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Los primeros asentamientos humanos peninsulares se remontan más de un millón de años. En España existen
numerosos restos materiales de las culturas paleolíticas, neolíticas y de la Edad de los Metales. La llegada de la
Historia (escritura) se produjo con las invasiones orientales, especialmente las romanas. La caída de Roma supuso la
reordenación del mapa de Europa occidental y la llegada de los visigodos. Su reino perduró hasta comienzos del siglo
VIII. En el 711 se produjeron las primeras invasiones musulmanas.
En el desarrollo del tema toma como referencia los siguientes estándares de aprendizaje:
1-Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico, y las causas del
cambio.
2-Explica el diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la conquista romana en relación
con la influencia recibida de los indoeuropeos, el reino de Tartesos y los colonizadores fenicios y griegos.
3-Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo.
4-Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó tanto poder la Iglesia y la nobleza.
1-Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico, y las causas del
cambio
La Prehistoria se ha dividido tradicionalmente en diferentes periodos cuyos nombres se refieren al proceso de
avance tecnológico del utillaje empleado: Paleolítico (Piedra vieja=tallada), Neolítico (Piedra nueva=pulida), Edad de
los metales (Calcolítico –cobre-, Edad del bronce, Edad del hierro).
Actualmente este criterio debe integrarse en un proceso más amplio relacionado con la evolución socioeconómica
(se le da más importancia a este aspecto), de tal modo que el Paleolítico y el mesolítico (etapa de transición al
neolítico) se corresponden con grupos nómadas que vivían de la caza y la recolección; el Neolítico, con la agricultura
y la sedentarización y una creciente complejidad social; y la Edad de los metales, con la supremacía militar asociada
al dominio de la fabricación de armas novedosas.
A-Paleolítico: La evolución de la especie humana se inició en África hace unos cinco millones de años. El Homo
Erectus/Ergaster fue el primer homínido en salir de ese continente (África) hace casi 2 millones de años. En la
Península Ibérica los restos de homínido más antiguos conocidos hasta la fecha datan de algo más de un millón de
años (Orce y Atapuerca) y corresponderían a esta especie. El proceso evolutivo es a grandes rasgos el siguiente:
- Homo Ergaster: no está del todo confirmado, pero se cree que los restos de Orce (diente de leche infantil,
tapa de cráneo) y posiblemente los últimos hallados en Atapuerca, en la Sima del Elefante (mandíbula),
son de esta especie (la versión europea del Homo Erectus africano que se extendió por el mundo). Sobre
1.400.000 ó 1.300.000 años.
- Homo Antecessor: corresponde con los restos más antiguos de hombres propiamente europeos
(aproximadamente 1 millón de años de antigüedad, 900.000, son los restos más famosos de Atapuerca, “el
niño de la Gran Dolina”). Para algunos no deja de ser un tipo de H. Erectus, negando que sea otra especie.
- Homo Heidelbergensis: el mayor yacimiento se sitúa en la Sima de los huesos (Atapuerca, hace 300.000
años aproximadamente). Es el también no menos famoso cráneo conocido como “Miguelón”. Hasta hace
poco, antes de descubrir el H. Antecessor, se creía que era el homínido europeo más antiguo.
- Homo S. Neandherthalensis: existen múltiples restos, los más antiguos en torno a 100.000 años de
antigüedad. Sólo habitó en Europa y O. de Asia. En Asturias destaca el yacimiento de la cueva del Sidrón.
- Homo S. Sapiens: su presencia en la Península Ibérica se remonta a unos 40.000 años aproximadamente.
Representa al ser humano moderno y es el responsable de una gran variedad de cultura material en
piedra, marfil y hueso.
Durante el Paleolítico se produjeron las cuatro últimas glaciaciones (la última Würm), el clima en la península Ibérica
era más frío y lluvioso. Abundaba la fauna fría de grandes herbívoros (bisontes, caballos, ciervos, renos).
