La Revolución Francesa
La Revolución Francesa
La Revolución Francesa
EN LO POLÍTICO
Francia se hallaba regida por una monarquía absoluta que gobernó con un poder ilimitado. El rey,
que se creía designado por Dios para gobernar, procedía en forma arbitraria, pues no daba cuenta
de sus actos a nadie; gastaba como y cuando quería las rentas del Estado; nombraba los
funcionarios; declaraba la guerra y firmaba la paz; dictaba leyes; creaba impuestos y hasta podía
disponer de los bienes de sus súbditos cuando así lo estimaba convenientemente. No había libertad
individual, pues el soberano podía ordenar la detención de cualquier ciudadano sin causa
justificada; tampoco existía libertad de conciencia y ningún libro ni periódico podía publicarse sino
bajo el control de censura. Por otra parte, las leyes, que eran diversas, no se aplicaban por igual ni
con el mismo rigor: así tenemos que por un mismo delito la pena no era la misma tratándose de un
noble y de un labriego.
EN LO SOCIAL
La organización social de Francia estaba basada en la desigualdad y los privilegios. Se distinguían
pues tres clases sociales, a saber: Clero, Nobleza Y Estado Llano siendo las dos primeras
privilegiadas.
El clero: Era la primera clase social debido a su gran prestigio e influencia como a sus cuantiosas
riquezas. Sus extensas propiedades abarcaban precisamente la cuarta parte de la superficie total
de Francia, y, por otra parte, dicho patrimonio económico fue creciendo considerablemente gracias
a los diezmos que aportaban los fieles como a la exoneración del pago de impuestos fijos de que
disfrutaban. Se dividía en Alto y Bajo Clero. La mayor parte de las riquezas beneficiaban solo al Alto
Clero formado por obispos y abades, quienes eran mayormente de origen noble y vivían en
Versalles en la corte del Rey. El bajo Clero, formado por curas y vicarios, ejercía su misión en
provincias, eran de modesta condición económica y procedían del Estado Llano, debido a ello,
simpatizaron con la Revolución.
La nobleza: Los nobles formaban la segunda clase privilegiada de Francia; poseían grandes
extensiones de tierra, y, asimismo, percibían de los campesinos que laboraban en ellas, los
llamados derechos feudales; pagaban impuestos solo en determinados casos. Ocupaban los
principales cargos en el gobierno y en la iglesia, así como en las fuerzas armadas. La nobleza se
dividían en Gran Nobleza, que llevaba una vida de lujo, pompa y riquezas en el palacio de Versalles
junto al rey, y la pequeña nobleza o nobleza de provincias. Esta última era de medianos recursos y
residía en sus posesiones en contacto con el pueblo cuyas necesidades conocía y con cuyos
ideales igualmente simpatizaba.
El Estado Llano: Estaba constituido por la población más numerosa de Francia, pero, a su vez, por
la que menos privilegios y riquezas poseía. A la cabeza de esta clase social se hallaba la
burguesía, formada por industriales, comerciantes y profesionales; quienes con el correr de los
años, habían logrado conquistar una sólida situación económica y una vasta preparación cultural,
que hizo de ellos, precisamente, los promotores de la revolución.
En grado inferior se hallaban los artesanos y los labriegos o campesinos, que llevaban una vida
verdaderamente miserable, pues tenían que soportar pesadas cargas económicas impuestas por el
gobierno, la iglesia y los nobles, tales como el pago de los diezmos al clero, el del censo y de otros
tributos a los señores y al estado, quedándose con solo un 20 por ciento de la totalidad de sus
ingresos. La burguesía fue la clase social que hizo la revolución. Se calcula que de la población de
Francia (1789), estimaba en 23 millones de habitantes, solo 300 mil pertenecían a las clases
privilegiadas (Clero y Nobleza).
EN LO ECONÓMICO
Desde el punto de vista económico, la situación de Francia presentaba las características
siguientes:
Monopolio de las riquezas, sobre todo de la tierra, en beneficio solamente del Clero y la
Nobleza.
Pago de impuestos, como de otros gravámenes fiscales, exclusivamente por el tercer
estado o estado llano.
Decadencia del comercio e industria, debido a la falta de medios de producción como a la
existencia de trabas aduaneras internas que dificultaban el intercambio comercial. Se unían
a tales causas: los reducidos salarios, como la falta de libertad para la agricultura, la
industria y el comercio.
Excesivo derroche del dinero fiscal en el sostenimiento, principalmente, de la corte de
Versalles.
El inicio de la Revolución
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono en 1774, el Estado francés había sufrido
periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras emprendidas durante el reinado de
Luis XV, la mala administración de los asuntos nacionales en este reinado y el aumento de la deuda
generado por los préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la Guerra de la
Independencia de las Trece Colonias (1775-1783). Pero la situación económica existente en 1789
superó las precedentes por suma y acumulación, y colocó a la monarquía francesa en una situación
desesperada y al Estado francés en franca bancarrota. El Rey ante esta situación, para sanear las
finanzas necesitaba aumentar los impuestos existentes y fijar nuevos, pero tanto el clero como la
nobleza, amparados en sus privilegios se negaban a contribuir con los gastos del Estado.
Para solucionar los problemas económicos, Luis XVI convocó a los Estados Generales del Reino a
una asamblea consultiva. Esta convocatoria fue exigida por los "privilegiados" (clero y nobleza)
quienes se negaban a pagar los tributos indispensables para conjurar la crisis económica.
