Dere Proce Constitucional

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CURSO DE DERECHO PROCESAL

CONSTITUCIONAL

Trabajo de Fin de Curso:


LA JUSTICIABILIDAD DE LOS DERECHOS
ECONÓMICOS, SOCIALES, CULTURALES EN EL PERÚ:
DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS DESDE EL DERECHO
PROCESAL CONSTITUCIONAL

Mgtr. Braulio Idelgar Calle Vega


Profesor del curso
Equipo de trabajo (alumnos):
1. Alban Cevallos, Daniela
2. Borrero Rivas, Blanca
3. Cornejo Villalta, Walter
4. Fiestas Silva, Milagros
5. López Condolo, Marita
6. Miranda Gonzales, Maria
7. Navarro Zapata, Valentina (NO TRABAJO)
8. Olivares Guzmán, Ashley
9. Perata Rumiche, Junior
10.Rodríguez Seminario, Fabian
11.Saba Ramón, Aracely

Piura, 15 de noviembre del 2023


Resumen

Este tema examinará la viabilidad jurídica del ejercicio de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (DESC) en Perú, centrándose en el Código Procesal Constitucional. Se
explorarán los fundamentos jurídicos y los desafíos en la legitimidad de estos derechos,
incluyendo las limitaciones estructurales y las barreras culturales. Se utilizarán estudios de
caso y comparaciones internacionales para analizar los desarrollos jurisprudenciales y las
herramientas procesales disponibles. Por último, las recomendaciones para mejorar la
protección de los DESC pondrán de relieve la necesidad de una reforma legal y las estrategias
para superar los retos identificados.

Abstract

This theme will examine the legal feasibility of the exercise of economic, social, and
cultural rights (ESCRs) in Peru, with a focus on the Constitutional Procedural Code. It will
explore the legal foundations and challenges in the legitimacy of these rights, including
structural limitations and cultural barriers. Case studies and international comparisons will
be used to analyze jurisprudential developments and available procedural tools. Finally,
recommendations for improving the protection of ESCRs will highlight the need for legal
reform and strategies to overcome the challenges identified.
INTRODUCCIÓN

La presente investigación trata sobre: “La Justiciabilidad de los Derechos


Económicos, Sociales y Culturales en el Perú: Desafíos y Perspectivas desde el Derecho
Procesal Constitucional”. Aborda el estudio de la justiciabilidad de los DESC en el contexto
peruano, centrándose en el análisis de cómo estos derechos, que abarcan cuestiones como el
acceso a la educación, la salud, la vivienda, y otros son aplicados y protegidos a través de los
procesos judiciales constitucionales. En el Perú, la realidad problemática radica en la
dificultad de garantizar la efectiva aplicación y protección de estos derechos mediante los
mecanismos judiciales constitucionales.

La investigación se justifica teóricamente en la búsqueda de contribuir a la


construcción de una base teórica sólida que guíe el desarrollo normativo y jurisprudencial en
este campo, debido a que actualmente existen lagunas en el conocimiento legal sobre
justiciabilidad de los DESC. Por otro lado, desde la perspectiva social, se demuestra al
abordar problemas tangibles que afectan a la sociedad peruana, ya que los DESC resultan ser
fundamentales para el bienestar de la población. Por último, desde un punto de vista
metodológico, la investigación se justifica al emplear un enfoque integral que combina
métodos jurídicos, análisis de casos y comparaciones internacionales.

La pregunta guía de este estudio es: ¿Cuáles son los obstáculos y desafíos que
enfrenta la justiciabilidad de los DESC en el Perú, y cómo pueden ser abordados desde la
perspectiva del Derecho Procesal Constitucional para una aplicación eficaz? Por lo tanto,
nuestro objetivo general es analizar y evaluar el marco jurídico nacional teniendo como base
los obstáculos para lograr la protección efectiva de estos derechos. Para ello, se ha propuesto
la siguiente hipótesis de investigación: El desarrollo y aplicación adecuada del Derecho
Procesal Constitucional pueden mejorar la protección efectiva de estos derechos.

Con respecto a la metodología utilizada sobre este tema en el ámbito nacional


contamos con una tesis de maestría, dos artículos de investigación y dos revistas escritos por
reconocidos doctrinarios, juristas peruanos; por otro lado, en el ámbito internacional se
cuenta con tres artículos de investigación, con dos libros y varias revistas jurídicas realizados
por reconocidos juristas internacionales. En cuanto al método utilizado, es descriptivo, en la
búsqueda y organización de la información que deriva de las fuentes mencionadas.
I. ASPECTOS GENERALES

1.1. Concepto de Justiciabilidad de los Derechos

Bolívar ha definido a la justiciabilidad como la posibilidad que tienen las personas de


acudir a mecanismos contenciosos o administrativos para reclamar del Estado el
reconocimiento, el respeto o la satisfacción de un derecho, en la forma establecida en las
normas jurídicas respectivas. Por ejemplo, todas las personas tenemos derecho a la salud o
educación, los cuales están protegidos tanto por el derecho nacional e internacional de
derechos humanos. (2008, p. 82)

Asimismo, Pinto señala que: “las obligaciones de los Estados con relación a los
derechos humanos son -respecto de todos ellos- las de respetarlos y garantizarlos, así como la
de adoptar las medidas necesarias a tales fines” (2012, p. 162). A su vez, que todas estas
obligaciones deben adecuarse a la naturaleza que presenten los derechos mencionados.

Pese a ello, para que los derechos mencionados puedan realizarse de manera efectiva
y plena, se deben de adoptar mandatos constitucionales, leyes y políticas públicas. Asimismo,
contar con mecanismos o vías eficientes para su ejecución, como recursos legales que exijan
que estos derechos sean justiciables.

Y es que, el derecho a un recurso efectivo no debe interpretarse necesariamente en el


sentido de que exige siempre un recurso judicial, sino que también existen vías alternativas
como los recursos administrativos lo cuales también devienen en apropiados, por lo tanto, es
lógico el razonamiento del que las personas que viven bajo la jurisdicción de un Estado Parte
pueden esperar que las autoridades administrativas tomen decisiones que sean compatibles
con el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Al mismo tiempo,
estos recursos administrativos deben ser accesibles, de bajo costo, rápidos y sobre todo
eficaces.

Según Mejía nos dice que “el derecho atribuido a un sujeto genera un deber u
obligación a otro sujeto, la cual consiste en la satisfacción de la prestación o expectativa de
dicho derecho.” (2010, p.74). Por lo tanto, las normas otorgan derechos a un sujeto,
imponiendo así obligaciones a otro sujeto, es decir, obligándolo a observar ciertos
comportamientos formadores de derechos que están de acuerdo con las disposiciones de la
norma.

Sin embargo, en el caso del trabajo no basta con exigir, sino también contar con
mecanismos de protección adecuados. De esta forma, "Sólo se pueden reconocer como
derechos reales aquellos que son exigibles por autoridades judiciales o cuasijudiciales,
implicando que el infractor debe modificar su conducta y compensar al titular del derecho por
los perjuicios ocasionados por sus acciones. Las autoridades extrajudiciales o cuasi judiciales
deben actuar conforme a esto." (Mejía, 2010, p. 75)

En síntesis, como ha sido observado por Mejía Rivera, es necesario para la protección
de un derecho, advertir, en primer lugar, una norma primaria de atribución de un derecho
subjetivo y una norma secundaria que instituye mecanismos de protección frente a la posible
vulneración de la primera. El tipo de protección al que se hace mención es a la protección
jurisdiccional o cuasi-judicial, como sucede en el caso de la Corte IDH y la CIDH,
respectivamente.

1.2. Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC): Definición y

Características

En el contexto de los derechos humanos, los derechos económicos, sociales y


culturales (DESC) son fundamentales para garantizar una vida digna y justa para todas las
personas. Estos derechos están reconocidos en varios instrumentos internacionales, como el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), del cual el
Perú es parte desde 1978.

La definición de los DESC ha estado situada en una gran controversia. La primera,


que los considera como simples orientaciones de la acción de los Estados, y el otro, que los
conceptúa como derechos humanos, lo que permite exigirlos ante el Estado en términos
jurídicos y políticos. Así lo explica Súarez:

La primera postura frente a los DESC corresponde a la perspectiva neoliberal

que les quita su condición de derechos y los redefine como normas

programáticas cuyo cumplimiento está condicionado por el crecimiento

económico, lo que no les permite a las personas su exigencia inmediata. La


segunda postura los define como verdaderos derechos humanos, necesarios

para que los individuos tengan la garantía de que podrán disfrutar de sus

libertades civiles y políticas, y de que sus proyectos de vida se realizarán en

las mejores condiciones gracias al acompañamiento y cumplimiento por parte

del Estado de sus obligaciones en esta materia. (2009, p. 62).

Para nosotros, los Derechos económicos, sociales y culturales (DESC) son en

definitiva derechos humanos que se enfocan en aspectos fundamentales de la vida de

las personas:

El concepto de los derechos económicos, sociales y culturales ha evolucionado a

largo del tiempo en la jurisprudencia constitucional; así, han pasado de ser

derechos fundamentales por conexidad a ser reconocidos como verdaderos

derechos fundamentales, estos derechos son merecedores de una protección

reforzada autónoma por mandato expreso de la Constitución. (Ramiro, 2010, p.

30).

Estos derechos abarcan todo lo relativo a las condiciones sociales y


económicas básicas necesarias para una vida en dignidad y libertad como el trabajo, la
seguridad social, la salud, la educación, la alimentación, el agua, la vivienda, un
medio ambiente adecuado y la cultura.

Los derechos económicos, sociales y culturales son aquellos derechos


humanos que hacen posible que la persona y su familia puedan gozar de un nivel de
vida adecuado. La palabra “adecuado” implica el respeto a lo referente a la diversidad
cultural, geográfica, etc. Se puede reconocer estos derechos humanos económicos,
sociales y culturales en la vida diaria de las personas a partir de la ubicación de
aquellas condiciones fundamentales para la satisfacción de sus necesidades básicas.
Tales condiciones fundamentales son un bien común o un bien público y contribuyen
al desarrollo y la realización plena del ser humano conforme a su dignidad connatural,
y por lo tanto tienen la dimensión de derechos humanos (Areli, 2001, p. 13).
En conclusión, cuando nos referimos a los DESC, hablamos de una categoría
de derechos humanos que se enfocan en aspectos fundamentales de la vida de las
personas. Específicamente, los derechos económicos tratan el acceso al trabajo y
condiciones laborales justas, en tanto que los derechos sociales abordan la educación,
salud y seguridad social. Con respecto a los derechos culturales, estos se vinculan a la
participación activa de la vida cultural, el acceso a la ciencia y beneficios del progreso
científico. Todos esos derechos mencionados tienen un fin en común el cual trata
sobre buscar asegurar una vida digna para todas las personas.

Espiell (1986) clasifica sus características de la siguiente manera:

- Son universales, lo cual da a entender que todas las personas, sin ninguna excepción,
tienen derecho a gozarlos. Asimismo, supone que se debe trabajar para eliminar los
obstáculos sean estas sociales, económicas, culturales, étnicas, de género o de
cualquier otro orden que no permitan el ejercicio de estos derechos en condiciones
dignas para todas las personas.

En el caso del derecho a la educación, por citar solo un ejemplo, la


universalidad se expresa en que toda persona, sin excepción, debe tener acceso a la
educación y la cultura, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes,
vocación y aspiraciones.

- Son indivisibles e interdependientes, esto debido a que solo es posible vivir de manera
digna y plena con la realización de todos los derechos, es así que se ratifica los
principios de indivisibilidad e interdependencia, que es fundamental en la concepción
de los derechos humanos. Solo cuando sea posible el reconocimiento integral de todos
los derechos, se podrá asegurar la existencia real de cada uno de ellos.

Un ejemplo de lo mencionado puede observarse en la necesaria vinculación


existente, entre el derecho a la huelga y el derecho a un salario digno. O entre el
derecho a la salud y el derecho a la vivienda, o entre el derecho a la salud y el derecho
a la alimentación.

- No discriminatorios, esto hace referencia a que los DESC deben aplicarse a todas las
personas sobre la base de la no discriminación. Los derechos humanos pertenecen a
todas las personas y el ideal de aplicación debe tender progresivamente a la más
amplia cobertura. Los Estados deben definir políticas y destinar los recursos
necesarios y suficientes para garantizar que todas las personas tengan la misma
posibilidad de acceso a los servicios esenciales. Implica también lo que se llama
discriminación positiva, o sea, la obligación del Estado de establecer medidas
especiales a fin de favorecer a los sectores de la población que estén en situación de
especial marginación, vulnerabilidad o discriminación.

