Tema 5
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El 19 de octubre de 1469, Isabel, heredera de la corona de Castilla, contrajo matrimonio con Fernando,
heredero de la corona de Aragón. Esto era amenazado por la oposición del monarca castellano Enrique IV
y por el propio parentesco de los reyes (primos), quienes obtuvieron una dispensa papal mediante una
falsificación, lo que permitió que el matrimonio se llevara a cabo. Este enlace abrió los caminos a la
unidad política peninsular y al Estado moderno. Tres siglos y medio después, el 19 de marzo de 1812, la
constitución promulgada de Cádiz liquido el antiguo régimen, al reconocer la soberanía en el pueblo,
dando paso al régimen liberal y al estado constitucional. Manteniendo el absolutismo monárquico,
después de los reyes católicos fue el gobierno de Austrias (S.XVI y XVII) y el de los Borbones (S.XVIII). las
diferencias entre los siglos XVI y XVII, por un lado, y el XVIII, por otro, incluyen cambios en el papel global
de España, estrategias políticas y económicas diversas, transformaciones ideológicas y una transición de
la heterogeneidad (variedad) y pluralismo (creencias que conviven) hacia un proceso unificador de
carácter castellano.
El reinado (1469-1516) llevo la unión de las dos coronas, manteniendo su estructura política
diferenciada. La celebre unidad nacional permitió Castilla y Aragón, y luego Navarra, se rigieran por sus
propias leyes, mantuvieron sus Cortes y instituciones, unión de carácter “personal”.
Pese al equilibrio jurídico confluyeron dos coronas de desigual peso y diversa naturaleza. De acuerdo con
el análisis de Henry Kamen, las diferencias podrían sintetizarse así: Castilla era más extensa y poblada.
Frente al pluralismo de Aragón, Castilla era una entidad homogénea, con un único gobierno, unas cortes,
un sistema impositivo (conjunto de impuestos), un idioma y sin aduanas internas. Castilla poseía un
sistema comercial poderoso, fundado en los negocios laneros y con relaciones con Francia y países
nórdicos, incluso disputar a los calanes en el S.XV la autoridad en el Mediterráneo occidental. Mientras
que Aragón arbitro un régimen pactista (mediante acuerdos), Castilla podía ser regida sin trabas ni
restricciones. Las indias fueron incorporadas a la corona Castilla.
La unidad política peninsular (excepto Portugal) se logra con la toma de Granada (1492) (fin a la
presencia musulmana) y con la incorporación de Navarra (1512). En aquel año se descubrió América,
mientras la unidad religiosa terminada con el último reducto musulmán y el termino de la reconquista,
también llevo la expulsión de los judíos en 1492. En el S.XV y XVI, se consolida la expansión en el
Atlántico conocido como el aseguramiento del dominio sobre las Canarias, así como el Mediterráneo con
la conquista del reino de Nápoles (1504), ocupándose de diversas plazas africanas (Ifni, Melilla, Orán,
Trípoli). Tiene lugar la primera expansión por las rutas americanas. Es el despertar del imperio y la
inserción privilegiada de España en la trama internacional, asegurados por una diplomacia y ejercito
eficiente.
Tras la muerte de los reyes Católicos (1504 Isabel y 1516 Fernando), las dos coronas fueron heredadas
por Carlos V (I de España) quien en 1519 recibe la de Alemania y es elegido emperador. Se inicia el
gobierno de la casa de Austria o de los Habsburgo españoles. Tal periodo da cabida a un doble apogeo
político y cultural. La supremacía política se centra de modo principal en el XVI, percibiéndose hacia 1590
un declive por los contratiempos bélicos (derrota de la armada invencible) y del agotamiento económico.
Derrota de la armada invencible: Episodio histórico en 1588 durante el reinado de Isabel I de Inglaterra.
La Armada Invencible fue una poderosa flota naval enviada por el rey Felipe II de España con el objetivo
de invadir Inglaterra y restaurar el catolicismo en ese país.
