Mine Omegaverse KookMin

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01

Hace dos meses…

Jungkook era un lobo. Pertenecía a la manada del bosque y trabajaba como


leñador. Jungkook era un lobo peculiar. Vivía solo, alejado de la manada en
una pequeña cabaña sucia y llena de telarañas. Jungkook era un lobo lleno
de cicatrices. Dentro y fuera. Jungkook no conocía mucho sobre el mundo
que le rodeaba pero sabía todo lo necesario del suyo propio.

A Jungkook le gustaban las estrellas. Le gustaba la noche y el cielo oscuro,


también le gustaba el sol y el bosque. El bosque era su amigo. Jungkook
tenía pocos amigos. Muchos enemigos. Muchos cortes. Jungkook era
extraño. La manada lo decía. La manada le temía y Jungkook lo sabía. Por
eso, Jungkook vivía lejos de ellos. Por eso, Jungkook no hablaba con nadie
excepto un par de lobos.

Por eso, Jungkook siempre estaba solo.

Jungkook dejó caer la leña recién cortada junto a la puerta de su casa.


Caminó tranquilo hacia el segundo montón y lo llevó al inicio del bosque.
Estaba anocheciendo y mañana, al despertar, la manada encontraría la leña
cerca y no tendrían que ir a su cabaña apestando a miedo. Era mejor para
todos. Jungkook se dio la vuelta y regresó a su lugar seguro, buscó un árbol
lo suficientemente grande para apoyar su espalda y se dejó caer. El tronco
arañó su piel. A Jungkook no le dolió.

Habían peores cosas.

Miró al cielo y pensó en todo el trabajo que mañana tenía por delante.
Jackson, el granjero, necesitaba más leña para amueblar una habitación.
Chen cocinaba todos los lunes magdalenas de nueces y crema y reservaba
algunas a Jungkook . Tae lo había invitado a comer en el comedor, y
Jungkook tendría que bañarse y ponerse su ropa limpia. Parecía un día
emocionante, pocos días Jungkook hablaba con tanta gente. Normalmente,
cortaba leña, y dormía, y comía lo que cazaba y regresaba a cortar leña
hasta que las ampollas de sus manos se abrían. A veces, tenía suerte y
cazaba alguna pieza grande para la manada y la llevaba a la cocina, pocas
veces, ya que a los cazadores no les gustaba que Jungkook metiera su
hocico en su trabajo y luego venían a buscar pelea.

A Jungkook no le gustaba pelear. Jungkook odiaba pelear. Y había otras


muchas cosas que Jungkook odiaba, pero que no podía ponerlo en palabras.
Sí. Jungkook era alguien muy especial. Jungkook no sabía hablar, su
cabeza era una nube de pensamientos sin sentido, una maraña de palabras,
una tortura.

Jungkook estaba acostumbrado.

El silencio era otro viejo amigo de Jungkook . El sonido del viento, las
hojas y los pequeños animales que regresaban a sus nidos o que salían a
buscar alimento para sus crías. Jungkook los amaba a todos. La noche le
decía muchas cosas a Jungkook . Le susurraba si el día de la manada había
sido tranquilo o de lo contrario, si había sido ajetreado. Le contaba secretos
y Jungkook los escuchaba, porque a Jungkook también le encantaba
escuchar sus voces y mecerse con ellas.

Jungkook cerró los ojos, y cuando los sonidos del bosque y las voces se
detuvieron, Jungkook oyó otras cosas. Cosas interesantes. Pasos
dilatadores y apresurados.

Jungkook abrió los ojos, los colocó sobre el filo desgastado y casi roto de
su vieja hacha y se levantó, agarró el mango robusto y lo apretó fuerte.
Jimin corría lo más rápido posible. Sus pies descalzos golpeaban contra la
tierra, y rocas. Sentía el escozor de las heridas abriéndose poco a poco al
pisar las ramas ásperas y puntiagudas. No podía parar aún. No podían
encontrarlo. Necesitaba llegar más lejos, una manada en la que empezar de
cero con una nueva identidad, una manada en la que lo aceptaran sin hacer
preguntas, una manada…

Su estómago se apretó de hambre, llevaba todo el día corriendo sin


descanso, sin ropa, sin la mochila que había preparado para su huída, sin
nada más que unos estúpidos pantalones con los que el Omega de pelo rojo
solía dormir. Todo había sido culpa de un Alfa que lo había pillado y
avisado de su huída, Jimin había tenido que salir corriendo por la ventana
de la cocina con lo puesto, reprimir su olor, luchar contra su lobo y huir.

Huir lo más lejos.

Sabía que su manada lo buscaría hasta la saciedad, Jimin era demasiado


valioso para ellos. Para él. Por eso tenía que ir lo más lejos posible, cambiar
de país, de lengua, de territorio, esconderse como un insecto para poder
vivir en libertad.

Alzó la cabeza hacia la Luna y susurró un par de palabras en forma de rezo,


esperando llegar a un lugar seguro. Jimin sintió ese lugar no muy lejos. Sus
instintos le hicieron detenerse y mirar a ambos lados del bosque en el que se
encontraba. Sabía que tenía que haber una manada cerca, olía a lobo, pero
también olía a algo más. Era leña y madera y picante. Suave. Muy suave.

La boca del Omega se hizo agua. Tragó saliva concentrado en encontrar a la


persona de la que procedía ese aroma cuando su pie pisó una trampa que lo
catapultó hasta el cielo y lo dejó colgando boca abajo a varios metros del
suelo.

Jimin se retorció tratando de llegar hasta sus pies y romper la cuerda, se


quejó y gruñó cuando no alcanzó y se dejó caer cansando. Respiró rápido.

Lo encontrarían. Lo matarían. O mucho peor, lo llevarían de vuelta a la


manada y lo meterían en una celda.
Jimin trató de relajarse. Entrar en pánico sólo haría que dejara escapar su
olor, y si en algo era bueno Jimin era en dominar sus feromonas. Si eran
pocos los centinelas que venían a por él podría doblegarlos, pero no tardaría
mucho en colapsar después del día que llevaba. Maldición.

El Omega trató de nuevo de llegar a sus pies, la cuerda se clavaba en su


tobillo como una serpiente, el sudor resbaló de su frente y escuchó un ruido.

Sus orejas se movieron hacia él, alarmadas primero, luego sus ojos hasta la
profundidad del bosque.

Dos ojos brillantes.

Sintió un escalofrío. El olor...El Omega abrió sus pulmones y el lobo dio un


paso hacia la luz plateada de la Luna dejándose ver. El lobo Omega de
Jimin se movió interesado.

El extraño era un hombre gigante. Un Alfa. Sí. Jimin sabía que era un Alfa.
Grande. Tan grande que ningún árbol podría ocultar su cuerpo o sombra. Su
cabello era oscuro, largo y rizado hasta sus musculosos pectorales. No
usaba camiseta, únicamente un pantalón corto que no dejaba nada a la
imaginación. Jimin respiró. Respiró y se ahogó. Era él. Era su olor.

Se tragó un gemido y lamió sus labios deseando al lobo más cerca. Pero no
fue así, el lobo mantuvo una distancia de seguridad, su gran mano
juempuñaba un arma y Jimin vio las cicatrices pálidas en su piel.

—Vaya, grandulón, cuidado con eso. Podrías hacer daño a alguien — habló
Jimin casi jadeando.

—Tú no ser cazador —La voz del Alfa era áspera, raspada, y eso puso su
piel de gallina.

—No, está claro que no soy un cazador.

El lobo dio un paso cerca con la cabeza inclinada. Jimin masticó su labio.
Los rasgos faciales del lobo eran fuertes. Cejas tupidas, ojos rasgados de
tigre, labios finos, mandíbula cuadrada y ese cuello...Jimin quería colgarse
de él y oler. Frotar su nariz ahí, marcarlo. Morder. Los colmillos se clavaron
en su lengua y su cola se metió entre sus piernas al empezar a sentir calor.

El Alfa no dijo nada.

—¿La has ideado tú?

Él asintió.

Jimin tragó fuerte.

—¿Puedes...puedes bajarme? Estoy en mitad de un viaje.

El Alfa lo miró y su garganta vibró como la de un gato.

—¿Me escuchas?

—Jungkook escuchar.

Oh. Jungkook .

—¿Tú eres Jungkook ?

—Jungkook ser yo.

—Vale. Jungkook …. Como ves, me he quedado atrapado en tu trampa y


tengo prisa.

Jungkook no respondió.

—¿Jungkook ? ¿Grandulón?

—Jungkook estar. Jungkook pensar.

—¿Pensar? No. No tienes que pensar. Tienes que bajarme. Ya me he


entretenido, no puedo tardar más —Jimin trató de llegar de nuevo a la
cuerda de sus pies y suspiró frustrado dejándose caer.

La sangre descendía por su pierna.


—Omega ser herido. Jungkook curar.

Jimin ahogó un jadeo. ¿Por qué esas palabras sonaban tan bien? ¿Tan…?

—No necesito que me cures. Tengo que irme. Estarás en problemas tú


también si no me voy.

Un ruido asustó a Jimin entre las ramas. Mierda. Matarían también a


Jungkook si lo encontraban con él.

—¿Problemas? —su voz fue un gruñido.

Jimin lo respiró.

—Sí. Problemas. Por eso tienes que soltarme.

—Si Jungkook suelta. Omega huir.

—No puedes dejarme aquí. Me duele el pie, y la sangre está golpeando mi


cabeza.

—Jungkook bajar. Jungkook bajar si Omega quedar con Jungkook .

Jimin frunció los labios tratando de no gemir. Las palabras lo habían puesto
húmedo y Jimin aún contenía su olor para que los centinelas no pudieran
seguir su rastro.

—No puedo quedarme contigo. No te conozco.

Su lobo se retorció y lloró.

—Conocer ahora. Jungkook vivir aquí.

—¿Aquí? ¿Dónde?

—Manada de Namjoon. Jungkook ser manada.

Jimin no había estado mal encaminado al pensar que éste era el territorio de
otros lobos. La idea de quedarse aquí cruzó su mente, pero Jimin la echó
por la borda. Aquí no podría empezar una nueva vida con una identidad
falsa, estaba demasiado cerca de su manada y su olor llegaría a ellos de un
momento a otro. Jimin tendría que enfrentarlos, tendría que contarle al líder
por qué huía de su manada y esperar las acusaciones y castigos. No.

—¿Namjoon es tu líder?

Jungkook asintió con la cabeza seguro, su cabello se sacudió y un mechón


atravesó su rostro.

—No puedo quedarme aquí. Está muy cerca, Jungkook . Tengo que ir más
lejos, si me encuentran aquí te matarán —Jungkook inclinó la cabeza pero
no respondió, parecía no haberlo escuchado— ¿Lo entiendes, Jungkook ?
Tengo que ir más lejos —repitió.

—¿Lejos?. No. Jungkook querer a Omega. Omega quedarse.

El calor golpeó a Jimin fuerte. No. No. Mierda. No podía entrar en celo por
un lobo extraño al que acaba de conocer y que olía a suave madera. Eso
sería su muerte. Podía controlar su olor, pero su celo era casi imposible
hacerlo, más cuando se sentía tan malditamente mojado colgado boca abajo.

—Si me quedo, ¿me bajarás?

—Jungkook decir sí.

—Vale, me quedaré. Pero tienes que soltarme.

Jungkook levantó el hacha, cortó la cuerda que mantenía los pies de Jimin
y Jimin cayó de cabeza al suelo.

Jimin chilló.

—Por la Luna, podrías haberme cogido. Casi me hago papilla la cabeza —


Jimin frotó su cuello.

Desde luego ese lobo Alfa no era para nada delicado, sólo había que verlo,
una masa segura y dura de músculo. Tosca. Perfecta.
El hacha cayó al suelo y Jungkook se arrodilló a su lado.

—Jungkook no entender eso —Jungkook agarró su tobillo lastimado hacia


arriba.

—¡Cuidado! ¡Duele! —chilló Jimin.

—Médico.

—No necesito un médico. Sólo...algo con lo que envolverlo.

—Tobillo tener color feo.

Jimin estaba seguro de que se lo había doblado corriendo o había sido la


cuerda que lo había alzado hacia los aires.

—Se curará. ¿Tienes una camiseta?

—Jungkook no usar camisetas. Jungkook no tener camisetas.

Jimin trató de no mirar más abajo de su estómago. Falló y jadeó.

—¿Tienes vendas?

—Jungkook tener correas.

—¿Correas?

—Correas para leña.

Jimin miró hacia atrás. Aún no lo habían detectado.

—Vale. Me sirve. Trae una.

—Omega escapar.

—No puedo escapar así. Me duele mucho, grandulón. Te esperaré aquí.


Prometo que no me iré —mintió.
Sintió su mirada durante unos segundos.

—¿Jungkook ?

Jungkook lamió sus labios.

—Omega no oler. Jungkook querer saber por qué.

—Puedo controlar mi olor.

—¿Omega pequeño ser dominante?

Jimin asintió con la cabeza. Y Jungkook agarró su nuca sin avisar, empujó
su rostro contra el cuello de Jimin y frotó su nariz contra su piel. Respiraba
profundo. Jimin hizo un ruido ahogado. Esto era una maldita tortura.

—Jungkook querer oler.

—No. Hay gente buscándome. Me encontrarán.

—Jungkook proteger. Omega seguro.

—Jungkook no puede protegerme de esto.

—Jungkook proteger. Jungkook querer saber.

Jungkook llevó la mano a su entrepierna, masajeó sin ninguna vergüenza


su creciente bulto que a punto estaba de escapar de sus pantalones y el
Omega respiró fuerte.

—Sólo...sólo un poco.

No debería haber accedido. Pero a la mierda con todo cuando Jimin decidió
dejar salir un poco de su olor para comprobar si realmente era Jungkook su
compañero o no. Su lobo decía que sí, su humano luchaba con eso.

La vida no podía ser tan capulla como para darle a un compañero en un


momento como este.
Jungkook apretó su rostro en él, y mordió, sus colmillos toscos atravesaron
la piel de su cuello confirmando lo que Jimin más temía. El Omega no
podía quedarse. No ahora. Tenía más razones para huir. Si su manada se
enteraba de que Jungkook era su compañero lo usarían para doblegar a
Jimin y para obligarlo a hacer cosas terribles y lo peor de todo era que Jimin
lo haría por Jungkook sin siquiera conocerlo. Por ello, se concentró en
cubrir todo el espacio con sus feromonas, en someter al Alfa que empezaba
a levantar la cabeza con los labios manchados de sangre y los ojos
nublados.

Jimin lo golpeó fuerte con su olor.

—Lo siento mucho, Jungkook —habló Jimin con pesar, sosteniendo la


cabeza de Jungkook cuando cerró los ojos y su cuerpo cayó inerte al suelo.

Jimin acomodó su cabeza con cuidado. Se dobló sobre sus costillas y


recogió todo su olor presionando sus frentes juntas.

Dolía. Dolía y no quería irse. Se obligó a levantarse tambaleante, miró a


Jungkook con lágrimas en los ojos y Jimin desapareció corriendo.

Si leyeron only y fordidden sabran quien es el personaje ☺


02

En la actualidad...

Jimin espió por la ventana. El sudor goteaba por su espalda, y su mano se


agarraba a su costado. Miró hacia atrás, únicamente para comprobar
quehabía pasado la guardia de los centinelas. Pensaba que iba a ser más
fácil, pero le había llevado una buena hora arrastrarse entre las sombras y
ocultarse de ellos tres. Por suerte, Jimin era muy bueno en esconderse y
escabullirse y había acabado justo dónde quería. En la cabaña del Alfa.

Sabía que era del Alfa por su olor, porque era la más grande de todas y
porque todos los carteles con flechas llevaban a ella.

Escondido dentro de un zarzal, Jimin se estiró para llegar a mirar de nuevo


por la ventana. Era la cocina y habían dos hombres que parecían discutir
dentro. Jimin vio a Namjoon, tenía que ser él, aparte de apestar a Alfa,
también apestaba a líder. Su cabeza estaba casi rapada, llevaba una camiseta
negra ancha y unos vaqueros, sus brazos estaban llenos de cortes y habían
unos cuantos recientes. Jimin evitó pensar en cierto lobo de cabello largo
con cicatrices y se concentró de nuevo en ellos dos.

-Félix... -suspiró Namjoon cansado o más bien frustrado-. Por última vez,
toma tus pastillas.

Jimin movió sus orejas.

-No -negó secamente el otro lobo.

Tenía que ser Félix. Su cabello era corto, sus orejas pequeñas y puntiagudas
y el Omega era demasiado grande comparado con otros. Comparado con él.
Se sujetaba a la mesa de pie y le faltaba una pierna.
-Félix.

-No es mi jodida culpa que a ti te incomode mi olor a Omega -soltó


enfadado y Jimin apretó los labios.

¿Iba a interrumpir una pelea entre dos amantes?

-Es territorio Alfa, necesitas pastillas para controlar tu olor o tendré la casa
rodeada de lobos en una semana.

-¿Y eso es culpa mía?

-Toma las malditas pastillas si no quieres que te obligue.

Félix lo miró en silencio antes de responder -. Hazlo.

Namjoon apretó el puente de su nariz.

-Félix, de verdad que estoy tratando de entenderte, pero no me lo estás


poniendo fácil.

-Me has encerrado en tu casa.

-Estás herido, necesitas supervisión y rechazas cada maldito centinela que


envio a cuidarte.

-¡No necesito una niñera!

Namjoon hizo un sonido. No fue un gruñido, más bien el inicio de uno y


Félix enmudeció al instante sintiendo la advertencia El olor del Alfa se
espesó y Jimin arrugó la nariz.

Apestaba.

Namjoon agarró las pastillas, se acercó a Félix y las presionó contra el


pecho del Omega.

-O lo haces tú, o las meto directamente en tu garganta.


Félix entrecerró los ojos.

-No te atreverás.

-Prueba.

De mala gana, Félix agarró el bote, lo abrió y sacó un par de pastillas, y se


las metió en la boca, tragó y miró desafiante a Namjoon.

Namjoon asintió con la cabeza.

-Vete a dormir -pasó por su lado y se perdió por el pasillo.

Jimin mantuvo la respiración. Segundos de silencio antes de que Félix


escupiera las pastillas al suelo y frotara sus labios con el dorso de su mano.

Jimin esperó a que se marchara, y cuando lo hizo con ayuda de unas


muletas y apagó la luz de la cocina, Jimin colocó los dedos sobre el cristal
de la ventana presionando hacia arriba y abriéndola. Se coló dentro y se
arrastró cómo una serpiente hasta una de las esquinas.

Respiró. Tenía que calmarse. No estaba haciendo nada malo. Bueno, un


poco sí. Acababa de entrar en casa del Alfa a mitad de la noche sin su
permiso y espiado a él y a su pareja, en su defensa, Jimin no quería hacer
daño a nadie, ni atacar. Jimin no buscaba problemas, Jimin necesitaba
protección.

Llevaba dos meses huyendo sin parar. De ciudad en ciudad, de pueblo en


pueblo y de manada en manada, no sabía cómo, pero los centinelas de su
manada siempre lo encontraban y daban con él, lo amenazaban y golpeaban
y Jimin tenía que salir corriendo de nuevo. No podía más. Su lobo estaba
cansado de esconderse, de soñar con Jungkook y con su olor, de añorar algo
que jamás había tenido y de soportar las palizas. Sin embargo, después de lo
que le hizo a Jungkook no se atrevía a regresar a su cabaña y enfrentarlo
cara a cara y menos se hablaba de entregarse a los centinelas de la manada a
voluntad.
Jimin era un Omega dominante desconocido, y sabía cómo las manadas los
trataban y cómo sus Alfas buscaban reducirlos únicamente por placer.

Esperó a que todas las luces de la casa se apagaran y siguió en silencio el


olor de Namjoon hasta la habitación, abrió la puerta e hizo una mueca
cuando la madera chirrió. Se metió por el pequeño hueco buscando al Alfa.

Allí no había nadie.

De repente, la luz del cuarto se encendió y la puerta terminó de abrirse de


un golpe.

-¡¿Sabes qué?! ¡Te od...! -la exclamación del Omega se quedó en el aire al
encontrarse cara a cara con Jimin.

Mierda.

Jimin abrió la boca, al menos para decir que no era una amenaza y que no
quería hacer daño a nadie cuando Félix se abalanzó sobre él sacando sus
dientes. Jimin cayó al suelo, golpeó el estómago del Omega y éste jadeó de
dolor, se escabulló entre sus brazos y corrió hacia el salón con Félix sobre
sus talones.

Levantó las manos. Mierda. No quería ser golpeado de nuevo y el maldito


Omega saltaba cojo con esa misma intención. Entonces, Jimin dejó salir sus
feromonas y el rostro de Félix fue hasta el color rojo y luego cayó al suelo
en medio del celo.

-¿Félix? -Namjoon estaba en medio del pasillo, sus ojos se encontraron con
los de Jimin y Jimin supo que tenía problemas.

Problemas muy grandes.

-¿Quién eres? -Namjoon preguntó dando un paso.

-¡No te acerques! ¡No te muevas! -Jimin entró en pánico. Odiaba a los


Alfas. Todos eran iguales. Todos querían lo mismo.
El olor escapaba de su piel, Félix gimoteaba en el suelo y las garras y
dientes del líder saltaron.

-¡Yo no quería! ¡Él me obligó!

El Alfa abrió las aletas de la nariz, olfateando el celo de su Omega o a él, de


cualquier forma, Jimin chilló y le repitió con voz aguda que no se acercara a
él.

-Félix, dime que estás bien -le pidió Namjoon.

Félix se retorció, y apretó la mejilla contra el suelo.

-Está bien. Tendrá un celo corto. No le he hecho daño.

-¿Qué quieres?

-No quiero pelear. No quiero esto.

-De acuerdo. Dime qué quieres.

-Tú. Tengo que hablar contigo.

-Vale. Podemos ir a mi despacho, si retiras tus feromonas...

-¡No! Sé lo que harás, no soy idiota.

-Te escucharé. No te haré nada con tal de que me dejes ayudar a Félix y
dejes tus feromonas.

Jimin apretó los puños y de golpe se vio rodeado de centinelas. Los tres se
habían colado por la puerta. Alfas. El lobo de Jimin sacó los dientes.

-¡Diles que no se acerquen! ¡Díselo! ¡No quiero hacer daño a nadie!

-Nosotros tampoco queremos herirte.

Jimin pilló al más joven por el rabillo del ojo, y a los pocos segundos el
chico estaba en el suelo. El lobo que estaba a su lado se enfadó, pero Jimin
estaba acostumbrado a tratar con Alfas cabezotas y estúpidos y a menos que
lo redujeran en el suelo y lo golpearan hasta dejarlo inconsciente seguiría
esparciendo su olor. Esos Alfas no le harían lo mismo que le hicieron a su
hermano. No.

Dio un paso atrás para tenerlos a todos a la vista y permitió que Namjoon se
arrodillara dónde Félix.

-Diles que se vayan -le dijo a Namjoon.

-No puedo hacer eso.

-Dilo o...

-Mi oferta de hablar no seguirá en pie durante mucho tiempo. Te ofrezco ir


a la oficina, dejar las feromonas. Ellos se encargaran de Félix y tú

y yo resolveremos lo que sea que te suceda. ¿De acuerdo? ¿Estás conmigo?

Jimin tragó saliva.

-Oficina no.

-Vale. ¿Quieres ir al bosque?

-¡No! -chilló sintiéndose atrapado.

Dos lobos habían caído, pero quedaban tres en pie suficientes para acabar
con él.

-¡Qué se vayan!

-Te he dicho que no puedo hacer eso.

Estaba claro que el líder se estaba controlando para proteger al Omega y


poder sacarlo de ahí.

-No quiero amenazar a nadie, pero haré algo más que inducirle al celo si no
se van.
Namjoon se tensó y otro lobo Alfa apareció por la puerta.

¿Cuántos malditos Alfas habían en esta manada? Él era grande, de cabello


caoba y mecha blanca. Apestaba a sudor.

Jimin chilló de nuevo que no se acercara y el lobo se detuvo al inicio de la


entrada.

-De acuerdo. Pero haz desaparecer tus feromonas. Necesitan respirar, les
harás daño.

Jimin miró el salón y buscó una vía de escape. Los lobos estaban en todas
ellas, por supuesto. Namjoon bloqueaba la cocina, uno de los Alfas la
ventana, los otros dos en el suelo el baño y el recién llegado la puerta.

No tenía más remedio.

-Lo haré. Lo haré si me traes a Jungkook.

-¿Estás buscando a Jungkook?

-¡Yo no he hecho nada! -Jimin señaló a Félix -¡Él se abalanzó sobre mí!

-No te estoy acusando. Trato de entender qué estás haciendo aquí, y


resolver esto.

-Dame a Jungkook -sonaba desesperado pero no podía aguantar más.

Le dolía todo el cuerpo, su propio olor lo estaba mareando y sólo quería


mecerse en el cuello de su pareja y frotar su nariz y verlo y tocarlo, y verlo.
Verlo. Verlo.

-No te haré daño.

-¡Jungkook!

-Jungkook no está aquí, ¿vale? ¿Qué quieres de él?

-¡No te importa, idiota! ¡No te metas en mis asuntos!


-Deja las feromonas.

-¡No me ordenes! ¡Estoy cansado de los Alfas! ¡Todos sois iguales!

Todos. Todos menos Jungkook.

-¿Estás enfadado porque Jungkook te ha hecho daño? ¿Eso que llevas en la


cara te lo ha hecho Jungkook?

-No. No. Jungkook no me ha hecho nada, bueno sí, ¡pero no te importa!

El hombre empezó a andar y Jimin no se dio cuenta de que estaba siendo


rodeado.

-¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres?

-Jimin.

-Vale, Jimin. Mi nombre es Yoongi, el Omega del suelo es Félix. Ellos son
nuestros centinelas, Eunwoo, Kai y Drake. Has dicho que conoces a
Jungkook, ¿verdad?

-Sí.

-¿De qué lo conoces?

-Es...no te importa. Ni siquiera me creerás.

-Tendrás que darme algo si quieres verlo. No estás dispuesto a dejar tu olor
y no puedo poner a Jungkook en peligro.

Eso lo insultó.

-¡Yo no soy peligroso!

-Tus feromonas lo son.

-Me estoy defendiendo.


Jimin se giró para señalar a Félix y decir que él había tenido toda la culpa.
Se aprovecharon de su distracción y Namjoon lo agarró de la nuca, golpeó
su espinilla y Jimin cayó al suelo. Namjoon le retorció la muñeca. Jimin
gritó y alguien soltó un gruñido.

Jungkook.

***

Jungkook no quería hacer daño a nadie, pero Jungkook lo haría para


mantener a su pareja a salvo. Le daba igual que Namjoon fuera su líder, le
daba igual Yoongi, le daba igual Kai, Eunwoo que trataba de recuperar a
Drake en sus brazos entre sacudidas, incluso le daba igual Félix. Jungkook
quería sostener a su pareja perdida y cuidarla.

Jungkook entró en la casa.

-Namjoon soltar a pareja de Jungkook.

Jungkook sintió la pesada mirada de todos en él. La soportó.

-¿Pareja? -preguntó Namjoon-. ¿Este Omega es tu pareja, Jungkook?

-Omega ser pareja de Jungkook. Jungkook morder. Namjoon mirar cuello.

Namjoon lo hizo y el Omega apretó los dientes.

-¿Por qué no nos lo has dicho antes de armar todo esto? -le preguntó
Namjoon al Omega.

-¡Porque no os importa! ¡Ahora, bájate! ¡Me estás aplastando las costillas!

-Jungkook está aquí. Encárgate de tus feromonas ahora.

-¡Si! ¡Vale! ¡Lo haré!

En cuanto Namjoon soltó su brazo y se levantó de encima, Jimin dejó a un


lado sus feromonas. Yoongi, kai y Eunwoo volvieron a respirar y Jimin se
quejó mientras trataba de levantarse del suelo a pesar de la mano que
Namjoonle estaba ofreciendo.

Jungkook no sabía si acercarse o no. La última vez, el Omega huyó, ¿y si lo


hacía ahora también? Lo miró tirado en el suelo, y su lobo le dijo que lo
hiciera, que lo atrapara, que lo encerrara. Fue a por él. El Omega se aferró
rápidamente a sus brazos y buscó su garganta desesperadamente, jadeó
cuando la encontró y Jungkook apretó su cabello rojo en un puño para
olerlo.

Jungkook lo encontró más delgado, su piel estaba magullada y había un


golpe en su rostro que no había pasado desapercibido.

-¿Quién golpear a Omega?

-Llegó así, Jungkook. Se coló en casa y Félix pensó que era un intruso,
cuando llegué Félix estaba en el suelo. Eunwoo, Kai y Drake llegaron y nos
vimos metidos en una nube de feromonas. Nuestra intención no era hacerle
daño -Namjoon se agachó junto a Félix.

Jungkook olía el celo de Félix.

-Eunwoo, ¿cómo está Drake? -preguntó Namjoon hacia el Alfa dormido en


los brazos de Eunwoo.

-No se despierta.

-Llévalo fuera. Necesita aire limpio y llama a Goeun. Jimin también


necesita curas.

-¡No las necesito! -chilló el Omega contra el cuello de Jungkook, buscaba


apretarse más contra él y clavaba sus garras en sus costados.

-Hazlo. Kai, vete tú también, y Yoongi, siento haberte llamado a estas


horas.

-Sin problemas, ¿necesitas ayuda? -respondió Yoongi.


-No. Llevaré a Félix a mi cuarto y me encargaré de Jungkook y de Jimin. Id
a descansar -Namjoon recogió a Félix del suelo y se fue susurrando cosas
que Jungkook no pudo escuchar.

Estaba suficientemente concentrado en el estado de su Omega como para


saber qué pasaba con cada uno de ellos. El salón se vació rápido y
Jungkook seguía sentado en el suelo con el Omega entre sus brazos.

-Jungkook enfadar con Omega.

Jimin hizo un ruido.

-Lo siento, Jungkook.

-Omega mentir.

-No tenía otra opción, Jungkook. Quería quedarme, pero te harían daño por
mi culpa.

-¿Quién? ¿Quién hacer eso?

-No te lo puedo contar.

-Omega estar herido. ¿Quién hacer eso?

Jimin negó con la cabeza, buscó el cuello de Jungkook con sus brazos.

-¿Tampoco contar?

Jimin no respondió y Jungkook debería haberlo separado en ese momento.

El Omega lo había abandonado en el bosque, usado sus feromonas contra


él, y desaparecido durante dos meses. Y ahora decidía ir a la cabaña del
líder de Jungkook y atacar sin ningún sentido a Félix y a los miembros de
su manada que la custodiaban y protegían.

Ese Omega no era bueno. Pero, ese Omega estaba temblando de miedo,
había sido golpeado por alguien y Jimin parecía tan aterrado de él que ni
siquiera se atrevía a pronunciarlo. Jungkook relajó el puño en el que se
había convertido su mano que empezaba a estirar de forma dolorosa el
cabello del Omega y acarició su nuca.

-Omega estar tranquilo ahora. Omega estar protegido aquí.

-¿No me odias, Jungkook? Te hice algo muy malo.

-Odiar ser palabra fea. Jungkook no usar esas palabras. Omega tampoco.

-Mi nombre es Jimin.

-Jimin.

Jimin asintió con la cabeza.

-Jimin ser bonito nombre para Omega.

-Mi madre me lo puso.

Jungkook se tensó y Jimin levantó la mirada.

-¿Namjoon? ¿Jungkook? ¿Puedo entrar?

Jungkook miró a Goeun y Namjoon salió de la habitación.

-¿Has visto a Drake, Goeun? -preguntó Namjoon.

-Sí, lo he mandado a reposar a la clínica y Suni está haciendo la guardia. Es


un adolescente, aún no ha tenido su primer celo y a su cuerpo le cuesta
asimilar las hormonas de los Omegas.

-Esperemos que se recupere.

-¿Y Félix?

-Le acabo de dar sus pastillas. No te he llamado por él. Tienes que examinar
a Jimin -Namjoon señaló al bulto que Jungkook tenía en brazos y Jungkook
lo apretó.
-Lo intentaré si Jungkook me deja.

Goeun se acercó y se sentó en el suelo. A Jungkook le gustaba Goeun,


Goeun curaba las heridas de los demás y era un gran miembro de la
manada, pero no le gustaba tenerlo cerca de Jimin en este momento, no
cuando Jimin no quería soltarlo y no dejaba de esconder su cabeza como un
pequeño cachorro recién rescatado.

-Jungkook, voy a tener que mirar su cuerpo. Mira -Goeun abrió su maletín y
dejó que viera el instrumental médico que llevaba en él-, nada puntiagudo,
y en cuanto lo cure podrás volver a abrazarlo. ¿De acuerdo?

Jungkook tragó saliva y asintió con la cabeza. Jimin necesitaba cuidados


médicos y medicinas, luego lo abrazaría y no lo volvería a soltar. Poco a
poco, Jungkook fue abriendo sus brazos, sin embargo, Jimin permanecía
enganchado a él.

-No quiero. Estoy bien. No me gustan los médicos.

-Seré lo más rápido posible, Jimin. ¿Por qué no me miras y hablamos un


rato?
03

-Eres un Beta -musitó Jimin mirando al bonito lobo frente a él.

-Sí. ¿Tienes algún problema con eso?

-No. No es eso. Nunca había estado tan cerca de uno.

-Seguro que sí. En tu manada habrá alguno.

No. En la manada de Jimin no había Betas, eran difíciles de controlar


porque no sucumbían a las feromonas, así que eran inútiles.

-¿Puedes extender los brazos hacia mí? -preguntó Goeun muy suave.

Jimin tragó saliva, miró a Jungkook y Jungkook asintió con el rostro. Se


movió en su regazo y gruñó cuando su rostro se separó del cuello de su
Alfa, pegó su espalda contra el torso de Jungkook y le mostró sus brazos
delgados y pálidos al Beta.

-¿Cómo te has hecho todas esas heridas?

-Corriendo.

-Corriendo, ¿de quién?

-De nadie. Me gusta correr.

-¿Nadie también te golpeó en la cara?

Jimin frunció sus labios. Quería liberar sus feromonas y que nadie más le
preguntara por lo sucedido, pero perdería a Jungkook si hacía eso.
-Sí.

Goeun palpó los huesos de sus brazos.

-Voy a mirar tus costillas -metió sus manos en sus costados y Jimin apretó
sus dientes ante el dolor-. Tienes dos costillas rotas, y tu tobillo parece un
esguince. Tu costado está lleno de morados -Goeun hablaba mientras
trabajaba en sus heridas, muy suave y cálido, su voz lo relajaba, o era su
olor. No. Los Beta no tenían olor. Era su presencia tranquila, minuciosa.

Goeun terminó de vendar su pie y se levantó del suelo. De forma instintiva,


Jimin volvió a colgarse del cuello de Jungkook y Jungkook lo rodeó de
buen grado.

-Jungkook, llévalo al sofá, estaréis más cómodos, hay preguntas que quiero
hacerles.

Jungkook lo levantó del suelo como una pluma, por supuesto que Jimin no
iba a pesar nada en los brazos de ese inmenso hombre, casi más grande que
Namjoon.

Jungkook se sentó en la esquina del sofá y Namjoon en el sillón de enfrente.

Jimin lo miraba de reojo, como a Goeun, sin perder ni un sólo movimiento


de ellos aún después de estar tan cansado y somnoliento. No iba a bajar la
guardia, cuándo lo hacía era cuando las cosas feas ocurrían.

-Jimin, ¿a qué has venido a la manada?

-Quiero protección.

-Siempre estoy dispuesto a dar protección a quién la pida y más si es pareja


de algún miembro de la manada, pero...necesito que me digas de quién
quieres esa protección -Namjoon sabía hablar con cariño cuando quería y
dar confianza con sus palabras.

-Quiero protección de mi líder.

-Estás huyendo de tu líder.


-Sí.

-¿Por qué?

-No te hace falta saber eso. ¿Vas a dármela?

Namjoon le dio una mirada advertencia por el tono en el que le había


hablado.

-Perdón.

-Te daré protección. Por ahora. Lo mejor es que te quedes en territorio


neutro, es el lugar más vigilado, pero supongo que querrás quedarte con
Jungkook en su cabaña.

-Sí. Si...si a Jungkook no le importa.

-Jungkook no importar, Jungkook proteger a Jimin.

-De todas formas mandaré a centinelas a cubrir puestos ahí. ¿Tienes algún
pacto de sangre con tu manada?

-No.

-Eso lo hace todo más fácil. Estoy dispuesto a protegerte, Jimin. Pero a
cambio espero que puedas ser sincero conmigo, con la manada y con
Jungkook algún día. Somos una familia y nos lo contamos todo, y usar las
feromonas contra alguien de la manada tiene castigo. Me da igual si estás
de paso, o si quieres quedarte con nosotros para el resto de tu vida, la
próxima vez que las uses irás al calabozo. ¿De acuerdo?

Jimin asintió con la cabeza.

-Bien, es muy tarde. Id a dormir, mañana os veré en mi oficina a los dos.


¿Entendido?

Jimin dejó que Jungkook lo levantara y empezara a caminar, su pecho y


cuello eran cálidos y su olor suave y dulce. Jimin se aferró un poco más,
cerró los ojos, y milagrosamente después de dos meses, Jimin pudo dormir
tranquilo sin despertarse cada diez minutos.

***

Jimin abrió los ojos lentamente mientras algo le hacía cosquillas en su


nariz. Se rascó la cara, movió la cabeza y cerró los ojos intentando regresar
al fabuloso sueño que estaba teniendo. Se movió sobre el colchón de
muelles y abrazó algo blando en sus brazos. Suspiró. Sin embargo, lo que le
había hecho cosquillas antes, había regresado y no tuvo más remedio que
abrir los ojos para gritarle a quien sea que estuviera intentando despertarlo.

Se encontró de frente con una gigante telaraña y con su dueña de ocho patas
largas mirándolo cómo un intruso.

Había dormido tan bien... y había... La realidad lo golpeó cuando se dio


cuenta de que el sueño magnífico que había tenido, no había sido sólo un
sueño. Si no, una realidad. Miró a su alrededor, buscando a Jungkook de
forma casi desesperada para poder asegurarse de que así era, y encontró la
cabaña vacía.