La economía era depredadora, basada en la caza y la recolección, a veces carroñeo incluso. En consecuencia, la
forma de vida era nómada, con asentamientos estacionales junto a ríos y cuevas. Es presumible que no existieran
diferencias sociales de importancia. El pequeño tamaño de los grupos y la necesidad de cooperación para la caza
reforzarían la cohesión y la igualdad entre sus miembros.
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La evolución tecnológica experimentó un progreso en tres direcciones: se perfeccionaron las técnicas de fabricación,
se diversificaron los útiles para adaptarlos a funciones cada vez más específicas (bifaces, azagayas, propulsores…), y
se ampliaron los tipos de materiales (piedra, marfil, hueso).
La pintura parietal o rupestre (pinturas cantábricas, estilo magdaleniense) fue otro de los rasgos característicos. Los
temas predominantes son animales (grandes herbívoros como bisonte, ciervos, etc.), aunque también aparecen
representaciones de ciertas partes anatómicas humanas (manos, genitales femeninos) y signos abstractos (rayas,
puntos) de difícil interpretación. Ejemplos: Altamira, Tito Bustillo, etc. Estas pinturas estaban caracterizadas por:
—La representación naturalista de los animales.
—El empleo abundante del color, con preferencia por el rojo y el negro (policromía en la misma figura).
—El aprovechamiento de los entrantes y salientes de la pared para dotar de volumen a las figuras
representadas.
—La ausencia de composición: no se representan escenas, sino figuras aisladas o independientes entre si, a
menudo superpuestas y siempre desordenadas.
El significado de estas obras es controvertido y se han elaborado diferentes teorías. La más clásica es la que
considera la realización de estas pinturas como parte de un ritual mágico cuyo objetivo sería la fertilidad y la caza de
los animales representados.
B-Neolítico: Hacia el 9000 a. C. finalizó la glaciación Würm y se inició la fase climática actual. En la Península Ibérica
el clima se hizo más cálido y seco. Este cambio marcó el inicio del Mesolítico o Epipaleolítico, periodo de transición
al neolítico, caracterizado por la desaparición de los grandes herbívoros de clima frío (causa ecológica). La forma de
vida cazadora se hacía incompatible con una población en aumento (causa demográfica).
Este hecho posibilitó iniciar una economía de producción, basada en la agricultura y la domesticación de animales.
La agricultura condujo a la sedentarización. Los grupos sociales fueron adquiriendo una complejidad creciente y la
división social del trabajo (jefes, sacerdotes, guerreros, agricultores, pastores) originó diferencias de riqueza y de
poder entre sus miembros.
Los principales cambios tecnológicos fueron el pulimentado de la piedra y, sobre todo, la aparición de la cerámica,
necesaria para el almacenamiento y trasporte de los nuevos alimentos.
El neolítico se desarrolla en la península aproximadamente entre en 5000 y el 3000 a.C., pero no se inició al mismo
tiempo en todas las zonas:
El Levante y el sur fueron los núcleos iniciales, ya que en ellos era mayor la presión demográfica tras el
cambio climático del mesolítico.
En el resto de la península la presión demográfica era menor y la neolitización fue más tardía, con cierto
predominio de la ganadería sobre la agricultura.
Rasgo característico del periodo es la denominada pintura levantina (zona del levante peninsular). Muchas de estas
pinturas no se encuentran ya en cuevas sino al aire libre, en abrigos u oquedades de acantilados. Este aspecto se
relaciona con el fin de la última glaciación y el inicio de una mejora climática. Entre los ejemplos más interesantes se
pueden mencionar los de Cogull (Lleida) y Villahorta (Castellón).
Los temas predominantes difieren de los de la pintura cantábrica y representan escenas de caza, luchas de
guerreros, danzas rituales de mujeres, recolección de la miel, etc. Las características formales son también
diferentes:
—Presencia de figuras esquemáticas.