El reinado de Carlos V se caracteriza por la expansión territorial, por la crisis político-religiosa (división
religiosa entre católicos y protestantes) que tuvo la reforma, por las convulsiones internas (revueltas en
comunidades en Castilla, Germanias en Valencia y Mallorca) y por la ordenación del aparato político-
administrativo. En la primera mitad del S.XVI se conquistan territorios en América: Yucatán (1517),
México (1520-1521), el Plata (1526), Perú (1527), Chile (1535),etc., uniéndose asimismo otros de Europa
y norte de África. Carlos V, monarca dinámico y viajero, fue sucedido por Felipe II, sedentario y burócrata,
quien culmina la expansión incorporando Portugal y sus dominios (1580). Su reinado aparece como el
movimiento de la Contrarreforma (reformar la Iglesia Católica), revueltas internas en Aragón y las
Alpujarras, los graves conflictos europeos (Flandes y el enfrentamiento con Inglaterra) y la consolidación
de una Weltpolitik (política mundial).
El fracaso de la armada y los desajustes económicos de los últimos años del XVI, debidos por la
disminución de la riquezas de África y la crisis financiera impidieron la prolongación de esa hegemonía
política o pax hispánica.
Cualquier compromiso como la paz de Nimega (1678) solía representar un quebranto en el patrimonio
de la monarquía, no pudo ser remontada por la España del XVII. Destacados intelectuales y figuras
importantes de la sociedad española expresaban un pesimismo generalizado, acompañado de sarcasmo
y desconsuelo.
El historiador John H. Elliott destaca en su análisis que en las décadas de 1620-1630, Francia e Inglaterra
enfrentaron presiones económicas, mientras que en la década de 1640-1650, se vieron desafíos políticos.
Durante este periodo, estas naciones occidentales renovaron sus actividades económicas, incorporaron
avances científicos y adoptaron filosofías modernas. En contraste, España se aferró a un tradicionalismo y
mostró incapacidad para adaptarse. La crisis española se atribuye a aprietos financieros, participación en
conflictos bélicos, mediocridad en las clases dirigentes y la resistencia a cambios en la sociedad.
La muerte sin descendencia de Carlos II trajo a la dinastía de Borbón, cuyo primer monarca Felipe IV
(1700-1746), reino tras derrotar en la Guerra de Sucesión al pretendiente austriaco apoyado por la
corona de Aragón. Entre ese conflicto a principios del S.XVIII y la Guerra de la Independencia al iniciarse
el XIX, gobiernan tras Felipe V y tras la fugaz presencia de Luis I (1724) otros reyes: Fernando VI (1746-
1759), Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808).
El S.XVIII se caracteriza por una renovación ideológica, la Ilustración, efectiva en la segunda parte de esa
centuria. Hasta el reinado de Carlos III persiste un tradicionalismo, superado hacia 1760 por la ruptura de
esa tradición. La ilustración represento una revolución de corte en lo político promovió la razón y la
libertad y ) tendió a adoptar formas centralizadas de gobierno (despotismo ilustrado). Heredó patrones
renacentistas, abrazó la filosofía racionalista y se inspiró en los avances de las ciencias experimentales. A
pesar de su intento de innovación, fue percibida como peligrosa. Esto se difundió en Academias y
asociaciones, como las sociedades económicas de amigos del país.
Aparecen las Reales Academias, fruto de la reacción a una enseñanza universitaria rígida y teórica, de la
inquietud por el conjunto de las ciencias. En síntesis, de Juan Carlos Domínguez, las Reales Academias
fueron “sociedades que se crearon en la corte, dedicas a la investigación y el progreso mediante el
análisis y la crítica”.
La política exterior dio un giro. La paz de Utrecht, que puso fin a la Guerra de Sucesión, amputo las
posesiones españolas en Europa. En 1704 había perdido Gibraltar. La política fue pro-francesa, reflejada
en los pactos de Familia, aunque en los últimos años se dieron una oposición a la Francia revolucionaria,
en XIX tuvo lugar la Guerra de la Independencia. Con una presencia en Italia, el reverso político fue la
pugna con Inglaterra cuya amenaza no quedo en la península (Gibraltar y Menorca) sino sobre las Indias.
Por lo que apoyo al proceso de independencia de los Estados Unidos.
En el interior se observó un alza demográfica y una recuperación financiera. Sin embargo, surgieron
tensiones con la Corona de Aragón, llevando a la supresión de su organización jurídica y pública, seguida
de la introducción de la organización de Castilla mediante los "Decretos de Nueva Planta". Estos cambios
afectaron el régimen de gobierno a nivel local, territorial y central, estableciendo un sistema de
ministerios liderados por extranjeros e italianos. El regalismo borbónico simbolizó la intervención
excesiva del Estado en asuntos eclesiásticos, transformando la Inquisición en un tribunal de censura de
libros.
