi voz más dulce y dejé caer mi toalla.
Si quería torturarse a sí mismo, podía. No me importaba, y nunca
retrocedía ante un reto de coqueteo, eso era seguro.
Eran necesarios. No quería pensar en sus partes rebotando por allí todas
sueltas mientras lo llevaba por el barrio. Me hacía sentir un poco…
sonrojada. Distraída. No podía afrontar cualquiera de las dos.
Tenía que idear un plan. Primero, disfrazar a Hugh para que pareciera
normal. Luego, trabajar. Entonces pensar en cómo perder mi virginidad.
—Se llama salón —le dije mientras entrábamos—. Es llevado por cambia
formas, así que no te darán problemas. Solo sígueme.
La mirada en sus ojos muy abiertos se giró hacia mí, como si me viera
por primera vez.
—Oh. Hola. —Su voz estaba sin aliento—. ¿También tienes una cita? —
Su mirada voló de regreso a Hugh y vi una franca apreciación allí—. Estoy
segura de que podemos encajarte.
—¿Por qué? —jadeó Lisa, moviéndose más cerca de Hugh, su escoba aún
aferrada en su mano. La otra estilista aún continuaba solo mirando a
Hugh también.
—Bien —dijo Lisa, moviéndose más cerca de Hugh. Tendió una mano
para tocar su cabello…
—Mis disculpas.
—Está bien, chico grande —dijo Lisa, estirando la mano para tocar su
cabello otra vez. No parecía intimidada en lo más mínimo. Sus dedos
pasaron a través de sus enredados mechones e hizo un ruido de
apreciación ante sus rayos—. ¿Estas iluminaciones son naturales?
Frunció el ceño.
Sacó una de las sillas del salón, arrastrándola cerca del lavabo y la
señaló.
—Justo aquí.
—Muy malo —estuve de acuerdo. Al menos, sería malo para mí. Iba a
tener que eludir las reglas y tratar de salir con un cambiaformas si quería
librarme de la maldición. Marie había sido despedida por hacer la misma
cosa y yo no quería que me despidieran. Me encantaba mi trabajo. Pero
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también me encantaba estar en forma humana más de lo que lo hacía
siendo una cambiada, así que algo tenía que dar.
—Ahí estás —dijo Bath, corriendo hacia mí—. ¿Dónde has estado? Hemos
estado muy preocupados.
—Para tu turno, sí. Pero ¿qué hay de los dos últimos días?
—¿Qué quieres decir? Estuve aquí con Savannah en el trabajo ayer por
la noche.
—Lo siento mucho —le dije sin convicción—. Supongo que simplemente…
perdí la noción del tiempo.
—Soy un primordial…
—No —dije en una alta risa falsa—. No seas tonta. —Nadie tenía que
recordarme el caos que había interrumpido nuestra pequeña oficina
cuando Marie había sido atrapada saliendo con vampiros. Casi había
comenzado la Tercera Guerra Mundial entre los cambiadores y vampiros,
y Bath estaba aún sensible que su agencia había sido utilizada como
vehículo para las citas ilegales—. Nada de eso en absoluto. Hugh aquí no
es local y no es bueno saliendo en citas, así que dije que lo tomaría bajo
mi ala durante unos días y le mostraría cómo coquetear. Espero que esté
bien.
Ella asintió con aire ausente, mirando por encima a Everett, quien tenía
un teléfono a la oreja y estaba escribiendo.
—Es bueno que estés aquí —murmuró—. Puedes encargarte de las citas
rápidas que se llevan a cabo esta noche en Konstantine’s. Me preocupaba
que tuviéramos que reprogramar.
Oh, ratas. Yo normalmente controlaba las citas rápidas, pero esta noche
no era muy buena para mí. Por un lado, tenía a Hugh marchando a lo
largo de mis talones.
—¿Escribir?
—Nadie aquí tiene un solo nombre —le dije. Bueno, a menos que fueras
una estrella del pop—. Necesitas un segundo.
Él se quedó perplejo.
—¿Por qué?
—¿Qué?
—Uh, sí.
—¿Cuáles?
—No. —Miró a los demás, luego se inclinó de nuevo, dándome una mirada
muy interesada—. Cuéntame más. Tengo que saber estas cosas si voy
complacer a mi pareja.
—Pero…
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—Después —susurré. Le di Bath una dulce sonrisa mientras nos miraba
y metía su bolso bajo el brazo—. ¿Te vas, Jefa?
—Me voy a reunir con Beau para cenar —dijo y pasó una mano por su
cola de caballo—. Noche de cita.
—Lo haré. Aunque estoy segura de que puedo ayudar a Everett con todo
lo que necesite. —Moví mis cejas hacia el guapo hombre-puma en el
escritorio al otro lado de la habitación—. Sólo tiene que preguntar.
—Ya sabes.
—Regresaré.
—¿Oye, Ryder?
—¿Por?
Una mano grande empujó a Everett hacia atrás. Hugh se interpuso entre
nosotros, un estruendo bajo, enojado en su garganta.
Pero Everett estaba frunciendo el ceño hacia los dos. Mierda. Miré desde
el hombre-dientes-de-sable a mi costado hacia el erizado hombre-puma
a pocos metros de distancia. Necesitaba calmar esta situación o iba a
haber una pelea de gatos. Literalmente. Rápidamente recogí el café en la
canasta y lo metí de nuevo en su lugar, luego golpeé el botón para iniciar
la olla.
—Así que, Everett, ¿dónde está ese alto, moreno y guapo hermano gemelo
tuyo?
—Ah —dije. Lily era la salvaje chica humana que había sido rescatada
del vampiro loco al mismo tiempo que Marie. El problema era que Marie
se había convertido en una cambiadora, por lo que fue considerada
“segura” y una del equipo. Lily era humana y estaba completamente
hecha un desastre desde su cautiverio, por lo que todo el mundo tenía
miedo de liberarla por temor a que ella derramara secretos de la Alianza.
La última vez que había oído, Lily había intentado escapar dos veces, así
que alguien estaba constantemente con ella. Hoy, al parecer, era Ellis—.
Bueno, dile que dije hola y que lo echo de menos.
Hugh no dijo nada, pero sus cejas estaban bajas en su rostro. Estaba
claro que no estaba feliz.
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—Bueno, tienes mi número si me necesitas —le dije a Everett—. Me llevo
a Hugh conmigo.
N
os dirigimos a Konstantine’s, y Hugh me frunció el ceño todo el
tiempo desde el asiento del pasajero.
Pero Hugh lo entendía todo mal. Everett sólo era un amigo. A pesar de
que me dije eso, mi mente intrigante empezó a preguntarse… ¿podía
conseguir que Everett tuviera sexo conmigo? ¿Si le contara mi problema?
Él sería más comprensivo que la mayoría.
—Lo recuerdo.
—Bueno, para empezar, estoy dirigiendo este grupo que llamamos Citas
Rápidas. O Apareamiento Rápido. Es para que los sobrenaturales
conozcan a otros sobrenaturales, y va a haber un montón de cambiadores
aquí esta noche, y algunos vampiros. —Esperaba su reacción. A algunos
de los cambiadores no les gustaban los vampiros, y Konstantine’s era un
notorio sitio de vampiros. Pero Hugh no reaccionó, por lo que seguí—.
Tenemos un montón de clientes varones, y coqueteo con todos ellos. Eso
es algo de lo que soy. Así que no quiero que estés sorprendido o que
interrogues a nadie si vienen a platicar conmigo, ¿entiendes?
—No estoy aquí para aparearme con otras mujeres, Ryder. Estoy aquí
para asegurar que permanezcas a salvo…
—Bla, bla, lo sé. Pero esto es parte de tu cubierta. Tienes que hacer esto.
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—¿Así que tengo que hacer esto mientras tú te ríes y dices cosas a otros
hombres para seducirlos?
—Sólo palabras.
—No voy a dejar que nadie me toque, lo prometo. —No quería que lo
hicieran, de cualquier manera.
—Júralo.
—Lo juro. —Sólo ese simple toque de nuestra piel hizo subir y bajar un
escalofrió de mi cuerpo, sin embargo, y retrocedí, tratando de
recuperarme antes de que entráramos en el restaurante—. Sólo… dame
un minuto.
—Tú empezaste.
—Pero tienes una voz tan hermosa —me dijo con esa sonrisa todavía en
su rostro—. Estoy seguro de que el resto de ti coincide.
—Estoy segura de que lo hace —dije con coquetería—. Pero soy humana
y no estoy en el menú.
Entonces, Hugh se volvió y me dio una mirada grosera, como si todo esto
fuera por mi culpa.
Toqué la campana muy pronto, los cinco minutos eran como una
eternidad —para mí y para Hugh, imaginaba— y después me dirigí a
escoltar a Brad a su siguiente mesa.
Qué bombón.
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—Quise decir en tu mesa.
—Ah. Hay potencial, pero su voz no era ni mucho menos tan hermosa
como la tuya —me dijo.
—Espera aquí. —Y partí hacia Brad antes de que Hugh pudiera discutir
conmigo. Me acerqué y observé que Brad había volteado la cabeza hacia
mí antes de que llegara ahí, su sentido del olfato le advirtió de mi
presencia—. ¿Decidiste que no puedes tener suficiente de este lugar? —
bromeé poniendo mi mano en su manga de nuevo—. ¿O solo esperando
por mí?
Sonrió.
—Yo podría…
—Ésta mujer no está disponible para ti —dijo Hugh con voz enojada—.
No la toques.
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—Hugh —dije dulcemente, mis dientes rechinaban—. Quítate, no es
asunto tuyo.
Brad levantó sus manos al aire, caminando con el bastón bajo su brazo.
—No —dijo Hugh de nuevo y se giró hacia mí. Sus ojos eran los de un
gato feroz—. He soportado esto de las citas rápidas porque insististe.
Ahora es mi turno de insistir, Ryder te vas conmigo.
—No puedes hacer que me vaya —le susurré—. Este es un lugar público.
—Estaba a salvo de él aquí.
—¿Hacer? ¿Qué…?
¿Y qué era peor? Con cada golpe de su mano en mi cabello, no quería que
se detuviera de sostenerme.
Era extraño, hace dos minutos quería golpear a Hugh en la cara por
arruinar mis planes. ¿Ahora? Me sentía acariciada, reconfortada y…
despierta. Puse mi mano en el amplio llano de su pecho… y fui repelida
por lo que vi. Garras largas en la punta de cada dedo, escamas color
verde-marrón y chichones que salían de mis brazos como una joyería
extraña.
—No me toques.
—¿Vas a usar ese truco cada vez que hable con un hombre?
C
ondujimos de regreso a trabajar en silencio, y tuve que fingir un
estado de ánimo alegre en la agencia por el resto de la noche. Si
Everett notó algo extraño en mi ropa, ahora muy estirada, o los
agujeros en mis alpargatas blancas donde las garras de las puntas de
mis pies habían atravesado la piel, no dijo nada. Buen hombre.
—Hay un lugar cerca de comida china para llevar abierto las veinticuatro
horas. ¿Cómo te sientes acerca del arroz frito y el cerdo mu shu1?
Oh, genial.
Dudó.
Tomó otro gran bocado del General Tso y masticó, pensando. Después de
que tragó, miró hacia mí.
—Cambiada es una palabra humana. Los fae la han adoptado porque les
divierte, pero cuando yo era joven, tu clase era llamada fionn gainne.
Significa “bonita escama”.
Solté un bufido.
—Los fionn gainne son muy raros, y en la infancia, muy frágiles. El reino
fae es duro e implacable, por lo que los fae han florecido a pesar de la
invasión humana. Su reino es seguro para ellos, precisamente porque es
tan peligroso. Nadie más se atrevería a vivir allí.
—Así que, ¿los fae dejan a los bebés cambiados con los humanos porque
es demasiado peligroso en su propio terreno?
—Así que fui dejada aquí. ¿Esto… esto sucede a menudo? ¿Lo de cambiar
al bebé?
Se encogió de hombros.
—He oído rumores, pero las noticias que recibimos de los reinos fae
consisten sobre todo en lo que ellos deciden decirle a mi clase. —Su boca
expresiva hizo un gesto irónico—. Por suerte, les gusta presumir.
—Así parece. —Lo estudié con curiosidad—. Sin embargo, has visto a otro
como yo, ¿no es así?
—Lo he hecho —él estuvo de acuerdo—. Fue hace algún tiempo. Meses.
Tal vez años. Los fae pensaron que ella era muy interesante. Tuvo una
racha muy salvaje hasta que la domaron y la hicieron procrear. Tú
incluso podrías ser uno de sus cachorros. Creo que su nombre era Jer-
See Dayvil.
—¿Jer-See? Oh, Dios mío. ¿El diablo de Jersey? —Mi boca se abrió con
horror—. ¿Estoy relacionada con eso? —Todos los niños habían oído
hablar del Diablo de Jersey, el grande y escalofriante monstruo alado en
el bosque que aterrorizó a los primeros pobladores de América.
—Es posible. No hay muchos de tu especie. Es por eso que eres tan
preciada. Sé de menos de una docena. Ser propietario de un cambiado es
todo un símbolo de estatus para los fae. Finian ha estado esperando por
ti durante muchos años.
Solté un suspiro.
—Así que el Diablo de Jersey, ¿eh? Supongo que ella nunca encontró a
su Amor Verdadero.
—Hablas de esto, pero no estoy familiarizado con eso. ¿Qué es esto del
“amor verdadero”?
