437-Texto Del Artículo-879-1-10-20180315

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 26

El derecho maya prehispánico,

un acercamiento a su fundamentación
socio-política

Antonio Salcedo Flores*

Este ensayo pretende establecer


un acercamiento al universo jurídico que reguló This paper tries to establish an approach
la vida de los antiguos pueblos mayas del to the legal universe that regulated life in
Sureste y de la península de Yucatán, de lo que old Mayan’s towns (southeast Mexico
hoy es México. Los cuales iniciaron su and Yucatan Peninsula)
desarrollo como cultura, aproximadamente en el These towns initiated their development
año 2000 a.C. as a culture, around 2000 b. C
y actualmente tienen descendientes approximately and today their
(chontales, choles, chortis, yucatecos, tzeltales descendants (chontales, choles, chortis,
y tzotziles), yucatecos, tzeltales and tzotziles),
habitando aquella inhabiting this area.
región. En la parte relativa a sus
** Regarding to their general principles,
principios generales, se desarrollan los the fundamental concepts of their legal
conceptos fundamentales de su régimen regime was developed base in specific
jurídico que fueron elaborados con base en norms, according to historical sources
las normas específicas que, de manera such as books, archaeological ruins,
expresa, refieren anthropological information and oral
las fuentes históricas consultadas: libros, tradition. From our perspective those
restos arqueológicos, informes antropológicos y norms were constructed as branches,
la tradición oral. Desde nuestra perspectiva esas for
normas se constituyeron en las ramas como por example: penitentiary, family,
ejemplo: penal, familiar, sucesoria, contractual, contractual, labor, procedural, etcetera.
laboral, procesal, etcétera. Así, los conceptos Thus, fundamental concepts and specific
fundamentales y las normas específicas, nos norms, will provide us with an idea of
proporcionarán una idea de su universo their legal universe.
jurídico.

SUMARIO: 1. Los principios generales de la cultura jurídica maya (algunos aspectos) / 2.Su derecho penal
/ 3. Su derecho familiar / 4. El derecho sucesorio / 5. Los contratos / 6. El derecho laboral y agrario
/ 7. El derecho procesal / 8. El derecho de clases / 9. El derecho a la guerra.

*
Profesor investigador del Depto de Derecho de la UAM-A
**
Museo Nacional de Antropología e Historia. Sala Maya. Ciudad de México. Julio de 2007.

[155]
Sección Artículos de Investigación

1. Los principios generales de la cultura jurídica maya (algunos aspectos)


La regulación social–jurídica entre los mayas se organizó con relación a las clases
sociales existentes y al ejercicio del poder. Existían tres clases de trabajadores: a)
los libres, que se contrataban por un salario; b) los siervos, que trabajaban
gratuitamente por temporada, por obra o por explotación determinadas y en favor de
los señores y de los sacerdotes, y c) los esclavos.
Unas tierras de cultivo eran comunales y otras particulares. El sistema de clases
era rígido y cerrado. El poder lo ejercía una autoridad suprema auxiliada por un
consejo de nobles y sacerdotes. Las funciones importantes eran desempeñadas sólo
por los miembros de determinadas estirpes, a quienes sus ascendientes les habían
proporcio- nado un código oral que les permitía resolver los acertijos que les
planteaban durante el examen que presentaban cuando pretendían ocupar un cargo
principal. Ese código se conoce como el lenguaje de Zuyúa.
La autoridad ejecutiva y la judicial, recaían en una misma persona.
El derecho fue utilizado por la clase dominante para sojuzgar al pueblo.
El derecho penal maya era severo. No contemplaba la pena de prisión, sí la de
muerte, la del talión y la de esclavitud; esta última era hereditaria. La pena y la
obliga- ción de reparar los daños eran trascendentales, podían alcanzar a los hijos, a
la esposa y a los demás parientes del condenado. La justicia maya diferenciaba los
delitos do- losos de los culposos. Los mayas usaban la amenaza y el escarmiento
como medidas preventivas de los delitos.
En el ámbito civil conmemoraban las diversas fases del desarrollo humano y de
la madurez física y emocional de los miembros de su colectividad. El matrimonio se
preparaba por casamenteras profesionales o por los padres de los pretendientes. La
ceremonia la dirigían los familiares más viejos de los contrayentes en coordinación
con los sacerdotes. El novio pagaba un precio por la novia, trabajando la parcela del
suegro. Los cónyuges podían recurrir al divorcio y al repudio. En materia civil la ley
se aplicaba por igual a la gente del pueblo y a los principales. La mujer no heredaba
derechos, sí deudas y esclavitud. Las distinciones y los cargos públicos eran heredi-
tarios. Los contratos se formalizaban bebiendo balché ante testigos. No conocían la
usura. No imponían sanción penal por deudas de carácter civil. La deuda confesada
obligaba a los parientes aun después de muerto el deudor principal.
La guerra entre los mayas era incesante y siempre con fines prácticos. Realizaron
alianzas de colaboración en tiempos de guerra.
Su administración de justicia era expedita y definitiva. La impartían los batabs,
quienes eran importantes funcionarios, designados directamente por el halach ui-
nic o autoridad suprema. Neutralizaban al delincuente, matándolo o esclavizándolo.
Los procedimientos judiciales mayas eran orales, no se registraban en códices. En

156 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

la valorización de la prue-
ba los jueces empleaban el Su administración de justicia era expe-
sistema de la sana crítica o dita y definitiva. La impartían los
lógico. Partían del indicio y batabs, quienes eran importantes
llegaban a la prueba plena. funcionarios, designados directamente
La sanción era proporcional por
al valor y al resultado de la el halach uinic o autoridad suprema.
prueba. Existía la prueba preconstituida. Ante los jueces no era factible mentir. Las
decisiones judiciales se cumplían inmediata e irremediablemente. Los procesos judi-
ciales no admitían medios de impugnación.
En su estructura jurídica podemos apreciar una fuerte influencia del medio am-
biente.

2. El derecho penal
Los pueblos mayas contaban con leyes que sancionaban los actos ilegítimos que
per- judicaran bienes fundamentales, las aplicaban de manera significativa al
adúltero, que era entregado al ofendido para que le matase soltándole una piedra
grande desde lo alto sobre la cabeza, o lo perdonara si quería; y a las adúlteras, a
quienes no daban otra pena más que la infamia, que entre ellos era cosa muy
grave; y al que violaba a una doncella lo mataban a pedradas; en algunos de sus
pueblos sacrificaban a los adúlteros extrayéndoles las vísceras por el ombligo.
La gente del pueblo construía a su costa las casas de los señores. Ninguna casa
tenía puerta, y si alguien la allanaba para causar daño en las personas o los bienes,
recibía severo castigo, que casi siempre era la muerte antecedida de tortura.1
Los mayas no aplicaban sanciones penales por deudas civiles. Sí por adulterio,
hurto y otros delitos, pero había de ser sorprendiendo al infractor en flagrancia. La
prisión consistía en atar las manos del delincuente a su espalda y ponerle en la
gargan- ta una collera hecha de palos, y cordeles. Todavía en el año 1688 se valían
de dicho medio, especialmente con los que sacaban de los montes, habiendo estado
fugitivos. De aquella forma eran llevados a unas jaulas de madera, que servían de
cárcel, y en ellas eran puestos los condenados a muerte, los esclavos fugitivos y los
presos en la guerra. Esas jaulas, dicen las fuentes, eran pintadas de diversidad de
colores. Castiga- ban los vicios rigurosamente. De las sentencias no había apelación.
Merecía pena de muerte quien seducía a mujer casada o a hija de familia. Son varias
y autorizadas las voces que refieren el caso de un señor de la ciudad de Mayapán,
cabeza del señorío,

1
Landa, fray Diego de. Relación de las Cosas de Yucatán. Ed. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Colección Cien Textos Fundamentales para el Mejor Conocimiento de México. 1a. ed., 1994. pp. 97-113.