Bueno, vacía del todo no estaba. Parecía que había pasado un huracán por
ella y que luego las arañas se habían proclamado dueñas. Todos los muebles
eran viejos y de madera, estaban destrozados, roídos y llenos de polvo. El
suelo estaba lleno de astillas y Jimin se clavó una en el dedo gordo cuando
puso sus pies descalzos bajo. Había una estantería con libros amarillos, una
bombilla rota que colgaba de techo, una pequeña televisión, Jimin suspuso
que tambien estaría rota, muebles apiñados en una esquina con alfombras
viejas, una nevera amarilla y un par de encimeras por las que se paseaban
las arañas e insectos.

Jimin hizo una mueca de desagrado. Miró la cama, al menos la manta en la


que había dormido estaba limpia. Todo eso dejó de importarle cuando Jimin
llevó el pico de la manta a la nariz con intención de olfatearlo y el olor de
Jungkook llenó sus fosas nasales olvidando las arañas, los insectos, el polvo
y todo lo demás.
Sin soltar la manta, se estiró alzando las manos al techo de tablas y siseó
mordiendo su lengua cuando sintió un pinchazo en sus costillas.

-Mierda -musitó.

Había olvidado eso.

Se sujetó las costillas y buscó un maldito espejo en el que poder al menos


verse la cara. No se había visto en una buena temporada frente a uno, pero
allí no encontró nada. Envolvió su mano en la manta y la arrastró con él
hacia la puerta. La luz del sol se colaba directamente por las cuatro
ventanas sin cortinas y el suelo de madera ardía en cada rayo de sol que lo
tocaba.

-¿Jungkook? -preguntó abriendo la puerta.

Se quedó a mitad de ella cuando escuchó una voz que no era la de Jungkook
y se escondió con la garganta en carne viva. No podían haberlo encontrado
tan pronto.

-¿Estás seguro de que es tu compañero? Puedes haberte confundido y nadie


te echaría nada en contra.

Jimin se sintió respirar de nuevo, luego, las palabras del extraño llegaron a
sus oídos.

-Jungkook no equivocar. Jungkook saber.

-Los lobos somos olfativos, que te guste su olor no significa que sea tu
compañero.

Jimin apretó la manta.

-Jimin ser compañero. Jungkook saber oler compañero.

-No estoy diciendo lo contrario. Pero pasas mucho tiempo solo y él


obviamente es un Omega dominante.

Hubo un silencio antes de que Jungkook hablara.


-¿Qué insinuar Eunwoo?

-Los Omegas dominantes controlan sus feromonas, con ellas pueden


doblegar a Alfas. Viste lo que hizo anoche. Drake sigue en la clínica con un
celo doloroso, Félix también cayó al suelo, y eso que él también es un
Omega dominante y a mí también me afectó. ¿No crees que pueda haber
una posibilidad de que usara esas mismas feromonas contigo y creyeras que
eras su compañero cuando no lo eres?

Jimin bajó los ojos a sus pies y amontonó uno encima del otro sintiendo frío
de repente.

-Jungkook no ser tonto. Jungkook seguro.

-Tengo que decirte que la manada no está cerca de estar contenta con esta
situación. Todos saben que Jimin atacó a Namjoon y que está contigo en la
cabaña. Los Alfas se sienten amenazados y los Omegas no quieren salir de
su territorio hasta que él no se haya ido. Por última vez, Jungkook. ¿Seguro
que es tu compañero?

Jimin esperó, su nuca ardía de dolor. Había creído que estar con Jungkook
iba a ser la solución a sus problemas, a todos. Qué él podía protegerlo y que
su manada también lo haría. Ahora, Jimin estaba cayendo de nuevo en el
abismo. La manada no lo conocía, era un Omega hostil con secretos que no
podía contar y estaba claro que ni el Alfa, ni Eunwoo, ni la manada, ni
Jungkook confiaban en él. Siempre podía volver a desaparecer, los cristales
de las ventanas no estaban aseguradas y a Jimin se le daba muy bien
escabullirse y ocultarse. Tendría que encontrar otra manada, o dinero o
esconderse entre los humanos.

-Jimin oler a estrellas. Jimin oler a noche oscura. Jimin oler a bosque y a
lluvia. Jimin oler a todas esas cosas que Jungkook amar. Jimin ser pareja.
Jungkook estar seguro.

Escuchó el suspiro de Eunwoo.

-Piensa sobre lo que te he dicho, Jungkook.


Jimin decidió abrir la puerta entonces. Si iban a echarlo de la manada sería
mejor que no se encariñara con Jungkook ni con las arañas. Los hombres
que estaban hablando bajo el porche de la cabaña lo miraron y Jimin
reconoció a Eunwoo, uno de los centinelas que estuvieron anoche en casa
de Namjoon. Olía a Alfa. Cabello corto, castaño oscuro y ojos color café
rodeados de un amarillo brillante. Vestía con camiseta y vaqueros y botas de
montaña.

Era alto y grande, pero no suficiente para llegar a la altura de Jungkook y


mucho menos compararlo con él.

Jimin tuvo que ahogar un gemido al ver la masa musculosa que se había
levantado de la base del árbol cortado. Seguía sin usar camisetas, un
pantalón corto y ancho era todo lo que Jungkook necesitaba para que Jimin
babeara, eso y un musculoso torso salpicado de vello, brazos gigantes y
piernas dignas de un dios de la guerra.

-Namjoon está esperando -dijo Eunwoo haciéndole un gesto con la cabeza a


Jimin para que lo siguiera.

Estaba claro que ese lobo no iba a ser su mejor amigo. Jimin no necesitaba
uno. Demonios. A Jimin ya le daba igual hacer amistades en esa manada
cuando sabía la opinión que todos habían confeccionado sobre él sin
conocerlo.

Jungkook esperó a que Jimin emprendiera la marcha y cuando lo hizo, tras


Eunwoo, lo siguió en silencio. No tuvieron que andar mucho antes de
empezar a ver cabañas, Jimin hubiese deseado que el camino durase para
siempre. Muerto de nervios, lo peor era que Jimin nunca había estado tan
nervioso en su vida.

Él era calmado, valiente. No un cobarde que buscaba a cada segundo dar


media vuelta y esconderse bajo los brazos de Jungkook. Brazos que no
sabía si iban a estar ahí para él.

Jungkook le había dicho que no estaba enfadado, lo había protegido de los


miembros de su manada y Jimin se había sentido tan bien por primera vez...
que quizá había olvidado por un segundo todo lo que arrastraba en su
espalda.

Se escuchó el berrido de una oveja y Jimin giró para mirar con curiosidad la
granja. Ovejas y gallinas paseaban por sus anchas, la puerta de la casa
estaba abierta y una gallina salía de ahí picoteando el suelo con un hombre
malhumorado tras ella.

-Granja Jackson -dijo Jungkook a su lado.

Se había detenido sin darse cuenta.

El hombre saludó con la mano, Eunwoo le respondió y a medida que se


acercaba a ellos, Jimin fue captando su olor. ¿Es que todos en esta maldita
manada eran Alfas? ¿Dónde estaban los Omegas? ¿Los Beta? Jimin estaba
cansado de ellos, no de todos, no de Jungkook. Jungkook no entraba en esa
bolsa de Alfas apestosos. Eunwoo, Namjoon, y ese hombre, sí.

-Vaya -exclamó él cuando terminó de llegar a la valla. Miró a Jimin de


arriba abajo con una sonrisa-. Ya sé porque el resto de Alfas están
revolucionados. Enhorabuena, Jungkook. Me alegro por ti aunque apeste a
envidia -le tendió la mano a Jimin y Jimin la ojeó curioso-. Soy Jackson ,
puedes llamarme Jack, y soy el dueño de la granja de la manada. Jungkook
y yo somos amigos.

Jimin levantó antes los ojos hacia Jungkook.

Jungkook asintió a Jackson .

Jimin aceptó esa mano caliente.

-¿Y tú nombre es...?

-Jimin.

-Un gusto Jimin - dijo.

- regresa con tus gallinas Jack, llegamos tarde a ver a Namjoon -gruñó
Eunwoo.
-Es lunes, hermano. Relájate o tendrás un ataque de nervios a mitad de la
semana.

-¿Te gustaría probar mi puesto, granjero?

-¿Y dejarte en ridículo? No, gracias. Estoy muy tranquilo encargándome de


mis gallinas y plantas, si algún día quieres probarlo, ya sabes.

-Ni muerto me pongo a limpiar caca de oveja.

-Tú te lo pierdes -Jackson le sacó la lengua y Jimin se preguntó qué clase de


Alfa era ese.

Jimin había conocido a muchos Alfas, su manada estaba compuesta


únicamente por ellos excepto su hermano y él y la mayoría eran cómo
Eunwoo. No eran divertidos, no eran amables, no eran juguetones. Eran
animales.

-¿Jackson necesitar más leña?

-No, Jungkook. Gracias, con la que tengo me sobra, ahora sólo me falta el
humano.

-¿Humano? ¿Un humano? ¿Para qué diablos te falta un humano?

-Relájate, Eunwoo. Es cosa de Namjoon, está empeñado en seguir con los


proyectos de inclusión a los humanos y uno de ellos aceptó. Pero lleva unos
cuantos meses dándole largas, hace dos meses estaba malo, el mes pasado
se rompió la muñeca, esta semana tiene un acontecimiento. Nos está
tomando el pelo, voy a empezar a vender sus muebles.

-Jackson esperar a humano. Jungkook nunca conocer a humano. No


humano bueno.

-Deberías ir a la ciudad algún día, Jungkook.

Jungkook negó con la cabeza.

-Manada segura. Ciudad no segura.


-A estas alturas, la manada ya no es tan segura -sentenció Eunwoo,
claramente el mensaje iba para Jimin-. Vámonos. No tenemos tiempo para
estar hablando cómo viejos.

-Qué mandón. Pasarlo bien. Y no te dejes intimidar por él, Jimin, es un


cabeza hueca pero tiene buen corazón, ya lo conocerás -Jackson se despidió
con la mano.

Pasaron el resto de casas y siguieron por un camino de tierra que los llevó
directos a un claro rodeado de cabañas, unas más pequeñas, otras más
grandes. Eunwoo se dirigió a la única que tenía un cartel en la puerta y
Jimin lo siguió, cuando fue a entrar, Eunwoo colocó el brazo en el marco,
delante de su rostro.

-Sólo Jungkook. Órdenes de Namjoon, luego entrarás tú.

Jimin mordió su lengua.

-Jungkook regresar. Jungkook prometer -le dijo Jungkook suave, sus dedos
rozaron la oreja de Jimin y Jimin se puso a temblar.

Jungkook pasó dentro. Y Jimin se enfocó en Eunwoo y no pudo seguir


mordiendo su lengua.

-No te caigo bien -le dijo consciente de que ese Alfa podía golpearlo y que
nadie en la manada levantaría un solo dedo por él.

-No me caes bien, ni mal. Hago mi trabajo. Fin -el hombre se cruzó de
brazos.

-¿Mentir también es parte de tu trabajo? Te he escuchado preguntar a


Jungkook si realmente sentía que era su compañero.

-Se te da de lujo espiar, díselo a Namjoon, se pondrá más contento.

Jimin apretó los dientes.

-No quise interrumpir.


-Qué considerado.

-Sé que lo que hice no estuvo bien del todo, pero...

-¿Bien del todo? Baja de tu cabeza roja. Has atacado a un líder.

-Yo no lo ataqué. Yo no quería hacer daño a nadie, las cosas salieron así y
yo...

-¿Tú qué? Tus feromonas han mandado a Drake a la clínica. Es un


adolescente que aún no ha pasado por su primer celo y tú se lo has
provocado. Reza para que salga de esta con sus hormonas intactas.

-No pretendía...

-Controlas tus feromonas, sabías lo que hacías, ¿o vas a mentirme?

-No. Yo...

-Si no se recupera no descansaré hasta que...

-¡¿Me quieres dejar hablar de una vez?! -le gritó Jimin con la cara igual de
roja que su cabello-. ¡No quería que esto pasara! Sólo buscaba hablar con
Namjoon, pero ese Omega llamado Félix me atacó e hice lo único que se
me da bien hacer, luego llegasteis vosotros y no pude detenerlas. No quise
herir a Drake, ni a ti, ni a nadie. Sólo quería que... -un gran gruñido lo
interrumpió y Jimin se dio cuenta de que había sido su barriga.

¿Cuánto tiempo llevaba sin comer? ¿Un par de días? ¿Más? No recordaba
haber tenido una comida decente en mucho tiempo y su barriga había tenido
que elegir ese momento para ponerse a gritar.

-Ni se te ocurra moverte de aquí -ordenó el Alfa.

Jimin no respondió, apretó sus labios y vio su espalda marcharse.


04

Jimin esperó a que Jungkook o Eunwoo regresaran de forma paciente. O al


menos, lo intentó. La manada de Namjoon era ruidosa y habladora. Los
lobos pasaban por delante de la casa, algunos ajetreados, otros tranquilos y
otros simplemente vigilaban.

Sus orejas se movieron y Jimin captó un sonido que hacía mucho tiempo
que no escuchaba. Dejó su sitio junto a la puerta cerrada y bajó los
escalones, se alejó de la casa y algo chocó contra él.

Jimin bajó la cabeza. Una pequeña niña morena lo miraba con una pelota en
sus manos. La niña le sonrió con huecos en sus dientes y los labios de Jimin
estuvieron a punto de imitarla, hasta que la apartaron de su lado de un tirón.

-No te acerques a él -su madre estaba ahí tirando de su camiseta- No te


acerques a ese Omega -le repitió con un gruñido llevándose a la niña lejos.

Jimin se dio cuenta entonces de que todos los lobos dejaban un margen de
separación con él mientras que lo acribillaban con miradas de reojo.

Genial.

Ahora era un mono de feria.

Jimin chasqueó su lengua.

Si pensaban que eso a Jimin le importaba, estaban más que equivocados.

Paso de largo de la mujer que protegía a su hija con su cuerpo y decidió dar
una vuelta, y echar un vistazo a su alrededor. La manada era mucho más
grande de lo que había pensado. Las cabezas de las cabañas seguían
apareciendo en el horizonte junto a los árboles. Nunca había visto una
manada tan extensa y eso que en estos duros meses había ido de clan en
clan.

La zona estaba rodeada de cabañas, unas más grandes y altas que otras,
varios carteles que indicaba cada una de ellas y un montón de madera
apiñada en el centro y quemada, a su alrededor la hierba estaba desgastada
por lo que Jimin dedujo que era el sitio donde la manada siempre se reunía
y se sentaba junto a una hoguera. Por un segundo, Jimin pensó en su
manada y en su hermano. Sólo un poco antes de sacudir la cabeza y echar
fuera esa idea. Era mejor así.

-Te dije que no te movieras -la voz de Eunwoo no le sorprendió.

Se dio la vuelta.

-¿Por qué la gente me mira cómo si fuese un asesino? -preguntó cruzando


los brazos sobre su pecho.

Su barriga dio otro gruñido fuerte cuando vio la comida que el lobo llevaba
con él. Un sándwich y un vaso de café.

-¿De verdad preguntas eso? -Eunwoo alzó la comida hacia él.

Jimin frunció el ceño.

Eunwoo le dio un gruñido bajo y Jimin cogió la comida más que


sorprendido.

-Gracias.

-No te acostumbres, no eres mi pareja, no tengo por qué alimentarte, así que
si quieres comida pídesela a Jungkook, ve al comedor o cázala tú mismo.

Jimin estaba demasiado ocupado masticando cómo para responderle,


cuando Eunwoo se dio la vuelta, Jimin corrió a su lado.

-¿Por qué la manada está separada? No es así en otras. Hay un cartel que
pone territorio Omega y Beta, ¿qué significa eso?
-Nos separamos por rango. La zona en la que está Jungkook es el territorio
Alfa, este es el neutro, y por dónde dices que indican las flechas es el
Omega y Beta.

-¿Por qué es así?

-Orden. Seguridad. Los Omegas sin pareja se sienten más cómodos con
otros Omegas y Betas, y los Alfas con otros Alfas, además de que es más
seguro para los celos.

-¿Tenéis problemas con eso?

-No, es más por precaución.

-Siento lo de Drake, sé que eso no va a cambiar nada, pero de verdad que


no era mi intención que nadie saliera herido.

-Deja el tema.

-¿Drake es algo tuyo? -preguntó por curiosidad.

Si era su pareja tenía sentido que el lobo se enfadara tanto.

-Es un niño.

-Pero... es centinela ya.

-Sí. El maldito es condenadamente bueno en todo.

-Y tú lo cuidas.

- Kai y yo.

Jimin asintió dedicándole de nuevo la atención a su sándwich. Eunwoo no


había negado aún nada y Jimin quería hacerle una pequeña visita a Drake
sólo para saber cómo estaba. Intuía que eso no iba a ser posible si se lo
decía a alguien así que iba a tener que ir a la clínica a hurtadillas.
La puerta se abrió y por poco Jimin derrama el café. Félix lo miraba mucho
peor que Eunwoo, cómo si quisiera despellejarlo y luego ponerse su piel
encima.

-Dentro -dijo gruñendo.

Al menos él se había recuperado de su celo y Jimin tenía una cosa menos


que arreglar. Entró en la cabaña delante de Eunwoo.

-Espera aquí. Eunwoo.

-Voy.

Eunwoo lo acompañó por el pasillo y Jimin terminó su café y le dio un


último bocado al sándwich. Buscó con los ojos la cocina o la papelera para
deshacerse de todo lo que llevaba en las mano y acabó sin saber cómo junto
a la puerta en la que ellos habían entrado.

-Dile que está loco -escuchó la voz de Félix.

-Félix, te he pedido que me trajeras a Jimin, no a Eunwoo.

-No soy tu secretaria.

-Si no quieres descansar, trabajarás para mí.

Jimin se asomó por el pequeño hueco abierto de la puerta. Namjoon estaba


sentado frente a una mesa llena de papeles, Eunwoo ante a él, y Félix junto
al centinela.

-Ese Omega fue directo a atacarte, Eunwoo, Kai y Drake estaban haciendo
la guardía y ni siquiera se dieron cuenta de que había entrado en el territorio
y tú le das una cabaña y protección. ¿Estás loco?

Jimin vio a Namjoon tomar aire.

-Es pareja de Jungkook.

-Cómo si quiere ser pareja de un árbol. ¡Díselo tú, Eunwoo!


Namjoon dirigió la mirada a Eunwoo. Una cicatriz delgada atravesaba uno
de sus ojos y Jimin podía ver incluso el corte en su córnea dañada y su ojo
blanco.

-Eunwoo, habla, por favor -pidió Namjoon.

-La manada tiene miedo. No confían en la seguridad de los centinelas, y se


preguntan cómo un Omega ha podido con tres centinelas. Temen también
por los cazadores. Y por Jungkook. Todos saben lo que pasó con su madre.

-Jungkook pagó eso por años. Está libre.

-Dudan de que Jungkook sepa controlarse cuando alguien toque las orejas
de Jimin.

-Teniendo en cuenta de que las orejas de los Omegas sólo las pueden tocar
sus parejas, lo veo justo.

-¡Namjoon! -chilló Félix- ¿Por qué no dejas de defenderlos? Si hubiese sido


otro lobo estaría en el calabozo.

-¿Qué hace Jimin? -Jimin se sobresaltó al escuchar la voz de Jungkook, dio


un pequeño chillido y los hombres dentro de la habitación se giraron a la
puerta.

Si ya se llevaba mal con Félix, esto lo empeoró. Él abrió la puerta.

Pillado.

-¿Nos estabas espiando? -preguntó el Omega enfadado.

Le sacaba una cabeza y media a Jimin, de pelo muy corto y liso, con un
pequeño flequillo en su frente. Orejas pequeñas, peludas y puntiagudas. Sus
labios estaban entreabiertos y Jimin sabía que le enseñaba los dientes en
señal de amenaza.

-Sí, lo hacía. ¿Algún problema? Tú me has dejado entrar.


Félix sacó del todo sus dientes, su mano se levantó para agarrarlo del cuello
de la camiseta rota y rápidamente, fue echado a un lado antes de que el
Omega sacara las garras y se las clavara en el cuello.

La espalda de Jungkook estaba delante de él y le impedía ver qué estaba


pasando.

-Félix, regresa a casa. Eunwoo, asegúrate de que llegue bien -ordenó


Namjoon, controlando la furia en su voz.

-No lo necesito -Félix se abrió paso a empujones y se fue cojeando,


Eunwoo salió poco tiempo después.

Al menos, su manada y la de Namjoon tenían algo en común. Todos le


odiaban.

***

-Lo siento -se disculpó Namjoon-. Félix aún sigue alterado por lo de
anoche, haré que se disculpe la próxima vez.

-No. Está bien. Lo entiendo.

-Tomad asiento.

Jimin se sentó en la silla que Namjoon había señalado mientras que


Jungkook permanecía de pie tras él.

-Necesitaba hablar en privado con Jungkook, sólo para asegurarme de


algunas cosas.

-¿También dudas de que sea su pareja?

Por supuesto que sí. Nadie en esa maldita manada parecía creer en Jimin,
pero a la mierda con todo eso. Jungkook lo sabía. Él lo sabía. No necesitaba
que nadie les diera su bendición o visto bueno. Jimin estaba marcado, olía a
leña. Ya era de Jungkook.

-No dudo. Pero entiende que esto es algo extraordinario. Jungkook jamás te
ha mencionado, y de la nada burlas toda la seguridad de la manada y atacas
en mi casa, también necesito asegurarme de que no eres o serás una
amenaza.

-No pretendo conseguir confianza. Estoy aquí por Jungkook, y porque


necesito protección.

-Y yo prometí dartela, aún espero que me cuentes de quién estás huyendo.

-Ya te lo dije, de mi líder.

-¿Por qué?

Jimin apretó los labios.

-No necesitas saber eso.

Namjoon lo observó en silencio durante unos segundos con sus ojos felinos.

-Te estás olvidando de que a parte de protegerte a ti también tengo que


proteger a mi manada.

-Lo sé. Y aunque no me creas, yo también lo estoy haciendo al no decirte


nada.

-Así que pretendes que confíe en ti. Así. Sin más. Sin darme más
información que esa.

Jimin encogió los hombros.

-No puedo. Eres una amenaza que no puedo controlar ahora mismo - dijo
Namjoon.

-¿Qué significa eso? ¿Me vas a echar? Prometiste...


-No te voy a expulsar. Pero necesito algo que me haga confiar en ti. No
quieres contarme por qué estás siendo perseguido, ni quién es tu líder.
Tampoco puedo confíar en que mantengas tus feromonas a un lado y la
manada tiene miedo.

-¿Y qué quieres que haga con eso? -preguntó Jimin.

Namjoon abrió un cajón del escritorio y sacó de él una fina daga. Jimin
miró el arma brillante, tragó saliva e intentó mantenerse sereno. No supo si
lo consiguió.

-Dijiste que no tenías ningún pacto de sangre con tu manada - mencionó


Namjoon colocando la daga frente a Jimin-. Esto es lo que te propongo.

-¿Ahora?

-Sí.

-¿Y si me niego?

-Retiraré los centinelas, irás al calabozo.

Jungkook gruñó y Jimin tocó su pierna por detrás de la silla.

-Así que me has mentido. No pensabas darme esa protección aún siendo
pareja de Jungkook.

-Tendrás toda la protección necesaria en el calabozo, comida y cama, pero


no puedo confiar en tí. Pudiste herir a Félix y a mis centinelas y puedes
hacerlo de nuevo. Puedes estar mintiendo, puedes estar utilizando a
Jungkook para llegar a mi territorio y servirselo a tu líder. Te ofrezco dos
opciones, Jimin. O me cuentas la verdad, o haces un pacto de sangre
conmigo, renuncias a tu manada y prometes jurarme lealtad y ser parte de
mi manada.

Jimin apretó los dientes. Un pacto de sangre eran palabras mayores.

Jimin había escuchado hablar de ellos. Si lo hacía, Namjoon tendría control


sobre él, podía obligarle a hacer cosas, usarlo cómo hacía su líder, pero por
otro lado no podía contar la verdad y exponer a todos, exponerse a él,
arriesgarse a perder aún más a Jungkook.

-Jimin no estar obligado. Jimin no hacer eso -habló Jungkook.

-Entiendo que tengas dudas, Jimin.

-Podrás controlarme con esto. Podrás obligarme a...

-No -negó Namjoon-. Nunca uso los pactos de sangre hasta que no son el
último recurso. Jamás lo usaría para obligarte hacer algo, preguntáselo a
Jungkook o a Eunwoo o a cualquiera de la manada.

Jimin giró la cabeza hacia Jungkook.

-¿Qué dices tú, grandulón? Si hago el pacto de sangre jamás me iré de tu


cabaña.

-Jungkook proteger a Jimin. Jungkook dar igual. Jimin ser manada de


Jungkook.

-¿Me quieres incluso después de haberte abandonado? Te estoy ocultando


cosas, ¿y si cuando las descubras decides que ya no quieres estar conmigo?

Jungkook negó con la cabeza.

-Jungkook querer a Jimin. Jimin ser pareja. Jungkook proteger pareja.


Jungkook siempre proteger Jimin.

-¿Seguro?

-Jungkook seguro.

Jimin se giró.

-De acuerdo. ¿Qué tengo que hacer? -sonó decidido, pero en realidad estaba
muerto de miedo.
Jimin se había dejado dominar durante la mayor parte de su vida, ahora era
libre, ¿de verdad le iba a dar el poder a un Alfa desconocido? Él odiaba los
Alfas, o los había odiado una buena parte, pero tampoco tenía otra opción.
Se cortaría las venas antes de ser encerrado de nuevo en un calabozo por
meses. Sólo podía confíar en Namjoon. Confíar en que el lobo no abusara
de su poder y confíar en que si lo hacía, Jungkook cumpliera con su palabra
de protegerlo.

-Levántate.

Jimin lo obedeció, y Namjoon estuvo cerca de él muy pronto, agarró el


puñal.

-Dame tu mano.

Jimin tomó una buena respiración antes de hacerlo.

-Será un corte pequeño, ¿no?

-Sí.

Namjoon hizo un corte en la palma de su mano, pequeño, pero demasiado


hondo cómo para que una buena parte de su sangre brotara y cayera al
suelo. Jimin hizo una mueca, y luego con la misma daga se cortó a él
mismo para apretar su herida con la suya.

Jimin sintió a su lobo revelarse, más que contra él, lo hacía con el poder que
el Alfa estaba ejerciendo con sólo una mirada. Trató de mantenerse erguido,
pero nada de eso funcionó. Agachó la cabeza y Namjoon gruñó de gusto al
sentir la sumisión del Omega.

Lo odió.

-Tu manada no estará nada contenta -dijo entredientes Jimin.

-Ahora, es tu manada también. Vas a tener que ganártelos.

Su vida era un puto chiste.


05

-No me duele -repitió Jimin de regreso en la cabaña cuando Jungkook le


agarró la muñeca para ver la herida.

-Jungkook buscar hierba. Jimin esperar.

-Estoy bien.

-Jimin esperar.

Jungkook se fue y Jimin apoyó la espalda en un árbol. Sus ojos fueron a la


herida y luego a Eunwoo.

-¿Vas a dejar de seguirme? Ya no soy una amenaza.

-Eso lo decidiré yo. Mañana a primera hora empezarás en la cocina.

-¿Qué? -Jimin había jurado que estaba oyendo mal.

-¿No creerás que vivirás aquí sin hacer nada? Todos nosotros tenemos que
servir a la manada de alguna forma.

-Odio la cocina.

-¿Prefieres limpiar?

-¿Puedo escoger yo?

-Claro.

-Quiero luchar.
Eunwoo no respondió.

-Quiero ser un centinela.

-Los Omegas no pueden ser centinelas.

-¿Quién lo dice?

-Namjoon.

-¿Por qué?

-Porque sí.

-Esa no es una respuesta -replicó Jimin.

-Es la que te doy. Mañana a las ocho en el comedor. No hables con nadie,
pregunta por Chen y haz todo lo que él te diga.

Jimin inclinó la cabeza.

-¿No vendrás conmigo?

-Has dicho que no eras una amenaza, apáñatelas tú solo y no te metas en


problemas -Eunwoo pasó por su lado y se perdió por el bosque.

Jimin apretó los dientes. ¿Cocina? ¿Él? ¿Era una broma?

Se acuclilló junto al árbol y se llevó la muñeca que Jungkook había


agarrado hacia su nariz. Olió sintiendo cómo parte de su cuerpo se relajaba
poco a poco y todos sus pensamientos se esfumaban. No entendía aún cómo
una persona podía tener ese efecto y se preguntó si eso ocurría con todos los
vínculos de parejas entre lobos. En su manada no habían parejas, estaba
prohibido y el castigo era la pena de muerte.

Jungkook regresó antes de que la cabeza de Jimin se enredara de nuevo en


el bucle de la culpabilidad y cuando giró la cabeza, Jungkook ya estaba
encendiendo la pequeña hoguera y triturando con una piedra un par de hojas
y flores hasta conseguir una pasta verde.
Jimin arrastró sus pies sin levantarse del suelo hacía él. La última vez que
estuvieron solos en el bosque, Jungkook lo mordió y Jimin desapareció sin
decirle nada. Aunque del todo solos, Jimin sabía que no estaban. Eunwoo
estaba escondido esperando el momento exacto para abalanzarse sobre la
espalda de Jimin y gritar que lo había traicionado.

-¿Qué plantas son esas, Jungkook? -preguntó Jimin curioso.

-Jungkook no saber nombre. Jungkook saber aspecto. Helia enseñar a


Jungkook

-los músculos de sus brazos terminaron de moverse, Jungkook agarró la


muñeca de Jimin y aplastó la masa verde contra su herida.

No estaba mal. Dolía un poco.

Jungkook rompió una parte de sus pantalones y envolvió la tela en su mano.

-Jungkook. Vas a quedarte sin pantalones.

-Jungkook ser lobo. Jungkook no necesitar ropa.

-Pero llevas ropa.

-Namjoon dar ropa. Namjoon decir que Jungkook tener que llevar ropa en
manada. Jungkook tener que cubrir.

-Namjoon tiene razón.

Jungkook lo miró y Jimin sintió que estaba frente a un animal salvaje. Un


animal salvaje llamado Jungkook. Un animal salvaje precioso.

-Jungkook preguntar.

-¿Qué quieres preguntar?

-Jungkook esperar Jimin. Jimin no regresar. Jungkook preguntar.

-No puedo, grandullón.


-Jungkook tener que saber.

-Jungkook tener que esperar -imitó Jimin sus palabras.

-¿Jimin no confíar?

-No es...no puedo, ¿vale? Es complicado.

-Jungkook saber cosas complicadas.

-No estoy listo aún -dijo esperando zanjar el tema-.¿Hay algún sitio en el
que pueda lavarme? ¿Una ducha?

-Lago cerca. Jungkook bañar siempre ahí.

-¿Me puedes llevar?

Jungkook agitó la cabeza y ambos se pusieron en marcha.

-No pasas mucho tiempo en la cabaña, ¿verdad? -habló Jimin,


suponiéndolo.

Jimin vio cómo Jungkook apretaba la mandíbula, la vena de su cuello se


hinchaba.

-Jungkook... vivir en bosque.

-¿Nunca entras en la cabaña?

-Jungkook entrar pocas veces.

-¿Funcionan los electrodomésticos? ¿La cocina? ¿Quieres que la limpie?

Jungkook gruñó muy bajo y no respondió.

-¿Jungkook?

Jungkook siguió ignorándolo, se detuvo de repente en mitad del camino y le


señaló a Jimin el lago. Jimin corrió hacia él, metió los pies dentro del agua
cristalina y respiró el aire cómo si fuera la primera vez en mucho tiempo.

Había estado tan ocupado estos meses escapando y luchando que había
olvidado disfrutar de las pequeñas cosas que siempre lo habían hecho feliz.

Se desnudó a toda prisa, mandando las prendas a la orilla de una patada y


metiéndose de lleno en el agua. Se sumergió por completo, tiró su cabello
rojo hacia atrás y frotó su rostro con el agua antes de levantar la mirada y
acordarse de que Jungkook no estaba muy lejos, mirándolo.

Los ojos del Alfa estaban fijos en él y Jimin sintió el impulso de taparse.

Estos meses no había comido mucho, y era consciente de que era más hueso
que músculo y de que Jungkook era una mole perfecta. ¿Estaba disfrutando
del espectáculo? ¿Le estaba gustando? Hace dos meses, Jimin recordó que
Jungkook no había tenido ningún problema para ponerse duro y ninguna
vergüenza en ocultarlo, pero ahora... Jungkook estaba demasiado tranquilo.

Jimin pasó las manos por sus hombros. Nadó para vaciar su mente y buceó
al menos media hora más. Cuando sacó la cabeza del agua, Jungkook estaba
sentado en la orilla junto a su ropa, Jimin vio la tela que cargaba en su
hombro, y supuso que el lobo había ido a por una toalla o algo con lo que
pudiera secarse. Se dio un último chapuzón y salió del lago con paso firme.

El frío mordió su piel, y no le hizo falta llamar a Jungkook.

El lobo colocó la toalla sobre sus hombros, y Jimin no pudo reprimir un


pequeño sonido de satisfacción cuando Jungkook frotó las manos contra su
cuerpo. Seguramente, buscando secarlo antes de que el día se hiciera más
frío. Un simple gesto de cuidado que hizo que los ojos de Jimin fueran
hacia atrás y su cola se sacudiera.

¿Dónde había que firmar para tener esto todos los días? Se preguntó Jimin
mientras dejaba que el suave olor de Jungkook lo envolviera.
-¿Sabes hacer café?

Jimin miró la gran máquina plateada que Chen señalaba, a su lado había un
montón de vasos de cartón, tazas y copas de cristal.

-¿Te refieres a manejar esa máquina? -preguntó Jimin, aún no se había


despertado por completo y ya querían cosas de él.

-Sí.

-No.

-Vale... -Chen asintió y Jimin casi que podía imaginarlo pegándose


golpecitos con sus manos en la cabeza-. ¿Te gusta hacer pasteles?

-Sinceramente, no.

Chen hizo una mueca. El Omega era estúpidamente bonito. Algo más bajo
que él, de cabello castaño y esponjoso, bonitas mejillas y ojos redondos.

-¿Galletas?

Jimin rodó los ojos.

El Omega no se rendía en cuanto al trabajo. Sí o sí quería que Jimin hiciera


algo, aunque el del pelo rojo ya le había advertido que era malo en todo y
que lo mejor que podía hacer era ir a Namjoon y quejarse de su nuevo
ayudante.

-Puedo hacer eso -desistió en un suspiro.

-¡Perfecto! ¡Ven conmigo! Te enseñaré la receta y te explicaré cómo


funciona el horno.
Jimin lo siguió dentro. Eunwoo le había mentido. Él no lo estaba vigilando,
pero sí que había un lobo que no le quitaba los ojos de encima y que
apestaba a centinela. Chen lo llevó a la cocina y le dio un delantal de color
negro a juego con el suyo.

-Receta de galletas con chocolate blanco y otras con... caramelo. A los


pequeños les encantan -Chen colocó las fichas escritas en bolígrafo azul en
la encimera y le ordenó los ingredientes y explicó el funcionamiento del
horno -Una vez que se estén horneando puedes tomar algo de comer, ¿has
desayunado?

-En la cabaña de Jungkook no hay mucho para desayunar.

En realidad, Jungkook le había llevado a la puerta de la cabaña una pieza


fresca de conejo, incluso le había quitado la piel y preparado para él y Jimin
había tenido que comer al menos un bocado con el Alfa para que no se
sintiera rechazado.

-Lo imaginaba. Te haré un zumo mientras la gente empieza a venir.

-¿Por qué me estás tratando bien?

Chen cerró el gran frigorífico.

-¿Por qué tendría que tratarte de otra forma?

-Porque seguramente sabes quién soy, y te habrán obligado a darme trabajo.

Chen partió un par de naranjas por la mitad y señaló con los ojos los
ingredientes para que Jimin se pusiera en marcha.

Jimin dio media vuelta, empezando a mezclarlos todos en el orden indicado.

-Jungkook es mi amigo -dijo Chen al final con el ruido del exprimidor.

-Entonces, sabes cosas de él, ¿no?

-Sé algunas -confesó Chen.


-¿Puedo preguntar?

-Puedes. Jungkook es difícil de conocer a veces.

Y tanto. Jimin había pasado la noche en su cabaña, y el lobo no había


aparecido, hasta la mañana. Una noche muy diferente a la que Jimin había
imaginado con su pareja después de salir del lago y ser arropado.

-¿Por qué habla así? -Jimin hizo su primera pregunta.

Chen terminó de exprimir las naranjas.

-Siempre lo ha hecho. Estoy tan acostumbrado a escucharlo que para mí ya


es normal.

-¿Qué le ocurrió?

-Hay muchos rumores sobre Jungkook. Debes saberlo si lo vuestro sigue


adelante.

-¿Qué le ha dado a todo el mundo con dudar de sí somos o no somos


pareja? Es mi relación, no la vuestra.

-No dudamos. Más bien, tenemos que acostumbrarnos a ello. Jungkook


siempre ha sido muy solitario, callado, nunca sale de su territorio. Hay
lobos que buscan por años a su pareja, viajando de manada en manada y
aún así no la consiguen.

-Yo no tengo la culpa de eso.

-Ten paciencia. Los Alfas siempre son los más cabezotas.

Jimin mezcló los ingredientes con ayuda de una espátula.

-¿Cuáles son esos rumores sobre Jungkook?

-Bueno... Creo que cada año hay uno nuevo. Los cachorros miedosos son
los primeros que empiezan, luego sus padres, y al final acaban llegando a
toda la manada -Jimin sacó un par de vasos-. Primero decían que Jungkook
era un cazador de lobos, que la Luna lo descubrió asesinando a uno de sus
hijos y que lo cortó en miles de pedazos pequeños. Luego, la Luna unió
todos esos pedazos y lo convirtió en lobo cómo castigo.

-¿Es eso...cierto?

-No, por favor -exclamó Chen y casi derramó el zumo en el suelo-.¿Crees


en ese tipo de historias?

-Algunas.

-También dicen que es un demonio. ¿Crees en eso?

-¿Un demonio?

-Un maligno demonio expulsado del infierno y contenido en una cárcel de


carne.

-¿Hay alguna historia sobre él que sea real?

-Muy pocas -Chen dejó su zumo a un lado.

-¿Me las vas a contar? -Jimin soltó la espátula cuando la masa de las
galletas se enfureció.