—Abundante presencia de la figura humana (cuerpos enteros)
—Utilización muy escasa de los colores (monocromía en las figuras)
—Composiciones narrativas que describen una actividad
2-Explica el diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la conquista romana en relación
con la influencia recibida de los indoeuropeos, el reino de Tartesos y los colonizadores fenicios y griegos
A partir del III milenio se desarrolló la Edad de los metales. La técnica provenía de Oriente Próximo y se orientó a la
fabricación de armas, joyas, adornos e instrumentos de trabajo. Dentro del periodo distinguimos las siguientes
etapas:
2.1. EL CALCOLÍTICO/COBRE Y LA EDAD DEL BRONCE (3000-800 a.C.): destacaron las culturas de los Millares y el
Argar (Almería), debido a la existencia de minas de cobre. Asimismo, destacaron dos fenómenos culturales, caso de
la arquitectura megalítica (en Baleares destaca la presencia de talayots, taulas y navetas), y la cultura del vaso
campaniforme (un tipo de cerámica muy difundido por la península).
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2.2. LA PROTOHISTORIA O EDAD DEL HIERRO (800-218 a.C.): Comprende desde el final de la edad del bronce hasta
los comienzos de la conquista romana. De forma simultánea se desarrollan tres importantes procesos:
2.2.1. El reino de Tartesos (siglos VIII-V a.C.): fue el primer Estado de la Península de cuya existencia histórica se
tiene noticia.
Localización: su centro estaría en el suroeste peninsular (Huelva, Sevilla, Cádiz). Las fuentes escritas griegas
dan el nombre de Tartessos a un río (casi seguro el Guadalquivir) y a una ciudad que de momento no ha sido
localizada (se conoce el santuario de Cancho Roano, Badajoz). La arqueología ha proporcionado numerosos
vestigios materiales que han corroborado la existencia de Tartessos.
Organización política: parece que existió una monarquía, aunque su origen es incierto. Sus reyes son
legendarios y anónimos, salvo un tal Argantonio (mencionado por las fuentes), cuyo reinado entre los siglos
VII y VI a.C., constituyó la etapa de máximo esplendor.
Economía: la fama de prosperidad de que gozaba Tartesos en el mundo antiguo se debía a sus riquezas
agrícolas, ganaderas y, sobre todo, minerales (oro, plata, cobre), que propiciaban un activo comercio
especialmente con los fenicios y griegos establecidos en el sur y levante peninsular.
A partir del siglo V a. C, las fuentes escritas empezaron a denominar a la zona como Turdetania. El declive del mundo
tartésico pudo estar relacionado con el fin del comercio con los pueblos anteriormente citados.
2.2.2. Las oleadas indoeuropeas: el término indoeuropeo obedece a criterios de clasificación lingüística y se utilizó
para designar el origen común de casi todas las lenguas europeas modernas. El origen de estas lenguas se situaría en
la región de las estepas euroasiáticas.
Los pueblos indoeuropeos serían los originarios de esta región. Su presencia en Europa estaría relacionada con la
presión demográfica (cubrir necesidades económicas) y la búsqueda de prestigio social y militar.
En la península existieron varias oleadas, la más importante fue la del siglo VIII a. C., momento en el que se detecta
la llegada de los primeros objetos en hierro. En todo caso, su economía y estructura social parece que estuvieron
poco evolucionadas.
2.2.3. Fenicios y griegos: llegaron procedentes del Mediterráneo oriental atraídos por la riqueza en oro, plata y
cobre de la península.
o Fenicios: eran originarios de Próximo Oriente (actual Líbano) y establecieron enclaves comerciales por todo el
sur del Mediterráneo (destacó la célebre Cartago, en la actual Túnez). La colonia más antigua que fundaron en la
península fue Gadir (Cádiz) en torno al 800 a.C. A esta fundación siguieron otras como Malaka (Málaga), Sexi
(Almuñecar) o Abdera (Adra). Eran pequeños asentamientos con finalidad casi exclusivamente comercial. Se
conservan cerámica, pequeñas esculturas y joyas. Llegaron a construir un templo en Cádiz que sería reformado
en época romana (Templo de Heracles-Melkar).
o Griegos: a partir de los siglos VII-VI a.C. los griegos se instalaron en la vertiente septentrional del Mediterráneo
(costa del noreste peninsular). La fundación de Massalia (Marsella) sirvió de punto de partida para el
establecimiento de colonias en la costa catalana, como Rhode (Rosas) y Emporion (Ampurias). Aunque se
conocen referencias a otras fundaciones más meridionales, como Hemeroskopeion (Denia) o Mainake (junto a la
Malaka fenicia), no existe confirmación arqueológica de su existencia. El origen del establecimiento griego se
debe a factores económicos (comercio) y demográficos (excedente de población en la Hélade). En Ampurias
construyeron una importante colonia, donde se conserva parcialmente el santuario de Asclepios.
