Cosas de Niños. Entre El Niño y El Sujeto

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Cosas de niños. Entre el Niño y el Sujeto Lic.

Analía Devalle

Entre el Niño y el Sujeto


Introducción
“Al comienzo, el niño llora, el Otro interpreta y de su interpretación depende la supervivencia.
Podemos decir que, en ese momento, el sujeto está sumergido en ese baño del lenguaje pero aún
no es sujeto de la palabra”.1
¿Qué movimientos debe hacer el niño para producir la operación significante? El niño está incluido
en un mundo en el que los adultos le hablan. ¿Qué operaciones tiene que hacer para apropiarse
del lenguaje como tal, para poder advenir como sujeto de la enunciación?

Este texto se propone como un ensayo, como un espacio de interrogación y articulación


conceptual, que intenta dar una posible respuesta a dicha pregunta.

La apropiación del lenguaje


En un principio el niño va a tener que hacer una primera operación: transformar los signos en
significantes, esto es, hacer uso del significante como tal, lo que implica la sustitución significante.
Entonces, podemos observar que los niños comienzan a nombrar varias cosas con un mismo
significante elegido por ellos y que esto es algo que hacen de manera repetida. Nombran con ese
significante muchas cosas que no tienen nada que ver con lo que ese significante designa en la
lengua.
Luego de hacer uso de este ejercicio innumerable cantidad de veces y que más allá de las
correcciones de los adultos no cambia, tendrán que hacer una segunda operación: articular dos
cadenas significantes que al ser cruzadas van a generar un sinsentido en el plano de la semántica.
En este momento surge la posibilidad de que el niño se ubique como sujeto de la enunciación.
Dice frases en las que no está en juego el sentido socialmente compartido por todos, sino que lo
que está en juego es el ser un sujeto que usa el lenguaje, el usuario del lenguaje. Este movimiento
da cuenta que se ha producido un corte con el Otro. Por ejemplo: los chicos pueden decir “quiero
una muñeca que vuela”, “el perro hace pio pio”. Frente a esto, muchas veces los adultos quedan
confundidos e intentan hacer aparecer el criterio de realidad. Entonces explican que “las muñecas
no vuelan”, “así hacen los pajaritos, los perros ladran, hacen guau”. Sin embargo, los chicos
responden con más firmeza (se encaprichan y siguen pidiendo), con llanto desesperado o con
indiferencia ante la respuesta del adulto.

1
Flesler, A. “El niño en análisis y las intervenciones del analista”. Ed. Paidós, año 2011
Cosas de niños. Entre el Niño y el Sujeto Lic. Analía Devalle

¿Qué sucede? En esta articulación de las cadenas significantes está en juego para el niño su
dimensión de sujeto como deseante, y defiende esta posición. Así es que pueden empacarse
pidiendo o demandando cosas imposibles de conseguir o que portan un sinsentido para el mundo
adulto, porque lo que está en juego no es la satisfacción de la demanda sino su posición como
sujetos deseantes. De esta manera, quedan construidas frases únicas y exclusivas, fuera del
sentido que el adulto les puede dar.
¿Cuál podrá ser aquella operatoria que deviene en una posible salida? Cotidianamente se
observan escenas en las que en un primer momento el adulto insiste en traducir lo que el niño
quiere decir, darle un sentido, hasta que finalmente, en el mejor de los casos, se pregunta ¿qué es
lo que querrá decir, diciendo esto? Abriendo las puertas a lo enigmático, al saber incompleto, a no
saberlo todo. De esta manera se posibilita la salida del campo del deseo del Otro. Que el niño
hable, impone a los padres la realidad de que el hijo es otro, abre la dimensión de la otredad.

