Mine Omegaverse KookMin
Mine Omegaverse KookMin
Mine Omegaverse KookMin
Miró al cielo y pensó en todo el trabajo que mañana tenía por delante.
Jackson, el granjero, necesitaba más leña para amueblar una habitación.
Chen cocinaba todos los lunes magdalenas de nueces y crema y reservaba
algunas a Jungkook . Tae lo había invitado a comer en el comedor, y
Jungkook tendría que bañarse y ponerse su ropa limpia. Parecía un día
emocionante, pocos días Jungkook hablaba con tanta gente. Normalmente,
cortaba leña, y dormía, y comía lo que cazaba y regresaba a cortar leña
hasta que las ampollas de sus manos se abrían. A veces, tenía suerte y
cazaba alguna pieza grande para la manada y la llevaba a la cocina, pocas
veces, ya que a los cazadores no les gustaba que Jungkook metiera su
hocico en su trabajo y luego venían a buscar pelea.
El silencio era otro viejo amigo de Jungkook . El sonido del viento, las
hojas y los pequeños animales que regresaban a sus nidos o que salían a
buscar alimento para sus crías. Jungkook los amaba a todos. La noche le
decía muchas cosas a Jungkook . Le susurraba si el día de la manada había
sido tranquilo o de lo contrario, si había sido ajetreado. Le contaba secretos
y Jungkook los escuchaba, porque a Jungkook también le encantaba
escuchar sus voces y mecerse con ellas.
Jungkook cerró los ojos, y cuando los sonidos del bosque y las voces se
detuvieron, Jungkook oyó otras cosas. Cosas interesantes. Pasos
dilatadores y apresurados.
Jungkook abrió los ojos, los colocó sobre el filo desgastado y casi roto de
su vieja hacha y se levantó, agarró el mango robusto y lo apretó fuerte.
Jimin corría lo más rápido posible. Sus pies descalzos golpeaban contra la
tierra, y rocas. Sentía el escozor de las heridas abriéndose poco a poco al
pisar las ramas ásperas y puntiagudas. No podía parar aún. No podían
encontrarlo. Necesitaba llegar más lejos, una manada en la que empezar de
cero con una nueva identidad, una manada en la que lo aceptaran sin hacer
preguntas, una manada…
Sus orejas se movieron hacia él, alarmadas primero, luego sus ojos hasta la
profundidad del bosque.
El extraño era un hombre gigante. Un Alfa. Sí. Jimin sabía que era un Alfa.
Grande. Tan grande que ningún árbol podría ocultar su cuerpo o sombra. Su
cabello era oscuro, largo y rizado hasta sus musculosos pectorales. No
usaba camiseta, únicamente un pantalón corto que no dejaba nada a la
imaginación. Jimin respiró. Respiró y se ahogó. Era él. Era su olor.
Se tragó un gemido y lamió sus labios deseando al lobo más cerca. Pero no
fue así, el lobo mantuvo una distancia de seguridad, su gran mano
juempuñaba un arma y Jimin vio las cicatrices pálidas en su piel.
—Vaya, grandulón, cuidado con eso. Podrías hacer daño a alguien — habló
Jimin casi jadeando.
—Tú no ser cazador —La voz del Alfa era áspera, raspada, y eso puso su
piel de gallina.
El lobo dio un paso cerca con la cabeza inclinada. Jimin masticó su labio.
Los rasgos faciales del lobo eran fuertes. Cejas tupidas, ojos rasgados de
tigre, labios finos, mandíbula cuadrada y ese cuello...Jimin quería colgarse
de él y oler. Frotar su nariz ahí, marcarlo. Morder. Los colmillos se clavaron
en su lengua y su cola se metió entre sus piernas al empezar a sentir calor.
Él asintió.
—¿Me escuchas?
—Jungkook escuchar.
Oh. Jungkook .
Jungkook no respondió.
—¿Jungkook ? ¿Grandulón?
Jimin ahogó un jadeo. ¿Por qué esas palabras sonaban tan bien? ¿Tan…?
Jimin lo respiró.
Jimin frunció los labios tratando de no gemir. Las palabras lo habían puesto
húmedo y Jimin aún contenía su olor para que los centinelas no pudieran
seguir su rastro.
—¿Aquí? ¿Dónde?
Jimin no había estado mal encaminado al pensar que éste era el territorio de
otros lobos. La idea de quedarse aquí cruzó su mente, pero Jimin la echó
por la borda. Aquí no podría empezar una nueva vida con una identidad
falsa, estaba demasiado cerca de su manada y su olor llegaría a ellos de un
momento a otro. Jimin tendría que enfrentarlos, tendría que contarle al líder
por qué huía de su manada y esperar las acusaciones y castigos. No.
—¿Namjoon es tu líder?
—No puedo quedarme aquí. Está muy cerca, Jungkook . Tengo que ir más
lejos, si me encuentran aquí te matarán —Jungkook inclinó la cabeza pero
no respondió, parecía no haberlo escuchado— ¿Lo entiendes, Jungkook ?
Tengo que ir más lejos —repitió.
El calor golpeó a Jimin fuerte. No. No. Mierda. No podía entrar en celo por
un lobo extraño al que acaba de conocer y que olía a suave madera. Eso
sería su muerte. Podía controlar su olor, pero su celo era casi imposible
hacerlo, más cuando se sentía tan malditamente mojado colgado boca abajo.
Jungkook levantó el hacha, cortó la cuerda que mantenía los pies de Jimin
y Jimin cayó de cabeza al suelo.
Jimin chilló.
Desde luego ese lobo Alfa no era para nada delicado, sólo había que verlo,
una masa segura y dura de músculo. Tosca. Perfecta.
El hacha cayó al suelo y Jungkook se arrodilló a su lado.
—Médico.
—¿Tienes vendas?
—¿Correas?
—Omega escapar.
—¿Jungkook ?
Jimin asintió con la cabeza. Y Jungkook agarró su nuca sin avisar, empujó
su rostro contra el cuello de Jimin y frotó su nariz contra su piel. Respiraba
profundo. Jimin hizo un ruido ahogado. Esto era una maldita tortura.
—Sólo...sólo un poco.
No debería haber accedido. Pero a la mierda con todo cuando Jimin decidió
dejar salir un poco de su olor para comprobar si realmente era Jungkook su
compañero o no. Su lobo decía que sí, su humano luchaba con eso.
En la actualidad...
Sabía que era del Alfa por su olor, porque era la más grande de todas y
porque todos los carteles con flechas llevaban a ella.
-Félix... -suspiró Namjoon cansado o más bien frustrado-. Por última vez,
toma tus pastillas.
Tenía que ser Félix. Su cabello era corto, sus orejas pequeñas y puntiagudas
y el Omega era demasiado grande comparado con otros. Comparado con él.
Se sujetaba a la mesa de pie y le faltaba una pierna.
-Félix.
-Es territorio Alfa, necesitas pastillas para controlar tu olor o tendré la casa
rodeada de lobos en una semana.
Apestaba.
-No te atreverás.
-Prueba.
-¡¿Sabes qué?! ¡Te od...! -la exclamación del Omega se quedó en el aire al
encontrarse cara a cara con Jimin.
Mierda.
Jimin abrió la boca, al menos para decir que no era una amenaza y que no
quería hacer daño a nadie cuando Félix se abalanzó sobre él sacando sus
dientes. Jimin cayó al suelo, golpeó el estómago del Omega y éste jadeó de
dolor, se escabulló entre sus brazos y corrió hacia el salón con Félix sobre
sus talones.
-¿Félix? -Namjoon estaba en medio del pasillo, sus ojos se encontraron con
los de Jimin y Jimin supo que tenía problemas.
-¿Qué quieres?
-Te escucharé. No te haré nada con tal de que me dejes ayudar a Félix y
dejes tus feromonas.
Jimin apretó los puños y de golpe se vio rodeado de centinelas. Los tres se
habían colado por la puerta. Alfas. El lobo de Jimin sacó los dientes.
Jimin pilló al más joven por el rabillo del ojo, y a los pocos segundos el
chico estaba en el suelo. El lobo que estaba a su lado se enfadó, pero Jimin
estaba acostumbrado a tratar con Alfas cabezotas y estúpidos y a menos que
lo redujeran en el suelo y lo golpearan hasta dejarlo inconsciente seguiría
esparciendo su olor. Esos Alfas no le harían lo mismo que le hicieron a su
hermano. No.
Dio un paso atrás para tenerlos a todos a la vista y permitió que Namjoon se
arrodillara dónde Félix.
-Dilo o...
-Oficina no.
Dos lobos habían caído, pero quedaban tres en pie suficientes para acabar
con él.
-¡Qué se vayan!
-No quiero amenazar a nadie, pero haré algo más que inducirle al celo si no
se van.
Namjoon se tensó y otro lobo Alfa apareció por la puerta.
-De acuerdo. Pero haz desaparecer tus feromonas. Necesitan respirar, les
harás daño.
Jimin miró el salón y buscó una vía de escape. Los lobos estaban en todas
ellas, por supuesto. Namjoon bloqueaba la cocina, uno de los Alfas la
ventana, los otros dos en el suelo el baño y el recién llegado la puerta.
-¡Yo no he hecho nada! -Jimin señaló a Félix -¡Él se abalanzó sobre mí!
-¡Jungkook!
-Jimin.
-Vale, Jimin. Mi nombre es Yoongi, el Omega del suelo es Félix. Ellos son
nuestros centinelas, Eunwoo, Kai y Drake. Has dicho que conoces a
Jungkook, ¿verdad?
-Sí.
-Tendrás que darme algo si quieres verlo. No estás dispuesto a dejar tu olor
y no puedo poner a Jungkook en peligro.
Eso lo insultó.
Jungkook.
***
-¿Por qué no nos lo has dicho antes de armar todo esto? -le preguntó
Namjoon al Omega.
-Llegó así, Jungkook. Se coló en casa y Félix pensó que era un intruso,
cuando llegué Félix estaba en el suelo. Eunwoo, Kai y Drake llegaron y nos
vimos metidos en una nube de feromonas. Nuestra intención no era hacerle
daño -Namjoon se agachó junto a Félix.
-No se despierta.
-Omega mentir.
-No tenía otra opción, Jungkook. Quería quedarme, pero te harían daño por
mi culpa.
Jimin negó con la cabeza, buscó el cuello de Jungkook con sus brazos.
-¿Tampoco contar?
Ese Omega no era bueno. Pero, ese Omega estaba temblando de miedo,
había sido golpeado por alguien y Jimin parecía tan aterrado de él que ni
siquiera se atrevía a pronunciarlo. Jungkook relajó el puño en el que se
había convertido su mano que empezaba a estirar de forma dolorosa el
cabello del Omega y acarició su nuca.
-Odiar ser palabra fea. Jungkook no usar esas palabras. Omega tampoco.
-Jimin.
-¿Y Félix?
-Le acabo de dar sus pastillas. No te he llamado por él. Tienes que examinar
a Jimin -Namjoon señaló al bulto que Jungkook tenía en brazos y Jungkook
lo apretó.
-Lo intentaré si Jungkook me deja.
-Jungkook, voy a tener que mirar su cuerpo. Mira -Goeun abrió su maletín y
dejó que viera el instrumental médico que llevaba en él-, nada puntiagudo,
y en cuanto lo cure podrás volver a abrazarlo. ¿De acuerdo?
-¿Puedes extender los brazos hacia mí? -preguntó Goeun muy suave.
-Corriendo.
Jimin frunció sus labios. Quería liberar sus feromonas y que nadie más le
preguntara por lo sucedido, pero perdería a Jungkook si hacía eso.
-Sí.
-Voy a mirar tus costillas -metió sus manos en sus costados y Jimin apretó
sus dientes ante el dolor-. Tienes dos costillas rotas, y tu tobillo parece un
esguince. Tu costado está lleno de morados -Goeun hablaba mientras
trabajaba en sus heridas, muy suave y cálido, su voz lo relajaba, o era su
olor. No. Los Beta no tenían olor. Era su presencia tranquila, minuciosa.
-Jungkook, llévalo al sofá, estaréis más cómodos, hay preguntas que quiero
hacerles.
Jungkook lo levantó del suelo como una pluma, por supuesto que Jimin no
iba a pesar nada en los brazos de ese inmenso hombre, casi más grande que
Namjoon.
-Quiero protección.
-¿Por qué?
-Perdón.
-De todas formas mandaré a centinelas a cubrir puestos ahí. ¿Tienes algún
pacto de sangre con tu manada?
-No.
-Eso lo hace todo más fácil. Estoy dispuesto a protegerte, Jimin. Pero a
cambio espero que puedas ser sincero conmigo, con la manada y con
Jungkook algún día. Somos una familia y nos lo contamos todo, y usar las
feromonas contra alguien de la manada tiene castigo. Me da igual si estás
de paso, o si quieres quedarte con nosotros para el resto de tu vida, la
próxima vez que las uses irás al calabozo. ¿De acuerdo?
***
Se encontró de frente con una gigante telaraña y con su dueña de ocho patas
largas mirándolo cómo un intruso.
Bueno, vacía del todo no estaba. Parecía que había pasado un huracán por
ella y que luego las arañas se habían proclamado dueñas. Todos los muebles
eran viejos y de madera, estaban destrozados, roídos y llenos de polvo. El
suelo estaba lleno de astillas y Jimin se clavó una en el dedo gordo cuando
puso sus pies descalzos bajo. Había una estantería con libros amarillos, una
bombilla rota que colgaba de techo, una pequeña televisión, Jimin suspuso
que tambien estaría rota, muebles apiñados en una esquina con alfombras
viejas, una nevera amarilla y un par de encimeras por las que se paseaban
las arañas e insectos.
-Mierda -musitó.
Se quedó a mitad de ella cuando escuchó una voz que no era la de Jungkook
y se escondió con la garganta en carne viva. No podían haberlo encontrado
tan pronto.
Jimin se sintió respirar de nuevo, luego, las palabras del extraño llegaron a
sus oídos.