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—Una adivina que tenía sangre fae me dijo que había una persona sobre
la tierra que es mi pareja perfecta. Mi Amor Verdadero. Si encuentro a
esa persona, voy a tener éxito en eludir mi maldición y no me
transformaré cuando él me toque.
Tragué saliva.
—Bueno —dije—. Gracias por el beso, en todo caso. Los que obtengo son
pocos y distantes entre sí, y siempre terminan mal.
Hugh me miró durante tanto tiempo que me puso nerviosa. Por último,
dijo:
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—¿Son... son más largos?
—No es sólo eso —le dije, lamiendo mis labios—. Esa no es la única
manera de besar. Puedes morder los labios de la otra persona, o
chuparlos, o puedes utilizar la lengua.
—¿Lengua?
—Sí. Tú… —Me sonrojé—. Empujas la lengua en la boca del otro. Es muy
erótico.
—Tengo ojos, por supuesto. Veo lo que la gente hace. Y luego está siempre
la televisión. —Mis ojos se abrieron y me puse de pie, olvidándome de la
cena—. Santo cielo, no te he mostrado la televisión, ¿verdad? Ven,
sígueme.
Él lo hizo, llevando una de las cajas de comida para llevar con él mientras
me seguía.
Aun así, me hizo sentir cálida y podría haber rodado mis caderas un poco
más mientras me dirigía al otro lado de mi sala de estar para sentarme
al lado de Hugh en el sofá. Apunté el mando a distancia e inmediatamente
la TV se encendió, con las noticias a todo volumen. Me gustó la forma en
que Hugh saltó, asustado, ante la vista, sus ojos agrandándose. Eché un
vistazo a la televisión, tratando de ver a través de sus ojos. Nada
emocionante estaba sucediendo, sólo un informe del tiempo.
—Es una caja que transmite imágenes —le expliqué—. Y podemos elegir
lo que queremos ver. Déjame ver si puedo encontrar algo con besos.
Me encogí de hombros.
—No son raros aquí —le dije—. Y nadie en los Estados Unidos come
caballos.
Resopló.
Pasé unos pocos canales más, haciendo caso omiso de sus sonidos de
protesta mientras pasábamos elemento interesante tras elemento
interesante. Pero necesitaba encontrar besos, maldita sea. ¿Por qué era
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Página
que no podía encontrar nada ni remotamente romántico a las tres de la
mañana? Miré a Hugh, quien estaba empujando el General Tso en su
boca, sus grandes ojos fijos en el televisor mientras alguien levantaba
una batidora de mano en el canal de compras.
—¿Qué es?
Por alguna razón, eso hizo que mi lado cambiante cosquilleara más duro,
y sentí a mi cuerpo empezar a doler con la necesidad de transformarme.
Rápidamente levanté el mando a distancia para apagar el televisor de
nuevo.
—No puedo sentarme aquí —le dije a Hugh y me levanté. Era demasiado
incómodo. Y excitante. Un toque de Hugh y mis alas estallarían fuera de
mi espalda. Dejé el mando a distancia en el sofá.
M
i calendario era todo un desastre, gracias a los días perdidos,
pero di prioridad a las cosas, y lo primero en la lista era el
almuerzo de hacer las paces con mi mejor amiga, Marie.
Marie Bellavance era unos años mayor que yo y más o menos mi polo
opuesto. Era gruñona y sarcástica, donde yo era alegre y feliz. Me gustaba
el maquillaje y las cosas cursis. Marie llevaba grandes gafas de friki, no
hacía nada con su oscuro cabello rizado, y tenía el vestuario más
aburrido posible. Ella también maldecía como un marinero, siempre en
francés. Y hasta el mes pasado, era una mujer puma recién convertida.
Hugh no lo creía.
—No.
—¿Por qué?
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—Tu ropa es inapropiada.
—Eso es diferente.
—No seas todo chovinista conmigo, Hugh. Estoy autorizada a usar lo que
quiero.
Suspiré.
—¿Si me pongo algo más modesto, me prometes que me dejarás sola por
unas horas?
—No.
Tomé una respiración larga y estabilizante, y tintineé las llaves del auto
hacia él, sabiendo que no iba a llegar a ninguna parte.
—No.
—Vamos. Estoy al alcance del oído. Serás capaz de escuchar todo lo que
decimos sin estar sobre mí como una mamá gallina sobreprotectora.
Mientras tanto, yo voy a tener algo parecido a la privacidad. ¿Entiendes?
Necesito esto o voy a perder la calma.
—Muy bien.
—Solo siéntate aquí y pide algo de comida —le dije—. Diles que yo voy a
pagar por tu cuenta. —Me incliné sobre la mesa para sacar el menú, y
cuando me enderecé, me di cuenta de que Hugh también se echó hacia
atrás, sus fosas nasales dilatadas—. Acabas… ¿acabas de oler mi
cabello?
—El menú tiene fotos —le dije sin aliento—. Simplemente apunta a algo
que se vea bien y no te preocupes por el costo. El cuarto de baño está al
otro lado de la habitación si lo necesitas. —Esperaba no tener que
mostrarle cómo funcionaban las manijas del agua… de nuevo.
—Voy a estar bien —dijo en voz baja, echando una rápida mirada a mi
estómago desnudo.
—Hueles como a gato. No sé qué tipo, pero a gato, sin duda. —Levantó la
cabeza y miró alrededor—. Un gato que está aquí. —Su mirada recorrió
la estancia y se detuvo dos mesas más allá, sobre Hugh. Luego su mirada
se giró hacia mí—. ¿No me digas que estás saliendo con el Alto, Oscuro,
y Feroz de allá?
Marie pidió agua, y yo tomé café, luego hice un gesto a la mesa de Hugh.
Marie se subió las gafas por la nariz y me dio una mirada escéptica.
—¿Qué? ¡No! Estás loca. —Y Dios, eso me hizo sonrojar. No solo porque
era vergonzoso, sino también porque estaba bastante segura de que iba
a tener que explicar lo de gigoló a Hugh después—. Es una larga historia.
Pero voy a pagar por su comida, y no, no voy a decir más que eso.
—Solo cuando tiene que hacerlo. Al menos eso es lo que tengo entendido.
—¿Por qué? Savannah es su prima. —No entendía por qué Beau, quien
tenía una bonita y dulce esposa humana llamada Bathsheba, estaría muy
estresado por la vida amorosa de Savannah—. Es un adulto, ¿no? Puede
salir con quien quiera.
—Sí, pero Connor es un lobo. Sabes cuán tensas están los asuntos con
ellos desde la cosa de Sara.
Había ido tan bien como se podía esperar. Algunos lobos habían sido
exiliados, los líderes de manada habían cambiado, Sara quedó libre, y la
mayoría de los miembros de la Alianza evitan a los licántropos aún más
que antes. Los lobos no eran queridos en territorio de la Alianza.
Lo que lo hacía más difícil para Savannah, porque ella había entrado en
celo hacía unos meses y había sido embarazada por Connor. Un lobo.
Todo era un desastre. Por lo que podía decir, Connor estaba
desesperadamente enamorado de Savannah, y Savannah resentía a
Connor por embarazarla.
Sí. Complicado.
—Beau quiere que los lobos sean bienvenidos para que puedan continuar
los avances con las manadas, pero todo el asunto de Savannah-Connor
sigue sin resolverse, y con la historia de Sara con las manadas, es sólo
un momento extraño por ahora. Beau se tensa cada vez que tenemos una
llamada de un lobo local, aunque la mayoría de ellas son del tipo de
preguntas benignas. —Ella se encogió de hombros—. Puedo decir cuando
un problema está relacionado con lobos sólo por las líneas de tensión en
su frente.
—¿Te gusta trabajar para él? —Le pregunté cuando la camarera se detuvo
y dejó nuestras bebidas, luego tomó nuestros pedidos. Pedí una ensalada,
y Marie pidió lo mismo. Ella me había dicho que la carne a veces hace
que fuera difícil controlar su nuevo lado cambiante, así que iba por lo
vegetariano cuando podía. Entendí eso. Vivía una vida de evitar
detonantes.
—Lo hago —admitió Marie una vez que la camarera se había ido—. Bath
está allí tan a menudo y veo a muchas de las mismas personas que es
casi como estar en la oficina de nuevo, excepto que estoy trabajando de
día ahora en lugar de por las noches, y tú no estás allí. —Ella me dio una
mueca triste y simuló una lágrima bajando por su mejilla.
—Sólo han pasado dos días —dijo con una sonrisa exasperada. Tomó otro
bocado de lechuga en su boca y añadió—: Sólo puedo imaginar cómo va
a ser el próximo año.
—Oh, vas a disfrutar cada parte de ello —le dije con una sonrisa—.
Admítelo.
—¿Te lastimaste?
Él me miró.
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Página
—Mi recipiente para beber se rompió.
—Está bien, que así sea. —Fui a sentarme de nuevo con Marie.
Por alguna razón, no me gustó ese comentario. Yo no era tan frágil. Miré
y vi que la camarera había permanecido al lado de Hugh y estaba
limpiando su mano, tomándola entre las suyas y limpiando la sangre
mientras ella balbuceaba acerca de cuanto lo sentía. Hugh parecía…
confundido. Como si quisiera alejar su mano, pero no pudiera. Él miró a
la mujer, fascinado, mientras ella se desvivía por él.
Una celebridad con una cara de niño bonito y rizos despeinados estaba
paseando a través de la cafetería. Saludó a la gente mientras risueñas
mujeres sacaron sus teléfonos con cámara y tomaron imágenes de él.
Una celebridad famosa. En el centro comercial en el que estaba
almorzando. ¡Qué notable coincidencia!
Sí, claro.
—Probablemente debería irme —le dije a Marie cuando levanté una mano
para llamar a la camarera.
Resultó que pues no, no era paranoica; el fae hizo un círculo alrededor
de la habitación y comenzó a dirigirse infaliblemente en nuestra
dirección, su mirada centrada en mí. Una fría sonrisa cruzaba su rostro
mientras se apresuraba hacia mí.
Estaba atrapada.
—¿Cómo me encontraste?
—Oh, es obvio, mi amor —dijo con una voz suave—. Estás positivamente
nublando el aire con feromonas.
Mis ojos se estrecharon en él. Su voz parecía un poco más suave, más
sofisticada de lo que recordaba.
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Página
—¿Tenemos que hablar de esto ahora, Finian? —pregunté, mi corazón
martillando en mi garganta.
—No voy a ninguna parte —le dije, una pequeña tenaza de miedo
instalándose en mi estómago.
—Ah, pero lo haces —dijo en voz baja y se inclinó—. Mira toda la piel que
has expuesto. Odiaría que tuvieras un accidente y mostraras tu
verdadera cara a todas estas personas. Ellos podrían no entender lo que
están viendo... y entonces, ¿qué sería de ti?
Una mano grande se aferró al hombro del fae y tiró de él hacia atrás un
paso. Las manos del fae salieron volando de mí. Para mi alivio, Hugh
había aparecido detrás del hombre y lo había alejado. Se inclinó, sus ojos
salvajes relucientes.
Y el fae no se iba.
Pero los ojos de Hugh brillaban, y mientras miraba, sus uñas parecían
crecer más allá de los extremos con manicura, sin filo, formando garras
de nuevo. Él estaba perdiendo la pista de su lado humano justo en medio
de una cafetería llena de gente en el centro comercial. Mientras
observaba, sus dientes se alargaron, sobresaliendo debajo de su labio
superior.
—No creo que no nos siga. —Hugh se dirigió a mi lado del auto conmigo,
y no se fue hasta que abrí la puerta y me deslicé dentro. Cerró la puerta
tras de mí, luego se movió a su lado del auto y entró.
—Hay muchos caminos —le dije—. Puedo tomar varias rutas. ¿Por qué?
—Él no será disuadido por un escenario público —dijo Hugh con voz
cortante—. Intentará venir por ti esta noche, una vez que haya
determinado donde vives.
—Tus feromonas.
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Página
—Si estoy emitiendo todas estas feromonas, ¿cómo es que todos los otros
cambiadores no están enloqueciendo a mí alrededor? —El pánico manchó
mi voz.
—Él no tiene los mismos sentidos que los primordiales tienen. No los
necesita.
—¿Y luego qué? —gruñó Hugh—. ¿Dejar que te lleve tan pronto como
salgas de nuevo?
—A algún lugar nuevo. Algún lugar en el que no hayas estado antes, así
no habrá una fuerte concentración de tus feromonas. Encontrará tu casa
porque tu aroma marcará en tus cosas.
—¿Hotel?
Hugh gruñó.
—¿Ryder?
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Levanté la mirada para ver a Hugh cerniéndose sobre mí, su collar
colgando de una de sus grandes manos.
Me frunció el ceño.
—No es nada —dije, limpiando mis mejillas—. Sólo estoy... estresada. Eso
es todo. No me prestes atención.
Por alguna razón, así de rápido, su toque impersonal sólo empeoró las
cosas. Sólo lloré más fuerte.
Una gran mano se posó en mi cabello, y lo siguiente que supe, era que
mi cara se aplastaba contra el ancho pecho de Hugh. Frotó mi hombro, y
sus brazos estaban alrededor de mí.
—Voy a abrazarte.
Sollocé.
Eso estaba bien, en realidad. No era una situación que podría ser resuelta
con palabras amables. Sólo era yo, llena de autocompasión a la que
normalmente no me permitía entregarme.
