Módulo 4 - Lectura 4

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La educación inclusiva. El lugar de la diferencia.

Nuevos debates

Introducción

Breve recorrido histórico de la Educación Especial

Conceptos sobre los que han girado las últimas producciones en torno a la educación

Referencias

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 5

Introducción

La escuela de la modernidad nace con una impronta


homogeneizadora. Ese mandato funcionó como un dispositivo
que fue dejando fuera a muchos de sus alumnos. No
analizaremos aquí las distintas políticas de Estado y el lugar de
la educación en estas políticas a lo largo de la historia. Sin
embargo, el marco histórico es imprescindible para situar y
comprender los distintos procesos. (Gómez, 2014, p. 3).

En esta lectura abordaremos aspectos de los procesos educativos en una


historización que nos lleva hasta nuestros días, en los que hablamos de
educación inclusiva. Cómo se trabajaba con los sujetos que no alcanzaban
con lo esperado, qué lugar tenía la discapacidad y cómo se abordaba la
diferencia, son las inquietudes a debatir.

En una escuela primaria de gestión estatal, desde hace ya un largo tiempo,


han asumido una perspectiva de educación inclusiva. Los docentes vienen
con una trayectoria en procesos de integración, pero están trabajando en
reconsideraciones de las concepciones y prácticas de integración asumidas
hasta el momento. Se han dividido en grupos y han distribuido algunas
inquietudes de trabajo para repensar aspectos vinculados a la integración,
inclusión, diversidad.

La idea es trabajar la educación desde la perspectiva de derecho. Empiezan


compartiendo una viñeta de Mafalda:

Figura 1: Mafalda

Fuente: elaboración propia.

Sugiero, dice una de las docentes, esta idea que plantea Quino: “Integrar no
es dejar entrar, sino es dar la bienvenida”. Recordemos que la escuela fue la
gran apuesta de los Estados al progreso en todos los sentidos. Nos
encontramos con el desafío de superar una escuela que replica
características de la escuela de la modernidad, una escuela disciplinadora,
normalizadora, homogeneizadora… Fundamentalmente debemos pensar
qué pasó con lo diferente en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI.
Repasemos algunas ideas.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 5

Breve recorrido histórico de la Educación Especial

Procesos educativos: Encierro, institucionalización, normalización, integración


e inclusión psicosocial. Hemos sintetizado en las anteriores cinco palabras
los procesos por los que ha pasado la constitución del saber y de las
prácticas en torno a la educación especial.

Retornemos a la primera idea.

Esta intención y efecto homogeneizador [de la escuela moderna


en sus orígenes] tuvo sus consecuencias poco deseadas en
relación al “resto” …que iba generando.

La idea de resto corresponde a una concepción que define a


aquellos sujetos que son ubicados en un lugar en el que es
preferible no verlos, diferenciándolos del conjunto mayor.
Refiere a un lugar distinto que los descalifica o ubica
negativamente por lo que “no son” y “debieran ser”.
[Hagamos un breve recorrido para situarnos, expresa una
profesora que ha leído mucho sobre estos temas.]

En los primeros tiempos, los anormales –fuera de la norma-


quedarán aislados en lugares de encierro. Los primeros en ser
apartados serán los locos. El encierro lo alejará de la “vida
normal” para que no se vea afectada la cotidianeidad con la
imagen de la locura encarnada en estos sujetos que deben ser
invisibilizados en espacios de represión.

Más tarde la locura será objeto de estudio y se definirá como


enfermedad. Entonces serán instituciones especializadas las
que se encargarán de la posible rehabilitación. Las cárceles
apartarán a los criminales, y ahora serán los psiquiátricos y
prisiones los encargados de la reinserción social.

La escuela tendrá también su papel en la demarcación de lo


esperado y no esperado, de lo normal y lo anormal. Actualmente
esas apreciaciones dóxicas sobre los estudiantes siguen
imperando en muchas de las enunciaciones de los adultos
responsables cuando expresan características de sus alumnos,
es decir, prevalecen aún clasificaciones que determinan la
cercanía o distancia a la “regla-norma”. Estos discursos
proferidos hablan acerca de otro (su alumno) las más de las
veces en términos de normalidad y anormalidad.
Institucionalización. Hacia fines del 1800 se crearon en
Argentina organizaciones filantrópicas que asumieron la
reeducación de los anormales. Hacia mediados de ese siglo ya
se habían fundado algunos de estos centros en Europa. La
experiencia de Itard fue como un hito en las ideas de
educabilidad.

