Cuento La Magia de La Paciencia

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La magia de la paciencia.

Una historia sobre la bondad.


Un cuento Jataka dedicado a todos los niños del mundo.
ADAPTACIÓN MAGDALENA FLEITAS

Había una vez un gran búfalo salvaje que vivía en lo más profundo de una jungla de la India. Por
fuera, se lo veía severo e intimidante, pero por dentro tenía un corazón sabio y gentil. Era el ser
más bueno del mundo
Pero también, en la misma jungla, vivía un monito muy, pero muy muy muy travieso, loquito que
se dedicaba a molestar al búfalo tooooodos los días. Pero todos, eh….

Siempre que el búfalo quería comer su riquísimo pasto verde, aparecía el mono, se sentaba justo
arriba del pasto que iba a morder mientras le decía: “a ver, a ver, a ver… a ver si puedes comer”.
Cuando el pobre búfalo quería darse un baño en el río, ¿saben qué hacía el mono? le saltaba
arriba de la cabeza, le tapaba los ojos y le cantaba: “bufalón, bufalón, bufalón… cuidado… no
tengas un resbalón”.
Cada vez que el búfalo se tiraba a dormir una bien merecida siesta, de algún lado aparecía el
terrible mono, que saltando sobre su espalda cantaba: “a pasear, a pasear, a pasear… o salto sin
parar”.

Aunque no lo puedan creer, el búfalo nunca se enojó con el mono (“te toco no te toco, te toco no
te toco…”) y nunca intentó asustarlo para que se vaya. Paciente como un árbol, aguantaba todas
las tonterías del mono (“el aire es libre, el aire es libre…”) y siempre lo trataba como un amigo.
Realmente, ese búfalo era un ser especial.

Cierto día, un espíritu mágico del bosque vio las bromas del monito molesto y se puso furioso!
“Ay búfalo, ¿por qué aguantás a este mono pesado?. ¿Por qué lo hacés? Es demasiado molesto
¿Le tenés miedo, es que acaso te hizo su esclavo? No lo entiendo!!!.
Sabe algún secreto tuyo y amenaza con decirlo?. Mono provocador!! Mmm…. Cómo me enoja!
Porque, búfalo, hasta los más fuertes leones temen tu enojo! Con esas pezuñas podrías aplastarlo
como a un puré de papas!, con esos cuernos podrías dejarlo como un colador! Con tu cola lo
podrías sacar volando como un plumero!.

El búfalo, que escuchaba sin que se le moviera un pelo, respondió: “Ya sabrás, espíritu del bosque,
algo aprendí en estos años y te lo quiero compartir: el enojo no lleva a la felicidad. En realidad, el
monito, aunque sea flor de pesado, me hace un favor ayudándome a dominar mi enojo y a cultivar
mi paciencia. Aprendiendo a ser bondadoso me protejo a mí mismo y a los demás. Siento paz en
mi corazón cuando soy paciente. Y sí, el monito es un hincha coco. Pero enojarme con él, sólo
intranquilizaría mi corazón, y puede que termine lastimando a alguien y después tenga que
arrepentirme.”

El espíritu del bosque se rascaba la cabeza y seguía sin entender


“Pero búfalo… las bromas de este papanatas se van a poner cada vez peor si no le das una buena
lección”. “Tiene que aprender”
El búfalo, con mucha tranquilidad y mientras se limaba las pezuñas con una piedra, le dijo: “Te
aseguro, amigo mío, que es mejor ser paciente. Yo aprendí que la paciencia puede despertar los
sentimientos más profundos. Es verdad que el monito es el campeón de los marmotas, pero, como
todas las criaturas, él también tiene un corazón verdadero.”

El espíritu del bosque, que sabía un montón de magia y conjuros pero que todavía no sabía qué
hacer con un bromista, quedó impresionado.
“Paciencia!, qué amuleto más maravilloso! ¿Podrías enseñarme cómo tengo que hacer para
tenerlo? Rápido, que quiero usar ese amuleto de protección ya mismo!!”.

El búfalo, que se estaba lustrando mansamente los cuernos con una hoja de Aloe, contestó:
“Para practicar la paciencia necesitas la ayuda de un verdadero sinvergüenza. No sirve practicarla
con criaturas buenas y amables, eso es más fácil que robarle una nuez a una ardilla! Lo que
necesitás es un monito travieso y provocador como el mío!”.
“No!!, tu mono es más pesado que un elefante de piedra!. Si intentase molestarme, se encontraría
con uno de mis trucos!!!!”.
“Ves que sos un enojoso? Mira espíritu del bosque: No es fácil cultivar la paciencia. Pero seguí
intentando, realmente es un amuleto mágico”.

En eso, el búfalo se dio cuenta que las pezuñas de una pata había quedado un poco desprolija.
Entonces, con muuuuucha lentitud, volvió a limárselas con una piedra. Mientras tanto, siguió
diciendo: “Yo aprendí a ser paciente pensando en el hincha del monito. Su forma de ser,
seguramente, lo va a meter en problemas. Tarde o temprano, va a hacer enojar a un animal feroz
y se va a ligar una flor de paliza”.
Apenas dijo eso, dejó de limarse las pezuñas, se quedó un momento mirando una nube pasar, y
continuó: “Pobre mono!, qué solo debe estar! Nadie lo quiere cerca, todos se lo quieren sacar de
encima. Pobre monito!, qué confundido debe estar. Usa sus malas cualidades, no las buenas,
convirtiendo toda su astucia y energía en bromas tontas y pesadas. Me da lástima el monito y no
quiero hacerlo más infeliz de lo que ya debe ser”.

“mmm… si lo pienso así”, dijo el espíritu del bosque, “quizá yo también aprenda a ser más
paciente. Hasta con ese mono loco con cola peluda”.
Y volando se fue a practicar esta nueva magia llamada paciencia.

Y colorín colorado este…


No, no!!.... esperá que pasó algo más….

Justo en ese momento apareció el mono, que estaba escondido en los árboles y había escuchado
todo.
“Pero búfalo, no sabía que eras tan buen amigo mío. Yo pensaba que no tenía ni un solo amigo.
Qué bueno y qué fuerte que sos, siendo tan paciente con un mono pícaro como yo. Igual, eso de
“campeón de los marmotas”, “sinvergüenza”, estuvo de más!!!. En fin, te quería pedir perdón por
molestarte tanto. Búfalo… ¿querés ser mi amigo”.

El búfalo se acomodó a la sombra de un árbol y le dijo: “Si, claro…. Pero bueno… pero ahora, por
favor, dejame dormir la siesta”.
(ronquidos)

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