157
Sección Artículos de Investigación

que hizo matar afrentosamente a un hermano suyo, porque corrompió a una


doncella. La misma pena se aplicaba al homicida, y si era menor de edad el asesino,
quedaba hecho esclavo: pero si la muerte había sido casual, y no dolosamente,
pagaba un esclavo por el muerto. El traidor a su señor tenía pena de muerte, y
también el incen- diario. El ladrón quedaba hecho esclavo, hasta que conseguía
reparar los daños, y si no podía hacerlo, quedaba en esclavitud perpetua. Los hijos
de los esclavos serían esclavos hasta que pudieran comprar su libertad o ésta les
fuera entregada por su amo, o hasta que se hicieran tributarios. El que se casaba con
alguna esclava, o engendraba en ella, quedaba hecho esclavo del dueño de la
esclava, y la misma suerte corría la mujer que se casaba con esclavo.
Algunas veces al que no se le probaba el adulterio, o le hallaban a deshora en
parte sospechosa, le prendían, y le tenían atadas las manos atrás por algún día u
horas, o le desnudaban o le cortaban los cabellos (que era acto de gran afrenta)
según la grave- dad de los indicios. No acostumbraban azotar a los delincuentes.
Con los castigos intentaban retribuir el daño en la misma especie, o bien, inhabilitar
al delincuente, matándolo o esclavizándolo.2 Cuando alguien robaba,
inmediatamente era juzgado como antisocial; si el robo era pequeño, podía pagar el
importe de lo robado con trabajo; si volvía a robar, era llevado al mercado de
esclavos, porque los mayas no tenían cárceles.3
Si los ladrones eran señores o gente principal el pueblo se reunía y los
aprehendía, para labrarles el rostro desde la barba hasta la frente, por los dos lados,
castigo que tenían por grande infamia.4
En la obra de Marcos de Chimay (Manuel Rejón García),5 encontramos una de
las formas que para denunciar hechos delictivos tenían los mayas. Los
acontecimientos tuvieron lugar en pleno apogeo de la ciudad de Mayapán, que era
capital de la penín- sula yucateca.
Como era costumbre, las diversiones del mes Tzotz serían de bailes, cantos, reci-
tales y fábulas. Los baldzames o graciosos, debían amenizarlas con sus donaires y
oportunos chistes, principalmente en la parte final en que provistos de grandes care-
tas de madera, se permitían remedar a los sacerdotes del culto y aun dirigir ciertas
bromas que, con el nombre de cilich miatz o inspiración santa, asestaban a los
nobles, quienes soportaban pacientemente las bromas del baldzam. También sabían
aprovechar esta libertad para lanzar inculpaciones y aun denunciar crímenes,
resultando terrible esta parte del programa, para los infractores a las leyes.
Tocó a su fin la diversión, con el cilich miatz o inspiración sagrada.

2
Cruz Barney, Oscar. Historia del Derecho en México. Oxford. 1a. ed. México, 2002. p. 6.
3
Hagen, Victor W. Von. Los Mayas, edit. Joaquín Motriz. 19a. reimp. de la 1a. ed. México, 1987. p. 82.
4
Landa. op. cit. p. 131.
5
Cfr. Chimay Marcos de. Supersticiones y leyendas mayas, en Revista de Mérida, 1905

158 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

El hoolpop exclamó: quien quiera que tú seas, el que has tomado lugar entre los
baldzames de Mayapán, puedes referir al pueblo tus cuitas.
El penúltimo de la fila alzó la voz y dijo:
¡Pueblo de Mayapán! Vengo a contarte una historia triste; escúchala y advierte
cómo se cumplen tus leyes!
La liviandad, continuó, ha sido siempre un crimen y la seducción de una joven se
ha castigado con la muerte; pero esto acontece con el pueblo; los grandes del reino
pueden divertirse sin temor a las leyes; pueden abusar de la inocencia impunemente
y menospreciar los derechos del desvalido.
Calla, baldzam, gritó el hoolpop; estás faltando a la verdad y ofendiendo a la
justi- cia; en Mayapán, rigen las leyes con igualdad.
Y luego, dando un gran suspiro, el baldzam se puso la diestra sobre el corazón y
dijo:
Llamó un pobre a las puertas de Yelmal, rogándole que le diese albergue durante
la noche que era lluviosa.
Al día siguiente las pobres mujeres lloraban inconsolables la ofensa más grande
que se las podía inferir.
Al cabo de algunos días volvió el joven a la casa de su amada y sorprendió
huyen- do al traidor.
Yo soy, noble hoolpop,
yo soy, pueblo de ¡Pueblo de Mayapán. Vengo a
Mayapán, el amante de contarte una historia triste;
Yelmal muerta a escúchala y advierte cómo se
consecuencia de un cri- cumplen tus leyes!
men que no se ha castigado
por tratarse de un noble de
sangre real.
Calla, baldzam, gritó el hoolpop; muéstranos al traidor y verás si no hay justicia
en Mayapán, y si el rey Xocbitun no hiere por igual al pobre y al poderoso.
Ha huido, dijo; pero buscadle en el palacio real y allí le encontraréis.
¡Zamná nos asista! exclamó el hoolpop. ¿En el palacio real? ¡Calumnia!
¡Traición! la familia real es incapaz de ese crimen.
¿Incapaz? ¿Incapaz? Interrogó amargamente el baldzam; pues bien, llamad al
príncipe Ozil, preguntadle, y si su aspecto, y si su voz, y su confusión no os
denuncian al traidor, no os persuaden de su crimen, traedlo a mi presencia, y yo,
Nolmail, peche- ro de Mayapán le diré al noble príncipe sois el infame que traicionó
a Yelmal. Y si el poder le ampara, si el rey le protege, y no hay justicia contra él, si
por tratarse de un vástago de sangre real, la ley es letra muerta y una irrisión sus
preceptos, aún queda del veneno que apuró Yelmal; él me librará de presenciar la
impunidad.

159
El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

fecho. También para el estu-


pro existía la pena capital Un elemento que muestra la valía del pri-
(la- pidación). Un elemento mitivo derecho maya era la diferenciación
que muestra la valía del que hacían entre el dolo y la culpa, esta
primitivo derecho maya era última la aplicaban en los casos de homi-
la diferen- ciación que cidio, incendio, suicidio, etcétera.
hacían entre el dolo y la
culpa, esta última la
aplicaban en los casos de homicidio, incendio, suicidio, etcétera.
Contrariamente a lo que ocurría en el sistema normativo de los aztecas,11 entre
los mayas no había revisión de la sentencia. El juez local, el batab, decidía en forma
definitiva, y los tupiles, policías-verdugos, ejecutaban la sentencia inmediatamente,
a no ser que el castigo fuera la lapidación por la comunidad entera. Los mayas
diferen- ciaban la pena, privilegiando a la gente principal.12
El dintel 18 de Yaxchilán, Chiapas, que forma parte de un grupo encontrado en
la Estructura 22 del Sitio, contiene un dato de suma importancia, ya que las fuentes
históricas consultadas afirman que entre los mayas no se conocía la prisión, y en
este dintel aparece la palabra bak, que se traduce como “prisionero”; está escrita en
B2, B3, B4, B5, por lo tanto los cartuchos escritos en A2, A3, A4, A5 deben ser los
nom- bres de los prisioneros.13
Al marido adulterado se le podía entregar una mujer como compensación, incluso
la esposa del adúltero.14

