Psicología Ambiental Ensayo
Psicología Ambiental Ensayo
Psicología Ambiental Ensayo
EL FUTURO ES AHORA.
Dejamos de pensar, Por usar demasiados
Lugares comunes, (Cohen Marcelo, 2006)
INTRODUCCIÓN:
Este texto lo empecé, no sin cierto temor. Mire un tiempo nublado, una movilización
instalada en la inmovilidad, un asomo de fascinación, una tempestad que se avecina, una
ausencia de sensibilidad, una apuesta que se la juega sola, un cierto olor a podrido, un olvido
radical. Bob Dylan dice que las piedras que ruedan no crean moho.
Y es aquí, en un primer apartado de este ensayo que nos encontramos con el análisis histórico
de la Psicología Ambiental, que a pesar de ser muy reciente, no se ha detenido, está en
constante movimiento, crecimiento y desarrollo teórico-metodológico. Desde sus primeras
menciones en los años cuarentas, hasta nuestros días. En una segunda parte se trabaja sobre
la definición, las características, su objeto de estudio y sus campos de aplicación, si
retomamos los Menciona Gifford (2104), que vayamos donde vayamos, estemos donde
estemos, siempre estaremos, ya sea en un ambiente natural o en un ambiente construido o
desarrollado. Y siendo esta la premisa en la que se fundamenta la Psicología Ambiental,
estamos conectados en todo momento a un ambiente. La tercera parte es una revisión de un
campo de aplicación de la Psicología Ambiental, en el tema naturaleza y comportamiento, se
retoma la apropiación, la significación, de los entornos ambientales y su relación con la salud,
es un hecho que un lugar no es solo un lugar, le vamos a dotar de significados y significantes,
vamos colocar en él, lo que de humanos tenemos en aras de personalizarlo y hacerlo propio,
sin embargo, todos estos cambios que hacemos en el ambiente para “bien o para mal”, nos
repercuten para “bien o para mal” en nuestras propias cogniciones y comportamientos.
Para Pol (2006) en el primer tercio del siglo XX, se dieron importantes cambios en una
sociedad en transición, sacudida por cambios geopolíticos, cambios tecnológicos, sociales,
migraciones, concentraciones urbanas y surgimiento de nuevos grupos marginales, nuevos
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tipos de pobreza y nuevos conflictos. Estos cambios ya habían sido considerados por autores
de las ciencias sociales como Durkheim o Weber que ya habían reflexionado sobre el habitad,
la ciudad su organización y vivencias, pero de entre todos estos autores destaca Simmel, que
en su tratado de sociología de (1908, mencionado en Pol 2006 p.99) consideraba que la
“ciudad es una estructura que puede ofrecer libertad y oportunidades, pero sobre todo, un
entorno que involucra anonimato, aislamiento, desviación y decadencia”, Simmel se centra
en el efecto psicológico del entorno urbano y las consecuencias sociopsicológicas de las
economías monetarias. Por un lado considera que el dinero iguala todas las cosas y
“engendra indiferencias hacia las diferencias entre las cosas”. Por otro lado, la
sobreestimulación resultante del contexto urbano, lleva a los habitantes a poner en marcha
estrategias de defensa (reacciones frías, intelectuales, desapegadas, impersonales, etc.) que
acaban siendo las bases de las actitudes del individuo y del inicio del porque pensar en una
psicología centrada en el ambiente.
Eso lo vemos ahora en nuestros días con la globalización en todos sus aspectos, política,
social, cultural, económica y en el mercado de consumo, que ha introducido cambios
significativos en la producción, distribución y también en la comunicación en todas sus
formas. Asimismo, los efectos de la globalización se sienten en el ámbito personal incluso
sobre las opciones que tomamos en nuestra vida cotidiana —como lo que nos ponemos, lo
que comemos, como pensamos, la creación o modificación de las actitudes— que forman
parte del proceso de creación de nuestra propia identidad. (Martínez, 2006) Todas estas
transformaciones en las sociedades capitalistas, industrializadas y postmodernas. Han
generado en las últimas tres décadas la moda hacia lo “bio”, biodegradable, bioenergético,
libre de agroquímicos, etc; todo lo que en su etiqueta, en su leyenda contengan el prefijo
“bio”, nos genera cogniciones y actitudes de aceptación. (Aragonés, 2010).
Es frecuente leer en las redes sociales, en la internet, en los aun existentes medios de
comunicación, temas relacionados con el deterioro del medio ambiente, contaminación,
efecto invernadero, desertificaciones, la dificultad para reciclar residuos químicos, sin
embargo como menciona Aragonés (2010, p.25) hay otros muchos problemas menos
espectaculares, en la actividad cotidiana del individuo promedio, también relacionadas con
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el medio ambiente, como puede ser la violencia del mundo urbano, el estrés que ocasionan
las grandes ciudades, sus problemas de ruido y un largo etcétera.