Por ejemplo, en cuanto al derecho de salud, el principio de no discriminación


conlleva a tener en cuenta una realidad caracterizada por la existencia de sectores de
la población que por distintas razones no tienen las mismas oportunidades de acceder
a los servicios de salud, y en tal sentido, deben hacerse esfuerzos para que el derecho
pueda ser igualmente disfrutado por ellos.

Por último, cuando no se garantizan los DESC para toda la población, se


favorecen situaciones de discriminación que terminan profundizando las diferencias
entre amplias capas de la población y los minoritarios sectores sociales que tienen
acceso al disfrute de los derechos, que perpetúa la inequidad social. Un ejemplo que
permite ver esta problemática de manera clara son los casos de miles de niños y niñas
que dejan de asistir a la escuela a tempranas edades, estos son en su mayoría aquellos
provenientes de hogares con menores recursos, los que a su vez se ven obligados a
integrarse tempranamente y con poca capacidad al mercado laboral, y por lo tanto,
con menor capacidad para el ejercicio de sus derechos.

1.3. Naturaleza de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales

Existe una gran polémica acerca de la naturaleza jurídica de los derechos


económicos, sociales y culturales principalmente por las implicaciones económicas
que tal definición conlleva, las cuales versan acerca de si son de corte fundamental,
subjetivos prestatarios u objetivos.

Hay algunos autores que catalogan a estos derechos como meras directrices
políticas destinadas al legislador y a los gobernantes a la hora de adoptar programas y
políticas públicas. Entendiendo que dependen de los fondos que el Estado pueda
destinar a satisfacer los mismos. En cambio, para otros más allá de la disposición
económica del Estado, los derechos económicos y sociales son inherentes a la persona
humana (derechos fundamentales) y deben ser consagrados como tales. Lo cierto es
que los derechos económicos y sociales provienen del reconocimiento de los derechos
de las personas, consignados en el derecho constitucional, así como en los tratados
internacionales. Los cuales, han evolucionado o se han ido acomodando a su
naturaleza real, orientados a los principios de universalidad, indivisibilidad,
integralidad e interdependencia. Tal como se fijaron en el génesis en la Proclamación
de Teherán de 1968 y decididamente impulsada en la Declaración de Viena 2
adoptada por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993.

Según Hernández, este debate sobre la naturaleza jurídica de los derechos


económicos, sociales y culturales:

Ha impedido que los mismos sean vistos como derechos

subjetivos (de aplicación inmediata) y mucho menos como derechos

fundamentales. Por lo anterior, son caracterizados más bien como meras

declaraciones de buenas intenciones, de compromiso político de parte de los

gobernantes a la hora de implementar políticas públicas. Aunque se acepte la

privilegiada jerarquía normativa de los tratados internacionales, los

instrumentos que establecen derechos económicos, sociales y culturales son

considerados documentos de carácter político, antes que catálogos de

obligaciones jurídicas para el Estado, como es el caso de la gran mayoría de

los derechos civiles y políticos (2010, p. 45).

Hace muchos años, los derechos de las personas no habían sido organizados ni
conforme a su naturaleza ni a su exigibilidad frente al Estado. De hecho, las personas
simplemente tenían conocimiento de que eran poseedoras de derechos inherentes a
ellas por el mero hecho de serlo. Y es que, como señalan Espinoza-Saldaña y Cruces:

Luego de la Segunda Guerra Mundial, va progresivamente

apareciendo una nueva comprensión de la fundamentación teórica de los

derechos. Y es que, si se entiende a la dignidad como valor y principio


fundamental de todos los derechos, tiende a debilitarse la distinción entre los

derechos civiles y políticos y los DESC. (2015, p. 105).

Con el tiempo, la doctrina y jurisprudencia desarrollaron más el tema y


brindaron alcances acerca de la teoría constitucional sobre los derechos
fundamentales; asimismo, las Constituciones, ahora consideradas vinculantes por sí
mismas, integran una serie de derechos de índole social, económica y cultural que
anteriormente no habían incluido

Cuando las Constituciones no eran documentos jurídicos, sino más bien


políticos y no poseían fuerza vinculante en sí mismas, los derechos y su exigibilidad
no estaban completamente asegurados. Cuando estos textos normativos adquirieron
carácter jurídico y fuerza vinculante, los derechos reconocidos en ellos se volvieron
exigibles frente al Estado y terceros. El problema, sin embargo, no concluía ahí, esto
porque no todos los derechos reconocidos a las personas podían ser exigidos
inmediatamente por sus titulares. La doctrina y jurisprudencia, en relación con la
legislación, dividió a los derechos fundamentales en derechos civiles y políticos, y en
derechos económicos, sociales y culturales. Ambos grupos de derechos son derechos
fundamentales, pero los primeros eran de exigibilidad inmediata y los segundos, más
bien de exigibilidad progresiva o programática.

1.4. Importancia de la Justiciabilidad de los DESC

La justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales es crucial


para garantizar su efectividad y protección. Permite a los individuos buscar remedios
legales cuando estos derechos son violados, promoviendo así la rendición de cuentas
y la equidad en el acceso a condiciones de vida dignas. Además, la justiciabilidad
contribuye a consolidar el estado de derecho al establecer mecanismos para hacer
valer estos derechos y fomentar el desarrollo sostenible y la inclusión social.

“Todos los derechos humanos requieren del Estado acciones que aseguren su

respeto, protección y realización. La protección se asegura en la medida en

que se desarrollen mecanismos y normas para evitar su violación y para que, si


éstas ocurren, el afectado pueda exigir su restitución y/o reparación por la vía

judicial” (Bolívar, 2008, p.13).

La justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales se refiere a


la capacidad de hacer valer legalmente estos derechos. A menudo, estos derechos son
considerados programáticos y dependen de recursos disponibles, lo que puede afectar
su aplicabilidad directa en comparación con los derechos civiles y políticos. Sin
embargo, el grado de justiciabilidad puede variar según las leyes y sistemas legales de
cada país. Algunas jurisdicciones han desarrollado mecanismos para hacer cumplir
estos derechos a través de tribunales y otros mecanismos legales, mientras que, en
otros lugares, la implementación puede depender más de políticas y acciones
gubernamentales.
A continuación, se exploran algunas razones fundamentales que subrayan la relevancia de
la justiciabilidad de los DESC:

2.1. Protección Efectiva:


La justiciabilidad brinda a los individuos y comunidades una vía para proteger sus
derechos frente a posibles violaciones. Al permitir que los DESC sean llevados ante los
tribunales, se establece una salvaguarda legal que puede prevenir o remediar situaciones
de vulneración.

2.1.2. Rendición de Cuentas:


La posibilidad de exigir la justiciabilidad de los DESC implica que las autoridades y
entidades gubernamentales deben rendir cuentas sobre sus acciones. Los tribunales se
convierten en un mecanismo para evaluar la conformidad de las políticas y prácticas
estatales con los estándares de derechos humanos.

2.1.3. Desarrollo Jurisprudencial:

La judicialización de los DESC contribuye al desarrollo de la jurisprudencia,


estableciendo precedentes legales que pueden orientar futuras decisiones judiciales y
fortalecer la interpretación y aplicación de estos derechos.
2.1.4. Acceso a la Justicia:

La justiciabilidad amplía el acceso a la justicia para aquellos que, de otro modo, podrían
carecer de recursos para defender sus derechos. Permite que individuos y grupos
vulnerables accedan a un recurso efectivo ante posibles violaciones de los DESC.

2.1.5. Incentivo para el Cumplimiento:

La amenaza de litigios puede incentivar a los gobiernos y a las instituciones a cumplir con
sus obligaciones en materia de derechos humanos. La perspectiva de ser llevados a los
tribunales puede actuar como un catalizador para la mejora y fortalecimiento de políticas
y prácticas.

2.1.6. Construcción de un Estado de Derecho:

La justiciabilidad de los DESC contribuye a la construcción de un Estado de Derecho


sólido, donde la protección de los derechos fundamentales es una parte integral del
sistema legal y constitucional.

2.1.7. Empoderamiento de la Sociedad Civil:

La posibilidad de llevar casos ante los tribunales empodera a la sociedad civil y a


defensores de derechos humanos, permitiéndoles ser agentes activos en la promoción y
protección de los DESC.

2.1.8. Armonización con Estándares Internacionales:

La justiciabilidad facilita la armonización de las leyes y políticas nacionales con los


estándares internacionales de derechos humanos, fortaleciendo la coherencia global en la
protección de los DESC.

En conclusión, la justiciabilidad de los DESC no solo consolida la protección de estos


derechos en el marco legal, sino que también contribuye a construir sociedades más
justas, equitativas y respetuosas de la dignidad humana. Es un componente esencial para
garantizar que los derechos económicos, sociales y culturales no sean simplemente
aspiraciones declarativas, sino compromisos efectivos que se reflejen en la realidad de las
personas.

Capítulo II: Antecedentes de los DESC en el Perú

2.1 Evolución histórica de la protección de los DESC

El escenario previo a la Constitución de 1979 en Perú revela una


preocupación constante por temas sociales y económicos en los textos constitucionales
desde los primeros años de la República. Incluso en la Constitución de 1823, se reconocía
la instrucción y el acceso a centros educativos como derechos, y estas pautas se
mantuvieron en las constituciones subsiguientes hasta la de 1867.

El reconocimiento de derechos sociales en estas constituciones, sin


embargo, se consideraba más como afirmaciones declarativas que como normas con
carácter vinculante. Durante el siglo XIX, estos derechos a menudo eran redactados como
obligaciones del Estado sin el carácter normativo que poseen en la actualidad.

En las Constituciones de 1920 y 1933, hubo avances hacia un


reconocimiento más formal de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC).
La Constitución de 1920 introdujo el concepto de "garantías sociales" y desarrolló algunos
derechos, mientras que la de 1933 otorgó nuevas competencias al Estado en áreas como la
propiedad y la participación de los trabajadores en los beneficios de las empresas.

Sin embargo, estas constituciones no tenían el carácter normativo ni servían


como referentes para la comprensión y aplicación del resto del ordenamiento jurídico.
Fueron eclipsadas por interrupciones causadas por gobiernos militares y regímenes
autoritarios.

Es con la aprobación de la Constitución de 1979 que se observan cambios


significativos en el reconocimiento y tratamiento de los DESC en el contexto peruano,
marcando una nueva etapa.
Posteriormente con la Constitución peruana de 1979 se introdujeron
muchas virtudes cuya relevancia no se puede ignorar. El más importante de ellos es, sin
duda, que fue el primero en tener realmente un atractivo normativo. Además, a pesar de
algunas limitaciones o dificultades, fue la primera en realizar esta tarea de cierta manera.
Es el primero que, estrictamente hablando, prevé un tratamiento sistemático de los DESC:

● En el artículo 2, esencialmente, de los derechos civiles y políticos, también se


menciona a los DESC, como los relativos a la propiedad, la libertad de contratación y
la libertad de trabajo, que luego desarrolla, y una cláusula implícita de derechos.

● En su artículo 4 aborda capítulos completos sobre los siguientes temas: seguridad


social; salud y bienestar; educación, ciencia y cultura; o trabajar. Por otro lado, los
tratados de derechos humanos reciben rango constitucional, esto previsto en su
artículo 105, que, en la lógica de promover la comprensión del desarrollo del derecho
consuetudinario, proporcionó un mayor margen para la protección de los DESC.

● Finalmente contiene un título completo sobre el orden económico con capítulos sobre
la actuación del Estado en la economía, sobre la regulación de la propiedad, etc.

Ahora la Constitución de 1979, y así como señala Espinoza-Saldaña y Cruces ocurre:


“una incorporación históricamente tardía de elementos del Estado de bienestar en el
Perú, así como un intento de incluir o reconocer aquellos aspectos considerados
logros del autoproclamado "Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas" que
administró el país” (2015, p. 104).