3. El derecho de familia
Nacimiento y pubertad

Antes de alcanzar la edad necesaria para el matrimonio, los mayas debían cumplir
tres ceremonias que señalaban otras tantas etapas de su vida, y fijaban su situación
civil ante la sociedad. Esas etapas eran:

11
Durand Alcántara, Carlos Humberto, coordinador; Antonio Salcedo Flores, et. al. El Derecho al
Desarrollo Social. Una Visión desde el Multiculturalismo. El Caso de los Pueblos Indígenas. Un
Acercamiento al Uni- verso Jurídico de los Aztecas. ed. Porrúa. 1a. ed. México, 2008. pp. 221-242.
12
Margadant S., Guillermo Floris. Introducción a la Historia del Derecho Mexicano. ed. Esfinge. 15a. ed.
México, 1998. pp. 21 y 22.
13
Museo Nacional de Antropología e Historia. Sala Maya. Ciudad de México, 2007. Valga precisar que con-
forme a estudios desarrollados por la filología, se sabe que los mayas elaboraron un silabario iconográfico,
de ahí que establezcamos las codificaciones señaladas.
14
Basauri, Carlos. La Población Indígena de México. Tomo II, ed. Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes. Instituto Nacional Indigenista. 2a. ed. México, 1990. p. 77.

161
Sección Artículos de Investigación

El paal. A los cinco días de vida, el recién nacido recibía su nombre o paal kaba.
Recibía también el apellido de la estirpe de su padre, el apellido combinado de
las estirpes de su padre y madre, así como su sobrenombre.
El hetzmek. A los tres meses de edad en el caso de las mujeres y a los cuatro
meses en los hombres, se celebraba el hetzmek, que consistía en llevar a
horcajadas sobre la cadera al niño por primera vez, acto que simbolizaba, en el
caso de la mujer, la cocina maya compuesta de tres piedras, y en el caso del
hombre, la milpa, con sus cuatro esquinas.
El caputzihil. Cuando cumplían los doce años de edad se celebraba de manera
colectiva el rito de la pubertad, que habilitaba a todos los participantes para
contraer matrimonio.

En cuanto al sistema de familia, los ritos de pubertad señalaban el momento a partir


del cual los adolescentes tenían que vivir hasta su matrimonio o hasta cumplir los
dieciocho años, en casas comunales, ocupadas por grupos de hombres jóvenes.
Ese rito de la pubertad tenía como antecedente la disposición de los mayas para
ser buenos en sus costumbres y no ser dañados por los demonios en las cosas
temporales, y venir, mediante el caputzihil y su buena vida, a obtener la gloria que
esperaban. Las madres criaban a los niños hasta la edad de tres años; a los varones
acostumbraban pegarles a la cabeza, en los cabellos de la coronilla, una pequeña
cuenta blanca, y a las muchachas les ceñían, debajo de los riñones, con un cordel
delgado, una conchue- la asida, que les quedaba a la altura de sus órganos genitales,
y de estas dos cosas era entre ellos pecado y cosa muy fea separar la conchuela de
las muchachas antes del rito de pubertad, en éste, formaban a los niños y a las niñas,
por orden de sexo y el sacerdote ponía un poco de maíz molido y de incienso en la
mano de los varones y ellos lo echaban en un bracero que se encontraba en el centro
del salón, y el sacerdote procedía a cortar a los niños la cuenta que habían traído
pegada en la cabeza. A las muchachas eran sus madres las que les retiraban el hilo
con que habían andado atadas por los riñones y la conchuela que traían. Este rito era
una especie de licencia para poderse casar cuando así lo dispusieran los padres.

El matrimonio

Los mayas se casaban a la edad de veinte años. Con demasiada facilidad dejaban los
hombres a las mujeres, sin temor de que otro las tomara o después volver a ellas, no
obstante los varones mostraban muchos celos y de ninguna manera toleraban que
sus mujeres les fueran infieles.
Si cuando el varón repudiaba a su mujer los hijos eran niños, dejábanlos a las ma-
dres; si ya eran grandes, los varones quedaban con los padres, y las niñas con las
madres.

162 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

Los ancianos y las gentes de mejores costumbres no repudiaban a sus mujeres. Si


tenían el mismo nombre de linaje se abstenían de contraer matrimonio entre sí.
Nadie se casaba con sus cuñadas; tampoco con sus madrastras, ni tías.
Los padres buscaban mujeres para sus hijos. En ocasiones utilizaban los servicios
de casamenteras profesionales, quienes trataban el matrimonio, las arras y la dote,
que eran entregadas por el padre del novio a su consuegro y de allí la suegra hacía
vestidos para la nuera y el hijo. Llegado el día señalado todos se reunían en la casa
del padre de la novia y estando presentes los invitados, el sacerdote trataba la com-
patibilidad entre los pretendientes, si nadie se oponía le entregaban la mujer al novio
esa misma noche, y luego pasaban a disfrutar de la comida, de la bebida y de la
fiesta. El marido quedaba en casa de su suegro trabajando, para éste, cinco o seis
años a fin de pagar lo que había costado la crianza de la mujer. Si el yerno mostraba
pereza era echado de la casa. Los mayas sólo tuvieron una esposa. A veces los
padres contraían matrimonio por sus hijos pequeños esperando que éstos cumplieran
la edad adecuada. Los viudos esperaban un año, por lo menos para volver a
casarse.15
El matrimonio entre los mayas era de carácter matrilocal y permanente; por lo
que se entiende que las mujeres desempeñaban un papel importante en la sociedad.
La edad propia para casarse era de dieciocho años en los varones y catorce en las
muje- res; no podían contraer matrimonio entre sí aquellos que llevaran el mismo
apellido.
Existía el divorcio que consistía en el repudio por parte del marido en caso de
que la mujer fuera estéril o no realizara debidamente sus labores; la mujer gozaba
también de esta facultad.16
La infidelidad de la mujer también era causa de repudio.
Hacían sus bodas con suntuosas fiestas y banquetes, y tomaban con esa ocasión
grandes jícaras de pozol cubierto con espuma de cacao. La ceremonia principal del
matrimonio consistía en que la esposa diera de comer y de beber a su esposo en pre-
sencia de todos los concurrentes.17
Carlos Basauri precisa que eran los más viejos de la familia quienes autorizaban
y declaraban el matrimonio; que en la víspera de la celebración la mujer iba a vivir
a casa de sus suegros y el varón igual, así los familiares podían ver si el pretendiente
era apto para el matrimonio.
Los casados, cuando por fin podían vivir juntos, construían su casa enfrente de la
de sus padres.18

15
Landa. op. cit. pp. 121-122; 125 y 126.
16
Cruz Barney, Oscar. op. cit. pp. 5-6.
17
Riva Palacio. op. cit. p. 353.
18
Landa. op. cit. p. 100.

