Supervivencia 1

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SUPERVIVENCIA

SUPERVIVENCIA DEPORTIVA Y SUPERVIVENCIA REAL.


La supervivencia deportiva es un deporte de aventura con múltiples facetas, ya que requiere conocimientos de técnicas de
variadas disciplinas (orientación, escalada…) y del medio (botánica, meteorología…) que nos permitan desenvolvernos en
la naturaleza, reconocer y aprovechar sus recursos y evitar sus peligros. La práctica de este deporte fortalece el cuerpo y la
mente y aumenta la seguridad de improvisación, de lucha por la existencia y nos prepara para una situación de
supervivencia real.
La mayoría de nosotros tal vez jamás tendremos que enfrentarnos a tales circunstancias, pero tal vez sí. Pero los beneficios
que proporciona nos ayudarán a enfrentarnos a la lucha por la vida en nuestra sociedad consumista depredadora. Por otro
lado, cualquiera que practique montañismo puede verse incomunicado en medio de ninguna parte por un brusco cambio de
tiempo, los trekkings a zonas salvajes y apartadas están cada vez más de moda, con el riesgo de perderse o tener un
accidente, aunque sea mínimo, siempre presente, y millones de personas viven en zonas con peligro de inundaciones o
terremotos. Incluso en la era de las telecomunicaciones, cuando el globo terrestre está fotografiado y cartografiado, existen
zonas salvajes a las que nuestra civilización no ha llegado. Pero nadie está totalmente preparado para enfrentarse al
violento choque mental y emocional que supone encontrarse abandonado y solo en un lugar remoto. Las técnicas de
supervivencia nos ayudarán a vencer el miedo, pero el peor enemigo está dentro de nosotros mismos: Pánico, soledad,
desesperación…, y para vencerlo hay que reconocer cómo funciona.
El poder está en la voluntad.
Debemos tener en cuenta que una situación de supervivencia es una prueba de resistencia. Y en este tipo de pruebas el
músculo que jamás debe fallar es el de la voluntad. Voluntad de vencer, voluntad de sobrevivir, este es el factor más
importante. Al final todo se reduce a una actividad psicológica fuerte que nos permita enfrentarnos sin desfallecer a la
desesperación, la angustia, el tedio, el hambre, la fatiga… Si no estamos mentalmente preparados para enfrentarnos con lo
peor tendremos pocas posibilidades de sobrevivir.
Aliado y enemigo: Miedo y pánico
Es imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado y perdido lejos de la civilización. El miedo es una reacción
natural de todos animales frente a elementos hostiles, una descarga de hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y
prepara el cuerpo para luchar o huir. En este sentido, el miedo es sin duda, beneficioso. La cara oscura del miedo es el
pánico. El miedo descontrolado e irracional, jamás debemos caer el. El pánico es destructivo, conduce a la desesperación,
impide analizar la situación con claridad y tomar decisiones positivas. Conocer las técnicas de supervivencia inspira
confianza y es un paso importante para evitar sucumbir al pánico. Por otro lado, debemos concentrar nuestro pensamiento
en el análisis de la situación y las tareas que debemos realizar para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia y
eliminar de inmediato cualquier pensamiento autocompasivo o de desesperación.
Los enemigos silenciosos: soledad y tedio.
La soledad y el tedio llegan de manera gradual una vez que el individuo, realizadas las tareas inmediatas, se sienta a
esperar y la mente comienza a divagar y a jugarnos malas pasadas. Con ellas aumenta la depresión y disminuye la
voluntad de sobrevivir. Se combaten de la mima manera que el miedo y el pánico: manteniendo la mente ocupada. Siempre
existen tareas que realizar para aumentar las probabilidades de ser rescatado (preparar fogatas, señales…) o simplemente
para estar más cómodos (construir un refugio…). Analícense los peligros o emergencias que nos puedan sobrevenir y
prepárense los planes para afrontarlos. Es buena idea elaborar un programa de actividades que nos imponga disciplina al
cuerpo y la mente y llevar un diario. Evita en lo posible dejar que tu mente comience a desobedecerte y a hundirte en la
desesperación, cualquier cosa en buena con tal que nuestra mente y nuestra actitud no zozobre.
La mejor arma: Estar preparados.
Indudablemente, nadie espera encontrarse en una situación de este tipo, pero si viajamos por zonas deshabitadas, el
riesgo, aunque sea mínimo siempre está presente. La regla principal que todo el mundo debe seguir es informar alguien de
cual va a ser nuestro itinerario. De esta manera aumentan nuestras posibilidades de ser rescatados con brevedad. Llevar un
equipo de supervivencia en nuestra mochila, un manual de supervivencia y conocer las técnicas que nos ayudarán a
sobrevivir proporciona una gran ayuda psicológica. Por otro lado, una vez extraviados, siempre hay que prepararse para el
supuesto que pasaremos un largo período de tiempo en el que tendremos que seguir vivos, incluso aunque hayamos
informado de nuestra ruta. Normalmente es mejor permanecer al lado del vehículo accidentado, si nos alejamos de la ruta
que habíamos trazado para nuestro viaje tendrán más dificultades para rescatarnos. No debemos olvidar que el momento
más duro para nosotros será cuando el avión o el barco se aproximen a nosotros y pase de largo. Supondrá una dura
prueba psicológica; la desesperación y el abatimiento en estos casos son naturales, pero debemos luchar contra ellos y
pensar que ya pasará otro. Si nos están buscando, antes o después pasará volverán. La preparación física también es
importante. Lógicamente tendrá mas posibilidades de sobrevivir quien esté en buenas condiciones físicas que quien no lo
esté. Pero el riesgo no se encuentra en estar en baja forma, si no en ignorarlo. Debemos valorar nuestra fuerza y
resistencia de forma realista, sin dejarnos influir por las marcas de nuestra juventud. Hay que tener la sensatez de adecuar
nuestras actividades a lo que somos capaces de hacer. Acometer empresas que luego no podremos terminar sólo sirve
para derrochar una energía muy valiosa que nos invada la desesperación.
Cómo actuar.
Tener un plan de acción aumenta nuestra confianza y mantiene nuestra mente ocupada. Los siguientes puntos nos pueden
ayudar a elaborarlo.
1. Análisis de la situación, Se debe analizar la situación para organizar un plan. Quizá hay heridos, o me amenaza algún
peligro. Tener agua y alimentos es importante, igual que poder obtenerlos por los alrededores. A la hora de trazar un plan
hay que establecer prioridades. Hay que tener en cuenta los peligros del entorno y como evitarlos. En ocasiones,
dependiendo de cada situación concreta, habrá que alterar el orden de las prioridades o sustituir unas por otras. Por
ejemplo:
- Prestar primeros auxilios
- Preparar las señales
- Abastecerse de agua
- Procurarse un refugio
- Abastecerse de comida
- Prepararse para desplazarse (normalmente suele ser mejor permanecer al lado del vehículo accidentado.
Es útil preparar un inventario del material, el agua y la comida de la que disponemos y preparamos para abastecernos por
nuestros propios medios de estos últimos antes de que se agotan las reservas.
2. No tener prisa: Salvo en los casos de emergencia médica, la conservación de nuestra energía es un factor importante
que el tiempo. Por otro lado, el agotamiento por una actividad física sin un objetivo preciso provoca una situación de
desamparo que socava nuestra moral. Por ello, todo lo que hagamos tiene que responder a un plan y un objetivo preciso.
3. Recordar dónde te encuentras: Probablemente tendremos que alejarnos del lugar del accidente o de nuestra base de
refugio para explotar los alrededores. En estos casos hay que tomarse un tiempo en analizar los rasgos del paisaje y hacer
un mapa mental del lugar. Debemos marcar el camino para volver sobre nuestros pasos y no perdernos, pues el golpe
psicológico que provoca esta situación es durísimo.
4. Dominar el miedo y el pánico: Hay que mantener la mente ocupada con estas medidas. Debemos ser optimistas y confiar
en ser rescatados, pero también debemos prepararnos para afrontar futuros problemas.
5. Improvisa: En una situación de supervivencia siempre hay algo que hacer. Utilizar nuestra inventiva y creatividad
aumenta nuestra confianza.
6. Valora tu vida: Si perdemos la voluntad de sobrevivir, el deseo de mantenernos con vida, el conocimiento de estas
técnicas es inútil. No debemos correr riesgos innecesarios que puedan provocarnos un accidente.
Circunstancias personales.
Las personas que emprenden viajes, especialmente si van a zonas alejadas o peligrosas, deben tener en cuenta sus
necesidades personales. Diabéticos, alérgicos, etc. Deben incluir sus medicamentos en el equipaje. También deberían
llevar unas gafas de repuesto quienes las necesiten. Cada uno debe conocer sus circunstancias y prepararse para
afrontarlas.

¿QUE HACER SI NOS PERDEMOS?