Por esta razón, el medio ambiente ha entrado en el discurso económico, social y sobre todo
político y se ha hecho objeto de conquista social, los gobiernos de los países de todo el
mundo, lo integran en sus agendas políticas, dicen tratar de evitar el agotamiento de los
recursos naturales y que la contaminación y el calentamiento global no asciendan a niveles
que afecten a la vida del planeta más allá de lo imprescindible. De tal manera que una meta
consciente es crear una buena calidad de vida ambiental. Este objetivo ha permitido que se
hable del “problema ambiental” como una manifestación de la crisis ecológica que sufre el
planeta. Pero como señala Corraliza (1997, mencionado en Aragonés, 2010) esta se trata de
una expresión infeliz, ya que más bien se “trata de problemas-de-la-humanidad” y, por tanto
es el ser humano el centro del problema, bien porque con su comportamiento origino y agrava
en deterioro y bien porque este deterioro influye sobre la vida y comportamiento del ser
humano.
Y es aquí, en este punto común, donde podría pensarse y/o suponerse que la Psicología
Ambiental es solo un producto de esa moda, que es el resultado de esa corriente política, del
consumo de las masas y que como tal, su “boom” solo es una reacción como parte del
discurso actual de la preocupación de la sociedad accidental y postmoderna por el medio
ambiente.
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Durante la década de 1970 y 1980, en Europa se reconocen pocos textos que trabajen o
menciones la Psicología Ambiental, entre ellos los de Kaminski (1976), Grauman (1976), y
Kruse & Graumann (1987). Solo en Inglaterra, se registran una serie de eventos asociados
con la conducta y el ambiente, que dio como resultado la creación de un posgrado de la
especialidad en la universidad de Surrey (Roth, 2000 p,66)
Paralelamente en Estados Unidos, durante la década de los años sesenta surgieron varias
iniciativas y espacios de discusión sobre los problemas planteados por la relación conducta-
ambiente: congresos y conferencias; como la llevada a cabo sobre Psicología Arquitectónica
y Psiquiatria en 1961 en Utha, publicaciones periódicas como el número monográfico
dedicado a cuestiones ambientales del Journal of Social Issues de 1966; o la conformación
de Asociaciones Científicas como la Asociación de Investigación y Diseño Ambiental
(EDRH), en 1968, un años después, se edita el primer número de la revista Environment and
Behavior.
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En lo que se refiere a programas de formación, los pioneros fueron, en Estados Unidos, el
programa de CUNY en Nueva York (1968), en Europa, el de Surrey –Gran Bretaña- (1973).
Posteriormente han aparecido nuevos programas en Estrasburgo, Suecia, París, España y en
México, como disciplina formal ha estado presente en nuestro país desde el año de 1971 con
un curso denominado “Psicología Ecológica” ubicado en el área de psicología social. En
1980 Mercado y Urbina organizaron el primer Seminario de Psicología Ambiental en la
UNAM con la participación de profesores invitados de la facultad de Arquitectura, y
Urbanismo de la UNAM, UAM, SEP y DDF entre otros. Hacia finales de los años 80, se
formó el primer currículum de Maestría en Psicología Ambiental en la UNAM y en el
país. (Landazuri, Teran y Mercado, 2018)
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El psicólogo ambiental tendría que adaptar una nueva forma de abordaje del conocimiento
en estas regiones, no como el que va a enseñar y resolver los problemas, sino como el que va
a aprender y aprehender el conocimiento de las personas de estos ricos escenarios que durante
siglos han habitado, cuidado, protegido, explotado y sobre todo lo han conservado.
Si queremos, como científicos sociales, entender las vicisitudes del yo deberíamos hacerlo
tanto en términos de su corporización, como en términos de la manera en que está inmerso
dentro de una red de relaciones sociales. El hecho social total es la unidad sistémica “bio-
psico-sociológica” que abarca tres categorías fundamentales de la mente humana: la categoría
del “yo” o el ser persona, la categoría de la corporización (encarnación) y la categoría de la
relación social. En un sentido radical, la noción de un hecho social total de expresión de la
intuición de que la acción humana significativa solo puede entenderse si tomamos en cuenta
las relaciones sociales entre agentes encarnados o personas encarnadas. Si excluimos uno de
estos elementos –yo, cuerpo o relaciones sociales- renunciamos en efecto a la posibilidad de
entender la conducta humana como significativa (Baerveldt, 1997, p.3)
Aunque la mayoría de los factores antes mencionados aún persisten, para inicios del 2000,
aumento el número de publicaciones (libros y revistas), aumentaron los cursos así como la
posibilidad de capacitación en la implementación de posgrados. Pero no todo son buenas
noticias, la mala noticia para Pinheiro y Corral-Vedugo (2007, p.35) son los alcances de las
publicaciones y productos que se queda en un consumo local, aunado a esto, gran parte de la
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producción científica no es del todo original: los enfoques, métodos y modelos son
importados de EE.UU y Europa.