A) España
La toma de Granada, puso fin a la presencia musulmana iniciada en VIII, se gesto en el trienio 1485-1487
sobre tres campos de acción: Ronda y su serranía, Málaga y la costa y la propia Vega granadina. Granada
estaba vencida en 1487, aunque las hostilidades (conflictos) se prolongaron por diversas circunstancias.
La campaña militar que culminó en 1492 tuvo un elevado costo económico, Para hacer frente a esta
situación, se implementaron medidas financieras significativas, como la imposición de impuestos
extraordinarios, la retención de los fondos provenientes de la bula de la Cruzada y, en algunos casos, el
empeño de parte del patrimonio regio. La conquista reporto un incremento de población y riqueza,
respetando a los vencidos la practica de su culto y leyes.
La incorporación de Navarra en 1512 se realizo con Fernando I el Católico, con apoyo jurídico del papa
Julio II que amenazaba con la excomunión y perdida de los reinos quien ayudara a su enemigo el rey de
Francia. El duque de Alba anexiono Navarra sin dificultades permitiendo mantener sus fueros (leyes) y
costumbres y los habitantes conservar sus oficios y bienes.
En los primeros años la polémica indiana es una disputa entre castilla y Portugal sobre la pertenencia de
las tierras descubiertas y sobre la titularidad de zonas de expansión en el atlántico. Se trata de un
conflicto internacional, se discuten las clausulas de convenios y bulas. Resuelto este problema, los
españoles someten a los indios de grado o por la fuerza, convirtiéndolo en esclavos u obligándoles a
trabajar como mano de obra, surge una grave cuestión. Se abre una reflexión nacional y una polémica.
Los inicios de esta revisión son por la denuncia de los abusos que Antonio de Montesinos dirige a sus
fieles de Santo Domingo.
Los inicios de esta revisión tienen que ver con las denuncia de los abusos de la conquista. Producen un
doble efecto. De un lado, teólogos y juristas se convocatoria en burgos para discutir el problema. De otro,
la sensibilización de determinadas personas, una de las cuales Bartolomé de las Casas se convierte en la
cabeza de las críticas y que en su historia de las Indias recogerá el sermón de Montesinos.
La junta de burgos en 1512 reconoce que los indios son hombres libres, pero también su sometimiento a
los reyes en virtud de las bulas. Deben ser instruidos en la fe, que pueden tener propiedad y hacienda
propia, y trabajar a cambio de un salario. Surge así el llamado requerimiento o declaración que debe
leerse a los indios sobre Dios, de como hizo donación de aquellas tierras a los reyes. Eran obligados a
aceptar a sus nuevos señores.
La Junta de Burgos, donde se redactó el requerimiento, tuvo lugar antes de que el dominico sevillano
Bartolomé de las Casas cumpliera cuarenta años. A partir de entonces, a lo largo de su vida, Las Casas se
convirtió en un defensor enérgico y, eventualmente, radical de los derechos de los indígenas tanto en
América como en España. Criticó vehementemente los métodos colonizadores y llegó a cuestionar la
legitimidad de la empresa en América tal como se estaba llevando a cabo. Al reprobar cualquier tipo de
guerra, cree solo en la promoción del cristianismo de una manera no violenta y respetuosa y sostiene en
ultima que la sumisión voluntaria de los indios es el único titulo justificativo de la incorporación de tierras
americanas. Tales planteamientos chocaron con la tesis de Ginés de Sepúlveda, defensor de los
encomenderos de México. Para conciliar ambas posturas fue convocada en Valladolid una junta de
juristas y teólogos en 1550 y 1551 sobre la posibilidad de la llamada guerra justa. Domingo de Soto, un
destacado teólogo y jurista, resumió los argumentos de los adversarios en el debate sobre la colonización
de América. Soto defendió la posición de la ilicitud de la violencia y abogó por la admisión de la
predicación evangélica de manera pacífica, argumentando que la conversión debía ser voluntaria. Por
otro lado, el cronista Juan Ginés de Sepúlveda justificó la intervención española en América basándose
en la idolatría, antropofagia y supuestos "pecados contra natura" de los indígenas.