Chen se lavó las manos y se ocupó de preparar las bandejas, amasar, y hacer
pequeñas bolas.

-Era un niño cuando vi a Jungkook por primera vez. Estaba... cubierto de


sangre, barro y mugre. Iba de la mano de Namjoon y lo único que sabía
hacer por ese entonces era gruñir. Namjoon nos dijo que Jungkook ya era
parte de la manada, que debíamos tratarlo con respeto, cuidarlo y amarlo.
Algunos lobos se marcharon esa misma noche.

-¿Por qué?

Chen encogió los hombros en respuesta.

-¿Qué pasó después?


-Namjoon lo puso bajo su protección. Le enseñó a hablar, y cuando
Jungkook se recuperó de sus heridas y empezó a entender a los demás,
decidió alejarse de la manada.

-Eso no resuelve ni la mitad de mis dudas -se quejó Jimin.

-Seguro que Jungkook podrá darte unas mejores respuestas.

-O un gruñido.

Chen rio.

-¿Qué hay de su madre? Escuché...

-Nadie habla de eso aquí -le interrumpió Chen.

-Pero Namjoon y Félix...

-¿Puedo pedirte una cosa?

-No creo que pueda darte nada ahora.

-No es eso. No le hagas daño, ¿vale?

-¿Por qué se lo haría?

Jimin vió la mirada del Omega antes de que una mujer pidiera su café desde
la barra. Chen se disculpó, le dijo que no saliera hoy de la cocina y se
marchó a atenderla mientras que él imitaba el trabajo que había estado
haciendo con las bolas de masa de galletas.

Nadie confiaba en él. Todos pensaban que Jimin iba a marcharse, que iba a
abandonar a Jungkook a pesar de la marca que llevaba en su cuello, que iba
a dejar la manada.

¿Jungkook creería lo mismo?

Pasó la mañana entera haciendo y comiendo galletas, Chen le reñía cada


vez que lo veía y Jimin escondía las galletas en sus mofletes, o magdalenas,
para la hora de comer, Jimin estaba hinchado. Se terminó el plato de sopa
porque su padre le había enseñado a no dejar nada en la mesa y porque
había pasado demasiada hambre en estos últimos meses que era incapaz de
alejar ahora una comida.

La tarde fue más aburrida. Chen lo puso a limpiar y cuando el centinela que
lo había estado vigilando durante todo el día se levantó de su sitio, Jimin
supo que tenía que regresar a la cabaña. Se despidió de Chen y quedó en
regresar mañana.

Qué remedio. Estaba atado de pies y manos y tendría que bajarse los
pantalones delante de toda la manada y hacer todo lo que le ordenaban para
conseguir un diez por ciento de su confianza. Lo malo era que a Jimin
jamás se le había dado bien ser dócil.
06

Jungkook siempre tenía problemas para dormir por las noches, por lo que
prefería seguir trabajando hasta casi desfallecer. Sin embargo, ahora no
podía permitirse eso.

Jimin estaba en la cabaña y Jungkook tenía que vigilar cualquier sombra


que se balanceara en la oscuridad. Había recorrido el bosque más de siete
veces, colocado trampas y organizado con los cazadores de la manada
cómonNamjoon le había pedido. Jimin no quería hablar, pero ahora era de
la manada, por lo cual, los enemigos de Jimin eran enemigos de la manada.

Jungkook no iba a dejar que nada le hiciera daño.

Observó la cabaña vieja, preparado para sustituir a Eunwoo en su guardia


cuando la puerta se abrió y Jimin salió de ella mirando hacia todos los lados
hasta que dio con su sombra.

Jimin colocó los brazos en jarra sobre sus caderas.

—Puedo olerte, Jungkook —habló moviendo sus orejas rojas hacia él.

Jungkook dio un paso hacia delante. El cielo esperaba tormenta en los


próximos días y la Luna estaba oculta entre las nubes, apenas se podía
distinguir nada en el bosque salvo sombras y sonidos.

—Jimin descansar —respondió Jungkook.

—Tengo que hacer una cosa primero.

—Jimin no poder salir.


—No iré lejos.

—Jimin no marchar.

—No me voy de la manada. Voy a hacer una visita, ¿me quieres


acompañar?

Jungkook no respondió.

—Puedes seguirme, grandulón —Jimin dio media vuelta y Jungkook salió


de su escondite y logró agarrar la muñeca de Jimin antes de que el Omega
pudiera alejarse de su territorio.

—Jimin no marchar —repitió con un gruñido.

—Suéltame, Jungkook.

—Jimin no ir.

—No soy tu prisionero.

—Jimin estar seguro con Jungkook.

Jimin trató de apartarse de su agarre, pero Jungkook no estaba dispuesto a


perderlo de nuevo. Jungkook tenía que atarlo. Jungkook tenía que
encadenarlo.

Jungkook tenía que amordazarlo para que no gritara y despertara a la


manada. Jungkook…

—No quiero amenazarte, Jungkook. Pero lo haré si no me dejas ir.

—¿Dónde ir Jimin?

—Ven conmigo. Te lo enseñaré.

Jungkook bajó los ojos a sus nudillos blancos, aflojó un poco el agarre y
asintió con la cabeza.
—Bien. No vas a soltarme, ¿verdad?

Jungkook negó.

—Me lo merezco, en cierto sentido —suspiró el Omega—. Cógeme de la


mano al menos. Parece que me vas a arrancar la muñeca.

Jungkook tragó saliva y sus dedos se movieron muy lentamente hasta los de
Jimin. Agarró su mano y Jimin también apretó el agarre sobre la suya.
Jungkook lo miró sorprendido y Jimin le sonrió.

—Vamos.

Lo llevó de regreso a la manada, pasaron el territorio Alfa sin encontrarse


con nadie hasta llegar a la zona neutra, Jungkook tiró de la mano de Jimin
al descubrir hacía dónde se dirigía.

—Quiero disculparme con él, y sé que Eunwoo jamás me dejaría


acercarme.

Jungkook no se movió y Jimin movió sus orejas hacia atrás, cómo si lo


hubiese insultado.

—¿También piensas que le voy hacer daño? ¿O qué me voy a ir de nuevo?


—Sus cejas estaban muy juntas y formaban una pequeña arruga en su
frente. Jimin soltó su mano de un manotazo y casi la estampó delante de su
nariz para enseñar el corte reciente que Namjoon le había hecho —¿Ves
esto? ¿Crees de verdad que si quisiera irme me habría metido en un pacto
de sangre?

Jungkook abrió la boca para responder, pero no dijo nada porque no sabía
explicar lo que sentía con palabras. Nunca nadie le había enseñado a
decirlo.

—Jungkook…

—¿Qué? ¿Jungkook qué?

Jungkook se quedó callado, mirando al suelo.


Jimin dijo una palabrota y caminó hacia la puerta de la clínica.

Jimin necesitaba romper o dar una patada a algo. Golpeó con su pie la mesa
de madera que decoraba la recepción vacía de la clínica y saltó sobre su
pierna mordiéndose el labio para no chillar de dolor.

Santa María de las Lunas.

—¿Eunwoo? —preguntó alguien desde una sala.

Jimin fue cojeando, terminó de abrir la puerta y miró al lobo.

—¿Qué quieres? ¿Dónde está Eunwoo? —Drake le estaba sacando los


dientes.

Una parte de Jimin se sintió satisfecha, una muy pequeña al oler el miedo
emanar de la piel del Alfa. Un Alfa que le tenía miedo a un insignificante
Omega.

—No lo sé. ¿Te acuerdas de mí?

—¿Cómo olvidarte?

—Te caíste al suelo muy rápido.

—¿Has venido a reírte? ¿A acabar lo que hiciste?

Drake apretaba la sábana en sus manos, estaba recostado sobre una cama de
hospital, con la espalda incorporada en la almohada, ropa blanca y olor a
medicamento. Su cabello dorado despeinado, sus ojos enrojecidos y una
marca en su cuello.
—Quiero pedirte perdón, no hacerte daño. Si me crees, bien. Si no, que te
jodan.

—¿Esa es tu manera de disculparte?

—¿Esperas que me arrodille? —cruzó los brazos sobre su pecho—. No soy


ese Omega.

—¿Y qué Omega eres?

—Soy un Omega dominante. Mi tiempo de suplicar a Alfas acabó hace


mucho. ¿La aceptas?

—Vale.

Jimin no esperaba esa respuesta.

—¿Vale? ¿Así de fácil?

Drake encogió los hombros.

—Has venido hasta aquí, ¿no? Y tengo hambre, no puedo ponerme en pie
aún, Eunwoo parece tardar más de la cuenta, y Goeun ha salido un
momento. Hay un plato en la nevera con verduras. Necesito cubiertos y
servilleta.

—¿Algo más?

—No.

Jimin fue a por todo a la cocina, justo al lado de la sala en la que tenían a
Drake. Tenía que recordar que estaba haciendo esto para terminar de hacer
las paces con el centinela cuando su lobo se revolvió por estar cumpliendo
las órdenes de un Alfa.

Los Alfas dominantes eran muy dominantes. Los Omegas dominantes, eran
aún peores.

Lo colocó todo en una bandeja de plástico y lo llevó a la habitación.


—¿Así que Jungkook? —Drake masticaba y lo miraba con una ceja
levantada.

Era grande para ser un niño cómo le había dicho Eunwoo. Sus pies se salían
de la sábana y había un cuerpo musculoso bajo ese pijama.

—¿Así que Eunwoo? —contestó Jimin imitando su expresión.

Las mejillas de Drake enrojecieron y Jimin sonrió.

—¿Qué me ha delatado?

—Tienes un chupetón en el cuello.

Drake se llevó la mano a su piel.

—Lo ha hecho para calmarme, eso es todo.

—También quiere mi cabeza en una bandeja para calmarte —encogió sus


hombros.

—¿Ha sido duro contigo?

—Estoy acostumbrado a tipos más duros.

—Siento que haya sido así. Dicen muchas cosas de ti.

—¿Si? Qué alegría.

—Pero no parece afectarte lo que la manada crea.

—No conozco a todos. Ahora, sólo me importa una opinión, y parece que
tampoco lo estoy haciendo muy bien con él.

Drake frunció el ceño, luego lo relajó, comprendiendo sus palabras.

—¿Quieres un consejo?

—Únicamente si es bueno.
—Jungkook es una bestia.

Jimin sacó sus dientes y garras y Drake se atragantó con el agua y tosió la
mitad de él sobre su regazo.

—Répitelo.

Drake tosió más.

—No es un insulto, santa diosa. Jungkook ha sido tratado cómo una bestia,
más que cualquiera de nosotros. ¿En qué piensan las bestias?

—No piensan mucho.

—Exacto. Es todo instinto, vísceras y sangre.

—No veo a Jungkook así.

—No lo conoces.

—¿Y tú sí?

—Conozco lo que se dice de él, lo que he visto de él. La mitad de la


manada siente pena por ti, y la otra mitad te odia por lo que hiciste en casa
de Namjoon.

—No es nuevo para mí.

—Otros quieren cortar tu mano por atreverte a hacer el pacto. Y más y más
enemigos.

—¿En qué mitad estás tú? Sólo por saberlo.

—¿Crees que es una broma? Yo no quiero hacerte daño, pero hay lobos en
la manada que se están afilando los dientes. Helia ha tenido que echar unos
cuantos esta mañana de la clínica.

Jimin se acercó para quitar la bandeja.


—Gracias por el aviso —le dijo—. Por desgracia, eso no es nuevo en mi
vida.

—¿Qué clase de vida has tenido?

Jimin encogió sus hombros.

Salió de la clínica antes de que Eunwoo regresara y se metiera una pelea y


Jungkook seguía parado en el mismo sitio.
07

—¡Tenemos un rastro! —chilló con fuerza uno de los centinelas de la


manada.

El líder se abrió paso entre empujones, corriendo de forma desesperada y


tropezando hasta llegar a agarrarse del árbol.

—¿Qué es? —preguntó.

—Sangre.

—¿Seguro que es de él?

El centinela le ofreció sus dedos manchados al líder para que lo oliera.

Él agachó la cabeza y respiró. Sí. Era de Jimin. Era su olor. Jimin sabía muy
bien ocultar su rastro pero no podía hacer nada con su sangre. No era un
dios.

—¿Cuántos días?

—Tres, cuatro cómo máximo.

—Pronto lloverá. No puedo perderle la pista otra vez —musitó lleno de


rabia.

—¿Qué quieres que hagamos?

—¿Hay manadas cerca?

—Una, muy bien situada y vigilada.


—¿Qué tan bien vigilada?

—Grupos de centinelas la rodean día y noche. No hay descanso, ni brechas.


Está dividida en tres territorios y los tres son vigilados. La ciudad también
está cerca.

—Eres idiota si piensas que Jimin ha pisado una ciudad —sacó sus dientes
furioso y más que desesperado.

Tenía que encontrar a Jimin. Estaba perdiendo el control de la manada, lo


estaba perdiendo todo. Lo necesitaba.

—¿Quieres que asaltemos la manada?

El líder movió sus orejas.

—No. No quiero empezar una guerra por un territorio que no me interesa.


Lleva a dos Alfas, los más fuertes que tengas y ve directo a su líder.
Cuéntale por qué lo buscas, si lo mantienen oculto o preso no tardaran en
dármelo.

—¿Y si no quieren? Existe esa posibilidad.

—Jimin es mío. Él lo sabe. Él sabe lo que soy capaz de hacer por él. Lo
conseguiré tarde o temprano, y si tengo que incendiar todas las manadas del
puto continente hasta tener su cabeza, lo haré. Empezad a trabajar. ¡Nadie
descansará ni comerá hasta que tenga de nuevo a Jimin! —chilló, una vena
se marcaba en su frente—. Y Sam…

—Dime.

—Lo quiero sano y salvo. Como alguien le vuelva a tocar un sólo pelo rojo
de su cabeza, lo mataré.
Ya valimos 😐
08

Jimin usó la ducha de Jungkook. El baño era un caos como el resto de su


casa, pero a Jimin no le importaba cuando había una bañera, jabón y una
ducha que funcionaba de forma correcta. El agua estaba fría, y no había
modo de ponerla caliente.

Debería haberlo sabido o supuesto después de todo, Jungkook seguía sin


pisar la cabaña, apenas entraba en ella y pasaba todo el tiempo fuera
cortando leña. Ni siquiera sabía por qué.

Los lobos amaban el bosque, Jimin amaba el bosque, pero también le


gustaba sentarse en un sofá junto a una manta, cenar algo caliente para
variar y dormir con algo más que no sean arañas. Quería hacerse cargo de la
cabaña y limpiarla y acomodarla un poco, pero ese hogar no era suyo y
tampoco sabía si a Jungkook le gustaría que hiciera eso. Si Jungkook
hubiese querido limpiar, ya lo habría hecho hace mucho tiempo, ¿no?

Se secó el pelo con la toalla y limpió el polvo que había en el espejo del
baño. Su cabello seguía siendo igual de rojo, un poco más largo, ondulado
en las puntas. Había adelgazado lo suficiente para notar sus costillas y las
heridas y morados aún no se habían desvanecido del todo de su piel pecosa.

Se puso la ropa interior rápido, un pantalón vaquero largo y una camiseta de


media manga que le habían prestado. Se peinó el pelo con sus dedos y miró
de nuevo en el espejo.

Se parecía a su hermano mayor, un poco más bajo. Orejas más pequeñas y


cola corta que siempre mantenía escondida en su ropa. Sus ojos no eran tan
grandes como los de Jade, sus mejillas no eran tan bonitas como las suyas,
su cabello no tenía tanto brillo, ni sus pecas. Al lado de Jade, Jimin era un
perro callejero. Contuvo las ganas de llorar y pasó de nuevo sus dedos por
el cabello de forma nerviosa.

Suspiró.

La vida no había sido justa con ninguno de los dos, con nadie de su familia,
pero por desgracia, Jade se había llevado la peor parte y no había
conseguido salir. Jimin se sobresaltó al escuchar los golpes en la puerta y la
abrió con fuerza para encontrarse con el centinela que le había estado
acompañando a trabajar estos últimos días. Si se había quejado de Eunwoo,
éste hombre era aún peor. No hablaba, ni siquiera sabía su nombre, y lo
miraba mucho peor que el resto de la manada. Como si todos los males del
mundo fueran su culpa.

—Ya voy. ¿No puedo ducharme tranquilo? —se quejó el Omega pasando
por su lado para colocarse sus zapatos medio rotos.

Chen le había ofrecido unos, pero Jimin necesitaba tener aún algo suyo para
no sentirse un completo extraño.

Salió de la cabaña con el centinela pisándole los talones y buscando a


Jungkook. De nuevo, Jungkook se escondía de él o lo evitaba, o
simplemente no quería verlo después de haberlo desafiado la noche de la
clínica. Aún siendo un Alfa recesivo, Jungkook seguía siendo un Alfa, y por
tanto. mandón. Muy mandón.

Esperaba poder tener la tarde libre o salir un poco antes con algunos de los
dulces que Chen le había dicho que eran los favoritos de Jungkook y al
menos hablar sobre ellos y cómo quería que Jungkook fuera su relación. A
lo mejor se estaba arrepintiendo de haberlo mordido y dado protección, y
quería que se marchara de su cabaña.

—No hablas mucho, ¿verdad? —le dijo Jimin al centinela una vez que
empezaron a andar, tenía una pequeña rama de madera en sus manos que
doblaba para entretenerse.

—Hablo cuando necesito hablar —respondió con la vista al frente.


—Creo que ésta es una de esas situaciones en la que necesitamos hablar
para no morir de aburrimiento.

—Uno no puede morir de aburrimiento —respondió serio.

—Bueno…ya sabes. Es un decir. Como decir que estás tan cansado que
podrías morir.

—Uno puede morir de cansancio, no de aburrimiento.

Jimin lo miró con el ceño fruncido.

—¿Qué eres? ¿Un sabelotodo?

—No. Nadie lo sabe todo.

¿Podría tocarle algún día un acompañante normal? El centinela no volvió a


hablar, Jimin tampoco, aceleró su paso para llegar cuanto antes al comedor
y tener una conversación decente y entretenida con Chen.

—¿Quién es ese bicho raro? —le preguntó al Omega castaño una vez
puesto su delantal.

Chen le estaba enseñando a usar la máquina de café. Se giró para mirar al


centinela sentado en una de las mesas de la esquina sin nada de comer o
beber.

—Ese es Kai.

—No me cae bien.

—Sabe pelear y trepar.

—Sigue sin caerme bien —gruñó.

Chen le sonrió y negó con la cabeza.

—¿Alguien te ha caído bien alguna vez?


—No soy bueno haciendo amigos.

—Aquí puedes encontrar a muchos.

—Sí, claro. Y luego querrán asesinarme durante la noche.

—Yo puedo ser tu amigo, me resultas gracioso.

—¿Gracioso? Eso no es bueno.

—¿Alguna vez has visto un zorro?

—Claro.

—Tú pareces una cría de zorro con los dientes siempre fuera.

¿Un zorro? Era un lobo. Un lobo grande y feroz. Jimin quiso devolversela.

—Pues tú pareces un…

La puerta del comedor se abrió y Chen empujó a Jimin dentro de la cocina


antes de que pudiera decir nada más. Jimin se tropezó con un taburete que
había por el medio y Chen logró alcanzarlo y ponerlo de pie.

—No salgas de aquí —le dijo—. Termina la masa de magdalenas y decora


las que ya están listas.

—¿Por qué me tengo que esconder?

—Sólo… Haz lo que te digo, por favor.

Jungkook terminó de cortar el grueso trozo de madera soltando un grave


gruñido. El mango del hacha astillado se clavó en su palma, y cuando miró
su mano, estaba sangrando. Lamió su herida un par de veces y fue a por
otro tronco.

El invierno se acercaba, y la manada necesitaba fuego en sus chimeneas,


sobre todo los cachorros más frioleros. Partió la madera y su hacha se
terminó de romper por la mitad, Jungkook tiró el mango al suelo y recogió
el filo. Debería guardarlo y llevarlo al herrero para que le hiciera una hacha
nueva y le diera algo con lo que pudiera cortar madera mientras trabajaba
en ella.

Entró en la cabaña rápido y buscó alguna tela que le sirviera para envolver
el filo. Cuando estaba a punto de salir, echó un vistazo a la cama en la que
Jimin dormía.

Tragó saliva.

Dejó el arma junto a la encimera y se acercó a la cama. Agarró la manta


granate que le había prestado Namjoon y la llevó a su nariz. Gruñó. Algo
parecido. Algo áspero. Enterró la cabeza en ella. Olor a estrellas. Olor a
bosque. Olor a pareja. Olor a Jimin. Jimin suyo. Suyo. Suyo. Suyo. Suyo.

Jimin protegido. Jimin manada. Las palabras se acumulaban una detrás de


otra en su mente, sus nudillos estaban blancos de tanto apretar la tela y sus
garras arañaron e hicieron boquetes en ella. Bajó la mano libre al bulto
creciente en su entrepierna y se masajeó sobre la tela con fuerza.

La bestia encarcelada aulló dentro.

Desabrochó el pantalón, sacó su miembro y mordió la manta con sus


colmillos mientras deslizaba su mano de arriba abajo. Su miembro goteaba,
el lubricante natural del Alfa escapaba por sus dedos y no podía dejar de
imaginar a Jimin ahí. Durmiendo. Moviendo sus piernas. Abriendo sus ojos.
Mirándolo. Sonriendo. Gateando hasta él. Quitándose la ropa.

Jungkook sacudió su cabeza, pero aún así no pudo borrar las imágenes.

Jimin desnudo. Jimin tumbándose boca abajo. Jimin levantando su bonito


trasero. Jimin llamando su nombre y esperándolo. Jungkook se corrió en su
mano, soltó la manta desgarrada y se limpió ahí antes de dejarla en la cama
de nuevo. Colocó bien su pantalón.

Se había sentido bien. Pero también se sentía cómo si hubiese hecho mal.
Algo incorrecto.

Tiró el pelo hacia atrás y salió de la cabaña cuando escuchó una serie de
voces buscándolo.

—¡Jungkook! ¿Dónde estabas? —le preguntó Tae en cuanto lo vio de la


mano de Yeji.

—Jungkook… Jungkook ocupado —respondió el Alfa sonrojándose.

La pequeña Yeji lo miraba masticando uno de sus dedos, le dio un estirón a


la camiseta de Tae y Tae sonrió.

—Yeji quería darte una cosa.

Jungkook agachó la cabeza y Yeji se ocultó. Estaba trabajando en ser más


amable con los cachorros, más como Dan y menos como…como Jungkook.

Tae le había dicho que no tenía porqué hacer eso, que él ya era dulce y
bueno y que todos los cachorros de la manada lo querrían cuando lo
conocieran bien, pero siempre que Jungkook iba invitado a la guardería, los
pequeños se escondían, los Alfas le bufaban y los Omegas ocultaban sus
orejas porque pensaban que Jungkook se las iba a comer.

Yeji dio un par de pasos animada por Tae y se detuvo frente a Jungkook.

Jungkook la miró con la cabeza inclinada, y Tae le hizo una seña al Alfa
para que se agachara a la altura de la niña. Lo hizo muy brusco y la pequeña
Alfa de cabello bicolor chilló y corrió de nuevo a las piernas de Tae.

—No pasa nada. Conoces a Jungkook, no te va hacer nada. Regresa y


enséñale lo que has hecho.

Yeji aceptó con la cabeza decidida, volvió al mismo lugar y metió la mano
en el pequeño bolsito que llevaba colgando de su hombro. Sacó un folio
muy delgado.

—Para ti —dijo bajo.

Jungkook recogió el papel y miró el dibujo. Había árboles verdes, una


cabaña marrón, y un hombre grande, con pelo largo cortando leña.

Jungkook se señaló a él mismo.

—¿Jungkook?

Yeji asintió rápido con la cabeza, juntó sus manos.

—¿Te gusta?

—Jungkook gustar. Jungkook gustar mucho. Jungkook… —se levantó


rápido, miró a su alrededor y corrió cerca de un arbusto que daba pequeñas
flores amarillas. Agarró dos y regresó—. Jungkook agradecer —dijo y con
mucho cuidado, llevó la flor a la oreja de Yeji—. Jungkook feliz.

Yeji sonrió. Era la hija de Yoongi. Yoongi había sido el primer centinela de
la manada hasta que su pareja murió en un accidente, luego, dejó su trabajo
para poder estar con Yeji y empezó a entrenar a centinelas. Actualmente,
salía con Tae, el que había sido niñero de Yeji.

—Jungkook coger una para Tae también.

—Muchas gracias, Jungkook —Tae colocó su flor también tras su oído—.


Vamos a ir a dar un paseo por el territorio, ¿quieres acompañarnos?

Jungkook negó con la cabeza.

—Jungkook esperar a Jimin. Jungkook vigilar a Jimin.

—Jimin… Eh. Sé que está trabajando con Chen, pero aún no he podido ir a
verlo. ¿Cómo es?

Jungkook pensó bien sus palabras.


—Jimin ser…rojo.

—¿Rojo?

Jungkook agarró un mechón de su cabello.

—Rojo.

—¿Te refieres a que tiene el pelo rojo?

—Jimin ser delgado. Ser pequeño. Jimin ser dominante. A Jungkook gustar
Jimin.

—¿Jimin te trata bien? —le preguntó Tae.

—Jimin no tener que tratar bien a Jungkook. Jimin ser pareja de Jungkook.

Tae se agachó junto a Yeji, le señaló una flor a unos metros de ellos y le
dijo algo, la niña se marchó hacia ella.

—¿Por qué dices eso, Jungkook?

—Jimin poder tratar mal a Jungkook.

—No. No digas eso. ¿Jimin te hace daño? ¿Jimin te hace cosas malas? ¿Te
ha hecho algo?

—No. Jimin tratar bien. Jimin no saber cosas de Jungkook. Jimin tratar mal
cuando saber cosas de Jungkook.

—La gente no te puede tratar mal por eso Jungkook. Y si Jimin lo hace,
tienes que contármelo. ¿De acuerdo? Nadie tiene derecho a herirte más.

—Jungkook ser malo.

—No —Tae se acercó—. No. No eres malo, Jungkook. Lo que ocurrió fue
un accidente.
—Jungkook matar. Jungkook matar. Jungkook arrancar cabeza. Jungkook
ver sangrar, Jungkook…

—Shhh… —Tae frotó sus brazos—. Tranquilo, Jungkook. Lo sé. Chen y yo


lo sabemos y somos tus amigos y no te tratamos mal. Jimin no tiene que
tratarte mal. Si Jimin te quiere no te tratará mal.

Jungkook asintió, su respiración regresaba a la normalidad.

—Jungkook… Jungkook no querer decir a Jimin. Jungkook tener miedo.


Jungkook tener primera vez miedo.

—No tienes que decírselo ahora. Él también te oculta cosas.

—Si Jungkook esperar. Jungkook sufrir. Jungkook sufrir más.

—No. No tiene que ser así. Se lo tienes que explicar bien, Jungkook. Para
que él entienda todo lo que pasó esa noche.

Jungkook tragó saliva.

—Jungkook no ser bueno. Jungkook nervioso. Jungkook no hablar.

—Es normal sentirse nervioso cuando alguien te gusta. No te olvides de


respirar, ¿de acuerdo? Si Jimin quiere estar contigo lo aceptará. Y si te trata
mal, me lo tienes que contar, Jungkook. Aunque sea tu pareja. No te puede
insultar ni pegar.

Jungkook asintió con la cabeza tratando de quedarse con sus palabras. Era
difícil. Jungkook se había criado con un látigo, cadenas y barras de metal.
Los golpes eran su lenguaje, los insultos, por desgracia, también lo eran.
Jungkook no quería hablar insultos. Jungkook odiaba las palabras feas. Pero
Jimin…

Jimin era una palabra muy bonita que esperaba poder pronunciar durante
mucho, mucho, mucho tiempo más.
09

Jimin no pudo creer lo que encontró en la cabaña después de regresar


cansado de todo un día haciendo magdalenas y con masa bajo sus uñas.

Había vuelto a ser ignorado. No. Para ser ignorado hacía falta otra persona,
Jungkook ni siquiera se había presentado a darle la bienvenida o a
saludarlo, o preguntarle cualquier jodida cosa, ni siquiera había aparecido, y
Jimin sabía que Jungkook estaba ahí.

Se llevó la manta con él fuera y soltó un gruñido mientras intentaba


localizar el culo de Jungkook. Lo encontró a un par de metros de él, sentado
junto al filo de su hacha, la cual intentaba arreglar. Parecía un salvaje, o un
guerrero descansando antes de entrar en guerra. Jimin cuadró sus hombros,
aparentando ser un poco más grande, muy poquito y lanzó la manta rota y
sucia al regazo de Jungkook.

—Veo que te has estado divirtiendo —dijo cruzando los brazos sobre su
pecho.

Jungkook bajó los ojos y a pesar de la falta de luz y las sombras de los
árboles, Jimin pudo ver cómo el gran hombre se ponía rojo como un tomate.

Eso casi desinfló su enfado. Casi.

—¿Nada que decir?

—Jungkook no saber.

—¿No saber? ¿Tengo qué decirte lo que hay en la manta?


Jungkook estaba claramente avergonzado y eso hizo que Jimin se
preguntara si el gran hombre lobo había tenido pareja o alguna relación
sexual en su vida.

—Jungkook… sentir.

Jimin cambió el peso de su cuerpo de un lugar a otro, suspiró, descruzó sus


brazos y se acuclilló frente a Jungkook. Rascó su nuca.

—Oye… Jungkook, ¿te gusto?

Jungkook levantó los ojos rápido y asintió.

—Sé que hemos empezado con mal pie. A lo mejor yo no soy lo que tu
esperabas y te estás arrepintiendo de tenerme aquí.

—Jungkook nunca arrepentir.

—Ya. No es… —Jimin hizo un ruido tratando de elegir bien sus siguientes
palabras para que Jungkook pudiera entenderlo—. Sabes que me marcaste
—Jimin se señaló el cuello—. ¿Sabes lo que pasa con las marcas?

—Jungkook saber.

—Aunque quiera, no podré estar lejos de ti. No podré estar con otro que no
seas tú. Y… hay que cuidar las marcas, ya sabes, darle unos cuantos mimos.
Tú no estás marcado, y no sé si quieres que te marque o que haga algo o
que me quede aquí. A lo mejor estarías más cómodo conmigo viviendo en
otro territorio o…

Jungkook sacudió fuerte su cabeza y Jimin dejó de hablar.


Esperó.pacientemente, observando cómo los engranajes de la cabeza de
Jungkook trabajaban, cómo sus cejas se movían de un lado a otro y
pequeñas arrugas se formaban en su frente. Sus labios se tensaban y
relajaban y sus puños se tornaban blancos cada vez que apretaba la maldita
manta.

Jimin puso la mano sobre el brazo moreno y grande de Jungkook.


Aún era algo irreal. Jimin había conocido y visto a muchos Alfas, su
manada estaba compuesta de Alfas y sabía cuán grandes y altos eran
algunos, pero Jungkook sobrepasaba a todos ellos. Jungkook era una
criatura inmensa y magnífica. Todo su cuerpo era perfecto, desde sus dedos
de los pies hasta su último pelo de la cabeza.

—Puedes decirlo, Jungkook.

—Jimin ser mío. Jungkook gustar. Jimin quedar. Jungkook gustar.

—¿Seguro que quieres que me quede?

—Jungkook seguro.

—¿Por qué nunca entras en la cabaña cuando estoy? ¿Por qué no me


hablas?

—Jungkook dormir bosque. Jungkook no hablar bien.

—Hablas bien para mí. Te entiendo, y podemos dormir juntos en la cama.


Así bueno…, eso.

—¿Eso?

Jimin se sintió cómo un pervertido tratando de meter en su cama a un chico


inocente, luego desechó ese pensamiento. Había sido Jungkook el que se
había masturbado, roto y limpiado en la manta. Era Jungkook.

El problema era que Jimin quería haber estado ahí, que necesitaba al menos
un poco de su contacto, que su cuello ardía y su lobo sentía que nadie en el
universo lo necesitaba, ni siquiera su compañero.

—Hacer lo que hacen los compañeros por la noche.

El color que empezaba a difuminarse en las mejillas de Jungkook subió de


grado.

—Jungkook no saber. Jungkook nunca. Jungkook… —balbuceó nervioso.


—¿Nunca? ¿Cuántos años tienes, Jungkook?

—Jungkook no saber. Namjoon decir que Jungkook ser joven. Más joven
que Namjoon. Jungkook no ser bueno en números. Jungkook no saber
contar.

—Puedo enseñarte a contar si quieres un día.

—¿Jimin enseñar?

—Sí, claro. ¿Quieres?

—Jungkook querer.

—Así que, nunca has estado con un lobo o con una loba.

Jungkook negó con la cabeza y Jimin se sentó en la hierba fresca.

—¿Por qué?

—Manada no gustar Jungkook. Jungkook vivir lejos de manada. Jungkook


trabajar. Jungkook no conocer.

—¿Por qué dices que no le gustas a la manada?

Jimin entendía que los lobos no confiaran en él, pero… ¿en Jungkook?

—Jungkook hacer cosa mala. Jungkook ser malo.

—¿Malo?

—Manada tener razón.

—¿Por qué? —repitió.

Sabía que no tenía derecho a preguntar, no cuando él le estaba ocultando a


Jungkook todo lo que había hecho para su manada y en su pasado. Al ver
que Jungkook no respondía, Jimin asintió.
—Podemos hablar de esto más adelante, no hay prisa. Está claro que aún no
confíamos el uno en el otro. Pero quiero que sepas que estaré ahí si
necesitas que algún día te escuche.

—¿Jimin no enfadar?

—No. Yo también me estoy guardando cosas, cada uno tenemos nuestros


secretos.

—Secretos. Jimin tener muchos secretos. A Jungkook no gustar.

—Podemos hacer una cosa. Cuando tú decidas contarme tu secreto, yo te


contaré el mío. ¿De acuerdo? Secreto por secreto.

—Jungkook gustar.

—Bien.

Jimin se levantó, preparado para marcharse. Jungkook se movió de forma


torpe a su alrededor y Jimin se detuvo.

—¿Quieres hablar de algo más?

Jungkook asintió, y Jimin volvió a sentarse.

—Dime.

—Jungkook limpiar manta.

—No hace falta que hagas eso.

—Jungkook arreglar.

—Me gusta. No lo que le has hecho a la manta, si no saber por qué lo has
hecho. ¿Me has olido en ella?

—Jimin oler bien.


—Me alegro que te guste. Puedes hacer más cosas que oler una manta, si
quieres.

Algo se movió en los ojos de Jungkook. Jungkook sacó la lengua y lamió su


labio inferior. Jimin apoyó las manos en el suelo y gateó, dudó antes de
trepar por las piernas de Jungkook, pero lo hizo. Si el lobo grande no lo
quería tener encima podía empujarlo y Jimin aprendería la lección. Al
menos, tenía que intentarlo. Se sentó a horcajadas en sus piernas y se quitó
los zapatos para estar más cómodo.

—Puedes tocarme, si quieres —añadió otra vez.

Había una posibilidad de que Jungkook prefiriera a las mujeres, y si no


había tenido contacto amoroso con nadie podría realmente asquearse de lo
que había en el cuerpo de un hombre. Sabía que los compañeros se sentían
atraídos de forma natural y que era muy difícil resistir, pero seguía en las
mismas, Jungkook podía no querer tocarlo.

—Jungkook no querer…hacer daño.

—No me harás daño.

—Jimin pequeño.

—Sé cómo hacer que pares si me haces daño.

Jimin esperó y Jungkook abrió y cerró sus manos, finalmente, llevó una a la
cabeza de Jimin. Sus dedos ásperos se enredaron en él y Jungkook rozó su
cuero cabelludo. Jimin trató de no perder la compostura y acurrucarse sobre
el pecho fuerte del lobo y su calor. Mantuvo su columna recta y su cabeza
fría mientras que los dedos de Jungkook descendían hasta su oreja.

Su piel acabó de gallina, sus dedos de los pies encogidos.

Jungkook apretó su palma contra la mejilla de Jimin, y su otra mano llegó a


su rostro. Igual que hubiese hecho una persona ciega para saber el aspecto
que tendría otra, Jungkook acarició y tocó cada hueso y espacio de su
rostro.
Frente, sienes, nariz, pómulos, barbilla, boca. Jimin entreabrió los labios y
sacó la punta de su lengua para lamer el pulgar de Jungkook que se posaba
en ellos. Jungkook fijó sus ojos y segundos después el pulgar del Alfa
estaba siendo empujado en su boca y en sus dientes.

Jimin esperaba que Kai se hubiese marchado de ahí o al menos, que no


estuviera mirando su primer encuentro íntimo.

Jungkook investigó con su dedo en sus encías, y Jimin levantó sus manos
para llevarlas a los hombros de Jungkook. En cuanto lo rozó, Jungkook se
movió de forma violenta, soltó un quejido, parecido a un sollozo y Jimin
convirtió sus manos en puños.

—No voy a pegarte —le dijo a Jungkook tratando de que lo mirara—. No te


pegaré, mi Jungkook —Jimin colocó la palma en el centro del pecho del
lobo —. Ves. Te acaricio.

Escuchó a Jungkook tragar el nudo de su garganta, y se comió la rabia que


poco a poco aumentaba en su cuerpo. Ya sabía que algo le había pasado a
Jungkook, algo muy malo. Jungkook no confiaba en muchas personas, no
confiaba en la manada, sólo parecía confiar en Namjoon, y sabiendo ahora
que fue Namjoon quién lo salvó de lo que fuera que le hubiese pasado, tenía
sentido.

Quería preguntárselo, y quería saber su historia. Pero… ¿Jimin tenía ese


derecho? Él también guardaba secretos, él también ocultaba la vida que
había tenido y las cosas que había hecho.

—Jungkook…

—Jungkook estar.

—Jungkook, ¿quién te hizo esto? —Jimin preguntó acariciando una de las


enormes cicatrices que vagaban por su pecho. Bajo de ella había otra. En
sus costillas también, y cuello y hombros y manos. Y piernas.

—Padre.
Jimin creyó que había oído mal.

—¿Tu padre?

—Padre hacer daño. Jungkook merecer daño.

—¿Por qué? No mereces…

—Jungkook estar bien. Jungkook merecer. Jungkook hacer daño. Jungkook


ser feliz ahora. Jungkook tener pareja y familia.

Jimin agarró las mejillas del lobo entre sus manos fuerte.