Las concepciones higienistas colaboran también en el


tratamiento de la infancia desde ideas eugenésicas. La salud y
la educación eran los dos ejes de trabajo para el mejoramiento
de la vida. Todas estas prácticas se guían por un modelo ideal
de hombre y de sociedad, basado en parámetros a los que todos
debían llegar. Bajo el higienismo había una concepción
biologicista que ponderaba la mejor especie. Desde este lugar
quedaban al margen los vagabundos, los discapacitados, los
inestables psiquiátricamente, en síntesis, los de difícil
adaptación a la norma.

Eduardo de la Vega (2010) nos informa que en el año 1926 ya


existía en Capital Federal una experiencia de grados
diferenciales dentro de la escuela común. Aquellos alumnos que
presentaban alguna dificultad en el grado común serían
atendidos en esta grado [diferencial], especie de escuela
especial dentro de la escuela primaria ya existente.
Entonces en la década del 20 comienza a dibujarse los límites
entre la escuela común y la escuela especial. Son los albores de
una pedagogía terapéutica o enmendativa. Esta nueva forma de
pensar las intervenciones estaba atravesada por la Higiene
Mental, el psicoanálisis, la escuela nueva y la psicología
diferencial.

Hacia la década del 60 se expande la escuela diferencial. Los


sistemas educativos se transforman ocupando un lugar el
tratamiento de la diferencia (discapacidad) con instituciones
espaciales. Nuevos actores [campos disciplinares] cobrarán
presencia como las ciencias de la educación, la psicopedagogía,
la psicología, ocupando nuevos ámbitos de saber.

Ubicados ya en los años 80 comienza un proceso de


normalización y de integración. Una de las ideas centrales es
que el niño pueda asistir a la escuela común trabajando ya no
sobre el niño sino sobre el medio para que el sujeto pueda ser
atendido bajo el reconocimiento positivo de las diferencias, ya
no como déficit. (Gómez, 2014, pp. 3-5).

Muchos de nosotros hemos vivido este proceso. El desafío es ir hacia un


paradigma de la inclusión. Recordemos que
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) define la inclusión como “una
estrategia dinámica para responder en forma proactiva a la
diversidad de los estudiantes y concebir las diferencias
individuales no como problema sino como oportunidades para
enriquecer el aprendizaje”. (Ministerio de Educación, 2011, p.
21).

Estos procesos han recibido ya sus críticas, pero siguen siendo


líneas de acción para llegar a la aceptación genuina de la
diferencia en las instituciones sociales. Las transformaciones
acaecidas en el mundo desde la década del 90 obligan a pensar
nuevos escenarios sociales que invitan a replanteos en torno al
interculturalidad en la cual la segregación o discriminación ya no
sólo afecta a los discapacitados. Aquí surge un nuevo planteo, el
de la pedagogía inclusiva, que sólo puede ser posible como
teoría y como práctica, en el marco de una sociedad
efectivamente inclusiva. (Gómez, 2014, pp. 5-6).

Abrimos a continuación dos temas para el debate, el primero retomando a


Foucault, el segundo recuperando a Habermas. En ambos casos, desde
posiciones epistemológicas distintas, trataremos de pensar categorías
teóricas como las de normalidad e inclusión con sus respectivos opuestos
(Gómez, 2019).

Nos va quedando más claro lo que implicaría pensar una genuina educación
inclusiva. En este punto la UNESCO entiende que

la inclusión es, por tanto, una nueva visión de la educación


basada en la diversidad, en la que se destacan cuatro elementos
fundamentales:

La inclusión es un proceso, una búsqueda permanente de la


mejor manera de responder a las diferencias.

La inclusión busca identificar y remover barreras, estar atentos a


los obstáculos al aprendizaje y la participación, y hallar la mejor
manera de eliminarlos.

La inclusión se refiere tanto a la presencia como a la


participación y el logro de todos los estudiantes.

La inclusión pone especial cuidado en aquellos grupos de


estudiantes con mayor riesgo de ser marginados, excluidos o de
tener rendimientos menores a los esperados. (Ministerio de
Educación, 2011, pp. 21-22).
Sobre estos ejes debemos trabajar. Pero ¿cómo hemos llegado a estos
debates?

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LECCIÓN 3 de 5

Conceptos sobre los que han girado las últimas


producciones en torno a la educación

Conceptos sobre los que han girado las últimas producciones


en torno a la educación especial-educación inclusiva.

