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CAPÍTULO 2
Resumen
Las Cyanobacteria, Cyanophyta, Cyanoprokaryota o algas verde-azules, constituyen un grupo de
organismos que poseen características propias de bacterias así como de las algas y plantas eucariotas.
Algunas especies son consideradas beneficiosas para el hombre por sus diversas aplicaciones
biotecnológicas, mientras que otras son conocidas por sus aspectos perjudiciales dada su capacidad para
sintetizar y liberar cianotoxinas, o por alterar las características organolépticas del agua. En ciertas
ocasiones, las poblaciones de cianobacterias crecen masivamente. Cuando este tipo de fenómenos son
protagonizados por una o pocas especies, el suceso recibe el nombre de “floración algal” o “bloom”, el cual
trae aparejado una serie de impactos ambientales y constituyen, además, un alto riesgo para el hombre.
En este capítulo se describen los aspectos morfológicos, fisiológicos y ecológicos de los representantes de
este grupo, se consideran los aspectos taxonómicos, y se caracterizan los géneros potencialmente tóxicos
presentes en Argentina.
1. Introducción
El presente capítulo se divide en dos partes. La primera presenta una breve caracterización de las
cianobacterias, se presenta una introducción a la problemática de las floraciones nocivas en ambientes
acuáticos continentales y se describen brevemente los impactos que éstas tienen sobre el humano y la
biota asociada a los cuerpos de agua afectados. La segunda parte enfoca los aspectos taxonómicos de
este grupo, con énfasis en los caracteres diagnósticos utilizados en la identificación de cianobacterias
presentes en muestras de agua. Se enlistan y describen los principales géneros toxígenos registrados en
la República Argentina, destacando sus principales características y aspectos toxicológicos.
Su origen se remonta al Precámbrico temprano, hace alrededor de 3000 a 3500 millones de años, y dada
su actividad fotosintética con liberación de oxígeno, se las considera responsables de haber dado origen a
la atmósfera oxidante que hoy conocemos (1, 2).
Las cianobacterias son bacterias procariotas que presentan el mismo aparato fotosintético de las algas
eucariotas y de las plantas superiores, incluyendo los dos fotosistemas y la presencia de clorofila-a. Se
asume que los cloroplastos de los grupos eucariotas derivan de las cianobacterias, como resultado del
establecimiento de relaciones simbióticas en el pasado (3).
Por último, este grupo de microalgas recibe una significativa atención dado que sus representantes producen
una importante cantidad de compuestos que presentan un gran potencial para aplicaciones biotecnológicas (11).
Muchos de los compuestos obtenidos a partir de las cianobacterias tienen propiedades antibióticas y actividad
antimicrobiana Algunas especies contienen proteínas como la cyanovirina-N. Este compuesto se encuentra bajo
investigación dada su potencial aplicación como agente antiviral ya que muestra actividad contra el HIV (12).
Las cianobacterias constituyen una fuente excelente de aminoácidos, vitaminas, enzimas y ácidos grasos
poliinsaturados, por lo que son utilizadas como suplemento dietario. Arthospira (Spirulina) es colectada y
consumida por poblaciones en la vecindad del lago Chad (África), así como por antiguos pobladores del
valle de México cercanos al lago Texcoco. Los análisis bioquímicos de Spirulina revelan que más del 50%
del peso está constituido por proteínas que contienen altos niveles de la mayoría de los aminoácidos
esenciales (4, 13, 14, 15). Nostoc es utilizado como suplemento dietario común en comunidades nativas
de Tailandia, Perú, Bolivia, China, Ecuador, Fiji, Java, Japón, Mongolia y Siberia, donde se aprecian sus
grandes propiedades nutricionales y su alto contenido proteico. Asimismo, la biomasa cianobacteriana se
emplea para la alimentación de peces, crustáceos, aves de corral y ganado (11, 16, 15).
Las cianobacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico tienen especial importancia por su empleo como
biofertilizantes. Los arrozales asiáticos mantienen su productividad sin el uso de fertilizantes desde hace
siglos dada la presencia de cianobacterias con heterocistos (15).
