Platón Nuevo

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PLATÓN

TEMA: La teoría de las Ideas

1. División de la realidad en mundo sensible y mundo inteligible. (Dualismo ontológico)

2. ¿Qué son las Ideas? Caracterización y jerarquización. Idea de Bien

3. Relación entre las Ideas y las cosas.

4. Relación entre el ser y el conocer. Grados de ser y de conocimiento. (Línea dividida)

5. ¿Cómo conocemos las Ideas? Anamnesis y Dialéctica.

6. Correlación entre el alma y las clases sociales.

7. Crítica a la teoría de las Ideas.

Todo el pensamiento platónico gira en torno a un punto fundamental: la división de

todo lo existente en dos planos, el sensible y fenoménico que puede ser captado por

los sentidos y el inteligible, captado con el entendimiento, con “los ojos del alma”

(República, 533d).

Platón sabe que el mundo físico está en constante devenir, como dijo Heráclito. Ese

fluir universal hace imposible nuestro conocimiento científico de la realidad, pues la

ciencia aspira a definir sus objetos y la definición solo es posible sobre objetos

invariables.

¿Cómo conseguimos entonces definiciones verdaderas? Platón nos habla de la

existencia de la Idea (del griego eidos: forma) causa de la multiplicidad de individuos

en los que puede materializarse sin confundirse con ellos. Platón piensa que lo eterno

no es el arjé presocrático sino las Ideas a cuya imagen está hecho el mundo físico.

Hay, pues, dos mundos, el sensible (representado por el interior de la caverna en el

mito de la caverna) donde están las realidades individuales, materiales, temporales,

espaciales, la multiplicidad, el cambio, es el conjunto de cosas perceptibles por los

sentidos, de la apariencia, de la opinión (doxa)… y un mundo inteligible de Ideas,

realidades universales, inmutables, eternas, inmateriales… que constituyen la

auténtica realidad, recogiéndose aquí la tesis parmenídea de la inmutabilidad del ser.


Las Ideas son modelos o arquetipos que constituyen el auténtico ser de las cosas,

mientras que las cosas sensibles son solo reflejos, sombras o copias imperfectas de las

Ideas.

Las Ideas son entidades extramentales, objetivas e independientes del hombre, y

causas de las cosas: aunque ellas sean el auténtico ser, Platón no negará realidad a lo

que se da a los sentidos; el mundo sensible, aunque inferior a las Ideas, posee también

cierto ser, que le vendrá dado por su imitación o participación de las Ideas..

El mundo de las Ideas está ordenado jerárquicamente pues hay distintos tipos de

Ideas. Platón sitúa a la Idea de Bien en la cúspide de ese mundo; muy próxima a la

idea de Belleza, (kaloskaiagathós) a continuación vendrían las Ideas de los objetos

estéticos y éticos (belleza, justicia…) seguidas de las Ideas de los objetos matemáticos

y finalmente de las Ideas de las cosas.

La idea de Bien, que es la meta última de la educación del filósofo, es también la

determinación ontológica fundamental ya que es la CAUSA que determina el ser y la

esencia de todas las demás ideas. Es causa de todo lo recto y bello que hay en este

mundo; es causa de conocimiento y verdad y necesariamente ha de conocerla quien

quiera comportarse rectamente tanto en su vida privada como pública. La Idea de Bien

es el más alto objeto de conocimiento, puesto que nos permite comprender el sentido

de los demás objetos de conocimiento.

La relación entre las Ideas y las cosas es de imitación y participación, por un lado y de

fundamentación y causa por otro, es decir, las cosas imitan y participan de las Ideas y

sin ellas, nada del mundo sensible existiría.

Al dualismo ontológico de Platón le corresponde un dualismo epistemológico; en el

esquema de la línea dividida se establece una correlación entre los grados de ser y de

conocer. A cada ámbito de la realidad le corresponde un grado de conocimiento. A los

diferentes grados de ser le corresponderán saberes muy distintos: la opinión (doxa) o

conocimiento del mundo sensible, de los animales, plantas y cosas fabricadas (la

creencia o pistis) y de sus sombras y reflejos (la imaginación o eikasía) y la ciencia


(episteme) que se ocupa de los objetos de la matemática (pensamiento discursivo o

dianoia) y que, a pesar de su valor, posee dos deficiencias: el uso de signos sensibles y

el apoyarse en hipótesis y de las Ideas (inteligencia, conocimiento intuitivo o noesis).