Todo aquel que se aventure a una zona remota o desconocida debe tener la precaución de procurarse al menos una brújula
y mapas de la zona. Tampoco está de más un altímetro y un podómetro.
Hay que señalar en el mapa el recorrido y relacionarlo con los accidentes geográficos más significativos (ríos, arroyos, picos
de montañas, costas, etc.) Es bueno hacerse una imagen mental de todo ello.
El miedo es una reacción natural cuando nos perdemos, pero hay que evitar a toda costa que degenere en pánico. Cuando
alguien se da cuenta de que se ha perdido, normalmente no está muy lejos del camino correcto, pero si comienza a ir de un
lado hacia otro, a desplazarse de una manera irracional, agravará su problema. La primera acción, cuando notamos que
nos hemos perdido, debe ser sentarse y reflexionar tranquilamente buscando los indicios y señales que nos ayuden a
situarnos.
Cuando volvamos a movernos para buscar la ruta correcta, debemos dejar algún tipo de marca en el terreno para
asegurarnos de no dar vueltas en círculo inútilmente (filas de piedras o ramas que indiquen nuestra dirección, cortes en
ramas o troncos, etc.)
Si el terreno lo permite, podemos subir a un punto elevado desde el que se domine la zona y buscar los accidentes
geográficos más notables. Si tenemos un mapa y los localizamos en él, no tendremos problema para situar nuestra
posición. Si no tenemos un mapa, quizá podamos identificar algún rastro característico del terreno que hayamos visto antes
de perdernos. Si tenemos con qué, podemos dibujar un pequeño mapa de lo que vemos.
Si sospechamos que estamos muy cerca del camino correcto, debemos buscar una roca, un árbol, u otro accidente cercano
que se vea bien desde los alrededores y dar vueltas en torno a él haciendo una espiral cada vez mayor hasta que demos
con nuestro camino.
En caso de haber sufrido un accidente con un vehículo en una zona remota, debemos valorar qué nos conviene más:
esperar a los equipos de rescate al lado del vehículo, que por otra parte nos ofrecerá refugio, o desplazarnos buscando
ayuda. Normalmente la primera opción es la más acertada, pues los equipos de salvamento verán mejor a un vehículo que
a un hambre vagando solo.
En todo caso, y aunque decidamos esperar a los equipos de rescate, debemos explorar los alrededores en busca de
recursos (agua, alimento, leña…) Sería trágico padecer de frío por no saber que a 500m había un refugio de montaña.
Cuando abandonemos el refugio para explorar los alrededores debemos prestar mucha atención al paisaje, girarnos de vez
en cuando para ver cómo es en la dirección de vuelta y dejar marcas bien visibles para poder regresar.
Aumentaremos nuestras posibilidades de rescate si preparamos señales que los equipos de rescate puedan ver desde el
cielo. Debemos tener preparadas hogueras para encenderlas al mínimo indicio de que se acerca un avión o un helicóptero.
Echando hierba húmeda por encima o incluso aceite del vehículo obtendremos una columna de humo visible en la distancia.
También podemos escribir SOS en el suelo con rocas o con surcos de tierra si lo hacemos en una pradera. Estas señales
deben ser lo más grandes posible para que se vean bien desde el cielo.
Si abandonamos el vehículo para buscar ayuda por nuestra cuenta, no debemos olvidar nuestra dirección por si los equipos
de recate lo localizan.
En el caso de que nuestra situación sea extrema, no sepamos como orientarnos ni
veamos la posibilidad de ser rescatados, no debemos desesperar. Busquemos una
fuente, un arroyo, nos conducirá a un río cuyo curso nos llevará antes o después, a
una zona habitada.
TÉCNICAS DE ORIENTACIÓN.
Cómo orientarse sin mapa ni brújula. Existen varios métodos que nos permiten
encontrar el norte con mayor o menor precisión cuando carecemos de brújula. Las más eficaces son probablemente, el reloj
cuando es de día y las estrellas de noche y con el cielo despejado.
Método del reloj. Podemos valernos de un reloj de agujas y de la posición del sol para encontrar el norte con facilidad.
Para ello debemos conocer la hora solar, el hemisferio, la franja horaria, y el trópico en que nos encontramos. La franja
horaria es dos horas menos en horario oficial de verano y una hora menos en invierno.
En las zonas templadas del hemisferio norte, si alineamos la aguja horaria con el sol, en la bisectriz que forma esta con la
cifra 12 del reloj se encuentra siempre al sur.
En las zonas templadas del hemisferio sur es la cifra 12 la que debe apuntar hacia el sol, y en la bisectriz que forma con la
aguja horaria, se encuentra el norte.
Por las estrellas. Por la noche si está despejado, guiarse por las estrellas es eficaz y sencillo.
En el hemisferio norte del planeta, la estrella polar indica siempre el norte.
Este menor y, a pesar de que en casi todas las ilustraciones se muestra como
una estrella muy brillante, su luz es tan pálida que con frecuencia no es fácil
de ver. No obstante, es sencillo guiarse por la Osa Mayor para localizar el
punto donde se encuentra la estrella
polar: Para ello solo tenemos que
prolongar cuatro veces la distancia
que separa las dos estrellas frontales
de la Osa Mayor.
En el hemisferio sur debemos buscar la “Cruz del Sur”, una constelación en forma
de rombo o cometa. Si prolongamos la longitud de la cometa cuatro veces y
media, el punto imaginario que localicemos indicará siempre el Sur.
Por el Sol. La salida y la puesta del sol también son una referencia: A todos nos han enseñado que el sol sale por el este y
se pone por el oeste: Sin embargo sólo lo hace por el punto exacto en los equinoccios, o sea, alrededor del 21 de marzo y
del 23 de septiembre y si nos encontramos en terreno llano: El resto del año y rodeados de cadenas montañosas, la
referencia es solo aproximada.
Por la Luna. La luna puede proporcionarnos también una aproximación de los puntos cardinales. Cuando está en creciente,
las puntas señalan hacia el este y cuando está en menguante, hacia el oeste. Si tenemos dudas para saber cuando está de
una u otra forma, pensemos en que la luna “miente”. Cuando tiene forma de C de creciente, en realidad está menguando.
Con la sombra de un palo. Si clavamos un palo en el suelo, marcamos el extremo de la sombra, dejamos pasar quince
minutos y volvemos a marcar el nuevo extremo de la sombra, al unir estos dos puntos, la línea que obtenemos nos indicará
el este y el oeste (el primer punto el este y el segundo el oeste). Al trazar una perpendicular tendremos el norte y el sur.
Este sistema solo nos permite tener una referencia aproximada. Cuanto más tiempo dejemos pasar entre la primera y la
segunda marca y más próximos nos encontremos al medio día, más aumentará su precisión.
Existe otro método pero limitado al medio día.
Clavamos en un terreno llano un palo que proyecte una sombra de unos 30 ó 40 cm. Y
marcamos el extremo de la sombra. A continuación, con un cordón de un zapato, una rama u
otro método improvisado, trazaremos una semicircunferencia usando como radio la longitud de
la sombra. Ahora debemos esperar el movimiento del sol. La sombra se irá siendo más
pequeña a medida que nos acercamos a las 12:00 h. Momento en que alcanzará su menor
tamaño para después volver a crecer. En el punto en el que la sombra vuelva a alcanzar la
semicircunferencia pondremos una marca. Al unir las dos marcas trazaremos una línea oeste
(primera marca) – este (segunda marca). En la perpendicular se encontrarán el norte y el sur.
Signos naturales. Existen indicios en la naturaleza que pueden darnos pistas sobre la dirección que llevamos. No son muy
precisos, pero en circunstancias excepcionales pueden impedir que perdamos el tiempo dando vueltas en círculo.
En el hemisferio norte los musgos crecen en las zonas más sombrías y húmedas de los troncos, que suelen corresponder a
la cara norte. Si bien esto puede variar localmente a causa de un microclima particular.
También en las montañas reciben menos sol las laderas orientadas la norte, por lo que suelen ser más húmedas, de
tonalidades más frías y retienen la nieve por más tiempo.
Los anillos de crecimiento de los árboles suelen estar más desarrollados del lado que reciben más sol, aunque pueden
darse factores que alteren este desarrollo.