En el siglo VI a.C. se produjo el declive de los fenicios. La antigua colonia de Cartago tomó el control del comercio en
el Mediterráneo occidental y su estableció una nueva hegemonía. Tiempo después acabarían ocupando el sur y
sureste de la península. Esta es una de las posibles explicaciones que se han dado para la desaparición del reino de
Tartessos.
2.3. LOS PUEBLOS PRERROMANOS: en el siglo III a.C., en víspera de la conquista romana, la península era un
mosaico de pueblos de muy diferente nivel de desarrollo. Se pueden agrupar en dos grandes áreas:
Área ibérica. Comprendía el sur y el levante peninsular (turdetanos, carpetanos, edetanos, ilergetes…). Eran
descendientes de los indígenas prehistóricos y, al contacto con los colonizadores griegos y fenicios, habían
recibido su influencia civilizadora. Sus principales características eran:
Economía: comercio activo y uso de la moneda.
Estructura social: evolucionada, grupos diferenciados por su poder o riqueza, desde la aristocracia a los
esclavos.
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Organización política: de tipo estatal, según el modelo griego o fenicio de ciudad-estado. Constaba de una
o varias ciudades que controlaban el espacio circundante, con formas de gobierno monárquicas o
democráticas (con asamblea, senado y magistrados).
Área celta o indoeuropea: los indoeuropeos, entre ellos los celtas, se instalaron principalmente en el centro, el
oeste y el norte de la península. Dentro del área celta también se puede incluir a los celtíberos, íberos de la zona
centro-oriental de la península y el valle medio del Ebro que se habían fusionado con los invasores celtas y
habían asumido su cultura.
El área celta en general estaba menos evolucionada, aunque era muy heterogénea: los pueblos de centro y el
oeste estaban más desarrollados porque tenían un contacto más próximo con los ibéricos. En cambio, los
pueblos del norte (galaicos, astures, cántabros, vascones) presentaban el nivel más bajo de desarrollo por su
aislamiento geográfico. En ellos destacó la denominada cultura castreña, consistente en castros fortificados en
altura defendidos por murallas, su economía era ganadera y la complementaban con la pesca, el marisqueo y el
trabajo de la orfebrería (Coaña, Noega-Campa Torres).
Como características comunes a todos ellos podemos señalar:
Economía: agricultura poco desarrollada, mayor importancia de la ganadería. El comercio era escaso y
sin moneda. Práctica del pillaje contra pueblos vecinos.
Estructura social: muy primitiva, se basaba en grupos de parentesco (sociedad gentilicia).
Organización política: no existía el Estado. Preeminencia de los consejos de ancianos. Cada clan se
encargaba de la defensa de sus miembros.
3-Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo
La llegada de los romanos supuso la culminación de la Edad Antigua y la “entrada” de la Península en la Historia. Se
consolidó la escritura, las ciudades, las instituciones de gobierno y el derecho, aspectos que ya son característicos de
una sociedad compleja o civilización.