A mayor grado de realidad le corresponde un mayor grado de conocimiento.

En cuanto a cómo es posible el conocimiento de las Ideas, Platón elabora diferentes

teorías, y nos habla de la teoría de la reminiscencia o anamnesis, según la cual conocer

es recordar. Esta teoría que exige la preexistencia del alma antes de su encarnación,

para entender que en realidad nuestra alma está recordando “algo que aprendió cuando

existía en otro lugar” (Fedón, 72e), antes de unirse a un cuerpo. Así, las cosas son la

ocasión para el recuerdo.

Por otro lado, también la dialéctica nos permite el conocimiento del mundo inteligible.

Platón habla de una dialéctica ascendente como método que nos permite ver lo común

aquello que comparten todos los individuos de la misma especie. Es un método

taxonómico, clasificatorio de Ideas. El conocimiento camina desde las cosas materiales

y sensibles hacia las esencias. Libera de los sentidos y lo sensible, lleva hasta las Ideas

y más tarde, de idea en idea hasta la idea de Bien. Mientras que hay en la dialéctica un

movimiento descendente va desde las Ideas o Esencias (Formas) hasta su aplicación a

la práctica. Actúa en base a los principios ya descubiertos.

Platón también entiende la dialéctica como impulso erótico: el filósofo, mediante el

cultivo de su sensibilidad, ascenderá desde el plano sensible al inteligible, desde las

bellezas sensibles hasta la Idea de Belleza. El motor de dicho ascenso será un impulso

erótico y el objeto del amor, la belleza.

Además en el intento de conocer las ideas es necesaria la virtud basada en la renuncia

a los apetitos corporales y la práctica de la filosofía. La purificación moral e intelectual

tiene como objeto que las almas se dejen guiar por lo que es justo y recto. La teoría de

las Ideas de Platón permite la superación del relativismo moral de los sofistas, pues las

Ideas serán el fundamento objetivo de la vida moral.


Platón entiende que el hombre es un ser social por naturaleza; ello explica la aparición

del Estado (la polis). El individuo puede alcanzar su máxima realización en el Estado,

pero para ello el Estado deberá ser justo. En el análisis del Estado, Platón utiliza una

división tripartita análoga a su división del alma, como el alma tiene tres partes habrá

una virtud peculiar para cada una de ellas: a la parte concupiscible le corresponde la

templanza, o continencia de los placeres y será la virtud propia de la clase social de los

artesanos; a la parte irascible, le corresponde la fortaleza o valor, propios de la clase

social de los guardianes y a la parte racional la virtud de la sabiduría o prudencia que,

con la clase de los gobernantes La virtud del alma en su conjunto es la justicia,

entendida como armonía u orden entre esas tres partes

El fin del Estado es la justicia, el bien de todos los ciudadanos, que sólo es posible

cuando todos los elementos que componen la sociedad realizan su función propia.

Aristóteles, durante largo tiempo discípulo de Platón, va a criticar la teoría de las

Ideas rompiendo con la tesis central del platonismo: la existencia de un mundo de

ideas separado de las cosas. No es posible, dice Aristóteles, que la esencia de las cosas

exista separada de éstas.

Además la teoría de las Ideas, no responde a las necesidades de la explicación física, es

decir, del movimiento. Platón sigue manteniendo el problema eleático: negar la

posibilidad de una ciencia de lo físico, negar la posibilidad de racionalidad de un

mundo dinámico. Platón persiste en mantener una separación insalvable entre ciencia

y experiencia.

Permanece fiel sin embargo a un punto fundamental de la herencia platónica: la

ciencia versa sobre lo universal, es una búsqueda de la esencia común que se encuentra

en las cosas y no separada de ellas.

La teoría de las Ideas, su aceptación o rechazo, marcará el rumbo de toda la filosofía

posterior a Platón.

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