—Sé cómo te sientes —dijo después de una pausa—. Este mundo... veo
a la gente, y eso me da envidia. Veo a los hombres caminando con sus
mujeres, y sosteniendo sus manos. Veo los fáciles toques de parejas. Veo
sus hijos. Veo familias, y me doy cuenta de que mis hombres no tienen
nada. No tenemos más que una vacía existencia solitaria en nuestro
reino. Y... quiero esas cosas, también. —Suspiró, el sonido pesado y
triste—. No puedo evitarlo pero quiero más.
Sentí una extraña afinidad con Hugh en ese momento. Él era tan solitario
como yo, tan atrapado y aislado en este mar de felicidad y gente normal.
128
Página
Entendía cuán ajeno se sentía ver a alguien casualmente acariciar la
mejilla de un ser querido y saber que podrías nunca tener lo mismo.
Lo entendía. Me entendía.
Pero no lo hice. Me apreté más cerca de él, mis pechos rozando contra su
pecho. Mi mano se aferró a su camiseta, y me tiré contra él, mi boca
inclinándose más cerca. En cualquier momento, él me empujaría.
Exigiendo que pare. Así que pensé que podría llegar tan cerca como
pudiera antes de que lo hiciera.
La mirada en sus ojos era abrasadora con pasión. Aspiré aliento al ver
todo ese deseo arrollador a través aquellas pupilas gatunas, al ver el dolor
en ellas.
Pero igual de rápido como el beso había comenzado, terminó. ¿La mano
que había aterrizado en la parte de atrás de mi cuello para jalarme hacia
él? De repente me jaló hacia atrás y me apartó. Mis ojos se abrieron —ni
siquiera me había dado cuenta de que los había cerrado— y miré a Hugh
sorprendida, jadeando.
—No.
Totalmente humillada.
Totalmente devastada.
Estaba tan fea que estaba más allá de los besos, incluso para un
cambiaforma como Hugh.
Estaba condenada.
131
Página
Traducido por Silvia Carstairs y AsheDarcy
C
uando me había serenado a mí misma, aspiré una profunda
respiración estabilizadora y estudié mi rostro en el espejo. Me
había transformado de nuevo en la antigua y familiar humana
Ryder. Mi cabello rubio estaba delicadamente revuelto, mi flequillo
desplazado sobre un lado de mi frente. Mis ojos estaban enrojecidos e
hinchados por llorar, y la punta de mi nariz estaba roja también. No una
linda apariencia, pero mejor que la alternativa.
—¿Estás enojada?
Silencio.
—No pienso que seas horrible, Ryder —dijo Hugh en una baja voz suave—
. Si lo hiciera, no podría haberte besado. Y no te equivoques, fui yo el que
te besó. No olvido quién y qué eres. Presioné mi boca en la tuya sabiendo
esto. Toqué mi lengua con la tuya totalmente consciente de esto. —Esa
mirada ardiente volvió a sus ojos—. Y me aparté no porque olvidara lo
que eres, sino porque no he olvidado lo que se espera de mí, debo cumplir
mi juramento.
—Lo estoy.
133
Página
—¿Aun sabiendo en lo que me convierto cuando soy tocada?
Asintió.
—Lo sé, lo sé. Pero tampoco dijiste algo justo entonces. Solamente eres
del tipo que asiente.
—Eso es correcto.
La noche pasó sin incidentes, ningún fae se mostró a derribar las puertas
del cuarto del hotel. Era como si nada hubiera sucedido y estábamos solo
siendo tontos y paranoicos. Por supuesto, imaginé que era lo que se
suponía que debía pensar. Podría dejar caer mi guardia, y tan pronto
como lo hiciera, sería raptada. Sabía cómo era el juego. No era estúpida.
Aun así, con todo esto, había tenido un sueño atrevido, y había sido uno
bueno. Bostecé y me estiré, luego saqué mis piernas de la cama,
asombrosamente alegre. Está noche, después del trabajo, decidí,
conseguiríamos un agradable y ostentoso cuarto de hotel. Después de
todo, si iba a terminar en el reino fae, bien podría salir con estilo. Pateé
la sábana y me levanté.
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Página
—Buenos días, Hugh.
Él gruñó.
Era mi turno para fruncir el ceño. Coloqué mis manos sobre mis caderas.
Solo en el caso de que me las arreglara para salir de este lío, quería tener
mi trabajo para pagar las cuentas de las tarjetas de crédito de esta
semana.
—No es seguro.
—Pero…
—Yo…
Él suspiro.
—¿Estás diciendo estas cosas con una voz dulce para engatusarme,
mujer?
Él gruñó.
—¿Y tienes que ir a trabajar para tener dinero? ¿Para los cuartos?
—Sí.
—Muy bien.
Tomé la ducha más rápida del mundo y me sequé con la misma rapidez,
lanzando a un lado la pequeña toalla áspera tan pronto estaba lo
suficientemente seca. Mi cabello era una maraña húmeda, sin embargo,
y odiaba el pensar en ir a trabajar con él así. Había un secador de cabello
unido a la pared, así que lo tomé y lo encendí, apuntando a mi cabello.
La puerta del cuarto de baño se abrió de golpe y Hugh entró, ojos salvajes.
Me congelé en el lugar, mirándolo conmocionada.
Me enderecé.
Oh, mi Señor, esto era lindo. Despeiné mi cabello húmedo con mis dedos.
Él miro hacia mí entonces, y oh, sus ojos estaban tan oscuros que no
podía ver lo blanco en ellos. Estaba cerca de transformarse.
Sentí una punzada de culpa por su ira. Por supuesto que estaba enojado
conmigo. Estaba descaradamente tratando de hacerlo romper su
juramento. Estaba colocando mis necesidades frente a las necesidades
de veinticuatro hombres esperando por sus compañeras… por no hablar
de las mujeres esperando por los hombres. ¿Era tan egoísta,
verdaderamente? ¿Podía continuar con este plan sabiendo que iba a
evitarle un grupo sin rostro el conocer la felicidad?
138
Página
Pero… ¿qué acerca de mí? ¿No merecía felicidad, también? Mordiendo mi
labio, aparté la culpa que sentía y puse mi abochornada sonrisa en mi
cara, siguiendo a Hugh al cuarto del hotel.
Hugh estaba sentado en una de las dos pequeñas sillas de la mesa cerca
de la ventana. Sabía que no era cómodo para él; esto era obvio en su
lenguaje corporal y la manera rígida como se sentó. Había girado la silla
hacia la pared, como si eso pudiera de alguna manera salvarlo de mis
tácticas de guerrilla desnuda.
—Ryder, no…
Las manos de Hugh apretaron los brazos de la silla y parecía listo para
ponerse de pie de un salto y dejarme caer al suelo.
—¿Qué hay de malo con un beso? —le pregunté—. ¿Puedo evitar si quiero
uno más?
—No.
—Gracias —dije sin aliento—. Eso fue muy… amable de tu parte. —Me
deslicé de su regazo, sintiendo mi pulso golpetear entre mis piernas. Me
sentí débil de las rodillas, como si toda la fuerza hubiera sido drenada de
mí vía beso. Mis garras tocaron mis pechos escamosos, y lo miré mientras
se ponía de pie.
—Vestida. Ahora.
—Muy bien —dije, ignorando su tono irritado. Volví a paso lento al baño,
teniendo mucho cuidado de balancear mis caderas mientras caminaba.
Suspiré cuando no me siguió y miré a mi reflejo en el espejo.
El mismo rostro de cambiada miró hacia mí. Los ojos eran míos, pero la
piel era todavía escamosa, los cuernos retorcidos. Pasé una mano con
largas garras por mi mejilla pensativamente. ¿Eran los bordes en mis
pómulos menos prominentes? ¿Eran mis escamas de un poco menos
140
Página
fangoso color verde? Me volteé de lado y examiné mis alas. Todavía
arrugadas y de murciélago, pero parecían menos rugosas que antes.
—Me las arreglo. Sin embargo, este es quién lo hace difícil. ¿Tú cómo
estás? —Le dio una mirada curiosa a Hugh, luego a mí—. ¿Todavía
estamos trabajando en un proyecto especial?
—¿Te sientes bien para trabajar? Estoy totalmente bien si quieres salir
temprano.
Me estremecí.
Ella rio.
Ella negó.
—Sí, eso suena como Sara. Lo único que sé hacer es apretar botones,
pero te puedo enseñar eso —dije. Miré a Hugh, y una idea me vino a la
cabeza—. ¿Por qué no te colocas mis auriculares y observas este bonito
video de citas? —le dije.
Hugh era virgen. Yo era virgen. Hugh se sentía atraído por mí. No le
importaba mi lado monstruo. De hecho, Hugh también cambiaba cuando
se excitaba. Parecía que podíamos ayudarnos mutuamente con cosas.
Podría arreglar su virginidad por él, y él podría arreglar la mía. Una
situación ganar-ganar. Estaba la pequeño cuestión de su juramento, pero
no me preocupaba demasiado. Podía ser muy convincente cuando
deseaba algo.
Me imaginé que todo lo que tenía que hacer era ponernos en la situación,
y las hormonas lo tomarían desde allí.
El hotel que escogí para esta noche fue uno grande y caro, situado en el
centro. Era del tipo que atendía a turistas de altas esferas y conferencias
de negocios, nunca consideré una simple estancia durante la noche.
Sostuve mi mochila de color rosa sobre mi hombro, me sentí un poco
tonta por caminar a través del reluciente suelo de mármol y dirigiéndome
a la madera bellamente pulida del mostrador con Hugh a mi lado vestido
ultra casual.
Diez minutos más tarde, nos dirigimos a nuestro piso, llave en mano.
Tarareaba una melodía feliz, mientras Hugh se situaba sobre mi espalda,
actuando como si nada de esto fuera absolutamente extraño. Casual, me
dije, estás siendo casual. Fingí un gran bostezo y miré a Hugh con una
sonrisa, contenta cuando repitió el movimiento. Los bostezos siempre se
contagiaban.
—Haz lo que quieras —dije—. Pero pensé que para eso es ese hechizo en
la puerta. No serás capaz de protegerme muy bien si no duermes. Piensa
en cuánto mejor será si estás bien descansado.
Bueno, era valiente, pero no estaba segura de qué tan valiente era. Miré
a Hugh.
—Más de lo que debería. Por eso te pido que te vistas. —Su voz era firme—
. Por mi bien.
Hugh no dijo nada… pero no protestaba más, lo que tomé como una
buena señal.
—Esas películas no son como de verdad pasan las cosas. —No pude evitar
la gutural risa que se me escapó—. Esos son solo materiales utilizados
para excitar. Son evidentes y no son románticos en lo más mínimo. Si
quieres que tu mujer desee tu tacto, tendrás que ser sexy. Podría
mostrarte cómo hacerlo. Cómo tocarla. Podrías tocarme.
La perspectiva era una muy emocionante, tenía que admitir. Haría falta
un poco de serio coraje de mi parte, así como un poco de planificación
estratégica, pero podía hacerlo. Solo tendría que ignorar mi persistente
conciencia, que me decía que perseguía mi propia felicidad a costa de la
de tantos otros.
150
Página
Traducido por Mari NC y AsheDarcy
D
eliberadamente dormí encima de las mantas, una parte de mí
esperando que me despertaría y encontraría a Hugh tocándome,
incapaz de resistir mi encanto. En cambio, me desperté para
encontrar que Hugh había envuelto una manta alrededor de mí mientras
yo dormía. No estaba segura de si me parecía dulce… o totalmente
frustrante. ¿De seguro no había estado atascada con un hombre inmune
a mis encantos? Tal vez no estaba intentándolo lo suficiente.
Eso no era realmente cierto. Sólo quería hablar con mis amigos y obtener
algunos consejos. Pero con Hugh cerniéndose por ahí, tenía pocas
opciones. Podría haber enviado mensajes de texto, pero Marie apestaba
cuando de revisar su teléfono se trataba, así que pensé que haría uso de
los programas de chat de la oficina.
Está buscando locaciones para una fiesta de calcetín, tecleó Sara. Sólo se
le ocurrió la idea y ya estaba toda emocionada. Quería empezar. Ella
estaba sentada al otro lado de la habitación, por lo que simplemente
podría haberse quitado los auriculares y hablado conmigo, pero yo
prefería el programa de chat. Hugh no sería capaz de escuchar a
escondidas en la conversación de esta manera.
Sugerí una fiesta de cerradura y llave, pero ella pensó que era demasiado
sugerente.
Mmm, podría tener un punto. Dicho eso… ya que estás aquí. Quería
preguntarte algo… acerca de los chicos. Sara estaba emparejada con
Ramsey, por lo que podría ser una buena a quien preguntar. Ramsey era
grande, hosco y silencioso, pero de alguna manera Sara entró en su
corazón. El hombre-oso estaba totalmente dedicado a ella. Me imaginé
que tenía algún tipo de mojo en acción del que yo podría conseguir pistas.
Sí, tú.
152
Página
Amiga, de acuerdo, pero no estoy segura de que sea la experta. ¡Tú eres la
ligona aquí! ¡Yo debería estar preguntándote!
Sí, pero el tipo en el que estoy interesada parece ser inmune a mi coqueteo.
Estoy desconcertada y no sé qué hacer. No estoy segura de cómo hacerle
saber que me interesa.
Aquí está la cosa con los cambiadores, envió de nuevo rápidamente. Están
en una súper sintonía de aroma. Como ahora mismo, puedo oler que
apestas a ese gran gatito sentado a tu lado, lo que significa que los dos
están compartiendo de cerca. No juzgo, simplemente puntualizo.
Puede ser.
¡Provocadora!
153
Página
Está bien, es él. Y apesta en sintonizar con el coqueteo.