Entre 1968 y 1980, ningún escenario favorable para mantener lo que había
propuesto a nivel del CES. Y además de recurrir a argumentos, que podríamos llamar
“clásicos” para cuestionar la plena vigencia y carácter fundamental de los DESC, tales
como: reconocimiento de una mayor libertad creativa para el legislativo; la necesidad de
una mayor disponibilidad de recursos; o finalmente la adopción de determinadas fórmulas
como la distinción entre normas operativas y normas programáticas utilizada por el
Tribunal Constitucional italiano o, como indica el Tribunal Constitucional español, el
reconocimiento de estos derechos como principios de los rectores que no admiten tutela
por amparo directo. Sin embargo, también surgieron otros factores. Uno de estos factores
fueron sin duda los efectos de la llamada “crisis del petróleo”; y luego los cambios
globales en la hegemonía política (el caso de la bipolaridad) y en la economía (Consenso
de Washington). Además, en el Perú tuvo enorme relevancia el fenómeno subversivo que
causó grandes daños a nuestro país en los años 80 y gran parte de los 90. Luego llegamos a
un escenario de concentración del poder público y liberalización económica; al mismo
tiempo, la liberalización va acompañada de un escenario que muchos consideran menos
protector socialmente. Fue en este contexto que se redactó la Carta de 1993.
Si analizamos las disposiciones sobre DESC en la Carta de 1993, podemos ver que allí, en
comparación con lo dispuesto en la Constitución de 1979, hay un desarrollo menos
detallado. El capítulo sobre "Derechos Sociales y Económicos" agrupa derechos que antes
se abordaban en capítulos separados, como educación, salud, seguridad social y trabajo.

No corresponde aquí hacer un juicio de valor sobre los méritos o deméritos


que esto implica; fácilmente se pueden notar. Además, en comparación con la
Constitución de 1979, algunos aspectos no están presentes, y el tratamiento de ciertos
derechos varía notablemente.

Es más, el abordaje de determinadas cuestiones, siempre comparado con lo


previsto en la Constitución de 1979 al respecto, no incluye ciertos aspectos que sí estaban
presentes en su predecesora. Por otra parte, el énfasis dado a la consideración de ciertos
derechos varía significativamente. Para citar un caso bastante notorio: la Carta de 1993
establece ahora que la propiedad se ejerce en armonía con el bien común; la Constitución
de 1979 declaró que la propiedad debe utilizarse en armonía con los intereses sociales.
Finalmente, si se examina el texto literal de lo aprobado en 1993, se puede ver que no
reconoce expresamente el rango constitucional de los tratados de derechos humanos. Hay
que tener en cuenta que, en la lógica de lo que muchos consideraron una configuración del
common law, se fortaleció o detalló la comprensión de los derechos fundamentales en
general y de los DESC en particular. Hemos llegado entonces a una situación que sólo
empezará a cambiar a principios del siglo XXI.

Capítulo III: Aspectos legales

3.1 Reconocimiento de los DESC en la Constitución Política del Perú


Rubio, nos muestra una descripción de las diferencias existentes entre
la Constitución vigente y la Constitución precedente la de 1979, la cual resulta de
suma relevancia ya que, en sus palabras: “evidencia el tratamiento diferenciado que le
han dado a los DESC y cómo ello ha influenciado en el hecho de seguir sosteniendo
que los derechos civiles y políticos pueden tener mayor exigibilidad que los derechos
económicos, sociales y culturales” (2013, p. 208).

Del mismo modo, la Constitución de 1979 dedicó el Título I a los


derechos y deberes fundamentales de la persona. Y dentro de ello se trataban también
los capítulos sobre la persona, la familia, seguridad social, salud y bienestar, la
educación, la ciencia y la cultura, entre otros; es decir la Constitución anterior dio un
tratamiento similar a los derechos civiles, políticos, económicos sociales y culturales,
considerándolos a todos como derechos fundamentales. En contraposición a la norma
constitucional de 1979, la Constitución Política de 1993, como señala Rubio:
“estableció una evidente separación dentro del Título I al contemplar en el capítulo I a
los derechos fundamentales de la persona, el capítulo II a los derechos sociales y
económicos y el capítulo III dedicado a derechos políticos” (2013, p. 210).

Esa clasificación de los derechos sociales y económicos en un capítulo


diferente al capítulo que contiene los derechos fundamentales pone de manifiesto la
diferencia que durante mucho tiempo se ha venido sosteniendo entre los derechos
civiles y políticos y los DESC, según la cual los primeros han sido entendidos como
inmediatamente exigibles para el Estado, mientras los segundos tenían un carácter
programático y, por tanto, atendibles en la medida que los recursos económicos lo
permitieran. Este tratamiento diferenciado se hace más evidente si se tiene en cuenta
que la Constitución anterior no establecía separación alguna, tal como ya se ha
señalado. No obstante, la Constitución de 1993 establece en el artículo 3 que la
enumeración de los derechos contenidos en el capítulo I sobre derechos
fundamentales de la persona no excluye los demás que la Constitución garantiza ni
otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o en los
principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la forma
republicana de gobierno. Adicionalmente al acertado y trascendente contenido del
artículo 3, hay que mencionar que este parece corregir el significado político que
implicaba establecer un capítulo sobre derechos fundamentales sin incluir a los
derechos económicos sociales y culturales.

Así Rubio (2013) nos recuerda lo importante que es tener presente que
en determinado momento, el actual artículo 3 fue retirado del debate constitucional
para ser finalmente incluido en la actual Constitución, lo que da una idea de la falta de
consenso sobre la necesidad o conveniencia de su presencia, cosa que en la actualidad
resulta sorprendente, pues hubiera implicado el quebrantamiento de la unidad que
existe entre todos los derechos fundamentales. Esta situación puede entenderse mejor
si se tiene en cuenta que la Constitución de 1993 posee un corte neoliberal que la aleja
del modelo de 1979. Muestra de ello es justamente el concepto de Estado social que se
incluía en el artículo 4 de la Constitución de 1979 y que fue suprimido en el artículo 3
de la Constitución de 1993.

En la Constitución Política del Perú, los DESC son reconocidos y protegidos


en diversos artículos. El Preámbulo establece el compromiso del Estado con la justicia
social y el respeto de los derechos fundamentales. Asimismo, el Artículo 1 consagra
la protección de la dignidad de la persona humana y el respeto de los derechos
fundamentales, incluyendo expresamente derechos económicos, sociales y culturales.

1.2. Áreas Específicas:


1.2.1. Derechos Económicos:

❖ Trabajo Digno: El derecho al trabajo digno es central. La legislación laboral


aborda condiciones laborales, salarios justos y derechos de los trabajadores.

❖ Propiedad Privada: La protección de la propiedad privada se considera


esencial para el desarrollo económico, asegurando la inversión y la seguridad
jurídica.

1.2.2. Derechos Sociales:

❖ Educación: El acceso a una educación de calidad es un derecho consagrado.


Se han implementado programas para mejorar la infraestructura educativa y la calidad
de la enseñanza.

❖ Salud: Se reconoce el derecho a la salud, con esfuerzos dirigidos a garantizar


la cobertura universal y mejorar la atención médica.
❖ Vivienda: La vivienda digna es un objetivo, con políticas públicas que buscan
abordar el déficit habitacional.

1.3. Derechos Culturales:

❖ Identidad Cultural: Se valora y protege la diversidad cultural. La promoción de


lenguas y tradiciones indígenas refleja el compromiso con los derechos
culturales.
❖ Acceso a la Cultura: Se promueve el acceso a expresiones culturales,
reconociendo la importancia de la cultura en el desarrollo integral de las
personas.

En conclusión, la Constitución política del Perú reconoce a los


derechos económicos, sociales y culturales como derechos fundamentales. Así es que,
en el Capítulo I del Título I de la citada norma contempla al principio-derecho de la
dignidad como el principal presupuesto jurídico de todos los derechos fundamentales
que aparecen enumeradas en el artículo 2, en su artículo 3 se puede apreciar que
incluye de manera tácita los demás derechos reconocidos en todo el texto
constitucional como fundamentales. Es decir que el tratamiento que le da la
Constitución a los derechos fundamentales también incluye a los derechos sociales y
económicos reconocidos en el capítulo II como derechos fundamentales al igual que
los civiles y políticos contenidos en el capítulo III.

Todo ello ha quedado evidenciado en diversas decisiones, como por


ejemplo el fundamento 13 de la sentencia emitida en el mismo expediente 1417-
2005-AA/TC, o el fundamento 74 de la sentencia pronunciada en expediente 0050-
2004-AI/TC del 3 de junio de 2005.

3.2 El Papel del Tribunal Constitucional en la Protección de los DESC

El Tribunal Constitucional del Perú es el máximo intérprete de la


Constitución y tiene la función de controlar la constitucionalidad de las leyes y
resolver conflictos de competencia entre los poderes del Estado. Respecto a los
derechos económicos, sociales y culturales (DESC) en Perú, el Tribunal
Constitucional ha tenido un papel importante en su protección y defensa.

En la Constitución peruana, los derechos económicos, sociales y


culturales están reconocidos en diferentes disposiciones. Estos derechos incluyen el
derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a un medio ambiente equilibrado, entre
otros. El Tribunal Constitucional ha emitido diversas sentencias que han contribuido a
fortalecer la protección de estos derechos.

El Tribunal ha interpretado de manera extensiva los derechos


económicos, sociales y culturales, reconociendo su importancia y estableciendo pautas
para su protección. Ha establecido que el Estado tiene la obligación de garantizar
estos derechos, adoptando políticas y medidas concretas para su efectivo
cumplimiento. Además, ha resaltado la interdependencia e indivisibilidad de los
derechos, reconociendo que su realización plena está vinculada entre sí y con otros
derechos fundamentales.

En sus decisiones, el Tribunal Constitucional ha enfatizado la


obligación del Estado de adoptar medidas progresivas para asegurar la realización
gradual de los derechos económicos, sociales y culturales, a pesar de limitaciones
económicas y recursos disponibles. Asimismo, ha establecido que existen mecanismos
para la exigibilidad de estos derechos, como la acción de amparo, que permite la
protección inmediata de los derechos fundamentales frente a amenazas o
vulneraciones.

En resumen, el Tribunal Constitucional del Perú ha jugado un papel


relevante en la protección de los derechos económicos, sociales y culturales,
contribuyendo a su interpretación, garantía y promoción a través de sus sentencias y
pronunciamientos.

La producción de jurisprudencia es resultado de la labor de las y los


jueces que, desde los pronunciamientos que hacen en los casos que se someten a su
conocimiento, interpretan los instrumentos internacionales (tratados, convenciones y
otras fuentes del derecho internacional), aportando una gran variedad de criterios para
la mejor protección de la dignidad, la igualdad y los derechos humanos libro.
Sin embargo, Manrique señala que la perspectiva inicial sobre la aplicabilidad y
manejo de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) experimentó un cambio
paradigmático según la posición adoptada por el tribunal superior colombiano. Este cambio
implicó que la protección de estos derechos dejara de ser considerada como algo excepcional
y pasara a ser un papel claramente establecido para el juez constitucional, como se evidencia
en la sentencia C-372/2011: “la acción pública de constitucionalidad no es solamente un
mecanismo de control de la función legislativa y del proceso legislativo, sino un mecanismo
de protección y garantía de los derechos fundamentales reconocidos en la Carta, incluidos los
derechos económicos, sociales y culturales” (2023, p. 60).

Siguiendo esa misma perspectiva, en el contexto del Estado peruano, la comprensión


de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) no difirió significativamente de
la posición inicial mantenida en Colombia. En la sentencia correspondiente al Expediente N°
2016-2004-AA/TC, el Tribunal Constitucional peruano destaca cómo, ante la solicitud de
atención médica presentada por una persona con VIH, la procuraduría expresó en su
respuesta a la demanda que “el derecho a la salud y la política nacional de salud constituyen
normas programáticas que representan un mero plan de acción para el Estado, más que un
derecho concreto” (Manrique, 2023, p. 60)

Por último, Manrique destaca que resulta relevante examinar cómo el Tribunal
Constitucional peruano ha abordado de manera jurisprudencial el derecho a un medio
ambiente equilibrado. En la sentencia emitida en el Expediente N° 964-2002-AA/TC, el
tribunal tuvo la ocasión de deliberar sobre la afectación del derecho a un ambiente saludable
en relación con la instalación y puesta en marcha de equipos y antenas que, según el
recurrente, incidían en su bienestar (2023).

En este contexto Farfán, nos dice que el tribunal constitucional indicó que el derecho
a un medio ambiente saludable es de naturaleza subjetiva constitucional, prescindiendo de
elementos como la nacionalidad, ya que cada ser humano es titular de este derecho. No
obstante, esto no impide que este derecho también sea de carácter difuso, ya que es de interés
para todas las personas. Además, la legitimación en el marco jurídico peruano está abierta a
cualquier persona interesada, no necesariamente al individuo directamente afectado, lo que
permite incluso que entidades con personalidad jurídica cuyo propósito sea la protección
ambiental puedan iniciar acciones al respecto (2023).