163
Sección Artículos de Investigación

Los célibes se pintaban de negro; el tatuaje y la escarificación decorativa


empeza- ban después del matrimonio y tanto los varones como las mujeres se
adornaban de la cintura para arriba.19

4. El derecho sucesorio
“Los indios mayas no admitían que las hijas heredaran con los hermanos sino por
vía de piedad o voluntad; y entonces dábanles algo del montón y lo demás lo
repartían igualmente los hermanos, salvo que al que más notablemente había
ayudado a allegar la herencia, dábanle su equivalencia; y si eran todas hijas,
heredaban los hermanos del padre o los más indicados; y si eran de edad que no era
prudente entregarles la ha- cienda, dábanla a un tutor, deudo más cercano, el cual
asignaba cierta renta a la madre para criarlos porque no usaban dejar nada en poder
de las madres, o quitábanles los niños, principalmente siendo los tutores hermanos
del difunto. Estos tutores daban, lo que así se les entregaba, a los herederos cuando
eran de edad y si tal no hacían era gran deshonra para ellos, y causa de muchas
contiendas. Cuando así lo entregaban era delante de los señores y principales,
quitando lo que habían dado para criarlos; y no daban de las cosechas de las
heredades sino cuando eran colmenares y algunos árboles de cacao, porque decían
que harto era tenerlos en pie. Si cuando el señor se moría no estaban los hijos en
edad de regir y tenía hermanos (el difunto), regía el ma- yor de los hermanos o el
más desenvuelto, y mostraban al heredero sus costumbres y fiestas para cuando
fuera hombre; y estos hermanos, aunque el heredero (tuviese ya la edad) para regir,
mandaban toda su vida; y si no había hermanos, los sacerdotes y gente principal
elegían un hombre suficiente para ello.”20
El cargo de halach uinic o ahau, se heredaba por el hijo mayor.21
“Si moría el señor, aunque le sucediere el hijo mayor, eran siempre los demás
hijos muy obedecidos, ayudados y tenidos por señores.”22
Las mujeres no heredaban derechos, sí obligaciones y esclavitud. Esta es una de
las raras excepciones en que vemos que a la mujer se le da un trato desventajoso en
comparación con el hombre.23
“Las leyes sobre las herencias eran tan precisas que no hacía falta testar. Hereda-
ban primero los hijos y, en su defecto, los parientes más cercanos, pero no las hijas.
Parece que las mismas leyes hereditarias regían para el mando de la Nación, y
que el hijo heredaba el poder real del padre; sabemos que así sucedía con los
batabs o

19
Coe, Michael D. Los Mayas, Incógnitas y Realidades. ed. Diana. 3a. impr. México, 1989. pp. 203-204.
20
Landa. op. cit. pp. 120 y 121.
21
Soustelle, Jacques. Los Mayas. ed. Fondo de Cultura Económica. 1a. ed. en español, México, 1988. p.
168, y Margadant, op. cit. p. 21.
22
Landa. Ib. p. 114.
23
Landa, Ib. p. 121; López Cogolludo, op. cit. p. 181, y Riva Palacio op. cit. p. 353.

164 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

caciques, y los conquistadores


encontraron las familias nobles Las leyes sobre las herencias eran
de los Xius de Maní, de los Co- tan precisas que no hacía falta
comes de Zotuta, de los Peches testar. Heredaban primero los hijos
de Concal, de los Cheles de y, en su defecto, los parientes más
Cicontum, de los Cupules que cercanos,
después fueron de Valladolid, pero no las hijas..
de los Cochuales de Ichomul, de los Conohes Pabolón, Chanes, Canules y otros.”24
El poder se transmitía por generaciones.

5. Los contratos
En los mercados trataban todas cuantas cosas había en esa tierra. Fiaban, prestaban
y pagaban cortésmente y sin usura.
En las ventas y contratos, no había escritos que obligasen, ni cartas de pago, que
satisficiesen; pero quedaba el contrato válido, con que bebiesen públicamente
delante de testigos. Nunca el deudor negaba la deuda, aunque no la pudiese pagar
tan presto; pero quedaba asegurada para los acreedores confesando; porque la
mujer, hijos y parientes del deudor, la pagaban después de su muerte.25

6. El derecho laboral y agrario


Hay indicios de que trabajaban siervos en las tierras particulares de los nobles. El
hala- ch uinic residía en la capital y vivía de los productos de sus propias tierras,
tales como plantíos de cacao, trabajados por esclavos, así como de los tributos. Los
cautivos me- nores (gente no principal) terminaban en esclavos.26 Nobles, sacerdotes,
comerciantes y artesanos, fueron sostenidos por la gran masa de agricultores; que
pagaba tributos al halach uinic y llevaba una corriente constante de regalos a los
demás nobles, así como a los sacerdotes. Debajo de los agricultores sólo se
encontraban los esclavos.
En vez de la dote, los mayas tenían el sistema del precio de la novia, figura simé-
tricamente opuesta a la dote, y que todavía en lugares remotos de la región maya se
manifiesta en la costumbre (llamada haab-cab) de que el novio trabaje algún
tiempo, de uno a cinco años, para su futuro suegro.

24
Riva Palacio. op. cit. p. 353.
25
López Cogolludo, fray Diego. Historia de Yucatán. Editorial Academia Literaria. Colección de Grandes
Crónicas Mexicanas. México, 1957. pp. 180-181.
26
Coe. pp. 205 y 206.

165
Sección Artículos de Investigación

Cada familia recibía, con intervención de los sacerdotes, una parcela de 20 por 20
pies (alrededor de 37 m2), para su uso personal (parece que, fuera de esta parcela, se
cultivó bajo un sistema colectivo).27
El halach uinic nombraba gobernadores, los batabs, cuya misión era tanto admi-
nistrativa (sobre todo debían velar por la buena ejecución de los trabajos agrícolas
y por el pago del tributo) como judicial y militar. A la gente común se le designaba
mediante el término náhuatl de macehual, aplicado a los trabajadores libres aunque
sujetos al pago del tributo.
Las dimensiones grandiosas y la perfección artística de las pirámides, los
templos, los palacios, las estelas y los altares de las ciudades clásicas, prueban que
la jerarquía social funcionaba, que su autoridad se obedecía, que los especialistas
(albañiles, ta- lladores de piedra, escultores, pintores y cinceladores) ejecutaban sus
trabajos y sus obras según los planos de los dirigentes, y que los campesinos
producían excedentes de subsistencias a la medida de las necesidades.28
Los sacerdotes, después de consultar sus calendarios, talismanes y sortilegios, en-
tregaban a los padres del pequeño, una hoja de amate, plumas y tierras colorantes.
Ello significaba que su hijo estaba destinado a pintar los códices, labor muy
preciada porque de ella dependía registrar la historia y todo el conocimiento. 29

El trabajo agrícola se desempeñaba en tierras de diversas clases:


Tierras del Estado o Provincia.
Tierras del pueblo.
Tierras del Calpulli o
Parcialidad. Tierras del linaje.
Tierras de la nobleza,
y Tierras
particulares.30

Los esclavos. Llamados penta, eran mayas que habían sido capturados en la guerra.
Cuando un guerrero capturaba a un enemigo en la batalla, el aprehendido se
convertía en su propiedad personal. Podía utilizarlo para trabajar o venderlo.31
Cuando un guerrero capturaba a un La nobleza. Estaba integra-
enemigo en la batalla, el aprehendido da por el gobernante halach
se convertía en su propiedad personal. uinic y su familia o almehe-
Podía utilizarlo para trabajar o noob. Después del cacique,
venderlo. existían los batahoob o jefes

27
Margadant. pp. 20-21.
28
Soustelle. pp. 168-172.
29
Sodi M; Demetrio. Los Mayas. ed. Panorama. 6a. ed. México, 1987.
30
Ruz Lhullier, Alberto. Los Antiguos Mayas. ed. Fondo de Cultura Económica. 3a. ed. México, 2000. p. 130.
31
Hagen. op. cit. pp. 81-82.