Tengo experiencia con eso. Una vez más, la oí reír sobre su computadora,
y no pude resistir la sonrisa en la mía. Ramsey no era exactamente
próximo cuando nos juntamos. Bueno. Sin entrar demasiado en las vidas
personales (porque mi Osito Abrazable me mataría si comparto todos
nuestros secretos), te voy a dar un consejo. ¿Recuerdas lo que dije acerca
de los cambiadores y el sentido del olfato?
Es muy entusiasta. Pueden oler todo. El miedo, porque trae un tipo agrio
de sudor. Y la excitación, porque trae… bueno, un tipo diferente de
humedad. ¿Me entiendes?
Oh vaya. ¡No tenía ni idea! Así que si quiero que sepa que estoy
encendida…
Sí. El sólo caminar junto a él lo hará. Es muy difícil para ellos resistirse.
PERO YO TOTALMENTE NO TE DIJE ESO.
¿Sí?
—Solo… leí algo divertido. Eso es todo. —Miré a Sara, pero ella todavía
estaba escribiendo en su juego, actuando como si nada estuviera
pasando—. Vuelve a tu revista.
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Página
Él frunció el ceño y volvió otra página brillante, arrugando su nariz con
disgusto cuando olió una muestra de perfume.
Él se quedó viendo donde toqué mis pechos. Miró fijamente. Luego volvió
a la revista y violentamente volteó a la página siguiente.
Ajá.
MENTIROSO TOTAL.
Él no huele, la reprendí.
¡Merde!
Lo sé. Lo siento.
Tienes suerte de que somos amigas. Así que, ¿qué estás haciendo tan
temprano?
Claro. Estoy entre reuniones, pero no tengo que correr hacia otra hasta
dentro de quince, lo cual es bueno. Beau es un buen jefe, pero no estoy
segura de que soy un fan de las llamadas de conferencia, y estamos
seguros de hacer un montón de ellas. Escribió una cara sonriente sacando
la lengua.
Eso lo hace.
Divertido, divertido.
Parpadeé hacia él. Bueno, eso era una manera de ver las cosas. Sabía
que él estaba aburrido de ser mi niñera, aun así. Nos habíamos dirigido
a la librería local unos minutos antes de que hubiera cerrado, y le había
comprado algunos libros de imágenes sobre la guerra medieval y El Libro
Pop-up de Batalla. Él había estado fascinado por ellos y había pasado
horas y horas a través de sus páginas sin molestarme, lo que me había
permitido trabajar con los clientes y conseguir hacer mi trabajo. Había
preparado los horarios para el próximo mes y creado folletos para los
eventos programados, hasta la fiesta del calcetín. Había sido una noche
productiva.
—¿Y tú? —le pregunté cuando nos bajamos del ascensor en nuestro
piso—. ¿Cómo está tu espalda? Te sentaste en ese taburete toda la noche,
por lo que tienes que estar adolorido.
—No lo creo —dijo Hugh con voz plana, llegando claramente a la misma
conclusión.
—¿Qué?
—Sí, pero los míos sí, y por lo tanto estoy segura que los tuyos también
lo hacen. —Le di unas palmaditas al final de la cama—. Ven. Es una
costumbre humana dar masajes a los demás —mentí. Lo que él no sabía
no le haría daño.
—¿Lo es? —lo dijo tan rotundamente que sonaba más como una
declaración.
Hugh se había vuelto y estaba mirándome con ojos feroces, casi salvajes,
lo blanco desapareciendo.
—Estoy tratando de frotar tus hombros —le dije con una mueca—. Es un
gesto amable, nada más.
Dudó.
—¿Nada… más?
Ooooh.
—¿Hugh?
É
l se quedó en silencio por tanto tiempo que creí que protestaría,
que declararía que tenía suficiente y se iría tormentosamente de
nuevo al baño. Miré su amplia espalda con anticipación y temor,
esperando.
Entonces, Hugh se volteó y me miró, sus ojos tan calientes con lujuria y
deseo que sentí el aire siendo succionado de mis pulmones.
—¿Frotarte?
—Te transformaste.
—No pude evitarlo. —Sabía cómo me veía: toda escamas, cuernos y alas
comprimidas bajo mi camisón. Mi mano se levantó para proteger mi
rostro—. Lo siento.
—¿Tú... cambiaste por tocarme? —Su gran pulgar, con punta de garra,
rozó cerca de mi boca.
Asentí.
—No es horrible —dijo con la voz ronca y dolorida por el deseo—. Solo...
prohibido.
164
Página
Y eso hizo que me doliera con un dulce anhelo.
—Por favor, por favor tócame, Hugh. Quiero tanto ser tocada. —Me
incliné hacia su mano que me acariciaba—. Siento que no me queda
mucho tiempo y quiero saber qué se siente. ¿No… no tienes curiosidad
sobre mí? ¿Ni siquiera un poco?
—Más que sólo un poco. —Su voz era ronca ahora, sus ojos casi negros.
Miró a un lado de la cama—. ¿Dónde está el aceite?
—No puedo...
—Voltéate Ryder.
Un suave grito escapó de mi garganta, más por sorpresa y shock que otra
cosa. Ese toque cálido e íntimo fue sorprendente para mi alma... sin
embargo, me llenó de un intenso dolor. Me había encerrado a mí misma
por tanto tiempo que incluso esto era abrumador. Un nudo se formó en
mi garganta y para mi horror me di cuenta que estaba a punto de llorar.
Nada sensual.
Hugh se detuvo.
—¿Ryder? ¿Lloras?
—Estoy bien —le dije, pero mi voz me traicionó: era ronca y estaba
disminuida por las lágrimas. Sequé las lágrimas con mis dedos—. Lo
siento, solo estoy siendo tonta. Es solo...
—... Que te duele ser tocada. —Sus grandes manos acariciaron mis
hombros de nuevo, una caricia de bienvenida—. Conozco ese
sentimiento.
—¿Así que esto era un plan? —Levantó una ceja hacia mí.
—No, yo quería —admití—. Algunas veces quiero tocarte tanto que duele.
Su mano fue a la parte baja de mi espalda y me tiró hacia él, mis manos
fueron hacia sus hombros por la sorpresa.
—No —dije sin aliento, incapaz de apartar los ojos de su intensa mirada—
. Nunca.
Y luego Hugh me besó. Todo por su cuenta. Sin tener que persuadirlo.
Su boca se extendió sobre la mía, vacilante al principio, como pidiendo
permiso.
Mientras su boca se movía sobre la mía, sentí sus manos frotando mis
costados, enviando cosquillas por mi cuerpo. Dejó de besarme por un
momento para susurrar:
—No, no lo soy.
—No, yo no, solo... —Le hice un gesto a mi cuerpo, sin ver nada más que
escamas—. No puedo ver la belleza en esto, todo lo que puedo ver es
una... criatura.
—¿Sabes lo que yo veo? —La voz de Hugh era baja y suave y su rostro
sobre el mío era gentil. Puso sus manos sobre mis hombros y su pulgar
rozó mi clavícula.
—¿Qué?
—Veo un hermoso cuerpo con huesos delicados. —Pasó una garra por mi
clavícula—. Y sin embargo lo suficientemente fuerte que no me tengo que
preocupar de hacerle daño.
—Dime más.
—Veo esto y ruega por mi boca. No solo para dulces y gentiles besos,
también mordidas salvajes. —Sus colmillos salieron al descubierto y
sonrió—. A mi tipo le gusta morder.
—Porque sueño sobre eso —dijo Hugh, con su voz baja y ronca—. Cada
noche sueño en llevarte entre mis brazos, morder tu preciosa carne y
verte arquear con placer debajo de mí.
Gemí y roce mis senos contra su pecho pidiendo más. Queriendo más
besos, más toques, más de su boca —y dientes y garras— por todas
partes.
169
Página
Pero él solo presionó su frente contra la mía y dio un profundo suspiro.
Él me había dado el regalo más grande que nadie jamás me había dado.
Yo era perfecta para Hugh, él era perfecto para mí. Hacer el amor con
Hugh resolvería todos mis problemas.
No sabía qué hacer. Solo que parecía que alguien saldría perdiendo sin
importar qué eligiera.
M
iré a Hugh, luego eché un vistazo al reloj de alarma. Casi las
cinco de la mañana. Era demasiado pronto para el servicio de
limpieza. Eso significaba… tenía que ser el desconocido Fae que
había visto en el restaurante. Él me había rastreado. De alguna manera.
Empecé a temblar, con fuerza.
Finian entró.
—¿Nada? —se bufó Finian, y su boca adoptó una mueca tensa que
parecía extraña en el rostro sensual del famoso que llevaba—. Supongo
que por eso encuentro a mi guardaespaldas medio cambiado, su miembro
erecto, y mi cambiada desnuda en la cama, ¿con sus escamas? ¿Eso no
es nada? —Se volvió hacia Hugh y escupió las palabras—: Debería
haberte quitado de tu puesto.
—¿Y bien?
Finian miró a Hugh durante tanto tiempo que pensé que iba a romperse.
La tensión en la habitación era palpable.
—Hay otro fae. Él la localizó entre una multitud y se enfrentó a ella. Fui
capaz de alejarla, pero está consciente de su presencia. Tengo razones
para creer que intentará llevársela.
—¿Otro fae, dices? Eso es más que desagradable. —Él asintió después de
un momento—. Entonces, tienes derecho a tomar todas las precauciones
necesarias. Sin embargo, no quiero que te la lleves a tu reino hogar de
nuevo. Cada vez que te la llevas ahí, retrasa su transición y ella se
encuentra en una etapa crítica en este momento.
Con la sábana apretada sobre mis pechos, observé a los dos hablando.
Finian de alguna manera nos estaba rastreando a través del collar de
Hugh. Cada vez que utilizábamos las runas, parecía ser consciente de
ello. No me gustaba la idea; se sentía como una invasión de la privacidad.
—Bueno, ya que estoy aquí y ella está en forma, podría muy bien
comprobar cómo está progresando mi pequeño tesoro. —Él me miró
expectante.
—¿Discúlpame?
—Mujer, ven aquí ante mí. Quiero ver cómo está progresando tu
transformación.
Solo ese simple toque fue suficiente para hacer que mi lado cambiante
explotara en acción. Un gemido se me escapó y sentí mi piel ondular,
sentí las escamas emergiendo a medida que mis alas se separaban de mi
piel. Mi cola se deslizó hacia atrás, y los cuernos en mi frente crecieron
tan rápidamente que dejaron atrás un dolor agudo, y sentí como si me
hubiera golpeado la cabeza contra una pared. Gemí, el dolor repentino y
punzante en mi cabeza embotando mi deseo una vez más.
Así que Hugh siguió rozando sus dedos sobre mis hombros, enviando
descargas de deseo indeseado a través de mí. Apreté los dientes, tratando
de luchar contra él, pero fue inútil. Desde hace días, había estado
anhelando el toque de Hugh, y ahora que finalmente estaba
consiguiéndolo, mi cuerpo estaba decidido a tomar el puro placer del
mismo.
—No.
—Quítasela.
—No me pidas… —dijo Hugh con voz ronca, y sentí sus manos apretarse
sobre mis hombros.
—Pides demasiado.
Pero Finian no me miraba con deseo. Las miradas que me estaba dando
eran eficientes y aburridas.
Mis fosas nasales se dilataron con ira, pero abrí mi boca mientras las
lágrimas calientes corrían por mi cara.
—Bien, bien —dijo Finian, levantando mi labio para mirar a mis encías—
. Bonitas y saludables.
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Página
Cerré mi mandíbula con fuerza, deseando poder chasquear las
mandíbulas alrededor de su odioso cuello.
—Ni siquiera pienses en ello —le dije con rabia, alejándome de él con
tanta fuerza que me tropecé.
—No voy a olvidarlo —gruñó Hugh. Tenía la mandíbula apretada con ira.
Estaba condenada. Estaba condenada porque entendía por qué Hugh era
de la forma en que era, pero aun así lo quería. Me iba a la cama soñando,
cada noche, con su boca en la mía, su mano en mi cintura. Con sus
garras arrastrándose a través de mis escamas y las palabras dulces que
me había susurrado.
¿ Estás bien, Ryder? Savannah dice que has estado súper callada
últimamente, y eso no es como tú. ¡Estoy preocupada por ti!
Envíame un texto.
Miré el mensaje, luego suspiré pesadamente. Marie era dulce por estar
preocupada por mí, pero no había nada que pudiera decir que la hiciera
sentir mejor. Estoy bien, lo prometo. Solo tengo mucho sucediendo a mi
alrededor.
¡Lo haré!
Pero no podía, porque iba a lastimar a Marie. Ella pensaría que yo tenía
un problema con ella y Josh, así que tenía que ir y demostrar mi apoyo
por ellos y su relación. Y yo amaba a Marie. Ella me había apoyado a mí
y a mis problemas desde que la conocí. Nunca podía herirla perdiéndome
su fiesta.
Así que decidí ir y tener un buen momento. ¿Y si esta era la última vez
que ellos iban a verme? Me iba a ver totalmente fabulosa.
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Página
A pesar de las protestas de Hugh, insistí en ir de compras de nuevo. Si
él iba a ir a la fiesta de compromiso, sus camisetas musculosas no
servirían, sin importar lo delicioso que se veía en ellas. Regresamos a la
tienda de ropa para caballeros y tomamos una camisa de vestir azul
oscura y un par de pantalones. Cuando él salió del vestidor, ajustándose
las mangas, mi boca se secó con solo verlo.
—Si estás tan impresionada con esta ropa incómoda, Ryder, debí usar
trajes como este toda la semana.