Además, el Tribunal Constitucional peruano reconoce la complejidad de definir este


derecho debido a la falta de precisión en los estándares internacionales y la legislación
comparada, que interpretan de manera diversa los elementos tutelados en el ámbito del medio
ambiente. A pesar de esta dificultad, se destaca que este derecho se caracteriza por ser
equilibrado y adecuado, lo que implica que se concibe como un entorno que facilita el
ejercicio de otros derechos humanos (2023).

3.3 Rol del Derecho Procesal Constitucional en la Justiciabilidad de los Derechos

Riedel y Melander refieren que el derecho procesal constitucional: “no


solo se encarga de proteger los derechos económicos, sociales y culturales a nivel
teórico, sino que proporciona herramientas prácticas para su efectiva salvaguarda,
garantizando su aplicación y cumplimiento efectivo en la sociedad (2014, p. 25).

El derecho procesal constitucional juega un papel fundamental en la


justiciabilidad de los derechos, ya que proporciona el marco legal y los mecanismos
procesales para garantizar la protección y aplicación efectiva de los derechos
fundamentales consagrados en una constitución. El derecho procesal constitucional
proporciona los instrumentos legales y procedimientos necesarios para hacer que los
derechos consagrados en la Constitución sean efectivamente aplicables y justiciables,
permitiendo a los individuos proteger sus derechos frente a posibles violaciones por
parte del Estado u otros actores.

Asimismo, establece los procedimientos y mecanismos para que los


individuos, grupos o comunidades puedan acceder a los tribunales y presentar
demandas relacionadas con la violación de sus derechos económicos, sociales y
culturales. Esto permite que las personas afectadas puedan hacer valer sus derechos
ante las instancias judiciales.
A través del derecho procesal constitucional, se ejerce el control de
constitucionalidad de las leyes, políticas públicas y acciones gubernamentales que
puedan afectar los derechos económicos, sociales y culturales. Los tribunales
constitucionales o cortes supremas tienen la facultad de declarar inconstitucionales
aquellas normativas o acciones que violen estos derechos consagrados en la
Constitución (Daniel Sabsay, 2010, pág. 40).

Permite la interposición de acciones de amparo o medidas cautelares


para proteger de manera inmediata y urgente los derechos vulnerados. Esto puede
implicar la suspensión temporal de una medida que afecte gravemente derechos
fundamentales hasta que se resuelva definitivamente el caso.

El derecho procesal constitucional, a través de los tribunales, puede


adoptar una interpretación progresista de los derechos económicos, sociales y
culturales. Esto implica adaptar la interpretación de la ley o la Constitución a las
realidades cambiantes de la sociedad, garantizando una mayor protección y expansión
de estos derechos

Capitulo IV: Desarrollo normativo y legislación comparada

4.1. Normativa Nacional e Internacional Sobre Derechos Económicos, Sociales

y Culturales

● Los DESC en el sistema universal

Estos derechos están reconocidos en varios instrumentos internacionales,


como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(PIDESC), del cual el Perú es parte desde 1978.

Al ser parte del PIDESC desde 1978, el Perú se comprometió a respetar,


proteger y cumplir con estos derechos para todas las personas dentro de su
jurisdicción. Es importante destacar que los derechos económicos, sociales y
culturales son interdependientes e indivisibles de los derechos civiles y políticos.
Todos los derechos humanos deben ser considerados de manera integral para lograr
una sociedad justa y equitativa.
La adhesión a tratados internacionales, como el PIDESC, refleja el
compromiso de los países de proteger y promover los DESC, pero también es
fundamental implementar políticas y medidas a nivel nacional para garantizar su
efectivo cumplimiento. Además, la sociedad civil, las organizaciones no
gubernamentales y otros actores desempeñan un papel crucial en la vigilancia y
promoción de estos derechos.

Para Bregaglio, “la Comisión de Derechos Humanos se propuso


la función de adoptar un pacto o instrumento jurídicamente vinculante sobre
derechos humanos. La opción de adoptar un tratado único se mantuvo hasta
1951. La Asamblea General implícitamente llamó a la complementariedad e
interdependencia de los derechos humanos, señalando que el cumplimiento de
los DESC está estrechamente vinculado al cumplimiento de los DCP. (2010, p.
18).

Por ello, refiriéndose al proyecto de Tratado de Derechos


Humanos Lazarte nos dice que existe una clara relación, señaló la necesidad
de:

Incluir en el Pacto de Derechos del Hombre los derechos


económicos, sociales y culturales y el reconocimiento explícito de la igualdad
de hombres y mujeres en cuanto a esos derechos, según consta en la Carta de
Naciones Unidas;

Invitar al Consejo Económicos y Social a pedir a la Comisión de


Derechos del Hombre que, conforme al espíritu de la Declaración Universal,
enuncie claramente en el proyecto de Pacto los derechos económicos, sociales
y culturales en forma que los vincule a las libertades cívica y políticas
proclamadas en el proyecto de Pacto. (2010, p. 19).

Bregaglio nos indica que:

Aquí estados de renombre como Reino Unido y Estados Unidos

consideraron que “los DESC eran derechos que por su propia naturaleza
resultaban complejos de articular con los DCP, por lo que plantearon la

propuesta de elaborar dos pactos, uno referido a los DCP, que además iría

acompañado de un protocolo facultativo que permitiría al órgano de control del

tratado (denominado Comité de Derechos Humanos) tramitar denuncias

individuales y quejas interestatales; y otro referido a los DESC, respecto del

cual no existiría la posibilidad de habilitar un mecanismo de denuncias

individuales (y que incluso en sus orígenes, no contó con un órgano de

control)” En contraste, los Estados de orientación socialista sostenían la

importancia de considerar de manera integral los derechos, aunque también

coincidían en establecer restricciones a la capacidad de llevar a los tribunales

las violaciones a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC).

(2010, p. 19)

4.2. Tratados y convenios ratificados por el Perú sobre derechos económicos, sociales y
culturales

El Perú está inmerso en el sistema internacional, universal y regional de protección de los


derechos humanos, al amparo del artículo 55° y de la cuarta disposición final transitoria de la
Constitución Política vigente, en tal sentido y en los casos en los que el país es parte de un
tratado, debe velar por la aplicación de ellos.

Como parte de su compromiso con el respeto y la promoción de los derechos fundamentales


de sus ciudadanos, ha ratificado diversos tratados y convenios internacionales que abordan
cuestiones relacionadas con los derechos económicos, sociales y culturales. Estos acuerdos
reflejan el compromiso del país con los estándares internacionales que buscan garantizar un
nivel adecuado de vida, el acceso a servicios esenciales y la preservación de la diversidad
cultural. (Minjus, 2023)

Es importante destacar que la ratificación de estos tratados no solo implica un compromiso


moral, sino también la aceptación de responsabilidades legales y la obligación de informar
periódicamente sobre las medidas adoptadas para implementar sus disposiciones. El
cumplimiento de estos tratados contribuye no solo al desarrollo sostenible del país sino
también a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. (Serrano Diaz, 2021)

Entre ellos tenemos:

1. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Ratificado por el Perú


en 1978, este tratado, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el cual
establece principios y obligaciones que buscan asegurar el disfrute de derechos
fundamentales, como el derecho al trabajo, a condiciones laborales justas, a la educación, a la
salud y a la participación en la vida cultural.

2. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer:


Ratificada en 1982, esta convención se centra en garantizar la igualdad de género y la
eliminación de la discriminación contra las mujeres. También destaca el compromiso del
Perú en abordar cuestiones específicas relacionadas con la igualdad de género y los derechos
de la infancia, aspectos que tienen repercusiones significativas en el ámbito económico,
social y cultural.

3. Convención sobre los Derechos del Niño: Ratificada en 1990, esta convención protege los
derechos de los niños, incluyendo aspectos relacionados con la salud, la educación y el
bienestar.

4. Convenio sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales:


Ratificado en 2006, este convenio de la UNESCO busca salvaguardar la diversidad cultural y
promover la participación en la vida cultural. Este convenio reconoce la importancia de
preservar y fomentar la diversidad cultural como un medio para fortalecer la identidad
nacional y global.

La continua revisión y actualización de las políticas y programas nacionales a la luz de estos


tratados reflejan el compromiso del Perú con la protección y promoción de los derechos
económicos, sociales y culturales de su población, alineándose con los estándares
internacionales y buscando construir una sociedad que respete y valore la dignidad de todos
sus ciudadanos.
● Los DESC en el sistema interamericano

Héctor Faundez nos señala que:

A nivel interamericano la situación resulta similar, pero con


algunos matices. Tal como han señalado varios autores, la CADH (Convención
Americana sobre Derechos Humanos) no debería ser entendida sólo como un
instrumento de DCP (Derechos Civiles y Políticos), sino como uno que
“incorpora una visión holística de derechos humanos, aunque en su técnica
legislativa se encuentran falencias que puedan imaginativamente, generar tal
confusión” (2009, p. 73).

Para Bregaglio, los antecedentes de la CADH se remontan a


1959, año en que la “V Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones
Exteriores ordenó al Consejo Interamericano de Jurisconsultos la elaboración
de un instrumento convencional en materia de derechos humanos para la
región” (2010, p. 29).

El primer proyecto de convención en el sistema interamericano


fue:

Presentado en la Cuarta Reunión del Consejo Interamericano de


Jurisconsultos y que luego fuera complementado con propuestas presentadas
por los Gobiernos de Chile y Uruguay, distinguió un capítulo para el
reconocimiento de los DESC y otro para el de los DCP. No obstante, en 1967
la CIDH remitió al Consejo de Jurisconsultos un estudio sobre el proyecto en el
que manifestó su preferencia por contar con un instrumento convencional que
sólo abordara lo que consideró “derechos humanos fundamentales”, expresión
referida a los DCP. (1976).

Bregaglio (2010) nos señala que la CIDH, tomó como


argumento principal la especial naturaleza de los DESC, apostó por la
separación de instrumentos normativos, porque en ese momento era imposible
desarrollar, si es que existían, mecanismos de control que regulen controversias
relacionadas con este grupo de derechos, ya que en cambio si se podía con los
DCP.

Este mismo nos indica que se debe precisar que la Comisión ha


reconocido, en primer lugar, que existen límites a su capacidad para perseguir
las infracciones a los DESC y, en segundo lugar, que basándose en estos
límites percibidos, la Comisión recomendó la aprobación de dos instrumentos
convencionales diferentes. (2010)

4.2. Regulación en la Constitución de los Distintos Países

México: La Constitución de los Estados Unidos mexicanos


regula los DESC de la siguiente manera:

Derecho a la educación (art. 3). La educación pública debe ser


gratuita, pero también se permite la educación impartida por particulares.

En el artículo 4 de la Constitución, se encuentran regulados


varios DESC. Entre ellos se encuentran:

- Derecho de decidir libremente sobre el número y


espaciamiento de los hijos.

- Derecho a alimentación nutritiva, suficiente y de


calidad.

- Derecho a la protección de la salud.

- Derecho a un medioambiente sano, el daño o deterioro


genera responsabilidad para el causante. Derecho de acceso al agua.

- Derecho a una vivienda digna.

- Derecho a protección particular de los niños.


- Derecho de acceso a, y ejercicio de la cultura.

- Derecho al deporte y a la cultura física.

Derecho al trabajo (art. 5). Este artículo es complementado por


el artículo 123, titulado del trabajo y de la seguridad social, quien establece que
toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil. El artículo 123
tiene ocho páginas y regula, de manera detallada, los principios rectores de la
legislación del trabajo y las bases mínimas de la seguridad social. (2014)

Suecia: En el artículo 2 de la Constitución sueca, en el capítulo


1 sobre los principios básicos de gobierno, se dispone que:

El bienestar personal, económico y cultural del individuo debe


ser uno de los objetivos fundamentales de la actividad pública. En particular,
las instituciones públicas deben garantizar el derecho al trabajo, a la vivienda y
a la educación, y deben promover la seguridad y los servicios sociales, así
como condiciones favorables para la salud. Además, deben velar por la
protección de los niños y proteger la vida familiar y privada del individuo.

En el artículo 18, se establece el derecho a la educación y el


derecho a la investigación científica. (1974)

Italia: La Constitución italiana establece, en su artículo 3 que:

La obligación de la República de suprimir los obstáculos de


orden económico y social que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de
los ciudadanos, impiden el pleno desarrollo de la persona humana y la
participación efectiva de todos los trabajadores en la organización política,
económica y social del país. (1947)

4.3. Sobre la Delimitación de los DESC a Partir de la CADH.

la Importancia Del Art. 29.


“Un sistema de derechos que se considere completo y total tiene
silencios, tiene implicitudes, tiene carencias normativas, no obstante, lo cual,
nutrido en el arsenal principista-valorativo, abastece en plenitud a los derechos,
sea que muchos consten en normas, sea que otros les falten normas de
reconocimiento”. (Campos, 1998, p. 98).