Los cuentos y el lenguaje


¿Por qué un niño pide que le lean un cuento una y otra vez y no se aburre?
Voy a ensayar una respuesta: la apropiación del lenguaje se da en primera instancia a partir del
significante y no del significado. Lo placentero de escuchar en forma repetida no es el significado
de la historia sino los significantes usados. Esto explicaría que los niños pidan que les cuenten una
historia una y otra vez “con las mismas palabras”.
Lacan dirá “el inconsciente, a partir de Freud, es una cadena significante que en algún sitio (en
otro escenario, escribe él) se repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso
efectivo (…) En esta fórmula, (…) el término decisivo es el significante”2. Y continúa diciendo que si
bien en la época de Freud la lingüística no era un instrumento con el que él pudiera contar, ya
cuando describió el proceso primario (condensación y desplazamiento) estaba refiriéndose a los
efectos, en el discurso, de la sustitución y combinación significante.
Más adelante afirma: “lo que el discurso realiza al vaciarse como palabra”3. El sujeto aparece en el
discurso, no en el significado de las palabras.

La dimensión del enigma en los juegos

2
Lacan, J. Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. En Escritos 2. Ed. Siglo
XXI, año 2005, p. 779
3
Ibid., p. 180
Cosas de niños. Entre el Niño y el Sujeto Lic. Analía Devalle

El niño puede jugar de diferentes maneras: a disfrazarse, con juguetes, con juegos reglados o
armando ficciones en las que actúa a algún personaje. Pero pareciera que en todos los casos hay
una dimensión común que busca sostener, la del enigma, ya que es la condición para advenir
como sujeto deseante.
Desde esta perspectiva, el propósito del juego no es el de ser una actividad en la que hay un
significado oculto a descubrir, sino el de poder ser usado como espacio de ficción. Dentro de este
espacio el niño arma recorridos y entramados que se aproximan al objeto pero que lo mantienen a
distancia. Solo así puede sostener al juego como metafórico y solo así puede seguir jugando. El
juego le aporta la posibilidad de cifrar, de velar, de disimular, de mantener la dimensión
enigmática. Esto es lo que le va a permitir al niño dar respuestas desde su lugar de sujeto.
Cuando el niño juega desconoce la significación de su juego, siendo enigmático para él también. Si
los adultos le preguntan sobre el mismo, buscándole un sentido, ellos comúnmente responden
poco o no responden, sosteniendo de esta forma la función metafórica del juego, lo enigmático
del mismo.
En este punto me gustaría introducir una cita de Flesler, A.: “es fundamental, para el psicoanálisis,
sostener una distinción entre el niño y el sujeto. (…) si el niño es un lugar en el Otro, el sujeto es una
respuesta. Un respuesta al niño propuesto por el Otro. En términos lógicos, es mejor decir que en la
no identidad se abre un intervalo que da cabida a la posible respuesta del sujeto; o también que,
en el intervalo entre el niño esperado y la respuesta hallada, late la existencia del sujeto para quien
la dimensión del ex-sistire (“existir fuera”), es condición de vida o muerte.”4
Se podría decir entonces, que el trabajo del niño es el de realizar las operaciones metafóricas, ya
que ese es el espacio desde el cual se podrá producir el advenimiento subjetivo.
Que un niño juegue es un tema serio5 porque la posibilidad de jugar puede sostenerse solo si se
producen las metáforas estructurantes de la subjetividad y es allí, en el acto de jugar, donde estas
metáforas se anudan.

Bibliografía
Flesler, A. “El niño en análisis y las intervenciones del analista”. Ed. Paidós, año 2011
Freud, S. “El creador literario y el fantaseo”. Ed. Amorrortu, tomo IX, año 1906-1908
Lacan, J. “Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones y textos 2. Ed. Manantial, pág. 55-57

4
Flesler, A. “El niño en análisis y las intervenciones del analista”. Ed. Paidós, año 2011
5
Me apoyo para hablar de “un tema serio” en el texto de Freud, S. “El creador literario y el fantaseo”. Ed.
Amorrortu, tomo IX, año 1906-1908, en el que nombra la seriedad con la que el niño realiza su juego.
Cosas de niños. Entre el Niño y el Sujeto Lic. Analía Devalle

Lacan, J. “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” En Escritos 2. Ed. Siglo

XXI, año 2005

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