—Ja-ja —le dije, pero no pude resistir pasar una mano a lo largo de su
manga, sintiendo el brazo fuerte debajo.
Nuestra próxima parada fue una tienda de ropa para mí. Escogí un
vestido blanco ceñido con mangas largas. Me cubría desde las muñecas
hasta la mitad del muslo y tenía un cuello alto con un corte cuadrado por
escote. Se veía asombroso y peligroso e increíblemente sexy.
Normalmente iría por bonita y colorida, pero esta noche, quería algo
diferente.
Más que nada, quería que Hugh se arrepintiera de lo que se iba a perder.
—Así es. Todos creerían que es raro de no ser así. ¿Y sabes cómo actuar
como mi cita?
Cuando emergí del baño, Hugh se detuvo al verme. Me vio por tanto
tiempo y tan intensamente a mi blanco y pegado vestido que mis pezones
se endurecieron, y sentí que el pulso comenzaba a golpear entre mis
piernas una vez más.
—Ni siquiera empieces conmigo. Puedo usar lo que quiera. —Quité una
pelusa imaginaria de mi manga—. Y esta noche, quiero lucir
increíblemente sexy.
—Bien, ¿para eso vas a estar allí, no? Eres mi guardaespaldas. Y estas
personas son amigos. Nadie va a tocarme. —Palmeé la tela de mi
vestido—. Y si lo hacen, me voy a asegurar de que sea en una de las
secciones cubiertas. ¿Trato?
181
Página
Prácticamente lo escuché rechinar sus dientes.
Marie estaba hermosa esta noche. Su cabello negro y rizado había sido
arreglado en un estilo de moda. No estaba tan pálida como había estado
algunos pocos meses atrás, y su piel estaba brillando con salud. Había
subido algunos kilos, también, y ya no era temerosamente delgada. Su
vestido rojo y sin tirantes demostraba sus nuevas curvas, y Josh no podía
apartar sus ojos de ella. Él había sido un mujeriego en el pasado, pero
183
Página
ahora solo tenía ojos para Marie, y se veía tan contento como ella lo
estaba.
Me hizo sentir tan, tan feliz por mi amiga. Ella merecía su felicidad. Miré
a Sara y a Ramsey, quienes aún estaban teniendo su pelea de cosquillas,
pero Sara estaba claramente ganando. El rostro de Ramsey estaba rojo,
pero me di cuenta que no estaba peleando muy fuerte, y Sara estaba
retorciéndose por encima de él, mareada. Mi mirada se deslizó a Beau y
Bathsheba, quienes tenían sus manos juntas y estaban hablando
quedamente el uno con el otro. Los ojos de Beau brillan mientras miraba
a su pareja, y yo sentí un golpe de miseria.
Negué con la cabeza, luego me pregunté por qué eso hizo que la
habitación girara.
—Eres una chica extraña —dijo con una risita, pero me arrastró hasta la
pista de baile, inclinándose hacia adelante como si yo fuera una mochila
muy pesada.
Él llegó hasta nosotros, y se veía listo para atacar a Austin, quien aún se
estaba colgando de mí de forma borracha.
—Si querías entrar, todo lo que tenías que hacer era preguntar.
—¿Entrar?
—Él quiere decir que si querías bailar conmigo —le grité a Hugh
amablemente sobre la música.
¿Otros hombres?
El baño era un cuarto pequeño, anodino, pero limpio. Dos puestos en fila
a un lado, y dos lavabos y un espejo adyacentes a ellos. En una de las
paredes había una gran ventana cubierta por un par de cortinas a
cuadros. Me dirigí al lavabo y abrí el agua, luego me salpiqué mi cara.
Bueno, podría haber salpicado bastante la parte delantera de mi vestido,
también, pero estaba borracha y no me importaba. Estaba extrañamente
agitada y sintiéndome lenta, también. ¿Tal vez era las largas mangas de
mi vestido?
—Lo siento, no para mí. —Ella me dio una mirada curiosa, mirándome a
través del espejo.
—Aquí, déjame hacerlo por ti, querida. —La camarera vino a mi lado y
me ayudó a abrir la ventana.
—Oh, eso es fácil —dijo con una voz ligera, sonriendo hacia mí—. Has
sido drogada.
—No entiendo.
—Fui yo.
—¿No eres adorable? Nos vamos, querida, porque una vez que Finian
descubra que le he robado su preciosa cambiada, va a mojar su pantalón.
—Culpable —cantó con una voz alegre, y luego dio unas palmaditas en el
alféizar de la ventana—. La magia del glamour es divertida, ¿no? Ahora
vamos. El tiempo está desperdiciándose, y tu guardaespaldas va a oler
algo si no nos damos prisa. Vas a estar callada para mí, ¿verdad? —Y me
pellizcó la mejilla de nuevo.
—Esperemos que no se entere hasta que nos hayamos ido muy lejos —
dijo, arrastrándome detrás—. Vamos.
Rodé fuera del asiento y me deslicé a las tablas del suelo del auto,
haciendo una mueca. Me arrastré de nuevo en mi asiento y me dejé caer
hacia abajo mientras el fae en el asiento delantero a toda prisa se puso
el cinturón de seguridad.
Estaba sola.
—Oh, Dios —murmuré para mí más que nada. Rastrillé a los lados el
vidrio roto con mi mano, luego hice una mueca cuando eso dolió. Ups.
Examiné mi brazo y vi sangre correr a través de la manga de mi lindo
vestido blanco. Eso fue estúpido, Ryder. Pero estúpido parecía ser la única
función cerebral que me quedaba. Eso, y la constante sensación de que
tenía que tomar una siesta.
Una vez fuera del auto, me tambaleé sobre mis pies y me sobresalté, en
una bruma, ante el destrozo del vehículo. Sólo había un auto en el
destrozo: el nuestro. Se había volteado sobre su espalda, y un lado
parecía como si hubiera sido golpeado por otro auto. La puerta estaba
como acordeón y golpeada.
No había ni rastro del fae por ningún lado. O de Hugh, para el caso.
Abrí mis ojos y miré vacilante al hombre que había aparecido. En el otro
lado de la calle, un auto tenía sus luces encendidas, y la puerta estaba
abierta. El hombre a mi lado era mayor, de cabello gris, y llevaba gafas
gruesas y un chaleco.
¿Era otro de los trucos del fae? Con el ceño fruncido, pellizqué la mejilla
del hombre.
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Página
—¿Estás allí dentro?
—Está borracha, ¿no es así? Deme las llaves. —Tendió la mano—. Voy a
llamar a la policía. Debería estar avergonzada. Podría haber herido a
alguien.
—¿Ve eso?
Drogas. Cierto. Decidí que odiaba las drogas un segundo antes de que el
mundo se volviera todo negro alrededor de mí otra vez.
D
esperté un tiempo después, mis párpados pesados como si en
cada uno de ellos tuviera un ladrillo. Mi boca con el sabor de una
mota de algodón, y mi cabeza se sentía confusa. Podía oír a los
grillos cantando, la hierba debajo de mi cabeza estaba húmeda. Mis ojos
se enfocaron lentamente, y observé un pabellón de hojas por encima de
mí.
¿Qué?
Sabía lo que eso significaba… un cambio. Cerré los ojos para darle un
poco de privacidad, esperando pacientemente a que terminara de
cambiar. Un momento después, una gran mano rozó mi mejilla. Abrí los
ojos y miré hacia la cara humana de Hugh.
Oh. Eso era. Tenía sentido, supongo. Todavía tenía problemas para
concentrarme.
—¿Y tu ropa?
Presioné dos dedos entre mis cejas, deseando que mi dolor de cabeza se
fuera.
—Si puede cambiar de cara una y otra vez, no sé cómo voy a estar a salvo
de él.
—Voy a cargarte —dijo Hugh. Alargó la mano hacia mí, y antes de que
pudiera protestar, me balanceó en sus brazos. Una mano fuerte me
agarró por el muslo y se apoyó por detrás de mis rodillas, la otra se
extendía por mi espalda y me apretaba contra su pecho.
Mis senos se empujaban contra su piel desnuda, así que me quedé sin
aliento, la sensación de necesidad inundándome.
—Lo siento.
—Sí, pero… no quieres caer en la tentación —le dije, sintiendo esa misma
tristeza abrumadora de siempre. Me moví, tratando de ponerme cómoda
en sus brazos sin presionar demasiado de mi cuerpo contra el suyo—. No
voy a hacerte eso nunca más. No es justo para ti.
—¿Dónde estamos?
—Mejor, ¿supongo? —Me froté los ojos y suspiré al ver mi piel cambiada—
. Aunque, todavía escamosa.
—Lo estarás mientras estemos aquí en este reino —dijo Hugh—. Es parte
de lo que eres.
—Es una mierda. —Arrugué mi nariz ante mis escamas, aunque eran
ahora de un pálido verde bonito—. Lo odio.
—Gracias.
—Ya casi estamos allí —me dijo Hugh. Siguió adelante, luego bajó la
mirada hacia mí con ojos preocupados—. ¿Puedes caminar?
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Página
—Puedo intentarlo —dije, sentí una pequeña punzada de decepción
cuando se movió y me colocó suavemente sobre mis pies. Moví mis dedos
sobre la hierba. Estaba hambrienta y cansada, pero la difusa sensación
de confusión me había dejado. Di unos pasos y asentí a Hugh—. Estoy
bien. Gracias por llevarme.
—Ha sido un placer —me dijo con una voz ronca que envió escalofríos
por mi columna vertebral e hizo que mis alas plegadas revolotearan.
Cuando lo decía de esa manera, realmente sonaba como si fuera un
placer para él.
—¿Estás bien?
La mano de Hugh estrechó la mía. Entrelazó sus dedos con los míos, y
una vez más sentí esa extraña calidez sacudirse en mi vientre. Sin
embargo, me di cuenta de que sus garras estaban fuera, y miré hacia
arriba para ver sus ojos completamente oscuros, completamente animal.
Estaba en estado de alerta.
El gesto fue tan dulce y posesivo que casi paso por alto el destello de
anhelo sobre los ojos brillantes de Artur.
Casi.
Así que arrastré mis pies en la hierba húmeda, y cepillé mi cabello sobre
mis pechos, tratando de hacer que pareciera que no llevaba solo las
escamas.
Hugh asintió.
Nadie me respondió.
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Página
—¿Decirles qué? —pregunté de nuevo—. ¿Hola? ¿Una linda chica está
parada aquí? ¿Le gustan los largos paseos por la playa y odia ser
ignorada?
Suspiré.
—Olvídenlo. Vamos a acabar con esto de una vez. Sea lo que “esto” sea.
—Espera aquí, Ryder —me informó Hugh. Dio un paso adelante y se llevó
una mano a su boca, dejando escapar un rugido que fue tan fuerte, y
similar al de un tigre, que me sobresaltó.
—Pero…
—Todos ustedes saben de mi acuerdo con Finian. Que vendí mis servicios
a él, actuando como representante de todos nosotros. Iba a completar el
juramento, y en cambio, nos darían compañeras para así poner fin a
nuestra existencia solitaria. Lamento tener que decir que no puedo
completar el juramento. Les he fallado a todos ustedes.
Y entonces, otro hombre lo agarró por el cuello, y lo llevó abajo entre los
cuerpos surgiendo una vez más.
—Déjalos continuar —me dijo Artur—. ¿No sabes que está haciendo esto
por ti?
203
Página
Traducido por AsheDarcy, VckyFer, Vanehz y âmenoire
—¿H
aciendo esto por mí? —Mi voz se elevó en una nota
histérica—. ¿Cómo hace esto por mí? ¡Parece que
está siendo pulverizado!
—¿Qué?
—¡Ryder!
—Eso era antes de conocerte —dijo. Su pulgar rozó las suaves escamas
de mi mejilla, oh tan dulcemente—. Y ahora no puedo imaginarme
haciendo nada que pudiera causarte tanta miseria.
—Esta no es una conversación para ningún oído sino los tuyos, Ryder.
Ven. Vamos a mi cueva.
—¿Cuál es tuya?
—¿No vienes?
—No creo que pueda subir esto. —Mostré mis garras desafiladas, que
ahora parecían más suaves, y largas astillas de nácar, más que armas
mortales—. Estas no se clavan en nada, y mis alas aún no funcionan.
—¿Ésta es tu casa?
—Sí.
Por alguna razón, me hizo sentir triste que Hugh viviera con tan poco.
Era tan… crudo.
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—No tienes mucho.
Oh, eso era triste. Me pregunté si eso era por qué los otros parecían
francamente salvajes a veces. ¿Era porque todos acostumbraban pasar
el tiempo en su forma animal más que su forma humana? ¿Porque
estaban tan solos? Quería llorar por ellos… y por Hugh. Me volví hacia él
en la oscuridad, sus ojos relucientes haciendo fácil de encontrarlo. Mi
mano se acercó a él y se posó en su piel suave, cálida.
—¿Lo hiciste?
—Estás celoso por nada, Hugh. Solo me gusta Austin como un amigo. Y
la verdad, tú eres la única persona en que confío que no huirá gritando
al ver mi cara real. —Todavía me estremecí ante la idea de mostrar a
Austin mi verdadera naturaleza.; me imaginaba su reacción y sabía que
no sería una buena idea.
—Eres dura contigo, Ryder. —Él negó con la cabeza—. Traigo esto a
colación sólo porque estoy tratando de hacerte entender. Yo estaba celoso
del pequeño gato cambiador ayer, y me hizo enojar. Por eso peleamos.
