Tipos de Conductas2
Tipos de Conductas2
Tipos de Conductas2
NO DISCUTIR GRITAR
mismo demás
EMPATÍA
AUTOCONCEPTO Y AUTOESTIMA
CONTROL DE IMPULSOS
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
COOPERACIÓN Y NEGOCIACIÓN
En cuestión de segundos, podemos pasar de estar charlando amigablemente a encontrarnos
en medio de una batalla dialéctica en la que no hemos querido entrar y de la que no sabemos
cómo salir. Esta situación especialmente incómoda puede darse cuando:
• el interlocutor que tienes al lado interpreta erróneamente como una ofensa algo que has
dicho
• no tolera adecuadamente los desacuerdos, intenta imponer a toda costa su opinión como
verdad absoluta
• deja caer comentarios hirientes, sarcásticos o agresivos, se manifiesta desconfiado,
incomprendido o frustrado, etc.
El componente no verbal puede incluir gestos hostiles o amenazantes, como esgrimir el puño o
las miradas intensas e incluso los ataques físicos. La agresión verbal indirecta incluye
comentarios sarcásticos y rencorosos y murmuraciones maliciosas. Las conductas no verbales
agresivas incluyen gestos físicos realizados mientras la atención de la otra persona se dirige
hacia otro lugar o actos físicos dirigidos hacia otras personas u objetos. Las víctimas de las
personas agresivas acaban, más tarde o más temprano, por sentir resentimiento y por
evitarlas.
Hay un límite respecto a la cantidad de frustración que un individuo puede almacenar dentro
de sí mismo. El que recibe la conducta no asertiva puede experimentar también una variedad
de consecuencias desfavorables. Tener que inferir constantemente lo que está realmente
diciendo la otra persona o tener que leer sus pensamientos es una tarea difícil y abrumadora
que puede dar lugar a sentimientos de frustración, molestia o incluso ira hacia la persona que
se está comportando de forma no asertiva.
ASERTIVA
Expresión directa de los propios sentimientos, deseos, derechos legítimos y opiniones sin
amenazar o castigar a los demás y sin violar los derechos de esas personas. La aserción implica
respeto hacia uno mismo al expresar necesidades propias y defender los propios derechos y
respeto hacia los derechos y necesidades de las otras personas. El individuo tiene que
reconocer también cuáles son sus responsabilidades en esa situación y qué consecuencias
resultan de la expresión de sus sentimientos.
LA ASERTIVIDAD
Todo el mundo parece saber lo que es pero en el fondo nadie la practica. La asertividad no es
simplemente decir lo que piensas. Significa comprender tus necesidades, hacerte responsable
de tus emociones y en última instancia conectar con los demás.
Probablemente hayas leído que es una actitud y una forma de comunicar donde defiendes tus
derechos con firmeza. Y seguramente también conozcas sus beneficios: si eres asertivo
sentirás que respetan tus convicciones y opiniones, y eso puede ser un gran apoyo para tu
autoestima.
Sin embargo, lo habitual es que frente a las exigencias de los demás terminemos respondiendo
con pasividad. Hasta que a veces un cúmulo de circunstancias provoca que no podamos
aguantar más y estallemos.
Lógicamente eso puede tener efectos secundarios bastante indeseables.
Desgraciadamente esta es la única información que encontrarás en la mayoría de artículos
sobre asertividad que corren por ahí. Te recuerdan la importancia de ser asertivo y luego te
animan a salir ahí fuera y luchar por tus derechos sin más herramientas que tu voluntad.
“¡Defiende lo que piensas!” “¡Empieza a decir que no!” “¡Exige que te respeten!”
Esto no suele dar buenos resultados. Si en un arrebato de asertividad le dices a un amigo que
no piensas volver a dejarle dinero o le recuerdas a tu jefe que es un déspota, lo más probable
es que termines ganándote muchos enemigos. Y por eso regresas a la seguridad de la
pasividad. Entonces, ¿existe alguna forma correcta de usar la asertividad? ¿Es posible
conseguir que te respeten pero a la vez empaticen contigo? Sí. Y la clave la tienen tus
sentimientos y necesidades.