Sin embargo, algunas cianobacterias son conocidas por sus aspectos perjudiciales, destacándose su
potencial capacidad de generar cianotoxinas y de ocasionar alteraciones de las características
organolépticas del agua por liberación de metabolitos volátiles.
Bajo ciertas circunstancias, las cianobacterias crecen en forma exponencial aumentando su biomasa en
valores significativos con respecto a la concentración original. Cuando este tipo de proliferaciones son
protagonizadas por una o pocas especies, el fenómeno recibe el nombre de “floración algal” (en inglés:
algal bloom) (21).
El fenómeno puede desencadenarse en pocas horas o varios días y puede desaparecer rápidamente o
permanecer por períodos prolongados. En muchos casos, las floraciones se reconocen a simple vista
porque el agua se colorea. Las acumulaciones superficiales suelen lucir como una capa de pintura de color
azul-verdoso, rojizo y hasta negruzco. Sin embargo, no siempre las floraciones son visibles, ya que algunas
poblaciones pueden presentarse dispersas en toda la masa de agua o concentrarse a cierta profundidad,
por lo que no resultan evidentes (22).
Se han realizado investigaciones tanto a campo como en laboratorio a fin de determinar la dinámica de las
floraciones, así como de los factores que desencadenan su inicio y la producción de toxinas (23, 24, 25,
26). Dado que una floración algal es un fenómeno complejo, los mecanismos que influencian su iniciación
y desarrollo son diversos e implican la interacción de factores biológicos, físicos y químicos.
En cuanto a los factores biológicos, la proliferación desmedida de las especies fitoplanctónicas depende de
su capacidad para utilizar los recursos disponibles y minimizar las pérdidas de biomasa (27). En el caso
particular de las cianobacterias, la flexibilidad morfológica y fisiológica de algunos de los representantes de
este grupo las hace competitivamente más exitosas frente a otros grupos de microalgas (28).
La creciente eutrofización “cultural” (ver cuadro 1) de los cuerpos de agua producto de las actividades
humanas, se considera una de las principales y más importantes causas del incremento de las floraciones
algales nocivas a nivel mundial (29). El reconocimiento de los fenómenos de eutrofización como problema
asociado a la contaminación se inició aproximadamente en la década de 1950 y tiempo después se
encontró una relación entre la eutrofización y la proliferación masiva de Cyanobacteria planctónicas (21).
2.3. Eutrofización natural y artificial: efectos sobre los ecosistemas acuáticos continentales
En ecología se utiliza el término “eutrófico” para describir sistemas biológicos en los cuales existe un alto
ingreso de nutrientes limitantes, lo que desencadena un alto nivel de producción primaria. El término
“oligotrófico” describe justamente lo contrario, una condición de baja concentración de nutrientes. Los
mismos conceptos se aplican para los sistemas de agua dulce, donde los cuerpos que reciben una carga
de nutrientes relativamente alta se denominan eutróficos (30).
Muchas son las variables que actúan de manera combinada desencadenando e incidiendo en los procesos
de eutrofización. Se destacan el clima, las características geológicas e hidrológicas del sistema, la
morfometría del limnotopo, la transparencia del agua debida a material inorgánico en suspensión, el tiempo
de residencia del agua y la dinámica interna de nutrientes. Sin embargo, la causa primaria que
desencadena el pasaje de un estado oligotrófico a uno eutrófico es el aporte de nutrientes, principalmente
fósforo y nitrógeno en una tasa mayor a la que el sistema acuático puede procesar (31).
El término “eutrofización artificial” o “cultural”, hace referencia a los procesos de eutrofización acelerados o
iniciados por el impacto antrópico. Poblaciones humanas en grandes asentamientos generan descargas
puntuales de desechos orgánicos domésticos y urbanos. Muchos procesos industriales generan residuos
que incrementan la carga de nutrientes así como las actividades agrícola-ganaderas generan aportes
difusos por escorrentía o por aerolitos, aportados por acción del viento (30, 31).
La creciente eutrofización de los cuerpos de agua producto de las actividades humanas, se considera como
una de las principales y más importantes causas del incremento de las floraciones algales nocivas a nivel
mundial (29).