Deliberadamente elegí arruinar tu diversión y provocarte. Y después de
que saliste corriendo, me sentí… culpable. Como si estuviera
destruyendo todo para ti. Y me di cuenta que tenía que hacerlo. Ese era
mi trabajo. Esa sensación no me sentó bien. —Su mano se detuvo en mi
cabeza, y luego comenzó a acariciar mi cabello de nuevo—. Cuando él te
robó de debajo de mi nariz… —Sentí su gran cuerpo estremecerse contra
el mío—. No puedo describir cómo me hizo sentir. Lo indefenso y lleno de
rabia. Fallé en mi juramento. Y debería haber pensado en mis hermanos
primordiales, esperándome pacientemente a que regresará a casa con sus
compañeras. A la espera de que arregle las cosas. Pero no estaba
pensando en ellos. En lugar de ello, lo único que siguió pasando por mi
mente era que estabas perdida y asustada en alguna parte. Que yo te
había fallado. Yo sólo pensé en ti. No en las otras mujeres esperando por
nosotros. Sólo tú.
—Cuando te encontré, mi alivio fue tan grande que quería gritarlo a los
cielos. —Me abrazó con fuerza de nuevo—. Me di cuenta de que no tenía
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Página
derecho a sentirme de esta manera por ti. Y también me di cuenta de que
no podía entregarte. Ni a Finian. Ni a nadie.
—Pero… eso implica que estoy arrebatándola de ti. No creo que me guste
esa palabra. —Sonaba ofendido.
—Pero ¿qué pasa con Finian? ¿Y los demás? ¿Qué pasará con todos ellos?
—Lo hice. —Su expresión era sombría—. Pensé que era verdad en el
momento. Pero… no lo es.
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Mis ojos se abrieron.
—Puedes venir a vivir conmigo, Hugh —le dije—. Pero ¿qué pasa con
Finian? Él viene a buscarme.
—¿Así que puedo ser la cosa más hermosa jamás, o puedo tener al
hombre que amo? —Mi voz se quebró, mi corazón tamborileando en la
admisión—. Eso es una obviedad. Todo lo que quiero es a ti.
—¿Te asusto?
—No, en absoluto —le dije, presionando mi pecho hacia su boca una vez
más—. Necesito tu boca sobre mí.
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Él gimió también, hundió sus manos en mi espalda y sentí sus garras
contra mis escamas. No me dolió. Su boca buscó mi pezón, rodándolo
contra sus labios, luego lo agarró y succionó con fuerza.
—Oh, por Dios. Ellos pueden oírnos, ¿no es así? —Sabía que la audición
de Hugh era súper aguda, pero no me había percatado de cuán afilada
era. Miré hacia la entrada de la cueva, pero estaba completamente
abierta. No era como si alguien pudiera dar un vistazo a menos de que se
estuviera ocultando en la cima de algún árbol cercano. Lo que… uff. Me
aparté de Hugh.
—¿Qué pasa?
—No puedo hacer esto aquí —le dije—. No con los demás cerca y
escuchando. Yo… es cruel. Y extraño. ¿Podemos ir a algún lugar en donde
tengamos algo de privacidad?
—Bueno, eso es grandioso y todo, pero no puedo hacer esto con los otros
escuchando cada uno de nuestros movimientos, Hugh. —Alcancé su
mejilla y la acaricié, sintiendo el roce de sus patillas—. ¿No tienes algún
lugar… algún lugar especial al que podamos ir, solo los dos? ¿Algún lugar
en donde no tengamos que preocuparnos por ser silenciosos? ¿O
molestar a los demás?
Estuvo callado por tanto tiempo que pensé que estaba en desacuerdo.
Luego presionó otro beso contra mi piel.
Hugh se puso en sus pies tan abruptamente que me sentí mareada, sin
balance por la poca luz de la cueva, donde no podía ver nada más que la
entrada. Hugh tomó mi mano en la suya y me condujo fuera de nuevo.
Esta vez, yo sabía el truco. Apreté mis ojos al cerrarlos y esperé mientras
él escalaba, anclando mi cuerpo con el de él de la mejor manera que
podía. No tardó mucho tiempo antes de que aterrizara de nuevo y ese
sentimiento de nauseas se detuvo. Abrí un ojo tentativamente y vi el suelo
a unos cuantos pies bajo mi mirada. Levanté mi cabeza y vi que los
árboles estaban en la distancia. Estábamos en lo alto del acantilado, la
vegetación espesa estaba mezclada con rocas dentadas. Por eso era que
Hugh aún me estaba cargando. Él parecía saber instintivamente donde
pararse, moviéndose entre rocas y sobre piedras, esquivando helechos y
moviéndose rápidamente. Me acomodé para el viaje.
Eeek.
Él se rio.
—Eso pensé.
Y me salvara de Finian.
—Bueno, bien, solo voy a cerrar mis ojos —le dije mientras el suelo
comenzó a alejarse y mi estómago dio un vuelco. Para una chica con alas,
yo no era una gran fan de las alturas—. Grita cuando estemos allí.
—Te dije que lo sabrías —dijo él, y pude escuchar la risa en su voz.
—¿Dónde estamos?
—Es una cueva a la que vengo cuando necesito estar solo y pensar —dijo
Hugh. Se encogió de hombros ligeramente, colocándome en el suelo.
Meneé mis pies, las rocas mojadas debajo de ellos. Mi cabello estaba
goteando en mi espalda, así que lo puse en una cola de caballo y lo enrollé
mientras daba una mirada alrededor en la oscuridad. No podía ver nada,
y eso me ponía nerviosa. Levanté una mano, tratando de sentir el techo
de la cueva, pero nada golpeó mis dedos, solo aire.
—¿Por favor dime que este no es el hogar del oso prehistórico local?
—El agua mantiene fuera casi todo. Solo que no a mí. He sido conocido
por ser más curioso de lo que es sensible serlo de tiempo en tiempo.
—Lo es —dijo él, y sentí su mano rozar contra la mía—. Ven conmigo.
—Chico, estoy aliviada de escucharte decir eso —le dije y me incliné para
tocarla con mi mano. Bastante segura, era una piel para dormir—. Espero
que no esté cubierta con insectos mutantes.
—Insectos mutantes no. Olvidas que puedo ver muy bien en la oscuridad
como puedo en la luz del día —dijo Hugh, claramente asombrado por mis
payasadas.
—Te veo. Te veo completamente. Y eres tan hermosa que haces que mi
cuerpo duela con deseo —dijo él suavemente.
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Página
Placer recorrió mi cuerpo con sus palabras. Extendí una mano.
Él se rio.
Oh.
—No sé cómo se llama, solo lo que hace. —Me miró, sonriendo con sus
colmillos, y sopló en el musgo una vez más hasta que la cueva estuvo
completamente iluminada.
Palmeó la piel.
—Los condones son, um, envolturas que los hombres usan sobre su pene
para atrapar el semen y prevenir dejar a la chica embarazada.
—¿Sin… nada?
—No importa —le dije y moví una mano en el aire—. Solo estoy diciendo
cosas porque estoy nerviosa. Nunca he tenido sexo antes y me está
poniendo ansiosa. Te amo, y te deseo, pero eso no significa que no me
esté volviendo loca un poco. No tengo idea de qué hacer, después de todo.
—Bien. —Quería hacerle más a él, también. Lamiendo mis labios, corrí
mis dedos más arriba y sentí las líneas de los músculos de su cuello.
Podía sentir la tensión en ellos, la tensión en su cuerpo. Suavicé mis
dedos al pasar por sus brazos, disfrutando el leve pelaje de sus
antebrazos. Hugh tenía un poco más de vello en el cuerpo que la mayoría
de los hombres, pero a mí no me importaba. Él tenía un poco más de todo
que la mayoría de los hombres.
Mmmm, divertido. Arañe con mis pálidas garras hacia abajo a lo largo de
su estómago, disfrutando de cómo se sentía su delgado abdomen. Todo
era músculo duro, y podía trazar la rigidez con mis dedos. Lo hice,
sintiendo cada respiración que él tomó, notando que su respiración se
estaba volviendo más rápida… igual que la mía.
Me retiré dudando.
—¿Estás bien?
—¿Cosquilloso? —sugerí.
—No, está bien —le dije—. No seas tímido. Solo soy yo.
—Oh. —Me reí un poco con eso, sintiéndome mareada con emoción y
deseo—. ¿Te importaría si sigo tocándote? —Quería explorarlo un poco
más, especialmente en esa área en particular.
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Página
—No me importa —dijo él, su voz tensa. Su cara cambió hacia su forma
de dientes de sable, los huesos de su cara más pronunciados, más
feroces, más salvajes—. Pero yo… yo estoy…
—¿Estás… qué?
Salado. Tenía un sabor que no era del todo placentero, pero no era malo,
tampoco. La reacción de Hugh fue incluso mejor. Soltó un gemido, como
si estuviera sufriendo, su cabeza inclinándose hacia atrás.
Hugh era grande. Grueso. Abultado. Esperaba esto, dado que era un
hombre grande, pero mirarlo y tenerlo entre mis dedos eran dos cosas
muy distintas. Esta caliente y gruesa barra de carne iba a estar dentro
de mí cuerpo.
Yo estaba muy segura de que eso iba a ser algo incómodo de colocar.
Y por primera vez desde que venimos a la cueva, me alejé un poco. Solté
a Hugh.
Y eso era algo egoísta de mí parte. Por supuesto que él estaba tan nervioso
como yo. Incluso más.
—No, todo está bien, me gusta. Solo… —Dejó que sus palabras se
apagaran.
—Eso suena divertido —le dije, mi voz sofocada—. ¿Te importa si practico
y pongo mi boca sobre ti, entonces?
Nunca lo había pensado de esa forma. Solo oírle decirlo me hacía doler
entre las piernas, y las presioné juntas, fuertemente.
—Todo bien entonces. —Le sonreí, tan feliz. Mis uñas volaron a su
miembro y tracé una línea con ellas, estableciendo su tamaño y forma.
Entonces me incliné preparada para ponerlo en mi boca. Tan cerca de su
piel, podía oler su esencia almizclada y sentir el calor radiando de él.
Hacía el dolor entre mis piernas intensificarse y envolví una mano
alrededor de su longitud, inclinándome, dándole una pasada tentativa
con mi lengua.
Me estremecí, soltándolo.
—¡Lo siento!
—No —dijo rápidamente—. No, está bien, Ryder. Solo fue… la sorpresa.
Se sintió bien.
Oh. Duh. Por supuesto que lo hacía. Estaba de alguna forma demasiado
nerviosa con esto. ¿Dónde estaba la maligna y despreocupada Ryder
cuando la necesitaba? Necesitaba ser más confiada. Mi timidez estaba
enloqueciendo a Hugh también.
—Solo me aseguraba —le dije, deslizándome hacia abajo otra vez hasta
que mi rostro estuvo entre sus piernas una vez más—. Voy a poner mi
boca sobre ti otra vez.
—Hazlo.
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Página
Su tono mandón me hizo sonreír, en su mayoría porque sabía que
probablemente temblaría otra vez tan pronto como me acercara. Puse mi
mano sobre él una vez más, dándole un pequeño apretón para prepararlo,
y me incliné. Oí su inhalación pero esta vez no retrocedió. El calor
viniendo de su cuerpo y su esencia me estaban volviendo loca de lujuria.
Puse mis labios sobre la cabeza de su miembro, cerrando mi boca y
sintiendo el deslizar de su humedad pre-seminal en mi boca. Lamí mis
labios en respuesta, mi lengua moviéndose sobre su miembro mientras
lo hacía.
Hugh gruñó otra vez, el sonido tan profundo y delicioso que lo sentí vibrar
en mi boca mientras empujaba su miembro. Su mano se apretó sobre la
mía rítmicamente y me pregunté si quería que siguiera ese movimiento.
Mi otra mano aún estaba envuelta en la base de su miembro, así que
apreté el eje mientras lo succionaba más profundamente,
experimentando.
—No, Ryder.
—Increíble —me aseguró. Sus ojos brillaban como faros—. Pero ahora
deseo besarte por un tiempo.
Mientras nos besábamos, froté mi cuerpo contra el suyo. El picor del vello
de su pecho se sentía bien contra mis pezones.
Rio.
—Si vas a moverte encima de mí, Ryder, quiero sentirte mientras lo haces.
—Sus manos en mi cintura me colocaron contra él, y entonces estaba
sentada encima de la gran longitud de su miembro, montándolo.
—Más.
Hugh gimió y movió sus caderas. Esta vez, era él quien se frotaba contra
mí y no al revés.
—Estás tan mojada, Ryder. Puedo sentir cuán mojada estas sobre mi
miembro. ¿Estás excitada?
Gemí ante sus palabras. ¿Había pensado que los gruñidos de Hugh eran
sexys? No eran nada comparado con un poco de lenguaje sucio.
—No tienes que decirlo dos veces. —Di un último movimiento a mis
caderas contra su miembro, entonces me quité de su regazo.
Deslizándome de vuelta en las pieles, moví mis piernas debajo de mí y
esperé—. ¿Cómo me quieres?
Rio.
—¿Qué hay de cuando puse mi boca en ti? —lo engatusé—. ¿No te gustó
eso? ¿O cuando te succioné en mi garganta…
—Oh, sí.
—¿Aquí?
—¿Pero qué hay de tus pechos? ¿Qué si quiero jugar con tus pezones y
verlos erguirse?
Oh, palabras audaces. Mis manos fueron a mis propios pechos y los
acuné, ya que él no estaba haciéndolo por mí. Su siseo de aliento y el
brillo de sus ojos felinos me dijeron que le gustaba ese movimiento.