CONSTRUCCIÓN DE UN REFUGIO.
La función principal de un refugio es de protegernos de los peligros del medio ambiente. Un calor extremo puede producir
un síncope o un golpe de calor; por el contrario, el exceso de frío puede producirnos hipotermias y congelaciones. En las
zonas pantanosas nos pueden devorar los mosquitos y si nos humedecemos demasiado mientras dormimos podemos
contraer una neumonía, aparte de la incomodidad, la ausencia de descanso y el golpe contra nuestra moral que esto
supone.
Un buen refugio, además de protegernos de los elementos anteriores, proporciona comodidad, seguridad y firmeza
psicológica.
El tipo de refugio que construyamos dependerá de nuestras necesidades, del tiempo que vamos a permanecer en ese lugar
y de las herramientas de las que dispongamos. Siempre deberíamos incluir en nuestro equipaje al menos una navaja, un
cuchillo de monte y un lámina de plástico de 2x2 metros o similar que ocupa y pesa poco y nos proporciona un techo
impermeable. Si el peso no importa, también podemos incluir un hacha pequeña o un machete.
Emplazamiento. Evidentemente buscaremos en lo posible un lugar seco y al abrigo del viento, lejos de aguas estancadas o
pantanos para evitar los mosquitos, aunque una fuente cercana o un pequeño curso de agua, sería ideal.
Es aconsejable, para minimizar los riesgos, huir de las orillas de los ríos, pues puede sorprendernos una crecida, incluso en
tiempo soleado, por la rotura de una presa formada de manera natural a causa de la acumulación de ramas. Lo mismo se
puede decir de los cauces secos de los ríos, que con una tormenta pueden convertirse en torrentes antes de que nos
demos cuenta.
También se desaconseja acampar bajo los árboles por el riesgo de que nos caiga una rama encima. Muchas veces esta
norma puede ser pasada por alto puesto que los árboles pueden protegernos del rocío, pero si se va a hacer esto hay que
fijarse bien que el árbol no tenga ramas sueltas que supongan un riesgo. Evita también los lugares con peligro de
desprendimiento de rocas o riesgo de aludes o avalanchas.
Es importante prestar atención a los alrededores para no darnos cuenta, una vez terminada nuestra construcción, que
tenemos un hormiguero o un avispero como vecinos.
Tipos de refugio.
Vehículo. Si nos encontramos en una situación de supervivencia real por haber sufrido un accidente y nuestro vehículo aún
está habitable, se puede construir un buen refugio. De lo contrario prestemos atención del material que lleva dentro y que
nos puede ser útil. Los periódicos son un buen aislante; si disponemos de ellos utilicémoslos para cubrir las ventanas y
protegernos del frío. Si necesitamos hacer fuego y no disponemos de cerillas ni mechero podemos empapar con gasolina
un trozo de tela, de papel, de esponja de los asientos, etc. Y hacer chispas sobre él cruzando los terminales de la batería.
Si quemamos o añadimos aceite de motor al fuego conseguiremos humo negro y denso excelente para hacer señales.
Refugios naturales. Son refugios cuya construcción requiere poco o ningún esfuerzo por nuestra parte. Se improvisan en
hendiduras y oquedades de rocas, cuevas, formaciones del terreno y de la vegetación. Una hendidura en una pared rocosa
que nos proteja de la lluvia y el viento y no ofrezca riesgos de desprendimientos es ideal. Sólo tendremos que preocuparnos
por construir un lecho seco y confortable.
Refugios improvisados. Son los que construimos con los materiales que encontramos en la naturaleza o que llevamos en
nuestro equipaje.
Refugio con una lámina de plástico. Si disponemos de una lámina de plástico suficiente
grande podemos improvisar un refugio tendiendo una cuerda entre dos árboles y colocando
la lámina como una tienda de campaña clásica. En los extremos envolveremos unas
piedras que luego sujetaremos con unas orquillas de madera o las anudaremos y las
afirmaremos con cuerdas o piquetas improvisadas con unos palos de madera resistente. Si
cavamos una zanja alrededor evitaremos que se nos
acumule el agua en caso de tormenta.

Refugio con un bote salvavidas. Si se tiene un bote salvavidas, éste vuelto al revés y
elevado por un lateral con ayuda de unos palos sustituye un refugio excelente.

Cobertizo. Es probable el más clásico de los refugios de supervivencia. Utiliza un armazón de madera, pero si utilizamos
uno o dos árboles como columnas nos ahorraremos mucho trabajo y el refugio ganará en solidez. En climas fríos
utilizaremos un fuego para calentarnos y un reflector e troncos detrás para aprovechar
mejor el calor. Por ello es importante tener en cuenta la dirección de l viento si no
queremos terminar ahumados. El techo lo cubriremos de materia vegetal. En algunas
zonas es fácil encontrar grandes hojas con las que construir un techo impermeable
ensamblándolas a modo de tejas. También se pueden improvisar tejas con trozos de
corteza. Si no, un techo de hierba seca y paja, si es lo suficientemente grueso,
también nos proporciona cierta impermeabilidad.
Refugio con un árbol caído. Hay que cortar algunas ramas para hacer una oquedad
en la copa caída. Es un refugio acogedor y, si el árbol es frondoso, nos protegerá del
viento, pero no de la lluvia.

Refugio con soporte de ramas en forma de A. Es otro refugio clásico y que ofrece mayor
abrigo que el cobertizo. Se construye con armazón de palos que adoptan la forma de una
tienda de campaña tradicional o de una A. Se cubre con una capa de hojas grandes a modo
de tejas, y por encima de éstas una capa de hierba, hojarasca, ramas que no perforen las
tejas para evitar que el viento nos levante el techo.
Refugio de tronco. Es un tipo de refugio únicamente apropiado para pasar cortos periodos de tiempo porque no suele ser
muy cómodo, a no ser que el tronco posea un gran diámetro. Consiste en un sencillo cobertizo que se realiza apoyando una
serie de ramas sobre un tronco caído y cubriéndolas con los materiales indicados.
El lecho.
Es una parte fundamental de nuestro refugio. Debe ser blando, seco, horizontal y caliente (excepto en los desiertos, que
será fresco). Esto lo lograremos escogiendo bien el emplazamiento (huir de zonas con humedad), quitando los palos y
piedras que pueda haber en el suelo, y aislándonos bien de la hojarasca, helechos, ropa, etc.
Refugios para condiciones especiales.
Desiertos cálidos. La función del refugio en el desierto es la de protegernos del sol y
del calor. Otros factores importantes son las tormentas de arena y en ocasiones las
frías temperaturas nocturnas. Se recomienda enterrarse en la arena para minimizar
las pérdidas de agua y protegerse del sol. También podemos cubrirnos con una tela si

disponemos de ella.
Para construir un refugio o desplazarse, se deben escoger las horas más frescas del
día, al amanecer o al atardecer.
La temperatura suele ser varios grados más baja a unos centímetros por debajo del
suelo, por lo que excavaremos un hoyo y cubriremos con una tela o el material que
dispongamos y que nos ofrezca sombra.
Zonas frías y de montaña.
Cuando el frío se acerca a valores extremos, el refugio se convierte en el elemento del que dependerá nuestra
supervivencia, y su construcción pasa a ser la principal prioridad.
No debemos olvidar que el viento agrava los efectos negativos del frío.
El propósito fundamental del refugio en zonas frías es retener nuestro calor y el producido por otras fuentes de calor que
podamos emplear. Para esto es necesario que no haya corrientes de aire y que el refugio no sea grande en exceso. Un
refugio pequeño es más caliente y da menos trabajo que uno grande.
Cueva de nieve. Después del iglú, probablemente sea el mejor refugio para zonas frías. Se necesita una pala u otro
utensilio improvisado (un plato, un palo…) con el que cavar donde hay nieve amontonada.
Debe excavarse una cueva pequeña (cuanto más grande más difícil será de calentar) con un lecho a unos 40 cm por
encima del nivel del suelo, y si se desea, también podemos añadir una plataforma para cocinar
en un hornillo 30 cm más alta. No debemos olvidarnos de practicar un agujero de ventilación en
la parte de arriba y otro en el bloque de hilo o nieve compactada que sirva de puerta. La pala
debe guardarse dentro por si es necesario utilizarse para salir de la montaña. Encendiendo una
vela en el interior de este refugio conseguiremos que la temperatura aumente varios grados.
Trinchera. Si no existe suficiente nieve para excavar una cueva, se puede hacer una trinchera y cubrirla con bloque de
nieve compactada o el material que se tenga a mano.
Cobertizo. En las zonas donde no hay mucha nieve y tenemos madera abundante, podemos
construir un cobertizo clásico con el lado inclinado apuntando en la dirección de viento.
Haremos un fuego y colocaremos un reflector de troncos o piedras que refleje el calor hacia
nosotros.
Iglú. Es el mejor refugio contra el frío. Sin embargo requiere de un previo apredizaje de la técnica, de herramientas, (como
mínimo un cuchillo) y de varias personas para realizarlo. Sólo merece el esfuerzo si vamos a pasar bastante tiempo en ese
lugar.
Selva tropical. Debido a la gran abundancia de mosquitos, todo el que se disponga a atravesar una selva deberìa uncluir
en su equipaje una tela mosquitera. Una hamaca ligera y aislada del suelo. Si no disponemos de ella quizá tengamos un
material con el que improvisarla (tela de paracaídas, una manta, etc…) Un techo sobre nuestra hamaca o nuestro lecho nos
protegerá de la lluvia.
El refugio con soporte de ramas en forma de A es muy indicado para protegernos de la lluvia.
Plataforma con tela mosquitera. Este refugio nos aisla del suelo y nos protege de los insectos.
Si se le añade un techo nos protegerá además de la lluvia. El lecho lo cubriremos con hojas de
palmera u otra materia vegetal.