-Los lobos somos olfativos, que te guste su olor no significa que sea tu
compañero.
Jimin bajó los ojos a sus pies y amontonó uno encima del otro sintiendo frío
de repente.
-Tengo que decirte que la manada no está cerca de estar contenta con esta
situación. Todos saben que Jimin atacó a Namjoon y que está contigo en la
cabaña. Los Alfas se sienten amenazados y los Omegas no quieren salir de
su territorio hasta que él no se haya ido. Por última vez, Jungkook. ¿Seguro
que es tu compañero?
Jimin esperó, su nuca ardía de dolor. Había creído que estar con Jungkook
iba a ser la solución a sus problemas, a todos. Qué él podía protegerlo y que
su manada también lo haría. Ahora, Jimin estaba cayendo de nuevo en el
abismo. La manada no lo conocía, era un Omega hostil con secretos que no
podía contar y estaba claro que ni el Alfa, ni Eunwoo, ni la manada, ni
Jungkook confiaban en él. Siempre podía volver a desaparecer, los cristales
de las ventanas no estaban aseguradas y a Jimin se le daba muy bien
escabullirse y ocultarse. Tendría que encontrar otra manada, o dinero o
esconderse entre los humanos.
-Jimin oler a estrellas. Jimin oler a noche oscura. Jimin oler a bosque y a
lluvia. Jimin oler a todas esas cosas que Jungkook amar. Jimin ser pareja.
Jungkook estar seguro.
Jimin tuvo que ahogar un gemido al ver la masa musculosa que se había
levantado de la base del árbol cortado. Seguía sin usar camisetas, un
pantalón corto y ancho era todo lo que Jungkook necesitaba para que Jimin
babeara, eso y un musculoso torso salpicado de vello, brazos gigantes y
piernas dignas de un dios de la guerra.
Estaba claro que ese lobo no iba a ser su mejor amigo. Jimin no necesitaba
uno. Demonios. A Jimin ya le daba igual hacer amistades en esa manada
cuando sabía la opinión que todos habían confeccionado sobre él sin
conocerlo.
Se escuchó el berrido de una oveja y Jimin giró para mirar con curiosidad la
granja. Ovejas y gallinas paseaban por sus anchas, la puerta de la casa
estaba abierta y una gallina salía de ahí picoteando el suelo con un hombre
malhumorado tras ella.
-Jimin.
- regresa con tus gallinas Jack, llegamos tarde a ver a Namjoon -gruñó
Eunwoo.
-Es lunes, hermano. Relájate o tendrás un ataque de nervios a mitad de la
semana.
-No, Jungkook. Gracias, con la que tengo me sobra, ahora sólo me falta el
humano.
Pasaron el resto de casas y siguieron por un camino de tierra que los llevó
directos a un claro rodeado de cabañas, unas más pequeñas, otras más
grandes. Eunwoo se dirigió a la única que tenía un cartel en la puerta y
Jimin lo siguió, cuando fue a entrar, Eunwoo colocó el brazo en el marco,
delante de su rostro.
-Jungkook regresar. Jungkook prometer -le dijo Jungkook suave, sus dedos
rozaron la oreja de Jimin y Jimin se puso a temblar.
-No te caigo bien -le dijo consciente de que ese Alfa podía golpearlo y que
nadie en la manada levantaría un solo dedo por él.
-No me caes bien, ni mal. Hago mi trabajo. Fin -el hombre se cruzó de
brazos.
-Yo no lo ataqué. Yo no quería hacer daño a nadie, las cosas salieron así y
yo...
-No pretendía...
-No. Yo...
-¡¿Me quieres dejar hablar de una vez?! -le gritó Jimin con la cara igual de
roja que su cabello-. ¡No quería que esto pasara! Sólo buscaba hablar con
Namjoon, pero ese Omega llamado Félix me atacó e hice lo único que se
me da bien hacer, luego llegasteis vosotros y no pude detenerlas. No quise
herir a Drake, ni a ti, ni a nadie. Sólo quería que... -un gran gruñido lo
interrumpió y Jimin se dio cuenta de que había sido su barriga.
¿Cuánto tiempo llevaba sin comer? ¿Un par de días? ¿Más? No recordaba
haber tenido una comida decente en mucho tiempo y su barriga había tenido
que elegir ese momento para ponerse a gritar.
Sus orejas se movieron y Jimin captó un sonido que hacía mucho tiempo
que no escuchaba. Dejó su sitio junto a la puerta cerrada y bajó los
escalones, se alejó de la casa y algo chocó contra él.
Jimin bajó la cabeza. Una pequeña niña morena lo miraba con una pelota en
sus manos. La niña le sonrió con huecos en sus dientes y los labios de Jimin
estuvieron a punto de imitarla, hasta que la apartaron de su lado de un tirón.
Jimin se dio cuenta entonces de que todos los lobos dejaban un margen de
separación con él mientras que lo acribillaban con miradas de reojo.
Genial.
Paso de largo de la mujer que protegía a su hija con su cuerpo y decidió dar
una vuelta, y echar un vistazo a su alrededor. La manada era mucho más
grande de lo que había pensado. Las cabezas de las cabañas seguían
apareciendo en el horizonte junto a los árboles. Nunca había visto una
manada tan extensa y eso que en estos duros meses había ido de clan en
clan.
La zona estaba rodeada de cabañas, unas más grandes y altas que otras,
varios carteles que indicaba cada una de ellas y un montón de madera
apiñada en el centro y quemada, a su alrededor la hierba estaba desgastada
por lo que Jimin dedujo que era el sitio donde la manada siempre se reunía
y se sentaba junto a una hoguera. Por un segundo, Jimin pensó en su
manada y en su hermano. Sólo un poco antes de sacudir la cabeza y echar
fuera esa idea. Era mejor así.
Se dio la vuelta.
Su barriga dio otro gruñido fuerte cuando vio la comida que el lobo llevaba
con él. Un sándwich y un vaso de café.
-Gracias.
-No te acostumbres, no eres mi pareja, no tengo por qué alimentarte, así que
si quieres comida pídesela a Jungkook, ve al comedor o cázala tú mismo.
-¿Por qué la manada está separada? No es así en otras. Hay un cartel que
pone territorio Omega y Beta, ¿qué significa eso?
-Nos separamos por rango. La zona en la que está Jungkook es el territorio
Alfa, este es el neutro, y por dónde dices que indican las flechas es el
Omega y Beta.
-Orden. Seguridad. Los Omegas sin pareja se sienten más cómodos con
otros Omegas y Betas, y los Alfas con otros Alfas, además de que es más
seguro para los celos.
-Deja el tema.
-Es un niño.
-Y tú lo cuidas.
- Kai y yo.
-Voy.
-Ese Omega fue directo a atacarte, Eunwoo, Kai y Drake estaban haciendo
la guardía y ni siquiera se dieron cuenta de que había entrado en el territorio
y tú le das una cabaña y protección. ¿Estás loco?
-Dudan de que Jungkook sepa controlarse cuando alguien toque las orejas
de Jimin.
-Teniendo en cuenta de que las orejas de los Omegas sólo las pueden tocar
sus parejas, lo veo justo.
Pillado.
Le sacaba una cabeza y media a Jimin, de pelo muy corto y liso, con un
pequeño flequillo en su frente. Orejas pequeñas, peludas y puntiagudas. Sus
labios estaban entreabiertos y Jimin sabía que le enseñaba los dientes en
señal de amenaza.
***
-Lo siento -se disculpó Namjoon-. Félix aún sigue alterado por lo de
anoche, haré que se disculpe la próxima vez.
-Tomad asiento.
Por supuesto que sí. Nadie en esa maldita manada parecía creer en Jimin,
pero a la mierda con todo eso. Jungkook lo sabía. Él lo sabía. No necesitaba
que nadie les diera su bendición o visto bueno. Jimin estaba marcado, olía a
leña. Ya era de Jungkook.
-No dudo. Pero entiende que esto es algo extraordinario. Jungkook jamás te
ha mencionado, y de la nada burlas toda la seguridad de la manada y atacas
en mi casa, también necesito asegurarme de que no eres o serás una
amenaza.
-¿Por qué?
Namjoon lo observó en silencio durante unos segundos con sus ojos felinos.
-Así que pretendes que confíe en ti. Así. Sin más. Sin darme más
información que esa.
-No puedo. Eres una amenaza que no puedo controlar ahora mismo - dijo
Namjoon.
Namjoon abrió un cajón del escritorio y sacó de él una fina daga. Jimin
miró el arma brillante, tragó saliva e intentó mantenerse sereno. No supo si
lo consiguió.
-¿Ahora?
-Sí.
-¿Y si me niego?
-Así que me has mentido. No pensabas darme esa protección aún siendo
pareja de Jungkook.
-No -negó Namjoon-. Nunca uso los pactos de sangre hasta que no son el
último recurso. Jamás lo usaría para obligarte hacer algo, preguntáselo a
Jungkook o a Eunwoo o a cualquiera de la manada.
-¿Seguro?
-Jungkook seguro.
Jimin se giró.
-De acuerdo. ¿Qué tengo que hacer? -sonó decidido, pero en realidad estaba
muerto de miedo.
Jimin se había dejado dominar durante la mayor parte de su vida, ahora era
libre, ¿de verdad le iba a dar el poder a un Alfa desconocido? Él odiaba los
Alfas, o los había odiado una buena parte, pero tampoco tenía otra opción.
Se cortaría las venas antes de ser encerrado de nuevo en un calabozo por
meses. Sólo podía confíar en Namjoon. Confíar en que el lobo no abusara
de su poder y confíar en que si lo hacía, Jungkook cumpliera con su palabra
de protegerlo.
-Levántate.
-Dame tu mano.
-Sí.
Jimin sintió a su lobo revelarse, más que contra él, lo hacía con el poder que
el Alfa estaba ejerciendo con sólo una mirada. Trató de mantenerse erguido,
pero nada de eso funcionó. Agachó la cabeza y Namjoon gruñó de gusto al
sentir la sumisión del Omega.
Lo odió.
-Estoy bien.
-Jimin esperar.
-¿No creerás que vivirás aquí sin hacer nada? Todos nosotros tenemos que
servir a la manada de alguna forma.
-Odio la cocina.
-¿Prefieres limpiar?
-Claro.
-Quiero luchar.
Eunwoo no respondió.
-¿Quién lo dice?
-Namjoon.
-¿Por qué?
-Porque sí.
-Es la que te doy. Mañana a las ocho en el comedor. No hables con nadie,
pregunta por Chen y haz todo lo que él te diga.
-Namjoon dar ropa. Namjoon decir que Jungkook tener que llevar ropa en
manada. Jungkook tener que cubrir.
-Jungkook preguntar.
-¿Jimin no confíar?
-No estoy listo aún -dijo esperando zanjar el tema-.¿Hay algún sitio en el
que pueda lavarme? ¿Una ducha?
-¿Jungkook?
Había estado tan ocupado estos meses escapando y luchando que había
olvidado disfrutar de las pequeñas cosas que siempre lo habían hecho feliz.
Los ojos del Alfa estaban fijos en él y Jimin sintió el impulso de taparse.
Estos meses no había comido mucho, y era consciente de que era más hueso
que músculo y de que Jungkook era una mole perfecta. ¿Estaba disfrutando
del espectáculo? ¿Le estaba gustando? Hace dos meses, Jimin recordó que
Jungkook no había tenido ningún problema para ponerse duro y ninguna
vergüenza en ocultarlo, pero ahora... Jungkook estaba demasiado tranquilo.
Jimin pasó las manos por sus hombros. Nadó para vaciar su mente y buceó
al menos media hora más. Cuando sacó la cabeza del agua, Jungkook estaba
sentado en la orilla junto a su ropa, Jimin vio la tela que cargaba en su
hombro, y supuso que el lobo había ido a por una toalla o algo con lo que
pudiera secarse. Se dio un último chapuzón y salió del lago con paso firme.
¿Dónde había que firmar para tener esto todos los días? Se preguntó Jimin
mientras dejaba que el suave olor de Jungkook lo envolviera.
-¿Sabes hacer café?
Jimin miró la gran máquina plateada que Chen señalaba, a su lado había un
montón de vasos de cartón, tazas y copas de cristal.
-Sí.
-No.
-Sinceramente, no.
Chen hizo una mueca. El Omega era estúpidamente bonito. Algo más bajo
que él, de cabello castaño y esponjoso, bonitas mejillas y ojos redondos.
-¿Galletas?
Chen partió un par de naranjas por la mitad y señaló con los ojos los
ingredientes para que Jimin se pusiera en marcha.
-¿Qué le ocurrió?
-Bueno... Creo que cada año hay uno nuevo. Los cachorros miedosos son
los primeros que empiezan, luego sus padres, y al final acaban llegando a
toda la manada -Jimin sacó un par de vasos-. Primero decían que Jungkook
era un cazador de lobos, que la Luna lo descubrió asesinando a uno de sus
hijos y que lo cortó en miles de pedazos pequeños. Luego, la Luna unió
todos esos pedazos y lo convirtió en lobo cómo castigo.
-¿Es eso...cierto?
-Algunas.
-¿Un demonio?
-¿Me las vas a contar? -Jimin soltó la espátula cuando la masa de las
galletas se enfureció.
Chen se lavó las manos y se ocupó de preparar las bandejas, amasar, y hacer
pequeñas bolas.
-¿Por qué?
-O un gruñido.
Chen rio.
Jimin vió la mirada del Omega antes de que una mujer pidiera su café desde
la barra. Chen se disculpó, le dijo que no saliera hoy de la cocina y se
marchó a atenderla mientras que él imitaba el trabajo que había estado
haciendo con las bolas de masa de galletas.
Nadie confiaba en él. Todos pensaban que Jimin iba a marcharse, que iba a
abandonar a Jungkook a pesar de la marca que llevaba en su cuello, que iba
a dejar la manada.
La tarde fue más aburrida. Chen lo puso a limpiar y cuando el centinela que
lo había estado vigilando durante todo el día se levantó de su sitio, Jimin
supo que tenía que regresar a la cabaña. Se despidió de Chen y quedó en
regresar mañana.
