50 Enfermedades Difusas Del Tejido Conjuntivo
50 Enfermedades Difusas Del Tejido Conjuntivo
50 Enfermedades Difusas Del Tejido Conjuntivo
ARTRITIS REUMATOIDE
Entre las alteraciones inmunológicas que pueden ser importantes en la patogénesis se incluyen
los inmunocomplejos encontrados en las células del líquido articular y en la vasculitis. Las
células plasmáticas producen anticuerpos (p. ej., factor reumatoide [FR]) que contribuyen a
estos complejos. Los linfocitos que infiltran el tejido sinovial son células T cooperadoras, que
pueden producir citocinas proinflamatorias. Los macrófagos y sus citocinas (p. ej., el factor de
necrosis tumoral y el factor estimulador de colonias macrófago-granulocito) son abundantes
también en la sinovial afectada. El aumento de las moléculas de adhesión contribuye a la
migración y retención celular en el tejido sinovial. El aumento de las células de revestimiento
derivadas de macrófagos es importante, junto con la presencia de linfocitos y cambios
vasculares al inicio de la enfermedad.
En las articulaciones con afectación crónica, la delicada sinovial normal desarrolla numerosos
pliegues vellosos y se engrosa por el aumento del número y el tamaño de las células de
revestimiento sinovial y la colonización por linfocitos y células plasmáticas. Las células de
revestimiento producen diferentes sustancias, incluyendo colagenasa y eritromelisina, que
pueden contribuir a la destrucción del cartílago; interleucina-1, que estimula la proliferación de
los linfocitos, y prostaglandinas. Las células infiltrantes, que inicialmente son perivenulares pero
más tarde forman folículos linfoides con centros germinales, sintetizan interleucina-2, otras
citocinas, FR y otras inmunoglobulinas. También existen depósitos de fibrina, fibrosis y
necrosis. El tejido sinovial hiperplásico (pannus) puede erosionar el cartílago, el hueso
subcondral, la cápsula articular y los ligamentos. Los PMN no son abundantes en la sinovial
pero sí predominan en el líquido sinovial.
Los nódulos reumatoides aparecen hasta en el 30% de los pacientes, por lo general localizados
subcutáneamente en zonas de irritación crónica (p. ej., la superficie extensora del antebrazo).
Se trata de granulomas necrobióticos inespecíficos formados por un área central necrótica
rodeada de células mononucleares en empalizada, con su eje mayor irradiado desde el centro,
rodeadas por linfocitos y células plasmáticas. Se puede encontrar vasculitis en la piel, nervios u
órganos viscerales en casos graves de AR, pero sólo alcanzan significación clínica en algunos
casos.
Signos y síntomas
El inicio suele ser insidioso, con afectación articular progresiva, pero puede ser abrupto, con
inflamación simultánea en múltiples articulaciones. El hallazgo físico más característico es la
presencia de sensibilidad en casi todas las articulaciones inflamadas. Al final aparece
engrosamiento sinovial, que es el signo físico más característico, en la mayoría de las
articulaciones afectadas. Es típica la afectación simétrica de las articulaciones pequeñas de las
manos (en especial interfalángicas proximales y metacarpofalángicas), del pie
(metatarsofalángicas), las muñecas, los codos y los tobillos, aunque las manifestaciones
iniciales pueden aparecer en cualquier articulación.
Datos de laboratorio
Las pruebas hematológicas son útiles. En el 80% de los casos existe una anemia normocítica
normocrómica (o ligeramente hipocrómica), característica de las enfermedades crónicas. La Hb
suele ser >10 g/dl, pero a veces puede ser <8 g/dl. Si la Hb es <10 g/dl se debe descartar un
déficit de hierro u otras causas de anemia. Entre el 1 y el 2% de los casos existe neutropenia,
en general acompañada de esplenomegalia (síndrome de Felty). Puede estar presente una
hipergammaglobulinemia policlonal moderada y una trombocitosis.
La VSG está elevada en el 90% de los casos. Aproximadamente en el 70% de los casos
existen anticuerpos frente a la gammaglobulina alterada, denominados factores reumatoides
(FR), que se detectan por las pruebas de aglutinación (p. ej., la prueba de fijación del látex
emplea IgG humana adsorbida a látex particulado) que demuestran la presencia de FR IgM.
Aunque estos FR no son específicos de la AR y se encuentran en muchas enfermedades (p.
ej., granulomatosis, infecciones crónicas, hepatitis, sarcoidosis, endocarditis bacteriana
subaguda), un título elevado de FR ayuda a confirmar el diagnóstico. En la mayoría de los
laboratorios, un título de dilución del tubo de fijación del látex de 1:160 se considera el límite
inferior para establecer el diagnóstico de AR. Las tasas de FR también se determinan mediante
nefelometría (<20 UI/ml se considera negativo). Un título de FR muy elevado se relaciona con
un pronóstico peor y suele estar asociado con enfermedad progresiva, nódulos, vasculitis y
afectación pulmonar. Esta tasa puede estar influenciada por el tratamiento y suele descender al
disminuir la actividad inflamatoria articular.
El líquido sinovial, anormal durante la inflamación articular activa, es turbio y estéril, con
menor viscosidad, y contiene entre 3.000 y 50.000 leucocitos/ml. Entre éstos predominan los
PMN, pero >50% pueden ser linfocitos y otras células mononucleares. Es posible observar
inclusiones citoplásmicas en los leucocitos en una extensión en fresco, pero también están
presentes en otros derrames inflamatorios. El complemento en líquido sinovial suele ser <30%
del complemento sérico. No se aprecian cristales.
En las radiografías sólo se observa inflamación de tejidos blandos en los primeros meses de la
enfermedad. Más adelante aparece osteoporosis periarticular, estrechamiento del espacio
articular (cartílago articular) y erosiones marginales. El grado de progresión, tanto clínica como
radiográfica, es muy variable, pero las erosiones como signo de afectación ósea pueden ocurrir
en el transcurso del primer año.
Diagnóstico
Se deben tener en cuenta prácticamente todas las enfermedades que puedan producir artritis.
Algunos pacientes con artritis por cristales cumplen estos nuevos criterios, por lo que el análisis
del líquido sinovial ayuda a establecer la diferencia. Sin embargo, pueden coexistir dos
enfermedades distintas que cursen con artritis. Cuando el diagnóstico es dudoso, se puede
hacer una aspiración o una biopsia de los nódulos para diferenciar entre tofos gotosos,
depósitos de amiloide y otras causas.
El LES puede simular una AR. El LES suele distinguirse por las lesiones cutáneas
características en las áreas de exposición solar, la pérdida de pelo frontotemporal, las lesiones
mucosas orales y nasales, la artritis no erosiva, el líquido articular con <2.000 leucocitos/ml
(predominantemente células mononucleares), los anticuerpos positivos contra el ADN de doble
cadena, la enfermedad renal y el descenso de los niveles séricos de complemento (v. Lupus
eritematoso sistémico más adelante). Pueden existir anticuerpos antinucleares positivos y otras
características del LES junto con otros hallazgos típicos de la AR formando el denominado
«síndrome de superposición». Algunos de estos pacientes pueden padecer una AR grave y
otros tienen un LES asociado u otra enfermedad del colágeno. La poliarteritis, la esclerosis
sistémica progresiva, la dermatomiositis y la polimiositis pueden tener características similares
a la AR.
Tratamiento
Los salicilatos son relativamente seguros, baratos, analgésicos y antiinflamatorios, por lo que
pueden seguir siendo la pieza clave del tratamiento farmacológico. La aspirina (ácido
acetilsalicílico) se da inicialmente a dosis de 0,6 a 1,0 g (dos o tres tabletas de 300 mg) cuatro
veces al día con las principales comidas y antes de acostarse. La dosis se va incrementando
hasta alcanzar la dosis máxima eficaz o hasta que comiencen los efectos tóxicos (p. ej.,
tinnitus, hipoacusia). La dosis final puede oscilar entre 3 y 6,5 g/d (alrededor de 10 a 22
tabletas de 300 mg). La dosis diaria media necesaria en la AR activa es de 4,5 g (15 tabletas).
Se pueden utilizar antiácidos, sucralfato o anti-H2entre las comidas para los síntomas GI
moderados sin suspender el tratamiento con aspirina. Las tabletas con cubierta entérica
pueden aportar ciertas ventajas porque producen menor irritación local en pacientes con
dispepsia concomitante por gastritis o hernia de hiato. Sin embargo, la absorción no es tan
fiable, y su efecto sistémico sigue afectando a la mucosa gástrica. El misoprostol, a dosis de
100 a 200 mg de dos a cuatro veces al día, según tolerancia, administrado junto con la aspirina
(y con los restantes AINE), puede reducir la probabilidad de erosión y hemorragia por úlcera
gástrica en pacientes de alto riesgo, pero puede producir calambres abdominales y diarrea y no
alivia las náuseas ni el dolor epigástrico. Los inhibidores de la bomba de protones parecen
reducir también el riesgo de aparición de úlceras. La aspirina de liberación prolongada
proporciona un alivio más duradero en algunos pacientes y puede ser útil por la noche, aunque
los pacientes que se despiertan de noche a causa del dolor pueden necesitar una segunda
dosis. Los salicilatos no acetilados (p. ej., salsalato, salicilato de magnesio y colina) parecen
ofrecer una mejor tolerancia GI que la aspirina y no alteran la agregación plaquetaria, aunque
quizá no sean tan efectivos como antiinflamatorios.