EL FUEGO.
En zonas frías, nuestra vida puede depender de nuestra capacidad para encender y mantener un fuego. Sin llegar a esos
extremos, podremos necesitar fuego para secarnos, calentarnos, hacer señales a los equipos de rescate y cocinar
eliminando los posibles gérmenes y parásitos de nuestros alimentos.
También, como excursionistas, podemos sentirnos tentados a sentarnos bajo una hoguera bajo las estrellas. En este caso
se deben tener en cuenta la leyes que regulan estas prácticas en las diferentes zonas. En ciertos lugares, esta práctica es
severamente penalizada durante los meses más calurosos.
En cualquier caso, no se debe olvidar que un fuego es muy peligroso, se deben seguir todas las normas de seguridad:
- No hacer hogueras más grandes de lo necesario, son más difíciles de controlar y de mantener.
- Eliminar las ramas pequeñas y todo material combustible en un radio de dos o tres metros alrededor del fuego.
- No hacerlo cerca de la maleza o ramas bajas.
- Tener siempre cerca un recipiente con agua y/o una rama frondosa para apagarlo rápidamente si es necesario.
Siempre debemos llevar en nuestra mochila o equipaje, especialmente si vamos a atravesar montañas inhóspitas, un
encendedor o cerillas en un recipiente impermeable (una caja de carrete fotográfico por ejemplo) o impermeabilizadas (con
esmlate de uñas o parafina). Si así lo hacemos, nuestras posiblidades de supervivencia aumentarán y no tendremos que
preocuparnos de hacer fuego con medios improvisados.
Preparar, encender y mantener el fuego.
Antes de nada debemos decidir donde lo ubicaremos, prestando atención al viento, a la vegetación y preparar el lugar
teniendo en cuenta las precauciones que ya hemos mencionado antes.
Es buena idea excavar un hoyo de unos 10 ó 15 cm y rodearlo con piedras para alojar en él la hoguera. Cuando
deshagamos el campamento, taparemos las cenizas con la tierra que sacamos, devolveremos la piedras a su sitio y
dejaremos todo de manera que nadie pueda notar que hemos estado allí. Esta norma es bueno seguirla así se haga o no
fuego.
Hay que buscar el material combustible: ramas secas de diferentes grosores, la más menuda para encenderlo y la más
gruesa para mantenerlo. No será difícil de encontrar en zonas boscosas y con tiempo seco. Las crecidas acumulan ramas
en las orillas de los ríos y en ocasiones las convierten en un auténtico filón. Las ramas más bajas de los árboles están con
frecuencia secas y se rompen con facilidad. En este caso de tiempo húmedo debemos buscar en los huecos de los troncos
secos, que proporcionan madera podrida que arden bien, en zonas resguardadas al lado de rocas, caminos, grutas. Si no
ha llovido demasiado, quizá logremos madera seca simplemente descortezando las ramas húmedas. Si no, tendremos que
coger las ramas gruesas y cortarlas en pedazos longitudinales para aprovechar las astillas secas que obtengamos.
Pondremos la madera húmeda a secar cerca al fuego.
Para prender el fuego usaremos al principio leña más fina que dispondremos en forma de cobertizo con ayuda de una roca
o un tronco para que el aire circule bien y se inflame rápido. Por encima de la leña fina podemos hacer astillas, la más
gruesa con ayuda de un cuchillo.
En la base del cobertizo habremos puesto la “yesca”, que es el material inflamable que encenderemos. Consistirá en
hojarasca, hierba seca, ramitas resinosas de pinos, sus hojas o agujas, su resina. La madera podrida es una buema yesca
en tiempo húmedo, pues suele ser fácil arrancar las partes externas de los troncos para alcanzar las zonas interiores secas.
Algunos frutos secos, como las nueces, poseen un aceite que las hace inflamables y arden lentamente. Especialmente útil
es la corteza de abedul cortada en tiras, pues se inflama rápido, y arde despacio y con buena llama. Se puede incluso,
hacer una antorcha improvisada enrrollando una tira de corteza a una vara.
En los lugares donde no hay leña el hombre recurre a otro tipo de combustibles. En los desiertos se queman los
excrementos de los camellos; y en las zonas polares, la grasa de las focas y otros animales.
Tipos de leña.
No todas las leñas arden igual, desprenden el mismo calor , las mismas llamas ni forman una brasa duradera. Cada madera
tiene sus propias características.
Leñas duras: dan poca llama, pero su calor lento y prolongado las hace excelentes para la cocina y la calefacción.
Leñas tiernas: se consumen rápidamente con llamas continuas; resultan, por lo tanto excelentes maderas para encender o
iluminar.
Leñas resinosas: sus ramas de madera, dura son un coombustible mejor que su tronco, de madera más tierna. Arden co
nuna llama viva, pero poco duradera. A menudo desprenden in fuerte humo.
Fuego con métodos improvisados.
Lo mejor es no cometer el error de no llevar una reserva de cerillas o un mechero. Pero si nos vemos en estos medios
convencionales para encender un fuego existen otros sistemas improvisados, unos sencillos y efectivos y otros más
complicados si no tenemos práctica. En estos casos se hace especialmente importante tener preparada suficiente yesca,
leña fina y seca para no desperdiciar ni una llama que puede habernos costado mucho esfuerzo conseguir. Suele ser
efectivo soplar suavemente cuando aparece el primer puntito rojo para avivar la llama. Los métodos son los siguientes.
Las lentes. Una lupa o las lentes de una cámara fotográfica, los prismáticos o determinadas gafas son un medio efectivo
para encender un fuego, pero no nos servirá si no hace sol. Prepara primero una buena yesca que prenda con facilidad y
apunta hacia ellas el punto de luz más potente.
Pedernal y eslabón. Es un buen sistema que funciona el cualquier ciecunstancia. Sino disponemos de pedernal podermos
probar con una piedra dura (hay que probar hasta que encontremos una que desprenda buenas chispas, y entonces
guardarla para otras ocasiones). Sostendremos el pedernal cerca de la yesca y lo golpearemos con un tronco de acero,
como puede ser la hoja de un cuchillo, tratande de dirigir la chispas hacia la yesca.
Arco de rodamiento indio. Es un conocido sistema de fricción de aire muy aventurero, pero si no
sabemos escoger la madera que vamos a usar lo más probable es que no logremos encender el
fuego.
Consiste en girar répidamente una vara con ayuda de un arco sobre otro trozo de madera.
Construitemos el arco con un rama flexible y un cordón cualquiera. Si queremos que el método
funcione debemos frotar madera blanda contra madera dura. En cualquier sistema de fricción de
madera, si obtenemos un polvillo negro, como de carbón, habremos acertado con la madera
adecuada, en cambio si obtenemos un polvo basto y arenoso, desechémosla y busquemos otra.
Cuando empiece a salir humo se añade la yesca bien compactada para que la brasa se propague con facilidad y se sopla
con suavidad mientras se continúa frotando para lograr la llama.
Método de la sierra. Es un método propio de la jungla, y consiste en usar una madera blanda,
normalmente bambú para “serrar” (efectuaremos un movimiento de sierra) otra dura, frecuentemente
cáscara de coco. Como yesca se emplea la fibra algodonosa de la base de las hojas de cocotero, el
recubrimiento piloso marrón de algunas palmeras o la membrana que encontraremos dentro del
bambú.

Método de la correa. Usaremos una tira de ropa u otra fibra fuerte y una rama de madera blanda.
Elevaremos la rama ligeramente colocándola sobre una piedra y tiraremos alternativamente de un
extremo y del otro para producir la fricción. Previamente habremos colocado la yesca debajo de la
rama, tocando a la correa.

