Enfermería Geríatrica

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CONCLUSIONES ENFERMERÍA GERÍATRICA

La historia de la enfermería como profesión nació con Florence Nightingale),


enfermera en la guerra de Crimea, donde se la conocía como la “Dama de la
lámpara” por sus rondas nocturnas a los heridos. Fundó la primera escuela laica
de enfermería en el Hospital Saint Thomas de Londres en 1860. Basándose en
sus conocimientos prácticos, de las personas y su entorno, enumeró unos
principios científicos. Su objetivo consistió en situar al paciente en la mejor
condición para que la naturaleza ejerza su acción sobre él. Con ella la enfermería
alcanzó una talla como profesión con objetivos profesionales.

En el Colegio de Enfermería de Navarra existe un grupo de enfermeras


especialistas registradas, que trabajan actualmente en diversos servicios de la
Comunidad Foral y colaboran en el blog “Palabra de enfermera”, como medio de
difusión.

Su principal objetivo había sido la juventud en una sociedad orientada


precisamente hacia este sector social. La enfermería geriátrica, por tanto, ha
sufrido un gran desarrollo profesional durante las últimas décadas, debido en parte
a los avances en los conocimientos sobre fisiología humana, bioquímica,
medicina, tecnología médica y farmacológica y, lo que es más importante, a que
esos avances continúan.

Muchos ancianos crónicos e inválidos con cuidados clínicos y de rehabilitación se


recuperan lo suficiente como para poder integrarse nuevamente a la familia y a la
comunidad.
“La enfermera especialista en geriatría es el profesional que presta atención y
cuidados de enfermería a la población anciana, estando capacitada para enseñar,
supervisar, investigar, gestionar y liderar los cuidados destinados a este colectivo
en situaciones complejas en las que también actúa como asesor en todos los
niveles del sistema sociosanitario”

En España, las conocidas como Ayudantes Técnicos Sanitarias (ATS) aglutinaban


a practicantes, matronas y enfermeras. A raíz del artículo 6 del Real Decreto de
1953, se establece el Colegio profesional de enfermería, en el que se incluirán las
distintas especialidades. En 1957 las matronas y, en 1970, las enfermeras
especialistas en salud mental encuentran en la normativa su marco institucional.
Fue en 1977 cuando la enfermería accede a la universidad y las estudiantes
comienzan a recibir la asignatura de “Enfermería geriátrica”, a fin de preparar al
alumnado para el cuidado de un número creciente de personas mayores, según
las perspectivas sociodemográficas, y para mejorar la atención institucional y
comunitaria que estos recibían.

La primera convocatoria anual del Ministerio de Salud de plazas de formación de


enfermeras especialistas data de 2013, cuando se ofertaron 11 plazas de EIR.
Desde entonces todos los años se han convocado plazas, oscilando ligeramente
el número, hasta alcanzar las 20 plazas de la convocatoria para 2019. La escasez
de plazas convocadas para Enfermería Geriátrica, sobre todo en comparación con
otras especialidades, habla fundamentalmente de la juventud de esta especialidad
en Enfermería plazas convocadas según se vayan acreditando nuevas Unidades
Docentes.

Cada profesional en enfermería debe rotar de forma obligatoria por las áreas de
atención estipuladas en la orden. Entre ellas se encuentran Atención Primaria,
Atención Especializada unidades de hospitalización, equipos de soporte, unidades
de cuidados paliativos geriátricos, etc; instituciones sociales y otros recursos
Comisiones de Calidad, Comisiones de Ética, Unidad de Docencia e Investigación,
etc. Estas rotaciones son llevadas a cabo según las peculiaridades de los servicios
que posea la Comunidad Autónoma donde se ubique la Unidad Docente. Además,
cada residente tiene asignada una enfermera tutora, figura que vela por la
adquisición de las competencias requeridas para obtener el título.

La enfermería geriátrica, por tanto, ha sufrido un gran desarrollo profesional


durante las últimas décadas, debido en parte a los avances en los conocimientos
sobre fisiología humana, bioquímica, medicina, tecnología médica y farmacológica
y, lo que es más importante, a que esos avances continúan.

La Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica se constituye


como asociación en el año 1987 con el propósito de fomentar y defender, dentro
de su ámbito, todo lo que esté relacionado con la Enfermería Geriátrica y
Gerontológica en sus aspectos deontológicos, ético-legales, de dignidad y
prestigio técnico, cultural, científico y de investigación. La actividad de esta
sociedad es muy relevante para el impulso de la especialidad enfermera y cuenta,
entre sus actividades principales, con un congreso anual que da cabida tanto a
estudiantes de grado y especialidad como a profesionales especialistas.

Las personas que requieren de un ingreso hospitalario, la enfermería participa en


un rol de atención, junto al resto del equipo, de los conocidos como síndromes
geriátricos, las consecuencias de las caídas, las complicaciones propias de los
ingresos en estas personas encamamiento, desorientación, infecciones,
desnutrición, disfagia, etc.
Las enfermeras han trabajado, por regla general, en base a tareas, en particular
derivadas por los profesionales de la medicina, y han desempeñado un rol muy
técnico. Poco a poco esta situación ha ido cambiando: han adquirido un rol propio
con competencias específicas. Así es como la enfermería se ha integrado en
equipos de geriatría multidisciplinares que desarrollan la atención centrada en la
persona y no focalizada en la patología o enfermedad concreta. Se trata ahora de
comprobar la funcionalidad de la persona en su día a día y no solo la discapacidad
provocada por la enfermedad. La mirada ha pasado a centrarse en la capacidad
de la persona para desarrollar actividades básicas e instrumentales de la vida
diaria y en el grado de satisfacción con el desarrollo de su proyecto vital, su
integración en la comunidad.

Existen, según Burke varios enfoques sobre la especialidad, tanto positivos como
negativos, que enumera en los siguientes puntos: Una oportunidad para ejercer
las habilidades profesionales, para aplicar el conocimiento clínico en la práctica y
para utilizar las habilidades en la toma de decisiones clínicas; Una oportunidad de
ser creativos y utilizar la iniciativa en la prestación de cuidados al Paciente; Una
oportunidad para cuidar de los adultos mayores en diferentes marcos, como
clínicas de la comunidad, el propio hogar del paciente, la residencia de ancianos y
el hospital de cuidados agudos; Una oportunidad para colaborar con otras
disciplinas de la asistencia sanitaria en la planificación e implementación del
cuidado de los adultos mayores; Una oportunidad para enseñar y apoyar a los
adultos mayores en la realización de actividades de la vida diaria y en el
mantenimiento de su independencia; Una oportunidad para apreciar la sabiduría
de los adultos mayores y para enriquecerse cuando comparten los recuerdos de
sus experiencias vitales; Una especialidad que tiene una mala imagen entre
muchos profesionales de la enfermería.

Existen dos acciones combinadas para conseguirlo: adaptar los entornos mediante
facilitadores, productos de apoyo y la eliminación de barreras, y mejorar la
capacidad intrínseca de la persona. Para ello se ha demostrado en la literatura el
beneficio del ejercicio físico de las personas mayores para la mejora del tono y la
fuerza muscular, la mejora de patologías crónicas, la reducción de las caídas y un
largo etc.

La figura del profesional de la enfermería geriátrica es la del técnico especialista


con sólida formación científica, filosófica y humanística, que suma conocimientos
específicos de geriatría y gerontología para prestar cuidados de enfermería de
calidad a la persona mayor, su familia y la comunidad. Supervisa, igualmente, a
otro personal técnico y auxiliar, capacita a la familia cuidadora para optimizar al
máximo la recuperación y rehabilitación del adulto mayor hasta su pronta
reincorporación al hogar y comunidad. Al mismo tiempo, acompaña en esta etapa
para vivirla dignamente, capacitando a la persona mayor y a su entorno.

La atención desde la enfermería geriátrica se dirige, en especial, a dotar de


conocimientos para desarrollar su labor, valorando continuamente posibles
muestras de agotamiento que, si aparecen, son también objeto de intervención.

La especialidad de enfermería geriátrica puede representar una valiosa


contribución al sistema sanitario ante el creciente e imparable envejecimiento
poblacional y las necesidades cada vez más específicas que se plantean. Parece
lógico, por tanto, que desde los organismos públicos se siga trabajando por el
desarrollo de la formación de nuevas especialidades y por la inclusión de esta
especialidad en el ámbito laboral. Desde la profesión se reclama una bolsa
específica para un uso más eficaz y eficiente de los recursos, y para que puedan
aportar todo su conocimiento a la sociedad.

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