Existen otros antiinflamatorios para los pacientes que no pueden tolerar la dosis de aspirina
necesaria para conseguir un efecto adecuado o para aquellos en quienes una dosificación
menos frecuente supone una ventaja (v. tabla 50-2). Estos fármacos se utilizan ampliamente.
Por lo general, se debe administrar un solo agente antiinflamatorio cada vez. Las dosis de
todos los fármacos con dosificación flexible se pueden incermentar cada 2 sem hasta que la
respuesta sea máxima o se alcance la dosificación máxima. Los fármacos se deben mantener
al menos 2 a 3 sem antes de considerarlos ineficaces.
Aunque menos irritantes con frecuencia para el tracto gastrointestinal que las dosis elevadas de
aspirina, estos otros AINE pueden producir también síntomas gástricos y hemorragia GI. Se
deben evitar durante la fase activa de la enfermedad ulcerosa. Otros efectos secundarios
posibles son la cefalea, la confusión y otros síntomas sobre el SNC, empeoramiento de la
hipertensión, edema y disminución de la agregación plaquetaria. Al igual que con la apirina, se
pueden elevar ligeramente los niveles de enzimas hepáticas. Los niveles de creatinina pueden
subir por inhibición de las prostaglandinas renales, y, con menos frecuencia, puede aparecer
una nefritis intersticial. Los pacientes con urticaria, rinitis o asma provocadas por la aspirina
pueden presentar los mismos síntomas con estos otros AINE. Se han registrado casos de
agranulocitosis.
Las sales de oro se suelen administrar junto con los salicilatos u otros AINE si estos últimos no
son suficientes para aliviar el dolor o suprimir la actividad inflamatoria articular. En algunos
pacientes el oro puede producir la remisión clínica y disminuir la formación de nuevas erosiones
óseas. Entre los preparados parenterales están el tiomalato sódico de oro o la tioglucosa de oro
(aurotioglucosa) i.m. a intervalos semanales: 10 mg la primera semana, 25 mg la segunda y 50
mg/sem en adelante hasta administrar un total de 1 g o conseguir una mejoría manifiesta.
Cuando se consigue una mejoría máxima, se va reduciendo la dosis de manera progresiva
hasta 50 mg cada 2 a 4 sem. Cuando no se administra oro después de la remisión, se suele
producir una recidiva a los 3 a 6 meses después. La mejoría se puede mantener durante varios
años si se administra una dosis de mantenimiento prolongada.
Los compuestos de oro están contraindicados en pacientes con enfermedad hepática o renal
importante o con discrasia sanguínea. Antes de iniciar el tratamiento con oro se debe realizar
un análisis de orina, tasa de Hb, recuento y fórmula leucocitaria y recuento de plaquetas. Estas
determinaciones se deben repetir antes de cada inyección durante el primer mes y entre cada
dos inyecciones posteriormente. La presencia de HLA-DR3 o de HLA-B8 puede predecir un
riesgo elevado de efectos colaterales renales o de otro tipo debido al tratamiento con oro o
penicilamina. Entre las reacciones tóxicas al oro posibles se incluyen el prurito, la dermatitis, la
estomatitis, la albuminuria con o sin síndrome nefrótico, la agranulocitosis, la púrpura
trombocitopénica y la anemia aplásica. Los efectos secundarios menos frecuentes son diarrea,
hepatitis, neumonitis y neuropatía. La eosinofilia >5% y el prurito pueden preceder a un
exantema e indican un riesgo elevado. La dermatitis suele ser pruriginosa y de gravedad
variable entre una placa eccematosa simple y una exfoliación generalizada y, en raras
ocasiones, mortal.
El oro se debe suspender cuando aparece alguna de las complicaciones expuestas. Las
manifestaciones tóxicas menores (p. ej., prurito moderado, exantema leve) se pueden eliminar
mediante retirada temporal de la terapia con oro, reiniciándola con cautela unas 2 sem después
de que los síntomas hayan desaparecido. Sin embargo, si los síntomas tóxicos progresan, se
debe retirar el oro y administrar un corticoide. Para la dermatitis moderada por oro se
administra un corticoide tópico o prednisona oral (15 a 20 mg/d en dosis divididas). Pueden ser
necesarias dosis más elevadas para las complicaciones hematológicas. Se puede administrar
un quelante del oro como dimercaprol (2,5 mg/kg i.m. hasta 4 a 6 veces al día durante los 2
primeros días y 2 veces al día durante 5 a 7 d) después de una reacción grave al oro.
Varios minutos después de la inyección de tiomalato sódico de oro se puede producir una
reacción nitritoide transitoria con rubefacción, taquicardia y debilidad, especialmente si el oro no
ha estado almacenado a cubierto de la luz directa. Si se produce esta reacción, se puede usar
aurotioglucosa, ya que no produce reacciones nitritoides.
Se puede probar con un compuesto de oro por v.o., auranofín: 3 mg dos veces día o 6 mg una
vez al día, en unos 6 meses, y si es necesario y se tolera bien, se aumenta a 3 mg tres veces
día durante 3 meses más. Si la respuesta no es favorable, se debe suspender el auranofín. A
diferencia del oro inyectable, la diarrea y otros síntomas gastrointestinales pueden ser efectos
secundarios importantes. Los efectos secundarios renales y mucocutáneos son menores que
con el oro i.m., pero el auranofín parece menos efectivo que el oro intramuscular. Una vez al
mes deben realizar un análisis de orina, así como determinación de hemoglobina, recuento
diferencial de leucocitos y plaquetas.
La sulfasalacina, que se ha usado durante mucho tiempo para la colitis ulcerosa, se está
empleando cada vez más en la AR (para la que fue desarrollada). Se suele administrar en
tabletas con cubierta entérica, comenzando por 500 mg/d y con incrementos de 500 mg a
intervalos semanales hasta 2 a 3 g/d. Los efectos beneficiosos son aparentes en los 3 primeros
meses. Los efectos tóxicos incluyen síntomas gástricos, neutropenia, hemólisis, hepatitis y
erupción cutánea. El seguimiento con hemograma y bioquímica sanguínea es importante
mientras se está aumentando la dosis y en ocasiones durante el mantenimiento.
La penicilamina oral puede producir un efecto similar al oro y se puede emplear en algunos
casos si el oro fracasa o produce toxicidad en pacientes con AR activa. Los efectos colaterales
se pueden reducir cuando se comienza con una dosis baja. Se administra una dosis de 250
mg/d durante 30 a 90 d. Se aumenta la dosis a 500 mg/d durante otros 30 a 90 d, y si no se
consigue una mejoría significativa, se puede aumentar la dosis hasta 750 mg/d durante 60 d.
Cuando el paciente empieza a responder, no se debe incrementar la dosis, sino que se debe
mantener la dosis mínima efectiva. Antes del tratamiento y cada 2 a 4 sem durante el mismo,
se debe hacer un recuento de plaquetas, un hemograma completo y un análisis de orina. Los
efectos secundarios que obligan a retirar el tratamiento son más frecuentes que con el oro y
consisten en supresión de la médula ósea, proteinuria, nefrosis, otros efectos tóxicos graves (p.
ej., miastenia grave, pénfigo, síndrome de Goodpasture, polimiositis, un síndrome similar al
lupus), erupción cutánea y disgeusia. El fármaco debe ser administrado por un médico
experimentado en su manejo o bajo su supervisión, y hay que controlar exhaustivamente sus
efectos secundarios.
Las combinaciones de fármacos de acción lenta pueden ser más eficaces que un fármaco
simple. En un estudio reciente se ha comprobado que la hidroxicloroquina, la sulfasalacina y el
metotrexato administrados en combinación fueron más efectivos que el metotrexato aislado o
los otros dos fármacos juntos.
Corticoides. Los corticoides son los fármacos antiinflamatorios más efectivos a corto plazo. Sin
embargo, su utilidad clínica en la AR suele disminuir con el tiempo. Los corticoides no
previenen de manera predecible la progresión de la destrucción articular, aunque un informe
reciente sugiere que pueden retrasar su aparición. Además, se produce un efecto de rebote
grave tras la retirada de los corticoides en la fase activa de la enfermedad. Debido a sus
efectos secundarios duraderos, muchos autores recomiendan administrar los corticoides sólo
después de un intento minucioso y prolongado con otros fármacos menos peligrosos. Las
contraindicaciones relativas de los corticoides son la úlcera péptica, la hipertensión, las
infecciones no tratadas, la diabetes mellitus y el glaucoma. Es preciso descartar la presencia de
tuberculosis antes de iniciar el tratamiento con corticoides.