Otro métodos. Podemos emplear una batería para hacer chispas uniendo los cables de ambos polos.
También, en teoría, es posible fabricar una lente con un pedazo de hielo que labraremos con un cuchillo y terminaremos
dando forma con las concavidades de la manos. Aunque si el frìo es intenso el riesgo de congelación de nuestras manos
puede se demasido alto. También es posible usar un objeto cóncavo para hacer la lente, vetiendo
agua sobre él y dejando que se congele. Si hacemos dos, podemos pegarlos con un poco de
agua que, si el frío es intenso, se congelará enseguida. En ocasiones, echar unas gotas de
gasolina o alcohol sobre la yesca puede facilitar la inflamación, pero no hay que empaparla
completamente.
Si usamos gasolina u otro combustible en un recipiente para calentarnos, hay que tomar en
cuenta que existe un riesgo potencial de accidente. Nunca agreguemos combustible hasta que la
llama se haya apagado por completo y el recipiente enfríe.
Fuego para calentarse. Para aprovechar mejor el calor del fuego debemos construir u reflector con unos leños o utilizar
uno natural ( una formación rocosa, una depresión de terreno, un árbol grueso) hay que prestar atención a la dirección el
viento para que el humo no nos venga a la cara. Entre el feugo y el reflector preparemos un leño seco, blando y cómodo
donde nos calentaremos nosotros. Es mejor hacer el fuego mucho antes de la hora de descanso.
Fuegos para cocinar. Para cocinar es mejor una hoguera pequeña, que consume
menos leña y es fácil de mantener. Siempre es más prático cocinar sobre las
brasas que sobre la llama.
Podemos construir un hogar que nos servirá para poner la cazuela haciendo un
pequeño fuego entre dos troncos, dos piedras, etc.
Si nuestra cazuela tiene un asa como la de los cubos podemos sujetarla sobre el fuego con una “grúa” improvisada con una
rama inclinada sujeta entre unas piedras y otra rama que funcionrá comp percha.
EL AGUA.
En una situación de supervivencia, después de tratar a los heridos, la búsqueda de agua suele ser la más apremiante.
Si carecemos de agua nuestras esperanzas de vida se cifran en torno a los dos días en el desierto y a algo más de una
semana en climas frescos.
La cantidad de agua que necesitemos depende de la temperatura y humedad ambiental y de la actividad física que
desempeñemos, pero nunca ser{a menos de dos litros diarios. En un desierto necesitaremos 10 ó 12 litros para llevar una
actividad normal.
Encontrar agua. En las zonas templadas no suele ser difícil encontrar aga. En las zonas secas y desérticas la cosa puede
complicarse más. Escarbar en los lechois secos de los ríos o arroyos da a veces buenos resultados. Los cúmulos de
vegetación son indicativos de existencia de agua.
En los terrenos calcáreos podemos buscar en el interior de las grutas. Los animales
también necesitan beber, observar sus desplazamientos a primera hora de la mañana o
última hora de la tarde puede darnos pistas de dónde se encuentra el agua.
Determinadas plantas, que varían según la zona geográfica, sólo crecren donde hay
agua.
En caso de que no encontremos ninguna fuente de agua aún podemos aprovechar la de
la condensación que se produce incluso en los desiertos improvisando un destilador.
Necesitaremos un plástico de 2*2m y un cubo o cualquier otro recipiente para recoger el
agua. Un tubo de plástico para beber sin desmontar el destilador es también muy útil. Con este sistema podemos obtener
entre 0,5 y 1 litro de agua al día.
Hay que cavar un hoyo en cuyo fondo colocaremos un recipiente que recibirá el agua de la condensación que se produce
en las paredes del plástico con que cubriremos el hoyo. Una piedra en el centro del plástico conducirá las gotas hasta el
recipiente. El destilador será más efectivo si introducimos plantas en el egujero para aprovechar su humedad.
Peligros. En muchas zonas del globo, especialmente en el tercer mundo existe un alto grado de intoxicación al consumir
agua, bien sea por contaminación bacteriana, o bien por ingerir parásitos con ella. También en el primer mundo existe cierto
riesgo al consumir agua de arroyos que discurren entre prados sometidos a abonos con purinas altamente contaminantes.
El consumo de agua contaminada puede producir enfermedades como la fiebre tifoidea, cólera o disentería, además de
otros transtornos provocados por parásitos que podemos contraer no solo al beber sino también al bañarnos en aguas
estancadas y contaminadas.
No se debe beber agua salada, su concentración de sal es tan alta que colapsa los riñones entre fuertes dolores. Tampoco
se debe beber orina y no debemos olvidar que los savias de aspecto lechoso son con frecuencia venenosas.
Purificar el agua. Si existe el riesgo de contaminación hay que purificar el agua con alguno de los siguientes métodos y
esperar el menos una hora antes de consumirla.
* Pastillas potabilizadoras. Es el método más práctico y efectivo al 100%. Consiste en añadir al agua pastillas purificadoras.
Estas liberan iones de plata que acaban con los gérmenes y no producen daño alguno aunque se sobrepase la dosis. Se
venden en número variable de pastillas según sea cada pastilla para purificar 1,5 ó 20 litros de agua. Se pueden encontrar
fácilmente en cualquier tienda o droguería.
* Yodo. Para desinfectar el agua con tintura de yodo usaremos unas 10 gotas por litro. La coloración tarda un rato en
desaparecer.
* Lejía. La lejía deja un sabor poco agradable al agua. Usaremos de 4 a 6 gotas por litro.
* Ebullición. Hervir el agua no termina con todos los gérmenes (el de la hepatitis resiste la ebullición por ejemplo), pero
acaba con la mayor parte de ellos y con todos los parásitos. Hay que hervirla durante unos 10 minutos. En este caso se
puede beber en cuanto se enfríe.
Filtrando el agua. En ocasiones el único agua que podamos beber será la que se encuentre estancada en charcos, sucia
por el barro. Antes de beberla y sin olvidarse de los métodos de purificación, debemos clarificarla para eliminar las
partículas en suspensión.
La manera más sencilla es dejarla reposar varias horas en un recipiente, y después con un tubo de plástico o el tallo flexible
de una planta (por ejemplo un nenúfar) traspasarla a otro recipiente situado en posición más baja.
También se puede filtrar usando varias capas de tejidos o con arena limpia, ayudándonos de un filtro improvisado con un
pedazo de caña de bambú, cuyo extremo, agujereado, taponaremos con unas briznas de hierba.

CAZA Y PESCA PARA LA SUPERVIVENCIA.


Hay que aclarar que estos sistemas son tremendamente crueles e inhumanos y suelen provocar mucho sufrimiento a los
animales; por otra parte, su uso es ilegal en la mayoría de los países. Por todo esto resulta más evidente que su empleo
solo estaría justificado en un caso de extrema necesidad.
Por otra parte, en una situación de supervivencia real, no debemos olvidar que los anfibios, reptiles y sobretodo los insectos
suelen ser más fáciles de cazar que las aves o los mamíferos y constituyen una fuente importante de protínas.
Normas básicas para el uso de las trampas. Saber contruir trampas no garantiza la obtención de alimento. Si colocamos
las trampas sin ton ni son, en cualquier parte y sin tener claro lo que queremos cazar, lo más probable es que nos
acostemos sin cenar.
Primero debemos observar el lugar para hacernos una idea de los que podemos encontrar y dónde. El mejor momento para
esto es el amanecer.
Hay que buscar hueyas, deyecciones, sendas y otra pistas reveladoras de la presencia de la caza.
Muchos mamíferos, especialmente los de menor tamaño, tienen hábitos regulares. Podemos encontrar sus madriguras o
sus sendas marcadas en el rocío de la mañana o en oquedades y galerías entre los matorrales.
Si tenemos un campamento estable, debemos poner tantas trampas como podamos controlar y revisarlas por la mañana y
por la noche. Los mecanismos deben dispararse con facilidad para evitar que las presas huyan con el cebo.
Trampas de lazo. Las trampas de lazo son sencillas pero crueles.
Para cazar pequeños animales, como conejos, se pueden construir con
un cordel, sedal de pescar resistente, alambre, etc. El lazo tendrá en
grozor de un puño y estará colocado a unos cuatro dedos del suelo.
Mecanismo en forma de 4. Se trata de un dispositivo clásico y efectivo que se suele usar para
sotener losas que matan a los animales por aplastamiento. Es útil para cazar tanto mamíferos como
aves. Si podemos sustituir la losa por una cesta podemos capturarlos vivos.
Trampas de anzuelo. Permiten capturar pequeñas aves como mirlos y tordos, también aves
acuátivcas. Son simplemente anzuelos cebados con lombrices, y son tremendamente crueles y
dolorosas para los animales, que tratan de huir escandalosamente, por lo que lo mejor es
situarlas cerca de nuestro campamento y revisarlas con frecuencia.
Existen además otros tipos de trampas para cazar grandes animales basadas en la caída de grandes pesos y el
apuñalamiento con lazas y estacas. Son muy peligrosas, pues pueden matar o herir a una persona que accione el
mecanismo accidentalmente.
La pesca. Si encontramos un río o un arroyo, nuestra supervivencia estará casi asegurada, ya que en los ríos existe una
mayor concentración de alimentos.
La pesca con caña. Ningún dispositivo improvisado será tan efectivo como un buen anzuelo de acero atado a un sedal, por
lo que es importante llevarlos en nuestro equipo. En general, se suele decir que las mejores horas para pescar son la
mañana temprano y al atardecer. Cuando se aproxima una tormenta también puede ser un buen momento, si bien. Los
peces pueden picar a cualquier hora del día o de la noche. Si carecemos de sedal y/o anzuelos tendremos que
improvisarlos. Como sedal es más fácil de emplear hilo de nuestras ropas que improvisar un hilo con fibras vegetales
(ortigas o cardos). Los azuelos improvisados suelen ser de madera o espina, aunque
podemos usar clavos, imperdibles y otros objetos punzantes. Los cebos los
encontraremos en los propios rios, buscando debajo de las piedras, y entre la
vegetación de la orilla y los alrededores. El mejor sistema para saber de qué se
alimentan los peces es abrir el estómago del primero que pesquemos.
Pesca a mano. Es un sistema prohibido en algunos sitios de Europa y América, es muy efectivo en aguas poco profundas
en cuanto se adquiere un poco de práctica. Mejor no realizarlo donde haya animales peligrosos (anguilas eléctricas,
serpientes acuáticas venenosas…). Consiste en introducir la mano con cuidado bajo las piedras, raíces u oquedades donde
acostumbran a ocultarse los peces en busca del vientre de los animales. Deslizaremos la mano suavemente hacia las
branquias y hundiremos en ellas los dedos pulgar e índice para capturarlos.
Pesca con arpón, lanza o tridente. La pesca con estas herramientas en aguas profundas requiere práctica y habilidad
debido a la distorsión de la luz. Sin embargo, en aguas poco profundas se pueden introducir estos elementos bajo las
piedras y en oquedades y ensartar los peces. Por supuesto que también es un método ilegal. Podemos improvisar
fácilmente un arpón de madera cin una punta afilada de hueso o tallada en la propia madera.
Durmientes. Son anzuelos que se dejan cebados y atados a una rama flexible de la orilla del río a la espera de que pique
un pez. Es un sistema bastante efectivo y completamente ilegal.
No debemos olvidar que , aparte del pescado, los cursos de agua ofrecen otras fuentes de alimento como ranas, congrejos,
moluscos o reptiles.