Estas palabras de Campos (1998) alcanzan de manera ilustrativa


la realidad jurídica de los derechos fundamentales y de los derechos humanos.
El contemplar siquiera la posibilidad de que una norma, cualquiera que sea,
una Constitución o un Tratado internacional, precisen de manera absoluta todos
los posibles casos o vulneraciones que puedan presentarse relacionadas a un
derecho, es simplemente irrealizable. De caer en tal pretensión, condenaríamos
la protección de los derechos humanos a su anquilosamiento y decadencia; más
aún si tomamos en cuenta, que la tutela ius humanista debe responder a la
realidad evolutiva de una sociedad.
V. DESAFÍOS DE LA JUSTICIABILIDAD

La exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales consta como uno de


los temas más complejos señalados dentro de los derechos humanos, sin embargo, es
importante tener en cuenta que dicha exigibilidad se materializa a través de las garantías que
hallan para su protección, de ello se desprende que, aunque una persona tenga un derecho
positivizado en su correspondiente ordenamiento jurídico, no quiere decir que dicho derecho
solicitado esté garantizado de manera automática. Consecuencia de lo anterior, es que durante
mucho tiempo exista un debate del problema que surge para obtener dichas garantías, es
decir, que debido a ello se presentan diversos obstáculos asociados a la obtención de las vías
adecuadas de los DESC.

Es así que, Ortega señala lo siguiente:

La exigibilidad de los derechos sociales no se limita únicamente a la capacidad de

llevar reclamaciones a los tribunales para que estos determinen las obligaciones

relacionadas con el respeto, protección o garantía de los derechos. Esta exigibilidad se

extiende a otras formas de garantías, ya sean institucionales (políticas, cuasi-


jurisdiccionales, nacionales o internacionales) o extrainstitucionales (que se presentan

como garantías sociales autónomas). (2017, p. 30)

En relación a ello, el problema entorno a la protección efectiva de los DESC por


medio de los tribunales continúa presentando diversos problemas, y aunque algunos
continúan persistiendo a pesar del transcurso del tiempo; muchos otros, dadas las
complicaciones que aparecen con el ritmo cambiante del derecho, se van reduciendo.

Antes de ello, es fundamental señalar que en el ámbito interamericano también han


surgido debates con respecto a los puntos discordantes de la Corte Americana sobre Derechos
Humanos (CADH), a pesar de que ya venía protegiendo indirectamente a algunos de ellos; y
esto a su vez dilucida otro debate, ello relacionado con la “progresividad” incluyendo a la “no
regresividad” de los derechos, no obstante lo mencionado anteriormente, no merma la
posibilidad de obtener su justiciabilidad, tampoco se niega la existencia de obligaciones con
carácter inmediato, esto último significa que les apliquen obligaciones generales referidos al
respeto y a la garantía del tratado. En síntesis, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ha sostenido que los Estados están obligados a adoptar recursos sencillos, claros,
proporcionados y eficaces para la protección de los derechos humanos reconocidos en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

En palabras de Calderón:

“Podemos entender que la justiciabilidad se relaciona con la capacidad de reclamar, a

través de un procedimiento legal, la observancia o restitución de un derecho. En otras

palabras, los derechos pertinentes adquieren validez tangible al ser obligatorios para

aquellos que tienen la responsabilidad de cumplirlos, y pueden ser demandados por

quienes se benefician de ellos.” (2008, p. 378)

En el ámbito nacional, la Constitución de 1979 consideró a los DESC como derechos


fundamentales ya que tuvo cuidado en su tratamiento en el Título I denominado “a los
derechos y deberes fundamentales de la persona”, no obstante, nuestra Constitución actual los
estableció dentro de un mismo Título, pero la diferenciación se da en la ubicación de los
capítulos, ya que se colocaron en distintos de estos. Por tanto, encontramos aquí una marcada
distinción. Aunque ello no significa que en la Constitución de 1993 se excluyan los demás
derechos que ella garantiza, ni muchos menos otros que tengan naturaleza análoga o que se
funden en la dignidad de la persona, de los principios de la soberanía del pueblo, incluye el
Estado social democrático de derecho y de la forma de nuestro gobierno.

5.1. Obstáculos procesales en la protección de los DESC

Ahora bien, adentrándonos en el nuevo Código Procesal Constitucional peruano se


afecta la justiciabilidad de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), al igual
que en muchas legislaciones de nuestros países vecinos, encontramos algunas maneras donde
se ve afectada la misma.

A. Amicus Curiae

El Artículo V del Nuevo Código Procesal Constitucional regula expresamente la


posibilidad de recurrir al amicus curiae, una figura procesal que permite a terceros ajenos al
proceso ofrecer su opinión sobre la controversia. El criterio para llamar a un amicus curiae es
que se trate de un asunto complejo, que necesite conocimientos no jurídicos, técnicos o
profesionales. Cabe señalar que esta institución está reconocida en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional y en el artículo 13-A de su Reglamento de Procedimiento. Y como se
recalca, la misma debe ser una invitación realizada por, ya sea el propio juzgado, la sala
superior o bien el propio Tribunal Constitucional, lo que se refleja como una restricción de la
participación ciudadana en los procesos.

Entonces, en la práctica de nuestra legislación generalmente se plasma como una


restricción de la capacidad de individuos y grupos de presentar casos ante los tribunales para
hacer cumplir los derechos económicos, sociales y culturales. Sólo un reducido número de
demandantes, como personas directamente afectadas y organizaciones especializadas, están
legitimados para demandar. Ello implica una dificultad para que las personas responsabilicen
al gobierno por violar sus DESC.

B. Competencia

Los casos relacionados con derechos económicos, sociales y culturales tienden a ser
complejos y multifacéticos. La distribución inadecuada de competencias entre los tribunales
podría resultar en una falta de especialización para abordar eficazmente estos asuntos,
afectando la calidad de las decisiones judiciales.

La competencia entre diferentes tribunales puede dar lugar a la asignación de recursos


limitados para abordar casos relacionados con DESC. Esto puede afectar la capacidad del
sistema judicial para manejar eficientemente este tipo de asuntos y garantizar una pronta y
adecuada justiciabilidad, es decir se genera una mayor sobrecarga procesal que afectan a la
protección de los DESC.

La falta de coordinación entre diferentes instancias judiciales y administrativas puede


generar conflictos sobre la interpretación y aplicación de normas relacionadas con DESC, lo
que dificulta la coherencia en la protección de estos derechos.

Además, como se señala en la sentencia del Tribunal Constitucional:

“En relación con la competencia otorgada a los jueces constitucionales para atender
las solicitudes de habeas corpus según lo estipulado en el artículo 29 del NCPConst.,
los demandantes argumentan que dicha disposición legal podría violar el derecho a la
protección judicial de la libertad física y otros derechos, ya que podría resultar en una
sobrecarga procesal.” (Sentencia 954, 2021)

C. Acceso limitado a la justicia

Las personas y grupos que sufren violaciones de los DESC a menudo enfrentan
barreras para acceder al sistema de justicia, ya sea por falta de recursos económicos, falta de
información o discriminación.

Y es que, el acceso a la justicia consta un derecho que permite la realización de otros


derechos que han sido afectados o deben ser reconocidos para quienes buscan protección en
el sistema de justicia. Del mismo modo, el derecho de acceso a la justicia se considera una
garantía del derecho a la igualdad, en la medida en que implica que el Estado debe garantizar
que todos los ciudadanos tengan igual acceso a la justicia, una garantía donde todos los
ciudadanos tengan las mismas oportunidades de ejercer su derecho de acceso a la justicia sin
discriminación de ningún tipo.

Las barreras que limitan el acceso a la justicia se ven más evidenciados en los grupos
más vulnerables, por ejemplo, se pueden citar cuestiones como la discriminación tanto étnica
como cultural por los cuales se ven afectados los pueblos indígenas. Es decir, desconocen y
desconfían del sistema de justicia y, por extensión, de la cultura, la lengua, el razonamiento y
las formas de resolución de conflictos porque no están familiarizados con ellos, del modo, el
sistema justicia, ya que también desconoce los mecanismos de resolución de justicia de los
pueblos indígenas, es decir de su modo de impartir justicia. Lo mencionado en líneas
anteriores, no constituye el único problema, y por lo tanto, no quiere decir que se deba
minimizar, ya que acrecientan las situaciones de vulneración y exclusión de los señalados
sectores.

D. Naturaleza programática de los DESC

Cuando se afirma que los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) tienen
una naturaleza programática, se está haciendo referencia a la idea de que estos derechos no
son necesariamente inmediatamente exigibles de la misma manera que los derechos civiles y
políticos. En lugar de ser derechos que pueden ser ejercidos de inmediato, los DESC a
menudo implican metas progresivas que los Estados deben esforzarse por alcanzar a lo largo
del tiempo.

Muchos de los DESC son de naturaleza programática y requieren recursos para su


implementación. Esto puede dificultar su justiciabilidad, ya que los jueces pueden considerar
que no es su papel interferir en decisiones políticas o presupuestarias.

En razón a ello, existe la crítica de la teoría de las "generaciones de derechos


humanos", que fundamenta que es una metáfora desafortunada que sugiere una interpretación
inapropiada de la historia y no logra establecer de manera exitosa una conexión entre el
ámbito interno y el internacional. Además, propone una distinción errónea en las categorías
de los derechos humanos, la cual, además de ser incorrecta, refuerza la postura de aquellos
que niegan la viabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Así también, se la
señala como una de sus consecuencias más perjudiciales el hecho de que implica y/o
proporciona argumentos a aquellos que sostienen que existe una diferencia fundamental entre
los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales. Por lo tanto,
se advierte que no hay nada en la naturaleza de los derechos humanos que justifique que las
obligaciones estatales de respetar estos derechos sean diferentes, ya que las disparidades entre
unos y otros derechos surgen de un enfoque ideológico que varios teóricos han utilizado para
argumentar que la distinción establecida en la legislación positiva refleja una diferencia
conceptual profunda.

Como, Bazán, resume esta posición afirmando que solo los derechos civiles y
políticos son considerados verdaderos derechos, mientras que los derechos económicos,
sociales y culturales son, en el mejor de los casos, de naturaleza programática. (2010, p. 336).

Por otro lado, en el caso mexicano también se niega que los DESC deban tener esa
naturaleza, así lo señala Ortega:

Reconoció que tanto los derechos civiles y políticos como los derechos económicos,

sociales y culturales "deben ser entendidos integralmente como derechos humanos, sin

jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos". Afirmó que, aunque la vía judicial no

es la única posible, sí es una forma en que pueden aplicarse inmediatamente en el

ámbito interno. Por lo tanto, consideró apropiado que esas prerrogativas

fundamentales sean susceptibles de ser llevadas ante los tribunales. (2014, p. 431)

E. Otros Obstáculos y Desafíos

Primero, mencionamos a falta de sensibilización y capacitación, debido a que la falta


de conciencia y comprensión sobre los DESC entre los jueces y otros actores del sistema de
justicia puede limitar su aplicación efectiva, lo que sugeriríamos son programas de
capacitación y sensibilización dirigidos a jueces, abogados y otros actores del sistema de
justicia para mejorar su comprensión de los DESC y su importancia en el marco de los
derechos humanos.

Segundo, ineficacia de los mecanismos de aplicación, ello dado que, si no existen


mecanismos efectivos para hacer cumplir las decisiones judiciales relacionadas con los
DESC, la justiciabilidad de estos derechos puede verse comprometida.

Tercero, encontramos a la falta de coordinación entre poderes del Estado, pues la falta
de coordinación entre el poder judicial, el legislativo y el ejecutivo puede dificultar la
implementación de políticas y medidas necesarias para cumplir con los DESC, más aún en
los momentos de crisis política que estamos atravesando.
Por último, recalcamos la demora en los Procesos, ya que, consta como el problema
general en muchos sistemas legales dada la sobrecarga procesal, por lo que también puede
afectar la justiciabilidad de los DESC en Perú. La celeridad es especialmente importante en
casos que involucran derechos fundamentales que pueden requerir soluciones rápidas.

5.2. Barreras institucionales y administrativas

Con respecto a las barreras institucionales, estas barreras se refieren a procedimientos,


requisitos y actos procedimentales que pueden afectar o dificultar a las personas altamente
vulnerables, bien por un excesivo formalismo, bien porque las características de los actos
procedimentales afectan a personas diferentes usuarios de manera diferente, debido a factores
que les son propios o a situaciones que se deben a lo socioeconómico.