166 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

menores, quienes como jefes locales se encargaban de la administración local de


pueblos y aldeas. Los artesanos. Lo que fabricaban se destinaba al uso y consumo
de la clase gobernante. Se incluyen en este estrato los albañiles, canteros y pintores.
Los plebeyos o ah chembal uinicoob. Eran agricultores y debían tributar al cacique
y ofrendar a los dioses por medio de los sacerdotes.32
Los señores proveían a los pueblos de gobernadores y si les eran adeptos, confir-
maban en sus hijos los oficios; y les encomendaban el buen tratamiento de la gente
menuda y la paz del pueblo, y el ocuparse en trabajar para que se sustentasen ellos
y los señores. El pueblo menudo hacía a su costa las casas de los señores. Todo el
pueblo hacía a los señores sus sementeras, y se las beneficiaban y cogían en
cantidad que les bastaba a él y a su casa; y cuando había caza o pesca, o era tiempo
de traer sal, siempre daban parte al señor, porque estas cosas siempre las hacían en
comunidad. Solían de costumbre sembrar para cada casado con su mujer medida de
400 pies, lo cual llaman hum uinic, medida con vara de 20 pies, 20 en ancho y 20 en
largo.
Los indios tenían la buena costumbre de ayudarse unos a otros en todos sus traba-
jos. En tiempo de sus sementeras, los que no tenían gente suya para hacerlas, juntá-
banse de 20 en 20 o más o menos, y hacían todos juntos por su medida y tasa, la
labor colectiva y no la dejaban hasta cumplir con todos. Las tierras eran de común y
el que las ocupaba las poseía. Se reunían también para la caza de cincuenta en
cincuenta aproximadamente, y asaban en parrillas la carne del venado para que no
se les gastara y llegados al pueblo hacían sus presentes al señor y distribuían el resto
como ami- gos, y lo mismo hacían con la pesca. Las mujeres eran grandes
trabajadoras porque de ellas dependían los mayores trabajos de sustentación de
sus casas, y educación de sus hijos, así como el pago de tributos, además de la
labranza y siembra de sus mantenimientos.33
Durante el período clásico temprano de la cultura maya, que fue del año 250 d.C.
al 600 d.C., se consolidó la estructura económica y social, hecho que permitió la
división del trabajo, el surgimiento de clases sociales y especializaciones de tiempo
completo; la concentración
de poder, así como la Durante el período clásico temprano de la
forma- ción de sacerdocio cultura maya, que fue del año
dedicado a la religión, a los 250 d.C. al 600 d.C., se consolidó la
dioses y a sus ceremonias.34 estructura económica y social, hecho que
Las tierras eran permitió la división del trabajo.
comunes, así que entre los
pueblos no
había términos ni mojones, que los dividieran; aunque sí entre una provincia y otra,

32
Cruz Barney. op. cit. p. 5.
33
Landa. op. cit. pp. 113-134.
34
MNAH. Sala Maya.

167
Sección Artículos de Investigación

por causa de las guerras, salvo aquellas heredades para sembrar árboles frutales, y
tierras que hubiesen sido compradas por algún respeto de mejoría. También eran co-
munes las salinas, que estaban en las costas del mar, y los moradores más cercanos
a ellas, solían pagar su tributo a los señores de Mayapán, con alguna sal de la que
recogían.35

7. El derecho procesal
Los señores regían el pueblo, concertaban los litigios y ordenaban las cosas de sus
“repúblicas”, todo lo cual hacían por manos de los más principales, que eran muy
obedecidos y estimados, especialmente de la gente rica a quienes visitaban; tenían
palacio en sus casas donde concertaban las cosas y los negocios, principalmente de
noche.
Los agravios que
hacían unos a otros,
mandaba satisfacer el
señor del pueblo del
dañador; y si no, era
ocasión y nutrimento
de más pasiones. Y
si eran de un mismo
pueblo lo comunica-
ban al juez que era
árbitro, Y examina-
do el daño mandaba
la satisfacción; y si
no era suficiente, los
Uxmal en tiempos Postclásico (900 dC a

amigos y parientes
del dañador ayuda-
ban a pagar.
La sucesión de de-
rechos, el albaceaz-
go, la administración
de los bienes y su ad-
judicación, se
Halach uinic, el hombre verdadero, era el más grande de los capitanes. llevaba a cabo con la
Fungía como jefe de varias otras ciudades mayas. presen-

35
López Cogolludo. op. cit. p. 180.

168 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

cia, dirección y supervisión de los sacerdotes, de los señores y de los principales de


los pueblos.
Cuando existían sospechas de adulterio, se procedía a las pesquisas, si éstas eran
convincentes, se reunían los principales en la casa del señor y ordenaban la aprehen-
sión y presentación del adúltero, a quien traían atado a un palo y lo entregaban al
marido adulterado para que lo matara o perdonara.
“Los Señores eran absolutos en mandar, y hacían ejecutar lo que ordenaban con
seguridad. Tenían puestos caciques en los pueblos, o una persona principal para oír
los pleitos, y las públicas demandas. El cacique recibía a los litigantes o
negociantes, y entendida la causa de su venida, si era grave la materia, la trataba con
el Señor. Para ver de resolverla, estaban otros “Ministros”, que eran como
“Abogados”, y “Algua- ciles”, y asistían siempre en presencia de los “Jueces”.
Éstos y los Señores podían recibir presentes de ambas partes, los cuales servían de
memorial, y escritura, obser- vándose de tal suerte, que para cualquiera cosa que se
ofreciese, compareciendo ante el Señor había de llevársele algún presente, y hoy día
(1688), lo acostumbran cuando van a hablar a quien reconocen superioridad alguna,
y si no se les recibe, lo sienten mucho y se tienen por afrentados. No acostumbraban
escribir los pleitos, aunque te- nían caracteres con que se entendían, resolvíanse de
palabra, mediante los ministros referidos, y lo que allí se determinaba, quedaba
ratificado y permanente, sin que se atreviesen las partes a obrar contra ello. Pero si
el negocio que se había de tratar era con muchos, hacíanles un convite a todos
juntos, y después comunicaban el intento, a que se seguía determinar la resolución
del negocio.
Para compurgarse, o afirmar alguna cosa, no usaban de juramento, pero en su
lugar echaban maldiciones al que presumían mentiroso, y se creía (que) no mentían
por el temor de ellas.”36
Halach uinic, el hombre verdadero, era el más grande de los capitanes. Fungía
como jefe de varias otras ciudades mayas. Reverenciado como un dios, uno de sus
títulos era El hombre de suprema importancia. Su palabra era definitiva. Constituía
la ley. La justicia maya era expedita y definitiva.

“Trascendió el caso de un indio que fue enjuiciado bajo el cargo de tratar de hacer cir-
cular falsas semillas de cacao como si fueran auténticas. Dentro de una de las casas de
piedra labrada, a un lado del mercado, estaba sentado el indio con las manos atadas a
su espalda. Sobre un estrado cubierto con una estera tejida estaba sentado el juez.
Escu- chó a ambas partes en conflicto: al hombre que había recibido el dinero falso y
al que lo había entregado. Si se le encontraba culpable, quien había entregado el
dinero sería

36
López Cogolludo, fray Diego. Valiéndose de la Relación de Gaspar Antonio Xiu (Indígena Intérprete por
el Rey en el Juzgado Mayor de Yucatán), y siguiendo a Pedro Sánchez de Aguilar. Libro Cuarto, Capítulo
IV. pp. 180-182.