Definir consiste en delimitar y, por tanto, decidir hasta dónde alcanza la materia definida.
Los psicólogos ambientales han sido cautos y han dado definiciones generales con limites
suficientemente imprecisos para no comprometer seriamente a la disciplina (Aragónes, 2010,
p.27)
Valera (1993) considera, que aunque el abordaje de una definición de Psicología Ambiental
es tema ineludible, no es menos cierto que esta empresa encuentra, en la práctica, ciertas
dificultades avaladas por varias constataciones que afectan al propio contenido de la
definición.
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En primer lugar, su ubicación fronteriza con otras disciplinas la sitúa en un área de difícil
delimitación por lo que se refiere a un campo de investigación coherente (Stokols, 1995).
Resultado de ello es que la participación interdisciplinar es considerada generalmente como
uno de los rasgos definidores de la propia Psicología Ambiental (Holahan, 1982; Proshansky,
1990).
En segundo lugar se halla el hecho de que la Psicología Ambiental, como ámbito disciplinar,
tiene una historia no excesivamente dilatada, como lo acabamos de revisar.
En tercer lugar, desde sus inicios y por su carácter eminentemente aplicado, se ha definido
por un marcado pragmatismo, por el estudio y la resolución de aspectos concretos y por una
predisposición abierta al abordaje de nuevas cuestiones ambientales que se han ido
suscitando al generarse nuevas demandas sociales respecto al tema.
Por último, la disciplina ha caracterizado por una multiplicidad de enfoques, tanto teóricos
como metodológicos y de ámbitos de aplicación que a menudo dificultan una visión integrada
y unitaria de la materia aunque, una vez más, la multiplicidad metodológica sea asumida
como una característica propia (Holahan, 1982; Altman, 1990). (Ibid, p.10)
Todo ello conlleva que, actualmente, tengamos a nuestra disposición un considerable número
de definiciones de Psicología Ambiental. Entre las definiciones al uso, están las que se
refieren a su objeto en términos de búsqueda y análisis de las relaciones o interrelaciones
entre las personas y los entornos físicos o específicamente respecto a los entornos construidos
(Proshansky, 1976). Otras definiciones (Canter y Craik, 1981) focalizan su atención en el
estudio de las transacciones entre acciones y experiencias humanas y los aspectos pertinentes
del espacio sociofísico, adoptando un enfoque más social de la disciplina. Por último la
definición que ofrecen Stokols y Altman (1987) según la cual Psicología Ambiental se refiere
al "estudio de la conducta y bienestar humanos en relación con el entorno sociofísico". (Ibid,
p.12)
Valera (1993 p.4) comenta que sin ánimos de añadir más definiciones sí parece pertinente
proponer un enunciado de síntesis en el que se destacan varios aspectos: a) el énfasis en los
procesos psicosociales como objeto de estudio, lo que lleva a recuperar la conexión entre la
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Psicología Ambiental y la Psicología Social, b) la multiplicidad de formas de entender las
relaciones entre las personas y los entornos físicos (como unidad indisoluble,
unidireccionalmente, bidireccionalmente); c) la necesidad de atender, como señala
Proshansky (1990) a varios niveles de análisis: un nivel individual, un segundo grupal y un
tercero referido a grandes grupos de personas o comunidades; d) finalmente, la necesaria
ubicación de la Psicología Ambiental en un ámbito interdisciplinar, sin menoscabo de su
propia identidad, ocupando un lugar específico y diferenciado dentro de las ciencias
socioambientales.