Mas allá de la gran disputa doctrinal. En base a cierto texto, el anonimo de Yucay, diversos autores han
creído que Carlos V llego a considerar el abandono de Perú y devolución a los incas, se desecho por la
posibilidad ante la advertencia de Francisco de Vitoria de que en tal caso “se perdería la cristiandad”.
Vitoria elaboro una propuesta, que, al basarse en el derecho de gentes, es decir en el aplicable a todos
los pueblos, le convierte en el fundador del moderno Derecho Internacional.
Encomenderos: Los encomenderos debían proteger y evangelizar a los indígenas a cambio de los tributos
que recibían. Pero muchos encomenderos aprovecharon su posición para obligar a los indígenas a
trabajar en condiciones precarias, y la corrupción y la violencia eran comunes.
Vitoria expuso el conjunto de sus tesis en la Relectio de Indis, pronunciada en Salamanca el 18 de enero
de 1539. Los fundamentos doctrinales de la incorporación de territorios de infieles habían sido objeto de
un doble juicio: se identificaba con el derecho natural con la ley cristiana, quienes desconocían esta
podían carecer de un titulo fidedigno de dominio; o bien, como sostenía Santo Tomas, se trataba de dos
realidades distintas y complementarias, legitimando ese derecho natural por si mismo los mismos
derechos de los infieles, al margen de la ley cristiana. Partiendo de la segunda interpretación, Vitoria
desarrollo ocho títulos que podrían justificar la presencia española.
El primer titulo se basa en el derecho al libre tránsito y circulación por el orbe (tierra). El segundo titulo
consiste en la obligación impuesta a los cristianos de predicar el Evangelio. El tercer titulo para hacer la
guerra y deponer a los gobernantes indígenas, conforme a los principios de lo que se entiende como
guerra justa. Cuarto titulo en bien de la conservación de la religión “darles un príncipe cristiano”. El
quinto admite una legitima intervención de los españoles, en el caso de existir un gobierno tiránico entre
los indígenas para evitar la antropofagia (acto de consumir carne humana). El sexto remite a la elección
voluntaria que los infieles pudieran hacer del rey de España como rey propio, esto era un concepto
democrático al precisar la elección mayoritariamente. El séptimo contempla la posibilidad de que en las
guerras justas que hubiere indios, una de las partes llame en su ayuda a los españoles quienes en
consecuencia podían compartir la victoria. Finalmente, Vitoria aduce un octavo de forma hipotética:
podía suceder que los indígenas no tuvieran la capacidad de gobernar.
3. La solución final
Para García-Gallo la polémica Sepúlveda-Las Casas fue ineficaz, tanto por no llegar a soluciones concretas
como por no lograr crear un estado general de opinión. Las tesis de Victoria, según Bataillon y García-
Gallo no había obtenido refrendo oficial. Reino así un cierto escepticismo sobre la posibilidad de arbitrar
un acuerdo, logrado al fin durante el reinado de Felipe II,hacia 1570.
Desde el reconocimiento de la libertad de los indígenas, se establece una distinción entre territorios ya
ocupados y aquellos no descubiertos. En los primeros, la legitimidad se basaba en la sumisión voluntaria
de los indígenas. En los segundos, según las instrucciones y Ordenanzas para los descubrimientos y
poblaciones de 1556 y 1573, se interpreta que la bula alejandrina, que concedía las Indias, otorgaba el
dominio sobre las tierras, pero no sobre las personas. Esto implica que la autoridad se entendía
relacionada con la posesión de las tierras descubiertas, más que con el dominio absoluto sobre las
poblaciones indígenas. En última instancia, esto sugiere que los indígenas podrían ser independientes,
respaldando la tesis de Las Casas de que solo la sumisión voluntaria justifica el sometimiento. La
hostilidad indígena podría autorizar una guerra defensiva, pero solo el reconocimiento voluntario
constituiría un título propio de soberanía. Tal solución puede ser considerada definitiva, esas Ordenanzas
de 1573 eran recogidas en la Recopilación de Indias de 1680.
A) La castellanización de España
La unión de las Coronas de Castilla y Aragón, y la incorporación de Navarra, habían dejado a salvo la
peculiar organización política y jurídica de los territorios. Los reyes no se titularán reyes de España, sino
reyes de los dominios que forman parte de ambas coronas.