Primera dupla de discusión: normalidad – anormalidad

En 1975, Foucault plantea en una de sus clases tres tipos de


figura a partir de la cuales se hablará de las anomalías en el siglo
XVIII:

La figura del monstruo humano: entendido como violación del


marco jurídico y de las leyes naturales. El individuo es visto
como un fenómeno que combina lo imposible con lo prohibido.
Este monstruo, [manifiesta el autor] “es la infracción llevada al
punto máximo (…) es la forma natural de la contranaturaleza”
(Focault, 2000).

La figura del individuo a corregir. Es una figura ligada a la familia


y la relación con otras instituciones como la escuela, la iglesia, la
policía, etc. Por supuesto que hay más individuos a corregir que
monstruos, es un fenómeno más corriente y está más cercano a
la regla. Habiendo fracasado las técnicas de domesticación lo
que implicará una nueva tecnología de recuperación y de sobre-
corrección.

La del masturbador. Figura que más bien puede ubicarse en el


siglo XIX. En este caso ya no es la sociedad como en el
monstruo o las instituciones como en el incorregible, sino es
más restringido [al interior del hogar], a la habitación, a la cama.
Es una práctica universal de la que nadie habla, es un secreto
universal que todos conocen y nadie comunica. (Foucault,
2000).

Para este autor el anormal del siglo XIX es el heredero de estas


tres figuras. Los anormales serán foco de atención. Los
enfermos, la posibilidad de la cura, estará bajo la tutela de la
medicina que se ocupará en el siglo XIX de “reorganizar
sintácticamente la enfermedad” dando aportando una manera
particular de conocer al enfermo. Tanto la medicina como la
psiquiatría serán nuevos campos que reordenarán los dominios
de conocimiento sobre la enfermedad, anormalidad. Estas
disciplinas tendrán un lugar primordial en la arquitectura de las
ciencias humanas. (Foucault, 2008).

Para Foucault entramos en una época al que él denomina de


“ortopedia social” en donde las instituciones psiquiátricas,
psicológicas, criminológicas, médicas, pedagógicas, funcionan
para la corrección a través de la vigilancia y el control. Ese
control se realiza a través de un saber que vigila, en un “saber
sobre el otro que verifica las acciones correctas o incorrectas, si
cumple las reglas, si progresa en el sentido deseado o no”. En
este sentido el saber marca y delimita lo normal y lo anormal.

Es importante rescatar las preguntas que se hace Foucault [en


tres ámbitos] propone:

una arqueología entendida como la búsqueda histórica de los


sujetos (de nosotros mismos) en relación a la verdad y al hecho
de pasar el sujeto a ser “objeto de estudio”. Las preguntas
entonces son: ¿Qué puedo saber?, ¿qué sistemas de verdad,
qué prácticas discursivas constituyen al sujeto como objeto de
saber posible?

Estas preguntas nos llevan al interrogante sobre la invención


del anormal, del especial, del discapacitado, del inadaptado
como construcción histórica discursiva desde un saber
hegemónico.

una genealogía de los sujetos (nosotros mismos) en relación al


poder en interacción con otros sujetos. Las preguntas entonces
son: ¿Qué puedo hacer?, ¿a través de qué prácticas se produce
la realidad?

En este caso, y sin olvidar las preguntas anteriores, estos


cuestionamientos nos permiten comenzar a pensar-nos y
objetivar-nos en relación a las prácticas profesionales
vinculadas con esos otros destinatarios de las decisiones
tomadas por quienes pueden intervenir.
una ética. Planteo que considera al sujeto consigo mismo. Las
preguntas serían: ¿quién soy yo?, ¿qué nos hacemos a nosotros
mismos?, ¿qué hacemos con nosotros mismos? (Donda, 2003).

Estos interrogantes surgen a partir de la posibilidad de


reconocer que las tecnologías han producido cierta relación del
sujeto con la verdad y con el poder.

Podemos reconocer que aun cuando este autor, es decir


Foucault, no hable de educación especial, sus análisis son por
demás enriquecedores y esclarecedores cuando pensamos en
la evolución de la educación desde la escena correctiva, a la
terapéutica, luego la escuela integradora para finalmente
comenzar a abrir las propuestas [inclusivas] desde
concepciones que comienzan a salirse de la discapacidad (como
objeto de tratamiento en la escuela especial) para expandirse a
ámbitos y grupos que son productos de distintos procesos
sociales de segregación.

Segunda dupla de discusión: exclusión-inclusión

Muchos textos tratan este tema en lo que refiere a la educación


especial con un planteamiento que recupera ideas que se
sintetizan en una propuesta que se denomina Pedagogía
Inclusiva, Pedagogía de la Diferencia, Pedagogía de la
Diversidad.
Partiremos de una posición que denuncia a la sociedad como
estructura excluyente para luego pasar a pensar la educación
inclusiva sobre la base de un modelo político que forje el posible
cambio.