En el curso de la enfermedad activa grave, se puede usar metotrexato en fases iniciales (la
mejoría se produce en 3 a 4 sem). Se debe administrar en una dosis única semanal de 2,5 a 20
mg, comenzando con 7,5 mg/sem y aumentando progresivamente según sea necesario. Está
contraindicado en alcohólicos y diabéticos. Se debe vigilar la función hepática, y puede ser
necesaria una biopsia de hígado si las pruebas de función hepática son anormales y el
paciente necesita mantener el tratamiento con este fármaco. No es frecuente la fibrosis
hepática con repercusión clínica. Hay que realizar un hemograma de manera regular. La
neumonitis es una complicación mortal muy poco frecuente. Se pueden producir recidivas
graves de la artritis tras la retirada de la medicación. La azatioprina se debe comenzar a dosis
de 1 mg/kg/d (50 a 100 mg) como dosis oral única o repartida en dos tomas. Esta dosis se
puede aumentar en 0,5 mg/kg/d después de 6 a 8 sem a intervalos de 4 sem hasta un máximo
de 2,5 mg/kg/d. La dosis de mantenimiento debe ser la mínima posible. La ciclosporina es
efectiva en el tratamiento de la AR y puede ser especialmente útil en combinación con otros
fármacos de acción lenta. La dosis no debe exceder por lo general los 5 mg/kg/d, a fin de
reducir los efectos tóxicos sobre la presión arterial y la función renal. Aunque no está aprobada
para la AR por la FDA en Estados Unidos, la ciclofosfamida puede ser efectiva también,
aunque su uso es menos frecuente debido a su mayor riesgo de toxicidad. Etanercept es un
antagonista de factor de necrosis tumoral, que se puede administrar 2 veces/sem (25 mg s.c.) a
aquellos pacientes que han presentado una respuesta inadecuada a uno o más fármacos
modificadores de la enfermedad. Se están investigando otras terapias experimentales (p. ej.,
antagonistas de los receptores de la interleucina-1) y parecen prometedoras, pero aún no están
disponibles.
SÍNDROME DE SJÖGREN
El síndrome de Sjögren (SS) es más frecuente que el LES, pero menos que la AR. Se ha
encontrado una asociación entre los antígenos HLA-DR3 y el SS primario en la raza blanca.
Otros factores genéticos pueden ser importantes en otros grupos étnicos.
El SS puede afectar sólo a los ojos y la boca (SS primario, complejo sicca, síndrome sicca) o
puede tratarse de una enfermedad vascular del colágeno generalizada (SS secundario). Puede
existir artritis aproximadamente en el 33% de pacientes y tiene una distribución similar a la de
la AR. Sin embargo, los síntomas articulares en el SS primario tienden a ser más leves y en
raras ocasiones producen destrucción articular. Algunos pacientes con SS no diagnosticado
que presentan síntomas reumáticos pueden no presentar el complejo sicca; en estos casos el
diagnóstico del SS se basa en hallazgos de laboratorio.
Las glándulas salivares y lacrimales están infiltradas por células T CD4+ y algunas células B.
Las células T producen citocinas inflamatorias (p. ej., interleucina-2, interferón gamma). Las
células de los conductos de las glándulas salivares también producen citocinas, lesionando
finalmente los conductos secretores. La atrofia del epitelio secretor de las glándulas salivares
produce desecación de la córnea y conjuntiva (queratoconjuntivitis seca, v. cap. 96). Esto suele
producir una sensación de rascado o irritación. En casos avanzados, la córnea se lesiona
gravemente, existen láminas epiteliales colgando de la córnea (queratitis filiforme) y puede
disminuir la agudeza visual.
Un tercio de los pacientes con SS presentan aumento de tamaño de las glándulas parótidas,
que suelen ser firmes, lisas, de tamaño variable y ligeramente sensibles. El aumento de tamaño
crónico de las glándulas salivares no suele producir dolor. La infiltración linfocítica y la
proliferación celular intraductal en la glándula parótida producen estrechamiento de la luz y
formación de estructuras celulares compactas denominadas islas epimioepiteliales. Cuando las
glándulas salivares se atrofian, disminuye la producción de saliva y se produce una sequedad
extrema de la boca y los labios (xerostomía) que impide la masticación y la deglución y
favorece la caída de los dientes y la formación de cálculos en los conductos salivares. Se
puede perder el sentido del gusto y del olfato.
Puede existir sequedad de la piel y las membranas mucosas de nariz, garganta, laringe,
bronquios, vulva y vagina. La sequedad del tracto respiratorio puede conducir a infecciones
pulmonares y a veces a neumonía. Puede aparecer alopecia.
Los efectos GI (p. ej., disfagia) se asocian con la atrofia mucosa o submucosa y con la
infiltración difusa por linfocitos y células plasmáticas. Puede aparecer enfermedad hepatobiliar
crónica y pancreatitis (el tejido pancreático exocrino es similar al de las glándulas salivares). La
pericarditis fibrinosa es una complicación ocasional. Es frecuente la neuropatía sensitiva.
También puede desarrollarse una vasculitis del SNC en el SS. Alrededor del 20% de los
pacientes con SS tienen acidosis tubular renal, y en muchos casos está disminuida la
capacidad de concentración renal. La nefritis intersticial es frecuente, aunque no la
glomerulonefritis. Los pacientes con aumento de tamaño de las parótidas, esplenomegalia y
linfadenopatía pueden tener un seudolinfoma o un linfoma maligno. La incidencia de linfoma se
multiplica por 44 en los pacientes con SS, que también presentan un riesgo más elevado de
macroglobulinemia de Waldeström.
Diagnóstico
Se debe evaluar el ojo para detectar la sequedad. La prueba de Schirmer mide la cantidad de
lágrimas segregadas en 5 min en respuesta a la irritación por una tira de papel de filtro
colocada bajo cada párpado inferior. Una persona joven normal humedece unos 15 mm de
cada tira de papel. Debido a que con la edad se produce una hipolacrimación, el 33% de las
personas ancianas normales humedecen sólo 10 mm del papel en 5 min. La mayoría de
personas con SS humedecen <5 mm en 5 min, aunque alrededor del 15% de los resultados de
la prueba son positivos falsos y el 15% también son negativos falsos. La tinción del ojo con una
gota de solución de rosa de bengala es muy específica. En el SS, la porción del ojo que ocupa
la apertura palpebral capta el colorante, y se observan triángulos rojos con sus bases hacia el
limbo. También es útil la exploración con lámpara de hendidura.
Pronóstico y tratamiento
El pronóstico del SS suele estar relacionado con la enfermedad del tejido conjuntivo asociada,
aunque el trastorno es crónico y en ocasiones puede conducir a la muerte por infección
pulmonar y, en raras ocasiones, por insuficiencia renal o linfoma. No existe tratamiento
específico para el proceso primario. Las manifestaciones locales se pueden tratar de manera
sintomática.
Afectación del tejido conjuntivo: Debido a que la afectación del tejido conjuntivo suele ser
moderada y crónica, los corticoides y los fármacos inmunosupresores sólo están indicados en
algunos casos (p. ej., en vasculitis grave o afectación visceral). Se deben evitar la radioterapia
y los fármacos que aumentan el riesgo de trastornos linfoproliferativos.
SÍNDROME DE BEHÇET
Trastorno crónico, recidivante, inflamatorio y multisistémico que puede producir afectación
mucocutánea, ocular, genital, articular, vascular, del SNC y GI.
Síntomas y signos
Casi todos los pacientes presentan úlceras orales dolorosas recidivantes que se asemejan a la
estomatitis aftosa. En la mayoría estas úlceras son la primera manifestación de la enfermedad.
Aparecen úlceras similares en el pene y el escroto, donde son dolorosas, o en la vulva y
vagina, donde pueden ser asintomáticas. Los síntomas restantes pueden aparecer en días o
años. En la mayoría de los casos existe afectación ocular, siendo lo más frecuente una
iridociclitis recidivante, en ocasiones con hipopión, que suele presentarse con dolor, fotofobia y
visión borrosa. También puede estar afectado el segmento posterior, con coroiditis, vasculitis
retiniana y papilitis. La uveítis posterior no tratada puede producir ceguera. Hasta en el 80% de
los casos existen lesiones cutáneas: pápulas, pústulas, vesículas y foliculitis. Son
características las lesiones similares al eritema nodoso y, aproximadamente en el 40% de los
pacientes, las reacciones inflamatorias ante un traumatismo menor (p. ej., punción con aguja).
En el 50% de los pacientes existe una artritis relativamente leve, autolimitada y no destructiva
que afecta a las rodillas y otras articulaciones grandes. Se produce una tromboflebitis
migratoria superficial o profunda recidivante en el 25% de los casos y puede ocasionar
obstrucción de la vena cava. La afectación del SNC (18%) puede manifestarse como
meningoencefalitis crónica, hipertensión cerebral benigna o lesiones de la médula espinal y el
tronco cerebral, con amenaza vital. Las manifestaciones GI varían entre un malestar abdominal
inespecífico y un síndrome similar a una enteritis regional (enfermedad de Crohn). La vasculitis
generalizada puede producir aneurismas o trombosis y puede afectar también a los riñones en
forma de glomerulonefritis focal asintomática. En pocas ocasiones se afectan los pulmones,
con vasculitis y aneurismas de las arterias pulmonares.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
El síndrome suele ser crónico y tratable. La remisión y la recidiva pueden durar entre semanas
y años e incluso se pueden prolongar durante décadas. Sin embargo, la ceguera, la obstrucción
de la vena cava y la parálisis pueden complicar la evolución. Los decesos, poco frecuentes, se
asocian con afectación neurológica, vascular y GI.