169
Sección Artículos de Investigación

convertido en esclavo. Si lo había hecho circular sin saber que era falso, sólo tendría
que pagar al ofendido.”37

Como observamos en el apartado del derecho penal, los habitantes de Mayapán


apro- vechaban las diversiones del mes tzotz para lanzar inculpaciones y denunciar
críme- nes.38
Todo aspirante a una función importante debía presentar una especie de examen,
respondiendo a preguntas capciosas, llamadas lenguaje de Zuyúa. Entre aquella
clase de dirigentes hereditarios se reclutaban los “Magistrados” y los Jefes
Guerreros, pero, antes que nadie, el primero de todos, el hombre verdadero, el
halach uinic. Ese sobe- rano nombraba gobernadores, los batab, cuya misión era
tanto administrativa, como
judicial y militar.39
Con ayuda de un consejo de nobles y Con ayuda de un conse-
sacerdotes, el ahau dirigía la política jo de nobles y sacerdotes,
interior y exterior del Estado; además se el ahau dirigía la política
le otorgaba el poder de nombramiento de interior y exterior del Esta-
los batahoob, administradores y jueces do; además se le otorgaba
con funciones militares y religiosas, de las el poder de nombramiento
aldeas adscritas a su ciudad-estado. de los batahoob,
administrado- res y jueces
con funciones militares y
religiosas, de las
aldeas adscritas a su ciudad-estado. En cada aldea había un consejo de ancianos.
La selección de los batahoob se basaba en un examen que implicaba el conoci-
miento de técnicas mágicas ligadas a un lenguaje de Zuyúa, que posiblemente haya
sido el lenguaje de los invasores toltecas del siglo X. Como se trataba de
conocimien- tos secretos, transmitidos de padres a hijos, es posible que en este
examen el candi- dato debía ofrecer una prueba de íntima liga con la tradición de
aquellos extranjeros que, después del Viejo Imperio, se establecieron como clase
dominante.
En los procedimientos judiciales mayas, contrariamente al sistema azteca, no
exis- tió el recurso de apelación. El juez local, batab, decidía en forma definitiva y
los tupiles, policías-verdugos, ejecutaban la sentencia inmediatamente, a no ser que
el castigo fuera la lapidación por la comunidad entera. Censurable era la
diferenciación de la pena, según la clase social a la que perteneciera el condenado.40
Las poblaciones secundarias de provincia estaban encabezadas por los batabs,
nombrados por el halach uinic de un patrilinaje noble cercano. Esos jefes menores
gobernaban por intermedio de consejos integrados por hombres ricos y ancianos en-
37
Hagen op. cit. pp. 75-83.
38
Chimay. op. cit. pp. 92-95.
39
Soustelle. op. cit. p. 168.
40
Margadant. op. cit. p. 22.
170 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009
El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

cabezados por un plebeyo importante, escogido cada año entre los cuatro sectores
que formaban cada asentamiento. Además de sus deberes de administrador y
magistrado (juez), el batab era un jefe guerrero.41
Los batahoob ejercían, en sus respectivos distritos, el poder ejecutivo y el
judicial; el batab, en su carácter de juez, sentenciaba a los criminales y resolvía las
causas civiles. Si estas últimas eran de mucha importancia, consultaba al halach
uinic, antes de dictar sentencia.42

8. El derecho de clases 43

La sociedad maya parece haberse dividido en cuatro clases generales: la nobleza (en
maya almenehoob); el sacerdocio (ah kinoob); los plebeyos (ah chembal uinicoob),
y los esclavos (pentacoob).

La nobleza

El Museo Nacional de Antropología e Historia, de la Ciudad de México, en su sala


Maya, informa que en el período clásico temprano, 250-600 d.C. los mayas
adoptaron el uso de títulos para referirse a los altos dignatarios. K’uhul ajau era el
que designa- ba al gobernante de más alto rango, el que ostentaba el poder real.
Otras fuentes lo llaman Halach uinic.
Después del halach uinic venían los batahoob o jefes menores. Éstos eran los
magistrados y jefes locales que administraban los asuntos de los pueblos y aldeas
de- pendientes de la capital de la circunscripción territorial, que gobernaba
directamente el halach uinic. En el Nuevo Imperio, y probablemente en el Viejo
Imperio también, aunque eran nombrados por el halach uinic, pertenecían a la
nobleza hereditaria lla- mada almenehoob, que en maya significa los que tienen
padres y madres. Hasta muy entrado el período colonial español, a los nobles por
herencia los llamaban los espa- ñoles caciques o señores naturales.
Ejercían en sus respectivos distritos el poder ejecutivo y el judicial, y aunque en
tiempo de guerra servían todos bajo un supremo jefe militar llamado nacom, que
des- empeñaba el cargo durante tres años, cada batab mandaba personalmente sus
propios soldados, administraba los negocios del pueblo o aldea que estaba a su
cargo, presidía el consejo local y cuidaba de que las cosas se mantuvieran en buen
estado, además de que la gente cortara y quemara sus campos en las fechas
señaladas por los sacerdotes.
41
Coe. op. cit. p. 205.
42
Morley, Silvanus G. Versión española de Adrián Recinos. La Civilización Maya. ed. Fondo de Cultura
Económica. 1a. Ed. México, 1947.
43
Morley. Ib. pp. 192-202.

171
Sección Artículos de Investigación

Aunque al batab no se le pagaba tributo directamente, estando éste reservado única-


mente para el halach uinic, el pueblo sostenía a los batahoob con lo que sembraba
y hacía. Una de las obligaciones principales del batab era velar porque su pueblo o
aldea pagara puntualmente el tributo que el halach uinic le había señalado.
Había dos clases de capitanes de guerra: unos lo eran por herencia (se supone que
éstos eran los batahoob) y otros, de mucha mayor importancia, eran electos para un
período de tres años. A un “capitán” de esta última clase, se le daba el título de
nacom. Después del batab venían los concejales o mayores, los ah cuch cahoob, en
núme-
ro de dos o tres, cada uno con voto en el gobierno municipal; sin el consentimiento
de los cuales nada podía hacerse; cada uno era jefe de una subdivisión del pueblo o
aldea, una especie de barrio. Los escritores españoles del iglo XVI los comparaban
con los regidores de los ayuntamientos de España, y tal vez podrían compararse con
los aldermen de Estados Unidos de América.
Los ah kuleloob, o delegados, acompañaban al batab a todas partes y con sus
ayu- dantes, portavoces o mensajeros, que ejecutaban sus órdenes, podría
comparárseles a los actuales agentes especiales de policía.
Las obligaciones de los ah holpopoob, los que están a la cabeza de la estera,
parece que consistían en acercar a los señores la gente del pueblo, aconsejar a los
señores en materia de política externa y en lo relativo a las embajadas de otros
estados. Se dice que eran los jefes de las casas donde se reunían los hombres para
tratar de los negocios públicos.
La categoría más baja de funcionarios era la de los tupiles o alguaciles, los
policías ordinarios, que venían al final de la organización encargada del
cumplimiento de la ley.
En el Dintel 32 de Yaxchilán, Chiapas, aparece un detalle de suma importancia,
se encuentra representado el rito de la entrega del poder. El dintel está dedicado a la
memoria de los padres del gobernante de Yaxchilán, llamado Yaxun Balam IV
(Pájaro
Jaguar IV). Los personajes
El Popol Vuh dice que el bulto de poder son sus padres, llamados Itz
se entregaba a los gobernantes. El padre Balam II (Escudo Jaguar II)
sostiene un cetro, con la representación y la señora Ik-Cráneo
de K’awiil, deidad de los linajes y del (Vien- to Cráneo), quien va
plano terrestre. vestida con huipil y capa, y
sostiene un bulto de papel
amate que
contenía los nombres de los dioses. El Popol Vuh dice que el bulto de poder se
entre- gaba a los gobernantes. El padre sostiene un cetro, con la representación de
K’awiil, deidad de los linajes y del plano terrestre. 44 Lo anterior muestra la presencia
de la mujer en los actos políticos trascendentales de los mayas.