Hablar de educación inclusiva obliga pensar una transformación


de una sociedad que en su constitución ha sido marcadamente
excluyente (aún con sus ideales de integración nacional en los
albores de los estados nacionales). La paradoja entre los
proyectos democráticos con sus mandatos integracionistas y el
avance de un capitalismo que desconoce los sistemas
socioculturales segregando a los que no acceden a los distintos
capitales (económicos, sociales, culturales y simbólicos) ha
invitado a planteamiento profundos y urgentes acerca de un
modelo político de democracia y de participación ciudadana que
genere verdadera inclusión de todos los sectores de la sociedad,
más allá de las diferencias económicas, étnicas, de género,
políticas, socioculturales.

Para este debate nos apoyaremos en el tratamiento que hace


Habermas (1990), filósofo alemán, en relación a una comunidad
inclusiva. Este abordaje nos despegará de las enunciaciones
propiamente pedagógicas para pensar transformador que se
enmarque en un modelo democrático que postula una política
deliberativa.
Este modelo supone una comunidad lingüística que pueda llegar
a consenso mediante el habla argumentativa. Estos acuerdos
son posibles si los sujetos en la interacción se deben respeto
mutuo y se reconocen en igualdad y reciprocidad. Esta
posibilidad de entendimiento no parte del supuesto de la
semejanza absoluta entre los agentes. En este sentido el autor
afirma:

El igual respeto de cada cual no comprende al


similar, sino que abarca a la persona del otro o de
los otros en su alteridad. Y ese solidario hacerse
responsable del otro como una de nosotros se
refiere al flexible “nosotros” de una comunidad que
se opone a todo los sustancial y que amplía cada
vez más sus porosos límites. Esta comunidad moral
se constituye tan sólo sobre la base de la idea
negativa de la eliminación de la discriminación y del
sufrimiento, así como de la incorporación de lo
marginado y del marginado en una consideración
recíproca. Esta comunidad, concebida de modo
constructivista, no es un colectivo que obligue a
uniformizados miembros a afirmar su propio modo
de ser. Inclusión no significa aquí incorporación en
lo propio y exclusión de lo ajeno. La “inclusión del
otro” indica, más bien, que los límites de la
comunidad están abiertos para todos, y
precisamente también para aquellos que son
extraños para los otros y que quieren continuar
siendo extraños. (Habermas, 1990).

Cuando desde los espacios de decisión- de poder- se habla


sobre aquellos otros que necesitan de una educación (especial)
debe incluírselos en dicho debate. Un profesor con ceguera dijo
en una charla: -“nosotros, los ciegos, no queremos que hablen de
nosotros sino con nosotros”. Esta afirmación es precisamente la
marca la diferencia. Vale también para todas aquellas
decisiones que afectan a quienes son destinatarios de los
cambios. En relación al consenso normativo Habermas (1990)
plantea que se debe impedir la exclusión, esto es, “la exclusión
arbitraria de interesados, así como el privilegiar hablantes y
temas, esto es, el trato desigual; deben también desactivar la
represión, la manipulación y la posibilidad influir por medios no
retóricos”.

Este modelo de democracia registra las nuevas sociedades que


deben ser pluralistas, en las cuales, ya no se puede hablar de
una población culturalmente homogénea. Decía Habermas
(1990) “Su quid consiste ciertamente en que el proceso
democrático asume a la vez el papel de garantía en caso de fallo
del sistema en aquello que hace referencia a la integración de
una sociedad cada vez más internamente diferenciada” (p.94).

El desafío es abrir e invitar al debate a todos los involucrados, lo


que exige una sociedad democrática que viabilice la discusión y
las acciones comunicativas orientadas al entendimiento. El
respeto a la diferencia, la aceptación de lo distinto, …la búsqueda
de la dignidad propia y la del otro, el valor del distinto semejante,
son los valores imprescindibles para pensar a los otros como un
nosotros, en la riqueza de la diferencia. (Gómez, 2014, pp. 6-10).

Tenemos que retomar un documento elaborado para Educación Especial


(2011) que ofrece ejes para pensar la inclusión y que como equipo
deberemos discutir en el marco de la escuela común. Ellos son:

Tabla 1: Ejes para pensar la inclusión

Crear culturas inclusivas Orientadas hacia la creación de una


comunidad escolar segura,
acogedora, colaboradora y
estimulante, en la que cada uno sea
valorado, fundamentalmente para
que todos los alumnos tengan
mayores niveles de logro. Se
pretende desarrollar valores
inclusivos, compartidos por todos
los docentes, los estudiantes, los
miembros del consejo escolar y las
familias, de tal forma que impliquen
a todos los miembros de la
comunidad escolar.