Las floraciones algales tienen un amplio rango de impactos sanitarios, económicos y ambientales. En
general, resultan de alto riesgo para los seres humanos vía aguas recreacionales o agua de consumo dada
la potencial producción y liberación de compuestos tóxicos de diversa naturaleza química que reciben el
nombre general de cianotoxinas. Las mismas se clasifican por su efecto sobre la biota en hepatototoxinas,
como las microcystinas, nodularina y cylindrospermopsina, neurotoxinas, como saxitoxinas y anatoxinas, y
dermatotoxinas como lipopolisacaridos (10, 21). En capítulo 2 y 3, se presenta una revisión de las ciano-
toxinas y su efecto sobre la salud humana.
Algunas especies liberan compuestos volátiles (geosmina, ß metilisoborneol, etc.) que alteran significati-
vamente las características organolépticas del agua al generar olores y sabores desagradables (9). En
Otros impactos incluyen la pérdida de los espacios de recreación, de recursos pesqueros y significativos
incrementos en los costos de tratamiento del agua destinada al consumo humano. Por otro lado, se altera
el equilibrio acuático, lo que muchas veces desencadena cambios importantes en las cadenas tróficas y
una disminución de la biodiversidad (22, 35). Una revisión del el efecto de las floraciones sobre los
ecosistemas acuáticos se desarrolla en el capítulo 6.
Entre las principales características que promueven el predominio de este grupo se destaca la presencia
de pigmentos accesorios, ficobilinas y carotenoides, los cuales permiten a las cianobacterias extender el
rango de absorción lumínica que pueden utilizar para los procesos fotosintéticos. De esta manera, logran
crecer en condiciones de luz que no son óptimas para el resto de los componentes del fitoplancton. Por
otro lado, tienen la capacidad de modificar la proporción de estos pigmentos ante cambios en la calidad
lumínica (27). Este ajuste fenotípico, denominado fotoaclimatación, no sólo maximiza la tasa fotosintética
sino que también protege a las células contra el daño producido por un exceso de energía. Se previene,
de esta manera, la formación de radicales libres de oxígeno, que podrían ocasionar daños irreparables en
lípidos, proteínas y otras moléculas (2).
Una gran cantidad de cianobacterias planctónicas presentan vesículas de gas o aerotopos que les permiten
regular su posición en la comuna de agua, prolongando así su permanencia en la zona eufótica donde se
dan las condiciones óptimas de irradiancia. El factor que regula este mecanismo de flotabilidad es la luz.
Condiciones de baja irradiancia promueven la formación de las vesículas, lo que provoca que el citoplasma
se torne menos denso que el medio y que el organismo tienda a flotar. Tras el aumento de las tasas
fotosintéticas por la exposición a la luz, la cantidad de metabolitos fotosintéticos en el citoplasma aumenta
también Ante esto, asciende la presión intracelular provocando el colapso de algunas vesículas y el
consiguiente hundimiento de los individuos. En zonas de intensidad lumínica intermedia, se logra la
flotación neutra por medio de acumulación de polímeros de alto peso molecular. Finalmente, la disminución
de la irradiancia promueve la formación de nuevas vesículas de gas con las cuales los organismos
alcanzan nuevamente la superficie (2; 27). Algunos autores han sugerido que con este tipo de regulación
se evita también la exposición prolongada a altas radiaciones potencialmente dañinas, y también se
favorecería el acceso a zonas ricas en nutrientes durante la noche (36).
La primera referencia mundial relacionada con los aspectos nocivos de cianobacterias en ambientes
acuáticos continentales data del año 1878 en lago Alexandrina (Australia). En esa oportunidad, se registró
una importante mortandad de animales (vacas, caballos, ovejas, cerdos, entre otros) tras la ingesta de
agua del lago, donde se desarrollaba una floración de Nodularia spumigena (24).