44
MNAH. Sala Maya. Dintel 32.
172 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009
El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

Cada estado maya poseía su propia dinastía gobernante y un territorio, más o me-
nos definido, bajo su control. En las guerras, los territorios conquistados no siempre
se anexaban al del vencedor, sino que seguían existiendo como estados autónomos,
a diferencia del Centro de México, donde se desarrolló una unidad política hegemó-
nica que centralizaba el poder y controlaba a los estados conquistados. Por ello, la
historia de los mayas debe entenderse como una compleja red de relaciones
persona- les y familiares establecidas entre dinastías residentes en cada ciudad y en
continua competencia. Se conoce la existencia de al menos cincuenta ciudades
autónomas con su propio K’uhua ajaw, las cuales establecieron vínculos que iban
desde alianzas po- líticas y comerciales hasta alianzas por motivos de guerra.
Fue en el período clásico temprano, que se originó la consolidación de la estruc-
tura económica y social, y surgieron las clases sociales y la concentración del poder;
mientras que en el clásico tardío (600-800 d.C.) tuvo lugar el máximo desarrollo
de las artes y las ciencias. La sociedad fue altamente jerarquizada con presencia de
linajes reales. De esta manera encontramos que era necesario pertenecer a una deter-
minada estirpe noble para obtener y ejercer el poder.
En el clásico terminal (800-1000 d.C.), en la zona central, cesaron las actividades
constructivas y de registros cronológicos. La élite gobernante dejó el poder por
razo- nes, hasta hoy, desconocidas.45

Los Sacerdotes

La clase sacerdotal (ah kinoob) de los mayas ha de haber sido de igual, si no de


mayor importancia, que los señores y jefes menores.

La gente del pueblo

La gran masa del pueblo eran los humildes sembradores de maíz, con cuyo trabajo
se sostenían no sólo ellos, sino también el halach uinic, los señores del lugar
(batahoob) y los sacerdotes. Fueron los constructores de todo. Pagaban el tributo al
halach uinic y daban regalos a los señores de la localidad, también hacían a su
costa, las casas de los señores y vivían en los márgenes de las ciudades.

Los esclavos

En el último peldaño de la escala social se encontraban los esclavos, condición que


podía producirse por haber nacido esclavo, haber sido hecho esclavo por la
comisión

45
MNAH. Sala Maya.

173
Sección Artículos de Investigación

de determinados delitos, por haber sido hecho prisionero en la guerra, por haber
que- dado huérfano, o por haber sido comprado.

9. El Derecho de la guerra
Para las cosas de la guerra tenían siempre dos capitanes: uno perpetuo (cuyo cargo
se heredaba, y otro elegido por tres años. A éste llamaban nacom; durante tres años
no podía tener acceso carnal ni siquiera con su esposa, tampoco podía comer carne;
le tenían mucha reverencia, no se emborrachaba ni trataba mucho con la gente del
pueblo. Pasados los tres años, volvía a vivir como antes. Los dos capitanes trataban
la guerra y ponían sus cosas en orden.
Cada pueblo tenía gente
escogida como soldados, Cada pueblo tenía gente escogida
que, cuando era necesa- como soldados, que, cuando era necesario,
rio, acudía con sus armas; acudía con sus armas; eran llamados
eran llamados holcanes, holcanes, y no bastando éstos, convocaban
y no bastando éstos, con- a todos aquéllos que estuvieran
vocaban a todos aquéllos disponibles.
que estuvieran
disponibles.
Guiados por una bandera alta, salían muy silenciosamente del pueblo para ir a arre-
meter a sus enemigos con grandes gritos y crueldades. Después de la victoria quita-
ban a los muertos la quijada, la limpiaban y se la ponían en el brazo. Si cautivaban
a algún hombre principal, le sacrificaban enseguida, por no dejar quien les dañara
después. Los demás cautivos eran esclavos de quien los prendía. A los holcanes si
no era tiempo de guerra, no pagaban soldada, sólo cuando había guerra recibían
algunas monedas, que salían de las bolsas de sus capitanes y del pueblo, éste
también les proporcionaba comida.
La guerra, por sus altos costos, no duraba mucho tiempo; una vez terminada, los
vencedores cometían grandes vejaciones contra los vencidos, de quienes se hacían
servir y regalar; si alguien había matado a algún “capitán” o señor, era muy honrado
y festejado.46
El nacom electo, además de formular los planes estratégicos de la guerra, era una
especie de Jefe del Estado Mayor, mientras que los batahoob, o jefes hereditarios,
dirigían a sus propios contingentes en la batalla.47
Cuando un guerrero capturaba a un enemigo en la batalla, el aprehendido se con-
vertía en su propiedad personal. Podía utilizarlo para trabajar o venderlo.48
46
Landa. op. cit. p. 130.
47
Ruz. op. cit. p. 132.
48
Hagen. op. cit. p. 81.

174 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

A los mayas les obsesionaba la guerra, los dieciséis estados de Yucatán comba-
tían incesantemente entre sí por diferencias de fronteras y por honores de linaje. Los
holcanes o valientes, eran los infantes, que se protegían con corazas de algodón. Las
hostilidades típicas comenzaban con una incursión, por sorpresa, de guerrilleros en
territorio enemigo, para tomar cautivos, pero la batalla formal se iniciaba con
horrible estruendo de tambores, silbatos, trompetas de caracol y gritos de guerra.
Cuando el enemigo penetraba en territorio que no le pertenecía se sustituía la guerra
formal por la irregular, con emboscadas y toda suerte de celadas. Los cautivos
menores termina- ban en esclavos, los nobles y los jefes guerreros eran
sacrificados.49
El enjuiciamiento y castigo de los prisioneros de guerra se encuentra plasmado,
entre otros vestigios, en las pinturas murales de Bonampak, Chiapas; en las cuales
podemos ver a los soldados vencidos comparecer ante el “capitán” vencedor, hacen
fila en espera del momento de su ejecución. Un prisionero herido, magistralmente
dibujado, se recuesta sobre las gradas, proyectando una perspectiva de tercera
dimen- sión que es única en la pintura precolombina.50
Para la guerra también existían normas: en ningún caso se aniquilaba por
completo a poblaciones ni ciudades, por la pérdida económica que esto representaba
para el vencedor. Sólo ciertos cautivos eran exhibidos de manera humillante,
despojándolos de sus atuendos (lanza dardos, escudo y pectoral de algodón) y
sustituyendo sus ore- jeras de jade por simples papeles, para posteriormente ser
torturados y sacrificados en el juego de pelota, la máxima representación de la
guerra mítica. Un complicado ritual acompañaba a los conflictos bélicos; en él se
mezclaban lo divino y lo profano. El dios representante del planeta Venus era el
regente de la guerra, y es posible que en alusión a ese astro, algunos textos glíficos
hablen de una guerra de las estrellas, para referirse a un enfrentamiento bélico.51
Los yucatecos eran muy esforzados, valientes e industriosos en las guerras, nunca
daban batalla sin hacer primero muchos cumplimientos y ceremonias.52 En este
tenor encontramos el siguiente pasaje que relatan Landa, Chimay y López
Cogolludo:
En el pueblo de Mazanahó se preparaban los naturales para resistir y, en caso
dado, agredir a los españoles.
El cacique de Chetumal convocó a sus aliados y amigos, y deseando saber si
llega- rían a tiempo las fuerzas que debían reforzar a las que defendían el pueblo,
llamó al adivino para consultarle. El adivino (h’naat) tomó una pequeña lámina de
pedernal un tanto transparente, la remojó en un líquido fermentado que llaman
balché, y después de varias palabras a media voz que más parecían murmullos que
voces articuladas, exclamó: Veo venir en tu ayuda y defensa ¡oh batab! A nuestros
valerosos hermanos;

49
Coe. op cit. p. 206.
50
Bonampak, Ruinas arqueológicas de Chiapas, México, 1990.
51
MNAH. Sala Maya. La Guerra.
52
Las Casas. op. cit. pp. 191-192.