La unidad de poder personal en la monarquía española de los siglos XVI y XVII y su pluralismo interno,
ocasionan un doble efecto. De un lado, se desvanece la entidad política de las coronas y cobra en cambio
relieve la de los reinos (los reinos individuales que formaban parte de estas coronas ganaban
protagonismo, lo que podría haber llevado a una distribución más equitativa del poder político). De otro,
el rey gobierna en esos reinos, señoríos y demás territorios con distinto titulo jurídico, en unos como rey
y en otros como señor, conde, duque y diferente intensidad y poder. El monarca es la suprema autoridad,
pero manda mas en unos territorios que otros, según su título y según la menor o mayor resistencia de
cada unidad política a la imposición del poder regio (conjunto de privilegios y facultades especiales que
los papas concedieron a los reyes). El rey puede gobernar mas en Castilla que en Aragón, donde existía
una estructura organizativa dispar comparada con Commonwealth británica. Navarra y Portugal
mantienen sus peculiaridades jurídicas, dio lugar a una política llamado Estado compuesto. El profesor
García Pérez argumenta que la capacidad de la monarquía española para unificar diferentes reinos bajo
un solo rey en un proyecto político común fue tanto una fortaleza como una debilidad. Aunque esta
unión proporcionó grandeza, resultó difícil mantenerla a largo plazo debido a las diferencias inherentes a
cada reino. El desafío consistió en preservar esa unidad singular o reducir las disparidades entre los
reinos, y la historia demostraría que esto no sería tarea fácil.
La fragmentación y pluralismo en la monarquía española fueron percibidos por los defensores del Estado
Absoluto como obstáculos significativos que debían eliminarse. Un ejemplo notable de esta perspectiva
se encuentra en un influyente memorial de 1624 presentado por el Conde Duque de Olivares a Felipe IV.
En este memorial, el Conde Duque insta al monarca a unificar sus títulos bajo el simple título de "Rey de
España", simbolizando así las aspiraciones de consolidación y centralización del poder.
La política de castellanización impulsada por el Conde Duque de Olivares no debe interpretarse como un
simple centralismo o nacionalismo exagerado. Según Elliot, historiador destacado, Olivares tenía más
bien la perspectiva de un estadista comprometido con su rey. Su objetivo era asegurar un buen gobierno
para la monarquía universal al aplicar las mismas leyes que regían en Castilla, donde el monarca tenía
mayor discrecionalidad y libertad de acción. A pesar de este enfoque, el programa del Conde Duque
quedó como un proyecto sin realizarse.
Lo que Olivares no pudo realizar como plan político en el S.XVII, se logro por la fuerza en el XVIII a raíz del
enfrentamiento entre la Corona de Aragón que apoyaba a Carlos III y Felipe V. Al vencer este y
convertirse en rey por derecho de conquista, suprimió su organización política y la reemplazo por la
castellana mediante una serie de disposiciones, los Decretos de Nueva Planta, llamado así por dotar de
organización o planta nueva a los organismos y tribunales (en especial a las Audiencias) de esa Corona.
En plena guerra de Sucesión (La disputa se originó por la falta de un heredero claro para Carlos II),
cuando ya parecían dominados Aragón y Valencia, Felipe V dicta un primer decreto el 29 de junio de
1707, explica por la rebelión de sus súbditos, la abolición de los fueros (leyes, impuestos, o sistemas
legales particulares que se aplican en las comunidades.) y la introducción del derecho castellano.
En Aragón, no fue tan radical y el reino salió mejor parado. Como señado Jesús Morales, el derecho de
1707 era lacónico (breve) para la complejidad de la trama jurídica que pretendía abolir, produjo efectos
parciales (no tuvo un impacto total), siendo en buena medida ignorado o impugnado (la legislación
enfrentó resistencia o no fue plenamente aceptada en Aragón). Al haber recurrido Felipe V a la
derogación en bloque, según el análisis del profesor, aumento el nivel de ineficacia del decreto. Después
de varias alternativas, un decreto del 3 de abril de 1711 tuvo como resultado la rehabilitación parcial del
ordenamiento jurídico aragonés. Este decreto estableció que el derecho civil aragonés seguiría
aplicándose, pero al mismo tiempo introdujo la figura de un comandante general con plenos poderes
políticos y reorganizó la audiencia siguiendo el modelo castellano. Esto significó una recuperación parcial
del derecho privado de Aragón. El decreto del 3 de abril fue seguido por otro el 27 de junio, junto con
diversas disposiciones, lo que constituyó lo que se conoce como la reestructuración técnica de esa
rehabilitación política. Estas medidas fueron parte de un proceso más amplio de ajuste y reorganización
de las estructuras políticas y legales en Aragón.