POLICONDRITIS RECIDIVANTE
Signos y síntomas
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La mortalidad a los 5 años de enfermedad puede acercarse al 30%, por colapso de las
estructuras de soporte cartilaginoso de la laringe y la tráquea o por afectación cardiovascular
en forma de aneurisma de grandes vasos, insuficiencia valvular cardíaca o vasculitis sistémica.
Los casos leves pueden responder al tratamiento sintomático con aspirina, indometacina u
otros AINE. Los casos más graves se suelen tratar con 30 a 60 mg/d de prednisona, con
reducción rápida de la dosis tan pronto como se produzca la respuesta clínica. Se puede usar
metotrexato (7,5 a 20 mg/sem) para reducir la dosis de corticoides. Los casos más graves
pueden precisar la adición de fármacos inmunosupresores, como la ciclofosfamida (v. también
Tratamiento de la artritis reumatoide). Ninguna de estas terapias se ha probado en ensayos
controlados ni parece modificar la evolución natural de la enfermedad. La monitorización de los
signos de estrechamiento traqueal es importante, porque puede predisponer a las infecciones o
incluso a un colapso traqueal agudo. Puede ser necesario realizar una traqueostomía o colocar
un dilatador.
Trastorno inflamatorio crónico del tejido conjuntivo de causa desconocida que puede afectar a
articulaciones, riñones, superficies serosas y paredes vasculares y que aparece sobre todo en
mujeres jóvenes, aunque también en niños.
El 90% de los casos de LES aparecen en mujeres. El conocimiento más profundo de esta
patología ha hecho que aumente la incidencia global de la misma. En algunos países, la
prevalencia del LES es similar a la de la AR. El suero de la mayoría de los pacientes contiene
anticuerpos antinucleares (ANA), casi siempre con anticuerpos anti-ADN. La patogenia de las
reacciones autoinmunes se comenta en el capítulo 148.
Los hallazgos clínicos son muy variables. El LES puede comenzar de forma súbita con fiebre
que simula una infección aguda, o puede hacerlo de manera insidiosa durante meses o años
con episodios de fiebre y malestar general. Los hallazgos iniciales pueden ser cefaleas
vasculares, epilepsia o psicosis. Pueden aparecer manifestaciones relacionadas con casi
cualquier sistema del organismo. Los síntomas articulares, que oscilan entre las artralgias
intermitentes y la poliartritis aguda, aparecen en el 90% de los pacientes aproximadamente y
pueden estar presentes durante años antes de que se produzcan otros síntomas. En la
enfermedad de larga evolución, pueden producirse erosiones de las inserciones capsulares en
las articulaciones metacarpofalángicas con deformidad articular secundaria sin signos
radiográficos de erosiones marginales aparentes (artritis de Jaccoud). Sin embargo, la
poliartritis del lupus no suele ser destructiva ni deformante.
Es frecuente la pleuritis recidivante, con derrame o sin él. Es rara la neumonitis del lupus,
aunque son frecuentes las alteraciones menores de la función pulmonar. En raras ocasiones
puede producirse una hemorragia pulmonar con amenaza vital. Con frecuencia existe
pericarditis. Otras complicaciones graves muy poco frecuentes son la vasculitis de arterias
coronarias o la miocarditis fibrosante. Las lesiones de Libman-Sacks se describen en
Endocarditis no infecciosa, en el capítulo 208.
El síndrome hemofagocítico del lupus agudo es una forma de presentación muy rara, con
fiebre y pancitopenia fulminante, descrito en asiáticos (especialmente en descendientes de
chinos), entre los que el LES tiene una incidencia elevada. La médula ósea muestra
proliferación de histiocitos reactivos, con fagocitosis de células hematopoyéticas (un ejemplo
del síndrome hemofagocítico reactivo). No existen pruebas de una infección subyacente. Los
pacientes responden rápidamente a los corticoides.
Datos de laboratorio
En >98% de los pacientes con LES existe una prueba de ANA positiva (por lo general con
títulos altos) y esto obliga a realizar otras determinaciones más específicas para detectar
anticuerpos anti-ADN de cadena doble (mediante ELISA o con el método del portaobjetos con
crithidia, una prueba menos sensible pero más específica). Cuando existen titulos elevados de
anticuerpos anti-ADN de cadena doble, son muy específicos de LES.
Otros ANA y anticuerpos anticitoplásmicos (p. ej., Ro [SSA], La [SSB], Sm, RNP, Jo-1) son de
ayuda en el diagnóstico del LES y de otras enfermedades del tejido conjuntivo (como se
expone más adelante). Debido a que el Ro es fundamentalmente citoplásmico, en ocasiones se
pueden detectar anticuerpos anti-Ro en pacientes con LES ANA negativos que presentan un
lupus cutáneo crónico. El anti-Ro es el anticuerpo causal del lupus neonatal y del bloqueo
cardíaco congénito. El anti-Sm es muy específico del lupus, pero, al igual que ocurre con el
anti-ADN de cadena doble, no es muy sensible.
En el 5-10% de los pacientes con LES se producen resultados positivos falsos en las pruebas
serológicas de la sífilis. Pueden asociarse con una prueba positiva para el anticoagulante del
lupus o con una prolongación del tiempo de tromboplastina parcial. Los valores anormales en
una o más de estas determinaciones indican la presencia de anticuerpos antifosfolípidos (p. ej.,
anticuerpos anticardiolipina), que se asocian con trombosis arterial o venosa, aborto
espontáneo, pérdida fetal tardía y trombocitopenia. Los anticuerpos anticardiolipina se pueden
detectar mediante ELISA.
Los niveles de complemento sérico suelen estar disminuidos en la fase activa y son muy bajos
en los pacientes con nefritis activa. La VSG está elevada de manera casi uniforme durante la
fase activa del trastorno. Los niveles de proteína C reactiva son sorprendentemente bajos en el
LES, incluso con una VSG >100 mm/h. La leucopenia es la norma, sobre todo con linfopenia en
el LES activo. Puede existir una anemia hemolítica. La trombocitopenia autoinmune puede ser
grave y producir compromiso vital. La presencia de LES es indistinguible en ocasiones de la
púrpura trombocitopénica idiopática.
La afectación renal puede ser evidente en cualquier fase, incluso aunque no existan otras
manifestaciones del LES. Un título elevado de anticuerpos anti-ADN o una elevación del mismo
puede predecir el riesgo de nefritis en el lupus. No suele ser necesaria la biopsia renal para el
diagnóstico, pero puede ayudar a evaluar el estado de la afectación renal (p. ej., inflamación
activa frente a fibrosis postinflamatoria) y puede determinar la conducta terapéutica. Los
análisis de orina pueden permanecer sin alteraciones a pesar de la comprobación de afectación
renal temprana por la biopsia. Por esta razón, se deben realizar a intervalos regulares durante
el seguimiento del paciente en remisión aparente. La presencia de hematíes y de cilindros
granulares sugiere una nefritis más activa.
Diagnóstico
El LES es obvio cuando un paciente (en particular una mujer joven) tiene fiebre y erupción
cutánea eritematosa, poliartritis, signos de enfermedad renal, dolor pleural intermitente,
leucopenia e hiperglobulinemia con anticuerpos anti-ADN de cadena doble. El LES en fase
inicial puede ser difícil de diferenciar de otras enfermedades del tejido conjuntivo y se puede
confundir con una AR si predominan los síntomas articulares. La enfermedad mixta del tejido
conjuntivo comparte las características clínicas del LES con características superpuestas de
esclerosis sistémica, poliartritis de tipo reumatoide, polimiositis y dermatomiositis (v. más
adelante).
Puede ser necesaria una observación meticulosa y prolongada antes de llegar al diagnóstico de
LES. Los pacientes con lesiones discoides deben ser evaluados para diferenciar el lupus
eritematoso discoide del LES. Algunos fármacos (hidralazina, procainamida, betabloqueantes)
producen positividad en las pruebas para detectar ANA y, en ocasiones, un síndrome similar al
lupus asociado con anticuerpos antihistona. Estas alteraciones suelen desaparecer si se retira
el fármaco de manera inmediata. El American College of Rheumatology ha propuesto los
criterios para la clasificación (no para el diagnóstico) del LES (v. tabla 50-3).