3.1. ETAPAS DE LA CONQUISTA: dentro del proceso de conquista podemos diferenciar tres grandes etapas:
o Primera etapa (finales del siglo III a.C.): se inicia en el contexto de las luchas entre Roma y Cartago por el control
del Mediterráneo occidental (guerras púnicas). Durante la Segunda Guerra Púnica, en el 237, los cartagineses
invaden el sureste peninsular y establecen su base principal en Cartago Nova. Fueron míticas las batallas
protagonizadas por los líderes cartagineses de la familia Bárcida (Amilcar Barca, Asdrúbal, Aníbal) contra el más
veterano de los Escipiones (Publio Cornelio, el Africano), del bando romano, que, pese a algunas importantes
victorias cartaginesas, al final dieron el triunfo a Roma. Con todo, la República romana sólo controlaba un tercio
peninsular (zonas próximas al Mediterráneo y el valle del Guadalquivir).
o Segunda etapa (primera mitad siglo II a.C.): Roma se propone derrotar a los pueblos del interior peninsular. La
resistencia tuvo capítulos notables como la de los arévacos y vacceos en Numancia o el protagonismo de Viriato
en la defensa de la Lusitania. Los romanos acaban controlando todo el territorio situado al sur de la línea del
Ebro y el Duero.
En el siglo I a. C., Hispania se vio envuelta en las guerras civiles de la República romana causadas por las
tensiones derivadas del proceso de expansión por el Mediterráneo. Sertorio obtuvo el apoyo de los hispanos en
su enfrentamiento con Sila. Tiempo después, Pompeyo y César también lucharían en Hispania por el dominio de
Roma, entre otros escenarios de su enfrentamiento que acabó en Grecia y Egipto con la muerte de Pompeyo.
o Tercera etapa (siglo I a.C.): se produce ya durante la época imperial de Augusto. El objetivo eran los pueblos del
norte peninsular, en particular cántabros y astures. Los motivos fueron políticos (nombramiento de Augusto
como emperador) y económicos (recursos mineros, oro y plata).
3.2. PROCESO DE ROMANIZACIÓN: El concepto de romanización hace referencia a la adopción, por parte de los
pueblos conquistados, de la lengua, la cultura, las formas de organización y los modelos de vida romanos.
Al igual que la conquista, la romanización fue un proceso discontinuo con resultados desiguales. En el área ibérica
resultó fácil, mientras que en el centro y oeste fue dificultoso por el menor grado de urbanización. En el norte, la
vida urbana era inexistente, los romanos “no consiguen imponer plenamente” su cultura, se adaptan a lo que
encuentran (los castros preexistentes se modifican, adoptando comodidades y refinamientos propios de Roma).
El proceso de romanización en la península se llevó a cabo a través de unos mismos cauces o medios:
- La extensión de la vida urbana o urbanismo: al principio (época republicana) el territorio se dividió en dos
provincias, Citerior, con capital en Tarraco, y Ulterior, con capital en Corduba. En época de Augusto (Pax
Augusta), el emperador emprendió una nueva organización territorial e Hispania quedó dividida en tres
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provincias: Bética (senatorial), Lusitania y Tarraconense (imperiales). Siglos después (III y IV d.C.) se divide la
Tarraconense en otras provincias (Gallaecia, Cartaginense), surge un poco más tarde la Baleárica (islas
desgajadas de la Cartaginense) y se añade la Mauritania Tingitana (en tierras norteafricanas).
Para hacer efectivo el control del territorio se llevó a cabo un programa muy amplio de urbanización (Emérita
Augusta, Tarraco, Itálica) y de comunicaciones (Vía Augusta, Vía de la Plata, puente de Alcántara, puente y
acueducto de Mérida). Así como edificios y templos públicos, esculturas y monumentos propagandísticos (arcos
de triunfo, teatros, termas, etc). En ellos se emplearon los avances romanos técnicos (arcos de medio punto,
hormigón, ladrillo).
- El papel del ejército: fue uno de los más importantes vehículos de difusión. Reclutaban tropas auxiliares entre
los indígenas y estos podían obtener la ciudadanía romana y recibir tierras. Junto a los campamentos de las
legiones a veces se formaron canabae (núcleos urbanos habitados por mercaderes, familiares de soldados, etc.)
que se convirtieron con el paso del tiempo en municipios romanos. Es el caso, por ejemplo, de León, cuyo
nombre deriva de legio, ya que allí estuvo instalada la Legio VII Gemina.