—No, Jungkook. No merecías que nadie te hiciera daño, aunque… aunque


hayas hecho algo mal, nadie merece ese trato.

Jungkook asintió, pero algo le decía a Jimin que el lobo no lo había


entendido del todo.

—Jungkook gustar acariciar. ¿Jimin poder acariciar más?

—No tienes que pedirlo —Jimin le abrazó, rodeó con sus brazos y acarició
su espalda y costillas con las puntas de sus dedos.

Jungkook hizo un sonido necesitado, hundió la nariz en su cuello y frotó su


rostro como un pequeño gato.
10

Era la primera vez que alguien lo tocaba así. Jungkook había recibido
abrazos, pocos. Pero algunos por parte de sus pequeños amigos, sin
embargo, ninguno de ellos se había sentido así de bien, así de… Jungkook
no sabía explicarlo del todo.

El cuerpo de Jimin era pequeño, delgado y suave, y Jungkook tenía miedo


de tocarlo demasiado por si acababa haciéndole daño o algo que lo hiciera
chillar y apartarse. Su olor a noche y cosas preciosas estaba por todas
partes, se enredaba en su cabello y cuello y Jungkook necesitaba mucho
más.

Sus pulmones dolieron y Jungkook se vio obligado a soltar el aire y respirar


de nuevo.

—Me haces cosquillas —musitó Jimin.

Jungkook sentía las manos en su espalda y costillas y una parte de él se


preparó para recibir un latigazo. Era mucho peor cuando uno no lo
esperaba. El látigo no llegó. Fueron uñas finas las que se deslizaron por su
piel cicatrizada y aún así herida y Jungkook se sintió temblar con un
extraño placer.

—Cosquillas —repitió susurrando.

Jungkook lo dejó hacer. Jimin podía. Sólo Jimin.

Cada vez que sus manos se alejaban y volvían a ponerse en su espalda,


Jimin le decía que no iba hacerle daño, que él nunca lo haría. Jungkook
tardó un poco en acostumbrarse a eso. Jimin apretó sus dedos en sus
costillas y su frente presionó el hombro desnudo de Jungkook. Se quedó de
piedra y segundos después empezó a mover sus caderas.

Un gruñido áspero escapó de la garganta de Jungkook, quitó sus manos del


cuerpo de Jimin pero el Omega no dejó de balancearse y moverse sobre él.

Su trasero empujando y acogiendo a su miembro. Fue grandioso. Fue suave.


Fue un baile. Las manos de Jimin subieron hasta las mejillas de Jungkook,
le alzó el rostro y Jungkook entendió la pregunta que había en sus ojos.
Jungkook asintió.

Jimin lo abrazó contra su cuello y su nariz quedó aplastada en la marca de


dientes que él mismo le había hecho y que Jimin no había ocultado ante
nadie de la manada. Su pecho se hinchó ante ese pensamiento y de nuevo
los pensamientos obsesivos y destructores de su lobo se alzaron en su
mente. Apretó a Jimin con sus brazos para que no pudiera escapar de él si lo
descubría y el lobo lo tomó cómo una señal.

Sus caderas embistieron con más fuerza, su trasero saltaba y saltaba y Jimin
empezó a hacer ruidos. Ruidos bonitos. Ruidos para Jungkook.

Su respiración se aceleró con la de Jimin. Su pantalón viejo estaba


empapado y el de Jimin estaba igual o un poco peor. Las manos del Omega
se movieron sobre las de él y Jungkook respiró su aroma con los colmillos
clavados en sus labios y la sangre manchando la camiseta de Jimin mientras
que agarraba su trasero y buscaba el lugar sobre la tela del que venía tanta
humedad. Encontró el agujero. Dos dedos presionaron fuerte. El lobo chilló.

Jimin clavaba las uñas en sus hombros y todo era color rojo y olor a
estrellas. Jungkook se corrió primero, Jimin siguió con su incesante baile y
sólo necesito un poco más de tiempo para llegar hasta dónde Jungkook.

Jungkook empujó su rostro con la nariz, lamió el sudor de su mejilla y


Jimin siguió acariciando su espalda.
—Buenos días —anunció Jimin nada más entrar a la cocina.

Chen lo miró con el ceño fruncido.

—¿Acabas de dar los buenos días? ¿Estás feliz, Jimin?

—¿Tú no? Hace un día maravilloso —se colocó el delantal y mientras,


Chen levantó la cortina que cubría una de las ventanas de la cocina y asomó
la cabeza.

En realidad, hacía un tiempo horrible. La tormenta estaba cerca, la manada


se estaba preparando y habían lobos ayudando a arreglar algunos tejados de
cabañas rotas para que no se inundaran. Y Kai tampoco lo había dejado
ducharse tranquilo ni le había dado un buen tema de conversación mientras
que caminaban al comedor.

Tendría que regresar a sus quejas y a su humor agrio, salvo que no podía.
La noche con Jungkook había sido tan fantástica que nadie podía arrancarle
la sonrisa del rostro. La marca de su cuello estaba feliz, su lobo también y
esta noche volvería a repetir la misma jugada, sólo que sin ropa.

No quería asustar a Jungkook de primeras. El pobre lobo ya había tenido


problemas al principio y cada vez que Jimin iba a tocarlo, se pensaba que lo
iba a golpear. Apretó los dientes, y los relajó. No era momento de
enfadarse. El padre de Jungkook le había hecho algo horrible, y… ¿por
qué?

¿Qué llevaba a un padre, hombre lobo, a hacer algo así? Sabía que los
humanos eran más idiotas y crueles, pero ¿los lobos con sus propios
cachorros? El mundo animal era salvaje, Jimin lo reconocía, pero incluso
sus padres, que eran completamente nulos en la paternidad le habían sabido
dar a Jimin y a sus hermanos una infancia feliz hasta que los atacaron.
¿Qué hizo Jungkook para enfadar tanto a su padre y merecer un castigo
cómo ese durante años?

—Hoy tenemos mucha comida que preparar para llevar. Vendrán a la una
del medio día y podrás irte al acabar.

—¿Me dejas salir antes?

—No voy a necesitarte, mi madre hará la tarde y yo he preparado una cena


con Sehun.

—¿Me recuerdas quién es Sehun? Tantos nombres empiezan a


confundirme.

—Sehun. Mi pareja.

—Oh, cierto. ¿Por qué nunca viene aquí a ayudarte?

Chen le había hablado un poco de él, pero Jimin había dejado de escuchar
todas sus anécdotas buenas y graciosas al morir de envidia. No quería
escuchar momentos felices de parejas cuando la suya iba cayendo en
picado.

—Está investigando un caso de la manada, pero me ha prometido dejar la


noche libre para nosotros.

—¿Un caso?

—Él es policía. Trabajaba con los humanos cuando lo conocí, luego lo dejó
para estar más tiempo en la manada y conmigo, pero hace poco volvieron a
abrir un caso de un niño desaparecido en el bosque, y Sehun se está
ocupando de ello.

—¿Humanos? ¿Él es humano?

—No. Es un mestizo.

—¿Cómo es un…?
—¿Nunca has visto a un mestizo?

—En mi manada no había nada de eso —respondió Jimin—. Sólo Alfas


cabezones y tontos.

—Nunca he escuchado de una manada así. ¿A qué te dedicabas?

—Era guerrero.

Chen se sorprendió al escucharlo.

—¿Guerrero? ¿Luchabas?

—No tengo aspecto de guerrero, ¿verdad?

—No quería decir eso, sólo…

—Mi padre me enseñó a luchar, a mí y a mi hermano.

—¿Tienes un hermano?

—Tenía dos. Lisa era la más pequeña, murió a los siete años, y luego está
Jade, el mayor.

—Siento escuchar eso. ¿Dónde está tu hermano?

—Jade está… perdido.

Chen lo miró sin comprender, pero era lo máximo a lo que Jimin podía
responder. Jade perdió la cabeza hace mucho tiempo, se convirtió en un
lunático, en un lobo Omega peligroso y sin control alguno y lo peor de todo
era que Jimin lo había estado siguiendo y consintiendo todas sus
atrocidades sin decir nada.

Jimin chasqueó la lengua.

—Me gustaría ser centinela aquí, pero creo que aún me queda mucho.
Primero la manada tiene que confiar en mí, y Namjoon, y debería demostrar
mis habilidades y…

—Lo siento, Jimin, desde hace unos meses que ya no aceptan Omegas
cómo centinelas.

—¿Por qué? Creo que Eunwoo me comentó algo, pero de verdad que no
creo nada de lo que diga ese estúpido.

Chen soltó una pequeña risa.

—Eunwoo es difícil al principio.

—¿De verdad no puedo hacer nada para ser centinela?

—Por ahora, no. ¿Has conocido a Félix?

A Jimin se le puso el pelo de punta al pensar en él.

—Claro que sí. Ha intentado matarme dos veces.

—Félix fue centinela —dijo tranquilo mientras sacaba las cajas plateadas
para la comida—. Tuvimos un aviso de cazadores en el territorio Alfa, Félix
no debería haber estado ahí, una trampa para osos le arrancó la pierna y
Namjoon no ha dejado de culparse por eso. Antes de que tú llegaras, Félix
se empeñó en demostrar que seguía siendo apto para el puesto y persiguió a
un lobo salvaje, casi pierde la vida.

—¿Así que todos los Omegas que quieran ser centinelas se tienen que

fastidiar porque Namjoon no pudo controlar a su propia pareja? No lo veo


justo.

Chen lo miró, luego se puso a reír.

—¿Qué ves tan gracioso?

—Félix y Namjoon no son pareja.


—Lo son. Los he visto.

—¿Cómo que los has visto? ¿Se han bes…?

—No. Pero eso se ve. Se nota. Hay algo entre ellos.

—Si hay algo entre ellos, te aseguro que no es eso.

—Namjoon es protector con él.

—Namjoon es protector con todos.

—No de esa forma.

Chen dejó lo que estaba haciendo.

—Mira… Hay muchos rumores sobre ellos en la manada. Muy retorcidos,


pero cómo los de Jungkook, ninguno es cierto.

—¿Y cuál es la verdad?

—Namjoon tuvo una relación amorosa con la madre de Félix antes de que
él naciera. Es sólo cariño fraternal. Namjoon lo vio nacer y lo trajo al
mundo, y luego lo cuido cuando su madre lo abandonó en la manada. Ha
estado con él desde que era un cachorro. Lo mandó a entrenar cómo
centinela cuando el lado dominante de Félix empezó a manifestarse, por eso
se siente tan culpable.

¿Amor fraternal? Jimin no había visto eso cuando Namjoon había


amenazado a Félix con meterle las pastillas hasta la garganta si no se las
tomaba. No. Él no se creía esas patrañas.

—Las personas ocultamos cosas.

—Namjoon nunca nos mentiría —respondió Chen seguro.

—¿No debería estar emparejado ya y con hijos para que asuman su cargo?

—Tendrá hijos cuando él quiera. Aún no es el momento.


Normalmente, la misión de los Alfas adultos era procrear, acostarte con
tantas hembras cómo era posible y engendrar cachorros que luego llevasen
su nombre y legado. Todo lo que Jimin había aprendido de los Alfas hasta
ahora estaba del revés en esta manada y mierda si eso le hacía sentirse cada
vez más y más culpable por lo que había hecho.

—¿Chen? —se escuchó una voz desde el comedor.

—¡Estamos en la cocina!

La puerta se abrió y apareció un muchacho de pelo negro y ojos azules.


Jimin arrugó la nariz y tuvo que contenerse para no taparla con su mano.

Ese chico apestaba.

—¿Tenéis mucho trabajo? ¿Queréis que os ayude?

—¿No es tu día libre para pasarlo con Yoongi?

—Está dando clases extras y Yeji está en el colegio. Ya sabes que no me


puedo quedar quieto.

—De acuerdo. Ponte un delantal y reparte las cajas para empezar a meter la
comida. Jimin, él es Tae, mi mejor amigo, antes trabajaba aquí.

—Encantado —dijo Tae con una sonrisa—. He escuchado muchas cosas


sobre ti de Jungkook y quería conocerte.

Jimin lo miró. Y no pudo cerrar su boca—. ¿En qué pocilga de Alfas te has
revolcado?

Chen estalló en risas y Tae se quedó helado.

—¿Qué? —dijo con la boca abierta.

—Él no es capaz de olerlo, Jimin. Es un Beta —Chen miró a su amigo—.


Te dije el otro día que Yoongi se estaba pasando con sus feromonas, tienes
que hablar con él, Tae. Tu olor ya es casi insoportable.
—¿En serio? —Tae olfateó su camiseta.

—Si. Tiene que dejar de marcarte para que los Alfas no se acerquen. Ya
tiene una edad para actuar cómo un adolescente lleno de hormonas.

El color de las mejillas de Tae subió al rojo vivo, agarró un delantal y lo ató
a su cintura. Jimin se sintió un poco solo al darse cuenta de que nunca había
tenido una relación de amistad cómo tenían Tae y Chen, y que muy
probablemente, jamás la tendrían.

Mientras no había gente, los tres se pusieron a colocar la comida para llevar.
Una vez terminada, Chen salió a atender y Tae lo ayudó un rato hasta que
ambos escucharon un plato romperse en mitad del comedor.

Tae salió corriendo.

—Ya te dije ayer que no quería que tú me sirvieras. Dile al Omega de la


cocina que salga.
11

—Creo que es hora de que tomes el resto del día libre. Yo ayudaré a Chen
—regresó Tae cinco segundos después—. Ve a pasear con Jungkook y a
cogeros de la mano y a daros mimos por el bosque.

Jimin cambió el peso de su cuerpo de un lado a otro, cruzó sus brazos y


miró al Beta apestoso sin intención de moverse.

—¿Qué ha pasado fuera?

¿Esos lobos se creían que él era idiota?

—Nada.

—Chen no quiere que salga al comedor porque hay lobos buscando mi


cabeza, ¿verdad? No soy estúpido.

Chen apenas lo había dejado salir de la cocina cuando la gente empezaba a


venir y siempre se encargaba él de servir las mesas y de atender. Recordó
las palabras de Drake, su llegada no había sido muy buena, había hecho un
pacto de sangre en secreto de la manada y era la pareja de Jungkook, uno de
los lobos menos famosos y queridos del clan.

Por supuesto que los Alfas cabezotas y grandullones querían verlo muerto.

Jimin se quitó el delantal e hizo una bola antes de tirarlo a la encimera.

—Voy a salir.

Tae lo cogió del brazo.


—¡Espera! —Dan miró hacia ambos lados antes de confesar— Es el idiota
de Juyeon. Toda la manada ha tenido problemas con él, incluso atacó a
Chen. Namjoon lo perdonó y le dio una segunda oportunidad a cambio de
su estatus.

—¿Estatus?

—Su nivel en la manada. Juyeon era un cazador Alfa, una muy buena
posición ya que los cazadores son los que nos alimentan. Lo castigaron al
incumplir las normas. Juyeon jamás podrá ser cazador de nuevo y su estatus
en la manada se ha reducido a cenizas.

—Cómo el mío. Nada bueno.

—Peor. No tiene trabajo, se ha quedado sin sus amigos y los Alfas y el resto
de los Omegas no lo respetan. Juyeon tiene que volver a entrar en la
manada si no quiere ser excluido de por vida.

Jimin asintió. En su manada natal también habían estatus, pero todo eso
cambió cuando sus padres murieron y él se dio cuenta del poder que tenía
en sus manos. ¿Para qué iba a necesitar estatus si él era lo más parecido a
un Dios? Eso le había dicho su hermano Jade, y Jimin había confiado en él
para hacer una manada más segura. Confianza que nunca le tendría que
haber dado.

—¿Qué ocurrirá si salgo? —preguntó Jimin mirando a Tae de reojo.

— Juyeon sabe que hay Alfas que no están de acuerdo con el pacto de
sangre que has hecho con Namjoon.

—¿Esos Alfas que fueron a la clínica de Goeun?

—¿Sabes eso?

—Drake me lo ha contado. ¿Cómo voy a hacer amistades y subir en la


manada si todo el mundo quiere matarme?

—Nadie te matará. Eunwoo y Jungkook te tienen bien vigilado.


Jimin bufó. Eunwoo les serviría su cabeza a esos Alfas y Jungkook… aún
no estaba muy seguro de lo que Jungkook haría por él.

Tae se acercó a él y le dio una caricia amistosa en la espalda.

—Regresa con Jungkook, ¿de acuerdo? Nosotros nos ocuparemos de


Juyeon.

Jimin hizo caso omiso, cogió un plato con comida y salió de la cocina.

Todos en el comedor lo miraron y Chen estaba ahí, frente a una mesa


ocupada por un hombre castaño mientras recogía los cristales del suelo.

Jimin dejó el plato frente al lobo que debía de ser Juyeon y juntó sus manos
tras la espalda.

El lobo lo miró de arriba abajo, no hacía falta describir su cara de asco,


cómo arrugaba su nariz y sus dientes se mostraban sobre su labio inferior.

—¿Eres tú? —preguntó.

Jimin encogió los hombros.

—No lo sé. ¿A quién estás buscando?

—Busco al Omega que burló la seguridad de los centinelas. Al Omega que


atacó a Namjoon, manipuló a Jungkook e hizo un pacto sagrado con nuestro
líder.

—Entonces, has dado con el correcto.

Tae lo miraba asomando la cabeza por la puerta del comedor y Jimin


escuchaba la voz de Chen pidiéndole regresar a la cocina. No le hizo caso.

—Te imaginaba más…

—¿Más qué?
—Más hombre. Pero tengo que recordar que los Omegas no son hombres.
Más bien agujeros para follar.

Jimin apretó las uñas contra las palmas de sus manos.

—¿Y tú sabes de eso? Algo me dice que no has estado con un Omega en
mucho tiempo.

Juyeon se levantó de golpe, arrastrando la silla hacia atrás y todo el


comedor dejó de parpadear. Jimin sintió un tirón en su muñeca.

—Juyeon, es hora de que te marches —habló Chen.

Jimin sentía su mano sudorosa, Chen estaba apretando su mandíbula y una


fina gota de sudor resbaló por su frente. ¿Tanto miedo le tenía a ese Alfa?
Se preguntó Jimin mientras deslizaba de nuevo la mirada a Juyeon.

—No he terminado de comer.

—Haré que alguien llevé la comida a tu cabaña.

—Comeré aquí —sentenció Ben —,y el nuevo Omega me acompañará.

En otra época de su vida esas palabras le hubiesen puesto todos los pelos de
punta, para desgracia de Juyeon, Jimin ya no era un niño asustado y
encerrado en una alacena. Se soltó del agarré de Chen y tomó el respaldo de
la silla, se sentó y colocó las sobre la mesa.

—Espero que tengas mejor tema de conversación que esto.

—Jimin, no tienes que hacer lo que él te diga —dijo Chen en un susurro.

—Lo sé. No he hecho muchos amigos Alfas, creo que me vendrá bien tener
uno. ¿Me traes un poco de carne? —intentó decirle a Chen con los ojos que
estaría bien. No lo consiguió, Chen se fue a la cocina con el rostro hundido.

—¿Amigos? —Juyeon se sentó y masticó.

—Te entiendo, te sientes amenazado.


Un trozo de carne voló a la mesa seguido de la risa de Ben. El resto del
comedor trataba de volver a sus asuntos y seguir con sus conversaciones y
platos olvidados.

—Podría arrancarte la cabeza con mis propias manos.

—No lo dudo. Yo también podría hacerte muchas cosas con mis manos y
estoy tratando de dialogar contigo.

—No me hagas reír más.

—¿Crees que intimidarme hará que los Alfas que has perdido te respeten de
nuevo?

—No hables de mí sin conocerme.

Jimin encogió los hombros.

—Tampoco me conoces.

—Los Omegas como tú sois una plaga. No le tengo miedo a Namjoon ni a


decir lo que pienso.

—Entonces, ¿por qué estás teniendo esta conversación conmigo y no con


él?

—Porque él está cegado. Desde hace unos meses que perdió el control de
los Alfas en la manada por culpa Félix y tú acabas de hundirlo.

—¿Hundirlo?

—Es… blando. Se ha vuelto sensible, demasiado benevolente.

—¿Es que quieres un líder que inicie una guerra al más mínimo conflicto?

—Quiero un líder que proteja a los míos —escupió Juyeon y Jimin supuso
que él no entraba en los suyos.
No lo necesitaba. Jimin nunca había querido encajar con nadie, no
necesitaba una familia, no necesitaba a nadie. Un agujero se abrió en su
estómago y colocó una mano sobre él.

Juyeon se inclinó y Jimin trató de construir de nuevo la máscara que


empezaba a desvanecerse de su rostro.

—Tú jamás serás parte de esta manada. Jungkook tampoco. Sois dos parias.
Deberíais estar exiliados, aplastados bajo una roca al igual que los insectos
—la rabia emergía por cada poro de su piel y sus feromonas fueron directas
a Jimin.

Jimin las olió. Eran repugnantes.

En otras circunstancias, Jimin hubiera optado por el diálogo, o por


marcharse. Si. Jimin tendría que haberse ido. Pero ya estaba cansado de que
lo trataran como lo más bajo de la cadena alimenticia, Jimin ya había estado
ahí y había salido a golpes. Ben no lo conocía. Nadie lo conocía, pero aún
así, nadie tenía el derecho de juzgarlo de esa manera, de tratar de hacerle
daño con sus feromonas o de desearle lo peor a él y a Jungkook.

Jimin chasqueó sus dedos. Las comisuras de la boca de Juyeon empezaban


a elevarse, creyendo que su olor había penetrado lo suficiente en Jimin
cómo para hacerlo enloquecer. Entonces, Jimin levantó la mano, sus dedos
agarraron el cabello rizado de la nuca de Juyeon, apretaron y la cabeza del
Alfa golpeó contra su plato de comida.

La porcelana se rompió, había sangre junto a la salsa oscura de la carne,


Juyeon soltó un gruñido levantándose de la silla y colocando las manos
sobre la mesa en un intento de apartarse del agarre y levantarse, pero Jimin
no lo dejó. Sus uñas se hundieron en la nuca de Juyeon y todos los lobos del
comedor dieron exclamaciones al aire.

—Voy a dejar algunas cosas claras —susurró Jimin en la oreja de Juyeon


—. Burlé la seguridad de tus centinelas porque era deficiente. No ataqué a
Namjoon, Félix me atacó a mí y yo me defendí, no me hace falta manipular
a Jungkook. Es mi pareja. Mi compañero. Y te guste o no, soy parte de tu
manada. Si no estás contento con eso, desafía a Namjoon. Si tienes huevos,
enfréntate a él en lugar de buscar presas más pequeñas —Jimin lo soltó y
saltó hacia atrás cuando las garras de Juyeon fueron directas a su estómago.

Le sacó los dientes y un cuerpo rompió el espacio entre ellos. Jimin vio los
ojos ambarinos de Eunwoo y su mandíbula bien apretada.

—Al despacho de Namjoon —le rugió a Jimin.

Genial.

Jimin evitó mirar a Goeun que se estaba encargando de limpiar y


desinfectar el corte en la mejilla de Juyeon. Levantó el rostro y sus ojos
bajaron al toparse con un Eunwoo realmente enfadado y con Namjoon. El
líder ya no estaba sentado de forma relajada en la mesa como cuando
habían entrado, Namjoon se erguía sobre sus fuertes piernas. Grande, Alto.
Los brazos cruzados sobre su pecho y las venas a punto de estallar.

Juyeon abrió la boca para hablar pero Namjoon hizo un gesto, un sólo
movimiento que lo hizo callar y retroceder justo cuando Goeun terminaba
de pasar el algodón la herida. El sanador se marchó sin decir nada y la
habitación quedó en silencio.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro minutos antes de que Namjoon abriera los labios —. Empezad.

Jimin no habló de inmediato, analizó la situación y lo que a continuación


podría pasarle. Namjoon podía romper su pacto con él. Namjoon podía
cortar sus orejas y expulsarlo de la manada. Namjoon podía enviarlo al
calabozo. Namjoon podía golpearlo. Namjoon podía separarlo de Jungkook
y dejarlo sin protección en mitad del bosque. Y Jimin no tendría más
remedio que regresar con su antigua manada o morir.

Morir era la mejor opción.

Juyeon se levantó y señaló su rostro.

—Primero Sehun me golpea y tú no haces nada, y ahora Esta pequeña


comadreja me corta la mejilla. ¿Vas a intervenir? ¿O volverás a ignorarme?

—Nunca he ignorado a nadie, Juyeon. Sehun tenía derecho a golpearte,


¿has olvidado lo que hiciste? Tocaste las orejas de su Omega y gracias a
ellos no fuiste desterrado.

—No he tocado ningunas orejas hoy. He sido golpeado y anulado sin razón,
y pido que Jimin, Jungkook y Kai sean desterrados de la manada.

Jimin sintió el pelo de su nuca de punta.

—¿Jungkook y Kai? ¿Por qué?

—Jungkook es su pareja, nos traicionaría por él. Y Kai es un centinela, su


misión principal es proteger a la manada y no levantó un músculo cuando
ese Omega furioso fue contra mí. Es todo lo que pido como miembro de tu
manada.

Namjoon miró de reojo a Kai. El lobo permanecía en una esquina, dos


pasos lo separaban de Eunwoo, con las manos pegadas a sus costados y la
respiración tranquila.

—¿Por qué no actuaste, Ron?

Kai cuadró sus hombros.

—Mi misión era vigilar y defender a Jimin de cualquier peligro, y Jimin no


estaba en peligro.
A Jimin se le escapó una risa y tosió demasiado tarde. Todos le habían
escuchado, incluso Juyeon que ahora estaba rojo de ira.

—¡Se está riendo de todos nosotros! Le importa una mierda todo esto.

Jimin rodó los ojos.

—No te enfades, Juyeon ¿No querías esto? Ya estás delante de Namjoon,


¿por qué no le dices lo descontento que estás con su liderazgo y lo blando y
sensible que se ha vuelto? —soltó Jimin cansado de su victimismo.

—Yo no he…

—¿Vas a negarlo? Sabía que lo harías.

—¡Cierra la boca!

Namjoon inclinó la cabeza y Jimin dejó de hablar para llevar los ojos al
suelo. Eunwoo y Kai lo siguieron. Ni siquiera estaba esparciendo
feromonas, sólo era él. Él.

Juyeon fue el único que mantuvo su mirada durante unos pocos segundos
antes de que sus rodillas golpearan el suelo.

—Yo no… yo no quería decir eso, mi Alfa —susurró arrodillado.

—¿Qué querías decir?

—Mi estatus ha caído en picado de forma injusta. Los Alfas hablan de la


presencia de Félix en el territorio, los centinelas son débiles. Jungkook, un
lobo que asesinó a su propia madre con sus manos, está libre de castigo y
jugando con su compañero, un Omega dominante y peligroso que nadie ha
aceptado en la manada y que sólo está provocando problemas.

—Te perdoné una vez, Juyeon. Sabes que no doy segundas oportunidades.
¿De verdad quieres desafiarme?

Juyeon sacudió su cabeza y Jimin podía escuchar los latidos de su propio


corazón en su cabeza.
—¿Crees que te he tratado de forma injusta? ¿Crees que estoy haciendo
débil a la manada?

Juyeon sacudió de nuevo su cabeza.

—Mírame.

Juyeo lo hizo y Jimin se atrevió a observarlos de reojo.

Nadie desafiaba a un líder Alfa si no estaba preparado para pelear y ocupar


su puesto o morir y Ben, claramente no estaba listo para eso.

—¿Crees que no merezco ser líder?

Las palabras no salieron de la boca de Juyeon, y Namjoon le miró una


última vez antes de dar media vuelta. Jimin vio cómo Juyeon apretaba las
manos y las cerraba de nuevo.

No te muevas, quiso decirle.

No te levantes.

No le desafíes.

Arrodíllate y baja la cabeza.

Pide perdón o simplemente quédate callado.

Juyeon no lo hizo.

—¿Quieres saber la verdad y lo que todos los Alfas piensan? —le preguntó
Juyeon ansioso, lamiendo sus labios— La manada ya no te importa, te
pasas el día encerrado en la oficina o en tu cabaña haciendo de niñera de un
lobo tullido. No sales a cazar, descuidas a nuestras hembras, pero dejas
entrar a mestizos y lobos peligrosos. Ya no eres el mismo líder que
prometió protegernos y llevarnos hasta la Luna —Namjoon ni siquiera se
había girado para mirarlo—. Quiero un líder que imparta justicia. Jungkook
no merecía ser parte de la manada, ni Sehun, ni ésta maldita bestia.
Jimin le enseñó los dientes cuando Juyeon lo señaló. Él mismo quería
esparcir sus feromonas y reducirlo en el suelo únicamente para hacerle
callar. Los líderes eran divinos, por lo que Jimin sabía. No bastaba con que
la manada los aceptara, la Luna tenía que hacerlo, su propia diosa. Su
hermano Jade siempre estaba hablando de eso, en cómo la Luna le
susurraba por las noches y le cantaba canciones de batallas. Jimin lo creyó
por un tiempo, hasta que sus acciones se volvieron crueles y retorcidas.

Un escalofrío subió por su columna de repente y sus orejas se movieron


hacia atrás. Las aletas de su nariz se abrieron y su pelo se puso de punta.

Escuchó al lobo llorar. Miedo. Odio. Dolor. Y buscó de forma desesperada


una ventana abierta para huir o algún rincón en el que poder esconderse.
Namjoon también lo había notado, pasó por al lado de Juyeon, que
respiraba de forma entrecortada, tal vez esperando que Namjoon le rebanara
el cuello y abrió la puerta de la habitación.

—Eunwoo, ven conmigo —ordenó el líder.

Empezaban a desaparecer por el pasillo cuando Jimin salió corriendo, se


escondió bajo una ventana, apretó sus manos y sus puños empezaron a
temblar cuando vio a los tres lobos rodeados por centinelas de la manada
que se alzaban delante de Namjoon.

Uno era moreno, y los otros dos rubios, Jimin los conocía. Eran Alfas de su
manada y eso sólo podía significar una cosa.

Lo habían encontrado y no tardarían en contarle a Namjoon lo que había


hecho, en dar con Jungkook. Mierda. Tenía que ir a por Jungkook. Tenían
que marcharse los dos. Corrió hacia la ventana que daba al otro lado de la
casa y la intentó abrir. Estaba bien cerrada. Hizo lo mismo con la siguiente,
y con la otra. Subió al piso de arriba, podía seguir corriendo con un
esguince, pero para su desgracia, Namjoon parecía haberse tomado la
seguridad de sus ventanas en serio y todas estaban muy bien cerradas.

Pensó en romper una, pero eso lo delataría ante todos y lo que necesitaba
era salir sin hacer ruido ni ser visto. Corrió hacia abajo, la puerta de la
entrada se abrió y Jimin se quedó paralizado cuando vio a Eunwoo.
Ahora, el lobo sí que tenía grandes motivos para matarlo. Lo que Jimin no
esperó fue que el lobo llevase un dedo suyo a los labios y le mandara callar.
Eunwoo cerró la puerta suave y le hizo una seña con la cabeza para que
subiera de nuevo las escaleras.

Sus pasos fueron detrás, lo condujo a una de las habitaciones y cuando


Jimin quiso darse cuenta estaba encerrado en un cuarto sin ventanas y con
un Alfa a sus espaldas.

—Estás en un buen lío.


12

—Puedo explicarlo —Jimin retrocedió un paso.

—Más te vale, porque lo que están contando esos Alfas no es de buen


gusto.

Jimin lamió su labio nervioso.

—¿Qué… qué están diciendo?

Eunwoo apoyó la espalda en la puerta y cruzó los brazos sobre su pecho.

Ni aunque quisiera, Jimin podía escapar de esto. Claro que podía reducir a
Eunwoo con sus feromonas y encontrar algún rincón por el que huir, pero
eso sólo empeoraría más su situación con el centinela y el líder y la manada.

—Te buscan por asesinato.

Jimin tragó saliva.

—Múltiples asesinatos —habló de nuevo el centinela.

—Puedo explicarlo —repitió Jimin nervioso.

—¿Si? Te acusan también de tortura a Alfas y de traición.

—Puedo…

—Quieren que te entreguemos.

No era la primera vez que Jimin se encontraba en esta situación, había


huido de ellos durante meses pero siempre daban con él e intentaban
reducirlo a golpes para poder llevarlo de vuelta a la manada.

—¿Puedo hablar antes con Jungkook? Necesito explicárselo. No quiero que


piense que lo he abandonado de nuevo.

—Tienes suerte de que yo no soy el que decide esto. Por lo que respecta a
Namjoon, en esta manada no hay ningún Jimin de pelo rojo, pero tienes
mucho, mucho que explicar, Omega.

Jimin agachó la cabeza. Eunwoo no le caía bien, y Jimin a él tampoco, pero


que lo llamara Omega de esa forma, le dolió. Había conseguido una pareja
y formar parte de una manada, Jungkook parecía empezar a quererlo o
querer lo que ambos tenían y el líder no le obligaba a hacer cosas horribles
en su nombre. Por una vez en la vida, Jimin había dormido en paz, y esa paz
acababa de irse al traste.

Eunwoo se fue después de ordenarle que no saliera de la habitación y Jimin


se acuclilló en el suelo, abrazando sus muslos y apoyando la frente en sus
rodillas. No valía la pena pensar en lo que pasaría a continuación. Las cartas
nunca habían estado a su favor, así que o bien Namjoon impartiría justicia
por sus actos o bien llamaría de nuevo a su antigua manada para que fueran
a por él.

Jimin evitó pensar en eso y dejar la mente en blanco, pero lo único que
consiguió fue desvíar todos esos pensamientos a Jungkook. Juyeon había
dicho algo muy interesante en el despacho de Namjoon. Jungkook había
matado a su madre. A su madre con sus propias manos. Eso le hizo reír de
amargura. La Luna había juntado a dos grandes asesinos en una pareja. ¿Lo
había hecho aposta? ¿Se estaba divirtiendo ahí arriba con ellos?

Por supuesto que sí.

Mierda.

Cómo odiaba todo esto.

La puerta de la habitación volvió a abrirse veinte minutos después y cuando


levantó la cabeza, Namjoon estaba ahí.
Las palabras se negaron a salir. ¿Para qué? Jimin iba a ser juzgado de todas
formas, conocieran su historia o no. ¿Qué sentido tenía esforzarse y pasar
por esa vergüenza?

—¿Me vas a encerrar? —le preguntó a Namjoon sin mirarlo.

—Tengo que hacerlo por seguridad —respondió Namjoon.

—¿Podré hablar con Jungkook antes?

Jimin sintió la sombra de Namjoon sobre él, y luego, una mano fue a su
cabeza. Jimin sintió la caricia del líder. Levantó los ojos para descubrir a
Namjoon agachándose junto a él.

—Uno, lo que has hecho en el comedor con Juyeon ha sido una gran
estupidez. Podrías haber salido herido o haber herido a alguien inocente.
Está totalmente prohibido provocar peleas en el territorio de la manada, y
dos, espero que ahora puedas darme una gran explicación sobre lo que pasó
en tu antigua manada. No protejo a asesinos, si has hecho todo lo que esos
centinelas aseguran, te encerraré de por vida.

—Yo… Yo quiero ver a Jungkook.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir?

—Confesaré, pero Jungkook será el primero en escucharme, luego puedes


hacer lo que quieras conmigo.

Namjoon suspiró.

—De acuerdo. Ponte en pie.

Sus rodillas crujieron cuando se levantó del suelo y siguió a Namjoon fuera
de la casa. Miró por todos lados, tal vez esperando la traición de Namjoon,
pero los tres Alfas de su antigua manada no estaban por ningún lugar, sólo
miradas de miedo. Se detuvieron frente a una cabaña algo alejada del
territorio y el olor a hierro no tardó en llegar a sus fosas nasales. Su lobo se
puso a llorar. Namjoon abrió la puerta y una serie de celdas vacías se
abrieron ante sus ojos.
—Entra.

Jimin no quería. Mierda. Estaba paralizado y Namjoon tuvo que empujarlo


suavemente para hacerlo caminar.

—Son celdas provisionales. No estarás aquí siempre, sólo hasta que sepa
qué hacer contigo. Te traeran comida y bebida. Eunwoo o Kai estarán de
guardia, las duchas y los baños están detrás, si quieres usarlos sólo tienes
que pedirlo —Namjoon sacó unas llaves y abrió la tercera celda.

—¿Le dirás a Jungkook que estoy aquí?

—Se lo diré.

Jimin levantó los ojos.

—¿Crees que vendrá a verme? —Jimin no pudo evitar llevar la mano a su


cuello y rozar su mordisco.

—No lo sé. Haré todo lo que pueda.

Jimin miró la pequeña celda en la que pasaría el resto de su vida. Había una
cama con sábanas y mantas, una pequeña mesita de madera a su lado y un
armario. Nada más.

Jimin asintió, tragó saliva, y dio un paso al frente para entrar en la celda.

La puerta se cerró a sus espaldas, y luego, Jimin quedó solo.

Jungkook olió a Namjoon y a Félix antes de que pusieran un pie en su


territorio. En seguida, dejó el hacha y la madera que estaba cortando para ir
hacia ellos.
Nunca había tenido tantos invitados. Estaba acostumbrado a que Chen y Tae
con la pequeña Yeji lo visitaran de vez en cuando y le trajeran regalos,
también los centinelas, que en lugar de hablar con él vigilaban la zona y
procuraban no molestarlo pero ahora, Eunwoo se sentaba en su porche y
hablaba con Jungkook, Ron se dejaba ver más en lugar de estar siempre
colgado de los árboles cómo una especie de simio, Jimin también estaba ahí
y Jungkook ya había grabado en su estúpido cerebro la forma que tenía el
lobo de respirar, moverse y caminar cuando creía que nadie lo veía, y por si
fuera poco, Namjoon y Félix también venían a verlo.

Su lobo levantó sus orejas y Jungkook sintió la emoción de tener al líder de


su manada en su propio territorio. Aceleró el paso y los encontró a los dos
esperándolo frente a su cabaña.

Jungkook saludó con la cabeza al líder y luego a Félix. Jungkook no era


muy bueno hablando, pero sí que sabía oler y leer expresiones, por lo que
supo de inmediato que Félix no estaba nada contento de estar ahí. El lobo lo
comprendía. Era un Omega en casa de un Alfa. Un alfa que no era su
pareja. Y al igual que a Jungkook no le gustaba el olor de otros Omegas que
no eran Jimin, a Félix tampoco le gustaría el de Jungkook aún siendo
recesivo.

