Persona Fisica
Persona Fisica
Persona Fisica
El estatuto personal hace referencia a la posición básica de un individuo dentro del sistema
jurídico, esto es, a un conjunto de atributos legales que le corresponden por su mera existencia
como persona: típicamente, una personalidad jurídica, una capacidad jurídica o un nombre.
Aunque habitualmente se predique también de las personas jurídicas, en este tema vamos a
utilizar el concepto de «estatuto personal» sólo para referirnos a las personas físicas.
— Supuestos de apatridia.
En los casos en que el sujeto carezca de nacionalidad o la tenga indeterminada, el art.
9.10Cc señala que se considerará como ley nacional a la ley de lugar de su residencia habitual.
La solución debe ponerse en relación con lo dispuesto en el art. 12.1 de la Convención de
Nueva York, sobre el Estatuto de los apátridas, al afirmar que el estatuto personal de todo apátrida
se regirá por
o la ley del país de su domicilio y,
o sólo a falta de domicilio se estará a la ley de su residencia, sin adjetivarla como
residencia habitual.
Los únicos problemas se han planteado por la posible divergencia entre los ordenamientos a la
hora de regular el nacimiento y la extinción de la personalidad.
En cuanto al primero, las dificultades pueden surgir porque en el ámbito comparado hay diferentes
reglas sobre cuándo se entiende que nace la personalidad jurídica (por el mero hecho del
nacimiento físico del individuo, por la vida separada del seno materno durante un mínimo de
horas, etc.).
En principio, esta cuestión viene determinada por la ley personal del sujeto, lo que implica que
habrá de acudirse a la «nacionalidad hipotética» del individuo: la misma ley que rige la
personalidad jurídica de un sujeto rige cuándo comienza ésta. No obstante, como esta cuestión
sólo tiene sentido en el contexto de un efecto jurídico concreto, típicamente, algunos autores
piensan que lo más práctico y razonable puede ser aplicar la misma ley que rige ese efecto (en el
ejemplo, la ley que rige la sucesión en cuyo contexto se plantea la cuestión de la condición de
heredero del nacido que no llegó a sobrevivir).
Ejemplo. El causante es residente de un Estado A cuya ley exige la vida separada del seno materno
durante un mínimo de 24 horas (como sucedía en el Derecho español hasta hace poco), tiene dos
hijas y va a tener un nieto de una de ellas casada con un nacional francés. En el testamento ha
dejado los bienes de libre disposición al futuro nieto, aun no nacido. Supongamos que la hija
embarazada adquirió la nacionalidad francesa, renunciando a la de su padre. Por ello, el nieto
tendría la nacionalidad francesa. Fallece el abuelo. Al poco tiempo se produce el nacimiento del
nieto, pero desgraciadamente fallece a las 12 horas. Ello significa que conforme al Derecho francés,
donde la personalidad se adquiere también por el mero nacimiento, el nieto llegó a adquirir
personalidad jurídica y por lo tanto adquirió los bienes dejados en herencia y los transmitió a sus
ascendientes. En cambio, conforme al Derecho que rige la sucesión, no se produjo ninguna
adquisición y, por lo tanto, no hubo transmisión a los ascendientes del nieto fallecido. ¿Qué ley se
aplica para decidir si el nieto adquirió o no la personalidad jurídica, la ley que rige la sucesión del
abuelo, o la francesa, como ley personal del nieto? En principio, no parece que haya razones
suficientes para apartarse de la solución general, i.e. aplicar la ley personal del nieto (la francesa).
En cuanto a la extinción de la personalidad jurídica, ésta se produce por el fallecimiento del sujeto.
En principio, la ley que rige la personalidad y capacidad jurídica de un individuo rige también cómo
se extingue ésta. Los problemas aquí se plantean en las situaciones de conmoriencia/premoriencia
y en los casos de personas desparecidas.
En las situaciones de conmoriencia, los ordenamientos divergen también en cuanto a la
presunción: unos, por ejemplo, presuponen el fallecimiento coetáneo mientras que otros
presumen que falleció antes el sujeto de mayor edad.
— Si tienen leyes personales distintas, pero la regla es decir la presunción es la misma en
ambas, no hay problema (se estará a dicha regla).