- La fundación de colonias: el asentamiento de romanos en colonias de nueva creación o en tierras confiscadas a
los indígenas, también extendió el modelo de vida romano. Consistía en la entrega de tierras a soldados
veteranos en pago por su servicio militar (caso de la fundación de Mérida para asentar a los veteranos de las
guerras cántabro-astures).
- La concesión de la ciudadanía romana a los indígenas. La obtención de la ciudadanía romana suponía gozar de
numerosos derechos y privilegios. Su concesión se utilizaba como reclamo para facilitar la dominación romana.
Fue un proceso progresivo que se inició con la aristocracia indígena, para asegurarse su apoyo y colaboración. En
212 d.C. el emperador Caracalla concede la ciudadanía a todos los hombres libres del Imperio, entre ellos los
hispanos. Ya antes, en el 74 Vespasiano les había dado la equiparación con las ciudades de Italia según el
derecho latino.
El proceso de romanización vino acompañado de un sistema económico que pretendía explotar los recursos
peninsulares. Hispania quedó integrada en un proceso de explotación esclavista. Esta mano de obra se destinaba a la
obtención de materias primas (trigo, vino, aceite, oro, plata, cobre). No existían centros especializados de
producción artesanal como si ocurría en otras partes del Mediterráneo. Fueron excepción algunas industrias textiles
y los derivados del pescado (caso de la famosa salsa de pescado garum)
La estructura social estaba determinada por su categoría jurídica, que era heredada en principio, aunque podía
modificarse. Existía una división fundamental entre hombres libres (podían tener o no tener la ciudadanía romana) y
esclavos, con una situación intermedia representada por los libertos. En la jerarquía social existían las siguientes
categorías:
Ciudadanos pertenecientes a órdenes (senatorial, ecuestre, decurional). Representaban una minoría
privilegiada y dominante. Era un grupo social cerrado, Ocupaban los principales cargos políticos,
financieros y militares.
Ciudadanos romanos no pertenecientes a órdenes: tenían el estatus de ciudadanos y gozaban de
privilegios políticos. En lo económico era una clase muy heterogénea (había más ricos o más pobres).
Hombres libres, pero no ciudadanos. Carecían de derechos políticos, pero tenían derechos civiles
(contraer matrimonio, tener propiedades). También había entre ellos grandes diferencias de fortuna.
Libertos: eran antiguos esclavos que habían conseguido la libertad. No podían ser ciudadanos de pleno
derecho y sólo sus nietos podrían serlo (3ª generación).
Esclavos: No tenían ni derechos políticos ni civiles.
4-Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó tanto poder la Iglesia y la nobleza
La monarquía visigoda se desarrolló entre finales del Imperio Romano (siglo V d.C.) y la invasión musulmana de la
península (principios del siglo VIII).
A-La desaparición del mundo romano: fue un proceso complejo que se inició en el siglo III d.C. debido a factores
como:
- Crisis militar: lucha entre distintas facciones por el poder. En el siglo III se produjo la denominada anarquía
militar.
- El declive del esclavismo y las ciudades. El final de la expansión territorial romana lo fue también del esclavismo
(no hay nuevos prisioneros de guerra que esclavizar). Las ciudades dejaron de contar con la mano de obra
tradicional y su función manufacturera (artesanal) entró en declive, los talleres entraron en decadencia.
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- El proceso de ruralización y polarización social: fue consecuencia del factor anterior. Los poderosos se
trasladan a las villas rurales y desarrollan una economía de autosuficiencia. El comercio entraba definitivamente
en declive. Esta situación tuvo su impacto en la estructura social donde surgieron dos grupos principales o
“polos”: los grandes propietarios de las tierras y los colonos, antiguos hombres libres y sin recursos, que
trabajaban las parcelas de los grandes propietarios en beneficio propio a cambio de ciertos pagos y servicios al
latifundista.
- La difusión del cristianismo: dentro de la situación de inestabilidad, una nueva religión más cercana, de carácter
intimista y de salvación, fue sustituyendo a la religión pagana oficial. Legalizada y favorecida a partir de
Constantino en 313 (Edicto de Milán), con Teodosio (Edicto de Tesalónica, 380 d.C.) pasará a ser la nueva
religión oficial del Imperio.