Los burgueses se aprovecharon de estas circunstancias y, ante la amenaza de la nobleza armada
que pretendió mantener sus privilegios, movilizaron a toda la nación. El 14 de julio de 1789, el
pueblo tomó; las calles de París, apoderándose de la vieja fortaleza - prisión de La Bastilla, la cual
constituía un símbolo del Absolutismo francés.
En esta jornada, una muchedumbre de artesanos, obreros, tenderos, estudiantes y funcionarios se
impusieron a las tropas reales. Durante el transcurso de los diez años siguientes a estos
acontecimientos, los ideales revolucionarios demostraron su fuerza. Se obtuvo la libertad política,
dictándose una Constitución que dividía los poderes del Estado, garantizándose: la libertad
individual, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la expresión de la soberanía popular
mediante el sufragio.
A fin de defender sus conquistas ante la reacción de la nobleza que se alió con los monarcas
extranjeros, los burgueses revolucionarios exaltaron el principio de la nacionalidad identificando a la
Nación con el Estado.
Aparición de Partidos Políticos, La prisión del rey y la guerra contra la reacción interna y externa
fueron decantando las posiciones políticas de la burguesía francesa dentro de la Asamblea. Así
quedaron conformadas tres facciones bien delimitadas, los Fuldenses, partidarios de un arreglo con
el rey y sus partidarios, la Montaña, o Jacobinos, que planteaban la ruptura total y la instauración
del "terror revolucionario" y los girondinos, más moderados que estos últimos, quienes se harían
finalmenete con el control político de la Asamblea.
To
ma de la Bastilla
Etapa Republicana (1792 – 1804)
Etapa que comprende desde el 21 de septiembre de 1792 hasta el 9 de noviembre de 1799, en que
Napoleón Bonaparte da el golpe de estado, llamado el 18 de Brumario y establece el consulado en
provecho suyo. El gobierno del consulado, con Napoleón como dueño absoluto de Francia, fue,
propiamente, una etapa de transición de la república al imperio y se prolongó hasta 1804.
La Convención (1792-1795)
Disuelta la Asamblea Legislativa, se formó la Convención Nacional. Los principales actos de dicha
Convención fueron:
– Decretó la abolición de la monarquía y proclamo la república.
– Sancionó el sufragio universal (derecho a voto para todo ciudadano).
– Procesó y condenó a muerte a Luis XVI, ejecución que se realizó en enero de 1793.
Obra Cultural de la Convención
Bajo los términos del Tratado de Fontainebleau firmado secretamente entre Francia
y España en octubre de 1807, las tropas francesas bajo el mando del general Jean-
Andoche Junot tendrían acceso al territorio español para proceder con la invasión
conjunta de Portugal. El tratado también establecía la división del territorio
portugués en tres entidades: el norte sería entregado al antiguo rey de Etruria con el
nombre de «Reino de Lusitania Septentrional», el sur sería entregado al primer
ministro español con el nombre de «Principado de los Algarves» y el resto de los
territorios quedarían bajo control de los franceses.
El 22 de diciembre otro ejército francés liderado por Dupont con 22.000 efectivos de
infantería y 3.500 de caballería entró en España sin anuencia de la Corte española;
y el 9 de enero, cruzó la frontera franco-española otro ejército al mando de Moncey
con 25.000 efectivos de infantería y 2.700 de caballería.
El 1 de febrero de 1808 el general Junot depuso a la dinastía Braganza en Portugal
así como al consejo de regencia, y en contravención con lo previamente pactado
con España en Fontainebleau procedió a proclamar el gobierno imperial de
Napoleón Bonaparte sobre todo el territorio portugués. Con el pretexto de reforzar el
ejército franco-español en Portugal, un número importante de tropas imperiales
francesas entraron en España donde fueron recibidas con entusiasmo por la
población, a pesar del creciente malestar diplomático.
Pero más tarde ese mes de febrero Napoleón se reveló contra sus aliados
españoles y ordenó a sus comandantes tomar las fortalezas españolas. Barcelona
fue tomada el 29 de febrero cuando una columna francesa disfrazada como un
convoy de soldados heridos lograron la entrada a la ciudad. Los 100.000 soldados
del ejército real español se encontraron paralizados y pobremente equipados ante la
estratagema francesa. Las tropas se encontraban confundidas ante los disturbios en
Madrid, se encontraban frecuentemente sin líderes y sus fuerzas dispersadas desde
Portugal hasta las Islas Baleares. Tropas profesionales de la división del norte
lideradas por el general español Pedro Caro y Sureda habían sido asignadas a
Napoleón en 1807 y permanecían todavía apostadas en Dinamarca bajo el
comando de los franceses.
Solo en las periferias de España hubo una respuesta efectiva contra los franceses.
El ejército de Galicia bajo el mando de Joaquín Blake y el ejército de Andalucía bajo
el mando de Francisco Javier Castaños lograron ambos contener la invasión
francesa. Los franceses no tuvieron éxito en tomar gran parte del noreste de España
pero tampoco pudieron los españoles repeler la invasión.
España napoleónica
España napoleónica es el término con que se describe al territorio español
ocupado por las autoridades napoleónicas durante la guerra de la Independencia
Española entre 1808 y 1813. Los territorios de España ocupados por los ejércitos
franceses se establecieron en un Estado satélite del Primer Imperio Francés
encabezado por el rey José I, hermano del emperador Napoleón.
Repercusiones
La invasión napoleónica a España y la consecuente Guerra de la Independencia
Española fueron hechos históricos detonantes de la Guerra de independencia
hispanoamericana, así como en el eventual proceso de descolonización de
América.