Las intoxicaciones de poblaciones humanas ocasionadas por ingesta de agua con cianotoxinas han sido
descriptas en países como Australia, Inglaterra, China y Sudáfrica (17). El primer registro de muertes de
personas ocurrió en 1996, en una clínica de la ciudad de Caruaru (Brasil). En esa ocasión, 130 pacientes
renales crónicos presentaron un cuadro clínico compatible con una grave hepatotoxicosis luego de ser
sometidos a sesiones de hemodiálisis. Del total, aproximadamente 60 pacientes fallecieron antes de los 10
meses posteriores al inicio de los síntomas. Los análisis confirmaron la presencia de microcystinas en muestras
de sangre e hígado de los pacientes intoxicados y el contenido de microcystinas y cylindrospermopsinas en
En la Argentina, el primer evento documentado hace referencia a la muerte de animales en la laguna Bedetti
(Santo Tomé, Santa Fe) en el año 1944. Tras la ingesta de agua en la que se estaba desarrollando una
floración de una especie indeterminada del género Anabaena (probablemente Sphaerospermopsis (Anabaena)
torques-reginae), murieron aproximadamente 1000 patos de granja y una serie de animales silvestres.
Ensayos toxicológicos realizados con agua de la laguna a patos sobrevivientes provenientes del mismo
criadero confirmaron la presencia de sustancias nocivas en el medio. Se efectuaron ensayos agudos
complementarios en palmípedos, cobayos, gallináceos, batracios e incluso en peces, en los que se verificó la
muerte de los animales testeados. No fueron aisladas ni analizadas las toxinas presentes en la laguna. No
obstante, en virtud del comportamiento de los animales ensayados se consideró altamente probable que las
muertes hubiesen sido consecuencia de neurotoxinas generadas por Sphaerospermopsis (43).
Posteriormente, se informó una importante mortandad de peces asociada a una floración en la laguna del
Monte (Buenos Aires) en el año 1954. En esta ocasión, los análisis fitoplanctónicos confirmaron que el
fenómeno había sido producido por las especies Microcystis (Polycystis) flos-aquae, Dolichospermum
(Anabaena) circinalis y D. inaequalis, todas ellas cianobacterias tóxicas (44).
Desde entonces, y principalmente en las últimas décadas, se han registrado sucesos similares en ríos,
lagos, lagunas costeras y estuarios de todo el país, evidenciándose la extensión geográfica de esta
problemática. Se ha detectado un incremento tanto en el número de especies responsables como en la
frecuencia e intensidad de los eventos nocivos.
En nuestro país, los géneros más comúnmente asociados con el desarrollo de floraciones tóxicas son
Microcystis y Dolichospermum (ex Anabaena), mientras que las cianotoxinas mayormente citadas son las
microcystinas (32, 45). Recientemente se detectó la presencia de neurotoxinas (saxitoxinas: decarbamil
saxitoxinas, neosaxitoxinas y 1 y 5 gonyautoxinas), en muestras colectadas en el Río Salado (Provincia del
Chaco), donde los géneros predominantes fueron Rhaphidiopsis, Planktothrix y Cylindrospermopsis (46).
Es ampliamente aceptado que las especies conforman una de las unidades fundamentales de la
Biología. Son utilizadas como unidad de comparación en casi todos los campos de esta ciencia, desde
Las especies se consideran tan importantes que los biólogos han desarrollado sistemas formales de reglas
para nominarlas de manera que cada especie tenga su propio y único nombre. Se reconocen así los
Códigos Internacionales de Nomenclatura.
El concepto de especie presenta diversas acepciones. Hasta el momento no ha sido posible alcanzar un
acuerdo general sobre su naturaleza y, por lo tanto, tampoco sobre la definición de especie como categoría
taxonómica. Sin embargo, los distintos conceptos desarrollados comparten la idea fundamental que las
especies son segmentos de linajes a un nivel poblacional de la organización biológica (49).
Una de las mayores controversias sobre las cianobacterias se refiere a su tratamiento taxonómico. Algunos
autores consideran que estas deberían considerarse bacterias (50) por lo que aplican el Código
Internacional de Nomenclatura de Bacterias para su identificación y posterior clasificación. Otros, en
cambio, emplean las pautas del Código Internacional de Nomenclatura Botánico (51) por incluir al grupo
dentro de las algas eucariotas. Este agrupamiento responde, en gran medida, a su posición funcional en
la naturaleza, ya que las cianobacteria son importantes productores primarios en casi todos los ambientes
de la biosfera. Los biólogos moleculares tienden a seguir la primera opción, mientras que los botánicos y
ecólogos suelen clasificar a las cianobacterias en base a sus atributos morfológicos, metodología utilizada
comúnmente para la clasificación del resto de las algas (2).