PELIGROS AMBIENTALES.
El sol y el calor.
Incluso cuando tenemos suficientes alimentos y agua podemos sucumbir si desconocemos el efecto que el medio físico
puede causar en nosotros y no nos preparamos para ello. El frío y el calor pueden ocasionarnos numerosos trastornos, en
ocasiones letales. Debemos conocerlos para prevenirlos, y en el peor de los casos, poder identificarlos y tratarlos. Si el
trastorno es grave hay tratar de evacuar al enfermo para que lo reconozca un facultativo.
Sol y calor. Si no nos resguardamos convenientemente de del sol y del calor podemos sufrir diverosos tipos de
transtornos, algunos de los cuales, como las quemaduras, no los percibimos hata que el daño ya está hecho. Otros como
los calambres en las extremidades y el abdomen, son síntomas que deben alertarnos de otras alteraciones mucho más
graves, como el agotamiento por calor.
Quemaduras solares. Como se ha dicho anteriormente, las quemaduras solares no se manifiestan hasta que ya nos
hemos quemado. Si además, sopla una brisa fresca, tardaremos más aún en percatarnos. Los rayos ultravioleta, causantes
de las quemaduras, atraviesan las nubes, por lo cual no debemos confiarnos porque el día esté nublado. En zonas
nevadas, en el mar o en los desiertos los rayos solares se reflejan en la nieve, el agua y la arena respectivamente
incrementando los efectos del sol.
Lo ideal es no cometer la torpeza de quemarse evitando la exposición al sol especialmente cuando las radiaciones son más
intensas, entre las 12 y las cuatro de la tarde. Usar sombrero de ala ancha, un pañuelo que nos proteja el cuello si es
necesario llevar cubiertos los brazos y piernas así como usar protector en las zonas descubiertas del cuerpo, es la mejor
forma de prevenir.
Si se viaja a zonas de riesgo debemos llevar un protector de alto factor solar o FPS, 30 o más y una crema para las
quemaduras.
Si por cualquier razón no disponemos de protector solar debemos cubrirnos
bien. Podemos improvisar un protector son aceite de coco que se obtiene
dejando la pulpa al sol. También podemos quemar coral, triturarlo y hacer una
loción mezclándolo con agua o aceite.
Las quemaduras se manifiestan con enrojecimiento, aumento de la
temperatura de la piel y dolor en la zona quemada, en los casos más severos
pueden aparecer escalofríos y dolores de cabeza. Hay que evitar volver a
reincidir para no agravar el problema. Si no disponemos de pomada para
quemaduras podemos emplear el jugo de la sábila o aloe vera. También podemos aplicar compresas de aceite de hipérico
que se obtiene dejando macerar unos días foles de hipérico en aceite. Con la flor de primavera también se puede preparar
una loción contra las quemaduras.
Agotamiento por calor. El agotamiento por calor aparece cuando perdemos exceso de líquido por una sudoración
excesiva al estar expuestos a temperaturas y humedad altas. No es necesario estar expuesto al sol para sufrir agotamiento
por calor. Si la deshidratación es muy grave puede sobrevenir la muerte.
Se manifiesta con calambres en las extremidades y abdomen provocados por la pérdida de sales minerales por la
sudoración, piel pálida y sudorosa, aunque no tiene porque aumentar la temperatura corporal, confusión y falta de
coherencia en la víctima, se reduce la cantidad de orina.
El tratamiento consiste en tumbar al enfermo a la sombra y con las piernas en alto. Se dará agua con una pizca de sal y
azúcar que beberá en sorbos frecuentes.
Si es posible mantener al enfermo en esta sitiación hasta que la expulsión de orina sea normal.
Insolación. La insolación es un trastorno de la regulación térmica interna de nuestro organismo, es un problema muy serio
que puede incluso llevar a la muerte si no se trata convenientemente. Cuando realizamos ejercicios físicos intensos en
ambientes de calor descuidando el descanso y la deshidratación podemos sufrir una insolación.
Los síntomas dependen del tiempo que hayamos estado expuestos al sol y de la gravedad. En princiìo se manifiesta con
dolor de cabeza, fatiga, vértigos, falta de apetito, fiebre ligera. Si continuamos al sol pueden aparecer náuseas, vómitos,
calambres, trastornos en la visión, fiebre alta (por encima de 40ºC), pulso y respiración acelerada, colapso
cardiorrespiratorio y la muerte.
Debemos reducir el ritmo de absorción de calor y bajar la temperatura del cuerpo. Se tumbará la enfermo al a sombra en un
lugar lo más fresco posible. Para enfriarlo se le dejará en ropa interior, se le rociará con agua y se aireará para aumentar la
evaporación del sudor de la piel. También se puede envolver al paciente con una manta que se debe empapar con agua
regularmente para mantenerla fría.
Si la insolación es muy grave, tras el período inicial de enfriamiento, se puede sumergir al paciente en agua lentamente y
aplicarle masajes por el cuerpo. Cuando la temperatura baje se puede detener el proceso de enfriamiento pero sin dejar de
vigilar por si vuelve a subir la temperatura. Además es importante rehidratar al paciente del mismo modo que en caso de
agotamiento por calor.
Miliaria. La miliaria es un sarpullido molesto pero que no presenta gravedad. Puede sobrevenir en climas cálidos cuando no
hay buena aclimatación, el sudor no se elimina correctamente y las ropas rozan contra la piel. Entonces las glándulas
sudoríparas se bloquean. Comúnmente se presenta como pequeñas ampollas poco molestas o vesículas rojas e
onflamadas en torso, brazos y piernas, más molestas que las anteriores.
Conviene lavarse bien y ponerse ropa seca para destaponar los poros. Beber puede empeorar la situación al aumentar la
sudoración, pero no debemos cometer el error de deshidratarnos.
Inflamación ocular. Si vamos a zonas donde las radiaciones solares son muy intensas, como los desiertos, montañas,
trópicos o el mar, debemos llevar unas gafas que nos protejan de los rayos ultravioleta (UVA, B y C). Si
viajamos a zonas donde el sol es especialmente fuerte de debe tener además un filtro infrarrojo.
La exposición prolongada al sol, sin la protección ocular puede causar deslumbramiento, dificultades para
adaptarse a la visión nocturna, dolores de cabeza, se ven halos alrededor de las luces. Hay que dejar
descansar los ojos inmediatamente, buscar un refugio oscuro, vendar los ojos y reposar unas dieciocho
horas.
Si no tenemos gafas para protegernos del sol, podemos pintarnos con corcho quemado o ceniz alrededor
de los ojos o omprovisar unas gafas con corteza de abedul.

El Frío.
En las zonas frías, como el ártico o la alta montaña, la primera necesidad para sobrevivr es protegerse del frío Esto se
consigue desde tres frentes: La ropa, el refugio y el fuego. Trataremos los peligros que acechan al superviviente en las
zonas frías, cómo reconocerlos y cómo tratarlos.
Hipotermia. La hipotermia es un descenso de la temperatura corporal por debajo de los 35ºC provocado por una exposición
excesiva a las bajas temperaturas. Si la temperatura corporal desciende por debajo de los 33ºC la hipotermia es grave y
puede provocdar la pérdida del conocimiento y la muerte. El viento fuerte, las ropas mojadas o la inmersión en el agua
pueden agravar los efectos del frío. También la mala alimentación, el agotamiento, la extrema delgadez, el estrés y la
ansiedad o el uso de ropa poco adecuada pueden ayudar a la aparición de hipotermia.
Sus síntomas varían según la gravedad de los mismos, y en ocasiones puede ser difícil de diagnosticar, por lo que, si
vamos en un grupo, debemos prestar atención unos a otros para detectar posibles síntomas.
La hipotermia puede sobrevenir rápidamente o irse desarrollando a lo largo de horas y no mostrar al principio anomalías en
el pulso, respiración y presión sanguínea del afectado.
Los síntomas más frecuentes son cambios súbitos de humor, energía, falta de concentración y lentitud en las respuestas,
pédida de la coordinación con tropiezos y caídas, temblores, palidez, pérdida de agilidad en las extremidades.
El tratamiento consiste en proteger al paciente de nuevas pérdidas de calor introduciéndolo en un refugio que lo proteja del
viento y la lluvia. Hay que aislarlo también de la frialdad del suelo y ponerle ropa seca si es necesario. Se le proporcionará
calor, bien por medio de una hoguera, o bien por calor corporal de sus compañeros, cubrirlo con mantas o mantas térmicas.
Administrarle comida y líquidos calientes, pero NO ALCOHOL, té u otros dieuréticos.
Si la hipotermia leve no se trata, puede derivar en una hipotermia grave con pérdida de consciencia. Se hace necesaria la
evacuación inmediata a un hospital. Si no podemos o mientras no llega la ayuda, se envuelve al paciente en mantas y
capas impermeables y aplicaremos calor, por ejemplo con piedras calentadas en la hoguera y envueltas en tela en los
siguientes lugares: axilas, muñecas, nuca, zona lumbar, boca del estómago y muslos. Hay que mantener al paciente en
posición lo más horizontal posible y si hay que moverlo, se hará con mucho cuidado. En casos extremos puede hacerse
necesario a resucitación cardiopulmonar (CRP).
Congelación. Se produce cuando el frío intenso provoca la formación de cristales de hielo bajo la piel. Las partes del
cuerpo más expuestas son las manos, los pies, el rostro, especialmente los dedos, orejas y la nariz. Puede provocar
importantes lesiones e incluso la pérdida de miembros y la muerte. La forma de prevenir la congelación es ir provistos de
buenas botas y calcetines térmicos, guantes y manoplas adecuados, y gorros, máscaras y bufandas que cubran la mayor
parte del rostro. Hacer muecas y mover los dedos ayudará a activar la circulación sanguínea y a detectar la congelación en
los primeros estadios. En su estado inicial, cuando se congelan las capas superficiales de la piel, la congelación se
manifiesta con pinchazos y entumencimiento de la zona congelada, la piel está muy fría y adquiere un aspecto blanquecino
como de cera o rosada en personas de raza negra.
Hay qua actuar rápidamente para evitar que la situación se agrave. Se procederá a calentar al afectado aplicándole calor
corporal o de otra fuente. Si la congelación es en las manos se colocarán en los muslos o en las axilas, si es en los pies se
los calentará un compañero colocándolos en su vientre. El rostro, orejas, nariz los calentaremos con nuestras manos (pero
sin frotar), las de un compañero o por medio de otra fuente de calor: Cuando el tratamiento hace efecto la piel enrojece y
duele. El riesgo de que una zona congelada vuelva a congelarse es alto, así que se debe estar vigilando.
Si la congelación avanza, la piel se endurece, se vuelve rígida, se inflama y pueden aparecer ampollas, más tarde se torna
azulada o negruzca y finalmente el tejido muere, lo cual puede producir infecciones, grangrena y la muerte. Lo más sensato
es tratar por todos los medios de evacuar al afectado a un hospital cuanto antes. Mientras tanto la procuraremos calor y
abrigo en un refugio, se le dará bebida y comida calientes, se le quitan anillos pulseras o cualquier prenda que pueda
impedir la circulación sanguínea hacia la zona congelada. No se debe frotar ni manipular las partes congeladas, romper
ampollas, aplicar hielo o nieve, ni fumar. Si no es posible la hospitalización, se puede intentar la desongelación sumergiendo
las zonas afectadas en agua a 28ºC.
Ceguera por nieve. Se produce cuando la intensidad de los rayos solares, reflejados por el hielo y la nieve, especialmente
cuando el sol esté en los altos (también puede aparecer en tiempo nublado) lesiona los ojos. Se manifiesta con sensibilidad
a la luz (hay que entrecerrar los ojos para poder ver), parpadeo, lagrimeo. Más adelante aparece inflamación,
enrojecimiento, sensación de arenillas e incluso la ceguera. Es muy fácil prevenir la ceguera por la nieve utilizando unas
gafas de sol adecuadas.Si no disponemos de ellas podemos inprovisarlas con corteza de árboles o pintando de negro con
ceniza o un corcho quemado alrededor de los ojos.
El tratamiento consiste en procurar oscuridad, vendando los ojos si es necesario. Si duelen los ojos se puede aliviar
aplicando paños mojados sobre ellos y sobre la frente.