Entre los desafíos más comunes se destaca la excesiva burocratización del sistema
judicial, donde la cantidad de procedimientos y requisitos a lo largo de un proceso legal
dificulta y desincentiva la adecuada continuación del mismo. Este problema se evidencia en
la necesidad de presentar documentos escritos para cada acto procesal, así como en la
frecuente falta de cumplimiento de los plazos establecidos para comparecencias y audiencias.
Es importante señalar que este incumplimiento suele ser exacerbado por estrategias de
dilación y frustración de actos procesales implementadas por algunos abogados.

Por otro lado, otro desafío común se presenta en la ausencia de un servicio inmediato
de información, especialmente en el ámbito judicial, proporcionado por instituciones
públicas. En líneas remitidas por el Inecip:

Este servicio debería facilitar a los usuarios la comprensión y seguimiento del proceso

legal, ofreciendo orientación para trámites y presentación de documentos, detalles

sobre plazos procesales (incluido el conteo de días hábiles y las consecuencias del

incumplimiento), información sobre asistencia legal (defensa pública) y repercusiones

de los actos procesales, entre otros aspectos. (2005, p. 7)

Además, es esencial que toda la información pertinente al proceso se proporcione de


manera oportuna, accesible (ubicada geográficamente de manera conveniente a través de
módulos) y constante para cualquier usuario que la solicite. En estrecha relación con los dos
párrafos anteriores, una barrera significativa, tanto en el ámbito procesal como en cualquier
otro contexto legal, radica en el lenguaje utilizado en la redacción de resoluciones,
notificaciones y durante las audiencias. Dada la complejidad de los términos y conceptos
legales, resulta complicado para un ciudadano común comprender parcial o totalmente las
implicaciones de los documentos y actos procesales, lo que limita su visión del proceso en el
que se encuentran en juego sus derechos y lo convierte en dependiente del abogado que lo
representa.

Por otro lado, con respecto a las barreras administrativas; la deficiente organización y
gestión en los despachos judiciales representan uno de los problemas más significativos que
dificultan y demoran la administración de justicia, especialmente para individuos con
recursos limitados. Similar al tema abordado en el subtítulo anterior, esto no solo
desincentiva debido al aumento de los costos procesales, sino que también se traduce en una
pérdida considerable de tiempo y en una insatisfacción crónica en relación con las
necesidades jurídicas que motivaron la búsqueda de amparo en el sistema judicial.

En este contexto, la asignación ineficiente de la carga procesal y el incremento


constante de casos pendientes por resolver generan retrasos persistentes y una acumulación
abrumadora de trabajo para los jueces. Esto, a su vez, conduce a la falta de resolución o a la
apresurada desestimación de casos, exacerbando los desafíos asociados con la pronta y
adecuada administración de justicia.

En el año 2005, muchos de los países pertenecientes a América Latina y el Caribe


experimentaban tasas de carga procesal pendiente de al menos el 198%, lo que representaba
la acumulación de casos de años anteriores. Bolivia registraba la tasa más elevada,
alcanzando un 198%. En el caso específico de Perú en 2005, la tasa de expedientes que se
hallaban en estado de pendientes era del 85%. No obstante, tras la implementación de un Plan
de Descarga Procesal en 2007, la directiva del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial dejar ver
un aumento de expedientes del 1.7% para el año 2008.

Aunque existen experiencias de coordinación interinstitucional entre las entidades de


la administración de justicia, esto se presenta más como una excepción que como una regla.
La falta de coordinación entre defensores de oficio, policías, fiscales y jueces contribuye a la
desorganización y al consiguiente retraso en la prestación del servicio de justicia. Ejemplos
positivos de organización interinstitucional se observan en los Módulos Básicos de Justicia y
Juzgados de Paz Letrados en Comisarías en el caso de Perú, y en las Casas de la Justicia en
Bolivia.

Un ejemplo de la falta de coordinación interinstitucional se evidencia en Panamá,


donde el Informe de la Justicia preparado por la Alianza Ciudadana Pro-Justicia determinó
contradicciones entre los informes del Ministerio Público y el Órgano Judicial en cuanto al
tiempo de duración del proceso sumario. Mientras el Ministerio Público indica que la
investigación tiene una duración de alrededor de 91 días, el Órgano Judicial establece que,
desde el inicio de la instrucción sumarial hasta el ingreso del expediente al Tribunal, el
proceso tiene una duración de 6.3 meses.

La carencia de capacitación entre los operadores a nivel administrativo, en aspectos


como estrategias de gestión, nuevas tecnologías, así como la atención al usuario, constituye
otro desafío que afecta la eficiencia del proceso y del servicio en general. De manera
adicional, la falta de segregación entre las funciones jurisdiccionales y administrativas,
particularmente en el caso de los jueces, resulta en una gestión deficiente debido a la falta de
preparación, además de reducir el tiempo dedicado a las responsabilidades jurisdiccionales.

Un obstáculo adicional para un servicio de justicia efectivo es la infraestructura de los


espacios donde se llevan a cabo los actos procesales. Esto no solo influye en la comodidad y
accesibilidad para el usuario promedio, sino que también impacta directamente en el servicio
proporcionado a personas con discapacidad, específicamente física. La adecuación de los
entornos para todos los usuarios, junto con la necesidad de contar con servicios
interdisciplinarios, resulta crucial cuando se trata de personas en situaciones de
vulnerabilidad, especialmente en casos de discapacidad.

5.3. Factores socioeconómicos que afectan la justiciabilidad

Antes de abordar el tema, es importante señalar que, en lo refiero a lo social, en todo


el continente, prevalece la falta generalizada de sistemas para la formación y selección de
intérpretes judiciales y profesionales del ámbito legal capacitados en lenguajes indígenas. En
muchos países que exhiben una diversidad étnica y lingüística, los actores judiciales, como
jueces, fiscales y defensores públicos, no están obligados a poseer conocimientos del idioma
de las poblaciones indígenas, incluso cuando desempeñan sus funciones en áreas con una
presencia significativa de estas comunidades.
A pesar de que numerosas Constituciones reconocen la naturaleza multilingüe de sus
países y las responsabilidades del Estado en este ámbito, la administración de justicia en
términos generales se lleva a cabo en español. Este problema se agrava aún más por la falta
de traductores oficiales en los sistemas judiciales, una cuestión que aún no ha sido abordada
de manera adecuada en la región. Esta carencia representa una violación al Artículo 8 de la
Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), que, entre otras disposiciones,
reconoce el derecho de los ciudadanos a ser asistidos por un intérprete cuando no
comprendan el idioma en el cual el tribunal resolverá el conflicto.

En el caso de Perú, es relevante destacar los intentos legislativos que buscan fomentar
el uso del idioma propio en la redacción de normativas. Sin embargo, hasta la fecha, estos
esfuerzos no han avanzado lo suficiente y aún no han sido discutidos en el pleno del
Congreso. A pesar de este estancamiento, es relevante señalar la iniciativa del Ministerio de
Justicia de redactar el texto constitucional en quechua, aunque esta acción representa un caso
aislado dentro de las políticas estatales en este ámbito.

La discriminación material que afecta a aquellos con pocos recursos económicos


debido a la pobreza se traduce directamente en su capacidad limitada para acceder al sistema
de justicia. Así como lo menciona Inecip:

Las personas en situación de pobreza se encuentran incapacitadas para iniciar o

mantener un proceso jurisdiccional completo, ya que no pueden costear los honorarios

de un abogado ni asumir los gastos asociados con el sistema legal. Esto las coloca en

una situación de desigualdad en comparación con aquellos que tienen los medios para

hacerlo. (2005, p. 49).

Una medida adoptada en la mayoría de los países de la región para abordar el


problema de los costos elevados de los procesos judiciales es la exoneración del pago de tasas
judiciales para personas de escasos recursos. Sin embargo, esta solución se presenta como
insuficiente. La imposibilidad de contratar un abogado defensor para casos en los que son
parte demandante o demandada constituye otra dificultad significativa para las personas con
recursos limitados.
Se han llevado a cabo experiencias aisladas, como en el caso de Perú, donde el
Ministerio de Justicia ha implementado el programa "ALEGRA", diseñado para personas de
escasos recursos que enfrentan problemas de índole laboral, civil o administrativo. Sin
embargo, este sistema únicamente se ha implementado en zonas urbanas, careciendo de
impacto en áreas rurales o remotas, caracterizadas por un alto índice de pobreza y desafíos de
comunicación debido a distancias geográficas significativas. Es relevante destacar que la
capacidad de estos consultorios gratuitos es limitada, ya que solo existen 20 en todo el país y
además enfrentan una carga excesiva, siendo incapaces de satisfacer la demanda existente por
parte de la población.

V. DESAFÍOS DE LA JUSTICIABILIDAD

La exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales consta como uno de


los temas más complejos señalados dentro de los derechos humanos, sin embargo, es
importante tener en cuenta que dicha exigibilidad se materializa a través de las garantías que
hallan para su protección, de ello se desprende que, aunque una persona tenga un derecho
positivizado en su correspondiente ordenamiento jurídico, no quiere decir que dicho derecho
solicitado esté garantizado de manera automática. Consecuencia de lo anterior, es que durante
mucho tiempo exista un debate del problema que surge para obtener dichas garantías, es
decir, que debido a ello se presentan diversos obstáculos asociados a la obtención de las vías
adecuadas de los DESC.

Es así que, Ortega señala lo siguiente:

La exigibilidad de los derechos sociales no se limita únicamente a la capacidad de

llevar reclamaciones a los tribunales para que estos determinen las obligaciones

relacionadas con el respeto, protección o garantía de los derechos. Esta exigibilidad se


extiende a otras formas de garantías, ya sean institucionales (políticas, cuasi-

jurisdiccionales, nacionales o internacionales) o extrainstitucionales (que se presentan

como garantías sociales autónomas). (2017, p. 30)

En relación a ello, el problema entorno a la protección efectiva de los DESC por


medio de los tribunales continúa presentando diversos problemas, y aunque algunos
continúan persistiendo a pesar del transcurso del tiempo; muchos otros, dadas las
complicaciones que aparecen con el ritmo cambiante del derecho, se van reduciendo.

Antes de ello, es fundamental señalar que en el ámbito interamericano también han


surgido debates con respecto a los puntos discordantes de la Corte Americana sobre Derechos
Humanos (CADH), a pesar de que ya venía protegiendo indirectamente a algunos de ellos; y
esto a su vez dilucida otro debate, ello relacionado con la “progresividad” incluyendo a la “no
regresividad” de los derechos, no obstante lo mencionado anteriormente, no merma la
posibilidad de obtener su justiciabilidad, tampoco se niega la existencia de obligaciones con
carácter inmediato, esto último significa que les apliquen obligaciones generales referidos al
respeto y a la garantía del tratado. En síntesis, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ha sostenido que los Estados están obligados a adoptar recursos sencillos, claros,
proporcionados y eficaces para la protección de los derechos humanos reconocidos en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

En palabras de Calderón:

“Podemos entender que la justiciabilidad se relaciona con la capacidad de reclamar, a

través de un procedimiento legal, la observancia o restitución de un derecho. En otras

palabras, los derechos pertinentes adquieren validez tangible al ser obligatorios para

aquellos que tienen la responsabilidad de cumplirlos, y pueden ser demandados por

quienes se benefician de ellos.” (2008, p. 378)

En el ámbito nacional, la Constitución de 1979 consideró a los DESC como derechos


fundamentales ya que tuvo cuidado en su tratamiento en el Título I denominado “a los
derechos y deberes fundamentales de la persona”, no obstante, nuestra Constitución actual los
estableció dentro de un mismo Título, pero la diferenciación se da en la ubicación de los
capítulos, ya que se colocaron en distintos de estos. Por tanto, encontramos aquí una marcada
distinción. Aunque ello no significa que en la Constitución de 1993 se excluyan los demás
derechos que ella garantiza, ni muchos menos otros que tengan naturaleza análoga o que se
funden en la dignidad de la persona, de los principios de la soberanía del pueblo, incluye el
Estado social democrático de derecho y de la forma de nuestro gobierno.

5.1. Obstáculos procesales en la protección de los DESC

Ahora bien, adentrándonos en el nuevo Código Procesal Constitucional peruano se


afecta la justiciabilidad de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), al igual
que en muchas legislaciones de nuestros países vecinos, encontramos algunas maneras donde
se ve afectada la misma.