—Jungkook, tienes que acompañarme a un sitio —habló Namjoon, su tono


no era del todo una orden. Con Jungkook, Namjoon nunca usaba órdenes.

—¿Acompañar? Jungkook no terminar trabajo.

—Podrás acabarlo luego, no te preocupes.

—Jungkook acabar ahora.

Félix hizo un sonido de disgusto.

—Así nunca acabaremos. Díselo y vámonos de este maldito lugar.

Jungkook inclinó su cabeza ante las palabras del Omega y miró a Namjoon.
Había cambiado mucho con los años, bueno, Jungkook también lo había
hecho, sin embargo, Jungkook no podía borrar de su memoria la primera
vez que vio al joven lobo Alfa abriéndose paso entre los barrotes de metal
cubierto de sangre. Namjoon lo salvó. Namjoon le dio una nueva vida en la
manada.

Namjoon lo protegió y le dio un nombre.

—Te he dicho que no dijeras ni una sola palabra, Félix.

—Y yo te he dicho que odio este lugar. Jungkook es estúpido, díselo claro o


nunca te entenderá.

Jungkook entendió eso. Y no gruñó. Sabía que muchos miembros de la


manada lo consideraban tonto, él mismo era uno de ellos.

—Siento lo que acaba de decir Félix, Jungkook. No ha querido llamarte eso.

—Jungkook entender —le respondió a Namjoon—. Jungkook preguntar.


Jungkook querer saber.

—Vale, no quiero que te alteres. Todo está bien. Jimin está bien.

Las alarmas de Jungkook saltaron de inmediato.

—¿Jimin? ¿Pasar algo?

Namjoon colocó una mano sobre el centro del pecho de Jungkook y


Jungkook se dio cuenta de que se había movido demasiado rápido hacia
ellos y de que tenía los dientes fuertemente apretados hasta el punto de
hacerlos chirriar.

—Tranquilo —susurró Namjoon.

Jungkook respiró y miró a Félix que había dado un paso hacia atrás con sus
muletas.

—Jungkook estar tranquilo —mintió.


—Jimin está bien, recuerda eso, Jungkook.

—Jimin estar bien —asintió Jungkook, pero su corazón seguía bombeando


fuerte.

—Jimin está en el calabozo.

Jungkook tardó en asociar esas palabras. Jimin. Calabozo. Cadenas. Metal.


Sangre. Gritos.

Jungkook sacó sus dientes, su nariz se arrugó como la de un gato que estaba
a punto de atacar y sus garras salieron.

Jimin no podía estar ahí.

—Nadie le ha hecho daño, Jungkook. Jimin está bien. Está bien. Lo hemos
encerrado por seguridad. Él está bien, Jungkook. Quiere hablar contigo.
Jimin quiere hablar contigo —dijo Namjoon rápido tratando de llegar hasta
los hombros de Jungkook.

Jungkook se alejó de él. Su visión se nubló y empezó a ver rojo y a


recordar. Cadenas. Metal. Sangre. Padre.

Sacudió su cabeza.

Namjoon le dijo algo, pero Jungkook no lo escuchó.

Cadenas. Metal. Sangre. Padre.

Jungkook soltó un gruñido.

Namjoon extendió la mano hacia Félix y lo ocultó con su cuerpo.

Cadenas. Metal. Sangre. Padre.

El cuerpo de Jungkook empezó a cambiar, pero lejos de convertirse en un


lobo, lo hizo en una bestia mitad hombre mitad cánido. Tiró aire por la
nariz, y salió corriendo.
13

—No vendrá, ¿verdad? —le preguntó Jimin a su carcelero.

Eunwoo dejó de mirarse las uñas.

—No quiero decir que te lo mereces, pero sí, te mereces todo esto, Jimin.

—Eres un gran animador.

—Estoy aquí para vigilarte, no para animar tu estado de ánimo. Has


asesinado a Alfas.

—Ponéis la placa de asesino muy pronto en esta manada.

—Dime que no lo has hecho. Niégalo.

Jimin lo miró a través de los barrotes. Lo odiaba. Empezaba a odiar a ese


maldito lobo y a toda la manada que tan pronto lo habían juzgado. Si lo que
querían era a un asesino al que castigar y meter entre rejas o entregar a la
luna, lo tendrían.

Jimin se levantó de la cama y alzó la barbilla orgulloso.

—Sí. He asesinado y torturado a Alfas. Llevo haciéndolo desde que tengo


seis años y de no haber una maldita reja entre tú y yo, te aseguro de que no
serías diferente a ninguno de esos cadáveres.

Eunwoo golpeó la puerta con su mano, el sonido metálico hizo vibrar las
paredes y Jimin resistió el impulso de llevarse las manos a las orejas.

—Empezaba a apreciarte, ¿sabes?


—¿Vas a llorar?

—Namjoon confió en tí. Jungkook confió en ti. Drake, Chen, Kai y yo


también. No puedo sentirme más estúpido.

—Si confiaste en mí, ¿por qué me acusas tan rápidamente? ¿Por qué no
buscas respuestas?

—Acabas de darme todo lo que necesitaba.

—Pregúntame por qué maté a esos Alfas.

Eunwoo tensó la mandíbula.

—Has acabado con la vida de otros lobos. Con eso es suficiente — Eunwoo
giró sobre sus pies y salió de la cabaña.

Jimin no quería que eso doliera, pero mierda, sí que lo hizo. Todo dolió.
Jungkook no había ido a verlo, ¿acaso ya no quería saber nada de él? ¿Se
había encontrado por el camino con Eunwoo y él le había convencido de lo
malo y peligroso que era Jimin? ¿Ya no lo quería?

Tragó la bilis que amenazaba con vomitar y se llevó las manos a su cabeza.
Enterró los dedos en su cabello tirando ligeramente de él.

—Vamos, piensa —dijo en un susurro.

Había salido de peores lugares, había escapado de celdas. Pero… ¿quería


escapar de ésta? Jimin había pasado la mitad de su vida huyendo.

Había perdido a su familia y encontrado al fin a su compañero. Si Jungkook


ya no lo quería… ¿qué sentido tendría su vida?

¿Huir?

¿Pelear?

Quizá era una buena opción que Namjoon decidiera su destino. O Eunwoo.
Namjoon lo dejaría vivir en esa maldita prisión de por vida, Eunwoo lo
mataría. Lo sabía. Y Jimin prefería la segunda opción. Nadie volvería a
encadenarlo.

Soltó su cabello y dejó que sus brazos colgaran junto a sus costados. Miró
la pequeña rejilla y quiso levantar sus manos para alcanzar el cielo nublado
y las estrellas que habían ocultas en él.

Era el fin.

Sonó la tormenta. Un rayó iluminó el cielo y la lluvia torrencial empezó a


caer. Jimin deslizó la mirada a sus pies descalzos, otro relámpago retumbó,
la celda se iluminó durante un pequeño instante, el suficiente cómo para que
Jimin se diera cuenta de que había una segunda sombra en aquella cabaña.

Jimin se dio la vuelta rápido y sus manos empezaron a temblar.

—Jade… —susurró lleno de pánico.

La única persona que tenía ese poder. El único lobo que podía hacer con
Jimin lo que quisiera. El único al que Jimin obedecía. Al que había
obedecido. Hasta ahora.

El lobo intruso dio un paso hacia delante. Su cabello largo y rojo recogido
en una cuidada trenza. Preciosos ojos ámbar. Mandíbula suave. Nariz
pecosa y dientes afilados.

—Hola. Hermano —pronunció al igual que lo haría una serpiente —Me ha


costado mucho dar contigo.

Jimin sintió cómo el calor abandonaba su cuerpo y una gélida sensación lo


invadía.

Su boca se secó, y las palabras no salieron de su garganta.

—Pero al final te he encontrado. Siempre lo hago. Lo sabes.

—No… no voy… —Jimin tembló—. No voy… a regresar.


Jade inclinó la cabeza. La luz oscura se reflejó en sus ojos.

—Lo harás.

—No.

—Lo harás, Jimin.

—Ya no soy parte de tu manada —Jimin le mostró la mano y la marca que


se dibujaba en ella—. Tengo un pacto. Ellos me protegerán.

—¿Protegerte? No han oído ni la mitad de tus delitos y te han encerrado. Yo


jamás haría eso, hermano.

—Estar contigo es lo mismo que vivir en una cárcel —Jimin lo soltó de


golpe y el calor regresó poco a poco. Abrió y cerró las manos.

—Te lo he dado todo. Poder. Venganza. Sangre. ¿Y es así cómo me lo


pagas? ¿Huyendo y escondiéndote, miserable rata?

—¡No está bien! —chilló Jimin. Jamás le había gritado a su hermano— ¡No
está bien lo que hacemos, Jade! ¡No puedo hacerlo!

—Me lo prometiste.

—Y no sabes cuánto me arrepiento, hermano. Nunca debimos llegar tan


lejos.

Escuchó su risa agría y supo que Jade empezaba a enfadarse.

—¿Lejos? ¿Te parece esto lejos? Aún no hemos llegado ni a la mitad.

—Jade —Jimin quiso acercarse, agarrar la mano de su hermano y tratar de


encontrar cualquier pedazo de humanidad en él, pero sabía que eso era
imposible —. Jade, por favor. ¿De verdad crees que esto es vivir?

—No lo es. Claro que no lo es. Yo ya morí hace mucho tiempo, y pensaba
que tú también lo habías hecho conmigo, pero me equivoqué.
—No digas eso. Lo que nos pasó…

—¡Suficiente! —gritó Jade y Jimin enmudeció—. Me da igual. Me da igual


lo que creas, lo que pienses. Lo que sientas. Tú me perteneces. Tu sangre es
mía. Te voy a sacar de esta celda y vamos a regresar juntos a casa.

—No.

—Vas a volver a dominar a los Alfas. Vamos a reunir a todos los malditos
Alfas de ésta manada y los vas a matar.

Los ojos de Jimin se llenaron de lágrimas.

—No me pidas eso, Jade. Por favor.

—Me lo prometiste. Me prometiste que estarías conmigo siempre.


Prometiste a madre y a padre que me protegerias. ¡Me lo prometiste y
fallaste!

—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! —las lágrimas descendieron por sus
mejillas y vio cómo las de Jade caían también—. Lo siento, pero esto no
está bien.

—Prometiste que matarías a todos los Alfas de este planeta. Prometiste que
los esclavizarias y torturarías. Lo hiciste. ¿Qué ha cambiado ahora?

—Me he dado cuenta de que no todos los Alfas son malos —respondió y
Jade dio un paso atrás cómo si le hubiera pegado una bofetada.

Jimin no podía hablarle de Jungkook. No podía decirle que tenía una pareja
Alfa. Un lobo fuerte, precioso y salvaje pero igual de indefenso que él, pero
sí que podía hablarle de todos los demás.

—Jade, escúchame. Hay Alfas malos, pero también hay Omegas malos que
hacen cosas horribles. No es justo meterlos a todos en el mismo saco. Gente
horrible destruyó nuestra manada. Gente horrible te hizo cosas horribles. Y
esa gente está muerta. No tiene sentido juzgar a lobos inocentes. No lo
hagamos más, por favor. Estoy seguro de que si hablamos con Namjoon, y
le contamos lo que ha pasado…
—¿Qué es lo que han hecho contigo?

—Nada. Llevo años pensándolo. Tratando de tener esta conversación


contigo, pero… no podía. No me dejabas entrar.

—¿Entrar? ¿A dónde?

—Tu dolor. Él no se irá por más Alfas que matemos.

—¡No sabes eso! —Las manos de Jade se aferraron a la puerta—. ¡Vendrás


conmigo! ¡Vendrás conmigo y acabarás todo lo que me prometiste! —Sus
garras salieron, la puerta de metal tembló y pocos segundos después estaba
siendo arrojada a un lado.

Jimin se encontró apretándose contra la pared. Luchando por desaparecer en


ella y correr. Correr lejos de él. Tan lejos…

La puerta se abrió en ese momento. Eunwoo, que hacía guardía fuera y


seguramente había escuchado el ruido de la puerta, entraba. Jimin apretó
uno de sus pies contra la fría pared de piedra de la celda y se impulsó.

Derribó a Jade antes de que el Omega pudiera llegar a Eunwoo y hacerle


daño y no sintió las garras de su hermano cortar su estómago hasta que
estuvo encima de él.

—¡Llama a Namjoon! —chilló tratando de mantener las manos de su


hermano quietas.

Eunwoo no le hizo caso, y el estúpido Alfa entró en la cabaña sin saber lo


peligroso que era Jade. A él no le importaba matar. No le importaba hundir
sus garras en los ojos de Eunwoo y usarlos cómo canicas. Cuando se trataba
de Alfas, a Jade no le importaba nadie.

—¡¿Quién es?! ¡¿Qué cojones está pasando?!

—¡Sal de aquí! —Jimin masculló cuando Jade volvió a encontrar el lugar


directo a su estómago. Sintió la sangre y saltó hacia delante antes de que sus
garras pudieran hundirse más.
Sabía que Jade jamás lo mataría. Él era más útil vivo que muerto, pero
ahora que Jimin había confesado y negado a seguir haciendo todo lo que
Jade le pedía, no sabía si a su hermano le merecía la pena mantenerlo con
vida o no.

Jimin aterrizó a cuatro patas. Sacó sus dientes y garras.

—¡Vete, Eunwoo! ¡Ahora!

—Estás protegiendo a un Alfa. Estás muerto para mí —rugió Jade imitando


su posición.

—No quiero hacerte daño, Jade. Por favor. Recapacita.

Jade en respuesta le mostró las garras, y Jimin no contuvo más su olor.

Eunwoo empezó a toser y el rostro de Jade se tiñó de rojo. Había soltado las
suficientes feromonas cómo para hacer que entrara en celo, pero había
olvidado que Jade siempre recibía pequeñas dosis de sus hormonas cuando
dominaba a los Alfas de la manada y que poco a poco su hermano se había
vuelto inmune a ellas.

—¿Eso es todo? Voy a despedazar a tu amigo y luego iré a por tí.

Jimin corrió. Huyó. Esa fue la realidad. Agarró la muñeca de un Eunwoo


mareado y desorientado y fue hacia afuera, nada más pisar el suelo
embarrado resbaló y tropezó y se sujetó el estómago con miedo a que las
tripas se le salieran por los agujeros.

Mordió su labio y buscó a Eunwoo. El lobo había caído no muy lejos de él.
Trataba de levantarse y gruñía y su rostro estaba rojo de ira.

Jimin se levantó con la lluvia cayendo sobre su cabeza.

—Vamos, Eunwoo. Tienes que levantarte.

—Juro que te mataré por esto, Jimin —masculló Eunwoo. Trató de ponerse
en pie pero sus piernas fallaron y Jade ya estaba regodeándose a sus
espaldas.
—Tu amigo tiene suerte. Tengo algo de prisa, así su muerte será rápida e
indolora. No puedo decir lo mismo de la tuya, Jimin.

—No estás pensando.

—Ya he pensado lo suficiente todos estos meses, y ahora que sé la verdad


no tengo más remedio que deshacerme de ti también.

—Jade…, somos hermanos —Jimin retrocedió para ocultar el cuerpo de


Eunwoo o al menos protegerlo unos segundos más.

—Me has traicionado.

—Escúchame…

—¡Cállate! He sido bueno. Podría haber incendiado este lugar y a toda su


maldita gente y no lo he hecho. He venido a por ti. ¡Te he sacado de la
celda!

La vista de Jimin empezaba a nublarse. Sus pies estaban helados.

—Jade… Jade… Te quiero. Pero estás malditamente loco y no me vas a


arrastrar contigo —Jimin tomó una última bocanada, anticipando el golpe
que vendría a continuación, pero que nunca llegó.

Alguien cayó del cielo. Una sombra tallada. Golpeó la nuca de Jade y a
Jimin le constó identificar a Ron. Sus rodillas temblaron y tocaron el suelo,
la oscuridad trató de atraparlo pero él escapó. No quería que su hermano
resultara herido, pero mucho menos Ron. Escuchaba golpes y jadeos.

Garras, gruñidos. Los relámpagos seguían resonando e iluminando el cielo


con su esplendor plateado. Ron cayó al suelo en uno de ellos y luego Jade.

Jimin dejó de sentir las manos, se sentó en el suelo y sus labios casi
formaron una sonrisa cuando lo vio.

Sabía que era un sueño.


Sabía que Jungkook no estaba corriendo hacia él con los brazos extendidos.
Sabía que Jungkook no estaba llorando por él. Pero ahí estaba. Cuando su
mano resbaló sobre la tierra, Jungkook lo cogió. Jungkook lo abrazó.
Jungkook lo sostuvo y Jimin suspiró. Tan bueno. Tan cálido. Tan…
Jungkook.

—Jungkook, por última vez, deja de moverte o me destrozarás la clínica —


le dijo Goeun agarrando la mesa de metal que casi tumba el Alfa.

—Jimin no despertar. Jimin tardar.

—Lo hará pronto. Ahora, ten paciencia, siéntate y por favor, usa una
camiseta.

Jungkook miró hacia abajo. Usaba unos pantalones que habían quedado
rasgados y no llevaba zapatos. Goeun le había dado una toalla nada más
entrar a la clínica y se había encargado de coser la herida de Jimin y de
administrarle sangre y medicamento mientras que los otros sanadores
atendían a Eunwoo y a Kai.

Jungkook no se había separado de Jimin en ningún momento. Tampoco era


un lobo especialmente escrupuloso, así que cuando Goeun había desvelado
el estómago agujereado de Jimin, Jungkook le había acariciado el pelo y
había observado cómo Goeun lo cosía, cerraba la herida y lo limpiaba.
Ahora, Jimin dormía en una camilla blanca. Goeun le había puesto un
pijama limpio y seco con la amenaza de los incesantes gruñidos de
Jungkook y le había chillado a Jungkook. Y Jungkook había tenido que
parar.

Jimin necesitaba cuidados. No podían dejarle su ropa mojada y llena de


sangre, Jungkook no era tan cuidadoso cómo Goeun. Así que el Beta había
puesto una cortina y desnudado a Jimin, vestido y tapado con una manta.

Todo eso hace cuatro horas. Cuatro largas horas que Jungkook se había
asegurado de preguntar.

—Jungkook nervioso.

—Lo entiendo, pero yo tengo que seguir mi trabajo y no puedo hacerlo si


sigues destrozando mi mobiliario —Goeun le tendió una camiseta y señaló
la silla que había al lado de la camilla de Jimin —. Siéntate ahí, al menos,
cinco minutos.

Jungkook asintió, y finalmente el Beta pudo respirar cuando se movió sin


tirar ninguna mesa y se sentó. Jungkook pasó la camiseta por su cabeza y
estiró los extremos. Esa ropa era ridículamente pequeña para él. Por suerte,
Jimin despertaría pronto, y ambos regresan a su territorio dónde no
necesitaba usar camisetas.

Dejó que su ojos llegaran a Jimin y recordó porque estaba moviéndose


cómo un loco por toda la sala. Era mucho mejor que pensar. Mucho mejor
que recordar el cuerpo frío de Jimin en sus manos y sus gritos y llantos y
arrepentimientos. Jungkook tenía que haber ido antes. Jungkook no debería
de haberse enfadado con Namjoon y haber ido a ver a su pareja.

A proteger a su pareja.

La mano de Jungkook se hundió en el colchón con rabia y Goeun estaba de


nuevo ahí.

—Romperás el colchón, Jungkook —su voz era suave y eso de alguna


manera consiguió calmarlo.

Lo soltó.

—Jungkook pedir perdón.

—Tengo que salir un momento a ver a Eunwoo. ¿Me prometes que te


quedarás quieto y no romperás nada en mi ausencia?
—Jungkook prometer.

—De acuerdo. Traeré comida también.

Jungkook asintió. Sus dedos seguían suaves sobre el colchón y Jungkook


los arrastró hasta la mejilla pecosa de Jimin. Sus ojos estaban cerrados, su
cabello rojo completamente despeinado. Estaba pálido, pero Goeun le había
prometido que aún así, Jimin vivía, y Jungkook confiaba en él y en la suave
respiración de su pecho.

Despierta. Despierta. Despierta.

Jungkook apoyó los codos en el colchón.

Despierta.

Jimin no despertó. No aún.


14

Jimin abrió los ojos y antes de poder articular palabra alguna, una masa
pesada y grande cayó sobre él. Alguien gritó y el cuerpo caliente del
hombre se esfumó.

Jimin pestañeó. Tardó unos segundos en acostumbrarse a la intensa luz que


desprendían los fósforos y en ver más allá de su cuerpo arropado entre
sábanas blancas. Se encontraba en la enfermería, y le alivió ver a Jungkook
sano y salvo.

El lobo se apretaba contra la esquina de la pared, su cabello largo estaba


completamente despeinado, llevaba puesta una camiseta de color gris que le
quedaba pequeña y se apretaba a cada músculo y un pantalón vaquero que
estaba a punto de romperse y pasar a mejor vida.

—Bienvenido —rompió Goeun el tenso silencio, su mano tocó la frente de


Jimin —. Llevas un par de horas dormido, ¿cómo te sientes, Jimin?

—Bien, creo.

—¿Quieres agua?

Jimin asintió con la cabeza. Goeun se movió a la mesa y le tendió un vaso


lleno mientras que los ojos de Jimin no dejaban a Jungkook. Estaba seguro
de que él había sido la masa que lo había aplastado, sin embargo, ahora
parecía temer acercarse a él.

—¿Recuerdas lo que pasó anoche o quieres que te refresque la memoria?

—Me acuerdo.

Ojalá no hacerlo.
—Ese lobo…

—Es mi hermano. O lo era, antes de convertirse en eso.

—Lo sabemos. ¿No quieres saber dónde está?

—¿Está muerto? —preguntó de inmediato.

Una parte de él lo quería. Una parte egoísta y malvada. Sin Jade en su vida
la mitad de sus preocupaciones se desvanecerían, pero tenía que recordar
que era su hermano mayor, la única familia que tenía.

—Ocupa tu lugar en la celda. Tiene un par de costillas magulladas y la


muñeca rota, pero no me ha dejado curarlo.

—No lo hará —sonrió con tristeza.

Incluso cuando eran más pequeños, Jade nunca dejaba que Jimin cuidara de
sus heridas. No quería que su pequeño hermano las viera o tuviera que
enfrentarse a la sangre tan pronto.

—Namjoon quiere hablar contigo antes de sentenciarlo.

Jimin asintió.

—¿Qué pasará conmigo?

—Eso dependerá de tus respuestas.

Jimin asintió de nuevo.

—He tenido que darte unos cuantos puntos en el estómago, así que será
mejor que no te levantes en un par de días y evita hacer algún movimiento
brusco hasta que la herida cicatrice. ¿Necesitas algo antes de irme?

—No, gracias.

—Suni pasará a revisar tu fiebre y a traerte un poco de comida. Si necesitas


algo estaré en la habitación de al lado.
—¿Eunwoo… Eunwoo y Kai están bien? —preguntó antes de que se
marchara.

—Están bien. No te preocupes, nada que no pueda arreglar.

Esa última frase no consiguió tranquilizarlo, pero se aferró a lo primero que


Goeun había dicho. Estaban bien. Los dos Alfas estaban bien. Eso quería
decir que no habían muerto. Jimin dejó que su cuerpo tenso se hundiera
entre las mantas y el colchón sin olvidar los dos ojos que aún no lo perdían.

—¿No vas a decir nada, Jungkook?

Jungkook abrió la boca, luego volvió a cerrarla. Jimin le dio su tiempo para
que pensara en sus palabras.

—¿Jimin ser… Jimin ser malo? —preguntó al cabo de unos segundos.

Sus cejas estaban fuertemente apretadas.

Jimin había deseado que las acusaciones de asesinato no le hubiesen llegado


a él. Quería tener al menos una oportunidad de explicarse, de contarle toda
la verdad ahora que no había otra salida.

Su hermano Jade estaba preso. Su antigua manada… Jimin no quería pensar


en lo que había hecho con ella, pero nada bueno. A Jimin también le
esperaba su sentencia. Todos los secretos iban a salir a la luz y Jimin no
podía estar más aterrorizado. No por Eunwoo, ni Kai, ni Namjoon. No por
perder su respeto, ya que ningún lobo de esta maldita manada lo había
apreciado, si no por Jungkook. Su Jungkook.

—Yo… Jungkook…

—¿Jimin matar Alfas? ¿Jimin matar muchos Alfas?

Jimin apretó el vaso de cristal con sus dedos.

—Sí —confesó al final.

—Preguntar. Jungkook querer saber.


—¿Quieres saber por qué maté a tantos Alfas?

Jungkook asintió y Jimin decidió que todo estaba perdido

Jungkook lo iba a abandonar. Jungkook lo iba a rechazar. Jungkook le iba a


temer.

—Porque mi hermano me lo pidió.

—Jungkook no entender. Jimin explicar.

Jimin tomó aire y lo soltó.

—Yo… ¿Puedes acercarte? —Casi fue una súplica.

Jungkook apretó la mandíbula.

—Jungkook no poder.

Vale. Lo entendía, pero dolía de todas formas.

Jimin deslizó la mirada al vaso, se tomó unos segundos.

—Yo… nací en una manada pequeña. Mi padre era el líder, se llamaba


Hyosup, y mi madre, Haneul—Jimin miró a Jungkook y él asintió—. Tenía
una hermana pequeña, Lisa. Ella murió por una enfermedad extraña, no
contábamos con medicinas y nuestros sanadores eran muy mayores. Mi
madre pasó mucho tiempo culpabilizándose por su muerte hasta el punto de
no querer estar con Jade ni conmigo. Yo no la entendía, me enfadaba mucho
con ella —recordó Jimin con una pequeña sonrisa—. Y Jade siempre venía
a consolarme y a jugar conmigo. Una noche, la manada vecina con la que
mi padre había tenido algunos problemas por el territorio, nos atacó.
Ellos… —Jimin mordió su labio— Ellos eran Alfas. Consiguieron llegar
hasta nuestra cabaña y obligaron a mi padre y a mi madre a arrodillarse ante
su líder. Mi padre se negó. Les dijo que eran lobos sin honor, luego los
mataron.

Jimin evitó las partes más escabrosas. Evitó pensar en los gritos y llantos de
su madre cuando el cuerpo de su padre cayó al suelo sin vida.
Evitó pensar en la sangre. En la risa del Alfa. En los brazos de Jade que lo
apretaban. En cómo su madre se negó a arrodillarse también, sabiendo que
eso significaba su muerte y la de sus hijos. Pero lo hizo.

—Seguir. Jimin seguir.

Jimin tragó el nudo de su garganta.

—Nos llevaron a la despensa. Dijeron que éramos Omegas, que no


representábamos ningún peligro y se pusieron a beber y a comer sobre la
sangre de nuestros padres. Yo no podía parar de gritar y llorar, mientras que
Jade trataba de tranquilizarme. Un Alfa entró, borracho y enfadado, empezó
a pegarme. Y Jade se metió por el medio. Entraron más Alfas, agarraron a
Jade y se lo llevaron fuera. Mi hermano me dijo que agachara la cabeza,
que no los mirara, que escapase y no regresara a por él. Esa noche, la
manada le hizo daño a mi hermano —Jimin levantó la vista con los ojos
llorosos—. Le hicieron mucho daño, Jungkook. Yo… tuve mi primer celo, y
los maté a todos. No quería. Pero se lo merecían tanto… Arrasaron mi
manada, mataron a mis padres, se llevaron a Jade… Le prometí, le prometí
que ningún Alfa nos volvería a tratar de ese modo, le prometí venganza,
acabar con todos ellos. Torturarlos. Y lo hicimos juntos —Jimin apartó sus
lágrimas de un manotazo—. Trabajé durante mucho tiempo en mis
feromonas. Aprendí a usarlas, a dominar a los Alfas. Jade se nombró a él
mismo líder de la manada, y yo cumplí con todas sus órdenes hasta que me
di cuenta de que no íbamos por buen camino. ¿Lo entiendes, Jungkook?
¿Puedo seguir?

Jungkook asintió sin decir nada.

—Jade quería que asaltara manadas, me ordenó que me llevara a los Alfas,
que los controlara e hiciera un ejército con ellos. El plan era reunir el
máximo de Alfas posibles y luego hacer que se mataran entre ellos —Jimin
no estaba orgulloso de eso. Apartó a padres de sus hijos, hizo lo mismo que
la manada de Alfas le hizo a él y se convirtió en un monstruo—. Tuve que
irme. No podía seguir haciendo eso, pero sabía que si me quedaba junto a
Jade, haría todo lo que él me pidiera, incluso acabar con mi vida. Me
escapé, si quieres llamar a eso traición, puedes hacerlo. Luego, me encontré
contigo. El resto… el resto ya lo sabes.
Jimin evitó mirar a Jungkook. ¿Qué pensaría de él ahora? Le había contado
todos sus secretos, se sentía desnudo. Más que eso. Estaba completamente
desnudo con una flecha apuntando a su corazón. No esperaba una buena
reacción de Jungkook, estaría bien merecido si Jungkook le golpeaba y se
iba, al fin y al cabo le había mentido y ocultado que era un cazador de
Alfas.

—¿Jungkook? —preguntó con miedo.

Jungkook no respondió.

—¿Vas a golpearme?

Jungkook no respondió.

La mano de Jimin tembló cuando la llevó hacia su cabello.

—Supongo que esto acaba aquí, ¿verdad?

Jungkook al final despegó la espalda de la esquina de la pared, Jimin


encogía los hombros a cada paso que el lobo daba, se hizo un ovillo en la
cama. Miró al suelo, o más bien a las sábanas que lo cubrían pero que no
iban a protegerlo de lo que Jungkook decidiera hacer con él, y expuso su
nuca.

Jimin vio la sombra, luego lo sintió. La cabeza de Jungkook presionaba


contra la suya, su manos lo envolvieron, tiraron del rostro de Jimin hacia el
cuello de Jungkook, y Jimin se aferró a los hombros de lobo para tomar un
pequeño impulso. Los puntos de su estómago se tensaron pero no le
importó. Jimin tenía la cabeza metida en el cuello de su pareja. De su Alfa.

Lloraba y tiraba de él y respiraba madera y picante.

—Jungkook… —gaznó.

—Jungkook bien.

—Pero…
—Todo estar bien. Jimin no ser malo. Jimin ser bueno.

—He matado, Jungkook —Jimin apretó los labios contra la piel del cuello
de Jungkook.

—Jimin no tener opción. Jimin ser como Jungkook.

Jimin levantó la cabeza, solo un poco.

—¿De qué estás hablando, Jungkook?

—Jungkook matar. Jungkook no querer.

—¿Matar? ¿Fue tu madre, Jungkook?

—Madre… Sí. Jungkook matar madre. Madre pegar siempre Jungkook.


Jungkook no querer. Madre enfadar y madre pegar más. Jungkook morder.
Madre no pegar más.

Jimin lo sujetó de la camiseta y Jungkook no pudo ir muy lejos.

—Te escucho, Jungkook.

—Jungkook… Jungkook asustar. Jungkook llamar padre. Padre de


Jungkook golpear y encerrar y golpear y encerrar y golpear y…

Jimin agarró las manos de Jungkook que no dejaban de sacudirse.

—Lo entiendo. Lo entiendo, Jungkook. Tranquilo.

Jungkook tomó aire.

—Namjoon salvar a Jungkook. Namjoon encontrar y salvar. Namjoon pedir


a Jungkook no decir nada.

Jimin frunció el ceño.

—¿No decir nada? ¿Sobre lo que tú hiciste?


Jungkook negó con la cabeza.

—Namjoon…

Alguien tocó la puerta en ese momento.

—Siento mucho estropear este bonito momento de confesiones, pero


alguien quiere hablar contigo, Jimin.

Jimin miró sobre el hombro de Goeun. Namjoon estaba ahí. No parecía


feliz, algo que Jimin ya había supuesto. Desde que había llegado a su
manada no había hecho otra cosa más que meterse en problemas y atraer a
Jade. Quizá sí que tenía que haber confesado desde el principio, haber
asumido su castigo.

Castigo que estaba a punto de averiguar.


15

—¿Es necesario que lo hagas ahora? —le preguntó Goeun a Namjoon.

—Sabes que sí.

—Acaba de despertarse. No ha comido aún. ¿No podemos esperar a…?

—Tengo a un psicópata, asesino de Alfas, metido en mi calabozo. No voy a


esperar a que rompa otra celda y escape —Namjoon se coló en la habitación
y Jimin tragó saliva.

Era muy obvio que iba a recibir una buen rapapolvo a parte de su castigo.
Jimin esperaba ser expulsado de la manada, era lo que merecía después de
haber ocultado algo tan grande y haber puesto a todos los Alfas de la
manada en peligro, incluso a Jungkook.

Miró a su lobo de reojo. Jungkook estaba igual de tenso que él, o más.
Contenía la respiración, las anchas venas de su cuello y brazos se marcaban
mientras que apretaba un trozo de sábana en su puño y estaba a punto de
gruñir. ¿A punto? No. Jungkook gruñó en cuanto Namjoon entró en la
habitación. Jimin alargó el brazo. Consiguió rozar el dorso de su mano y la
frente de Jungkook se relajó un poco. Sólo un poco.

—Tu hermano será sacrificado al anochecer —anunció Namjoon.

Jimin no pestañeó durante unos segundos procesando la información.

Sabía que eso pasaría, no era algo nuevo. Goeun ya se lo había dicho
cuando se había despertado. Iban a sentenciarlo. Sentenciarlo a morir.

—¿Al anochecer? ¿Qué hora es? —preguntó con la mirada fija.


—La una del mediodía.

Jimin asintió lento. Estiró sus piernas y retiró la sábana de su cuerpo.

Habían cambiado su ropa por un pijama de color blanco e iba descalzo.

Tocar el suelo fue como andar por fuego, pero Jimin se levantó de la cama y
se sujetó el estómago deseando que sus tripas aguantaran dentro unas horas
más.

—¿A dónde vas? No puedes moverte aún —dijo Goeun tratando de hacer
que regresara a la cama.

—Tengo que hablar con Jade.

—Más tarde.

—Mi hermano va a morir. Quiero estar con él al menos en sus últimas horas
de vida.

—Jungkook, dile algo —rugió Goeun, aún sujetaba a Jimin del brazo, lo
único que le impedía a Jimin salir corriendo hacia el calabozo.

—Jungkook… —habló el Alfa, no añadió más.

Jimin lo sintió en su espalda.

—Estoy bien. De verdad —mintió.

—Namjoon, ¿no puedes aplazar el sacrificio? ¿Y mañana? Jimin tendría


tiempo de recuperar su fuerza e ir a verlo.

Namjoon hizo una mueca de disgusto.

—Y Jade también tendría tiempo de escapar. Las manadas vecinas saben lo


que ha hecho, él y Jimin. Llevan meses informándose entre ellas sobre las
desapariciones de Alfas y me han pedido su cabeza. Si no lo hago yo, lo
harán ellos. Le estoy haciendo un favor.
—Vas a matarlo… —susurró Jimin.

—No dolerá. Lo prometo. Al contrario que ellos, esos Alfas quieren


torturarlo.

Jungkook gruñó y Jimin se descubrió así mismo buscando su calor. Goeun


soltó su brazo mientras que Jimin se enredaba en los de Jungkook buscando
consuelo.

Sabía que pasaría. Sabía que una vez que Jade fuera capturado, todos
querrían su pellejo, incluso Jimin había deseado más de una vez que
estuviera muerto. Pero… pero era su hermano. Era su hermano. Malvado o
no. Desquiciado o no. Roto.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y pronto se vio envuelto en los brazos de


Jungkook. Apretó su rostro contra el torso de Jungkook hasta que su nariz
dolió y sus manos se cerraron en torno a la camiseta. ¿Por qué lloraba? ¿Por
qué estaba llorando? Jimin no lloraba. Llorar era de lobos débiles y
cobardes y Jimin no era uno de esos. Jimin era un lobo Omega dominante.
Jimin tenía poder. Jimin era poderoso. Entonces, ¿por qué se sentía de
nuevo cómo un niño al que le acababan de arrebatar a sus padres?

—Jade está sentenciado, pero… ¿y Jimin? Namjoon, no puedes… —


empezó Goeun.

—No lo castigaré. Lo he escuchado todo y prometí protegerlo. Jimin no


asesinó ni torturó a los Alfas por diversión, Jade sí. Jimin se detuvo y huyó,
pero Jade no lo hará nunca.

Jimin escuchó sus palabras, y cómo hablaban de él, como si Jimin ya no


estuviera en esa habitación. Le dolía. Le dolía estar al lado de Namjoon, y
le dolía mil veces más no poder hacer nada para ayudar a Jade.

Si él pidiera perdón... Namjoon podría cambiar de opinión. Jade podría


vivir. Jimin sintió la risa rascar su garganta. ¿Arrepentirse? ¿En qué estaba
pensando? Jade jamás se arrodillaría ante un Alfa. Jade jamás pediría
perdón. Era demasiado orgulloso. Moriría. Jade iba a morir.
Jimin mordió su labio y soltó un sonido magullado.

Jungkook ayudó a Jimin a caminar hasta el calabozo. Goeun no los había


dejado salir de la clínica hasta que Jimin no se había tranquilizado, comido
y dejado ver su herida.

Le había dado ropa nueva y aunque Jungkook había tratado de ayudar a


vestirse, le había hecho más daño. Goeun había acabado gritándole y
abrochado los pantalones y ahora los dos lobos menos populares de la
manada entraban en las celdas escoltados por Namjoon.

Jungkook no podía dejar de apretar sus puños. Sentía… Sentía algo…


Sentía ira y enfado. Sentía dolor y angustia, ¿era así cómo se llamaba?
Mucha angustia. Su corazón estaba comprimido en una caja y su garganta
se había hecho un nudo que le impedía hablar más aún. Había intentado
hacer sonar su voz, decirle algo a Jimin, algo que pudiera arreglarlo, hacerlo
feliz, pero no podía. Las palabras no salían.

Estaba aterrado.

Namjoon entró junto a ellos, pero se quedó en la puerta, con los brazos
cruzados mientras que Jungkook y Jimin avanzaban por el estrecho pasillo
de celdas hasta la de Jade. No había ninguna ventana en la suya. No había
cama. No tenía nada salvo unos pesados grilletes colgando de sus muñecas
y tobillos.

Jimin se apretó junto a las costillas de Jungkook y Jungkook no lo apartó.