Pronóstico
Cuanto más grave sea la enfermedad, mayor será el riesgo de complicaciones yatrogénicas por
la medicación. Puede producirse infección por la inmunosupresión y coronariopatía por el uso
crónico de corticoides. En general, la evolución del LES es crónica y recidivante, aunque suelen
existir a menudo períodos largos de remisión (años). El pronóstico ha mejorado
sustancialmente en las dos últimas décadas. Una vez controlada la fase aguda inicial, el
pronóstico a largo plazo suele ser bueno. Las recidivas son raras tras la menopausia, aunque
puede presentarse un LES de inicio tardío que suele ser difícil de diagnosticar. La
supervivencia a 10 años en los países desarrollados es >95%. Esta mejoría del pronóstico
confirma la importancia del diagnóstico precoz del LES. Sin embargo, en ocasiones la
presentación puede ser aguda y desastrosa (con trombosis cerebral o pérdida fetal tardía).
Tratamiento
La vasculitis aguda y la afectación grave del SNC se tratan de la misma manera que el
trastorno renal. La trombosis o la embolia in situ de los vasos cerebrales, pulmonares o
placentarios puede precisar tratamiento con heparina a corto plazo y tratamiento de
mantenimiento con warfarina. En el lupus del SNC o en otras crisis la forma inicial de
tratamiento suele ser la administración de 1.000 mg de metilprednisolona mediante infusión
intravenosa lenta (1 h) en tres días sucesivos, junto con ciclofosfamida i.v.
Tratamiento supresor: La enfermedad crónica leve o grave se debe tratar con la dosis mínima
de corticoides y otros fármacos que permita controlar la inflamación de los tejidos
(antipalúdicos, inmunosupresores a dosis bajas). La dosificación de corticoides se determina
mediante una disminución a intervalos del 10% (dependiendo del grado de respuesta clínica).
Por ejemplo, si la fiebre y la artritis son las manifestaciones activas iniciales, la dosis se reduce
a intervalos semanales. Si predominan la trombocitopenia y la afectación renal (que responden
más lentamente al inicio del tratamiento) la dosis se debe reducir cada 2 a 4 sem. La recaída
(temporal) y la recidiva tienden a ocurrir en el sistema que haya presentado la reagudización
más reciente. La respuesta al tratamiento se mide por el alivio de los síntomas y los signos o
por la mejoría de las pruebas de laboratorio. Los títulos de anticuerpos anti-ADN de cadena
doble o los niveles bajos de complemento sérico pueden volver a la normalidad con el
tratamiento. Son más importantes los hallazgos clínicos que los de laboratorio para ir
modificando el tratamiento. Cuando la dosis diaria de prednisona se establezca en <15 mg, se
puede pasar a una administración a días alternos. La mayoría de los pacientes pueden
suspender la prednisona. La necesidad de un tratamiento a largo plazo con dosis altas de
corticoides lleva a valorar la necesidad de añadir un agente inmunosupresor por v.o., dada su
capacidad para reducir la dosis de corticoides necesaria.
Quizá el cambio más importante en el tratamiento del LES durante las dos últimas décadas
haya sido el convencimiento de que la enfermedad se puede controlar sin necesidad de dosis
elevadas y mantenidas de corticoides para evitar sus complicaciones a largo plazo.
Se desconoce la causa del lupus eritematoso discoide (LED). La enfermedad es más frecuente
en mujeres, sobre todo alrededor de los 30 años de edad, pero el abanico de edad es más
amplio que para el LES (v. más atrás).
Signos y síntomas
Aunque el LED suele estar limitado a la piel, hasta el 10% de los pacientes desarrollan grados
variables de afectación sistémica. Sin embargo, ésta no suele ser grave y puede manifestarse
sólo por la presencia de anticuerpos nucleares. Son frecuentes la leucopenia y las
manifestaciones sistémicas transitorias leves (p. ej., artralgias). Muy pocos pacientes con LED
desarrollan una sinovitis crónica como única manifestación sistémica.
Diagnóstico
Debido a que las lesiones cutáneas del LED y del LES pueden ser idénticas, el paciente que
presenta una lesión discoide típica debe ser examinado para determinar si presenta afectación
sistémica. Se debe hacer una anamnesis y una exploración clínica para descartar que se trate
de una manifestación cutánea inicial de un LES. Las pruebas diagnósticas deben incluir una
biopsia del borde activo de la lesión, recuento de células sanguíneas, VSG, pruebas para
anticuerpos antinucleares y estudios de función renal. La biopsia de piel no permite diferenciar
entre LED y LES, pero sí permite descartar otras patologías. Los anticuerpos anti-ADN de
cadena doble están ausentes siempre en el LED.
Tratamiento
Las pomadas o cremas de corticoides tópicos, administradas 2 o 3 veces al día (p. ej.,
acetónido de triamcinolona al 0,1 o 0,5%, fluocinolona al 0,025 o 0,2%, flurandrenolida al
0,05%, valerato de betametasona al 0,1%, dipropionato de betametasona al 0,05%), pueden
conseguir la involución de las lesiones más pequeñas. El último compuesto parece ser el más
efectivo. La cinta adhesiva de plástico recubierta de flurandrenolida es útil con frecuencia en las
lesiones resistentes. Las placas individuales resistentes pueden responder a la inyección
intradérmica de una suspensión de acetónido de triamcinolona al 0,1%, pero suele producirse
una atrofia secundaria. Se debe evitar el uso excesivo de corticoides tópicos.
Los antipalúdicos (p. ej., hidroxicloroquina, 200 mg/d v.o.) son muy útiles en el tratamiento del
LED. En los casos resistentes pueden ser necesarias dosis más elevadas (400 mg/d) o ciertas
combinaciones (hidroxicloroquina, 200 mg/d, más quinacrina [mepacrina], 50 a 100 mg/d)
durante meses o años.
ESCLEROSIS SISTÉMICA
La esclerosis sistémica es unas cuatro veces más frecuente en mujeres que en hombres y es
bastante rara en la infancia.
Las formas localizadas de esclerodermia se manifiestan como placas circunscritas (morfea)
o esclerosis lineal de los tegumentos y tejidos inmediatamente subyacentes sin afectación
sistémica. La enfermedad mixta del tejido conjuntivo (EMTJ, v. más adelante) combina
características de esclerodermia (fenómeno de Raynaud, disfunción esofágica) con hallazgos
clínicos y serológicos de LES, polimiositis o AR. Los pacientes con EMTJ tienen títulos muy
elevados de anticuerpos séricos que reaccionan con las ribonucleoproteínas nucleares.
Los síntomas iniciales más habituales en la esclerosis sistémica son el fenómeno de Raynaud y
la tumefacción insidiosa de las regiones distales de las extremidades, con engrosamiento
gradual de la piel de los dedos. También es intensa la poliartralgia. En ocasiones la primera
manifestación de la enfermedad son los trastornos GI (pirosis, disfagia) o respiratorios (disnea).
Piel: La induración es simétrica y puede estar confinada a los dedos (esclerodactilia) y las
zonas distales de las extremidades superiores, o puede afectar a la mayoría o la totalidad del
organismo. Al progresar la enfermedad, la piel se hace tensa, brillante e hiperpigmentada, la
cara adquiere aspecto de máscara y aparecen telangiectasias en los dedos, el tórax, la cara,
los labios y la lengua. Pueden aparecer calcificaciones subcutáneas (calcinosis circunscrita) por
lo general en el extremo de los dedos (pulpejo) y sobre las prominencias óseas. La
capilaroscopia de los pliegues ungueales revela ovillos capilares dilatados mezclados con
áreas de pérdida de los ovillos microvasculares normales visibles en esa zona. La biopsia de la
piel indurada demuestra un aumento de las fibras de colágeno compacto en la dermis reticular,
adelgazamiento epidérmico, pérdida de papilas y atrofia de los anejos dérmicos. Pueden existir
acumulaciones grandes variables de linfocitos T en la dermis y el tejido celular subcutáneo,
donde puede existir también una fibrosis extensa.
Tracto GI: La alteración visceral más frecuente es la disfunción esofágica, que acaba estando
presente en todos los pacientes. La disfagia (manifestada por sensación de dificultad para
tragar) está provocada inicialmente por la alteración de la motilidad esofágica, pero después se
debe a reflujo gastroesofágico y formación secundaria de estenosis. Se produce el reflujo ácido
por incompetencia del esfínter esofágico inferior, y son frecuentes la esofagitis péptica con
posible ulceración y la estenosis. Aparece un esófago de Barret en un tercio de los pacientes
con esclerodermia. Estos pacientes presentan un riesgo elevado de complicaciones (estenosis,
adenocarcinoma). La hipomotilidad del intestino delgado se puede asociar con malabsorción
debida a sobrecrecimiento bacteriano anaerobio. La neumatosis intestinal puede seguir a la
degeneración de la muscularis mucosa y la entrada consiguiente de aire en la submucosa de la
pared intestinal. Se pueden desarrollar saculaciones de boca ancha características en el colon
y el íleon por la atrofia del músculo liso de estos segmentos. Puede existir cirrosis biliar
asociada con el síndrome CREST.