Qué remedio. Estaba atado de pies y manos y tendría que bajarse los
pantalones delante de toda la manada y hacer todo lo que le ordenaban para
conseguir un diez por ciento de su confianza. Lo malo era que a Jimin
jamás se le había dado bien ser dócil.
06
Jungkook siempre tenía problemas para dormir por las noches, por lo que
prefería seguir trabajando hasta casi desfallecer. Sin embargo, ahora no
podía permitirse eso.
—Puedo olerte, Jungkook —habló moviendo sus orejas rojas hacia él.
—Jimin no marchar.
Jungkook no respondió.
—Suéltame, Jungkook.
—Jimin no ir.
—¿Dónde ir Jimin?
Jungkook bajó los ojos a sus nudillos blancos, aflojó un poco el agarre y
asintió con la cabeza.
—Bien. No vas a soltarme, ¿verdad?
Jungkook negó.
Jungkook tragó saliva y sus dedos se movieron muy lentamente hasta los de
Jimin. Agarró su mano y Jimin también apretó el agarre sobre la suya.
Jungkook lo miró sorprendido y Jimin le sonrió.
—Vamos.
Jungkook abrió la boca para responder, pero no dijo nada porque no sabía
explicar lo que sentía con palabras. Nunca nadie le había enseñado a
decirlo.
—Jungkook…
Jimin necesitaba romper o dar una patada a algo. Golpeó con su pie la mesa
de madera que decoraba la recepción vacía de la clínica y saltó sobre su
pierna mordiéndose el labio para no chillar de dolor.
Una parte de Jimin se sintió satisfecha, una muy pequeña al oler el miedo
emanar de la piel del Alfa. Un Alfa que le tenía miedo a un insignificante
Omega.
—¿Cómo olvidarte?
Drake apretaba la sábana en sus manos, estaba recostado sobre una cama de
hospital, con la espalda incorporada en la almohada, ropa blanca y olor a
medicamento. Su cabello dorado despeinado, sus ojos enrojecidos y una
marca en su cuello.
—Quiero pedirte perdón, no hacerte daño. Si me crees, bien. Si no, que te
jodan.
—Vale.
—Has venido hasta aquí, ¿no? Y tengo hambre, no puedo ponerme en pie
aún, Eunwoo parece tardar más de la cuenta, y Goeun ha salido un
momento. Hay un plato en la nevera con verduras. Necesito cubiertos y
servilleta.
—¿Algo más?
—No.
Jimin fue a por todo a la cocina, justo al lado de la sala en la que tenían a
Drake. Tenía que recordar que estaba haciendo esto para terminar de hacer
las paces con el centinela cuando su lobo se revolvió por estar cumpliendo
las órdenes de un Alfa.
Los Alfas dominantes eran muy dominantes. Los Omegas dominantes, eran
aún peores.
Era grande para ser un niño cómo le había dicho Eunwoo. Sus pies se salían
de la sábana y había un cuerpo musculoso bajo ese pijama.
—¿Qué me ha delatado?
—No conozco a todos. Ahora, sólo me importa una opinión, y parece que
tampoco lo estoy haciendo muy bien con él.
—¿Quieres un consejo?
—Únicamente si es bueno.
—Jungkook es una bestia.
Jimin sacó sus dientes y garras y Drake se atragantó con el agua y tosió la
mitad de él sobre su regazo.
—Répitelo.
—No es un insulto, santa diosa. Jungkook ha sido tratado cómo una bestia,
más que cualquiera de nosotros. ¿En qué piensan las bestias?
—No lo conoces.
—¿Y tú sí?
—Otros quieren cortar tu mano por atreverte a hacer el pacto. Y más y más
enemigos.
—¿Crees que es una broma? Yo no quiero hacerte daño, pero hay lobos en
la manada que se están afilando los dientes. Helia ha tenido que echar unos
cuantos esta mañana de la clínica.
—Sangre.
Él agachó la cabeza y respiró. Sí. Era de Jimin. Era su olor. Jimin sabía muy
bien ocultar su rastro pero no podía hacer nada con su sangre. No era un
dios.
—¿Cuántos días?
—Eres idiota si piensas que Jimin ha pisado una ciudad —sacó sus dientes
furioso y más que desesperado.
—Jimin es mío. Él lo sabe. Él sabe lo que soy capaz de hacer por él. Lo
conseguiré tarde o temprano, y si tengo que incendiar todas las manadas del
puto continente hasta tener su cabeza, lo haré. Empezad a trabajar. ¡Nadie
descansará ni comerá hasta que tenga de nuevo a Jimin! —chilló, una vena
se marcaba en su frente—. Y Sam…
—Dime.
—Lo quiero sano y salvo. Como alguien le vuelva a tocar un sólo pelo rojo
de su cabeza, lo mataré.
Ya valimos 😐
08
Se secó el pelo con la toalla y limpió el polvo que había en el espejo del
baño. Su cabello seguía siendo igual de rojo, un poco más largo, ondulado
en las puntas. Había adelgazado lo suficiente para notar sus costillas y las
heridas y morados aún no se habían desvanecido del todo de su piel pecosa.
Suspiró.
La vida no había sido justa con ninguno de los dos, con nadie de su familia,
pero por desgracia, Jade se había llevado la peor parte y no había
conseguido salir. Jimin se sobresaltó al escuchar los golpes en la puerta y la
abrió con fuerza para encontrarse con el centinela que le había estado
acompañando a trabajar estos últimos días. Si se había quejado de Eunwoo,
éste hombre era aún peor. No hablaba, ni siquiera sabía su nombre, y lo
miraba mucho peor que el resto de la manada. Como si todos los males del
mundo fueran su culpa.
—Ya voy. ¿No puedo ducharme tranquilo? —se quejó el Omega pasando
por su lado para colocarse sus zapatos medio rotos.
Chen le había ofrecido unos, pero Jimin necesitaba tener aún algo suyo para
no sentirse un completo extraño.
Esperaba poder tener la tarde libre o salir un poco antes con algunos de los
dulces que Chen le había dicho que eran los favoritos de Jungkook y al
menos hablar sobre ellos y cómo quería que Jungkook fuera su relación. A
lo mejor se estaba arrepintiendo de haberlo mordido y dado protección, y
quería que se marchara de su cabaña.
—No hablas mucho, ¿verdad? —le dijo Jimin al centinela una vez que
empezaron a andar, tenía una pequeña rama de madera en sus manos que
doblaba para entretenerse.
—Bueno…ya sabes. Es un decir. Como decir que estás tan cansado que
podrías morir.
—¿Quién es ese bicho raro? —le preguntó al Omega castaño una vez
puesto su delantal.
—Ese es Kai.
—Claro.
—Tú pareces una cría de zorro con los dientes siempre fuera.
¿Un zorro? Era un lobo. Un lobo grande y feroz. Jimin quiso devolversela.
Entró en la cabaña rápido y buscó alguna tela que le sirviera para envolver
el filo. Cuando estaba a punto de salir, echó un vistazo a la cama en la que
Jimin dormía.
Tragó saliva.
Jungkook sacudió su cabeza, pero aún así no pudo borrar las imágenes.
Se había sentido bien. Pero también se sentía cómo si hubiese hecho mal.
Algo incorrecto.
Tiró el pelo hacia atrás y salió de la cabaña cuando escuchó una serie de
voces buscándolo.
Tae le había dicho que no tenía porqué hacer eso, que él ya era dulce y
bueno y que todos los cachorros de la manada lo querrían cuando lo
conocieran bien, pero siempre que Jungkook iba invitado a la guardería, los
pequeños se escondían, los Alfas le bufaban y los Omegas ocultaban sus
orejas porque pensaban que Jungkook se las iba a comer.
Yeji dio un par de pasos animada por Tae y se detuvo frente a Jungkook.
Jungkook la miró con la cabeza inclinada, y Tae le hizo una seña al Alfa
para que se agachara a la altura de la niña. Lo hizo muy brusco y la pequeña
Alfa de cabello bicolor chilló y corrió de nuevo a las piernas de Tae.
Yeji aceptó con la cabeza decidida, volvió al mismo lugar y metió la mano
en el pequeño bolsito que llevaba colgando de su hombro. Sacó un folio
muy delgado.
—¿Jungkook?
—¿Te gusta?
Yeji sonrió. Era la hija de Yoongi. Yoongi había sido el primer centinela de
la manada hasta que su pareja murió en un accidente, luego, dejó su trabajo
para poder estar con Yeji y empezó a entrenar a centinelas. Actualmente,
salía con Tae, el que había sido niñero de Yeji.
—Jimin… Eh. Sé que está trabajando con Chen, pero aún no he podido ir a
verlo. ¿Cómo es?
—¿Rojo?
—Rojo.
—Jimin ser delgado. Ser pequeño. Jimin ser dominante. A Jungkook gustar
Jimin.
—Jimin no tener que tratar bien a Jungkook. Jimin ser pareja de Jungkook.
Tae se agachó junto a Yeji, le señaló una flor a unos metros de ellos y le
dijo algo, la niña se marchó hacia ella.
—No. No digas eso. ¿Jimin te hace daño? ¿Jimin te hace cosas malas? ¿Te
ha hecho algo?
—No. Jimin tratar bien. Jimin no saber cosas de Jungkook. Jimin tratar mal
cuando saber cosas de Jungkook.
—La gente no te puede tratar mal por eso Jungkook. Y si Jimin lo hace,
tienes que contármelo. ¿De acuerdo? Nadie tiene derecho a herirte más.
—No —Tae se acercó—. No. No eres malo, Jungkook. Lo que ocurrió fue
un accidente.
—Jungkook matar. Jungkook matar. Jungkook arrancar cabeza. Jungkook
ver sangrar, Jungkook…
—No. No tiene que ser así. Se lo tienes que explicar bien, Jungkook. Para
que él entienda todo lo que pasó esa noche.
Jungkook asintió con la cabeza tratando de quedarse con sus palabras. Era
difícil. Jungkook se había criado con un látigo, cadenas y barras de metal.
Los golpes eran su lenguaje, los insultos, por desgracia, también lo eran.
Jungkook no quería hablar insultos. Jungkook odiaba las palabras feas. Pero
Jimin…
Jimin era una palabra muy bonita que esperaba poder pronunciar durante
mucho, mucho, mucho tiempo más.
09
Había vuelto a ser ignorado. No. Para ser ignorado hacía falta otra persona,
Jungkook ni siquiera se había presentado a darle la bienvenida o a
saludarlo, o preguntarle cualquier jodida cosa, ni siquiera había aparecido, y
Jimin sabía que Jungkook estaba ahí.
—Veo que te has estado divirtiendo —dijo cruzando los brazos sobre su
pecho.
Jungkook bajó los ojos y a pesar de la falta de luz y las sombras de los
árboles, Jimin pudo ver cómo el gran hombre se ponía rojo como un tomate.
—Jungkook no saber.
—Jungkook… sentir.
—Sé que hemos empezado con mal pie. A lo mejor yo no soy lo que tu
esperabas y te estás arrepintiendo de tenerme aquí.
—Ya. No es… —Jimin hizo un ruido tratando de elegir bien sus siguientes
palabras para que Jungkook pudiera entenderlo—. Sabes que me marcaste
—Jimin se señaló el cuello—. ¿Sabes lo que pasa con las marcas?
—Jungkook saber.
—Aunque quiera, no podré estar lejos de ti. No podré estar con otro que no
seas tú. Y… hay que cuidar las marcas, ya sabes, darle unos cuantos mimos.
Tú no estás marcado, y no sé si quieres que te marque o que haga algo o
que me quede aquí. A lo mejor estarías más cómodo conmigo viviendo en
otro territorio o…
—Jungkook seguro.
—¿Eso?
El problema era que Jimin quería haber estado ahí, que necesitaba al menos
un poco de su contacto, que su cuello ardía y su lobo sentía que nadie en el
universo lo necesitaba, ni siquiera su compañero.
—Jungkook no saber. Namjoon decir que Jungkook ser joven. Más joven
que Namjoon. Jungkook no ser bueno en números. Jungkook no saber
contar.
—¿Jimin enseñar?
—Jungkook querer.
—Así que, nunca has estado con un lobo o con una loba.
—¿Por qué?
Jimin entendía que los lobos no confiaran en él, pero… ¿en Jungkook?
—¿Malo?
—¿Jimin no enfadar?
—Jungkook gustar.
—Bien.
—Dime.
—Jungkook arreglar.
—Me gusta. No lo que le has hecho a la manta, si no saber por qué lo has
hecho. ¿Me has olido en ella?
—Jimin pequeño.
Jimin esperó y Jungkook abrió y cerró sus manos, finalmente, llevó una a la
cabeza de Jimin. Sus dedos ásperos se enredaron en él y Jungkook rozó su
cuero cabelludo. Jimin trató de no perder la compostura y acurrucarse sobre
el pecho fuerte del lobo y su calor. Mantuvo su columna recta y su cabeza
fría mientras que los dedos de Jungkook descendían hasta su oreja.
Jungkook investigó con su dedo en sus encías, y Jimin levantó sus manos
para llevarlas a los hombros de Jungkook. En cuanto lo rozó, Jungkook se
movió de forma violenta, soltó un quejido, parecido a un sollozo y Jimin
convirtió sus manos en puños.
—Jungkook…
—Jungkook estar.
—Padre.
Jimin creyó que había oído mal.
—¿Tu padre?
Jimin agarró las mejillas del lobo entre sus manos fuerte.
—No tienes que pedirlo —Jimin le abrazó, rodeó con sus brazos y acarició
su espalda y costillas con las puntas de sus dedos.
Era la primera vez que alguien lo tocaba así. Jungkook había recibido
abrazos, pocos. Pero algunos por parte de sus pequeños amigos, sin
embargo, ninguno de ellos se había sentido así de bien, así de… Jungkook
no sabía explicarlo del todo.
Sus caderas embistieron con más fuerza, su trasero saltaba y saltaba y Jimin
empezó a hacer ruidos. Ruidos bonitos. Ruidos para Jungkook.