El sistema clasificatorio tradicional de las cianobacterias fue elaborado en base a caracteres morfológicos
distintivos. Sin embargo, la introducción de métodos modernos en las últimas décadas del siglo XX cambió
sustancialmente la manera de ver a este grupo. El microscopio electrónico, las investigaciones ecológicas
modernas, el desarrollo de cultivos, los estudios toxicológicos y particularmente los métodos moleculares
han estimulado el desarrollo de la investigación sobre las cianobacterias y han influenciado su taxonomía.
Es por eso que muchos de los criterios utilizados para su clasificación deben ser reevaluados.
Los datos moleculares, aunque muy importantes, por sí solos no son suficientes para reconocer la
importancia ecológica de los diferentes genotipos, ni la variabilidad morfológica, los procesos de
adaptación, ni el continuo origen de nuevos morfotipos o ecotipos. Según Komárek (6), es necesaria la
combinación cuidadosa de la información genética con la diversidad y variación morfológica, incorporando,
además, los caracteres fisiológicos y ecológicos. Todas estas fuentes de información en conjunto permitirán
el mejor entendimiento de las cianobacterias y el desarrollo de un sistema clasificatorio correcto.
Como ya se mencionó anteriormente, las cianobacterias son organismos fotoautrotóficos, por lo que la
fotosíntesis es el principal modo de obtención de energía. En este grupo, a diferencia de cualquier otro
organismo fotosintético, los pigmentos no se sitúan en cloroplastos, sino en estructuras membranosas
no delimitadas por membranas, los tilacoides, los cuales yacen libres en el citoplasma. En los tilacoides
se sitúan los pigmentos clorofila-a y clorofila-b. Se encuentran también una variedad de xantofilas y
carotenos. Las ficobilinas, pigmentos accesorios de color azul (c-ficocianina) y rojo (c-ficoeritrina) se
disponen en la superficie de los tilacoides en forma de pequeños corpúsculos, los ficobilisomas. Estos,
al enmascarar el color verde de la clorofila, son los responsables del color verde-azulado característico
del grupo.
El citoplasma contiene productos de reserva tales como gránulos de poliglucano, polímeros de glucosa
similares al glicógeno y gránulos de cianoficina, polímeros de ácido aspártico y arginina que aparentemente
funcionan como reserva de nitrógeno (2, 52).
Los acinetos (a) son células con contenido granular, de forma y tamaño variado (Figuras 1a y 1b). Su
función principal es la de almacenar sustancias de reserva (gránulos de cianoficina, principalmente) y actúa
como estructura de resistencia ante situaciones de estrés. Ante el reestablecimiento de las condiciones
ambientales favorables, germinan dando origen a un nuevo organismo (52). Esta célula resulta un carácter
fundamental para la identificación de las especies. Se toma en cuenta su morfología, su posición dentro del
tricoma, y su relación con respecto a los heterocistos.
Fig. 2: Heterocistos
Fig. 5: Baeocitos
Fig. 6: Hormogonio
La presencia de floraciones de cianobacterias tóxicas requiere la evaluación del riesgo así como la
diagramación y aplicación de un plan de gestión que involucre medidas de mitigación, monitoreos
regulares, planes de acción y de contingencia (53).
Algunos de los materiales y métodos que pueden aplicarse para el estudio de las floraciones de
cianobacterias toxígenas, se desarrollan detalladamente en Andrinolo et al. (54). Para mayor información
sobre la evaluación y gestión de riesgos relacionados con la presencia de cianobacterias tóxicas en
cuerpos de agua continentales puede consultarse el capítulo 7.
3.4. Taxonomía
Esta clasificación ha sido modificada en los últimos años, principalmente por resultados de estudios
moleculares que indican que la presencia o ausencia de ramificaciones verdaderas no es un carácter
relevante para separar órdenes. De esta manera, Hoffmann et al (58) proponen el agrupamiento de todos
los talos filamentosos heterocistineos dentro del Orden Nostocales, eliminando al Orden Stigonematales.