— Si las soluciones son divergentes, por ejemplo, la ley nacional de uno presupone que falleció
primero el de mayor edad y la del otro presupone que falleció primero el de menor edad,
ambas se pueden llegar a anular y no queda otra alternativa que entender que no hay
sucesión entre ellos .
En el caso de las personas desparecidas, todos los ordenamientos jurídicos conocen instituciones
encaminadas a organizar provisionalmente su patrimonio y sus relaciones personales e incluso a
declarar el fallecimiento. Las declaraciones de ausencia y fallecimiento plantean ante todo un
problema de competencia: ¿Qué autoridades son competentes para hacer esa declaración?
o Nuestra LOPJ establece la competencia de las autoridades españolas cuando «el
desaparecido hubiere tenido su último domicilio en territorio español o tuviera la
nacionalidad española»
o Además, junto a la regla de la LOPJ, el Convenio de Atenas de 14 de septiembre de 1966
sobre constatación de defunciones extiende la competencia de las autoridades españolas
para declarar la defunción del sujeto cuando desapareció en territorio español o a bordo de
buques o aeronaves matriculadas en España .
o Al margen de la competencia principal, las autoridades españolas siempre tienen
competencia para adoptar medidas cautelares o provisionales sobre los bienes del
desaparecido que se encuentren en España.
En el caso de que las autoridades españolas sean competentes, la lex fori determinará los
presupuestos procesales, las medidas cautelares o provisionales que deban adoptarse y las
instituciones encargadas de administrar los bienes o las relaciones personales del desaparecido.
La ley aplicable a los presupuestos y consecuencias materiales de la declaración de ausencia o
fallecimiento será, según la doctrina mayoritaria,
— la ley personal del sujeto;
— si ésta no se puede determinar, la ley de su última residencia y,
— en última instancia, la ley española qua lex fori.
AUSENCIA Y FALLECIMIENTO.
La personalidad se extingue, bien por el hecho físico de la muerte, bien por la declaración de
ausencia y fallecimiento. La declaración de fallecimiento plantea, por una parte, la cuestión de la
competencia judicial internacional en la materia (art. 22.3 LOPJ). La autoridad judicial española
competente tendrá que resolver conforme a la ley española aspectos tan relevantes como los
medios de prueba por los que se acrediten una u otra circunstancia determinante de la extinción
de la personalidad.
La ley aplicable es la ley nacional incluida la determinación del momento o la solución de los
supuestos de conmoriencia o premoriencia (con fuertes divergencias de una legislación a otra).
Ahora bien, en relación con estos aspectos, a falta de un régimen jurídico ad hoc, y aunque una
solución práctica sería la sumisión de estos supuestos a la ley rectora de la sucesión, lo cierto es
que el R 650/2012 sobre sucesiones los excluye de la ley rectora de la sucesión (vid. Lección 22).
Junto al supuesto normal, en el que la declaración de fallecimiento sigue al hecho físico de la
muerte, puede ocurrir que ésta derive de un procedimiento judicial, a través del cual se califica a
una persona desaparecida (o ausente) como fallecida. Ambos hechos solo producen efectos
después de una declaración judicial en el marco de un procedimiento judicial previo.
En lo que se refiere a la ausencia, el problema se plantea por la incertidumbre sobre la existencia
de una persona. No es un estado civil, ni tampoco una circunstancia que modifique la capacidad de
la persona. Es, ante todo, una situación que, mientras dure, exige adoptar medidas de protección
del patrimonio del ausente y sus eventuales efectos frente a terceros.
Luego, en los supuestos internacionales, suscita dos cuestiones centrales que deben resolver los
Tribunales españoles, cuando el desaparecido hubiera tenido su último domicilio en territorio
español o fuera español (art. 22 quater a) LOPJ 2015).
— En primer lugar, la declaración de ausencia (los presupuestos y efectos), estará sujeta a lo
previsto por la ley nacional del desaparecido (art. 9.1 Cc). La situación de ausencia concluye
con la declaración de fallecimiento.
— En segundo término, dado que es una situación que afecta a la totalidad de los derechos y
bienes de la persona exige la adopción de medidas cautelares o provisionales. Por su
componente procesal y por una razón de efectividad práctica, solo podrán adoptarse de
conformidad con la ley española (lex fori).