La comunicación asertiva no solo te ayudará a defender lo que crees justo para ti, también es
capaz de mejorar la calidad de todas tus relaciones.
El principal obstáculo de la asertividad viene de lejos. Durante siglos la sociedad nos ha estado
enseñando una forma de comunicarnos que provoca conflictos y malestar, a esconder
nuestros sentimientos (¿recuerdas cuántas veces tus padres te dijeron que no llorases cuando
eras pequeño?) y a fingir delante de los demás. La asertividad no es simplemente decir lo que
piensas. Significa comprender tus necesidades, hacerte responsable de tus emociones y en
última instancia conectar con los demás.
Si te centras en comprender tus necesidades y las de los demás, y no en ganar las discusiones,
tu forma de relacionarte cambiará totalmente. Porque en el fondo nuestras necesidades como
seres humanos son muy parecidas, y eso te permitirá crear vínculos emocionales.
Si el primer paso de la comunicación asertiva es observar sin juzgar, el segundo es expresar tus
sentimientos. Esto es muy importante por una razón: porque tus sentimientos son la única
realidad que no admite discusión.
Para demostrártelo, antes debo hablarte del Camino a la Acción (o Triángulo Pensamiento-
Sentimiento-Conducta).
La relación entre nuestros pensamientos, emociones y conducta es tan estrecha, que cualquier
cambio originado en uno ellos provoca cambios en los demás componentes y viceversa. Es un
triple sistema en el que los 3 aspectos interactúan constantemente y se influyen entre sí. Este
modelo en el cuál se basan las terapias cognitivo-conductuales, parte de la base que lo primero
que ocurre son los PENSAMIENTOS.
EJEMPLO: Nos levantamos y ha amanecido con un día muy lluvioso y oscuro: PENSAMIENTO:
Qué fastidio, otro día que empieza de forma horrible.
Por último este estado emocional acaba afectando a nuestra CONDUCTA: Decidimos no salir
ese sábado y encerrarnos en casa. Y así sucesivamente, nuestra conducta vuelve a
desencadenar situaciones que de nuevo inciden en nuestros pensamientos, emociones y
nuestra forma de actuar.
Y esto no sólo queda en nosotros, al mismo tiempo con nuestros pensamientos, emociones y
conductas somos capaces de generar reacciones en los demás, creándose sistemas más
complejos de interacción social.
Por lo tanto, no hay que menospreciar la importancia que ejerce el pensamiento sobre
nosotros, sobre todo aquellas creencias que hemos ido acumulando y son desadaptativas o
distorsiones de la realidad, al igual que tampoco hay que hacerlo con nuestras emociones y
conductas, ya que todas nos proporcionan una información valiosa de cómo nos encontramos.
No podemos controlar ni cambiar todo, pero sí aprender a hacerlo con lo que empieza en
nosotros. El cambio empieza en uno mismo.
De esas 3 etapas que preceden tus actos (información, pensamientos, sentimientos) ¿cuál
dirías que es la única realidad indiscutible?
Vale, la información que observas NO tiene por qué ser la realidad. ¿Y tus pensamientos?
Imagínate que has quedado para una primera cita después de conocer una persona por
internet. Esperas 10, 20 y hasta 40 minutos hasta que decides llamar. Y tiene el móvil
desconectado.
¿Qué pensarías? Probablemente que te ha plantado, especialmente si te ha ocurrido antes.
Pero ¿y si resulta que de camino se le ha estropeado el móvil y además se ha equivocado de
calle y ha terminado en la otra punta de la ciudad?
¿Improbable? Bueno, a mí me ha ocurrido.
Así pues, tus pensamientos NO tienen porque ser la realidad.
Lo único que es real e indiscutible son tus sentimientos. Aunque la información que recibas sea
incorrecta y lo que pienses esté equivocado, lo que seguro que es cierto es lo que eso te hace
sentir. Si te sientes triste, ¿alguien puede convencerte de que estás alegre? No, tu tristeza es
real.