Jade se parecía a Jimin y a la misma vez no se parecía en lo más mínimo. El
cabello de Jimin era rojo, el de su hermano tenía un matiz naranja. El rostro
de Jimin era más redondo, sus orejas pequeñas, y ojos grandes y astutos. En
cambio, no había nada dulce en Jade. Sus facciones eran duras, sus pómulos
altos y pecosos, sus cejas finas y arqueadas y sus ojos… Jungkook sabía
mucho de ojos. Jungkook observaba. Los ojos eran el reflejo del alma y
podía decir sin lugar a dudas que los ojos de ese Omega estaban malditos.

Nada más verlos, Jade rio. Su cabello largo ocultó parte de su rostro
magullado y sus labios formaron una maligna sonrisa.

—Sabía que vendrías —dijo.

A Jungkook se le heló la sangre, pero se mantuvo firme recordándose que


había pasado por cosas peores.

—¿Cómo…cómo estás? —le preguntó Jimin.

—¿No me estás viendo? Estoy encadenado, Jimin. Tu manada me ha


encadenado.

Jungkook dejó que sus dedos se envolvieran alrededor de la muñeca de


Jimin, Jade lo vio. Un músculo tembló en su frente.

—Así que es eso —dijo sacando sus dientes—. Me has vendido por una
polla de Alfa.

—Jade, por favor, no quiero pelear.

—¿No? ¿Y a qué has venido?

—Tienes que entrar en razón. Padre y madre ya no están, lo que le pasó a


nuestra manada no fue justo, pero es el pasado, tienes que superarlo.

Jade trató de llegar hasta los barrotes, las cadenas se lo impidieron y gritó
de dolor cuando tiraron de él hacia atrás. Jimin chilló su nombre, pero
Jungkook no dejó que llegara a la puerta, lo ocultó detrás y no pudo
sostenerlo cuando el Omega cayó de rodillas al suelo.

—¡Traidor! ¡Has vendido tu alma a una manada a la primera oportunidad!


¡Yo cuidé de ti! ¡Yo te salvé y me sacrifiqué por ti! ¡Lo que me hicieron
iban a hacértelo a ti!

—¡Y yo los maté! Pero no puedo más, Jade. No todos los Alfas son así.
Jade escupió a los pies de Jungkook.

—Eres tan estúpido. Tan estúpido. Dices que no todos son iguales, pero
mírate. Comiendo de su mano, agarrándote a su pierna cómo un perro.

Jungkook intentó mantener la cabeza fría. Jade ya no podía hacerles daño.

Estaba encerrado.

—Jungkook es mi compañero —a pesar de su débil voz, Jimin pronunció


las palabras orgulloso.

—¿Compañero? Los compañeros no existen. Son una invención de los


Alfas para mantenernos controlados.

—Padre y madre lo eran.

—Ellos eran Betas. Los Alfas, ellos nos han hecho débiles. Nos han
convertido en esclavos, y enhorabuena, ya eres uno de ellos, hermano —
Jade pronunció la última palabra con burla.

Jungkook sabía mucho de gente malvada. Su padre era malvado, su


madre… su madre se convirtió con el tiempo en alguien malvado, también.

Jungkook lo fue o al menos cometió un delito, pero pidió perdón. Pidió


misericordia y su líder se la otorgó. Sin embargo, ese lobo estaba orgulloso
de todo lo que había hecho. Levantaba la barbilla mientras hablaba, sus
orejas se mantenían firmes mientras que su hermano lloraba enredado en las
piernas de Jungkook.

Jungkook hizo chirriar su mandíbula. Se agachó junto a Jimin y secó sus


lágrimas con su mano.

—Jimin decir suficiente. Jungkook y Jimin regresar.

—No, Jungkook. Espera.

Jungkook no esperó. Levantó a su pareja del suelo sucio de madera y lo


cogió entre sus brazos. Jimin lo golpeó fuerte, tratando de escapar.
—¡Jungkook! ¡Para! ¡Tengo que hablar con él! ¡Tengo que estar con él!
¡Jungkook! —Jimin siguió pataleando y estirando del pelo a Jungkook, pero
el lobo no le hizo caso.

Jungkook era más fuerte físicamente. Lo llevó fuera de la cabaña a rastras


mientras que Jimin lloraba y escuchaba la áspera risa de Jade de fondo.

La manada lo vio, pero no dijo nada y Jungkook entró en la primera cabaña


que vio vacía. En cuanto cerró la puerta, agarró las muñecas de Jimin con
una mano para evitar que siguiera golpeándolo.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué has hecho eso, Jungkook?! ¡Lo van a matar!

—Jimin tranquilizar.

—¡Suéltame!

—Jimin tranquilizar —repitió Jungkook de nuevo.

Aún no había bajado a Jimin al suelo y el Omega se retorcía cómo una


culebra. Jungkook inmovilizó su cadera con su otra mano y apretó el rostro
lloroso de Jimin contra su garganta. Jimin se resistió, pero al cabo de unos
minutos dejó de forcejear y quedó muy quieto respirando en su piel.

—No deberías haber hecho eso, Jungkook —susurró bajo Jimin.

—Jade hacer daño a Jimin.

Jungkook no podía conseguir una mejor explicación. Le hubiese gustado


decirle que no quería verlo llorar. Que su dolor era su dolor. Que lo quería.

Que Jimin era suyo. Pero Jungkook no conocía muchas de esas palabras y
tenía miedo de quedarse mudo a mitad.

—Él no era así antes, te lo prometo. Él era bueno.

Jungkook rozó la cabeza de Jimin con su barbilla.


Su madre tampoco era malvada, ella cambió. Las personas cambiaban y
muchas veces era para peor.

—Sé que es un asesino, pero no quiero que pase sus últimas horas de vida
solo y encerrado. Creyendo que a nadie le importa. A mi me importa,
Jungkook. Quiero volver, por favor.

Jungkook no se movió, era la primera vez que veía a Jimin así.

—Jimin regresar luego. Jimin descansar ahora.

Jimin negó una y otra y otra vez con su cabeza, pero cuando Jungkook
aflojó el agarre de sus muñecas, Jimin las subió hasta su cuello, lo abrazó y
buscó su calor y Jungkook apoyó la espalda en la puerta mientras su cuerpo
descendía hacia el suelo.

La cabaña era una biblioteca. Jungkook había entrado un par de veces


cuando era más pequeño. Namjoon le dijo que iba a encontrar a alguien
para que le enseñara a leer y a escribir, pero el profesor al que acudió se
negó a darle las lecciones a Jungkook al descubrir quién era. Namjoon lo
echó de la manada y se encargó él mismo de enseñarlo hasta que su deber
cómo líder empezó a dejarlo sin tiempo. Fue entonces cuando Jungkook se
dio cuenta de que la manada lo trataba de forma diferente. Cuando estaba
con Namjoon todo eran risas y buenos modales, pero cuando Namjoon se
iba… la manada ya no le sonreía, no se acercaban, lo miraban desde lejos y
apartaban a sus hijos de él.

Jungkook decidió irse a vivir a su vieja casa, aunque nunca volvió a entrar
dentro hasta que Jimin apareció.

—Jungkook cuidar —pronunció el lobo arrastrando la mandíbula por el


cabello de Jimin.

—¿Por qué me siento mal, Jungkook? Jade ha hecho cosas malas, pero no
quiero que sufra. No quiero que muera. Se lo merece, pero no quiero. Si él
pudiera ver esto… Si tuviera una pareja Alfa, si encontrara un compañero, a
lo mejor… —Jimin se sacudió—. Qué tonterías estoy diciendo. No me
entiendes, ¿verdad?
Jungkook lo entendió, pero no conocía palabras de consuelo. Sólo apretó
aún más a Jimin y dejó que le hablara de Jade. Jimin le contó historias
bonitas de su infancia en la manada, le describió su bosque y el pequeño
lago en el que solía chapotear. Le habló de su madre y de su padre y de que
cómo ellos dos se querían y se admiraban. Y luego rió, y volvió a narrarle el
día que perdió a su familia y a su hermano, le contó lo que le hizo a los
Alfas, cómo los asfixió con su olor y cómo recogió el cuerpo de su
hermano. Cómo aprendió a usar su olor y a dominar.

Le contó cómo iba a las manadas y secuestraba a los Alfas más fuertes por
orden de Jade. Y también le confesó el día que Jimin decidió detenerse. El
día que comprendió que los Alfas también sufrían y que no merecían nada
de lo que su hermano le obligaba a hacer. Trató de decírselo a Jade, de
hacerlo parar, aún podía convencer a los Alfas de regresar a su casa, pero
Jade no quiso.

Jade le gritó y le obligó a hacerles daño de nuevo y Jimin escapó.

—No quería meterte en este problema, Jungkook. Por eso me fui. Pero tú
me marcaste.

—Jimin ser mío —recordó Jungkook en voz alta.

Jimin levantó la cabeza. Tenía los ojos hinchados y las pestañas húmedas.
Sus mejillas enrojecidas. Jungkook pasó la lengua por su labio inferior.

Jimin asintió, y Jungkook no supo si el Omega estaba asintiendo a sus


palabras o si había leído dentro de él y descubierto sus sucios pensamientos.

De cualquier forma, Jungkook no dudó.

Agachó la cabeza y lamió las pestañas mojadas de Jimin, luego las otras.

Raspó su mejilla con su barbilla y sus manos apretaron en torno a las


caderas del Omega. Jimin lo seguía sin apartarlo y Jungkook aprovechó
para meter la cabeza en la curva de su cuello, llegar a la marca y morder.
Jungkook clavó los dientes en la cicatriz. Lo necesitaba para recordar. Los
dos lo necesitaban.
16

Jimin abrió los ojos antes que Jungkook . Los dos se habían quedado
durmiendo, Jimin apretando en sus manos el largo cabello de Jungkook y
Jungkook con la nariz enterrada en el de Jimin. De forma muy sigilosa y
lenta, Jimin se levantó del cálido regazo de Jungkook y se colocó de
cuclillas frente a él.

Nunca lo había visto dormir, y era una de las cosas que jamás olvidaría.

Su piel brillaba, su pecho firme se elevaba y descendía de forma lenta y


tranquila, su rostro completamente relajado. Jungkook parecía tener cinco
años menos sin toda esa tensión acumulada en su frente, cejas y mandíbula.

El lobo parecía tan suave como un cachorro y Jimin levantó su mano, pero
se detuvo antes de acariciarlo. No quería despertarlo todavía. Sonrió
débilmente y buscó una ventana, ya que Jungkook se había dormido junto a
la puerta. La levantó con cuidado y pasó bajo ella, mordiéndose el labio
inferior cuando las heridas de su estómago se tensaron.

Hizo que recordara que su hermano había intentado matarlo. Caminó entre
las sombras, esquivando a los miembros de la manada que preparaban el
claro para el sacrificio de su hermano y se coló de nuevo en las celdas.

—¿Has escapado de tu querido Alfa? ¿Lo has matado?

—Cállate ya, Jade. ¿Dónde está la manada?

Una arruga se formó en el rostro pálido de su hermano.

—¿La manada? ¿Qué manada?


—No te hagas el tonto. ¿Dónde está la manada? ¿Qué has hecho con ella?

Jade tiró la cabeza hacia atrás, separando el cabello de su rostro.

—Pensaba que querías despedirte de mí.

Jimin alzó la barbilla.

—¿Crees que me importa lo que te pase?

—Mientes mal, ratilla.

—¡Cállate! ¡Dime qué has hecho con la manada de Alfas! ¿Dónde están los
Alfas que envíaste a buscarme? ¡Dímelo o te juro que usaré todas mis
feromonas hasta que escupas la verdad!

La piel de Jade se oscureció un poco.

—Los he matado —respondió.

A Jimin se le revolvieron las tripas.

—¿Ves? Así se miente.

Jimin lo miró, sonreía. Sin embargo, esta vez no llevaba puesta su máscara
de burla y frialdad, sonreía de verdad.

—¿Qué has hecho con ellos, Jade? —preguntó por última vez con un hilo
de voz.

Jade bajó los ojos.

—Se fueron —encogió los ojos—. Sin tí, dejaron de obedecerme. Da igual,
sabía que eso pasaría.

—¿Los dejaste ir?

—Ellos… Ellos no eran importantes.


Un suspiró brotó de los labios de Jimin, sus dedos se aferraron a la celda y
apoyó la cabeza contra los barrotes.

—Aún puedes arrepentirte, Jade. De todo lo que has hecho. No mataste a


los Alfas, eso significa que hay algo de piedad en ti. Por favor, Jade.
Arrepiéntete y podrás reunirte con papá y mamá en la luna.

—¿Es por eso por lo que estás aquí? ¿Te preocupa mi alma?

—Yo subiré con ellos algún día, y volveremos a estar todos juntos. Por
favor. Y todo volverá a ser perfecto.

—Eres igual de tonto que ese estúpido Alfa al que le juraste lealtad.

—No insultes a Namjoon.

—Namjoon. Si. Me acuerdo de su nombre. ¿Sabes que ha intentado


perdonarme la vida? Me ha pedido un pacto de sangre, Me ha dicho que en
lugar de sentenciarme a muerte, me dejaría vivir en el calabozo si firmaba
con él.

—¿Por qué no lo has aceptado?

Jimin quería llegar hasta él y sacudirlo.

—Porque soy un Omega. Porque papá y mamá jamás se arrodillaron ante


un Alfa. Y yo tampoco lo haré.

—¡Van a sacrificarte! —Jimin sacudió los barrotes.

—No me asusta la muerte, Jimin.

—A ti puede que no, ¡pero a mí sí! ¡Siempre juntos! ¡Somos hermanos!

—Tú me abandonaste primero.

—Tenía que hacerlo. Había que detenerlo todo.

—Has encontrado a una pareja y otra manada. Estarás bien.


—No. No lo estaré. No, sin ti —la barbilla de Jimin temblaba de nuevo, ¿se
estaba despidiendo? ¿Su hermano se estaba despidiendo de él antes de que
lo sacrificaran?

—Has vivido todos estos meses solo, no ha sido difícil, ¿verdad?

—No hagas esto, Jade. No creas que estaré mejor sin ti, porque… ¡mierda!
—chilló.

Jimin había deseado tanto su muerte que ahora ni siquiera podía mirar a su
hermano a la cara y decir lo contrario. Sí. Mierda. Sí. Lo quería muerto,
pero también lo quería vivo y sano. Sin traumas, sin mochilas, sin ser un
asesino. Sin embargo, no había un botón mágico al que poder presionar para
regresar al pasado, y eso su hermano Jade lo había comprendido mucho
antes que él.

—Seguiré siendo un asesino toda mi vida, Jimin, y tú también, aunque no


quieras admitirlo. Tus manos están tan manchadas de sangre Alfa como las
mías.

—Me arrepentí. Arrepiéntete conmigo. ¿No puedes hacer eso por mí?

—Haría todo lo que fuera por tí, lo sabes. Menos enseñarle la nuca a un
Alfa.

Jimin finalmente, lloró. Lo sabía. Claro que lo sabía.

Jade lo había protegido. Jade había perdido su cola por protegerlo, había
perdido su dignidad y muchas otras cosas por él, y ahora perdería su vida,
también por su culpa.

—No vengas al sacrificio. Dile a tu Alfa que te lleve lejos.

Jimin se limpió con la mano, asintió.


Sacrificio.

Bonita palabra para ocultar lo que realmente era.

Una ejecución en nombre de la Luna. Un asesinato en toda regla.

Jimin había visto muchas muertes en su corta vida, pero nada comparado
con lo que le harían a su hermano. Había obligado a Goeun a contárselo o
más bien, lo había persuadido mientras limpiaba su herida. El sanador
también le había recomendado no ir, pero una parte de él necesitaba verlo
con sus propios ojos aunque tuviera pesadillas por el resto de su vida.

Jade se merecía al menos eso. No iba a dejarlo morir rodeado de


desconocidos que lo odiaban.

Jimin no levantó los ojos de sus pies.

Iban a sacar a su hermano encadenado del calabozo, lo iban a atar y


Namjoon… Su barriga se removió y buscó a Jungkook a su lado. Desde
que se había enterado de que había escapado para ir a ver a Jade, no le había
dirigido mirada alguna, pero no se había separado de él y eso era todo lo
que Jimin necesitaba.

El claro empezó a llenarse rápido. Habían colocado unos tablones de


madera a modo de escenario con pequeñas luces que lo iluminaban. El sol
se había escondido, o lo estaba haciendo cuando la cara de la Luna empezó
a salir.

Jimin tembló cómo nunca lo había hecho en su vida y tuvo que esforzarse
para no dejar salir su olor. No iba a permitir que todos esos Alfas

que le enseñaban los dientes a su alrededor se dieran cuenta de que estaba


muerto de miedo.
Cuando Namjoon llegó a la tarima, la mayoría de los presentes aplaudieron
y Jimin sintió un tirón en su muñeca que lo obligó a apartar la mirada. Se
sacudió al ver que era Félix quien tiraba con tanta fuerza de su brazo.
Jungkook le gruñó, pero eso no detuvo al Omega y Jimin fue sacado de la
multitud sin que a nadie le importara.

—¿Qué haces? ¡Suéltame! —chilló Jimin consiguiendo soltarse.

—Namjoon no quiere que veas esto —respondió Félix serio.

—Me da igual. Yo sí quiero verlo.

—Me ha dado poder para reducirte si te niegas a colaborar.

Jimin tiró aire por la nariz cansado de que todos esos grandes lobos
decidieran por él.

Se acercó al Omega. Félix también era dominante, pero era muy inexperto,
agresivo, no controlaba sus feromonas y las dejaba salir cada vez que
peleaba o sentía rabia, se notaba que su cuerpo estaba trabajado y recordó
que en su momento, Félix fue centinela y también que por su culpa ya no lo
iban a aceptar a él y que por eso tendría que hacer labores en la cocina para
el resto de su vida.

—Los dos sabemos que no puedes hacer eso —respondió Jimin.

Félix hizo chirriar sus dientes, los Omegas tenían su orgullo al igual que los
Alfas y Jimin acababa de apuñalar el suyo. Félix soltó la muleta y
Jungkook acabó metiéndose por el medio.

—No pelear.

—Haz que tu compañero me siga o con quien tendrá problemas será con
Namjoon, Jungkook .

—Jimin querer quedarse.

Félix soltó un sonido de exasperación.


—Es peligroso para los dos.

—¿Peligro? —Jungkook ladeó la cabeza y luego miró a Jimin —Jungkook


preguntar.

—Ahora no, tenéis que seguirme hasta la clínica. Sólo puedo decir que
muchos Alfas no están de acuerdo en que se sacrifique a uno de los
hermanos, también quieren ver a Jimin subir a la tarima.

—Jimin no ser malo.

—Eso a ellos no les importa —le respondió Félix.

—Jungkook proteger. Jimin querer ver.

—No puedes pelear con todos esos Alfas tu solo, Jungkook .

—Jungkook poder.

—Namjoon no quiere más sangre.

Jimin no podía creer lo que escuchaba. ¿Ni siquiera podía ver a su hermano
en sus últimos instantes de vida? ¿Le iban a quitar también eso?

—Namjoon no decidirá esto por mí —susurró tratando de sonar seguro.

Su familia ya no estaba. Sus padres, su hermana, su antigua manada.

Iban a acabar también con su hermano, y aunque él mismo se merecía ese


castigo y sabía que Namjoon no era el verdadero villano de esta historia, no
podía evitar enfurecerse con la situación.

—Si no quieres ver a tu compañero con la garganta abierta te aconsejo que


lo metas a rastras en la clínica —Félix lo ignoró, observando atentamente a
Jungkook .

Jungkook no dijo nada durante unos segundos, luego, giró la cabeza hacia
Jimin. Antes de que Jimin averiguara cuál iba a ser su decisión, Namjoon
subió a la tarima. Los lobos aullaron y gruñeron y el líder los silenció a
todos con un movimiento de cabeza.

—Esta noche no habrá celebración tras el sacrificio —la voz de Namjoon


llegó hasta el más oscuro rincón del bosque—. No quiero oír ningún grito o
murmullo de júbilo. Jade se llevó la vida de muchos de nuestros hermanos,
pero antes de eso, se cometió un crimen injusto contra él y su familia, nada
de eso debe ser olvidado. Jade ha aceptado su castigo con honor, y será la
Luna quién le juzgue a partir de ahora.

Las palabras de Namjoon no eran del todo erróneas. Tras ser sacrificado, el
alma del lobo era puesta en una balanza, muy parecido a lo que los
humanos pensaban que pasaba en el más allá cuando fallecían, la única
diferencia era que para los lobos no había cielo e infierno. No había ningún
Dios o ningún malvado Satán. Si la Luna te aceptaba podrías regresar con
tus seres queridos y descansar en paz, si no te aceptaba eras condenado a
reencarnarte una y otra vez, a vivir una vida llena de miseria hasta que ella
te aceptara de nuevo a su lado.

A Jimin se le pusieron los pelos de punta.

Nadie del claro se atrevió a decir nada, pero las feromonas amenazantes de
los Alfas no tardaron en inundar el aire y sus garras estaban cada más
afiladas.

El lobo de Jimin se retorció en una bola en su interior escondiendo la cola,


y por un momento quiso correr hacia la clínica y esconderse de todos.

En el momento en el que Kai entró dentro del calabozo, Jimin se arrepintió


de estar ahí, pero ya era demasiado tarde, sus pies no se movían, y no estaba
preparado para ver a su hermano atado y siendo asesinado. Levantó sus ojos
hacia Jungkook , y cómo si el lobo hubiera leído sus pensamientos, se
colocó delante de él, ocultando su visión.

La nariz de Jimin picó con el familiar aroma a madera, tan cálido y suave…
Dejó que que inundara todos sus sentidos y por un momento se relajó. Unos
segundos… Minutos, que los gritos de los lobos a su alrededor rompieron.
Jungkook giró la cabeza primero y la multitud empezó a moverse
empujando a Félix también contra él. Jimin se agarró a los brazos de
Jungkook , mientras los músculos del lobo y frente se tensaban.

El corazón de Jimin martilleaba contra sus oídos. Las muletas de Félix


cayeron al suelo y Jimin tuvo que sujetar al Omega para que no fuera
directo al suelo.

—¡¿Dónde está?! —escuchó entonces entre la multitud.

—¡¿Dónde está el asesino?! ¡Queremos su cabeza!

—¡Se ha escapado!

Las voces sonaban unas sobre otras. Gritos y gruñidos.

—Vámonos de aquí —susurró Félix, clavándole las uñas en el brazo.

Jimin negó. Quería ver lo que estaba pasando en lo más alto. Soltó a Félix,
que ya había recuperado su equilibrio, y se agarró a la espada de Jungkook
para trepar por su cuerpo cómo si de un árbol se tratara. Kai había salido del
calabozo, pero no había rastro de Jade, nada más que un par de cadenas
rotas. El centinela hablaba con Namjoon en susurros y a los lobos
enfurecidos les quedaban pocos metros para llegar a ellos.

—¡Ha sido él! ¡Miradlo! ¡Él lo ha ayudado a escapar! —el grito hizo que
todos los lobos llevasen su atención hacia él.

—¿Qué? No… —Jimin trató de negar, pero ni siquiera sabía que estaba
ocurriendo.

Los lobos tenían los ojos brillantes, lamían sus labios y mostraban sus
dientes afilados, en pocos segundos, las feromonas se mezclaron y el aire
puro se tornó pesado y apestoso.

—¡Lo sabía! ¡Ningún Omega Dominante trae nada bueno! ¡A por él!

Y se desató el caos.
La multitud se abalanzó sobre ellos. Jungkook gruñía y lanzaba a gente por
los aires, Félix se protegía cómo podía, y Jimin quedó completamente
paralizado, agarrado a Jungkook cómo un niño pequeño mientras que el
lobo grande recibía golpes y mordiscos y arañazos por su culpa. Alguien le
estiró del pelo, y golpeó sus costillas, lo agarraban de la ropa y lo arañaban
y Jimin seguía sin saber nada. Su lobo estaba tan asustado cómo él, se
negaba a salir, a pelear, a que lo derrotaran, a que se burlaran de él.

Sólo quería coger a Jungkook y gritarle que dejara de defenderlo para que
la manada acabara lo que sea que quisieran hacerle, pero era tan cobarde
que iba a arrastrarlo con él.

Jimin recibió un golpe en la mandíbula, y uno de ellos consiguió tirarlo al


suelo, las fauces del lobo iban directas a su rostro. Jimin cerró los ojos, y
escuchó un sonido lastimero. Cuando los volvió a abrir, el lobo había sido
lanzado por los aires, y Eunwoo estaba frente a él, peleando contra todos.

Kai aterrizó desde el aire, ayudó a Jungkook , con un lobo convertido y le


quitó otro que había conseguido morderle el brazo. Jimin se arrastró por la
hierba empapada en sangre hasta el cuerpo de Félix hecho un ovillo y lo
ocultó con el suyo propio, a la espera de que los salvara un milagro. Toda la
manada parecía haberse puesto en su contra, y la verdad era que no le
sorprendía nada, desde el primer día, Alfas y Betas y Omegas habían estado
contra él. Frotó el brazo herido de Félix y buscó con los ojos a Jungkook .

Antes de dar con él, un ronco gruñido cortó el aire. Lleno de peligro. Un
gruñido

que no estaba avisando, ni jugando. Los lobos se detuvieron de golpe.

Todos paralizados. Todos llenos de miedo.

Jimin tuvo que girar su rostro hacia la otra dirección para verlo. Namjoon se
había transformado. Y no habían palabras suficientes para describirlo.
17

El pánico y la adrenalina se alimentaron del cuerpo de Jimin. Tirado en el


suelo sobre Félix, congelado al igual que todos los lobos que se
habían.apelotonado, algunos convertidos, otros en su forma humana y con
los ojos.tan abiertos como platos y mandíbulas desencajadas.

Namjoon había bajado de la tarima, enseñaba las fauces y gruñía desde


lo.más hondo de su garganta. Dio un paso amenazante hacia el primer lobo,
y.éste en lugar de agachar la cabeza y mostrar su garganta, le sacó los
dientes.

Un desafío. Un lobo que ya no respetaba a su líder. Namjoon, no vaciló, se


lanzó sobre el lobo de pelaje marrón, y lo mordió de la nuca mientras que él
se retorcía e intentaba soltarse. Namjoon lo sacudió y lo lanzó por los aires,
el lobo cayó al suelo con un llanto y no volvió a levantarse.

Uno por uno. Namjoon probó a todos los lobos de la manada. Muchos de
ellos bajaban sus cabezas, y los que se atrevían a desafiarlo no acababan
muy lejos del primer lobo. Namjoon luchó con cada uno de ellos, su
pelaje.blanco estaba manchado de sangre, y sus garras hacían boquetes en la
tierra.

Jimin miró a Félix, y su pecho se sintió aliviado al verlo despierto y con los
ojos llenos de…

Namjoon se abrió paso hasta Jungkook y el cuerpo de Jimin saltó de forma


involuntaria. Eunwoo lo agarró del hombro tan rápido cómo pudo y pegó su
mejilla al suelo junto a la suya. Jimin miró hacia Jungkook . Esperaba que
entendiera lo que estaba ocurriendo y esperaba que agachara su cabeza de la
misma forma que él y Eunwoo lo estaban haciendo. No quería que
Namjoon le hiciera daño, pero Jungkook no se estaba moviendo y Eunwoo
tiró más fuerte de él al suelo cuando trató de levantarse por segunda vez.

—Si sigues así acabarás con un boquete en la garganta —le susurró


Eunwoo.

—Jungkook no entiende lo que está pasando.

—Claro que lo entiende.

—No se agacha, está claro que no…

—No es estúpido, Jimin. Jungkook entiende muchas más cosas de las que
nosotros creemos.

—¿Entonces por qué no se agacha? Dile que lo haga —suplicó a Eunwoo


con los ojos llenos de lágrimas.

No quería verlo herido. Dios…, hoy ya había tenido suficiente cómo para
ver a Jungkook volar por los aires con la garganta abierta.

Eunwoo frotó su hombro.

—Es su decisión. Seguir las reglas o rebelarse. Todos tenemos que tomarla.

Jimin soltó un quejido mientras sus manos agarraban trozos de tierra.

Agáchate. Por favor. Jungkook . Por favor.

Jungkook seguía con la cabeza en alto, su torso y brazos sangraban y


alguien había arañado su mejilla. Namjoon le dio una segunda advertencia,
y Jimin supo que no iba a ver una tercera. Cerró los ojos con fuerza, y
cuando los volvió a abrir, Jungkook se había arrodillado y enseñado su
nuca.

Namjoon soltó aire por la nariz, y dirigió toda su atención al siguiente lobo,
poco a poco llegó hasta ellos. Kai no dudó en agacharse, ni Eunwoo, que no
levantó la cabeza de la tierra. Jimin se atrevió a mirar un poco. Nunca había
visto a un Alfa tan grande, a un lobo tan grande. Namjoon estaba lleno de
cicatrices, su espeso pelaje se abría en cada una de ellas. Sus ojos pálidos,
grises. Grandes colmillos y orejas puntiagudas. Jimin contó cinco segundos
y se agachó, sus ojos dieron con Félix, el pobre Omega estaba tan
aterrorizado y magullado que no movió ni un sólo dedo y Namjoon lo pasó
por alto hasta que llegó al último lobo de la manada.

—No entiendo cómo ha podido escapar —le dijo Eunwoo a Drake mientras
que esperaban a Goeun.

Habían ayudado a los más heridos a llegar a la enfermería y Jimin seguía


sentado en una esquina del sofá de la recepción sin poder moverse.

—Cállate, Jimin va a escucharte —le susurró Drake.

Jimin sintió los ojos de Eunwoo y pellizcó sus dedos. Eunwoo se movió
hacia él, pero Jimin eligió no mirarlo ni prestarle mucha atención.
Jungkook había entrado en el siguiente grupo de heridos, junto a los más
dañados, de Félix aún no sabía nada, sólo que habían tenido que llevarlo en
brazos y subirlo a una camilla, y su hermano…

—Oye… —Eunwoo lo llamó y le dió un toque en la frente—. Mira a la


gente cuando te habla.

Jimin subió la cabeza, mordiendo su labio inferior. Le tentaba insultar al


centinela, pero estaba demasiado cansado y preocupado.

—¿Qué quieres, Eunwoo? ¿Vas a insultarme tú también y a culparme por


todo?

—¿Tan malo te parezco? Mira, no he hecho las cosas bien contigo.

—¿Tenías dudas de eso?


—Déjame acabar.

Jimin desvió la mirada hacia Drake. El joven centinela tampoco se había


salvado de los lobos, y alguien tendría que coser el corte de su hombro que
ya había manchado parte de su camiseta.

—Te escucho —escupió Jimin.

—No te he tratado de forma justa. Soy un centinela, y mi deber es defender


a la manada, creí que eras un peligro para todos, y… me equivoqué.

Jimin lo miró. Eunwoo no era el típico Alfa que se bajaba los pantalones y
reconocía sus errores.

—¿Qué?

—Me salvaste la vida. Pudiste haber dejado que tu hermano me degollara


cuando caí al suelo, pero me defendiste.

—Bueno, era lógico que no iba a dejarte ahí tirado.

—Lógico para tí. Yo no hubiera hecho lo mismo. Y quiero pedirte perdón


por eso. Por desconfiar de ti.

—No hace falta que…

—Aceptalo, Jimin —habló Drake entonces—. No sabes cuánto le está


costando decir esto.

—No es verdad. Sé cuando me equivoco —gruñó Eunwoo.

Drake rodó los ojos.

—Sigue pensando eso, cabeza de serrín —le dijo Drake.

—¿Qué me acabas de llamar?

—Cabeza. De. Serrín. Todos sabemos que tienes la inteligencia emocional


de una ameba, pero eso es lo que estamos tratando de corregir, ¿te
acuerdas?

Eunwoo se acercó al centinela.

—Me prometiste que no se lo dirías a nadie —le susurró no lo


suficientemente bajo cómo para que Jimin no lo escuchara.

—No he dicho nada. Sólo te hace falta un poco más de amabilidad.

—¿Más? No puedo ser más amable.

—Yo te he visto más amable.

Jimin chasqueó sus dedos.

—¿Chicos? Sigo aquí, ¿me recordáis?

Eunwoo apartó la mano de la nuca de Drake, que pareció colocar de manera


inconsciente.

—¿Me vas a dar tu respuesta?

—¿No piensas que he sido yo el que he ayudado a Jade a escapar? —


preguntó Jimin.

—No lo creo. Eres listo, pero no lo suficiente cómo para quitarle los
garrotes y sacarlo sin que nadie se diera cuenta.

—¿Acabas de llamarme estúpido?

—Estoy diciendo que eres inocente, y Namjoon también lo cree, si no


hubiera dejado que todos se dieran un festín contigo.

Drake pisó el pie de Eunwoo.

—Eso no es amable, Eunwoo.

—Por la diosa, estoy siendo sincero. ¿Qué más quieres de mí?


Un destello brillo en los ojos de Drake y Jimin decidió acabar la
conversación ahora mismo.

—Acepto tus disculpas, Eunwoo. Y me alegro escucharlas —se levantó de


la silla y sujetó la gasa que la enfermera le había dado para que presionara
en su brazo —Voy a ver cómo va Jungkook y luego buscaré a Félix.

Vosotros podéis continuar con lo que sea que esté pasando aquí.
18

Jungkook levantó los ojos del suelo cuando la puerta de la pequeña


habitación se abrió.

Goeun ya lo había curado, o hecho todo lo posible por coser sus heridas
mientras que el gran lobo se movía de un lado a otro negándose. Él no
necesitaba tanta atención médica, su piel y su cuerpo eran fuertes, y sabía
que sanaría rápido, no comparado con otros Omegas Y Betas que habían
sufrido heridas parecidas en la avalancha.

Sólo tenía que esperar a que el sanador regresara con un ungüento y volver
a su bosque. No le gustaba el olor a clínica y le hacía recordar cosas que
Jungkook no quería.

—Úsalo esta noche para tus heridas, es anestésico —escuchó la voz de


Goeun. Fueron las mismas de esa vez.

—A Jungkook no gustar.

—Te han mordido y cortado. Si se infectan serán peores de tratar y no


necesitas más cicatrices, ¿de acuerdo?

Jungkook sostuvo la mirada del Beta, y luego asintió de forma muy lenta.

—Quiero hacerte un análisis de sangre.

Jungkook negó con fuerza.

—Todos nos hacemos al menos una analítica al año, pero no tengo ninguna
tuya desde…desde ese día. Necesito actualizar tus datos, y sé que no tendré
otra oportunidad cómo esta. No me visitas muy a menudo.
Jungkook apartó la mirada, frunció la boca y estiró su brazo. Goeun no
perdió el tiempo, reunió el material y se colocó un par de guantes,
desinfectó la zona y en pocos segundos tenía una aguja clavada en su
antebrazo. El pinchazo no dolió demasiado, y Goeun no dejó de hablar para
tranquilizarlo.

—Listo. Me encontré con Jimin por el pasillo, creo que estaba buscándote,
pero aún no había sido curado, así que cuando Suni acabe con él podréis
marcharos a casa.

Jungkook asintió.

—¿Te encuentras bien, Jungkook ?

Jungkook levantó los ojos. Por su cabeza cruzaban muchas cosas. Jade
había escapado con ayuda de alguien de la manada. Jimin y sus amigos
habían sido heridos, los lobos se habían revelado y Namjoon había sido
desafiado. Parte de la manada estaba desterrada y Jungkook no quería
pensar en ellos, pero no podía evitar sentirse mal. Jungkook sabía lo que se
sentía al ser apartado de todos. Esos lobos y antiguos hermanos suyos
tendrían que buscar una nueva manada, ser aceptados o vivir para el resto
de sus días solos.

A los lobos no les gustaba estar solos.

—¿Jungkook ?

Jungkook ignoró el calor repentino que subió por su cuello.

—Jungkook estar bien.

—La clínica no cierra por la noche, si te encuentras mal no dudes en venir.

Jungkook se colocó en pie y la puerta se abrió para dejar entrar a Jimin. El


calor ascendió hasta su cabeza y de repente, su boca estaba seca.

Jimin y Goeun hablaron un par de cosas. Alguien o la enfermera Suni había


curado al Omega y revisado que la herida de su estómago estaba bien y
también le habían dado una nueva camiseta de un ligero color rosado con la
que cambiarse.

Las aletas de la nariz de Jungkook se abrieron y luego sacudió su cabeza.

—¿Nos vamos? —Escuchó Jungkook a lo lejos.

Goeun había salido de la sala, Jimin lo esperaba de pie. Su cabello rojo


despeinado, marcas de agarres en su cuello y olor a otros.

Jungkook no respondió, tratando de concentrarse en otra cosa de la sala


para no correr hacia él y… Jimin caminó hacia él, en su frente había una
fina arruga, la misma que se dibujaba en el rostro de Namjoon cuando lo
visitaba.

—Quería esperar a llegar al bosque para decírtelo, pero… yo no ayudé a


Jade a escapar. Sé que no hay mucho a mi favor y que Namjoon está
enfadado. Me escapé para poder hablar una última vez con él, te juro que no
lo saqué de la celda.

Jungkook prestó atención a las palabras del Omega. O lo intentó. Sus


labios se movían muy rápido, su garganta vibraba y sus manos frotaban sus
brazos y seguían hasta su cuello.

Calor. Sed.

Jungkook tragó saliva.

—¿Me crees? —preguntó Jimin en un susurro.

Jungkook sintió el cosquilleo en sus manos.

—Jungkook , te lo juro… —el Omega se acercó con una súplica en sus ojos
—. Sé que mi palabra no es muy de fiar y que… —Jimin colocó las manos
sobre las mejillas de Jungkook y luego soltó un grito ahogado—. ¡Estás
ardiendo! Tengo que llamar a Goeu…

Antes de que Jimin pudiera apartarse y salir corriendo para buscar ayuda,
Jungkook lo agarró de la muñeca y lo apretó entre sus musculosos y
magullados brazos. Respiró hondo y buscó el olor de su pareja con la nariz.

Jimin forcejeó. Sus manos empujaban el pecho de Jungkook y le


preguntaba qué estaba pasándole hasta que su muslo rozó la entrepierna de
Jungkook .

Jimin dejó de forcejear.

—Estás en celo —susurró finalmente Jimin tras unos segundos. Dejó de


empujarlo y subió la cabeza —Jungkook … —sus labios se movieron y
dijeron algo más, pero Jungkook no lo entendió.

