Vocación, Evangelio Y Misión: Empezó Presentando Sus Credenciales

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VOCACIÓN, EVANGELIO Y MISIÓN

Rom 1:1-7
Os manda esta carta Pablo, esclavo de Jesucristo, llamado para ser apóstol,
apartado para servir al Evangelio de Dios. Este Evangelio es la Buena
Noticia que Dios prometió hace mucho por medio de sus profetas en las
Sagradas Escrituras, el Evangelio acerca de su Hijo, Quien, en cuanto a su
naturaleza humana, nació del linaje de David; Quien, como resultado de Su
Resurrección de los muertos, el Espíritu Santo ha demostrado que es el
todopoderoso Hijo de Dios. Estoy hablando de Jesucristo nuestro Señor, a
través de Quien yo he recibido la gracia y el apostolado para despertar una
fiel obediencia por Su causa entre todos los gentiles. Entre ellos estáis
también vosotros, que también habéis sido llamados para pertenecer a
Jesucristo. Dirijo esta carta a todos los queridos hermanos de Roma que
pertenecéis a Dios, que habéis recibido el llamamiento para consagraros a
Él: ¡Que la Gracia y la Paz de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor
Jesucristo sean con vosotros!
Cuando Pablo escribió la Carta a los Romanos se estaba dirigiendo a una
iglesia que no había visitado nunca ni conocía personalmente. Estaba
escribiendo a una iglesia que estaba en la ciudad más grande del imperio más
grande del mundo. Por eso escogió las palabras y las ideas con el máximo
cuidado.
Empezó presentando sus credenciales:
(I) Se llama a sí mismo esclavo (dulos) de Jesucristo. Esta palabra tiene dos
trasfondos de pensamiento:
(a) El título que a Pablo le gustaba más aplicar a Jesús es Señor (Kyrios). En
griego, la palabra kyrios designa a alguien que está en posesión indiscutible de
una persona o cosa. Quiere decir dueño o propietario en el sentido más
absoluto. Lo contrario de Señor (Kyrios) es esclavo (dulos). Pablo se
consideraba esclavo de Jesucristo, su Dueño y Señor. Jesús le había amado y
se había entregado por él, y por consiguiente Pablo estaba seguro de que ya no
se pertenecía a sí mismo, sino exclusivamente a Jesús. Por otra
parte, esclavo implica la absoluta obligación del amor.
(a) El título que a Pablo le gustaba más aplicar a Jesús es Señor (Kyrios). En
griego, la palabra kyrios designa a alguien que está en posesión indiscutible de
una persona o cosa. Quiere decir dueño o propietario en el sentido más
absoluto. Lo contrario de Señor (Kyrios) es esclavo (dulos). Pablo se
consideraba esclavo de Jesucristo, su Dueño y Señor. Jesús le había amado y
se había entregado por él, y por consiguiente Pablo estaba seguro de que ya no
se pertenecía a sí mismo, sino exclusivamente a Jesús. Por otra
parte, esclavo implica la absoluta obligación del amor.
(b) Pero esclavo (dulos) tiene otra vertiente. En el Antiguo Testamento es el
término general para designar a un gran hombre de Dios. Moisés era
el dulos del Señor (Jos 1:2). Josué era el dulos de Dios (Jos 24:29). El más
alto título de los profetas, el que los distinguía de los demás hombres,
era esclavos de Dios (Amó 3:7 ; Jer 7:25 ). Cuando Pablo se llama esclavo de
Jesucristo, se está colocando en la línea de los profetas. La grandeza y la
gloria de éstos dependía del hecho de ser esclavos de Dios, y lo mismo
sucedía con Pablo.
Así que el título esclavo de Jesucristo incluye al mismo tiempo la obligación
de un gran amor y el honor de una gran misión.
(ii) Pablo se describe a sí mismo como llamado a ser apóstol. Las grandes
figuras del Antiguo Testamento fueron personas que oyeron y respondieron al
llamamiento Abraham oyó el llamamiento de Dios (Gén 12:1-3). Moisés
respondió al llamamiento de Dios (Éxo 3:10). Jeremías e Isaías fueron
profetas porque, sin buscarlo ellos, oyeron y respondieron al llamamiento de
Dios (Jer 1:4; Isa 6:8 ). Pablo no se consideró nunca como uno que había
aspirado a un gran honor, sino como uno al que se había asignado una misión.
Jesús les dijo a sus hombres: «No fuisteis vosotros los que me elegisteis a Mí,
sino que fui Yo el que os elegí a vosotros» (Jua 15:16). Pablo no pensaba en la
vida en términos de lo que él quería hacer, sino en términos de lo que Dios
quería que hiciera.