Jimin clavaba las uñas en sus hombros y todo era color rojo y olor a
estrellas. Jungkook se corrió primero, Jimin siguió con su incesante baile y
sólo necesito un poco más de tiempo para llegar hasta dónde Jungkook.
Tendría que regresar a sus quejas y a su humor agrio, salvo que no podía.
La noche con Jungkook había sido tan fantástica que nadie podía arrancarle
la sonrisa del rostro. La marca de su cuello estaba feliz, su lobo también y
esta noche volvería a repetir la misma jugada, sólo que sin ropa.
¿Qué llevaba a un padre, hombre lobo, a hacer algo así? Sabía que los
humanos eran más idiotas y crueles, pero ¿los lobos con sus propios
cachorros? El mundo animal era salvaje, Jimin lo reconocía, pero incluso
sus padres, que eran completamente nulos en la paternidad le habían sabido
dar a Jimin y a sus hermanos una infancia feliz hasta que los atacaron.
¿Qué hizo Jungkook para enfadar tanto a su padre y merecer un castigo
cómo ese durante años?
—Hoy tenemos mucha comida que preparar para llevar. Vendrán a la una
del medio día y podrás irte al acabar.
—Sehun. Mi pareja.
Chen le había hablado un poco de él, pero Jimin había dejado de escuchar
todas sus anécdotas buenas y graciosas al morir de envidia. No quería
escuchar momentos felices de parejas cuando la suya iba cayendo en
picado.
—¿Un caso?
—Él es policía. Trabajaba con los humanos cuando lo conocí, luego lo dejó
para estar más tiempo en la manada y conmigo, pero hace poco volvieron a
abrir un caso de un niño desaparecido en el bosque, y Sehun se está
ocupando de ello.
—No. Es un mestizo.
—¿Cómo es un…?
—¿Nunca has visto a un mestizo?
—Era guerrero.
—¿Guerrero? ¿Luchabas?
—¿Tienes un hermano?
—Tenía dos. Lisa era la más pequeña, murió a los siete años, y luego está
Jade, el mayor.
Chen lo miró sin comprender, pero era lo máximo a lo que Jimin podía
responder. Jade perdió la cabeza hace mucho tiempo, se convirtió en un
lunático, en un lobo Omega peligroso y sin control alguno y lo peor de todo
era que Jimin lo había estado siguiendo y consintiendo todas sus
atrocidades sin decir nada.
—Me gustaría ser centinela aquí, pero creo que aún me queda mucho.
Primero la manada tiene que confiar en mí, y Namjoon, y debería demostrar
mis habilidades y…
—Lo siento, Jimin, desde hace unos meses que ya no aceptan Omegas
cómo centinelas.
—¿Por qué? Creo que Eunwoo me comentó algo, pero de verdad que no
creo nada de lo que diga ese estúpido.
—Félix fue centinela —dijo tranquilo mientras sacaba las cajas plateadas
para la comida—. Tuvimos un aviso de cazadores en el territorio Alfa, Félix
no debería haber estado ahí, una trampa para osos le arrancó la pierna y
Namjoon no ha dejado de culparse por eso. Antes de que tú llegaras, Félix
se empeñó en demostrar que seguía siendo apto para el puesto y persiguió a
un lobo salvaje, casi pierde la vida.
—¿Así que todos los Omegas que quieran ser centinelas se tienen que
—Namjoon tuvo una relación amorosa con la madre de Félix antes de que
él naciera. Es sólo cariño fraternal. Namjoon lo vio nacer y lo trajo al
mundo, y luego lo cuido cuando su madre lo abandonó en la manada. Ha
estado con él desde que era un cachorro. Lo mandó a entrenar cómo
centinela cuando el lado dominante de Félix empezó a manifestarse, por eso
se siente tan culpable.
—¿No debería estar emparejado ya y con hijos para que asuman su cargo?
—¡Estamos en la cocina!
—De acuerdo. Ponte un delantal y reparte las cajas para empezar a meter la
comida. Jimin, él es Tae, mi mejor amigo, antes trabajaba aquí.
Jimin lo miró. Y no pudo cerrar su boca—. ¿En qué pocilga de Alfas te has
revolcado?
—Si. Tiene que dejar de marcarte para que los Alfas no se acerquen. Ya
tiene una edad para actuar cómo un adolescente lleno de hormonas.
El color de las mejillas de Tae subió al rojo vivo, agarró un delantal y lo ató
a su cintura. Jimin se sintió un poco solo al darse cuenta de que nunca había
tenido una relación de amistad cómo tenían Tae y Chen, y que muy
probablemente, jamás la tendrían.
Mientras no había gente, los tres se pusieron a colocar la comida para llevar.
Una vez terminada, Chen salió a atender y Tae lo ayudó un rato hasta que
ambos escucharon un plato romperse en mitad del comedor.
—Creo que es hora de que tomes el resto del día libre. Yo ayudaré a Chen
—regresó Tae cinco segundos después—. Ve a pasear con Jungkook y a
cogeros de la mano y a daros mimos por el bosque.
—Nada.
Por supuesto que los Alfas cabezotas y grandullones querían verlo muerto.
—Voy a salir.
—¿Estatus?
—Su nivel en la manada. Juyeon era un cazador Alfa, una muy buena
posición ya que los cazadores son los que nos alimentan. Lo castigaron al
incumplir las normas. Juyeon jamás podrá ser cazador de nuevo y su estatus
en la manada se ha reducido a cenizas.
—Peor. No tiene trabajo, se ha quedado sin sus amigos y los Alfas y el resto
de los Omegas no lo respetan. Juyeon tiene que volver a entrar en la
manada si no quiere ser excluido de por vida.
Jimin asintió. En su manada natal también habían estatus, pero todo eso
cambió cuando sus padres murieron y él se dio cuenta del poder que tenía
en sus manos. ¿Para qué iba a necesitar estatus si él era lo más parecido a
un Dios? Eso le había dicho su hermano Jade, y Jimin había confiado en él
para hacer una manada más segura. Confianza que nunca le tendría que
haber dado.
— Juyeon sabe que hay Alfas que no están de acuerdo con el pacto de
sangre que has hecho con Namjoon.
—¿Sabes eso?
Jimin hizo caso omiso, cogió un plato con comida y salió de la cocina.
Jimin dejó el plato frente al lobo que debía de ser Juyeon y juntó sus manos
tras la espalda.
—¿Más qué?
—Más hombre. Pero tengo que recordar que los Omegas no son hombres.
Más bien agujeros para follar.
—¿Y tú sabes de eso? Algo me dice que no has estado con un Omega en
mucho tiempo.
En otra época de su vida esas palabras le hubiesen puesto todos los pelos de
punta, para desgracia de Juyeon, Jimin ya no era un niño asustado y
encerrado en una alacena. Se soltó del agarré de Chen y tomó el respaldo de
la silla, se sentó y colocó las sobre la mesa.
—Lo sé. No he hecho muchos amigos Alfas, creo que me vendrá bien tener
uno. ¿Me traes un poco de carne? —intentó decirle a Chen con los ojos que
estaría bien. No lo consiguió, Chen se fue a la cocina con el rostro hundido.
—No lo dudo. Yo también podría hacerte muchas cosas con mis manos y
estoy tratando de dialogar contigo.
—¿Crees que intimidarme hará que los Alfas que has perdido te respeten de
nuevo?
—Tampoco me conoces.
—Porque él está cegado. Desde hace unos meses que perdió el control de
los Alfas en la manada por culpa Félix y tú acabas de hundirlo.
—¿Hundirlo?
—¿Es que quieres un líder que inicie una guerra al más mínimo conflicto?
—Quiero un líder que proteja a los míos —escupió Juyeon y Jimin supuso
que él no entraba en los suyos.
No lo necesitaba. Jimin nunca había querido encajar con nadie, no
necesitaba una familia, no necesitaba a nadie. Un agujero se abrió en su
estómago y colocó una mano sobre él.
—Tú jamás serás parte de esta manada. Jungkook tampoco. Sois dos parias.
Deberíais estar exiliados, aplastados bajo una roca al igual que los insectos
—la rabia emergía por cada poro de su piel y sus feromonas fueron directas
a Jimin.
Le sacó los dientes y un cuerpo rompió el espacio entre ellos. Jimin vio los
ojos ambarinos de Eunwoo y su mandíbula bien apretada.
Genial.
Juyeon abrió la boca para hablar pero Namjoon hizo un gesto, un sólo
movimiento que lo hizo callar y retroceder justo cuando Goeun terminaba
de pasar el algodón la herida. El sanador se marchó sin decir nada y la
habitación quedó en silencio.
Uno.
Dos.
Tres.
—No he tocado ningunas orejas hoy. He sido golpeado y anulado sin razón,
y pido que Jimin, Jungkook y Kai sean desterrados de la manada.
—¡Se está riendo de todos nosotros! Le importa una mierda todo esto.
—Yo no he…
—¡Cierra la boca!
Namjoon inclinó la cabeza y Jimin dejó de hablar para llevar los ojos al
suelo. Eunwoo y Kai lo siguieron. Ni siquiera estaba esparciendo
feromonas, sólo era él. Él.
Juyeon fue el único que mantuvo su mirada durante unos pocos segundos
antes de que sus rodillas golpearan el suelo.
—Te perdoné una vez, Juyeon. Sabes que no doy segundas oportunidades.
¿De verdad quieres desafiarme?
—Mírame.
No te levantes.
No le desafíes.
Juyeon no lo hizo.
—¿Quieres saber la verdad y lo que todos los Alfas piensan? —le preguntó
Juyeon ansioso, lamiendo sus labios— La manada ya no te importa, te
pasas el día encerrado en la oficina o en tu cabaña haciendo de niñera de un
lobo tullido. No sales a cazar, descuidas a nuestras hembras, pero dejas
entrar a mestizos y lobos peligrosos. Ya no eres el mismo líder que
prometió protegernos y llevarnos hasta la Luna —Namjoon ni siquiera se
había girado para mirarlo—. Quiero un líder que imparta justicia. Jungkook
no merecía ser parte de la manada, ni Sehun, ni ésta maldita bestia.
Jimin le enseñó los dientes cuando Juyeon lo señaló. Él mismo quería
esparcir sus feromonas y reducirlo en el suelo únicamente para hacerle
callar. Los líderes eran divinos, por lo que Jimin sabía. No bastaba con que
la manada los aceptara, la Luna tenía que hacerlo, su propia diosa. Su
hermano Jade siempre estaba hablando de eso, en cómo la Luna le
susurraba por las noches y le cantaba canciones de batallas. Jimin lo creyó
por un tiempo, hasta que sus acciones se volvieron crueles y retorcidas.
Uno era moreno, y los otros dos rubios, Jimin los conocía. Eran Alfas de su
manada y eso sólo podía significar una cosa.
Pensó en romper una, pero eso lo delataría ante todos y lo que necesitaba
era salir sin hacer ruido ni ser visto. Corrió hacia abajo, la puerta de la
entrada se abrió y Jimin se quedó paralizado cuando vio a Eunwoo.
Ahora, el lobo sí que tenía grandes motivos para matarlo. Lo que Jimin no
esperó fue que el lobo llevase un dedo suyo a los labios y le mandara callar.
Eunwoo cerró la puerta suave y le hizo una seña con la cabeza para que
subiera de nuevo las escaleras.
Ni aunque quisiera, Jimin podía escapar de esto. Claro que podía reducir a
Eunwoo con sus feromonas y encontrar algún rincón por el que huir, pero
eso sólo empeoraría más su situación con el centinela y el líder y la manada.
—Puedo…
—Tienes suerte de que yo no soy el que decide esto. Por lo que respecta a
Namjoon, en esta manada no hay ningún Jimin de pelo rojo, pero tienes
mucho, mucho que explicar, Omega.
Jimin evitó pensar en eso y dejar la mente en blanco, pero lo único que
consiguió fue desvíar todos esos pensamientos a Jungkook. Juyeon había
dicho algo muy interesante en el despacho de Namjoon. Jungkook había
matado a su madre. A su madre con sus propias manos. Eso le hizo reír de
amargura. La Luna había juntado a dos grandes asesinos en una pareja. ¿Lo
había hecho aposta? ¿Se estaba divirtiendo ahí arriba con ellos?
Mierda.
Jimin sintió la sombra de Namjoon sobre él, y luego, una mano fue a su
cabeza. Jimin sintió la caricia del líder. Levantó los ojos para descubrir a
Namjoon agachándose junto a él.
—Uno, lo que has hecho en el comedor con Juyeon ha sido una gran
estupidez. Podrías haber salido herido o haber herido a alguien inocente.
Está totalmente prohibido provocar peleas en el territorio de la manada, y
dos, espero que ahora puedas darme una gran explicación sobre lo que pasó
en tu antigua manada. No protejo a asesinos, si has hecho todo lo que esos
centinelas aseguran, te encerraré de por vida.
Namjoon suspiró.
Sus rodillas crujieron cuando se levantó del suelo y siguió a Namjoon fuera
de la casa. Miró por todos lados, tal vez esperando la traición de Namjoon,
pero los tres Alfas de su antigua manada no estaban por ningún lugar, sólo
miradas de miedo. Se detuvieron frente a una cabaña algo alejada del
territorio y el olor a hierro no tardó en llegar a sus fosas nasales. Su lobo se
puso a llorar. Namjoon abrió la puerta y una serie de celdas vacías se
abrieron ante sus ojos.
—Entra.
—Son celdas provisionales. No estarás aquí siempre, sólo hasta que sepa
qué hacer contigo. Te traeran comida y bebida. Eunwoo o Kai estarán de
guardia, las duchas y los baños están detrás, si quieres usarlos sólo tienes
que pedirlo —Namjoon sacó unas llaves y abrió la tercera celda.
—Se lo diré.
Jimin miró la pequeña celda en la que pasaría el resto de su vida. Había una
cama con sábanas y mantas, una pequeña mesita de madera a su lado y un
armario. Nada más.