Sistema renal: Puede existir afectación renal grave como consecuencia de la hiperplasia de la
íntima de las arterias arqueadas e interlobulares y suele manifestarse por el inicio brusco de
hipertensión maligna o acelerada. Si no se trata, la insuficiencia renal progresa de manera
rápida, se hace irreversible y es letal en el plazo de pocos meses. Sin embargo, los fármacos
antihipertensivos más recientes hacen que la supervivencia alcance al menos 2 años con más
frecuencia. Aunque no todos los pacientes responden y algunos evolucionan hacia la
insuficiencia renal a pesar de un control adecuado de la TA (v. Tratamiento, más adelante).
Datos de laboratorio
Pronóstico
Tratamiento
Los IECA son los fármacos de elección para la enfermedad renal. También se han usado otros
vasodilatadores (minoxidil) con resultados variables. Todos estos fármacos controlan la
hipertensión de manera adecuada y ayudan a conservar la función renal. Cuando no es posible
evitar la progresión de la afectación renal, se puede recurrir a la diálisis y el trasplante renal,
aunque la tasa de mortalidad sigue siendo elevada.
FASCITIS EOSINOFÍLICA
Síntomas y signos
Los síntomas suelen aparecer de manera insidiosa, con limitación gradual de los movimientos
de brazos y piernas. La afectación fascial es característica, pero el proceso puede afectar a
tendones, membranas sinoviales y músculos. Suelen producirse contracturas, secundarias a la
induración y el engrosamiento de las fascias. Son frecuentes la fatiga y la pérdida de peso.
Aunque la potencia muscular está intacta, pueden existir mialgias y artritis. Se han descrito el
síndrome de Sjögren y trastornos cardíacos y, en raras ocasiones, anemia aplásica y
trombocitopenia. La ausencia de fenómeno de Raynaud, telangiectasia y cambios viscerales
significativos (retraso de la motilidad esofágica) ayuda a distinguir la FE de la esclerosis
sistémica.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La mayoría de los pacientes responden de manera rápida a dosis altas de prednisona (40 a 60
mg/d seguidos de una reducción rápida a 5 a 10 mg/d). Puede ser necesario mantener dosis
bajas durante 2 a 5 años. Como alternativa se puede emplear la hidroxicloroquina a dosis de
200 a 400 mg/d. Aunque se desconoce el pronóstico a largo plazo, en muchos pacientes la FE
es autolimitada y carece de complicaciones.
POLIMIOSITIS Y DERMATOMIOSITIS
Etiología e incidencia
La causa es desconocida. La enfermedad puede estar originada por una reacción autoinmune.
Se han encontrado depósitos de IgM, IgG y del tercer componente del complemento en las
paredes de los vasos sanguíneos del músculo esquelético, especialmente en la
dermatomiositis de la infancia. Parece que existe una reacción inmunológica mediada por
células contra el músculo. También pueden ser responsables los virus, ya que se han
detectado estructuras similares a los picornavirus en las células musculares, y se han
identificado inclusiones tubulares semejantes a las encontradas en algunas infecciones víricas
mediante microscopia electrónica en miocitos y células endoteliales de los vasos de la piel y el
músculo. La asociación de neoplasia maligna con dermatomiositis (menos con polimiositis)
sugiere que un tumor puede provocar la miositis como resultado de una reacción inmunológica
dirigida contra un antígeno común al músculo y al tumor.
Anatomía patológica
Signos y síntomas
El comienzo puede ser agudo o insidioso. Una infección aguda puede preceder o
desencadenar el inicio de los síntomas. Los síntomas son similares en niños y adultos, aunque
el inicio en niños suele ser abrupto y en adultos más insidioso. El síntoma inicial es
habitualmente la debilidad muscular proximal o la erupción cutánea. (Los pacientes con miositis
por cuerpos de inclusión pueden debutar con debilidad distal similar o más intensa que la
debilidad proximal.) El dolor y la hipersensibilidad muscular suelen ser menos intensos que la
debilidad. También pueden aparecer erupción cutánea, poliartralgias, fenómeno de Raynaud,
disfagia, enfermedad pulmonar, así como síntomas constitucionales, fiebre elevada, fatiga y
pérdida de peso.
En el 15% de los hombres mayores de 50 años hay una neoplasia maligna asociada (y en
menor proporción en las mujeres) y tiende a ser más frecuente en la dermatomiositis del adulto.
No existe un tipo de tumor ni una localización característicos.
Datos de laboratorio
Las determinaciones de laboratorio son útiles pero inespecíficas. La VSG suele estar elevada.
Se encuentran anticuerpos antinucleares o células LE en algunos pacientes, con más
frecuencia cuando existe otra enfermedad del tejido conjuntivo. Cerca del 60% de los pacientes
presentan anticuerpos frente a un antígeno nuclear del timo (PM-1) o frente a extractos de timo
completo o de núcleos del timo (Jo-1). La relación entre estos autoanticuerpos y la patogenia
de la enfermedad es desconocida, aunque el anticuerpo contra Jo-1 es un marcador
significativo de alveolitis fibrosante y fibrosis pulmonar asociadas. Las enzimas musculares
séricas, especialmente las transaminasas, CK y aldolasa, suelen estar elevadas, con
frecuencia muy elevadas. Es útil la determinación periódica de la CK para el seguimiento del
tratamiento. Los niveles elevados disminuyen con un tratamiento adecuado. Sin embargo,
estas enzimas pueden ser normales en ocasiones a pesar de que la enfermedad esté activa en
pacientes con miositis crónica y atrofia muscular generalizada.
Diagnóstico
Los siguientes criterios son útiles para el diagnóstico: 1) debilidad muscular proximal, 2)
erupción cutánea característica, 3) elevación de las enzimas musculares en suero, 4) cambios
en la biopsia muscular y 5) tríada característica de anomalías electromiográficas (fibrilaciones
espontáneas y potenciales agudos positivos con aumento de la irritabilidad en la inserción,
potenciales cortos polifásicos durante la contracción voluntaria y descargas singulares,
repetitivas, de alta frecuencia durante la estimulación mecánica). La electromiografía se realiza
de forma unilateral, de manera que los músculos que presentan las anomalías eléctricas, por lo
general el deltoides y el cuádriceps femoral, pueden biopsiarse en las extremidades opuestas
para evitar las zonas irritadas previamente por las agujas de la EMG. Incluso en la polimiositis y
la dermatomiositis típica es necesaria una biopsia muscular para establecer el diagnóstico y
excluir así otras enfermedades, como la miositis por cuerpos de inclusión y la rabdomiólisis
posvírica. Con la certeza absoluta de un diagnóstico tisular, el médico puede iniciar el
tratamiento con inmunosupresores en los pacientes con resistencia a los corticoides. En
ocasiones es necesario repetir la biopsia para distinguir entre la recidiva de la polimiositis y la
miopatía inducida por corticoides. La RM puede ayudar a identificar regiones de edema e
inflamación muscular, especialmente en los niños.
Se debe tener en cuenta la posibilidad de una neoplasia maligna en todo adulto con
dermatomiositis, llevando a cabo las exploraciones necesarias, pero sin necesidad de realizar
pruebas cruentas de manera no programada.
Pronóstico
Tratamiento
Se deben limitar las actividades físicas hasta que haya remitido la inflamación. Los corticoides
son los fármacos de elección en un principio. Para la enfermedad aguda se recomienda
prednisona oral a dosis de 40 a 60 mg/d. Las determinaciones seriadas de la CK sérica
suponen la mejor guía inicial para controlar la efectividad terapéutica. Ésta suele descender o
normalizarse en 6 a 12 sem en casi todos los pacientes, seguida de una mejoría de la potencia
muscular. Una vez que los niveles de esta enzima hayan alcanzado la normalidad, se reduce
lentamente la dosis de prednisona. Si los niveles de CK se elevan, se aumenta la dosis. En
adultos es necesario a veces el mantenimiento con 10 a 15 mg/d de prednisona de manera
indefinida. Siempre se debe intentar retirar los corticoides, pero en general no es posible. Sin
embargo, algunos pacientes parecen recuperarse tras una respuesta terapéutica completa de
años de duración, entonces se puede retirar el tratamiento de manera progresiva con vigilancia
estrecha. Los niños precisan dosis iniciales de prednisona más elevadas (30 a 60 mg/m2/d). En
los niños puede ser posible retirar la prednisona después de 1 año en remisión aparente.
Algunos pacientes tratados de forma crónica con dosis altas de corticoides presentan mayor
debilidad, debida a una miopatía por corticoides sobreañadida. En esos casos se deben
suspender o reducir los corticoides, sustituyéndolos por otro fármaco (agente inmunosupresor).
La miositis asociada con tumores no resecables, enfermedad metastásica o miositis por
cuerpos de inclusión suelen ser más refractarias al tratamiento con corticoides.
POLIMIALGIA REUMÁTICA
Dolor grave y rigidez en grupos musculares proximales, sin debilidad ni atrofia, asociados con
una elevación intensa de la VSG y síntomas sistémicos inespecíficos.