Todavía por entonces no había concluido la guerra, persistió hasta 1713. Tampoco cesaron de dictarse
decretos, prosiguen una reglamentación mas atenta a la reforma de la justicia y menos a las cuestiones
militares. En las nuevas circunstancias cobra especial significado el decreto de 15 de enero de 1716,
destinado a Cataluña, desde donde personajes partidarios de Felipe V habían huido a Castilla durante la
confrontación, para volver después y unirse a la reforma. Esa disposición, la nueva planta de la Real
Audiencia del Principado de Cataluña, situó al capitán general como representante del rey y dio paso al
establecimiento de una Audiencia cuya estructura fue debatida en las supremas instancias del Consejo
de Castilla. Se respeto la vigencia del derecho privado catalán. La lengua surge como un tema conflictivo.
El consejo de Castilla había recomendado al rey una serie de medidas para restringir el uso del catalán, el
decreto de 1716 solo sanciono que las causas hacia la Audiencia fuera en castellano.
Con el mismo criterio de mantener el derecho privado y abolir la organización política, administrativa y
judicial; un decreto de 28 de noviembre de 1715 introdujo la nueva planta en Mallorca. Por lo que Piña
explica que aquella disposición certifico legalmente la anulación o la ineficacia de ciertos organismos o
entidades. Ese decreto de 1715 fue adoptado en Menorca en 1781 al ser reconquistada la isla, como Piña
ha mostrado, una real orden de 1782 permitió el antiguo decreto e instituciones. Añadir el decreto de 24
de noviembre de 1717 para Cerdeña, reproduce el modelo catalán.
B) La unificación religiosa
La imagen de una convivencia idílica entre judíos, moros y cristianos, tal como había tenido lugar en
ciertos momentos de la España medieval, era pura fantasía en el Estado moderno. En primer lugar, por el
auge del sentimiento antisemita (discriminación dirigida hacia personas de origen judío) a finales del
S.XIV con las matanzas de judíos y con la conversión forzosa. En segundo lugar, porque la unidad de la fe
llegó a ser considerada presupuesto básico de un estado responsable de su tutela y vigilancia. El
antisemitismo en la vida política y financiera, coincidió con el celo regio por fomentar las conversiones y
el problema de los falsos conversos. El establecimiento a estos efectos de la Inquisición no resolvió el
problema, con lo que la expulsión de los judíos podía cumplir el doble fin de eliminar las tensiones y
acabar con el foco de contaminación del incremento de falsos conversos.
Tras el júbilo religioso que siguió a la conquista de Granada, los reyes católicos firmaron el edicto de
expulsión (30 de marzo de 1492), conminando a los judíos a abandonar España en cuatro meses. Muchos
se hicieron cristianos para poder quedarse, lo que agudizo el problema de los falsos conversos. Sobre
todo, la emigración de aquella gente aplicadas al comercio y las actividades mercantiles, supuso un golpe
para la vida económica trato de ser remediado con la atracción de inmigrantes genoveses y del norte de
Europa.
Apenas había transcurrido un siglo, cunado tuvo lugar el segundo y definitivo fracaso de la convivencia
religiosa en el seno de la monarquía. El 30 de enero de 1608 el consejo de estado voto por unanimidad la
expulsión de los moriscos. Emigraron a África y en alguna medida a Francia. La medida afecto a Castilla, a
Aragón y un catástrofe en Valencia. El perjuicio económico proporcional a la densidad de los moriscos en
los territorios, fue valorado por los arbitristas de la etapa siguiente como una de las causas de la ruina
nacional.
2. La Inquisición española
Cuando ya se había extinguido la antigua inquisición medieval, los problemas planteados por los falsos
conversos llevaron a los Reyes Católicos a solicitar del papa el establecimiento de esa institución, pero
con nuevas características. El 1 de noviembre de 1478 Sixto I otorgo una bula autorizando a los reyes a
designar tres inquisidores, expertos en teología y derecho canónico. Nació la Inquisición española fue
abolida el 15 de julio de 1834. Objeto de los mas dispares y apasionados juicios, e incorporada como
tema predilecto al conjunto de la leyenda negra (imagen negativa de ciertos eventos), juzgada por
muchos como inconciliable con el espíritu cristiano y causa al tiempo del aislamiento y atraso cultural. En
cambio, garantizo la unidad religiosa y política, librando al país de las guerras religiosas. Numerosos
investigadores estudian esta institución en sus múltiples aspectos, tratando de ofrecer una imagen
matizada y critica de lo que la inquisición fue.
