Cuentos para Niños Que Se Portan Mal

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Cuentos para niños que se portan mal

Carola estaba tumbada en el sillón de casa muy aburrida.

- Mamá, no sé lo que hacer - dijo perezosa.

- Puedes pintar un dibujo y después colorearlo - contestó su madre

mientras planchaba la ropa.

- No quiero, pintar me aburre - dijo Carola.

- Ya sé - dijo su madre. Puedes jugar a las peluqueras y hacer una bonita

trenza a tu muñeca.

- No quiero, eso me aburre también - protestó de nuevo la niña.

- Llama a María, y jugáis a algo - dijo impacientándose de nuevo su madre.

- No quiero; ayer me enfadé con ella - contestó la niña haciendo una

mueca.

Su madre la miró preocupada dejando de planchar. Carola se pasaba todo

el día aburrida, protestando y viendo en la televisión dibujos animados.

- ¿Por qué no sales con la bicicleta al jardín? - dijo su madre intentando

animar a la niña reanudando su tarea.

- No quiero; me aburre montar en bicicleta - dijo estirándose perezosa en

el sofá sin mirarla siquiera.


Su madre estaba cada vez más preocupada por el comportamiento de

Carola.

- Mañana iremos a pasar el día al campo y nos bañaremos en el río - dijo.

- No quiero ir al río, me pican los mosquitos y además no sé nadar. - ¡Qué

asco!

- ¡Iremos a pasar el día al campo! - dijo su padre por la noche. ¡Te guste o

no! Y Carola se fue protestando muy enfadada a la cama, sin querer cenar.

Al día siguiente llamaron a Carola que se levantó de la cama protestando

de nuevo.

- ¡Os odio! ¡Siempre me estáis fastidiando! - dijo lloriqueando. - ¡Quiero

tener otros padres! ¿Por qué no me dejáis vivir en paz? Y salió de la

habitación metiendo mucho ruido, sin desayunar.

Pero esta vez sus padres no estaban dispuestos a ceder a sus caprichos y

continuaron hablando entre ellos sin prestar atención a sus palabras.


Durante el trayecto en el coche apenas hablaron. Llegaron a un lugar

precioso donde había una verde pradera, un río de aguas transparentes y

una zona de arboleda. Era el sitio ideal para pasar el día.

Sus padres empezaron a jugar a la pelota y la llamaron:

- ¡Carola, ven a jugar!

Pero la niña se quedó de brazos cruzados mostrando su enfado y

pensando que eran unos padres horribles que no la querían y, con ese

pensamiento se sentó apoyada en el tronco de un árbol y se quedó

dormida.

- ¡No quiero ir, me aburro! ¡Es un rollo teneros como padres! Siempre me

estáis obligando a hacer cosas que no quiero. ¡Me quiero ir de esta casa!

Y entonces ocurrió algo que Carola no esperaba. Su madre dijo:

- Muy bien, si es eso lo que quieres te ayudaré a preparar el equipaje.


Carola siguió a su madre. Extrañada vio cómo abría la puerta de su

armario y descolgó uno de sus vestidos. Lo dobló cuidadosamente y lo

metió en una pequeña maleta; luego metió una chaqueta, calcetines y

unos zapatos. Por último, eligió unas braguitas y una camiseta de interior y

cerró la cremallera.

- Ya está - dijo. Y se volvió ofreciéndole con indiferencia la maleta.

- Te pondré un bocadillo por si te da hambre esta noche - habló sin

volverse a mirarla.

- ¡Luis! -llamó al padre - Ven a decir adiós a Carola que se va a buscar

unos padres mejores que nosotros.

Su padre entró en la habitación, la abrazó y acompañándola a la puerta

dijo:

- ¡Qué te vaya muy bien cariño!

Entonces Carola empezó a llorar en silencio y, cuando quiso darse cuenta,

oyó un fuerte portazo y se vio en la calle.

- ¡No me quiero ir! - dijo sin disimular su llanto, aporreando la puerta.

- ¡No me quiero ir! - gritaba llorando. - ¡No quiero buscar otros padres!

- ¡Carola, Carola! - decían sus padres zarandeándola nerviosos.

Cuando despertó vio a sus padres que la abrazaban y miraban asustados.


Se dio cuenta que ellos siempre se habían preocupado por ella, que la

querían mucho y se estaba portando muy mal.

Abrazó a los dos todavía llorando y les dijo:

- ¡Os quiero! ¡Quiero jugar a la pelota con vosotros!

Sus padres se miraron contentos. No sabían qué había hecho cambiar a la

niña de comportamiento pero, desde ese día, Carola fue mucho más

obediente y no era caprichosa. Además daba muchos besos a sus padres.

Todo lo cambió una horrible pesadilla.

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