Las situaciones y los actos de las personas nos provocan emociones, y solo comunicándolas
conseguiremos expresar nuestra realidad más interna. Porque aunque sean negativas, se ha
demostrado científicamente que es una de las formas más eficaces de generar empatía, la
base de la asertividad.
Evita dar a entender que hay algo incorrecto en el otro. Solo así conseguirás que empaticen
contigo y empiecen a respetar tus necesidades.
El tercer paso consiste en encontrar y expresar tus necesidades reales. Es el paso más difícil,
pero también la llave de la comunicación asertiva.
Primero debes tener claro que tus sentimientos no aparecen por arte de magia. Tampoco los
provocan los actos de los demás: los crean tus necesidades. Te sientes bien cuando tus
necesidades están satisfechas, y mal cuando no lo están.
Por ejemplo, si te sientes solo es porque necesitas recibir más afecto y cariño. Si te enfadas
cuando alguien se apropia de tus méritos en el trabajo, es que necesitas sentirte reconocido.
Las necesidades representan la parte más profunda de nuestra humanidad, por eso todos
compartimos las mismas. Existen muchas clasificaciones, pero se pueden dividir en las
siguientes:
Las necesidades vitales (comer, dormir) suelen estar siempre cubiertas, pero a las otras
(seguridad, identidad, aprecio, libertad, comprensión y diversión) les darás más o menos
importancia según la situación y momento en que estés, pero todo el mundo comparte las
mismas necesidades. Todos necesitamos sentirnos apreciados, seguros o comprendidos. Por
eso es más fácil conectar con la gente cuando las expresas, porque saben a lo que te refieres.
Y esto nos lleva a otra de las claves principales de las relaciones personales. Cuando no
entiendas los motivos de alguien para hacer o decir algo, para enfadarse o deprimirse,
pregúntate qué necesidad no cubierta puede haber detrás. O mejor aún, pregúntale qué
necesita realmente.
Quizás ahora estés pensando que mostrar tus necesidades te hará vulnerable. Pero la realidad
es todo lo contrario. Te ayuda a empatizar con los demás porque estarás hablando en un
lenguaje universal, y eso provoca que también sientan la necesidad de abrirse.
Nuestras necesidades son el motor de nuestro comportamiento, y las críticas que la gente
emite son el reflejo de que no las ha satisfecho. Si alguien te dice “Es que nunca me
escuchas” lo que quiere comunicar realmente es que su necesidad de comprensión no está
cubierta. Si tu pareja te recrimina que te importa más tu trabajo que ella, lo que en realidad te
está diciendo es que necesita más afecto.
Esta es la fase más difícil de la comunicación asertiva porque no estamos educados para
identificar y expresar nuestras necesidades, sino para juzgar a los demás cuando no las
respetan. Pero es imprescindible para alcanzar el paso final.
Un ejemplo:
Decir “No me grites” a alguien no le muestra el camino a seguir a partir de ahora. Tú lo que
quieres decirle es “Trátame con respeto”, ¿verdad?
Vale, “Trátame con respeto” es mejor porque expresa lo que sí quieres, pero tiene otro
problema: es demasiado vago y no concreta nada. En cambio “¿Te importaría dejarme
terminar de hablar y bajar la voz conmigo?” sí que expresa específicamente lo que quieres.
Otro ejemplo:
“No me gusta que llegues tarde” no es ni concreto ni comunica la acción que esperas de
alguien. “Me gustaría que fueras puntual” expresa tu deseo, pero tampoco lo especifica. Sin
embargo “¿Cómo crees que puedo conseguir qué llegues 5 minutos antes a las reuniones?” sí
que informa exactamente del siguiente paso que esperas en esa persona.
Céntrate en lo que quieres y sé lo más específico posible. Convierte tus peticiones en acciones
concretas que los demás puedan realizar. Cuanto más claro seas, más probabilidades tendrás
de que satisfagan tus necesidades.
Por último, cuando hagas una petición, asegúrate de que en ningún momento se convierte en
una exigencia. De lo contrario no estarás siendo asertivo ni empatizando con la otra persona,
sino demostrándole que antepones tus necesidades a las suyas.