De esta manera puede entenderse la Psicología Ambiental como la disciplina que tiene por
objeto el estudio y la comprensión de los procesos psicosociales derivados de las
relaciones, interacciones y transacciones entre las personas, grupos sociales o
comunidades y sus entornos sociofísicos.(ibid, p.4)
Menciona Gifford (2104), que vayamos donde vayamos, estemos donde estemos, siempre
estaremos, ya sea en un ambiente natural o en un ambiente construido o desarrollado. Esta es
la premisa en la que se fundamenta la Psicología Ambiental, estamos conectados a estos
lugares, desde una habitación, una calle, un edificio, una comunidad, un país, el mismo
mundo, aun cuando estemos en un desierto, en el medio del mar, en un gran parque urbano,
aun así estamos en alguna parte, y aun ahí, la influencia de las personas o del lugar, son
mutuas y cruciales, es decir, no sólo damos forma a los edificios, sino también a las tierra, el
agua, el aíre y otras formas de vida, y a su vez estos ambientes naturales o construidos nos
influyen a nosotros.
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3) Profundizar sobre cómo funciona la sociedad en términos de producción y consumo de
bienes y servicios y la influencia social y política.
Como disciplina científica la Psicología Ambiental comparte con otras disciplinas un campo
de estudio común configurado por el conjunto de fenómenos que implican directamente a las
personas con sus entornos. Sin embargo, las cuestiones planteadas hasta el momento afectan
más a la dificultad de ofrecer una definición comprehensiva que a la concreción de temas de
estudio propios de la materia ya que, en este aspecto y a la luz de los principales manuales,
el consenso parece ofrecer un corpus suficientemente consolidado pudiéndose estructurar en
los siguientes bloques:
I. Temas concernientes a la relación entre los aspectos del espacio físico y la conducta
espacial. Aquí se incluyen estudios sobre las dimensiones físico-espaciales de la conducta,
los conceptos de espacio personal, territorialidad, privacidad, hacinamiento (crowding) y el
análisis de los procesos relacionados con el tema de la apropiación del espacio.
II. Aspectos relacionados con la adaptación de las personas a las variables ambientales,
incluyendo teorías sobre estrés ambiental, sobrecarga y depravación ambiental, efectos
psicofisiológicos y conductuales producidos por el ruido, la iluminación, las vibraciones, la
temperatura u otros factores climáticos y ambientales, las relaciones entre variables
ambientales y rendimiento así como su incidencia en determinados entornos (hospitales,
lugares de trabajo, etc.).
III. Aspectos relacionados con la forma en que las personas accedemos al conocimiento
ambiental. Cabe destacar los estudios y teorías sobre la percepción ambiental, la cognición
ambiental y el estudio de mapas cognitivos, la representación de entornos socio-físicos así
como el análisis del significado ambiental y de los aspectos emocionales y afectivos del
entorno.
IV. Temas relacionados con la evaluación del ambiente. Incluyen estudios sobre personalidad
y entorno, el tema de las actitudes ambientales y la conducta ecológica responsable, la
evaluación de la calidad ambiental como ámbito de la calidad de vida y los estudios sobre
preferencias de paisajes.
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V. Estudios centrados en grupos específicos de población considerando sus relaciones con el
entorno sociofísico inmediato, fenómenos de reubicación o la adaptación funcional al
espacio, destacando especialmente los ámbitos de infancia, vejez y discapacitación.
VII. Otros tópicos de investigación en Psicología Ambiental. Aquí se incluyen otros ámbitos,
algunos de ellos de reciente consolidación como estudios sobre la percepción del riesgo
ambiental, Psicología Ambiental y problemas sociales, Psicología Ambiental y problemas
medioambientales o la denominada Evaluación Post-Ocupacional (POE). (Valera, 1993;
Gifford 2014; Aragonés 2010).
De esta forma, el ambiente se vislumbra más que como un simple estimulo como un complejo
de lugares inmediatos y distantes, psicológicamente arreglados en una jerarquía en la que
cada lugar es parte de uno mayor y que puede ser subdividido en otros más pequeños. El
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ambiente es más que un antecedente de la conducta, ya que ofrece oportunidad para la acción
futura. (Mercado y Urbina, 1987)
La complejidad de los vínculos que las personas desarrollan hacia los ambientes físicos
supone profundizar en la relaciones y lo vínculos que se establecen entre las personas y los
espacios. Estos procesos han sido explicados aludiendo a diversos conceptos (apropiación
del espacio, apego al lugar, espacio simbólico, identidad social urbana, identidad del lugar,
etc.), (Vidal y Pol, 2005); la apropiación del espacio, su personalización y la relación con la
salud es el motivo de esta revisión, desde la cual debemos entender que las relaciones
humanas se ven afectadas, por el espacio físico donde se desarrollan las interacciones, así
como a la construcción del significado ambiental, ambos vitales para entender, la influencia
del medio ambiente en la conducta del individuo.