Jimin asintió, tragó saliva, y dio un paso al frente para entrar en la celda.
Jungkook inclinó su cabeza ante las palabras del Omega y miró a Namjoon.
Había cambiado mucho con los años, bueno, Jungkook también lo había
hecho, sin embargo, Jungkook no podía borrar de su memoria la primera
vez que vio al joven lobo Alfa abriéndose paso entre los barrotes de metal
cubierto de sangre. Namjoon lo salvó. Namjoon le dio una nueva vida en la
manada.
—Vale, no quiero que te alteres. Todo está bien. Jimin está bien.
Jungkook respiró y miró a Félix que había dado un paso hacia atrás con sus
muletas.
Jungkook sacó sus dientes, su nariz se arrugó como la de un gato que estaba
a punto de atacar y sus garras salieron.
—Nadie le ha hecho daño, Jungkook. Jimin está bien. Está bien. Lo hemos
encerrado por seguridad. Él está bien, Jungkook. Quiere hablar contigo.
Jimin quiere hablar contigo —dijo Namjoon rápido tratando de llegar hasta
los hombros de Jungkook.
Sacudió su cabeza.
—No quiero decir que te lo mereces, pero sí, te mereces todo esto, Jimin.
Eunwoo golpeó la puerta con su mano, el sonido metálico hizo vibrar las
paredes y Jimin resistió el impulso de llevarse las manos a las orejas.
—Si confiaste en mí, ¿por qué me acusas tan rápidamente? ¿Por qué no
buscas respuestas?
—Has acabado con la vida de otros lobos. Con eso es suficiente — Eunwoo
giró sobre sus pies y salió de la cabaña.
Jimin no quería que eso doliera, pero mierda, sí que lo hizo. Todo dolió.
Jungkook no había ido a verlo, ¿acaso ya no quería saber nada de él? ¿Se
había encontrado por el camino con Eunwoo y él le había convencido de lo
malo y peligroso que era Jimin? ¿Ya no lo quería?
Tragó la bilis que amenazaba con vomitar y se llevó las manos a su cabeza.
Enterró los dedos en su cabello tirando ligeramente de él.
¿Huir?
¿Pelear?
Quizá era una buena opción que Namjoon decidiera su destino. O Eunwoo.
Namjoon lo dejaría vivir en esa maldita prisión de por vida, Eunwoo lo
mataría. Lo sabía. Y Jimin prefería la segunda opción. Nadie volvería a
encadenarlo.
Soltó su cabello y dejó que sus brazos colgaran junto a sus costados. Miró
la pequeña rejilla y quiso levantar sus manos para alcanzar el cielo nublado
y las estrellas que habían ocultas en él.
Era el fin.
La única persona que tenía ese poder. El único lobo que podía hacer con
Jimin lo que quisiera. El único al que Jimin obedecía. Al que había
obedecido. Hasta ahora.
El lobo intruso dio un paso hacia delante. Su cabello largo y rojo recogido
en una cuidada trenza. Preciosos ojos ámbar. Mandíbula suave. Nariz
pecosa y dientes afilados.
—Lo harás.
—No.
—¡No está bien! —chilló Jimin. Jamás le había gritado a su hermano— ¡No
está bien lo que hacemos, Jade! ¡No puedo hacerlo!
—Me lo prometiste.
—No lo es. Claro que no lo es. Yo ya morí hace mucho tiempo, y pensaba
que tú también lo habías hecho conmigo, pero me equivoqué.
—No digas eso. Lo que nos pasó…
—No.
—Vas a volver a dominar a los Alfas. Vamos a reunir a todos los malditos
Alfas de ésta manada y los vas a matar.
—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! —las lágrimas descendieron por sus
mejillas y vio cómo las de Jade caían también—. Lo siento, pero esto no
está bien.
—Prometiste que matarías a todos los Alfas de este planeta. Prometiste que
los esclavizarias y torturarías. Lo hiciste. ¿Qué ha cambiado ahora?
—Me he dado cuenta de que no todos los Alfas son malos —respondió y
Jade dio un paso atrás cómo si le hubiera pegado una bofetada.
Jimin no podía hablarle de Jungkook. No podía decirle que tenía una pareja
Alfa. Un lobo fuerte, precioso y salvaje pero igual de indefenso que él, pero
sí que podía hablarle de todos los demás.
—Jade, escúchame. Hay Alfas malos, pero también hay Omegas malos que
hacen cosas horribles. No es justo meterlos a todos en el mismo saco. Gente
horrible destruyó nuestra manada. Gente horrible te hizo cosas horribles. Y
esa gente está muerta. No tiene sentido juzgar a lobos inocentes. No lo
hagamos más, por favor. Estoy seguro de que si hablamos con Namjoon, y
le contamos lo que ha pasado…
—¿Qué es lo que han hecho contigo?
—¿Entrar? ¿A dónde?
Eunwoo empezó a toser y el rostro de Jade se tiñó de rojo. Había soltado las
suficientes feromonas cómo para hacer que entrara en celo, pero había
olvidado que Jade siempre recibía pequeñas dosis de sus hormonas cuando
dominaba a los Alfas de la manada y que poco a poco su hermano se había
vuelto inmune a ellas.
Mordió su labio y buscó a Eunwoo. El lobo había caído no muy lejos de él.
Trataba de levantarse y gruñía y su rostro estaba rojo de ira.
—Juro que te mataré por esto, Jimin —masculló Eunwoo. Trató de ponerse
en pie pero sus piernas fallaron y Jade ya estaba regodeándose a sus
espaldas.
—Tu amigo tiene suerte. Tengo algo de prisa, así su muerte será rápida e
indolora. No puedo decir lo mismo de la tuya, Jimin.
—Escúchame…
Alguien cayó del cielo. Una sombra tallada. Golpeó la nuca de Jade y a
Jimin le constó identificar a Ron. Sus rodillas temblaron y tocaron el suelo,
la oscuridad trató de atraparlo pero él escapó. No quería que su hermano
resultara herido, pero mucho menos Ron. Escuchaba golpes y jadeos.
Jimin dejó de sentir las manos, se sentó en el suelo y sus labios casi
formaron una sonrisa cuando lo vio.
—Lo hará pronto. Ahora, ten paciencia, siéntate y por favor, usa una
camiseta.
Jungkook miró hacia abajo. Usaba unos pantalones que habían quedado
rasgados y no llevaba zapatos. Goeun le había dado una toalla nada más
entrar a la clínica y se había encargado de coser la herida de Jimin y de
administrarle sangre y medicamento mientras que los otros sanadores
atendían a Eunwoo y a Kai.
Todo eso hace cuatro horas. Cuatro largas horas que Jungkook se había
asegurado de preguntar.
—Jungkook nervioso.
A proteger a su pareja.
Lo soltó.
Despierta.
Jimin abrió los ojos y antes de poder articular palabra alguna, una masa
pesada y grande cayó sobre él. Alguien gritó y el cuerpo caliente del
hombre se esfumó.
—Bien, creo.
—¿Quieres agua?
—Me acuerdo.
Ojalá no hacerlo.
—Ese lobo…
Una parte de él lo quería. Una parte egoísta y malvada. Sin Jade en su vida
la mitad de sus preocupaciones se desvanecerían, pero tenía que recordar
que era su hermano mayor, la única familia que tenía.
Incluso cuando eran más pequeños, Jade nunca dejaba que Jimin cuidara de
sus heridas. No quería que su pequeño hermano las viera o tuviera que
enfrentarse a la sangre tan pronto.
Jimin asintió.
—He tenido que darte unos cuantos puntos en el estómago, así que será
mejor que no te levantes en un par de días y evita hacer algún movimiento
brusco hasta que la herida cicatrice. ¿Necesitas algo antes de irme?
—No, gracias.
Jungkook abrió la boca, luego volvió a cerrarla. Jimin le dio su tiempo para
que pensara en sus palabras.
—Yo… Jungkook…
—Jungkook no poder.
Jimin evitó las partes más escabrosas. Evitó pensar en los gritos y llantos de
su madre cuando el cuerpo de su padre cayó al suelo sin vida.
Evitó pensar en la sangre. En la risa del Alfa. En los brazos de Jade que lo
apretaban. En cómo su madre se negó a arrodillarse también, sabiendo que
eso significaba su muerte y la de sus hijos. Pero lo hizo.
—Jade quería que asaltara manadas, me ordenó que me llevara a los Alfas,
que los controlara e hiciera un ejército con ellos. El plan era reunir el
máximo de Alfas posibles y luego hacer que se mataran entre ellos —Jimin
no estaba orgulloso de eso. Apartó a padres de sus hijos, hizo lo mismo que
la manada de Alfas le hizo a él y se convirtió en un monstruo—. Tuve que
irme. No podía seguir haciendo eso, pero sabía que si me quedaba junto a
Jade, haría todo lo que él me pidiera, incluso acabar con mi vida. Me
escapé, si quieres llamar a eso traición, puedes hacerlo. Luego, me encontré
contigo. El resto… el resto ya lo sabes.
Jimin evitó mirar a Jungkook. ¿Qué pensaría de él ahora? Le había contado
todos sus secretos, se sentía desnudo. Más que eso. Estaba completamente
desnudo con una flecha apuntando a su corazón. No esperaba una buena
reacción de Jungkook, estaría bien merecido si Jungkook le golpeaba y se
iba, al fin y al cabo le había mentido y ocultado que era un cazador de
Alfas.
Jungkook no respondió.
—¿Vas a golpearme?
Jungkook no respondió.
—Jungkook… —gaznó.
—Jungkook bien.
—Pero…
—Todo estar bien. Jimin no ser malo. Jimin ser bueno.
—He matado, Jungkook —Jimin apretó los labios contra la piel del cuello
de Jungkook.
—Namjoon…
Era muy obvio que iba a recibir una buen rapapolvo a parte de su castigo.
Jimin esperaba ser expulsado de la manada, era lo que merecía después de
haber ocultado algo tan grande y haber puesto a todos los Alfas de la
manada en peligro, incluso a Jungkook.
Miró a su lobo de reojo. Jungkook estaba igual de tenso que él, o más.
Contenía la respiración, las anchas venas de su cuello y brazos se marcaban
mientras que apretaba un trozo de sábana en su puño y estaba a punto de
gruñir. ¿A punto? No. Jungkook gruñó en cuanto Namjoon entró en la
habitación. Jimin alargó el brazo. Consiguió rozar el dorso de su mano y la
frente de Jungkook se relajó un poco. Sólo un poco.
Sabía que eso pasaría, no era algo nuevo. Goeun ya se lo había dicho
cuando se había despertado. Iban a sentenciarlo. Sentenciarlo a morir.
Tocar el suelo fue como andar por fuego, pero Jimin se levantó de la cama y
se sujetó el estómago deseando que sus tripas aguantaran dentro unas horas
más.
—¿A dónde vas? No puedes moverte aún —dijo Goeun tratando de hacer
que regresara a la cama.
—Más tarde.
—Mi hermano va a morir. Quiero estar con él al menos en sus últimas horas
de vida.
—Jungkook, dile algo —rugió Goeun, aún sujetaba a Jimin del brazo, lo
único que le impedía a Jimin salir corriendo hacia el calabozo.
Sabía que pasaría. Sabía que una vez que Jade fuera capturado, todos
querrían su pellejo, incluso Jimin había deseado más de una vez que
estuviera muerto. Pero… pero era su hermano. Era su hermano. Malvado o
no. Desquiciado o no. Roto.
Estaba aterrado.
Namjoon entró junto a ellos, pero se quedó en la puerta, con los brazos
cruzados mientras que Jungkook y Jimin avanzaban por el estrecho pasillo
de celdas hasta la de Jade. No había ninguna ventana en la suya. No había
cama. No tenía nada salvo unos pesados grilletes colgando de sus muñecas
y tobillos.
Nada más verlos, Jade rio. Su cabello largo ocultó parte de su rostro
magullado y sus labios formaron una maligna sonrisa.
—Así que es eso —dijo sacando sus dientes—. Me has vendido por una
polla de Alfa.
Jade trató de llegar hasta los barrotes, las cadenas se lo impidieron y gritó
de dolor cuando tiraron de él hacia atrás. Jimin chilló su nombre, pero
Jungkook no dejó que llegara a la puerta, lo ocultó detrás y no pudo
sostenerlo cuando el Omega cayó de rodillas al suelo.
—¡Y yo los maté! Pero no puedo más, Jade. No todos los Alfas son así.
Jade escupió a los pies de Jungkook.
—Eres tan estúpido. Tan estúpido. Dices que no todos son iguales, pero
mírate. Comiendo de su mano, agarrándote a su pierna cómo un perro.
Estaba encerrado.
—Ellos eran Betas. Los Alfas, ellos nos han hecho débiles. Nos han
convertido en esclavos, y enhorabuena, ya eres uno de ellos, hermano —
Jade pronunció la última palabra con burla.
—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué has hecho eso, Jungkook?! ¡Lo van a matar!
—Jimin tranquilizar.
—¡Suéltame!
Que Jimin era suyo. Pero Jungkook no conocía muchas de esas palabras y
tenía miedo de quedarse mudo a mitad.
—Sé que es un asesino, pero no quiero que pase sus últimas horas de vida
solo y encerrado. Creyendo que a nadie le importa. A mi me importa,
Jungkook. Quiero volver, por favor.
Jimin negó una y otra y otra vez con su cabeza, pero cuando Jungkook
aflojó el agarre de sus muñecas, Jimin las subió hasta su cuello, lo abrazó y
buscó su calor y Jungkook apoyó la espalda en la puerta mientras su cuerpo
descendía hacia el suelo.
Jungkook decidió irse a vivir a su vieja casa, aunque nunca volvió a entrar
dentro hasta que Jimin apareció.
—¿Por qué me siento mal, Jungkook? Jade ha hecho cosas malas, pero no
quiero que sufra. No quiero que muera. Se lo merece, pero no quiero. Si él
pudiera ver esto… Si tuviera una pareja Alfa, si encontrara un compañero, a
lo mejor… —Jimin se sacudió—. Qué tonterías estoy diciendo. No me
entiendes, ¿verdad?