ALIMENTACIÓN CON PLANTAS SILVESTRES.


La lista de plantas silvestres comestibles es enorme, muchas de ellas, ahora consideradas silvestres o malas hierbas,
fueron cultivadas durante los siglos para la alimentación humana. No obstante, la naturaleza también posee poderosos
venenos, y ante la duda es mejor abstenerse. En este punto conviene aclarar que en ocasiones el veneno de una planta se
concentra en solo una parte de esta. Los tubérculos de la patatas son comestibles mientras que sus frutos son venenosos.
Por otra parte la identificación de las plantas es una habilidad que necesita ser practicada. Muchas plantas se consumen
cuando son jóvenes, y su aspecto puede diferir bastante del que muestran cuando son adultas. Para reconocerlas con
seguridad es necesaria una observación y un estudio a lo largo de su ciclo vital.
Hay muchísimas especies de platas aptas para el consumo. Pero muchas de esas especies de plantas tienen poco valor
nutritivo, por lo que debemos concentrarnos en reconocer las de mayor valor nutritivo, mayor distribución y abundancia.
Partes comestibles de las plantas.
Raíces y tubérculos: son las partes subterráneas de las plantas, por lo que deberemos escarbarbar para recolectarlas. Si no
son fáciles de arrancar se debe escarbar alrededor y hacer palanca con un palo.
Hojas y tallos: Se recogen cuando son jóvenes, de color más pálido que el resto de la planta, ya que suelen ser mas tiernos,
no se deben desgarrar ni marchitar mientras se está desplazando. En ocasiones pueden ser algo amargos, en ese caso se
cambia el agua (teñida de verde) y se las coce de nuevo.
Frutos: Los frutos secos son los más nutritivos y ricos en proteínas. También los frutos carnosos, como las moras o los
arándanos son una fuente importante de alimento en la naturaleza. Las semillas y granos pueden molerse y mezclarse con
agua como las gachas o tostarse. Debemos fijarnos en las espigas de cereales que no lleven cornezuelos (unas
protuberancias negras en forma de judía) ya que son alucinógenos y extremadamente venenosos.
Las cortezas: Las cortezas interiores de algunos árboles, como determinadas especies de pinos, han sido empleadas en
épocas de hambruna para hacer una especie de pan.
Precauciones a la hora de recolección.
Si no se conocen las plantas con seguridad hay que evitar:
* Las que tienen ácido cianhídrico, delatado por un olor como a almendras o melocotones amargas. El laurel cerezo (Prunas
laurocerasus), originario de Asia menor, pero ampliamente cultivado como ornamental en parques y jardines contiene este
ácido. Podemos olerlo aplastando una de sus hojas.
* Las que al probarlas resulten muy ácidas, ya que pueden contener ácido oxiálico. Algunas plantas consideradas
comestibles o utilizadas como condimento contienen ácido oxiálico en pequeñas cantidades, pero en este caso de
desconocimiento hay que desechar las plantas.
* Algunas savias lechosas son muy venenosas, conviene desecharlas.
* Aunque la planta sea comestible, las hojas marchitas, secas o estropeadas se evitarán para siempre, ya que pueden
producir ácido cianhídrico.
* Desecharemos también todos los frutos divididos en cinco segmentos que no conozcamos.
* Las plantas que tienen pelillos en el tallo y las hojas a veces son irritantes para las mucosas y el tracto digestivo por lo cual
prescindiremos de ellas.
Prueba de comestibilidad.
Si nos encontramos perdidos en una zona de la cual no conocemos la vegetación, numerosos autores recomiendan una
prueba de comestibilidad para asegurarse de que la planta es comestible. Antes de realizarla debemos asegurarnos de que
la abundancia de esa especie justifica el riesgo. No debemos saltarnos ninguna parte del proceso ni tampoco acelerarlo.
Obviamente solo un miembro del grupo será quien realice la prueba:
- Antes que nada comprobaremos que no se ajusta a las características anteriores y que no está parasitado.
- Acto seguido frotaremos con la planta machacada o con su jugo en la cara interna del brazo. En caso que resulte irritante
o produzca cualquier tipo de molestia la desecharemos enseguida.
- Después probaremos la planta, pero cuidadosa y lentamente, esperando un intervalo de tiempo entre cada proceso.
Primero pondremos un pequeño trozo sobre los labios y esperaremos un rato. Si no hay ningun tipo de reacción lo
colocaremos en un ángulo de la boca, luego en la punta de la lengua y después debajo, siempre después de esperar
algunos segundos. Si se produce algún tipo de molestia se descartará la planta enseguida. El paso siguiente es masticar un
trozo muy pequeño.
- Si no se produce ninguna reacción tragaremos una pequeña cantidad y esperaremos unas 5 horas sin comer ni beber
nada.
Si no se han producido dolores de estómago o de abdomen, náuseas, etc. la planta se puede comer. No obstante es mejor
demasiada cantidad junta, sino darle tiempo al estómago a que se acostumbre a ella comiendo pequeñas cantidades al
principio e ir aumentando poco a poco su ingesta.
NOTA: Este sistema NO funciona con los hogos y setas.
Intoxicación por plantas.
La mayor parte de las plantas venenosas pertenecen a familias como las ranunculáceas, las euforbiáceas y las
papaveráceas. Las especies responsables de mayor número de intoxicaciones son la cicuta mayor, que por lo ganeral se
confunde con el perejil o el perifollo; el acónito, que se confunde fácilmente con la angélica, muy apreciada para ensaladas;
el eleoboro blanco, que se parece mucho a la gran Genciana (Genciana lutea).
Si se presenta dolor de estómago se debe ingerir gran cantidad de agua tibia o caliente. En caso de intoxicación hay que
provocar vómito introduciendo los dedos en la garganta o también ingiriendo carbón vegetal.
Se debe tratar de evacuar al enfermo al hospital y avisar a un médico. Se busca y guarda restos de las plantas para poder
identificarlas y facilitar el trabajo de los equipo sanitarios para la desintoxicación.
Debemos tener en cuenta que la comestibilidad de una planta es a veces algo relativo. Muchos condimentos fabulosos y
aromáticos pueden matar en dosis altas, como el romero o la nuez moscada. Otras plantas comestibles solo lo son en
pequeñas cantidades, como la acedera o la aleluya (contienen ácido oxálico); y como ya sabemos una parte de la planta
puede ser exquisita y otra mortal.
Hay que tener cuidado con las plantas que crecen en prados húmedos si hay rebaños cerca, ya que podrían transmitirnos
parásitos. No se deben emplear nunca en ensaladas crudas, sino cocinadas para así evitar riesgos.
También existe cierto riesgo de contraer parásitos al comer bayas que crezcan a ras del suelo, como fresas silvestres o
arándanos, si han sido contaminados con las heces de los animales que los transmiten.