175
Sección Artículos de Investigación

Chakan, el del certero brazo y ojo de águila encabeza a los que vienen de Chablé;
veo un gran número por otras direcciones; a Cocom, de indomable patriotismo, y a
Tacú, el de prudente consejo y esforzado corazón. Ya vienen, ya llegan llenos de
cansancio; apresta el férvido balché y el confortante kah para hacerles reparar sus
quebrantadas fuerzas, pero el sol quiere ocultarse y las sombras de la noche harán
que se detengan en el bosque, y los soldados de Dávila tal vez los sorprendan
¡dioses! ¡qué hecatombe de guerreros harían los invasores!
¡Detente sol! ¡Para un instante y la patria aproveche tan esforzados combatientes!
Ya veo que llegarán. Llegarán batab, y la defensa con tan aguerridas huestes será
heroica.
Llegaron los aliados a punto de cerrar la noche y fueron colocados en puestos
avanzados con la orden de guardar absoluto silencio y, en caso de presentarse los
invasores, resistir hasta lo último, con el objeto de dar tiempo a que las familias eva-
cuasen la población. Hicieron frente al enemigo, hasta que adquirieron la
convicción de que habían evacuado las familias del pueblo. Entonces se retiraron
con orden.
En la lucha hubo un incidente que llamó la atención, y fue que en lo más reñido
de ella, un ballestero español que causaba numerosas bajas entre los naturales, se
pro- puso tirar a un indio que igualmente se distinguía por la precisión con que
disparaba las flechas, ocasionando algún daño entre sus contrarios. Ambos valientes
buscábanse en los combates, como deseando realizar un duelo concertado
tácitamente. El indio permaneció como distraído esperando que se disparase la
ballesta para lanzar la fle- cha; el español, creyó verdaderamente la distracción y
disparó la jara; pero con suma rapidez lanzó el indio la flecha, y a tiempo que se oyó
decir al Capitán Dávila: “Guar- daos, Treviño, que estáis herido”, el indio se
arrancaba del pecho la jara castellana exclamando: “No moriré a tus manos, perro
cristiano;” y alejándose algo, se ahorcó con un bejuco.53

Conclusiones
Penal. Entre los mayas no existió la pena de prisión, sí las de muerte, del Talión y
de esclavitud, que eran trascendentales. Diferenciaron el dolo de la culpa.
Neutralizaban al delincuente matándolo o esclavizándolo.
Civil. Conocían los contratos y su formalización. Celebraban las diversas fases
del desarrollo humano. Conocían el divorcio y el repudio. Aplicaban la ley por
igual. Los derechos de la mujer, en ciertos casos, se restringían. No conocían la
usura ni impo- nían pena por deudas civiles.
Laboral. Los trabajadores eran de tres clases: asalariados, siervos y esclavos.

53
Chimay, op. cit. capítulo I; Landa, op. cit. p. 108, y López Cogolludo, op. cit. libro segundo capítulo VII.

176 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009


El derecho maya prehispánico..., pp. 155-178

Agraria. Los regímenes de tenencia de la tierra eran comunales y particulares.


Pública. Las funciones importantes eran desempeñadas por estirpes cerradas y
rígidas.
Judicial. La justicia era expedita y definitiva. Sus procedimientos eran orales, no
se registraron en códices. Contaban con normas claras para la apreciación de la
prue- ba, utilizaron el sistema de la sana crítica o lógico. La sanción era
proporcional al va- lor y al resultado de la prueba. No conocieron los medios de
impugnación. Utilizaron el Derecho para sojuzgar al pueblo.
Estructural. El universo jurídico de los mayas estuvo intensamente influenciado
por su medio ambiente.

Bibliografìa
BASAURI, Carlos. La Población Indígena de México. Tomo II. Editado por la Direc-
ción General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y
el Instituto Nacional Indigenista. Segunda Edición. México, 1990.
COE, Michael D. Los Mayas, Incógnitas y Realidades. Editorial Diana. Tercera Im-
presión. México, 1989.
CRUZ BARNEY, Oscar. Historia del Derecho en México. Editorial Oxford. Primera
Edición. México, 2002.
CHIMAY, Marcos de (Manuel Rejón García). Supersticiones y Leyendas Mayas. La
Revista de Mérida. 1905.” Edición Facsimilar. México, 1981.
DURAND ALCÁNTARA, Carlos Humberto, coordinador; SALCEDO FLORES, Antonio
et. al. El Derecho al Desarrollo Social. Una Visión desde el Multiculturalismo. El
Caso de los Pueblos Indígenas. Editorial Porrúa. Primera Edición. México, 2008.
HAGEN, Victor W. Von. Los Mayas. Editorial Joaquín Mortíz. Décima novena Reim-
presión de la Primera Edición en Español. México, 1987.
LANDA, fray Diego de. Relación de las Cosas de Yucatán. Editorial Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes. Colección “Cien Textos Fundamentales para
el Mejor Conocimiento de México”. Primera Edición. México, 1994.
LAS CASAS, fray Bartolomé de. Los indios de México y Nueva España, antología,
editorial Porrúa, sexta edición, México, 1987.
LÓPEZ COGOLLUDO, fray Diego. Historia de Yucatán. Editorial Academia Literaria,
Colección “Grandes Crónicas Mexicanas”. México, 1957.
MARGADANT’S; Guillermo Floris. Introducción a la Historia del Derecho Mexicano.
Editorial Esfinge. Décima Quinta Edición. México, 1998.
MORLEY, Silvanus G. Versión española de Adrián Recinos. La Civilización Maya.
Editorial Fondo de Cultura Económica. Primera Edición en Español. México,
1947.

177
Sección Artículos de Investigación

RIVA PALACIO, Vicente; Juan de Dios A RIAS, Alfredo CHAVERO, José MaríaVGIL,y
Julio ZÁRATE. México a Través de los Siglos. Tomo I. Editorial Cumbre.
México, 1953.
RUZ LHUILLIER, Alberto. Los Antiguos Mayas. Editorial Fondo de Cultura Económ-
ca. Tercera Edición. México, 2000.
SODI M.; Demetrio. Las Grandes Culturas de Mesoamérica. Editorial Panorama.
Oc- tava Edición en Español. México, 1988.
, Los Mayas. Editorial Panorama. Sexta Edición en Español. México, 1987.
SOUSTELLE, Jacques. Los Mayas. Editorial Fondo de Cultura Económica. Primera
Edición en Español. México, 1988.

178 alegatos, núm. 71, México, enero/abril de 2009

También podría gustarte