El inicio puede ser agudo o subagudo. La PMR se caracteriza por dolor intenso y rigidez del
cuello, pectorales y cintura pelviana, rigidez matutina, rigidez tras inactividad (fenómeno gelling)
y síntomas sistémicos como malestar, fiebre, depresión y pérdida de peso (caquexia PMR, que
puede simular un cáncer). No existe debilidad muscular selectiva ni signos de enfermedad
muscular en la electromiografía (EMG) ni en la biopsia. Puede existir una anemia normocítica y
normocrómica. En la mayoría de pacientes la VSG está muy elevada, a menudo >100 mm/h,
por lo general >50 mm/h (método Westergren). Los niveles de proteína C reactiva suelen estar
elevados (>0,7 mg/dl), que puede ser un marcador más sensible que la VSG de la actividad del
proceso en ciertos pacientes.
Tratamiento
VASCULITIS
Anatomía patológica
La vasculitis puede estar producida por mecanismos diferentes, pero las anomalías histológicas
son similares. En las lesiones agudas, las células inflamatorias predominantes son los PMN, y
en las lesiones crónicas, los linfocitos. La inflamación suele ser segmentaria, con focos
dispersos de inflamación intensa en un árbol vascular normal. Existen grados variables de
infiltración celular y necrosis o fibrosis en el interior de una o más capas de la pared de los
vasos en las zonas afectadas. La inflamación de la capa media de una arteria muscular tiende
a destruir la lámina elástica interna. La inflamación en un punto determinado de la pared del
vaso tiende a producir fibrosis e hipertrofia de la íntima. En ocasiones se pueden ver los rasgos
histológicos diferenciales (abundantes células gigantes, áreas parcheadas de necrosis
fibrinoide donde la sección completa de la pared del vaso presenta destrucción inflamatoria y
licuefacción). Se produce una oclusión secundaria de la luz por la hipertrofia de la íntima o
trombosis intraluminal. Además, una vez que se altera la integridad de la pared del vaso, los
hematíes y la fibrina pasan al tejido conjuntivo que lo rodea.
Se pueden ver afectados los vasos de cualquier tipo y tamaño (arterias, arteriolas, venas,
vénulas o capilares). Sin embargo, la fisiopatología se puede atribuir a la inflamación arterial,
con capacidad para la oclusión vascular parcial o total y necrosis tisular consiguiente. Debido a
que la vasculitis suele ser segmentaria o focal, la biopsia de los tejidos con sospecha clínica
puede no permitir un diagnóstico histológico definitivo. Sin embargo, la respuesta fibrosa íntima
y periadventicial a un foco de inflamación intensa de la pared arterial se extiende con
frecuencia hacia arriba y abajo de la lesión inicial, de manera que la hipertrofia y la fibrosis de la
íntima o la perivasculitis sugieren la presencia de un área adyacente de vasculitis.
Clasificación
Los numerosos trastornos vasculíticos se clasifican de manera más práctica en función del
tamaño y la profundidad del vaso afectado predominantemente (v. también comentarios
individuales en otras secciones del Manual). La tabla 50-5 recoge algunos de los trastornos
vasculíticos dependiendo del tipo de inflamación y la presentación clínica.
ARTERITIS TEMPORAL
Patología
La AT suele afectar a las arterias del sistema carotídeo, en especial las arterias craneales.
También se pueden afectar segmentos de la aorta, sus ramas, las arterias coronarias y las
arterias periféricas. La enfermedad tiene predilección por las arterias que contienen tejido
elástico. No suele afectar a las venas. La reacción histológica es una inflamación
granulomatosa de la íntima y la zona interna de la media, con predominio de linfocitos, células
epitelioides y células gigantes. Produce un engrosamiento marcado de la capa íntima con
estrechamiento y oclusión de la luz. La arteritis puede ser localizada, multifocal o extendida.
Síntomas y signos
Diagnóstico
La VSG suele estar muy elevada (>100 mm/h, método Westergren) durante la fase activa, pero
es normal en el 1% de los casos. También es frecuente la anemia normocítica normocrómica,
en ocasiones de gran intensidad. Puede estar elevada la fosfatasa alcalina sérica. Otros
hallazgos inespecíficos son la hiperglobulinemia policlonal y la leucocitosis.
Tratamiento
Para evitar la ceguera, el tratamiento debe comenzar tan pronto como se sospeche la AT. La
mayoría de los pacientes responden a la prednisona a dosis de 60 mg/d, que se mantiene
durante 2 a 4 sem. Basándose en la respuesta, se puede reducir gradualmente la dosis de
prednisona, por lo general entre 5 y 10 mg/sem hasta los 40 mg/d, y después entre 2 y 5
mg/sem hasta los 20 mg/d, y a partir de entonces a razón de 1 mg/sem. No es necesaria la
normalización de la VSG. Si los síntomas reaparecen tras la disminución de la dosis (cefalea,
fiebre y mialgia), se puede aumentar ligeramente la dosis de prednisona hasta conseguir
controlar los síntomas. Algunos pacientes pueden suspender la prednisona en el primer año,
pero pueden precisar dosis bajas de ésta durante años. También se han usado la azatioprina,
el metotrexato y la dapsona en pacientes con efectos secundarios graves por los corticoides,
aunque existen pocos datos concluyentes sobre su eficacia.
POLIARTERITIS NODOSA
Es más frecuente la afectación renal, hepática, cardíaca y GI. Las lesiones renales son de
dos tipos: de los vasos de gran calibre (la lesión es un infarto tubular y la insuficiencia renal es
poco frecuente) y microvascular, incluyendo las arteriolas aferentes glomerulares (la lesión es
difusa y la insuficiencia renal es frecuente y temprana). De los pacientes con infarto hepático
masivo, el 50% tienen poliarteritis nodosa, aunque esta complicación es rara. Los grados
moderados de hipersensibilidad hepática y el aumento de las enzimas hepáticas suelen reflejar
las áreas focales de vasculitis capsular hepática.
Síntomas y signos
Los síntomas iniciales más frecuentes son fiebre (85%), dolor abdominal (65%), síntomas de
neuropatía periférica, con frecuencia una mononeuritis múltiple (50%), debilidad (45%) y
pérdida de peso (45%). También pueden existir hipertensión (60%), edema (50%) y oliguria y
uremia (15%) en el 75% de pacientes con afectación renal. La proteinuria y la hematuria son
manifestaciones tempranas. El dolor abdominal difuso o localizado, las náuseas, vómitos y la
diarrea sanguinolenta pueden simular un cuadro de abdomen agudo quirúrgico, aunque la
isquemia aguda de la vejiga o intestino puede producir perforación y peritonitis. Puede existir
hemorragia en el tracto GI o en el espacio retroperitoneal. Aparece dolor precordial en el 25%
de los pacientes, pero el ECG indica coronariopatía en el 45% de los pacientes. La afectación
del SNC produce cefalea (30%) y convulsiones (10%). Son frecuentes las mialgias con zonas
de miositis isquémica focal y artralgias, aunque puede aparecer una artritis franca de
articulaciones grandes. En algunos pacientes existen lesiones cutáneas, incluyendo púrpura
palpable, nódulos subcutáneos palpables a lo largo del trayecto de la arteria afectada y áreas
irregulares de necrosis.
Datos de laboratorio
Las anomalías más frecuentes son leucocitosis entre 20.000 y 40.000/ml (80% de los
pacientes), proteinuria (60%) y hematuria microscópica (40%). La eosinofilia transitoria o
permanente es poco frecuente, pero puede aparecer en pacientes con una evolución clínica
prolongada o con síndrome de Churg-Strauss y afectación pulmonar o ataques de asma. Con
frecuencia existe trombocitosis, elevación intensa de la VSG, anemia producida por pérdida de
sangre o insuficiencia renal, hipoalbuminemia y elevación de inmunoglobulinas séricas. Es rara
la presencia de autoanticuerpos, aunque son frecuentes en otras enfermedades vasculares del
colágeno.
Diagnóstico
Pronóstico
La enfermedad aguda o crónica no tratada suele ser fatal porque conduce a una insuficiencia
renal, cardíaca y de otros órganos vitales o a complicaciones GI graves o roturas de los
aneurismas. Sólo el 33% de los pacientes sobreviven 1 año sin tratamiento, y el 88% fallecen a
los 5 años. La glomerulonefritis con insuficiencia renal responde en ocasiones al tratamiento,
pero la anuria y la hipertensión son fenómenos de mal pronóstico. La insuficiencia renal es la
causa de muerte en el 65% de los pacientes. Son frecuentes las infecciones oportunistas o
nosocomiales potencialmente mortales.
Tratamiento
El tratamiento debe ser intenso y multifactorial. Se deben reconocer y evitar los agentes lesivos
(incluidos los fármacos). Las dosis altas de corticoides (60 mg/d de prednisona en dosis
divididas) pueden prevenir la progresión y parecen inducir una remisión parcial o casi completa
en alrededor del 30% de los pacientes. Debido a que es necesario mantener el tratamiento a
largo plazo, los efectos secundarios de los corticoides, incluida la hipertensión, pueden acelerar
la lesión renal preexistente y aumentan el riesgo de infección sobreañadida. Se debe reducir la
dosis diaria de corticoides al descender la fiebre, la VSG, mejorar la función renal y cardíaca, la
velocidad de conducción nerviosa, la desaparición de las lesiones cutáneas y al disminuir el
dolor. Se pueden minimizar algunas manifestaciones del hiperadrenocorticismo por los
corticoides administrando una dosis única por la mañana a días alternos, que puede ser
suficiente como terapia de mantenimiento, pero que es inadecuada como tratamiento inicial.