Orden CHROOCOCCALES
Colonias micro a macroscópicas, esféricas, ovales a irregulares; algunas especies clatradas. Vaina general
mucilaginosa, incolora, desde lisa homogénea a lamelada, indistinguible a evidente por refracción. Sin
vaina celular. Células esféricas a hemiesféricas luego de la división celular, con a sin aerotopos. División
celular por fisión binaria en tres planos perpendiculares. Reproducción por desintegración de las colonias.
Planctónicas; forman floraciones acumulativas y evidentes como mancha de pintura y espumas (5).
Las especies toxígenas de este género son las más ampliamente conocidas y distribuidas a nivel mundial,
siendo M. aeruginosa la más difundida. En Argentina fueron citadas en las provincias de Buenos Aires,
Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza, Misiones y Santa Fé (32, 59, 60). Las toxinas
producidas por los miembros de este género son microcystinas (hepatotoxinas) y lipopolisacáridos (derma-
totoxinas) y las especies mencionadas como toxígenas son: M. aeruginosa; M. botrys; M. farlowiana;
M. lamelliformis; M. novacekii, M. viridis; M. wessenbergii (5,8, 32, 42).
Colonias microscópicas, globosas (Fig. 8 en pág. siguiente), en ocasiones compuestas por subcolonias;
cubiertas por una vaina mucilaginosa fina e incolora. Células esféricas o hemiesféricas, ubicadas en una
única capa, en la periferia de la colonia. Con o sin vesículas gaseosas.
Colonias globosas, comúnmente compuestas por subcolonias, rodeadas por una delgada e incolora vaina
mucilaginosa general. Células ligeramente alargadas, ovales a ovoides, raramente esféricas, dispuestas en
Especies mencionadas como toxígenas: W. naegeliana (Unger) Elenkin (27, 61). Las toxinas son
desconocidas (61).
Orden OSCILLATORIALES
Tricomas cilíndricos, rectos hasta curvados, constrictos o no a nivel de los tabiques. Vainas firmes no
lameladas. Células apicales convexas, cónicas, capitadas o no, con a sin caliptra. Sin aerotopos. Planctónicas,
suelen formar floraciones acumulativas.
En Argentina, especies de este género fueron citadas en Antártida y para las Islas Malvinas y en las
provincias de Buenos Aires, Chubut, Corrientes, Jujuy, Río Negro, Santa Cruz y Santiago del Estero (32,
59, 60). Las toxinas producidas por los miembros de este género son microcystinas (hepatotoxinas) y
saxitoxinas (neurotoxinas) y las especies mencionadas como toxígenas son P. formosum, P. bijugatum, P.
molle, P. papyraceum, P. uncinatum, P. autumnale (8, 32, 41, 61).
Filamentos rectos a ligeramente curvados, solitarios, sin vaina u ocasionalmente una muy fina vaina se
observa. Tricomas constituidos, mayormente, por células cilíndrico-discoides, ligeramente constrictas o no
a nivel de los tabiques y que se enangostan hacia el extremo o no. Células terminales con o sin caliptra.
Con aerotopos. Planctónicas; forman floraciones acumulativas y evidentes como manchas de pintura,
películas flotantes y espumas.
En Argentina, fueron citadas especies de este género en las provincias de Buenos Aires y Neuquén (32,
46, 59, 60). Las toxinas producidas por los miembros de este género son microcystinas (hepatotoxinas)
y anatoxinas (neurotoxinas) y las especies mencionadas como toxígenas son: P. agardhii; P. formosa;
P. mougeotii; P. rubescens (8, 32, 41, 56, 61, 62)
Tricoma, uniseriados, flexibles, solitarios. Vaina ausente. Células aproximadamente cilíndricas, rectas,
dolioliformes o ligeramente deprimidas en el centro con polos aproximadamente rectos o convexos y unidas
entre sí por cordones intercelulares (“puentes hialinos”). La célula apical convexa. Con o sin vesículas
gaseosas. División celular transversal al eje longitudinal. Reproducción del tricoma por hormogonios o por
disgregación. Planctónicas o epífitas.
Especies mencionadas como toxígenas: P. catenata Lauterborn. Las toxinas mas conocidas son neurotoxinas
(8, 41, 61).