Asegurar que la inclusión esté en el


corazón de los procesos, el
proyecto escolar, para que mejore
el aprendizaje y la participación de
todos los estudiantes. Estas
políticas aumentan la capacidad de
Elaborar políticas inclusivas
una escuela para atender las
diferencias del alumnado, hacen
que los apoyos desde la Modalidad
se desarrollen desde la perspectiva
del derecho a la educación de los
estudiantes.

Las prácticas de las instituciones


abordan la cultura y las políticas
inclusivas. Se intenta asegurar que
las actividades en el aula y las
actividades extraescolares motiven
la participación de todos los
Desarrollar prácticas inclusivas alumnos y tengan en cuenta el
conocimiento y la experiencia de los
estudiantes fuera del contexto
escolar. La docencia y los apoyos
se integran de tal forma que se
puedan superar las barreras para el
aprendizaje y la participación.

Fuente: Ministerio de Educación, 2011, pp. 23-24.


Estos debates entre los docentes ofician de disparador para seguir
pensando intervenciones que den lugar a debates que pongan en
perspectiva las distintas posibilidades de trabajo constructivo desde los
lugares profesionales, laborales, académicos y de investigación.

En este ensayo el autor expone razones por las cuales es posible establecer
la relación entre biopolítica y educación. Hace referencia al hecho de que la
educación es una práctica imprescindible para la acción biopolítica, lo que
significa que la educación ocupó un lugar central en los procesos en los
cuales el biopoder y los dispositivos de normalización se volvieron
dominantes en las sociedades contemporáneas.

Biopolítica, normalización y educación.pdf


319.2 KB

Fuente: Veiga Neto, A. (2013). Biopolítica, normalización y educación. Revista Pedagogía y saberes, Nº. 38,

https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/PYS/article/view/2141/2034

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Referencias

Gómez, S. (2014). Consideraciones para el debate sobre algunos conceptos


vinculados a la pedagogía inclusiva. En XXV Encuentro Estado de la
Investigación Educativa – II Congreso Latinoamericano de Investigación
Educativa. Córdoba, Argentina. Recuperado de
http://revistas.bibdigital.ucc.edu.ar/index.php/adiv/article/viewFile/4385/24
66

Gómez, S. (2019). Pedagogía. Planteos epistemológicos y perspectivas


educativas. Córdoba, Argentina: Brujas.

Moyano, A., M. (coord.). (2011). Documento Educación especial, una


modalidad del sistema educativo argentino. Orientaciones 1. Buenos Aires,
Argentina: Ministerio de Educación de la Nación. Recuperado de
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL006524.pdf

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Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

La comunicación educativa. Una mirada psicosocial



Ofrecemos un espacio teórico de reflexión sobre los procesos de
socialización y subjetivación de las nuevas generaciones, aspectos de las
relaciones intersubjetivas, la comunicación y el diálogo en educación, la
implicación y participación de los sujetos desde sus rasgos singulares;
reflexiones que nos permiten pensar, argumentar y decidir responsablemente
sobre las líneas de intervención que podemos tomar para ofrecer las mejores
propuestas educativas que favorezcan instancias armoniosas tanto para los
estudiantes como para los docentes.

Escuela y nuevas subjetividades



En esta lectura pondremos en consideración aspectos que los docentes
debemos considerar respecto de las nuevas formas de subjetivación y
socialización de niños, niñas y jóvenes. Muchas veces decimos que hoy los
estudiantes no son los de antes. Efectivamente, hay cambios de época que
requieren nuestra mirada. Cambios generacionales, nuevas configuraciones
familiares, nuevas formas de niñez, múltiples formas de vivir la juventud, son
algunas de las transformaciones de época que mueven las formas más
estables a las que la escuela estaba acostumbrada.

Disciplina escolar. Violencia social y violencia escolar



En esta lectura −y siguiendo con los Acuerdos Escolares de Convivencia−
cabe abordar cuestiones centrales respecto de lo que sucede o puede
suceder en las escuelas.

La educación inclusiva. El lugar de la diferencia. Nuevos debates



En esta lectura abordaremos aspectos de los procesos educativos en una
historización que nos lleva hasta nuestros días, en los que hablamos de
educación inclusiva. Cómo se trabajaba con los sujetos que no alcanzaban
con lo esperado, qué lugar tenía la discapacidad y cómo se abordaba la
diferencia, son las inquietudes a debatir.

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