GRANULOMATOSIS DE WEGENER
Etiología
Anatomía patológica
El inicio puede ser abrupto o insidioso, y pueden pasar años hasta que se desarrolle la
enfermedad completa. Los síntomas de presentación suelen referirse al tracto respiratorio
superior e incluyen rinorrea hemorrágica grave, sinusitis paranasal, ulceraciones de la mucosa
nasal (con infección bacteriana secundaria) y otitis media serosa o purulenta con hipoacusia,
tos, hemoptisis y pleuritis. Los pacientes suelen debutar con un proceso granulomatoso nasal
que se confunde con frecuencia con una sinusitis crónica. La mucosa nasal tiene un aspecto
rojo y granular y es friable y sangra con facilidad. Puede producirse una perforación nasal.
Otros síntomas iniciales son: fiebre, malestar, anorexia, pérdida de peso, poliartritis migratoria,
lesiones cutáneas granulomatosas y manifestaciones oculares con obstrucción del conducto
nasolacrimal, granulomas retrobulbares con proptosis y epiescleritis. Pueden existir condritis
del oído, IAM por vasculitis y meningitis aséptica, así como granulomas asépticos del SNC.
Los niveles de complemento sérico son normales o elevados, la VSG está elevada, existe
leucocitosis y la anemia puede ser intensa. No se detectan anticuerpos antinucleares ni células
LE. Prácticamente siempre existen títulos elevados de anticuerpos citoplasmáticos
antineutrofílicos (ANCA) y son un marcador relativamente específico y sensible para el
diagnóstico de la enfermedad y en ocasiones para su seguimiento. Una diferenciación más
profunda de los ANCA asociados a la granulomatosis de Wegener muestra una reacción in vitro
predominante con la proteinasa E (C-ANCA) con una especificidad del 97% para este trastorno.
En pacientes con predominio de IgA-ANCA es más probable la hemorragia pulmonar
intraalveolar.
Diagnóstico
El pronóstico, que antes era fatal, ha mejorado en gran medida gracias al tratamiento con
agentes citotóxicos inmunosupresores. Son cruciales el diagnóstico y el tratamiento precoz,
porque se puede conseguir una tasa elevada de remisión y se pueden reducir o evitar las
complicaciones renales graves. El fármaco de elección es la ciclofosfamida (1 a 2 mg/kg/d v.o.
con hidratación oral, o mediante infusión inicial rápida por vía i.v. en dosis única cada 2 a 3
sem). Se administran conjuntamente corticoides, que reducen el edema vasculítico (prednisona
1 mg/kg/d v.o.). Después de 2 a 3 meses se baja la dosis de prednisona hasta que el paciente
se mantenga sólo con ciclofosfamida v.o. (La dosis i.v. a largo plazo parece ser menos eficaz.)
Este fármaco se administra durante 1 año tras la remisión clínica inicial. Después se va
reduciendo la dosis a razón de 25 mg cada 2 a 3 meses. La azatioprina es menos efectiva,
pero puede ser una alternativa o un complemento a la ciclofosfamida en pacientes que no
toleran ésta. Sin embargo, parece que el tratamiento con «pulsos» de metotrexato £20 a 30
mg/kg/sem parece ser una alternativa más apropiada. La administración profiláctica a largo
plazo de trimetoprim-sulfametoxazol (160/800 a 480/2.400 mg/d v.o.) parece muy útil para las
lesiones del tracto respiratorio superior y puede ser suficiente como tratamiento único a largo
plazo una vez que hayan remitido todos los síntomas sistémicos tras el tratamiento con
ciclofosfamida y prednisona. En ocasiones, la anemia asociada puede ser tan profunda que se
precisan transfusiones de sangre.
Se puede conseguir una remisión completa a largo plazo con el tratamiento, incluso en casos
avanzados de la enfermedad. El trasplante renal ha sido útil para tratar la insuficiencia renal,
aunque un paciente con trasplante renal de cadáver presentó las lesiones renales típicas de la
granulomatosis de Wegener después del mismo. El uso de ciclofosfamida a dosis elevadas
puede aumentar la incidencia de tumores sólidos aún después de muchos años. La incidencia
alta de cáncer de vejiga muchos años después del tratamiento es una consecuencia alarmante
de la cistitis hemorrágica asociada con los productos de degradación de la ciclofosfamida
excretados, que no son contrarrestados por una diuresis muy abundante durante el tratamiento
inicial.
El hallazgo más frecuente es la inflamación de las manos, con aspecto de los dedos en
salchicha. Los cambios cutáneos difusos similares a la esclerodermia y la necrosis isquémica o
la ulceración de los extremos de los dedos, frecuentes en la esclerodermia, son mucho menos
frecuentes en la EMTC. Otros hallazgos cutáneos son las erupciones similares al lupus, los
parches eritematosos sobre los nudillos, la descoloración violácea de los párpados, la alopecia
difusa no fibrosante y la telangiectasia de las manos y la cara.
Casi todos los pacientes presentan artralgias y un 75% padecen una artritis manifiesta. Con
frecuencia la artritis no es deformante, pero pueden existir cambios erosivos y deformidades
idénticas a las de la AR. Es frecuente la debilidad muscular proximal con hipersensibilidad o sin
ella. El electromiograma demuestra una miopatía inflamatoria. Las biopsias musculares
muestran degeneración de las fibras musculares e infiltrados perivasculares e intersticiales de
linfocitos y células plasmáticas.
Las anomalías esofágicas, incluyendo disminución de la presión del esfínter esofágico inferior,
descenso de la amplitud del peristaltismo en los dos tercios distales y descenso de la presión
del esfínter superior, se presentan en el 80% de los pacientes, incluyendo el 70% de los
pacientes asintomáticos. En el 80% se produce afectación pulmonar, y pueden existir
anomalías significativas de la capacidad de difusión antes de que la EMTC sea aparente. La
radiografía de tórax puede mostrar pleuritis o infiltrados intersticiales difusos. En algunos
pacientes la afectación pulmonar supone el problema principal, provocando disnea de esfuerzo
o hipertensión pulmonar. La hipertensión pulmonar y las lesiones vasculares proliferativas, que
suelen aparecer de manera insidiosa, son una complicación grave en algunos casos. La
enfermedad renal se produce en el 10% de los pacientes y en general es leve, pero en
ocasiones puede ser grave, falleciendo el paciente por insuficiencia renal progresiva. Las
biopsias renales suelen mostrar hipercelularidad mesangial, glomerulitis focal y
glomerulonefritis membranosa, y con menos frecuencia glomerulonefritis membranoproliferativa
y lesiones vasculares proliferativas. Se produce una neuropatía sensitiva del trigémino con
mucha más frecuencia que en otras enfermedades reumáticas.
Datos de laboratorio
Casi todos los pacientes presentan títulos elevados (a menudo >1:1.000) de ANA fluorescentes
que producen un patrón moteado. Normalmente se detectan anticuerpos contra antígenos
nucleares extraíbles (ENA) a títulos muy elevados (>1:100.000) mediante hemaglutinación. Las
reacciones ANA y de hemaglutinación se eliminan de forma característica por la digestión con
ribonucleasa porque el componente ENA contra el que se dirigen los anticuerpos en la EMTC
es un antígeno nuclear RNP sensible a la ribonucleasa. La inmunodifusión puede confirmar la
presencia de anticuerpos contra las RNP, mientras que el antígeno contra el Sm resistente a la
ribonucleasa componente del ENA está ausente. Los títulos elevados de anticuerpos contra la
RNP suelen persistir durante años, pero pueden descender de manera sustancial o hacerse
indetectables en pacientes con remisión prolongada.
Los anticuerpos contra el ADN de cadena doble y las células LE son infrecuentes en la EMTC.
Las aglutininas reumatoides son positivas con frecuencia, y los títulos suelen ser elevados. La
VSG está elevada con frecuencia, y el 75% de los pacientes presentan
hipergammaglobulinemia difusa entre 2 y 5 g/dl. Los niveles de complemento sérico están
ligera o moderadamente reducidos aproximadamente en el 25% de los casos. Los niveles
séricos de CK y aldolasa suelen estar elevados cuando existe una miositis activa.
Existe anemia y leucopenia moderada en el 30 al 40% de los pacientes. Son infrecuentes la
anemia hemolítica Coombs positiva y la trombocitopenia con significación clínica. En la
analítica de orina se detectan hematuria, cilindros y proteinuria cuando existe una
glomerulonefritis.
Diagnóstico y tratamiento
Las causas de muerte son las lesiones vasculares proliferativas con hipertensión pulmonar,
insuficiencia renal, IAM, perforación del colon,
infección diseminada y hemorragia cerebral. Algunos pacientes presentan remisiones
mantenidas durante muchos años gracias al tratamiento con dosis bajas de corticoides e
incluso sin tratamiento.