Su cuerpo ardía, y su piel empezaba a teñirse con una fina capa de sudor.
Sus pantalones se volvieron incómodos y demasiado apretados y los dientes
se clavaron en su labio inferior.

—Jungkook , aquí no —exclamó Jimin cuando sus caderas se frotaron


contra él—. Toda la manada está fuera.

La respuesta de Jungkook fue un gruñido y un empujón.

—Tranquilo, grandulón. Seguro que prefieres hacer esto en el bosque.

—Bosque —repitió Jungkook dolorido.

Nunca le había dado demasiada importancia o tiempo a sus celos.


Jungkook siempre tenía cosas mejores que hacer como cortar leña o cazar,
así que simplemente aliviaba su dolor un rato y regresaba con sus tareas.
Sin embargo, tener a Jimin a su lado… poder tocarlo…

—Sí, estaremos mejor ahí. Déjame llevarte.

Jimin trató de separarse y el lobo reaccionó apretándole más.

—No —rugió.

—No podemos andar abrazados.


Jungkook negó fuerte con su cabeza y empujó de nuevo a Jimin hasta que
el Omega quedó sepultado contra la pared. Apretó su rostro en su garganta
y soltó un llanto cuando el olor de Jimin continuó siendo neutral.

—Olor —pidió Jungkook .

—Aquí, no. ¿Qué pasa si entra alguien?

—Oler. Jungkook querer oler. Sólo oler. Jungkook calor. Jungkook oler.

—¿Si suelto mi olor iremos al bosque?

Jungkook asintió con la cabeza y sus labios no tardaron en encontrar su


marca y apoyarse en ella.

—Vale, pero no puedes negarte luego, ¿de acuerdo?

Jungkook respondió, pero no supo el qué. Segundos después, el olor a


Jimin llenó cada rincón de la sala y las piernas de Jungkook temblaron.

Estrellas y bosque. Pareja y fuego.

Olfateó fuerte, soltó un gruñido incontrolable. A pesar de lo bien que olía,


esa tela rosada llamada camiseta lo estaba molestando con su hedor a Beta,
así que sus manos descendieron hasta la cintura del Omega y las garras se
encargaron de hacer los boquetes necesarios para poder rozar su piel.

—¡Jungkook ! —Jimin se crispó.

—Olor a Beta. No gustar.

—Era prestada, tenía que devolverla.

Jungkook medio sonrió, divertido. Pocas veces lo hacía. Lamió su labio


inferior y luego bajó la cabeza para probar la mejilla de Jimin. Fue áspero.
Delicioso. Agarró la mandíbula del Omega e inclinó su cabeza hacia un
lado.
La marca. Sus dientes. Alargó su mano libre y acarició los bordes
irregulares. La piel levantada y sellada, el lugar exacto en el que sus
colmillos habían entrado y salido, y se sintió tan… bien al recordarlo. Una
sensación poco conocida subió por su cuerpo, la bestia que llevaba dentro
se sacudió y las garras no tardaron en salir.

Jimin dijo algo, pero Jungkook no podía escucharlo, estaba demasiado


concentrado en esa marca. En su garganta, que subía y bajaba, en el pulso
acelerado de su presa, y en el movimiento tembloroso de su cuerpo.

Cerró los ojos. No podía perder el control. Sin embargo, éste escapaba de
sus dedos y la bestia empujaba más en su mente. Frotó sus caderas,
sepultando al Omega contra él, pero eso no era suficiente. Agarró la nuca de
Jimin, y le dió la vuelta, aplastando su mejilla en la puerta y apretando su
entrepierna sobre su trasero. Seguía sin ser suficiente. Bajó los pantalones
de Jimin de un tirón.

—Jungkook , para —musitó Jimin en una súplica.

Jungkook lo ignoró. No podía pensar en otra cosa que no fuera estar dentro
de él. En marcarlo aún más con su olor, en llenarlo. En que fuera suyo. Si.
Todo suyo. Jimin. Su Jimin.

Apretó de nuevo su cadera contra él, pero gruñó al darse cuenta de que aún
había tela que los separaba, sus garras perforaron la fina ropa interior y
antes de sepultarlo de nuevo, Jungkook recibió un manotazo en la mejilla.

No fue el dolor lo que le hizo detenerse, si no los ojos llenos de lágrimas y


pavor de Jimin. Jungkook se apartó de él, empujándose hacia la otra
esquina de la habitación. Sus manos temblaron.

—Jungkook … —un graznido salió de la garganta magullada de Jimin.

Jungkook negó con la cabeza. Cruzó la separación y rozó el hombro del


Omega antes de salir corriendo.
Jimin golpeó y derribó a alguien mientras se sujetaba los pantalones en su
sitio y salía tras Jungkook , pidió perdón y tropezó al bajar el escalón de la
clínica.

Levantó los ojos para ver cómo el Alfa se dirigía hacía el bosque, sin perder
más tiempo y suponiendo que Jungkook regresaría de vuelta a su territorio,
Jimin corrió lo más rápido posible.

Debería de haberse dado cuenta antes de que Jungkook estaba en celo, pero
su olor era demasiado débil, no cómo los Alfas a los que Jimin estaba
acostumbrado a oler en su antigua manada y que tenía que tapar su nariz
para no vomitar cada vez que estaba cerca de ellos. Tal vez se debía a que
Jungkook era un Alfa recesivo y Jimin acababa de darse cuenta de que no
sabía mucho sobre sus celos.

Aumentó el ritmo, pensando en cómo podía ayudarlo hasta que llegó al


territorio y siguió sin tener ninguna pista sobre él. Se dio cuenta de que la
puerta de la cabaña estaba abierta y entró en ella no muy seguro de
encontrar al lobo ahí.

A Jungkook no le gustaba esa cabaña y prefería pasar todo el día y noche


en el bosque. A pesar de eso, Jimin escuchó un ruido. Sus orejas se
movieron de una lado a otro y tomó una bocanada de aire antes de entrar.

—¿Jungkook ? ¿Estás aquí?

El lugar seguía pareciendo abandonado por dentro, lleno de insectos y


telarañas. Jimin había querido limpiarlo y tirar todos los muebles rotos, pero
este era el territorio y hábitat de Jungkook , y no sabía cómo se sentiría el
Alfa si un día entraba y no encontraba absolutamente nada en su casa, así
que dejó el tema para cuando lo de Jade estuviera zanjado y su relación
fuera más estable, algo que iba cayendo cada vez más en picado por las
mentiras y secretos de Jimin.

Abrió la puerta del baño, casi temblando. Suspiró, ahí no estaba.

Regresó al salón y observó la segunda puerta cerrada, habían telarañas rotas


alrededor de la manivela. Jimin cuadró sus hombros, pero un gruñido
procedente de la habitación hizo que el lobo terminara de encogerse.

No sonaba a Jungkook . No sonaba nada a Jungkook , pero olía a Jungkook


.

Con el miedo asomando por cada uno de sus poros, Jimin se acercó a la
puerta de madera. Chirrió al abrirse, y una nube de polvo lo cubrió entero,
si fuera ya estaba sucio, este lugar parecía que no había sido abierto en
años.

Era una despensa vieja, oscura y llena de telarañas, las estanterías estaban
cubiertas de polvo y pelusas y en las paredes habían salpicaduras de tinta
roja.

Jimin frunció el ceño, y siguió avanzando lentamente con la garganta hecha


un nudo. No le gustaba ese sitio. Olía mal. Olía a hierro oxidado y los lobos
odiaban el hierro. Tropezó con una caja de madera y entonces, algo gruñó.
Jimin se detuvo de golpe, giró su cabeza y su lobo tembló de miedo.

Había una especie de celda dentro de la despensa, los barrotes estaban


completamente negros y torcidos y había un hueco lo suficientemente
grande para que una persona pudiera entrar por él.

Jimin se humedeció los labios con la lengua y se acercó. Dentro de la celda


había algo. Había alguien.

Él lo miró fijamente.

El lobo era… grande. Puro músculo. Pelo había crecido en todas partes.de
su cuerpo, tenía garras, dientes afilados y un rostro que estaba entre mitad
hombre y mitad bestia. Sus muñecas estaban encadenadas y los grilletes
iban más allá de la pared.

—¿Jungkook ? —habló Jimin, vacilante—. ¿Me entiendes?

El lobo lo miró, sus ojos brillantes se entrecerraron y sus fosas nasales se


dilataron.

Jimin se acercó un paso más a la celda.

—Sabes quién soy, ¿verdad? —dijo con temor. Todo era muy
confuso..Jungkook no era un mestizo que podía convertirse, era un lobo
Alfa completo, ¿por qué se había convertido en esto?

Un gruñido sacó a Jimin de sus pensamientos.

Tembló. El Alfa le enseñó los dientes, sus músculos se tensaron y tiraron de


las cadenas.

—Jungkook , para. No hagas eso —Jimin hizo una mueca cuando vio que
sus muñecas empezaban a sangrar. El hierro le estaba cortando la piel—. Te
estás haciendo daño.

Entró en la celda a pesar de todo y agarró al Alfa del brazo. Jungkook se


puso rígido, sus ojos fijos en Jimin de nuevo.

Con el corazón a punto de estallar, Jimin tragó saliva. Y a pesar de que


Jungkook estaba atado, se sintió como una presa, pero no soltó su brazo.

—Te haces daño —repitió más suave—. Déjame ayudarte.

Jungkook volvió a sacudirse, sin saber si eso era una respuesta negativa o
afirmativa, Jimin se arriesgó. No lo iba a dejar ahí metido.

—Sé que eres tú, Jungkook . ¿Puedes escucharme?

El lobo seguía mirándolo, tiró de nuevo de las cadenas y el hierro rasgó sus
muñecas. Jimin olió la sangre de su pareja.
—¡Para! ¡Para, Jungkook ! Por favor…

Jungkook seguía tratando de llegar hasta él. Jimin pensó en dejar salir su
olor y feromonas, pero no sabía cómo eso podría afectarle, o si lo volvería
más loco e irracional aún. Miró a su alrededor y salió de la celda, tratando
de ignorar los movimientos más agresivos de Jungkook por llegar hasta él,
para buscar las llaves de las cadenas o cualquier cosa que consiguiera
romperlas.

Reunió un par de ellas por toda la casa y se llevó también un par


de.cuchillos que mantuvo lejos de la celda para evitar que Jungkook se
hiciera daño. Entró de nuevo en la celda, más decidido que antes y probó
con las primeras llaves. Obligó a su cuerpo a relajarse y se centró en abrir
las cadenas antes de que éstas le hicieran mucho más daño a Jungkook .
Probó con la tercera, un poco más pequeña, y sonrió aliviado cuando
funcionó. Su sonrisa fue borrada cuando una mano con garras agarró su
muñeca. Un segundo después, Jimin se encontró tirado en el suelo con el
Alfa sobre él, y sus garras afiladas presionando contra su garganta.

Jimin se humedeció los labios con la lengua.

—Jungkook . Sólo quiero ayudarte —dijo sintiendo su cuerpo arder—.


Grandulón, soy yo. No quiero hacerte daño.

El Alfa inhaló cerca de su oreja, y Jimin fue más que consciente del cuerpo
pesado y semidesnudo encima de él. De la dura cadera entre sus.muslos y
del fuerte aroma del Alfa por el que su cuerpo empezó a reaccionar. Olía tan
bien. Madera y hogar. Lobo. Casa. Algo que Jimin llevaba demasiado
tiempo buscando y que al fin había encontrado.

Entonces, fue jodidamente consciente de lo mojada que estaba su ropa


interior y de lo asustado, a partes iguales que también estaba.

Era Jungkook . Trató de recordar.

No era un Alfa loco cualquiera. Era su Jungkook . Su dulce Jungkook .


A pesar de que Jimin era dominante, se encontró a sí mismo bajando los
ojos y descubriendo su garganta. El Alfa gruñó, empujó su rostro contra su
cuello y sus feromonas se volvieron tan abrumadoras que Jimin gimió y
abrió las piernas. Él quería. Quería… algo duro dentro de él. O más que
querer, lo necesitaba.

Una parte de él, la parte que todavía estaba tratando de pensar, le gritaba
que se largara de ahí. Que ese lugar no era seguro, y que Jungkook ahora
mismo no era su adorable Alfa recesivo, pero Jimin no pudo. No tenía ni
idea de que era posible desear tanto, tan rápido, hasta sentirse
completamente desesperado por ello.

Antes, en la enfermería, el miedo había ganado. Había golpeado a


Jungkook a pesar de querer lo mismo que él y lo había rechazado. Él había
causado esto. Y él tenía que arreglarlo.

Jungkook gruñó en su cuello, su cuerpo poderoso vibrando, y luego unas


manos duras y ásperas se colaron entre sus muslos y nalgas. Jimin contuvo
la respiración, sus caderas se movieron hacia arriba y casi lloró cuando
Jungkook retiró sus dedos. De repente, algo empujó contra él. Algo grueso
y duro.

Jimin gritó, sus ojos se agrandaron y desenfocaron. Por la diosa.


Jungkook estaba completamente dentro de él. Y se sentía tan malditamente
bien. Jimin gimió, llevó una mano a la cadera del lobo, necesitando un
momento para que tanto su mente como su cuerpo pudieran adaptarse, pero
Jungkook no estaba nada de acuerdo. Empujó duro y rápido, gruñidos de
animal salían de su garganta mientras que su miembro entraba y salía de él.
Jimin no podía dejar de gemir, incapaz de pensar en nada, incapaz de
reaccionar, apretando alrededor de su miembro, sus uñas hundiéndose en la
gigantesca espalda del Alfa.
Ni siquiera estaba en celo y la amenaza era real.

Jimin confiaba en Jungkook , pero no sabía nada de la bestia que tenía


encima ahora mismo sacudiendo todos sus nervios. Podría arrancarle la
garganta y su lobo ni siquiera reaccionaría sumergido en el placer.
Jimin se arqueó, agarrándose a los brazos de Jungkook , saboreando el
peligro y empujando sobre la envergadura que lo golpeaba una y otra vez
sin descanso.

—Jungkook , más… Ahí, más.. —ni siquiera sabía si el lobo lo escuchaba,


o entendía o lo reconocía— Ahí, dios… si.

El Alfa gruñó, y hundió los dientes en su cuello, justo en la marca, y el


mundo se vino abajo. Todos sus sentidos se aceleraron, ola tras ola de
placer. Jimin se corrió con un sollozo, apretando el miembro en su interior,
con fuerza. Jungkook se quedó rígido y Jimin sintió cómo el líquido
caliente lo llenaba por dentro antes de que el lobo se desplomara sobre él.

Sin dejar aún que el pánico se apoderara, Jimin buscó el rostro de


Jungkook con sus manos, lo levantó para darse cuenta de que estaba
volviendo a la normalidad y suspiró lleno de alivio mientras acariciaba sus
mejillas hasta que los ojos del lobo se abrieron lentamente.

—Tranquilo —trató de decirle con voz suave, aún estaba dentro de él. Aún
seguía duro y su agujero no dejaba de retorcerse esperando ser embestido
de nuevo. Algo que no sucedió.

Jungkook lo miraba horrorizado, y a pesar de todos los esfuerzos de Jimin


por mantenerlo a su lado y por decirle y gritarle que todo estaba bien,
Jungkook salió de dentro de él y volvió a dejarlo solo.
19

Jungkook había desaparecido. Jimin había registrado cada rincón del


bosque, gritado su nombre, desprendido parte de su olor para atraerlo y
sacudido cada árbol con la estúpida esperanza de que cayera del cielo.

Jimin mordió su labio inferior lleno de impotencia y con lágrimas en los


ojos. ¿Por qué nada podía salir bien en su vida? Empezaba a pensar que
había una conspiración alrededor de él. Desde que nació, nada había salido
bien. Su manada fue atacada, sus padres asesinados, fue maltratado y su
hermano perdió totalmente la cabeza, y cuando al fin se arma de valor para
escapar, y encuentra a su pareja, más y más problemas.

Sabía que Jungkook no era un lobo normal, que su vida había sido igual de
dura o incluso más que la suya, y que iba a ser un gran desafío abrirse
camino entre tantas mentiras y acertijos. No se estaba rindiendo, Jungkook
era su pareja, el dulce lobo que lo había protegido, pero estaría bien que
alguien le explicara de una vez lo que estaba pasando con él.

Más que decidido a obtener sus respuestas y a encontrar a Jungkook , corrió


hacia la cabaña de Namjoon. No se molestó en llamar a la puerta. Estaba
cansado, enfadado, dolorido y un cúmulo más de emociones irracionales a
las que no podía darle el mando de su cuerpo si no quería que alguien
saliera herido.

—La puerta existe por una razón, Jimin —dijo Eunwoo.

—¿Dónde está Namjoon?

—Está ocupado.

—Tengo que hablar con él.


—Sigue estando ocupado.

Jimin hizo sonar sus dientes.

—¿Qué le ha pasado a tu ropa? —preguntó el Alfa, continuaba tieso, frente


a una puerta, por lo que Jimin imaginó que Namjoon estaría en el otro lado
y que Eunwoo sólo estaba cumpliendo con sus órdenes de que nadie lo
molestara.

Lo entendía, acababa de sufrir una rebelión, parte de sus Alfas habían sido
expulsados de la manada, Jade, un asesino Omega en potencia había
escapado, sin contar los heridos causados por la revuelta, y a Félix. Incluso
los líderes necesitaban un momento para despejar sus cabezas y descansar,
pero Jungkook había huído, y no lo encontraba y Namjoon tenía que
saberlo. Tenía que saber dónde se encontraba.

Se apresuró con paso firme hacia la puerta, y antes de poder tocar la


manivela, Eunwoo se colocó delante.

—¿Qué le ha pasado a tu ropa y a tu cuello? —repitió suave.

—Tengo pareja, deberías saberlo —gruñó. Ni siquiera le importaba su


aspecto desaliñado, había conseguido cambiarse los pantalones rotos antes
de salir tras Jungkook , pero no había perdido tiempo en mirarse al espejo o
peinarse—. Es urgente, Eunwoo.

—Namjoon está con Félix, ha pedido que nadie lo moleste.

—Jungkook ha desaparecido. Ha… —Jimin tomó aire. Sus manos


temblaban y estaba perdiendo el poco control que tenía. Levantó los ojos
hacia Eunwoo—. No lo encuentro.

—Jungkook suele desaparecer.

—Está en su celo, se ha transformado, cree que me ha hecho daño y se ha…


—Jimin decidió guardarse lo de las cadenas para él mismo—. Voy a entrar
en esa habitación, no me importa pelear.
—Espera aquí —Eunwoo habló tras unos segundos y Jimin guardó la calma
mientras que el centinela entraba en la habitación. Eunwoo volvió a salir, le
hizo un gesto con la cabeza y Jimin soltó de golpe el aire retenido

—. No te acerques a Félix.

Jimin asintió con la cabeza.

La habitación estaba iluminada por un par de bombillas, Félix se encontraba


medio erguido en la cama, con los brazos cruzados, serio y el rostro
magullado. Namjoon sentado junto a su pierna, su ceño totalmente fruncido
y tan pálido cómo una hoja de papel.

—Namjoon —su voz sonó débil.

El olor de Namjoon estaba en todas partes, era aterrador, molesto, y tan


incómodo que deseó poder correr a los brazos de Jungkook y enterrar la
cabeza en su cuello.

Namjoon desvió su mirada hacia él. No dijo ni una sola palabra, pero Jimin
sabía que nada bueno había ocurrido en esa habitación entre ellos dos. No
importaba. Jungkook . Jungkook era lo más importante ahora.

—Jungkook . No está. Lo he buscado por todo el bosque.

—A veces, Jungkook necesita estar solo —fue su respuesta, casi la misma


que la de Eunwoo, y Jimin apretó tanto sus puños que se hizo daño.

—Es diferente. Está en celo, se ha encerrado en esa especie de cárcel que


tiene en su cabaña y luego ha echado a correr. No está en ningún sitio y
Jade sigue suelto, y…

Dios… Odiaba tanto tener que pedir ayuda a Alfas y a cualquier tipo de
lobo, siempre había preferido hacer las cosas a su manera, y resolver sus
propios problemas que tener que esperar a que un Alfa oloroso le resolviera
la vida.

—Está bien, Jimin.


—¡No! —chilló.

¿Por qué nadie quería ayudarlo? ¿Por qué nadie se preocupaba por
Jungkook ? ¿Por qué nadie trataba a Jungkook cómo una persona en lugar
de un animal? Claro que Jungkook a veces desaparecía, eso lo sabía Jimin
muy bien, pero esta vez era diferente.

Jimin sabía que Jungkook estaba asustado, que creía que le había hecho
daño, y encima estaba en su celo. Los celos hacían que los lobos se
volvieran doblemente irracionales. Dominantes o recesivos. No importaba.
¿Es que nadie pensaba en su seguridad?

—Si Jungkook se ha ido, es porque necesita estar solo.

—Una mierda. Todos decís lo mismo, pero únicamente lo hacéis para


sentiros mejor. Jungkook tiene una maldita celda con cadenas en su casa en
la que se encierra. ¿Por qué? ¿Quién puso eso ahí? ¿Acaso te importa
alguien más de la manada que no sea Félix?

Namjoon se levantó y Jimin se arrepintió de haber dicho esas últimas


palabras.

—¿Crees que no me importa Jungkook ?

—No lo parece.

—Tú no tienes ni idea de nada.

—¡Pues explícamelo! Todos parecéis conocer a Jungkook mucho mejor


que yo. ¡Dímelo! ¿Por qué no es un lobo completo? ¿Por qué la gente le
odia tanto que tiene que vivir escondido?

Sabía que Jungkook había asesinado a su madre, Chen le había dicho que
nadie hablaba de ese tema, pero Juyeon no había tenido problemas para
sacarlo a la luz y reírse. Namjoon tomó aire. Él también había sufrido un
par de heridas y sus ojos se veían mucho más hundidos.

—Ven conmigo —dijo Namjoon pasando por su lado, abrió la puerta de la


habitación y miró a Eunwoo—. No lo dejes salir de la habitación —ordenó.
Antes de ir tras él, Jimin le dio una rápida mirada al Omega. No es que
Félix le cayera especialmente bien, sin embargo, verlo tan callado, herido y
dócil, le causó un poco de pena. Retiró la mirada para ir al despacho junto a
Namjoon.

—No podemos perder el tiempo, explícamelo por el camino — refunfuñó


Jimin.

—No vamos a ir a por Jungkook .

—¿Qué? ¿Por qué? Ya es de noche, Jungkook tiene que estar por ahí.

—Te puedo prometer que Jungkook está bien, pero si vamos tras él, los
únicos que estaremos en peligro seremos nosotros.

—No te entiendo. Jungkook jamás me haría daño.

—Al igual que jamás pensó en hacerle daño a su madre, pero lo hizo.

—¿Por qué?

Namjoon se apoyó en el escritorio y Jimin dio un par de vueltas ansioso.

—Jungkook … no tuvo la mejor educación. En realidad, no tuvo ninguna


educación. La manada ni siquiera sabía que existía o que había nacido.

—Eso no es posible.

—Su padre era cazador. Por aquella época la manada estaba bastante
dispersa, y habían muchas cabañas y lobos que preferían vivir un poco más
alejados que otros. Él consiguió una hembra.

—¿La madre de Jungkook ?

—Sí, pero no avisó a la manada, tampoco avisó del nacimiento de


Jungkook .

—¿Su padre era Alfa?


—Sí. Bastante dominante, por lo que Jungkook se crió sólo en el bosque.

—¿Y su madre?

—No hay mucha constancia de ella. Se sabe que no era de la manada, así
que a lo mejor era alguna loba solitaria que había sido expulsada o se había
marchado de su manada. Pero al parecer no tenía grandes dotes de madre,
ya que Jungkook desde muy pequeño tuvo que aprender a cazar para poder
comer y sobrevivir.

—Jungkook me dijo que su madre le golpeaba.

Namjoon asintió.

—No se preocuparon de enseñar a Jungkook a controlarse, a conocer sus


instintos, su rabia, o incluso el miedo. Y en medio de una pelea entre ellos,
Jungkook saltó, se transformó antes de tiempo y asesinó a su madre.

Jimin se llevó los dedos a la boca.

—Él no quiso…

—Lo sé. Jungkook no sabía lo que estaba bien ni lo que estaba mal en ese
momento. Su padre, en lugar de llevarlo a la manada, decidió construirle
una celda en su propia casa y encerrarlo.

El estómago de Jimin se revolvió.

—Él le maltrataba.

— No quiero entrar en detalles, pero Jungkook estuvo años en esa celda.


Por eso no puede transformarse en un lobo completo, por eso es inestable y
por eso la manada le tiene miedo.

—Pero tú no, tú lo sacaste de ahí. ¿Cómo lo supiste?

Namjoon observó sus manos durante unos segundos.


—Rumores. La gente escuchaba gritos, aullidos y tras subir al cargo y
cambiar la distribución de la manada fui a investigar.

—¿Qué ocurrió con su padre?

Namjoon no respondió.

—Cuando saqué a Jungkook de ahí, me aseguré de darle la educación y


respeto que no había recibido, pero Jungkook …

—Se marchó en cuanto empezó a entender lo que pasaba a su alrededor —


comprendió Jimin.

—Tenía miedo también de volver a perder el control y hacer daño a alguien


y prefirió la vida en soledad aunque muchos de nosotros nos esforzamos
por incluirlo en todas las celebraciones.

—¿De verdad no puedes decirme dónde está? ¿Qué tengo que hacer?
¿Regresar a la cabaña y esperarlo ahí? ¿Y si nunca regresa? ¿Y si le ocurre
algo?

Namjoon apretó la mandíbula.

—Lo único que puedo decirte para tranquilizarte, es que está en el bosque.
Jungkook tiene un lugar. Un lugar especial, y se enfada bastante cuando
otros lobos entran ahí. No tienes que preocuparte de que alguien…

De repente, la puerta del despacho se abrió de un solo golpe, y Goeun entró


completamente despeinado y siendo un completo manojo de nervios.

—Alguien ha entrado en mi despacho. Han estado rebuscando entre mis


cosas.

—¿Has avisado a Kai? ¿Se han llevado algo?

Goeun negó con la cabeza, tragó saliva.

—Sí, no se trata de eso. Estaba… le saqué una muestra a Jungkook de


sangre para compararla de nuevo. Los papeles… los papeles estaban encima
de la mesa. Sea quien sea, lo sabe.

Jimin miró a Namjoon, completamente confundido por las palabras de


Goeun.

—¿Sabe qué? ¿Tiene que ver con Jungkook ? —exigió, sean cuales sean
sus secretos, estos no parecían acabar.

—¿Has podido distinguir el olor? —Namjoon lo ignoró.

—No, te recuerdo que soy un Beta, pero no ha podido ser hace mucho. Sólo
he salido a tomar un café.

Namjoon salió del despacho cómo una flecha.

—Ha sido un Alfa — Kai entró entonces.

—¿Crees que puede ser uno de los renegados? —le preguntó Goeun.

—Es lo más probable.

—Kai, llama a yoongi, necesito que reunáis a toda la manada en el territorio


neutro, en el comedor. No quiero a nadie en los bosques. Ni un sólo
centinela.

—De acuerdo.

—Es un simulacro de emergencia, no quiero que cunda el pánico.


Eunwoo…

—Félix no saldrá de aquí —respondió él.

—¿Queda alguien en la enfermería, Goeun?

—Dos lobos, pero ni siquiera pueden levantarse de las camillas.

—Ve con ellos, te enviaré un par de centinelas.


—¿Qué es lo que está pasando y por qué parece que el mundo se vaya a
acabar? —inquirió Jimin cansando de que lo ignoraran.

Él también estaba ahí. Demonios.

—¿No lo sabe? —Goeun lo señaló.

—¡Por supuesto que no sé nada! ¡Y no voy a dejar que nadie salga de aquí!
Estoy cansado de tener que ir por ahí suplicando explicaciones. ¿Qué es lo
que tienen los análisis de Jungkook y por qué tenéis tanto miedo de que
otro lo haya visto?

—¿No querías que te llevara a ver a Jungkook ?

—Sí, claro, pero…

—¿Estás pensando en…? —Eunwoo se metió en la conversación sin


alejarse de la puerta.

—Jungkook necesitará un estímulo para volver a la normalidad.

—Es peligroso, Namjoon. Jimin no sabe a lo que se enfrenta.

—Si se trata de Jungkook me da igual. Iré.

Eunwoo rió de forma fría.

—Estúpido niño Omega.

—He visto a Jungkook en su otra forma, no me llames estúpido, sé a lo que


me enfrento.

—¿Sí? Ahora, imagina a Jungkook en esa forma, realmente enfadado.


¿Crees que vas a poder hacerlo parar?

Goeun se inclinó sobre Namjoon para susurrarle algo en el oído. Namjoon


negó con la cabeza.
—Dile la verdad. Namjoon, tienes que decírselo. Los resultados coinciden
de nuevo, y a estas alturas no vamos a poder seguir ocultándolo.

Jimin esperó mordiendo su labio a que el Alfa fijara los ojos en él.

—Jungkook es mi hermano.
20

—Él era tu padre, ¿verdad? —le preguntó Jimin a Namjoon intentando hilar
los cabos sueltos.

Namjoon no detuvo la marcha. Acababan de pasar la cabaña de Jungkook y


el Alfa lo estaba llevando mucho más allá del territorio de la manada.

—Sí.

—¿Cómo… cómo lo supiste?

Namjoon no respondió de inmediato.

—Mi madre me dijo quién era cuando subí al cargo de líder.

—¿Y Jungkook ?

—Nunca supe que él existía hasta que llegué a la cabaña.

—¿Por qué se lo has ocultado? Jungkook siempre ha pensado que estaba


solo. ¿No crees que merece saber que tiene un hermano?

—Las cosas no son tan sencillas.

¿Y qué lo era? Jimin había aprendido por la fuerza que nada en el mundo
era fácil, pero había cosas por las que merecía la pena enfrentarse y perder
una y otra vez.

—¿Planeas decírselo en algún momento?

—No.
Jimin alcanzó a Namjoon saltando por encima de una roca cubierta de
musgo que atravesaba el camino.

—Jungkook tiene derecho a saberlo.

Namjoon giró hacia él.

—¿Para qué? ¿Ayudará eso a Jungkook ? Lo único que hará será ponerlo en
peligro. Le dije a Goeun que no quería que repitiera nunca esos análisis,
Jungkook debería seguir siendo un miembro más de la manada, no un
blanco al que apuntar cuando alguien quiere hacerme daño.

—Querías protegerlo de todo eso.

—Jungkook nació en el sitio equivocado. Sé que no es culpa mía, pero no


puedo quitarlo de mi cabeza. Si sólo mi madre me hubiese hablado de la
existencia de mi padre antes… Jungkook no tendría que haber pasado por
ese infierno.

—Ni siquiera los dioses pueden controlar eso, Namjoon.

Jimin conocía esa sensación. Llevaba toda la vida preguntándose por qué su
hermano Jade y no él, ¿por qué lo eligieron a él y lo maltrataron hasta
romperlo cómo Jungkook ? ¿Por qué no fue Jimin? Pero la mayoría de esas
preguntas no tenían respuesta.

—Mi padre nunca siguió las normas de la manada. Era un lobo solitario,
pero nunca dio problemas. Me pasé toda la niñez preguntándome de dónde
venía, cuales eran realmente mis raíces hasta que mi madre me consideró lo
suficientemente hombre cómo para contármelo y darme a elegir —explicó
Namjoon, retomando el paso—. Fui a la cabaña para verlo, ni siquiera sabía
qué iba a decirle o si quería contarle la verdad. Sólo quería saber cómo era.

—Y encontraste a Jungkook por el camino.

—Jungkook era aún un cachorro —masculló furioso.

—¿Conseguiste hablar con tu padre?


—¿Hablar? —un músculo en su mejilla tembló—. No. No hablamos. Ese
hombre me atacó por la espalda, me dejó ciego de un ojo, y yo me defendí.
Saqué a Jungkook de la celda y lo llevé con la manada.

Jimin sabía el resto de la historia. La manada nunca aceptó del todo a


Jungkook . Habían demasiadas historias retorcidas y maldiciones a su
alrededor que posiblemente cambiarían al contar la verdad.

—Creo… que te equivocas al pensar que lo estás protegiendo así. Yo


también le oculté cosas a Jade, lo abandoné en el último momento en lugar
de enfrentarme a él por miedo y mira cómo ha acabado.

Si Jimin se hubiera enfrentado a Jade en el momento en el que escuchó su


retorcido plan, a lo mejor su hermano hubiera tenido alguna esperanza de
salvarse y no caer en el pozo en el que estaba.

—¿Y si ha sido Jade el que entró en el despacho de Goeun?

Namjoon negó.

—Fue un Alfa.

—Pudo haber conseguido alguno.

—Tu hermano no tiene tanto poder cómo tú, además, tengo a varios de mis
centinelas detrás él, y te aseguro que no ha pisado el bosque desde que
consiguió escapar.

Jimin mordió su mejilla.

Asesino o no, esperaba que su hermano al menos hubiera encontrado un


sitio en el que estar a salvo.

De repente, Namjoon detuvo a Jimin. La Luna se había escondido entre las


grandes hojas de los árboles y sólo unos pequeños rayos de luz lograban
cruzar los resquicios iluminando débilmente el camino. Jimin lo olió en el
aire, en el suelo cubierto de arena y polvo, en los troncos de los árboles que
habían sido arrancados, retorcidos y esparcidos por todo el lugar, y luego,
comprendió las palabras que Namjoon había pronunciado en su casa. Un
lugar seguro.

En el centro del claro habían dos tumbas improvisadas.

La respiración de Jimin tembló.

Ese lugar era de Jungkook . Sólo de él. Era su santuario. Era el perfecto
territorio en el que Jungkook podía ser realmente libre y desatar lo que
llevaba dentro sin hacer daño a nadie. Era dónde Jungkook acudía siempre
que se sentía rechazado, o furioso consigo mismo, y ellos dos no tenían
permitido estar ahí, ni los habían invitado.

Ahora entendía a Eunwoo. Ahora sabía porque ese sitio no estaba guardado
por centinelas, pero seguía siendo territorio de la manada y de Jungkook .

—Tranquilo —le susurró Namjoon—. No te muevas.

—Son las tumbas de sus padres —Jimin jadeó.

—Sí.

—Nos está acechando, ¿verdad? Sabe que estamos aquí.

—¿Te acuerdas cuando te dije que no quería que usaras tus feromonas con
nadie de la manada? —preguntó Namjoon.

Jimin tragó saliva, incluso escuchó el sonido dentro de su cabeza y asintió.

—Lo retiro. Es un buen momento para empezar a soltarlas ahora.

Jimin estaba demasiado nervioso cómo para concentrarse. La oscuridad los


envolvía poco a poco, el cementerio de árboles a su alrededor le hacía
querer gritar, y el olor se volvía cada vez más espeso. Su nuca ardía y sentía
cómo los ojos de la bestia lo miraban fijamente y sin pestañear. Hasta que
recordó quién era esa bestia, y cuál era su nombre.

Estaban hablando de Jungkook . Se trataba de Jungkook . Su compañero. El


lobo que no dudó en gruñir y enfrentarse con Namjoon cuando lo encontró
en su cabaña. El lobo que lo abrazó y lo mantuvo seguro durante toda la
noche. El lobo inocente al que media manada odiaba y la otra mitad le tenía
miedo.

Jimin no sería así. Jimin se negaba a tenerle miedo y a temblar.

Respiró tan hondo que dolió, entonces. Cuadró sus hombros, y caminó
hacia delante ignorando las órdenes de Namjoon para que regresara. Llegó
hasta las tumbas. Sus orejas sacudiéndose con cada paso y crujido y bajó la
mirada hacia ellas. Aunque todos los árboles habían sido destruidos, era
extraño ver que nadie había tocado ni una sola piedra del lecho que cubría
las tumbas. Jungkook ni siquiera las había tocado y Jimin no encontraba
ningún sentido a eso.

Podía entenderlo con la tumba de su madre, pero su padre… ¿por qué


Jungkook cuidaría de su tumba? La única explicación con la que Jungkook
contaba era que se sintiera culpable también por su muerte. Eso explicaría
el caos que había a su alrededor y porque ninguna de las tumbas había
sufrido algún daño.

Jimin apretó los labios, y captó un movimiento por el rabillo del ojo.

Giró su cabeza, y lo vio.

Bestia o no, seguía siendo su Jungkook . Ya lo había visto de esa forma, así
que Jimin repasó el plan en su mente. Había que hacerlo entrar en razón
antes de que el Alfa los encontrara, si es que iba tras ellos, y regresar con la
manada. En su cabeza sonaba sencillo, pero la última vez que Jimin lo vio y
trató de hacerlo, Jungkook acabó rompiendo su ropa y empujándose dentro
de él antes de escapar. Esta vez, tenía que hacer algo más.

Jimin no bajó la mirada, eso lo pondría en una bandeja de plata. Alzó la


cabeza firme y el brillo en los ojos de Jungkook se intensificó hasta que
decidió salir de su escondite y mostrarse.

No recordaba que fuera tan grande. No recordaba que fuera tan


inmensamente precioso y voraz. Desnudo y cubierto de pelo. Grande. Con
fuertes garras y colmillos que no dejaban de amenazarlo, y aún así,
Jungkook no atacaba.

Miraba y gruñía, hasta que sus ojos dieron con Namjoon.

El Alfa se había acercado a Jimin por la espalda, tal vez suponiendo que
Jungkook lo atacaría. Jimin no tuvo tiempo para decirle que se fuera, que
Jungkook no clasificaba a Jimin cómo amenaza, pero con Namjoon sí que
lo haría. Antes de abrir la boca, Jungkook ya estaba abalanzándose sobre
ellos.

Namjoon empujó a Jimin hacia atrás y tomó su lugar sacando las garras.

Detuvo las fauces de Jungkook con sus manos y le gruñó.

Aprovechando el pequeño espacio entre ellos, se lanzó por el hueco, agarró


la cabeza de Jungkook , sacó los dientes y mordió su cuello con toda la
fuerza que pudo reunir. Marcándolo y esperando que su lobo reaccionara.

—¿J…Jungkook ? —Jimin tartamudeó lamiendo la sangre que quedaba en


sus labios.

Jungkook pestañeó. Había recuperado por completo su forma humana y la


ira y enfado que se reflejaba antes en sus ojos dio paso al arrepentimiento.