Cuando alguien percibe que no vas a reaccionar mal responda lo que responda, generarás
confianza, se sentirá más libre y las probabilidades de que acepte tu petición se multiplicarán
por dos.
También es importante realizar tus peticiones en forma de pregunta, porque así demostrarás
que respetas sus necesidades.
Cuando, a pesar de todo esto, te encuentres con un no, habitualmente significará que tu
petición supone un sacrificio demasiado grande en las necesidades de la otra persona.
Entonces deberás continuar dialogando para encontrar nuevas posibilidades que os permitan
satisfacer las necesidades de ambos.
Imagínate que quieres pedirle a un compañero de trabajo que deje de presentar los proyectos
en equipo como si él fuera el único responsable.
Sí, un día puedes perder la paciencia y decirle “¡Estoy harto de que nunca me reconozcas
nada!”.
A menudo no será necesario que menciones todos los componentes del proceso porque ya
quedarán claros, pero al principio es buena idea que te acostumbres para no dar pie a otras
interpretaciones.
¿Para qué te servirá la comunicación asertiva?
Esto te permitirá:
• Sentirte con el derecho a hacer peticiones que antes evitabas por miedo a molestar o
perder amigos
• Comprender mejor tus sentimientos y necesidades, algo fundamental para tu autoestima
• Dejar de sentirte atacado y entender que cuando alguien está enfadado es porque no ha
podido satisfacer alguna de sus necesidades
• Abrir el camino a colaborar para encontrar soluciones conjuntas
• Profundizar en las conversaciones cuando los demás expongan sus necesidades
• Sentirte más seguro mostrando tus sentimientos y vulnerabilidad
La comunicación asertiva no es solo una forma de defender tus derechos o decir que no. Es
una nueva manera de relacionarte con las personas que te rodean y, me atrevería a decir, de
contribuir a la vida.
2. Siempre hay una segunda oportunidad. Si no te quedaste satisfecho o piensas que deberías
haber dicho algo que no dijiste, recuerda que siempre puedes emplazar al otro a una nueva
conversación.
3. Ten muy claros tus objetivos al iniciar el diálogo. Tus ganas de “ganar”, de tener razón, o de
que no se noten tus sentimientos, pueden alejarte de lo que quieres conseguir (objetivos), y es
entonces cuando dejarás de ser asertivo.
4. Insiste una y otra vez. No permitas que la conversación derive en temas que no vienen al
caso, ni te vayas por las ramas. Recuerda continuamente tus objetivos para que ellos marquen
el guion de lo que le comunicas al otro.
5. Coincide con el otro sin quitarle la razón. De este modo el insulto o la crítica pierde toda su
fuerza.
6. Ahórrate los juicios. Habla sin juzgarle. Habla desde ti, sin opinar de él, ni hablar por él. Si no
quieres que se sienta atacado, no le etiquetes.
7. Di todo lo que tengas que decir. Si algo te ha dolido o no te ha gustado, debes decirlo, en
lugar de callarte. No te quedes nada dentro porque si no, no darás por zanjada la cuestión, y
antes o después resentirás.
10. Comunica al otro lo que necesitas. Sé concreto y claro en tus intenciones, sin esperar que
todas se cumplan.
11. Negocia y buscas soluciones sin querer ganar o pretender que te reconozca lo equivocado
que está, porque no se trata de eso, sino de cumplir tus objetivos y tu necesidad de resolver la
situación. Busca un compromiso que os satisfaga a ambos. Intenta llegar a un acuerdo.
12. Retírate si ves que no es posible hablar en los términos que tú deseas (siendo asertivo). Es
mejor abandonar el diálogo que desvirtuarlo. Ya buscarás otro momento para reanudarlo, o
quizás te toque renunciar a resolver el conflicto. En cualquier caso piensa que lo has intentado,
y eso seguro que te hará sentir que lo has resuelto en tu interior, y dejarás de preocuparte o
estar indignado.
Lo ideal es que empieces a practicar en situaciones de bajo riesgo, como pedir que te cambien
de sitio en un restaurante o que te den otra habitación en un hotel.