La inquisición fue un tribunal (el tribunal de Santo Oficio), mejor dicho, una serie de tribunales
dependientes de un organismo central, el consejo de la inquisición o Suprema, competía la vigilancia de
la ortodoxia y la persecución de la herejía. La inquisición no debía dirigirse a personas de otras religiones,
sino contra los cristianos deformadores del dogma (pureza doctrinal). Tuvo tres frentes principales: los
falsos conversos procedentes del judaísmo, los cristianos sospechosos de luteranismo y los falsos
moriscos. Era un principio religioso, pero los reyes tenían la facultad para asignar a los inquisidores, y
depender toda la estructura de esa Suprema, que era un organismo central, la inquisición se estabilizo
como un instrumento político. Si la inquisición se hubiera limitado a reprimir discrepancias dogmáticas,
su marco de actuación hubiera sido tolerable y restringido. Sin embargo, entro en temas como la
fornicación (relaciones fuera del matrimonio) , bigamia, blasfemia, etc. Se hizo por entender que la
comisión de determinados pecados podía entrañar una deformación de la recta dotrina enseñada por la
Iglesia. La inquisición no le interesaba el acto sino saber si quien lo hacía era sabían que entrañaban un
quebramiento de la recta dotrina.
El santo oficio se instituyo en Castilla y fue introducido, tras la dura resistencia, en la Corona de Aragón,
pasando a las Indias y a otros territorios. En la cúspide de su organización estaba el Inquisidor General,
presidente de la suprema; en la base los distintos tribunales locales compuestos por un personal
(inquisidores, fiscal, calificadores, notarios, medico…) con el que colaboraron los llamados familiares
(agentes infiltrados), gente de la calle provista de armas y distinguida con privilegios, quienes operaban
de forma de “quinta columna” del aparato inquisitorial. En los primeros años los tribunales iniciaron su
actuación haciendo publico un edicto de gracia, que exhortaba a la autodenuncia de los herejes
individuos que eran considerados desviados en sus creencias religiosas eran obligados a confesar sus
supuestos errores doctrinales y participar en un acto de reconciliación con la Iglesia), quienes eran así
reconciliados sufriendo un castigo benigno (a menudo estaba respaldada por la amenaza implícita de
que aquellos que no se entregaran voluntariamente). Desde el S.XVI, el edicto de gracia despareció para
dar paso al edicto de fe, amenaza con la excomunión a quien no denunciara a cualquier hereje o herejía
por el conocidos. Cualquier individuo podía ser agente de la Inquisición (supuso mucha denuncia falsa).
Con la denuncia tenia lugar el arresto del presunto hereje, no se comunicaba quien le había denunciado
para evitar amenazas, ni de la causa por lo que el interrogatorio podía arrastrar cualquier otra
irregularidad. La justicia inquisitorial seguía sus propias reglas diferenciándose de la ordinaria, como
observaba la profesora Manqueda, desde su declaración hasta la sentencia de ejecución. En el proceso
según explica Camino Fernández hubo dos tipos de sentencia: las interlocutorias o incidentales sobre
cuestiones diversas (la sentencia del tormento) y las definitivas o finales. Estas últimas fueron
absolutorias o condenatorias, tras el juicio el reo (persona acusada) era absuelto o condenado a penas:
destierro, confiscación de bienes, uso del sambenito o traje penitencial, cárcel, galeras (obligados a
remar como esclavos) o muerte en la hoguera. Esta ultima ejecutada por la autoridad secular (no
vinculada por la religión), quien la Inquisición entregaba a la víctima, Kamen reconoce que la última era
poco utilizada.
No es lo mismo la Inquisición de unos y otros territorios, como de unas épocas u otras. La Inquisición, en
general, estuvo involucrada en la persecución activa de personas acusadas de brujería y herejía,
utilizando métodos de interrogatorio que a menudo incluían prácticas de tortura. Desde perspectivas
culturales su apogeo coincidió con el Siglo de Oro y de la cultura española. En perspectivas éticas y
cristinas, resulta algo contradictorio y desconcertante.