Jungkook lo entendió, pero no conocía palabras de consuelo. Sólo apretó
aún más a Jimin y dejó que le hablara de Jade. Jimin le contó historias
bonitas de su infancia en la manada, le describió su bosque y el pequeño
lago en el que solía chapotear. Le habló de su madre y de su padre y de que
cómo ellos dos se querían y se admiraban. Y luego rió, y volvió a narrarle el
día que perdió a su familia y a su hermano, le contó lo que le hizo a los
Alfas, cómo los asfixió con su olor y cómo recogió el cuerpo de su
hermano. Cómo aprendió a usar su olor y a dominar.
Le contó cómo iba a las manadas y secuestraba a los Alfas más fuertes por
orden de Jade. Y también le confesó el día que Jimin decidió detenerse. El
día que comprendió que los Alfas también sufrían y que no merecían nada
de lo que su hermano le obligaba a hacer. Trató de decírselo a Jade, de
hacerlo parar, aún podía convencer a los Alfas de regresar a su casa, pero
Jade no quiso.
—No quería meterte en este problema, Jungkook. Por eso me fui. Pero tú
me marcaste.
Jimin levantó la cabeza. Tenía los ojos hinchados y las pestañas húmedas.
Sus mejillas enrojecidas. Jungkook pasó la lengua por su labio inferior.
Agachó la cabeza y lamió las pestañas mojadas de Jimin, luego las otras.
Jimin abrió los ojos antes que Jungkook . Los dos se habían quedado
durmiendo, Jimin apretando en sus manos el largo cabello de Jungkook y
Jungkook con la nariz enterrada en el de Jimin. De forma muy sigilosa y
lenta, Jimin se levantó del cálido regazo de Jungkook y se colocó de
cuclillas frente a él.
Nunca lo había visto dormir, y era una de las cosas que jamás olvidaría.
El lobo parecía tan suave como un cachorro y Jimin levantó su mano, pero
se detuvo antes de acariciarlo. No quería despertarlo todavía. Sonrió
débilmente y buscó una ventana, ya que Jungkook se había dormido junto a
la puerta. La levantó con cuidado y pasó bajo ella, mordiéndose el labio
inferior cuando las heridas de su estómago se tensaron.
Hizo que recordara que su hermano había intentado matarlo. Caminó entre
las sombras, esquivando a los miembros de la manada que preparaban el
claro para el sacrificio de su hermano y se coló de nuevo en las celdas.
—¡Cállate! ¡Dime qué has hecho con la manada de Alfas! ¿Dónde están los
Alfas que envíaste a buscarme? ¡Dímelo o te juro que usaré todas mis
feromonas hasta que escupas la verdad!
Jimin lo miró, sonreía. Sin embargo, esta vez no llevaba puesta su máscara
de burla y frialdad, sonreía de verdad.
—¿Qué has hecho con ellos, Jade? —preguntó por última vez con un hilo
de voz.
—Se fueron —encogió los ojos—. Sin tí, dejaron de obedecerme. Da igual,
sabía que eso pasaría.
—¿Es por eso por lo que estás aquí? ¿Te preocupa mi alma?
—Yo subiré con ellos algún día, y volveremos a estar todos juntos. Por
favor. Y todo volverá a ser perfecto.
—Eres igual de tonto que ese estúpido Alfa al que le juraste lealtad.
—No hagas esto, Jade. No creas que estaré mejor sin ti, porque… ¡mierda!
—chilló.
Jimin había deseado tanto su muerte que ahora ni siquiera podía mirar a su
hermano a la cara y decir lo contrario. Sí. Mierda. Sí. Lo quería muerto,
pero también lo quería vivo y sano. Sin traumas, sin mochilas, sin ser un
asesino. Sin embargo, no había un botón mágico al que poder presionar para
regresar al pasado, y eso su hermano Jade lo había comprendido mucho
antes que él.
—Me arrepentí. Arrepiéntete conmigo. ¿No puedes hacer eso por mí?
—Haría todo lo que fuera por tí, lo sabes. Menos enseñarle la nuca a un
Alfa.
Jade lo había protegido. Jade había perdido su cola por protegerlo, había
perdido su dignidad y muchas otras cosas por él, y ahora perdería su vida,
también por su culpa.
Jimin había visto muchas muertes en su corta vida, pero nada comparado
con lo que le harían a su hermano. Había obligado a Goeun a contárselo o
más bien, lo había persuadido mientras limpiaba su herida. El sanador
también le había recomendado no ir, pero una parte de él necesitaba verlo
con sus propios ojos aunque tuviera pesadillas por el resto de su vida.
Jimin tembló cómo nunca lo había hecho en su vida y tuvo que esforzarse
para no dejar salir su olor. No iba a permitir que todos esos Alfas
Jimin tiró aire por la nariz cansado de que todos esos grandes lobos
decidieran por él.
Se acercó al Omega. Félix también era dominante, pero era muy inexperto,
agresivo, no controlaba sus feromonas y las dejaba salir cada vez que
peleaba o sentía rabia, se notaba que su cuerpo estaba trabajado y recordó
que en su momento, Félix fue centinela y también que por su culpa ya no lo
iban a aceptar a él y que por eso tendría que hacer labores en la cocina para
el resto de su vida.
Félix hizo chirriar sus dientes, los Omegas tenían su orgullo al igual que los
Alfas y Jimin acababa de apuñalar el suyo. Félix soltó la muleta y
Jungkook acabó metiéndose por el medio.
—No pelear.
—Haz que tu compañero me siga o con quien tendrá problemas será con
Namjoon, Jungkook .
—Ahora no, tenéis que seguirme hasta la clínica. Sólo puedo decir que
muchos Alfas no están de acuerdo en que se sacrifique a uno de los
hermanos, también quieren ver a Jimin subir a la tarima.
—Jungkook poder.
Jimin no podía creer lo que escuchaba. ¿Ni siquiera podía ver a su hermano
en sus últimos instantes de vida? ¿Le iban a quitar también eso?
Jungkook no dijo nada durante unos segundos, luego, giró la cabeza hacia
Jimin. Antes de que Jimin averiguara cuál iba a ser su decisión, Namjoon
subió a la tarima. Los lobos aullaron y gruñeron y el líder los silenció a
todos con un movimiento de cabeza.
Las palabras de Namjoon no eran del todo erróneas. Tras ser sacrificado, el
alma del lobo era puesta en una balanza, muy parecido a lo que los
humanos pensaban que pasaba en el más allá cuando fallecían, la única
diferencia era que para los lobos no había cielo e infierno. No había ningún
Dios o ningún malvado Satán. Si la Luna te aceptaba podrías regresar con
tus seres queridos y descansar en paz, si no te aceptaba eras condenado a
reencarnarte una y otra vez, a vivir una vida llena de miseria hasta que ella
te aceptara de nuevo a su lado.
Nadie del claro se atrevió a decir nada, pero las feromonas amenazantes de
los Alfas no tardaron en inundar el aire y sus garras estaban cada más
afiladas.
La nariz de Jimin picó con el familiar aroma a madera, tan cálido y suave…
Dejó que que inundara todos sus sentidos y por un momento se relajó. Unos
segundos… Minutos, que los gritos de los lobos a su alrededor rompieron.
Jungkook giró la cabeza primero y la multitud empezó a moverse
empujando a Félix también contra él. Jimin se agarró a los brazos de
Jungkook , mientras los músculos del lobo y frente se tensaban.
—¡Se ha escapado!
Jimin negó. Quería ver lo que estaba pasando en lo más alto. Soltó a Félix,
que ya había recuperado su equilibrio, y se agarró a la espada de Jungkook
para trepar por su cuerpo cómo si de un árbol se tratara. Kai había salido del
calabozo, pero no había rastro de Jade, nada más que un par de cadenas
rotas. El centinela hablaba con Namjoon en susurros y a los lobos
enfurecidos les quedaban pocos metros para llegar a ellos.
—¡Ha sido él! ¡Miradlo! ¡Él lo ha ayudado a escapar! —el grito hizo que
todos los lobos llevasen su atención hacia él.
—¿Qué? No… —Jimin trató de negar, pero ni siquiera sabía que estaba
ocurriendo.
Los lobos tenían los ojos brillantes, lamían sus labios y mostraban sus
dientes afilados, en pocos segundos, las feromonas se mezclaron y el aire
puro se tornó pesado y apestoso.
—¡Lo sabía! ¡Ningún Omega Dominante trae nada bueno! ¡A por él!
Y se desató el caos.
La multitud se abalanzó sobre ellos. Jungkook gruñía y lanzaba a gente por
los aires, Félix se protegía cómo podía, y Jimin quedó completamente
paralizado, agarrado a Jungkook cómo un niño pequeño mientras que el
lobo grande recibía golpes y mordiscos y arañazos por su culpa. Alguien le
estiró del pelo, y golpeó sus costillas, lo agarraban de la ropa y lo arañaban
y Jimin seguía sin saber nada. Su lobo estaba tan asustado cómo él, se
negaba a salir, a pelear, a que lo derrotaran, a que se burlaran de él.
Sólo quería coger a Jungkook y gritarle que dejara de defenderlo para que
la manada acabara lo que sea que quisieran hacerle, pero era tan cobarde
que iba a arrastrarlo con él.
Antes de dar con él, un ronco gruñido cortó el aire. Lleno de peligro. Un
gruñido
Jimin tuvo que girar su rostro hacia la otra dirección para verlo. Namjoon se
había transformado. Y no habían palabras suficientes para describirlo.
17
Uno por uno. Namjoon probó a todos los lobos de la manada. Muchos de
ellos bajaban sus cabezas, y los que se atrevían a desafiarlo no acababan
muy lejos del primer lobo. Namjoon luchó con cada uno de ellos, su
pelaje.blanco estaba manchado de sangre, y sus garras hacían boquetes en la
tierra.
Jimin miró a Félix, y su pecho se sintió aliviado al verlo despierto y con los
ojos llenos de…
—No es estúpido, Jimin. Jungkook entiende muchas más cosas de las que
nosotros creemos.
No quería verlo herido. Dios…, hoy ya había tenido suficiente cómo para
ver a Jungkook volar por los aires con la garganta abierta.
—Es su decisión. Seguir las reglas o rebelarse. Todos tenemos que tomarla.
Namjoon soltó aire por la nariz, y dirigió toda su atención al siguiente lobo,
poco a poco llegó hasta ellos. Kai no dudó en agacharse, ni Eunwoo, que no
levantó la cabeza de la tierra. Jimin se atrevió a mirar un poco. Nunca había
visto a un Alfa tan grande, a un lobo tan grande. Namjoon estaba lleno de
cicatrices, su espeso pelaje se abría en cada una de ellas. Sus ojos pálidos,
grises. Grandes colmillos y orejas puntiagudas. Jimin contó cinco segundos
y se agachó, sus ojos dieron con Félix, el pobre Omega estaba tan
aterrorizado y magullado que no movió ni un sólo dedo y Namjoon lo pasó
por alto hasta que llegó al último lobo de la manada.
—No entiendo cómo ha podido escapar —le dijo Eunwoo a Drake mientras
que esperaban a Goeun.
Jimin sintió los ojos de Eunwoo y pellizcó sus dedos. Eunwoo se movió
hacia él, pero Jimin eligió no mirarlo ni prestarle mucha atención.
Jungkook había entrado en el siguiente grupo de heridos, junto a los más
dañados, de Félix aún no sabía nada, sólo que habían tenido que llevarlo en
brazos y subirlo a una camilla, y su hermano…
Jimin lo miró. Eunwoo no era el típico Alfa que se bajaba los pantalones y
reconocía sus errores.
—¿Qué?
—No lo creo. Eres listo, pero no lo suficiente cómo para quitarle los
garrotes y sacarlo sin que nadie se diera cuenta.
Vosotros podéis continuar con lo que sea que esté pasando aquí.
18
Goeun ya lo había curado, o hecho todo lo posible por coser sus heridas
mientras que el gran lobo se movía de un lado a otro negándose. Él no
necesitaba tanta atención médica, su piel y su cuerpo eran fuertes, y sabía
que sanaría rápido, no comparado con otros Omegas Y Betas que habían
sufrido heridas parecidas en la avalancha.
Sólo tenía que esperar a que el sanador regresara con un ungüento y volver
a su bosque. No le gustaba el olor a clínica y le hacía recordar cosas que
Jungkook no quería.
—A Jungkook no gustar.
Jungkook sostuvo la mirada del Beta, y luego asintió de forma muy lenta.
—Todos nos hacemos al menos una analítica al año, pero no tengo ninguna
tuya desde…desde ese día. Necesito actualizar tus datos, y sé que no tendré
otra oportunidad cómo esta. No me visitas muy a menudo.
Jungkook apartó la mirada, frunció la boca y estiró su brazo. Goeun no
perdió el tiempo, reunió el material y se colocó un par de guantes,
desinfectó la zona y en pocos segundos tenía una aguja clavada en su
antebrazo. El pinchazo no dolió demasiado, y Goeun no dejó de hablar para
tranquilizarlo.
—Listo. Me encontré con Jimin por el pasillo, creo que estaba buscándote,
pero aún no había sido curado, así que cuando Suni acabe con él podréis
marcharos a casa.
Jungkook asintió.
Jungkook levantó los ojos. Por su cabeza cruzaban muchas cosas. Jade
había escapado con ayuda de alguien de la manada. Jimin y sus amigos
habían sido heridos, los lobos se habían revelado y Namjoon había sido
desafiado. Parte de la manada estaba desterrada y Jungkook no quería
pensar en ellos, pero no podía evitar sentirse mal. Jungkook sabía lo que se
sentía al ser apartado de todos. Esos lobos y antiguos hermanos suyos
tendrían que buscar una nueva manada, ser aceptados o vivir para el resto
de sus días solos.
—¿Jungkook ?
Calor. Sed.