—Justo así —gruñó Hugh—. Toca tus pechos para mí. —Y su pulgar se
deslizó hacia abajo por la húmeda abertura de mi sexo.
Gemí, echando la cabeza hacia atrás, como si eso de alguna manera fuera
a hacer que su tacto golpeara todos los lugares correctos. Mis dedos
fueron a mis pezones, y los agarré obedientemente.
—Ryder estás tan mojada contra mis dedos. Te toco y mi piel brilla sobre
la tuya. —Su pulgar rodeaba mi clítoris, con cuidado por sus garras, y
volviéndome incluso más salvaje—. Y tu esencia está volviendo a
distraerme.
Arrastré mis redondeadas uñas sobre mis pezones, jadeando ante sus
palabras. La idea de él lamiendo mi sabor de sus dedos estaba
volviéndome loca, casi tanto como estaban haciendo los dedos que
incitaban a mi clítoris.
Los abrí justo en el momento para verlo inclinarse sobre mí. Sus manos
empujaron entre mis muslos, abriéndolos más, y empujó su cara entre
mis piernas. Gemí con sorpresa cuando sentí su aliento en mi sexo. Un
momento después, estaba extendiendo los labios de mi sexo con dedos
gentiles. Su gruñido de placer mojándome incluso más.
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Página
—Nunca había olido algo tan bueno, Ryder. Voy a poner mi boca sobre ti
ahora.
—Sí —dije entre sollozos, torciendo su grueso cabello entre mis dedos y
jalándolo, tratando de arrastrarlo de vuelta hacia la carne dolorida y
mojada que quería más atención de su lengua.
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—Quiero seguir tocándote —murmuró, luego rastrilló sus dientes contra
la parte interior de uno de mis muslos. Ese salvaje, aunque delicado,
gesto envío temblores arriba y abajo de mi columna—. No estés asustada.
Casi.
—Mi Ryder —susurró contra mi carne mojada y me lamió más fuerte por
todos lados de nuevo—. Mi amor. Tu cuerpo es maravilloso. No podría
pedir más en una compañera.
—Por supuesto que lo serás —le dije sin aliento, cuando frotó su pulgar
contra mi pezón. Si estaba determinado a hacerme venir de nuevo, estaba
haciendo un buen trabajo. Sus toques desesperados e insistentes
estaban haciendo que mi deseo se elevara de nuevo, su necesidad una
cosa palpable en el aire. Me aferré a él, amando su toque—. ¿Cómo me
quieres?
¿Todo ese dolor, y no había hecho ningún progreso? Sentí una punzada
de preocupación. Esto era lo que resultaba cuando dos vírgenes trataban
de desvirgarse entre ellos, supuse. Éramos realmente malos en esto.
—¿Empujaste fuerte?
—¿Crees que sea porque soy una cambiada? —De repente estuve
preocupada porque mis partes no encajaran en sus partes—. ¿Qué si los
cambiados son demasiado pequeños?
Por un momento, odié que ambos fuéramos vírgenes, maldita sea. Uno
de los dos debería saber más sobre lo que estábamos haciendo. La
vacilación en ambos lados probablemente estaba haciendo las cosas
peores de lo que eran.
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—No quiero lastimarte, Ryder —dijo entrecortadamente, y sentí a su
mano estirarse para alcanzarme. Acarició mi vientre, y luego se deslizó
más abajo, rozando sobre mi montículo de nuevo.
Su mano acarició mis caderas y mis muslos y luego lo sentí buscar entre
mis piernas. Aspiré una bocanada de aire cuando sus dedos rozaron
sobre mi clítoris, provocándolo.
—Ryder…
—Sólo hazlo —gemí—. Húndete profundo. Termina con esto. Por favor,
Hugh.
—¿Ryder?
Sus palabras fueron una suave pregunta. ¿Estaba bien? ¿Tenía dolor?
Rozó sus dedos sobre mi clítoris de nuevo, y grité, sintiendo placer correr
a través de mí. Los dedos de mis pies se curvaron, y estuve cerca de otro
orgasmo. Oh, Dios, la sensación de Hugh enterrado dentro de mí
mientras jugaba con mi cuerpo me estaba volviendo loca. Aspiré una
bocanada de aire y la expulsé de mí al siguiente momento, cuando el
orgasmo coronó una vez más. Sentí a todo mi cuerpo tensarse alrededor
de él, el placer ondeando a través de mí de nuevo.
Sus dedos dejaron mi carne, y de repente sus dos manos estaban en mis
caderas. Él se empujó en mí, sus manos anclándome en el lugar. Luego,
como si no pudiera detenerse, continuó empujando dentro de mí más
rápido cada vez. Mi cuerpo estaba templando con replica a cada empuje.
Y quise protestar, pero el golpeteo de su cuerpo contra el mío estaba
causando un nuevo y diferente dolor placentero entre mis muslos. En
momentos, estaba gritando su nombre, necesitando otro orgasmo, este
235
Página
feroz y salvaje, mientras mi amante primordial me hacía el amor
salvajemente.
—¿Algún arrepentimiento?
M
e desperté un poco más tarde con el sonido de un gran cuerpo
roncando y una mano con garras colocada protectoramente en
mi pecho. Sonreí incluso con los ojos cerrados, arrimándome
más a Hugh. Era agradable despertar al lado de un hombre, tener su
gran cuerpo presionado contra mi espalda. Ni siquiera me importó estar
un poco rígida y fría por la humedad.
Todo por debajo de mi cintura estaba rígido y dolorido. Sabía que algunas
personas se sentían doloridas después de sexo vigoroso, y yo había
imaginado que sería así, también, pero esto era más de lo que esperaba.
Supongo que habíamos sido duros el uno con el otro.
—Solo adolorida —le dije con una mueca de dolor—. Nada demasiado
sorprendente.
—Te amo, también —le dije, sintiéndome caliente y deliciosa con sus
palabras—. Pero, ¿podemos ir a buscar un arbusto o algo así? Odio
arruinar el momento, pero realmente necesito hacer pis.
Hugh se rio.
—Como desees.
—Por supuesto que te quiero conmigo. No quiero ir a casa sin ti. —Me
acerqué y le acaricié la mejilla. Su rostro era duro e inflexible, pero sentí
la vulnerabilidad debajo. Me hizo querer darle un abrazo—. No tengo
nada si no estás conmigo.
238
Página
Él inclinó su boca y besó mi palma.
—Tú eres mi mundo, Ryder. Dondequiera que desees que esté, allí estaré.
—Me alegro —le dije en voz baja—. La idea de quedarme aquí me asusta.
No sé cómo pasa el tiempo aquí en comparación con casa. Y también es
peligroso. Estás desconectado de todos por los fae. Pero si tú no puedes
salir... me quedaré. Mientras estemos juntos.
—¿Odias mi mundo?
¿El frío?
¿Glaciares de hielo?
—¿En Texas?
Él asintió.
Se encogió de hombros.
—¿No te diste cuenta de que hemos ido más allá de una sociedad de
cazadores-recolectores? Los cambia forma viven entre los humanos. Los
seres humanos simplemente no lo saben. —Mi mano alisó lo largo de su
estómago—. Y la Era de Hielo terminó hace unos diez mil años, Hugh. Tú
especie hace tiempo se extinguió. Ya nadie se preocupa acerca de las Eras
de Hielo. Actualmente tenemos un pequeño problema llamado
“calentamiento global”.
—¿Extinguió?
—No hay más tigres dientes de sable, me temo. Tú serias el más grande,
el más malo de la cuadra.
Él gruñó.
—Vinimos aquí bajo promesas de los fae, ya sabes. Harían este reino para
nosotros, para mantenernos a salvo y dejar que cazáramos sin problemas
en un clima cálido, pacífico. Ellos nos hicieron la oferta a uno por uno, y
no nos dimos cuenta de que el paraíso que habían creado nos había
dejado más vulnerables que nunca. No hay mujeres aquí, y no nos dimos
cuenta hasta que fue demasiado tarde de que tenían la intención de
mantenerlas separadas de nosotros.
Él asintió.
—En el pasado.
—Esto no suena como un lugar seguro después de todo. Así que ¿por qué
no vienen todos conmigo?
—¿Todos nosotros?
—No tienen que quedarse aquí. Pueden venir conmigo. Tú, Artur, todos
tus amigos. El mundo actual es muy diferente al mundo que recuerdan.
Hay una gran cantidad de cambiadores en el área de Fort Worth, por lo
que tendrías una red de apoyo. Estoy segura de que los ayudarían a todos
ustedes a aclimatarse a la sociedad moderna. Y si los otros se van de este
lugar, ya no estarán en deuda con los fae. Más que eso... los otros pueden
encontrar compañeras. Hay mujeres cambiadoras. No toneladas de ellas,
pero están allí.
No había pensado en eso. Pensé por un momento, luego solté mis dedos.
—¿Jugar... duro?
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—Sí. Básicamente vienen conmigo y le dicen a los fae que sólo volverán a
este reino, y a hacer sus recados, si les dan las compañeras que tienen
en su poder. No tendrán más remedio que liberarlas si quieren
mantenerlos.
—Si no lo hace, Finian va a tener que explicar a todos sus amigos que ha
perdido a todos los primordiales. Apuesto a que es una conversación que
no irá muy bien.
—Ellos los van a querer de vuelta, así que tendrán que ceder. ¿Qué tienen
que perder tus hombres?
Le sonreí.
—No podría estar más de acuerdo. Hay muchas cosas de ti que son más
que simplemente buenas. Son deliciosas.
—¿Cuáles?
—La forma en que tu espalda baja se curva justo antes de tu culo. Las
suaves líneas de la columna vertebral situada entre tus alas. La forma en
que tus pezones reaccionan cuando digo tu nombre. La manera en que
capturo tu aroma cuando te excitas, y me pone duro.
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Aspiré una bocanada ante sus palabras. Así de fácil, yo lo deseaba de
nuevo.
—Al igual que ahora —murmuró con voz ronca—. Puedo oler tu deseo, y
me está enloqueciendo. —Se inclinó y mordisqueó mi labio inferior con
aquellos dientes grandes.
—Bueno. Entonces vamos a tener sexo otra vez. —¿A quién le importaba
si estaba adolorida? Me iba a doler de todos modos. ¿Y ahora mismo?
Quería a Hugh. Mi mano se movió a su polla, y la agarré. Ya estaba duro
y listo.
—¿No?
—¿Qué…?
—Vi esto en una de las historias móviles que me diste para ver —dijo, con
su boca presionando contra mi cuello con urgencia. Sus manos se
aferraron a mis caderas, manteniéndome equilibrada en su contra.
—Lo hice. —Su voz era un gruñido de placer mientras mordisqueaba mis
clavículas, y luego se deslizó hacia abajo para tomar el pico de mi pecho
en su boca.
—¿Te duele?
—¿Te lastimé?
—Me duele un poco, pero estoy bien. Te quiero. Por favor. —Sacudí mis
caderas, sintiendo su polla presionar contra mí. Estaba tan cerca, pero
tan lejos—. No juegues conmigo así y luego te eches atrás.
—¿Ryder?
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La plenitud se sintió diferente estando derecha, presionada entre él y un
árbol. Dolía un poco, pero esto fue absorbido rápidamente por las
sensaciones que pinchaban en mis terminaciones nerviosas. Dolió
tenerlo enterrado en mí, pero también se sentía muy, muy bien. Ése
picor, ése dolor necesitado había sido repentinamente llenado... y había
dejado en su estela, deseo.
Una vez más, me encontré agradecida de ser una niña cambiada, porque
podía tomar todo lo que Hugh tenía para ofrecer, y más. Saqué mis dedos
de sus hombros, completamente satisfecha de mí misma. Esa había sido
una corta y áspera ronda de sexo, y me había dejado totalmente saciada.
Se rio de nuevo.
—Lo fue.
Hugh me miró como si quisiera comentar algo, pero una mirada distraída
cruzó su rostro. Él inclinó la cabeza y levantó la nariz en el aire, oliendo.
Él me miró y sonrió.
—¿Tienes hambre?
Era blanco, con cuatro piernas largas y delgadas, una melena brillante,
y un solo cuerno, en espiral en la frente.
Un maldito unicornio.
Hugh gruñó.
—Así que han regresado. —Se trasladó al lado de Hugh y entrelazó sus
antebrazos con él en saludo.
—Eso no está bien hecho, Cahal. ¿No habrías tomado la misma decisión
si se presentara con una mujer tan hermosa?
—No a todos nos molesta, hermano —le dijo Artur a Hugh. Su hosco
rostro sostuvo una nota de preocupación—. Pero no sé si es lo mejor que
te quedes aquí.
—¿Y qué hay de las mujeres que nos prometió? ¿Qué de las compañeras?
—exigió Cahal.
Claramente Cahal hablaba por los demás. Pude ver varias caras enojadas
en el fondo.
—Esa es la belleza de esto —le dije— .Vengan conmigo durante unos días.
Los fae descubren que se han ido, y luego tienen que ofrecerles algo para
hacer que vuelvan. Entonces, pueden negociar por sus compañeras a
cambio de volver aquí. —Le di un pequeño encogimiento de hombros—.
O pueden quedarse en mi mundo. Hay un montón de mujeres allí.
Oh dios. Sospechaba que el porno que Hugh había visto le había dado un
concepto distorsionado de los rituales de cortejo.
—Sólo hay un problema —dijo Cahal—. ¿Cómo pueden llegar los fae a
darse cuenta de que nos hemos ido?
Silencio.
Me volví para mirar a Hugh y noté que me estaba frunciendo el ceño con
fiereza.