A. Amicus Curiae

El Artículo V del Nuevo Código Procesal Constitucional regula expresamente la


posibilidad de recurrir al amicus curiae, una figura procesal que permite a terceros ajenos al
proceso ofrecer su opinión sobre la controversia. El criterio para llamar a un amicus curiae es
que se trate de un asunto complejo, que necesite conocimientos no jurídicos, técnicos o
profesionales. Cabe señalar que esta institución está reconocida en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional y en el artículo 13-A de su Reglamento de Procedimiento. Y como se
recalca, la misma debe ser una invitación realizada por, ya sea el propio juzgado, la sala
superior o bien el propio Tribunal Constitucional, lo que se refleja como una restricción de la
participación ciudadana en los procesos.

Entonces, en la práctica de nuestra legislación generalmente se plasma como una


restricción de la capacidad de individuos y grupos de presentar casos ante los tribunales para
hacer cumplir los derechos económicos, sociales y culturales. Sólo un reducido número de
demandantes, como personas directamente afectadas y organizaciones especializadas, están
legitimados para demandar. Ello implica una dificultad para que las personas responsabilicen
al gobierno por violar sus DESC.

B. Competencia
Los casos relacionados con derechos económicos, sociales y culturales tienden a ser
complejos y multifacéticos. La distribución inadecuada de competencias entre los tribunales
podría resultar en una falta de especialización para abordar eficazmente estos asuntos,
afectando la calidad de las decisiones judiciales.

La competencia entre diferentes tribunales puede dar lugar a la asignación de recursos


limitados para abordar casos relacionados con DESC. Esto puede afectar la capacidad del
sistema judicial para manejar eficientemente este tipo de asuntos y garantizar una pronta y
adecuada justiciabilidad, es decir se genera una mayor sobrecarga procesal que afectan a la
protección de los DESC.

La falta de coordinación entre diferentes instancias judiciales y administrativas puede


generar conflictos sobre la interpretación y aplicación de normas relacionadas con DESC, lo
que dificulta la coherencia en la protección de estos derechos.

Además, como se señala en la sentencia del Tribunal Constitucional:

“En relación con la competencia otorgada a los jueces constitucionales para atender
las solicitudes de habeas corpus según lo estipulado en el artículo 29 del NCPConst.,
los demandantes argumentan que dicha disposición legal podría violar el derecho a la
protección judicial de la libertad física y otros derechos, ya que podría resultar en una
sobrecarga procesal.” (Sentencia 954, 2021)

C. Acceso limitado a la justicia

Las personas y grupos que sufren violaciones de los DESC a menudo enfrentan
barreras para acceder al sistema de justicia, ya sea por falta de recursos económicos, falta de
información o discriminación.

Y es que, el acceso a la justicia consta un derecho que permite la realización de otros


derechos que han sido afectados o deben ser reconocidos para quienes buscan protección en
el sistema de justicia. Del mismo modo, el derecho de acceso a la justicia se considera una
garantía del derecho a la igualdad, en la medida en que implica que el Estado debe garantizar
que todos los ciudadanos tengan igual acceso a la justicia, una garantía donde todos los
ciudadanos tengan las mismas oportunidades de ejercer su derecho de acceso a la justicia sin
discriminación de ningún tipo.
Las barreras que limitan el acceso a la justicia se ven más evidenciados en los grupos
más vulnerables, por ejemplo, se pueden citar cuestiones como la discriminación tanto étnica
como cultural por los cuales se ven afectados los pueblos indígenas. Es decir, desconocen y
desconfían del sistema de justicia y, por extensión, de la cultura, la lengua, el razonamiento y
las formas de resolución de conflictos porque no están familiarizados con ellos, del modo, el
sistema justicia, ya que también desconoce los mecanismos de resolución de justicia de los
pueblos indígenas, es decir de su modo de impartir justicia. Lo mencionado en líneas
anteriores, no constituye el único problema, y por lo tanto, no quiere decir que se deba
minimizar, ya que acrecientan las situaciones de vulneración y exclusión de los señalados
sectores.

D. Naturaleza programática de los DESC

Cuando se afirma que los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) tienen
una naturaleza programática, se está haciendo referencia a la idea de que estos derechos no
son necesariamente inmediatamente exigibles de la misma manera que los derechos civiles y
políticos. En lugar de ser derechos que pueden ser ejercidos de inmediato, los DESC a
menudo implican metas progresivas que los Estados deben esforzarse por alcanzar a lo largo
del tiempo.

Muchos de los DESC son de naturaleza programática y requieren recursos para su


implementación. Esto puede dificultar su justiciabilidad, ya que los jueces pueden considerar
que no es su papel interferir en decisiones políticas o presupuestarias.

En razón a ello, existe la crítica de la teoría de las "generaciones de derechos


humanos", que fundamenta que es una metáfora desafortunada que sugiere una interpretación
inapropiada de la historia y no logra establecer de manera exitosa una conexión entre el
ámbito interno y el internacional. Además, propone una distinción errónea en las categorías
de los derechos humanos, la cual, además de ser incorrecta, refuerza la postura de aquellos
que niegan la viabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Así también, se la
señala como una de sus consecuencias más perjudiciales el hecho de que implica y/o
proporciona argumentos a aquellos que sostienen que existe una diferencia fundamental entre
los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales. Por lo tanto,
se advierte que no hay nada en la naturaleza de los derechos humanos que justifique que las
obligaciones estatales de respetar estos derechos sean diferentes, ya que las disparidades entre
unos y otros derechos surgen de un enfoque ideológico que varios teóricos han utilizado para
argumentar que la distinción establecida en la legislación positiva refleja una diferencia
conceptual profunda.

Como, Bazán, resume esta posición afirmando que solo los derechos civiles y
políticos son considerados verdaderos derechos, mientras que los derechos económicos,
sociales y culturales son, en el mejor de los casos, de naturaleza programática. (2010, p. 336).

Por otro lado, en el caso mexicano también se niega que los DESC deban tener esa
naturaleza, así lo señala Ortega:

Reconoció que tanto los derechos civiles y políticos como los derechos económicos,

sociales y culturales "deben ser entendidos integralmente como derechos humanos, sin

jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos". Afirmó que, aunque la vía judicial no

es la única posible, sí es una forma en que pueden aplicarse inmediatamente en el

ámbito interno. Por lo tanto, consideró apropiado que esas prerrogativas

fundamentales sean susceptibles de ser llevadas ante los tribunales. (2014, p. 431)

E. Otros Obstáculos y Desafíos

Primero, mencionamos a falta de sensibilización y capacitación, debido a que la falta


de conciencia y comprensión sobre los DESC entre los jueces y otros actores del sistema de
justicia puede limitar su aplicación efectiva, lo que sugeriríamos son programas de
capacitación y sensibilización dirigidos a jueces, abogados y otros actores del sistema de
justicia para mejorar su comprensión de los DESC y su importancia en el marco de los
derechos humanos.

Segundo, ineficacia de los mecanismos de aplicación, ello dado que, si no existen


mecanismos efectivos para hacer cumplir las decisiones judiciales relacionadas con los
DESC, la justiciabilidad de estos derechos puede verse comprometida.

Tercero, encontramos a la falta de coordinación entre poderes del Estado, pues la falta
de coordinación entre el poder judicial, el legislativo y el ejecutivo puede dificultar la
implementación de políticas y medidas necesarias para cumplir con los DESC, más aún en
los momentos de crisis política que estamos atravesando.

Por último, recalcamos la demora en los Procesos, ya que, consta como el problema
general en muchos sistemas legales dada la sobrecarga procesal, por lo que también puede
afectar la justiciabilidad de los DESC en Perú. La celeridad es especialmente importante en
casos que involucran derechos fundamentales que pueden requerir soluciones rápidas.

5.2. Barreras institucionales y administrativas

Con respecto a las barreras institucionales, estas barreras se refieren a procedimientos,


requisitos y actos procedimentales que pueden afectar o dificultar a las personas altamente
vulnerables, bien por un excesivo formalismo, bien porque las características de los actos
procedimentales afectan a personas diferentes usuarios de manera diferente, debido a factores
que les son propios o a situaciones que se deben a lo socioeconómico.

Entre los desafíos más comunes se destaca la excesiva burocratización del sistema
judicial, donde la cantidad de procedimientos y requisitos a lo largo de un proceso legal
dificulta y desincentiva la adecuada continuación del mismo. Este problema se evidencia en
la necesidad de presentar documentos escritos para cada acto procesal, así como en la
frecuente falta de cumplimiento de los plazos establecidos para comparecencias y audiencias.
Es importante señalar que este incumplimiento suele ser exacerbado por estrategias de
dilación y frustración de actos procesales implementadas por algunos abogados.

Por otro lado, otro desafío común se presenta en la ausencia de un servicio inmediato
de información, especialmente en el ámbito judicial, proporcionado por instituciones
públicas. En líneas remitidas por el Inecip:

Este servicio debería facilitar a los usuarios la comprensión y seguimiento del proceso

legal, ofreciendo orientación para trámites y presentación de documentos, detalles

sobre plazos procesales (incluido el conteo de días hábiles y las consecuencias del

incumplimiento), información sobre asistencia legal (defensa pública) y repercusiones

de los actos procesales, entre otros aspectos. (2005, p. 7)


Además, es esencial que toda la información pertinente al proceso se proporcione de
manera oportuna, accesible (ubicada geográficamente de manera conveniente a través de
módulos) y constante para cualquier usuario que la solicite. En estrecha relación con los dos
párrafos anteriores, una barrera significativa, tanto en el ámbito procesal como en cualquier
otro contexto legal, radica en el lenguaje utilizado en la redacción de resoluciones,
notificaciones y durante las audiencias. Dada la complejidad de los términos y conceptos
legales, resulta complicado para un ciudadano común comprender parcial o totalmente las
implicaciones de los documentos y actos procesales, lo que limita su visión del proceso en el
que se encuentran en juego sus derechos y lo convierte en dependiente del abogado que lo
representa.

Por otro lado, con respecto a las barreras administrativas; la deficiente organización y
gestión en los despachos judiciales representan uno de los problemas más significativos que
dificultan y demoran la administración de justicia, especialmente para individuos con
recursos limitados. Similar al tema abordado en el subtítulo anterior, esto no solo
desincentiva debido al aumento de los costos procesales, sino que también se traduce en una
pérdida considerable de tiempo y en una insatisfacción crónica en relación con las
necesidades jurídicas que motivaron la búsqueda de amparo en el sistema judicial.

En este contexto, la asignación ineficiente de la carga procesal y el incremento


constante de casos pendientes por resolver generan retrasos persistentes y una acumulación
abrumadora de trabajo para los jueces. Esto, a su vez, conduce a la falta de resolución o a la
apresurada desestimación de casos, exacerbando los desafíos asociados con la pronta y
adecuada administración de justicia.

En el año 2005, muchos de los países pertenecientes a América Latina y el Caribe


experimentaban tasas de carga procesal pendiente de al menos el 198%, lo que representaba
la acumulación de casos de años anteriores. Bolivia registraba la tasa más elevada,
alcanzando un 198%. En el caso específico de Perú en 2005, la tasa de expedientes que se
hallaban en estado de pendientes era del 85%. No obstante, tras la implementación de un Plan
de Descarga Procesal en 2007, la directiva del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial dejar ver
un aumento de expedientes del 1.7% para el año 2008.

Aunque existen experiencias de coordinación interinstitucional entre las entidades de


la administración de justicia, esto se presenta más como una excepción que como una regla.
La falta de coordinación entre defensores de oficio, policías, fiscales y jueces contribuye a la
desorganización y al consiguiente retraso en la prestación del servicio de justicia. Ejemplos
positivos de organización interinstitucional se observan en los Módulos Básicos de Justicia y
Juzgados de Paz Letrados en Comisarías en el caso de Perú, y en las Casas de la Justicia en
Bolivia.

Un ejemplo de la falta de coordinación interinstitucional se evidencia en Panamá,


donde el Informe de la Justicia preparado por la Alianza Ciudadana Pro-Justicia determinó
contradicciones entre los informes del Ministerio Público y el Órgano Judicial en cuanto al
tiempo de duración del proceso sumario. Mientras el Ministerio Público indica que la
investigación tiene una duración de alrededor de 91 días, el Órgano Judicial establece que,
desde el inicio de la instrucción sumarial hasta el ingreso del expediente al Tribunal, el
proceso tiene una duración de 6.3 meses.

La carencia de capacitación entre los operadores a nivel administrativo, en aspectos


como estrategias de gestión, nuevas tecnologías, así como la atención al usuario, constituye
otro desafío que afecta la eficiencia del proceso y del servicio en general. De manera
adicional, la falta de segregación entre las funciones jurisdiccionales y administrativas,
particularmente en el caso de los jueces, resulta en una gestión deficiente debido a la falta de
preparación, además de reducir el tiempo dedicado a las responsabilidades jurisdiccionales.