—Jungkook , te lo juro… —el Omega se acercó con una súplica en sus ojos
—. Sé que mi palabra no es muy de fiar y que… —Jimin colocó las manos
sobre las mejillas de Jungkook y luego soltó un grito ahogado—. ¡Estás
ardiendo! Tengo que llamar a Goeu…
Antes de que Jimin pudiera apartarse y salir corriendo para buscar ayuda,
Jungkook lo agarró de la muñeca y lo apretó entre sus musculosos y
magullados brazos. Respiró hondo y buscó el olor de su pareja con la nariz.
Su cuerpo ardía, y su piel empezaba a teñirse con una fina capa de sudor.
Sus pantalones se volvieron incómodos y demasiado apretados y los dientes
se clavaron en su labio inferior.
—No —rugió.
—Oler. Jungkook querer oler. Sólo oler. Jungkook calor. Jungkook oler.
Cerró los ojos. No podía perder el control. Sin embargo, éste escapaba de
sus dedos y la bestia empujaba más en su mente. Frotó sus caderas,
sepultando al Omega contra él, pero eso no era suficiente. Agarró la nuca de
Jimin, y le dió la vuelta, aplastando su mejilla en la puerta y apretando su
entrepierna sobre su trasero. Seguía sin ser suficiente. Bajó los pantalones
de Jimin de un tirón.
Jungkook lo ignoró. No podía pensar en otra cosa que no fuera estar dentro
de él. En marcarlo aún más con su olor, en llenarlo. En que fuera suyo. Si.
Todo suyo. Jimin. Su Jimin.
Apretó de nuevo su cadera contra él, pero gruñó al darse cuenta de que aún
había tela que los separaba, sus garras perforaron la fina ropa interior y
antes de sepultarlo de nuevo, Jungkook recibió un manotazo en la mejilla.
Levantó los ojos para ver cómo el Alfa se dirigía hacía el bosque, sin perder
más tiempo y suponiendo que Jungkook regresaría de vuelta a su territorio,
Jimin corrió lo más rápido posible.
Debería de haberse dado cuenta antes de que Jungkook estaba en celo, pero
su olor era demasiado débil, no cómo los Alfas a los que Jimin estaba
acostumbrado a oler en su antigua manada y que tenía que tapar su nariz
para no vomitar cada vez que estaba cerca de ellos. Tal vez se debía a que
Jungkook era un Alfa recesivo y Jimin acababa de darse cuenta de que no
sabía mucho sobre sus celos.
Con el miedo asomando por cada uno de sus poros, Jimin se acercó a la
puerta de madera. Chirrió al abrirse, y una nube de polvo lo cubrió entero,
si fuera ya estaba sucio, este lugar parecía que no había sido abierto en
años.
Era una despensa vieja, oscura y llena de telarañas, las estanterías estaban
cubiertas de polvo y pelusas y en las paredes habían salpicaduras de tinta
roja.
Él lo miró fijamente.
El lobo era… grande. Puro músculo. Pelo había crecido en todas partes.de
su cuerpo, tenía garras, dientes afilados y un rostro que estaba entre mitad
hombre y mitad bestia. Sus muñecas estaban encadenadas y los grilletes
iban más allá de la pared.
—Sabes quién soy, ¿verdad? —dijo con temor. Todo era muy
confuso..Jungkook no era un mestizo que podía convertirse, era un lobo
Alfa completo, ¿por qué se había convertido en esto?
—Jungkook , para. No hagas eso —Jimin hizo una mueca cuando vio que
sus muñecas empezaban a sangrar. El hierro le estaba cortando la piel—. Te
estás haciendo daño.
Jungkook volvió a sacudirse, sin saber si eso era una respuesta negativa o
afirmativa, Jimin se arriesgó. No lo iba a dejar ahí metido.
El lobo seguía mirándolo, tiró de nuevo de las cadenas y el hierro rasgó sus
muñecas. Jimin olió la sangre de su pareja.
—¡Para! ¡Para, Jungkook ! Por favor…
Jungkook seguía tratando de llegar hasta él. Jimin pensó en dejar salir su
olor y feromonas, pero no sabía cómo eso podría afectarle, o si lo volvería
más loco e irracional aún. Miró a su alrededor y salió de la celda, tratando
de ignorar los movimientos más agresivos de Jungkook por llegar hasta él,
para buscar las llaves de las cadenas o cualquier cosa que consiguiera
romperlas.
El Alfa inhaló cerca de su oreja, y Jimin fue más que consciente del cuerpo
pesado y semidesnudo encima de él. De la dura cadera entre sus.muslos y
del fuerte aroma del Alfa por el que su cuerpo empezó a reaccionar. Olía tan
bien. Madera y hogar. Lobo. Casa. Algo que Jimin llevaba demasiado
tiempo buscando y que al fin había encontrado.
Una parte de él, la parte que todavía estaba tratando de pensar, le gritaba
que se largara de ahí. Que ese lugar no era seguro, y que Jungkook ahora
mismo no era su adorable Alfa recesivo, pero Jimin no pudo. No tenía ni
idea de que era posible desear tanto, tan rápido, hasta sentirse
completamente desesperado por ello.
—Tranquilo —trató de decirle con voz suave, aún estaba dentro de él. Aún
seguía duro y su agujero no dejaba de retorcerse esperando ser embestido
de nuevo. Algo que no sucedió.
Sabía que Jungkook no era un lobo normal, que su vida había sido igual de
dura o incluso más que la suya, y que iba a ser un gran desafío abrirse
camino entre tantas mentiras y acertijos. No se estaba rindiendo, Jungkook
era su pareja, el dulce lobo que lo había protegido, pero estaría bien que
alguien le explicara de una vez lo que estaba pasando con él.
—Está ocupado.
Lo entendía, acababa de sufrir una rebelión, parte de sus Alfas habían sido
expulsados de la manada, Jade, un asesino Omega en potencia había
escapado, sin contar los heridos causados por la revuelta, y a Félix. Incluso
los líderes necesitaban un momento para despejar sus cabezas y descansar,
pero Jungkook había huído, y no lo encontraba y Namjoon tenía que
saberlo. Tenía que saber dónde se encontraba.
—. No te acerques a Félix.
Namjoon desvió su mirada hacia él. No dijo ni una sola palabra, pero Jimin
sabía que nada bueno había ocurrido en esa habitación entre ellos dos. No
importaba. Jungkook . Jungkook era lo más importante ahora.
Dios… Odiaba tanto tener que pedir ayuda a Alfas y a cualquier tipo de
lobo, siempre había preferido hacer las cosas a su manera, y resolver sus
propios problemas que tener que esperar a que un Alfa oloroso le resolviera
la vida.
¿Por qué nadie quería ayudarlo? ¿Por qué nadie se preocupaba por
Jungkook ? ¿Por qué nadie trataba a Jungkook cómo una persona en lugar
de un animal? Claro que Jungkook a veces desaparecía, eso lo sabía Jimin
muy bien, pero esta vez era diferente.
Jimin sabía que Jungkook estaba asustado, que creía que le había hecho
daño, y encima estaba en su celo. Los celos hacían que los lobos se
volvieran doblemente irracionales. Dominantes o recesivos. No importaba.
¿Es que nadie pensaba en su seguridad?
—No lo parece.
Sabía que Jungkook había asesinado a su madre, Chen le había dicho que
nadie hablaba de ese tema, pero Juyeon no había tenido problemas para
sacarlo a la luz y reírse. Namjoon tomó aire. Él también había sufrido un
par de heridas y sus ojos se veían mucho más hundidos.
—¿Qué? ¿Por qué? Ya es de noche, Jungkook tiene que estar por ahí.
—Te puedo prometer que Jungkook está bien, pero si vamos tras él, los
únicos que estaremos en peligro seremos nosotros.
—Al igual que jamás pensó en hacerle daño a su madre, pero lo hizo.
—¿Por qué?
—Eso no es posible.
—Su padre era cazador. Por aquella época la manada estaba bastante
dispersa, y habían muchas cabañas y lobos que preferían vivir un poco más
alejados que otros. Él consiguió una hembra.
—¿Y su madre?
—No hay mucha constancia de ella. Se sabe que no era de la manada, así
que a lo mejor era alguna loba solitaria que había sido expulsada o se había
marchado de su manada. Pero al parecer no tenía grandes dotes de madre,
ya que Jungkook desde muy pequeño tuvo que aprender a cazar para poder
comer y sobrevivir.
Namjoon asintió.
—Él no quiso…
—Lo sé. Jungkook no sabía lo que estaba bien ni lo que estaba mal en ese
momento. Su padre, en lugar de llevarlo a la manada, decidió construirle
una celda en su propia casa y encerrarlo.
—Él le maltrataba.
Namjoon no respondió.
—¿De verdad no puedes decirme dónde está? ¿Qué tengo que hacer?
¿Regresar a la cabaña y esperarlo ahí? ¿Y si nunca regresa? ¿Y si le ocurre
algo?
—Lo único que puedo decirte para tranquilizarte, es que está en el bosque.
Jungkook tiene un lugar. Un lugar especial, y se enfada bastante cuando
otros lobos entran ahí. No tienes que preocuparte de que alguien…
—¿Sabe qué? ¿Tiene que ver con Jungkook ? —exigió, sean cuales sean
sus secretos, estos no parecían acabar.
—No, te recuerdo que soy un Beta, pero no ha podido ser hace mucho. Sólo
he salido a tomar un café.
—¿Crees que puede ser uno de los renegados? —le preguntó Goeun.
—De acuerdo.
—¡Por supuesto que no sé nada! ¡Y no voy a dejar que nadie salga de aquí!
Estoy cansado de tener que ir por ahí suplicando explicaciones. ¿Qué es lo
que tienen los análisis de Jungkook y por qué tenéis tanto miedo de que
otro lo haya visto?
Jimin esperó mordiendo su labio a que el Alfa fijara los ojos en él.
—Jungkook es mi hermano.
20
—Él era tu padre, ¿verdad? —le preguntó Jimin a Namjoon intentando hilar
los cabos sueltos.
—Sí.
—¿Y Jungkook ?
¿Y qué lo era? Jimin había aprendido por la fuerza que nada en el mundo
era fácil, pero había cosas por las que merecía la pena enfrentarse y perder
una y otra vez.
—No.
Jimin alcanzó a Namjoon saltando por encima de una roca cubierta de
musgo que atravesaba el camino.
—¿Para qué? ¿Ayudará eso a Jungkook ? Lo único que hará será ponerlo en
peligro. Le dije a Goeun que no quería que repitiera nunca esos análisis,
Jungkook debería seguir siendo un miembro más de la manada, no un
blanco al que apuntar cuando alguien quiere hacerme daño.
Jimin conocía esa sensación. Llevaba toda la vida preguntándose por qué su
hermano Jade y no él, ¿por qué lo eligieron a él y lo maltrataron hasta
romperlo cómo Jungkook ? ¿Por qué no fue Jimin? Pero la mayoría de esas
preguntas no tenían respuesta.
—Mi padre nunca siguió las normas de la manada. Era un lobo solitario,
pero nunca dio problemas. Me pasé toda la niñez preguntándome de dónde
venía, cuales eran realmente mis raíces hasta que mi madre me consideró lo
suficientemente hombre cómo para contármelo y darme a elegir —explicó
Namjoon, retomando el paso—. Fui a la cabaña para verlo, ni siquiera sabía
qué iba a decirle o si quería contarle la verdad. Sólo quería saber cómo era.
Namjoon negó.
—Fue un Alfa.
—Tu hermano no tiene tanto poder cómo tú, además, tengo a varios de mis
centinelas detrás él, y te aseguro que no ha pisado el bosque desde que
consiguió escapar.
Ese lugar era de Jungkook . Sólo de él. Era su santuario. Era el perfecto
territorio en el que Jungkook podía ser realmente libre y desatar lo que
llevaba dentro sin hacer daño a nadie. Era dónde Jungkook acudía siempre
que se sentía rechazado, o furioso consigo mismo, y ellos dos no tenían
permitido estar ahí, ni los habían invitado.
Ahora entendía a Eunwoo. Ahora sabía porque ese sitio no estaba guardado
por centinelas, pero seguía siendo territorio de la manada y de Jungkook .
—Sí.
—¿Te acuerdas cuando te dije que no quería que usaras tus feromonas con
nadie de la manada? —preguntó Namjoon.
Respiró tan hondo que dolió, entonces. Cuadró sus hombros, y caminó
hacia delante ignorando las órdenes de Namjoon para que regresara. Llegó
hasta las tumbas. Sus orejas sacudiéndose con cada paso y crujido y bajó la
mirada hacia ellas. Aunque todos los árboles habían sido destruidos, era
extraño ver que nadie había tocado ni una sola piedra del lecho que cubría
las tumbas. Jungkook ni siquiera las había tocado y Jimin no encontraba
ningún sentido a eso.
Jimin apretó los labios, y captó un movimiento por el rabillo del ojo.
Bestia o no, seguía siendo su Jungkook . Ya lo había visto de esa forma, así
que Jimin repasó el plan en su mente. Había que hacerlo entrar en razón
antes de que el Alfa los encontrara, si es que iba tras ellos, y regresar con la
manada. En su cabeza sonaba sencillo, pero la última vez que Jimin lo vio y
trató de hacerlo, Jungkook acabó rompiendo su ropa y empujándose dentro
de él antes de escapar. Esta vez, tenía que hacer algo más.
El Alfa se había acercado a Jimin por la espalda, tal vez suponiendo que
Jungkook lo atacaría. Jimin no tuvo tiempo para decirle que se fuera, que
Jungkook no clasificaba a Jimin cómo amenaza, pero con Namjoon sí que
lo haría. Antes de abrir la boca, Jungkook ya estaba abalanzándose sobre
ellos.
Namjoon empujó a Jimin hacia atrás y tomó su lugar sacando las garras.
—Todo está bien, por favor, creéme —susurró Jimin muy cerca.
—¿Y eso qué importa, Juyeon? No estás aquí para tirarme cosas a la cara,
¿cierto? —respondió Namjoon, moviéndose muy lentamente hacia Jimin y
Jungkook en el suelo.