El ser humano “crea” e “influye” sobre el ambiente, y luego el ambiente, o una parte del
mismo, crea o influye sobre la persona. El ambiente, pues, está formado por un conjunto de
señales de alto valor comunicativo e informativo. Descifrar éstas constituyen el primer nivel
de las dimensiones afectivas en la relación persona-ambiente; a partir esta operación de
decodificación la persona se “predispone con el ambiente”, es decir, elabora y define sus
pautas de interacción con el lugar. Ello explica que los psicólogos definan el significado del
ambiente como la respuesta antecedente que está en la base de otras respuestas efectivas
como las acciones o intenciones de acción. (Corraliza y Berenguer, 2010)
Desde el punto de vista de las personas en los sistemas sociales, la cultura constituye el
ambiente, que es la fuente constante de interconducta. Las cosas culturales forman un
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ambiente natural para el individuo, como lo son el aire, las montañas, el agua, las llanuras u
otros aspectos geográficos o topográficos de su lugar de residencia. Cabe hacer notar,
además, que todos los ambientes llamados naturales presentan características cultuales. Esto
se debe a que todos los objetos y eventos han sido investidos con funciones estimulo de
carácter individual o de grupo. (Kantor 1967. 184)
Los significados son activados en el contexto ecológico, que es definido por la distribución
de sus elementos, de nuestras necesidades y las posibilidades de los objetos y espacios para
interactuar con/en ellos. Percibimos, pues, un determinado significado porque percibimos
determinado contexto ambiental en que esté y sus elementos muestran un determinado
sentido de uso, una determinada oportunidad. (Corraliza y Berenguer, 2010). La mayoría de
las actividades humanas solo son significativas porque presuponen una práctica social
común, de la cual son parte, y de la cual tenemos más o menos una comprensión común
(Dreier, 1997).
El ambiente físico en un sentido amplio engloba las condiciones externas que circundan
nuestra vida y contempla aspectos tales como temperatura, sonido, olor e iluminación, los
cuales constituyen rasgos estables de salud. Estos factores, percibidos generalmente de
manera no consciente, tienen una indudable influencia interactiva sobre la persona y, en
determinadas situaciones, pueden afectar negativamente a nuestra salud y comportamiento
(López y Herranz-Pascual, 2010)
Anderson (1986, mencionado en Pasquali, 2007) propone una descripción del ambiente que
ayuda a entender el uso o posible uso de los espacios y explicar cómo las personas pueden
percibir esta relación entre espacio y salud. El autor Planteó que todo ambiente físico tiene
tres dimensiones: a) ambiente potencial; b) ambiente influyente y c) ambiente latente. El
ambiente físico, es un arena para interacciones y acciones potenciales, entonces el
a)ambiente potencias se refiere al conjunto -combinación- de variables físicas; b)ambiente
influyente es la parte reconocida por los individuos, de forma manifiesta o no, como resultado
de las interacciones que cada quien hace, en base a sus valores y creencias sociales y
culturales; lo restante es lo que conforma el c)ambiente latente, el que no es identificado por
las personas.
CONCLUSIÓN
Ya que entender que el surgimiento de la Psicología Ambiental, no es casualidad, sino
causalidad de los eventos sociohistoricos del desarrollo de la industria, de la modernidad, del
capitalismo, la globalización y los mercados de consumo de los cuales somos rehenes
barbaros, que por siglos nos han llevado a la degradación del ambiente natural en aras del
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ambiente construido y del desarrollo tecnológico y en detrimento del bienestar físico, social
y psicológico de los individuos. La Psicología Ambiental no es una necesidad, sino una
consecuencia inevitable cuando entendemos las implicaciones y relaciones directas entre el
ambiente y el individuo y como las acciones del individuo influyen para “bien o para mal”
en el ambiente tanto natural como construido y como este ambiente en sus dos dimensiones
le regresa al individuo para “bien o para mal” su influencia directa.
Es así que al ser parte de un contexto ambiental y/social, el individuo requiere, herramientas
psicológicas, sus comportamientos y la influencia que estos tienen en el medio ambiente y
como muchas de nuestras conductas son resultado y el reflejo de la influencia del contexto
ambiental que nosotros mismos hemos generado.
Me niego a reproducir el mito-rito de “la última cena” y de los lugares comunes, llamo a
asumirnos, a meter el cuerpo, el ojo y la nariz, el ser y sus resquicios, la lengua maternal y
paternal, el imaginario, el real y el simbólico, el cuerpo en realidad y la realidad del cuerpo,
el equívoco y el acierto, el objeto y el sujeto, lo terrenales días y los días terrenales, la apuesta
es por la Psicología Ambiental, por el futuro que no se va a detener.
REFERENCIAS
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metodológicos, En: Aragonés, J. y Amérigo (eds) Psicología Ambiental, Ediciones
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