ACTUACIÓN EN ACCIDENTES Y CATÁSTROFES.


Preparacián para las catástrofes naturales.
Existen poblaciones que se encuentran ubicadas en lugares bastante propensas a determinado tipo de catátrofes como
terremotos, huracanes, tornados o inundaciones, que suceden periódicamente. En ocasiones las catástrofes se pueden
preecir con cierta anticipàción gracias a la tecnología, como es el caso de los huracanes, otros, como los terremotos son
absolutamente impredecibles.
Por otra parte, dado los cabios climáticos al que estamos sometiendo al planeta, regiones en la que no sucedían ciertos
fenómenos pueden verse sometidas ahora a inundaciones o largos períodos de sequía, a olas de frío polar que dejan a
pueblos incomuniocados por varios días. Por esta razón es importante estar preparado para afrontar cualquier tipo de
contingencia en nuestro hogar.
Si vivimos en zonas expuestas debemos preocuparnos por conocer las recomendaciones de la Protección civil o del
Ayuntamiento para afrontar estas situaciones, estar atento a los partes meteorológicos y seguir las recomendaciones que
den por la radio o la televisión. Si tenemos que evacuar la zona, es muy recomendable hacerlo y seguir las instrucciones
que den las autoridades.
Todos los miembros de la familia deberían saber cómo cortar la electricidad, el agua y el gas, además del modo de uso de
los extintores, cuyo correcto estado se somprobará periódicamente. Nos proveeremos de un botiquín en el que, además de
los útiles habituales, incluiremos los medicamentos específicos para los miembros de la familia que los necesiten. Los
revisaremos también periódicamente para sustituir los medicamentos caducados y el material agotado.
Hay que procurar también una reserva de agua y de alimentos no perecederos y que se puedan consumir sin calentarlos.
También una radio con pilas de repuesto, una linterna (si usa el mismi tipo de pilas, mejor), mantas, papel higiénico, una
bacinilla o un recipiente donde se puedan hacer las necesidades en caso de urgencia. Una reserva de gasolina evitaría
perder tiempo llenando el depósito de un automóvil en caso de tener que evacuar con emergencia.
Huracanes.
Los huracanes también llamados tifones o ciclones de acuedo al sitio donde se
presentan, se gestan en el mar, normalmente a finales del verano, comienzan a girar
a unas velocidades que pueden llegar a los 300 Km/h mientras se desplazan en
dirección al polo a cvelocidades de hasta 50 Km/h cuando alcanzan tierra. En cuanto
a las dimensiones, el centro u ojo del huracán suele tener entre 6 y 50 Km. El
diámetro puede llegar a los 500 Km.
La llegada del huracán puede ser prevista por los servicios meteorológicos con más
de 24 horas de anticipación, por lo cual se puede estar preparado para afrontarlo.
Medidas de aseguramiento:
- El lugar más peligroso es la costa, así que mientra podamos, nos mantendremos alejados de ella.
- Si vivimos en una zona propensa a estos fenómenos meteorológicos tendremos preparadas una serie de tablas que nos
permitan sellar las ventanas si es necesario.
-Eliminaremos de nuestro jrdín, finca , ventanas, etc, todo tipo de objetos: macetas, recipientes de peso o tamaño
considerable, herramientas, juguetes, adornos, que puedan ser arrastrados por el viento.
- Permaneceremos en nuestra cas si es lo suficientemente sólida. El sótanos o bajo la escalera suelen ser los lugares más
seguros.
- El interior de los vehículos no es muy seguro, es preferible esconderse debajo de éstos.
- Si estamos en el exterior y no hay una cueva donde resguardarnos, hay que buscar una zanja y tumbarnos dentro de ella.
Si no hay nada mejor, entonces acostarse boca abajo lo más pegado al suelo posible y arrastrarnos hasta encontrar un
refugio sólido, como unas rocas.
- Si el ojo del huracán pasa por encima de nosotros se producirá un período de calma que puede durar entre unos minutos
hasta más de una hora. Si nuestro refugio es seguro y sólido, no lo abandonemos, pues el viento volverá a soplar de nuevo
pero esta vez en dirección opuesta.
Tornados.
Los tornados son un fortísimo remolino de viento que se puede producir cuando una
columna de aire desciende desde la base de las nubes al haberse calentado el aire de la
superficie. El diámetro del remolino en el suelo no suele tener más de 25 ó 50 metros, pero
suele girar a velocidades de más de 600 Km/h, por lo que son tremendamente destructivos
y aspiran haci arriba todo lo que encientra a su paso. Se desplazan a velocidades que
rondan los 60 Km/h y su sonido, parecido al de una perinola, se puede oir a decenas de
kilómetros de distancia. La diferencia de presión entre el interior y el exterior de un edificio
cuando pasa un tornado puede hacer que este reviente y se desmorone.
Medidas de aseguramiento:
- Si observamos que las nubes comienzan a girar y a descender en forma de embudo, avisaremos por teléfono a las
autoridades locales, la protección civil o al servicio meteorológico; pero no les hagamos perder su tiempo pidiéndole
explicaciones, mejor busquemos un refugio.
- Buscaremos refufigio en la construcción más robusta que encontremos. Los sótanos y vestíbulos interiores en la planta
baja de los edificios suelen ser los más seguros. Hay quien ha sobrevivido al paso de un tornado refugiándose bajo un
puente, en uno de los extremos, donde las vigas se hunden en la tierra y forman una especie de cueva.
- En los sótanos nos protegeremos arrimándonos a las paredes exteriores, que son más sólidas.
- Si no hay sótano, nos buscaremos la habitación interior más sólida y nos refugiaremos bajo algún mueble robusto, con un
sillón grande tumbado boca abajo.
- Debemos cerrar bien las ventanas y puertas del lado por el que se aproxima el tornado para evitar que este se lleve el
techo. Si abrimos las del lado opuesto evitaremos que reviente nuestra casa por la diferencia de presión.
Inundaciones.
La mayor parte de la inundaciones se deban al desbordamiento de los ríos, embalses,
etc, debido a fuertes lluvias, pero también pueden venir provocados por maremotos,
huracanes, roturas de presas naturales y artificiales.
Hay que desconfiar de las precipitaciones fuertes y persistentes tras un largo período de sequía, pueden ser preludio de
inundaciones. Las zonas más peligrosas suelen ser los valles, pero no hay que olvidar que las lluvias torrenciales también
pueden arrasar la tierra, fango, rocas, troncos por las laderas de las montañas, especialmente si éstas han sido
deforestadas por el hombre, privando a la tierra de su soporte natural. Las inundaciones también pueden afectar a zonas
que no han sufrido las lluvias.
Obtener agua potable puede ser un problema tras una inundación. Se debe recoger de la lluvia y hervir cualquier cosa antes
de consumirla. La comida es más fácil de conseguir, pues los animales también buscarán las zonas más altas. Hay que
evitar la proximidad de animales grandes, que podrían herir a alguien presas del pánico.
Medidas de aseguramiento.
- Quien viva en un valle, costa u otra área propensa a las inindaciones debe informarse de la altura de su casa respecto al
nivel normal de las inundaciones.
- Hay que reconocer el camino más rápido y seguro para llegar a una zona alta y segura más próxima.
- Si la inundación es pequeña, se pueden apilar sacos o bolsas de arena o tierra en las puertas y ventanas para evitar en lo
posible la entrada de agua. Si la inundación es muy grande es inútil, e incluso contraproducente en caso de tener sótanos,
ya que la diferencia de presión entre el interior y el exterior de la paredes puede reventarlas. Es incluso más apropiado
inundar el sótano nosotros mismos con agua limpia para igualar la presión.
- Si hay tiempo, es apropiado trasladar el inmobiliario a los pisos superiores, guardar también todo tipo de moviliario y
artefacto que pueda arrastrar la corriente, cortar el suministro de energía eléctrica y gas combustible y hacer provisión de
agua y alimentos. No tocar materiales eléctricos con el cuerpo mojado.
- Si estamos en un edificio sólido o si la inundación nos sobreviene por sorpresa se debe subir a los pisos superiores o en
su caso, al tejado si es seguro. En el tejado hay que atarse a la chimenea u otro elemento suficientemente sólido. Si el
tejado es inestable o el agua sigue subiendo de nivel habrá que improvisar algún tipo de balsa, utilizando cuerdas y
sábanas.
- En caso de tener que desplazarnos en busca de un lugar seguro, no debemos cruzar el charco o corriente de agua si no
estamos seguros de que el agua no superará el nivel de nuestras rodillas o del centro de las ruedas si vamos en algún
vehículo, en cuyo caso iremos muy despacio para evitar que el motor se detenga al mojarse. Los frenos mojados pierden
mucha su efectividad.
- Los puentes que han quedado por debajo del nivel del agua, pueden haber sido arrastrados por la corriente. Mucho
cuidado si tratamos de cruzarlos.
- Tras la inundación, los cimientos de los edificios pueden haber quedado dañados. Hay que tener mucho cuidado si se
quiere volver a entrar en las casas porque podría haber riesgo de derrumbe.
- Cuando se retiran las aguas aparece el riesgo de epidemis debido a la putrefección de los cadáveres. Hay que quemar los
cadáveres de los animales. Los de las personas probablemente se harán cargo las autoridades, de lo contrario, habrá que
enterrarlos.

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