—¡Hijo de…! —Jimin se levantó de golpe pero no pudo dar ni dos pasos
hacia delante antes de que un calor sofocante lo hiciera jadear y agarrar su
estómago.
—En estos días en los que he sido olvidado, he descubierto muchas cosas
interesantes sobre los Omegas dominantes. Y una de ellas es que son muy
susceptibles a entrar en celo cuando se ven sometidos a una gran cantidad
de feromonas Alfa. Deberías saberlo.
Jimin no estaba haciendo nada bien su trabajo y eso era lo que Juyeon
quería. Un Omega en celo y en peligro era una gran distracción para dos
Alfas y más si uno de ellos era su pareja, y el otro el hermano de su pareja.
Hijo de puta.
—Es un plan bastante arriesgado para tí —provocó Namjoon—. Acepto.
Jungkook , saca a Jimin de aquí —ordenó luego.
—Ellos se quedan. Quiero follarme al Omega en celo una vez que acabe de
arrancarte la cabeza.
—No.
—¡Jungkook ! —su gritó fue sofocado por otro mucho más fuerte.
Jungkook se giró hacia el otro extremo del bosque, por el que Félix corría
cómo podía cubierto de sudor con la ayuda de una de sus muletas, directo
hacia los lobos. Namjoon se distrajo durante un segundo, tiempo suficiente
que Juyeon aprovechó para hundir los dientes en su garganta y sacudirlo de
un lado a otro.
El grito que Félix emitió fue espeluznante, pero siguió arrastrándose, ahora
por el suelo. Jimin no pudo agarrar a Jungkook cuando el lobo lo dejó
bruscamente, y su muñeca sudorosa resbaló de sus manos. Juyeon tiró a
Namjoon al suelo, Jimin hasta lo vio sonreír cuando el charco de sangre se
formó bajo el cuerpo del Alfa, pero estaba demasiado ensimismado en el
placer que aquel caos le estaba produciendo que no miró sobre su cabeza y
hacia la bestia inmensa y peluda que lo alzó por los aires y lo partió por la
mitad en menos de dos segundos.
Jimin retrocedió, su celo ya no dolía, fue más bien una pequeña molestía
comparado con el agujero negro que empezaba a abrirse paso a través de su
corazón.
Él estaba vivo. Y todos estaban a salvo Eunwoo y Kai los encontraron poco
después. Al parecer, Félix golpeó a Eunwoo en la cabeza, lo dejó
inconsciente y salió corriendo de la cabaña.
—Ha perdido bastante sangre, y tendrá que pasar al menos un mes entero
en cama.
Jimin negó con la cabeza hacia Goeun, y miró hacia atrás. Jungkook no
había dicho ni una palabra desde que habían entrado en la clínica. Mantenía
los brazos cruzados sobre su pecho y miraba por una ventana alejado de
todos ellos, pero claramente atento y escuchando. A lo mejor había sido
demasiado para él. Ser amenazado, descubrir que Namjoon era su hermano,
ser marcado que lo atacaran en su santuario y acabar con la vida de Juyeon.
Le había hecho daño a Jimin . Y había demostrado otra vez que no era más
que un animal sin cabeza.
Su padre siempre había tenido razón con él. Quizá, lo mejor para todos era
encerrarlo y no volver a dejarlo salir.
En sus ojos había algo. ¿Pena? ¿Compasión? ¿Cariño? Era una expresión a
la que Jungkook no estaba acostumbrado y que no sabía muy bien descifrar
así que dejó que Jimin siguiera mirándolo mientras llevaba sus manos bajo
el agua cristalina y las limpiaba de forma suave y tranquila entre las suyas.
Cuando estuvieron completamente limpias, Jimin llevó una de las palmas
de Jungkook a su mejilla, y frotó su rostro en ella antes de que Jungkook la
arrancara de su contacto y la escondiera tras su espalda, evitando su mirada.
El agua serpenteó y Jimin se acercó a él, forzando un sitio entre las piernas
de Jungkook y obligándolo a aceptarlo o a huir y rechazarlo.
—Por favor, Jungkook. Si no quieres hablar lo entiendo, pero al menos
déjame quitarte la sangre de encima.
Jungkook lo arreglaría.
Jungkook tragó saliva, y Jimin tomó eso cómo un sí. Hizo que Jungkook se
levantara del pequeño escalón de tierra y entrara con él. Se detuvo cuando
el agua cubrió a Jungkook por la cintura, en cambio, a Jimin le llegaba
hasta la clavícula.
—Te juro que nunca más volverás a estar solo, Jungkook. Ninguno de los
dos.
—De lo único que he tenido miedo estos últimos días ha sido de perderte.
No me alegro de lo que le ha pasado a Juyeon, pero era una mala persona.
No has hecho nada malo, nos has protegido, Jungkook. Eso no es malo.
—¿Jimin estar seguro? Jimin ver lo que soy. Jungkook no ser normal.
—Te acepto con todo Jungkook. Te acepto siendo amable, brusco, ingenuo
y valiente. Te acepto en todas tus formas, humana y animal, y prometo
cuidarte y protegerte siempre. ¿Y tú, Jungkook? Yo tampoco soy normal.
—Hemos tenido muy mala suerte, Jungkook. Pero ahora, Jade ya no está,
Juyeon tampoco nos puede hacer daño, ni tu padre. Namjoon está seguro y
la manada también. Es hora de dejar todo el pasado atrás y empezar de cero,
¿no crees?
Jungkook lo miró.
Olvidarlo todo. ¿Podían hacerlo? Los dos habían sido arrastrados por sus
vidas anteriores y habían acumulado tantos miedos que no los dejaban
avanzar.
—¡Avísame ant…!
Jimin siempre había sido precioso. Pero ahora, lo era más. Su cabello rojo
y mojado estaba pegado por todo su rostro, su piel estaba cubierta por
pequeñas gotas de agua y sus labios empezaban a hincharse debido a los
insistentes besos de Jungkook. Se inclinó de nuevo, apretando la nuca en su
mano, usando la otra para acercarlo a él hasta hacer desaparecer todo el
espacio entre ellos y engullendo todos sus gemidos cómo si fueran el elixir
de la vida.
—Espera. Espera, Jungkook —susurró con voz ida sobre los labios de
Jungkook —.Tengo que prepararme un poco.
Jungkook tragó saliva, agarró la mano de Jimin y miró sus dedos uno a
uno.
—Jimin tener dedos delgados —dijo Jungkook—. Dedos de Jungkook ser
mejor —Jungkook rodeó la cintura del Omega, apartó su cola con una
mano, mientras que los dedos de la otra buscaban su agujero.
Jimin gimió y tiró la cabeza hacia atrás cuando el primer dedo entró suave
y sin problemas. Jungkook apretó los dientes, e introdujo el siguiente
rápido. Jimin se agarró a sus hombros.
Jungkook sacó los dedos, levantó las caderas de Jimin , calculó el punto
exacto que a Jimin le gustaba y lo embistió enterrándose en él de un sólo
golpe. Jimin se agarró a sus hombros, a su pelo largo, a su espalda, a todo
lo que pudo mientras que Jungkook se levantaba y los sacaba del agua sin
dejar de golpearlo. Tumbó al Omega en la hierba, lo besó, mordió, usó, tocó
todo lo que quería hasta que Jimin colocó las manos sobre su pecho y lo
empujó hacia atrás.
En poco tiempo, el Omega estaba sobre él, abriendo sus piernas, agarrando
la base del pene de Jungkook y empujándose hacia abajo. Su olor se hizo
más fuerte, sacudiendo a Jungkook, pero Jimin no dejó que el Alfa volviera
a tomar el control. Lo montó a su antojó es vez, apoyando las manos sobre
el ancho pecho de Jungkook, buscando su propio placer con lentas y
profundas embestidas, luego sacudiendo sus caderas más rápido, pegando
su cuerpo al de Jungkook y dejando que el lobo colocara las manos sobre su
trasero.
Jungkook jadeó cuando tocó con sus dedos el punto exacto en el que
estaban unidos, la carne suave y resbaladiza de Jimin que lo engullía y su
miembro duro que estaba a punto de explotar. Jungkook agarró a Jimin de
la nuca, mordió su cuello fuerte y levantó las caderas, dando un sólo golpe
que hizo que ambos atravesaran el orgasmo juntos.
—Te dejo cinco minutos. No lo agobies —le gruñó Félix a Jungkook antes
de dejarlo a solas con Namjoon.
—¿Namjoon estar…bien?
Había descubierto que le gustaban los besos lentos. Que le gustaba dormir
acurrucado y con los brazos de Jimin a su alrededor y que se sentía más
seguro. También había aprendido a decir por favor, a saludar con una
sonrisa a los lobos que entraban en su territorio y a despedirse de ellos. Y
algunas cosas más, o más bien, Jimin lo había obligado a coser su ropa ya
que no siempre podía romper sus camisetas o el Omega acabaría sin nada
que poder ponerse, y Jungkook no podía permitir que nadie más que él
viera así a su pequeño compañero.
—¿Para qué?
Durante estos últimos días había pensado en mudarse con Jimin cerca de la
manada. Chen los estaba visitando más a menudo, al igual que Tae, y podía
ver cómo Jimin luchaba con la vieja cocina sólo para sacar un poco de té.
Sabía que Jimin jamás mencionaría el tema, pero Jungkook ya estaba
cansado de no tener una casa, aún si estaba mucho mejor en la naturaleza,
no se sentía preparado para ir tan cerca de la manada y alejarse tanto del
territorio, pero podía hacerle una casa a Jimin . Un hogar en el que ambos
pudieran sentirse cómodos y empezar realmente desde cero.
—Ya era hora —bufó Félix tomando el vaso de agua y dejándolo en la mesa
de al lado de la cama. Apoyó la cadera en el colchón y ayudó a Namjoon a
incorporarse.
—Eso está muy bien, Jungkook. Pero es una gran construcción, a lo mejor
necesitáis un sitio en el que alojaros mientras tanto —habló Namjoon.
—Jackson tiene una caravana vieja que ya no usa. Jimin puede quedarse
ahí, y a Jungkook no le importa dormir en el bosque. Sé que no quieres a
gente desconocida tu territorio, pero, ¿qué te parece si avisamos a Yoongi,
Jackson, y Sehun? Estoy seguro de que entre los cuatro podéis tirar la
cabaña y volver a levantarla en menos de un mes —dijo Félix tomando el
vaso de agua y pasándoselo a Namjoon.
—Yo creo que es una buena idea, Jungkook. ¿Tienes alguna idea de cómo
quieres la cabaña?
Jungkook asintió con la cabeza, rebuscó en uno de sus bolsillos y sacó una
hoja arrugada en la que había garabateado unos cuantos ejemplos de planos.
Félix la cogió.
—Se la daré a Jackson. Los llamaré esta misma tarde y con suerte esta
semana empezarán la construcción, ¿qué te parece, Jungkook?
—Jungkook preparado.
—Perfecto, si no quieres nada más puedes irte. Namjoon tiene que dormir.
Todos los lobos lo estaban esperando, pero lo que más le había asombrado a
Jimin , era que todos confiaban ciegamente en Namjoon hasta el punto de
que ninguno de ellos había ido a pedirle ninguna explicación de su
ausencia, ni a acusarlo de dejar la manada desprotegida.
Jimin limpió una de las mesas del comedor con el ceño completamente
arrugado, y tiró sin querer un tenedor al suelo, una de las lobas de la mesa
de al lado se levantó, lo cogió y se lo tendió a Jimin con una expresión
amable.
Ahí estaba otra vez. La manada era extrañamente amable con Jimin . Lo
trataban cómo si fuera… Jimin sacudió la cabeza, y evitó dar vueltas al
mismo asunto. Sólo estaba teniendo un día de suerte.
Llevó los platos sucios a la cocina y Chen le pidió que por favor se
encargará de atender el mostrador de las galletas, nuevamente, la gente fue
amable. Las madres con niños, fueron amables. Y Jimin no sabía cómo
sentirse ante eso.
—¿Te importa tirar la basura? Necesito acabar estos brownies para mañana.
—Dan las gracias cuando les sirvo, me dan los buenos días, me ayudan
cuando algo se cae.
—No sé, Jimin . A mí parecer son cosas bastante normales, de gente con
educación. ¿O es que los lobos no pueden tener educación?
—No. No es eso. Para ti puede que sea normal, pero no lo es para mí,
¿sabes? Nunca me han tratado así.
—A lo mejor tiene algo que ver con que los Alfas hostiles cómo Juyeon se
hayan marchado. Namjoon luchó para que todos te aceptarán, y quién no
estuvo de acuerdo se fue. Seguir tratándote mal sería cómo desafiarlo de
nuevo.
—¿Y no deberían estar enfadados? Estoy seguro que muchos lobos han
perdido a algún miembro de mi familia por eso.
Jimin ya no tenía que estar vigilado, ¿por qué estaba el centinela ahí?
También habían paneles de madera apiñados, martillos gigantes y hachas.
—Oh…Jungkook. No hace falta que hagas eso por mí, me gusta vivir en el
bosque.
—Jungkook estar listo. Jimin estar listo —habló rozando con sus nudillos
ásperos la mejilla de Jimin .
—¿Yo?
—Hay hachas más pequeñas ahí —Eunwoo señaló bajo un árbol—. Golpea
con fuerza todo lo que veas, luego nos ocuparemos de recoger los
escombros.
Eso no sonaba tan mal, agarró una de las hachas y Jungkook le vendó las
manos para que no terminara con las palmas llenas de astillas, Jimin se
acercó a la pared de madera y Jungkook le ayudó a dar el primer golpe
contra la pared. Se sentía… bien. Gruñó de satisfacción, y todos lo
siguieron.
—¿Por qué?
—Por la diosa…no. Disfruto con Chen, pero hoy he quemado dos tandas de
magdalenas y roto casi una vajilla entera. Creo que hasta él se alegrará de
perderme de vista.
Olor a madera.
Un vistazo al bosque.
FIN...