Un obstáculo adicional para un servicio de justicia efectivo es la infraestructura de los


espacios donde se llevan a cabo los actos procesales. Esto no solo influye en la comodidad y
accesibilidad para el usuario promedio, sino que también impacta directamente en el servicio
proporcionado a personas con discapacidad, específicamente física. La adecuación de los
entornos para todos los usuarios, junto con la necesidad de contar con servicios
interdisciplinarios, resulta crucial cuando se trata de personas en situaciones de
vulnerabilidad, especialmente en casos de discapacidad.

5.3. Factores socioeconómicos que afectan la justiciabilidad

Antes de abordar el tema, es importante señalar que, en lo refiero a lo social, en todo


el continente, prevalece la falta generalizada de sistemas para la formación y selección de
intérpretes judiciales y profesionales del ámbito legal capacitados en lenguajes indígenas. En
muchos países que exhiben una diversidad étnica y lingüística, los actores judiciales, como
jueces, fiscales y defensores públicos, no están obligados a poseer conocimientos del idioma
de las poblaciones indígenas, incluso cuando desempeñan sus funciones en áreas con una
presencia significativa de estas comunidades.

A pesar de que numerosas Constituciones reconocen la naturaleza multilingüe de sus


países y las responsabilidades del Estado en este ámbito, la administración de justicia en
términos generales se lleva a cabo en español. Este problema se agrava aún más por la falta
de traductores oficiales en los sistemas judiciales, una cuestión que aún no ha sido abordada
de manera adecuada en la región. Esta carencia representa una violación al Artículo 8 de la
Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), que, entre otras disposiciones,
reconoce el derecho de los ciudadanos a ser asistidos por un intérprete cuando no
comprendan el idioma en el cual el tribunal resolverá el conflicto.

En el caso de Perú, es relevante destacar los intentos legislativos que buscan fomentar
el uso del idioma propio en la redacción de normativas. Sin embargo, hasta la fecha, estos
esfuerzos no han avanzado lo suficiente y aún no han sido discutidos en el pleno del
Congreso. A pesar de este estancamiento, es relevante señalar la iniciativa del Ministerio de
Justicia de redactar el texto constitucional en quechua, aunque esta acción representa un caso
aislado dentro de las políticas estatales en este ámbito.

La discriminación material que afecta a aquellos con pocos recursos económicos


debido a la pobreza se traduce directamente en su capacidad limitada para acceder al sistema
de justicia. Así como lo menciona Inecip:

Las personas en situación de pobreza se encuentran incapacitadas para iniciar o

mantener un proceso jurisdiccional completo, ya que no pueden costear los honorarios

de un abogado ni asumir los gastos asociados con el sistema legal. Esto las coloca en

una situación de desigualdad en comparación con aquellos que tienen los medios para

hacerlo. (2005, p. 49).

Una medida adoptada en la mayoría de los países de la región para abordar el


problema de los costos elevados de los procesos judiciales es la exoneración del pago de tasas
judiciales para personas de escasos recursos. Sin embargo, esta solución se presenta como
insuficiente. La imposibilidad de contratar un abogado defensor para casos en los que son
parte demandante o demandada constituye otra dificultad significativa para las personas con
recursos limitados.

Se han llevado a cabo experiencias aisladas, como en el caso de Perú, donde el


Ministerio de Justicia ha implementado el programa "ALEGRA", diseñado para personas de
escasos recursos que enfrentan problemas de índole laboral, civil o administrativo. Sin
embargo, este sistema únicamente se ha implementado en zonas urbanas, careciendo de
impacto en áreas rurales o remotas, caracterizadas por un alto índice de pobreza y desafíos de
comunicación debido a distancias geográficas significativas. Es relevante destacar que la
capacidad de estos consultorios gratuitos es limitada, ya que solo existen 20 en todo el país y
además enfrentan una carga excesiva, siendo incapaces de satisfacer la demanda existente por
parte de la población.

VI. PERSPECTIVAS

Como hemos visto a lo largo de este artículo, los derechos sociales no han contado con las
garantías adecuadas para su protección desde su reconocimiento constitucional. Si bien se
logró incorporar en la Constitución los derechos sociales, económicos y culturales tal como
observamos en la cuarta disposición final de la Constitución Política del Perú de 1993, el
verdadero problema ha sido garantizar su eficacia. Así pues,para dar una solución superficial
a este problema ha sido que estos derechos son considerados como derechos programáticos
en una configuración legal, que ni tienen validez inmediata ni pueden ser exigidos
directamente ante un tribunal constitucional.

Otro factor que se ha tenido en cuenta para no considerar la exigibilidad inmediata y directa
de los derechos sociales es que estos derechos se equiparan a la viabilidad o sostenibilidad
económica del Estado, y se ha argumentado que no pueden exigirse, y mucho menos
defenderse ante un tribunal de justicia, ya sea de derecho ordinario o constitucional, a menos
que exista un presupuesto asignado para su ejercicio.

Esto es muy diferente de los derechos civiles y políticos, que están protegidos por los
tribunales y son derechos directamente exigibles. En otras palabras, los derechos sociales
están vinculados a factores económicos o a la disponibilidad financiero o el presupuesto .Asi
Chávez refiere:
“A medida que la sociedad ha ido evolucionando, los derechos consagrados en la
Constitución, si bien gozan de una protección prioritaria o especial, en algunos casos no se ha
considerado que tengan efectos jurídicos directos o que sean vinculantes para el Estado y los
individuos.” (2014, p.15).
En este contexto, se presenta por ejemplo el problema de los derechos prestacionales sociales,
que se ha planteado como un problema de eficacia jurídica, cuando su solución pasa por una
consideración social de organización.

La efectividad de los DESC no consistirá en que sean inmediatamente exigibles o


disfrutables, sino que la efectividad se centrará primero en la realización de la
institucionalización necesaria, y después, una vez creadas las condiciones o realizada la
institucionalización, se harán efectivos como si fueran derechos sociales incondicionados.
(Breagaglio, 2012)

Los DESC de carácter prestacionales condicionados, en el contexto actual, son muy pocos o
en todo caso limitados. Ya que tan solo algunos derechos como por ejemplo, el acceso a una
vivienda, reajuste salarial y pensionario, seguro de desempleo universal, pensión sin aportes,
derecho al puesto de trabajo, renta básica o ingreso ciudadano, son algunos de los más
evidentes.

Los derechos sociales, como derechos subjetivos, ya por ser reconocidos por el ordenamiento
jurídico o por ser basados en éste, tienen plena vida dentro del mundo jurídico, y como tal su
eficacia implica actuaciones, en primer lugar sobre el campo jurídico, y en segundo término
sobre la realidad, pero cuando en la realidad requieran algo más que su sola estipulación
jurídica (positivización, regulación, creación, reconocimiento, etc.) es donde se hará
necesario o requerirá actuar sobre el ámbito jurídico para implementar o remover las
condiciones o circunstancias de la realidad que no permiten su eficacia o goce fáctico.
Entonces, cuando la realidad no permita o garantice el ejercicio fáctico del derecho social, la
eficacia jurídica del derecho subjetivo social requerirá nuevamente al derecho objetivo, pero
ahora, para implementar, imponer las condiciones o requisitos necesarios para hacer eficaz en
la realidad el derecho subjetivo social, es decir tornarlo fácticamente eficaz en la realidad.

Entonces, la eficacia jurídica de los derechos sociales, y de forma especial los derechos de
contenido prestacional condicionado, hace indispensable la institucionalización de las
prestaciones de los servicios sociales del Estado, si bien el elemento económico aún va a
hacer un límite a resolver, el problema de la factibilidad económica se va a convertir en un
menor problema, en la medida que la redistribución del presupuesto del Estado no está
únicamente en las manos del Congreso o del Ejecutivo, sino que gozando de una autonomía
reconocida por la Constitución, como lo son por ejemplo las instituciones de relevancia
constitucional (Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, Ministerio Público, Jurado
Nacional de Elecciones, Banco Central de Reserva, Consejo Nacional de la Magistratura), su
institucionalidad está libre de los intereses político partidarios, o peor aún, de la demagogia o
del populismo del gobierno de turno, exento de ser manejado discrecionalmente

La eficacia jurídica para implementar la institucionalidad está dirigida, en primer lugar, a los
órganos constitucionales como el Parlamento y el Ejecutivo para instaurar las condiciones,
instituciones, normatividad, infraestructura, presupuesto, etc., y, en su defecto a los otros
órganos e instituciones del Estado, que tengan como función o rol desempeñar o prestar
servicios de los cuáles dependa el goce o ejercicio de los derechos prestacionales sociales.
Los DESC, los que son derechos prestacionales condicionados, no solo requieren de su
reconocimiento jurídico para ser ejercidos o gozados, sino, requieren de determinadas
actuaciones en la realidad.

- Es esencial que la prestación de servicios públicos, como la educación, la


sanidad, la vivienda y la seguridad social, reciban una protección especial por parte de
la Constitución, lo que significa que deben tener autonomía normativa, administrativa,
financiera y organizativa, de modo que no dependan de la autoridad política de turno
ni del gobierno elegido. El objetivo es que estos servicios sean funciones públicas
ejercidas por instituciones y funcionarios autónomos e independientes del poder
político:

El primer aspecto a considerar es otorgar autonomía jurídica, funcional,


presupuestaria y normativa, es decir, independencia de la voluntad del gobierno de
turno en la provisión de prestaciones sociales en materia de educación, sanidad,
trabajo, seguridad social, pensiones, vivienda, etc. En tanto que su organización,
competencias y funcionarios, como expresión de mandatos constitucionales, tengan
un marco normativo en una ley orgánica o reglamento de similar fuerza y rango
normativo, independiente y autónomo del poder político real. En la práctica, sin
embargo, se han hecho lamentablemente dependientes de los vaivenes electorales.

Estas medidas eliminan esencialmente la capacidad del gobierno para decidir


sobre la implantación del servicio social, así como el nombramiento de funcionarios y
personal de la institución a su demagógico arbitrio. Por otro lado, los ciudadanos
podrán identificar las entidades obligadas, así como las prestaciones a recibir,
garantizadas por su institucionalidad. De este modo, las prestaciones sociales, así
como las personas obligadas a prestarlas, no serán materias determinables, sino
determinadas (concretadas o específicas). Por otro lado, la protección jurisdiccional
de las prestaciones sociales encuentra mayor certeza, ya sea en qué se exige, a quién
se exige, cómo se ejerce y quién está obligado a ejercerla.. (Chavez, 2014, p.200)

- Anualmente y con regularidad, el presupuesto estatal debe incluir asignaciones


económicas para financiar derechos sociales condicionados, como aumentos salariales
y de pensiones, la creación de instituciones públicas que presten servicios sociales,
seguro de desempleo, vivienda, centros educativos y hospitales, la ampliación de la
asistencia médica del seguro social, etc. Los mandatos y llamados a la
institucionalización de los derechos sociales por parte de las autoridades
jurisdiccionales deben ser cumplidos dentro del plazo fijado en la sentencia, no sólo
mediante las sanciones previstas en los códigos procesales correspondientes, sino
también, y sobre todo, mediante la imposición de una responsabilidad funcional y
legal, la sustitución de la omisión y la emisión de un mandato incumplido.

Sin embargo, Manrique señala que la perspectiva inicial sobre la aplicabilidad y


manejo de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) experimentó un cambio
paradigmático según la posición adoptada por el tribunal superior colombiano. Este cambio
implicó que la protección de estos derechos dejara de ser considerada como algo excepcional
y pasara a ser un papel claramente establecido para el juez constitucional, como se evidencia
en la sentencia C-372/2011: “la acción pública de constitucionalidad no es solamente un
mecanismo de control de la función legislativa y del proceso legislativo, sino un mecanismo
de protección y garantía de los derechos fundamentales reconocidos en la Carta, incluidos los
derechos económicos, sociales y culturales” (2023, p. 60).

Siguiendo esa misma perspectiva, en el contexto del Estado peruano, la comprensión


de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) no difirió significativamente de
la posición inicial mantenida en Colombia. En la sentencia correspondiente al Expediente N°
2016-2004-AA/TC, el Tribunal Constitucional peruano destaca cómo, ante la solicitud de
atención médica presentada por una persona con VIH, la procuraduría expresó en su
respuesta a la demanda que “el derecho a la salud y la política nacional de salud constituyen
normas programáticas que representan un mero plan de acción para el Estado, más que un
derecho concreto” (Manrique, 2023, p. 60)

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