Tricomas solitarios, curvos a espiralados; células esféricas o elípticas, constrictas a nivel de los tabiques,
con o sin vesículas gaseosas. Heterocistos esféricos, situados en los extremos de los tricomas y acinetos,
únicos o en series, intercalares. Planctónicas.
Especies mencionadas como toxígenas: A. milleri Woronichin; A. abijatae Kebede et Willén; A. elenkini
Miller.
Las toxinas descriptas para los taxa pertenecientes al género son microcystinas (63, 64).
Tricomas rectos o levemente arqueados, atenuados hacia los extremos, solitarios o reunidos formando
masas, sin vaina. Células cilíndricas de extremos redondeados; las de los extremos alargadas y en
ocasiones terminadas en forma de pelo. Con vesículas gaseosas. Heterocistos intercalares oblongos o
cilíndricos, con o sin vaina prominente.
Acinetos esféricos o cilíndrico-alargados, alejados del heterocisto. División celular transversal al eje
longitudinal. Reproducción del tricoma por disgregación. Planctónicas.
Especies mencionadas como toxígenas: A. aphanizomenoides Forti (Horecka & Komárek); A. flos-aquae
(L.) Ralfs; A. ovalisporum Forti. Las toxinas descriptas para los taxa pertenecientes al género son
cylindrospermopsinas, saxitoxinas y anatoxinas (8, 27, 61).
Una particularidad de esta especie es que en algunos países se utilizan cultivos de sepas no tóxicas como
suplementos dietarios (17, 18, 19).
Género Dolichospermum (ex Anabaena) (Ralfs ex Born. et Flah.) Wacklin, Hoffmann & Komárek
Tricomas solitarios o agrupados en clusters e incluso formando matas; más o menos curvados, hasta
flexuosos y/o espiralados; isopolares, no atenuados o ligeramente atenuados hacia los extremos; células
redondeadas o redondeado-cónicas, con o sin aerotopos. Con estructuras celulares diferenciadas a partir
de células vegetativas, heterocistos y acinetos, intercalares. Planctónicas, suelen formar floraciones
evidentes como manchas de pintura y como espumas (65).
En Argentina, especies de este género fueron citadas en las provincias de Buenos Aires, Córdoba,
Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Luis y Santa Cruz (32, 59, 60).
Las toxinas descriptas para los taxa pertenecientes al género Dolichospermum son péptidos
(microcystinas) y alcaloides. Entre los alcaloides con propiedades neurotóxicas se encuentran los más
potentes, tales como anatoxinas a, anatoxinas a(s) y saxitoxinas. Las especies citadas como toxígenas
son: D. affinis; D. circinalis; D. flos-aquae; D. lemmermannii; D. planctonicum; D. spiroides; D. spiroides
var. contracta (8, 41, 32, 61).
La principal toxina descripta para los taxa pertenecientes al género es la hepatotoxina nodularina (8, 41, 61).
Fig. 12a: N. commune (colonia joven) Fig. 12b: N. commune (detalle tricomas)
Talos gelatinosos, mucilaginosos o coriáceos; globosos (hueco o compacto), foliosos, filiformes o lobula-
dos; generalmente macroscópicos. Peridermo más o menos denso y rígido. Tricomas, generalmente
numerosos, uniseriados, entrelazados o dispuestos radialmente. Vaina individual de los tricomas difluente
o visibles, incoloras o coloreadas. Células esféricas o subesféricas hasta cilíndricas. Heterocistos globosos,
intercalares. Acinetos esféricos u oblongos hasta cilíndricos, solitarios o en series, cercanos o alejados al
heterocisto. Acuáticos, subaéreos o terrestres; fijos o libres (66).
En Argentina, especies de este género fueron citadas en Antártida y en las provincias de Buenos Aires,
Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Neuquen, Río Negro, Salta, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra
Las toxinas descriptas para los taxa pertenecientes a este género son microcystinas, péptidos y alcaloides.
Entre los alcaloides con propiedades neurotóxicas se encuentran la anatoxina a, anatoxina a(s) y
saxitoxinas (8, 27, 41, 61).
Las toxinas descriptas para el género son: cylindrospermopsina (61, 42, 69) y saxitoxinas paralizantes (70).
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