—No estás a salvo alrededor Finian —dijo él—. No me gusta este aspecto
de tu plan.
—No puede quedarse aquí sola —dijo Hugh—. Ryder es impotente en este
lugar. Ella no tiene defensas.
N
o hay nada como tener dos docenas de hombres desnudos para
poner en una nueva perspectiva las cosas.
—¿Hugh? —llamé.
—No son los únicos sin ropa —dijo Hugh mientras presionaba un beso
sobre mi cabello—. Estás cambiando de nuevo.
Agarré ropa, eché a los hombres de mi baño, y me vestí. Para cuando salí,
era completamente humana de nuevo, Hugh tenía a casi todos los
hombres en la sala de estar de mi pequeño apartamento. Y pude oírlo
describiendo a la “cueva maravillosa” que producía comida fría. Mientras
los mantenía ocupados, yo necesitaba organizarme.
Luego, tomé mi bolsa de trabajo que llevaba a todos los eventos de citas.
Tenía un portapapeles que podía mirar fácilmente, que usaba para anotar
nombres. También tenía etiquetas adhesivas. Ambos serían muy útiles.
Veintitrés hombres, sin incluir a Hugh. Estaba Arthur que, junto a Hugh,
parecía tener el rol de mando. Me dijo su tipo, pero no supe lo que era
una “bestia blindada con cuernos”, así que escribí rinoceronte. Muchos
de ellos parecían ser felinos, lobos y osos, basados en sus descripciones,
pero la mayoría no encajaban con los felinos, osos y lobos con los que me
encontraba familiarizada. Pero ya que Hugh era un tigre dientes de sable,
era posible que fueran algún tipo de razas de la Era del Hielo.
—Diría que lo hay. —Sonaba un poco molesta ahora que el alivio estaba
fuera del camino.
—¿Vendrás a trabajar?
—¿Hola? —aventuré.
—Inténtalo.
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—Tengo dos docenas de cambiadores súper-crecidos de la Era de Hielo
en mi apartamento, porque tratan de chantajear a los fae de que les den
mujeres.
—Lo imaginé.
—Aquí estaré.
—Aquí estamos —dijo Bath, dando un paso al frente cuando abrí más la
puerta—. A pesar de que vas a tener que decirme lo que está...
sucediendo...
Su voz murió mientras cuatro hombres, vestidos solo con ropa interior
prestada de Hugh, corrían hacia la puerta.
—Nadie está reclamando a nadie ahora —dije con voz tan estridente que
era casi irreconocible—. ¡Vayan a sentarse!
—Ni ellos mismos lo saben —dije, aun cuando ya habían comenzado los
murmullos.
—Está bien —dijo Bath, deslizándose un poco más cerca de Beau. Sus
ojos estaban muy abiertos—. Lo que dijiste en el teléfono...
—En realidad —dije—, eso es solo la punta del iceberg. Tengo mucho que
contarte. Ven, vamos a ver si podemos encontrar un asiento.
Fruncí el ceño.
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—Bastante segura. Dos ladrones príncipes fae no pueden estar
equivocados.
Sabía eso, pero escuchar las palabras salir de su boca me hizo sentir
mejor. Palmeé su mano sobre la mía, enlazando nuestros dedos
apretadamente, tomando mi decisión.
—No sé por qué eres tan negativa —dijo Bath, después de un largo
momento de estudiarme—. Eres hermosa. Puedo ver por qué los fae
valoran tan altamente a los cambiados.
—Debiste haber dicho algo antes —me dijo Bath—. Habríamos entendido.
Hubiéramos podido ayudarlos.
Sacudí mi cabeza.
—Los fae tienen magia. Si pueden crear un mundo para la gente de Hugh
para que vivan simplemente porque lo quieren, ¿quién sabe que puedan
hacerle a los cambiadores? Solo porque podemos empezar una guerra no
significa que debamos hacerlo.
—Se acaba de dar cuenta de que los fae tienen magia, y eso cambia el
campo de juego.
—¿No deberías primero preguntarles a ellos, amor? —le dijo Beau a Bath,
divertido—. Sabes que Ellis todavía está ocupado tratando de aclimatar
a Lily, así que él está fuera de la situación.
—No veo por qué no —le dije—. Ahí fue donde conocí por primera vez a
Hugh.
—El mejor día de mi vida fue el día que acordé arruinar el tuyo —dijo
Hugh.
… ¿Podía hacerlo?
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Deseé que hubiera tenido más respuestas. Deseé que hubiera tenido más
confianza. En lugar de eso, estaba llena de ansiedades y preocupaciones.
Incluso ahora, quería poner mis manos sobre él. Me las lavé rápidamente,
luego las sequé mientras él se movía hacia mí.
—Se fueron —dijo Hugh—. Bevan y Cahal fueron los últimos en irse, y
estaban muy interesados en alguien llamada Gracie.
—Aun así quiero mantenerte a salvo por sobre todas las cosas, Ryder —
dijo Hugh, y se inclinó para besar mi boca con un suave y gentil beso a
diferencia de nuestros devoradores normales—. Vas a seguirme la
corriente si toma algo de tiempo romper ese hábito.
—¿Lo soy? Tu amiga Bathsheba dijo que me tenías envuelto a tus dedos
pequeños. No puedo decir que esté en desacuerdo con esa aseveración.
—¿Así que quieres mis dedos pequeños en ti? ¿Eso es lo que estoy
escuchando?
Él gruñó.
—Tus dedos no son tan pequeños, pero los tomaré en donde sea que
quieras colocarlos. —Corrió su lengua a lo largo de los pequeños cuernos
retorcidos en mi frente—. Pero antes debo cerrar tu puerta.
No pude resistir más. Me moví hacia su costado y corrí mis manos hacia
debajo de su culo, mis uñas rascando a través de la tela de su ropa.
—¿Casi terminas?
Él gruñó.
—Creo que podrías estar en lo correcto. —Esta podía ser mi última noche
con Hugh. Lo deseaba, y lo deseaba ahora—. Apúrate y termina, o voy a
arrancarte la ropa del cuerpo.
L
as últimas veinticuatro horas habían pasado en un torbellino, y
estaba inquieta y nerviosa. Hoy cumplía veinticinco años.
La oficina estaba vacía. Para aclarar esto, Bathsheba y Sara iban a dar
una fiesta para los clientes en Konstantine’s. Savannah, mi compañera
en los turnos nocturnos, iba a mantener a los primordiales ocupados en
la casa Russell. Solo Hugh se encontraba en la oficina conmigo.
—¡Es correcto! Será tu pareja reproductora, así que pensé que podría
traer al encantador Walter conmigo y dejar que se conocieran. Saluda,
Walter.
—No antes de que se den un buen vistazo entre sí. —Me hizo un gesto
para que me adelantara—. Ven y toca a Walter así puedes ver cómo es
un cambiado maduro. Es algo completamente digno de ver.
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No quería tocar a Walter. No quería tocar a ningún otro hombre que no
fuera Hugh. Pero una parte de mí se sentía increíblemente curiosa sobre
cómo se vería un cambiado completamente formado. ¿Eran realmente tan
hermosos como todos seguían diciendo? Insegura, dudé.
—Muy bien. Que sea como tú quieres. —Di un paso hacia delante y me
acerqué a Walter, manteniendo una expresión cautelosa.
—Él hará más que eso. Deja de darle vueltas al asunto —dijo Finian, su
voz demasiado irritada.
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Me negué a ser intimidada por él. Sacudí la cabeza y extendí mi mano
hacia Walter otra vez.
—Esto o nada.
Walter miró a Finian, quien puso sus ojos en blanco. Entonces Walter
tomó mi mano.
Lo primero que noté fue que la mano de Walter era pegajosa y húmeda.
Puaj. Me obligué a seguir estrechándola, esperando a que la transición
sucediera. La mía se sintió lenta, luchando por avanzar, como si no
quisiera. No la culpaba, Walter no estaba exactamente causándome
muchas expectativas. No con mi delicioso Hugh tan cerca.
Era hermoso. Más hermoso que nada que haya visto alguna vez, para el
caso. Observé, fascinada, como sus escamas emergían de su pálida piel
blanca. Sus escamas eran un tono opalescente, nacarado, algo entre el
amanecer y el atardecer, y parecía brillar con una luz interior. Era el color
más maravilloso que podía imaginarme. Los cuernos que brotaban de su
cabeza eran largos, retorcidos y de marfil, como cuernos dobles de
unicornio, y con brillos dorados trazando remolinos, haciéndolos parecer
más como obras de arte que meros cuernos. La tonta camiseta de Walter
se rasgó, y un par de poderosas y hermosas alas se desplegaron detrás
de él. Eran como alas de mariposa, de todos los colores y belleza. Jadeé
al verlas.
—Sí —dijo Finian, y su voz fue llana—. Muy raro. —Chasqueó los dedos
de nuevo, haciéndole un gesto a Hugh—. Tócala.
—¿Renunció? ¿Cuándo?
Los ojos enojados y grandes del fae se encontraron con los míos, luego
fueron hacia Hugh.
Le sonreí.
—No hay compañeras para nadie —dijo Finian, con las manos apretadas
en puños—. ¿En serio eres tan egoísta, una criatura tan miserable?
—Se fueron. Están aquí en este mundo —dijo Hugh simplemente. Tomó
la cadena alrededor de su cuello, la rompió en un gesto fácil, y se la
ofreció a Finian—. Las tierras primordiales son un refugio para nuestra
especie, pero ya nadie es feliz allí porque se sienten solos. No hay
compañeras para ellos. Han dejado la tierra y han venido aquí, al reino
de los humanos.
Pero Finian seguía sin decir nada. Simplemente estaba mirando furioso
a Hugh, con los puños apretados.
—Solo déjanos hablar a una de las mujeres —intervine—. ¿Qué tan difícil
puede ser? ¿Cómo se llama la líder?
—Oh, ¿en serio? ¿Cuáles son sus nombres, y cuáles son sus animales al
cambiar?
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—Por favor —bramó Finian—. Como si fuera a recordar sus nombres. Soy
demasiado importante.
—Sí, pero has trabajado con ellas durante siglos, ¿no? Estoy segura de
que sabes algunos nombres. Solo dame uno.
—No tengo que decirte nada, mugrienta cambiada —dijo con furia—.
Tampoco estoy obligado a recitar los nombres de unos cambiadores
inútiles solo para apaciguarte.
—¿Discúlpame?
—Me dijiste una vez —dijo Hugh, su suave voz mortal—, que mantener
un reino independiente, privado, para los primordiales le costó a lo fae
una gran cantidad de tiempo y energía. Que debíamos estar agradecidos
de que a ti te importara tanto nuestro bienestar como para hacer esto por
nosotros. Que te lo debíamos.
—Mi compañera tiene razón —gruñó Hugh, y el sonido fue tan letal que
me estremecí—. Me has estado mintiendo. Todo este tiempo. No hay
mujeres en un reino independiente, ¿cierto? Solo estamos nosotros, los
tontos resguardados bajo llave en nuestra propia esfera privada,
convocados solo cuando los fae necesitan un favor. Sin embargo, no
podemos recordar estas cosas con claridad. ¿Cuántas veces nos has
llamado?
—Nos has mentido y nos has manipulado todo este tiempo. Debería
matarte.
—¡Hugh! ¡No!
—¿Ah, sí? —Finian se las arregló para burlarse a pesar de los colmillos
largos a centímetros de su cara. El sudor había estallado en su frente.
—Supongo que todo esto solo me está costando una horrible cambiada.
—Acepto el acuerdo.
Suspiré con alivio. Un enorme peso había sido levantado de mis hombros.
A mi lado, Hugh se derrumbó en su banquillo.
—No lo sabías. Finian y los otros hicieron claramente algo para hacerte
olvidar cualquier tarea que hiciste por ellos. ¿Quién sabe cuántas veces
les han ofrecido sus compañeras, solo para borrar sus recuerdos
después?
—Esa no es nuestra opción para tomar —le dije y besé la parte superior
de su cabeza—. Pero la mala noticia es que estás atrapado aquí conmigo.
Se llevó tu runa, así que los otros primordiales también están atrapados.
—A
sí que todo era una mentira —dije a los
primordiales con cara de piedra llenando la enorme
cocina de los Russell.
—Él mintió para tenerme haciendo lo que quería. Ahí nunca hubo
intención alguna para cumplir. Todo fue en vano.
Solo escucharlo decir eso en voz alta me dio una cálida confusión.
—Pero las mujeres no son una rareza aquí —dijo Cahal, con rostro serio—
. ¿Podemos tomar compañeras y no preocuparnos de que nuestros
hermanos se quedaran fuera?
Asentí.
—Hay muchas mujeres aquí sobre la tierra, ya que también hay machos.
Hay menos mujeres cambiadoras, pero siempre puedes salir con
humanas, supongo.
—No, no muchas —dijo Bath con aspereza. Y eso es algo de lo que podrías
estar agradecido.
Gemí.
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En el espíritu perversamente divertido de
las autoras bestseller Kerrelyn Sparks y
Molly Harper, este atractivo romance
paranormal cuenta con un agente de
bienes y un vampiro de 600 años de
antigüedad en busca de venganza.
Staff de Traducción
âmenoire90 Jane' Rihano
Areli97 Jessy Salilakab
Ashe Darcy Liseth Johanna Silvia Carstairs
Becca Herondale LizC Vanehz
Flochi Magdys83 VckyFer
Iarii Mari NC ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
Nelshia
Staff de Corrección
Dianna K Gabba Mari NC
flochi Nanis