Cuando hayas hecho de la asertividad un hábito, te preguntarás como es que has sobrevivido
hasta ahora sin usarla. Y luego ya no te harán falta estrategias porque empezarás a sentirte
cómodo diciendo lo que piensas. Porque decir lo que piensas es lo natural.
Recuerda que habrá muchas ocasiones en las que no tengas éxito. Es normal. La clave está en
no venirse abajo y volver a intentarlo con más ganas. No es el miedo al rechazo lo que separa
la gente con mayor o menor confianza, sino cómo reaccionan a él.
Una de las técnicas que mejor funcionan es desarmar antes al otro con un cumplido o un
reconocimiento de su labor, de su persona o de su tarea, para después pasar a expresar lo que
necesitamos. Se defienden los propios derechos (derecho a pedir ayuda y a expresar las
opiniones) sin vulnerar los derechos del otro, puesto que no hay ningún tipo de orden,
menosprecio o agresividad hacia la otra persona. Ser asertivo es expresar nuestros puntos de
vista respetando el de los demás.
Asertividad empática
La asertividad empática permite entender, comprender y actuar basado en las necesidades de
mi interlocutor, de igual manera permite que seamos entendidos y comprendidos.
Asertividad positiva
Esta forma de conducta asertiva consiste en expresar auténtico afecto y aprecio por otras
personas. La asertividad positiva supone que uno se mantiene atento a lo bueno y valioso que
hay en los demás y, habiéndose dado cuenta de ello, la persona asertiva está dispuesta a
reconocer generosamente eso bueno y valioso y comunicarlo de manera verbal o no-verbal.
Asertividad confrontativa
El comportamiento asertivo confrontativo resulta útil cuando percibimos una aparente
contradicción entre las palabras y los hechos de nuestro interlocutor. Entonces se describe lo
que el otro dijo que haría y lo que realmente hizo; luego se expresa claramente lo que uno
desea. Con serenidad en la voz y en las palabras, sin tono de acusación o de condena, hay que
limitarse a indagar, a preguntar, y luego expresarse directamente un deseo legítimo.
Banco de niebla
Otra técnica sugerida es el Banco de Niebla, que consiste en encontrar algún punto limitado de
verdad en el que puedes estar de acuerdo con lo que tu antagonista está diciendo. Dicho
expresamente, puedes estar de acuerdo en parte o de acuerdo en principio.
Interrogación negativa
La interrogación negativa consiste en solicitar más desarrollo en una afirmación o afirmaciones
de contenido crítico procedentes de otra persona. El objetivo es llegar a evidenciar si se trata
de una crítica constructiva o manipulativa.
Clasificar problemas
En una conversación o discusión se debe tratar un solo tema a la vez y no pasar a otro sin
haber agotado el mismo.
Acuerdo asertivo
Se es justo, se reconoce que se ha cometido un error, pero sin evaluarnos por eso.
Ironía asertiva
Responder a la crítica hostil con un "gracias".
Procesar el cambio
Desplazar el foco de la discusión hacia el análisis de lo que ocurre entre usted y su
interlocutor/a, dejando aparte el tema que aparentemente provocó la discusión.
Quebrantamiento del proceso
Responder a las críticas provocativas con frases lacónicas: Sí. No, tal vez, etc.
2) PERO: Se reconoce la primera parte de verdad que existe en lo que nos dice la otra
persona que supuestamente intenta manipularnos, y a pesar de ello mantenemos
nuestra postura.
Ejemplos:
• Es posible que sea egoísta, pero...
• Tienes razón, pero lo haré cuando yo decida...
• Es cierto que me visto de una forma extraña, pero...
2) RESISTIR LA TENTACIÓN: A veces los demás nos invitan amablemente a hacer cosas o
consumir productos apetitosos pero perjudiciales o inadecuados para nosotros.
Frente a estas tentaciones podemos claudicar contra nuestro íntimo deseo por tener
pensamientos tales como:
• Debería contentar a todo el mundo.
• Debo ser agradable.
• Es terrible herir o defraudar a los demás, por lo que debe evitarse a toda costa.
• Es imposible decir "no" sin que se ofendan o sufran los demás.