Jimin lo agarró de las mejillas. No podía volver a escapar. El gran lobo se


había encogido y hecho diminuto, y Jimin odiaba verlo así.

—Todo está bien, por favor, creéme —susurró Jimin muy cerca.

Ya no sentía a Namjoon a su lado, por lo que el lobo habría decidido darles


algo de espacio al ver que Jungkook ya no era una amenaza.

—Jungkook … Jungkook … —Jungkook masculló hosco, con los ojos a


punto de derramar todas las lágrimas contenidas durante toda su vida.

—Tenemos que irnos. Ya —Namjoon irrumpió—. Podréis hablar todo lo


que queráis luego.
—¿Tan pronto os marcháis? Estaba disfrutando bastante del espectáculo —
una voz conocida saltó al claro y Jimin levantó la cabeza para encontrarse
con Juyeon—. Realmente quería saber cual de los dos iba a ganar, apostaba
todas mis cartas a Jungkook . Namjoon sigue siendo… —Juyeon miró
claramente a los ojos del líder de la manada, desafiándolo— un blando.

El instinto de Jimin fue cubrir el cuerpo de Jungkook para otra posible


pelea. A parte de aturdido, Jungkook estaba herido. Nada grave que Goeun
no pudiera arreglar en un par de minutos, pero su mejilla sangraba, Jimin
había desgarrado parte de su cuello tratando de morder la carne dura de la
bestia, y su costado también estaba herido sin contar las antiguas
magulladuras por la revuelta.

—Debí imaginar que eras tú, Juyeon —gruñó Namjoon, escondiendo el


débil hilo de sangre que bajaba por su brazo izquierdo.

—Debiste. Pero no lo hiciste porque no soy importante para ti. ¡Llevas


meses ignorándome y ya estoy cansado! Sólo pedí un poco de atención de
mi líder y justicia, pero él estaba demasiado ocupado jugando a las niñeras
con un Omega consentido y a los hermanos perdidos —Juyeon alzó una
ceja hacia Jungkook y Jimin le gruñó en respuesta sacando sus dientes—.
Nunca entendí por qué Jungkook era tan especial. Por qué todo lo que ese
animal hacía estaba bien, por qué aceptaste a Jimin tan rápido e hiciste el
pacto en secreto. Todo fue por y para Jungkook . Porque es tu jodido
hermano.

Jungkook hizo un ruido al lado de Jimin y miró a Namjoon con el ceño


fruncido.

—¿Y eso qué importa, Juyeon? No estás aquí para tirarme cosas a la cara,
¿cierto? —respondió Namjoon, moviéndose muy lentamente hacia Jimin y
Jungkook en el suelo.

—No. Esperaba que algún lobo tuviera el jodido valor de enfrentarse a ti y


matarte después de liberar a Jade, así tendría menos trabajo qué hacer
ahora.
—¡¿Fuiste tú?! —exclamó Jimin, sentía los músculos de Jungkook tensos
bajo sus manos—. ¿Dónde está? Si le llegaste a hacer daño, te juro qué…

—Cállate —rugió Juyeon—. En lugar de chillar deberías agradecer y besar


mis pies por salvar la vida del estúpido de tu hermano. Si no lo maté, fue
porque me dio pena. Ya no es ni siquiera un lobo, no valía la pena perder
tiempo por él. Lo dejé en la ciudad, y espero que las ratas se lo hayan
comido.

—¡Hijo de…! —Jimin se levantó de golpe pero no pudo dar ni dos pasos
hacia delante antes de que un calor sofocante lo hiciera jadear y agarrar su
estómago.

—En estos días en los que he sido olvidado, he descubierto muchas cosas
interesantes sobre los Omegas dominantes. Y una de ellas es que son muy
susceptibles a entrar en celo cuando se ven sometidos a una gran cantidad
de feromonas Alfa. Deberías saberlo.

Jimin respiró hondo, concentrándose en su olor y en no dejarlo salir.

Dejó que su cabeza descendiera y quedara colgando mientras mordía sus


labios.

—Así qué…¿cuál era exactamente tú plan? Aún no lo he entendido —


Namjoon habló, su voz sonó cómo un gruñido.

Jimin no estaba haciendo nada bien su trabajo y eso era lo que Juyeon
quería. Un Omega en celo y en peligro era una gran distracción para dos
Alfas y más si uno de ellos era su pareja, y el otro el hermano de su pareja.

—Voy a tomar la manada. Voy a desafiarte. Voy a matarte. Luego, en tu


puesto, haré lo mismo con todos los lobos que aún te guarden lealtad y
encerraré de por vida a tu hermano y a la puta de su pareja y los torturaré
hasta que supliquen por su vida.

Hijo de puta.
—Es un plan bastante arriesgado para tí —provocó Namjoon—. Acepto.
Jungkook , saca a Jimin de aquí —ordenó luego.

—Ellos se quedan. Quiero follarme al Omega en celo una vez que acabe de
arrancarte la cabeza.

Namjoon no discutió más. Sin ningún rodeó, se lanzó hacia Juyeon,


convertido en un enorme lobo blanco y aterrizando sobre Juyeon. Juyeon lo
esquivó con una voltereta, su ropa se rompió al cambiar también y ambos
lobos rugieron antes de enredarse en una pelea de colmillos, gruñidos y
garras.

De repente, Jimin fue levantado del suelo, y el Omega se encontró


pataleando y luchando contra Jungkook .

—¡Para! ¡Tenemos que ayudar a Namjoon!

—No.

—¡Jungkook ! —su gritó fue sofocado por otro mucho más fuerte.

Jungkook se giró hacia el otro extremo del bosque, por el que Félix corría
cómo podía cubierto de sudor con la ayuda de una de sus muletas, directo
hacia los lobos. Namjoon se distrajo durante un segundo, tiempo suficiente
que Juyeon aprovechó para hundir los dientes en su garganta y sacudirlo de
un lado a otro.

El grito que Félix emitió fue espeluznante, pero siguió arrastrándose, ahora
por el suelo. Jimin no pudo agarrar a Jungkook cuando el lobo lo dejó
bruscamente, y su muñeca sudorosa resbaló de sus manos. Juyeon tiró a
Namjoon al suelo, Jimin hasta lo vio sonreír cuando el charco de sangre se
formó bajo el cuerpo del Alfa, pero estaba demasiado ensimismado en el
placer que aquel caos le estaba produciendo que no miró sobre su cabeza y
hacia la bestia inmensa y peluda que lo alzó por los aires y lo partió por la
mitad en menos de dos segundos.

Jimin chilló y se llevó las manos a la boca corriendo hasta el cuerpo de


Namjoon, que al igual que Jungkook , empezaba a cambiar de nuevo. No
pudo mover sus manos, menos cuando Félix gritó el nombre de Namjoon y
sacudió sus hombros en un intento por despertarlo.

Jimin retrocedió, su celo ya no dolía, fue más bien una pequeña molestía
comparado con el agujero negro que empezaba a abrirse paso a través de su
corazón.

Buscó de forma desesperada a Jungkook , y se sintió enormemente egoísta


cuando su lobo lo agarró y abrazó, tapando con sus manos sus oídos y
aislando los gritos de Félix.
21

—Lo he estabilizado, pero lo mejor por ahora es dejarlo descansar —


informó Goeun nada más salir de la habitación de Namjoon.

Jimin soltó el aire contenido lleno de alivio. Ni siquiera podría imaginar lo


que pasaría con la manada y con ellos si a Namjoon le hubiese pasado algo
grave. Y tampoco quería pensarlo.

Namjoon estaba vivo.

Jungkook estaba vivo.

Él estaba vivo. Y todos estaban a salvo Eunwoo y Kai los encontraron poco
después. Al parecer, Félix golpeó a Eunwoo en la cabeza, lo dejó
inconsciente y salió corriendo de la cabaña.

Los centinelas avisaron a Goeun y se llevaron a Namjoon lo más rápido que


pudieron contando que Félix se negaba a soltarlo y perderlo de vista.

Incluso ahora, el Omega aún no había salido de la habitación. Goeun


también hizo que Suni se encargara de las heridas de Jungkook y Jimin
tomó algo de medicación para suprimir el celo. Nunca le había gustado
tomar esas pastillas, sobretodo por los efectos secundarios que luego sufría,
pero no había otra opción dado lo que acababa de pasar.

—¿Estará bien? —preguntó Eunwoo.

—Ha perdido bastante sangre, y tendrá que pasar al menos un mes entero
en cama.

—¿Podemos verlo? —pidió Jimin .


—Esperad a mañana. Félix lo está poniendo al día, y todos sabemos que
necesitan aclarar un par de cosas.

Nadie discutió eso.

—Es mejor para todos que la manada no se entere de nada de lo sucedido.


Al menos, hasta que Namjoon decida contarlo —continuó Goeun.

—Todos creen que es una evacuación de emergencia, así que no habrá


problema —respondió Eunwoo.

—Y necesitaremos que alguien se haga cargo del cuerpo de Juyeon —


Goeun guardó las manos en los bolsillos de la bata blanca, manchada con
algunas salpicaduras de sangre.

—Jungkook y yo lo haremos —se ofreció Jimin , aunque en realidad no le


apetecía nada regresar al bosque y encontrarse de nuevo con esa escena,
pero Jungkook…

—¿Seguro? Eunwoo también puede ir.

Jimin negó con la cabeza hacia Goeun, y miró hacia atrás. Jungkook no
había dicho ni una palabra desde que habían entrado en la clínica. Mantenía
los brazos cruzados sobre su pecho y miraba por una ventana alejado de
todos ellos, pero claramente atento y escuchando. A lo mejor había sido
demasiado para él. Ser amenazado, descubrir que Namjoon era su hermano,
ser marcado que lo atacaran en su santuario y acabar con la vida de Juyeon.

Jimin intentó ponerse en su lugar, pero cómo siempre, Jungkook era


imposible de descifrar para él.

Jungkook miró sus manos cubiertas de sangre y barro. Jimin y él acababan


de recoger el cuerpo de Juyeon y enterrarlo lejos de las tumbas de sus
padres sin decir ni una sola palabra entre ellos. Luego, se habían detenido
frente a un lago para lavar sus manos y quitar el polvo de sus ropas. Sin
embargo, Jungkook intuía que Jimin quería algo más que eso, tal vez
hablar de todo lo que había pasado estos días, pero Jungkook no tenía
suficiente ánimo ahora mismo para eso.

Había matado a un lobo.

Había acabado con la vida de un ser humano en menos de diez segundos.

Le había hecho daño a Jimin . Y había demostrado otra vez que no era más
que un animal sin cabeza.

Sus manos empezaron a temblar y Jungkook mordió con fuerza su labio


inferior clavando uno de sus colmillos en él.

Su padre siempre había tenido razón con él. Quizá, lo mejor para todos era
encerrarlo y no volver a dejarlo salir.

Jungkook sintió unas manos húmedas en sus muñecas. Levantó la cabeza


para ver a Jimin metido en el lago, cubierto de agua de cintura para abajo y
con la ropa mojada.

En sus ojos había algo. ¿Pena? ¿Compasión? ¿Cariño? Era una expresión a
la que Jungkook no estaba acostumbrado y que no sabía muy bien descifrar
así que dejó que Jimin siguiera mirándolo mientras llevaba sus manos bajo
el agua cristalina y las limpiaba de forma suave y tranquila entre las suyas.
Cuando estuvieron completamente limpias, Jimin llevó una de las palmas
de Jungkook a su mejilla, y frotó su rostro en ella antes de que Jungkook la
arrancara de su contacto y la escondiera tras su espalda, evitando su mirada.

—Jungkook —lo llamó Jimin —. Jungkook, mírame.

Jungkook sacudió la cabeza. Ni siquiera sabía lo que Jimin estaba haciendo


ahí con él. ¿No le tenía miedo? Debería tenerlo.

El agua serpenteó y Jimin se acercó a él, forzando un sitio entre las piernas
de Jungkook y obligándolo a aceptarlo o a huir y rechazarlo.
—Por favor, Jungkook. Si no quieres hablar lo entiendo, pero al menos
déjame quitarte la sangre de encima.

No se había dado cuenta hasta ahora. Goeun le había dejado ropa de la


enfermería, y tanto ésta cómo sus brazos y piel se habían vuelto a manchar
al enterrar a Juyeon. Jungkook no había permitido que Jimin lo ayudara, y
lo había apartado del agujero construido a los pocos segundos de darse
cuenta de que el Omega tenía intención de hacer esto con él.

Jungkook había sido el culpable.

Jungkook lo arreglaría.

Jungkook tragó saliva, y Jimin tomó eso cómo un sí. Hizo que Jungkook se
levantara del pequeño escalón de tierra y entrara con él. Se detuvo cuando
el agua cubrió a Jungkook por la cintura, en cambio, a Jimin le llegaba
hasta la clavícula.

Jimin tiró suavemente su brazo y Jungkook dobló las rodillas permitiendo


que el agua lo cubriera hasta debajo de su mandíbula. Jimin se encargó de
mojar todo su cabello, tirarlo hacia atrás y peinarlo con sus dedos, luego sus
manos húmedas limpiaron también su rostro, hueso por hueso, músculo por
músculo. Descendieron por su mandíbula y acariciaron suavemente sobre la
marca.

Jungkook capturó ahí su mano, pero no lo apartó.

—Jungkook ser de Jimin . Siempre —pronunció Jungkook, hosco.


Esperando ver el horror en su rostro, esperando que Jimin lo odiara ahora
que realmente tenía motivos para hacerlo, pero en su lugar, los ojos de
Jimin se llenaron de lágrimas, y sus labios temblorosos se estiraron en una
sonrisa.

Jimin lo abrazó con fuerza. Enterrando la cabeza de Jungkook en su propio


cuello, apretando sus manos alrededor de su cabello. Jungkook tardó un
tiempo largo en responder. La piel de sus brazos ya estaba fría cuando
realmente se dio cuenta de que Jimin no lo estaba dejando, ni estaba
enfadado. Se aferró a él entonces cómo una roca, y Jimin le respondió de la
misma forma.

—Te juro que nunca más volverás a estar solo, Jungkook. Ninguno de los
dos.

Jungkook asintió a todo.

—¿Jimin no tener miedo de Jungkook? Jungkook hacer cosas malas.


Jungkook atacar a Jimin . Jungkook esconderse. Jungkook atacar a
Namjoon. Jungkook matar. Jungkook quitar muchas vidas. Jungkook ser
bestia.

—De lo único que he tenido miedo estos últimos días ha sido de perderte.
No me alegro de lo que le ha pasado a Juyeon, pero era una mala persona.
No has hecho nada malo, nos has protegido, Jungkook. Eso no es malo.

—Jungkook hacer daño a Jimin también.

Jimin no dejó de acariciar su cabello.

—No me hiciste daño. Bueno… hubiese preferido otro escenario para


nuestra primera vez, pero está bien, Jungkook. Siempre que seas tú, está
bien.

—¿Jimin estar seguro? Jimin ver lo que soy. Jungkook no ser normal.

Jimin levantó el rostro de Jungkook, sus manos eran diminutas, pero se


sentían tan bien, y encajaban tan bien. En comparación a Jungkook, Jimin
tenía el cabello y el rostro seco, la camiseta de color blanca se pegaba a sus
hombros y torso y las marcas que Jungkook había dejado en él se hacían
visibles.

—Te acepto con todo Jungkook. Te acepto siendo amable, brusco, ingenuo
y valiente. Te acepto en todas tus formas, humana y animal, y prometo
cuidarte y protegerte siempre. ¿Y tú, Jungkook? Yo tampoco soy normal.

—Jungkook amar a Jimin desde el primer momento. Jungkook proteger y


cuidar a Jimin . Jungkook vivir para Jimin —Jungkook frotó su rostro
contra las palmas de Jimin y sus manos subieron por su espalda.

—Hemos tenido muy mala suerte, Jungkook. Pero ahora, Jade ya no está,
Juyeon tampoco nos puede hacer daño, ni tu padre. Namjoon está seguro y
la manada también. Es hora de dejar todo el pasado atrás y empezar de cero,
¿no crees?

Jungkook lo miró.

Olvidarlo todo. ¿Podían hacerlo? Los dos habían sido arrastrados por sus
vidas anteriores y habían acumulado tantos miedos que no los dejaban
avanzar.

El padre de Jungkook siempre lo había atormentado, incluso en sus sueños,


por eso el lobo apenas dormía, por eso nunca entraba en la cabaña, por eso
se escondía de la gente en su santuario, dónde se permitía realmente ser él.

Pero Jimin ya lo había visto todo, y lo había aceptado con todo.

—Jungkook creer —asintió Jungkook, cerrando por completo los brazos


alrededor de Jimin y hundiéndose bajo el agua con él. Jimin forcejeó en
sus brazos, golpeando el hombro de Jungkook y tosiendo cuando el Alfa lo
llevó de nuevo a la superficie.

—¡Avísame ant…!

Jungkook no pudo resistirlo más, agarró a Jimin de la nuca y apretó sus


labios contra los de él, en un beso torpe y tosco que le hizo olvidar todo a su
alrededor. Jimin no tardó en seguirlo, sin quitarle en control a Jungkook,
respondiendo, dejando que fuera el lobo el que mordisqueara, lamiera,
clavara sus colmillos y experimentara con su boca.

Jungkook se separó unos pequeños centímetros.

Jimin siempre había sido precioso. Pero ahora, lo era más. Su cabello rojo
y mojado estaba pegado por todo su rostro, su piel estaba cubierta por
pequeñas gotas de agua y sus labios empezaban a hincharse debido a los
insistentes besos de Jungkook. Se inclinó de nuevo, apretando la nuca en su
mano, usando la otra para acercarlo a él hasta hacer desaparecer todo el
espacio entre ellos y engullendo todos sus gemidos cómo si fueran el elixir
de la vida.

Las manos de Jimin tiraron de la pegada camiseta de Jungkook hacia


arriba, intentó separarse para subirla por su cabeza, pero Jungkook no
estaba dispuesto a alejarse. Con sus garras rompió la tela y la lanzó fuera
del lago, metiendo su lengua en la pequeña boca de su pareja, obligándolo a
estirar sus labios y saboreándolo.

Jungkook gruñó al darse cuenta de que la camiseta y los pantalones de


ambos realmente molestaban, y no le llevó mucho tiempo arrancarlos,
tirarlos, agarrar su miembro duro y buscar el agujero de Jimin .

Jimin dió un brinco.

—Espera. Espera, Jungkook —susurró con voz ida sobre los labios de
Jungkook —.Tengo que prepararme un poco.

—¿Preparar? —Jungkook frunció el ceño.

—Sí. Eres grande, ya sabes… —el rostro de Jimin empezaba a enrojecer


por segundos.

Jungkook mordió su mejilla, y lo miró con expresión inocente.

—Jungkook no saber. Jimin tener que explicar mejor.

Las mejillas de Jimin fueron a un tono más intenso y el Alfa estaba


disfrutándolo. No podía negarlo.

—Eres grande —repitió Jimin —. Yo no, la última vez fue un poco


doloroso, Jungkook. Tienes que dejar que me prepare, al menos hasta que
pueda meter tres dedos.

Jungkook tragó saliva, agarró la mano de Jimin y miró sus dedos uno a
uno.
—Jimin tener dedos delgados —dijo Jungkook—. Dedos de Jungkook ser
mejor —Jungkook rodeó la cintura del Omega, apartó su cola con una
mano, mientras que los dedos de la otra buscaban su agujero.

Jimin gimió y tiró la cabeza hacia atrás cuando el primer dedo entró suave
y sin problemas. Jungkook apretó los dientes, e introdujo el siguiente
rápido. Jimin se agarró a sus hombros.

—Len… lento, Jungkook —pidió Jimin .

¿Lento? ¿No lo estaba haciendo ya lento? Movió sus dedos, hundiéndolos


hasta los nudillos, sacudiendo su mano y disfrutando de cada movimiento
de placer y alivio en el rostro de Jimin . Con el tercer dedo, sintió a Jimin
más apretado.

—Jimin relajar —gruñó mientras mordía su hombro.

—Tienes que hacerlo más lento, Jungkook.

—Jungkook ser lento ya.

Jimin jadeó, sacudiendo las caderas, cuando Jungkook apretó un lugar


dentro de él y Jungkook se quedó muy quieto.

—¿A Jimin gustar aquí? —Jungkook volvió a presionar el punto exacto,


hizo que Jimin se retorciera en sus brazos y que su cola mojada se enredara
alrededor de su brazo.

—Jungkook… —susurró Jimin , asintiendo con la cabeza, metiendo las


manos entre sus cuerpos y agarrando el miembro de Jungkook—.
Jungkook… te quiero dentro. Ya. Por favor. Por favor.

Jungkook sacó los dedos, levantó las caderas de Jimin , calculó el punto
exacto que a Jimin le gustaba y lo embistió enterrándose en él de un sólo
golpe. Jimin se agarró a sus hombros, a su pelo largo, a su espalda, a todo
lo que pudo mientras que Jungkook se levantaba y los sacaba del agua sin
dejar de golpearlo. Tumbó al Omega en la hierba, lo besó, mordió, usó, tocó
todo lo que quería hasta que Jimin colocó las manos sobre su pecho y lo
empujó hacia atrás.

En poco tiempo, el Omega estaba sobre él, abriendo sus piernas, agarrando
la base del pene de Jungkook y empujándose hacia abajo. Su olor se hizo
más fuerte, sacudiendo a Jungkook, pero Jimin no dejó que el Alfa volviera
a tomar el control. Lo montó a su antojó es vez, apoyando las manos sobre
el ancho pecho de Jungkook, buscando su propio placer con lentas y
profundas embestidas, luego sacudiendo sus caderas más rápido, pegando
su cuerpo al de Jungkook y dejando que el lobo colocara las manos sobre su
trasero.

Jungkook jadeó cuando tocó con sus dedos el punto exacto en el que
estaban unidos, la carne suave y resbaladiza de Jimin que lo engullía y su
miembro duro que estaba a punto de explotar. Jungkook agarró a Jimin de
la nuca, mordió su cuello fuerte y levantó las caderas, dando un sólo golpe
que hizo que ambos atravesaran el orgasmo juntos.

Jimin se desplomó sobre él y Jungkook lamió la herida en su cuello


mientras acariciaba su espalda de arriba abajo.
Fin

—Te dejo cinco minutos. No lo agobies —le gruñó Félix a Jungkook antes
de dejarlo a solas con Namjoon.

Namjoon había conseguido que se fuera, pidiéndole un vaso de agua y algo


de medicación para el dolor y el Omega había saltado de inmediato de su
silla.

Jungkook se acercó a la camilla. Namjoon seguía estando un poco pálido,


su cuello estaba vendado dónde le había mordido Juyeon y parte de su torso
también. Llevaba puesto un pijama sencillo y estaba muy claro que Félix y
Goeun lo estaban cuidando muy bien.

—¿Qué necesitas, Jungkook? —su voz fue un poco áspera.

Jungkook aguantó la postura. ¿De verdad eran hermanos? ¿De verdad


Jungkook había oído bien? Siempre pensó en Namjoon cómo en su
salvador, el chico Alfa que llamó a su puerta, peleó con su padre, y lo sacó
de las cadenas y barrotes. El lobo que le enseñó a comunicarse, que le
entendió más que ninguno de la manada y no le obligó a tener un pacto de
sangre con él, si no que confió a ciegas en su lealtad.

—Jungkook…Jungkook querer pedir perdón.

—No necesitas hacer nada de eso, Jungkook.

—Jungkook sentir. Namjoon aceptar disculpas.

—De acuerdo, pero sólo porque sé que no pararás.

Jungkook asintió y aclaró su voz.


—Jimin y Jungkook estar bien.

—Me alegra escuchar eso.

—¿Namjoon estar…bien?

—Estoy bien. Tengo un gran enfermero, y lo más seguro es que en dos


semanas pueda ponerme en pie.

—Jungkook también contento. Jungkook feliz.

—Jungkook, yo también debería pedirte una disculpa. Sé que no tendría que


haberte ocultado que éramos hermanos.

Jungkook sacudió la cabeza.

—Jimin explicar. Jungkook entender acciones de Namjoon.

—Aún así, tienes todo el derecho del mundo de estar enfadado.

Jungkook pensó, tratando de encontrar una forma de expresar lo que tenía


en la cabeza, luego recordó que era Namjoon, y que Namjoon siempre lo
había entendido incluso cuando el lobo fue incapaz de soltar una sola
palabra.

—Jungkook siempre solo. Jungkook pensar siempre solo. Pero Namjoon


siempre pensar en Jungkook. Siempre pensar en proteger a Jungkook —
Jungkook se llevó la mano al corazón—. Y Jungkook siempre agradecer.

Namjoon esbozó una sonrisa tirante y alargó su mano, Jungkook no dudó en


apretarla. Muchas veces había rehuido del contacto físico, pero Jimin le
estaba enseñando a cómo comportarse, a expresar cariño, cuando lo
necesitaba en lugar de gruñir y esperar a Jimin se dé cuenta de que
necesitaba un abrazo. Jungkook también había descubierto muchas cosas.

Había descubierto que le gustaban los besos lentos. Que le gustaba dormir
acurrucado y con los brazos de Jimin a su alrededor y que se sentía más
seguro. También había aprendido a decir por favor, a saludar con una
sonrisa a los lobos que entraban en su territorio y a despedirse de ellos. Y
algunas cosas más, o más bien, Jimin lo había obligado a coser su ropa ya
que no siempre podía romper sus camisetas o el Omega acabaría sin nada
que poder ponerse, y Jungkook no podía permitir que nadie más que él
viera así a su pequeño compañero.

—¿Necesitas algo más? —Namjoon preguntó justo cuando Félix entró en la


habitación arrastrando un pequeño carrito con él.

—Jungkook… querer pedir también permiso.

—¿Para qué?

—Jungkook querer tirar abajo la cabaña. Jungkook querer construir un


hogar para Jimin .

Durante estos últimos días había pensado en mudarse con Jimin cerca de la
manada. Chen los estaba visitando más a menudo, al igual que Tae, y podía
ver cómo Jimin luchaba con la vieja cocina sólo para sacar un poco de té.
Sabía que Jimin jamás mencionaría el tema, pero Jungkook ya estaba
cansado de no tener una casa, aún si estaba mucho mejor en la naturaleza,
no se sentía preparado para ir tan cerca de la manada y alejarse tanto del
territorio, pero podía hacerle una casa a Jimin . Un hogar en el que ambos
pudieran sentirse cómodos y empezar realmente desde cero.

—Ya era hora —bufó Félix tomando el vaso de agua y dejándolo en la mesa
de al lado de la cama. Apoyó la cadera en el colchón y ayudó a Namjoon a
incorporarse.

Namjoon hizo una mueca de dolor, pero no se quejó.

—Eso está muy bien, Jungkook. Pero es una gran construcción, a lo mejor
necesitáis un sitio en el que alojaros mientras tanto —habló Namjoon.

Eso Jungkook no lo había pensado.

—Jackson tiene una caravana vieja que ya no usa. Jimin puede quedarse
ahí, y a Jungkook no le importa dormir en el bosque. Sé que no quieres a
gente desconocida tu territorio, pero, ¿qué te parece si avisamos a Yoongi,
Jackson, y Sehun? Estoy seguro de que entre los cuatro podéis tirar la
cabaña y volver a levantarla en menos de un mes —dijo Félix tomando el
vaso de agua y pasándoselo a Namjoon.

Namjoon tardó unos segundos en dejar de mirar al Omega y volver la


atención hacia Jungkook.

El Alfa se aclaró la voz.

—Yo creo que es una buena idea, Jungkook. ¿Tienes alguna idea de cómo
quieres la cabaña?

Jungkook asintió con la cabeza, rebuscó en uno de sus bolsillos y sacó una
hoja arrugada en la que había garabateado unos cuantos ejemplos de planos.

Félix la cogió.

—Se la daré a Jackson. Los llamaré esta misma tarde y con suerte esta
semana empezarán la construcción, ¿qué te parece, Jungkook?

—Jungkook preparado.

—Perfecto, si no quieres nada más puedes irte. Namjoon tiene que dormir.

—Llevo durmiendo todo el día —se quejó Namjoon entredientes—. Quiero


salir un poco fuera.

—Y yo quiero dejar de darte de comer con la mano, pero aún no tienes


fuerza, así que te fastidias —Félix empujó la pastilla entre los labios de
Namjoon, y Namjoon sonrió antes de tragarla.

Jimin se había sentido raro durante todo el día en el comedor.


Desconcertado, y algo abrumado. No había esperado un gran recibimiento
por parte de la manada, en realidad, no había esperado ninguno. Gracias a la
desaparición de su hermano, muchos lobos Alfas habían dejado la manada o
habían sido expulsados por Namjoon durante la rebelión, y tarde o
temprano esperaba que la manada se lo echara en cara. Sin embargo, no fue
así.

El bosque había vuelto a la normalidad, los lobos se ocupaban de sus


trabajos y vidas cómo si nada hubiera pasado. Namjoon seguía en la
enfermería y según Goeun le quedaban unas cuantas semanas más. El líder
seguía haciendo su trabajo, delegando en los centinelas y en Félix para
mantener la manada a salvo y había prometido contar toda la verdad una
vez que pudiera ponerse en pie sin tambalearse.

Todos los lobos lo estaban esperando, pero lo que más le había asombrado a
Jimin , era que todos confiaban ciegamente en Namjoon hasta el punto de
que ninguno de ellos había ido a pedirle ninguna explicación de su
ausencia, ni a acusarlo de dejar la manada desprotegida.

Jimin limpió una de las mesas del comedor con el ceño completamente
arrugado, y tiró sin querer un tenedor al suelo, una de las lobas de la mesa
de al lado se levantó, lo cogió y se lo tendió a Jimin con una expresión
amable.

—Gracias… —musitó Jimin , cogiendo de su mano el cubierto.

Ahí estaba otra vez. La manada era extrañamente amable con Jimin . Lo
trataban cómo si fuera… Jimin sacudió la cabeza, y evitó dar vueltas al
mismo asunto. Sólo estaba teniendo un día de suerte.

Mañana todos volverían a la normalidad y lo esquivarían y bufarían cómo


habían hecho siempre.

Llevó los platos sucios a la cocina y Chen le pidió que por favor se
encargará de atender el mostrador de las galletas, nuevamente, la gente fue
amable. Las madres con niños, fueron amables. Y Jimin no sabía cómo
sentirse ante eso.
—¿Te importa tirar la basura? Necesito acabar estos brownies para mañana.

—Claro —asintió Jimin —. Chen, ¿no sientes a la gente rara?

—¿Rara? ¿A qué te refieres con eso?

—Dan las gracias cuando les sirvo, me dan los buenos días, me ayudan
cuando algo se cae.

—No sé, Jimin . A mí parecer son cosas bastante normales, de gente con
educación. ¿O es que los lobos no pueden tener educación?

—No. No es eso. Para ti puede que sea normal, pero no lo es para mí,
¿sabes? Nunca me han tratado así.

Chen dejó la crema de chocolate para mirarlo, le sonrió.

—A lo mejor tiene algo que ver con que los Alfas hostiles cómo Juyeon se
hayan marchado. Namjoon luchó para que todos te aceptarán, y quién no
estuvo de acuerdo se fue. Seguir tratándote mal sería cómo desafiarlo de
nuevo.

—¿Y no deberían estar enfadados? Estoy seguro que muchos lobos han
perdido a algún miembro de mi familia por eso.

—Alguien que desafía al líder, rompe el círculo de la familia. Me alegro de


que haya ocurrido, antes la manada parecía segura, pero ahora lo es de
verdad, y también para ti, Jimin .

Jimin no supo qué decir. Cogió la basura, y la tiró fuera, y se quedó un


poco más para barrer y fregar mientras que Chen terminaba la tanda de
dulces y las colocaba en cajas.

—Todo listo. Ya puedes irte.

—¿Seguro? Puedo quedarme hasta el cierre.

—Nah. Sehun estará aquí en unos cinco minutos.


Jimin se despidió de Chen, se quitó el delantal y lavó sus manos antes de
salir. Jungkook le había dicho que no trajera nada de cenar, así que supuso
que el lobo había cazado algo y pensaba hacer alguna hoguera en el bosque.

Pasó el territorio Alfa, y subió por el camino de tierra que lo llevaría


directamente a la cabaña de Jungkook. Nada más entrar en el territorio, su
nuca empezó a cosquillear. El aroma de Jungkook estaba por todo el lugar,
y los hormigueos habían empeorado desde que mordió y marcó a Jungkook,
era cómo si su lobo realmente no pudiera pasar ni cinco minutos lejos de él,
y para Jungkook era igual.

El Alfa lo buscaba siempre que estaba por los alrededores de la cabaña, se


acercaba por su espalda, pegaba su cuerpo al suyo y lo mordisqueaba hasta
convertir las piernas de Jimin en gelatina, y luego se iba sin más a cortar
leña. Jimin pensaba devolvérsela esta noche.

Sin embargo, sus planes se fastidiaron al reconocer la sombra de Eunwoo.

Jimin ya no tenía que estar vigilado, ¿por qué estaba el centinela ahí?
También habían paneles de madera apiñados, martillos gigantes y hachas.

Jimin saltó al escuchar un fuerte golpe, y corrió a la cabaña, o más bien a lo


que quedaba de la cabaña.

La mitad estaba destrozada, el techo derrumbado, los cristales de las ventas


hechos añicos y los cinco lobos continuaban aporreando y cortando la
madera vieja sin parar.

—¡Jungkook! ¡Jungkook! ¡¿Qué estáis haciendo?! —Jimin corrió hacia él.

—Jungkook tirar cabaña.

—¡No! ¿Por qué? ¡Es tu casa!

Jungkook sacudió la cabeza con fuerza —. No ser hogar. Jungkook


construir hogar para Jimin .

—Pero Jungkook… son todos tus recuerdos.


Jimin sabía el respeto que Jungkook le tenía a esa cabaña, después de todo,
Jungkook había nacido ahí.

—Jungkook querer nuevos recuerdos con Jimin . Jungkook querer darle


todo a Jimin .

—Oh…Jungkook. No hace falta que hagas eso por mí, me gusta vivir en el
bosque.

Jungkook soltó el hacha, y ésta hizo un ruido metálico al caer.

—Jungkook estar listo. Jimin estar listo —habló rozando con sus nudillos
ásperos la mejilla de Jimin .

Jimin no pudo aguantarlo más. Saltó sobre Jungkook, consciente de que


tenían público y besó todo su rostro lleno de sudor, polvo y serrín.

—Veo que alguien ya ha conseguido escaquearse del trabajo —dijo


Eunwoo a su espalda con sorna—. ¿Quién iba a decir que Jungkook era
todo un romántico? —Drake golpeó el codo de Eunwoo y Jimin se obligó a
bajar de Jungkook, aunque estaba demasiado cómodo ahí arriba.

—¿Jimin querer ayudar?

—¿Yo?

—Hay hachas más pequeñas ahí —Eunwoo señaló bajo un árbol—. Golpea
con fuerza todo lo que veas, luego nos ocuparemos de recoger los
escombros.

Eso no sonaba tan mal, agarró una de las hachas y Jungkook le vendó las
manos para que no terminara con las palmas llenas de astillas, Jimin se
acercó a la pared de madera y Jungkook le ayudó a dar el primer golpe
contra la pared. Se sentía… bien. Gruñó de satisfacción, y todos lo
siguieron.

Luego, Jackson llegó con la camioneta, Sehun, Chen, Tae y la hija de


pequeña de Yoongi bajaron y prepararon una hoguera lo suficientemente
grande para todos, dejaron el trabajo cuando la Luna estuvo en todo lo alto
y se sentaron a comer la carne asada mientras hablaban de asuntos triviales.

Jimin apoyó su hombro junto al de Jungkook.

Satisfecho. Feliz. Cálido. Y muy bien acompañado.

—Ey… —Eunwoo se levantó de su asiento y se acuclilló a su lado—.


Deberías hablar mañana con Yoongi —le dijo.

Jimin levantó la cabeza hacia el lobo. No había vuelto a verlo desde el


incidente en la cabaña de Namjoon, y desde que los amenazó a todos.
Yoongi miraba a su hija pequeña Yeji comer mientras acariciaba la pierna
de Tae distraído.

—¿Por qué?

—Yoongi se encarga de entrenar a los próximos centinelas. Dijiste que


querías ser uno, ¿verdad?

—Pero está prohibido. Los Omegas ya no podemos serlo.

—Bueno… tú prueba a entrenar, a lo mejor el día de que los Omegas


puedan volver a ser centinelas no está tan lejos. ¿O de repente te has
enamorado de la cocina?

—Por la diosa…no. Disfruto con Chen, pero hoy he quemado dos tandas de
magdalenas y roto casi una vajilla entera. Creo que hasta él se alegrará de
perderme de vista.

Eunwoo le guiñó un ojo, regresó a su sitio y Jimin se concentró en las


llamas de la hoguera. ¿Centinela? ¿Él? ¿De verdad podía llegar a serlo?

Cuando las llamas se extinguieron, los lobos empezaron a marcharse,


prometiendo que mañana estarían de nuevo allí a la misma hora para acabar
con la demolición. Jimin se despidió de todos, y volvió con Jungkook.

—Jackson dejar caravana. Jimin poder dormir en caravana.


Jimin negó con la cabeza. Se quitó la camiseta, tirándola al lado de sus
pies, y bajó los pantalones junto a su ropa interior y salió de ellos. Se
agachó, doblando ligeramente sus rodillas, sin perder la mirada de
Jungkook y dejó que su cuerpo cambiara por primera vez en mucho tiempo.

Su lobo pocas veces tenía ganas de salir y mostrarse, prefería la calidez y


seguridad de la mente de Jimin , pero hoy, Jimin lo había sentido más
ansioso que nunca, dando vueltas sobre sí mismo y moviendo la cola.

Se acercó a Jungkook con cautela, por si al Alfa le costaba reconocerlo,


pero Jungkook levantó la mano hacia casi de inmediato y el lobo dejó que
acariciara junto a sus orejas y cabeza.

El lobo de pelaje rojo hizo un ruido, se acostó y enrolló en el suelo y


Jungkook acomodó su cuerpo alrededor.

Tres profundas respiraciones.

Olor a madera.

Un vistazo al bosque.

Sentir la mano de Jungkook sobre su pelaje.

Jimin había encontrado su hogar.

FIN...

Ya acabamos muchas gracias por leer la adap.


Mi plan era publicar otra historia distinta, pero me borraron praise y
terminare de publicar esa de nuevo 😩

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