(iii) Pablo se describe a sí mismo como apartado para el servicio del


Evangelio, la Buena Noticia de Dios. Era consciente de ser un hombre que
había sido apartado. Dos veces se le aplica la misma palabra (aforizein
(a) Fue apartado por Dios. Creía que Dios le había separado desde antes de
nacer para una misión (Gál 1:15). Dios tiene un plan para cada persona;
no hay vida que no tenga sentido: Dios la ha puesto en el mundo para
algo determinado.
(b) (b) Fue apartado por hombres, cuando el Espíritu Santo les dijo a los
responsables de la Iglesia de Antioquía que Le apartaran a Bernabé y a
Saulo para la obra a la que los tenía destinados (Hch 13:2). Pablo era
consciente de que le habían asignado una tarea Dios y la Iglesia de
Antioquía. Hay personas que se consideran llamadas por Dios aunque
la iglesia no las reconoce, y viceversa; pero el verdadero llamamiento
viene de Dios y es confirmado por el Pueblo de Dios.
(c) (iv) Había recibido la gracia. Gracia siempre describe algún regalo
inmerecido y gratuito. Antes de ser cristiano, Pablo había tratado de
ganar gloria a los ojos de los hombres y mérito a los ojos de Dios
cumpliendo meticulosamente la Ley; pero no había encontrado la paz
por ese camino. Ahora ya sabía que lo importante no es lo que nosotros
podamos hacer, sino lo que Dios ha hecho por medio de Jesucristo.
Para decirlo con pocas palabras: «La Ley establece lo que el hombre
tiene que hacer; el Evangelio ofrece lo que Dios ha hecho». Ahora veía
Pablo que la Salvación no depende de lo que el esfuerzo humano pueda
hacer, sino de lo que ya ha hecho el amor de Dios. Todo es por gracia,
inmerecido y gratuito.
(d) (b) Había recibido una tarea. Había sido apartado para ser el Apóstol
de los Gentiles. Pablo sabía que había sido escogido, no para un honor,
sino para una responsabilidad. Sabía que Dios le había apartado, no
para una gloria, sino para un trabajo. Puede que nos encontremos aquí
con un juego de palabras: Saulo había sido fariseo (Flp 3:5).
Fariseo quiere decir separado, y tenían ese nombre porque se
separaban deliberadamente de la gente ordinaria hasta el punto de no
permitir que su ropa tocara la de una persona ordinaria. Se habrían
estremecido ante la sola sugerencia de que Dios invitara a los gentiles,
que para ellos eran «leña para los fuegos del infierno». Así había sido
Saulo: se había sentido separado de tal manera que no sentía nada más
que desprecio hacia las personas ordinarias. Ahora se
sabía separado de tal manera que su vida estaba dedicada totalmente a
llevar la Buena Noticia del amor de Dios a todos los de todas las razas.
El Evangelio nos separa siempre; pero no para el privilegio, la gloria
personal y el orgullo, sino para el servicio, la humildad y el amor a
todo el mundo.
(e) Además de presentar sus credenciales en este pasaje, Pablo expone en
sus líneas más esenciales el Evangelio que predicaba, que estaba
centrado en Jesucristo (versículos Rom 1:2 y Rom 1:3). Especialmente
era la Buena Noticia de dos cosas:
(f) (a) Era el Evangelio de la Encarnación. Hablaba de un Jesús que era
real y verdaderamente un hombre. Uno de los primeros grandes
pensadores de la Iglesia Cristiana lo resumió cuando dijo de Jesús: «Se
hizo lo que somos nosotros para hacernos lo que es Él». Pablo no
predicaba a alguien que no fuera más que una figura legendaria de
alguna historia imaginaria, o un semidiós mitad dios y mitad hombre.
Predicaba a Uno que se había hecho uno con los hombres a los que
vino a salvar.
(g) (b) Era el Evangelio de la Resurrección. Si Jesús hubiera vivido una
vida maravillosa y hubiera tenido una muerte heroica y eso hubiera
sido todo, se le podría incluir entre los grandes hombres y los héroes,
pero habría sido sencillamente uno entre muchos. Su unicidad fue
garantizada para siempre por el hecho de la Resurrección. Todos «los
demás» murieron y desaparecieron, aunque se los recuerda. Jesús vive
y nos otorga su presencia siempre henchida de poder.

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