3) RESPONDER A LA CRÍTICA: Lo ideal es reconocer los aspectos reales de la crítica, sin ser
defensivo o contraatacar al otro, sin aceptar por ello los aspectos exagerados o
deformados que están mezclados con la crítica ajustada.
6) RESISTIR LA INTERRUPCIÓN DE LOS OTROS: Para ello hacer gestos -lo evidentes que
sea necesario- tales como:
• levantar la mano para indicar -"espera un momento"
• frases directas como - "me gustaría terminar la frase", -"espera a que acabe de hablar
para decir lo que desees".
Si nos oponen una tenaz resistencia, utilizar un tono de voz más alto de lo usual, sin dejar
excesivas pausas, mirando directamente a los ojos del interlocutor e indicar en la
conversación información de la duración de lo que se quiere comunicar como por ejemplo:
• en primer lugar,.. en segundo..
• sólo quería añadir un par de detalles finales y te rogaría después que me des tu
opinión
7) RECONOCER UN ERROR: Ocultar nuestro error puede ser en ocasiones más una
muestra de debilidad que una precaución. Desde luego puede hacerse de una forma
digna y natural, expresando el justo desagrado por habernos equivocado, pero sin dar
permiso con ello a críticas exageradas o indebidas (como "siempre haces lo mismo",
"eres un desastre", "no hay forma de que hagas algo a derechas").
Pensamientos erróneos que nos pueden inhibir o bloquear son los de la auto-exigencia y el
perfeccionismo:
• nunca debería cometer un error
• si fallo es que soy un desastre total
• es imperdonable que una persona como yo pueda fallar.
Pensamientos erróneos:
• es imperdonable que yo lo ignore
• pensarán que soy estúpido.
Pensamientos erróneos:
• sería de mala educación interrumpir a una persona que desea hablarme
• se podría ofender o podría herir a esta persona si le niego la conversación.
Ejemplos:
• Te ha salido muy bien el trabajo hoy.
• Gracias, he hecho lo posible para ello (en comparación de: "en realidad no tiene
importancia", "eres benévolo, porque no te has fijado en que hay una imperfección...",
"tú si que lo haces bien de veras..." )
• Este vestido te sienta bien.
• Te agradezco tu opinión, así me encuentro más segura con él (en comparación de:
"eso es que estas hoy de buen humor", "tú si que tienes buen gusto", "no es para
tanto..")
El comportamiento asertivo busca nuestro auténtico deseo y nos pide que seamos coherentes,
rechazando a quien queremos eludir -con la firmeza y atrevimiento necesarios- y aceptando
realmente a quien nos cae bien de una forma directa.
Combatir la sensación de escrúpulo pensando "tengo derecho a decir no a los deseos de los
demás".
12) INICIAR CONVERSACIONES: Es normal que romper el hielo del silencio implique un
cierto riesgo e incomodidad hasta que no se ve que la relación con el otro es segura.
14) PEDIR FAVORES: Los demás no tienen por qué saber en general lo que deseamos o
necesitamos en un momento dado, sino que más aconsejable dar señales, indicios
claros que orienten a la persona de nuestras propias necesidades o deseos sinceros. La
conducta del otro nos dice si le hemos informado adecuadamente o no.
15) DAR CUMPLIDOS: Es tan importante como saber recibir halagos el saberlos dar,
mostrando una coherencia o proporción entre nuestros sentimientos, el mérito real de
la otra persona y la expresión verbal para no ser exagerados ("has estado
extraordinario y fantástico" en vez de "has estado muy acertado"), ni tampoco resultar
demasiado pusilánimes o apocados (ejem.: "si, no ha estado mal").
La misma armonía se espera de nuestra expresión corporal (ni histriónica ni deslavazada)
16) MOSTRAR AFECTO: Dar afecto a quien nos lo inspira es un acto fundamental para
mantener unas relaciones sanas. A veces hay que hacer algo más que expresar
verbalmente nuestro acuerdo, agrado o cariño. Tenemos que ser capaces de tocar,
besar, abrazar o sonreír amorosamente sin ansiedad ni tensión, mostrando la realidad
de nuestros sentimientos recíprocos.