- La crisis del Estado: la organización estatal entró en declive. Las relaciones de dependencia personal
(patrocinio) aumentaron en una época convulsa donde los humildes, indefensos y sin recursos, buscaban la
protección de los poderosos.
- Las invasiones germánicas: se originaron en el siglo III d.C. y continuaron en el IV y V. Las invasiones más graves
se produjeron en el año 409, cuando suevos, vándalos y alanos, cruzaron la parte occidental del imperio. De
nada habían servido las reformas impulsadas por Diocleciano y Constantino. El Imperio Romano de Occidente
había finalizado.
B-Características de la monarquía visigoda: los visigodos eran un pueblo germánico muy romanizado. Su presencia
en Hispania fue intermitente en el siglo V d.C. (antes su reino estaba en el sur de la Galia, pero son expulsados por
los francos y se instalarán definitivamente en Hispania, con capital en Toledo a comienzos del siglo VI) y se debió, en
un principio a pactos y alianzas (pueblo aliado o federado con Roma). Se situaron en la meseta central y en la parte
septentrional-oriental.
En la consolidación de su poder jugaron un papel destacado tres monarcas:
Leovigildo (571-586): acabó con el reino suevo de Galicia y aisló a los vascones, (más tarde el rey Suintila
completará esta labor al expulsar a los bizantinos) por lo que se puede decir que estableció una cierta estabilidad
y unificación territorial.
Recaredo (586-601): Fue el sucesor de Leovigildo, se convirtió al catolicismo (III Concilio de Toledo), junto a otros
nobles y obispos arrianos. De este modo consiguió la unificación religiosa de la minoría visigoda y la mayoría
hispanorromana, y al mismo tiempo reforzó su poder político.
Recesvinto (653-672): realizó la unificación jurídica mediante el denominado Liber Iudiciorum (Libro de los
juicios). También destacó por su hostilidad hacia los judíos.
C-El poder de la nobleza y la Iglesia : parte del contexto económico donde predominan las actividades agrícolas y
ganaderas y el latifundismo (villas). La ciudad prosiguió su declive por lo que las relaciones económicas se
ruralizaron. También se incrementó la polarización social en dos grupos principales: una minoría poderosa y
latifundista, y una mayoría apenas diferenciada en la que se fundían antiguos esclavos, libertos, siervos, colonos y
pequeños campesinos. Al mismo tipo se reforzaron las relaciones de tipo personal (etapa prefeudal).
La monarquía visigoda propició el surgimiento tanto de una poderosa nobleza territorial como de una Iglesia
cristiana católica que ostentaba la religión oficial.
- Nobleza territorial: su poder fue consecuencia del siguiente proceso:
En un principio los reyes se rodearon de gardingos o guerreros fieles a su persona
Posteriormente tendieron a recompensar sus servicios militares con la entrega de tierras en usufructo
vitalicio.
Con el tiempo, los gardingos convirtieron esas tierras en propiedades hereditarias, en las que gobernaban
con total autonomía respecto al poder del rey.
Estos gardingos, convertidos ya en nobleza territorial latifundista, se rodearon a su vez de hombres fieles,
conocidos como bucelarios. El bucelario obtenía del noble protección y tierras y a cambio adquiría con él un
compromiso de fidelidad y obediencia.
- Iglesia Católica: desde su legalización por Constantino había acumulado un gran patrimonio territorial y desde el
III Concilio de Toledo también había adquirido gran influencia política (sobre todo con la conversión de
Recaredo, y porque garantizaban la sucesión de los reyes, que era problemática al ser electiva).
Nobleza e Iglesia, como grupos poderosos, tenían, por tanto, intereses comunes y coincidían en impedir el
establecimiento de una monarquía fuerte que pudiera limitar su influencia y privilegios. Sin embargo, los reyes
dependían de su apoyo para acceder al trono y mantenerse en él.